28 Capítulo Cuarto IV. Antecedentes IV.1. Antecedentes de

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Capítulo Cuarto
IV. Antecedentes
IV.1. Antecedentes de intervenciones arqueológicas en Ciudad Vieja
La práctica concreta y sistemática en Arqueología Urbana en Ciudad Vieja no
ha tenido en sus comienzos un desarrollo programático en torno al problema
arqueológico urbano en sí. Únicamente ha habido un interés por rescatar
espacios puntuales de mayor o menor interés patrimonial u objetos
arqueológicos aislados.
Se han realizado intervenciones arqueológicas en la Ciudad Vieja desde
mediados de los ’70.
Dichas intervenciones no tenían una sistemática en común sino que
conformaban estudios parciales del pasado, lo cual si bien generó valiosa
información, todavía es necesario integrarla “en un corpus que contribuya a la
explicación del desarrollo urbano y de los modos de vida reflejados en los
contextos materiales de producción, consumo y desecho de las pretéritas
sociedades” (Chiavazza, H. y B. Tamiozo 2002: 133).
En el año 1976 se realizaron obras en la calle Brecha, las cuales dejaron al
descubierto restos óseos humanos y materiales cerámicos pertenecientes a las
invasiones inglesas.
Durante 1990 se llevaron a cabo por la Facultad de Humanidades y Ciencias
de la Educación trabajos arqueológicos en la calle Juncal esquina Piedras. Las
tareas consistieron en el relevamiento de datos arqueológicos respecto a la
muralla y a los posibles pisos de ocupación mediante la ejecución de sondeos,
identificando distintos niveles y materiales arqueológicos. A partir de esto se
llegó a la conclusión de que la estructura visible es parte de la muralla y
correspondería a un segmento del Baluarte San Pascual.
Es también en 1990 cuando se realizan dos intervenciones coordinadas por
docentes en una casa colonial ubicada en calle Washington.
28
En 1992 se realiza el relevamiento de los tramos de muralla del antiguo
Sistema Defensivo colonial. Se pretendía concretar una ley que permitiera
proteger los vestigios existentes del cordón amurallado a cargo de la CPCN 7 y
el Dpto. de Arqueología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación. Se propone la evaluación del estado de conservación de los
remanentes de las estructuras in situ, su ubicación catastral, así como su
protección y conservación.
A partir de las excavaciones realizadas en 1994 durante las obras de
saneamiento de la ciudad fue descubierto al Sur de la Plaza España, próximo
al cubo del Sur un nuevo segmento de muralla de la antigua fortificación de
Montevideo. El relevamiento arqueológico –topográfico y fotogramétrico de la
zona– se propuso “rescatar vestigios históricos a través de técnicas
arqueológicas y aportar información sobre el uso del espacio a través del
tiempo” (Fusco, N. 1995: 339).
Figura 2 – Excavaciones realizadas en Ciudad Vieja en el año 1994 por obras del colector.
En 1996 la CPCN expone los motivos para la solicitud de declaración como
Monumento Histórico Nacional de los restos de la fortificación ubicada sobre la
actual línea de costa entre las calles Cerrito y 25 de Mayo, conocida como
Zona de Varadero. Los restos corresponderían a un baluarte relacionado con el
sistema militar de defensa correspondiente a la línea perimetral de
fortificaciones de la Plaza Fuerte de Montevideo durante la época colonial.
En 1997 durante los trabajos de construcción de la nueva Rambla en la
intersección de las calles Yacaré y Rambla 25 de Agosto de 1825 se produjo el
hallazgo de un cañón en la zona portuaria enterrado a poca profundidad. La
7
Sigla que corresponde a la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación.
29
intervención por la CPCN consistió en la estabilización del metal frente a la
corrosión, mensura y realización de croquis, sugiriendo que la pieza quede en
custodia del Museo Naval.
En 1998 durante obras de ampliación de la Rambla 25 de Agosto de 1825,
entre las actuales calles Juan Carlos Gómez e Ituzaingó, la CPCN registra y
fotografía los vestigios que habían quedado al descubierto y que consistieron
en los cimientos correspondientes a uno de los sectores del edificio de las
bóvedas y un aljibe.
En junio de 1999 como consecuencia de trabajos de alumbrado en la vía
pública, se hallan bajo tierra en la circunvalación de la plazuela Dr. M. Herrera y
Obes frente a la calle Treinta y Tres un cañón, restos de construcción (grandes
piedras en forma de losas) asociados a materiales cerámicos y vítreos del siglo
XIX. El cañón fue retirado y trasladado al Museo “Casa del Arquitecto Don
Tomás Toribio”. A través de planos de la época se observó que en esa zona se
emplazaba una batería con siete cañones, la cual defendía una pequeña playa.
En 1999 con motivo de las obras de ampliación del Hotel Columbia Palace que
proyectaban remociones y excavaciones del subsuelo en el área del jardín, y al
estar comprendido en la zona protegida de Ciudad Vieja, se realiza un
seguimiento de obra por arqueólogos de la CPCN, solicitando la detención del
trabajo ante aparentes hallazgos. Se hallaron restos de tres estructuras:
antiguo piso de ladrillos, muro de bloques de granito, ladrillo y argamasa y una
estructura tipo “chimenea”.
En el año 2000 se efectúan obras por remodelación del Teatro Solís que ponen
al descubierto vestigios arqueológicos. Hacia diciembre de 2002 miembros de
la FHCE constatan la destrucción de bóvedas y muros que se hallaban en la
fundación de la construcción del Teatro.
Durante el 2001 se produce nuevamente la ejecución de obras de instalación
de caños en la plazuela Dr. M. Herrera y Obes y a lo largo de la calle Treinta y
Tres. A raíz de las mismas, se hicieron observaciones que permitieron
relacionar a dicha área con el antiguo “Puerto Chico”, teniendo como
30
antecedente el informe realizado anteriormente (en junio de 1999) por la
CPCN. Para los meses de junio y julio de 2002 la FHCE realiza dos
excavaciones en la zona. Se recuperó gran cantidad de materiales
arqueológicos representativos de las actividades desarrolladas en el área
portuaria y estructuras de grandes losas de piedras a modo de explanada de
embarcadero.
Hacia el año 2003 comienzan los trabajos preliminares de recopilación de datos
de archivo en relación al Fuerte de San José por parte del MuNHiNA y la
FHCE. Al mismo tiempo obras en la Cooperativa de vivienda Lecocq en las
calles Rambla 25 de Agosto de 1825 e Ituzaingó dejan al descubierto vestigios
arqueológicos. La FHCE interviene realizando una serie de sondeos. En enero
de 2005 se excavaron vestigios pertenecientes al Fuerte de San José, una de
las primeras construcciones militares del período colonial, construido en el año
1746 y demolido hacia el año 1880. Hacia el mismo año el MuNHiNA interviene
en un predio en el cual se estaba construyendo un edificio en Ciudad Vieja,
realizando un seguimiento de obra. Se recuperaron materiales arqueológicos –
vítreos, cerámicos y óseos entre otros– y estructuras. Según los autores este
trabajo, concretado a partir de la coordinación de los diferentes actores sociales
involucrados, “ha contribuido a conocer, recuperar y divulgar el patrimonio
urbano montevideano, así como transmitir a la comunidad implicada la
valoración de la profesión arqueológica como generadora de conocimientos
respecto de nuestro pasado” (Erchini, C. et alter 2005: 19).
En el 2007 se realizan excavaciones a través de la FHCE en un predio
perteneciente al Banco de Seguros del Estado con la finalidad de poner en
valor
vestigios
arqueológicos
relacionados
con
el
sistema
defensivo
montevideano, es así que se interviene sobre la muralla, la escarpa,
contraescarpa, y área de foso.
31
IV.2. Contexto Histórico
IV.2.1. ¿Por qué Montevideo?
Hacia fines del siglo XV Europa iniciaba su expansión en ultramar. La
pretensión de las coronas ibéricas por afianzar el dominio sobre nuevos
territorios estuvo marcada por una serie de Tratados y Bulas Papales. El
Tratado de Tordesillas firmado en 1494 entre las coronas española y
portuguesa distribuía las tierras conquistadas y por conquistar mediante una
línea imaginaria de demarcación que corría de norte a sur distante 370 leguas
al oeste de las islas de Cabo Verde, de manera que en adelante todo lo que se
descubriera al este de dicha línea pertenecería al rey de Portugal y a sus
sucesores, y lo encontrado al oeste sería para los reyes de Castilla y de León y
sus sucesores. Los reinos se comprometían a respetar la línea de
demarcación, centrándose cada uno en explorar tan sólo la zona que le
correspondía. Los límites de dicho tratado fueron sucesivamente traspasados.
“Cuando el Imperio Español arribó a la Banda Oriental, esta era considerada
una <<tierra sin ningún provecho>> en razón de que no disponía de las
riquezas más estimadas por el capitalismo mercantil, que desde el siglo XVI
había privilegiado las zonas ricas en metales preciosos. La fértil pradera de la
Banda Oriental estaba habitada por comunidades indígenas […] Sin embargo
[…] la Banda Oriental pudo despertar la atención del Imperio en la medida en
que el territorio se desplegaba en una zona conflictiva entre los dominios de
España y Portugal” (Caetano, G. y J. Rilla 1998:17).
En el contexto de los enfrentamientos entre ambas coronas y hacia fines del
siglo XVII la corona portuguesa se establece en la margen norte del Río de la
Plata, se consolida en su enclave de Colonia del Sacramento y comienza a ver
con buenos ojos la bahía de Montevideo. Es así que en las primeras décadas
del siglo XVIII, motivados por el valor estratégico y las bondades de su
geografía8 intentan establecerse en la península de Montevideo.
8
Puerto natural con lecho de barro y calado suficiente para operar, manantiales de agua dulce,
tierras fértiles.
32
Figura 3 – Carta “Planta de la Ensenada de Montevideo. Para el Rey Nro. Señor que Dios
guarde. Levantada y delineada por el Cap.n Ingeno Dn. Domingo Petrarca de orden del Sr. Do
Bruno Mauricio de Zavala Mariscal de Campo de los Extos de su Mag.d y su Gobernador y Cap.n
General de las Provincias del Río de la Plata, Año 1719. “Practica Petrarca un plano de la
ensenada de Montevideo, con un trazado adicional de toda la zona circundante hasta el río
Santa Lucía, tratándose del primer relevamiento topográfico, cuando todavía no se habían
construido las fortificaciones, ni delineado sus primeras “quadras”, realizado cinco años antes
del desembarco de la expedición portuguesa de Freitas da Fonseca. En ese plano, Petrarca
indica con la letra (F) “los manantiales de agua dulce y terreno a propósito que se puede poblar
y fortificar”, eligiéndose así por primera vez en 1719, el lugar más apropiado para la futura
población” En: González, A. D. et alter (1950).
Estos avances ponen en alerta a la corona española y evidencian la necesidad
de establecer un enclave en la margen septentrional del Río de la Plata.
Por cierto el emplazamiento de Montevideo no fue un hecho aislado, sino que
formó parte de una estrategia de ocupación de sitios claves del punto de vista
geopolítico definida por la corona española.
“Durante el siglo XVIII se fundaron por deseo metropolitano hasta catorce
núcleos
urbanos
de
variados
tamaños,
otros
cinco
aparecieron
33
espontáneamente, y hasta cinco sitios fortificados llegaron a levantarse para
hacer frente a la expansión lusitana que, aparte de la inicial Colonia, se tradujo
en Río Pardo y Porto Alegre al norte de la Laguna Dos Patos y Río Grande,
entre esa misma y la Laguna Merim, más al sur. Pero sin duda el peso
específico de la región estuvo vinculado a la concentración de fuerzas e
instalaciones navales de guerra en Montevideo como Apostadero de la Marina
Real” (Vives Azancot, P. 1985:188).
La ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo tiene su génesis en: evitar
la instalación de una nueva colonia portuguesa, hacer propio un puerto con
virtudes únicas en el Río de la Plata, ejercer su influencia sobre el canal natural
de acceso a toda la Cuenca del Plata y fundamentalmente a las minas del
Potosí, y el control del Atlántico Sur.
34
IV.2.2. Montevideo: Plaza Fuerte
Establecida la ciudad en un punto de tantas cualidades estratégicas, eran de
esperar ataques e intentos de conquistarla por parte de otras potencias. Con el
fin de proteger la nueva ciudad, las fuerzas virreinales la transforman en Plaza
Fuerte, limitada por un lado por el Río de la Plata y por otro, rodeándola por
una gran muralla que la separaba del resto del territorio. El sistema defensivo
terrestre se completaba con algunos baluartes, fuertes y baterías, donde se
instalaban las distintas piezas de artillería, y un foso que rodeaba por fuera a la
muralla.
“Junto con las obras iniciales de fundación de la ciudad, se hizo el plan de
fortificaciones. Era menester señalar el dominio español frente a las
pretensiones de Portugal sobre el territorio de la Colonia, y así, antes de
levantarse las primeras viviendas, se abrieron en la tierra, virgen aún, los
reductos donde se emplazó una batería en la punta de San José, de modo tal
que dominase la entrada al puerto. Fue para la metrópoli una de sus
constantes preocupaciones la construcción de la fortaleza de Montevideo.
