SAB Bibiana Diaz

Anuncio
C. Bibiana Díaz-Rodríguez
22 de Marzo de 2005
M.A Spanish
RGRLL Deparment
CSULB student
SAB, Más allá de ser una novela abolicionista.
Si bien se ha dicho que Sab sigue los típicos modelos de la novela romántica, con
su historia de amor frustrado y el héroe sacrificado para hacer feliz a su amada, Gertrudis
Gómez de Avellaneda va más allá de simples cánones establecidos y hace una crítica
directa sobre la situación injusta que vive la mujer a principios del siglo XIX.
La autora
expresa por medio de la caracterización, el diálogo y el desarrollo psicológico de sus
personajes, las injusticias que tiene que afrontar la mujer ante la discriminación, ideología
y costumbres decimonónicas. Para lograrlo, utiliza a sus personajes como instrumentos
claves en su causa. Las palabras de su personaje principal, por ejemplo, se puede ver un
soplo de denuncia cuando Sab compara su vida de esclavo con la de las mujeres, ya que
éstas, de igual forma, están privadas de libertad y limitadas por el lazo irrevocable del
matrimonio, que ni siquiera tuvieron el derecho de escoger.
!Oh! ¡la mujeres! ¡Pobres y ciegas víctimas! Como los esclavos, ellas
arrastran pacientemente su cadena y bajan la cabeza bajo el yugo de las
leyes humanas. Sin otra guía que su corazón ignorante y crédulo, eligen
un dueño para toda la vida. El esclavo, al menos, puede cambiar de amo,
puede esperar que, juntando oro, comprará algún día su libertad, pero la
mujer, cuando levanta sus manos enflaquecidas y su frente ultrajada para
Díaz Rodríguez 2
pedir libertad, oye al monstruo de voz sepulcral que le grita: “ En la
Tumba.(227)
Si en la esclavitud hay un contrato entre amo y esclavo, en los matrimonios de la
época también había un contrato o tráfico, entre el padre y el futuro esposo, al estipularse
el monto de una dote. Y muchas veces la unión entre los amantes se veía en peligro si la
novia no se encontraba bien respaldada económicamente. La autora deja en claro esta
crítica cuando pone en Jorge Otway las siguientes palabras al dirigirse a su hijo Enrique:
-No me queda duda, Carlota de B... aun después de heredar a su padre, no poseerá
más que una módica fortuna; y luego en fincas deterioradas, perdidas!...Bah, bah,
estos malditos isleños saben mejor aparentar riquezas que adquirirlas o
conservarlas. Pero en fin, no faltan en el país buenos caudales; y no, no te casarás
con Carlota de B... mientras haya otras varias en que escoger, tan buenas y más
ricas que ella. (93)
Este contrato o dote se efectuaba sin importar la clase social a la que
correspondía la futura esposa, si se era rica o pobre; si era una señora de la capital, una
con educación básica para ser una virtuosa esposa, campesina, criada doméstica, nana,
tejedora o lavandera, que son, de acuerdo con Patricia Londoño, “sólo algunos de los
múltiples oficios desempeñados por la inmensa mayoría de las mujeres que tuvieron que
ganarse el sustento o ayudar a sostener a sus familias” (7).
Es en este sentido que Garfield, en su artículo, destaca las declaraciones de
Avellaneda: “Woman was placed on the pedestal of virtue, where she reigned as the
virgin before marriage and then the ‘angel in the home’ as wife and mother” (21)
Díaz Rodríguez 3
complementando que “…the only road open to her [Avellaneda’s] female characters was
the path to love rather than to glory” (23).
Por tal razón, los personajes femeninos en Sab carecen de fuerza y la rebelión no
es posible en esta historia a causa de todos los obstáculos que les impiden su realización
personal. Aunque las estrategias empleadas en la narrativa, le dan sabiduría a Carlota
llevándola a un despertar al final de la novela, sin embargo hacer algo al respecto sobre
su situación en esa época, es algo imposible. Avellaneda en Sab, narra la impotencia de
Carlota ante su situación y cómo trata infructuosamente de convencer a su esposo de
devolverle los bienes a sus hermanas mal intencionalmente arrebatados, por medio de un
acto codicioso de su Suegro Don Carlos, al hacer dictar un testamento arbitrario al padre
de Carlota, estando éste muy enfermo: “Todas las súplicas, las lágrimas, las
protestaciones de Carlota sólo sirvieron para mal quistarla con su suegro, sin que Enrique
la escuchase jamás de otro modo que como a un niño caprichoso, que pide un imposible”
(215).
