obras hidráulicas y ecosistemas fluviales

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Master en Ingeniería Medioambiental y Gestión del Agua 2007/2008
Módulo: Contaminación Ambiental
OBRAS HIDRÁULICAS Y
ECOSISTEMAS FLUVIALES
AUTOR: DIEGO GARCÍA DE JALÓN
PROFESORA: MARTA GONZALEZ DEL TÁNAGO
©: Quedan reservados todos los derechos. (Ley de Propiedad Intelectual del 17 de noviembre de 1987
y Reales Decretos).
Documentación elaborada por el autor/a para EOI.
Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización escrita de EOI.
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Sumario
EFECTOS DE LA REGULACION DE CAUDALES .................................................................3
PRINCIPALES EFECTOS EN LAS COMUNIDADES ACUÁTICAS ............................................................3
EFECTOS EN LAS ESPECIES MIGRADORAS .......................................................................................3
EFECTOS AGUAS ARRIBA DE LA PRESA ...........................................................................................3
EFECTOS EN LOS TRAMOS FLUVIALES AGUAS ABAJO ......................................................................3
CARACTERÍSTICAS DEL ECOSISTEMA FLUVIAL ...............................................................................3
Características físicas ...............................................................................................................3
Características biológicas.........................................................................................................3
CARACTERÍSTICAS DEL EMBALSE...................................................................................................3
TIPOS DE APROVECHAMIENTO DEL EMBALSE .................................................................................3
Efectos de la regulación hidroeléctrica ....................................................................................3
Efectos de los embalses de regadío ...........................................................................................3
FACTORES A CONSIDERAR EN EL IMPACTO EN LOS TRAMOS AGUAS ABAJO ....................................3
Regímenes de caudales originados por embalses .....................................................................3
Alteración del régimen térmico por los embalses .....................................................................3
Alteración de la calidad de las aguas .......................................................................................3
CONCLUSIONES ..............................................................................................................................3
DRAGADOS, CANALIZACIONES Y RECTIFICACION DE CAUCES ................................3
EFECTOS EN LOS MACROINVERTEBRADOS BENTÓNICOS .................................................................3
EFECTOS EN LA FAUNA PISCÍCOLA .................................................................................................3
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS ..........................................................................................3
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El Hombre ha alterado los ecosistemas acuáticos continentales a lo largo de la historia, de
manera indirecta a través de sus actuaciones que han modificado los ecosistemas terrestres incluidos en sus cuencas vertientes, o bien directamente actuando en sus cauces y
cubetas o bien alterando la cantidad y calidad de sus aguas.
Todas estas alteraciones producidas por el hombre han causado cambios tanto en
la composición (biológica y mesológica) de los ecosistemas acuáticos, como en su funcionamiento. Vamos seguidamente a analizar las obras hidráulicas que producen mayores
alteraciones en los sistemas acuáticos, como son las obras de regulación de caudales (presas y transvases) y las de canalización y dragado.
Efectos de la regulación de caudales
Desde remotos tiempos el Hombre ha modificado los caudales circulantes por los
ríos para aprovechar sus aguas para riego o como fuerza motriz de molinos. Pero en las
últimas décadas, esta modificación de los caudales ha adquirido especial intensidad e
importancia, con la construcción de numerosas grandes presas y trasvases, de tal forma
que los ecosistemas fluviales se han visto afectados intensamente en su estructura, composición y funcionamiento (García de Jalón, 1986).
La utilización de estas Obras Hidráulicas determina una regulación artificial de
los caudales que afecta profundamente a la fauna reófila, no ya por las grandes fluctuaciones que provoca (muchas de ellas enormemente más dramáticas que la torrencialidad
natural), sino también por el desfase temporal en que ocurren respecto a la fenología natural (Ward y Stanford, 1979; Petts, 1984).
Las especies que de forma natural habitan los ríos se han ido adaptando, a lo largo de su evolución, a la sequía estival y a las crecidas estacionales, pero no logran tolerar
fácilmente las súbitas variaciones de caudal que, por ejemplo, provocan los embalses
hidroeléctricos aguas abajo, consistentes en fuertes caudales durante el día y bajos caudales durante la noche y durante los fines de semana. Tampoco estas especies reófilas están
adaptadas a las aguas frías que sueltan los embalses de regadío durante toda la estación
seca, cuando las aguas de forma natural deberían ser más cálidas. En ocasiones la fauna
acuática sufre un máximo impacto cuando los embalses cierran totalmente sus compuertas o se trasvasan completamente los caudales naturales a otras cuencas, y los tramos de
río aguas abajo se quedan con el cauce seco durante días e incluso meses.
Las aguas que sueltan los embalses pueden llegar a ser tóxicas para peces y macroinvertebrados, especialmente durante las épocas estivales en climas templados y en
condiciones eutróficas, en que los embalses están estratificados y existe una separación
marcada entre las aguas superficiales y las de fondo, ya que estas últimas quedan anóxicas y no es posible su aireación. En estas condiciones anóxicas y reductoras las aguas
salen por los desagües de fondo con grandes concentraciones de sulfídrico, amonio, metano, etc., que afectan negativamente a las comunidades biológicas del tramo de aguas
abajo.
Análogamente, también las poblaciones de peces se han visto afectadas por los
cambios que provocan en sus hábitats las Obras Hidráulicas. Pero además las presas suPágina 3 de 30
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ponen frecuentemente un obstáculo infranqueable para sus migraciones reproductoras, y
ello ha causado la extinción de especies piscícolas en numerosos ríos regulados.
Las Obras Hidráulicas son tan abundantes en los ecosistemas fluviales que, en la
actualidad, son escasos los ríos cuyos caudales no están regulados artificialmente. Por
ello la Gestión de la Pesca debe enfrentarse a menudo con la dificultad originada por estas
obras para salvaguardar la riqueza piscícola. El gestor debe enfrentarse, por tanto, a dos
cuestiones principales de esta problemática:
a) cuantificar los caudales circulantes mínimos capaces de mantener una población piscícola significativa en un tramo de río regulado;
b) construir escalas piscícolas que permitan a los peces el paso de las presas en
ambos sentidos.
Principales efectos en las comunidades acuáticas
Los impactos de la regulación de caudales se deben, al comienzo, al hecho de la
construcción de las obras hidráulicas correspondientes, que lógicamente se mantiene durante un tiempo. Posteriormente, el tipo de gestión del agua que se aplique y el funcionamiento de toda la infraestructura hidráulica son los que van ha determinar la intensidad
del impacto. Nos referiremos en adelante solo a los efectos de estas últimas actividades, y
nos centraremos en los embalses, como la obra hidráulica más frecuente y en general más
impactante.
La creación de un embalse implica en primer lugar la transformación de un tramo
río en un ecosistema de aguas leníticas, cuyo funcionamiento es intermedio entre un sistema fluvial y uno lacustre.
Las presas suponen lugar un obstáculo para la continuidad del río como ecosistema fluvial que impone una separación entre los tramos de aguas arriba y los de agua abajo de la presa. Por lo tanto, vamos a considerar por separado los efectos en los tramos
altos de los efectos en los tramos aguas abajo. Por otra parte, las especies migradoras,
cuyo ciclo biológico necesita de la continuidad del río para su tránsito, son especialmente
sensibles a estas barreras, por lo que trataremos separadamente su problemática.
Efectos en las especies migradoras
Los peces fluviales autóctonos de la Península Ibérica realizan migraciones, bien
para encontrar unos frezaderos adecuados, bien para buscar unos territorios propios en
casos de densidades altas, bien en busca de refugios estivales para los individuos de mayor tamaño, o para evitar los problemas de consanguinidad en la reproducción. Las presas
originan una obstrucción, y en todo caso una dificultad más, en el paso de los adultos que
suben a frezar, en el caso de las especies anadrómas (p.e. los salmones), o de los alevines
en el de las catadrómas (p.e. la anguila) que ascienden en busca de hábitats para su desarrollo.
Cuando las presas son grandes (alturas mayores de 15 o 20 m.) suponen barreras
infranqueables, bien porque las escalas que se construyen para el ascenso no son en genePágina 4 de 30
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ral económicamente viables, o principalmente porque el descenso de los alevines y juveniles (en el caso de anadromos) o de los adultos (catadrómos) queda en la práctica imposibilitado. Ello es debido a que estas presas utilizan, por lo general, exclusivamente el
desagüe de fondo salvo en casos de avenidas, por lo que los migradores que descienden
buscan infructuosamente por las orillas de los embalses una salida del agua por superficie. Aún en el caso que intentaran buscar una salida en aguas profundas, la estratificación
del embalse durante parte del año y el consiguiente hipolimneon anóxico supondrían otra
barrera impenetrable.
En muchas especies migradoras los mecanismos que desencadenan las migraciones reproductoras están relacionados con aumentos de caudal, o cambios de temperatura
de las aguas. La regulación artificial de caudales y la consiguiente alteración de su régimen térmico, especialmente cuando se dan variaciones bruscas y frecuentes de sueltas de
aguas (regulación hidroeléctrica), puede confundir el comportamiento natural de la especie e incluso llegar a inhibir el comportamiento migratorio.
