DOMINGO DE GUZMÁN, EVANGELIO VIVIENTE EN MEDIO DE LA

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¡SOY YO EN PERSONA! Lc 24,39
DOMINGO DE GUZMÁN, EVANGELIO VIVIENTE EN MEDIO DE LA HUMANIDAD
Las naciones decían: el Señor ha hecho grandes cosas por nosotros y estamos alegres, Sal 126
FORMACIÓN PREVIA EN DOMINICANISMO
Primera entrega: octubre 20 de 2012
1 EL PERFIL DE DOMINGO DE GUZMÁN
Objetivo: Valorar el perfil humano y evangélico de Domingo de Guzmán en la
fundación de la Orden de predicadores.
1.1 La personalidad de Domingo y la Orden de Predicadores
- Después de la muerte de Domingo los frailes comienzan a hablar y a
publicar en forma de recuerdos, hechos, enseñanzas, confidencias, virtudes y
milagros del Santo. Son testimonios obligados para una aproximación a la
fisonomía de Domingo y su obra fundacional, porque la obra literaria del
propio Domingo de Guzmán es casi inexistente.
- Domingo, como varón evangélico y a la vez como excelente organizador,
dejará la huella de su espíritu evangélico en la Orden dominicana por él
fundada y al mismo tiempo ejercerá una gran influencia en la organización
de la misma.
- El perfil humano de la personalidad de Domingo explica en parte el perfil humano de la Orden de
Predicadores. El perfil evangélico de Domingo explica asimismo el carisma específico y el proyecto
apostólico de los dominicos. La primera característica de la personalidad de Domingo, reflejada en
la Orden dominicana, es precisamente la unión armónica entre lo humano y lo evangélico, lo
natural y lo sobrenatural, entre las dotes humanas y las virtudes cristianas.
- No hay límites definidos entre estos dos campos de la personalidad de Domingo. Apenas es
posible precisar dónde termina su personalidad humana y dónde comienza su personalidad
evangélica. Es casi imposible señalar la frontera entre el valor humano de la amistad y el don
cristiano de la caridad. Esta armonía en la personalidad de Domingo explica suficientemente el
carácter típico del ser dominicano.
- Domingo ha enfrentado y superado con éxito el dualismo y el maniqueísmo de los cátaros. De
alguna forma, Domingo ha enfrentado también y ha superado con éxito la huida del mundo y el
espiritualismo, a veces exagerado, del monaquismo tradicional.
- Son quizá estas circunstancias históricas las que le han conducido a una comprensión en
profundidad del misterio de la Encarnación. Este misterio central de la historia de la salvación se
convertirá para él en fuente de su espiritualidad y de su proyecto apostólico. La gracia no destruye
la naturaleza, sino que la perfecciona. Este postulado teológico, que será debidamente
desarrollado por el gran teólogo Tomás de Aquino, y que informará posteriormente toda la
tradición teológica y espiritual dominicana, configura la personalidad de Domingo y está en el
trasfondo de su proyecto fundacional.
- La personalidad integral de Domingo hunde sus raíces en un sentido profundo del misterio de la
Encarnación. Esto hace que sea una personalidad rica y compleja, fascinante a veces y otras
desconcertante, con rasgos contrastantes y repliegues nunca descubiertos totalmente.
1.2 Fisonomía espiritual de Domingo
- El Maestro Jordán de Sajonia nos transmite un retrato espiritual de Domingo, lleno de afecto y
sencillez, pero que se ha convertido en un prólogo obligado a cualquier análisis del perfil humano
y espiritual de Domingo.
- “Por lo demás, lo que es de mayor esplendor y magnificencia que los milagros, estaba adornado
de costumbres tan limpias, dominado por tal ímpetu de fervor divino, que revelaban plenamente
en él un vaso de honor y de gracia, un vaso guarnecido de toda suerte de piedras preciosas.
- Su ecuanimidad era inalterable, a no ser cuando se turbaba por la compasión o la misericordia
hacia el prójimo. Y como el corazón alegre alegra el semblante, la hilaridad y benignidad del suyo
trasparentaban la placidez y equilibrio del hombre interior.
- Tal constancia mostraba en aquellas cosas que entendía ser del agrado divino, que, una vez
deliberada y dada una orden, apenas se conocerá un caso en que la retractase. Y como la alegría
brillase siempre en su cara, fiel testimonio de su buena conciencia, según se ha dicho, la luz de su
semblante, sin embargo, no se proyectaba sobre la tierra.
