(6oi) la tenia señalada, ni que no durase una división entera mas que una campaña, cuando bien cuidada podria durar tres, por la facilidad que tenia de remontarla á costa de los países que invadía. ¿ Qué cuidado ba de tener En general en la conservación de los caballos de su egército si tiene á mano el remontarlos abundantemente y de balde? Esta e s , en mi concepto, una de las causas que pueden haber exagerado la creencia en que se está de que los caballos franceses son realmente mas fuertes que los nuestros, á los cuales no se les podia exigir tantos esfuerzos, en virtud de la dificultad de reponerlos, y del debido miramiento á los pueblos. Ademas nuestra caballería, bastante descuidada antes de la guerra, hubo que remontarla apresuradamente, y no en caballos siempre correspondientes, y lo que es peor que montarla con soldados visónos , no muy subordinados, y en sillas generalmente malas. Los que conocen la caballería saben muy bien cuan fatal es el soldado que aun no ha aprendido á montar y á cuidar de su caballo. Todo esto unido á la escasez de los alimentos, lo que raramente esperimentaban los de los franceses, ¿ qué mucho que estos pareciesen mas fuertes, y que resistiesen mejor la fatiga? Otra de las causas de que nuestros caballos no manifiesten en campaña la robustez que convendría, consiste á mi parecer en la mucha delicadeza y regalo con que se les trata en los regimientos durante la p a z , dándoles el menor trabajo posible, á fin de conservarles una gordura y lozanía, muchas vezes incompatible con la agilidad y aguante que exige el duro egercicio de la guerra. El paso r á pido de la vida sedentaria á la activa es tan sensible para los caballos como para los hombres; y asi como estos, son los mas fuertes los que se crian sin regalo y sin poltronería. En el regimiento de caballería de España, en donde nací y me crié, tuve la ocasión de o b servar los funestos efectos de este sistema, y observé también que habiendo salido del campo de Gibraltar con destino á Cataluña para la guerra de la revolución de Francia, entraron los caballos en el R o sellon muy deteriorados; pero se restablecieron y endurecieron considerablemente, á pesar de la fatiga de la guerra, que no era poca, mediante los abundantes y buenos forrages de aquella provincia, en cuyo estado continuaron los de todos los regimientos durante toda la campaña, aun después de la batalla de Perestoltes que empezaron á escasear los forrages. Este egemplo, é inumerables que tenemos todos los dias á la vista, comprueba que nada mantiene mas vigorosos á los caballos que el mucho egercicio, unido al mucho y buen aumento. Estas son en mi concepto las razones mas poderosas que pueden oponerse á la opinión de que se trata; pero en favor de la verdad es menester que se persuadan los mas acérrimos apasionados á los caballos andaluzes, de que hasta cierto punto es cierta, lo cual p r o TOMO I I I . GGGG