La mayoría de los grandes ríos ibéricos tienen grandes presas construidas en sus
tramos bajos que han ocasionado la desaparición por encima de ellas de especies migradoras como múgiles, alosas, lampreas, salmones, anguilas y esturiones (Elvira et al.
1993). El caso de la anguila es especialmente dramático, pues era la única especie piscícola depredadora más abundante de los tramos medio y bajos de los ríos del centro de la
Península Ibérica (García de Jalón y López Álvarez, 1983) y en la actualidad se encuentra
restringida a los ríos costeros de la Península, habiendo sido sustituida en el centro por
especies introducidas como el lucio, black-bass o el pez-sol.
El salmón y el réo son otros salmónidos migradores que han sido fuertemente
afectados por la regulación de caudales ya que las presas, o carecen de escalas, o a las que
se dotan por lo general no funcionan. Recientemente la creación de numerosas minicentrales hidroeléctricas, promovidas por supuestamente ser una "energía limpia", han cortado el ascenso de estos migradores a los mejores frezaderos de salmónidos en muchos ríos.
En la figura adjunta se puede observar la tendencia descendente de capturas de salmón en
España.
FIGURA 1.- CAPTURAS Y CURVAS DE TENDENCIA DE LAS CAPTURAS
DE SALMÓN EN ESPAÑA.
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Los peces migradores, tanto en ascenso como en descenso son mucho más atraídos por los brazos del río que llevan más corriente, por lo que cuando este operando el
salto de agua, estos tenderán a ir hacia las turbinas antes que hacia el dispositivo que modula el caudal ecológico. La mortalidad por el paso de turbinas tipo "Francis" depende del
tamaño del pez: de un 10% para peces de 4 cm de longitud, y del 70% para individuos de
18 cm (Lariner y Dartiguelongue, 1989).
En las presas pequeñas las escalas piscícolas pueden ser una solución, pero su diseño ha de contemplar una serie de cuestiones básicas:
1) cuando s uben y bajan los migradores.
2) tamaño y características de los peces en momento de paso.
3) características de las aguas en ese momento (temperatura, caudal, viscosidad,
etc.).
4) velocidades máximas de sprint que los peces que ascienden pueden alcanzar y
tiempo que pueden mantenerla.
5) características y localización precisa de la "llamada" o caudal de atracción de
los emigrantes, tanto para los que suben como para los que bajan.
6) incorporación de dispositivo de conteo para verificar la eficacia de su funcionamiento.
De todas maneras en el mejor de los casos en que funcionen las escalas correctamente permitiendo el paso, las presas siempre supondrán un daño a los migradores puesto
que se originan retrasos en la llegada a los frezaderos de los adultos, y de los alevines a
sus zonas de desarrollo. También hay que tener en cuenta las muertes y heridas por paso a
través de turbinas o de aperturas de desagües, o simplemente por golpes en la caída del
descenso. Con frecuencia, existen acumulaciones de depredadores debajo de las presas
(garzas, milanos, lucios, .....) que capturan fácilmente los individuos afectados por el paso.
Los cambios bruscos de presión hacen que los gases disueltos en la sangre (nitrógeno, oxígeno o dióxido de carbono) provoquen embolias. También afectan negativamenPágina 6 de 30
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te a los migradores los cambios bruscos de la calidad del agua al pasar de condiciones
reducidas del fondo al airearse en la salida liberando sulfhídrico, metano, o produciendo
coágulos de precipitados sulfurosos, férricos y manganésicos. Además, no se pueden
olvidar los daños causados a los peces por el paso rápido desde las aguas con temperaturas frías del fondo del embalse a las cálidas de la superficie, especialmente en el estío.
Efectos aguas arriba de la presa
Por encima de la presa tenemos dos sistemas diferentes afectados, por un lado lo
que constituye el vaso del embalse, y por otro los ríos afluyentes al mismo.
Al crearse un nuevo embalse, las comunidades piscícolas del vaso del embalse
sufren un cambio en su composición, en el que las especies más reófilas disminuyen en
sus abundancias e incluso llegan a desaparecer, mientras que las especies de aguas remansadas se ven favorecidas. Es frecuente que la biomasa y la producción piscícola aumente respecto a las previas condiciones fluviales, ello es debido a que la superficie y el
volumen del sistema acuático aumentan considerablemente. No obstante, la productividad
disminuye significativamente ya que las aguas corrientes presentan unas capacidades
biogénicas muy superiores a la de los lacustres (Hynes, 1970).
Este aumento cuantitativo se debe, por lo general, a especies menos apreciadas
(cipínidos, centrárquidos, esócidos) y las más cotizadas disminuyen. Las primeras son
especies caracterizadas ecológicamente por ser más termófilas y frecuentemente leníticas,
mientras que las segundas son criófilas y reófilas. Ello es así principalmente en embalses
con estratificación estival, en los que durante esta época los peces solo pueden vivir en
aguas superficiales (epilineon) donde las temperaturas son muy superiores a la media del
antiguo río.
La sucesión de especies en la comunidad ictica de un embalse es difícil de predecir pues depende en gran manera del tipo de gestión que se realice en el embalse, por lo
tanto muy diferente de unos casos a otros según los usos del agua, y de la introducción de
especies foráneas cuyos efectos son muy variables. En general, las poblaciones existentes
en los remansos del río o en zonas lacustres próximas son las que mayor probabilidad
tienen de predominar en las primeras etapas.
Si los embalses están sometidos a grandes variaciones de nivel, lo cual es muy
corriente en los embalses dedicados a regadío o a abastecimientos, sus zonas litorales se
convierten en desiertos biológicos, donde se localizan las zonas de freza de muchas especies leníticas y de alimento (es el hábitat de muchos macroinvertebrados) para casi todas
las especies.
Los embalses son unos nuevos hábitats en los que con frecuencia se han realizado
experimentos de introducción de especies, tanto por parte de gestores de la pesca, como
de pescadores. Carpas, carpines, tencas, lucios y black-bass son las especies mas frecuentes, aunque últimamente proliferan el pez gato, el siluro y el pez sol. Las interacciones
entre las especies autóctonas y estas son complejas y da lugar a un cambio constante sin
llegar, a corto plazo, a ningún equilibrio.
Los efectos del embalse en los tramos fluviales aguas arriba del mismo son obviamente pequeños. Solamente, las especies pis cícolas tienen capacidad efectiva para
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remontar la corriente. Esto sucede en la freza de todas aquellas especies reófilas que necesitan las aguas corrientes para su reproducción y para el desarrollo de sus alevines (truchas, barbos, bogas, loinas, cachos...). Debido a que la biomasa piscícola de algunas de
estas especies en el embalse puede ser considerable con relación al tamaño de estos ríos,
las poblaciones sedentarias de estos tramos fluviales se ven obligados a emigrar y refugiarse aguas arriba en arroyos de cabecera.
También, los embalses sirven de refugio a numerosas aves ictiófagas (ardeidos,
cormoranes, gaviotas, somormujos,...) que afectan tanto a las poblaciones del propio embalse como a los tramos de río contiguos.
Efectos en los tramos fluviales aguas abajo
Debido a la asimetría característica del funcionamiento de los ecosistemas fluviales, por la cual las partes altas de los ríos influyen preponderantemente en los tramos
aguas abajo, son estos tramos los mas intensamente impactados por los embalses.
Muchos son los trabajos en que se exponen efectos de embalses en los tramos
aguas abajo. Una revisión de los mismos ha sido realizada por Ward & Stanford (1979) y
Petts (1986). De todos ellos pocos son los efectos que pueden ser generalizados. Entre
ellos destacamos:
• La diversidad de las comunidades que habitan los tramos aguas abajo disminuye.
• Por, el contrario, la biomasa y la densidad de las comunidades de ríos regulados pueden aumentar o disminuir, según la geomorfología del cauce fluvial se
estabilice o se inestabilice.
• Algunos tipos de organismos acuáticos se ven generalmente favorecidos (simulidos, quironómidos, oligoquetos, anfípodos, isópodos, gasterópodos, ..),
mientras existen otros que disminuyen (efemerópteros, plecópteros, tricópteros).
Los efectos de un embalse en los tramos aguas abajo dependerán, por un lado de
las características de fragilidad, estabilidad y nivel de complejidad del ecosistema fluvial
afectado, y por otro de la intensidad del impacto a que lo sometamos, que a su vez será
función del tipo de presa, de las características del embalse y del tipo de aprovechamiento
a que se ve sometido.
Características del ecosistema fluvial
Evidentemente un río los impactos de la regulación de caudales en un río sometido a algún proceso degradativo serán muy inferiores a los que la misma regulación causaría en un río en condiciones naturales, tanto menores cuanto mayor sea su nivel de deterioro. Por ello, nos restringiremos a considerar los efectos en condiciones prístinas. En
estas últimas condiciones, analizaremos las características físicas, por un lado, y las biológicas por otro.
