DESEMPEÑO DEL CARGO DE PERITO Y ESPECIALIDAD MÉDICA Con cierta frecuencia se reciben en el Colegio de Médicos consultas que plantean cuestiones éticas y jurídicas relativas a la actividad pericial de los colegiados. Las más habituales tienen que ver con la posible infracción de preceptos de nuestro código de ética durante el ejercicio como experto ante los tribunales, así como con las cualificaciones/capacitación de los profesionales que desarrollan el mismo en la práctica cotidiana. La Real Academia de la Lengua define al perito como aquella “persona que poseyendo determinados conocimientos científicos, artísticos, técnicos o prácticos, informa, bajo juramento, al juzgador sobre puntos litigiosos en cuanto se relacionan con su especial saber o experiencia”. La capacitación no es la única condición que debe reunir el perito en la práctica, de manera que su idoneidad puede venir limitada también por circunstancias o hechos que le obligan a abstenerse o que pueden determinar su recusación. Las causas de abstención y recusación se establecen de forma general en el art. 219 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y en síntesis se refieren a la existencia de vínculos de amistad, enemistad, parentesco, consanguinidad o de otra índole que el perito haya podido establecer, por uno u otro motivo, con las partes, con sus letrados o procuradores o con el objeto de la pericia. Además de lo anterior el perito judicial tiene deberes y responsabilidades, así como derechos, y en su actuación habrá de que atenerse a lo que el Código de Deontología Médica en vigor (Guía de Ética Médica, 2011) establece para el ejercicio de la profesión médica, en general, y para el desempeño de ese cargo en particular (Capítulo XVII: Médicos Peritos). Como ya se ha dicho anteriormente, las cualificaciones que debe reunir el facultativo médico para la emisión del dictamen pericial suelen suscitar dudas entre los colegiados. La aproximación conceptual desde la Medicina a la definición de perito puede mover a error al facultativo, al entender, que para el desempeño del papel de perito ante los tribunales, se exige cumplir exactamente con requisitos que conocemos por su aplicación en el ámbito clínico. 1 En el año 2000 Ley de Enjuiciamiento Civil en su artículo 340.1 venía a establecer a este respecto lo siguiente: “Los peritos deberán poseer el título oficial que corresponda a la materia objeto del dictamen y a la naturaleza de éste. Si se tratare de materias que no estén comprendidas en títulos profesionales oficiales, habrán de ser nombrados entre personas entendidas en aquellas materias”. Esta redacción también puede ocasionar confusión al facultativo médico, quien tiende a interpretar esa referencia al “título oficial” como la exigencia del título oficial de especialista médico según el real decreto de especialidades en ciencias de la salud en vigor en cada momento. En este sentido el facultativo debe conocer que la literalidad de la ley no exige que los peritos posean títulos profesionales idénticos a los títulos oficiales de especialista médico que expide en nuestro país el Ministerio de Educación. Seguir esa interpretación conlleva a error en el contexto judicial, ya que dentro del mismo el perito es traído al proceso exclusivamente por su preparación artística, científica o técnica, sin que tenga importancia el modo de adquisición de sus conocimientos, ni siquiera que tenga o no título oficial, aunque la ley prefiera lógicamente a los titulados. Por ejemplo: la exigencia del título oficial de especialista podría suponer en la práctica que médicos forenses por oposición no pudieran ejercer su función por no ostentar título oficial de especialidad médica alguna. En el terreno judicial es el juez quien decide la admisión de la prueba y quien libremente determinará su apreciación. También entra dentro de sus competencias la decisión de establecer las cualificaciones que ha de reunir el perito para la emisión del dictamen pericial en cada caso. En el ámbito de las especialidades médicas, dos títulos oficiales de especialista vía MIR reconocen competencias para actuar como perito. Estos son el Título de Especialista en Medicina Legal y Forense y el Título de Especialista en Medicina del Trabajo. Los programas oficiales de estas especialidades contemplan específicamente la formación como perito ante los tribunales con mayor especialización en la jurisdicción social/laboral para los últimos. Además de estas dos especialidades médicas oficiales, existen títulos universitarios y másteres que permiten acreditar una 2 formación específica para la actuación como perito ante los tribunales. Entre ellos se ha consolidado el Título de Experto o Especialista en Valoración del Daño Corporal, que en países como en Francia se corresponde con una especialidad médica oficial (Dommage Corporel), y que en Europa posee pleno reconocimiento. En España este título, que otorgan muchas Universidades, surge en los años 90 en la Cátedra de Medicina Forense de Madrid, posee una tradición de más de 20 años y, a fecha de hoy, es plenamente admitido por los Tribunales. Tanto es así, que son los propios Tribunales los que reclaman continuamente el concurso de peritos titulados/expertos en valoración del daño corporal para ilustrarles sobre un buen número de asuntos. Otra cuestión que frecuentemente suscita consultas tiene que ver con la remuneración que la actuación pericial pueda generar. Debe tenerse en cuenta que esta no tiene porque establecerse únicamente para compensar por el informe pericial solicitado, sino que el perito puede solicitar que también se satisfaga la cantidad que corresponde a la posterior ratificación y defensa del mismo en sede judicial. 3