14. EL DESARROLLO DE LA LIBERTAD Objetivo: Que los chicos descubran que tienen que llevar a sus propias vidas la libertad por la que murió Jesús. Que puedan tener un esquema sencillo para descubrir sus esclavitudes, que puedan hacerse propósitos y que se decidan comenzar a luchar contra los pequeños vicios que aparecen en sus vidas. PARA TENER EN CUENTA Para poder abordar la propuesta de esta ficha, será necesario que los coordinadores tengan en claro los siguientes puntos: 1. Tener presente lo trabajado en la ficha 13 => ‘ no somos libres’ (este reconocimiento es el 1ª paso para lograr el crecimiento en libertad). Esta puede ser la conclusión a la puesta en común de las evaluaciones de los propósitos de la semana. 2. ¿Cuándo se desarrolla la libertad? Además de conocer la libertad liberando el corazón ordenando la vida viviendo en comunidad Para eso es necesario reconocer que necesitamos ayuda “superior”. Como ejemplo, existe la Doctrina de los doce pasos de Alcohólicos Anónimos, un organización no confesional (ver ayuda para el coordinador), que habla de ‘un Poder Superior’. Por lo tanto con la ayuda de Dios logramos liberar/ ordenar nuestra vida. Por otro lado, la vida comunitaria se da espontáneamente cuando se busca la ayuda de Dios. Desarrollo de la reunión Revisar propósitos de la semana. (conclusión: ‘no somos libres’ Importante reconocer qué nos esclaviza) Dinámica: Esta dinámica tiene como objetivo descubrir que hay que ponerse propósitos en la virtud contraria. A partir de los siguientes animales (4) se lee la descripción de sus estilos de vida (mientras un voluntario lo actúa). Mono: es gracioso, hace piruetas, es muy activo, imita a todo lo que se le cruza, (agregar lo que se les ocurra) Perezoso: es fiaca, duerme todo el día, le da lo mismo si llueve, si hace calor o hace frío, apenas baja del árbol para comer, no registra la presencia de nadie (agregar lo que se les ocurra) Hormiga: trabaja todo el día, del hormiguero a la planta, de la planta al hormiguero, tiene reservas de alimento por si llueve, (agregar lo que se les ocurra) Langosta: salta todo el día, come lo que venga, se mimetiza muy bien entre las plantas, (agregar lo que se les ocurra) Cada uno elige un animal con el que se sienta identificado. Luego el coordinador pone una lámina con circulo con 4 animales enfrentados MONO HORMIGA LANGOSTA PEREZOSO PEREZOSO Y pregunta ¿ qué debería aprender el mono del perezoso? ¿y la hormiga de la langosta? ¿y el perezoso del mono? ¿y la langosta de la hormiga? Conclusión: Desarrollo de virtud contraria al defecto Cierre: 2 Co. 3,17: Donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad. Los coordinadores explican brevemente que si se están preparando para recibir el Espíritu Santo, necesitan crecer en la libertad por medio de la verdad que Jesús nos revela. Con esta poesía podemos tener un ejemplo de cómo la libertad no es hacer lo que uno quiere, sino que es un don mucho más profundo, propio de la naturaleza humana, regalo que nos hizo Dios al hacernos a imagen y semejanza suya. "Encarcelarán mis días, pero no mis noches para soñar. Oscurecerán mis ojos, pero no mi interior claridad. Censurarán mis palabras, pero no los ecos de mi pensar. Exiliarán mis ideas, pero no mi pasión de verdad. Amurallarán mis horizontes, pero no mi mirada al azul celeste. Tabicarán mis labios, pero no mi placer de besar. Helarán mi corazón, pero no mis latidos para amar. Cercarán mis sonrisas, pero no mi raíz de felicidad. Silenciarán mi religión, pero no de mi Dios el palpitar. Matarán mi cuerpo, pero no mi alma inmortal." Propósitos para la semana: Tener en cuenta el plan de vida y conversarlo con un director espiritual o alguien que podría llegar a ser el padrino (o que ya lo es si está confirmado). Ayuda para el coordinador “Doctrina de los doce pasos”que ha sido inventada para la recuperación de Alcohólicos. Hoy día se la utiliza también con éxito para la recuperación de Drogadictos Leves, Fumadores Empedernidos y Obesos. Se la puede aplicar a todos lo vicios. Es curioso cómo una entidad areligiosa como Alcohólicos Anónimos ha descubierto la necesidad de recurrir a Dios para la recuperación de los adictos. Es una confirmación práctica de que el hombre no puede sanarse sin la ayuda de Dios. Los doce pasos (consejos) pueden resumirse así: 1) Necesidad de admitir que somos impotentes frente a algunos sucesos o emociones. 