Desde 1727 y en los años subsiguientes, una correspondencia ininterrumpida
se mantiene entre la autoridad real y los gobernadores del Río de la Plata
relativa al plan de defensa. De una parte el ingeniero Petrarca, de otra el
Marqués de Verbon; el primero, haciendo el estudio del terreno, trazando
cartas y relieves del suelo; el segundo, desde Madrid, ingeniero real,
corrigiendo, anotando, observando hasta el mínimo grado la disposición de las
baterías, la altura de los muros, la delineación de los fuertes, sus ángulos
salientes o flanqueados, los fosos, las contraescarpas, las plazas de armas, las
golas y revellines; entre ambos realizan la proyección y dirección de los
trabajos, concretados entonces a una fortaleza en el medio de la garganta de la
península, con los baluartes al Norte y Sudeste de la ciudad. Medio siglo
transcurriría de continuados esfuerzos y las obras aun no habían dado término”
(Blanco Acevedo, P. 1959: 52).
A causa de la constante falta de fondos, el proceso de construcción del sistema
defensivo fue lento, llegando a terminarse en los finales de la dominación
española.
35
“La Ciudadela, cuya fábrica recién comenzóse en 1742, insumió cuarenta años
en su ejecución. Su gran portada hacia el Oeste, enfrentaba la calle de San
Carlos (hoy Sarandí), ocupando a ambos lados un espacio de cincuenta varas9;
de igual dimensión era su fondo y poseía un cuerpo superior edificado, al cual
dábase acceso por escaleras situadas en los ángulos Sur, Este y Nordeste”
(Blanco Acevedo, P. 1959: 52).
El sistema defensivo terrestre se componía de muros de piedra de siete varas
de ancho y once de alto. En el exterior y flanqueando la línea de baluartes, un
amplio foso de veinte varas de ancho y quince de profundidad.
“La ciudadela complementaba la gran línea de fortificaciones al Este de la
plaza y que, foseada en toda su extensión, corría de mar a mar. Dos grandes
puertas, la de San Pedro y la de San Juan, abrían los dos únicos accesos del
campo a la ciudad fuerte. En realidad, la inmensa obra de las defensas de
Montevideo recién pudo considerarse terminada en los últimos días de la
dominación española. Levantada la cintura amurallada a los cuatro vientos y
siguiendo una línea sinuosa en zigzag, cerraba absolutamente el núcleo
poblado. Una sucesión de fuertes y baluartes emplazados estratégicamente
impedía los ataques exteriores; circunvalando la ciudad, encontrábanse más de
ciento cincuenta piezas, entre cañones de hierro, obuses y morteros de bronce,
montadas en las baterías del [/] Parque, Cubo del Sur, San Juan, Flanco de
San Juan, la Ciudadela, San Carlos, San José, San Joaquín, San Francisco,
Batería del Muelle, Cubo del Norte, San Pascual, San Luis, San Sebastián, San
Diego, San Rafael, Parque de Ingenieros y Santo Tomás” (Blanco Acevedo, P.
1959: 52-53).
9
Una vara equivale a 0.8359 m.
36
Figura 4 – Montevideo a finales del periodo hispánico según C. Menck Freire. Óleo.
Reconstrucción realizada por C. Menck Freire. 1951, comunicación personal. En: Álvarez Lenzi
R. et alter (1986).
“La planta urbana de Montevideo quedaba, más o menos, delineada así: por la
parte de tierra, hacia el este, una línea de murallas que arrancaban de las
inmediaciones de las Bóvedas (esquina de Bartolomé Mitre y 25 de Agosto o
Piedras) Cubo del Norte, siguiendo con sus cortinas y baluartes en zig-zags,
entre las actuales calles de Bartolomé Mitre y Juncal hasta la Ciudadela (hoy
Plaza Independencia). Entre las calles de Juncal y Ciudadela se extendía el
foso que servía de defensa a la muralla. Desde la ciudadela hasta el sud,
siguiendo la dirección de la calle Brecha hasta su extremo sobre la costa (hoy
Templo Inglés) Cubo del Sud, continuaban las cortinas y baluartes. La parte
sud, limitada por la calle (hoy Reconquista), estaba amurallada, defendida por
baterías, alineada sobre la superficie que ocupa la calle Recinto. La parte del
oeste, limitada por la calle Guaraní estaba cubierta por una línea de baterías
que remataba en el Fuerte de San José, sobre cuyos restos se apoya
actualmente [1925] el muro exterior de la Dársena fluvial del Puerto. Por el
norte, el limite era lo que es hoy calle Piedras, y en lo demás, la que es ahora
25 de Agosto frente a las Bóvedas en las inmediaciones del actual edificio de la
Administración del Puerto” (Ministerio de Instrucción Pública. 1925: 687).
37
IV.2.3. San Felipe y Santiago de Montevideo
La ciudad delimitada por Millán seguía el plano original de Petrarca que
comprendía treinta y dos manzanas cuadradas que ocupaban la parte de la
península limitada por las actuales calles Alzáybar y Solís, Piedras, Juncal y
Reconquista. En 1751, el número de manzanas era de 75 que cubrían una
superficie encuadrada, al oeste por las actuales calles Maciel, Guaraní, Maciel
nuevamente, y Pérez Castellano. Al norte por la costa, al este por Bartolomé
Mitre; y al sur por Reconquista, haciendo cinco medias manzanas que
rebasaban ese limite (Barrios Pintos, A. y W. Reyes Abadie 1997).
Figura 5 – Plano de 1724 del Ing. Petrarca interpretado por C. Pérez Montero. 1949. En:
González, A. et alter (1950).
38
IV.2.4. Tiempo de transformaciones: hacia Puerto de Mar
Importantes serían las transformaciones que le esperarían a la ciudad de
Montevideo, puesto que desde 1767, Montevideo fue punto terminal de las
comunicaciones entre España y el Río de la Plata. Una Real Orden de 1776
determinará las disposiciones que representaron el principio de establecimiento
del Apostadero10 Naval español en el Atlántico Sur en su puerto, que será
habilitado para el comercio libre a partir de 1778. Se inicia una etapa de auge al
constituirse Montevideo en centro de importación de los cargamentos extraídos
en los navíos de registro, exportación de cueros, y a partir de noviembre de
1791 una Real Cédula concede a Montevideo el monopolio para la introducción
de esclavos africanos. Estas proporciones extraordinarias que alcanza la
actividad comercial son claramente ilustradas en el año 1781 en el cual sale un
convoy de veinticinco navíos llevando 432.000 cueros vacunos.
El Reglamento y aranceles reales para el comercio libre de España e Indias,
del 12 de octubre de 1778, incluye a Montevideo para el tráfico con la
península como Puerto Mayor.
“En 1778 la responsabilidad del apostadero de Montevideo, Patagonias e Islas
Malvinas se extendió al Golfo de Guinea, en Africa. Desde Montevideo, explica
Leslie Crawford, se cumplieron estas imposiciones: <<1) Garantizóse la
integridad de la Patagonia oriental, dirigiendo la fundación de poblaciones
puertos de 1780 a 1783. 2) Obligóse a Inglaterra y a los Estados Unidos de
Norteamérica a aceptar esa soberanía y a signar los tratados de 1790 y 1795,
por lo que ambas naciones reconocían la integridad de la soberanía hispana de
tierras, islas y aguas del Atlántico sur occidental, 3) Recuperación en 1789 y
1790 de Puerto Deseado y en 1791 de la Isla de los Estados, donde, los
ingleses habían levantado instalaciones; en 1793 del puerto de los Desvelos,
ocupado por balleneros y foqueros norteamericanos, y de los mismos una zona
de las Malvinas. Desde Montevideo también partieron las expediciones
recuperadoras de las Islas Malvinas, 1766. De los franceses, 1774. De los
ingleses. De Montevideo, partió la expedición que ocupó en 1778 las islas de
10
Apostadero – Departamento marítimo mandado por un comandante general. Puerto o bahía
en que se reúnen varios buques de guerra bajo un solo mando.
39
Fernando Poo y Annobón, en el Golfo de Guinea, Africa, las que fueron regidas
militarmente desde el Apostadero Naval de Montevideo>>. Por otra parte,
Montevideo se convirtió en el puerto obligado del tráfico negrero. Para ser
sometidos a una rigurosa visita de sanidad todos los buques que iban a Buenos
Aires y al Perú debían hacer escala en nuestro puerto” (Barrios Pintos, A. 1998:
258-259).
Estas circunstancias nos permiten entrever las profundas transformaciones
sufridas por la ciudad, donde la antes amurallada San Felipe y Santiago de
Montevideo se convierte en punto de recalada obligado del tráfico de buques
entre la metrópoli y sus colonias del sur. La actividad portuaria cobra una nueva
dimensión iniciando el camino hacia puerto de mar.
Esto último se refleja en la creación en febrero de 1779 de la Real Aduana de
Montevideo y los nombramientos de Contador y Vista (Carrión, J. 2003).
40
IV.2.4.1. Nomenclatura de las calles
La primera nomenclatura fue la establecida por el cabildo el 31 de mayo de
1730, marcada por la costumbre y la vida cotidiana, atendiendo alguna
característica que distingue a cada calle. Como es el caso de: “de la Carrera”
(actual Sarandí) por los carros de las autoridades que pasaban rumbo al
Cabildo o a la Iglesia Matriz; “de la Iglesia” (actualmente Ituzaingó) por estar
ubicada en frente a dicha iglesia; “del Puerto Chico” (hoy calle Treinta y Tres)
por desembocar en él; “de la Fuente” (actual Cerrito) por estar ubicada allí una
de las cuatro fuentes existentes intramuros; “de la Frontera” (actual Piedras)
por ser la calle que limita el amanzanamiento en su extremo norte; “de Callao”
(actual Misiones) que hacía referencia a un antiguo vecino singularizado por su
nacionalidad francesa; “Traviesa” (actual Zabala).
Después de medio siglo de fundado Montevideo se efectuó el deslinde y
nomenclatura de sus calles. Comprendía siete calles laterales y trece
transversales, sirviéndole de límite por el este la línea de fortificación, y por el
norte, oeste, y sur la ribera del Río de la Plata, con la muralla que las
circundaba. En 1778 se dio nombre a las calles tomando como referencia el
Santoral. Esa nomenclatura subsistió sin variación por el espacio de 75 años,
hasta el de 1843 en que se dio la nomenclatura existente hasta nuestros días.
1730
1778
1843
De la Frontera
de San Miguel
Piedras
s/d
de Santiago
Solís
Traviesa
de San Francisco
Zabala
No existente
de las Bóvedas
Rambla 25 de Agosto de
1825
41
Figura 6 – Detalle del plano de Ciudad Vieja con los datos de los nombres de sus calles en sus
tres nomenclaturas. Reconstrucción. S/d. Fuente: CMDF – IMM.
La actual Rambla 25 de Agosto no figuraba dentro de los muros de la ciudad. A
una parte de ella, más precisamente hasta el Barracón de Marina, se le
llamaba calle de las Bóvedas. La rambla fue creada muy posteriormente en
terrenos ganados al mar, como las prolongaciones al norte de las calles
Ituzaingó, Treinta y Tres, Misiones, Zabala, Solís, Colón, Pérez Castellano,
Maciel, y Patagones (Juan Lindolfo Cuestas) que han ensanchado la antigua
ciudad, lo mismo que por el sur, y otras al oeste (De María, I. 1957).
42
IV.2.4.2. Desmantelamiento del Sistema Defensivo
Ya como estado independiente, el Sistema Defensivo comienza a ser
desmantelado. Aquellas estructuras que lo permiten son re-utilizadas.
“La primera de ellas fue la demolición de los "solares del pueblo" decretada en
1829, que posibilitarán las posteriores extensiones del amanzanado. De esa
muralla sólo se demuelen, en forma inmediata, las "cortinas", manteniéndose
los bastiones, el polvorín conocido como las "Bóvedas" y la "Ciudadela", que
se van demoliendo sucesivamente. La Ciudadela es destinada a mercado de la
ciudad, en cuya función se mantiene hasta 1869” (Álvarez, R. et alter 1986:13).
Figura 7 – Costado Norte de la
Ciudadela
al
principio
de
la
demolición por la calle Florida.
Fecha
aproximada:
1880,
comunicación personal, área de
Historia
del
CMDF.
Fuente:
CMDF – IMM.
“[…] rebasada por el amanzanamiento de la Ciudad Nueva, la Ciudadela sirvió
de mercado público por muchos años y, es por ese tiempo, ya destruidos el
rebellin y los baluartes y colmado los fosos, cuando se horadó el fondo de la
capilla para poner en contacto directo la vieja y nueva ciudad por su arteria
principal. El centro de la Ciudadela fue la base para orientar el eje de la calle 18
de julio” (Arredondo, H. 1953:130).
43
IV.2.5. Primer período 1724-1814: Los Barracones de Marina, el
Apostadero Naval y el Hospital del Rey
Durante el período fundacional la manzana definida por las actuales calles
Piedras, Zabala, Solís y Rambla 25 de Agosto de 1825 se encuentra por fuera
del amanzanamiento (límite N, Piedras), como lo observamos en la
interpretación hecha por Carlos Pérez Montero en la figura siguiente.
1726
Manzana investigada
Figura 8 – Carta “Fundación de Montevideo. Repartimiento de solares hecho por Don Pedro
Millán el 24 de diciembre de 1726”. Interpretación realizada por Carlos Pérez Montero. 1949.
En: Azarola Gil, L. (1976).
Hacia 1750 sobre la calle de Traviesa (actual Zabala), se levantaron unos
galpones conocidos como “Barracón de la Marina”. A posteriori, cuando
Montevideo fue nombrado sede del Apostadero Naval, se erigió un edificio de
planta regular. Hacia 1776 se construyó la Atarazana11 y años después se
completó el cuerpo sobre la calle Zabala (Menck, C. y J. A. Varese. 1996).
