Ficha Catedral de Burgos - Excursiones Virtuales Culturales

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Catedrales de Castilla y León
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Catedral de Burgos
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Catedral de Burgos
En la ciudad de Burgos existió una catedral anterior,
iniciada por Alfonso VI en 1075 y debió terminarse hacia
1095. Pero apenas hemos conservado nada de aquella
catedral románica, algunos capiteles sueltos y poco más. La
primera piedra de la actual catedral de Burgos fue puesta
por el rey Fernando III el Santo, fue un 20 de julio de
1221. Las primeras obras las dirigió el maestro Enrique,
que trabajó también en la catedral de León, junto al
maestro de obras Juan Pérez. Pero el verdadero promotor
había sido el obispo Mauricio, un hombre muy inteligente y
viajado que había estudiado en París y conocido las
novedades de la nueva arquitectura gótica. En 1230 comenzaron a celebrarse las misas aunque aún no se
habían terminado las torres, rematadas por Juan de Colonia a mediados del siglo XV, ni el crucero, que
se terminó aún más tarde.
Antes de entrar en la catedral es bueno hacer un recorrido alrededor, y nos llevará un buen rato
porque el edificio tiene unas dimensiones enormes y nos hará sentir como hormiguitas. Empezaremos
por la “Puerta Real o del Perdón”, donde se alza la portada del Sarmental (bajo un precioso rosetón),
seguiremos por la de la Pellejería (obra del gran artista Francisco de Colonia en 1516) y la Alta o de
Coronería (donde nos observan los Apóstoles y un Juicio Final del siglo XIII), además del trozo de
claustro que se descubre desde la calle de la Paloma y la capilla del Condestable, todo un atlas artístico
del siglo XV. Luego entramos desde el Sarmental en el majestuoso edificio, que es como paladear los
versos de Jorge Manrique y cruzar las estancias de las miniaturas de las Cantigas, toda una selva de
sepulcros, capillas, retablos e imágenes vigiladas por Mio Cid Campeador, el de Vivar, ¡Qué mejor
guardián! cuyos restos descansan bajo el crucero desde que en 1921 fueron trasladados desde el
monasterio de San Pedro de Cardeña. La catedral de Burgos tiene planta de cruz latina (así la describen
los historiadores del arte porque a vista de pájaro parece una enorme cruz) que da lugar a tres naves,
que son como largos barcos de piedra; un crucero, que es como otro barco perpendicular a los de antes; y
una girola, que es como un amplio pasillo que permite caminar por detrás del altar mayor sin molestar a
quienes escuchan misa.
La austera capilla de San Nicolás, es de las más antiguas y data de mediados del siglo XIII; del siglo
XIV se conserva la capilla de San Juan de Sahagún, además del claustro, donde podemos contemplar
hermosas estatuas góticas y las capillas de Santa Catalina y del Corpus Christi, donde cuelga el cofre
del Cid. Merece la pena ver también el Santísimo Cristo, que fue metido en el interior de un ataúd y
arrojado al mar para librarlo de los infieles y que un mercader de Burgos encontró flotando sobre las
olas de Cantábrico. El mercader lo depositó en el convento de los agustinos y durante la guerra con los
franceses se trasladó a la catedral.
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Al final del estilo gótico, acabando el siglo XV, el gran
artista Juan de Colonia elevó las vertiginosas agujas con
sus flechas según los modelos apreciados por el obispo
Alonso de Cartagena, que está enterrado en un sepulcro
esculpido por el maestro en la capilla de la Visitación. Un
nuevo estilo artístico, el Renacimiento aparece en Castilla
en la girola, ese pasillo detrás del altar, donde Felipe
Bigarny hizo los relieves del Camino del Calvario, la
Crucifixión y el Descendimiento. Y la capilla del
Condestable, proyectada por Simón de Colonia, donde
vemos los sepulcros de los Mendoza-Velasco, además de
un hermoso San Jerónimo de Gaspar Becerra y una
primorosa reja de hierro de Cristóbal de Andino (1523).
Juan de Colonia alzó la capilla de Santa Ana, rematada por
su hijo Simón, con los sepulcros del arcediano Francisco
Díaz de Puentepelayo y del obispo Acuña, que labró Diego
de Siloé en 1519, igualmente activo en el retablo del Árbol
de Jesé.
Interior de la Catedral
La obra más importante del siglo XVI es el gran torre sobre el centro de la cruz, llamada cimborrio,
que sustituyó al que se vino abajo la noche del 3 al 4 de marzo de 1539; no es gótico, ni mudéjar, ni
renacentista, pero mezcla bien con los tres estilos. Compite en inspiración y maravilla la Escalera
Dorada: en 1519 el obispo Juan Rodríguez de Fonseca había encargado sus planos a Diego de Siloé,
recién llegado de Italia. Es también del siglo XVI el coro tallado, aunque custodiando en su centro la
estatua yacente en cobre esmaltado del obispo Mauricio que data del siglo XIII. De los siglos XVII y
XVIII son las capillas de la Anunciación, San Enrique y Santa Tecla. La catedral burgalesa fue declarada
Monumento Nacional en 1885 y Monumento Patrimonio de la Humanidad en 1984.
