Viajando a Cartagena de Indias Reconstrucción del viaje trasatlántico realizado por la señorita Juana Suazo en 1561 Después de tres años de no saber de la suerte de su padre, Manuel Suazo, quien viajo a Indias en mayo de 1558, Juanita Suazo y su madre Isabela Mallorca recibieron en enero de 1561 una carta de Manuel, informándoles donde se encontraba, que había pasado con su vida y lo mucho que las necesitaba y extrañaba: Manuel Suazo a su esposa Isabel Mallorca, en Córdoba, Andalucía Cartagena, 5. X. 1560 Esposa mía: Espero afanosamente que esta carta que os he escrito llegue a vuestras manos, ya que habiendo dispuesto de un gran amigo, Pedro Morantes, quien viaja a España en los próximos días de octubre, quiero haceros saber de mi buen estado de salud y la suerte económica que me ha acompañado aquí en Cartagena, en el Nuevo Reino de Nueva Granada. Os ruego que os vengáis en los próximos meses, siendo que extraño vuestra compañía y la de nuestros hijos. También hay mucha necesidad de que te vengáis con diligencia, puesto que no deseo que me metan preso por tu ausencia hermana mía. A nuestra hija Juana Suazo le decid que se encamine en el viaje con vos, y la traigáis acá, porque acá la casaré muy bien. Y a nuestro hijo Gonzalo Suazo, que habiendo terminado sus estudios de abogacía, venga a prestar sus servicios acá, siendo que hay muy buena paga por los letrados. No digo más, sino que a mi esposa beso las manos, y asimismo anunciaros que os vengáis con comida suficiente y mucha bebida, y muy bien acompañada de nuestros hijos. Manuel Suazo (A mi querida esposa Isabel Mallorca, en el municipio de Córdoba) Tras leer esta carta, y enterarse de que su padre estaba bien y las necesitaba y extrañaba, Juana Suazo e Isabela Mallorca, junto con su otro hijo mayor, Gonzalo Suazo, deciden embarcarse en la travesía de cruzar el atlántico para rencontrarse con Manuel Suazo, su esposo y padre. Antes de embarcarnos en la reconstrucción de lo que fue su aventura, ¿quién era Juana y su familia, y que era de su vida en España? Juana Suazo y su familia Nació en 1536, en el seno de una familia adinerada de la provincia de Córdoba, Andalucía. Su padre Manuel Suazo junto a Francisco Suazo, su hermano, eran terratenientes en Andalucía, y poseían grandes señoríos y tenían en su dominio una gran cantidad de campesinos y labradores. Por lo anterior, su reputación y diferenciación social era importante en Andalucía. Pasados los años, y habiendo conocido el auge de la conquista española en el nuevo mundo, Manuel Suazo, un hombre ambicioso, deja a cargo de sus tierras a su hermano y decide en 1558, en plena depresión económica española, embarcarse en el viaje a Indias. Juana Suazo, creció entonces en una clase social acomodada y prestigiosa, aunque no pertenecían a la nobleza española. Ella, junto a su madre, siempre ayudaron en llevar en orden y colaborar a su padre en los negocios de las tierras y en la casa. Mientras que su hermano Gonzalo, estudio leyes en el ColegioUniversidad de Santa María de Jesús, en Sevilla, fundado en 1506. Juana tenía una habilidad para la pintura, pero trataba de disimular sus virtudes por temor a cómo la vieran o juzgarlan. Puerta del Colegio-Universidad de Santa María de Jesús, en 1920. Con la ida de su padre en 1558, su madre, muy enamorada de él, cae en una depresión profunda al estar lejos de él y no tener ninguna noticia de su suerte. Tres años después, al tener esta carta a su merced, doña Isabela Mallorca está decidida a dejar su vida en España para ir al encuentro con su amado, junto con sus hijos, a petición de éste. Claramente, los incentivos que se manifiestan en la carta, son una necesidad de seguir su vida familiar en otras tierras en donde su padre ha tenido gran suerte económica, así como evitar que lo metan preso al haber cumplido tres años de estar lejos de su esposa. Juana Suazo decide acompañar a su madre, como lo pide su padre, y ante la necesidad de la compañía de un hombre, su hermano Gonzalo, no muy feliz de embarcarse en un viaje marítimo, se sumara a las dos mujeres de la familia para reunirse con su padre y seguir su vida en tierras desconocidas para ellos. ¿Cuál era el siguiente paso a seguir? ¿Qué información tenían del viaje? Sabían por la experiencia del viaje de su padre, que debían recorrer los 160 km hasta el puerto de Sevilla, con la ayuda de cabalgadura y animales de carga para llevar sus baúles y barriles. Este viaje, realizado ya por Gonzalo Suazo, quien