11
Atarazana – Del árabe dâr al-sanca y del hispano árabe ãdár aṣṣán‘a, es un arsenal, astillero,
centro de carenado y recinto en que trabajan los cordeleros o los fabricantes de márragas u
otras telas de estopa o cáñamo.
44
IV.2.5.1. Los Almacenes o Barracones de Marina
No es sino hasta mediados del siglo XVIII que aparecen las primeras
construcciones en dicha manzana, que corresponden a los denominados
Almacenes de la Marina o Barracones.
El Barracón era un depósito oficial de los enseres del ramo de marina, albergue
de la marinería, local de costuras de velas y encerados, talleres de reparación
de material para el pequeño astillero, entre otras funciones. Las construcciones
fueron erigidas para los efectos de la llegada de la escuadra de Pedro de
Cevallos que se hizo a la vela en Cádiz el 13 de noviembre de 1776.
En Schiaffino (1937) se menciona la compra de los terrenos donde se
emplazará el o los Barracones “No conviniéndose esta junta de modo alguno
p.a q.e se acredite a favor de este ramo de temp.s el desembolso de los 2.500
p.s que por valor de la cuadra de terreno correspondiente a ellas se ha
entregado a la marina, se debe esperar que llegue a verificarse la futura
contingente consignación que en carta de 9 de julio passdo. me dice V. S. se
necesita p.a las atenciones de la dha marina y ha pedido el Virrey de Lima;
pues siendo urgente el pronto percibo de la cantidad p.a emplearla en los
piadoso fines a q.e la R. H. ha querido destinar los bienes de dhas. Temp.s que
en todos los dominios […] Setiembre 28 de 1776” (AGN. Montevideo. Caja 50
legajo 2, doc. 7. En: Schiaffino, R. 1937: 414).
Asimismo el Barracón se utilizaba como depósito temporal de materiales
llegados de Buenos Aires destinados a ser reembarcados para las islas
Malvinas. Los nombres de esta dependencia aparecen en diversos planos de
época, con el nombre de “Barracón de Marina”, “Arsenal12 de Marina”,
“Almacenes de Marina”, o “Galpones para pertrechos de Marina”. El edificio o
edificios, pues se mencionan los “galpones de marina”, se construyó (o se
construyeron) después de la expulsión de los Jesuitas (1767) en un sector del
12
Arsenal – Del árabe clásico dār aṣṣinā‘ah y del hispano árabe ãdár aṣṣán‘a, es un
establecimiento militar o particular en que se construyen, reparan y conservan las
embarcaciones, y se guardan los pertrechos y géneros necesarios para equiparlas. Depósito o
almacén general de armas y otros efectos de guerra.
45
terreno entonces inmediato a las aguas de la bahía que había pertenecido a
dicha congregación religiosa (S/a. 1995).
Figura 9 – Detalle del dibujo titulado “Vista de Montevideo. Vista de Montevideo desde la
Aguada”. Fotografía del dibujo original. Autor: Fernando Brambila. 1794. En: Iconografía de
Montevideo (2001). Se observa el Cubo del Norte, parte de la Muralla, la Iglesia y el Convento
de San Francisco y los edificios y depósitos de la Marina.
En cuanto a su aspecto general, J. M. Pérez Castellano (1968) hace la
siguiente referencia: “En esta ciudad tiene la Marina un Almacén que está
cercado cien varas en cuadro de un muro alto de cal y piedra a la orilla del
puerto y al lado de San Francisco. En el almacén se guardan jarcias, velas,
mástiles, y otros utensilios del respecto y del uso de las embarcaciones. A la
calle tiene viviendas altas y bajas para los oficiales que están al cuidado del
almacén, y para el cuerpo de guardia que están a la puerta. El comandante usa
en su casa gallardetón y en el asta de él pone las señales que se dan a
entender a los oficiales que están de guardia en las fragatas” (Pérez
Castellano, J. 1968:24).
Al regresar a la metrópoli la expedición del marqués de Tilly, se redujo el
espacio de los Barracones de la Marina. El intendente de Buenos Aires Manuel
46
I. Fernández se proponía en base a las construcciones existentes emplazar
sobre la calle de San Miguel un hospital.
“A continuación de este almacén [el de Marina], y cerrando la calle publica
[actual Solís] [/], porque así le pareció conveniente al Intendente de Provincia
que era un tal Fernández hay un hospital de más de cien camas de largo con
las piezas y oficinas necesarias, en que se curan los enfermos de marina, y los
soldados de tierra; es obra sencilla, pero bien hecha de cal, y canto lo más y
sino lo es el todo, lo parece a lo menos” (Pérez Castellano, J. 1968:24-25).
Obsérvese las figuras siguientes con la disposición del Hospital contigua al
Barracón de Marina.
Figura 10 – Detalle de la manzana contigua a la del área de estudio y su unión con el Barracón
de Marina. Interpretación del autor. En: Ferrés, C. (1975).
47
Figura 11 – Detalle de la manzana contigua a la del área de estudio y su unión con el Barracón
de Marina. Interpretación del autor. En: Ferrés, C. (1975).
IV.2.5.2. Apostadero Naval
La injerencia de Inglaterra y Francia sobre distintos puntos periféricos de la la
corona española motivó la creación de un Apostadero en Montevideo.
Tras la expedición del Comodoro Jorge Anson a la región y al Pacífico,
Inglaterra percibió la ventaja de habilitar una base de operaciones navales en
las bajas latitudes del Atlántico y en 1765 se encomendó al capitán John Mac
Bride la organización de un establecimiento en Puerto Egmont de las Malvinas.
Un año antes, el conde Luis Antonio Bougainville había fundado la colonia francesa de Port Louis. España reacciona contra estas ocupaciones de su territorio
colonial y obtiene el desalojo del archipiélago. Para prevenir nuevas intrusiones
y ocupar las tierras recobradas, despacha una fuerza naval al mando del
General de la Armada Juan Ignacio Madariaga, designado Jefe de la Escuadra
del Río de la Plata. El río queda habilitado como un ambiente operativo de
carácter permanente desde el cual una flota debía satisfacer la necesidad de
48
España de velar por la integridad de sus posesiones dentro del área de
influencia del Apostadero (Martínez Montero, H. 1977).
Su creación la determina concretamente una Real Cédula del 9 de agosto de
1776 disponiendo que dos fragatas de guerra se sitúen permanentemente en
Montevideo, turnándose anualmente en la vigilancia de las Malvinas. Al cabo
de dos años son sustituidas por otra dos y así sucesivamente. Con el tiempo,
esta organización elemental fue evolucionando hasta constituir una base naval
con sus servicios: almacenes, arsenal, establecimiento hospitalario y mayor
dotación de naves (Martínez Montero, H. 1977).
En virtud de su privilegiada posición marítima Montevideo cumpliría la función
de guardián de las posesiones del Imperio Español en el Atlántico Sur y en el
Océano Pacifico, ya que no era posible acceder a las posesiones españolas de
éste sin surcar las aguas del Plata para ganar el estrecho de Magallanes. Las
naves carecían de autonomía suficiente para efectuar el largo viaje desde un
puerto europeo a otro del Pacífico, por lo que debían recalar en algún puerto
del Atlántico meridional para reabastecerse. Por tal razón Montevideo adquiere
una importancia estratégica excepcional (Martínez Montero, H. 1977a).
La organización del Apostadero se explica en una “Memoria sobre el
establecimiento de guarda costas y demás medidas para evitar el contrabando
de nuestras colonias” que según Martínez Montero (1968) es un: “manuscrito
sin firma ni fecha pero posterior al 9 de Agosto de 1766, fecha en que se
expide la Real Orden que organiza el servicio de vigilancia en las Malvinas y el
Río de la Plata” (op. cit.: 13) de acuerdo a los establecido en el propio
documento. Allí se señala: “Para evitar el contrabando y cuidar las inmensas
costas de nuestras colonias, es que se ha establecido los Buques
Guardacostas que de algún tiempo á esta parte se han agregado á la Marina
Real por lo que se dan los buques necesarios para ese servicio, así como por
la Real Hacienda debe sufragarse todos los gastos que hagan nosolo por
causa delas soldadas y raciones, sino también por el deterioro de los aparexos
y demas ramos de armamento. Para cuidar debidamente de la puntual
observancia de este servicio, y para que haya en las colonias unos juzgados de
Marina, se han formado en ellas varios Apostaderos en que además del
Comandante hay otros oficiales y varios empleados de cuenta y razón, á la
49
jurisdicion de Marina en Europa, como son las Matriculas, las maestranzas, y
los montes. Estos Comandantes de Marina, con algunos otros oficiales forman
Junta de Apostadero la cual en las materias gubernatibas exerce unos
plenipoderes de autoridad iguales á los de Juntas del Departamento, siendo
pribatibo, peculiar y con inibición de toda jurisdicion, el entender en los asuntos
economicos gubernatibos de la Armada que ocurran en el apostadero, sin
necesidad mas que de rendir cuentas en la // Contaduria Mayor del Virreynato,
capitania General ó gobierno en que se causan los gastos, y de tener prontos
el buque ó buques que el xefe de aquel territorio pida para este ú otro servicio
[…] A dos hemos reducido los objetos delos buques en sus cruceros sobre las
costas de América: 1.o el evitar el comercio clandestino; 2.o cuidar que sobre
las costas de nuestras posesiones no se formen establecimientos, ni aún
rancheríos por los extrangeros que serían perjudicialísimos a nuestra
prosperidad [...] [/] // Lo primero que debemos tener presente es que lo que se
necesita en América es de buques que guarden la costa, estos son // los que
por tanto constituyen el unico fin de todo gasto que el servicio de marina
ocasiona en ella: los demas solo son accesorios y dimanados del principal, esto
es, si para que haya buques guardacostas es preciso que haya persona
facultatiba, y suficientemente autorizada que reuniendo el mando de todos
arregle sus cruceros, y vigile sobre su desempeño, será preciso pero acesorio
del fin principal que haya Comandante de Apostadero13 […] [/] Las ocurrencias
de este apostadero están reducidas en tiempo de paz á mantener en Maluinas
una corbeta de 16 á 20 cañones, que mantenga con posesión la propiedad de
aquellas Islas á la corona de España, cuidando de expulsar á los extrangeros
que suelen dirigirse á las muchas calas y puertos [/] de ellas, para hacer acopio
de grasa y pieles de lobos marinos. Esta corbeta permanece en el puerto de la
Soledad durante un año, desarma y cubre con su gente las pequeñas baterías
que defienden el puerto y atiende á la custodia del presidio que hay alli
formado. Por tanto, y asignando otra corbeta que estando constantemente
armada en el rio de la Plata haga todo el servicio que pueda ocurrir, tendremos
que en lo ordinario no debera haber en este Apostadero mas que dos corbetas
las cuales permaneceran dos años de estacion, uno en el rio de la Plata y el
13
Estas propuestas no se llegaron a concretar en su totalidad. Martínez Montero (1968)
atribuye esto a que era muy costoso ejecutarlo en América, si bien en la metrópoli podía
resultar conveniente, ya que “la disociación de funciones en aquella época importaría una
administración más engorrosa y más cara” (Martínez Montero, H. 1968: 4).
50
segundo en Maluinas, de modo que la corbeta de Maluinas volverá al segundo
año a Europa y sera reemplazada por la que irá a estacionarse en el rio de la
Plata y asi todos los años habra de cambiarse una corbeta desde España"
(Museo Naval. Madrid. Papeles apreciables. Tomo IV. Núm. 149. Documento 7.
En: Martínez Montero, H. 1968: 177-178).
A fines del siglo XVIII el Apostadero respondía a la intervención de las
siguientes tres autoridades. El primero un oficial superior de la Armada: el jefe
o Comandante de Marina, a quien le correspondía el gobierno y
responsabilidad de la institución. Involucraba también el gobierno de los
buques guardacostas, auxiliares de la flota militar, destinados a una vigilancia
de carácter fiscal. El segundo, un funcionario de Real Hacienda o Ministro de
Marina, quien tenía a su cargo las funciones administrativas y de contabilidad.
Por último, la Junta de marina integrada por los oficiales de jerarquía superior
del Apostadero y el Ministro de Marina, la cual estaba presidida por el Jefe. El
organigrama se completaba con los servicios de Sanidad, Arsenal, Ayudantía, y
Juzgado de Marina (Martínez Montero, H. 1968).
El Apostadero en primer término, atendió la defensa del área oceánica que se
le había confiado, apoyó la colonización de la costa patagónica y la vigilancia
del Plata. Durante las Invasiones Inglesas de 1806 cooperó en la reconquista
de Buenos Aires y en la defensa de Montevideo.
Una vez tomada la ciudad, y con la ocupación inglesa (II/1807-IX/1807) el
edificio del Apostadero Naval servirá – hasta setiembre de 1807 – como asiento
del Comando de la Flota Británica.
En 1808 los acontecimientos que se desarrollaban en la Península Ibérica14
repercuten en el Río de la Plata. Su Virrey Liniers se mostraba partidario del
reconocimiento a José I (José Bonaparte). El gobernador de Montevideo Elio,
en cambio, se subordinaba a la Junta Central de Sevilla. Es así que se inicia un
período de crisis entre Buenos Aires y Montevideo. Con el establecimiento de
la Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata (25 de
14
Napoleón invade y ocupa Portugal y España. Impone a José Bonaparte como nuevo rey de
España. La familia real portuguesa abandona Portugal y muda su corte a Río de Janeiro.
