onesimo redondo - Valentina Orte

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ONÉSIMO REDONDO Y LA IMPOSICIÓN DE LAS IZQUIERDAS
Valentina Orte
Desde hace más de 25 años la política española está dominada por una hegemonía de
izquierdas. Intelectual y política. Esa hegemonía se concreta en un privilegio: el país en su
conjunto asume que la izquierda puede hacer cosas que al centro-derecha no le están
permitidas. Esa hegemonía de la izquierda está presente igualmente en la sociedad civil y la
vida privada. Es por ello que consiguen cuanto se proponen aún contraviniendo la verdad y la
legalidad.
Viene esto a cuento de la doble afrenta infringida a Onésimo Redondo: la primera el 24 de julio
de 1936 y la segunda el viernes 23 de enero de 2015.
A seis días del comienzo de la guerra civil se produce en Labajos un encuentro, no
suficientemente aclarado, puesto que todavía mantiene algún que otro punto oscuro, pero
cuya consecuencia fue la muerte de Onésimo ante milicianos vestidos con camisas azules y
portando banderas rojinegras a los que tomaron por camaradas pero que, en cuanto
descendieron del coche les acribillaron a balazos, demostrando así el interés por acabar con el
jefe de la Falange vallisoletana: “¡Al de los cordones! ¡Al de los cordones!”, gritaban. Lo decían
por Onésimo, que llevaba cordones en la camisa. Primero le hirieron en las piernas y cayó.
Desde el suelo, les decía a sus asesinos: “Estáis confundidos, yo no vengo en contra vuestra. Yo
vengo a liberaros de muchas cosas que no son justas. Jamás mataré a un hombre con
alpargatas”. Eso lo decía siempre, porque la alpargata era el calzado habitual de la gente más
humilde. Entonces dijeron: “Dale en la cabeza”. Y lo remataron. Lo dejaron tirado en el suelo,
cubierto de sangre. La vida es así. Hacía tres días que había salido de la cárcel de Ávila".1
José Luis Minguez Goyanes dice que en vez de milicianos, los emboscados serían un grupo de
falangistas. Por extraño que parezca, muchos falangistas fueron y son voceros de esta
versión"2. Y, efectivamente, en cierta medida ha participado de esta opinión la propia viuda de
Onésimo, Mercedes Sanz Bachiller -si tiene razón
cuando afirma que "Onésimo fue el único que les
hizo frente"- , y así lo pone de manifiesto en las
declaraciones de El Mundo anteriormente
mencionadas:
"Yo creo que fue una cosa preparada. No sé. Hay un
gran misterio alrededor de esto. No se sabe si hasta
lo asesinó alguien casi nuestro... Es una barbaridad
decir esto, pero José Antonio estaba en la cárcel,
había cierta rivalidad entre las JONS y la Falange, y la
verdad es que Onésimo el día anterior había ido y
vuelto sin tener ningún problema. Iba al Alto del
1
2
El Mundo: “Mercedes Sanz Bachiller. La guerra civil setenta años después” (tomado de la pág.Web de la FNFF)
Vallisoletanos: Onésimo Redondo, ob. cit,, págs. 157-159
1
León a dar ánimo a los combatientes falangistas. Fue en coche con su escolta, bueno, con un
chico, porque a él no le gustaba llevar escolta, con el conductor, que era un íntimo amigo, y
con su hermano Andrés Redondo, que luego lo sustituyó como jefe de la Falange. Ellos tres se
salvaron, se metieron por los trigos y pudieron escapar. Pero él no, porque, además, les hizo
frente”.
No se sabe a ciencia cierta lo que pasó. Algunos piensan en teorías conspirativas por fricciones
entre falangistas y jonsistas, otros que fue una encerrona preparada por Mangada en su
intento de tomar el Alto del León por la espalda, aunque bien pudo deberse simplemente al
descontrol de los primeros momentos de guerra y a que ninguno de los que iban en el coche
con Onésimo pertenecía a la milicia.
Lo primero que llama la atención sobre este líder político español es el inexplicable silencio en
la extensa bibliografía sobre la Segunda República y la guerra civil española. La figura de
Onésimo Redondo ha sido escasamente estudiada. El llamado Caudillo de Castilla – prototipo
del hombre idealista que vive y muere por unos
ideales – fue un personaje tan mítico como
desconocido y olvidado, según piensan algunos,
porque era el político español más importante del
siglo XX en relación con el problema judío. Pero
Onésimo Redondo pasará a la historia como uno
de los principales exponentes del patriotismo
revolucionario.
Tras acabar sus estudios universitarios de Derecho
en Salamanca partió rumbo a la Universidad alemana de Manheim, becado como lector de
español en la Escuela Superior de Comercio. Y regresó a España impresionado por el coraje del
pueblo alemán que, condenado a increíbles reparaciones de guerra, se afanaba en trabajar y
salir adelante, liberándose de ese modo de las pesadas cadenas impuestas en la “Paz de
Versalles”. Onésimo volvió fascinado por el sindicalismo alemán y su organización del trabajo,
y ello le despertó aún más su hambre de justicia social.
Así, decidió poner en práctica las ideas que había perfilado en su viaje a Alemania. Su
actuación al frente del Sindicato de cultivadores de remolacha de Castilla la Vieja le dio una
gran popularidad entre los labradores castellanos. Desde su cargo de Secretario asesor,
comenzó realizando una labor de proselitismo a favor de la sindicación, para acabar con el
monopolio de la única fábrica azucarera de Valladolid. Con un número suficiente de asociados,
Onésimo emprendió la tarea de adquirir una nueva azucarera, con maquinaria renovada. Ideó
el semanario “Libertad” como medio de acción política para lograr un orden nuevo en España
concienciando a sus paisanos castellanos de las duras condiciones en que vivían. Funda
las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica (JCAH) en agosto de 1931 para plasmar el
discurso de las ideas al terreno de lo posible, es decir, para hacer política, y lo hace sobre los
principios fundamentales de Nación, Justicia social, Religión y Cultura.
