Reflexiones para un diálogo entre los sistemas tradicionales de salud y la medicina occidental Germán Zuluaga R.1 La medicina occidental La medicina occidental, también llamada medicina moderna, ha establecido sus pilares fundamentales a partir del siglo XVIII, con base en los resultados del pensamiento científico occidental, para finalmente constituir un modelo biomédico ampliamente extendido en el mundo entero. El modelo biomédico imperante se caracteriza por ser organicista, curativo y especializado. Organicista, por cuanto el centro de interés gira en torno al cuerpo humano y a la representación de la enfermedad en los órganos y sistemas corporales; si bien la psiquiatría es una disciplina que abarca la dimensión mental, su praxis se hace a partir de las estructuras del sistema nervioso central. Curativo, por cuanto la intención reside en el diagnóstico de las enfermedades y siempre la búsqueda de su curación o su control; los elementos preventivos siguen siendo escasos y poco efectivos. Especializado, por cuanto la atención del enfermo se dirige a una visión estructuralista del cuerpo humano y surge un especialista para cada órgano, sistema o grupo de enfermedades. La medicina occidental posee una enorme variedad de herramientas diagnósticas y terapéuticas. Por una parte, los asombrosos descubrimientos de sustancias medicinales, obtenidas primero a partir de los recursos naturales y en especial de las plantas, luego de los derivados del petróleo y del alquitrán de hulla y más recientemente a partir de la biotecnología, con principios obtenidos de la ingeniería genética. De otro lado, los increíbles avances en la anestesia y la cirugía que permiten extraordinarias intervenciones sobre el cuerpo humano, desde la resección de órganos, pasando por las reconstrucciones, hasta llegar a los trasplantes. Finalmente, los singulares avances en las técnicas de diagnóstico a partir del análisis físico, bioquímico y funcional del cuerpo humano, además de las cada vez más sofisticadas técnicas de imágenes: rayos X, ultrasonido, tomografía axial computarizada, gamagrafía y resonancia magnética nuclear. Estos significativos avances conseguidos en los últimos 150 años dieron permiso para que los gobiernos de todos los países, reunidos en la Organización Mundial de la Salud, promovieran la instalación del modelo biomédico en todo el planeta. En efecto, ya resulta difícil encontrar un rincón en la tierra donde no se encuentre un puesto de salud, un dispensario, una botica o un hospital prestando servicios en niveles de atención primaria, secundaria o terciaria. 1 Médico Cirujano, Director del Grupo de Estudios en Sistemas Tradicionales de Salud de la Facultad de Medicina de la Universidad del Rosario, Colombia, julio de 2006. El impacto del modelo biomédico Los resultados de esta política han sido contradictorios. La expectativa de vida ha aumentado a 64 años, cinco años más del promedio hace 30 años. Las tasas de mortalidad infantil, aunque las cifras no son las esperadas, han disminuido en la mayoría de los países. Se reconocen enormes logros en el combate de ciertas enfermedades. Gracias a las vacunas por primera vez desaparece una enfermedad del planeta: la viruela. Otras han disminuido y ya casi desaparecen, tales como la poliomielitis, el tétano, la difteria, la rabia y la tos ferina. La llamada medicina de urgencia es tal vez uno de los capítulos más sobresalientes y en los que se apoya el modelo para su validación. En los últimos años la inmunología y la genética abren grandes posibilidades que darían esperanza a la solución de problemas aún no resueltos. No obstante y simultáneamente, vemos que el reto de erradicar la enfermedad del planeta sigue enfrentado a numerosos obstáculos: • • • • • Epidemias tales como Tuberculosis, Paludismo, Cólera, Dengue y otras enfermedades tropicales continúan su ascenso, a pesar de los esfuerzos preventivos y terapéuticos. De manera extraña, han surgido recientemente nuevas enfermedades infecciosas: SIDA, Paraparesia espástica tropical, Ébola, Virus de la gripa aviar, etc. Como resultado de la modernidad, las enfermedades metabólicas se han convertido en una pandemia para el hombre occidental: hipertensión arterial, dislipidemia, arterioesclerosis, diabetes y las consecuentes enfermedades cardio y cerebro vasculares. Por una múltiple combinación de factores, muchos de ellos desconocidos, las enfermedades proliferativas siguen creciendo en proyección geométrica. No sólo aumenta la incidencia de cánceres comunes, sino que aparecen con inusitada fuerza nuevas neoplasias. Por último, a partir de lo que dio en llamar la enfermedad del siglo XX, el estrés, la neurosis, la depresión y otros trastornos nerviosos se han convertido en problemas de salud pública. Estos resultados exigen seguir buscando e investigando. Sin embargo, un análisis desde otra perspectiva permite ahondar más el diagnóstico de la medicina occidental. Hay una evidente inequidad en los sistemas de prestación de servicios de salud. Es lo que el gobierno canadiense ha llamado la brecha 90/10, en la que el 90% del presupuesto en salud se invierte en los países desarrollados, mientras que el 90% de la población mundial tiene acceso inadecuado a los servicios de salud. Además, crece la preocupación por el incremento de gastos en salud, al punto que en Estados Unidos llega al 18% del Producto Interno Bruto. Apertura de propuestas Estas preocupaciones han movido a la Organización Mundial de la Salud a buscar nuevos enfoques e incluso cambios en el modelo biomédico