El tener voz y voto en sus decisiones era casi un imposible para la mujer del
siglo XIX. Antes de casarse y aún más después de estar casadas. Muchos críticos de
Avellaneda aseguran que su novela no sólo es romántica sino que posee características
del realismo al convertir su obra en un reflejo autobiográfico. La obra se lleva a cabo en
Cuba y en Puerto Príncipe de dónde es oriunda la autora; además su matrimonio también
fue arreglado y ambos esposos, el Loynaz de Avellaneda y Enrique Otway de Carlota,
eran unos caza-fortunas. Pero tener voz y voto al respecto, era algo casi inconcebible si
se quería seguir guardando la cordura para mantener la imagen de una señorita educada y
mujer ideal.
Díaz Rodríguez 4
La discriminación es latente desde todos los puntos de vista no sólo a nivel
jurídico, sino a nivel intelectual. En el mundo de la literatura, en donde el papel de la
mujer no fue reconocido sino hasta muchos años después. El camino de las autoras fue
más difícil y tambaleante que el de los autores masculinos. Ellas debían escoger muy
bien el tema a tratar en sus obras. Debían ser cuidadosas con la trama ya que ésta debía
contener virtudes femeninas para no ser motivo de escándalo o motivo de censura y
arriesgarse, muchas veces, a que su obra fuera destrozada por la crítica. Además, el
producto final debía contener tal excelencia para ser, al menos, digno de publicación. Por
tal motivo, estas autoras se tenían que ingeniar la manera de denunciar cautelosamente
injusticias o temas ásperos en sus narrativas. Sin embargo, Avellaneda es una autora que
trata estos temas candentes de una manera franca y sin “tanta censura”1 en su novela. Y
aunque Sab, es un esclavo mulato que no intenta emprender una revolución abolicionista,
sí deja en claro los desafueros de la esclavitud en su diálogo con Enrique Otway:
Es una vida terrible a la verdad,(...) bajo este cielo de fuego el esclavo casi
desnudo trabaja toda la mañana sin descanso, y a la hora terrible del medio día,
jadeando, abrumado bajo el peso de la leña y de la caña que conduce sobre sus
espaldas, y abrasado por los rayos del sol que tuesta su cutis, llega el infeliz a
gozar todos los placeres que tiene para él la vida: dos horas de sueño y una escasa
ración, cuando la noche viene con sus brisas y sus sombras a consolar a la tierra
abrasada, y toda la naturaleza descansa, el esclavo va a regar con su sudor y sus
lágrimas el recinto donde la noche no tiene sombras, ni la brisa frescura, porque
allí el fuego de la leña ha sustituido al fuego del sol, y el infeliz negro girando sin
Digo esto porque sí hay un poco de censura sobre la esclavitud, ya que en la obra no
se muestra ninguna evidencia directa de maltratos físicos a los esclavos o mujeres.
1
Díaz Rodríguez 5
cesar en torno de la máquina arranca a la caña su dulce jugo,(...) ¡Ah!, sí; es un
cruel espectáculo la vista de la humanidad degradada, de hombres convertidos en
brutos, que llevan en su frente la marca de la esclavitud y en su alma la
desesperación del infierno (44-45).
En 1841 cuando es publicada la obra en España, la esclavitud era tema polémico
al no ser respetados, en Cuba más que todo, los acuerdos antitratistas entre Inglaterra y
España de 1833. Y tal vez, por tal razón, Sab es excluida en la publicación de Las Obras
completas de Avellaneda de 1861.
No sólo en Sab, sino también en varias de sus obras, Avellaneda denuncia estas
injusticias y desigualdades sociales utilizando a los personajes femeninos como modelos.