51
mayo de 1810) las diferencias entre Montevideo y Buenos Aires se tornarían
irreconciliables. Elío sería designado Virrey del Río de la Plata por el Consejo
de Regencia. La Junta Provisional Gubernativa del Río de la Plata
desconocería su envestidura. Montevideo se convierte en capital virreinal. En
enero de 1811 se inician las hostilidades entre las fuerzas realistas y las
revolucionarias. El Apostadero y sus oficiales serán baluartes de la lealtad
hacia Fernando VII, convirtiendo a Montevideo en un reducto realista.
Los sucesos más graves que hubo de enfrentar el Apostadero en el medio siglo
de su existencia, respondieron a circunstancias bien distintas y exigieron
procederes diferentes.
En el primer caso, comienzos del siglo XIX, guerra contra un enemigo exterior
– Reino Unido – las fuerzas navales organizaron un frente de resistencia, la
derrota de las fuerzas virreinales se debió al número y profesionalismo de las
fuerzas enfrentadas. El contingente británico contaba “Con una fuerza
compuesta por seis navíos, con decenas de transportes, totalizando alrededor
de doscientas bocas de fuego y una fuerza de desembarco de 2.400 infantes
muy bien armados, bajo el mando del [/] general William Carr, Vizconde de
Beresford, se lanzan a la conquista del virreinato del Río de la Plata. El
Apostadero Naval sólo podía oponer 25 cañoneras de río, una fragata, dos
corbetas, un bergantín, una goleta y un falucho, unos 130 cañones, sin contar
los de la plaza. La corona se había preocupado de potenciar las defensas
terrestres de Montevideo, no dándole importancia al incremento del poder naval
del Apostadero, verdadero enemigo de todo plan de invasión, no solo del
virreinato, sino del Atlántico Sur” (Zícari, E. 2007: 24-25).
En el segundo caso, al principio de los enfrentamientos – Montevideo contra
Buenos Aires – las fuerzas del Apostadero contaron con la superioridad de no
tener rivales de magnitud. Así lo demuestran sus acciones navales: Combate
de San Nicolás (marzo 1811), Bombardeo de Soriano (abril 1811), Bombardeo
de Buenos Aires (julio 1811), y toma de Martín García (noviembre de 1813).
52
Pero cuando el gobierno revolucionario organiza su segunda escuadra15 y le
otorga el mando a Guillermo Brown, los términos cambiaron. La escuadra de
Brown integrada por la fragata Hércules, una corbeta, un bergantín, una goleta
y cuatro naves menores toma la isla Martín García (marzo 1814) y derrota a las
fuerzas navales del Apostadero en la Batalla de Montevideo–Buceo (mayo
1814).
Las pérdidas que provocarían el accionar de la armada de Brown y los
episodios de la llamada batalla del Buceo darán a los revolucionarios el control
del Río de la Plata. Con la Batalla del Buceo, terminaron 38 años de incidencia
del Apostadero Naval en el acontecer del Río de la Plata. El Apostadero debió
actuar con sus propios recursos y hacer frente con su marinería no sólo a la
lucha en el mar sino a las acciones que se libraban en tierra. Sin recursos
suficientes, sin poder recibir apoyo de la metrópoli, el Apostadero de
Montevideo, estaba limitado en su accionar. Buenos Aires podía enviar sus
ejércitos hacia Chile y el Perú con la seguridad de no ver amenazada su
retaguardia en el Plata.
La resistencia entre 1810 y 1813 se produjo en parte gracias a la debilidad
naval de Buenos Aires y al apoyo portugués al Virrey Elío16. Cuando la
revolución creó su escuadra, Montevideo no pudo resistir; carecía ya de naves,
de medios para reponer las pérdidas; su armamento era limitado y no tenía
cómo incrementarlo. Una buena parte de las tripulaciones había muerto o la
habían hecho prisionera en combates terrestres en los que hubo de participar
por falta de tropas (Martínez Montero, H. 1977a).
15
La primera había sido vencida en San Nicolás.
Debemos considerar además el papel relevante que desempeñó el apoyo militar de la corona
portuguesa al gobierno de Montevideo. Desde julio de 1811 el “Exército Pacificador da Banda
Oriental” integrado por más de 3.000 efectivos operó en dos frentes dentro del territorio
oriental. En el Este Diogo de Sousa ocupa Melo, fortaleza de Santa Teresa, y Maldonado.
Desde las Misiones Joao de Deus Mena Barreto ordena acciones de hostigamiento en el norte
del Río Negro, toman Paysandú, ataca Mercedes y Soriano. En marzo de 1812 las fuerzas del
este abandonan Maldonado y se dirigen rumbo a Paysandú –que había sido recuperado por un
destacamento de la tropa de Rondeau–. Toman Paysandú. Luego ponen rumbo a la
confluencia del arroyo San Francisco con el Río Uruguay donde acampan esperando
instrucciones. Allí, el 10 de junio de 1812, Diogo de Sousa recibe la orden de retirarse del
territorio oriental. Tres días después estaba en territorio portugués.
16
53
Las pérdidas del Apostadero no fueron sólo en el mar. Sus pérdidas en tierra
también fueron considerables, lo cual queda evidenciado en una carta del
comandante del Apostadero de Marina Don José de Salazar al secretario de
Estado y de Despacho Universal de Marina, fechada el 19 de mayo de 1811:
“[…] El Com.te D.n José Posada formo el quadro y se defendió vastante tiempo
en retirada, p.o al final entro la confusión en su visoña gente, se desordeno, y
siendo envueltos, todos quedaron prisioneros con las cinco ó siete piezas de
art.a q.e tenían; esta es una pérdida irreparable, p.r q.e hemos perdido cuasi
toda la Marina, 800, ó más fusiles, y otros tantos hombres, es difícil pintar una
noche de tanta consternación como la pasada […]” (Archivo General de Indias,
legajo Buenos Aires, Nº 156, Año 1811. En: Comisión Nacional Archivo Artigas.
1953: 396).
En 20 de junio de 1814, cuando la plaza de Montevideo capituló, vencido su
Apostadero Naval, ello contribuyó en buena medida a la victoria de la
revolución en el Plata, la cual estaba en esos momentos siendo derrotada en
todo el continente: en Chile en los campos de Rancagua (1814), en Venezuela
en los de La Puerta, Urica, y Maturín, y el exilio de Bolívar en Jamaica, y en
México con la derrota y ejecución de Morelos (Abadie, O. 1997), con la
excepción del Alto Perú que continuó bajo control español hasta 1824.
54
IV.2.5.3. Hospital del Rey o de Marina
En el límite W del predio del Apostadero Naval, se levantó el denominado
Hospital de Marina o del Rey, construido hacia 1781. Formaba una unidad
funcional con el Apostadero. En él se asistían los tripulantes de los buques del
Rey que recalaban en Montevideo así como las tropas destacadas en la
ciudad. Su frente se ubicó sobre la actual calle Piedras entre las actuales Solís
y Colón. La construcción del hospital contravenía el amanzanamiento
establecido por las Leyes de Indias, ya que parte de su estructura se
desarrollaba sobre lo que debería ser el trazado de la calle Solís.
En referencia a este hecho Pérez Castellano (1968) comenta lo siguiente:
“[…] se ha ido edificando la ciudad, sin que nadie a los principios se atreviese
a usurpar a las calles ni a la plaza el terreno que para el uso público se le
señaló desde su fundación. El primero que traspasó esos límites y violó la letra
y el espíritu de las Leyes fue el Intendente Don Manuel Fernández, quien por
aprovechar para el Hospital de la tropa una pared de cien varas de largo, que
por un costado cerca la cuadra en que está el Barracón o Almacén de Marina,
cerró la calle de doce varas de ancho que dividía la cuadra del Barracón, de la
en que está situado el Hospital: y en la misma calle se fabricó una pieza, por la
que actualmente se entra al Hospital. Paralelas a esas dos cuadras del Hospital
y Barracón tienen los Religiosos de San Francisco otras dos cuadras,
separadas de aquéllas por calle real; la una en que está la iglesia y convento, y
la otra sólo murada por sus lados de un cerco de piedra. Una y otra estaban
divididas por calle real, como lo están todas las del pueblo; pero al presente se
halla también cerrada esa calle; porque el año de 1782 Don Juan José de
Vertiz, Virrey de estas Provincias, concedió a los Religiosos la calle pública que
había entre sus dos cuadras, para que la pudiesen cerrar y edificar, como
efectivamente la han cerrado, y han levantado en ella algunas piezas de poca
consideración. Estas dos calles cerradas causan a la ciudad gravísimo
perjuicio; pues siendo esas cuatro cuadras de las más cercanas a la bahía, y
por donde se trajina más para el embarco y desembarco de los cargamentos,
hacen notable falta para ese trajín el que dichas calles no estén abiertas.”
(Pérez Castellano, J. 1968a: 34-35).
55
Figura 12 – Plano interpretación 1742. En: Comisión Especial Permanente de Ciudad Vieja. Lo
señalado en rojo es nuestro, indicando las manzanas destinadas a los jesuitas, delimitadas por
las actuales calles Zabala, Piedras, Colón y la Rambla 25 de Agosto de 1825 (aún no
delineada).
Debido a que la calle Solís se encontraba cerrada en este período Ferrés
(1975) hace la siguiente acotación: “Las cuadras frente a San Francisco
hubiera sido más propio denominarla cuadra al costado de San Francisco. San
Francisco tenía su frente a la calle [/] Zavala y ocupaba las dos manzanas entre
Zavala, Colón, Cerrito y Piedras. Estas cuadras, de propiedad de la Residencia,
donación del Gobernador del Río de la Plata para cuando quisiesen los jesuitas
establecerse en la ciudad, eran las compendiadas ente Zavala, Piedras, Colón
y el mar según el primer deslinde, y las obras de fortificaciones o calle de San
Telmo (25 de Agosto) según los deslindes posteriores” (Ferrés, C. 1975: 239240).
El terreno que se destinaba para el Hospital, medía 120 (100 m
aproximadamente) varas de frente. De fondo sólo tenía 17 varas (14 m
aproximadamente), pues en el resto de la manzana se había proyectado un
cuartel, que tomaba las 63 varas restantes. La proximidad de la bahía había
hecho que esa manzana tuviera 80 varas, de S a N. El proyecto de adaptación
56
y ampliación de las construcciones allí existentes –que finalmente se ejecutó17–
disponía de tres salones amplios al frente, con capacidad para cien camas, de
15 varas de largo por 4 y media cada uno. Al este, en la actual Solís, cuatro
habitaciones, destinadas a la ropería, despensa, practicantes, cuerpo de
guardia, en el límite NW el cuarto del capellán, en la esquina SW la botica y el
cuarto de éticos, separado de aquélla por la puerta de entrada para los carros.
Otra puerta daba sobre la calle Piedras, en el extremo E de la construcción.
Los cuartos del servicio estaban ubicados en el límite N, separados por el patio
de la salas de los enfermos. Las construcciones debieron comenzarse en mayo
de 1781, a raíz de la venida de la corte virreinal. Para julio estaba el Hospital
pronto (Schiaffino, R. 1937).
Según Schiaffino (1937) existen dos planos del Hospital del Rey – ambos
proyectados pero sólo uno de ellos ejecutado – los cuales poseen algunas
diferencias. Una diferencia a destacar es la existencia en uno de ellos de una
pieza para ropería ubicada entre dos de las salas de enfermos (véase figura
13). La diferencia más importante que observamos en el plano proyectado
(figura 13) y el plano ejecutado (figura 14) es que en este último no aparecen
los cuarteles para la tropa. En el trazado urbano de Montevideo de finales del
siglo XVIII y comienzos del XIX este hecho le otorgó la característica forma de
“L” a las manzanas definidas por las actuales calles Colón, Solís, Zabala, y
Rambla 25 de Agosto de 1825.
Schiaffino (1937) deduce que el autor de estos planos –al carecer de firmas
ambos– es el Ingeniero José Pérez Brito –encargado de las construcciones en
ese entonces– y no Lecocq, quien siempre firmaba los suyos y corresponderían
a fechas posteriores a 1790.
17
“El primitivo proyecto de adaptación y ampliación – casi debiera considerarse de total
construcción – fue ambicioso, pues se pensó reunir en el edificio del hospital común y cuartel
para 800 o 1.600 hombres, según se construyera de uno o dos pisos […] Sin duda era
demasiado para unas finanzas públicas siempre exigidas y el proyecto se redujo al publicado
por el Dr. Schiaffino en su Historia de la Medicina en el Uruguay” (Martínez Montero, H. 1968:
27).
57
Figura 13 – Planta proyectada del Hospital del Rey. “Plano del edificio que ha de servir de
Ospital con el proyecto de las oficinas que necesitan y el de un Cuartel para 800 hombres si se
hace de un piso, y p.a 1.600”. S/a. Según Schiaffino (1937) sería anterior a 1790. En: Travieso
(1976).
Leyenda ubicada a la izquierda de la figura 13:
“Plano del edificio que ha de servir de Ospital con el proyecto de las oficinas
que necesitan y el de un Cuartel para 800 hombres si se hace de un piso, y p.a
1.600.
A – Entrada principal de Ospital.
B – Entrada para carros de Idm.
C – Salas para enfermos.
D – Quarto para Oficiales.
