EL FARO LUMINOSO

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EL FARO LUMINOSO.
EVANGELIO: Elección de los “doce”: Mc 1, 16-20
Pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano
Andrés, que estaban echando las redes en el
lago, pues eran pescadores. Jesús les dio:
Veníos detrás de mí y os haré pescadores de
hombres. Ellos dejaron inmediatamente las
redes y lo siguieron. Un poco más adelante
vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su
hermano Juan. Estaban en la barca,
preparando las redes. Jesús los llamó
también; y ellos, dejándolo todo, se fueron
tras Él.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.
CANTO:
TE DOY MI CORAZÓN,
TE DOY MI ALMA,
YO VIVO PARA TI.
CADA PASO QUE DOY,
EN CADA MOMENTO,
HAZ TU VOLUNTAD EN MÍ.
ORACIÓN: (Todos, puestos en pie)
Jesús, Tú les dijiste a los apóstoles: “Sígueme”, y ellos,
dejándolo todo, te siguieron. Ellos cambiaron de vida y se
pusieron a tu servicio.
Me encanta tu llamada, tu manera de elegir a tus
colaboradores y me encanta su respuesta.
Me gustaría que me eligieses para algo en lo que te
pueda ser útil. Dime con fuerza: “Sígueme”. Yo quiero
decirte: “Aquí estoy, a tu disposición”. Yo quiero seguirte
y aprender de ti. Dime “Sígueme”. Que yo te diga:
“Quiero seguirte”. Y dime lo que esperas de mí. Cuenta
conmigo y haz que yo también cuente contigo. Gracias
Jesús, por llamarme, espero no defraudarte.
EL FARO LUMINOSO.
Conviene antes de comenzar a leer, tener un breve
diálogo con los niños, sobre si saben que es un faro y
para que sirve…
Había una vez un faro que vivía en lo alto de un
acantilado junto al mar. Estaba triste porque no sabía
para lo que servía. Quería saber cuál era su tarea allí
arriba, pero no tenía a nadie que se lo dijera. Por eso,
cada vez que veía en el horizonte a un barco, le hacía
rápidamente señales de luz para que viniera a verle.
Pero el barco siempre se alejaba de él a toda
máquina.
Todos los días y todas las noches le pasaba lo mismo. Cuando veía
un barco acercarse, le hacía señales luminosas para que viniera a
hacerle compañía y charlar un rato. Pero el barco salía disparado en
dirección contraria. El pobre faro cada vez estaba más triste y
desanimado. Todos huían de él cuando le veían. Pensaba que no
servía para nada y que estaba perdiendo el tiempo. Así que dejó de
hacer señales a los barcos porque era algo inútil.
Al poco tiempo se dio cuanta de que un barco se acercaba hasta
donde estaba él. No podía creerlo. Nunca había visto tan cerca uno
de ellos. De repente el barco quedó embarrancado encima de unas
rocas cercanas a la costa. Escuchó voces y sirenas, y vio unos
pequeños botes que salían del barco hacia la playa.
El faro no entendía nada de lo que estaba pasando. Por eso puso
gran atención en saber lo que decían aquellos hombrecillos que
estaban en la playa. Como el viento soplaba de allí, pudo escuchar
con claridad sus palabras. Decían que por culpa del faro averiado
habían chocado contra esas rocas. Nadie les había avisado del
peligro.
En esos momentos el faro comprendió cuál era su tarea y por qué
los barcos nunca se le acercaban. Se llenó de tanta alegría al saber
para qué servía, que su luz se volvió a encender y fue la más
brillante de todos los mares.
Y ya no hubo barco alguno que dejara de verla para librarse del
peligro.
PISTAS PARA EL DIÁLOGO SOBRE EL TEXTO DEL FARO:
¿Por qué estaba triste el faro? ¿Qué hacía cada vez que veía un
barco? ¿Por qué decide dejar de hacer señales a los barcos? ¿Qué
es lo que descubre cuando el barco ha embarrancado?
