ARZOBISPADO DE SAN JOSÉ CELEBRACIÓN LITÚRGICA DEL MIÉRCOLES DE CENIZA Presidida por un ministro laico Material preparado por la Vicaría Episcopal de Pastoral Litúrgica. Curia Metropolitana de San José, 2014 Fotografía de la portada: Vitral de la Crucifixión, Convento de San Antonio de Guadalupe. CELEBRACIÓN LITÚRGICA DEL MIÉRCOLES DE CENIZA PRESIDIDA POR UN MINISTRO LAICO Ceremonia de delegación PARA ENVIAR MINISTROS EXTRAORDINARIOS PARA LA IMPOSICIÓN DE LA CENIZA. NOTAS PREVIAS: Esta celebración podrá ser realizada en aquellas comunidades donde los fieles se vean impedidos para asistir a la celebración de la comunidad parroquial, sea por la distancia que los separa del centro o por otras causas legítimas. Es necesario que el sacerdote responsable de la comunidad catequice a aquellos fieles que deberán recibir la ceniza de manos de un laico, sobre la fuerza de conversión de que deben estar revestidos al recibir este sacramental, de manera que, a partir de su vivencia personal sepan aceptarlo con buena disposición de manos de sus hermanos. El ministro laico (de la Palabra, catequista, evangelizador, coordinador de la CEB, ministro extraordinario de la comunión, etc.) que por presidir esta celebración de la palabra impondrá la ceniza a sus hermanos, deberá haber sido delegado expresamente para ello, por el sacerdote responsable de la comunidad. Impondrá necesaria- mente aquella ceniza que haya sido bendecida para este fin por el ministro ordenado. En esta celebración, debe contarse con un ministro idóneo, pues deberá también distribuirse la Sagrada Comunión. Se recomienda que el sacerdote bendiga la ceniza para toda la comunidad en la celebración eucarística que debe realizarse muy temprano por la mañana del Miércoles de Ceniza. En esa misa además de imponer la ceniza a los que ha designado como ministros, les hará solemne entrega de este sacramental designándolos ante la Comunidad como responsables de las celebraciones que realizarán con sus hermanos. Por su parte, el ministro laico delegado también deberá haber procurado personalmente o por medio de otros, de la debida preparación de la comunidad a la cual se le ha delegado, de manera que el signo penitencial logre los frutos deseados. LA DELEGACIÓN Se utiliza el ritual ordinario para la ceremonia de bendición e imposición de la ceniza, según se indica en el Misal Romano (o en la Misa de Cada Día). Después de la oración "Señor Dios, que te apiadas de quien se humilla…" , y antes de imponer la ceniza a la comunidad, el monitor (u otro sacerdote, distinto del celebrante) convoca, por su nombre, a los que van a ser enviados a imponer la ceniza con estas o parecidas palabras: ACÉRQUENSE LOS QUE VAN A SER DELEGADOS COMO MINISTROS EXTRAORDINARIOS PARA LA IMPOSICIÓN DE LA CENIZA. N. Y N. Sobre ellos pronuncia la siguiente bendición: El Señor los bendiga + para imponer sobre las cabezas de sus hermanos, el signo penitencial de la ceniza. Para iniciar así, en nuestras comunidades la santa Cuaresma, y volvamos al camino que nos propone Jesucristo, Nuestro Señor. Todos responden: Amén Después el sacerdote impone la ceniza a los delgados sobre sus cabezas, diciéndole a cada uno alguna de las fórmulas previstas. Conviértete y cree en el Evangelio O bien: Recuerda que eres polvo y al polvo has de volver. Invita inmediatamente y a todos los presentes a que se acerquen para que les sea impuesta la ceniza. Celebración presidida por un laico En esta celebración se impone la ceniza hecha con ramos de olivo u otros árboles, bendecidos el Domingo de Ramos del año anterior. RITOS INICIALES Reunida la comunidad, se entona la antífona de entrada o un canto cuaresmal adecuado. ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sab 11, 23. 24. 