Gonzalez Ascorra indica:
La producción literaria de Gertrudis Gómez de Avellaneda se compromete con la
causa femenina en la búsqueda de medios de expresión propia que aparten a la
mujer del esteriotipo de ser pasivo, ahistórico y marginal en la que la sociedad
patriarcal la ha ubicado.
La autora se convierte en audaz defensora de los
derechos de la mujer y tenaz combatiente de las convenciones sociales y literarias
del siglo XIX que concedían a la mujer pocas maneras de realizarse, entre las que
predominaba el matrimonio (17).
Ya que si no se lograba tener los recursos económicos para respaldar una dote o
no se negociaba un buen matrimonio, no había muchas otras opciones para las mujeres
según las costumbres establecidas en la época. Como lo expresa la autora en Sab a través
de su personaje Teresa, quién decide irse para el convento en vez de entregarse a la
Díaz Rodríguez 6
merced de hombres, que quizás negociarían su bajo precio por carecer ella de familia,
riqueza y belleza. Teresa, al marcharse, le deja saber esto en su carta a Carlota:
Pobre huérfana y sin atractivos ni nacimiento, hace muchos años que miré el
claustro como el único destino a que puedo aspirar en este mundo, y hoy me
arrastra hacia ese santo asilo un impulso irresistible del corazón.(...) y me marcho
al convento de las Ursulinas, de donde no saldré jamás. Mi patrimonio, aunque
corto, cubre la dote que necesito para ser admitida, y dentro de un año espero que
me será permitido pronunciar mis votos. (207)
La vida religiosa fue la opción para muchas mujeres durante la época colonial y
después de la independencia. En el claustro del convento al menos tenían su sustento y
podían llegar a ser maestras de colegios religiosos. A juzgar por las estadísticas de
Londoño Vega, para 1833 las mujeres representaban el 10% de los educandos y al cerrar
el siglo eran un poco más del 40%, la mayoría de ellas religiosas. Y afirma que con la
ilustración, “se esbozó la idea de la importancia de educar a las mujeres para que
pudieran formar buenos ciudadanos” (10), pero desafortunadamente, se abrieron más
escuelas masculinas al ser consideradas más urgentes que las femeninas.
Después de la independencia de España, las nuevas repúblicas siguieron
rigiéndose con la ley hispánica hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando
promulgaron sus propios códigos, pero aún así los cambios respecto a la situación de la
mujer fueron mínimos. El derecho civil, la rama del derecho que más tiene que ver con
la vida diaria de las mujeres, puesto que en ella está todo lo que rige al matrimonio y la
familia, no tuvo mucho avance en mejorar esta situación y en algunos casos, lo que se
logró fue acentuar la superioridad del varón sobre la esposa y los hijos.
Díaz Rodríguez 7
Sólo fue hasta finales del siglo XIX que los nuevos códigos reconocieron los
derechos civiles de la mujer otorgándole el derecho de solicitar medidas preventivas para
evitar prejuicios en el manejo de sus bienes. Londoño Vera explica que el derecho del
voto femenino fue de gran escrutinio durante todo el siglo XIX; En algunos países el
tema del sufragio se empezó a incluir en algunas constituciones, pero no se aplicaba a la
práctica. Por ejemplo, “En Colombia, según las constituciones de 1821 y 1830, algunas
mujeres teóricamente llenaban los requisitos para ejercer la ciudadanía y el voto, pero
esto era tan mal visto que a nadie se le ocurrió que podía hacerlo”(9). Fue después, que
la constitución reconoció el sufragio universal sin distingo de sexo en 1853, pero
tampoco ese año se votó en Colombia sino hasta el segundo y el tercer decenio del siglo
XX, al igual que otros países latinoamericanos.
