19652 IRON MAIDEN INTERIOR.indb

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JUANJO ORDÁS
Iron Maiden
Deconstrucción
Prólogo de
Alfredo “Alfa” Fernández
L L E I D A, 2 0 1 5
Nota del autor:
El presente libro es un ensayo, una interpretación personal. Según la RAE, en su segunda acepción un
ensayo es un “escrito en el cual un autor desarrolla sus ideas sin necesidad de mostrar el aparato erudito”.
Como tal ha de entenderse esta obra. Contiene opiniones personales, no verdades absolutas. Si el lector
desea un recorrido objetivo a través de la obra de Iron Maiden, recomendamos cualquiera de los libros
citados en la bibliografía.
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del texto: Juanjo Ordás Fernández, 2015
del prólogo: Alfredo “Alfa” Fernández García, 2015
de las fotografías: colección del autor
de esta edición:
Milenio Publicaciones SL, 2015
Sant Salvador, 8 — 25005 Lleida
Tel. 973 23 66 11 — Fax 973 24 07 95
[email protected]
www.edmilenio.com
Primera edición: marzo de 2015
© Diseño de maqueta: Pilar Júlvez
Impresión:
Arts Gràfiques Bobalà, S L
Sant Salvador, 8
25005 Lleida
www.bobala.cat
ISBN: 978-84-9743-680-9
DL L 319-2015
Printed in Spain
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra
solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase
a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, <www.cedro.org>) si necesita fotocopiar,
escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.
Índice
Prólogo.....................................................................................................9
Introducción............................................................................................13
1. Iron Maiden y Killers............................................................................15
2. The number of the beast.........................................................................31
3. Piece of mind y Powerslave.....................................................................45
4. Somewhere in time y Seventh son of a seventh son....................................69
5. Silver and gold y Tattooed millionaire.....................................................91
6. No prayer for the dying y Fear of the dark...............................................99
7. Balls to Picasso.......................................................................................119
8. The X factor...........................................................................................125
9. Skunkworks y State of mind ..................................................................131
10. Accident of birth y Welcome to the world............................................135
11. Virtual XI........................................................................................143
12. The chemical wedding.......................................................................149
13. Ed Hunter........................................................................................155
14. Brave new world...............................................................................161
15. Dance of death.................................................................................169
16. The early days y Tiranny of souls........................................................179
17. A matter of life and death..................................................................185
18. Flight 666........................................................................................193
19. The final frontier y Awoken broken....................................................199
20. Maiden England y British lion..........................................................209
El Futuro..................................................................................................215
Agradecimientos.......................................................................................217
Bibliografía...............................................................................................219
7
Prólogo
Y
o también fui uno de esos chicos de
barrio hambriento de himnos furiosos. Luego me convertí en uno de esos
chavales adictos a las guitarras afiladas y al sentido épico de la adolescencia.
Bajo nuestra mentalidad no podíamos ser normales. Nos empeñábamos en
vivir aventuras a pesar de no tener más que descampados y bancos vacíos
a nuestro alcance. Realmente, solo necesitábamos una banda sonora a la
altura de las circunstancias…
Creo que estábamos escuchando a los Maiden la primera vez que una
chica me enseñó las tetas, y la primera vez que salimos corriendo al escuchar una sirena de la poli, y la primera vez que vomité el exceso de licor
barato mientras mi colega me sujetaba las greñas incipientes… Así que
para empezar, se puede decir que los Maiden sonaban de fondo mientras
el crío que vivía en mi interior agonizaba alegremente por dejar atrás la
infancia. Los primeros discos de Iron Maiden tienen el poder de retrotraerme a alguno de los momentos más intensos de aquellos años, como
cuando Noelia me enseñó las tetas, después de dos horas suplicando, ya
solo por esa razón los Maiden son tan queridos para mí.
Cuando crecí un poco y empecé a tocar aparecieron nuevos horizontes
y abandoné el trote legendario del bajo de Harris por un tiempo para
enfangarme en el Mississippi, en el Támesis y en casi cada charco sonoro
que encontré. Durante algunos años les perdí la pista. Por fortuna siempre
tuve cerca a Perkins, él nunca abandonó ni abandonará el metal. De vez
en cuando me ponía en el loro del coche las nuevas canciones de los del
Westham. Seguían estando ahí, seguían siendo ellos.
9
Prólogo
Ya con el niño muerto y enterrado volví a encontrármelos. Estaban
de pie y más fuertes que nunca, parapetados detrás de una canción inmensa llamada “Rainmaker”, un nuevo himno furioso, pero esta vez,
además, delicado. ¿Qué habían estado haciendo los Maiden mientras el
mundo cambiaba a toda hostia? ¿Cómo alguien puede continuar siendo
el mismo, más vejete, calvete y gorderas, pero el mismo, después de estos
últimos treinta y cinco años de historia? Por aquí han pasado la música
disco, el punk, el postpunk, la new wave, el grunge, la caída del comunismo, Internet…
Claro que no están solos, también están los Stones, Dylan, AC/DC,
Springsteen y algunos más. Esos, como los Maiden, permanecen. Pero
todos ellos gozan de ese estatus de personajes imprescindibles para la
cultura occidental, es decir, da igual que no te gusten o que no los conozcas bien, ni siquiera importa que no te vaya su rollo, si los Stones, por
ejemplo, pasan por tu ciudad y quieres estar en la onda, tienes que ir a
verlos. Entonces, para conseguir una entrada, te será de más ayuda tener
un contacto en ”la Caixa” o en Telefónica que conocerte el repertorio.
¿Eso por qué es? ¿Por qué Iron Maiden no son un grupo cool? Como
abramos este melón acabaremos poniéndonos pesados y jodiéndole el
libro a Juanjo. Pero sí vamos a meterle el cuchillo, un tajito. Al fin y al
cabo solo te ofrecen hacer el prólogo de un libro sobre Iron Maiden una
vez en tu vida. Mi opinión es que los Maiden son el icono por excelencia
del heavy metal, y el heavy metal es algo que no les gusta ni a los unos,
ni a los otros. A los unos porque son muy tontos, y a los otros porque
son muy listos.
A los unos porque nunca saldrán en un programa de corazón, y a los
otros porque nunca serán la portada de una revista de tendencias. A los
unos porque en sus canciones hablan del demonio y de cosas raras, y a
los otros porque en sus canciones no hablan de chicas, ni de coches, ni
de la paz en el mundo.