E – Quarto para Capellan.
F – Comisario de entradas.
G – Contaduría de Cuerpo de Guardia.
Y – Quarto para Practicantes.
J – Quarto para enfermeros.
K – Ropería.
L – Botica.
M – Quarto para etica.
N – Dispensa.
O – Quarto para el dispensero.
58
P – Quarto para el cozinero.
Q – Cozina.
R – Comun.
1 – Entrada principal del cuartel.
2 – Cuerpo de guardia para oficial.
3 – Idem para la tropa.
4 – Calabozos.
5 – Cuadras para la tropa.
6 – Cozinas.
7 – Comunes.
La igualdad de letras se expresa por las que tenía el plano que me entregó el
Virrey en 7 de junio de 1781.” (Travieso, C. 1976: 213).
Figura 14– “Plano del Hospital Provisional del Rey, para la Tropa y la Marina - 1784”. Plano
proyectado y ejecutado según H. Martínez Montero (1968). S/a. Según Schiaffino (1937) sería
anterior a 1790. En: Schiaffino (1937).
59
Leyenda ubicada a la izquierda de la figura 14:
“Plano, Perfil, Elevación y Vista del Hospital Provisional dela Plaza de
Montevideo –
Explicación
A – Entrada principal
B – Idm. para carros
C – Salas para enfermos
D – Idm. para oficiales
E – Quarto para el Capellan
F – Comisaría de entradas
G – Contraturía
H –Cuerpo de Guardia
Y – Quarto para practicantes
K – Ropería
L – Despensa
M – Quarto para el Despensero
N – Idm. para Cozinero
O – Cozina
P – Comun
Q – Botica
R – Quarto para Eticos
ST – Perfil cortado sobre la línea 1-2
V X – Elevación que pasa por los puntos 3.4” (Schiaffino, R. 1937: s/p).
De María (1957) se refiere a como entra en desuso el Hospital y como su
construcción se destina para otros fines de la siguiente manera: “Durante el
segundo sitio de la plaza, las epidemias, la acción del Cerrito, combates
parciales y el arribo de tropas de la Península en que venían muchos enfermos
por efectos de la larga navegación, llegó a ser insuficiente el Hospital del Rey.
[…] [/] En el 14, cuando las tropas de Alvear ocuparon la plaza, hizo entrega
ese jefe a la hermandad de Caridad, mediante un convenio, del Hospital del
Rey, quedando ésta obligada a asistir a todos los enfermos del ejército y
marina por cuatro reales diarios, pagaderos por la caja de la provincia. […] En
el uso quedó dado de baja, y tanto, que ni para Hospital de Marina lo ocuparon
60
los portugueses, prefiriendo establecerlo en una antigua casa del Baño de los
Padres, contigua a la de Buela, hoy donde existe la imprenta de El Telégrafo
Marítimo […] Ahí quedó el edificio heredado del antiguo régimen, con sus bajas
ventanas y negruzcas rejas al sur, haciendo bis a bis a las tapias del convento;
su ancha y baja portada al oeste con los consabidos postes de viejos cañones
al frente, su hueco de un cuarto de manzana al norte hasta el ángulo del
Barracón, mirando hacia las troneras de la muralla del antiguo recinto, y su
adyacencia al Barracón por el este, que formaba toda la cuadra” (De María, I.
1957:158-160).
Figura 15 – Detalle de la fachada del Hospital del Rey y su relevamiento de planta
proyectados. En: Travieso, C. (1976). Este plano es igual al que aparece en la figura 13, con
excepción de la representación que se observa sobre la parte superior izquierda de la misma.
S/a. S/d.
61
Figura 16 – Otro detalle de la fachada del Hospital y su relevamiento de planta proyectados.
En: Travieso, C. (1976). Este plano es igual al que aparece en la figura 13, con excepción de la
representación que se observa sobre la parte superior izquierda de la misma. S/a. S/d.
“Por el año 31 ó 32, en la época del gobierno patrio, a fuerza de pico y barreta
se dividió en dos cuerpos, demoliendo toda la parte del edificio de la bocacalle
de Santiago [Solís], para prolongar ésta hasta la que venía de las Bóvedas,
pasando por el costado norte del Barracón (Aduana entonces), de manera que
[…], pasó el antiguo Hospital del Rey a servir de depósito, panadería y
almacenes, y hasta de Administración de Correos al este, en la esquina, calle
de San Francisco [Zabala] Y para completar las peripecias de su destino, hasta
de Maestranza sirvió el cuerpo principal a la calle San Benito [Colón], el año 43.
De su vecino el convento no quedo ni vestigios. De él aún pueden reconocerse
algunos en las paredes y tirantes” (De María, I. 1957:159-160).
62
IV.2.6. Segundo período 1815-1843: Comandancia de Marina, Aduana y
Correo
Al pasar Montevideo a manos de las fuerzas artiguistas, en el antiguo
Apostadero Naval se instaló la Comandancia de la Marina.
En una carta de José María de Roo enviada al Cabildo Gobernador de
Montevideo el 16 de Agosto de 1815, se especifican los motivos por los cuales
sería conveniente mudar la Aduana. Si bien recién en 1817 se produce la
mudanza de la Aduana al antiguo predio del apostadero, desde el año 1815 ya
se contemplaba la utilización de ese predio. El siguiente documento ilustra los
motivos por los cuáles se descarta esa idea – debido al mal estado en que se
encontraban las instalaciones del Barracón de Marina – y se decide instalar la
Aduana en el antiguo local que había servido para tales fines (en la actual
esquina de Piedras e Ituzaingó).
”Persuadido de las intenciones de V.E. por consultar el mas posible ahorro en
el arrendamiento que el Estado paga por la casa q.e actualm.te sirbe y esta
colocada esta Aduana, se han practicado las mas exquisitas diligencias en
solicitud de otra q.e con inmediación al Muelle tubiese todas las comodidad.s
necesarias é indespensables para el Despacho publico, y ha resultado q.e
ninguna delas reconocidas es adequada, por que no estan construidas por la
obgeto, como sucede con la casas de la viuda D.a Mar.a Antonia Achucarro, cita
en la Calle de San Miguel, la qual tiene un excelente almazen de cincueta
Varas de largo entablado y repartim.to de las Oficinas necesarias por haberse
construido y serbido de tal Aduana en el antiguo Gobierno Español, y su
alquiler mensual de cincuenta pesos en lugar de los ciento cincuenta q.e
actualmen.te paga el Estado por la que sirbe de tal, cuyo ahorro es bien
Ventajoso ser. El pensamiento de mudar dha Oficina al Barracon de Marina,
pues este en caso de poderse habilitar costaría al Estado quanto menos de dos
á tres mil / pesos y nunca se podría consiliar la dsitribucion de las oficinas
necesarias como Corresponde, por que su estado presente no lo permite de
forma alguna, como se ha visto. En tal concepto me prometo de zelo de V.E.
seserbirá conceder la aprobación necesaria para q.e se haga el indispensable
gasto de entablar el piso de la Administrc.n y el Cuerpo de Guardia por faltarle á
63
aquella y este muy deteriorado, para lo qual aprobecharemos la parte de
entablado q.e tiene el almazen de la casa actual; asegurando á V.E. q.e la obra
acabará, y guardará la may.r economía en Veneficio del Estado con sugecion al
plan de mis deseos, cuidando de instruir á V.E. en oportunidad. (AGN Fondo ex
Archivo General Administrativo. Año 1815. Libro 173. Folio 56. En: Comisión
Nacional Archivo Artigas. 1992:420).
En carta con fecha 16 de agosto de 1815 el Cabildo Gobernador de
Montevideo le contesta al administrador de aduana que aprueba su resolución
de traslado “[…] resuelto se haga esta dirigencia ála brevedad posible,
haciendo los gastos q.e crea necesarios . p.a la compostura del cuerpo de
guardia y demás oficinas […]” (AGN Fondo ex Archivo General Administrativo.
Año 1815. Libro 489. Folio s/n entre 86-87. En: Comisión Nacional Archivo
Artigas. 1992:421).
Durante la invasión portuguesa el Barracón de la Marina funciona como
Aduana, función que conjuntamente con la oficina central de correo continuará
desarrollando en los primeros años del Estado Oriental. “Los portugueses
después de 1817 reformaron el edificio y trasladaron a él la Aduana, que había
estado instalada en el edificio que en los años 1779-1780 se construyó con ese
objeto en la esquina de las actuales calles de Piedras e Ituzaingó […]
Trasladada la Aduana al Barracón de la Marina, este sufrió diversas
modificaciones. En 1829 fue dividido en dos cuerpos por la actual calle Solís
que se prolongó hasta la rivera” (Montero Bustamante, R. 1924:175).
En carta de Federico Lecor al Conde de Barca fechada 28 de febrero de 1817
se relata el estado de deterioro en que se encuentra el Arsenal de Marina
(Barracón de Marina): “Tenho a honra de levar á presença de V. Ex. a, para que
sejâo apresentados na de Sua Magestade, os Mappas inclusos em que se
comprehenden todos os Petrechos de Guerra, Muniçoes, e Generos que se
acháraô nesta Praça, pertencentes tanto a Artilheria, como ao Arsenal da
Marinha; e que nâo acompanhárâo o meu primeiro Officio em que participava a
Occupaço desta praça por nao estarem a esse tempo feitos os Inventários.
Os Quarteis, e Armazens da Praça precizâo concertos, nâo tendo a maior parte
delles Pórtas, nem janéllas, e os Telhados em muito mâo estado; para o que se
64
faz necessário madeiras, que aqui nio há, e julgo de absoluta necessidade
reprezentár a V. Ex.
a
que haja de dar Ordem ao Governador de Santa
Catharina para que mande cortar, e apromtar huina porçao da qualidade
propria para semelhantes obras; em quanto nâo mando a Relaçao exacta das
quantidades que sâo necessarias, de cada qualidad” (Archivo Público Nacional
Río de Janéiro. Brasil. En: Comisión Nacional Archivo Artigas. 2000: 189).
Los portugueses utilizaron el local como “alfándega” donde depositaban tanto
la mercadería importada como la confiscada a los barcos enemigos. A partir de
1824 fue la primera Aduana, centralizándose allí depósitos de administración
(Carrión, J. 2003).
IV.2.7. Tercer período 1843 – 1852: Aduana y fraccionamiento en la Guerra
Grande.
Este período corresponde al de la Guerra Grande, donde a partir de 1843 la
ciudad sufrió una serie de transformaciones en su trazado urbano, debido a la
adopción de una estrategia militar que se adecuara a las necesidades
defensivas – terrestres y marítimas – de un Montevideo sitiado (Altezor, C. y H.
Baracchini 1971).
La evolución urbanística de la ciudad sitiada está marcada por dos
acontecimientos: la creación de un cinturón defensivo, que frena el crecimiento
de la ciudad, y las obras portuarias que se incrementan notablemente en
comparación con lo actuado hasta entonces. Por otra parte, en extramuros se
producen notorios avances en lo urbanístico.
“El campo sitiador construye su ciudad, una ciudad dispersa, no compacta,
pero con una coherencia urbanística de relación de funciones que la definen
como tal. Este fenómeno […] está predeterminado por las necesidades
estratégico–militares y político–administrativas del campo sitiador” (Altezor, C. y
H. Baracchini 1971: 81). La nueva ciudad funcionó como tal hasta la paz de
octubre (de 1851). El elemento integrador de la misma lo constituía el sistema
vial, representado por el camino del Cardal (aproximadamente lo que hoy es
calle Comercio) y el de Los Propios, los cuales unían el Puerto del Buceo, Villa
65
Restauración, Campamento del Cerrito y Chacras del Miguelete. El Puerto del
Buceo se ubicó en la bahía del Buceo. Allí se construyó un muelle de
embarque, un edificio de Aduana –Aduana de Oribe–, barracas de
almacenamiento y el edificio del Tribunal de Comercio. Villa Restauración fue el
centro político, administrativo, cultural, religioso y residencial; en el Cerrito se
emplazaron el equipo y las fuerzas militares y el Poder Legislativo se localizó
en las Chacras del Miguelete (Altezor, C. y H. Baracchini 1971).
Figura 17– “Plano de Montevideo durante la Guerra Grande, publicado en París en 1845,
señalando los campamentos de la Legión Francesa y de las tropas nacionales”. S/a. 1845. En:
Altezor, C.y Baracchini, H. (1971).
Con el horizonte de la Guerra Grande, en el predio del antiguo Apostadero
Naval, se instalará la base de la flotilla del Gobierno de la Defensa, siendo
asiento del Jefe Naval de Montevideo, José Garibaldi comandante de la Marina
del Gobierno 18.
18
“En 1830, constituida la República, se instalará la Aduana y Oficina Central de Correo, y en
tiempos de la Guerra Grande servirá de asiento a Garibaldi en su condición de Jefe Naval del
Gobierno de la Defensa [1842-1848] y será también teatro de terribles hechos, cuando el
coronel Estivao, ante el acoso de los amigos de Rivera – vuelto a escena –, allí resiste y muere
… y su cuerpo es arrastrado por las calles” (González, N. 2008 a.: S/p).
66
Según González, N. (2007) la Aduana se emplazó en el edificio del Apostadero
hasta 1852, año en que se traslada hasta los edificios próximos a la costa
construidos por el francés Aulbourg, específicamente para oficiar de Aduana.
Este último – ubicado en la calle en la Rambla 25 de Agosto de 1825 desde
Maciel a Colón frente al Mercado del Puerto – se incendió en 1921 (Carrión, J.