de salud. Hasta el momento lo más importante ha sido el programa de atención primaria en salud, con énfasis en la medicina preventiva: campañas masivas de inmunización, control de crecimiento y desarrollo infantil, control prenatal obligatorio, campañas de planificación familiar, estrategias de prevención de desastres, fomento de disponibilidad de agua potable, son los ejemplos más claros. También crece la idea de que la prevención debe hacerse con cambios de hábito de vida: disminución en el consumo de sal y azúcar, aumento de alimentos de origen vegetal, campañas contra el tabaco y el licor, fomento de la actividad física, medidas para el estrés y promoción de un ambiente saludable. Además de estas propuestas, también la OMS ha invitado a todos los países a explorar las medicinas tradicionales y complementarias, considerando que ellas pueden ofrecer valiosas herramientas para la mejoría de la salud de la humanidad. En Ginebra se creó, en 1978, la Oficina de Medicina Tradicional y posteriormente, en el año 2002, emite la Estrategia Mundial de Medicina Tradicional 2002-2005. Todavía hay mucha incredulidad en cuanto a los posibles beneficios de la medicina tradicional. Por un lado hay un menosprecio científico, mientras que por el otro no hay un marco conceptual adecuado para abordarlo. Disciplinas como la etnobotánica, la antropología médica y más recientemente la etnomedicina se construyen con el propósito de aproximarse y comprender mejor la medicina tradicional. La medicina tradicional Desde que la medicina tradicional fue incorporada en los programas de la Organización Mundial de la Salud, en 1976, hay un creciente interés de los médicos modernos por conocer las prácticas tradicionales de salud; y cada vez es más grande el número de practicantes tradicionales, indígenas y sistemas alternativos que empiezan a aceptarse y reconocerse en el mundo occidental. Pero todavía no hay consenso sobre la definición y el significado de medicina tradicional, término que de manera oficial se empleó por primera vez durante la reunión de Alma Ata y que posteriormente el Programa de Medicina Tradicional instalado por la OMS en Ginebra dio una primera definición: “Se entiende por medicina tradicional la suma de todos los conocimientos teóricos y prácticos, explicables o no, utilizados para diagnóstico, prevención y supresión de trastornos físicos, mentales o sociales, basados exclusivamente en la experiencia y la observación, y transmitidos verbalmente o por escrito de una generación a otra.”2 2 Organización Mundial de la Salud, PROMOCIÓN Y DESARROLLO DE LA MEDICINA TRADICIONAL, Ginebra, 1978. Cinco años después se vio que esta definición no abarcaba en forma suficiente el universo de la medicina tradicional: “La medicina tradicional es un término ambiguo usado de manera vaga para distinguir prácticas de atención en salud antiguas y ligadas culturalmente, que existieron antes de la aplicación de la ciencia a los asuntos de salud en la medicina científica moderna oficial o alopatía. Algunos sinónimos empleados con frecuencia son: indígena, no ortodoxa, alternativa, folclórica, étnica y medicina no oficial. El término no es satisfactorio, porque implica ampliamente que hay un cuerpo de principios, conocimiento y habilidades comunes a todas las variedades de medicina tradicional y porque no distingue entre sistemas complejos y completamente abarcadores de atención en salud como el ayurveda, por un lado, y remedios caseros simples, por el otro. ”3 Desde entonces son muchas las propuestas de definición, aunque pueden variar de acuerdo con el contexto geográfico o cultural. Por ejemplo Estrella4, refiriéndose a la región amazónica, afirma que: “La medicina tradicional es un conjunto de conocimientos y prácticas, que tiene como fundamento el saber médico ancestral de la población, modificado a lo largo de los siglos por la influencia de la medicina popular europea, la religión cristiana, la tradición africana y los elementos popularizados de la medicina occidental. Es una práctica que se transmite por la tradición familiar o comunitaria, que tiene sus propios agentes de salud y sus ideas específicas sobre la enfermedad y la curación.” Las numerosas propuestas de definición de medicina tradicional apuntan a distintas direcciones y resultan poco comprehensivas: • • • 3 En un principio las definiciones buscaban establecer la frontera y la diferencia con la medicina moderna, más que intentar definirla por sus características intrínsecas. También ha querido definirse a partir del período histórico de conformación, sobre todo en relación con el surgimiento de la medicina moderna o del pensamiento científico occidental. Una acepción difícil y polémica encierra la noción discriminatoria de que la medicina tradicional tiene su origen en un pensamiento no racional o de cualquier modo distinto del pensamiento científico. Términos como empírica, experiencial, producto de ensayo-error, mágica, supersticiosa, folclórica se colocan como opuestos o contradictorios a ciencia. Algunos, World Health Organization, TRADITIONAL MEDICINE AND HEALTH CARE COVERAGE, Geneva, 1983 4 Estrella Eduardo, PLANTAS MEDICINALES AMAZÓNICAS: REALIDAD Y PERSPECTIVAS, Tratado de Cooperación Amazónica, Lima, 1995 • tratando de ser respetuosos sólo llegan al punto de oponer ciencia y tradición, para explicar la diferencia entre medicina moderna y tradicional, respectivamente. Más recientemente, dada la diversidad cultural que aún encontramos en el planeta, se ha preferido hablar de medicinas tradicionales, en plural, intentando así evitar la homogenización de conceptos y prácticas tradicionales. Como sugiere Grebe (1988)5 cualquier intento de someter a estudio los conceptos y definiciones de la medicina tradicional debe considerar como paso previo algunas proposiciones básicas que identifican los factores comunes, compartidos por todas las categorías médicas existentes, a saber: 1) la enfermedad es un universal del hombre, puesto que ocurre en cualquier tiempo, espacio, sociedad y cultura. 