26 Tú, Señor, te compadeces de todos y no aborreces nada de lo que has creado, aparentas no ver los pecados de los hombres, para darles ocasión de arrepentirse, porque tú eres el Señor, nuestro Dios. Terminado el canto el ministro dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, del Espíritu Santo. Todos se santiguan y responden: Amén El ministro laico saluda a los presentes con estas o parecidas palabras SE OMITE EL ACTO PENITENCIAL, que es sustituido por el rito de la imposición de la ceniza. ORACIÓN COLECTA Concédenos, Señor, emprender este tiempo de combate cristiano con santos ayunos, para que en el momento de combatir con las tentaciones, seamos fortalecidos con los auxilios de la penitencia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. LITURGIA DE LA PALABRA MONICION A LA PRIMERA LECTURA Dios nos tiene clemencia y misericordia. Ha antepuesto su amor ante las faltas que nos alejan de Él. Tan grande consideración para con nosotros, merece que nos sonrojemos y demos signos sinceros de transformación en nuestras vidas, como nos lo proclama el profeta. Escuchemos. PRIMERA LECTURA Enluten su corazón y no sus vestidos Lectura del libro del profeta Joel 2, 12-18 Esto dice el Señor: “Todavía es tiempo. Vuélvanse a mí de todo corazón, con ayunos, con lágrimas y llanto; enluten su corazón y no sus vestidos. Vuélvanse al Señor Dios nuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en clemencia, y se conmueve ante la desgracia. Quizá se arrepienta, se compadezca de nosotros y nos deje una bendición, que haga posibles las ofrendas y libaciones al Señor, nuestro Dios. Toquen la trompeta en Sión, promulguen un ayuno, convoquen la asamblea, reúnan al pueblo, santifiquen la reunión, junten a los ancianos, convoquen a los niños, aun a los niños de pecho. Que el recién casado deje su alcoba y su tálamo la recién casada. Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes ministros del Señor, diciendo: ‘Perdona, Señor, perdona a tu pueblo. No entregues tu heredad a la burla de las naciones. Que no digan los paganos: ¿Dónde está el Dios de Israel?’” Y el Señor se llenó de celo por su tierra y tuvo piedad de su pueblo. Palabra de Dios. MONICION AL SALMO Para que Dios perdone es necesario que haya reconocimiento de la culpa. Cuando tenemos esta actitud, el Señor es capaz de renovarnos interiormente y transformarnos en "nueva creación". Salmo responsorial Del Salmo 50 R. Misericordia, Señor, hemos pecado. Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados. R. Puesto que reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados. Contra ti solo pequé, Señor, haciendo lo que a tus ojos era malo. R. Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu. R. Devuélveme tu salvación, que regocija, y mantén en mí un alma generosa. Señor, abre mis labios y cantará mi boca tu alabanza. R. MONICION A LA SEGUNDA LECTURA Nuestra meta es llegar a la presencia de Dios: ser santos. Con la exhortación del apóstol Pablo, detengámonos a mirar este tiempo propicio que tenemos, para convertirnos con sincero corazón y poder mirar, sin miedo, cara a cara al Señor. SEGUNDA LECTURA Aprovechen este tiempo favorable para reconciliarse con Dios. Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5,20—6,2 Hermanos: Somos embajadores de Cristo, y por nuestro medio, es Dios mismo el que los exhorta a ustedes. En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios. Al que nunca cometió pecado, Dios lo hizo “pecado” por nosotros, para que, unidos a él, recibamos la salvación de Dios y nos volvamos justos y santos. Como colaboradores que somos de Dios, los exhortamos a no echar su gracia en saco roto. Porque el Señor dice: En el tiempo favorable te escuché; en el día de la salvación te socorrí. Pues bien, ahora es el tiempo favorable; ahora es el día de la salvación. Palabra de Dios. MONICION AL EVANGELIO No busquemos la recompensa de nuestras obras en la opinión de aquellos que nos rodean, sino en lo que agrada al Padre Celestial que todo lo ve. Él es quien mira la verdad o la falsedad de nuestros pensamientos, obras y omisiones. VERSO ANTES DEL EVANGELIO Hagámosle caso al Señor que nos dice: “No endurezcan su corazón” PRESIDENTE Hermanos: que, de manera especial en la proclamación del Evangelio, sintamos la presencia entre nosotros de Jesucristo, nuestro Señor. R/ Amén EVANGELIO Tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6. 