Instituciones de Región rural, su impacto en la constitución Subjetiva

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Instituciones de Región rural, su impacto en la constitución Subjetiva.
Autora: Lic. Méndez Roxana Araceli.
Para iniciar el relato del trabajo realizado, es necesario que cuenten con información que
les permita tener una idea general. Podemos usar la figura de un mapa del tipo de
Institución de la que hablaré y cuáles fueron las condiciones que permitieron proponer y
llevar adelante un proyecto educativo que implicará un espacio de circulación favorable
para los adolescentes que transitaban por ella. Posteriormente realizaré un recorte de dos
viñetas de situaciones que dan líneas para pensar de cómo se llevaron adelante
intervenciones y por último abriré el espacio para el debate, preguntas, comentarios etc.
En primer lugar, la Institución de la que hablo se denomina Residencias. Trabajamos con
adolescentes de zona rural provenientes de Parajes cercanos a la Localidad
Mi ingreso en esta Institución se da en el mes de diciembre. La situación edilicia y de
funcionalidad pedagógica ameritaba su cierre definitivo ya que los alumnos contaban con
un altísimo índice de materias previas, abandono escolar en el transcurso del año, sobre
todo residentes de primer año y un importante imaginario en la comunidad de que esta
Institución, no servía.
Mi trabajo requería el acompañamiento de los adultos que trabajan en ella, los auxiliares
docentes eran fundamentales en este punto, por este motivo comencé en el mes de
febrero a instalar espacios de trabajo con ellos y el personal de servicios generales. Una
vez establecidos los horarios, comenzamos a leer sobre adolescencia y me propuse
escuchar lo que decían, cómo llevaban adelante su trabajo hasta ese momento. A partir
de estos espacios de escucha se empezó a gestar un proyecto .Los Auxiliares hablaban
sobre lo que “circulaba” en la comunidad sobre esta Institución, estaban muy enojados, se
quejaban de la incomprensión de su trabajo, padres, residentes, siempre hacia el interior
de la institución. Salir de esta posición de queja, implicó realizar intervenciones que
pusieran en duda las afirmaciones que traían a la mesa de trabajo. En algunas
oportunidades fue necesario traer a escena la reglamentación, desconocida hasta el
momento. Por este motivo, estos espacios fueron muy intensos ya que implicaban
cambiar de posición, sentían por momentos
que yo tampoco “valoraba” su práctica,
desmerecidos por la comunidad, la figura del Auxiliar Docente, requería de la
revalorización y re significación.
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El desafío que les planteo es trabajar desde un lugar que implicara una mirada crítica.
Acompaño a los auxiliares, comienzo a supervisar mi práctica, busco en ellas la escucha
e intervenciones que me permitieran sostenerme en el tiempo, para generar en el interior
de la Residencia, un espacio que propiciara aprendizaje. Repetía al Equipo, “Somos una
Institución pedagógica, ubiquemos en ese lugar, somos educadores”.
Iniciamos el año con una matricula de 23 residentes, instalamos espacios de trabajo
pedagógico bajo un proyecto denominado “Gerónima”, el cual implicaba trabajar en
grupos donde “enseñáramos” lo que se requería para la construcción de los contenidos
que la escuela proponía. Por ejemplo, si observábamos que los alumnos trabajarían con
números decimales, trabajamos con valor posicional de esta manera establecíamos un
piso, una base que permitiera la construcción de nuevos aprendizajes. Luego
aportábamos a lo que traían de la escuela. Esto favoreció muchísimo el rendimiento
académico de los chicos, sus notas mejoraron, sus compañeros comenzaron a venir a la
“Resi”, muchas veces por ayuda otras para que “les explicáramos”. Esto favoreció mucho
el lugar, la mirada de la comunidad y la escuela hacia esta Institución. Abrimos las puertas
de la Institución a la comunidad.
