XXVII UNIVERSIADA MUNDIAL Las Universiadas y México La Contribución de Petitjean A finales del siglo XIX, el deporte de competición dio sus primeros pasos guiado por uno de los precursores del olimpismo moderno, el francés Pierre de Fredy, barón de Coubertin, profundo pensador y pedagogo, quien concibió desde muy joven un cambio en los módulos educativos de su época. Decía: “El mundo nos exige un hombre nuevo; formémosle a través de una nueva educación”, en la que el deporte -por medio de los Juegos Olímpicos- formaba una parte primordial. Años después, otro joven universitario, también francés, fortalecería el deporte internacional. Era Jean Petitjean, ingeniero químico, gran humanista e idealista generoso, que en su papel de presidente de la Comisión Deportiva de la Confederación Internacional de Estudiantes (CIE) promovió intensamente las actividades deportivas, en su búsqueda de que el deporte fuera no sólo una competición, sino parte complementaria en la educación de los jóvenes. En los albores del siglo XX, Coubertin había sembrado con éxito los ideales olímpicos; ahora, a Petitjean le correspondía trabajar incansablemente en la preparación integral de los estudiantes de educación superior del mundo, es decir: considerar el deporte como vía de apoyo a las actividades académicas y científicas, y no sólo por el simple afán de superar el cronómetro o a los rivales. Petitjean, considerado como el padre del movimiento deportivo universitario a nivel mundial, no desconocía que en Estados Unidos, Inglaterra y Suiza se habían iniciado los primeros encuentros deportivos inter-universitarios, y que progresivamente se habían ido creando asociaciones deportivas universitarias; formándose la primera en Estados Unidos en 1905. Sin embargo, la primera Guerra Mundial dejó abierta la posibilidad de un cambio de ideas y de nuevas aportaciones, principalmente en las instituciones educativas europeas. Y, ¿quiénes lo podrían hacer? Petitjean confió en los jóvenes universitarios. ¡Quien no, sino ellos! Que en las aulas se preparaban para encarar los nuevos retos que el mundo, tras la primera gran guerra, les imponía. Empero, contrariamente al movimiento olímpico, que poseía una estructura internacional desde 1894, no fue sino hasta 1919, cuando se creó la Confederación Internacional de Estudiantes, cuya comisión deportiva de este organismo dio origen a los primeros Juegos Mundiales Universitarios, que se efectuaron en París, en 1923, bajo el patrocinio de la Unión Nacional de Estudiantes Franceses. Participaron diez países, siendo el atletismo el único deporte en el programa. La tarea de Petitjean fue ardua. Francia, su patria, no gozaba en aquellos días sus mejores http://www.conade.gob.mx/eventos/kazan/ momentos, pese a que Coubertin finalmente había logrado salirse con la suya en la reunión de Lausana, en 1921, al arrebatarle a Amsterdam la sede de los juegos de la octava Olimpíada (1924) para dárselos a París. Muchos reconocían la contribución de Francia al deporte y al olimpismo, pero también muchos recordaban el fracaso de París como sede de los Juegos Olímpicos de 1900 y, sobre todo, que ese país aún no se recuperaba de los estragos de la guerra. Petitjean quería llamar a la justa estudiantil “Los Juegos Olímpicos Universitarios”, sin embargo Coubertin se opuso. “¡Olímpicos sólo unos!” Y ganó. Serían llamados solamente Juegos Mundiales Universitarios. Y bajo esta idea, Petitjean logró la proeza de conseguir la presencia en París del campeón olímpico de los 100 metros planos en Amberes 1920, el legendario Charlie W. Paddock, que dos años antes había corrido el hectómetro en 10.4 segundos, para convertirse en el hombre más rápido del mundo. Una estrella atlética de esta magnitud incentivó a que otros atletas, de esa talla, voltearan la vista hacia esos “nuevos” juegos. En 1924, la Confederación Internacional de Estudiantes se asoció con este movimiento y se organizaron varias reuniones deportivas estudiantiles en Europa, hasta 1939, antes de la segunda hecatombe mundial. La Confederación Internacional de Estudiantes cumplió bien su tarea. En 1924 llevó a cabo el primer campeonato del mundo estudiantil de verano en Varsovia, Polonia; en 1927 se repitió el certamen, pero en Roma, Italia; al año siguiente, París reunió a los mejores atletas europeos. La continuidad y la seriedad parecían ser parte fundamental del éxito. Y en 1930 la justa se llevó a cabo en Darmstadt, pero ya como Juegos Internacionales Universitarios de Verano. La quinta reunión se efectuó en Turín, en 1933; la sexta, en 1935, en Budapest; la séptima en París, en 1937, y la octava estuvo prevista para Mónaco, en 1939. Los estudiantes, especialmente los europeos, también dedicaron su atención a los Juegos Universitarios de Invierno, efectuando espléndidas competencias: en 1928, en Cortina d´Ampezzo; en 1930, en Davos, Suiza; en 1933, en Bardonecchia; en 1935, en St Moritz; en 1937, en Zell am See; y en 1939, en Lillehamer. Una pausa por la Guerra Cabe señalar que los octavos Juegos Universitarios Internacionales de Verano, previstos a realizarse en Mónaco, del 21 al 29 de agosto, no se llevaron a cabo. La manifestación estudiantil fue interrumpida con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, y los participantes tuvieron que regresar a sus hogares y alistarse, según sus naciones, en el acontecimiento internacional más triste y destructivo de su existencia. La esperanza de que una competición amistosa entre estudiantes pudiese crear un clima de comprensión y buena voluntad http://www.conade.gob.mx/eventos/kazan/ internacional fue aniquilada por el ruido de la metralla alemana. Al finalizar la guerra, en 1946 se creó en Praga la Unión Internacional de Estudiantes. La UIT tenía como objetivo proseguir los trabajos de la Confederación Internacional de Estudiantes, cuya sección deportiva siguió empujando cada día más fuerte hasta lograr que, en 1947 -incluso antes de la celebración de la justa olímpica de verano en Londres ‘48-, los estudiantes reavivaran el fuego del deporte internacional, efectuando los novenos Juegos Mundiales Universitarios en París, con diez deportes. Esta justa reunió a 800 participantes llegados de 17 países. Tras los juegos de París, la politización creciente de los objetivos de la Unión Internacional de Estudiantes condujo a la división del movimiento deportivo universitario en cuatro grupos: los miembros de la UIE, los miembros de la naciente FISU, los llamados “neutros” y los escandinavos. En ese 1948, bajo el impulso del luxemburgués Paul Schleimer, se creó la Federación Internacional del Deporte Universitario (FISU); sin embargo, la UIT no abandonó sus pretensiones en el deporte. Debido a ello, de 1949 a 1956 ambas organizaciones llevaron a cabo sus propias manifestaciones internacionales. Más fuerte, con mayor credibilidad, la FISU les dio el nombre de “Semanas Internacionales”, y su primera edición fue organizada en 1949, en Merano, Italia; la segunda, en 1951, en Luxemburgo; la tercera Semana Internacional, se realizó en 1953, en Dortmund; y la cuarta en San Sebastián, España, en 1955. Realizar una reunión deportiva cada dos años se hizo costumbre y, en 1957, la neutral Asociación Francesa propuso organizar unos juegos comunes en París, del 31 de agosto al 8 de septiembre, para dar fin a esa lamentable descisión y para establecer así las bases del movimiento unitario. Ambos grupos aceptaron y la reunión deportiva fue un éxito. Y una vez unidos, volvió a florecer el ánimo de dirigentes y de deportistas de las instituciones de educación superior de llevar a cabo, sin ambages ni disputas, los Juegos Mundiales Universitarios. El Nacimiento de la Universiada En 1959, la FISU y la Unión Internacional de Estudiantes acordaron participar juntos en los juegos organizados en Turín, por la asociación italiana: el CUSI. Y aquel año fue, sin dudas, trascendental para el devenir de la federación internacional. En efecto, los organizadores italianos bautizaron a estas justas con el nombre de “Universiadas”. Crearon también la bandera con la “U” y las estrellas con la cual iban a empezar su periplo por el mundo. Además se ideó su característica principal: se reemplazaron los himnos nacionales en las ceremonias de entrega de medallas -acto politizado en los Juegos Olímpicos- por el Daudeamus Igitur. http://www.conade.gob.mx/eventos/kazan/ La Universiada de Turín fue un gran éxito del comité organizador y del hombre que iba a cambiar la cara del movimiento deportivo universitario: el italiano Primo Nebiolo, un joven turinés, ex saltador de longitud. En este certamen se dieron cita mil 400 participantes de 43 países, pero lo mejor fue que varias federaciones, de todos los continentes, solicitaron su adhesión a la FISU, que comenzaba a tener la credibilidad necesaria para impulsar el deporte entre los estudiantes de todo el mundo. La Universiada de Turín, que se llevó a cabo del 26 de agosto al 6 de septiembre de ese 1959, tuvo un notable éxito atlético y se pudo ver a famosos deportistas de la talla del sprinter italiano Livio Berruti o la saltadora de altura rumana Yolanda Balas. Muestra del éxito deportivo fue que se establecieron 12 récords en natación y 17 en atletismo. Ese cordial entendimiento reinó, por fin, en el mundo deportivo universitario, y para sellar esta nueva unión la FISU presentó sus nuevos estatutos en ocasión de la Universiada de Invierno de 1960, en Chamonix. Este documento destacó: “La FISU persigue sus objetivos sin discriminaciones de carácter político, religioso o racial”. Y su primera gran prueba de fuego fue extender el movimiento universitario a los países del Este. Esto consolidó la unidad entre los estudiantes de ambos “bloques” y dio pie a otros organismos internacionales, no sólo deportivos, de unir sus destinos con las naciones del bloque socialista. Fue así que en 1961, en Sofía, Bulgaria, se confió la organización de la segunda Universiada a la asociación deportiva búlgara, Akademik. La justa constituyó otro gran éxito en su organización y, sobre todo, en el mundo deportivo con el establecimiento del récord mundial en salto de altura por el soviético Valery Brumel, con 2.25 metros, así como el lanzamiento del disco por la soviética Tamara Press a 58.06 metros. Bajo el lema “Ciencias, deporte, amistad y paz”, se reunieron mil 270 deportistas y 357 técnicos y oficiales, de 32 naciones, en Bulgaria, contribuyendo a mejorar las relaciones entre el Este y el Oeste. En esta Universiada, la asamblea general de la FISU eligió como presidente al doctor en derecho, el italiano Primo Nebiolo, quien sucedió al doctor Paul Schleimer, quien había dirigido la FISU con gran sabiduría durante los años tumultuosos que precedieron a la unificación del movimiento deportivo universitario. Los éxitos deportivos en Sofia estuvieron a la vista de Universiadas: 20 en atletismo y 12 en natación, además recibió el respaldo del Comité Olímpico Internacional en Atenas, en junio de 1961, reconoció a la FISU olímpica. http://www.conade.gob.mx/eventos/kazan/ todos. Se batieron 32 récords de las de que la elección de Primo Nebiolo que, en su asamblea 58 celebrada como organización con “categoría” Con Nebiolo, la FISU empezó a forjar su destino con la internacionalización del movimiento deportivo universitario, al llevar en 1963 a la ciudad brasileña de Porto Alegre la primera Universiada en el continente americano, y primera vez fuera de Europa. Y, pese a que la organización brasileña pecó de improvisación, que suplió con gentileza y buena voluntad, 713 deportistas y 275 oficiales de 27 países se dieron cita para participar en atletismo, basquetbol, esgrima, gimnasia, natación, saltos del trampolín, voleibol y waterpolo. Ese año, Sao Paulo había reunido también a los mejores atletas de América, en los llamados Juegos Panamericanos. Para 1965, la Universiada regresó a Europa y nuevamente a un país del Este: Hungría, que con grandes esfuerzos financieros pero con una innata tradición deportiva, albergó