Sí, los otros consideran que no se puede aspirar a cambiar el mundo
si subes al escenario vestido con unas mallas y muñequeras de pinchos.
Bueno si eres Shakira, sí (y no para cambiar el mundo), pero no los
Maiden.
Si tenemos suerte podremos seguir disfrutando como hasta ahora de
su música y de sus andanzas en la relativa intimidad que da formar parte
de una legión de varios millones de fans en todo el mundo, sin pompos
10
IRON MAIDEN. DECONSTRUCCIÓN
ni posturitas. Aunque ha veces me imagino a Bono sacando los cuernos a
la entrada del estribillo de “Run to the hills” durante un concierto en la
plaza de toros de Dublín… Molaría.
Alfredo “Alfa” Fernández
Actualmente artista solista
y ex componente de Le Punk
y Buenas Noches Rose
11
Introducción
C
uando los artistas alcanzan un determinado estatus, su leyenda ya está colmada de hechos incontestables. La
idea del presente libro es precisamente meditar sobre esa leyenda, demolerla,
volver a vivirla y reconstruirla desde un nuevo punto de vista, encontrando
aciertos en los errores y errores en los aciertos.
No se puede decir que Deconstrucción sea una biografía, porque no lo
es. Se trata de un recorrido musical personal, concienzudo pero personal.
Como el lector podrá comprobar, la música es el eje sobre el que gira cada
capítulo, obra tras obra, canción tras canción. Es importante tener a mano
los álbumes de la banda durante su lectura, como si se tratara de un juego
de mesa.
El heavy metal es un género que nunca se observa con el mismo rigor
intelectual que otros géneros musicales populares y a Iron Maiden no se
les mide con el mismo rasero que a otros nombres del universo rock. La
dureza musical aliena a la población y a pesar de sus millones de fans,
el alcance de su música como fenómeno siempre será menor que el de
Bowie, Dylan, Rolling Stones o Beatles. Además, al contrario que todos
estos, Iron Maiden nunca han intentado transformar la sociedad por lo
que su relevancia cultural ha sido limitada, alcanzando nuevas cotas en
los últimos años, cuando ya se les considera una banda clásica. Y es que
eso es lo que son. No fueron pioneros pero redefinieron un estilo hasta el
punto de fundirse en sinónimo, asimilaron muy parcialmente el zeitgeist
de su era pero crearon un universo con códigos y temáticas propias que
en gran medida alimentan este libro.
13
Introducción
Consideré que era interesante reactualizar el pensamiento crítico respecto
a la carrera del grupo, hablar de la imperfección de sus álbumes legendarios
y de la perfección de algunos de los más recientes. Esa es la base de este
libro, un intento de mostrar una óptica distinta, ni mejor ni peor, un acercamiento a la obra de la banda atendiendo a la estructura de cada álbum y
gira, a su filosofía.
Para el presente libro, he tomado como apoyo los libros, revistas y webs
citadas en la bibliografía. Mi trabajo es muy distinto al de estas fuentes,
pues se trata de un ensayo, pero no puedo dejar de mencionarlas como
grandes trabajos —incluidas las portentosas webs— que me han ayudado
en la confección de este libro.
Juanjo Ordás
Enero de 2015
14
1
Iron Maiden y Killers
T
iene lógica entender Iron Maiden y Killers como un todo. Los dos primeros álbumes de Iron Maiden son distintos
entre si pero a la vez están unidos por importantísimos nexos, entre ellos la
voz de Paul Di’anno. Cuando la banda entra a grabar Killers, su segundo
disco, con Adrian Smith sustituyendo al guitarrista Dennis Stratton y con
Martin Birch como productor, el sonido de Iron Maiden comienza a disfrutar
de un entramado mucho más rico y denso, pero aún así la actitud callejera
y el concepto de esta segunda obra entroncan en gran parte con su debut.
Una escucha seguida de Iron Maiden y Killers suena natural pese a que el
primero de ellos tenga un sonido más crudo y simple. Realmente se trata de
una etapa breve que abarca un par de años hasta que Di’anno es expulsado,
aunque también intensa, con Iron Maiden registrando un repertorio muy
característico. Como autor de prácticamente todas las canciones de Iron
Maiden y Killers, se puede decir que Steve Harris se encontraba exactamente
en el mismo punto a la hora de crear los temas de ambos discos, incluso
algunos de los que hicieron Killers databan de años atrás. Las ideas son similares, fundiendo esos dos primeros álbumes en una sola entidad a la que
se le puede añadir un prólogo en forma de la maqueta The soundhouse tapes.
Iron Maiden y Killers son álbumes callejeros, que huelen y saben a ciudad, a
callejones oscuros, a luces de neón y farolas. Divertidos y sombríos al mismo
tiempo. En ellos, Steve Harris trata constantemente de encontrar una salida
a la monotonía de una vida entre bloques de hormigón, siendo la noche y
la madrugada un subterfugio. La voz de Di’anno no podría encajar mejor
en las composiciones del bajista. Su estilo es el de un gato salvaje acechando
15
IRON MAIDEN Y KILLERS
a su presa con un fraseo ágil, mucho más versátil de lo que la historia ha
querido hacer ver. Bruce Dickinson fue un sucesor vocalmente mucho más
dotado, con un registro más variado y bastantes más matices que Di’anno,
pero este último fue capaz de combinar agresividad punk y manierismos
operísticos propios del heavy metal con facilidad, algo especialmente digno
de alabanza si tenemos en cuenta que se trata de un cantante limitado. El
gran arma de Paul Di’anno no eran las canciones sencillas sino otras como
“Phantom of the opera” o “Wrathchild”, en las que era capaz de sostener
notas tras un violento fraseo dejando claro que se trataba de un cantante más
versátil de lo que su violencia dejaba ver. En Iron Maiden y Killers, apura su
arte siempre dentro de sus restricciones, no había mejor protagonista para
esos primeros textos de Steve Harris. Di’anno nunca habría podido entonar las canciones que la banda grabará con la llegada de Bruce Dickinson,
pero durante estos primeros años puso la única voz posible a Iron Maiden
y lo cierto es que ni Bruce Dickinson ni Blaze Bayley (durante los cuatro
años en los que sustituyó a Dickinson) fueron capaces de dotar a muchas
de las canciones de esta era del empaque necesario cuando las cantaron en
directo. Los grandes méritos de Bruce Dickinson como vocalista del grupo
son obvios, es “el cantante de Iron Maiden”, un músico a la altura de los
grandes del género como Rob Halford y Ronnie James Dio, pero a la hora
de entonar algunas de las canciones pertenecientes a Iron Maiden y Killers
en directo no logrará imprimirles el carácter necesario. Porque Di’anno tiene
una escuela callejera a la que es imposible aproximarse desde la perspectiva
de un hombre intelectualmente cultivado como Dickinson.
