MUJERES INMIGRANTES EXTRACOMUNITARIAS

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MUJERES INMIGRANTES EXTRACOMUNITARIAS
MUJERES INMIGRANTES: FORMACIÓN PARA EL EMPLEO
La situación de las mujeres inmigrantes extracomunitarias en relación a la formación para el
empleo es similar en algunos puntos a la de las mujeres de los otros grupos. Así, los problemas
fundamentales son la falta de formación acreditada de las mujeres y el hecho de que la
formación para el empleo a la que pueden acceder no es adecuada.
En cuanto a la falta de formación, hay dos cuestiones que en este caso se añaden a las que ya
afectaban a las otras mujeres: por un lado, las inmigrantes extacomunitarias encuentran grandes
dificultades para que los estudios que hicieron en sus países de orígen antes del proceso
migratorio les sean convalidados. Esto significa que, a pesar de que en muchos casos son
mujeres que ya tienen estudios y experiencia profesional, cuando llegan a Europa se encuentran
en la situación de tener que empezar desde cero.
Por otro lado, la actual ley de extranjería impide que aquellas mujeres cuya situación legal sea
irregular puedan acceder a acciones formativas públicas.
En cuanto al otro problema, la inadecuación de la formación existente, las razones de este
problema radican en aquellas cuestiones que ya hemos mencionado: la falta de reconocimiento
de la diversidad cultural, la no correspondencia de los perfiles profesionales, la concentración de
estos colectivos en guetos formativos, etc.
En consecuencia, estas mujeres tienen grandes dificultades de acceso al mercado laboral,
especialmente en empleos que requieren una cierta cualificación.
Otro de los efectos es que muchas mujeres inmigrantes extracomunitarias no disfrutan de la
posibilidad de establecer nuevas relaciones, también relaciones con la población autóctona, a
través de la formación, ámbito que podría llegar a ser un importante elemento de integración y
espacio de conocimiento entre culturas. La existencia de cursos específicos para mujeres
inmigrantes facilita en ciertos momentos su acceso a la formación, pero dificulta el
establecimiento de relaciones con personas del país de acogida, por lo que pueden ser medidas
puntuales, aunque no exclusivas.
MUJERES INMIGRANTES: EMPLEO
El principal problema que afrontan las mujeres inmigrantes extracomunitarias es la dificultad
de acceso al empleo. La causa fundamental de esta dificultad radica en la actual ley de
extranjería, que es sumamente restrictiva y ofrece muy pocas posibilidades de obtener el
permiso de trabajo. A pesar de existir ofertas de empleo para estas mujeres en diferentes
sectores de la economía, hoy en día resulta prácticamente imposible que puedan regularizar su
situación y ser contratadas en el estado español.
La situación legal empuja así a muchas de estas mujeres a trabajar sin contrato, y a incorporarse
en sectores donde no existe una regulación laboral igual que en otros ámbitos, como por
ejemplo el servicio doméstico o la prostitución. Nos encontramos así con muchas mujeres que
están trabajando en condiciones de gran precariedad contractual y sin ninguna protección. La
propia legislación favorece la exclusión laboral de estas personas y la creación de guetos
ocupacionales caracterizados por las malas condiciones laborales y la falta absoluta de derechos.
Además de las limitaciones legales, es frecuente encontrar casos de racismo y discriminación
étnica en el acceso a ciertos puestos de trabajo, lo cual complica aún más la posibilidades de
incorporación al mercado laboral reglado. También se producen situaciones discriminatorias en
relación a la promoción laboral.
Cuando las mujeres inmigrantes extracomunitarias consiguen un empleo, suele ser en la
economía sumergida, y en condiciones laborales muy desiguales respecto a la población
autóctona. Normalmente se producen casos de descualificación respecto a su formación y en
relación a su situación laboral en los países de orígen. Y sus posibilidades de movilidad y
promoción son muy pocas.