16-1 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial. Por lo tanto, cuando den limosna, no lo anuncien con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando des limosna que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará”. Palabra del Señor. GUIÓN PARA LA REFLEXIÓN La Cuaresma nos llama a la conversión, no al culto meramente externo que de nada sirve sin una actitud sincera del corazón. Es a una conversión interior a la que somos llamados. Conversión y penitencia son conceptos íntimamente unidos. La ceniza que hoy se impone sobre nuestras cabezas significa precisamente eso: una muestra de que reconocemos que en el mundo hay muchas cosas que no marchan bien, y que asumimos conscientemente nuestra parte en todo desorden humano. No son sólo mis pecados personales los que tengo presentes; es la humanidad entera, con todas las injusticias, con todas sus crueldades, lo que me impulsa a pensar en la necesidad de convertirme a Dios y de purificar mi interior. Es el corazón lo importante, no lo que aparece por fuera. Por eso hemos de sentir la profundidad el texto de Joel que acabamos de leer, escrito con motivo de una calamidad que azotó Judea hacia el año 400 antes de Cristo: "enluten su corazón y no sus vestidos". Por eso, con toda claridad nos advierte san Mateo: “Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. Terminada la reflexión el presidente dice: P/ Con una actitud humilde oremos, hermanos, recibamos pues, este signo penitencial sobre nuestras cabezas R/ Amén IMPOSICIÓN DE LA CENIZA Seguidamente impone la ceniza a todos los presentes que se acercan hasta él, y a cada uno le dice: Conviértete y cree en el Evangelio O bien: Recuerda que eres polvo y al polvo has de volver. Mientras tanto, se canta la antífona o un canto penitencial adecuado. ANTÍFONA 1 Renovemos nuestra vida con signos de penitencia; ayunemos y lloremos delante del Señor, porque la misericordia de nuestros Dios está siempre dispuesta a perdonar nuestros pecados. ANTÍFONA 2 Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor diciendo: Perdona, Señor, perdona a tu pueblo, y no cierres la boca de aquellos que te alaban. ANTÍFONA 3 Lávame, Señor, de mis pecados. Esta antífona puede repetirse después de cada verso del salmo 50 Misericordia, Dios mío, por tu bondad. ORACIÓN DE LOS FIELES P/ Demos gracias a Dios Padre, que nos concede iniciar hoy el tiempo cuaresmal, roguémosle que durante estos días la acción del Espíritu purifique nuestros corazones y nos llene de su amor. Supliquémosle diciendo: R/ Bendice a tu pueblo, Señor. -Para que el Padre aumente el fervor de quienes habiéndolo dejado todo siguieron a Cristo, para que su vida sea luz para los hombres y claro testimonio de la santidad de la Iglesia. Oremos. -Que el Padre dirija el sentir de los pueblos y la mente de sus gobernantes por los caminos de su voluntad, para que todos procuren el bien de los más pobres. Oremos. -Que el Padre que creó a los seres humanos a imagen suya, haga que cada día trabajemos para transformar en santidad toda injusticia y desigualdad. Oremos. -Que nos ayude a aprender a renunciar a lo que no es necesario y compartamos lo que tenemos con los hermanos necesitados. Oremos. -Para que aprendamos a practicar la caridad en cada momento de nuestra vida diaria. Oremos. -Que se nos conceda llevar en nuestros cuerpos las señales de la pasión de Jesucristo, por cuya muerte hemos obtenido la vida. Oremos. P/ Al presentarte nuestras súplicas te imploramos, Padre, vivir de toda palabra que sale de tu boca y que así, transformando nuestros corazones, nos preparemos a celebrar la gloria de Cristo resucitado presente en medio de toda la humanidad. Por ello te aclamamos todos juntos diciendo. Padre nuestro. Quien preside invita a todos a darse el saludo de la paz diciendo: En el Espíritu de Cristo que nos llama a un cambio en la vida, démonos fraternalmente la paz. Si en la comunidad parroquial el párroco insta a cesar de realizar el gesto del saludo de la paz, como signo de austeridad en el tiempo cuaresmal, se omite el rito y se pasa del Padre Nuestro a la distribución de la Sagrada Comunión. Distribución de la Sagrada Comunión Luego, si hubiera un MEC presente, que estuviera facultado para ello, o en su defecto, si el ministro de la ceniza fuera ministro extraordinario de la Sagrada Comunión, procede a distribuirla a los presentes. Toma una de las formas consagradas en sus manos y la presenta a los hermanos