El trazo que va desde la maqueta The soundhouse tapes hasta el álbum
Killers es del pulso de un Steve Harris a la caza de su visión de un heavy
metal en el que se dan la mano temas abrasivos con otros de desarrollos
complejos y múltiples cambios de ritmo, todo ello producto de una ecuación sencilla que mezcla esencialmente bandas de proto heavy metal con
otras de rock progresivo. UFO, Deep Purple, Black Sabbath, Pink Floyd
y las melodías gemelas de guitarra de Thin Lizzy y Wishbone Ash forman
parte del cocktail. También, Led Zeppelin, Jethro Tull y unos Judas Priest
que ya han editado discos sólidos como Sin after sin y Stained class aunque
la rivalidad entre ambas bandas por capitanear el heavy metal como género
haya provocado que nunca se tienda a citar a Judas Priest como una importante influencia por mucho que ambos grupos equidistaran en algunos
aspectos. Ciertamente, Iron Maiden son desde sus comienzos una banda
absolutamente inglesa, no solo por la procedencia de sus miembros, sino
16
IRON MAIDEN. DECONSTRUCCIÓN
por su actitud, con un punto de vista anglosajón en muchos sentidos, estando muy influidos por las antedichas bandas británicas. Pero a diferencia
de esos grupos, Iron Maiden no reciben la esencia del rock partiendo de la
fuente original (el rock and roll primitivo y el blues del delta del Mississippi) sino que Steve Harris llega a él desde la la visión de segunda mano de
sus influencias. Se trata de su banda y es él quien las filtra. Así, el sonido de
Iron Maiden, tanto en sus inicios como en la actualidad, es relativamente
apátrida, sin la herencia negra latente en las bandas que les inspiraron, algo
extensible a todo el heavy metal.
El proyecto del joven Harris va tomando forma mientras ronda Londres como bajista de distintas bandas entre principios y mediados de la
década de los setenta. Le interesa firmar canciones cortas e incisivas pero
también otras en las que la banda pueda ensamblar partes distintas que
hacen de ellas pequeñas suites lo suficientemente bien hiladas como para
no caer en la esquizofrenia pero sin dejar de sorprender cada vez que el
tempo cambie. Esa combinación será perfectamente aplicable a cualquier
disco de toda la carrera de su futura banda, incluyendo su homónimo debut. Una vez funda Iron Maiden a finales de 1975, la firmeza de Harris es
fundamental para conducir una nave que debe avanzar contra un viento y
marea en forma de varios cambios de personal. Los Iron Maiden que graban su primera demo no serán los mismos que firmen el primer álbum del
grupo. Pero a través de cambios de guitarristas y baterías, Harris es capaz de
diseñar un sonido que crece sesión tras sesión, ensayo tras ensayo, concierto
tras concierto, haciendo malabares para que la inestabilidad no sea sino un
paso hacia la mejora sin que su concepto de heavy metal cambie ni tenga
que adaptarse a las circunstancias. La era clásica de Iron Maiden comienza en
1982 con la llegada de Bruce Dickinson pero la base se forja en esta primera
época, de 1978 a 1981.
La primera maqueta del grupo se graba rápido en los Spaceward Studios.
Las cuatro canciones seleccionadas son “Iron Maiden”, “Invasion”, “Prowler”
y “Strange world” y dos cosas quedan claras: Steve Harris es un compositor
de canciones con gran potencial y existe hambre por el material del grupo.
Dos premisas fundamentales para que la banda funcione y deje de ser un
proyecto. De los Iron Maiden que graban la maqueta, Harris mantiene a
su lado únicamente al vocalista Paul Di’anno y al guitarrista Dave Murray,
el resto de la banda se renueva. La llegada del manager Rod Smallwood, la
firma con la discográfica EMI y el fichaje de Clive Burr a la batería y Dennis
Stratton a las seis cuerdas suponen el verdadero pistoletazo de salida.
17
IRON MAIDEN Y KILLERS
Antes de la salida del disco debut, este es precedido por el single “Running free” y por dos canciones grabadas en exclusiva para la recopilación
Metal for muthas tituladas “Sanctuary” y “Wratchchild”, que la banda regrabaría más adelante. Como disco debut, Iron Maiden no define el sonido
clásico del grupo pero plantea los puntos cardinales que seguirá en el futuro, esa citada mezcolanza de canciones concisas con otras de estructuras
más complejas en la que se moverán a lo largo de los años, esté quien esté
en la formación, sea el momento que sea, tendiendo hacia una de las dos
vertientes o buscando el equilibrio, pero sin alejarse de la filosofía de Steve Harris. Su bajo se situará siempre en primera línea, él seleccionará las
mejores ideas de los demás sin dejar jamás de contribuir con temas propios o compartidos con otros miembros. Incluso en este primer trabajo,
las coordenadas sonoras de su instrumento quedan fijadas, el bajo es tan
protagonista como las guitarras, la voz o la batería, siendo parte dinámica,
creando arreglos, vertebrando la canción. Su rígida actitud le supondrá
choques con otros miembros de la banda a lo largo de los años, pero Harris se mantendrá firme y serán sus contrincantes quienes deberán ceder o
abadonar el grupo.
