Luces del solsticio de inviernosuper! - AMORC

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Luces del solsticio de Invierno
Por Mark Martin, F.R.C.
Revista El Rosacruz A.M.O.R.C.
Astronómicamente, el solsticio de invierno ocurre cuando el sol, en su aparente trayectoria
paralela a la eclíptica, alcanza su punto más lejano al sur del ecuador celestial el 21 de
diciembre, momento en el que ocurre la noche más larga del año en el hemisferio norte y
comienza el invierno. En este punto el sol entra al signo de Capricornio, después de lo cual
los días en el hemisferio norte se hacen más largos una vez más. En astrología, Capricornio
es el signo de la esperanza, la ambición y la inspiración y el sol en Capricornio denota
seriedad, introspección, prudencia y optimismo.
Simbólicamente, a través de los milenios y en las tradiciones de muchas civilizaciones, el
solsticio en invierno ha sido considerado por largo tiempo un “Heraldo de Luz”. A lo largo
del hemisferio norte, el “regreso de la luz solar” significa el fin de las largas noches de
obscuridad y la promesa del crecimiento de los rayos dadores de vida del sol a medida que
la Tierra comienza nuevamente su renovación anual en la primavera.
Esta promesa invernal, proveniente de la época más obscura del año, tradicionalmente ha
sido motivo de celebración con la esperanza de una primavera resplandeciente, un verano
productivo y una abundante cosecha de otoño. De ahí que se hayan establecido tradiciones
muy diversas en torno al solsticio de invierno a lo largo de la historia.
Hace mucho tiempo, en los jeroglíficos del antiguo Egipto, se representaba al Dios del Sol Ra
sentado sobre una barca solar -una barca transportando al sol- con un disco solar sobre su
cabeza. Las pinturas de las tumbas representaban a la barca solar de Ra recorriendo el cielo,
simbolizando el recorrido diario del sol desde el este al oeste. En Egipto, los movimientos
diarios y estacionales del sol eran medidos y estudiados mediante el uso de instrumentos
tales como el cuadrante solar. De hecho, las grandes pirámides iniciáticas, construidas
sobre la plataforma de Gizeh cerca de la actual ciudad de El Cairo, fueron usadas de forma
similar.
La Gran Pirámide fue construida a manera de estar precisamente alineada con el Trópico de
Cáncer (que pasa a través de Egipto al sur de la Plataforma de Gizeh). Así, el día del solsticio
de verano (21 de junio), cuando el sol está en su cenit sobre el Trópico de Cáncer, los cuatro
lados de la Gran Pirámide son bañados completamente por la luz solar. Gradualmente,
durante los días siguientes, a medida que el sol recorre el cielo, sólo dos lados de la
pirámide están completamente iluminados, mientras que los otros dos lados quedan en
sombras variantes. En el solsticio de invierno, el sol comienza a iluminar los lados
sombreados de la pirámide desde su ápice, anunciado el retorno de una luz solar más
abundante.
En ese momento, se dedicaban oraciones, rituales y eventos ceremoniales a Ra. Una de estas
oraciones se encontró en los papiros del escriba Ani: “Homenaje a ti, Ra, oh tú que estas en
la barca. ¡Tú el más elevado! ¡Tú el supremo! ¡Tú con tus rayos el más resplandeciente! ¡Tú
que has hecho que la humanidad se regocije durante millones de años por Tu voluntad!”. 1
Muy lejos, al este de Egipto, la antigua civilización china también medía el movimiento del
sol y reconocía el solsticio de invierno celebrando el avance solar que crea un cambio en el
clima terrestre y abre paso a la regeneración de la naturaleza. La astrología china tiene su
origen en el Taoísmo. Tao es la inteligencia suprema (inaccesible al entendimiento humano)
que rige el curso natural del universo, incluyendo los movimientos de las estrellas y los
planetas. El calendario chino (uno de los calendarios más antiguos todavía en uso) se rige
por la astrología y se basa por lo tanto en el ciclo lunar. Así, el Año Nuevo chino comienza en
la segunda luna llena después del solsticio de invierno (usualmente a finales de enero o
durante febrero).
A lo largo de los dos meses siguientes al solsticio de invierno, la nieve y un frío viento del
norte dominan el clima chino. Sin embargo, con el Año Nuevo Lunar y la llegada del
equinoccio vernal en marzo, la nieve comienza a fundirse en forma de agua, inundando
finalmente las tierras bajas, proporcionando alimento y crecimiento a los sagrados granos
de arroz. 2
Los Druidas
Hacia el oeste, a través del continente euroasiático, los misteriosos druidas, quienes
transmitieron su conocimiento a los celtas, consideraban el solsticio de invierno como un
día muy sagrado en el que el espíritu de la humanidad resplandecía como una radiante
flama. Como un gesto simbólico de esta irradiación exterior de buena voluntad, se
recolectaba el sagrado muérdago de las ramas de vigorosos robles y era intercambiado
entre las sectas druidas como ofrendas de paz.3 En los rituales que seguían se encendían
fuegos sagrados y los druidas invocaban las fuerzas celestiales de la luz en los elementos del
fuego, aire, tierra y agua como protección contra las fuerzas de la obscuridad.