2003).
“La Aduana permaneció allí hasta 1852, año ese en que se inauguraron los
actuales depósitos construídos por Mr. Doniel” (Montero Bustamante, R. 1924:
175).
El 6 de Junio de 1843 Samuel Fisher Lafone por si y como apoderado de su
hermano Alejandro Ross Lafone compra al Supremo Gobierno el edificio y
terrenos que conforman la manzana número 79 “de esta antigua ciudad donde
estuvo la Aduana” (Títulos de Propiedad). Los hermanos Lafone tenían
acciones con Juan Antonio de Carvallo Junior, Bartolomé Baradère y Enrique
Escher. Estos repartieron la sociedad en 60 acciones, las cuales fueron
divididas y vendidas a diferentes personas. Finalmente los terrenos se
dividieron en unas 20 fracciones o lotes y se remataron.
Sin embargo la construcción del Apostadero se siguió destinando a usos
públicos. En el año 1846, el edificio de la Aduana (Apostadero) será escenario
de hechos de sangre que tuvieron que ver con el asesinato del Capitan del
Puerto de Montevideo, Coronel Jacinto Estivao. El caos se adueña de la ciudad
tras la llegada del ex presidente Rivera y se subleva el Batallón 4to de línea19,
apoyándolo. A los primeros tiros, el Coronel Estivao se acantona en la azotea
de la Capitanía del Puerto, con una dotación de 100 hombres. Allí ofrece
resistencia. Al amanecer, el levantamiento se había generalizado. Otros
batallones se unen a los sublevados. Pero para asegurar el desembarco de
Rivera deben lograr el control de la Capitanía del Puerto y su muelle. El
Capitán del Puerto se resiste. Da comienzo un encarnizado combate.
19
Había sido destacado ahí para evitar la sublevación de los partidarios de Rivera.
67
Desde el Cerrito de la Victoria, se observaban los movimientos. Esto queda
plasmado en El Defensor publicado el 4 de abril de 1846:
“[…] En la noche del primero llegaron las cosas a tal punto, que se rompió el
fuego entre los dos bandos y ayer presenciamos desde este campo [Cerrito de
la Victoria] diversos movimientos de tropa anunciando un conflicto inmediato.
Los cuerpos todos estaban divididos, victoreando los unos a Rivera y los otros,
al titulado Gobierno y a Pacheco. En balde desembarcaron mas fuerzas
inglesas: no pudieron reestablecer el orden y todo anunciaba que la fuerza
acabaría trágicamente. Los partidarios del Pardejón, aventureros franceses y
demás, se habían apoderado del centro de la ciudad, relegando de la trinchera
a Pacheco y los suyos, que asentaban los cañones contra la ciudad. Muchos
han sido los muertos. Entre otros se encuentran el titulado capitán del puerto
Estivao que, después de muerto fue degollado, a nombre de la ‘civilización y
humanidad’, un comandante Vedia y muchos otros titulados gefes y oficiales”
(El Defensor de la Independencia Americana, 4/IV/1846:4).
En tanto que un oficial de la Defensa el Coronel Lista Viamonte desde su
puesto de observación ubicado en la casa de Pla, señala:
“Abril de 1846. Día 2. Hoy ha sido muerto por las tropas que ocupan la plaza
en la Capitanía del Puerto, el Coronel Don Jacinto Estivao, y otros oficiales que
con él se hallaban en la azotea de dicha capitanía. Día 3. La noche anterior se
ha pasado en alarma, y en la plaza las fuerzas que proclaman al General
Rivera” (Lista Viamonte, R. 1984: 241).
IV.2.8. Cuarto período 1852 – 1930: fraccionamiento general de la
manzana.
Como ya mencionamos anteriormente, en 1843 los terrenos y construcciones
que conformaban la manzana que pertenecía al Supremo Gobierno fueron
adquiridos por Samuel Fisher Lafone, Alejandro Ross Lafone y socios, los
cuales la fraccionaron y enajenaron a terceros. Para dicha venta, se decidió
tasar y medir la manzana, tarea que fue encomendada al Arquitecto Aulbourg,
quien levantó plano de la misma, en el cual se especifican las siguientes
medidas:
86 varas 19“(pulgadas) frente E a la calle Zabala
96 varas 4” frente S sobre Piedras
68
94 2/3 varas frente N sobre 25 de Agosto
84 varas 20” frente W sobre Solís
Tanto en los títulos de propiedad de la manzana como en los planos de
Catastro, figuran 17 solares correspondientes a 17 padrones: 2921, 2922,
2923, 2924, 2925, 2926, 2927, 2928, 2930, 2931 (parte), 2932 (parte), 2933
(parte), 2934 (parte), 2935, 2936 y 2937. En el Catastro Capurro20 figuran 19.
En la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX estos solares se fueron
vendiendo a distintas personas, familias o sociedades, las que a su vez
también los vendieron, o dejaron como herencia a sus familiares más cercanos
al fallecer, por lo cual en muchos de los casos los terrenos han pertenecido a
una misma familia por décadas.
Algunas de estas familias dejaron su huella en la memoria colectiva de los
montevideanos como es el ejemplo de la familia Lussich21.
Por otro lado, han sobrevivido hasta nuestros días referencias a los hermanos
Lafone. El hecho de que las mismas tengan su origen en partidarios de las
líneas enemigas a las de la afiliación de los Lafone, debe ser tenido en cuenta
a la hora de establecer el grado de credibilidad de las fuentes. Las crónicas, la
toponimia nos muestran a los hermanos Lafone como los dueños de gran parte
de Montevideo (saladero Lafone, embarcadero Lafone, entre otros).
Padrón 2921
De la fracción de terreno, que actualmente se denomina padrón 2921, ubicado
en la esquina de las calles Piedras y Zabala – con un área de 418 m2 –
sabemos que en 1858 Eugenio Legrand, Antonio Guimaraes y Pablo Nin
vendieron dos lotes de terreno a Antonio Zubillaga. Este terreno permaneció
por varias décadas en la familia Zubillaga, perteneció primero a los esposos
Antonio Zubillaga y Virginia Ribes hasta la muerte de éste en 1858, siendo
20
Acuarela.
Propietarios del la empresa de lanchaje, remolque y salvamento marítimo creada por Felipe
Lussich y continuada por sus hijos.
21
69
heredado por su esposa (fallecida en 1896) y sus hijos. Finalmente en 1924 el
Banco de la República Oriental del Uruguay se lo vende a la Caja de
Jubilaciones y Pensiones de Empleados y Obreros de Servicios Públicos.
Padrón 2922
En cuanto al padrón 2922, con frente a la calle Zabala, lindero al padrón 2921,
2923 y 2928 (2937) por el W (al fondo) – con una superficie de 324.24 m –
sabemos que hasta 1938 perteneció a Amelia Legrand de Cren, la cual lo
vendió ese mismo año.
Padrón 2923
El padrón 2923, con frente a la calle Zabala, lindero con los padrones 2922,
2924, 2926 y 2928 por el W, corresponde al lugar donde actualmente se
encuentran los restos del Apostadero.
La información del destino de este padrón para este período es la
proporcionada, por un lado, por el catastro Capurro (1867) que referencia la
presencia de un conventillo, y por otra parte, la proveniente del análisis de
registros fotográficos nos indica que estaba habitado e inclusive funcionaba
una lechería en una parte de sus instalaciones.
Padrón 2924
La información del destino de este padrón para este período es la
proporcionada, también por el Catastro Capurro (1867) que referencia la
presencia de una herrería y la proveniente del análisis de registros fotográficos
que indica la existencia de un proveedor marítimo.
Padrón 2925
El padrón 2925 ubicado en la esquina de la Rambla 25 de Agosto de 1825 y la
calle Zabala, lindero con los padrones 2924 al S y con el 2926 al W cuenta con
una superficie de 113.44 m / 191 m 86 dm, incluyendo ochavas.
70
Forma parte de los bienes adquiridos al Gobierno de la República el 6 de junio
de 1846 por Samuel Fisher Lafone y Alejandro Ross Lafone. Posteriormente
fue adquirido por José Antonio Zubillaga, por compra a Eugenio Legrand,
Antonio Guimaraes, Pablo Nin, asociados estos a los hermanos Lafone: “estos
por si y a nombre de la sociedad propietaria del edificio y terrenos que forman
la manzana número setenta y nueve de la Vieja Ciudad, donde estuvo la
Aduana, en escritura que el doce de octubre de mil ochocientos cincuenta y
cuatro, autorizó el escribano Martín Ximeno” (Títulos de propiedad, Padrón
2925, Fojas ANº027273-3768404).
A la muerte de Zubillaga, su esposa, Virginia Ribes y sus hijas, Bertilda y María
Zubillaga Ribes heredan estos bienes en 1860. En el año 1862 Virginia Ribes
vendió su parte a su hermano Saturnino Ribes. Este último se la vuelve a
vender al año siguiente.
En 1892 Bertilda le vende su parte a su madre, Virginia Ribes. Y, al fallecer
Virginia Ribes deja a Bertilda la parte que le correspondía.
El 6 de noviembre de 1914 fallece María Zubillaga dejando a su hermana
Bertilda la finca situada en la esquina de las calles Zabala y Piedras.
Por auto del 30 de noviembre de 1920 se declaró herederos a Margarita Mac
Cabe Harley de Uriarte (hija adoptiva de María Zubillaga) y al hijo de ésta
Guillermo Haroldo Uriarte y en la nuda propiedad a Berta y a Rafael Ruano
Zubillaga.
Padrón 2926
El padrón 2926 ocupa una superficie de 231 m 10 dm, teniendo de frente a la
calle 25 de Agosto 27 m 8 cm al NW, por donde linda con los bienes padrones
2925 y 2924, 8 m al SE, limítrofe con el inmueble padrón 2923, y 27 m 20 cm al
SW, por donde confina con el padrón 2927.
71
Padrón 2927
El padrón 2927 ocupa una superficie de 323 m 10 dm y se deslinda así: 8m 64
cm al NW, de frente a la calle 25 de Agosto, 27 m 20 cm al NE, confinando con
la fracción número 2; al SE una línea quebrada, integrada por dos tramos, que
a partir del extremo del límite anterior miden 8 m 57 cm, 8 m 74 cm, 10 m 5 cm
orientada SE – NE, 8 m 69 cm SW – NW, 17 m 20 cm.
Los bienes identificados en esta escritura los hubo la sociedad “Miguel Oneto y
Compañía”, integrada por: Miguel Oneto, Bartolomé Vignale, y Juan Canale
por: para el padrón 2927, por retroventa que hizo Juan Vicente Chileno,
casado, a dicha sociedad cesionaria del derecho de rescate que tenía Ercila
Latorre de Arteaga por escritura de 1896. Para el padrón 2926, por compra de
Benito Marini (casado), Carmen Marini, y Carlota Marini casada con Carlos
Reboroti en escritura de 1901.
Formando parte de los bienes que el estado declaró salidos del dominio fiscal,
por ley de 17 de mayo de 1869, por escritura del 28 de junio de 1901, se
autorizó a los nombrados Oneto, Vignale y Canale, los que constituyeron la
Sociedad Oneto y Compañía.
M. Oneto falleció en 1908 y se declaró herederos a sus 5 hijos: Julia Rosa
Carmen, Matilde María, María Celia, Delia y Alberto Miguel Oneto, sin perjuicio
del cónyuge, María Vignale de Oneto. En 1909 la esposa y los hijos de M.
Oneto vendieron el haber social y los inmuebles que les correspondían a los
señores A. Oneto y L. Frugone.
B. Vignale, J. Canale, A. Oneto y L. Frugone disolvieron la Sociedad Oneto,
Vignale y Canale, constituyendo otra con la misma denominación en 1921.
Padrón 2928
El padrón 2928 tiene un área de 2564,96 m, con frente: al S con la calle
Piedras, al N con la Rambla 25 de Agosto y al W con la calle Solís.
72
Este padrón (2928) corresponde a la fusión de los antiguos padrones: 2927,
2928, 2929, 2930, 2931 (parte), 2932 (parte), 2933 (parte), 2934 (parte), 2935,
2936 y 2937. Todos adquiridos por la IMM por vía de expropiación.
Padrón 2929
Posee un área 318 m 23 cm, de frente a la Rambla Franklin D. Roosevelt,
antes Portuaria, al NE lindando con padrón 2928, al SE lindando con el padrón
2923 y 2933, y al SW confinando con el inmueble padrón 2930.
En 1843 Samuel Fisher Lafone y Alejandro Ross Lafone lo compran al
Gobierno de la República. Hasta 1923 figura como propietario Juan Francisco
Freire, el cual vende en esta fecha el bien a Rafael Alonso Freire y María Luisa
Lockhart de Alonso.
Padrón 2930
Tiene una superficie de 306 m 58 dm, de frente al N la Rambla Franklin D.
Roosevelt, al W lindando con los padrones 2929, 2933 y 2931 respectivamente
(existe una discordancia con otro documento en el que se refiere al mismo
padrón con una superficie de 272 m 50 dm 808 mm. foja ANº196372).
En 1901 Carlos Galli se lo vende a Francisco E. Gavazzo, quien falleció en
1919. En 1921 lo adquieren María Juana y su hermano Carlos Gerónimo
Gavazzo Ayala, únicos herederos al fallecer su padre Francisco E. Gavazzo,
sin perjuicio de los derechos de su viuda Filomena Petrona Ayala de Gavazzo,
quien fallece el 2 de julio de 1930.