Pero lastimosamente, la validación de los derechos civiles o políticos no se hace
realidad para muchas mujeres ya sea en Sab o en la realidad debido al peso de la opresión
masculina o simplemente al temor de las posibles represalias. Carlota representa ese
personaje temeroso que carece de personalidad y se llena de ilusiones y fantasías para
hacer su mundo más aceptable, pero el nuevo enfoque de la vida de Carlota, su
enfermedad, su tristeza, va revelando a una mujer más madura que deja a un lado tanta
pureza, tanta inocencia descrita en el inicio de la trama. Al final, Avellaneda nos muestra
una toma de conciencia de la protagonista cuando describe:
Carlota luchó inútilmente por espacio de muchos meses, después guardó silencio
y pareció resignarse. Para ella todo había acabado. Vio a su marido tal cual era;
comenzó a comprender la vida. Sus sueños se disiparon, su amor huyó con su
felicidad. Entonces tocó toda la desnudez, toda la pequeñez de las realidades,
Díaz Rodríguez 8
(…) se halló sola en medio de aquellos dos hombres (su suegro y esposo) pegados
a la tierra y alimentados de positivismo. Entonces fue desgraciada.(…) su único
placer era llorar en el seno de su amiga sus ilusiones perdidas y su libertad
encadenada (215)
Ascorra cita a Rachel Blau Duplessis, quién en su libro, Writing Beyond The
Ending, sostiene que “en muchos textos decimonónicos esta nulidad o ausencia del
personaje está asociada al matrimonio… el final feliz es posible sólo en la fantasía de los
cuentos” (29).
Se podría decir, inclusive, que el triste final de Sab es una estrategia de
Avellaneda para denunciar la vida infértil de sus personajes, las desilusiones,
discriminaciones y tristezas vividas por sus protagonistas femeninos; demostrando una
vez más, el uso de estos no sólo como instrumento de crítica directa sobre la situación de
la mujer del siglo XIX, sino también, como medio de identificación para las mujeres que
pasaron, o estaban viviendo en ese momento, situaciones similares a las de la historia y a
las que vivió Avellaneda.
Díaz Rodríguez 9
Bibliografía
Alzaga, Florinda. Las Ansias de infinito en la Avellaneda. Ediciones Universal.
Miami, Florida, 1979.
Araujo,
Nara.
Raza
y
Género
en
Sab.
Revista
la
Casa
de
las
américas.
La
Habana, Cuba. No. 190. Jan- Mar 1993
Ascorra, Martha Irene. La evolución de la conciencia femenina de las novelas de
Gertrudis
Gomez
de
Avellaneda,
Soledad
Acosta
de
Samper
y
Mercedes
Cabello de Carbonera. Peter Lang Publishing, Inc, New York 1997.
Cabrera,
Rosa
M.
y
Zaldivar,
Gladis
B.
Homenaje
a
Gertrudis
Gómez
de
Avellaneda. Ediciones Universal. Miami, Florida 1981.
Garfield,
Evelyn
Century
Picon.
Cuba:
“Periodical
The
Case
of
Literature
Gertrudis
for
Women
Gómez
de
in
Mid-Nineteenth
Avellaneda’s
Album
Cubano de lo Bueno y lo Bello.” Studies in Latin American Popular Culture.
Tucson: Arizona, 1992. Vol. 11. 13-28.
Gómez de Avellaneda, Gertrudis. SAB. Ediciones Anaya, S.A, Salamanca, 1970.
Harter,
Hugh
A.
Gertrudis
Gómez
de
Avellaneda.
Twayne
Publishers,
Boston,
1981.
Londoño
Vega,
Patricia.
familiar,educación
y
“Las
participación
Colombianas
durante
el
siglo
XIX.
política”.
Revista
Credencial
Derecho
Historia
No.
68, Bogotá Agosto de 1995.
Selimov,
Alexander
Roselló.
Gertrudis
Gómez
de
Avellaneda.
Autobiografía
y
Epistolarios de amor. Newark, Delaware 1971.
Pastor, Brígida. “A Romance Life in Novel Fiction: The Early Career and Works
of
Gertrudis
Gómez
de
LXXV, number 2, April 1998.
Avellaneda”
Bulletin
of
Hispanic
Studies.
Volume
Díaz Rodríguez 10
Zatlin
Boring,
Phyllis.
“Una
Perspectiva
Femenista
Sobre
la
Confesión
de
Avellaneda.” Ed. Gladys Zaldóvar and Rosa Martínez de Cabrera. Homenaje a
Gertrudis Gómez de Avellaneda. Miami: Florida, 1979. 93-98.
Descargar