En el Imperio Romano, el solsticio de invierno marcaba el principio de una celebración de
cinco días que culminaba en el Festival saturnal el 25 de diciembre. Esta fiesta honraba a la
deidad romana de Saturno, quien era identificado con el dios griego Cronos (Kronos): un
titán que regía la tierra en una época agrícola anterior de felicidad y virtud hasta que fue
expulsado por Zeus. Los romanos identificaban a Zeus con Júpiter, su deidad suprema.
Este mito de Júpiter venciendo a Saturno se conmemora astronómicamente en los cielos
nocturnos de diciembre cuando el planeta Saturno brilla resplandeciente en los cielos.
Dentro de los cinco días que siguen al solsticio de invierno, Júpiter alcanza a Saturno en la
trayectoria de su órbita y así se convierte en el objeto más brillante (menos que la luna) en
los cielos de las noches de invierno. En conmemoración de la victoria de Júpiter sobre
Saturno, se celebraba el festival saturnal en la antigua Roma con festines continuos y
carreras desenfrenadas y libidinosas.
Chanukah: Fiesta de las Luces
El gobierno romano dominó con éxito a la gente de todas las tierras que había conquistado,
forzando a los conquistados a someterse a su enorme voluntad y abandonar sus antiguas
creencias. Sin embargo en el Medio Oriente los hebreos se mantuvieron fieles tenazmente a
las leyes que habían sido establecidas por Moisés, quien siglos antes los había conducido
fuera de Egipto. Se aferraron a su fe, conmemorando durante la Fiesta de las Luces (hoy en
día conocida como Chanukah) la flama siempre ardiendo en el Templo de Salomón.
En el siglo X A.C., cuando los hebreos fueron reprimidos por Siria, no había aceite para las
lámparas. Cualquier aceite almacenado era usado para los fuegos vestales sagrados dentro
del Templo del Rey Salomón. El día 25 del mes hebreo de Kislev, que ocurría entre lo que
hoy son los meses de noviembre y diciembre, no se pudo encontrar más aceite para los
fuegos vestales, sin embargo, de alguna manera los fuegos continuaron ardiendo en el
templo durante ocho días, hasta que los sirios fueron expulsados por los Macabeos poco
antes del solsticio de invierno. Los hebreos eran libres una vez más, y al igual que la luz
dentro del templo que nunca se había extinguido, igualmente su fe perduraba. De esta
manera hoy en día, miles de años después, los judíos celebran alrededor del mundo,
durante la época más obscura del año, la Fiesta de las Luces o Chanukah, cerca del solsticio
de invierno.
Los Magi o sacerdotes Zoroastrianos
En todo el mundo antiguo (en las civilizaciones egipcia, babilónica, persa, griega y romana)
el tiempo y los acontecimientos se regían por las configuraciones astrológicas. Los Magi,
una clase de astrónomos sacerdotes zoroastrianos en la antigua región Meda y Persa, eran
muy reverenciados en muchas tierras civilizadas por su sabiduría y sus conocimientos
astronómicos y astrológicos.
Entre los años 11 y 3 A.C. los Magi predijeron correctamente un fenómeno celestial visto
por miles de personas alrededor del mundo en esa época. El sexto día de lo que hoy se
conoce como el mes de enero, tal como los Magi habían predicho, los brillantes planetas de
Júpiter y Venus entraron en conjunción directa, apareciendo como una sola estrella que
brilló más que cualquier otro objeto en el cielo nocturno. La luz combinada de estos
planetas brillantes pareció causar una aureola alrededor de esta estrella aparente que se
formó. Debido a su cercana proximidad a la Tierra, Venus apareció ligeramente más abajo
en su posición frente a Júpiter y esta alineación planetaria directa dio la apariencia de una
estrella con cola.4
Desde el Palacio del Rey Herodes, quien gobernaba la tierra de Judea bajo la autoridad
romana, esta configuración de planetas pareció surgir de las constelaciones al este y se
mantuvo fija en su cenit sobre un área desolada a lo largo de las rutas de las caravanas en
Egipto. Los planetas Júpiter y Venus fueron considerados aspectos muy benéficos.
Muchos de los hebreos que vivían en Judea esperaban la llegada del Mesías. ¿Pudo ser esta
luz misteriosa en los cielos invernales un augurio para los hebreos, ignorado por el
preocupado Rey Herodes?
La hermandad Esenia
A lo largo del camino de las caravanas cerca de la villa ahora llamada Belén, la Hermandad
Esenia había cavado entre los peñascos de roca diversas grutas o lugares para hospedar a
los viajeros que cruzaban el desierto. Los Esenios y los Nazarenos no eran judíos ortodoxos,
sino místicos de una hermandad cabalística, quienes practicaban una forma más esotérica y
filosóficamente avanzada de la fe hebrea.