2) Todos los grupos humanos desarrollan métodos con el fin de enfrentar la enfermedad. 3) Todos los grupos humanos poseen creencias, cogniciones y percepciones culturales específicas para definir o reconocer la enfermedad. Estos elementos caben igual para la medicina moderna como para cualquiera de las medicinas tradicionales existentes. A partir de estas nociones, la evolución del concepto ha permitido, en años recientes, llegar a un consenso más claro de lo que es medicina tradicional, e incluso se propone ahora un término más amplio: sistemas tradicionales de salud.6 "Cada cultura, dentro de su proceso de desarrollo histórico, ha identificado formas de responder a los problemas fundamentales… En cuanto al problema específico de la enfermedad podemos decir que se han creado categorías, modelos, ideas, prácticas, etc. muy propios, que dependen de la cosmovisión, la historia social -y económica- y el ámbito geográfico naturaleza- en el que se asienta cada cultura. Por ello, éstas respuestas no necesariamente son idénticas ni válidas para todas las culturas”. Quisiera tomar como punto de partida esta última definición y pretender así aportar nuevos elementos de reflexión para construir una definición más exacta y permitir así una mejor comprensión, estudio y aplicación de la medicina tradicional o sistemas tradicionales de salud. Solamente podremos comprenderla a partir de las relaciones intrínsecas que tiene la salud con la naturaleza y la cultura7. Conocimiento tradicional 5 Grebe Ester, La medicina tradicional: Una perspectiva antropológica, en: ENFOQUES EN ATENCIÓN PRIMARIA, Volumen 3, # 3, Santiago de Chile, 1988 6 Organización Panamericana de la Salud, Desarrollo y Fortalecimiento de los Sistemas de Salud Tradicionales, División de Desarrollos de Sistemas y Servicios de Salud de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Plan de Acción 1995-1998, Washington, 1995. 7 Zuluaga Germán, CULTURA, NATURALEZA Y CULTURA: Hacia una reflexión interdisciplinaria en la Universidad, Informe de Avance, Observatorio de la Vida, Universidad El Bosque, Bogotá, 2001. La difícil decisión de reconocer el saber tradicional, bien como medicinas, bien como sistemas médicos o bien como ciencias, ha sido mediada en los últimos años por un término más amplio y en principio menos comprometedor: conocimientos tradicionales. Supone que las sociedades tradicionales han adquirido conocimientos y que forman parte del acervo cultural de cada pueblo. Son conocimientos relacionados con la supervivencia, los modos de producción, las expresiones artísticas y religiosas, los modelos de salud y cualquier creencia, concepto, valor o técnica que se utilice en la vida cotidiana; Sánchez y cols. (2001)8 sugieren una primera aproximación: “Una aproximación conceptual al conocimiento tradicional constituye un reto difícil, abarca un extenso campo, a veces ambiguo... En la literatura antropológica como conocimiento tradicional se ha asignado secularmente el correspondiente a las sociedades ágrafas, en las que los conocimientos se transmiten de manera oral, en oposición a las sociedades que poseen la escritura”. El término, no obstante, tampoco ha sido aceptado en forma unánime. Algunos autores prefieren hablar de sabiduría popular, otros de saberes tradicionales, en una espiral de discusiones semánticas que aún hoy no termina. Tal vez lo que se ha generalizado y aceptado, sin mucha discusión, es la dicotomía Ciencia – Conocimientos Tradicionales: “Designan – como hechos sociales – grandes sistemas de conocimiento, de un lado, el de la sociedad moderna y de otro, el de las sociedades tradicionales” (Sánchez y cols, 2001). Fue en el marco de la discusión internacional sobre los derechos de propiedad intelectual, cuando surgió la preocupación por los conocimientos tradicionales de las comunidades. La Convención de Biodiversidad de Río de Janeiro buscó reglamentar las condiciones para el acceso a los recursos genéticos y muy pronto se consideró que dicho acceso también debería contemplar el acceso al conocimiento tradicional asociado a los recursos. Los países de la Comunidad Andina de Naciones, al ratificar el Convenio sobre Diversidad Biológica, establecieron la Decisión # 391 de 1996 sobre un Régimen Común sobre Acceso a los Recursos Genéticos y hacen referencia explícita a los conocimientos tradicionales, al considerar que los recursos genéticos tienen un componente intangible, el cual es definido como “todo conocimiento, innovación o práctica individual o colectiva, con valor real o potencial asociado al recurso genético o sus productos derivados o al recurso biológico que los contiene, protegido o no por regímenes de propiedad intelectual” (Comisión del Acuerdo de Cartagena, 1996)9. En efecto, en el Artículo II se reconocen y valoran los derechos 8 Sánchez Enrique, Pardo María, Flores Margarita y Ferreira Paola, PROTECCIÓN DEL CONOCIMIENTO TRADICIONAL: ELEMENTOS CONCEPTUALES PARA UNA PROPUESTA DE REGLAMENTACIÓN, Instituto de Investigaciones Biológicas Alexander Von Humboldt, Bogotá, 2001 9 Comisión