A este panorama, hay que sumar que muchas mujeres inmigrantes viven en el estado español
con sus hijos e hijas, y que muchas son las únicas responsables del cuidado y sostenimiento de
su familia –tanto la que vive aquí con ellas como la que quedó en el país de orígen-. Así,
afrontan también el problema compartido por la gran mayoría de las mujeres que es la dificultad
para hacer compatible la vida laboral con la maternidad y otras responsabilidades familiares.
La inexistencia de recursos y apoyos institucionales en un momento en que lo que se pretende
desarrollar una política de “puerta cerrada” y crear la falsa ilusión de que esto evitará la llegada
de más inmigrantes, está creando toda una bolsa de personas -en la cual cada vez hay más
mujeres- a quienes no se les ofrece ninguna alternativa o apoyo.
Estas circunstancias plantean en las mujeres a quienes hemos entrevistado una enorme
frustración y sensación de fracaso, generando muchos casos de depresión.
MUJERES INMIGRANTES: VIVIENDA
Otro de los grandes problemas a los que se enfrentan las mujeres inmigrantes extracomunitarias
es la dificultad de acceso a la vivienda. Dadas las condiciones en que funciona el mercado
inmobiliario hoy en día, las posibilidades de tener un hogar digno son complicadas para la
mayoría de las personas, también ciudadanas españolas, pero esto se agrava mucho más en el
caso de las mujeres que se encuentran en el estado español procedentes de países no
comunitarios. Los requisitos de acceso a una casa en buenas condiciones son complejos, ya que
la oferta es muy escasa en relación a la demanda, y no hay ninguna regulación por parte de las
administraciones públicas. Una nómina –vinculada a un contrato de trabajo- y un aval, suelen
ser condiciones imprescindibles para el alquiler de una vivienda. Y, como hemos visto, se trata
de dos privilegios raramente disfrutados por las mujeres inmigrantes extracomunitarias.
Muchas de estas mujeres carecen de información acerca de los recursos y la documentación
necesaria para poder acceder a una vivienda. Dadas las condiciones de irregularidad legal en
que se encuentran gran parte de ellas, suelen tener grandes dificultades para acceder a la oferta
de vivienda a través de las redes normalizadas, cayendo a menudo en trampas y engaños. Son
más que frecuentes los casos de explotación de las personas inmigrantes extracomunitarias por
parte de propietarios y redes inmobiliarias que se aprovechan de las condiciones del mercado y
de la vulnerabilidad legal que sufren las inmigrantes, para alquilarles viviendas en muy malas
condiciones, antiguas, a precios desorbitados y con condiciones abusivas.
A todos estos problemas hay que sumar la discriminación y el racismo que también se dan en el
acceso a la vivienda.
En consecuencia, las mujeres inmigrantes extracomunitarias acceden básicamente a viviendas
que se encuentran en muy malas condiciones y por las que tienen que pagar elevados precios. A
menudo comparten casa con otras personas que se encuentran en su misma situación, dándose
casos de hacinamiento, con las implicaciones lógicas respecto a la situación higiénica, a las
dificultades de conviviencia, etc.
La población inmigrante extracomunitaria suele concentrarse en guetos territoriales, algunos
barrios concretos del centro y zonas de la periferia, que se descuidan por parte de las
administraciones públicas y se degradan, dando lugar a diversos conflictos con la población
autóctona de estas zonas, que frecuentemene es población también con pocos recursos.
Algunas alternativas que suelen explotar las personas inmigrantes extracomunitarias para el
acceso a una vivienda son: desarrollar redes propias de búsqueda y el realquiler de espacios
entre las propias inmigrantes. Esto suele ser una importante fuente de apoyo, pero en ocasiones
también se convierte en formas de aprovechamiento y explotación, incluso entre inmigrantes.
Situación que, en cualquier caso, viene propiciada por las condiciones del mercado inmobiliario,
la falta de apoyos públicos en este ámbito, y una vez más, las actuales políticas de extranjería.