Según el Dr. H. Spencer Lewis, los esenios eran una rama de la hermandad iluminada de la
Gran Logia Blanca que tuvo su origen en Egipto durante la época previa al reinado del
faraón Akhenatón. Fueron los escritores y quienes guardaron los que hoy conocemos como
los Rollos del Mar Muerto, encontrados en una cueva o gruta en 1946. Los Esenios, los
Nazarenos y otros místicos de la época, anticiparon el advenimiento de un gran Maestro o
Avatar quien sería la encarnación de uno de sus grandes líderes o redentores anteriores.
Y sucedió que en una gruta esenia en el solitario camino a Belén, una virgen vestal de un
templo nazareno dio a luz al niño que cambiaría el destino del mundo.
La Navidad Occidental
En gran parte del mundo occidental, se celebra el solsticio de invierno en la forma de
Navidad, en conmemoración del nacimiento de Jesús el Cristo. La mayoría de nosotros
estamos familiarizados con los aspectos religiosos de la Navidad, pero ¿cuáles son los
aspectos místicos asociados con el Maestro Jesús, con el espíritu de Cristo y con esta época
especial del año?
El Maestro Jesús pasó los primeros trece años de su vida en Egipto, en donde estudió entre
los eruditos y teólogos esenios, hasta que su familia regresó a Judea y se estableció en
Nazaret. Se dice que durante sus “años perdidos” Jesús viajó a lo largo de la antigua Ruta de
la Seda desde Judea hacia el este a la India y el Tíbet, donde estudió el budismo entre los
lamas. Por sus estudios en Egipto y por sus conocimientos de los esenios, Jesús fue muy
versado en los aspectos del alma humana y las leyes por las que el alma está regida a través
de sus encarnaciones.
A partir del ejemplo del Templo de Salomón, Jesús entendió que la luz de la personalidad
del alma nunca puede extinguirse en la obscuridad. Por sus estudios en el este supo que la
personalidad del alma es parte del bien siempre prevaleciente del universo que se
manifiesta dentro del cuerpo de cada individuo.
La antigua palabra egipcia para el espíritu que mora en el cuerpo era Karis 5, que los griegos
tradujeron como Christos, que nosotros, a su vez, tradujimos como “Cristo”. En términos
místicos, el espíritu de Cristo o Espíritu Crístico es la consciencia que todo lo abarca, la luz
que mora, a la que nosotros identificamos como el Dios de Nuestros Corazones.
El solsticio de invierno tradicionalmente marca el retorno de la luz, la llegada de Cristo, la
luz que está por llegar. Las enseñanzas místicas de Cristo nos recuerdan que todos somos
seres encarnados de luz dentro de nosotros mismos. La luz que mora y el regreso de la luz
son temas importantes en la mayoría de las celebraciones de Navidad a lo largo del mundo.
Es interesante notar que en muchas tradiciones, las luces de Navidad no son encendidas
hasta el día del solsticio de invierno (21 de diciembre), y permanecen encendidas todas las
noches hasta el 6 de enero, el día de los Reyes Magos o Magi.
La temporada de invierno es una época para regenerar el espíritu interno, la luz interna. Es
una época para descansar, estudiar y meditar, de modo que podamos preparar al ser
interno para el Año Nuevo en primavera. Al darnos cuenta de que nuestros cuerpos son
templos que alojan al brillante espíritu de la Luz, una parte de la Luz Suprema, alimentamos
nuestro espíritu en esta época con pensamientos de paz, armonía y amor.
En la medida que entendamos la verdadera simbología del solsticio de invierno más
ampliamente, los Rosacruces deberíamos ser diligentes con respecto a las lecciones
expuestas ante nosotros en nuestra amada Rosacruz, el Fuego Vestal simbólico y nuestro
Sagrado Triángulo sobre la Shekinah dentro de nuestro templo. La Rosacruz, desde luego,
representa el alma dentro de nuestro cuerpo y nuestro entonamiento con el amoroso Dios
de Nuestros Corazones.
El Fuego Vestal simbólico nos recuerda que la Luz Eterna mora dentro de nuestros templos
o cuerpos. Nuestro Sagrado Triángulo nos enseña que si permitimos que el Espíritu de la
Luz entre por completo a nuestras vidas, entonces podemos irradiar esa luz, a lo largo de la
vida, a todo el universo en amor, no sólo en la época del solsticio de invierno, sino a través
de todo el año también. Desde ese momento la paz y la buena voluntad reinarán para todos
en forma suprema.
Notas:
1 Sir E.A. Wallis Budge, El Libro Egipcio de los Muertos (The Egyptian Book of the Dead)
(New York: Dover Publications, 1967).
2 Wing Tsit Chan, Filosofía China (Chinese Philosophy) (Princeton, New Jersey: Princeton
University Press, 1963).
3 Ward Rutherford, Los Druidas (The Duids) (New York: Sterling Publishing Co., Inc.
1990).
4 John Mosely, La Estrella de Navidad (The Christmas Star) (Los Angeles Griffith Park Press,
Griffith Park Observatory, 1988).
5 Sir E.A. Wallis Budge, La Lengua Egipcia (The Egyptian Language) (London: Routledge &
Kegan Paul, Ltd., 1977).
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