del Acuerdo de Cartagena, DECISIÓN # 396: RÉGIMEN COMÚN SOBRE ACCESO A LOS RECURSOS GENÉTICOS, Caracas, Julio 2 de 1996. y la facultad para decidir de las comunidades indígenas, afroamericanas y locales, sobre sus conocimientos, innovaciones y prácticas tradicionales asociados a los recursos genéticos y sus productos derivados. No obstante, si los conocimientos tradicionales tienen ya un reconocimiento jurídico internacional, aún está lejos su reconocimiento en el ámbito de la ciencia occidental y de la academia. Se trata de aceptar o rechazar el origen del conocimiento, el método o los resultados. En el caso específico de la discusión de propiedad intelectual, corresponde a las medicinas tradicionales un capítulo importante, ya que son ellas las que han generado la mayor cantidad de conocimiento en torno a las propiedades medicinales de los recursos naturales, con especial énfasis en las plantas medicinales. Características de las medicinas tradicionales Los esfuerzos por definir la medicina tradicional suponen sobre todo un ejercicio por entender sus características y sus fronteras. Al reconocer que son muchas los sistemas médicos tradicionales que hay en el planeta, resulta difícil obtener denominadores comunes a todas ellas y a lo largo de los años, numerosas propuestas se han presentado. Grebe (1988) nos ofrece una da las más amplias, en las que se recoge gran parte de la información obtenida hasta entonces por la antropología médica: 1. La medicina tradicional es patrimonio anónimo y colectivo de un pueblo. 2. Se transmite de generación a generación, por transmisión oral. 3. Sus creencias y prácticas son perdurables, dando curso a largos ciclos de transmisión. 4. Se fundamenta en conocimientos empíricos acerca del medio ambiente, basados en la observación, el ensayo y error, como también en la tradición; éstos permiten al hombre intentar el control de su medio ambiente. 5. Abarca un número relativamente pequeño de recursos y componentes, que son muy similares en todas las culturas tradicionales. Estos varían en sus combinaciones de tecnología, utensilios, conocimientos y creencias, prácticas rituales, etnociencia y simbología. 6. Medicina, magia y religión se integran en un conjunto de creencias y prácticas rituales que “protegen” al hombre contra “las fuerzas del mal”. 7. El concepto de enfermedad se basa en diversos supuestos, tales como la intrusión de cuerpos extraños o espíritus, la acción de espíritus maléficos, la pérdida o carencia de un componente esencial para la vida, las prácticas de brujería o hechicería, el castigo divino por haber desobedecido normas o tabúes, los contrastes entre frío y calor (patología humoral) y causas empíricas diversas. 8. Los recursos terapéuticos son variados y heterogéneos e incluyen sahumerios, fumigación, aspersiones, masajes, cataplasmas, ventosas, infusiones de hierbas medicinales, sangrías, enemas, laxantes, baños, dietas, etc. Combinando o seleccionando recursos empíricos y mágico –religiosos, se intenta mejorar síntomas tanto físicos como psíquicos. 9. La profilaxis utiliza principalmente recursos mágico – religiosos para evitar enfermedad, tales como la propiciación de los espíritus antepasados, ofrendas, ejecución de ritos, contramagia, uso de amuletos, talismanes, tatuajes, escarificaciones, pintura corporal, perforación en narices, orejas o labios, etc. 10. Tendencia consistente en “tratar al hombre completo”, como una unidad integral en la cual coexisten componentes biológicos y psicológicos. 11. Una definición diferente de los roles del terapeuta y del paciente, donde se enfatiza la calidad emotiva de la relación humana y una interacción flexible canalizada por los valores culturales compartidos. 12. El terapeuta tradicional actúa sin la presión del tiempo limitado y prescrito, operando simultáneamente en los niveles psicofísicos y socioculturales. 13. Generalmente, el terapeuta tradicional desarrolla sus funciones en medio ambientes conocidos y contextos familiares que favorecen una atmósfera humana, cálida y relajada. Por supuesto, estas características comunes son al mismo tiempo muy amplias y generalizadoras. Pero todavía adolece de invocar nociones poco precisas y ambiguas. Por ejemplo, la autora aún mantiene la categoría de natural vs. mágico religioso, algo que estudios más recientes prefieren evitar; de igual modo, la noción del aprendizaje por ensayo y error está en cuestionamiento actual; además, si bien las características anotadas amplían el rango de acción a niveles ambientales y psicológicos, persiste una visión personalística del acto médico tradicional y deja por fuera las connotaciones sociales y comunitarias. Para que una medicina pueda ser considerada como tradicional, además de sus elementos teórico-prácticos, debe cumplir con el requisito de tener un arraigo histórico, un arraigo cultural y un arraigo social, en el entramado de la tradición de un pueblo. La medicina tradicional se define en concordancia con la tradición del pueblo que la utilice. Por lo tanto, puede hablarse de diferentes medicinas tradicionales, según hagamos referencia a los indígenas de la Amazonía, a las poblaciones aborígenes del Centro de África o a los pueblos del extremo oriente, por ejemplo. Desde 1977, la Organización Mundial de la Salud promueve una prudente investigación de las medicinas tradicionales, con miras a la articulación de elementos positivos con los sistemas formales de salud. Es así como, al reconocer las ventajas intrínsecas del reconocimiento de la medicina tradicional para