los juegos. La ciudad de Budapest recibió a mil 729 deportistas de 32 países, entre ellos Estados Unidos, que debutó de forma oficial en este tipo de certámenes universitarios. Y cabe señalar que la participación de los estadounidenses fue un éxito al ganar siete medallas de oro en natación, las cuatro en clavados así como el título en basquetbol varonil. La Universiada de Budapest ‘65 tuvo otro gran mérito: se internacionalizó el movimiento y la idea que había sido difundida apenas años atrás ahora quedaba convencida por la opinión mundial: las Universiadas o también conocidas como Juegos Mundiales Universitarios se convertían en un digno “segundo” evento, apenas atrás de los Juegos Olímpicos. El proceso de internacionalización de la FISU, impulsado vehementemente por Primo Nebiolo continuó y, en 1967, los mejores deportistas estudiantes del mundo visitaron Japón, que se había mostrado al mundo en 1964. Tokio albergó, entre agosto y septiembre de ese año, a mil 729 deportistas y 637 oficiales de 32 naciones, para participar en atletismo, esgrima, gimnasia, judo, basquetbol, natación, tenis, voleibol, clavados y waterpolo. En Tokio se utilizaron las instalaciones olímpicas que habían maravillado al mundo tres años atrás; sin embargo, los japoneses no escatimaron recursos en la remodelación de sus escenarios así como en la construcción de nuevas instalaciones. Sin embargo, esta primera Universiada en Asia sufrió la ausencia de grandes delegaciones. A pesar de que este boicoteo ensombreció los juegos, no hubo ninguna protesta ni por parte de los organizadores ni por el público. Por el contrario, su alteza imperial, el príncipe Akihito, declaró en la ceremonia de inauguración: “No tenemos que ahorrar esfuerzos para impedir que acontecimientos políticos vengan a perturbar el mundo del deporte”. En el área deportiva, el equipo estadounidense maravilló al mundo con una actuación prodigiosa al imponer 9 récords del mundo en natación, sin duda, la más fabulosa actuación de un equipo en la historia de las Universiadas. Al año siguiente, los nadadores estadounidenses reiteraron su dominio en las actividades acuáticas en la Olimpíada de México ‘68. México: Aún carentes de una estructura organizativa nacional estudiantil, un puñado de deportistas mexicanos tuvieron la oportunidad de asistir, casi por su cuenta, a esta Universiada. Varios http://www.conade.gob.mx/eventos/kazan/ de ellos se preparaban para la justa olímpica de 1968 en nuestro país, y en las competencias sobresalió el clavadista Luis Niño de Rivera, quien estaba estudiando en una universidad texana. Niño de Rivera obtuvo la presea de plata en el trampolín, la primera para México en este tipo de certámenes. La carrera de Nebiolo y de la FISU siguió en ascenso, pero se tuvo un pequeño traspié: Lisboa, que había sido designada sede para la justa de 1969, renunció al vivir una importante crisis política con el fin del régimen de Salazar, pero de nueva cuenta la influencia de Nebiolo en la Asociación Italiana, CUSI, salvó la Universiada de ese año al llevar el certamen a su ciudad natal, Torino, que los efectuó en 1970. Nebiolo se había propuesto elevar la Federación Internacional del Deporte Universitario hacia las más altas esferas del deporte mundial y los turineses no lo defraudaron. Del 26 de agosto al 6 de septiembre, dos mil 84 deportistas de 58 países se dieron cita para participar en atletismo, esgrima, gimnasia, basquetbol, natación, tenis, voleibol, clavados y waterpolo. El alto nivel de las competiciones en atletismo vino a galardonar el éxito de estos juegos ya que registraron 96 récords nacionales, 40 de la Universiada, dos europeos y dos mundiales: la alemana del Oeste, Heide Rosendahl, futura campeona olímpica de Munich ‘72, saltó 6.84 metros en longitud, mientras que el alemán oriental, Wolfgang Nordwig, quien también se alzó con la presea áurea en Munich, libró la varilla en el salto con la pértiga a 5.46 metros. Cabe señalar que en Turín se dieron cita, por vez primera, los deportistas de la hoy extinta República Democrática Alemana, que contribuyeron enormemente en calidad en las siguientes justas estudiantiles. Al finalizar la Universiada de Turín, el presidente Primo Nebiolo entregó la bandera de la FISU al futuro vicepresidente del organismo, el estadounidense Nick Rodis. La bandera universitaria voló por vez primera a territorio estadounidense; fue hacia Lake Placid, lugar donde se celebró la Universiada Invernal de ese año. En 1971, la asamblea general de la FISU, reunida en Madrid, acordó conceder la Universiada de 1973 a Moscú, en una nueva decisión de apertura que los representantes del deporte universitario ofrecieron al mundo, aún renuente al intercambio deportivo por la “guerra fría” con los estadounidenses. Así, mientras el mundo del deporte aún sufría por el trágico drama en la justa olímpica de Munich 72, del 15 al 25 de agosto de 1973, mil 940 hombres y 778 mujeres, de 70 naciones, se dieron cita en Moscú. En su patio, los soviéticos reiteraron su dominio deportivo impuesto en Turín y, en casa, se quedaron con 66 de las 112 medallas de oro en disputa. Sobresalieron los gimnastas Olga Korbut y Nikolai Andrianov, mientras que en atletismo dos jóvenes atletas salieron a la palestra: el italiano Pietro Menea, quien triunfó en 200 metros, así como el cubano Alberto Juantorena, quien se adjudicó los 400 metros lisos venciendo al campeón de Europa, el inglés David Jenkins. http://www.conade.gob.mx/eventos/kazan/ Un grupo de atletas mexicanos acudieron a Moscú, donde Felipe “Tibio” Muñoz -estudiante de la Universidad de Texas- alcanzó, en la última etapa de su carrera como nadador, una presea de bronce en los 200 metros nado de pecho, prueba en la que en 1968 se alzó con la medalla olímpica áurea. Esa medalla y un cuarto sitio en los 100 metros de pecho fue lo mejor para nuestro país, así como la conciencia de que existía la urgente necesidad de crear un organismo nacional que tuviera, de modo específico, la