ASPECTOS PSICOLÓGICOS Y SOCIOLÓGICOS DEL TRAUMATISMO POR HOMICIDIO1 “La tradición de todas las generaciones muertas, carcome como una pesadilla el cerebro de los vivos.” Karl Marx2 por Lic. Matías Quintana PERFIL SOCIOLÓGICO Y PSICOLÓGICO DEL FENÓMENO Argentina tiene un índice de homicidios de 5 muertes cada 100.000 habitantes. En Santa Fe, en cambio, dicho índice asciende a 16/100.000. El fenómeno presenta dos características clave: la primera es que la mayor parte de los homicidios se dan en el contexto de una historia de mutuos investimentos. La segunda es que se concentran en una franja específica de la ciudad, la mitad oeste, por lo que si calculamos el índice a ese sector, el mismo ascendería a 30/100.000 habitantes, y en el resto de la ciudad normal. Según nuestras observaciones, la triplicación del índice resulta del break-down de los cimientos sociales que sostienen la función paterna y, por lo tanto, a la constitución y producción de subjetividad. Y del impacto de la catástrofe de la inundación de 2003, que cubrió bajo dos metros de agua al sector geográfico que hoy ostenta el índice desfasado. Esa catástrofe habría operado como una disrupción traumática (Benyakar y Lezica, 2005) masiva, alterando la dinámica general del telescopaje generacional descripto por Faynberg e inscribiendo nuevos núcleos traumáticos. A partir de este fenómeno, me pregunto: ¿cuáles son las consecuencias psicológicas generales que observamos en el repetido traumatismo por homicidio? ¿Cómo intervenimos en la clínica de estos casos? ¿Qué factores sistémicos profundos producirían este fenómeno? Sin intentar dar una respuesta cerrada a estos interrogantes, realizaré algunas observaciones clínicas, abriendo el horizonte teórico a la sociología de Luhmann. Para cumplir ese fin, a continuación voy a exponer brevemente una viñeta ilustrativa del perfil de casos tratados, luego una breve introducción conceptual a la teoría de los 1 Informe parcial de la investigación realizada en el marco del Equipo de Intervención Psicológica en Crímenes graves, en curso desde el año 2009 solicitada por el Gobierno de la Ciudad de Santa Fe, habiéndose atendido hasta la fecha más de 230 casos de homicidio. Integrantes del Equipo: Funes, J.C. (Director); Quintana, M. y Cattaneo, M. (psicólogos); Tessi, L. (prevención). 2 Marx, K.; “El 18 brumario de Luis Bonaparte”, 1852. sistemas sociales de Luhmann, para finalmente concentrarme en aspectos clínicos y, en menor medida, sociológicos del fenómeno. ILUSTRACIÓN CLINICA Niño de 9 años mata al padre de tres balazos en el pecho. La madre explica que en varias ocasiones fue ella quien apuntó con un revolver al marido dormido, un policía que abusaba de sus hijos. Arrepentida se lamentaba no haber disparado entonces: “ya que finalmente fue mi hijo quien cumplió mi deseo” decía. El niño había sido inducido por su padre a dispararle bajo amenaza de matar a sus hermanos. El niño gatilla frente a sus hermanos, consumando, de su lado, el parricidio; del lado del padre, un suicidio usando al niño como arma; y del lado de la madre, la ya mentada muerte. A pesar de reconocer la inducción paterna, el niño guardaba la conciencia literal de que eligió disparar y podría haber optado por no hacerlo: “Yo siempre voy a saber que maté a mi padre”, dijo frente a sus hermanos en una de las primeras entrevistas. INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLÓGICA SISTÉMICA3 DE LUHMANN Un sistema es una diferencia observacional de un entorno. Todo sistema observa. Los sistemas autopoiéticos tienen la capacidad de auto-observación. Cada observación produce una diferencia. Cada diferencia observacional se compone de un entorno y el segregado de una diferencia cuya función es reducir la complejidad del entorno. Tarde o temprano todo sistema fracasa frente a la complejidad del entorno, siempre más complejo. La diferencia sistema/entorno es constituyente del sistema y del entorno. Por fuera de ella está lo inobservado. Cada sistema se compone de un elemento nuclear irreductible, el cual está sujeto a estructuras, procesos, temporalidades, etc. Los sistemas se relacionan consigo mismos, con otros sistemas, con otros entornos y con sus propios entornos, mediante distintas operaciones (penetración, interpenetración, reducción, indicación, destrucción, etc.). El elemento nuclear del sistema psíquico es el pensamiento y el del sistema social la comunicación. La sociedad no es un conjunto de individuos, sino sumatoria de todas las 3 El concepto de “sistémica” no hace referencia a la psicología sistémica, sino a la teoría de los sistemas sociales de Niklas Luhmann, inspirada en la sociología de Parsons, la