Paralelamente, se comenzó a trabajar en los arreglos que necesitaba la Institución.La
Municipalidad ayudó muchísimo, así como también el Ministerio de Educación. Pedimos
donaciones (en Hoteles, negocios etc) y el espacio cambió. Pintamos el interior y el
exterior, construimos bibliotecas, colocamos banderas. Desde Viedma vino un letrista,
que pintó un enorme cartel, con el nombre de la Residencia. Con los Talleres que llevaron
adelante los Auxiliares, se construyeron canteros, percheros, cortinas de baño. Me quiero
detener en este punto. Las cortinas de baño, un elemento corriente, implicaba otra cosa,
el respeto por la intimidad, las duchas estaban ubicadas en un espacio, donde estaban los
lavatorios, con lo cual, alguien que se estaba lavando los dientes, podía ver a los que se
estaban bañando, al colocar las cortinas, esto fue festejado por los chicos, en realidad
festejaron poder contar con un espacio privado.
Al finalizar el primer año, se realizó por primera vez un acto de cierre formal, con bandera
de ceremonia, discurso, himno etc. Los padres debían venir hasta el pueblo a buscar a
sus hijos. Esto que puede parecer un hecho insignificante, tenía el carácter de
intervención, ya que históricamente los chicos se retiraban en distintos momentos por la
cantidad de materias que debían rendir. Fue el único año, que trabajamos “preparando” a
los chicos para esta instancia, los ayudamos ha organizarse,
no lo hacían solos,
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realizamos un cuadro con los días,
horarios y materias que tenían que rendir, los
acompañamos y luego acto mediante, se fueron a sus casas con sus padres.
Hasta aquí, el mapa general, ahora trabajaremos con dos viñetas.
D. Contaba con adecuación curricular sugerida por el
Equipo Técnico de Apoyo
pedagógico, se encontraba realizando primer año desdoblado, cursaba algunas materias.
En su legajo contaba con el siguiente diagnóstico: “retraso mental leve”. Esta alumna,
tenía en ese momento 17 años .Decidimos no escuchar lo que decía el legajo, ubicamos a
D. en un lugar de saber, rescatábamos sus aportes en el trabajo cotidiano, y
destacábamos entre otras cosas, lo completa que tenía su carpeta, por eso decíamos al
resto: “Fíjate en la carpeta de D. que la tiene completa” o “D. ¿Podes ir explicándole a
fulanito, mientras yo me fijo en esto? Simples comentarios, que hacían que D. ayudara,
colaborara con sus pares. Esto desde lo pedagógico.
Con respecto al espacio de convivencia en la Residencia, comenzó a tener momentos de
mucha angustia, sistemáticamente buscaba lugares como el baño, donde comenzaba a
llorar. Los auxiliares me llamaban por lo general a las tres o cuatro de la mañana. Yo
respondía, me sentaba con ella y poco a poco comenzó a hablar. Cabe aclarar que al
comienzo, solo me sentaba a su lado, a veces no hablaba. Esto con el tiempo cambió y
pasó de decir “No sé… ¿qué me pasa?”, a decir sobre su vida en el campo, habló de su
abuela, de su tío y de una madre que no veía desde chica. “Mi abuela, me rescató, yo
estaba desnutrida con mi mamá y mi abuela me fue a buscar”. En un momento y teniendo
en cuenta que nos encontrábamos bajo transferencia decido limitar el goce. Le planteo
que no asistiré más en horas de la madrugada, que si necesita hablar, podía hacerlo en
otros horarios, ya que necesito descansar. No solicita mi presencia y comenzamos a usar
espacios del día, salimos a caminar, buscamos el tiempo. Habla de su madre, se pregunta
sobre ella y una hermana. Le propongo que se comunique con ella, que puede darle el
teléfono de la Institución. Lo hace, se comunica (la madre vive en una Localidad cercana),
con el tiempo la llama a la Residencia y se comunican por esa vía. Se concreta una visita,
la cual autorizo dentro de la Residencia.
D. sale del proyecto de integración, aprobando la totalidad de las materias. Regresa al
campo, con su abuela, la cual tiene la custodia legal.
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Situación II.
Este residente inicia cuarto año
cuando yo ingreso como Directora. El día de mi
presentación a los padres, al enterarse que cambiaba el Directivo, rompe la puerta del
baño. Informo en la reunión que todo lo que los alumnos rompan, en la institución deberá
ser repuesto por los padres.