responsabilidad de incorporarse al movimiento estudiantil en el ámbito internacional. El éxito del certamen en Moscú fue evidente, pero nuevos vientos, nuevos retos, amenazaron a los deportistas universitarios, cuando a nueve meses de la apertura de la justa de 1975, la ciudad de Belgrado renunció a la organización de los Juegos Mundiales. Pero, una vez más, Primo Nebiolo pidió el rescate de su país para salvar a la FISU, y Roma fue el escenario, al menos en atletismo, de la reunión de los jóvenes atletas universitarios, de 38 países. Y los atletas no desmerecieron. Se impusieron diez nuevos récords de las Universiadas y, de entre los vencedores, veinte de ellos estuvieron en las finales atléticas de los Juegos Olímpicos de Montreal, al año siguiente. En la asamblea general celebrada en Roma se tomaron dos importantes acuerdos: la celebración de la siguiente Universiada en Sofía, Bulgaria, en 1977, así como la aceptación de China a la Federación Internacional del Deporte Universitario. Después de los juegos de Roma, la FISU encontró un nuevo impulso en la Universiada de 1977, en Sofia, Bulgaria, con un récord de naciones presentes: 78, con cuatro mil 400 deportistas. Nuestro país, que estrenaba un nuevo organismo en el Instituto Nacional del Deporte, cuyo director, Guillermo López Portillo dedicó un impulso especial a este sector, asistió con un gran contingente. Todo aquel estudiante-deportista tuvo derecho a competir, sin mayores restricciones. No se obtuvieron medallas, sin embargo, se regresó de Bulgaria con una buena nueva: México sería la sede de los décimos Juegos Mundiales. Con un enorme apoyo económico, con la reorganización del deporte en la UNAM y un amplio despliege informativo, los mexicanos se pusieron a trabajar no sin tener algunos obstáculos del deporte federado y de las autoridades olímpicas. Además, para nuestro país, algo notable fue la unión de las instituciones educativas y la creación del Consejo Nacional de Universidades e Institutos Nacionales de Educación Superior para el Deporte y la Recreación, el 4 de mayo de 1977, que vino a sustituir a la Organización Deportiva Estudiantil Mexicana (ODEM) que iniciara sus trabajos apenas en 1973. Posteriormente, dicho consejo sería denominado Consejo Nacional del Deporte Estudiantil (CONDDE). Y por fin llegó 1979. Un gran impulso para la Federación Internacional del Deporte Universitario fueron los Juegos Mundiales que se organizaron en la Ciudad de México, en septiembre de 1979, y que reunieron a los mejores deportistas del orbe, sobre todo soviéticos y alemanes del http://www.conade.gob.mx/eventos/kazan/ Este, que ya sabían que los estadounidenses no iban a acudir a los Juegos Olímpicos de Moscú ‘80 por decisión del presidente James Carter, por lo que mostraron su alto nivel competitivo, especialmente en el atletismo. También se compitió en basquetbol, esgrima, fútbol, gimnasia, natación, saltos ornamentales, tenis, voleibol y waterpolo. En la ciudad de México se dieron cita dos mil 974 deportistas y mil 407 oficiales de 94 países. Y uno de los mayores éxitos fue el que se contó con el apoyo de cinco mil voluntarios, cuyo trabajo ha sido emulado por otras naciones en la realización de grandes manifestaciones deportivas. La justa mexicana contó con una gran estrella: el italiano Pietro Menea, que regaló a los asistentes al estadio México 68 el fabuloso récord mundial atlético de 19.72 segundos en los 200 metros. Esta marca fue batida hasta la justa olímpica de Atlanta, en 1996, por otro excelso atleta: Michael Johnson; es decir, 17 años después. Otros atletas que mostraron su calidad fueron los gimnastas soviéticos Maria Filatova y Bogdan Makuts, la italiana Sara Simeoni, los alemanes Marlies Gohr y Marita Koch, el polaco Wladyslav Kozakiewics y el estadounidense Willi Banks. En la Ciudad de México fue electo secretario general de la FISU el belga Roch Campana, quien gracias a su energía revitalizó al organismo dándole una estructura aún más sólida y una administración profesional y eficaz. Para la delegación mexicana, ser sede fue favorable por todos conceptos, con cuatro medallas en el balance final. Una de oro en fútbol -la única lograda por mexicanos en un certamen de esta envergadura y en este deporte tan popular- con un equipo dirigido por Mario Velarde e integrado con jugadores, si bien estudiantes incorporados ya a equipos profesionales, como Javier Aguirre, Manuel Negrete, Olaf Heredia, Carlos de los Cobos, Gustavo Vargas, entre otros, se impusieron en la final celebrada en una tarde lluviosa -12 de septiembre- en el estadio INDE-Olímpico (Ciudad de los Deportes) a la selección de Uruguay por 5-3. Asimismo, en atletismo se cosecharon tres medallas: en los cinco mil metros, el rumano Illie Floroiu venció a José Gómez y a Enrique Aquino, mientras que en la prueba de 10 mil metros, el rumano se impuso a Enrique Aquino y al keniata Samuel Nyariki, que coparon el podio. Otras buenas actuaciones se dieron en basquetbol varonil con el cuarto sitio; los dos séptimos sitios de Francisco Rueda en clavados; el quinto sitio en voleibol varonil y sexto en femenil. Por otra parte, la apertura que inicialmente dio FISU a las naciones del Este resultó por demás beneficiosa. Mientras los conflictos políticos conducían al boicoteo de los juegos en Moscú, y cuatro años después en Los Angeles ‘84, las asociaciones deportivas universitarias de todo el mundo mostraban que la voluntad de todos los estudiantes del universo era la de construir, a través del deporte, un mundo de paz. El éxito de los juegos de 1981, que se efectuaron en Bucarest, Rumania, fue que la FISU logró la proeza de reunir a todas las naciones, apenas un año después del fracaso diplomático con http://www.conade.gob.mx/eventos/kazan/ el boicot a los Juegos de Moscú. En julio de ese año se reunieron dos mil 912 deportistas y mil 450 oficiales de 86 países, incluso Estados Unidos. En las competiciones de atletismo se mejoraron 14 récords de la Universiada, participando