EDUCADORA MALLORCA - Derecho Penitenciario

Anuncio
DIARIO DE MALLORCA – 27 de febrero de 2.011
Carme Pujol, Educadora en la prisión de Palma: ´Las
personas con enfermedades mentales son uno de los
colectivos más abandonados´
Carme Pujol trabaja desde hace 12 años educando en la cárcel, ayudando a los
internos a preparar su salida, con especial atención a los presos con
enfermedades mentales.
"Todas las personas, por dificultades que tengan, tienen unas
capacidades. Trabajamos para sacar ese potencial".
MAR FERRAGUT. PALMA Carme Pujol es educadora, pero no pisa
ningún colegio ni instituto. Carme Pujol y sus compañeros del GREC (Grupo
de Educadores de Calle y Trabajo con Menores) van adónde hace falta para
echar una mano. La calle, el parque, el hogar familiar o la prisión. Esta
trabajadora social diplomada, trabaja en el GREC y desde hace doce años es
directora de los programas en el centro penitenciario.
* Por mucho que se trabaje con un chico, ¿se puede hacer algo sin el respaldo
de la familia?
Trabajamos siempre que podemos con las familias, para enseñarles a poner
límites. En 1999 empezó el programa de educadores familiares que trabaja
dentro del núcleo de la familia, en la casa. A lo mejor hay familias que tienen
problemas para cuidar de sus hijos o hay negligencias... y también lo que se
detecta es que muchos padres necesitan aprender habilidades parentales. No
todo el mundo sabe qué tiene que hacer en el momento de tener un hijo.
Desde servicios sociales o protección de menores se detecta que hay algo que
no va bien y el educador familiar va a la familia. Se trabajan cuestiones básicas,
como temas de alimentación, hábitos de sueño, autoridad, ir a la escuela,
cambios de conducta, si son bebés pues higiene... En prisión también
trabajamos con las familias. Tenemos jóvenes que entre 18 y 20 años ya tienen
su propia familia y cuando salgan tendrán que hacerse cargo; y también
jóvenes que al salir tendrán que volver a vivir con sus padres. Mientras ellos
están en la cárcel van haciendo un proceso, pero la familia también lo va
haciendo. Se ha de trabajar el momento del encuentro.
* Educación y Asuntos Sociales han implementado cursos para padres, ¿es
que ser padre ahora es más difícil que antes?
No creo que ser padre sea más difícil ahora. Ser padre es ser padre, ahora,
antes y después. Creo que a lo mejor ahora se detectan más las necesidades.
Es como el consumo de drogas, no creo que sean cosas que hayan
aumentado, es dónde ponemos la mirada ahora. Siempre se han necesitado
habilidades parentales pero ahora hay programas completos. Ahora quizás por
el modo de vida los padres están más fuera de casa y los chicos están más
tiempos solos, pero esta necesidad siempre ha estado. Y esto es una cuestión
preventiva. Si detectamos ya desde el principio que una familia tiene estas
carencias y se trabajan nos evitaremos las situaciones de antes. Los chicos con
dificultades viene un poco por su proceso de vida. Si luego estos chicos tienen
una familia propia, pueden aprender así a no reproducir las pautas que han
visto. Me viene a la cabeza un chico de 18 años que va a salir ahora de la
prisión y tiene dos bebés. Con él estamos trabajando para salir afuera, el
proceso de búsqueda de trabajo, vuelta a casa... el puente hacia fuera. Pero él
casi no ha estado con sus hijos, y por sí solo ya tiene muchos factores de
riesgo como para afrontarlo. Sería estupendo que este chico pudiera estar en
estos programas. Nuestros programas ayudan a encontrar las capacidades de
los usuarios, no sólo las necesidades. Son factores de protección. Cualquier
persona, por muchos factores de riesgo y dificultades que tenga, tiene unas
capacidades y factores de protección. Y eso también es nuestro trabajo, sacar
su potencial.
* ¿Se puede educar a una persona que no quiere?
Es imposible decir sí o no, pero evidentemente tiene que haber una voluntad
de cambio, aunque sea mínima. Pero se puede trabajar la motivación para
llegar a la voluntad de cambio. Y es que los menores no vienen y te dicen
´hola, quiero cambiar esto´. Por eso haces el trabajo de ser un referente, estar
a su lado. Lo digo en general, luego todo varía según el grupo de edad y
muchas cosas. También te encuentras gente que te dice ´no, yo no quiero
modificar esto´. Cada persona es responsable de su vida, pero se puede
trabajar por el cambio. Pero por ejemplo en tema de drogodependencia, la
persona tiene que llegar al punto de decir ´quiero dejar las drogas´, y para
llegar a este punto hay muchas fases. La de motivación para dejarlo, la de
ambivalencia de si sí o si no... el educador ha de trabajar para que llegue al
momento en que la persona diga ´sí, quiero pegar el salto´.