la cobertura y la eficacia de la promoción de salud, la OMS ha planteado una serie de pautas de integración que han sido seguidas en varios países del mundo10. En efecto, además de los claros planteamientos de la OMS, corroborados en la Asamblea Mundial de 1991, al reconocer la contribución de la medicina tradicional en el cuidado de la salud, encontramos que los Ministros de los países centroamericanos y del Caribe, al considerar que la OMS exhorta a los países 10 World Health Organization, TRADITIONAL MEDICINE AND HEALTH CARE COVERAGE, Geneva, 1983. miembros a intensificar actividades que estimulen la interrelación entre la medicina tradicional y la moderna, firman la Declaración de Panamá: Medicina Tradicional y Plantas Medicinales (1999). Por su parte, la División de Desarrollos de Sistemas y Servicios de Salud de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en el marco del Plan de Acción 1995-1998 para el impulso de la Iniciativa en la Región de las Américas, ha propuesto estrategias para el Tercer Componente del Plan: Desarrollo y Fortalecimiento de los Sistemas de Salud Tradicionales: … Lo que equivaldría a bienestar (según la definición de la OMS), para los pueblos indígenas sería la armonía de todos los elementos que hacen la salud… De esta manera los sistemas de salud tradicionales son un tipo de sistemas de salud locales donde la integralidad y lo holístico son conceptos que han estado siempre presentes en el pueblo indígena. … En los sistemas de salud tradicionales, la enfermedad es definida en un sentido social, como la interferencia con el comportamiento social normal y la habilidad del individuo para trabajar… … La investigación sobre la eficacia de las prácticas y códigos de ética, tanto en los sistemas médicos tradicionales, como en el sistema médico occidental, beneficiará a los usuarios de los diferentes sistemas de salud"11. Por otra parte, diversos Ministerios de Salud del mundo han asumido el reto de la investigación en medicina tradicional. Hay un particular énfasis en países como China, India, Nigeria, Egipto y Sudáfrica, mientras que en América la iniciativa de la OPS se empieza a desarrollar en países como Guatemala, Honduras, Bolivia y Brasil. Aproximación a los sistemas médicos tradicionales12 Todavía está en construcción el proceso de aproximación a los sistemas médicos tradicionales. En primer lugar la investigación propiamente dicha refleja niveles de complejidad creciente. Los sistemas médicos tradicionales difieren mucho unos de otros, dependiendo del pueblo en que operan, los factores culturales que los rodean, el grado de pureza o aculturación que se ha sufrido, la distancia con el llamado mundo occidental y el ecosistema de donde se obtiene una relación entre naturaleza y salud. Además los sistemas médicos tradicionales no son estáticos. Se encuentran en permanente transformación, de acuerdo con los cambios históricos de cada 11 Organización Panamericana de la Salud (OPS), Fortalecimiento y desarrollo de los sistemas de salud tradicionales: organización y provisión de servicios de salud en poblaciones multiculturales, Washington, 1997. 12 Zuluaga G. Presente y Futuro de la Etnomedicina, en: SEMINARIO DE ETNOMEDICINA: APROXIMACIÓN A LOS SISTEMAS MÉDICOS TRADICIONALES, Universidad El Bosque, Instituto de Etnobiología y Amazon Conservation Team, Bogotá, 2002. pueblo y cultura y para el siglo XXI en proceso de adaptación al fenómeno de la globalización y de la imposición de modelos culturales y de desarrollo homogenizantes, fenómeno que también afecta y obliga a cambios en los propios modelos de prestación de la medicina moderna. Resulta pues difícil presentar un panorama uniforme sobre el tema. En Brasil, Guyana o Surinam estamos hablando de comunidades indígenas de llanura amazónica, con parcial aislamiento geográfico y de comunicaciones con el mundo no indígena, con un contacto colonizador apenas reciente, en donde la cultura y las tradiciones están conservadas y el chamanismo opera en un nivel más amplio que la medicina tradicional. Encontramos de otro lado a curanderos tradicionales altoandinos del Ecuador, cuyas culturas ya forman parte integral de la sociedad nacional, están inmersos en la economía de mercado y sus prácticas se ofrecen en un contexto urbano. También empezamos a establecer contactos con chamanes y curanderos del piedemonte amazónico que podríamos considerarlos en un nivel intermedio, con estrategias que combinan la integración a la sociedad nacional con la preservación casi secreta de sus ceremonias terapéuticas y chamánicas. De igual manera, el nivel de aproximación desde la orilla occidental tampoco es uniforme. Mientras los antropólogos y los etnobotánicos siguen liderando el contacto y la investigación, surge la presencia de psicólogos, farmacólogos, lingüistas y abogados que aportan nuevos elementos de aproximación, mientras que al parecer hay una primera generación de médicos y profesionales de la salud que intentan el abordaje, no solo desde una perspectiva de evaluación clínica, sino también ofreciendo la construcción de nuevas herramientas tales como la Etnofarmacología, la Hermenéutica Médica, la Etnoepidemiología o la Semiología Cultural. El enriquecimiento de la investigación nos permite afirmar que la Etnomedicina cuenta con un gran bagaje de información. La pregunta fundamental es: ¿Hacia dónde se conduce esa investigación etnomédica? ¿Cuál es el propósito fundamental? Aquí surgen varias posibilidades que quisiera enumerar rápidamente, ya que son tendencias que se han propuesto por distintas personas e instituciones: 1. Contribuir a la preservación y recuperación de los sistemas médicos tradicionales, en su propio contexto cultural y geográfico, sin promover articulaciones; significa también un aporte a la protección de los conocimientos tradicionales, el patrimonio cultural y los derechos de propiedad intelectual. Creo que este es un propósito que deberíamos considerar obligatorio para la Etnomedicina. 