A todo esto hay que sumar los prejuicios específicos que afrontan las mujeres inmigrantes por
su condición de género, en base a los estereotipos de que una mujer es más inestable y ofrece
menos seguridad al propietario, etc. dificultando aún más su situación cuando buscan vivienda
sin una pareja y acompañadas de sus hijos/as u otros familiares dependientes.
Por otro lado, hay que tener en consideración el choque cultural que supone para muchas
mujeres inmigrantes vivir en espacios muy diferentes a los que están acostumbradas en sus
países de orígen, y que no permiten formas de relación y socialización estrechamente vinculadas
a su cultura.
MUJERES INMIGRANTES: OCIO Y RELACIONES SOCIALES
El ámbito del ocio y las relaciones sociales es uno de los que requiere tener más en cuenta la
heterogeneidad del colectivo al que nos referimos y sus diferencias culturales. Partiendo de este
punto, hemos podido constatar dos problemas básicos que afectan a las mujeres inmigrantes
extracomunitarias : por un lado, la situación laboral precaria y la falta de políticas de apoyo
dirigidas a ellas, dificultan sus posibilidades a la hora de disfrutar del tiempo libre, ya que
suelen tener muy poco, y disponen de muy escasos recursos para dedicar a ocio.
Por otro lado, está la falta de espacios adecuados que tengan en cuenta la diversidad
cultural. Para muchas mujeres inmigrantes, su vida en el estado español implica directamente la
pérdida de formas de relación que se daban en sus sociedades de orígen y que no han sido
reemplazadas por otras relaciones y espacios. La emigración supone para ellas soledad que, en
muchos casos, las conduce a la depresión. Esta situación puede verse agravada en el caso de
algunas culturas donde el control social de las mujeres por parte de la familia y la comunidad es
mayor
Al contrario, también se dan casos de mujeres que desarrollan nuevos espacios de relación que
les permiten reproducir o reinventar formas de ocio ajustadas a sus modelos tradicionales y
compatibles con su nueva situación en el país de acogida. Es el caso de los locutorios de
teléfono o las peluquerías para muchas mujeres latinoamericanas, subsaharianas, etc. Lugares
cuya función excede en mucho el que era su objetivo práctico original, para convertirse en
auténticos puntos de encuentro, relación e información con otras personas.
Otra alternativa de ocio y relación bastante desarrollada por algunas mujeres de ciertos orígenes
(subsaharianas, filipinas, marroquís..) es la búsqueda de espacios en las asociaciones
(asociaciones de inmigrantes de su misma cultura, grupos de mujeres…), que se convierten en
algunos casos en una segunda familia para muchas de ellas..
Pero lo más destacable en relación a este ámbito es el desconocimiento mutuo que existe entre
diferentes culturas, entre las personas autóctonas y las inmigrantes, entre mujeres con diferentes
orígenes. Las mujeres inmigrantes extracomunitarias, se relacionan básicamente y pasan su
tiempo de ocio con otras personas de su mismo orígen y cultura. Muy pocas veces se rompe este
modelo endogámico para dar lugar a formas de relación interétnica. La falta de voluntad
política, los prejuicios, la competencia por los recursos escasos, etc., fomentan antes relaciones
conflictivas y de desconfianza mutua, que relaciones de comunicación y entendimiento.
MUJERES INMIGRANTES: PARTICIPACIÓN
Las mujeres inmigrantes extracomunitarias sufren en general de una gran falta de
reconocimiento social y tienen muchas dificultades para participar en las sociedades de
acogida. Además, cuando sí se produce una cierta organización, sus posibilidades de incidir y
cambiar la estructura son muy pocas. También en este ámbito hay problemas de racismo y de
discriminación étnica que complican una presencia de las mujeres inmigrantes en igualdad de
oportunidades. Además, las instituciones ofrecen poco apoyo a las entidades, especialmente si
tienen planteamientos que no se ajustan a las líneas marcadas por ellas.