2) La convicción de que sólo un Poder Superior podrá restaurar nuestra vida desecha. 3) La decisión de entregar nuestra voluntad a ese Poder Superior. 4) La restitución del mal que hicimos a otros como consecuencia de nuestra falta de control. 5) El compromiso de ayudar a nuevas personas atrapadas en un problema similar. Crece en la libertad quien: a) Conoce su esclavitud: ¿Cómo la conoce? Una experiencia fugaz puede mostrarle su verdad. A veces un fracaso es un balde de agua fría que despierta su conciencia; tiene que aprovechar ese momento para buscar las causas. Luego tiene que seguir mirando su interior. Y hacer repasos periódicos (por ej.: exámenes de conciencia). La Iglesia con el paso de los siglos ha identificado tres clases de esclavitudes o cadenas que impiden al corazón amar con todas sus fuerzas: El orgullo que envuelve y cega el corazón. Las pasiones desordenadas que desordenan el corazón. La avaricia que ata el corazón a los bienes materiales. Es importante darse cuenta que en la adolescencia se comienza a ejercer una libertad más autónoma. Y, por lo tanto, despuntan los primeros vicios. La vanidad, la lujuria, la gula, la pereza y la ira aparecen en la vida de los adolescentes. La vida social les abre las puertas a la vanidad y la ira. La mayor libertad puede introducir el alcohol, el tabaco e, incluso, las drogas. El desarrollo de la sexualidad puede ser oportunidad para la aparición de una afectividad egoísta que busca el placer sensual. b) Libera su corazón, a partir de ejercer la virtud contraria: Una vez que se descubrió el defecto principal, hay que proponerse no caer más en él y, sobre todo, ejercer la virtud contraria. Para crecer en la vida moral sirve más proponerse cosas positivas que prohibirse cosas malas. El orgullo se cura ejercitándose en la humildad. La experiencia de la Iglesia enseña que la oración es ideal para desterrar el orgullo. En la verdadera oración nos encontramos con alguien infinitamente superior a nosotros y redescubrimos nuestra condición de criaturas, de hijos. La oración nos permite ver la verdad de nosotros mismos que es la base de la humildad. Además ayuda a crecer en la humildad tanto el pedir perdón por las ofensas cometidas como el servicio del prójimo donde ponemos los intereses de los demás por encima de los nuestros. El desorden de las pasiones se cura por medio de la mortificación y el ejercicio firme del dominio de uno mismo en el amor a los demás. Cuando uno se esfuerza en ayudar y atender al prójimo, la voluntad se fortalece y las pasiones no la dominan más. Así puede orientar sus deseos de placer a la atención afectuosa del prójimo. Y utiliza toda su fortaleza para luchar por un mundo mejor. Toda su energía deja de ser egoísta y se dirige hacia el bien de los demás. Por eso conviene que los sacrificios se orienten a atender al prójimo y luchar contra la injusticia. La avaricia se cura por medio de la generosidad frente a las necesidades de los demás. Cuando uno da con generosidad el corazón se libera de las ataduras materialistas y se alegra. El compartir lo hace solidario con los más necesitados y le permiten experimentarse hermano de todos, lo cual llena de alegría. De esta experiencia nacen las tres prácticas religiosas que la Iglesia propone para los tiempos litúrgicos fuertes: Oración, sacrificios y limosna. Son tres ejercicios para liberar el corazón. Experimentando la acción liberadora del