MEMORIAS DE HEINER MÜLLER Organizando este trabajo ideado por la directora de la Fundación Germán A. Wachnitz, para presentarlo en una escuela en Alemania, durante nuestro Intercambio Estudiantil, nos encontramos con un libro de Heiner Müller. Grande fue la sorpresa de todos al enterarnos que Heiner fue hermano de nuestro abuela, Clara Müller de Münz. Objetivo de esta presentación: Informar en Alemania sobre la migración de europeos, un tema prácticamente olvidado al otro lado del oceáno. Heiner Müller nació el 6 de Abril de 1910 en Auenstein, distrito Marbach, Württemberg, Alemania, hijo del alcalde de Auenstein: Gustavo Müller y su esposa Catalina Steiner, que nacieron en 1878. Concurríeron a la misma escuela, después de casarse tuvieron 9 hijos, el octavo fue Heiner. De 1916 a 1919 fue a una escuela primaria. En 1918, al terminar la Primera Guerra Mundial, su padre fue obligado a renunciar de su cargo, siendo pensionado. Vendió su finca comprando otra en Pfedelbach, una vez trasladado, Heiner intentó entrar al liceo, pero como su familia no estaba muy bien económicamente, asistió a un colegio del estado, donde el director fue su mejor maestro y le enseñó todo lo importante en la vida. Se confirmó el 8 de Abril de 1923 con el párroco Streitberger en la Iglesia Evangélica de Pfedelbach. Continuó su educación en una escuela nocturna. Empezó a trabajar para poder traer ingresos a la casa. Su padre colocó un taller de bicicletas y Heiner trabajó en un aserradero cepillando tablitas para cajones de cerveza. PRIMERAS NOTICIAS SOBRE MONTECARLO En Europa se podía sentir la llegada de una guerra, en los diarios se publicaban cartas provenientes de Montecarlo, Misiones, Argentina, donde se observaban algunas chozas y plantaciones. Todo el mundo quería escapar de la guerra y llegar a esas tierras. Todos los convencidos por las noticias decidieron vender todo e irse hacia aquella tierra lejana. PREPARATIVOS PARA EL GRAN VIAJE Todo fue previsto para la emigración, llevaban un gran cajón de 1m cuadrado para que entre todo, Gustavo no vendió sus tierras, sino tomo un préstamo del banco. La madre y sus otros hermanos se quedaron en Alemania, los que viajaron con su padre de 46 años eran su hermano Ervin de 21 años, su hermana Clara de 20 y Heiner de 14 años. El 5 de marzo estaba todo preparado y se despidieron de los que quedaron en Alemania. Salieron de Öhringen al mediodía a las 13.00 hs, la estación de ferrocarriles estaba repleta de gente, que también viajaba a Argentina. Viajaron hasta Heilbronn, allí cambiaron de tren y siguieron hasta Würzburg. Mientras esperaban al otro tren a Hannover, conocieron a la familia Wiedmann, que tenían el mismo destino. De noche subieron al tren y llegaron al amanecer a Bremen quedándose en el Hotel Heimann. De Bremen partieron en barco, de noche pasaron por el estrecho Calais-Dover, donde su enfermedad por los mareos casi los venció. El 13 de marzo llegaron a Vigo, España, cargaron carbón para alimentar a las calderas. Continuaron el viaje hasta Lisboa, capital de Portugal. Siguieron viaje hasta las Islas de Madeira. Desde el 17 hasta el 30 de Marzo solo vieron agua y cielo. El 31 de marzo por fin avistaron tierra, pasaron frente a la costa de Brasil. El 2 de Abril al mediodía se levantó una fuerte tormenta, la popa del barco quedó casi sumergida en el agua, las olas atravesaron el barco a gran velocidad. Tuvieron mucho miedo. Pronto llegaron a Río de Janeiro, Brasil. La entrada al puerto fue acompañada por botes de la prefectura, pues había comenzado una revolución allí, por lo tanto nadie podría bajar a tierra, sólo fueron desembarcados los pasajeros que viajaban a Río, alrededor de 400. El 3 de abril, un día de sol radiante, vieron que su barco ingresaba lentamente a una bahía llena de agua colorada y sucia. Observaron en las orillas ranchos de nativos, las plantas de bambú y así se hicieron la idea de cómo sería su nueva patria. Como el barco iba muy lento se les ocurrió a unos jóvenes zambullirse en el agua, saltaron a darse un chapuzón, pero, jamás fueron vistos otra vez. Los tripulantes pensaron que fueron tiburones, que en la zona persiguen a los barcos. Más tarde, al encontrarse el barco amarrado en el Puerto de Santos, vieron a esos tiburones. BUENOS AIRES, 5 DE ABRIL DE 1924 Siguieron viaje, paralelos a la costa de Brasil y luego del Uruguay, hasta Montevideo. Luego atravesaron