* ¿No es un poco desmoralizante encontrarse en prisión con jóvenes con los
que había trabajado antes?
Desmoralizante no, pero te hace reflexionar sobre lo que funciona y lo que
no: ¿Qué ha pasado con esta persona, con la que han intervenido diferentes
servicios y ha acabado aquí?. Pero desmoralizante no, si no, no podríamos
seguir trabajando. Es una oportunidad para decir: ´Has ido por aquí y has
llegado a la cárcel, algo pasa´, trabajemos a partir de aquí´. Llegan personas
con muchas, muchas dificultades. Tenemos personas con problemas de salud
mental y dificultades asociadas, sin vivienda, que viven en la calle, sin
estudios... Acaban en la cárcel pero es que tampoco se ha hecho trabajo previo
con ellos.
* ¿Qué tipo de trabajo hacéis en el centro penitenciario?
Trabajamos con el programa para la ocupación, con la conselleria de Trabajo,
en la unidad de salud mental, en la de madres y en el Centro de Inserción
Social (CIS). Atendemos, con un seguimiento intensivo, a unas 300 ó 350
personas. Y hacemos un trabajo de orientación, de dar una pauta, una
consulta, con unas 600 personas.
* ¿Cómo afecta a los niños crecer en un lugar como la unidad de madres?
Algo les afectará pero antes de la unidad de madres los niños estaban en el
centro situado en la carretera de Sóller, que es más cerrado. En el nuevo
centro tiene más apertura y posibilidades, van a escoleta y tienen mucho más
contacto con el exterior. Al crecer en una institución cerrada se producen
carencias, pero con esta nueva modalidad se van liberando. Las madres
pueden estar con los niños porque de cero a tres años prima más la relación
materno filial que el contexto. Pero no hemos de descuidar todos los
elementos de fuera porque el niño tiene que saber qué es la calle, qué es un
perro, cómo se abre y se cierra una puerta, cosas cotidianas que allí no tienen.
También se trabaja con sus madres la vuelta al exterior de cara a la reinserción
y también sus habilidades para cuidar al bebé, así como enseñarles a usar los
recursos de fuera, por eso pueden ir al pediatra fuera.
* ¿Cómo se prepara a las madres y a los niños para el momento de la
separación?
Normalmente pueden estar hasta los seis años. Esto no lo hemos trabajado
aún, pero normalmente estas son madres que están en segundo o tercer grado
y se buscan fórmulas para que las madres puedan pasar muchas horas fuera o
en libertad condicional para que no se produzca esa ruptura.
* ¿Cuál es la principal necesidad de los presos?
Hay mil y una dificultades. Depende de cada persona y situación. Los
problemas de salud mental son de los principales; las drogodependencias, que
afecta al 70%; gente con poca formación, gente que ha tenido muy pocos
trabajos o muy inestables; o ninguno. Ahora es difícil para todos, pero si has
estado en prisión es más difícil.
* Los programas de reinserción laboral ahora tienen mucho más difícil lograr
su objetivo.
Es más difícil. Nosotros trabajamos desde muchos puntos. Con la gente de la
cárcel empezamos por cosas básicas porque tienen el problema de que se
acostumbran a ese contexto y cuando salen tienen efectos de
´despresionalización´. Han de aprender a distribuirse el tiempo, asumir
responsabilidades que antes no tenían, incluso a veces se dan efectos físicos, te
dicen ´me mareo porque no veo un tope a la vista´. Hemos de empezar por
esto: saberse situar, dónde están los recursos... A partir de ahí viene la
búsqueda de trabajo, que hacemos muy acompañada, también físicamente,
porque están desubicados. Enseñamos a hacer currículum y a utilizar las
nuevas tecnologías, porque ahora ya no se entregan currículums en mano, hay
que mirar webs y ellos no las han usado nunca.
* ¿La brecha digital también está en prisión?
Sí, aquí también. Nosotros nos lo encontramos mucho a la hora de buscar
trabajo. Hemos tenido que poner nuevas energías para esto y ha costado. Si ya
sales de una situación de conflicto y encima te ves super retrasado, te
encuentras en un mundo en el que no te ves, sobre todo los más mayores.
