CONGRESO INTERNACIONAL DE EDUCACIÓN DEMOCRATICA

Anuncio
¿Qué ocurre cuando los gatitos se hacen grandes?
Cómo se adaptan los alumnos de escuelas alternativas al mundo real
El caso de la Sudbury Valley School
Mimsy Sadofsky. Co-fundadora y educadora en la Sudbury Valley School.
Massachussets, EEUU
Cuando descubren por primera vez la educación democrática, muchos padres y
educadores se preguntan si sus hijos y alumnos podrían adaptarse después con
fluidez a la sociedad. Temen que la distancia entre educación y realidad sea
demasiado grande. “Voy a referirme a mi experiencia como fundadora y educadora en
una de estas escuelas, la Sudbury Valley”, aclara Sadofsky.
La Sudbury Valley School, fundada en 1968, se ha convertido en un faro para
nuevos proyectos que están floreciendo en la era de la información. La escuela
comenzó en un momento histórico en que empezaba a resultar evidente que la
explosión de la información, los casi infinitos métodos diferentes para
obtenerla, y las numerosas variaciones en las respuestas que los humanos dan a
su entorno, “han liberado a la humanidad de cualquier razón para ser fuertemente
escolarizada” asegura la conferenciante.
Los principios de la Sudbury Valley se basan en un análisis de lo que es un ser
humano libre y con poder y de si la mayoría de las escuelas están o no en
situación de optimizar este resultado: “Queríamos intentar ampliar las libertades de
manera significativa a los niños pequeños de hasta cuatro años. Descubrimos
rápidamente que en un entorno respetuosos y confiado con gente de todas las edades, se
comportaban de manera respetuosa y se podía confiar en ellos”, afirma.
Además, de esta forma recibían una magnífica educación, aprendiendo de
niños más mayores modelos para ellos mucho más cercanos que los adultos.
Según esta educadora, una mente libre para jugar con las ideas, con juguetes y
con otras personas, se expande hasta niveles asombrosos y absorbe de los
demás ideas, actitudes e información, sin demasiados esfuerzos: “Una persona
libre para conversar abiertamente aprende continuamente, como esperábamos que
nuestros alumnos lo hicieran, a entender mucho sobre sí mismos, sobre la gente en
general y el mundo en el que vive”, sentencia, y resume su experiencia en la
Sudbury Valley:
“Sabíamos que crecer era un trabajo duro, pero esperábamos que fuera también alegre, y
no nos ha defraudado ni un minuto en estos últimos 38 años”
En 2005, se publicó un estudio detallado de las personas que habían pasado una
parte significativa de sus años de formación en esta escuela. El libro se titula “
The Pursuit of Happiness” (“En busca de la felicidad”) y puede adquirirse en las
ediciones Sudbury Valley: www.sudval.org.).
“Las siguientes citas son de adultos que crecieron con entera autonomía y total
responsabilidad en un entorno de participación democrática. Les pedimos, entre otras
cosas, que describieran no solo su trabajo sino el significado que tenía para ellos”,
explica Sadofsky, y continúa: “La primera cita es de una joven que llevó las ideas de
la escuela de forma natural a un foro y consiguió dar un profundo significado a su
trabajo a partir de las mismas”:
”Desde que salí de la universidad he estado trabajando en bibliotecas, bibliotecas
infantiles, y encuentro esto verdaderamente interesante. Forma parte de mi misión
contribuir a transformar las bibliotecas para que se conviertan en espacios más abiertos.
Creo que tienen un enorme potencial, especialmente si utilizan sus espacios de
encuentro para ofrecer cosas que actualmente no ofrecen. Por ejemplo, hay adolescentes
que vienen a la biblioteca en pandilla y traen instrumentos y tocan después del cierre.
Este verano programamos una obra en la que los estudiantes del instituto enseñaban a
los
niños
más
pequeños
a
improvisar.
Creo que las bibliotecas en el sentido convencional están desafortunada o
afortunadamente desfasadas. Mi visión de una biblioteca del futuro es un espacio en el
que la información de todo tipo, procedente de diversos medios, puede ser libremente
intercambiada”.
Así se expresa otro joven que trabaja con un fin social muy distinto:
“Cuando enseñas ciencias, creo que es muy importante mantener tu punto de vista
personal en privado. Es importante tratar de impedir que los estudiantes piensen que
tener una opinion sobre algo es bueno para ellos. Toda la cuestión reside en intentar
convencerles de que analicen críticamente las cosas y busquen cuidadosamente
evidencias, antes de saltar a las conclusiones.”
Las tres personas siguientes hablan de ingresar en la universidad después de su
educación en la Sudbury Valley, y como esto les afectó. La primera de ellas se
considera bien preparada porque nunca ha perdido su auto-motivación innata.
”Creo que mi paso por la Sudbury Valley me ayudó de muchas formas. Recuerdo como
mi compañera de habitación y sus amigos nunca encontraban la energía para leer un
libro o para prepararse cualquier aspecto de la clase hasta la noche antes del examen y
este tipo de cosas. Y recuerdo quedarme atónita porque me parecía que había maneras
más eficaces, que no tienes por qué trabajar tan duro sino que puedes prepararte más
tranquilamente simplemente leyendo algo Todo el campus entraba en pánico justo antes
de los exámenes trimestrales y antes de los finales, mientras que mi tendencia era
trabajar de manera totalmente distinta. Creo que esta es una de las consecuencias de
haberme responsabilizado de la manera en que uso mi tiempo. Era capaz de pasearme
por el campus silbando y de no preocuparme de nada mientras el resto de los estudiantes
estaban totalmente aterrados”.