el Río del a Plata. El cielo estaba nublado y el agua marrón. El barco tocaba fondo a menudo porque no se había ensanchado bastante el canal de navegación. Llegó la noche y a la mañana se hallaron amarrados al Puerto de Buenos Aires, Argentina. Un sol radiante con un hermoso cielo azul, avistaron a los marineros parados con su impecable uniforme blanco y detrás la bandera Argentina flameante, de color blanco y celeste. Fue una imagen inolvidable para los inmigrantes. Fueron alojados en el Hotel de los Inmigrantes, el día anterior había llegado otro barco alemán lleno de gente, los vendedores de tierras tenían las manos llenas de trabajo. CAMINO HACIA EL INFIERNO VERDE Gustavo no estaba de acuerdo con los vendedores de tierras, pues pretendían vender sus lotes desde Buenos Aires y cobrar en al acto con el pretexto de que podrían robarles su dinero. Casi todos eran campesinos suavos que conocían a Gustavo como su antiguo Alcalde. Hasta el 10 de abril permanecieron en el Hotel de los Inmigrantes, cuando Gustavo solicitó la compra de un terreno en Misiones. A las 13:00 hs partieron en ferrocarril a Misiones, precisamente a Posadas. El 12 de abril a las 5.00 am llegaron a Posadas. En el puerto esperaron al barco “España” de las 11:00 hs. con destino a Iguazú, el barco los dejaría en Montecarlo. EN EL INFIERNO VERDE Al anochecer, cuando densas neblinas cubrieron el Río Paraná, se detuvo el vapor hasta la mañana siguiente. El 13 de abril llegaron a Puerto Rico, una colonia compuesta por brasileños alemanes que ya conocían los trabajos de la selva. A la tripulación les entusiasmó lo que vieron allí, todo tipo de plantaciones como maíz, mandioca, batatas y así imaginaron lo que les aguardaba. El 13 de abril, a las 15:00 hs finalizaron su viaje desembarcando en Montecarlo. Ascendieron la empinada costa del “Puerto” con todo su equipaje al hotel del puerto, que era un rancho de tablas. Algunos pisos eran de tablas, otros eran de tierra. A la noche hizo mucho frío, tanto así que la propia cocinera no cocinó por el frío. Así observaron que la Selva Misionera no era como lo imaginaron, era muy distinta a los bosques alemanes, esta selva estaba colmada de diversa vegetación y árboles que con sus copas tocaban el cielo… PRIMER HOGAR Gustavo compró un terreno con un rancho con techo de paja. Enseguida se mudaron con la familia Wiedmann, que fueron sus vecinos. Buscaron hojas de bambú y las colocaron en el piso, esa noche durmieron 8 personas sobre un suave colchón de hojas, cubiertas con sus frazadas, una al lado de la otra. El 17 de abril hicieron una caminata por “El Valle de los Suavos” donde pudieron comprar mandioca y batatas. Su cocina consistía de un montón de piedras apiladas, cubiertas por una chapa de hierro que servía de plancha. LA NUEVA VIDA EN LA SELVA MISIONERA Pronto llegó el barco con nuevas provisiones, Gustavo compró bastante para que no le faltara nada a su familia. Como uno de los Wiedmann era carpintero, les armó con unas tablas de cedro, una mesa y unos bancos. En medio de la selva y de noche, reinaba el silencio sólo interrumpido por el zumbido de los mosquitos que molestaban al querer dormir. Gustavo compró un lote para plantaciones de maíz, mandioca, batata y tabaco a 13 km del puerto, ir de mañana a trabajar y volver al atardecer, una linda caminata de más de 20 km. Les llegó el cajón con sus pertenencias y así el 3 de mayo pudieron mudarse a su nuevo terreno en el interior. En un carro tirado por 2 mulas, fue trasportado el cajón. La familia iba caminando detrás, atravesar esos caminos no fue fácil. Llegaron al arroyo de Caraguatay, lo pasaron por la parte de menos agua, después como no había caminos, bajaron el cajón y siguieron casi 1km a pie. INSERTARSE EN LA NUEVA COLONIA Al atardecer llegaron a su nuevo hogar, se construyeron una especie de elástico de cama, con tacuaras, bien ancho, donde dormían los hijos. Gustavo colgó su tan apreciado reloj que Heiner luego heredó, ese reloj fue adquirido en 1912 por 10 marcos y seguía funcionando hasta 1964 sin asistencia de relojeros. Como recién se mudaron pasaron una noche fría de menos cinco grados, donde sus cultivos quedaron quemados por la helada. Le compraron un caballo a Heiner por lo que debía hacer los mandados, como por ejemplo traer comida al hogar. OTRA FORMA DE VIDA Pasaron los primeros años, volando, la escuela estaba olvidada. No