en ella atletas de renombre como Said Aouita, Sara Simeoni, Constantin Vilkov y Boina Melinte. En esgrima la presencia de antiguos y nuevos campeones olímpicos dieron a los asaltos una dimensión excepcional, mientras que en gimnasia se recordará la magnífica presentación de la rumana Nadia Comaneci, ante su público. En natación el resultado fue excepcional: se mejoraron 26 marcas universitarias de las 29 pruebas, en tanto en basquetbol los soviéticos derrotaron a Estados Unidos. Pero si bien los resultados deportivos fueron importantes, fue más el restablecimiento de la unión del movimiento deportivo internacional que permitió a los atletas del mundo el reencuentro. La Universiada Bucarest ‘81 fue considerada como los “Juegos de la Reconciliación”, pese a que tres años después nuevamente el revanchismo, ahora de los países del Este -con excepción de Rumania-, no asistieron a la cita en Los Angeles ‘84 haciendo trastabillar nuevamente al movimiento olímpico. Anfitriones de la Universiada dos años atrás y ya con otro organismo deportivo nacional, la Subsecretaría del Deporte, México acudió a Rumania con un enorme contingente; sin embargo, fue notable la baja calidad de los atletas seleccionados tras los procesos estudiantiles locales. Las medallas de 1979 fueron sólo un suspiro. En tanto, después de asentar su liderazgo en la FISU y darle la fuerza y credibilidad como organismo deportivo internacional, Primo Nebiolo se dio tiempo de dirigir, desde 1981, la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) y, como lo hizo en el deporte universitario, la llevó a la máxima altura. Pero la labor de Nebiolo en FISU, respaldado por Campana, siguió en ascenso. Y, por fin, se llegó a Norteamérica en el verano. Los Juegos de 1983 se realizaron en Edmonton, Canadá, con la presencia de los mejores estudiantes deportistas de ese país y de Estados Unidos. El acierto de los canadienses fue incorporar a casi 19 mil voluntarios al trabajado organizativo, para atender a los dos mil 400 deportistas y mil 70 técnicos y oficiales, de 73 naciones. México acudió pero no obtuvo metal. Edmonton acogió al ciclismo en el programa del deporte universitario. Y, en comparación con la gran deuda pública que dejó al pueblo canadiense la justa olímpica de Montreal ‘76, los organizadores universitarios recibieron un importante apoyo del sector privado, que marcó un nuevo giro en la financiación de este tipo de certámenes. Asimismo, otro acierto fue la incorporación de la República Popular China a las competencias deportivas internacionales, luego de 61 años de ausencia. http://www.conade.gob.mx/eventos/kazan/ Sin embargo, el suceso más triste de estos juegos fue la muerte del clavadista Serguei Shalibashwilli, quien se golpeó la cabeza con la orilla de la plataforma de diez metros y falleció en el acto. El boicot a los juegos de Los Angeles ‘84 dañó al deporte; sin embargo, se diría, el mundo no se detuvo y, afortunadamente, Japón dio una nueva lección de paz y armonía entre las naciones, al preparar con gran ahínco la sede de la siguiente Universiada: Kobe ‘85. De nueva cuenta, el apoyo de la familia imperial fue fundamental y el príncipe Akihito inauguró el certamen que albergó -cifra récord- a 106 países con dos mil 783 deportistas, del 24 de agosto al 4 de septiembre. La Universiada de Kobe fue el primer acontecimiento deportivo mundial, desde los juegos de Bucarest ‘81 y Edmonton ‘83, en el que grandes naciones -que habían negado su participación en los juegos de 1980 y 1984- regresaron de nuevo a las pistas para celebrar el final de las crisis políticas que tuvieron tan lamentables incidencias en el movimiento deportivo internacional. En lo deportivo, en Kobe se mejoraron veinte récords de las Universiadas, destacando además los dos nuevos récords mundiales: el que dio el nadador estadounidense Matt Biondi en los 100 metros libres, y el de salto de altura del soviético Igor Paklin. Además, contando con la presencia de Arvydas Sabonis, la Unión Soviética venció con un tiro de tres puntos en los últimos segundos, a la quinteta de Estados Unidos, en basquetbol varonil. También destacaron las exhibiciones de los gimnastas: la rumana Ecaterina Szabo y el soviético Bilosertschev, mientras que en fútbol, incorporado ya como deporte oficial del programa universitario, la República Democrática Popular de Corea se impuso a Uruguay. Cabe resaltar que el programa cultural de la Universiada de Kobe fue sumamente rico. El gran Festival de las Universiadas, que duró 112 días, permitió que más de 70 países mostraran al mundo su folclore y sus ricas tradiciones, confirmando con ello los lazos indisolubles que vinculan al deporte con la cultura, dos formas esenciales de expresión y muestra de la plenitud del hombre. La delegación mexicana regresó, por fin, con metal, lo que no sucedió en Bucarest y Edmonton. Una medalla de plata, por conducto del atleta politécnico Jesús Herrera, en la prueba de 10 mil metros. La décimocuarta Universiada tuvo lugar en Zagreb, en 1987, en la antigua Yugoslavia, que pulverizó todos los récords: 121 naciones y cinco mil 573 participantes. Después de los Juegos Mediterráneos de Split en 1979 y de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sarajevo, en 1984, la Universiada ‘87 en Zagreb dio otra oportunidad a Yugoslavia de mostrar sus cualidades de organizador de grandes eventos deportivos, poniendo de relieve la tradición deportiva de este país. La Universiada fue también el escenario, por la voluntad del secretario general de la ONU, Pérez de Cuéllar, para conmemorar el habitante cinco mil http://www.conade.gob.mx/eventos/kazan/ millones del planeta. Con el lema de la Universiada: “La juventud del mundo para un mundo de paz”, 121 países desfilaron en la ceremonia de apertura. Por ser un año antes de la justa olímpica en Seúl ‘88, mientras todas las naciones se preparaban para celebrar el reencuentro del movimiento olímpico, la Universiada de Zagreb constituyó una prueba “test” imprescindible