2. En un segundo nivel, el propósito se dirige a permitir la coexistencia pacífica y respetuosa de dos modelos de salud: la medicina moderna y la medicina tradicional, sin que se interfieran entre sí. De hecho es algo que ha ocurrido durante los últimos dos siglos, aunque la reciente tendencia de globalización parece suspender dicha coexistencia. Para la Etnomedicina significaría ofrecer aportes para que la medicina y la ciencia moderna se limitara al respeto por dicha coexistencia. Sin duda es un escenario utópico y tarde o temprano estaríamos en necesidad de resolver los conflictos que se suscitan en el encuentro de ambas medicinas. 3. En un tercer nivel, el propósito se dirigiría a incorporar elementos positivos de los sistemas médicos tradicionales, tales como las plantas medicinales o conceptos y prácticas culturales de orden preventivo, pero sin interferir en el funcionamiento intrínseco de la medicina tradicional. Podría considerarse como un propósito extractivo y si queremos ser consecuentes con una ética de diálogo y compromiso, no parece justo que estemos extrayendo riquezas y valores terapéuticos tradicionales sin al mismo tiempo contribuir a su defensa, fortalecimiento y recuperación. 4. Finalmente, la tendencia más generalizada se inclina por intentar una “articulación” entre la medicina moderna y los sistemas médicos tradicionales. Así lo ha solicitado la OMS y la mayoría de las organizaciones internacionales. Sin embargo el camino parece difícil y puede proponer distintos escenarios. Sabemos, por ejemplo, que en Nigeria se intentó una carnetización de los curanderos, pero su quehacer se restringía al de promotores rurales de salud, con lo cual en cierto modo se descalificó la posibilidad de que fuesen considerados como auténticos doctores. En otros casos el esfuerzo de articulación se ha hecho sólo con parteras o comadronas, especialistas tradicionales en la atención obstétrica a las comunidades, a quienes se les brinda una capacitación básica de higiene y salud, con el fin de que estén en capacidad de remitir a sus pacientes en caso de complicación. Aunque todavía son escasos, también conocemos experiencias en los que en una misma clínica atienden médicos modernos y médicos tradicionales, pero su quehacer profesional es individualizado, de manera que hay claras fronteras entre unos y otros. Es claro que, por ahora, no sabemos de ninguna experiencia en la que la articulación sea completa, de manera que los dos sistemas médicos, el moderno y el tradicional, se hayan entrecruzado. Articulación o Encuentro ¿Es posible hablar de una articulación completa? Creo que es una respuesta que tardará todavía muchos años en darse. Algunos sugieren desde ya que esto no es posible, mientras otros mantienen el optimismo, aunque no precisan cuál sería la manera correcta. Sin pretender dar una respuesta, quisiera para terminar, presentar algunos elementos conceptuales, desde la Etnomedicina, sobre los pasos paulatinos que deberíamos seguir, para no perdernos en inconsistencias científicas o en romanticismos inadecuados. En principio, debemos tener en cuenta que la medicina moderna está estructurada en niveles de atención primaria, secundaria y terciaria, debidamente definidos. Quizás deberíamos entonces intentar esbozar en los sistemas médicos tradicionales niveles de atención del mismo orden, los cuales sin duda están presentes aunque no de manera oficial e institucionalizada. Como lo muestra la gráfica siguiente, un intento de articulación debería comenzar por establecer contacto en los niveles primarios, sin la certeza de que más adelante podamos alcanzar los secundarios y más aún el terciario. Tal vez el chamán tenga una especialidad, en el orden social, ambiental o espiritual, que jamás puede compararse con la especialidad de un cirujano cardiovascular, por ejemplo. VIDA - Chamanes - Curanderos C III - Líderes de salud - Parteras - Sobanderos - Yerbateros - Popular - Casera - Comunitaria S. Tradicional E II I Articulación N S. Moderna NIVELES DE ATENCIÓN Y ENCUENTRO De todos modos, esta precaución no puede dejar de lado que la salud, vista de manera integral, sea cual sea el modelo, incluye elementos culturales (C), elementos naturales (N), elementos espirituales (E) y en última instancia la salud es entendida como la vida. Teniendo en cuenta lo anterior, debemos reconocer que los posibles niveles de articulación tienen como punto de partida un total desencuentro entre los dos sistemas médicos. El primer paso, en cualquier experiencia, deberá ser el de la aproximación mutua y respetuosa, que supone una aceptación explícita de ambas partes por intentarla. Si se llega a conseguir, lo cual puede tardar meses, años o incluso generaciones, el paso siguiente, y en mi opinión el único posible, es el diálogo. Un auténtico diálogo intercultural en el que ambas partes se respetan y se reconocen, sin prejuicios, ni sojuzgamiento. Sólo el tiempo dirá si este diálogo tendrá como fruto el encuentro, palabra que considero mucho más prudente y adecuada, en vez del difícil y quizás imposible concepto de articulación. Encuentro