Padrón 2931
Posee un área de 312 m 3 dm, cuyo deslinde es el siguiente: 10 m 99 cm al N
de frente a la Rambla Franklin D. Roosevelt, antes calle 25 de Agosto, por
donde la puerta esta señalada con el número 358, entre las calles Solís y
Zabala, distando el punto más próximo 10 m 70 cm de la calle Solís, 27 m 96
73
cm al E, lindando con el bien padrón 2930, 11 m 49 cm al S, confinando con el
inmueble padrón 2933 y 27 m 85 cm al W lindando con el predio padrón 2932.
Este padrón es comprado por los referidos hermanos Lafone el 6 de junio de
1846 al Gobierno y lo venden el 7 de junio de 1856.
El 7 de julio de 1856 Jorge Ibarra compra el padrón a la Sociedad Sanz
hermanos. Al fallecer Ibarra, se le adjudica el bien el 30 de julio de 1877 a su
hijo Jorge Ibarra, que, al fallecer, se declara el 3 de agosto de 1896 heredera a
su hija Juana Ibarra, sin perjuicio de la cónyuge.
Padrones 2935 y 2936
Según escritura autorizada el 3 de octubre de 1958 estos padrones para este
período son propiedad de Linska Elena Lussich Portillo y otros.
Son comprados el 22/09/1916 por Antonio Dionisio Lussich casado con Ángela
Portillo.
Los bienes se le adjudican a Dionisio Lussich en su matrimonio con Ángela
Portillo en la partición que otorgó con su hermano Manuel Lussich.
El matrimonio Lussich–Portillo tuvo 8 hijos, de los cuales adquieren el
18/12/1929 los derechos: Milka, María Carlota, Olga Vanah, Ida Esther, Linska
Elena y María Angélica, todos ellos Lussich Portillo.
Padrón 2937
Este padrón forma parte del que Samuel Fisher Lafone, y su apoderado
Alejandro Ros Lafone, compró al Gobierno de la República, el 6 de junio de
1843.
La sociedad “Antonio D. y Manuel Lussich” compran el bien el 31 de octubre de
1907 a Margarita González de Leunda.
74
En 1916 pasa a Manuel Lussich, a la muerte de su esposa son declarados
herederos sus hijos Celina y Felipe.
IV.2.8.1. Catastro Capurro
El “Plano Catastro Capurro”, fue realizado por el Ing. Juan Alberto Capurro en
el año 1867 y abarca 350 planos, consiste en un trabajo muy completo que
muestra el parcelamiento de cada manzana, la parte edificada y la no edificada
en cada lote, la clase de construcción (madera o ladrillo) y los faroles de
iluminación pública. Además se han dibujado todas las fachadas de los
edificios, indicándose si están o no revocadas.
En la siguiente figura observamos el plano de la manzana Nº 79, con detalles
de las fachadas y las leyendas correspondientes.
Figura 18 – Plano de manzana Nº 79. Lámina acuarelada. Catastro Capurro (1867).
75
Referencias:
I – Casa de familia y almacén.
III – Casa de familia.
V – Casa de familia y almacén.
VII – Casa de familia y almacén
IX – Conventillos.
XI – Casa de familia y almacén.
XIII – Casa de familia y almacén.
XV – Casa de familia y almacén.
XVII – Almacén.
XIX – Corralón depósito de hierro.
II – Casa de familia y almacén.
IV – Casa de familia.
VI – Casa de familia y almacén.
VIII – Casa de familia y almacén
X – Herrería.
XII – Casa de familia.
XIV – Casa de familia.
XVI – Almacén.
XVIII – Casa de familia y almacén.
Figura 19 – Detalle fachada calle Zabala. Obsérvese la fachada del Apostadero que condice
con las fotografías relevadas en el CMDF – IMM. Lámina acuarelada. Catastro Capurro (1867).
Figura 20 – Detalle fachada calle 25 de Agosto. Lámina acuarelada. Catastro Capurro (1867).
Figura 21 – Detalle fachada calle Solís. Obsérvese la fachada coloreada con una única
abertura corresponde a la Herrería que serían los fondos del Apostadero. Lámina acuarelada.
Catastro Capurro (1867).
76
Figura 22 – Detalle fachada calle Piedras. Lámina acuarelada. Catastro Capurro (1867).
IV.2.9. Quinto período 1930 – actualidad.
Hacia 1930 comenzaron a realizarse modificaciones urbanísticas en el área
próxima a la sede central del BROU. En los ’40 se aprobó la creación de la
plaza frente a la fachada posterior del banco. Los padrones de la manzana
afectada fueron designados para expropiación. Sin embargo el proyecto se
dilató porque implicaba la demolición del edificio del Apostadero Naval
(Carmona, L.1997).
Las edificaciones emplazadas en predio continuaron deteriorándose. El grado
de deterioro es tal que durante un temporal en junio de 1963 se derrumban
varios de los edificios ubicados sobre la calle Zabala. Ante este panorama las
fincas son declaradas ruinosas y son tapiadas.
En octubre de 1965 la directora del Museo Histórico Nacional, María Julia
Ardao, elevó un informe al Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social
proponiendo la adquisición del predio que ocupara originalmente el Apostadero
de la Marina, de modo de rehabilitar las construcciones allí existentes e
integrarlas en una unidad museística con la casa de Ximénez y las
Bóvedas. Casi un año después el Consejo Nacional de Gobierno formaliza la
compra y casi veinte años después el Ministerio de Obras Públicas inicia las
tareas de restauración del sector de la calle Zabala (González, N. 2007a).
El 21 de agosto de 1975 por resolución 1397/975, se declaró Monumento
Histórico el Barracón de la Marina y Aduana Antigua de Montevideo, padrón
2923 de la calle Zabala.
El 3 de julio de 1984 considerando que es necesario preservar su entorno para
darle un adecuado marco paisajístico, se decide ampliar la resolución
1397/975, anexando los entornos emplazados en la manzana 35 delimitada por
77
las calles Solís, Piedras, Zabala, y la Rambla 25 de Agosto de 1825, padrones
números: 2921, 2922, 2923, 2924, 2925, 2926, 2927, y 2928.
Figura 23 – Plano de la manzana con división de los padrones para este último período.
En definitiva a partir de la resolución 465/984 del 3 de julio de 1984, toda la
manzana comprendida entre delimitada por las calles Solís, Piedras, Zabala, y
la Rambla 25 de Agosto de 1825 es Monumento Histórico Nacional.
En la década del 80 se inició la restauración, quedando el resto de la manzana
semidemolido y sin una propuesta (Carmona, L. 1997)
Hacia 1992 el Museo Histórico Nacional, inaugura en el restaurado edificio del
Apostadero Naval, el Museo del Descubrimiento, que funciona hasta la fecha.
En marzo de 1998 la IMM enajenó en favor del Banco de la República cinco
predios ubicados en la manzana comprendida entre la Rambla 25 de Agosto de
1825 y las calles Zabala, Piedras y Solís. El único predio que no le era
adjudicado era el perteneciente al Ministerio de Educación y Cultura ubicado
78
sobre la calle Zabala, sede del Museo del Descubrimiento, ex Apostadero
Naval (González, N. 2007a).
A continuación presentamos la evolución de los padrones durante este período.
Padrón 2921
En 1924 el Banco de la República Oriental del Uruguay se lo vende a la Caja
de Jubilaciones y Pensiones de Empleados y Obreros de Servicios Públicos,
como ya lo mencionamos en el período anterior.
El 17 de junio de 1999 el Banco de Previsión Social vende el padrón 2921 al
BROU, a quien pertenece en la actualidad.
Padrón 2922
El 19 de octubre de 1938 Amelia Legrand de Cren vende el padrón 2922 a
Américo Martínez Jaureguy y su esposa María Felicia Martínez Salaberry. El
22 de julio de 1959, por vía de la expropiación la IMM compra el padrón. En
este caso se hace referencia a un terreno, un edificio y demás mejoras. Por
último, en 1999 el BROU compra a la IMM el padrón del cual es propietario
actualmente.
Padrón 2923
Perteneciente a la familia Figari hasta mayo de 1963 en que la IMM adquiere
por la vía de la expropiación la propiedad. Como parte vendedora firman: Juan
María, Enrique Juan, María Clotilde, María Margarita Engracia Paulina, Carlos
Enrique, Juan María, Beatriz Margarita Adela, todos ellos Figari. En
representación de Adela Figari Cranwell asiste el Dr. Antonio de Posadas
Belgrano.
El 3 de abril de 1975 la IMM lo vende al Museo Histórico Nacional. El Consejo
Nacional de Gobierno, por resolución del 9 de noviembre de 1966, autoriza al
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Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social la adquisición de la Antigua
Aduana y Apostadero de la Marina.
El padrón estaba compuesto por: un solar de terreno con construcciones y
demás mejoras que le acceden.
Tiene una superficie de 889.46 m al NE del frente a la calle Zabala; al NW línea
formada por dos tramos que a partir del frente miden 11.84 m y 35.52 m.
Lindan el primero con el bien padrón 2925 y el segundo con los padrones 2926,
2927 y parte del 2929. Al SW 19.29 m con el padrón 2933; y al SE línea
quebrada formada por tres tramos rectos que a partir del límite anterior, miden
38.43 m, 48 cm, y 6.37 m que lindan respectivamente con parte del padrón
2936 y con los padrones 2937 y 2922.
Padrón 2924
El padrón posee frente a la calle Zabala, es lindero a los padrones 2923 por el
S, y al 2925 por el N, al W linda con el 2926 – con una superficie de 130.86 m–.
El 3 de Junio de 1942 los señores Valentina Bonat, soltera, Natalia Bertha
Bonat, divorciada de Arnoldo Ludike, Elena Bonat, viuda de Carlos Madariaga,
y Ramón Madariaga, solteros, procedieron a la partición de diversos bienes,
unos por compraventa y otros por sucesores de Luisa o María Luisa, Luciano,
María Elena, Beltrán o Alberto y Victoria Bonat Carrau. El bien se adjudicó a
Valentina Bonat fallece el 6 de enero de 1958. El 22 de junio de 1959 se
declaró heredero a su sobrino Ramón Luís Madariaga Bonat.
El 20 de diciembre de 1965, por la vía expropiación la IMM se convierte en
propietaria del padrón. En 1999 el BROU adquiere el padrón.
Padrón 2925
Al fallecer Bertilda Zubillaga de Ruano en 1938 su porcentaje es heredado por
sus hijos, Berta y Rafael Ruano (1939).
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Guillermo Haroldo Uriarte (hijo de Margarita Mac Cabe) falleció en 1953.
Margarita Mac Cabe renunció al usufructo de su porcentaje en favor de los
hermanos Berta Lucía Ruano Zubillaga y Rafael Ruano Zubillaga, casado con
Margarita Figari.
Este padrón lo obtuvo la IMM por vía de expropiación – adquiere un solar de
terreno, edificio y demás mejoras (afectado por el ordenamiento adyacente al
edificio central del Banco) de los cónyuges Rafael José Antonio Ruano
Zubillaga y Margarita Paulina Engracia Figari Legrand y Berta Lucía Ruano
Zubillaga, según escritura autorizada el 12 de agosto de 1954.
Padrón 2927
Se declaró heredera a la hija legítima, María Angelica Canale sin perjuicio del
cónyuge. El 28 de setiembre de 1937 Julia Oneto de Canale, María Angélica
Canale de Altamirano y los demás componentes de la precitada sociedad
“Oneto, Vignale y Compañía” disolvieron parcialmente dicha compañía,
quedando integrada por Bartolomé Vignale y Leopoldo Frugone, Alberto Oneto,
Alfredo Vignale, y Roberto Hector Vignale.
La sociedad “Oneto, Vignale y Compañía” es propietaria de los inmuebles
empadronados con los números 2926 y 2927, afectados por el trazado de la
Rambla Portuaria. Dichos bienes son expropìados por la IMM mediante un
decreto, el 8 de noviembre de 1946. La IMM adquiere dos fracciones de
terreno, con mejoras y edificios en ellos existentes.
Padrón 2927 (fracción 2)
La fracción del padrón 2927 que está señalada con el número 2 tiene un
superficie de 114 m, 20.28 m de frente al S, sobre la línea de ensanche de 5 m
sobre la calle Piedras, 50 m de frente al W sobre la línea de ensanche de la
calle Solís, siendo esquina, 20,28 m en el contrafuerte. Al N limitando con
propiedades de la IMM (padrones 2932 y 2933). Al E en 50 m limitando con
propiedad de la IMM, antes individualizado en el padrón con los números 2931,
2933, 2935.
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Era un terreno baldío expropiado por la IMM a: Guillermo F. Crosta (4 de julio
de 1947); Juan Carlos da Silva (26 de diciembre de 1958), y a la Compañía
Uruguaya de Navegación y Transporte Aéreo Sociedad Anónima (29 de marzo
de 1957).
Un decreto de la Junta Departamental de Montevideo con fecha 1 de junio de
1961 habilita la venta del predio al BROU. El 3 de octubre de 1962 compra el
padrón con el número 2927 formado por parte de los solares números 2931,
2932, y 2933.
Padrón 2928
Posee un área de 149 m 60 dm, de frente a la Rambla Franklin D. Roosevelt,
antes Portuaria, lindando con el bien padrón 2927 y al SW lindando con el bien
padrón 2929.
