Antisemitismo Cristiano - aquí estoy

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Antisemitismo Cristiano
Esta sección sirva para aclarar algunas dudas y nada más, no es agradable tener que escribir aquí insultos
antisemitas, todo sea para que no se repitan los errores. Escritos como los siguientes, son los resultados de
una Iglesia anti-Torá, anti-Hebrea y anti-Mashíaj.
Todo el antisemitismo que surgió en los primeros siglos de la Era Común, y los actuales, no son más que los
resultados del Concilio de Nicea. Cuando se dice que cristianos mataron a judíos, por el hecho de no creer
como ellos creen, se suele escuchar ésta frase: "esos no eran cristianos verdaderos". Sin embargo habría que
analizar cómo es posible que los padres de la Iglesia Cristiana no sean verdaderos cristianos, cuando fueron
ellos los responsables. Este es un tema ‘Tabú’ para la Iglesia, de hecho es difícil encontrar libros que hablen
al respecto, como lo hace el libro ‘The Anguish of the Jews’ por Edward H. Flannery.
Juan Crisóstomo (347-407 E.C.), Obispo de Constantinopla uno de los más grandes predicadores cristianos,
conocido como "boca de oro", aprovechaba su discursos para sembrar el antisemitismo: "¿Cómo pueden los
cristianos atreverse a mantener la más ligera conversación con los judíos, que son los más miserables de todos
los seres humanos, que son concupiscentes, rapaces, codiciosos, pérfidos bandidos. ¿Acaso no son ellos
asesinos despiadados, destructores, hombres poseídos por el demonio? A quien la mala vida y la embriaguez
han entregado a las costumbres de los cerdos y la cabra concupiscente. Ellos solo conocen una cosa: satisfacer
sus agallas emborracharse matar y estropear...".
"¿La sinagoga? No solo es un teatro y una casa de prostitución, sino una caverna de bandidos, una reparación
de bestias salvajes, un lugar de vergüenza y ridículo, el domicilio del diablo como lo son las almas de los judíos.
En verdad los judíos adoran al diablo; sus ritos son criminales e inmundos; su religión es una enfermedad. Su
sinagoga, de nuevo, es una asamblea de criminales, una cueva de ladrones, una caverna de demonios, un
abismo de perdición, yo también aborrezco a la sinagoga. Dios aborrece a los judíos y siempre aborreció a los
judíos. Yo también aborrezco a los judíos”.
"Su odioso asesinato de Cristo... para este deicidio no existe expiación posible, ni indulgencia, ni perdón, solo
venganza que no tiene fin".
Agustín, contemporáneo con Juan Crisóstomo, dijo: "Judas es la imagen del pueblo judío; su entendimiento de
las escrituras es carnal; ellos llevan la culpa de la muerte del salvador, porque a través de sus padres ellos
mataron al Cristo. Los judíos lo prendieron; los judíos lo insultaron; los judíos lo ataron, lo coronaron con
espinos, lo deshonraron escupiéndolo, lo azotaron, amontonaron abusos sobre él, lo colgaron en un madero, lo
atravesaron con una lanza".
El resultado de estos discursos antisemitas fue que en el año 388 de la Era Común, se comenzaran a quemar
sinagogas, por la razón falsa de que ‘los judíos asesinaron a Cristo’. Tal parecía que ambos no leían en sus
manipulados ‘nuevos testamentos’ que aunque parte del partido de los Saduceos fueron los que llevaron a
Iehoshúa frente a las autoridades romanas, fueron los romanos los que "mataron, prendieron, insultaron,
ataron, coronaron con espinos, deshonraron escupiéndolo, lo azotaron, amontonaron abusos sobre él, lo
colgaron en un madero, lo atravesaron con una lanza", de esta manera si se juzgara según el mal juicio de
Juan Crisóstomo y Agustín, serían los romanos [ellos mismos] los culpables de la ‘muerte de Cristo’.
Los matrimonios entre judíos y cristianos eran penados con la muerte, la Iglesia Romana enseño a los
cristianos, durante 300 años, que cada Viernes Santo golpearan a los judíos en el rostro, en retribución a los
que supuestamente ellos hicieron con su dios al que llamaban Iesous, esto sucedía mientras que a los judíos
se les negaba el derecho de tener un techo donde poder vivir, una tierra donde poder trabajar. El resultado
fue ‘Las Cruzadas Cristianas’ que comenzaron en el año 1096 de la Era Común en breves palabras ‘escoge, o
te conviertes o te matamos’; increíblemente los cruzados después de matar a judíos, ya sea con la espada con
incendiando sinagogas con judíos en el interior, luego iban al ‘Santo Sepulcro’ y daban gracias al
dios Iesous por la victoria.