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Características físicas
La geomorfología del cauce es la característica básica del sistema pues es el soporte de las aguas y sedimentos y de la componente viva del ecosistema. La forma del
cauce está en equilibrio con el régimen de caudales que por él circulan y con la cantidad
de acarreos y sedimentos que la cuenca producen. La presencia de un embalse en el cauce
significa que los caudales circulantes se modifican y que los sedimentos arrastrados quedan atrapados por la presa. Por lo tanto, después de la construcción de la presa se produce
un desequilibrio geomorfológico que el rió tiende a compensar mediante un proceso de
reajuste en su morfología. Durante este proceso el sustrato y las orillas del cauce se encontrarán en situación inestable que afectarán a las comunidades que sobre ellos se asienten.
De forma general un río varía la geomorfología del cauce, junto con los regímenes de caudales y térmicos de sus aguas según un gradiente altitudinal. En los tramos
altos tendremos cauces con pendientes fuertes y excavados en rocas o en sustratos firmes
y, por lo tanto serán cauces estables. Al llegar al pie-de-monte el río disminuye su pendiente depositando gran parte de los acarreos gruesos que arrastra formando el valle aluvial. Si los depósitos son intensos el cauce sigue un trazado diseño trenzado o anastomosado, que se caracteriza por su inestabilidad. Si los depósitos se equilibran con los sedimentos arrastrados el diseño del cauce es de tipo meandriforme en que alternan las orillas
de erosión y de sedimentación.
En los ríos de montaña los regímenes de temperaturas de las aguas y de caudales están ligados intensamente a la estacionalidad climática y al régimen de precipitaciones, por lo que fluctúan grandemente de forma natural. Por el contrario en los tramos
bajos las aguas proceden de una gran cuenca con características heterogéneas por lo que
en general sus regímenes térmicos y de caudales tienen unas fluctuaciones mucho más
suaves.
Por lo tanto, dependiendo a que altura en la zonación del río se localice la presa
tendremos un impacto diferente, con un periodo de adaptación al nuevo equilibrio geomorfológico también de duración variable.
Características biológicas
La respuesta de la comunidad biológica fluvial a la regulación de caudales dependerá grandemente de su composición. Si predominan especies de gran sensibilidad
frente a los cambios mesológicos y si estas tienen un espectro ecológico estenoíco el impacto sobre ellas será mucho mayor. En general, las comunidades bien estructuradas y
con diversidad alta se verán mas afectadas que las de baja diversidad.
Estas comunidades fluviales también se distribuyen a lo largo del río siguiendo
un gradiente altitudinal continuo o zonación (Hawkes, 1975), cuya diferente composición
y estructura origina respuestas distintas a la regulación. Por lo tanto, según las distintas
localizaciones del embalse a lo largo de la zonación fluvial se producen discontinuidades
en la distribución de las comunidades, lo que Ward y Stanford (1983) han denominado
"el concepto de la serie de discontinuidades" (ver fig. ).
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Características del embalse
Las características del embalse condicionan las características de las aguas que
salen por sus desagües. Lo normal es que las presas desagüen por el fondo, por lo que la
calidad del agua en el río dependerá de estas aguas del hipolineon. A su vez estas dependerán del: a) nivel trófico del embalse (eutrofia - oligotrofia); y b) de la estratificación
térmica del mismo.
En especial, los embalses eutróficos cuando están estratificados pueden ocasionar
grandes mortandades en el tramo aguas abajo de la presa. La estratificación del embalse
se origina en los climas templados durante las épocas cálidas en que se calienta la superficie y el fondo se mantiene frío. En general los embalses poco profundos no tienen marcadas estratificaciones. El grado de eutrofia del embalse depende de los vertidos orgánicos y escorrentías ricas en nutrientes de la cuenca del embalse. Sus efectos se hacen más
notables en embalses con tiempos de retención grandes.
Los efectos adversos de la estratificación y de la eutrofia pueden amortiguarse
grandemente si somos capaces de mezclar aguas de fondo con aguas de superficie en la
proporción adecuada. Para ello es necesario dotar a la presa de una torre de tomas y gestionar la suelta de aguas teniendo en cuenta el estado limnológico del embalse.
Tipos de aprovechamiento del embalse
Según los usos que se planifique dar al recurso agua regulado por el embalse,
tendremos diferentes regímenes de caudales en los tramos aguas abajo. Los tipos de aprovechamiento mas usuales son:
a) producción hidroeléctrica: caracterizados por mantener un nivel de agua en el
embalse relativamente constante y realizar frecuentes sueltas con variaciones
bruscas de caudal;
b) regadío: caracterizados por tener fuertes oscilaciones estaciónales del nivel de
las aguas del embalse, y realizar sueltas altas en los meses de estiaje, mientras
que los de invierno son menores;
c) abastecimiento: caracterizados por tener una conducción cerrada del embalse
al centro de consumo, por lo que el cauce aguas abajo se queda con unos caudales circulantes muy reducidos;
d) laminación de avenidas : caracterizados por mantener vacio el embalse durante las épocas de avenidas más probables;
e) transvases : caracterizados por acumular recursos hídricos de otras cuencas,
por lo que sueltan aguas los tramos aguas abajo soportan caudales superiores a
los normales. También los hay que acumulan para transferir a otras cuencas,
por lo que debajo de los mismos circulan caudales reducidos.
Es lo mas frecuente que los embalses tengan mas de un aprovechamiento, por lo
que las pautas anteriores se encuentran mezcladas. Son los embalses de uso múltiple que
presentan una conjunción de las características de regulación de varios de los tipos de uso
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anteriores. El predominio de una actividad sobre otra hará que los efectos en el sistema
fluvial sean preferentemente de uno u otro signo.
Además, en los casos de varios embalses próximos, bien en serie uno detrás de
otro o bien intercomunicados en diferentes ríos, el aprovechamiento se realiza conjuntamente como un sistema. Ello es un fuerte inconveniente a la hora de analizar sus impactos, pues las posibilidades de actuación son muy diversas, lo cual también podría ser una
ventaja (si se sabe aprovechar) para realizar una gestión con mayor cuidado ambiental.
Efectos de la regulación hidroeléctrica
Los regímenes de caudales ocasionados por la producción de energía hidroeléctrica tienen unos efectos en los animales fluviales mucho peores que los ocasionados por
cualquier otro tipo de uso de la regulación de caudales como regadío, abas tecimiento,
prevención de inundaciones, etc. (Armitage, 1983). En especial los bruscos cambios de
nivel de las aguas que la generación de corriente eléctrica mediante el turbinado del agua
tiene unos efectos desastrosos en el ecosistema fluvial y así ha sido resaltado por los más
importantes investigadores: Ward (1976); Langford (1983); Armitage (1984) y Petts
(1984).
Estos cambios bruscos consisten en lo que en la bibliografía especializada se denomina "hydro-peaking" (hidro-puntas) que consiste en unas fuertes oscilaciones del caudal circulante por los tramos aguas abajo de las turbinas (ver fig.2). Estas puntas o máximos de caudal circulante tienen lugar en los días de diario durante el día, mientras que por
las noches y en los fines de semana los caudales circulantes son mínimos.
FIGURA Nº2.- FLUCTUACIONES DEL CAUDAL DEL RÍO PROVOCADAS
POR LA EXPLOTACIÓN DE UNA CENTRAL HIDROELÉCTRICA.
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Este tipo de régimen hidráulico es consecuencia del hecho de que la energía
hidroeléctrica se utiliza como complementaria de la energía eléctrica de origen convencional, tanto de plantas térmicas como nucleares. En efecto, estas plantas convencionales
producen una cantidad de energía que es constante en el tiempo, mientras que la Sociedad
demanda una cantidad de energía que varía diariamente y semanalmente con unos máximos al mediodía de los días de diario, y es por ello que las turbinas de producción hidroeléctrica se han de ajustar a esta pauta.
Las comunidades de macroinvertebrados bentónicos y de las plantas acuáticas
(macro fiítas) son por lo general las más afectadas por la regulación hidroeléctrica, disminuyendo su diversidad y la abundancia de sus poblaciones debido a que son muy pocas
las especies que pueden mantenerse en las condiciones del río en las que se alternan cortos periodos de aguas de fuerte corriente con periodos en que se seca gran parte del cauce
y él quedando sólo tramos de aguas con movimiento lento (Trozky y Gregory, 1974). Los
aumentos súbitos del nivel del agua, cuando las turbinas empiezan a funcionar, causan el
arrastre por las aguas de abundantes organismos de macroinvertebrados que habitan en el
lecho del río (Broker y Hemsworth, 1978; Statzner, 1981) y especialmente de aquellas
especies asociadas con macrófitas y con el perifiton (Radford y Hartland-Rowe, 1971;
Irvine y Henriques, 1984).
Por el contrario, cuando el nivel de las aguas baja bruscamente al dejar de funcionar las turbinas, los macroinvertebrados bentónicos se ven con frecuencia confinados en
orillas y partes del cauce que se quedan en seco o aisladas de la corriente en charcas, en
cuyas condiciones no pueden sobrevivir. Sólo las especies que pueden migrar a la zona
intersticial resisten adecuadamente la regulación hidroeléctrica de caudales y sus poblaciones en muchos casos se hacen dominantes en la comunidad macrobéntica (Powell,
1958; Ward, 1976; Henricson y Müller, 1979). Finalmente, si el régimen hidráulico originado por el salto eléctrico provoca fuertes oscilaciones diarias de caudal, las perturbaciones en la comunidad macroinvertebrada son extremas (Ward y Stanford, 1983; Donald y
Mitch, 1980).