Misterio Pascual, transitamos Adviento y Cuaresma orando, mortificándonos y dando limosna para llegar a la Navidad y a la Pascua renovados interiormente y preparados para amar más y mejor. c) Ordena su vida: Sabe que el orden protege lo inferior de lo superficial. Y trata de llevar el orden interior al quehacer diario, al trabajo mismo y al pensar. Quehacer diario: Usar despertador y agenda, Tener Plan semanal, Ordena su vida Espiritual Trabajo: Disciplina en el estudio, no dejar todo para el final, estudiar todo los días un poco, estudiar entendiendo (no de memoria), apuntar más alto que el mero “zafar”. Pensamiento: No dejarse llevar ni vivir en la fantasía, Pensamientos realistas sobre uno mismo, Dedicar tiempo a los temas importantes (enfrentarlos). Ser más veraz en el diálogo. Descripción de algunos vicios VANIDAD Es lógico que reconozcamos cosas buenas en nosotros e, incluso que sean reconocidas por los demás. El elogio y la felicitación ajena nos animan a perseverar y tratar de mejorar. Pero si nos hacemos esclavos de la aprovación ajena, podemos dejarnos llevar por el vicio de la vanidad. Terminamos haciendo ruido sobre un bien que no tenemos o que no vale tanto. Vanagloria es el deseo desordenado de la propia alabanza. Hay diferentes tipos de vanagloria. Hay una clase de vanagloria que es grotesca: la jactancia. Hablan todo el tiempo de lo que hacen o tienen, hablan todo el tiempo de sí mismos. O inventan cosas o agrandan las cosas descaradamente. Es un tipo de hipocresía. O tratan de llamar la atención con un comportamiento diferente, extravagante, para ser el centro de las miradas. También aparece la vanagloria sutil: Del que no quiere ceder en una discusión ni decir que se equivocó, no quiere dar marcha atráss jamás. O siempre encuentra motivos para pelear y discutir porque no puede ser que otro sea el centro de la reunión. También aparece la vanagloria sutil en los rebeldes y desobedientes sin motivo. Para trabajar este aspecto de la personalidad, es necesario saber que todo lo que uno es y tiene no tiene tanto mérito sino que son regalos de Dios que exige ponerlos al servicio de los demás con responsabilidad. No buscar tanto la aprobación de los demás sino la autenticidad, dar lo que uno es, con sencillez. Cuando uno es alabado, interiormente verlo como un saludo que viene de Dios. Y alegrarse sobre todo por la amistad del Señor. "Que el sabio no se gloríe de su sabiduría que el fuerte no se gloríe de su fuerza que el rico no se gloríe de su riqueza El que se gloría, que se gloríe en el Señor" (II Cor 11, 17) GULA: El deseo de comer es un instinto importantísimo que Dios puso en nuestro organismo. Es sano y necesario. Además en el hombre hay un deseo de comer más allá de las necesidades fisiológicas, con el fin de disfrutar de las bondades de una buena comida, de celebrar algún acontecimiento o de compartir un momento con su prójimo. Todo esto es bueno siempre y cuando sea ordenado. El comer y el beber tiene un placer, bueno y recto. Si yo no tengo medida en el comer y beber destruyo ese placer. La gula es el deseo desordenado por la comida y la bebida. El problema de la gula no pasa tanto por cantidades sino por actitudes que hay detrás: dejarse llevar por un deseo que nunca se sacia. Además, puede venir mezclada con un problema psicológico de angustia Hay diversas manifestaciones de la gula. Está la borrachera. Cada bebida tiene una medida definida por la experiencia (medida de wisky, porrón de cerveza, vaso de vino, copa de champagne, etc.) luego de la cual se pierde la capacidad de disfrutar el gusto lo que se está tomando y se empieza a tomar de vicio no más. O el comer de angurriento, sin detenerse ni disfrutar. También se puede asociar a la gula las drogas. Junto con la gula aparece el embotamiento de la mente, la alegría desubicada, la locuacidad excesiva, la superficialidad y los modales ordinarios. Y pueden llevar