cibernética y los desarrollos de Maturana, pero que fueron aplicados por el sociólogo alemán de forma esencialmente distinta al de sus fuentes. comunicaciones posibles. La memoria social no puede ser psíquica, sino comunicacional. Luhmann describe 4 sistemas: orgánico, máquinas, psíquicos y sociales, estos dos últimos, son sistemas de sentido. Todos ellos responden a la teoría de los sistemas (Luhmann busca unidad epistemológica). Esto significa que lo que es válido para el máximo nivel teórico, se aplica para todo los sistemas. Por ejemplo, si la memoria es una propiedad sistémica de ese nivel, todos los sistemas poseerán “memoria”. Entre todos los tipos de memoria (celular, cerebral, psíquica, social, etc.) hay equivalencia estructural, pero cada una es mutuamente irreductible y clausurada, formadas por sus propios elementos y sujetas a sus propias formas de funcionamiento. El homicidio es un hecho que puede ser considerado como la operación de destrucción o penetración de un dato abrupto que se impone al pensamiento y a la comunicación. Destrucción o penetración no son anomalías, sino opciones de un sistema para consigo mismo o para con otro sistema. En principio, cada homicidio destruiría el sentido, sin embargo cada nuevo evento se inserta como un hecho con potencial originador de sentido para un observador que observe. El homicidio puede ser analizado considerando este registro teórico, además de los psicoanalíticos clásicos, sin olvidar que en Freud el crimen también tiene potencial organizador. La misma civilización resulta de un crimen primordial (asesinato del padre) que funda a la Ley (Freud, S.; Totem y Tabú). EFECTOS PSÍQUICOS DEL TRAUMATISMO POR HOMICIDIO. Cada homicidio impacta drásticamente sobre la barrera anti-estímulo y el sistema perceptivo de quienes invisten al muerto, en especial la familia directa, así como en quienes eventualmente presenciaron su muerte. Además, como es previsible, con el tiempo, pueden generarse diferentes efectos relacionados con patologías pre-existentes. En estos traumatismos observamos recurrentemente la inscripción de una huella psíquica de características disruptivas (Cf. Benyakar y Lezica), que se incrusta formando un espacio de exterioridad en el interior del aparato. Lo que llamamos incrustación, Benyacar y Lezica lo explican como “internalización del introducto por incorporación pasiva” (Op. cit. p. 135), teratoma o núcleo extraño encapsulado que funda a la vivencia traumática y a las sucesivas experiencias de vacío, desvalimiento y desamparo. Lo incrustado activa por lo general un mecanismo automático de operación psíquica que descarga pero no metaboliza, configurándose una psicopatología específica del trauma, que si bien implica la efectiva inscripción violenta de un contenido, el sistema psíquico queda, en principio, inerme. Una de las operaciones que con más recurrencia se observa una vez instalada la relación transferencial, es el intento del paciente por ligar un elemento psíquico que espeje al contenido exterior-interno, disruptivo o incrustado. Por ejemplo: muerte del marido por infarto y a los pocos días asesinato de un hijo de 19 años, cuyo victimario es un vecino. Por el hecho, la madre acusa un alto impacto que se agrava con ideación e intentos de suicidio, fantasías referidas al deseo de meterse en el cajón con el hijo y necesidad de oler sus ropas. Con el tiempo comienza a secuenciar y elaborar el impacto traumático. Ya en una instancia más avanzada del tratamiento, la madre se refiere a un hecho de su propia infancia que la inquieta: entre los 6 y 9 años: “Jugaba a que se me moría un muñeco, le hacía el velorio, lo enterraba y a los meses lo sacaba de su tumba”. Otro caso ilustrativo en el mismo sentido, es el de un joven que es asaltado al salir del trabajo. En el eventual forcejeo, resbala y se golpea contra el asfalto. Agoniza y a los pocos días muere. Este evento fue dramático en la madre por la imposibilidad de hallarle sentido. Dirige su odio contra el Estado, hacia los testigos y hacia sí misma por haber disuadido al hijo de que no se mude de ciudad tiempo antes del hecho. Avanzado el tratamiento recuerda algo que la inquieta: antes del homicidio, lo había pintado muerto. Según cuenta rompió el cuadro en ese mismo instante. Pero la ligazón del teratoma con un contenido en espejo como forma de restaurar la secuencia psíquica, es requiriere un trabajo previo de metabolización del traumatismo, reduciendo su intensidad y descomponiéndolo en sus elementos. Otras dos características observadas en estos traumatismos es que lo incrustado está inscripto como en realidad aumentada, y de forma no secuenciada, como en