Diálogo Aproximación Estado actual NIVELES DE ENCUENTRO No obstante, el camino de aproximación, diálogo y posible encuentro, está condicionado por realidades disímiles, según el sistema médico tradicional que estemos abordando. El supuesto de un diálogo implica que los dos sistemas dialogantes estén en igualdad de condiciones, de modo que no se corra el riesgo de que termine resultando una imposición del uno sobre el otro. Es lo que ha ocurrido en la mayoría de los casos conocidos, en los que la medicina moderna, más sólida en su carácter hegemónico e institucional, termina por deformar e incluso contribuye a la extinción de la medicina tradicional. Debilitada Conservada Predominante PRESENCIA DE LA MEDICINA TRADICIONAL EN LA CULTURA Son escasos los pueblos en donde todavía la medicina tradicional es más fuerte que la presencia de la medicina moderna. Los encontramos sobre todo en las selvas tropicales, como el caso de los pueblos de la amazonía brasileña, Surinam o el Vaupés en Colombia. La Etnomedicina debería concentrar sus esfuerzos en una preservación cultural y sólo ofrecer elementos de la medicina moderna que puedan dar respuestas a problemas específicos de salud. Todavía podemos encontrar comunidades en los que hay un cierto equilibrio en la presencia de las dos modalidades médicas. Podemos apreciarlo en los pueblos altoandinos de Bolivia, Perú, Ecuador y el sur de Colombia, o en los pueblos maya de Guatemala y el sur de México, y quizás en el piedemonte amazónico sudamericano. Aunque el diálogo parece ser posible, el carácter institucional de la medicina moderna sigue predominando frente al carácter casi clandestino de la medicina tradicional. Lamentablemente, la mayoría de los casos conocidos presenta un sistema médico tradicional disminuido, limitado, restringido y muchas veces en vía de extinción. El diálogo en estas situaciones deberá suponer primero un intento de recuperación y fortalecimiento tradicional, a lo que la Etnomedicina puede contribuir, a la par que intentar acoger aquellos recursos y prácticas que aun sobreviven. Durante veinte años es lo que hemos intentado con la ya eximia medicina tradicional del altiplano cundiboyacense, en donde desaparecieron los auténticos chamanes muiscas, quedan apenas unos pocos curanderos mestizos, pero se mantiene viva la memoria popular sobre conceptos y uso de plantas medicinales de los ancestros. Una enorme variopinta de circunstancias y posibilidades obliga entonces a que la Etnomedicina tenga en consideración las diferentes posibilidades y comprenda que su intervención varía de una a otra. No busco establecer una regla universal para dicho abordaje paulatino y relativo, pero sí ofrecer una primera secuencia de lo que podrían distintas estrategias de articulación. O para ser más coherentes, estrategias de encuentro. ESTRATEGIAS DE ARTICULACIÓN Medicina Tradicional y Medicina Moderna Estado cultural MT MM Poblaciones indígenas prístinas +++++ - Poblaciones indígenas con escaso a leve contacto ++++ ++ -Fortalecer la medicina tradicional. - Ofrecer MM según requerimiento Poblaciones indígenas con moderado contacto +++ +++ -Fortalecer y recuperar la medicina tradicional. - Aproximación entre MT y MM Poblaciones indígenas con estrecho contacto ++ +++ -Fortalecer y recuperar la medicina tradicional. - Primer nivel de articulación. +/++ ++++ -Recuperar la medicina tradicional. - Niveles de articulación Poblaciones urbanas en suburbios con estabilidad cultural + ++++ -Recuperar elementos de la medicina tradicional. - Niveles de articulación Poblaciones urbanas inmersas en la cultura moderna - +++++ - Incorporar elementos de la medicina tradicional en la cultura moderna. Poblaciones mestizas y rurales Estrategias de articulación - Preservar la cultura y la MT Hacia una ética de investigación Quisiera, para terminar, recordar una reflexión que presenté en 200313. Es preciso admitir que hay una gran resistencia científica a siquiera contemplar este nuevo abordaje, renuencia que reside sobre todo en el desconocimiento de definiciones básicas sobre conceptos tales como salud, medicina tradicional y etnomedicina, pero también en el temor de darle un estatus académico a la reflexión sobre las plantas medicinales, las prácticas populares de salud o el conocimiento tradicional en las selvas tropicales. Quiero preguntar ¿de dónde surgen estos temores? Y muchas respuestas son posibles. Yo mismo, cuando hace 20 años ingresé al extraño mundo de los indígenas en el piedemonte amazónico, me sentí amenazado. Amenazas contra mis certezas científicas, amenazas contra el pensamiento semiológico que aprendí en la facultad de medicina, amenazas profundas al sentido epistemológico de la vida misma. Debo confesar que también representaba el temor de arriesgar el prestigio que concede el título de médico cirujano. Es en últimas el temor que suscita enfrentarnos a un universo de conocimiento distinto y extraño al nuestro: 13 Zuluaga Germán, LA BOTELLA CURADA: Aproximación a los sistemas tradicionales de salud de las comunidades negras del Chocó Biogeográfico. Bogotá: Universidad El Bosque, Amazon Conservation Team, Instituto de Etnobiología, 2003 “La antropología nos ha enseñado que el mundo recibe definiciones diferentes en sitios diferentes. No es sólo que la gente tenga costumbres distintas: no es sólo que la gente crea en dioses distintos y espere distintos destinos después de la muerte. Más bien, es que los mundos de pueblos diferentes tienen formas diferentes… La importancia central de entrar en mundos ajenos al