La producción de Iron Maiden es básica, cruda, la primera inversión
de EMI en la banda. Tras años de escritura, siete de los mejores temas de
Harris forman parte del álbum (dos de ellos junto a Di’anno) más uno
firmado por Dave Murray (“Charlotte the harlot”), reservándose un puñado de canciones para caras B y singles. Al margen de su running order,
el álbum se puede dividir entre un grupo de cuatro temas relativamente
simples (“Prowler”, “Running free”, “Charlotte the harlot” y “Iron Maiden”) y cuatro más complejos (“Remember tomorrow”, “Phantom of the
opera” y “Strange world”), más un instrumental (“Transylvania”). Respecto a su estructura, es lógico separar dos canciones de ambiente similar
como “Remember tomorrow” y “Strange world” mandando cada una a un
extremo del álbum, aunque es más curioso el que se coloque “Remember
tomorrow” como segundo tema del disco rompiendo el rápido ritmo con
el que “Prowler” comienza. Esta técnica será habitual en varios trabajos del
grupo, en el futuro canciones como “Children of the damned”, “Revelations” e “Infinite dreams” obrarán exactamente de la misma manera que
“Remember tomorrow”, quebrando la cadencia inicial para sumergir al
oyente en un clima distinto para volver a encajarlo con una parte final
salvaje.
18
IRON MAIDEN. DECONSTRUCCIÓN
Iron Maiden es un muy buen debut, de hecho muchas de sus canciones
se han tocado en sucesivas giras hasta la actualidad. El comentado inicio
con “Prowler” es jugar sobre seguro, gracias a The soundhouse tapes el tema
se ha vuelto un favorito de la escena underground londinense y abrir con
esta versión mejorada respecto a la maqueta hace ver el crecimiento del
grupo pero a la vez sirven una canción familiar. Todo suena en su sitio, la
voz de Di’anno se acopla a la guitarra solista durante la estrofa, doblándose con ella a la perfección en un recorrido nocturno por esa ciudad tan
maldita como atractiva por la que deambular, en la que los chicos bailan
al son de la música y las prostitutas pasean por la calle. “Prowler” son los
títulos de crédito de una película que acaba de comenzar, una canción que
tiene cierto componente romántico pese a su agresividad, con el protagonista rendido ante la ciudad y sus atractivos, en búsqueda de diversión
pero también de trascendencia más allá del decorado. Tras tan dinámico
comienzo llega “Remember tomorrow” en la ya comentada transición que
acaba funcionando. Iron Maiden no es una banda líneal, sino una banda
capaz de jugar con los tempos y ensamblaje de partes. Habría sido más
fácil continuar “Prowler” con “Charlotte the harlot” e incluso “Running
free” manteniendo el ritmo, pero “Remember tomorrow” lo rompe para
mostrar facetas distintas con la misma intensidad. La melancólica tranquilidad de su estrofa desemboca en un vibrante estribillo instrumental.
La delicada interpretación de Paul Di’anno es un buen ejemplo de cómo
trasciende al estilo punk en el que se le ha tendido a encasillar. En “Remember tomorrow” canta con una sensibilidad y melodía que dinamitan
el citado movimiento desde el principio de la canción. La primera etapa de
Iron Maiden nada debe al punk, ni su velocidad, ni sus canciones, ni sus
ideas. Incluso desde este debut que nos ocupa el virtuosismo es una constante en la carrera del grupo, con partes intrincadas que no están al alcance
de cualquier instrumentista, superadas en su complejidad con el tiempo
pero no por ello sencillas. Las canciones de Steve Harris hacen de Di’anno
un cantante mucho más complejo e interesante de lo que en un principio
pudiera haber sido, listo para superar sus limitaciones y exprimirse para
satisfacer la visión de Harris.
Si “Prowler” presentaba a la ciudad como un espectáculo, “Remember tomorrow” es una reflexión onírica que parece buscar la redención y,
como dice una de sus estrofas, regresar desde el fuego. En ella, la conjunción de la banda es absoluta en cada cambio de ritmo, dando forma a una
19
IRON MAIDEN Y KILLERS
pequeña epopeya que da buena muestra de la interacción instrumental.
Dennis Stratton no durará ni un año en el grupo pero lo cierto es que su
trabajo en este debut está a la altura y en directo su rendimiento es muy
bueno, combinándose con Dave Murray sin problemas. “Running free”
comienza trotando de la mano de Burr y Harris a los que se unen unas
guitarras demasiado sencillas que hacen de la canción la más comercial
de toda la colección, siendo escogida single de adelanto antes de que
el álbum se ponga a la venta. Intrascendente pero entretenida, “Running free” es un león enjaulado que en directo consigue un ingrediente
esencial: el público. Pese a ser ramplona muestra a la banda agrupada y
atacando al unísono, lo que hace de ella un sencillo efectivo por su simplicidad que se edita con “Burning ambition” como cara B, una canción
extraña dentro del cancionero de Iron Maiden, casi una versión acelerada
de “More than a feeling” de Boston con una melodía pop imposible de
ajustar al repertorio del álbum y que nunca dejó de ser una curiosidad
perdida en el tiempo a día de hoy.
Siguiendo la secuencia del álbum, la sencillez de “Running free” desemboca en “Phantom of the opera”, con estructura de suite y siete minutos
de duración listos para superar la complejidad de “Remember tomorrow”,
poniendo las bases sobre las que el grupo creará dentro de unos años algunas de sus más famosas canciones de tipo progresivo como “Rime of the
ancient mariner”. El sinuoso riff de apertura aúna bajo, guitarras y melodía
vocal en uno solo, Di’anno combina la agresividad de su voz con notas sostenidas operísticamente al estilo heavy metal, sorprendiendo gratamente al
oyente, llevándole un poco más lejos de lo que podría esperar de ese tipo
de actitud tan callejera. Los demás miembros del grupo cimentan y cohesionan sus cinco partes distintas, Murray y Stratton crean un entramado
guitarrero apretado, sin fisuras, siguiendo la estela de K.K. Downing y
Glenn Tipton de Judas Priest pero con la originalidad de la épica de Steve
Harris, aún mayor que la de Judas Priest. Como género literario, la épica
es la narración de una epopeya que musicada se denomina cantar de gesta
en el Medievo y que tendrá influencia en algunas futuras canciones del
grupo. Musicalmente en términos actuales, la épica se traduce en grandilocuencia, una epopeya musical pomposa y ostentosa, un ensalzamiento de
la heroicidad del tipo que sea que en el rock and roll encaja en distintos
artistas por muy distintos que sean entre si. Tan épica es “Born to run” de
Bruce Springsteen como “November rain” de Guns n’ Roses o “Phantom
20
IRON MAIDEN. DECONSTRUCCIÓN
of the opera”. Siguiendo con ella, el trabajo de Clive Burr es puro feeling,
heredero de esa tradición de baterías ingleses imperfectos en los que prima
el sentimiento inaugurada por Ringo Starr y Charlie Watts. Burr deriva
ese concepto hacia el heavy metal y será seña de identidad del sonido del
grupo en sus tres primeros álbumes. Junto al batería, Steve Harris forma
una potente sección rítmica. El bajista ya es poseedor de un sonido de bajo
muy especial. El fuerte golpeo de los dedos de su mano derecha sobre las
cuerdas crea una mixtura entre el grosor propio del bajo y un característico
traqueteo, una sonoridad única de esqueleto funk y musculatura metálica
aunque la influencia del funk sea nula en Iron Maiden. Harris es veloz, con
sus dedos iguala la velocidad de las guitarras, tiene personalidad y desde
este primer disco deja huella, él solo ha sido capaz de encontrar su propio
carácter sin necesidad de un productor o guía. “Phantom of the opera”,
pese a basarse en la novela de Leroux e importar al protagonista desde
Francia a Inglaterra, encaja en el álbum como un personaje más de los que
deambulan por esa ciudad que Iron Maiden llevan dibujando desde que
el álbum comenzó. Una ciudad siniestra, oscura, en la que este fantasma
de la ópera es un actor más con el que se pone fin a una cara A de vinilo
muy inspirada.