Durante dos años, hasta su egreso, me ubique en un lugar materno. En un momento, muy
molesto, se detiene en la puerta de la dirección y me dice “yo no confío en nadie”, le
respondo que esa es una decisión que deja por fuera posibilidades. Comienza a buscar
formas para hablar, observa mi trabajo. Me pregunta: ¿Por qué no se va a su casa?
¿Cuánto tiempo esta acá? La vamos a cansar. Me hace escuchar música que le gusta y
yo le propongo que escuche música “de mi época”, marco permanentemente la diferencia
generacional, pongo distancia y le digo: “Con tu edad, podrías ser mi hijo”, este
comentario le causa mucha gracia ¡¡¡ni loco!!!, respondía.
En una oportunidad, una persona se presenta en la Institución y me presenta su
currículum, para suplencias en la Institución. El se encontraba presente en ese momento.
Cuando se retira, me pide hablar y me dice que no la tome, que esa señora no trabaje en
la Resi, le pregunto la causa y me dice: “Vamos señora, usted no es tonta, tiene que
darse cuenta”. Con el tiempo, me relata las causas. Le planteo que existe una ley, que
sanciona y ubica como delito ese accionar que me relata. Continua desplegando su
discurso, me cuenta, como usa mis palabras, en una situación: “¿no te da vergüenza,
podrías ser mi mamá”’?
Cuando termina quinto año me escribe una carta donde plantea sus temores y sus ganas
de seguir en la Resi, un tiempo más. Dice: “Usted me conoce, como si fuera mi mamá”.
Conclusiones:
Con el tiempo, descubrí, que en algún punto, mi función como Directivo en esta Institución
estaba relacionada con el lugar del padre para los adolescentes que por ella transitaban.
Explicaré la causa de esta afirmación.
¿Cuáles fueron los ejes que guiaron el trabajo? Una Institución en total decadencia, nos
permitió, construir un lugar que propiciara ciudadanía, salimos de la posición de
detenimiento, para cambiar la mirada que se tenía hacia la adolescencia. Comprobamos
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que la Institución cambiaba dependiendo de cómo habitábamos este espacio. Fue una
oportunidad, el momento justo para producir cambios concretos.
El trabajo diario, generó cambios, nada fue del orden de lo mágico. La mirada crítica
estaba puesta en los espacios de análisis de nuestra práctica, las equivocaciones fueron
muchas y desde ahí aprendíamos.
Me pregunté muchas veces, ¿Qué es la adolescencia? Si la adolescencia aparecía ante
la caída de algo de la infancia ¿Qué caía? En este punto compartía mis preguntas en los
espacios de supervisión o con mis compañeros de trabajo, sobre el lugar del adulto, si
debíamos ocupar un lugar, ¿Cómo sería ese lugar? Comenzamos a definir ese lugar.
Acordamos marcar la diferencia generacional, usar en nuestro discurso la apuesta a ellos,
como continuadores, debíamos ceder, transmitir, acordar y no negociar, educar para el
futuro. No podíamos funcionar como pares.
Si pensamos en la adolescencia como momento de transito, hasta lograr una identidad
acorde a su singularidad, (¿adulto?), me preguntaba ¿Cómo incidía lo heredado, lo
nuevo, en la subjetividad de los adolescentes? Cuando algo es heredado, ¿podemos
elegir que heredar?
Los espacios de dialogo
dentro de esta institución propiciaban acuerdos, pero no
podemos pensar en que esto era la causa de los cambios institucionales. Muchas veces
decir, “no”, eran fundamental, necesario. Esto aportaba y ayudaba a
mi lugar de
autoridad, necesaria para el funcionamiento de la Residencia. Notaba que era muy
observada, en mi hacer diario, observaban si me llevaba algo de la Institución, si
transgredía limites. Por este motivo era esencial, sostener coherencia entre mi decir y mi
hacer. Ese era el punto que sostenía la autoridad no solo para los chicos, sino también
incluida al personal.
Lo imposible en el acto de educar:
Los adolescentes nos pedían más libertad, se molestaban ante nuestra presencia en la
escuela. Esto lo leíamos como una paradoja: “aléjate pero no desaparezcas”, por esto no
dejábamos de asistir a reuniones de deportes, escuela, salidas a otras localidades,
formábamos parte de comisiones, prestábamos las instalaciones de la Residencia para
festejar eventos y recaudar fondos, colaborábamos.