Cuando se trata de grandes embalses eutróficos, y las turbinas toman el agua del
fondo del embalse, al llegar la época de estratificación del embalse, se sueltan aguas totalmente anóxicas. Estas aguas sin oxígeno no pueden ser aireadas, pues salen "mansas"
al haber dedicado su energía potencia a mover las turbinas, por lo que causan la muerte de
macrobentos y peces en el tramo aguas abajo de la presa.
Las comunidades de peces fluviales son impactadas por la regulación hidroeléctrica indirectamente a través de la reducción en sus recursos alimenticios y en la inestabilización de su hábitat. Barnes et al. (1984) encontraron que las poblaciones piscícolas que
habitaban debajo de un embalse de regulación hidroeléctrica se veían afectados por descenso en sus tasas de crecimiento, inhibición de la reproducción y un estado generalizado
de stress. Así mismo, en los ríos españoles con regulación hidroeléctrica se ha encontrado
que las poblaciones de trucha son también afectadas por los cambios negativos originados
en la cadena del ecosistema fluvial. Estos efectos indirectos se traducen en una disminución del crecimiento y en fuertes reducciones en su número y biomasa (García de Jalón et
al. 1988; Casado et al. 1989; Camargo y García de Jalón, 1990).
Efectos de los embalses de regadío
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Los embalses españoles cuya finalidad principal es el almacenar agua para regadíos se ubican con frecuencia en los tramos altos de las cuencas, tienen efectos en las
comunidades piscícolas y en general sobre todo el ecosistema fluvial de aguas abajo del
embalse que puede considerarse como beneficioso. Estos tramos se sitúan en el pie-demonte caracterizados por un cauce algo inestable. El hecho de que los embalses de regadío acumulen agua en invierno y primavera evita los daños que de forma natural las crecidas originan en estas épocas.
Por otra parte las comunidades piscícolas de estos tramos atraviesan durante el
estío su época más desfavorable, ya que debido a su carácter mediterráneo sufren un fuerte estiaje y Las temperaturas del agua se eleva bastante, reduciendo su contenido de oxígeno hasta los umbrales de tolerancia de muchas especies. El efecto de los embalses de
regadío, soltando aguas frías del fondo durante el verano, para su aprovechamiento agrícola, supone un aumento de caudal respecto a las condiciones naturales y un enfriamiento
de las aguas circulantes, que aumentan su capacidad biogénica de forma muy notable,
especialmente para las poblaciones de especies criófilas como la trucha.
Los conocidos cotos trucheros de los ríos Orbigo y Porma, situados debajo de los
embalses de riego de Luna y Vegamián respectivamente, son considerados como los mejores por numerosos pescadores, y son un ejemplo de este fenómeno, localizándose en
zonas teóricas de transición al barbo (potamon alto) que se benefician claramente de la
regulación hidráulica existente, la cual por otra parte evita también las crecidas invernales
que normalmente afectaban a los frezaderos en épocas anteriores a las presas.
Factores a considerar en el impacto en los tramos aguas abajo
A la hora de evaluar los posibles impactos de cualquier aprovechamiento hidráulico hay que decir que la intensidad de estos impactos depende en gran medida de como y
cuando se realice dicho aprovechamiento. Un primer factor a considerar es la estabilidad
geomorfológica del cauce sometido a un régimen de caudales diferente (en general con
avenidas menos frecuentes y de menor intensidad) y una disminución de los acarreos, que
quedan atrapados en el vaso del embalse.
Esta inestabilidad del cauce se traduce con frecuencia en una erosión de fondos y
orillas que produce sedimentos finos y que son arrastrados por la corriente. Estos sedimentos tienen unas consecuencias nefastas para los organismos acuáticos. Recientemente
ha sido realizada una síntesis de los mismos por Newcombe y MacDonald (1991). El
mecanismo de acción directa más frecuente es el roce continuado de estas partículas con
la piel de los animales acuáticos que produce daños y erosiones en la epidermis. Esto
facilita la entrada de toda clase de patógenos y parásitos. Además, los sedimentos finos
arrastrados por las aguas dañan especialmente los sistemas respiratorios de estos animales
acuáticos al acumularse en sus branquias.
Pero el mayor daño para el ecosistema fluvial se produce cuando los sedimentos
finos se depositan, aguas abajo, en el lecho del río, recubriendo todos los sustratos naturales del mismo (gravas, piedras y cantos rodados). Este sustrato natural contiene debajo de
su superficie el llamado medio intersticial, constituido por los pequeños volúmenes e
intersticios que las piedras y gravas dejan entre ellas. El medio intersticial es fundamental
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para la mayoría de las especies animales del río, pues les sirve como depósito seguro de
sus huevos y como refugio y criadero para sus larvas y alevines. Los sedimentos de estos
materiales finos colmatan el medio intersticial y por lo tanto se pierde su gran capacidad
biogénica.
Desde el punto de vista ecológico, existen ciertos factores, que la regulación de
los embalses modifica, y que actúan como los principales controladores del funcionamiento del ecosistema fluvial. Estos son factores son (Ward, 1976):
a) el régimen de caudales que el embalse suelta;
b) el regímen térmico de las aguas soltadas;
c) la calidad química de las aguas soltadas.
En términos generales, el normal funcionamiento de los embalses, según los tipos
de instalación y sus peculiaridades de gestión y uso, provocará unas características de
estos factores, cuyo análisis y valoración podrá evaluar la magnitud de los efectos sobre
el tramo aguas abajo.
Regímenes de caudales originados por embalses
Cuatro tipos de pautas en la suelta de caudales nos encontramos aguas abajo de
las presas:
1) Caudales reducidos: La superficie acuática del cauce disminuirá y por lo tanto su producción absoluta.
La mayoría de las especies animales que habitan en el río están especializadas
en algún tipo de velocidad de las aguas mediante adaptaciones de sus mecanismos de alimentación o/y de sus medios de locomoción y sustentación en la
corriente, o/y de su fisiología (Hynes, 1970). Es decir, simplificando, existen
dos tipos de especies, unas reófilas (amantes de las corrientes) que predominan en los rápidos, y otras de aguas con movimiento lento o quietas que habitan en las orillas, pozas y remansos. Cuando los caudales son inferiores a los
que normalmente circulan por el cauce, las velocidades medias de las aguas
serán menores y por lo tanto se favorecen las especies leníticas y se ven perturbadas las reófilas.
Estas menores velocidades del agua implican, tambien una menor capacidad
de transporte de acarreos y sedimentos. En estos tramos los sedimentos que
traen los afluentes se depositan en la confluencia. De esta forma, se homogenizan los microhábitats del fondo y se rellena de sedimentos el medio intersticial, por lo que muchas especies del macrobentos desaparecen y se malogran
los frezaderos.
2) Aumento de caudales circulantes : Un aumento de los caudales medios circulantes por el cauce producirá una inestabilidad del mismo, con posible erosión
de orillas y fondos. Esta inestabilidad limitará la producción de los organismos
bentónicos, mientras que los sedimentos producto de la erosión producen turbiedad (que limita la producción primaria) y puede dañar a los organismos de
la columna de agua (macrófitas y peces).
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Con los caudales altos las condiciones hidráulicas más rápidas que favorecen a
las especies reófilas, mientras que las de aguas tranquilas son arrastradas de su
hábitat o bien impedidas para realizar sus funciones vitales. Por otra parte con
caudales mayores se favorecen los efectos térmicos de los embalses, que veremos seguidamente.
3) Constancia estacional: este régimen produce unos caudales menores en invierno y mayores en verano. Por lo tanto, las crecidas naturales disminuirán en
intensidad y frecuencia. Ello origina una estabilización del cauce, con un sustrato más estable y unas orillas y márgenes mas determinadas por la constancia del nivel de las aguas. Como consecuencia se favorece el establecimiento
de una vegetación ripícola que protege y da sombra al cauce, proveyéndole de
un excelente refugio para la fauna acuática.
Este cambio, repercute también en una menor turbidez al poner límite a las
crecidas naturales. Esto favorece un mayor desarrollo tanto del perifiton como
de la vegetación macrofítica sumergida, al estabilizarse el sustrato en que vegetan. El macrobentos suele aumentar cuantitativamente, pero su diversidad se
ve notablemente disminuida, ya que la estabilidad favorece la dominancia de
aquéllas especies mejor dotadas para vivir en esas condiciones concretas, en
detrimento de otros taxones que dejan de ser comp etitivos. Los salmónidos y
otros peces que frezan en épocas de crecidas pueden verse favorecidos, al eliminarse un factor de riesgo que amenaza a la cría del año.