a la lujuria. Para trabajar este aspecto de la personalidad es necesario aprender a moderarse en las comidas y sobre todo, en las bebidas. De este modo se crece en la templanza. Ayuda mucho practicar de vez en cuando el ayuno. Pero evitar corregir un desorden con otro desorden, se trata de aprender a ser equilibrados. LUJURIA: El placer sexual es un don de Dios que premia la procreación. En el hombre, además, se convierte en signo de entrega permanente para formar por amor un proyecto común en el matrimonio. La lujuria es el deseo desordenado por los placeres sexuales. Como afecta a la afectividad del hombre, desordena toda la vida de la persona. Hay dos formas típicas: Cuando se busca placer sexual sin la intervención de otro en la masturbación se está practicando un egoísmo puro y se crece en egoísmo y autosuficiencia. Cuando se busca el placer de la relación sexual en la fornicación, el adulterio o el concubinato se está haciendo el amor sin amor o con un amor que todavía no llegó a la madurez de generar un proyecto común. Está acompañada de una ceguera espiritual que impide rezar y ver las cosas como Dios nos las ha enseñado. Aparece el autoengaño para acallar la conciencia. La precipitación para decir o meterme en cosas sin pensar. Y la inconstancia para mantener propósitos y metas. En lo espiritual puede generar miedo a Dios y la vida futura, apego al presente y fuerte egoísmo. Para crecer en esto es necesaria la humildad fortalecida por la oración, la generosidad y el dominio de sí fortalecido por las mortificaciones. IRA: El Señor, cuando creó al hombre, puso en su corazón la capacidad de indignarse frente a las cosas que están mal o son injustas para que reaccionara y tuviera fortaleza para luchar contra ellas con perseverancia y prudencia. Si nos faltara esta sana agresividad natural, seríamos apáticos, indolentes, impasibles. Pero muchas veces cuando el hombre se enfrenta al mal, en vez de ver cómo se lo puede erradicar, se enoja y sólo agrava las cosas. Es el vicio de la ira. La ira es injusta porque termino haciendo mal y agrediendo a quienes no lo merecen. O porque pierdo el dominio de mí mismo y me descontrolo. La ira lleva a la sed de venganza y al rencor en el corazón. A los gritos, insultos y blasfemias. A las peleas y a la violencia física. Para crecer en este aspecto es necesario tratar de imitar la mansedumbre y la serenidad de Cristo. Hay que trabajar en el autodominio. Hay que estar siempre dispuestos a perdonar. Hay que aprender a hacer algo con fortaleza, firmeza y paciencia para cambiar las injusticias y eliminar los males. PEREZA: El deseo de descansar o divertirse es saludable para el alma. Da lugar a la reflexión y a la meditación. Un tiempo de descanso permite reconciliarse con la vida y agradecer a Dios todo lo que nos da. El ocio suele ser fuente de creatividad y nuevos proyectos. Pero cuando el deseo de descansar se convierte en falta de voluntad para hacer lo que corresponde, estamos frente al vicio de la pereza. Nos falta el ánimo para ser tan grandes como deberíamos ser. Es el fastidio, aburrimiento, desgano por las cosas. Es una especie de tristeza frente a la felicidad que nos llama Dios. El ser humano no acepta la exigencia, huye de la misión que Dios le ha dado en esta tierra: La de ser santo. Prefiere empequeñecerse. Aparece como falta de ánimo para hacer lo que hay que hacer e indolencia para cumplir con las responsabilidades. Lleva a la divagación mental en fantasías o en cosas ilícitas. Puede darse en lo espiritual o intelectual. Es la acedia que impide crecer. La falta de ánimo impide llevar una vida espiritual ordenada. Se puede caer en la desesperación de la propia salvación. Para corregir la pereza es necesario cultivar una vida interior sólida, tener valores e ideales altos, por los que valga la pena vivir y morir, ser perseverante en las responsabilidades, en el estudio y en la oración.