estudió en Sevilla, duraba alrededor de cinco días, recorriendo un promedio de 32 km por día. (Córdoba – Sevilla) Con respecto al recorrido del viaje en la nao, hicieron algunas consultas al amigo de su padre Pedro Morantes, conociendo que debían llevar buenas raciones de alimentos para un viaje promediado en dos meses y medio. Llegaba la hora de empacar sus cosas, llamar algunos criados y cabalgaduras para encargarse de su viaje terrestre a Sevilla. El inicio del viaje: expectativa y temores “El temor se ha apoderado de mi mente y de mi ser, se que quiero ver a mi padre y las cosas buenas que su nueva vida tiene para nosotros, también se que quiero la felicidad de mi madre, pero temo al mar, no quiero morir sin ser recordada, ni pasar incomodidades y suciedades como dicen en las calles lo que la gente vive en estos viajes largos, pero espero hacer lo correcto por nuestra felicidad y el futuro amor que hay en estas nuevas tierras” Juana Suazo Juana temía de su suerte, una muchacha conocida por el status de su familia no podía mezclarse en la vida extraña de un barco maldito. Pero la decisión ya estaba tomada. Los primeros días de marzo de 1561 terminaron de sacar los permisos que se les pedirían en la Casa de Contratación en Sevilla, en cuanto a las autorizaciones y ser “limpio de sangre”. Aunque el permiso de su madre era muy sencillo de ser otorgado por la importancia que tenía para los españoles que los esposos volvieran a estar junto a sus mujeres, el permiso de Juana fue más complicado por las restricciones que había para las mujeres solteras, sin embargo presentar la carta de llamada” que mandó don Manuel Suazo facilitó los trámites. El permiso de Gonzalo fue otorgado por la necesidad del acompañamiento a las mujeres. ayudarían a salvaguardar el comercio del cual dependía España, que incluía manufacturas, textiles, armas, cuchillería, papel, y claro, no puede faltar los envíos de oro más altos registrados, entre 1551 – 1560. Abril 27 de 1561 Mañana partimos para Sevilla, embarcamos nuestro equipaje en los animales de carga, que llevaran nuestros criados y unas cabalgaduras para nuestra comodidad. Siendo que el viaje dura unos cinco días, mi madre ha previsto gente en algunas ciudades para que nos hospeden y no tengamos que pasar molestias. Llegaremos a Sevilla el martes dos de mayo de 1561, y según se nos ha informado, las salidas de las naos son en el mes de mayo, calmado de vientos y tempestades. A su merced señor os ofrezco este viaje, con nuestros temores y armonías. Juana Sevilla El viaje a Sevilla resultó ser muy cómodo, pero pronto esta confianza en su status desaparecería y se enfrentarían a un mundo nuevo de pestes, indiferenciación social y angustia existencial Sevilla, la gran ciudad puerto que debido a su movimiento comercial fue urbanizándose muy rápido, y albergando una variedad de oficios y procedencias, los acogió. En 1561 el contexto de España fue vacilante. Venía de un período de depresión económica y de restricciones en las salidas puertearías por la agresividad de los piratas franceses. Sin embargo pasado 1555 se pudieron establecer unas protecciones navales por Álvaro de Bazar, que La Sevilla del siglo XVI Mejorada la situación de inseguridad, en el año de 1560 aumento la emigración a las ciudades coloniales por la expectativa de mejorar las condiciones de vida que no ascendían en España. Juana junto a su familia se hospedaron seis días en Sevilla mientras organizaban su viaje. Llevaron sus papeles a la Casa de Contratación, donde se almacenaban cientos de personas para ratificar sus permisos y pagar los impuestos. Gonzalo intentó pasar las largas filas pagándoles a agentes de la Casa, pero el dinero no les ayudó. Esta fila la hicieron durante dos días, para encontrarse con la noticia de que a Juana le faltaban unos permisos de salida. Salieron a buscar falsificadores de papeles que les ayudaran con la licencia, y por el alto costo de 1050 maravedís, sacaron los papeles. Con los papeles en línea, era hora de acordar de qué barco saldrían, cuándo saldrían y cuánto pagarían por los pasajes: Mayo 7 de 1561 Sevilla es muy complicada, hay mucha gente y escucháis tantas cosas en las calles que no sabéis que creer. No quiero irme a Indias, temo tener que enfrentarme al gran mar indescifrable y todo lo que allí espera. Hoy compramos los pasajes en una Nao de nombre “cariñaos” de unas 220 toneladas y unos 23 metros de largo. Mi hermano intentó negociar algo que llaman