para un gran número de atletas. En tierras yugoslavas se pudo admirar a atletas como Gwen Torrence, Paula Ivan y el famoso Mike Powel quien, cuatro años más tarde, iba a batir el inaccesible récord del mundo de salto de longitud impuesto por Bob Beamon desde 1968. En total se mejoraron siete récords de Universiada. Por otra parte, en la piscina de Miadost, construida ex profeso para este acontecimiento deportivo, lució la rumana Noemi Lung con cinco medallas de oro, mientras que en la fosa de clavados los chinos arrasaron llevándose todo el metal áureo. Asimismo, el pueblo yugoslavo se llevó el máximo premio: la medalla dorada del basquetbol varonil, cuando el equipo de ese país enloqueció a los asistentes a la sala Cibona de Zagreb que fue testigo de la victoria de Yugoslavia sobre Estados Unidos. En México, aún cuando la organización nacional, CONDDE, cumplía diez años de labores, tanto en la integración como en la preparación de los deportistas se careció de suficientes apoyos económicos. Aún así, el atleta universitario Luis Karim Toledo ganó la presea de bronce en los 800 metros. En esta década, el crecimiento de la FISU fue evidente, con la realización de las justas invernales de Jaca, en 1981; Sofia, en 1983; Belluno, en 1985; Strbske Pleso, en 1987 y Sofía, 1989, lo situó apenas por abajo del Comité Olímpico Internacional, al que sólo la apertura al comercialismo y el ingreso de profesionales lo “salvó” de la quiebra económica. Sin embargo, tras el éxito de Zagreb y el de Sofía, los dirigentes de la FISU tuvieron que hacer frente a otra situación peligrosa, cuando la ciudad brasileña de Sao Paulo, que estaba designada como sede de los Juegos Mundiales de 1989, renunció a su organización cinco meses antes de la apertura. Ante ello, la asociación alemana ADH aceptó el desafío y organizó una fabulosa Universiada, en Duisburg, en agosto de ese año, con un programa limitado a cuatro deportes: atletismo, basquetbol, esgrima y remo. Ante el canciller alemán Helmunt Kohl, alrededor de mil 800 atletas respondieron al esfuerzo del pueblo alemán de realizar las competencias con el tiempo mínimo para organizarlo; no obstante, los deportistas ofrecieron lo mejor de sí con grandes marcas. En Duisburg resaltó la presencia de Ana Fidelia Quirot, Javier Sotomayor, Roger Kingdom, Paula Ivan y otros futuros campeones olímpicos como el joven Michael Johnson. http://www.conade.gob.mx/eventos/kazan/ En baloncesto se dio la final tradicional: Estados Unidos contra la Unión Soviética, y los estadounidenses se impusieron para recuperar el título que no habían podido alcanzar en las últimas tres Universiadas. La gran sorpresa fue la victoria del equipo alemán sobre Canadá, para adjudicarse el tercer lugar del certamen. Gracias a la asociación alemana y el apoyo de la región del Ruhr, la FISU mantuvo la continuidad de las Universiadas. Además, con la designación de las sedes para 1991, 1993 y 1995, se entraba en el último decenio del siglo XX con la garantía, por primera vez en la historia, de un programa para los seis años venideros. Con el lema de Duisburg: “Todos a bordo del mismo barco”, la FISU acabó por superar una última dificultad antes de iniciar una nueva y brillante fase de evolución. La Edad de Oro de la FISU 1991 marcó un nuevo giro en la historia de la FISU. En julio de 1991 la ciudad inglesa de Sheffield fue la sede de la Universiada. Los ingleses realizaron un gran esfuerzo económico y finalmente lograron transformar una antigua ciudad metalúrgica en una ciudad deportiva, a tal grado que hoy Sheffield se ha convertido, desde 1998, en la sede del Instituto del Deporte de Gran Bretaña. La Universiada de Sheffield se significó por un hecho histórico memorable, ya que en la ceremonia de inauguración, el 14 de julio, las dos Alemanias reunificadas desfilaron por vez primera bajo la misma bandera. A Inglaterra acudieron tres mil 346 atletas y mil 276 técnicos y oficiales de 101 naciones, para competir en atletismo, basquetbol, esgrima, fútbol, gimnasia rítmica, hockey sobre hierba, natación, saltos ornamentales, tenis, voleibol y waterpolo. Para nuestro país, los resultados de esta Universiada fueron aceptables. Para algunos atletas que se preparaban para acudir a la justa Olímpica de Barcelona como Jesús Mena -plata en la prueba de plataforma, en estrujante final con el chino Wu- las pruebas fueron positivas; para el resto, motivante, ya que acudieron deportistas surgidos de los incipientes Juegos Nacionales Estudiantiles, pero ya incorporados a una política nacional de la novel Comisión Nacional del Deporte (diciembre de 1988). Si bien la estructura de la FISU avanzaba, era necesario tener una sede concreta y, en 1992, se adquirió un edificio en Bruselas, Bélgica, para albergar la secretaría general del organismo. Después de la magnífica edición de la Universiada de Invierno en Sapporo que hizo revivir fastuosamente las instalaciones de los Juegos Olímpicos invernales de 1972, la FISU -reunida en Taormina- otorgó las Universiadas de 1997 y 1999 a Sicilia y Palma de Mallorca, respectivamente, lo que garantizó un calendario para ocho años, ya que anteriormente Zakopane y Jaca habían sido designadas sedes de Invierno para 1993 y 1995, en tanto Buffalo, Estados Unidos, y Fukuoka, Japón, lo habían sido para los juegos de verano de esos años. http://www.conade.gob.mx/eventos/kazan/ Es decir, ahora vendrían los tiempos de cosecha, muy merecida. Los esfuerzos de la FISU por lograr la paz a través del deporte concluyeron con una victoria. Ya no había más boicots, la guerra fría había finalizado y con ello se finiquitaron las diferencias entre los seres humanos. Ahora, a la vista de todos, estaba Estados Unidos. ¡Por fin! Ellos harían la Universiada de 1993, en Buffalo. Desde su adhesión a la FISU en 1957, los Estados Unidos no habían solicitado la organización de una Universiada de Verano, así que la propuesta de la Asociación Norteamericana del deporte universitario de acoger la Universiada en Buffalo