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La contradicción presentada en el discurso de los adolescentes, en esta aparente
molestia por nuestra presencia, se presentaba cuando decían: “nosotros somos los únicos
que vamos a trabajar en esto”, daban por sentado que estaban respaldados, que
trabajaríamos.
Cabe aclarar, que hubo momentos donde festejamos, bailamos, reímos y que esto no
desdibujaba nuestro lugar de autoridad. Dos Residentes cumplieron 15 años y un varón
18. Decidimos festejar. Vendimos tortas fritas, donaron el alquiler de los vestidos, los
Auxiliares regalaron las coronas y las familias trajeron animales para carnear y comer.
Todas las familias se reunieron, mucha gente del pueblo asistió. Cuando las jovencitas y
el joven repartieron las velas, fue un momento muy emotivo, todos nos emocionamos. El
espacio para divertirnos, implicaba una intervención. La preparación de estos momentos
hacia en la cotidianeidad de la Residencia, la búsqueda de recursos, la participación, la
espera, hacia que los adolescentes reconocieran el paso a paso hacia la concreción de
momentos futuros, que en sí mismos representaban dicha, alegría. Elemento esencial en
la convivencia.
¿Un adolescente es…? Tomamos las palabras de Sergio Zabalza, quien lo define: “La
adolescencia sería entonces, ese intervalo en que la ruptura de los semblantes que
componen un cuerpo infantil, se precipitan hasta hacer una significación que sella una
modalidad de goce bajo la forma del síntoma” (Zabalza, S. 2012) Esta definición de la
adolescencia no define al adolescente que transita por las Instituciones, no hay una única
adolescencia. Lo que existe son adolescentes y jóvenes que con su singularidad
requieren de la mirada y acompañamiento del adulto que propicie un espacio donde esta
sea, donde se despliegue. Cuando existen dificultades, estas forman parte de esa
singularidad, podemos
decir
y en forma de pregunta: ¿sería la combinación
de
aconteceres y discursos?
Pedagogía, Psicoanálisis y Educación:
Parto de un interrogante ¿Cuáles son las combinaciones y resultados que se generan
entre pedagogía, Psicoanálisis y Educación? Esbozo un intento de dar respuesta.
Hablamos del psicoanálisis que aporta la circulación e intervenciones en el campo
educativo y éste a su vez está atravesado por la pedagogía. Freud, nos advierte de la
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imposibilidad de la acción de educar, nos habla de una educación no sostenida en la
represión y la ilusión, sino en la palabra y en la verdad.
Tomo las palabras de Daniel Korinfeld quien dice: “Cuando Freud fundamenta las
relaciones entre la
cultura, la ley y la educación se mueve en el registro de los
estructurantes de la constitución subjetiva y del orden de la transmisión intergeneracional,
allí la educación es imposible, necesaria” (Korinfeld, D. 2005). Considero que atraviesa
nuestra práctica la necesidad de hacer, de concretar actos creativos que nos permitan
sostener la ilusión como educadores, quizás a través de dudas, interrogantes, pero que
nos permita alejarnos de una posición de detenimiento. Encontrarnos con otros,
supervisar lo que hacemos, apoyarnos en teorías que nos permitan mirar, cuestionar el
cotidiano para alcanzar nuevas posiciones que favorezcan a la disminución del
padecimiento.
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Bibliografía:
Corea, Cristina: “El niño actual: una subjetividad que violenta el dispositivo
pedagógico”.Disertación brindada en la Universidad Maimónides el 09 de Septiembre del
2.000, en las Jornadas sobre violencia social. Mesa Educación y Violencia. Accesible en
www.estudio-lwz.com.ar
Bleichmar, Silvia. “La construcción de legalidades como principio educativo”. Ciclo de
Video Conferencias Observatorio
Argentino Violencia en las Escuelas. Ministerio de
Educación de la Nación(2006)
Korinfeld Daniel en Frigerio Graciela Diker Gabriela, “Educar: ese acto político” Del
estante. (2005).
Zabalza, Sergio” El lugar del padre en la adolescencia” Letra Viva. (2012)
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