Como venimos mencionando, la situación laboral y familiar de estas mujeres les deja muy poco
tiempo libre para llevar a cabo actividades de cara a su participación social.
Otra de las dificultades fundamentales es que, al encontrarse muchas de ellas en situaciones de
irregularidad legal, no apuestan por organizarse tomando opciones de tipo más reivindicativo.
La vulnerabilidad total que supone el estar “sin papeles”, se convierte en un freno a la
participación de estas mujeres, que temen posibles represalias contra ellas.
Por otro lado, y sumado a lo anterior, existe desconocimiento acerca de las vías de participación
posibles en la sociedad de acogida. Este desconocimiento es mayor en el caso de aquellas
mujeres cuya vida se desarrolla básicamente en el ámbito doméstico, las que tienen dificultades
de comunicación por el idioma, etc.
Hay que decir también que las diferencias culturales suponen posiciones muy diferenciadas de
cara a esta cuestión, existiendo situaciones muy distintas según el orígen, de grupos que tienen
una tradición asociativa y de presencia en la comunidad de acogida, y otros cuya organización y
visibilidad social a este nivel es muy poca. Hablando de mujeres, esta realidad se acentúa aún
más, ya que su participación específica dentro de las asociaciones de inmigrantes es muy
desigual en función del orígen, y que la existencia de grupos específicos de mujeres se da en
algunos casos (filipinas, subsaharianas…), pero no en otros (chinas, paquistanís…).
De cualquier modo, se trata casi siempre de asociaciones endógenas, que tienen una importante
función como red propia de mantenimiento cultural, apoyo social entre personas del mismo
orígen, etc. Las entidades son así un espacio de información y comunicación fundamental que
contribuye a combatir la soledad y el desarraigo.
Pero cuando hablamos de participación, no debemos limitarnos al asociacionismo, a las
organizaciones y las vías tradicionales establecidas por nuestra cultura. Existen otras maneras de
entender la participación y de generar vínculos de apoyo mútuo y organización colectiva, que
tienen que ver con otras concepciones culturales. Generalmente, son alternativas que se
desconocen o que no son reconocidas como formas de participación, pero que de hecho están
siendo utilizadas por algunos grupos de mujeres inmigrantes extracomunitarias residentes en
nuestro país. Un ejemplo son los grupos de apoyo social y económico propio de algunas mujeres
subsaharianas.
Aún así, en general, las mujeres inmigrantes extracomunitarias permanecen bastante invisibles y
ausentes en los ámbitos de participación y, igual que suele ocurrir con las mujeres autóctonas,
en los puestos de toma de decisiones. Esto conduce a un desconocimiento de sus experiencias y
a la no inclusión de sus necesidades y propuestas específicas en el debate público.
MUJERES INMIGRANTES: SALUD
El problema fundamental detectado en este ámbito, la no atención adecuada a la salud de las
mujeres, tiene raíces compartidas para los tres colectivos destinatarios del proyecto: por un
lado, la ausencia de una prevención adecuada; y por otro lado, el rol tradicional de género que
define a las mujeres como “cuidadoras de los otros/as”, lo cual les hace descuidar su propia
salud priorizando frecuentemente el bienestar de otras personas.
Algunos elementos son aquí similares a los que veíamos para las mujeres gitanas y
monoparentales, pero las mujeres inmigrantes extracomunitarias se enfrentan además a algunas
problemáticas específicas. Una de las más importantes es que la situación legal –una vez máscondiciona el tipo de acceso a los servicios sanitarios, limitando así seriamente las posibilidades
de recibir una atención preventiva.
Otro de los problemas es la dificultad de comunicación con los médicos, que si bien ya hemos
mencionado para los otros dos grupos, aquí se ve incrementada en muchos casos por el
desconocimiento del idioma por parte de algunas mujeres. A esto hay que sumar también el no
entendimiento producido por la distancia cultural, y por la no contemplación desde los servicios
sanitarios de los diferentes conceptos de salud y enfermedad.