simultaneidad, lo que hace del impacto un evento impensable, base de la angustia automática descripta por Benyakar y Lezica. Debido a que nuestra intervención se realiza en los primeros momentos del hecho, en la mayoría de los casos observamos en primer plano este funcionamiento, como si la piel (psíquica) estuviera en carne-viva. De ahí derivamos un tipo de intervención específica consistente en, literalmente, ir al hueso perceptivo del asunto, conforme a las hipótesis clínicas mencionadas. Así tratamos de que el paciente detalle el impacto traumático, en sus registros sensorial y perceptual más crudos, para que los mismos adquieran un primer depósito en el terapeuta, que debería poder contenerlos, elaborarlos y devolverlos (reverie), o simplemente contenerlos, las veces que sea necesario. Hacemos además una distinción simple entre el hecho, el impacto y el efecto traumático. Cada uno se refiere a instancias psicopatológicas distintas. En el hecho y en el discurso en el que el entorno lo cobija, se pueden descubrir incidencias simultáneas de las memorias psíquica y social, la primera es representacional, la segunda podría ser considerada discursiva (en Lacan) o comunicacional (en Luhmann4). Pero la tendencia defensiva normal de los sistemas frente al homicidio, es a reproducir el mecanismo que lo indujo como plasmación extrema de un dato. Si la función de desconocimiento del dato revelado en el acto homicida se instala, el pronóstico no es favorable. Para la inercia de los sistemas el homicidio sería un hecho trágico, enigmático y que debe ser olvidado. Pero para la Sociología y el Psicoanálisis es una ventana de observación de un dato sucesivamente inobservado, quedando en un entorno capaz de penetrar y precipitarse sobre los sistemas, con efecto destructivo y originador y, por lo tanto, reconstructor. Como ya expresé, las características del impacto produce una conmoción central en la barrera-antiestímulo y, dependiendo del tipo de identificación con el deceso, en la estructura narcisista. Creo que este impacto requiere ser atendido con urgencia como primera medida de activación de un duelo. Además se observan unas consecuencias perceptuales muy específicas en los eventuales testigos directos y en los partícipes de todo el proceso de muerte en casos de alevosía o agonía. El paciente está capturado en detalles morbosos, de los que no habla, referidos a la percepción aumentada de la destrucción orgánica, a la sangre, a la textura de la piel muerta, al último suspiro, a la sensación mortífera de la terapia intensiva, a la comunicación del médico, al desciframiento de los últimos momentos. El estímulo traumático no es un mero choque 4 En la teoría de Luhmann los procesos de comunicación están montados en los aparatos emisores y receptores, pero son independientes de éstos, formando un sistema aislado que tiene un funcionamiento propio al del psiquismo, concepto que en Lacan equivaldría, quizás, a la estructura del lenguaje. A su vez el psiquismo está montado en el sistema orgánico y comunicacional (social), pero también adquiere un funcionamiento propio (la estructuración como un lenguaje descripta como Lacan no equivale al lenguaje). A esta situación sistémica general se la denomina interpenetración, en la que ambos sistemas son incompletos, pero se completan mutuamente. Lo que no significa complementariedad, ya que a la vez son sistemas cerrados y autorreferenciales. Por lo tanto no tendría sentido la pregunta sobre el sistema original, ya que ésta se resuelve en el nivel formal de la teoría de los sistemas. La incompletud es una propiedad sistémica general. que rompe. Tiene múltiples fuentes, estimulaciones, capas y etapas. Adquiere la cualidad de fuente constante. Por ello para el análisis del impacto traumático nos adentramos en su anatomía, signada por la irrupción de una situación que repentinamente sumerge a la familia en una escena cuya textura es la de una extrañeza progresiva, acompañada por la sensación de lo bizarro y lo ominoso. Esa sensación, que tiene sus etapas y efectos traumatogénicos propios, requiere una catalización inmediata. Por ejemplo, dos hermanitos estaban prendiendo el fuego para asar un pollo a la vera del río, como lo hacían siempre. De repente, pasan dos desconocidos corriendo, uno se detiene, y literalmente ejecuta de un tiro en la cabeza al niño de 8 años frente a su hermana de 10. Tal como Freud lo describe en Lo ominoso, de la heimlich trama cotidiana súbitamente emerge la irrepresentable percepción de lo unheimlich. En términos de Luhmann, del seno de la interpenetración emerge un inobservable que no puede ser reducido en su complejidad por las operaciones