cámara del barco, para poder estar cómodos en el viaje, sin embargo la adquisición no fue la gran cosa para mi madre, pues ésta media sólo 10x8 pies. Nuestros pasajes costaron 32 200 maravedís cada uno (86 ducados), y salíamos para Cartagena, en la Nueva Granada, el 8 de mayo de 1561. Juana Suazo El barco salía a las ocho de la mañana del puerto de Sevilla, y se dirigía a Cartagena, en la Nueva Granada, haciendo escala en Sanlúcar y en las Islas Canarias. Se estimaba que el viaje se realizaría entre 50 y 72 días. Nao Estimado este tiempo, sumado a las recomendaciones de don Manuel Suazo, la familia había preparado un buen malotaje para las necesidades del viaje: Llevaban dos baúles. En uno guardaban su ropa, cada uno llevada dos cambios de ropa abrigada y pequeña, más la que llevaban puesta. También guardaban mantas, tres almohadas y dos colchones ligeros. Entre unos paquetes de cuero llevaban guardado el dinero y las joyas de su madre. Llevaban una suma de ahorros de 1500 ducados, (unos 472 000 maravedís), de los cuales ya habían gastado una buena suma. En el otro baúl llevaban ornamentos religiosos, vasijas, ollas, sartenes y aceiteras. A demás iban unos libros de leyes de Gonzalo (por los cuales debieron pagar impuestos), junto con la Biblia de doña Isabela y carboncillos, tinta y papeles en blanco que Juana había incorporado para poder distraerse pintando a “escondidas”. Sumado a los dos baúles, llevaban cinco barriles quintaleños para sus provisiones durante los dos meses de viaje. La mayoría de estos suministros los compraron en Sevilla, exceptuando el barril que estaba lleno de vino y el barril en donde llevaban todo tipo de granos, como arroz, garbanzos, habas, especias y pasas, además de azúcar, sal, aceite y vinagre, todo traído desde Córdoba. En los otros dos barriles llevaban doce botijas de agua y en otro un quintal de bizcocho y pan. En el último barril llevaban tres jamones de tocino de Ronda, sardinas y atún, una docena de queso muy bueno y tasajos de carnero y vaca. ¿Qué tenemos que compartir espacio con “esa gente”? Costa canaria Estando los suministros listos, los pasajes comprados, los papeles en orden, sólo faltaba que fueran las ocho de la mañana del ocho de mayo de 1561. El momento de la embarcación fue un momento confuso y angustiante. Para doña Isabela ver una nao con más de 40 personas afanosas por encontrar un “buen puesto” para el viaje fue aterrador. Cuando fueron en búsqueda de su cámara se dieron cuenta que no era una habitación cómoda dispuesta para ellos tres, con puertas que les diera exclusividad y clase. Las cámaras escasamente estaban separadas por unas cercas de madera cortas. Toda la gente compartía en un mismo espacio reducido e incomodo. Mayo 8 de 1561 Finalmente nos embarcamos en la nao en las horas de la mañana. Entrar fue algo muy confuso porque no sabíamos que la distribución del barco fuese tan inapropiada y grotesca. Mi madre se ofusco al enterarse de la cercanía que tendríamos con toda la muchedumbre de la nao. Dispusimos de nuestros barriles en la parte del fondo de la cámara, y en las esquinas acomodamos nuestros dos baúles. En la noche, tras tratar de entender que sería de nuestra alimentación e higiene en este barco, dispusimos los colchones ligeros muy cerca de los baúles, junto con las almohadas. No creo que nadie de nosotros tres pudiésemos dormir aquella noche, era un fuerte cambio a nuestra grata vida. Juana Viajando por el atlántico Empezó el recorrido por el río Guadalquivir, para llegar al puerto Sanlúcar, un recorrido de unos 120 km. Este viaje resulto ser tranquilo para la familia, pues aún no se aventuraban en el océano. La suciedad los empezó a acongojar a medida que la nao se convertía en un mismo lugar para las necesidades de las personas, el trabajo de la tripulación, la preparación de las comidas y los constantes mareos de la gente. Pasada la parada en Sanlúcar, el océano y sus temores se acercaban. Doña Isabela instalo en la cámara un altar con imágenes y ornamentos religiosos para hacer las oraciones. Mayo 16 de 1561 Han pasado ya más de ocho días desde que zarpamos de Sevilla. Esta es una nueva vida dura y repugnante. La comida hay que racionalizarla como si vos fueras un desprovisto, y las necesidades las hacéis al frente de toda la muchedumbre. Las comidas no son manjares, en la mañana solo desayunáis queso y bizcocho con vino, sólo el almuerzo es caliente algunas veces, cuando se os es permitido usar el fogón y cocinar