Si hay un lugar donde colocar la instrumental “Transylvania”, ese es el
ecuador del álbum, abriendo la cara B con su curiosa melodía folklórica
medieval mecida por un par de cambios de ritmos que hacen de ella un
tema entretenido. Se trata de uno de los pocos instrumentales de Iron
Maiden y el mejor de todos ellos. Su vigor entronca con el de “Phantom
of the opera”, aunque la banda se desacelera para la romántica y lenta
“Strange world”, una suave balada de versos mal medidos, con Di’anno
ajustándolos de forma forzada aunque la canción tiene sus virtudes. Al
igual que “Remember tomorrow”, destaca la capacidad de estos primeros Iron Maiden para firmar canciones de lentitud onírica que influirán
en bandas como Metallica, concretamente en canciones tan importantes
en su repertorio como “Fade to black” y “Sanitarium (Welcome home)”.
No en vano, Metallica versionarán años después “Remember tomorrow”.
“Strange world” es una nueva reflexión sobre ese desolador mundo en el
que Harris y su banda viven, una canción triste, melancólica, banda sonora
de la ciudad que musicalizan en la que incluso se hace mención al vampirismo como fantástico escape a esa monotonía aunque lo hace de forma
tan ligera que no dinamita el realismo del álbum.
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IRON MAIDEN Y KILLERS
La recta final es articulada por dos potentes números: “Charlotte the
harlot” y “Iron Maiden”. La primera es una contribución de Dave Murray
que se inserta sin problemas junto a las canciones de Harris. Charlotte es
una prostituta que volverá a aparecer en el repertorio de la banda (en la
canción “22 Acacia Avenue” de The number of the beast y en “From here to
eternity” de Fear of the dark) y que se mueve como pez en el algua dentro
de la descafeinada sordidez del disco, siendo un personaje nocturno que el
protagonista de la canción desea redimir de su lasciva vida llena de abusos.
De nuevo, el grupo juega con un cambio de ritmo, rompe la velocidad de
la canción para dar paso a un interludio romántico del que se sale a toda
velocidad. Para finalizar llega “Iron Maiden”, con su riff gemelo de guitarras primitivo y deshilachado pero de estrofa concisa y estribillo explosivo
que engancha con una jovialidad que resta importancia a su temática: un
hombre que mata a sus víctimas introduciéndolas en la máquina medieval
de tortura conocida como la doncella de hierro (The iron maiden en inglés).
Un relato propio del mural social que la banda ha pintado a lo largo de todo
el álbum, con el tiempo también una llamada a esos fans que no podrán
escapar del encanto del grupo. La canción se volverá un clásico de todos los
conciertos del grupo, desde entonces hasta la actualidad, sonando en todas
las giras, algo curioso teniendo en cuenta que no se trata de una de sus
mejores canciones. Su ensamblaje es tosco y su importancia se limita a un
buen estribillo, a dar nombre al grupo y a ser el momento escogido de sus
espectáculos en los que hace acto de presencia la mascota de la banda. Para
la portada del disco se escoge una ilustración del diseñador Derek Riggs
que tiene por protagonista a un zombie punk que será bautizado Eddie y
que en futuros diseños se transformará en un monstruo humanoide que
ejercerá de emblema de la banda. Eddie será la figura central de discos,
singles y conciertos, tomando el escenario cada vez que “Iron maiden”
suene, he ahí parte de la fortaleza y prosperidad de la canción. No cabe
duda de que es un personaje infantil y pueril, pero no cómico, se trata ya
de un elemento tan clásico e icónico que únicamente puede entenderse
como una bandera, como un símbolo. A lo largo del álbum, Iron Maiden
han detallado una ciudad, pero también han dejado patente la necesidad
de evadirse de ella para siempre, alejándose de su sordidez y personajes
atrapados en ella. No se trata de un disco conceptual, pero la idea que lo
envuelve es esa, igual que ocurrirá en Killers pero desde un punto de vista
mucho más emocional aunque hermanado con este primer disco.
22
IRON MAIDEN. DECONSTRUCCIÓN
Iron Maiden es la obra de una banda engrasada lista para comenzar una
carrera profesional al calor del agitado panorama político de su Reino Unido
natal, país moderno a la hora de escoger a una mujer como Margaret Thatcher como primer ministro pero también conservador, poniendo en manos
de la que sería conocida como la dama de hierro su devenir. La dureza es la
norma del gobierno de Thatcher pero Iron Maiden jamás firman canciones
políticas ni hacen comentarios de dicha índole, limitándose a pequeñas
bromas y a dejar constancia de su clase obrera con una actitud que siempre
les mantendrá cerca de sus fans. El quinteto debuta en 1980 y aunque del
punk solo quedan los supervivientes (The Clash, The Damned), Iron Maiden son próximos al movimiento en el sentido de que nunca abrirán una
brecha entre sus seguidores y ellos. Ninguno de sus componentes juega ni
jugará jamás a ser una estrella de rock aunque por ingresos y popularidad
podrían haberlo hecho. Se quedan en la sencillez de una buena y merecida
vida —eso es innegable— pero tratando de tú a tú a sus legiones de fans,
mostrándose cercanos, cuidando los productos que venden, tratando de llegar en la medida de lo posible a todos ellos. Iron Maiden han sido siempre
trabajadores del rock, sus vestimentas de escena no dejan de ser atrezzo, parte de un espectáculo que termina con la última canción de cada concierto.