fue, desde luego, bien acogida y muy apreciada por los estudiantes de todo el mundo. La ceremonia de apertura se realizó en el estadio Rich, ante 80 mil espectadores, y el gran triunfador de los juegos fue la delegación estadounidense que conquistó 75 medallas (30 de oro), mientras Canadá 40. Y la gran sorpresa fue lo hecho por los deportistas de la República Popular China que ganaron 17 medallas de oro, para colocarse en el segundo sitio entre naciones. Con ocasión de esta Universiada se incluyeron dos nuevos deportes en el programa: el béisbol y el fútbol femenil. Los pobres resultados obtenidos por México en la justa olímpica de Barcelona, un año atrás, fue un buen aliciente para muchos deportistas-estudiantes. Esa preparación alcanzó para que los marchistas Daniel García y Bernardo Segura obtuvieran las medallas de plata y bronce, respectivamente, en los 20 kilómetros de caminata; que el clavadista Fernando Platas recuperara su nivel competitivo tras su deficiente actuación en Barcelona y diera las medallas de plata en el trampolín de un metro y en el de tres metros, así como la presea de plata en clavados por equipos. En la asamblea general de la FISU, realizada en Buffalo, se recibió la adhesión de 17 nuevas asociaciones deportivas universitarias, la mayoría de ellas procedentes de la creación de nuevos estados causados por la división de la Unión Soviética, Yugoslavia y Checoslovaquia. Tras los juegos de verano en Tokio ‘67 y Kobe ‘85, Fukuoka ‘95 logró la primera gran proeza: reunir el mayor número de asistentes en la historia de los Juegos Mundiales Universitarios: cinco mil 740 participantes; el segundo: 162 naciones, el mayor número en la historia; y tercero: contar con alrededor de 30 mil voluntarios como personal de apoyo organizativo. En lo deportivo y con miras a la justa olímpica del año siguiente, en Atlanta, los japoneses acogieron a futuros campeones en esgrima, gimnasia, atletismo y natación. Destacó la búlgara María Petrova en gimnasia rítmica al ser calificadas sus rutinas con tres “dieces”, haciendo recordar las proezas de Nadia Comaneci en Montreal ‘76; asimismo, sobresalió el triunfo de Japón sobre Corea del Sur en la final de fútbol, así como la derrota que infringió Italia a la selección de Estados Unidos en la final femenil de basquetbol. El éxito deportivo contagió a todo el pueblo de Fukuoka que, incluso, ha provocado que Fukuoka haya sido propuesta, en varias ocasiones, como candidata a ser sede de futuros Juegos Olímpicos de verano. http://www.conade.gob.mx/eventos/kazan/ Para nuestro país, Fukuoka ‘95 fue exitoso. El marchista Daniel García, estudiante de administración deportiva de la UNAM, se apoderó de la presea dorada en la caminata de 20 kilómetros, al igual que Fernando Platas -estudiante del ITESM campus estado de México- que se llevó el primer sitio en el trampolín de tres metros y agregó una de bronce en los saltos desde la plataforma, mientras que la también clavadista Marijose Alcalá -tercer sitio en el Mundial de Natación en 1994- ganó la medalla de plata en el trampolín de tres metros. Además, el fondista Gabino Apolonio se colocó en la tercera posición en los 10 mil metros. Por otra parte, la edición de la Universiada de 1997, en Sicilia, permitió a la FISU volver a conectarse con la tradición italiana, que sin duda, había forjado los éxitos de sus inicios. En Sicilia, en agosto de 1997, se dieron cita tres mil 949 deportistas y mil 790 oficiales de 124 países, y aún cuando fue muy compleja su organización debido a que se realizaron las justas en Palermo, Catania y Messina, al final cumplieron decorosamente. Para los italianos de Palermo, que vivieron intensamente el desarrollo de las competencias, los triunfos en la final de fútbol en tiempo extra, apenas por 1-0 sobre Corea del Sur, así como la victoria en waterpolo, fue el mejor pago a su entusiasmo y apoyo a la realización de esta Universiada. Asimismo, Estados Unidos triunfó en las dos finales de basquetbol. Por lo que toca a Catania, donde se concentraron las actividades de atletismo, gimnasia, esgrima y voleibol, destacó la presencia de la gimnasta estadounidense Shannon Miller y del “señor de las anillas”, el italiano Yuri Chechi. En atletismo sobresalió el nigeriano Clement Chukwu, quien mejoró en 17 centésimas de segundo el récord de los 400 metros lisos impuesto desde 1979 en la ciudad de México. En esgrima, por su parte, en competencias a cielo abierto, la victoria de la italiana Valentina Vezzalli, en florete, hizo cimbrar a su país. En esta Universiada, nuestro país empezó a mostrar el trabajo de casi 20 años con los elementos surgidos de las universidades y del trabajo conjunto con las federaciones. La gimnasta bajacaliforniana Denisse López dio la gran sorpresa al ganar la medalla áurea en salto al caballo de gimnasia, mientras que el marchista Alejandro López se alzó con la presea de plata en los 20 kilómetros de caminata, mismo metal que logró el equipo de clavados varonil encabezado por Fernando Platas. Finalmente, la abogada Marijosé Alcalá obtuvo el tercer sitio en el trampolín de tres metros. Los logros de la FISU, en sus más de 50 años de vida, no sólo podrían atribuirse a las Universiadas de verano e invierno, sino también al programa de campeonatos mundiales entre universitarios, ya que éste abarca a más de treinta disciplinas no incluidas en los Juegos Mundiales. Tan sólo en 1998 se organizaron veinte campeonatos mundiales en cuatro continentes. En 1999, en el último tramo del siglo XX, las Universiadas tuvieron efecto en Poprad Tatry, República Eslovaca, y en Palma de Mallorca, España. Competiciones de alta calidad que http://www.conade.gob.mx/eventos/kazan/ sirvieron para conmemorar los 50 años de la FISU y el aniversario 40 de la Universiada. Los resultados para nuestro país en suelo español fueron satisfactorios para los deportistas de élite: tres medallas con la asistencia de 159 deportistas. La persistencia de Alejandro López, estudiante de la Universidad del