- Con ella se atraía fácilmente el afecto de todos; cuantos le miraban quedaban de él prendados.
Dondequiera se hallase, fuese de viaje con sus compañeros, en las casas con sus hospederos y sus
familiares, entre los magnates, los príncipes y los prelados, siempre tenía palabras de edificación y
abundaba en ejemplos, con los cuales inclinaba los ánimos de los oyentes al amor de Cristo y al
desprecio del mundo. En todas partes, sus palabras y sus obras revelaban al varón evangélico.
- Durante el día nadie más accesible y afable que él en su trato con los frailes y los acompañantes.
Por la noche, nadie tan asiduo a las vigilias y a la oración. En las Vísperas demoraba el llanto, y en
los Maitines, la alegría. Dedicaba el día a los prójimos; la noche, a Dios; sabiendo que en el día
manda el Señor su misericordia, y en la noche, su cántico. Lloraba abundantemente con mucha
frecuencia, siendo las lágrimas su pan día y noche; de día principalmente cuando celebraba la
Santa Misa; y de noche, cuando se entregaba más que nadie a sus incansables vigilias.
- Era costumbre tan arraigada en él la de pernoctar en la iglesia, que parece haber tenido muy rara
vez lecho fijo para descansar. Pasaba, pues, la noche en oración, perseverando en las vigilias todo
el tiempo que podía resistir su frágil cuerpo. Y cuando venía el desfallecimiento y el espíritu
cansado reclamaba el sueño, entonces descansaba un poco, reclinando la cabeza delante del altar
o en algún otro sitio, o sobre una piedra, como el patriarca Jacob, para volver de nuevo al fervor
del espíritu en la oración.
- Todos los hombres cabían en la inmensa caridad de su corazón y, amándolos a todos, de todos
era amado. Consideraba ser un deber suyo alegrarse con los que se alegran y llorar con los que
lloran, y, llevado de su piedad, se dedicaba al cuidado de los pobres y desgraciados. Otra cosa le
hacía también amabilísimo a todos: que, procediendo siempre por la vía de la sencillez, ni en sus
palabras ni en sus obras se observaba el menor vestigio de ficción o de doblez.
- Verdadero amigo de la pobreza, usaba siempre vestidos viles. En la comida y en la bebida era
templadísimo: rechazaba las viandas delicadas, gustoso se contentaba con un solo plato y usaba
del vino aguándolo de tal forma y tenía tal imperio sobre su carne, que atendía a las necesidades
corporales sin embotar la sutileza de su espíritu.
- ¿Quién será capaz de imitar en todo la virtud de este hombre? Podemos admirarla, y a su vista
considerar la desdicha de nuestros días: poder lo que él pudo, fruto es no ya de su virtud humana,
sino de una gracia singular de Dios que podrá reproducir en algún otro esa cumbre acabada de
perfección. Mas para tal empresa, ¿quién será idóneo? Imitemos, hermanos, en la medida de
nuestras fuerzas, las huellas paternas, dando al mismo tiempo gracias al Redentor, que concedió
tal caudillo a sus siervos por él regenerados, y pidamos al Padre de las misericordias que, regidos
por aquel espíritu que mueve a los hijos de Dios, caminando por las sendas de nuestros padres,
merezcamos llegar sin descarríos a la misma meta de perpetua felicidad y sempiterna
bienaventuranza en la que nuestro Padre felizmente ya entró. Amén” (Jordán, c. 49).
- El mismo retrato es reproducido, casi literalmente, por Pedro Ferrando en su Leyenda de Santo
Domingo, nn. 33-34; por Constantino de Orvieto en su Leyenda de Santo Domingo, n. 47; por
Rodrigo de Cerrato en su Vida de Santo Domingo de Guzmán, n. 44. Esta repetición es un
testimonio de su objetividad. Esta era la fisonomía de Domingo presente en el recuerdo de los
primeros frailes dominicos y transmitida por ellos, que habían sido testigos oculares del itinerario
humano y espiritual de Domingo y pertenecen a la primera generación dominicana.
ACTIVIDAD, abrir o ir a
http://www.youtube.com/watch?v=7SE4VHOy1BE&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=o2VEO7iqMYU&feature=related
http://www.idymcolombia.wordpress.com/
TEXTOS: fr. Carlos Arturo ORTIZ VARGAS, O.P.
DIBUJOS: fr. Reynaldo de Jesús SÁNCHEZ LÓPEZ, O.P.
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