En abril de 1980 se edita el homónimo debut y en el terreno del hard
rock y heavy metal hay mucho movimiento. Los ingleses Def Leppard
también se estrenan con la intención de conseguir la fama mundial (en
su debut On through the night está la simbólica canción “Hello America”)
y lo mismo hace el Michael Schenker Group, que graban un trabajo homónimo potentísimo. Incluso los clásicos reviven, Ozzy Osbourne pone
a la venta su primer trabajo como solista y Black Sabbath se renuevan
con Ronnie James Dio como cantante. Por su parte, Judas Priest editan el
mítico British steel y se llevan a Iron Maiden de teloneros durante todo un
mes por el Reino Unido. El tour no es sencillo, Paul Di’anno hace declaraciones arrogantes a la prensa respecto a Judas Priest y comienza una tibia
enemistad.1 También lanzan un single no incluido en el disco: una nueva
versión de “Sanctuary” con una controvertida portada con Thatcher muerta a manos de Eddie. Al margen del chiste, la canción originalmente contenida en el recopilatorio Metal for muthas era lo suficientemente interesante
como para que el grupo la regrabara con mayor calidad y se haga con un
1. N. Daniels: The history of Judas Priest-Defenders of the faith. Ed. Omnibus Press, 2010, p. 87.
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IRON MAIDEN Y KILLERS
puesto indispensable en los shows. Es una canción metálica pero rockera,
buen ejemplo de una banda de sonidos duros que comienza a desperezarse
a comienzos de la década de los ochenta, cuando los setenta aún son influyentes. El paso de una época a otro no es tan sencillo como cruzar un
año, sino algo más progresivo y, al igual que sus compatriotas Judas Priest,
Iron Maiden mantendrán en su sonido una vibración setentera que solo
se disolverá cuando ambas bandas rediseñen su sonido, en el caso de Judas
Priest con el álbum Screaming for vengeance y en el de Iron Maiden con The
number of the beast, ambos editados en 1982. Uno de los conciertos más
importantes de la época es el que la banda brinda en el festival de Reading,
el mismo día que encabezan UFO y de cuyo cartel también forman parte
Samson, banda de la que provenía originalmente Clive Burr y en la que
canta un Bruce Dickinson que pronto se hará con el puesto de vocalista
en Iron Maiden. En el espectáculo de Reading la energía que los de Harris
desprenden es brutal. Saben que es una gran oportunidad para darse a
conocer ante una multitud que pueden sumar a su base de fans. “Prowler”
y “Remember tomorrow” suenan poderosas, además tienen la confianza
suficiente como para tocar “Killers”, canción entonces inédita que formará
parte de su segundo trabajo y cuya letra aún están trabajando. Lo cierto es
que en su imperfección suena de maravilla, de hecho al comienzo no logran acoplarse e incluso Murray se pierde, pero una vez metidos en materia
queda claro que hay ideas muy interesantes para su segundo álbum aunque
el gran momento es una “Running free” que supera a su versión en estudio.
La lanzadera es impecable, continúan recorriendo Reino Unido y esta
vez es Kiss quien los invita a telonearles durante su tour europeo suponiendo la primera experiencia seria de la banda fuera de los confines de su
tierra natal. Tras la tournée, Dennis Stratton es expulsado por divergencias
musicales y personales, siendo sustituido por Adrian Smith, el hombre
que será el arma secreta del grupo en más de un momento, un guitarrista
de buena técnica pero además capaz de componer. Smith era amigo de la
infancia de Dave Murray y había tratado de triunfar con Urchin, su propia banda y de la que Murray había formado parte en su día. En Urchin,
Smith realiza un buen trabajo como cantante guitarrista, poseen buenas
canciones —especialmente la pop “She’s a roller”—, pero Iron Maiden es
un proyecto mucho más sólido y aunque el guitarra viene de una posición
de líder, esto no le ocasionará problemas a la hora de ocupar un rol secundario de cara al público aunque su personalidad quedará patente cuando
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IRON MAIDEN. DECONSTRUCCIÓN
empiece a aportar ideas. Irónicamente, con él como miembro oficial se
edita el último lanzamiento del grupo con Stratton a la guitarra, el single
“Women in uniform”, una buena versión de la banda Skyhooks que aunque desentona con el concepto del grupo suena francamente bien, bastante
clásica, con “Invasion” como cara B, un nuevo rescate de la maqueta The
soundhouse tapes vuelta a grabar con sonido mucho más profesional. Al
igual que ocurrió con “Burning ambition”, “Invasion” es una canción que
no encajaba en el álbum debut ni tampoco con el estilo de la banda, tratándose de un mejunje en el que cabe un riff rockero, un estribillo pop y
un puente que parece firmado por los Pink Floyd de Syd Barrett. Curiosa
pero en absoluto espectacular.
Adrian Smith tiene el tiempo justo para calentarse con un puñado de
shows, registrar Live at the Rainbow —primer vídeo en directo del grupo—
y comenzar la grabación del segundo álbum de Iron Maiden al que le resulta imposible contribuir con nuevas canciones. Ubicados lógicamente en
el género del heavy metal, todos los guitarristas que han formado y forman
parte de Iron Maiden se mueven en unos parámetros que encajan en dicho
estilo. Son muy técnicos tocando, virtuosos absolutos, aunque nunca han
definido el heavy metal como tal, puesto que el género estaba más que concretado cuando el grupo graba su primera maqueta. Iron Maiden nunca
harán nada que en su momento no hayan hecho Black Sabbath ni Judas
Priest, sino que desde sus inicios forman parte de una corriente que lleva
años avanzando. Ya se encuentran solos épicos en canciones de los citados
grupos, también guitarras cabalgantes, dobladas y cambios de ritmo. No
es un problema, Steve Harris nunca pretendió crear nada original, sino dar
rienda suelta a sus influencias e inspiración. Lo que Iron Maiden hacen es
nutrir al género y trabajar su propio sonido dentro de él.