Al igual que el faro se sentía inclinado desde el principio a hacer
señales de luz a los barcos y en eso estaba ya el inicio de su
vocación, ¿a qué cosas te sientes inclinado espontáneamente?,
¿qué es aquello que te nace hacer desde el corazón?, ¿qué cosas
se te dan bien haciéndolas o disfrutas con ellas?
Al igual que el faro, nosotros también tenemos que saber cuál es
nuestra vocación, nuestra misión… El faro tenía una misión ¿cuál
era? Y nosotros… ¿tenemos una misión?, ¿cuál es?
La misión del faro era iluminar a los barcos para que no chocasen
con el acantilado…
Muy bien, ahora nosotros vamos a dejarnos iluminar por la luz de
Jesús, por su Palabra… Vamos a escuchar de pie, en silencio y muy
atentos. Porque es el mismo Jesús el que nos habla.
EVANGELIO: Elección de los “doce” (Todos de pie)
Mc 1, 16-20
Pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano
Andrés, que estaban echando las redes en el lago, pues eran
pescadores. Jesús les dio: Veníos detrás de mí y os haré
pescadores de hombres. Ellos dejaron inmediatamente las redes y
lo siguieron. Un poco más adelante, vio a Santiago, hijo de
Zebedeo, y a su hermano Juan. Estaban en la barca, preparando las
redes. Jesús los llamó también; y ellos, dejando a su padre Zebedeo
en la barca con los jornaleros, se fueron tras Él.
Palabra del Señor.
PISTAS PARA EL DIÁLOGO SOBRE EL EVANGELIO:
Los cristianos también podemos hacer como el faro, transmitir a los
demás una luz, la luz de ¿quién?... de Jesús.
Pero para llevar la luz de Jesús… tenemos que tener claro que Él
nos llama, como hizo con los apóstoles. ¿crees que hoy llama a
alguien a seguirle? ¿a quién?
¿Crees que Jesús te llama a ti? ¿cómo nos llama Jesús hoy a
nosotros y para qué? (Hacerles ver que Jesús nos llama hoy a todos
para seguirle, para anunciar su mensaje con nuestra vida).
Jesús nos llama hoy a nosotros como llamó en otro tiempo a los
doce apóstoles, y nos llama para lo mismo, para que anunciemos el
Evangelio con nuestras palabras y con nuestra vida. ¿Cómo
podemos anunciar hoy el Evangelio de Jesús?
Podemos hacerlo de muchas formas, respondiendo a diferentes
vocaciones: como sacerdotes, como religiosos o como laicos
(explicar la palabra laico: vocación de cristiano, de bautizado, de
seguir a Jesús actuando en la sociedad, en la familia…) Por eso es
importante escuchar a Jesús y saber lo que Él te pide, lo que Él
quiere que seas, no te vaya a pasar como el faro, que no sepas para
que sirves y que se apague tu luz de tristeza y de pesimismo.
LECTURA PAUSADA por parte del animador, mientras suena una
música suave. Se recomienda que los alumnos/as cierren los ojos.
Jesús, yo sé que te acuerdas todavía de aquella tarde en la que
fuiste llamando a tus discípulos. Les llamaste por su nombre, les
pediste que te siguieran y, ellos, dejándolo todo, fueron detrás de Ti.
¡Qué emoción para ellos y que alegría para Ti! Empezaba tu gran
tarea: para anunciar el Reino de Dios, tenías que formar a los
anunciadores, haciendo que conviviesen contigo y aprendiesen de ti
tu mensaje, tu manera de vivir y tu manera de anunciarlo.
Me gustaría ser de tus seguidores, me gustaría ser de tus elegidos.
Seguro que me llamas, pero muchas veces no te escucho, hay
demasiado ruido a mi alrededor. Hoy me atrevo a decirte estas dos
cosas: Cuenta conmigo y hazme sentir que cuentas conmigo.
CANTO:
TE DOY MI CORAZÓN,
TE DOY MI ALMA,
YO VIVO PARA TI.
CADA PASO QUE DOY,
EN CADA MOMENTO,
HAZ TU VOLUNTAD EN MÍ.
Tras la oración final se puede repetir el canto.
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