había tiempo para leer, escribir y mucho menos estudiar, de manera que casi todos se olvidaron como se leía o se escribía. Heiner, gracias a su hermano mayor, que escribía desde Alemania, podía mantener sus conocimientos con la lectura de las cartas. Durante los primeros años había mayoría de alemanes en Montecarlo, así que no tuvieron la necesidad de aprender y hablar castellano. Recién en la década del treinta fue necesario aprender hablar castellano en el país. En el curso de 50 años se aprendía algo pero no a la perfección. La madre de Heiner, que más tarde se sumó a la familia en Montecarlo, provenía de una familia de agricultores. El matrimonio trabajó mucho junto a su hijo Heiner hasta edad muy avanzada. La madre de Heiner falleció a los 78 años de edad, había soportado para entonces una operación y al despertar de la anestesia, preguntó a los médicos si no habían olvidado una tijera en su intestino, después de eso dejo de existir. Su vida entera fue sólo trabajo y renuncias, en aras de su familia. Ella nunca se acostumbró a la nueva patria, pero jamás se quejó. MEMORIAS DE HEINER “En mi vida fui obligado a trabajar mucho, a veces inútilmente, pero no acuso a nadie por eso. Todo lo que hice en esta vida me ha salido bastante bien. Agradezco a mis padres por eso. Todo lo que tiene que hacer un colono, lo comprende sólo el que lo ha experimentado por sí mismo. Con 14 años llegué a la Selva Misionera. No pude aprender un oficio, cada uno tenia que ver cómo se trabajaba en las distintas áreas. Desde mi llegada hasta ahora me mantuve bastante bien en el nuevo continente, como adulto vendía yerba mate de lotes heredados de mi padre.” “Observando aprendí a trabajar, a tener mi tierra fértil, después de la muerte de mi padre me hice cargo de sus anotaciones sobre el clima y las precipitaciones pluviales, las lunas para plantar y cultivar. Espero que mis sucesores, mis hijas, sigan adelante y no desaprovechen lo que cuento en nuestra historia: Que la llegada a este continente, la creación de esta sociedad tan maravillosa no sea en vano.” PARENTESCO CON HEINER MÜLLER Heiner Müller fue de hermano de mi abuela Clara. Clara Müller se casó con Karl Münz . Su hijo Roberto Münz, casado con Anilda Schöninger Dochter son los padres nuestra madre, Carmen Münz. ROBERTO MÜNZ Y SUS HIJAS LA FAMILIA DE NUESTRO PADRE Enrique Kellich, Ida Kraus, Karl Kraus, Erna Bischoff, Eduardo Begalke con Elsa Nerenberg eran campesinos, algunos carniceros, que vinieron por la misma ruta, de Essen, Alemania. Todos de Essen, menos Begalke, que había regresado de la guerra, de Rusia, donde había combatido. Foto: Cuatro generaciones de los Kraus, el bebé es Jonathan Kraus. Montecarlo fue fundada el 4 de mayo de 1920. La Capital de la Orquídea se encuentra a 181 kilómetros de la capital provincial, Posadas. Todos los años, en octubre se realiza la tradicional Fiesta Nacional de la Orquídea y Fiesta Provincial de la Flor. Años atrás era conocida por la pesca del dorado. Hoy tiene dos eventos importantes ligados con el sector productivo como la Fiesta Provincial del Ternero en febrero y la Fiesta del Ganadero, en agosto, debido al pujante desarrollo de esa actividad en la localidad. La comunidad también organiza cada año las fiestas del tarefero, el día del estudiante y el carnaval. A 6 kilómetros del casco urbano, está el Zoo-Bal-Park, un parque de 8 hectáreas que alberga 200 especies autóctonas y exóticas de la flora y fauna misioneras. El Parque Juan Vortisch, de 6 hectáreas de extensión es muy visitado para conocer el laberinto vegetal más grande de la Argentina. El Club de Pesca quedó como símbolo de la época prolífica del dorado, desde el cual se puede divisar la Isla Caraguatay. El molino de Yerba, el Museo del Agricultor y Huellas del Pasado son interesantes de visitar. Entre los nuevos atractivos se sumó el Acuarium, donde se pueden ver especies ictícolas propias de la cuenca del Paraná. La producción de Montecarlo esta ligada a la ganadería, con un notable aumento de la genética, a la industria yerbatera, al procesamiento de la mandioca en fécula y a la tradicional industria de la madera con varios aserraderos. Autores: Micaela y Jonathan Kraus, de Eldorado, Misiones - Argentina Idea, dirección, corrección y traducción: Gisela Wachnitz Fundación Germán A. Wachnitz, Eldorado www.fundacionwachnitz.org.ar [email protected] 0054-3751-424252