San Salvador, a las ocho horas y treinta minutos del día nueve

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64-99
Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia: San Salvador, a las ocho
horas y treinta minutos del día nueve de mayo de dos mil.
El presente proceso de amparo constitucional se inició mediante demanda presentada por el
licenciado Edgar Saúl Romero Sánchez, apoderado general judicial de la señora Carolina
Elizabeth Mendoza Sagastume hoy de Romero, de cuarenta años de edad al inicio de este
proceso, comerciante, del domicilio de Suchitoto, contra providencias del Alcalde
Municipal de Suchitoto, que considera vulneran sus derechos constitucionales.
I. Es conveniente, a criterio de esta Sala, y a fin de resolver este proceso con plena sujeción
a la normativa constitucional, precisar con claridad el objeto sobre el cual gira la presente
controversia. Al respecto, del texto de la demanda aparece que el hecho o suceso de la
realidad sobre el cual gira el objeto procesal en el caso en estudio es: el cierre del
establecimiento comercial -propiedad de la actora- ubicado en la cuarta Avenida Sur,
Barrio El Calvario, de la ciudad de Suchitoto, sin haberle seguido un procedimiento para
tal efecto.
La parte actora alega, que con tal acto se le ha transgredido su derecho al trabajo y
audiencia, pues se está cerrando su establecimiento comercial -que constituye su medio de
subsistencia- sin haberle seguido previamente ningún procedimiento. Así mismo, considera
que se le han infringido sus derechos constitucionales de seguridad, propiedad, posesión y
libertad empresarial.
II. Determinado con precisión el acto reclamado, se considera indispensable analizar el
concepto de pretensión, para luego examinar las peculiaridades de dicho concepto en el
ámbito del derecho procesal constitucional, específicamente en el proceso de amparo, para
así referirnos a un requisito de la pretensión de amparo que interesa a efectos de este
proceso.
Doctrinariamente, pretensión se define como el medio de concreción del derecho de acción;
es decir, la declaración de voluntad dirigida a un tribunal y frente a un sujeto distinto del
autor de la declaración, sobre un determinado bien jurídico, reclamando con fundamento en
hechos específicos -sustrato fáctico- y disposiciones legales concretas -fundamento
jurídico-.
En cuanto a la estructura de la pretensión, se afirma que en ésta se encuentran presentes los
tres grupos de elementos clásicos que integran cualquier institución jurídica: el elemento
subjetivo, el elemento objetivo y el elemento causal.
Analizando los anteriores fundamentos a la luz del derecho procesal constitucional, se
observa que el amparo, en cuanto proceso constitucional, constituye un instrumento de
satisfacción de pretensiones que una persona deduce frente a una autoridad o persona
determinada; en consecuencia, todo proceso de amparo supone una pretensión que es su
objeto, esto es, la materia sobre la cual recae el complejo de elementos que el proceso
constituye.
Por ello, puede afirmarse que la pretensión de amparo, la cual en la generalidad de casos se
encuentra implícita en la demanda, condiciona la iniciación, el desarrollo y la conclusión
del proceso, con su propio nacimiento, mantenimiento y conclusión. Esto ante el efectivo
cumplimiento de una serie de requisitos legales y jurisprudenciales vinculados al actor, la
autoridad o particular demandado y al ente jurisdiccional, así como al objeto y causa de la
misma.
III. El elemento objetivo, de acuerdo al procesalista Jaime Guasp, es "el sustrato material
sobre el cual recaen las conductas humanas integrando así el soporte básico, ubicado
como trascendente, de cada persona actuante y de cada actuación personal". Por su parte,
Quintero y Prieto sostienen que toda pretensión tiene por objeto un elemento no personal,
de derecho sustancial, que idealmente se configura como susceptible de constituir el objeto
de una relación jurídica sustancial.
Aparece así este elemento como el sustrato de la pretensión misma, a saber: aquel bien
transpersonal, material o ideal, que por su aptitud para satisfacer ciertos intereses de
las partes cabe denominar bien de la vida. Es decir, se trata de la materia sustancial a la
que se refieren fundamentalmente los sujetos de la pretensión y que condiciona la actividad
procesal que despliegan, en aras de satisfacer necesidades o conveniencias objetivamente
determinables. Acordando además que éste objeto debe reunir ciertas características, siendo
éstas, el ser física y moralmente posible, idóneo y con causa.
IV. En relación al elemento causal, se ha sostenido que se encuentra íntimamente vinculado
con el elemento objetivo. Tal es la postura sostenida por Enrique Vescovi, quien afirma que
el elemento causal es la razón de la pretensión, la causa de pedir (causa petendi). Se trata
del conjunto de hechos que constituyen el relato histórico del que se pretende deducir lo
que se pide, y la afirmación jurídica que de ello se deriva. Jaime Guasp, por su parte, hace
alusión a este elemento de la pretensión calificándolo como actividad, y lo concibe como el
elemento modificativo de la realidad, que doctrinariamente ha sido definido como la
petición fundada para ser debatida entre los sujetos que en ella intervienen y acerca del
objeto sobre el cual recae.