Dave Murray es un guitarrista rápido, limpio, muy fino. Adrian Smith,
su nuevo compañero, destaca por su instinto rítmico y melódico siendo
ciertamente más tosco que Murray aunque también más recio. Al igual que
Steve Harris, ambos están influidos por el rock de finales de los sesenta y
principios de los setenta. Se intercambian solos, repartiéndose el protagonismo con camaradería, conectando con las raíces del rock mediante licks
de blues que se cuelan a la velocidad del sonido, haciendo que la influencia
de Thin Lizzy sea clara en sus guitarras dobladas. Buen ejemplo del perfecto equipo que forman es, precisamente, Live at the Rainbow. Ciertamente,
Smith llevaba poco tiempo en el grupo, habiendo tocado con ellos poco
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IRON MAIDEN Y KILLERS
más de una docena de conciertos, aún no ha encontrado su sitio ni tiene la
presencia escénica que en muy poco tiempo sí tendrá, pero musicalmente se
acopla sin problemas. Live at the Rainbow únicamente dura media hora, no
contiene un show entero pero es disfrutable y sus siete canciones dan muestra de lo que entonces eran. Los recursos sobre las tablas de Di’anno son
limitados, no pelea por el protagonismo, es un frontman carismático pero
estático, se exhibe ante la audiencia con la misma confianza en si mismo que
un Harris que sí recorre el escenario disfrutando de todo el espacio libre.
Killers se graba en los estudios Battery de Londres y aunque es un
trabajo menos comercial que Iron Maiden, posee un sonido mucho más
interesante. El álbum debut no era un ejemplo de música radiable pero
Killers es aún más oscuro y sus estribillos bastante menos brillantes. Sus
canciones son más concisas que algunas de las de su predecesor (aquí no
hay un “Phantom of the opera” o un “Remember tomorrow”) pero el barroquismo no se deja de lado y la complejidad que en el debut se centraba
en temas concretos se disemina en todas las demás canciones. Incluso las
más salvajes contienen detalles que las alejan de la inmediatez de las más
sencillas de su antecesor. En su conjunto, Killers es más complejo que Iron
maiden, del que deriva parte de espíritu callejero, así como una necesidad
de escapismo aún más patente, mezclando esta vez personajes asalvajados
con reflexiones existenciales que son la columna sobre la que se sostiene el
disco. Se mantiene la ferocidad y hambre del debut pero añadiendo mayor
espectro emocional. Gracias a la llegada del productor Martin Birch, el sonido crece en matices sin sacrificar el sentimiento claustrofóbico de todo el
álbum. Birch viene de trabajar con pesos pesados del rock duro como Deep
Purple, a los que ha visto romperse por la mitad y reemerger como una
nueva banda, lo que sin duda debió aportarle interesantes conocimientos
sobre la psicología grupal. Con ellos ha firmado algunos grandes discos
pero también ha estampado su sello en la producción de los primeros álbumes de Rainbow y Whitesnake, así como en el primer disco de Black
Sabbath con Ronnie James Dio, Heaven and hell. Birch comprende el significado del metal más épico y del rock duro orgánico, en todas sus producciones encontramos un sonido natural con el bajo situado en primera
línea, algo fundamental para Steve Harris. A partir de Killers, el productor
se hará cargo de los siguientes ocho discos en estudio de la banda.
Al margen de su título y de la temática violenta de algunas de sus canciones, podemos decir que Killers es reflexivo en sus planteamientos, tam26
IRON MAIDEN. DECONSTRUCCIÓN
bién depresivo, el álbum más oscuro del grupo junto con The X factor de
1995 y A matter of life and death de 2006. También se trata de un álbum
muy rico rítmicamente, con el que Iron Maiden trabajan el groove como
nunca hasta ahora y como jamás volverán a hacerlo. Tras la instrumental
“The ides of March”, es “Wrathchild” con la que la banda comienza a rugir. No es una pieza rápida en la línea de las habituales aperturas de disco
por parte del grupo, su ritmo es sensual. La burbujeante línea de bajo de
Harris entra en perfecta armonía con el feeling de Burr para que Murray
y Smith dejen caer sus guitarras sobre la base y Di’anno ponga voz a un
bastardo que busca a su padre, personaje que bien podría haber formado
parte del plantel del primer disco. Aunque el vocalista sigue combinando
su fraseo felino con notas sostenidas, es obvio que no tiene ningún truco
nuevo, que es incapaz de ir más allá de las facultades exhibidas hasta ahora.
Ese bastardo deseoso de encontrar su progenitor es parte de la angustia del
álbum, parte de esa desorientación existencial, un hombre que necesita
encontrar a otro para conseguir una perspectiva que se le escapa. En ese
sentido, “Murders in the Rue Morgue” es distinta. La canción únicamente
toma su título de un relato de Edgar Allan Poe, creando a partir de él una
historia diferente en la que nos encontramos con un asesino incapaz de
recordar sus crímenes pero con un acompañamiento musical alegre que
la hace intrascendente, no dejando de ser por ello un buen tema. La parte
más importante será el cambio de ritmo de su estribillo, efectuado con
muchísima fluidez y groove, apreciándose que la banda ha estado girando
incesantemente y ha conseguido cohesionarse. Precisamente, en “Another
life” será el fraseo de Paul Di’anno el que dinamice la canción, creando un
nexo con las dos canciones anteriores. La forma en la que canta es absolutamente magistral, altivos golpes de cadera y cuero encarnados en su voz y
apoyados por un efecto de reverberación que le sitúa en un plano distinto
al del oyente. El percusivo comienzo de la canción es tribal, primitivo,
como la furia que desatan las guitarras de Murray y Smith. La letra parece
hablar sin tapujos del suicidio, de la parte más seductora de la autodestrucción, con dos únicas estrofas que Di’anno canta una y otra vez. El flirteo
con la idea de la aniquilación de uno mismo obedece a la necesidad de escapar de una vida rechazada. No se trata de una reflexión, sino de un planteamiento puesto al límite por la velocidad de la música, aún más acelerada
en su parte central, hilada con maestría al pulso de las estrofas. “Genghis
Khan” prosigue como un tema instrumental complejo, en su primera parte
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IRON MAIDEN Y KILLERS
el bajo de Harris lo orienta hacia un funk heavy muy interesante que deviene en una parte rápida vulgar que a su vez da lugar a una tercera épica y
fascinante que matiza las melodías gemelas de guitarra ya apuntadas en el
debut y que serán parte fundamental de muchas de las canciones de Iron
Maiden. Con el trotador riff de esa parte final de “Genghis Khan” Harris
enuncia las melodías clásicas de Iron Maiden, con todo su dramatismo
revestido de un extraño cruce céltico-oriental combinado con Carl Orff
y Wagner, una depuración del componente épico de Tony Iommi (el riff
final de “War pigs”), Michael Shencker, el clasicismo de Ritchie Blackmore
y David Gilmour. Harris comprime todo ese cultismo, lo hace asimilable y
lo mete en tu hogar en un movimiento warholiano casi pop. No era música
clásica pero sí especial, barroca y popular.