Los Concilios Toledanos en España decretaron: "Quien es llevado al Cristianismo por violencia, por miedo y
tortura, recibe el sello de la Cristiandad, y puede ser obligado a observar la fe cristiana". Esto trajo como
consecuencia el suicidio, la historia narra cómo mujeres se lanzaban con sus hijos al mar, cargadas de
piedras para no vivir. Años después, en Portugal se decretó que todos los niños judíos menores de catorce
años debían ser bautizados antes de, o en, el Domingo de Pascua del año 1497; aumentaba el suicidio,
muchos padres preferían dejar morir a sus hijos ahogados, que verlos negar al único y verdadero Creador, o
ver cómo eran lanzados a los perros. La Inquisición también formó parte de este odio desenfrenado, durante
todo el siglo XV muchos de los judíos que se habían convertido, ahora se arrepentían y en secreto practicaban
y vivían secretamente una vida hebrea ‘hasta donde podían’, esto enfadó tanto a la Iglesia Romana, que
comenzó a llamar a estos conversos judíos ‘marranos’, o sea cerdos. Se publicó un listado de 37 claves para
descubrir y atrapar a los que se habían convertido falsamente, una de ellas era el hecho de no usar la mejor
ropa en Domingo, u mientras las oraciones en la Iglesia alguien no decía "Gloria Patri"; esto era suficiente
para que fuera muerto. Así lo documentó Mariana, jesuita: "El total de marranos en el primer año de la
Inquisición ascendió a 2,000 víctimas quemadas vivas y 17,000 sentenciadas a la perdida de propiedad,
perdida de derechos civiles, o cárcel". A principios del año 1492, en Granada, España, el rey Fernando y la
reina Isabel, firmaron el decreto que todos los judíos de España, Sicilia y Cerdeña debían salir de esos países
tan solo en cuatro meses, de lo contrario serían castigados con la muerte. No podían llevarse el oro ni la plata.
Esto fue lo que trajo como resultado que Cristóbal Colón [un marrano] se fuera con una tribulación llena de
judíos antes de que se venciesen el plazo de los cuatro meses.
Para sorpresa de muchos, Martín Lucero (1483-1546) perpetuaba este odio. "Los judíos envenenan, son
asesinos rituales, usureros; ellos son parásitos de la sociedad cristiana; son peor que demonios; es más difícil
convertirlos a ellos que al propio Satanás; ellos están destinados al infierno. Ellos son, en verdad, anticristo. Sus
sinagogas deberían ser destruidas y sus libros decomisados; deberían ser obligados a trabajar con las manos;
más aun, deberían ser expulsados por los príncipes de sus territorios".
“Para empezar, deberíamos de incendiar sus sinagogas, segundo debiéramos entrar en sus casas y destruirlas,
tercero, debieran verse privados de sus libros de oración..., cuarto, debemos prohibir a sus rabinos, bajo pena
de muerte, seguir enseñando, quinto, deberíamos de prohibirles totalmente el pasaporte y otros privilegios de
viaje a los judíos, sexto deberíamos impedirles hacer usura. Azotemos a los fuertes judíos y judías,
ataquémosles con el hacha, con la pala de la rueca, con la rueca y hagamos que se ganen el pan con el sudor de
sus narices. Debiéramos de golpearles hasta corregir la canallesca pereza de su sistema. Así que acabemos con
ellos. Para resumir, queridos príncipes y nobles que tenéis a judíos en vuestros dominios, si este consejo mío no
os complace, hallad uno mejor para que vosotros y nosotros podamos vernos libres de esta insufrible carga
demoníaco que son los judíos”.
Quizás para sorpresa de muchos, Adolfo Hitler se inspiró en las palabras de Lutero, fueron ellas la
justificación para asesinar judíos. En fin, para que seguir escribiendo tristes sucesos, como el del 1648, en
Tulzin, Polonia, donde 1,500 judíos fueron muertos por no recibir el bautismo; en Homel, donde los judíos
fueron llevados desnudos a los campos, y entre ellos, 1,500 judíos al no ser bautizados, recibieron como
castigo la muerte. El hecho de que hoy día se hable mal de los judíos o de Israel, es el resultado de un odio
sembrado de generación en generación dentro y fuera del Cristianismo.
-Extracto del libro Serfer haNatzratim- de Avdiel
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