nuestro yace en el hecho de que la experiencia nos lleva a comprender que también nuestro propio mundo es una elaboración cultural" (Goldschmidt, 1974). En los primeros años de esa aproximación personal al mundo indígena me vi obligado a resolver cuestiones de fondo. En algunos casos era testigo y en otros incluso podía experimentar los efectos reales que producía un sistema cognoscitivo distinto al mío, el chamanismo amazónico, a pesar de no tener elementos científicos para explicarlo. El dilema era: o lo que estoy viendo y experimentando es falso o el pensamiento científico que no puede explicarlo es falso. Finalmente asumí un compromiso académico personal: contribuir con la búsqueda de nuevas herramientas científicas que permitan la comprensión y evaluación de esas formas distintas de pensamiento y acción. No obstante, la dificultad de esta construcción científica trae consigo también problemas de orden ético. Significa la responsabilidad académica de validar o invalidar cuerpos de cultura y conocimiento ajenos, muchos de ellos ancestrales o populares. Significa también la obligación de establecer los límites entre lo que concierne al pensamiento científico y lo que es propio de costumbres, creencias, cosmovisiones, en el marco de la libertad cultural y religiosa. En este sentido, también he asumido un compromiso ético personal; considero que la bioética enfrenta tres niveles distintos y complementarios: a) la ética de lo científico, que define lo verdadero frente a lo falso; b) la ética de lo moral, que define lo bueno frente a lo malo; y c) la ética de lo estético, que define lo bello frente a lo repulsivo. En la primera debe regir el rigor del pensamiento científico; en la segunda, como decisión personal, rige para mí el pensamiento cristiano; y en la tercera, la más subjetiva de todas, rige la noción de armonía y equilibrio en una perspectiva ecológica. Una vez más, no es mi propósito profundizar por ahora en estos criterios éticos, pero quisiera renovar mi compromiso por una ética de la verdad, la bondad y la belleza. Hacia la diversidad epistemológica Finalmente, quisiera señalar un enorme reto que se insinúa en la reflexión. Aceptar que existen sistemas de conocimiento distintos al de la ciencia occidental, implica reconocer diferentes aspectos del conocimiento: a) Ontológicos: ¿De dónde proviene el conocimiento? Para Occidente el conocimiento es única y exclusivamente producto de la razón humana. Tiene su fuente y su origen en el ser humano. Mientras que para muchos otros pueblos el conocimiento proviene de un mundo trascendente y en cierto modo lo que el hombre de conocimiento tradicional es disponerse a escuchar y aprender. Es pues un conocimiento revelado. b) Epistemológicos: ¿Cuál es el método del conocimiento? Ya está suficientemente ilustrado el método científico occidental. De la observación y la hipótesis para llegar a la comprobación, a partir de elementos que se consideran objetivos. El conocimiento tradicional opera con otras reglas de juego. Para estar dispuesto a conocer la revelación, el discípulo (el científico tradicional, podríamos decir) debe cumplir una rigurosa disciplina personal y sobre todo alcanzar la aptitud de vivir otros niveles de conciencia, de manera que pueda conocer la realidad integral, no sólo la visible, sino también la invisible. c) Hermenéuticos: ¿Cuál es el lenguaje del conocimiento? Occidente ha adoptado un lenguaje científico preciso. Pero termina confundiendo el lenguaje con que describe la realidad con la realidad misma. En el conocimiento tradicional se acepta que el lenguaje tiene un límite, a partir del cual se es difícil expresar lo inexpresable. Surge el símbolo, definido como el lenguaje de la revelación, el cual tiene la función de mediación; permite el paso de lo invisible a lo visible. Aparecen los contenidos míticos en un marco ritual. Por eso se afirma que el símbolo es un signo que remite a un significado inefable y por eso debe encarnar concretamente esa adecuación que se le evade, y hacerlo mediante el juego de las redundancias míticas, rituales, iconográficas que corrigen y completan la inadecuación. Estas consideraciones preliminares obligan a considerar que, una vez establecido el propósito de conservar una diversidad biológica y de proteger una diversidad cultural, estamos ad portas de admitir y ratificar el propósito de defender una diversidad epistemológica. 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Sánchez Enrique, Pardo María, Flores Margarita y Ferreira Paola, PROTECCIÓN DEL CONOCIMIENTO TRADICIONAL: ELEMENTOS CONCEPTUALES PARA UNA PROPUESTA DE REGLAMENTACIÓN, Instituto de Investigaciones Biológicas Alexander Von Humboldt, Bogotá, 2001 World Health Organization, TRADITIONAL MEDICINE AND HEALTH CARE COVERAGE, Geneva, 1983. Zuluaga Germán, EN LA SENDA DE UN CONOCIMIENTO OLVIDADO: ETNOBOTANICA MEDICINAL, Editorial OP, Santafé de Bogotá, 1994 Zuluaga Germán, CULTURA, NATURALEZA Y CULTURA: Hacia una reflexión interdisciplinaria en la Universidad, Informe de Avance, Observatorio de la Vida, Universidad El Bosque, Bogotá, 2001. Zuluaga Germán, Presente y Futuro de la Etnomedicina, en: SEMINARIO DE ETNOMEDICINA: APROXIMACIÓN A LOS SISTEMAS MÉDICOS TRADICIONALES, Universidad El Bosque, Instituto de Etnobiología y Amazon Conservation Team, Bogotá, 2002. Zuluaga Germán, LA BOTELLA CURADA: Aproximación a los sistemas tradicionales de salud de las comunidades negras del Chocó Biogeográfico. Bogotá: Universidad El Bosque, Amazon Conservation Team, Instituto de Etnobiología, 2003