En términos generales, el elemento causal se refiere a la petición jurídicamente significativa
deducida por el actor, que consiste básicamente en señalar los hechos que constituyen el
supuesto fáctico que prevé la norma a fin que se realice la consecuencia jurídica
respectiva. Aclarando que el eficaz ejercicio de la actividad se encuentra articulado a
condiciones de lugar, tiempo y forma.
IV. Habiendo determinado con precisión el acto reclamado y tomando en cuenta las
consideraciones expuestas en los párrafos anteriores, se considera indispensable establecer
la concreción del referido acto respecto de los derechos constitucionales que la demandante
considera lesionados -trabajo, audiencia, seguridad, propiedad, posesión y libertad
empresarial-.
En reiterada jurisprudencia, esta Sala ha establecido que el artículo 11 de la Constitución
establece lo que se conoce como derecho de audiencia, que se caracteriza por ser un
derecho de contenido procesal, instituido como protección efectiva de los demás derechos
de los gobernados, y el cual se encuentra indiscutiblemente relacionado con las restantes
categorías jurídicas protegibles constitucionalmente, en el sentido que, para que una
privación de derechos sea válida jurídicamente, necesariamente debe ser precedida de
proceso seguido conforme a la ley y en el cual se posibilite la intervención efectiva del
gobernado a fin que conozca los hechos que lo motivaron y tenga la posibilidad de
desvirtuarlos.
En ese sentido, puede afirmarse que el derecho de audiencia se relaciona con las restantes
categorías jurídicas constitucionalmente protegibles; de ahí que el mismo puede ser alegado
-para fines del proceso de amparo- presuponiendo la existencia de otro derecho de rango
constitucional o categoría jurídica subjetiva protegible susceptible de ser violada.
La parte actora, en su demanda y escritos presentados durante la tramitación del proceso,
sólo hace una relación coherente respecto de los hechos y acciones que dieron pie a la
transgresión de su derecho al trabajo, aclarando que el mismo se lesionó con inobservancia
del derecho de audiencia Al respecto, esta Sala ya ha señalado en resoluciones anteriores, v.gr. sentencia de inconstitucionalidad ref. 3-93 de fecha veintidós de octubre de mil
novecientos noventa y nueve- que tal derecho, protegido en el artículo 2 de la Constitución,
posee un contenido esencial cuya titularidad es atribuible a toda persona capaz de
exteriorizar conscientemente su energía física y psíquica en el ejercicio de una actividad
con el objeto de conseguir un fin económico, actividad que por trascender en sus
beneficios, del trabajador a la colectividad es calificada por el constituyente como función
social. Así mismo, el núcleo del derecho al trabajo lo constituye el reconocimiento y la
protección a tal capacidad.
En el presente caso, se advierte que los hechos expuestos en la demanda no coinciden con
el contenido normativo del derecho constitucional invocado, en el sentido que lo señalado
por la demandante no encaja dentro de lo que este Tribunal ha establecido como el núcleo
esencial del derecho al trabajo.
Por otro lado, respecto de los otros derechos constitucionales invocados por la parte actora seguridad, propiedad, posesión y libertad empresarial- no se mencionó el por qué se
consideraba que la actuación de la autoridad demandada transgredía estos derechos, ya que
no se especificaron los conceptos de la violación ni se hizo una relación coherente de tales
derechos con los hechos expuestos. En definitiva, el elemento fáctico de la pretensión no ha
sido correctamente configurado, y en consecuencia al no haberse planteado en la demanda,
una concreta o específica relación de los hechos por los cuales la parte actora estima que la
actuación de la autoridad demandada viola los citados derechos constitucionales, es
imposible efectuar un enjuiciamiento de constitucionalidad, porque no se precisó el objeto
de dicho examen.
Consecuentemente, los elementos jurídico y fáctico de la pretensión no han sido
correctamente configurados; imposibilitando con ello al Tribunal juzgar el caso concreto,
por lo que se debe sobreseer a la autoridad demandada de conformidad al numeral 3 del
artículo 31 de la Ley de Procedimientos Constitucionales.
Con base en las razones expuestas y la disposición antes citada, esta Sala RESUELVE: (a)
Sobreséese en el presente proceso a la autoridad demandada; y (b) notifíquese. ---R.
HERNANDEZ VALIENTE---MARIO SOLANO---O. BAÑOS P.---PRONUNCIADA
POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LA SUSCRIBEN---G. PARADA G.--RUBRICADAS
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