acostumbradas. Madre e hija embarazada conversaban en la puerta de su casa, cuando de repente dos autos pasan persiguiéndose. La madre escucha un disparo pero continúa hablando ya que le pareció lejos. Según relata: “Un minuto después mi hija cae dura sobre mi cuerpo, tenía un orificio en el tórax del que le brotaba sangre”. En estos casos la intervención se concentra en dirigir el investimento analítico casi exclusivamente a la anatomía micro perceptual del impacto. Es central promover el relato de las sensaciones y perceptos elementales retenidos. En la mayoría de los casos inducimos explícitamente ese proceso: “Claro, usted estaba con su hija querida, y de repente cae muerta. Es inexplicable haber seguido hablando con su hija ya herida de muerte… Y luego ver ese agujero… ha de ser impensable, quisiera que me lo cuente más en detalle…”. Cuando la transferencia positiva logra instalarse, el tratamiento tiene buen pronóstico. Sin embargo, en estos casos la formación del vínculo transferencial tiene formas propias, ya que no hay una demanda, sino una intervención psicoanalítica que intenta instalarse, cuyo objetivo primero es activar una demanda en algún miembro de la familia afectada, que generalmente es la madre y los niños. Para los casos de hipotética repetición generacional, como explica Faynberg en su libro El telescopaje generacional (Faynberg, 2005), es posible corroborar el siguiente proceso: lo innombrado se encripta, en la generación siguiente se transforma en impensable y en la siguiente en angustia sin-nombre. La referencia a las generaciones muertas de Marx, puede ser analizada como la des-encriptación en avalancha de lo innombrado e impensado que es recuperado en el teatro social, o en términos de Luhmann, como una penetración violenta del entorno en el sistema, entorno en el que se pergeñó un dato excluido del discurso y del pensamiento, y que al irrumpir los destruye para reconstruirlos en su función. Por ejemplo, joven de 20 años mata a su primo de la misma edad, por la espalda y frente al abuelo. Transcurrida la elaboración del impacto traumático, la abuela se refiere a un hecho del que nadie hablaba: muchas décadas atrás un tío del abuelo había matado a un sobrino. Cuando el hecho traumático se inserta en una sucesión de eventos que forman un escenario familiar trágico, a diferencia de las repeticiones de destino descriptas por Freud, en estos casos hay una mayor carga de riesgo y de azar en el precipitado, a pesar de que también habría algo abolido que opera desmentalizado y en el entorno sistema social. Sin embargo, a pesar de la afrenta violenta concretizada, los sistemas afectados tienden a reproducir la defensa que originalmente creó las condiciones para este funcionamiento conjunto de los sistemas psíquico y social. El homicidio de mañana, existiría en la intemporalidad del entorno, ya que el tiempo es una operación de los sistemas. Que suceda o no es efecto del azar, la contingencia o la probabilidad, en función de facilitaciones. Una solución distinta a ese dato depende de la capacidad de los sistemas de recrear otros medios para procesar la inercia de la carga y la complejidad de sus entornos. Mientras tanto el orden social humanamente civilizado, es incursionado por otro orden desconocido. BIBLIOGRAFÍA Benyakar, M., Lezica, A; “Lo traumático”, Tomos I y II, Biblos, 2005. Faynberg, H.; “El telescopaje de generaciones”, Amorrotu Editores Freud, S.; OC: “Carta 52”, “Proyecto de psicología para neurólogos”; “Más allá del principio del placer”, “Totem y tabú”; “Lo ominoso”, Amorrortu Editores. Lacan, J.; Escritos 1: “Introducción teórica a las funciones del Psicoanálisis en criminología”, Siglo XXI. Luhmann, N.; “Sistemas sociales. Lineamientos para una teoría”, Alianza Editorial. RESUMEN Un homicidio es una ventana abierta a la observación de la interpenetración de los sistemas psíquico y social. El artículo formula un ensayo teórico que contempla aspectos psicológicos y sociológicos observados en el traumatismo por homicidio, en la perspectiva de la teoría de los sistemas de Luhmann. PALABRAS CLAVE: PSIQUISMO – SISTEMA SOCIAL – MEMORIA – TRAUMA CV. Matías Quintana Lic. en Psicología (UCA). Diploma superior en Sociología (FLACSO). Maestrando en Ciencias Polìticas y Sociología (FLACSO). Psicólogo del Equipo de Intervención Psicológica en Crímenes Graves del Gobierno de la Ciudad de Santa Fe (2009actualidad). Director del Instituto de Psicología de Santa Fe. Autor del artículo “Luhmann y Freud: aproximación inter-epistemológica entre la teoría de los sistemas sociales y el psicoanálisis” (Revista de Epistemología y Ciencias humanas (on line), Nº 3, p. 196-227, 2010).