En 1943 se señala en la escritura la partición de Idivia Elena Lalanne de
Martino. Ella adjudica a su hermano Raúl César Lalanne la cuota que le
correspondía en los bienes heredados al deceso de su madre María Elena
Rosselo de Lalanne, y de su abuela Hermenegilda Chiozza de Rosselo
Este padrón es afectado por las obras de ordenamiento de la zona adyacente
del edificio central del Banco de la República. El 20 de diciembre de 1959 es
expropiado por la IMM.
Padrón 2929
Rafael Alonso Freire y María Luisa Lockhart de Alonso mantienen este padrón
hasta 1956 cuando, afectado por las obras de ordenamiento de la zona
adyacente al edificio central del Banco República, es expropiado por la IMM el
11 de enero de 1956.
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Padrón 2930
El 28 de marzo de 1931 se declaran únicos herederos de Francisco E.
Gavazzo y Filomena Petrona Ayala de Gavazzo a sus dos hijos, Juana y
Gerónimo. El 27 de marzo de 1947 pasan los bienes a C. Gerónimo Gavazzo.
El 27 de noviembre de 1959, la IMM ordena la expropiación de un terreno,
edificio, y demás mejoras, correspondientes al padrón 2930. Esto se
fundamenta en las obras de ordenamiento de la zona adyacente a la casa
Central del Banco República.
Padrón 2931
El 3 de agosto de 1896 lo había heredado Juana Ibarra. Fallecida Juana Eloisa
del Carmen Ibarra de da Silva se declara el 6 de marzo de 1940 a su cónyuge
Juan Carlos da Silva único heredero.
El 23 de diciembre de 1958, la IMM expropia el padrón, con terreno, edificio y
demás mejoras. Se había afectado por las obras de ordenamiento de la zona
adyacente al edificio del Banco.
Padrones 2932 y 2933
Propiedad de Guillermo Federico Crosta de Olea y otros, según escritura
autorizada el 4 de julio de 1947. Expropiados por la IMM el 4 de julio de 1947.
Padrón 2934
Propiedad de la “Compañía Uruguaya de Navegación y Transportes Aéreos
Sociedad Anónima”, según escritura autorizada el 29 de marzo de 1957.
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Padrones 2935 y 2936
Al morir Dionisio Lussich se declaran herederos a sus 8 hijas. Estas vendieron
a Ángela Portillo Lussich la parte que les correspondía. Esta última fallece el 31
de octubre de 1944.
Al morir el 4 de marzo de 1950 María Angélica Lussich Portillo, una de las 8
herederas del matrimonio Lussich Portillo, se declara el 6 de julio de 1951
herederas a sus tres hijas: María Esther, Ivanah, y Violeta Garese Lussich.
María Clotilde Lussich de Hughes, casada con Francisco Antonio Hughes,
cedieron22 sus derechos a Enrique Vescovi, casado con Lilia Darizcuren. El 22
de octubre de 1954 cedieron a Marcel Tambay, casado con Haydee Pique,
todos los bienes que habían adquirido al deceso de Angela.
Hilda Clara Lussich Portillo de Alonso fallece el 30 de octubre de 1951. El 30
de junio de 1952 se declara heredero de la octava parte indivisa de los
inmuebles que a la causante pertenecían a su hijo Adolfo Alonso Lussich, sin
perjuicio de los derechos del cónyuge.
Por escritura del 9 de enero de 1958 Milka Lussich Portillo cede en pago a Raúl
Jude, casado con Martha Moller de Berg, todos los derechos que a la
enajenante correspondían a la muerte de sus padres A.D. Lussich y A. Portillo.
El 25 de setiembre de 1958, debido a las obras de ordenamiento de la zona
adyacente al edificio del Banco República, la IMM expropia dos inmuebles
empadronados como 2935 y 2936, compuestos por dos solares de terreno,
linderos, edificios y mejoras, con frente a la calle Piedras, entre Solís y Zabala,
propiedad (en ese momento) de María Carlota Lussich de Portillo y los
cónyuges Tambay-Pique.
22
Cedieron todos sus derechos y acciones que pudieran corresponderle en los bienes
quedados al fallecimiento de su madre Doña Ángela Portillo de Lussich
84
Padrón 2937
Consta de un área de 316 m 39 dm con frente a la calle Piedras.
Celina Nin de Lussich, hija de Manuel Lussich, falleció el 27 de diciembre de
1930, y Manuel Lussich fallece el 7 de julio de 1933.
Felipe Manuel Lussich, también hijo de Manuel Lussich, obtiene, el 21 de junio
de 1935 este padrón en partición de los bienes quedados a partir del deceso de
sus padres, en escritura que otorgó con sus hermanas: Dolores Lussich de
Navarro (asistida y con la venia de su esposo Alfredo Navarro) y Celina
Lussich, divorciada de Carlos Pérez Montero.
El 7 de enero de 1947 la IMM a causa de las obras de ordenamiento de la zona
adyacente al edificio central del Banco República expropia el padrón, fracción
de terreno con sus construcciones y mejoras, a su propietario Felipe Manuel
Lussich Nin.
IV.2.9.1. Memorias de una montevideana
La señora María Luisa Zambetogliris nacida en el año 1919, vivió junto a su
familia en Zabala 1571 entre los años 1924-1940. En la época en que se
mudaron María Luisa tenía unos 5 años. Sus padres alquilaron una vivienda en
la manzana de estudio. Allí su padre Nicolás Zambetogliris instaló un puesto de
revistas, donde además se lustraban zapatos. Anteriormente había en el mismo
lugar una pajarería.
Hoy a sus 89 años María Luisa y su hermana Atenas de 77 años nos relataron
lo que recordaban de la configuración de la manzana en la época en que ellas
vivieron allí. Nos dijeron que su casa y el puesto de revistas quedaban junto a
la entrada del Apostadero, por Zabala. Se acuerdan que por aquel entonces el
Apostadero se había convertido en un inquilinato o conventillo. El cuerpo
central, del que actualmente sólo quedan ruinas, tenía dos pisos y balcones. El
acceso era el que hoy es la entrada del Museo del Descubrimiento. Sin
embargo en aquel entonces la entrada principal estaba dividida en dos puertas,
donde la puerta de la derecha llevaba al conventillo y la ubicada a la izquierda
85
de la fachada daba a una vivienda particular de altos. Recuerdan que el Sr.
Figari recurría periódicamente a cobrar la renta a los inquilinos del conventillo.
Nos relatan además que por la calle Zabala se encontraban (de S a N): la Caja
de Jubilaciones en la esquina de Piedras y Zabala, los despachantes de
aduana Lendekart y Longobardo, el puesto de revistas de su padre, la entrada
al conventillo, un taller mecánico, un puesto de verduras, una construcción de
3 pisos con ascensor y una sucursal del Correo en la esquina de Zabala y la
Rambla 25 de Agosto de 1825.
Por otro lado comentan que por la calle Piedras había principalmente oficinas,
algunas casas particulares y una casa de fotografías.
En cuanto a la acera de la calle Solís se localizaban: la Compañía de
Mihanovich y Dodero que consistía en oficinas administrativas –agencia de
ventas de pasajes– vinculadas al vapor de la Carrera. En esta cuadra también
se encontraban algunas viviendas particulares, y en la esquina de Solís y la
Rambla 25 de Agosto de 1825 una gran ferretería.
En la actual Rambla 25 de Agosto de 1825, se hallaban: en la esquina con
Solís, la ferretería, un puesto de verduras y algunas casas particulares, una
hojalatería y un gran distribuidor de productos para almacenes: Oneto y
Vignale.
Por el 2000, una amiga de su familia, la señora Dora Arditti le obsequió un óleo
que ella reprodujo a partir de una vieja foto. En éste se aprecia la fachada del
Apostadero y de algunas viviendas de la calle Zabala, entre las cuales se ve el
puesto de revistas del señor Nicolás Zambetoglirirs.
86
Figura 24 – Óleo de Dora Arditti. Reconstrucción. 2000. Obsérvese en la fachada del
Apostadero de izquierda a derecha el puesto de revistas, la entrada a la casa de altos, el
acceso al conventillo. Gentileza de María Luisa y Atenas Nancy Zambetogliris.
Según los recuerdos de las entrevistadas observamos que no existe una
concordancia entre los apellidos de los propietarios que surgen del estudio de
los títulos y las personas que realmente vivían en la manzana. Esto se debe en
gran medida a que en esta manzana la mayoría de las propiedades estaban
alquiladas.
Algunos años antes del 2000, Estrella Fuentes, también pinta un óleo
basándose en una vieja fotografía, mostrando la fachada del Apostadero, y
algunas otras fincas de la calle Zabala, aunque aquí ya se aprecian los edificios
semiderruidos.
87
Figura 25 – Óleo de Estrella Fuentes. Reconstrucción. S/f. Gentileza de María Luisa y Atenas
Nancy Zambetogliris.
IV.2.9.2. Cicatrices de Temporal
En sus casi 240 años de existencia, el edificio del antiguo Apostadero Naval,
debió soportar los embates de grandes temporales. Su proximidad a la costa lo
hizo partícipe de su violencia.
En tal sentido, el accionar de un fuerte temporal ocurrido durante los primeros
días de marzo de 1844, provoca daños en el área del Apostadero.
Isidoro de María señala: “La creciente fue extraordinaria y los embates del mar
hicieron estragos. El agua invadió las plazuelas del muelle, el cubo del Norte y
parte de las calles Ituzaingó, Treinta y Tres, Zabala23 y Misiones, en el costado
Norte, todo el desplayado de la Aguada hasta [/] los barrancos de los fondos de
las quintas de Ocampo, Vidal y Ferrer, llegando á la de las Albahacas. Toda la
costa quedó sembrada de embarcaciones arrojadas á ella, fragmentos de estas
y maderos arrebatados a los depósitos de las barracas del norte. El vapor de
guerra inglés Gorgon, fue un de los buques arrojados a la costa del Miguelete,
23
Lo destacado en negrita es nuestro.
88
contándose entre los perdidos ó encallados la fragata Carolina, el bergantín
George Henry, el paquete Orestes tumbado, dos cañoneras y otras
embarcaciones […]. Multitud de casillas fueron arrancadas de su lugar por la
fuerza del viento y la acción de las aguas.
La del muelle fue lanzada hasta la plazoleta de la Capitanía24, donde hubo
que pasarle un fuerte cable para detenerla.- La del Resguardo fue á dar al mar
llevada por la corriente. Los techos de zinc de los galpones de varias barracas
volaban, siendo arrojados á largas distancias. Algunos de los desprendidos del
Cerro, vinieron a dar á la Aguada.- Infinidad de [/] paredones fueron
derrumbados y varios edificios que se hallaban en construcción. Dentro y fuera
de los muros los estragos inmensos, entendiéndose al campo enemigo, donde
la ranchería sufrió notablemente. En el puerto del Buceo naufragaron varias
embarcaciones” (De María, I. 1884: 36-38).
Más próximo en el tiempo, se desarrolla otro fuerte temporal que quedará
registrado en la memoria de los montevideanos. Hacemos referencia al
temporal de julio de 1923. No contamos con referencias de daños producidos al
edificio del Apostadero durante este acontecimiento.
Para
observar
referencias
concretas
a
perjuicios
producidos
durante
temporales en la manzana del antiguo Apostadero Naval debemos esperar
hasta junio de 1963.
Un informe metereológico publicado en El Día, el 21 de junio de 1963, explica
con lujo de detalle los acontecimientos:
“El viernes [14 de junio] amaneció helado (solo 0.3º sobre el cero a las 7 de la
mañana) y con vientos suaves desde el nordeste. La presión había culminado
hacia mediodía con la respetable cifra de 771 mm, es decir 8 encima de la
normal. El cielo era cirroso, blanquecino, y el viento rolando al Este, se hizo
extrañamente arrachado aunque promedialmente su velocidad fuese baja.
La madrugada del domingo 16 el temporal estaba en su primera fase de
violencia. El viento soplaba del Norte, con furiosas rachas de 120 km/h,
arrancando ramas, quebrando troncos y causaba daños generales. La presión
seguía bajando para llegar poco después del medio día a la cifra de 742 mm,
24
Lo destacado en negrita es nuestro.
89
valor pocas veces registrado en nuestro país. El centro de la depresión ahora
convertida en onda ciclónica se centraba sobre nuestro territorio, mientras que
en Montevideo los vientos cada vez más arrachados rolaban hacia el Noroeste
y luego al Oeste. Con intensidad variable pero siempre peligrosa continuaron
durante toda la madrigada cuando un lento repunte de presión atmosférica
unido a la observación de la dirección del viento (inclinado ya hacia el suroeste)
indicaron claramente que el centro del temporal comenzaba a alejarse” (El Día,
21/06/1963:10).
Un día después de que el temporal descargara toda su furia sobre el territorio
nacional, en la prensa aparecen referenciados los daños que se produjeron.
Entre ellos figura una clara referencia a la manzana del antiguo Apostadero
Naval: “En nuestra ciudad vieja, las construcciones añejas de la misma, no
resistieron la furia del temporal produciéndose en 3 casas de la calle Zabala25
derrumbes importantes al caer las paredes de las viviendas señaladas con los
Nos. 1573, 1575 y 157726 que obligaron a la inmediata evacuación de 18
personas, moradores de las fincas. Muchas de estas familias con pequeños
hijos tuvieron que buscar refugio en la Seccional 1ª de Policía, en tanto se les
busque una ubicación adecuada” (El Día, 17/VI/1963:11).
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Lo destacado en negrita es nuestro.
Lo destacado en negrita es nuestro.
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