Trabajamos mucho esto. Lo primero es tocar un ordenador. Nosotros
teníamos miedo al principio, pero luego la gente se pone y tiene unas
capacidades, y lo saca, pero claro el proceso se alarga.
* ¿La cárcel es un lugar adecuado para una persona con una enfermedad
mental?
No, son personas enfermas y deberían poder tener recursos comunitarios. Es
un tema muy difícil y es un reflejo de lo que tenemos a nivel social: que es uno
de los colectivos que más abandonados están. Los que llegan a prisión tienen
una enfermedad grave más muchas dificultades asociadas. Esta gente está en
prisión muchas veces porque los servicios comunitarios no han podido darle
una respuesta. Y trabajamos con ellos un proceso rehabilitador y formativo,
para que al salir puedan conectar con las unidades de salud mental, los centros
de día, todo lo que haga falta... pero al salir nos encontramos con que muchas
veces no hay estos recursos. Y volvemos a entrar un poco en la misma rueda.
Las personas de salud mental salen y en seguida vuelve a entrar. Es el efecto
´puerta giratoria´. Salen, no saben dónde ir, qué tienen que hacer, se meten en
un jaleo y vuelven a entrar. Por eso intentemos trabajar una salida lo más
tranquila y segura posible, y que conozcan todos los recursos necesarios. Esta
salida acompañada está dando resultados. Pero faltan muchos recursos.
* ¿Dónde deberían estar estas personas?
Creo que no debería haber un lugar concreto. En general, creo que se debería
potenciar que utilicen los recursos comunitarios y que todo sea más abierto.
Hacen falta centros de día donde puedan hacer talleres ocupaciones y de
rehabilitación, terapias... Hay pero no son suficientes.
* ¿Se nota un aumento de personas con estas dolencias?
En prisión cada vez hay más demandas de nuestros programas. Entre drogas y
salud mental, a veces no se sabes muy bien cuál es el huevo y cuál la gallina.
* ¿Lo más difícil es que reconozcan que están enfermos?
Es complicado, la no consciencia de la enfermedad es algo que caracteriza las
enfermedades mentales. Tu no sabes que estás enfermo y no pides ayuda. Por
eso, hacemos un trabajo de captación y vinculación y poco a poco, estando
cerca, vas trabajando esta consciencia: que vaya al psiquiatra, que tome la
medicación. Hacemos talleres de psicoeducación, que sepan qué es la
enfermedad y en qué consiste porque luego estas personas tendrán que
cuidarse a sí mismos, tomar la medicación... Y si creen que no están enfermos,
no hacen nada. Es difícil de asumir, supone una etiqueta además de una
enfermedad. Pero logramos que consigan una estructura, que vayan al
psiquiatra, que tengan una ocupación... Afloran las capacidades.
* ¿Para trabajar en el GREC hace falta estar hecho de una pasta especial?
No, no creo. Los que elegimos estos trabajos ya sabemos a lo que vamos. Al
trabajar
con
personas
también
hay
una
parte
buena.
* ¿Viene gente luego a dar las gracias?
Muchísimas. Personas que vienen a contarte qué hacen, que vienen a
enseñarte al niño, que te siguen teniendo como un centro de referencia, a
hacerte consultas, a pedirte ayuda. Y eso también es una gratificación y una
alegría.
* Se habla mucho de abrir los institutos por las tardes y de implicarlos en su
entorno, ¿disminuiría eso los factores de riesgo de los menores?
Trabajamos en coordinación con los institutos. Creo que todo lo que sea más
comunitario, abierto al entorno, facilitando la participación de los padres,
implicando a otros agentes comunitarios... Esto son factores de protección.
*
¿El
analfabetismo
está
más
presente
de
lo
que
pensamos?
Sí pasa, mucho. Cuesta creerlo pero sí hay. Nos encontramos personas no
tanto analfabetas totales, más con dificultades para leer y escribir. Hay
acciones y cursos, pero si has de buscar trabajo sin saber leer, a ver cómo lo
haces. Antes, cuando había mucho trabajo, aunque no supieras escribir, podías
funcionar e ir haciendo. Pero ahora se especializa cada vez más la cuestión
profesional, y si no sabes leer es un camino muy largo. Y también hay jóvenes
con dificultades importantes, no sólo mayores.
Descargar