Garantías de los derechos fundamentales. 1. Garantías

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Garantías de los derechos fundamentales.
1. Garantías normativas
Delimitan la participación de los poderes públicos en el proceso de concreción de los derechos
fundamentales reconocidos por el constituyente.
a) la inclusión de los derechos fundamentales en la Constitución formal. Todos los preceptos
constitucionales gozan de aplicabilidad directa, en la medida en que no precisen de un desarrollo
legislativo, condicionado a las exigencias que impone el mismo art. 53 de la Constitución.
b) el art. 10.2 de la Constitución supone una garantía de los derechos fundamentales en la medida en que
impone que su interpretación se ajuste a la Declaración Universal de Derechos Humanos y a los tratados
internacionales ratificados por España en la materia.
c) La reserva de ley y de ley orgánica. En virtud del art. 53.1 CE , se reserva a la ley (estatal o
autonómica, según los casos) la regulación del ejercicio de los derechos y libertades reconocidos en el
Capítulo Segundo del Título I de la Constitución (arts. 14 a 38 CE). A esa reserva genérica se suma la
específica de la ley orgánica que establece el art. 81.1 CE para los derechos incluidos en la Sección
Primera del Capítulo Segundo del Título I de la Constitución y que comprende los arts. 15 a 29 CE .
d) la rigidez de las normas constitucionales relativas a los derechos fundamentales, en concreto las
contenidas en la Sección Primera del Capitulo Segundo del Título I (arts. 15 a 29 CE ), cuya reforma debe
tramitarse por el procedimiento agravado previsto en el art. 168 CE .
2.Garantías de fiscalización: jurisdiccionales y extrajurisdiccionales
Aseguran el derecho frente a violaciones de un derecho fundamental por parte del poder público o, en su
caso, de los particulares.
2.1. Garantías extrajurisdiccionales o institucionales
El Defensor del Pueblo, institución establecida por el art. 54 de la Constitución como “alto comisionado
de las Cortes Generales, designado por éstas para la defensa de los derechos comprendidos en este Título
[el I]” y cuyo cometido se cifra en la supervisión de “la actividad de la Administración, dando cuenta a
las Cortes Generales”.
Ministerio Fiscal, al que el art. 124.1 de la Constitución confía, con carácter general, la promoción de la
justicia en defensa de los derechos de los ciudadanos.
2.2. Garantías jurisdiccionales no judiciales
A diferencia de lo que sucede en otros ordenamientos de nuestro entorno (así, por ejemplo, en el alemán),
el Tribunal Constitucional no forma parte, entre nosotros, del conjunto orgánico “Poder Judicial”.
En tanto que intérprete supremo de la Constitución y superior a todos los órganos jurisdiccionales “en
materia de garantías constitucionales” (art. 123.1 CE ), el Tribunal Constitucional se erige como supremo
garante de los derechos fundamentales. Opera en dos momentos:
a) Por un lado, en el momento del desarrollo de los derechos y de la regulación de las condiciones de su
ejercicio por parte del legislador, toda vez que la actuación legislativa en este ámbito es susceptible de
control por el Tribunal a través del recurso y la cuestión de inconstitucionalidad.
b) Por otro, en la fase de ejercicio del derecho fundamental ya definido en su contenido y en sus
condiciones de actuación, por cuanto el particular que se estime ilegítimamente perturbado en su disfrute
podrá reaccionar, llegado el caso, ante el Tribunal Constitucional por medio del recurso de amparo.
2.3 Garantías jurisdiccionales internacionales
a) la jurisdicción ejercida por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Garantiza los derechos
fundamentales enunciados en el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las
Libertades Fundamentales, hecho en Roma el 14 de noviembre de 1950 , e integrado en el ordenamiento
español en 1979. El art. 10.2 de la Constitución erige a ese Convenio en pauta interpretativa de los
derechos y libertades reconocidos en la Constitución misma, con lo que la jurisprudencia del Tribunal
Europeo de Derechos Humanos, intérprete auténtico del tratado, disfruta de un valor que muchos califican
de vinculante y que desde luego el Tribunal Constitucional ha tenido siempre muy presente a la hora de
perfilar su propia jurisprudencia. El TEDH representa hoy la última instancia de protección de los
derechos fundamentales recogidos en el Convenio Europeo (STC 70/2002, de 3 de abril).
b) el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Para el Tribunal Constitucional, “las
`observaciones” que en forma de Dictamen emite el Comité no son resoluciones judiciales, puesto que el
Comité no tiene facultades jurisdiccionales (como claramente se desprende de los arts. 41 y 42 del Pacto
[Internacional de Derechos Civiles y Políticos ]), y sus Dictámenes no pueden constituir la interpretación
auténtica del Pacto […]”.
3. Garantías judiciales
La Constitución confía al Poder Judicial la defensa de todos los derechos e intereses legítimos. Se trata
de una defensa perfectamente garantizada, pues se atribuye a quien tiene encomendado el ejercicio de la
jurisdicción, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado (art. 117.3 CE ). El art. 24.1 de la Constitución
proclama el derecho fundamental a “obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de
sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión”.
La Constitución ha previsto además un procedimiento específico de garantía por parte de los mismos
Jueces y Tribunales ordinarios.
3.1. Garantía judicial ordinaria
Como cualquier derecho subjetivo, también los fundamentales quedan comprendidos bajo la tutela
judicial. La tutela dispensada por los procedimientos ordinarios puede ser, desde luego, tan efectiva
como la que cabe garantizar a través de los procedimientos judiciales especiales o mediante el recurso de
amparo.
3.2. Garantía judicial preferente y sumaria
La Constitución ha querido que los derechos reconocidos en sus arts. 14 a 29 se tutelen, a instancia de
“cualquier ciudadano”, “por un procedimiento basado en los principios de preferencia y sumariedad” (y,
“en su caso”, a través del amparo ante el Tribunal Constitucional).
La Ley 62/1978 diseñó unas garantías civil, penal y contencioso-administrativa que durante muchos años
han constituido el núcleo del denominado “amparo judicial”. Hoy día sólo continúan en vigor los
artículos dedicados a la garantía penal, pues las previstas para los otros dos órdenes han sido
respectivamente derogadas por la Ley de Enjuiciamiento Civil (Ley 1/2000, de 7 de enero ) y por la Ley
reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa (Ley 29/1998, de 13 de julio ).
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