cualquier guisado o tasajos de carnero, arroz y algunos granos. Los primeros días fueron agradables, porque la comida estaba fresca, pero ya pasado una semana las cosas suponéis serán diferentes. A mi madre y mi hermano les es muy difícil conciliar el sueño por el constante movimiento del navío. Por mi parte, he encontrado algunas ocasiones para pintar los paisajes sin fin que vamos recorriendo. Ha sido entretenido, y mi madre ha encontrado en la adversidad una manera de respetar mi arte y apreciarlo. Juana Suazo Pasadas ya cuatro semanas de viaje, la vida se vuelve monótona, sucia y restringida. Las raciones de comida son cada vez mas menores, pues aún faltaba un mes de viaje. Algunos días la familia pasaba hambre y doña Isabela se iba descontrolando por la situación. Sólo tomaban un vaso de agua para los tres en todo el día, y comían pan, algunas veces con el poco jamón de tocino que tenían. Ante la suciedad del barco, Juana estaba llena de gusanos y la mordieron dos ratas en las piernas. La convivencia con estos animales, sumada a la suciedad y la humedad, propagó una peste que enfermó a la mayoría de los viajeros. Pasados cuarenta días de viaje, una tempestad increíble embistió al navío. Murieron 17 pasajeros y 4 tripulantes. Para la familia fue algo aterrador estar tan cerca de la muerte. Juana pintó lo que fue la tormenta y relató detrás: Estuvimos tan cerca de la muerte, tan vulnerables de la fuerza imparable del océano. Esta aventura ha sido la más temible y horrible que ha pasado mí familia. Vosotros no veis la hora de estar en tierra. Se calculaba que faltaban unas tres semanas de viaje para llegar a Cartagena de Indias. Las últimas semanas fueron terribles para Juana y Gonzalo, porque su madre parecía estar muriendo por la peste y la locura. Tenían que protegerla, porque no podía morir antes de ver a su amado. Pasados tres días, se acercaron al navío tres galeones rápidos y pequeños. Toda la tripulación temía lo peor pues eran galeones de piratas franceses. Los pasajeros corrieron al interior del barco, y la familia Suazo escondió todo el dinero que traían. El ataque fue sin precedentes. Hubo fuego de cañones y enfrentamiento entre tripulantes y piratas. Junio 30 d 1561 Señor, defendednos de otros ataques de esta gente barbará y temible. La angustia de mi madre se apropiara de ella, y morirá en esta vida indeseable e inmerecida que tenemos hace semanas. Mirad en la pintura como ayer casi acabaron con el navío y por poco lo hunde. Nos robaron algunas cuantas joyas y el dinero, sumado al poco vino que nos quedaba. Mi hermano casi es raptado por estos bandidos, siendo que fingió ser un campesino sin valor alguno. Si lo que os espera es la muerte, salvadnos señor de esta miseria. Juana Pasaron otras dos semanas de viaje antes de arribar. Juana y Gonzalo estaban muy enfermos y hambrientos porque para que su madre no muriera le dieron la mayor parte de las pocas provisiones que tenían. Cuando divisaron tierra, no faltaron los gritos de esperanza y alegría de todos los pasajeros “Tieeeerra, Tieeerraaa!!!”. Casi sin poderse mover por las pocas energías que tenía y lo enferma que estaba, Juana se alegró de haber llegado y corrió a contarle a su madre. Llegaron el 16 de julio de 1561, más de dos meses de viaje. ¡Llegamos… gracias al Señor! Antes de bajarse del puerto, se vistieron con sus prendas más elegantes para dar una buena impresión de su clase, factor que poco les sirvió para librarse de las incomodidades, necesidad y desventuras del viaje. Finalmente se bajaron en el puerto, en un calor increíble. Como no llevaban criados, bajar los dos baúles fue todo un caos. ¿Ahora qué hacían? ¿Cómo encontrar a su padre? El reconocido comerciante y dueño de tierras de Cartagena de Indias, Manuel Suazo, era fácil de encontrar. Le preguntaron por él a un grupo de vendedores que había en el puerto y pronto lo llamaron. El corrió a su encuentro, y entre una revuelto de alegría y preocupación por ver a su familia y encontrarla en aquel estado, don Manuel lloró. Se establecieron en la linda casa de su padre, pero el viaje fue devastador. Su madre, Isabela, ante tantos altibajos, depresión, hambre y enfermedad, no resistió mucho en el nuevo mundo. Murió a los 9 días de llegar, la peste y el trópico no ayudaron a que se mejorara. La familia vivió una tristeza profunda, y Juana sintió que estas nuevas tierras malditas que se llevaron a su madre debían reivindicarse con ella y hacer que valiera la pena.