Con “Innocent exile” la banda se sigue recreando en el ritmo, jugando
con él, con Murray y Smith hilando una jungla sonora rota por redobles
épicos catárticos, elevando la canción desde el asfalto hacia cielos tormentosos. El grupo se contiene, centrado en el clima, dejándose llevar solo
cuando ellos desean desatarse, encuentran nuevas opciones. Killers es el
disco más sinuoso y líquido de Iron Maiden, una sacudida genital con la
que añaden sensualidad a su sonido, sus nuevas canciones sudan, han pulido su estilo, técnicamente son un grupo más complejo, pero suenan más
animales que nunca, Paul Di’anno es una pantera, un felino moviéndose
con arrogancia en sus dominios, dando forma a un personaje que incluso
se envilece.
Comienza la segunda cara, suena “Killers” y Paul roza el sadismo, disfruta sabiendo que un asesino acecha en la oscuridad de la ciudad. El cantante observa desde su atalaya, contempla la selva de asfalto casi con desfachatez, se suma al arranque con gritos salvajes mientras la banda calienta
los motores, desea que la acción comience, él es la gran estrella de una de
esas canciones que no tienen identidad sin su voz. Con “Prodigal son” todo
cambia, las guitarras acústicas se entremezclan con las eléctricas para crear
un tema entre folk y western que Di’anno comienza cantando poco convencido, poco a poco va entrando en él pero no consigue emocionar. Steve
Harris explora un territorio en el que su cantante no se encuentra a gusto,
no se desenvuelve con la misma decisión que en las canciones agresivas. El
divorcio es claro aunque aún quedan “Purgatory” y “Drifter” para que Paul
pueda resarcirse. De nuevo, dos canciones contundentes pero llenas de
detalles aunque sin la sensualidad de las de la primera cara del álbum. No
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IRON MAIDEN. DECONSTRUCCIÓN
obstante, “Purgatory” se hace con un puesto de honor dentro de todas las
que conforman la colección, un relámpago que continúa con esa extraña
tristeza de la obra de una banda que, irónicamente, estaba consiguiendo
escapar de la vida gris. Al igual que en “Genghis Khan”, Steve Harris compone unas líneas de guitarra épicas para estrofa y estribillo de “Purgatory”
que sirven de base para que un melancólico y rebelde Di’anno ponga voz
al deseo de un espectro atrapado entre la vida terrenal y el más allá, deseoso
de poder tocar a su amada (incluso se da a entender una relación sexual)
pero también de seguir el camino hacia donde quiera que vaya. Como
final, “Drifter” recordaba a aquel buque insignia titulado “Iron Maiden”
que también cerraba el anterior álbum. Se trata de una canción habitual
de los conciertos (su versión en vivo ya había sido editada como cara B de
single) y posee un riff abrupto superado en inspiración por unos versos con
los que no acaba de ensamblarse aunque el resto de las partes de la canción
si se acoplen de forma fluida. Su letra optimista expresa el triunfo del que
por fin ha conseguido avanzar, salir del entramado existencial del disco.
Killers es un álbum triste, gris y melancólico aunque frenético, agresivo
y rico. Con empaque. Sale a la venta en febrero de 1981, otro año intenso
en el que también se editan Mob rules de Black Sabbath y Diary of a madman de Ozzy Osbourne, así como otra nueva obra del Michael Schenker
Group bautizada MGS y otro nuevo trabajo de Judas Priest, reorientados
hacia el rock duro con Point of entry. Todos tótems del género metálico
con los que Killers no puede competir, por mucho que se trate de un muy
buen disco.
Para su gira presentación se aúna lo mejor de los dos álbumes que la
banda tiene en el mercado. El tour es extenso y sin apenas paradas, durante
parte de su tramo europeo llevan a los franceses Trust de teloneros, con
quienes toca la batería el también inglés y futuro miembro de Iron Maiden
Nicko McBrain y en EEUU vuelven a ejercer de teloneros de Judas Priest,
buena maniobra teniendo en cuenta que el mercado estadounidense no
es sencillo, tratándose de un país enorme que precisa de una fuerte inversión para ser recorrido. La influencia de Judas Priest en esos primeros Iron
Maiden es clara, incluso a nivel visual, adoptando el cuero negro. No hay
grandes diferencias entre el atrezzo de Dave Murray y el de KK Downing y
Glenn Tipton, o entre la vestimenta de Paul Di’anno y la de Rob Halford.
En mitad de la gira se edita un nuevo sencillo no contenido en el álbum,
“Twilight zone”, una canción magnífica que perfectamente podría haber
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IRON MAIDEN Y KILLERS
formado parte de Killers y que de hecho se incluirá en la versión norteamericana del disco y en reediciones, pero como single inédito es espectacular.
Su riff es un buen ejemplo de heavy rock, un boogie acelerado perfecto
para la carnal voz de Di’anno, quien al final de cada estribillo se atreve a
alcanzar notas mucho más altas de lo habitual en él, precursoras del futuro
trabajo del grupo. Lo hace modestamente bien pero no se trata de su textura natural aunque eso mismo hace de “Twilight zone” una canción única,
es el camino por el que Iron Maiden habría optado de haber continuado
con Di’anno como cantante e incluso crea un nexo con “Purgatory”, versando sobre otro espectro sin rumbo. “Twilight zone” es Paul Di’anno
esforzándose, dando lo mejor de si mismo a Steve Harris, a su canción y a
Iron Maiden, con una interpretación que le lleva vocalmente hacia direcciones radicales para su estilo de voz. Una vez fuera del grupo, el vocalista
vagará por la industria discográfica como los protagonistas de “Purgatory”
y “Twilight zone”, sin ningún sitio a donde ir, entre proyectos que nunca
llegan a ningún lado, viviendo de una leyenda cada vez más lejana.
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