4) Oscilaciones bruscas : Los caudales circulantes por el río podrán variar bruscamente desde el caudal máximo concedido al aprovechamiento hidráulico,
hasta el caudal ecológico admitido. Esta oscilación, atendiendo al tipo de turbinas que normalmente se utilizan, puede hacerse en menos de un minuto. Fenómenos de crecidas bruscas no se presentan en la naturaleza más que de modo episódico, y no hay organismos específicamente adaptados a ello. Las consecuencias de estas posibles fluctuaciones son obvias: la mayoría de las especies de macroinvertebrados serán arrastrados al aumentar los caudales, o gran
número de organismos acuáticos se podrán quedar en seco. La fauna queda
reducida a especies tolerantes a fuertes corrientes en el centro del cauce, o capaces de desplazarse rápidamente a posiciones de refugio frente a la corriente,
o que en las cercanías de las orillas puedan sobrevivir a las fases de sequía en
los intersticios del lecho. La comunidad macrobéntica queda rápidamente empobrecida en densidad, riqueza faunística y diversidad.
Las fluctuaciones del caudal circulante llevan asociados cambios en las condiciones hidráulicas de la columna de agua, en especial en la velocidad. En condiciones de frecuentes fluctuaciones de caudal, los macroinvertebrados bentónicos, tanto las especies reófilas como las leníticas se ven perturbados y sólo
las especies generalistas, que pueden vivir tanto en aguas rápidas como en lentas (quironómidos y oligoquetos), pueden sobrevivir.
La variación de las características hidraúlicas también afecta a los peces especialmente mediante la inhibición de su reproducción. En efecto, las especies
piscícolas que habitan los ríos en sus tramos de montaña como de pié de monte (truchas, barbos, bogas, cachos, ..) son litófilas en cuanto a su freza, es decir
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que necesitan para el desove y la cría de sus larvas zonas del río con fondos de
gravas y aguas con una cierta corriente. En el momento de la freza, si las
aguas son altas, pudiera ser que el desove se realizara en zonas que se quedarán al descubierto al bajar el nivel de las aguas, malográndose la puesta. Por el
contrario, en aguas bajas las condiciones de corriente adecuada sólo se producen en zonas cuya profundidad no permite la entrada de reproductores y por lo
tanto se inhibe la freza.
Estas poblaciones piscícolas se verán también indirectamente afectados a través de sus recursos alimentarios, ya que se alimentan principalmente de los
macroinvertebrados de fondo; y ya hemos visto como este tipo de regulación
les impacta.
En cuanto a los peces de mayor tamaño, estos se verán fuertemente afectados
ya que necesitan una profundidad mínima de unos 30 cm para poder desplazarse; y sobre todo, padecerán por falta de refugio frente a sus depredadores
(garzas, nutrias, tejones, furtivos, etc.) pues normalmente lo encuentran en
aguas profundas. Las zonas de profundidad quedarán restringidas a zonas aisladas de superficie muy reducida. Los descensos rápidos del nivel de las aguas
ocasionarán con frecuencia que estos individuos grandes se queden varados en
mitad del cauce y alejados de sus refugios.
Alteración del régimen térmico por los embalses
Los embalses profundos mantienen una inercia térmica que amortigua grandemente las fluctuaciones estacionales y diarias. Este efecto está especialmente marcado en
los embalses que se estratifican que desaguan por el fondo en las épocas cálidas del año.
Las pautas térmicas que principalmente afectan a las comunidades acuáticas son las siguientes:
• Constancia estacional: Las aguas que salen del hipolimneon son marcadamente mas frías en verano y algo más cálidas en invierno debido a su estratificación. A su vez la inercia térmica de las masas embalsadas propicia que el
rango de variación a lo largo del año sea menor. El perifiton presenta una productividad mayor y más sostenida. Las especies más adaptables del bentos se
benefician de tal circunstancia, pero aquéllas que ajustan más estrictamente
sus ciclos biológicos a los ciclos térmicos estacionales, quedan eliminadas, al
no poder sincronizarlos con unos gradientes térmicos marcados. Con los peces
ocurre de modo similar.
• Aumento de la uniformidad diaria: Su consecuencia no son bien conocidas.
Se sabe que las variaciones diarias tienen un papel importante en la regulación
del funcionamiento fisiológico de los organismos acuáticos, tanto vegetales
como invertebrados y vertebrados poiquilotermos. Una alteración de ese régimen natural provoca disminuciones generalizadas de crecimientos y producciones. La comunidad disminuye su diversidad pues la constancia térmica impide el solape de nichos que favorece la eliminación de especies por exclusión
competitiva (ver fig. 3).
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• Elevación de las temperaturas invernales: Como consecuencia de la mayor
inercia térmica de la masa embalsada, las descargas desde niveles profundos
en invierno pueden presentar temperaturas algo más elevadas que las normales
en condiciones naturales. Esta mayor templanza de los inviernos puede dar lugar a crecimientos y producciones mayores, más uniformes y sostenidos, en
los distintos componentes de la comunidad acuática. Sin embargo en climas
fríos que los cauces se hielan, ciertas especies criófilas exigen temperaturas
bajo cero para eclosionar y por lo tanto se les impide su desarrollo.
• Disminución de la temperatura estival: Este fenómeno es acusado aguas
abajo de aquellos embalses cuyas descargas proceden del hipolimnion, o capa
inferior de aguas que se mantienen frías en verano en el seno del embalse. Para el macrobentos es un factor en general muy negativo, al interferir en sus
procesos de crecimiento, maduración y reproducción, que requieren el mantenimiento de unos ciertos niveles térmicos sostenidos durante un determinado
periodo. De este modo, puede verse interrumpido el ciclo biológico, o realizarse de modo precario, dando origen a individuos más pequeños y débiles. La
consecuencia es la eliminación de numerosas especies y la disminución de
otras; por el contrario las especies de tramos mas altos, en general criófilas se
ven favorecidas al ocupar el lugar de las anteriores. Los peces, igualmente,
pueden ver alterado su metabolismo, disminuyendo los crecimientos o siendo
interferida la reproducción. En zonas templadas, los salmónidos suelen desplazar a los ciprínidos, al ser más propios de aguas frías.
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FIGURA 3.- EXCLUSIÓN COMPETITIVA DE LAS ESPECIES A Y C POR LA
ESPECIE B AL PASAR DEL RÉGIMEN TÉRMICO 2 AL 1. EN ORDENADAS
SE SEÑALAN LOS RANGOS DE TEMPERATURAS ÓPTIMOS DE LAS 3 SEP.
• Retraso de las máximas anuales : Las máximas temperaturas anuales del año
es un hecho que utilizan numerosas especies como clave reguladora de su ciclo biológico desencadenando procesos como la eclosión, emergencia o la segregación de hormonas sexuales. En este sentido, con frecuencia los insectos
acuáticos con adultos aéreos se ven perjudicados al emerger éstos tardíamente
y quedar expuestos a temperaturas atmosféricas letales o que inhiben su reproducción.
Alteración de la calidad de las aguas
Los embalses funcionan como grandes reactores químicos que pueden alterarar la
calidad de las aguas, depositando sustancias en suspensión, precipitando otras y cambiando el potencial redox. Algunos de estos procesos tienen efectos en los sistemas fluviales
de aguas abajo:
• Sobresaturación de gases .- Los gases disueltos en el agua pueden alcanzar
elevadas concentraciones a la salida de los embalses, cuando esa salida se
produce en caída desde una cierta altura, recogiendo el líquido importantes
cantidades de aire y sumergiéndolo a una profundidad donde la presión hace
posible una elevada solubilidad. Estas condiciones pueden acarrear trastornos
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en la respiración de los peces, llegando a ser un importante factor de mortalidad en los individuos más jóvenes.
• Disminución del contenido en oxígeno.- En el interior de los embalses donde
se observa una estratificación y procesos de eutrofia las algas de fondo presentan déficit de oxígeno disuelto, que en caso de ser aprovechada su energía potencial mediante turbinas, la suelta de estas aguas se hace sin aireación. Estas
aguas anóxicas pueden causar importantes mortandades aguas abajo.
• Aparición de sustancias tóxicas.- La anoxia en las zonas profundas del embalse, provoca a continuación el predominio de mecanismos metabólicos
anaerobios, cuyas sustancias de deshecho son formas reducidas como el amoniaco, el metano y el sulfhídrico. La presencia de concentraciones altas de estos compuestos, tóxicos para la generalidad de las especies acuáticas, en las
aguas vertidas, se puede manifiestan en mortandades más o menos extendidas.
Incluso si las concentraciones no alcanzan niveles críticos, su acción sinérgica
con otras circunstancias desfavorables es capaz igualmente de tener graves
consecuencias. También se forman precipitados de metales pesados (Fe y Mn)
en los tramos aguas abajo, pues las condiciones reductoras del embalse favorecen su disolución y al oxidarse en el cauce precipitan.
• Aumento en las concentraciones de nutrientes .- Los embalses actúan como
depósitos de acumulación de nutrientes en el fondo, por lo que las sueltas de
fon pueden tener una concentración superior de nutrientes. La presencia de estos nutrientes, junto con la frecuente ausencia de avenidas en el cauce regulado, favorecen la presencia de densas masas de macrófitas y por lo tanto a su
fauna asociada.