Cimborrio desde el interior
Pongámonos bajo la Escalera Dorada, ¡menuda
altura! y qué quiebros más raros. Es que la
dichosa escalera estuvo condicionada por el vano
y anchura de la puerta de la Pellejería que labró
tres años antes Francisco de Colonia y por la
enorme altura de la Coronería en el brazo norte
del crucero. Y si nos fijamos en su abigarrada
decoración, enseguida veremos que la Escalera
Dorada se convirtió en un estupendo muestrario
donde se fijaron y tomaron nota infinidad de
escultores del renacimiento castellano a la hora
de diseñar portadas y retablos. Pero ninguno
alcanzó la genialidad de Diego de Siloé, y menos
su capacidad como arquitecto. Y no estaría de
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más decir que Diego estudió en Nápoles y conoció los
proyectos de un gran arquitecto italiano llamado
Bramante.
Sobre toda la selva de piedra de la catedral burgalesa
-desde el tramo de los pies en lo alto de la nave mayorlanza su carcajada y menea el badajo de la campana el
Papamoscas cada vez que suenan las horas en el reloj que
tiene bajo su cintura. De la figura tan grotesca vestida
de encarnado y con cara de demonio que sujeta una
partitura en su mano tenemos noticias sobre arreglos en
1632 y 1669; pero, a ciencia cierta, nada sabemos de los
fabricantes ni de sus alardes. El Martinillo se encarga de
Papamoscas
dar los cuartos, moviendo ambos brazos y accionando
sendas campanas. Habrá que ir a ver el Papamoscas, pero mejor esperamos a que den las 12, que es
cuando más campanazos da y más menea los brazos. Si el mismo Benito Pérez Galdós quedó prendado del
autómata, nosotros no vamos a ser menos.
Las vidrieras góticas de la catedral se hicieron añicos cuando las tropas francesas en retirada
volaron el castillo en 1812. Sólo se ha conservado el gran rosetón de la fachada sur del crucero y cuatro
rosetas de la fachada principal.
El obispo Mauricio fue el encargado de traer desde Alemania a la emperatriz Beatriz de Suabia,
prometida en matrimonio a Fernando III el Santo, rey de Castilla y León, y ofició la boda real en la
catedral en 1219. ¿Qué aspecto tendrían las torres occidentales de la catedral de Burgos si quitáramos
las agujas caladas superiores? ¿Se parecería a Notre-Dame de París? Tampoco estaría de más que
comparásemos la catedral de Burgos con sus hermanas francesas de Amiens, Bourges, Chartres o
Reims. ¡Qué merito tuvo el obispo Mauricio al promover la construcción de una catedral tan francesa en
medio de Castilla! ¡Y eso que por aquel entonces aún no se habían inventado las máquinas de fotos! Juan
de Colonia debió conocer las agujas de las catedrales alemanas de Friburgo, Esslingen y Estrasburgo, y
con esa idea esculpió la piedra de las alturas, pero las de Burgos son más refinadas y exquisitas.
El cofre del Cid era un arca supuestamente repleta de monedas prestadas por los judíos burgaleses
Raquel y Vidas para pagar los sueldos de los 300 caballeros que acompañaron al Campeador camino del
destierro a cambio del empeño de unas joyas. Pero cuando los judíos abrieron el cofre se dieron cuenta
del engaño, sólo contenía arena y piedras ¡menudo chasco! ¿Por qué fueron engañados los judíos?
Algunos siglos más tarde, en 1415, Pablo de Santa María, un hebreo de nombre Selomoh-ha Leví que fue
rabino mayor de la judería de Burgos, se convirtió a la fe cristiana y llegó a ser fue nombrado obispo de
Burgos. Su hijo Alonso de Cartagena alcanzó también el cargo de obispo de Burgos al fallecer su padre
en 1435.
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¿Qué tenemos representado en el rosetón de la fachada
occidental de la catedral de Burgos? Un rosetón es un gran
ventanal circular abierto en los altos muros de nuestras
iglesias y catedrales. Lo complicado era cerrarlo, porque
requería tallar cientos de ventanitas en piedra que casaran
perfectamente antes de instalar las vidrieras.
Imaginemos a los maestros de obras y los canteros que
colocaron las piedras de las agujas, las esculpían en el suelo,
pero luego las izaban hasta arriba con grúas y poleas.
Tenían que pasar muchísimo miedo. Pero pronto se
acostumbraban. Desde lo alto de las torres hasta el suelo
hay 112 metros de altura. Eran como los obreros que
trabajaron en los rascacielos de Nueva York, sólo que abajo
no había ni coches ni grandes avenidas. Como mucho verían
carros y el mercado de las Llanas.
Produce: NICER/Imagen M.A.S.
© Textos: José Manuel Rodríguez Montañés/José Luis Hernando Garrido
© Fotos: Imagen M.A.S.
© Infografías: NICER
Rosetón
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