En noviembre de 1931, y tras varios contactos con el grupo redactor de “La conquista del
Estado” de Madrid, se unió desde el principio a las J.O.N.S. de Ramiro Ledesma Ramos. Tras la
fusión de las JONS con Falange Española en marzo de 1934, Onésimo llegó a ser el Jefe de la
Falange de Castilla.
Bien, pues a esta olvidada figura se le rindió homenaje, 25 años después de su muerte, con la
inauguración el 25 de julio de 1961 en el Cerro de San Cristóbal de Valladolid de un
2
monumento de 31 m de altura. Cuenta con una amplia
escalinata sobre la que se levantan las esculturas en bronce
de Onésimo Redondo acompañado de un campesino, un
obrero, un estudiante y un combatiente, dando fondo al
conjunto un emblema de la Falange de 16 m de altura.
Debido a sus dimensiones es visible desde buena parte de la
ciudad lo que desde el primer momento encorajinó a las
izquierdas quienes en su lucha por destruir todo lo que
recuerde al bando vencedor del comunismo se han visto
protegidas por la malhadada Ley de Memoria Histórica, la
cual, no intenta recuperar hechos o figuras olvidados, sino
destruir, por todos los medios lo que tanto costó construir.
Hasta con mentiras. En algún sitio se ha aplaudido la idea de
retirar el monumento “porque no se puede honrar a un
genocida”. Es claro que, o desconocen la historia y no les
interesa conocerla, o bien no conocen el significado de la
palabra genocida, o lo que es peor, la utilizan con el solo
afán de denigrar a la persona.
Ahora nos encontramos con la última afrenta infringida a Onésimo. La Junta de Gobierno del
Ayuntamiento de Valladolid, gobernado por aquellos que podría suponerse sus afines,
aprobará el viernes 23 de enero de 2015, la concesión de la licencia al proyecto de demolición
de dicho monumento. El coste de la demolición implicará un coste superior a los 100.000
euros. Las obras no implicarán la remisión del terreno, sino que simplemente se retirará la
gran estatua, el pedestal y también la cimentación, ya que se encuentra sobre un suelo
calificado como rústico con protección medioambiental. Recuerda esta actuación la afrentosa
retirada de la escultura de Franco en la Castellana realizada como regalo a Carrillo por
Rodríguez Zapatero (este demócrata actuaba como si los bienes públicos fuesen de su uso
privado); aunque lo peor es el diferente trato dado a las representaciones de personajes como
Indalecio Prieto o Largo Caballero, “el Lenin español” que continúan acampados en el Paseo a
pocos metros de donde estuvo la estatua de Franco. Según parece, si a muchos españoles nos
molesta la discriminación, solo nos queda que aguantarnos porque en esta “democracia”
imponen ellos las normas.
Falange ha remitido una solicitud a la Comisión del Ministerio de Cultura encargada de la
retirada del monumento a Onésimo Redondo, para que conserven parte de dicho símbolo. La
Comisión, que no lo considera un monumento de interés cultural, tendrá que decidir el futuro
del fragmento de la escultura solicitado por Falange que corresponde al grupo escultórico de
las cuatro figuras; Falange intenta que sea acogido en el Museo de Escultura de Valladolid, lo
que no deja de ser una interesante y civilizada iniciativa antes de que desaparezca, nunca se
sabe dónde: si en el chalet de algún cargo político o destrozado por las iras fundamentalistas
de los talibanes españoles.
Asimismo, esta misma semana se ha conocido que el Juzgado de la Contencioso Administrativo
número 2 de Valladolid desestimó un recurso y declaró "la total ejecución" de la sentencia
dictada por la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de
Castilla y León (TSJCyL) que encargó un catálogo de nombres de vías públicas y otros vestigios
que en la ciudad hacen referencia a la Guerra Civil y al franquismo. Como consecuencia de
dicho documento, el equipo de Gobierno acordó el cambio de nombres de 12 calles de la
ciudad y un Puente. También se eliminaron las referencias existentes a diferentes grupos de
viviendas construidos durante el régimen franquista en varias zonas de la ciudad, como XXV
3
Años de Paz, Rosario Pereda, Leones de Castilla, 18 de Julio, Francisco Franco, José Antonio
Primo de Rivera, La Victoria y Solís Ruiz.
Esto es más desconcertante todavía. Piden
que se retiren las placas de los polígonos y
calles que recuerdan los hogares que Franco
mandó construir para paliar las abultadas
necesidades de vivienda. Alegan no soportar
la memoria de quien las mandó construir. No
obstante, su sufrimiento no es lo
suficientemente grave como para obligarse a
sí mismos a renunciar a las viviendas. Diré
más, las estiman tanto, que han exigido al
gobierno municipal que dedique una cantidad a su reparación para compensar los daños por el
deterioro ocasionado por el paso del tiempo.
Las izquierdas siguen sin pausa avanzando en su camino de imponer sus ideas en todos y cada
una de las áreas que les place, mientras las derechas lo acogen con cierta indiferencia y
abandonan cobardemente el campo. Bien, pues para evitarles incongruencias como las
expuestas anteriormente, propongo que no sólo se queden en la forma, sino que vayan al
fondo y renuncien, no solo a los rótulos de las calles, sino a unas casas que tan malos
recuerdos les aporta.
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