• Aumento de los sólidos en suspensión: Los desagües de fondo se suelen
construir para amortiguar el aterramiento del embalse, por lo que con cierta
periodicidad se hacen sueltas fuertes para el arrastre de los sedimentos finos
acumulados. Ello produce algunos casos de turbidez, especialmente en aquellos embalses cuya cuenca de recepción está sometida a procesos erosivos. Los
efectos de la turbidez en la comunidad acuática son en general una disminución de la producción primaria. La sedimentación en el lecho de estos finos
arrastrados homogeniza el mosaico de microhabitats bentónicos y ahogan el
medio intersticial, cuyas consecuencias biológicas ya se han comentados anteriormente.
Conclusiones
Como síntesis de lo expuesto anteriormente concluimos que los efectos de la regulación de caudales mediante embalses en los ecosistemas fluviales no son despreciables, sino que por el contrario el río constituido por los tramos de río contiguos al embalse
se verá sometidos a un perjuicio difícilmente reparable.
Finalmente, en muchas ocasiones estos efectos nocivos pueden ser sensiblemente
aminorados, de tal forma que el aprovechamiento y regulación de las aguas sea compati-
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ble con la conservación de las especies fluviales. Para ello son recomendables algunas
medidas en la gestión de los embalses:
Se deben evitar y en todo caso limitar las oscilaciones bruscas de caudal tanto al
comenzar como al finalizar la suelta de las aguas, como referencia podríamos fijar como
límite que las tasas de fluctuación sean inferiores a 1 m 3 /s cada 15 minutos.
La regulación de la calidad delas aguas que el embalse suelta debe realizarse en
función de las características limnológicas del embalse en cada momento, mediante la
utilización de una torre de tomas que permita el soltar aguas a la profundidad adecuada o
mediante la mezcla de aguas a distintas profundidades, según los objetivos.
La construcción de escalas piscícolas adaptadas a las características de la ictiofauna autóctona de cada río es imprescindible para la conservación de estas especies.
Estas escalas han de estar dotadas del caudal necesario para que atraigan a los migradores, tanto en subida como en descenso. También es importante comprobar su funcionamiento periódicamente mediante sistemas de células fotoeléctricas.
La protección de la fauna piscícola se debe asegurar mediante la construcción de
barreras eléctricas a la entrada y a la salida de las turbinas y desagües.
Fijar el caudal ecológico sobre la base de las exigencias de hábitat de la fauna
fluvial. El caudal ecológico, o con mayor propiedad el caudal mínimo ecológico, es aquel
que nos asegura unas condiciones que permitan al menos la conservación de las poblaciones fluviales existentes antes del aprovechamiento hidráulico. Una correcta estimación de
este régimen de caudales ecológico exige un complejo estudio del tramo de río (ver García de Jalón, 1989 y Manteiga y Olmeda 1992) y que está fuera de las posibilidades de
esta revisión. Pero existen unos criterios de sentido común que, aplicados con conocimientos biológicos, nos pueden orientar y fijar la cuantía de este caudal mínimo.
El criterio de aplicar en todos los ríos de las cuencas hidrográficas como caudal
ecológico un 10 %, o cualquier otro porcentaje, del caudal medio anual circulante (o de la
aportación anual media) no tiene ninguna base científica o técnica, ya que es obvio que
para cada río el caudal deberá depender de la distribución de frecuencias a lo largo de las
estaciones del año y de la estructura física del cauce. En un río de régimen torrencial con
grandes crecidas y largas sequías , el caudal ecológico podrá ser del 15, del 10 o del 5%
de su caudal medio anual; pero en uno de régimen uniforme será del 20, del 30 o del 40%
dependiendo de sus características ecológicas.
Las comunidades fluviales han evolucionado en este tipo de régimen fluctuante y
por lo tanto sus ciclos biológicos están adaptados a las variaciones estacionales. Así mismo, estan adaptadas a tolerar unos caudales mínimos durante el estío, e incluso pueden
tolerar caudales muy exiguos durante uno o varios días, que obviamente no pueden mantener durante periodos largos. Por lo tanto, como una primera aproximación con sentido
biológico al caudal mínimo se puede recomendar el caudal circulante medio durante los
tres meses de estío, pues es un caudal que las comunidades están adaptadas a mantener de
continuo durante una temporada razonablemente larga.
Dragados, canalizaciones y rectificación de cauces
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Este trabajo se refiere a los efectos de las obras que el hombre realiza en el cauce,
como dragados, canalizaciones, o encauzamientos, y a las medidas de rehabilitación y
mejora de los mismos. Debido a que generalmente estos diversos tipos de obras se realizan simultáneamente en el cauce, estos términos suelen emplearse indistintamente. Ahora
bien, como definiciones estrictas de cada una de las actuaciones pueden adoptarse las
siguientes:
• Dragado: Extracción y traslado, de materiales del lecho, como piedras, gravas, arena, o restos vegetación. Se realiza para ampliar la sección del cauce,
para reforzar orillas erosionadas, o para la obtención de áridos.
• Canalización: Modificación de la sección transversal del cauce hacia una sección de forma fija, generalmente trapezoidal. Las orillas y el lecho pueden
compactarse e incluso cementarse mediante las llamadas "obras de defensa".
• Rectificación: Cambio del trazado longitudinal del río por un trazado más recto y más corto. Suele realizarse para evitar desbordamientos en curvas del río.
Debido a la disminución del recorrido del río, implica un aumento de la pendiente longitudinal. La rectificación del cauce también se denomina encauzamiento. Es frecuente que se produzca una canalización y rectificación del cauce simultáneas.
• Estabilización de orillas: basada en su protección lineal con elementos artificiales consistentes (hormigón, gaviones, etc.) o naturales (escolleras de piedra)
para prevenir la erosión o para reducir la rugosidad de las orillas y facilitar la
circulación del agua.
En cuanto a la Corta de vegetación de ribera, nos referimos a la eliminación o degradación de parte de la misma (y no a una simple poda o somera limpieza de márgenes).
La corta suele ser una acción acompañante de las anteriores, pero también puede realizarse por otras razones.
Desconocemos estadísticas españolas sobre este tipo de actuaciones en los cauces
que describan en detalle su incidencia tanto en intensidad como la longitud de ríos afectada. García Retuerta (1987) señala que en España, durante el período 1983-1986, se han
efectuado unas 1600 obras de este tipo, en ejecución o en proyecto, con un presupuesto
adjudicado de unos 24.000 millones de pesetas. Como dato más puntual, indicamos que
en Septiembre de 1988 se aprobó un gasto de más de 500 millones de pesetas para obras
de limpieza de cauces, consolidación de márgenes y cambios en la profundidad de varios
ríos de la Comunidad Autónoma Vasca, afectados por las inundaciones de Julio de ese
mismo año (Diario Vasco, 5-IX-1988).
Sin embargo, la relevancia de estas obras en los cauces es obvia para cualquiera
que recorra la mayoría de los ríos españoles, en especial en las zonas agrícolas y sobre
todo en las urbanas. Los organismos responsables y promotores de estas actuaciones son
frecuentemente las Confederaciones Hidrográficas, el IRYDA y los Servicios encargados
de la Concentración Parcelaria, todos ellos con carencia de técnicos medio-ambientales
entre su personal.
Se comprende fácilmente que estas actuaciones suponen cambios radicales en el
hábitat acuático y por consiguiente en el funcionamiento del ecosistema fluvial. Son ya
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numerosos los estudios sobre los impactos de canalizaciones y dragados que ponen de
manifiesto su influencia negativa, y que revisamos seguidamente.
En los aspectos geomorfológicos las relaciones causa-efecto de las actuaciones en
el cauce y los efectos inducidos en el mismo no son fáciles de determinar con exactitud,
ya que las adaptaciones del río a los cambios que le afectan varían temporal y espacialmente, y además la relación entre varias variables que actúen no tiene porqué ser lineal.
Así, por ejemplo, en una rectificación del cauce al aumentar la pendiente se aceleran los
procesos erosivos y, además de afectar a las orillas, el cauce tiende a hacerse más profundo con lo cual, si varía el nivel de base del río, puede producirse una erosión remontante.
Sin embargo, lo que si es obvio es que estas actuaciones en los cauces afectan directamente al funcionamiento del ecosistema fluvial al destruir multitud de microhábitats
mediante el dragado del fondo o al rectificar la sinuosidad natural del cauce, o bien indirectamente al destruir la vegetación de sus riberas. Los efectos generales de los dragados
en los ecosistemas fluviales han sido analizados por Brookes (1988).