diciéndoles: Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, es el que nos fortalece para el camino de nuestra conversión que hoy iniciamos marcados con la ceniza. Dichosos los llamados a esta cena. R / Señor yo no soy digno... Terminada la distribución de la comunión, la ceremonia concluye con la monición de envío, la oración y la bendición. ORACIÓN FINAL Derrama, propicio, Señor Dios, tu espíritu de arrepentimiento sobre quienes se inclinan ante tu majestad, y que merezcan obtener, por tu misericordia, el premio prometido a los que hacen penitencia. Por Jesucristo, nuestro Señor. MONICION DE ENVIO Iniciemos sincera y decididamente la Santa Cuaresma. Que la celebración de hoy no quede en marcada dentro del culto externo que no compromete, sino que sea signo de nuestra conversión interior. Celebración breve presidida por un laico PARA LA ADMINISTRACIÓN DE LA CENIZA A LOS ENFERMOS Es muy de desear que ministros extraordinarios de la ceniza visiten a los enfermos para imponerles el sacramental. Es posible que muchos de estos ministros lo sean también de la comunión con lo que no habría problema. En caso contrario, conviene que el ministro de la ceniza se haga acompañar de un MEC que lleve el Santísimo para que el enfermo comulgue en la ceremonia. Para un mejor resultado, convendría que los enfermos que pudieran movilizarse, hicieran un grupo en el vecindario y tener así una celebración más significativa. Este esquema es para una ceremonia más corta que la anterior, pero ciertamente debe conservar su espíritu y solemnidad. Se inicia con una monición en la que se explique en qué consiste el rito (semejante a la que está en la celebración anterior). Al concluir se dice la oración. ORACIÓN Dios y Señor nuestro que permites estos signos visibles para que nosotros podamos manifestar nuestros sentimientos, permítenos que, al iniciar hoy la Cuaresma, tiempo de dolor por nuestras culpas, en que reconocemos y pedimos perdón por nuestros pecados, al ser marcados con el signo penitencial de la ceniza experimentemos la fuerza de tu amor y de tu misericordia. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. R/ Amén. Se hace una sola de las lecturas propuestas en las páginas anteriores, seguida del salmo responsorial. Tras una reflexión breve viene la imposición de la ceniza. P / Con una actitud humilde, hermanos, recibamos este signo penitencial sobre nuestras cabezas. R/ Amén IMPOSICIÓN DE LA CENIZA Seguidamente impone la ceniza la ceniza al (los) enfermo(s) diciendo: Conviértete y cree en el Evangelio O bien: Recuerda que eres polvo y al polvo has de volver. ORACIÓN DE LOS FIELES P/ Demos gracias a Dios Padre, que nos concede iniciar hoy el tiempo cuaresmal, pidámosle días de salvación, y que la acción del Espíritu nos purifique y nos llene de su amor. Digamos: R/ Bendice a tu pueblo, Señor. -Concédenos el don de la santidad. Oremos. - Ayúdanos a trabajar por el bien común, sobre todo para los más pobres. Oremos. -Que logremos destruir toda injusticia y desigualdad entre nosotros. Oremos. -Enséñanos a atraer hacia ti, a quienes se han alejado. Oremos. -Ayúdanos a privarnos de lo que no es necesario para compartirlo con los necesitados. Oremos. - Haz que practiquemos la caridad en todo momento de nuestra vida diaria. Oremos. Pueden agregarse otras intenciones, especialmente por los enfermos. Al presentar nuestras súplicas al Dios de los cielos, digamos la plegaria que Cristo nos enseñó: Padre nuestro... Se comparte el saludo de la paz y el ministro de la comunión toma la forma consagrada y, al mostrarla, dice: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, que nos fortalece para el camino de nuestra conversión que hoy iniciamos marcados con la ceniza. Dichosos todos nosotros invitados a participar de esta cena. Todos: Señor; no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme. Concluida la comunión, el que preside dice ORACIÓN FINAL Concédenos, Señor que el alimento que hemos recibido de tus manos en este día en que iniciamos el camino cuaresmal, sea nuestro viático hasta la vida eterna: Por Jesucristo nuestro Señor. R/ Amén Madre llena de dolor, has que cuando expiremos, entreguemos por tus manos, nuestras almas al Señor. Caminamos hacia la Pascua