En consecuencia, existe una gran desconfianza por parte de estas mujeres hacia los servicios
sanitarios. Hay que destacar que, mayoritariamente (por causa de su situación legal, o de
desconocimiento, etc) acuden a los servicios de urgencias.
Existen muchos casos de desatención, y nos encontramos con numerosas mujeres cuya salud
personal está muy desatendida, lo cual les lleva a experimentar un rápido envejecimiento. A esto
hay que añadir que las difíciles condiciones de vida (a nivel laboral, a nivel de vivienda, etc) les
provocan a menudo malas condiciones de salud psíquica y emocional, que no es atendida
correctamente por los servicios de salud.
Algunas mujeres inmigrantes extracomunitarias continúan utilizando en el país de acogida las
redes y medicinas tradicionales de su cultura, lo cual da lugar a veces a algunos conflictos
debido al desconocimiento y a la falta de reconocimiento por parte de las autoridades sanitarias.
MUJERES INMIGRANTES: SERVICIOS SOCIALES
La situación de las mujeres inmigrantes extracomunitarias en relación a los servicios sociales es
que sufren una gran desprotecctón social. La base fundamental de esta desprotección, como
venimos comentando a lo largo del proyecto, radica en la actual ley de extranjería, que
condiciona el acceso a los servicios –incluidos aquellos vinculados a derechos básicos- a la
situación legal de las personas.
No existen unas medidas públicas de protección adecuadas a la situación y a las necesidades de
las mujeres inmigrantes extracomunitarias residentes en nuestro país. Desde los servicios
sociales, no se contempla a fondo la diversidad cultural y las diferentes situaciones de
convivencia propias de personas de diferentes orígenes, sino que se trabaja en base a modelos
rígidos que no dan cabida a una realidad muy heterogénea. Por otro lado, las mujeres acusan que
la recepción de determinados apoyos por parte de los servicios sociales van siempre unidos a
contraprestaciones: en tiempo, en forma de control, etc. En consecuencia, existe una importante
desconfianza hacia los servicios sociales.
A esto hay que añadir que muchas mujeres inmigrantes extracomunitarias no conocen los
recursos y servicios a los que sí pueden acceder.
Ante las situaciones de desprotección y precariedad, muchas mujeres buscan alternativas en el
apoyo y ayuda de redes no institucionales: ONGs, la Iglesia, etc. También establecen redes
endógenas de apoyo y ayuda mutua. Redes que en unos casos ya existían de forma similar en los
países de origen, o redes constituidas específicamente de cara a la nueva situación. Esta
alternativa genera en ocasiones relaciones de dependencia con la familia o con la comunidad.
La falta de apoyos y la vulnerabilidad conduce a estas mujeres a desarrollar actividades
económicas en el mercado sumergido, y a condiciones de gran precariedad.
MUJERES INMIGRANTES: RELIGIÓN
El ámbito religioso es uno de los más complejos para ser tratado en relación a la diversidad
cultural y la perspectiva de género. Ofreceremos solo algunas pinceladas básicas.
Existe un gran prejuicio por parte de la cultura hegemónica hacia otras formas de religión,
cuestión que podemos ubicar en la larga historia de relaciones entre mayoría y minoría, y el
desconocimiento existente hacia las opciones minoritarias. Es necesario centrar esta situación en
el contexto de una sociedad que tiende hacia la homogeneización en los más diversos ámbitos, y
que no contempla la diversidad cultural. Todo esto unido a la falta de voluntad política para que
las cosas pudieran ser de otra manera.
En consecuencia, muchas mujeres encuentran dificultades para desarrollar en la sociedad de
acogida sus prácticas religiosas, que en los países de orígen podían ser importantes espacios de
relación social. Se suelen encontrar también con problemas de falta de espacios adecuados y de
los recursos necesarios.
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