Al canalizar un río sus comunidades biológicas se ven afectadas inmediatamente
durante el proceso de dragado y excavación. Así los macroinvertebrados bentónicos, los
alevines y puestas de los peces que se encuentran en el fondo son removidos, extraídos o
sepultados en el cauce, y los peces grandes, si pueden, escapan hacia tramos aguas abajo
o aguas arriba. Después del dragado y de la excavación, comienza un proceso de recolonización biológica del cauce, cuya duración y grado de recuperación ecológica al que se
puede llegar son las variables que nos interesa conocer o predecir a la hora de cuantificar
el impacto de la canalización. Lógicamente dicha recuperación puede depender en gran
medida de las características del cauce y de los terrenos que son dragados y de la intensidad y extensión de la canalización. Así tendremos que tener en cuenta si estamos sobre
terrenos arenosos, arcillosos, aluviales o rocosos; si la canalización entraña cambios en el
trazado del cauce (rectificaciones); el tipo de sección transversal del cauce dragado; y si
se van a canalizar 100 metros o 100 kilómetros.
Al canalizar un cauce generalmente se modifica su pendiente longitudinal, su trazado, sus dimensiones y forma de las secciones transversales, y las aguas al discurrir por
el cauce modificado originarán un proceso de reajuste geomorfológico tendente a lograr
un nuevo estado de equilibrio. Lógicamente la recolonización biológica del cauce canalizado va asociada y depende de este proceso geomorfológico, ya que determina un cambio
gradual de las características del hábitat requerido por las especies biológicas.
Las principales caracteristicas del habitat fluvial que la canalización altera y que
mas afectan a las comunidades reófilas se refieren a:
1) el sustrato del fondo;
2) Capacidad para ofrecer refugio y cobertura a las especies animales;
3) el regimen de velocidades del agua; y
4) la eliminación de la vegetación de ribera.
Cambios en el sustrato.- Durante el dragado y en los consiguientes procesos
erosivos que tienen lugar en el cauce, se desprenden numerosos solidos finos que son
arrastrados por las aguas, originando su turbiedad, y que son depositados en tramos aguas
abajo. Estos sedimentos finos homogeneizan los fondos, rellenando intersticios y origiPágina 22 de 30
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nando unos sustratos arenosos o fangosos que son inestables en la corriente. La mayoría
de las especies de macroinvertebrados bentónicos exigen para vivir microhábitats de gravas y cantos rodados, mientras que sus primeros estadios larvarios necesitan del medio
intersticial de debajo del fondo para su desarrollo. Algunos peces fluviales necesitan para
su reproducción (freza) sustratos de gravas con abundantes intersticios, como es el caso
del salmón, la trucha, el barbo, la boga, cacho y el piscardo. Por lo tanto sus comunidades
se verán degradadas en los tramos canalizados con estas características.
Sin embargo, existen casos en que el cauce canalizado produce abundantes sedimentos finos en condiciones de estabilidad que permiten el establecimiento de una densa
vegetación macrofítica sumergida. Esta vegetación acuática alberga toda una serie de
especies macroinvertebradas asociadas como moluscos, quironómidos y efemerélidos y
también sirven de refugio para los alevines piscícolas.
Cuando la canalización y dragado no llegan a originar cambios en el sustrato la
recuperacin biológica del cauce suele ser rápida.
Desaparición de refugios.- En condiciones naturales los peces fluviales, y en especial los individuos de mayor tamaño, necesitan de zonas con refugios para su descanso
y protección frente a depredadores. Estos refugios son provistos por la vegetación de
orillas (raices y ramas colgantes), los entrantes y cuevas sumergidas en las orillas, las
pozas profundas, las grandes piedras y las obstrucciones del cauce originadas por troncos
y ramas.
La canalización del cauce elimina sistemáticamente todos estos tipos de refugios,
con lo que la estructura en edades de las poblaciones piscícolas se rejuvenece, desapareciendo los ejemplares grandes, que son precisamente los que tienen mas interés para la
pesca deportiva.
Cambios en la velocidad de las aguas .- La canalización favorece un regimen
hidraúlico laminar y relativamente uniforme en todo el cauce, en detrimento de los rápidos con aguas turbulentas y de los pozos y remansos de aguas quietas. En condiciones
naturales, un río es una sucesión alternante de rápidos y remansos, a la cual la comunidad
de macroinvertebrados fluviales está adaptada, ya que cada especie vive óptimamente en
un rango de velocidades del agua determinado, en las cuales es capaz de respirar y a los
cuales con frecuencia tiene adaptados sus mecanismos de alimentación. Por lo tanto en
cauces canalizados las especies especializadas en aguas rápidas, asi como las de aguas
estancadas, se verán desfavorecidas, en favor de unas pocas especies de hábitats intermedios, o bien de especies eurioicas. Por lo que se produce una reducción en la riqueza y
diversidad de estas comunidades.
Análogamente, los peces se ven desfavorecidos por el régimen de velocidades de
las aguas canalizadas, ya que carecen de resguardo, tanto frente a las crecidas (aguas rápidas que los arrastran), como cuando los niveles del agua son bajos (por lo general los
canales son mas anchos y por lo tanto los calados son todavía menores).
En casos de existencia de fluctuaciones bruscas de caudal, tan dañinas para la
fauna reófila, estas se amortiguarán mas rápidamente en los cauces naturales, mientras
que en los cauces canalizados esta amortiguación de los picos no se produce y se conservan sus efectos durante mayores recorridos.
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Destrucción de la vegetación de riberas .- Las riberas representan las zonas
donde interaccionan los medios acuáticos con los sistemas terrestres circundantes. En
condiciones naturales, la ribera está cubierta por una densa vegetación freatófila, generalmente dominada por árboles. Esta vegetación controla la entrada de energía a los ecosistemas acuáticos y mas intensamente en sus zonas litorales: mediante su sombreado,
evita la llegada de luz y consiguientemente su calentamiento. Al mismo tiempo les provee
de detritus de origen vegetal, fuente de energía para la producción secundaria (Swanson
et al. 1982).
Además esta vegetación ripícola, a través de su sistema radical modifica la composición química de las aguas freáticas según llegan al río, principalmente disminuyendo
su contenido en nutrientes. También, esta vegetación evita la erosión de las orillas y sedimenta los elementos finos que la escorrentía superficial arrastra antes de que alcancen
las masas acuáticas. Al canalizar, generalmente se destruye esta vegetación y desaparecen
estos efectos amortiguadores, alterándose el régimen térmico, la llegada de luz y el tipo
de alimento que llega al río.
En los ríos sin vegetación de ribera las aguas alcanzan unas temperaturas máximas mas altas y tienen oscilaciones térmicas diarias mas amplias. Estas alteraciones de
temperaturas afectan considerablemente a los organismos acuáticos que en ellos habitan,
pues la temperatura controla sus ciclos biológicos y puede ocasionar la desaparición de
especies por exclusión competitiva o por sobrepasar los umbrales de tolerancia de algunas
especies.
Este calentamiento de las aguas tiene especial relevancia cuando el oxígeno disuelto en ellas se encuentra en niveles críticos para los organismos acuáticos, pues al subir la temperatura el punto de saturación del oxígeno disuelto disminuye y puede llegar a
imposibilitar la respiración de algúnas especies mas exigentes (salmónidos entre los peces, tricópteros, plecópteros y efemerópteros entre los insectos). Ello tiene especial relevancia en las canalizaciones de aguas con alguna contaminación orgánica, o en zonas
agrícolas cuando el exceso de nutrientes facilita el crecimiento desmesurado de macrófitas, siendo las épocas mas críticas en verano durante las noches cuando no existe fotosíntesis.
Después de la destrucción de la vegetación de ribera aumenta la entrada de luz en
el medio acuático favoreciendose a sus productores primarios y como consecuencia en la
estructura trófica de sus comunidades faunísticas los fitófagos aumentan, disminuyendo
los desmenuzadores.
Otra función importante de esta vegetación, que desaparece con ella, es la de servir de refugio para fauna acuática, tanto para los peces entre sus raices y sombras, como
para los insectos acuáticos que utilizan sus copas para el descanso, alimentación, pupación, emergencia, reproducción y puesta de huevos.
Efectos en los macroinvertebrados bentónicos
Las actuaciones en el cauce afectan a la fauna de macroinvertebrados bentónicos
(bentos), principalmente por el cambio en el sustrato ya que se altera su composición
granulométrica (generalmente disminuyendo el tamaño medio de las gravas y aumentanPágina 24 de 30
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do la proporción de finos) y el sustrato se vuelve más inestable y más homogeneo, de
manera que varía el mosaico de microhábitats bénticos.
Generalmente canalizaciones y dragados disminuyen la densidad, número de
taxones y producción del bentos (García de Jalón, 1987). Puede ocurrir que la densidad
del bentos aumente, pero entonces suele tratarse de abundancia de individuos de ciertos
taxones oportunistas que aprovechan el cambio acaecido en sustrato.
En cuanto a la eliminación de la vegetación y la transformación de las orillas,
afecta al bentos por:
• Escasez de hábitats. La mayoría de los insectos acuáticos pasan algún periodo
de su vida en el medio terrestre, generalmente para el estadio adulto. Algunos
depositan sus huevos en la vegetación para que, al emerger las larvas caigan la
río y pasen en él su periodo larvario (Knight & Bottorf, 1981). Otros, necesitan el suelo de las orillas para efectuar la muda y tienen problemas en las orillas muy modificadas de los ríos canalizados. El conocimiento de los ciclos
biológicos es esencial para predecir los efectos de la alteración de las riberas
en las poblaciones de insectos acuáticos (Erman, 1981).