Valle de México, rindió fruto, al obtener la presea de oro en la caminata de 20 kilómetros, mientras que Fernando Platas siguió aumentando su cosecha de metal universitario al lograr el segundo sitio en plataforma. Asimismo, junto con Eduardo Rueda, consiguió la plata en los saltos sincornizados. Y ya en el tercer milenio, la FISU volvió a voltear a Asia. En efecto, Beijing -la antigua Pekín- fue sede de los Juegos Mundiales de 2001. Más de seis mil estudiantes se reunieron en el estadio de los Obreros para dar inicio a la primera gran justa del nuevo siglo (20 de agosto al 1 de septiembre) y, sobre todo, un ensayo para los chinos, que se aprestan a realizar la competencia olímpica de 2008. ¿Por qué en Beijing? Esta pregunta fue fácilmente contestada y no precisamente por el alto nivel competitivo de los anfitriones: la República Popular de China cuenta con poco más de mil centros de educación superior con una población cercana a los cuatro millones de estudiantes; además, los visitantes pudieron apreciar entre varios sitios la Plaza Tiananmen, la Ciudad Prohibida, la gran Muralla, así como el Palacio de Verano. En Beijing inauguró los juegos el estadounidense George Killian, actual presidente de la FISU, quien quedó al frente al morir el gran pilar de este movimiento: el italiano Primo Nebiolo, quien falleció en Roma el 7 de noviembre de 1999 de un infarto al corazón, y que por casi 40 años guió a los estudiantes-deportistas del mundo. Para México, la justa en China -ya con la organización conjunta entre la CONADE y el CONDDE-, fue buena. Dieron una espléndida sorpresa los tenistas Carlos Lozano (BYU) y Juan Arredondo, que ganaron la presea de oro en el dobles, mientras que Fernando Platas (ITESM campus estado de México) se colocó en tres ocasiones en el podio en los clavados, con preseas de plata: en tres metros, en los saltos sincronizados junto con Joel Rodríguez, y por equipos. En un primer balance el deporte universitario avanzó precisamente al sumar 148 campeonatos en los deportes que reconoce la FISU, con poco más de 25 mil participantes de 135 países. Estos certámenes han sido de enorme importancia para las naciones, ya que cada día son más atractivos por la calidad de sus participantes. Finalmente, el movimiento deportivo universitario dio gran paso en el cumplimiento de sus más firmes objetivos: la unidad entre los pueblos. Así, en agosto de 2003, la ciudad de Daegu, en Corea del Sur, fue sede de la edición 22 de las Universiadas, con el principal atractivo: la unificación deportiva de ambas Coreas, bajo un sólo propósito: el “Sueño de la Unidad”. 172 delegaciones con seis mil 643 participantes desfilaron en el espléndido estadio de la Taza, en la ciudad “educacional”, como la calificó George Killian, orgulloso de presentar la máxima cita deportiva en una metrópoli que cuenta con más de 50 instituciones de educación superior. http://www.conade.gob.mx/eventos/kazan/ Para nuestro país, los resultados de esta Universiada fueron satisfactorios, con tres medallas de plata y dos de bronce. En clavados, con un equipo nacional renovado, obtuvieron segundo lugar por equipos Jorge Martínez (UVM), Omar Ojeda (Universidad de Arizona) y Francisco Pérez (Colegio Holandés), en tanto Martínez y Ojeda alcanzaron la presea de plata en los saltos sincronizados del trampolín. Asimismo, se colocaron en el segundo sitio los doblistas Carlos Lozano (BYU) y Rodrigo Echegaray (Universidad de Texas, en Austin), en el tenis universitario, mientras que Verónica Tehurel (Universidad de Las Américas) dio bronce en peso medio de taekwondo, en tanto Erika Valdez (U. de Tulane) y Lorena Arias (U. de Washington) se colocaron en el tercer lugar en el dobles del tenis femenil. Izmir 2005 Para México, la justa en Turquía significó el logro de 13 Medallas colocándolo en el lugar 23 general de un total de 170 países y 9.500 participantes en las 11 diferentes disciplinas, atletismo, basquetbol, clavados, esgrima, futbol, gimnasia artística, natación, taekwondo, tenis, tiro con arco, y vela. Destacó el clavadista Rommel Pacheco Marrufo, quien se apoderó de la presea dorada en clavados en la plataforma de 10 metros, la delegación mexicana consiguió además 5 medallas de plata y 7 de bronce respectivamente, siendo Izmir la justa en la que se obtuvieran mas medallas desde 1967 en Tokio con un total de 13 preseas. El deporte universitario ha comprobado que la sabiduría y la paz pueden triunfar sobre lo absurdo de los conflictos y que juntos se puede construir un mundo mejor. El Porvenir En poco más de medio siglo de existencia, la FISU ha avanzado de manera tal, que de una organización estudiantil se ha creado un movimiento mundialmente reconocido y orgulloso de su identidad, ya que esta organización está impregnada en la imagen de sus atletas estudiantes, de un espíritu independiente basada en los principios de igualdad y fraternidad, fiel a una filosofía nacida en el seno de las universidades e institutos de educación superior donde la investigación y el conocimiento trabajan conjuntamente para el progreso de la humanidad. Cabe señalar que el estudiante universitario evoluciona en el seno de este movimiento sin aprehensión ni temor a las diferencias. Que sea campeón olímpico o humilde atleta, cualquiera que sea su raza o religión, el deporte universitario se siente en el centro del evento; es decir, un estudiante del mundo entre otros estudiantes del mundo. El porvenir del movimiento deportivo universitario se inscribe perfectamente en la evolución de nuestra sociedad. Cuando el profesionalismo se ha convertido en el actor principal del deporte de alto rendimiento, la FISU juega un papel esencial en el desarrollo deportivo e intelectual de la juventud mundial. La historia ha demostrado que grandes figuras del deporte internacional universitario que han participado en las Universiadas han basado el éxito de sus carreras en el desarrollo armonioso de sus cualidades físicas y mentales. http://www.conade.gob.mx/eventos/kazan/