Esta joven está agradecida de que la competitividad que animaba a sus
compañeros en las clases de acceso a la universidad no fuera parte de su
educación:
“Era un adaptación, pero estaba claro para mí que era una adaptación para todos. En
particular, en la prestigiosa universidad a la que asistía, los estudiantes estaban
acostumbrados a estar entre el 5% mejor, el 1% mejor de sus escuelas, sin trabajar
demasiado. Para de pronto darse cuenta: “Oh, no soy automáticamente una de las
mejores estudiantes porque a mi alrededor hay gente del mismo calibre ” era una
auténtica presión para mucha gente. Yo era afortunada porque me parecía claro que la
universidad iba a representar un gran cambio para mí”.
En mi primer semestre, me dieron la primera nota que tuve en mi vida. Conseguí la
mejor. Fue un gran desafío porque era algo absolutamente extraño para mí. Me di
cuenta que había sido una suerte ir a una escuela donde no había notas. Si hubiese ido a
un instituto normal habría sido una aburrida y competitiva adolescente tratando
siempre de conseguir un diez.”
Y otra alumna lo resume así:
”Creo que era mucho más fácil para mí que para el resto de mis compañeros. Al parecer,
en la escuela siempre les habían dicho lo que tenían que hacer, de modo que estaban
acostumbrados a obedecer órdenes. De pronto tenían algo de libertad, pero no
comprendían exactamente cual era la causa y cual el efecto: si haces un buen trabajo
consigues una buena nota y si te duermes y no haces tu trabajo no tendrás una buena
nota ¿sabes?.
Para mí no era tan difícil porque había estado en un entorno en el que aprendí que si
quieres hacer algo tienes que ver cuales son los pasos necesarios para realizarlo”.
Una preocupación muy frecuente sobre escuelas tan individualizadas es que
los estudiantes a los que se da tanta libertad desarrollarán una menor
responsabilidad por los asuntos comunitarios. “Nosotros nunca hemos tenido
problemas con esto, porque nuestros alumnos están implicados en una comunidad que
funciona cada día y de la que son totalmente responsables”, asegura Sadofski, “pero
nuestros alumnos arrojan luz sobre este asunto”:
”Estoy comprometida con la democracia. Siempre he estado interesada en política. Creo
que la razón es que desarrollé un punto de vista sobre la sociedad y sobre cómo una
sociedad puede funcionar, mientras estaba en la escuela. La Sudbury Valley era una
pequeña sociedad de unas 100 personas la mayor parte del tiempo en que estuve allí.
Pero había justicia y democracia y se hacían leyes y esto me daba una especie de
programa. Cuando veo que este programa no existe o no se lleva a cabo en la sociedad en
su conjunto me preocupo, me preocupo bastante.
Siempre me he enfadado mucho con cualquier cosa que me pareciera injusta. Cuando
estaba en la escuela pública, entre los siete y los nueve años, solía rebelarme y decirle a
la gente que estaban siendo injustos, que estaban negándonos el derecho a reunirnos, la
libertad de hablar, y todas esas cosas. Para mí siempre ha sido un asunto de vital
importancia que se de a la gente sus libertades que son sus derechos de nacimiento como
seres humanos y odiaba no verlos realizarse en la escuela.
Es una de las razones por las que estoy tan profundamente interesada en la historia.
Hemos visto desarrollarse las ideas de los derechos humanos fundamentales en varios
grupos entre los siglos XV, XVI y XVII y, por supuesto, en los Estados Unidos. Visto
como la gente ha trabajado o luchado por todas estas cosas y, hasta cierto punto, un
interés morboso en lo que las distintas personas han puesto en ellos, como los han
entendido, me interesó siempre apasionadamente.
Probablemente nací con tendencia a ser una persona que está siempre intentando
asegurarse de que las cosas se hacen justamente. Mis padres me reforzaron esta
tendencia, mi rebelión contra la escuela reforzó esta tendencia y creo que el hecho de que
esta rebelión tuviera éxito y que finalmente me llevaran a otro lugar reforzó esta
tendencia.”
Y por último, un joven cuya educación le ha proporcionado la fuerza de saber
que podría realizar cualquier cosa que se propusiera, lo explica de esta forma:
”Cuando pasas toda tu vida en la Sudbury Valley decidiendo tus propias metas y
persiguiendo tus propias pasiones, estás continuamente teniendo que tomar nuevas
decisiones cada día y revisando lo que quieres ser, lo que eres. Cualquier cosa que
intentes hacer, como por ejemplo si decides trabajar de aprendiz mecánico, la aprenderás
muy rápido si has sido alumno de la Sudbury Valley. Nos adaptamos bien porque
nuestro entorno era muy dinámico. Así que para mí la universidad, la escuela de
mecánica, empezar tu propio negocio o simplemente trabajar para vivir, representan lo
mismo: aprender a aclimatarte. La belleza de la Sudbury Valley está en que fortalece tus
habilidades naturales y entonces, todo lo demás seguirá.”.
Estas son algunas de las cosas que pueden decirse sobre los antiguos
estudiantes de la escuela, “o mejor dicho que ellos mismos dicen sobre su propia
experiencia en la Sudbury Valley. Y muchas de ellas ni siquiera las habíamos imaginado
cuando empezamos...”, concluye Sadofski
Heike Freire
Descargar