• Aumento de la temperatura del agua debido a la disminución de la sombra.
Una temperatura adecuada del agua es muy importante para el desarrollo de
los ciclos biológicos de los insectos acuáticos (Ward, 1984). Las especies del
bentos están adaptadas a un rango de temperaturas que, de alterarse, puede
cambiar la composición específica de la comunidad.
• Disminución del alimento. Todavía no se conoce con toda claridad la importancia de las fuentes alimenticias en los organismos bénticos, pero no hay duda de que los detritus procedentes de la vegetación ripícola, el perifitón, y las
partículas finas de materia orgánica arrastradas por las aguas son la fuente
principal de alimento en cualquier sistema fluvial.
La vegetación de ribera es fuente de materia orgánica alóctona para las comunidades animales acuáticas. Puede suponer más de la mitad en cuanto a la composición de
los nutrientes del río, aunque la cantidad total de nutrientes depende de varios factores,
siendo muy importantes la naturaleza de los materiales (así por ejemplo, los terrenos graníticos son más pobres en nutrientes que los terrenos calizos), la anchura del río y el tipo
y estado de la vegetación ripícola. En los ríos y arroyos de cabecera el principal aporte
orgánico se debe a la vegetación ripícola. En ríos más anchos, la importancia de esta vegetación en cuanto a aporte orgánico directo va disminuyendo hasta ser muy pequeño en
las desembocaduras de los ríos. En la vía trófica de la materia orgánica en el río hojas y
ramas caen al agua y se descomponen en partículas gruesas de materia orgánica (PGMO)
que son fuente alimenticia de los macroinvertebrados bentónicos desmenuzadores. Estos
procesan la PGOM y la convierten en PFOM (partículas finas de materia orgánica) que es
aprovechada por los organismos del bentos del grupo de los colectores, los cuales pueden
encontrarse muchos kilómetros aguas abajo de la fuente inicial de esa materia orgánica.
La materia vegetal tarda más o menos tiempo en procesarse en el medio acuático
según sea su naturaleza. La vegetación herbácea, que tiene muchos nutrientes y poca fibra, es utilizada en el momento por los organismos animales que la consumen. La arbustiva, que tiene más fibra, tarda unos 60-90 días en ser procesada por microorganismos e
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insectos. La más persistente, que son las acículas de las coníferas, tarda alrededor de 200
días en ser degradada. Hay pues, una secuencia temporal en la utilización de los inputs de
los diferentes estratos vegetales -herbáceo, arbustivo y arbóreo- lo cual es bueno para el
río y diversifica las poblaciones del bentos (Meehan et al., 1977). Por ello es importante
que la vegetación de ribera sea la apropiada y esté diversificada para que así, pueda ser
aprovechada por los diferentes organismos que la utilizan y que habitan a todo lo largo
del río.
Efectos en la fauna piscícola
A) Disminución de hábitats y frezaderos
Cada especie piscícola se establece en los tramos de río que tengan unas características ambientales propicias. Dentro de estos tramos, más o menos amplios, parece ser que la existencia y diversidad de hábitats convenientes es la
variable que más influye en la ubicación de los peces (Wesche, 1985).
En los ríos no alterados, se establece en el cauce un patrón de rápidos y remansos, producto de la naturaleza propia del cauce y de los materiales arrastrados por el agua y que se depositan en el lecho del río dependiendo de la velocidad de las aguas. Este patrón desaparece al canalizar el río. Al rectificar
106 millas del cauce del río Cheriton (Missouri), Congdon (1971, in Brookes
& Gregory) estimó que la falta de hábitats naturales había provocado la disminución de un 85% de la densidad y de un 83% de la biomasa piscícola de los
ríos canalizados respecto a los no canalizados.
Otra característica de los hábitats piscícolas es la granulometría del sustrato.
Al dragar se remueve el sustrato, extrayendose principalmente las piedras,
gravas y arenas, mientras que el fondo del cauce queda más homogeneo y aumenta la proporción de finos. La destrucción de hábitats, al excavar en refugios y pozas, tiene efectos directos y deletéros sobre las truchas. La eliminación de la vegetación de ribera disminuye la calidad de los remansos al aumentar la erosión de las orillas y del cauce. Para las especies piscícolas (especialmente para los salmónidos) no es buena la abundancia de finos (Platts,
1976).
Muchos alevines, reproductores y especímenes de especies poco activas, buscan los hábitats de las orillas porque allí la velocidad de la corriente es más
lenta, encuentran refugios para guarecerse de los predadores, y es donde cualquier pez puede refugiarse cuando hay crecidas y el caudal fluye con mucha
fuerza. Además, bajo la cubierta vegetal aérea de las orillas, los peces son menos visibles por sus predadores e incluso, pueden ver a los predadores antes de
que éstos les vean a ellos.
Los frezaderos, lugares de puesta de los huevos, obviamente se alteran si se
excava en ellos. Si se excava aguas arriba de los lugares de freza, el aumento
de los sólidos en suspensión arrastrados por el agua puede enterrar los frezaderos y la disminución consiguiente del oxígeno que les llega, produce anoxia en
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las puestas. Sin embargo, también hay dragados que suponen la creación de
nuevas áreas de freza.
Las canalizaciones suelen realizarse en los cursos medio y bajo de los ríos.
Pueden ser un problema para las especies piscícolas como los ciprínidos que
frezan en las macrófitas y los lucios, que efectúan su puesta en aguas someras
de cursos fluviales bajos. No suelen alterar los frezaderos de salmónidos situados en los cursos altos (aunque a veces sí). Pero de todos, afectan a sus poblaciones porque los salmónidos (exceptuando los que viven en los lagos) viven habitualmente en tramos medios y migran a tramos más altos para efectuar la puesta.
Además la vegetación ribereña próxima a las orillas es muy beneficiosa para
las poblaciones piscícolas. Son muchos los estudios que relacionan la abundancia y calidad de las truchas con la cobertura vegetal de las orillas. Así
Gunderson (1968), encontró un 78 % más de truchas en ríos con buena cubierta vegetal que en aquellos en los que había sido destruida; y que, en un mismo
río, las truchas grandes eran un 27 % más abundantes y un 44 % más gordas
en las zonas con cubierta. La vegetación de las orillas ayuda a mantener los
pozos al prevenir la erosión lateral que tiende a transformar el canal, haciéndolo más amplio y menos profundo.
B) Cambios de especies
Al realizar una obra en un río, pueden cambiar las condiciones ambientales de
tal manera que el hábitat modificado sea más apetecible para especies distintas
a las existentes antes de la actuación.
Si en las obras del cauce se elimina la vegetación de ribera, desaparece la
sombra producida por la cubierta vegetal, aumentando la energía calorífica
que llega al agua y disminuyendo el oxígeno disuelto. Entonces, puede ocurrir
que especies adaptadas a aguas más cálidas y con menos oxígeno desplacen a
especies de aguas más frías de su hábitat originario. En ríos deforestados americanos, Baltz y Moyle (1981) observaron que algunos ciprínidos desplazaban
a salmónidos. El aumento de la temperatura es, asimismo, una barrera potencial de la migración. Baltz y Moyle (1981) observaron que una temperatura de
34°C impedía migrar a ciertos salmónidos en USA.
El aumento de la temperatura puede estimular la producción primaria de las
plantas acuáticas, y elevar la producción secundaria de peces fitófagos de
aguas templadas (Baltz & Moyle, 1981) pudiendo estos peces de escaso interés pesquero, desplazar a otros peces de mayor interés deportivo como los
salmónidos. También puede ocurrir que disminuya el número de especies piscícolas, como así refiere Hansen (1971, in Brookes & Gregory, 1983) que
ocurría en cierto río rectificado cuyo principal efecto de las obras era el aumento de las fluctuaciones de temperatura en las secciones canalizadas.
C) Escasez de alimentación
Si se remueve el lecho del río y cambia la composición del bentos a favor de
especies de menor biomasa hay por lo tanto una menor disponibilidad de aliPágina 27 de 30
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mento para los peces predadores de macroinvertebrados bentónicos. Aunque
unas especies son más selectivas que otras en cuanto a la naturaleza de su ingesta, el tamaño de éstas suele estar relacionado con el tamaño de la boca del
predador; así que las truchas adultas son las que ingieren las presas de mayor
tamaño. De todos modos, la disminución de una población predadora, como la
trucha, no tiene porqué estar directamente relacionada con la disminución de
sus presas , pudiéndose ser otros los factores limitantes de su densidad.
D) Falta de oxígeno
Al excavar un cauce los sedimentos del fondo enturb ian las aguas y pueden
afectar a los epitelios branquiales de los peces dificultando o incluso impidiéndo la respiración.
En los ríos calizos y en los ríos ricos en nutrientes, la corta de vegetación ripícola puede producir la asfixia por falta de oxígeno para los peces, y ello debido al efecto inducido de un aumento notable de la insolación sobre el cauce
que de lugar, primero a una superabundancia de plantas acuáticas que al descomponerse producen una disminución del oxígeno y segundo un calentamiento de las aguas.
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