Buenas Nuevas sitio: http://www.buenasnuevas.com << >> email: [email protected] El espejo de la Palabra por Marcelo A. Murúa Evangelio del domingo 3 de Pascua – Ciclo C Creer en Jesús es estar dispuesto a seguirlo Jn. 20, 1-19 " Después de esto, nuevamente se apareció Jesús a sus discípulos en la orilla del lago de Tiberíades. Y se hizo presente como sigue: Estaban reunidos Simón Pedro, Tomás el Mellizo, Natanael de Caná de Galilea, los hijos del Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar.» Contestaron: «Vamos también nosotros contigo.» Salieron, pues, y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba parado en la orilla, pero los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo que comer?» Le contestaron: «Nada.» Entonces Jesús les dijo: «Echen la red a la derecha y encontrarán pesca.» Echaron la red, y no tenían fuerzas para recogerla por la gran cantidad de peces. El discípulo de Jesús al que Jesús amaba dijo a Simón Pedro: «Es el Señor.» Apenas Pedro oyó decir que era el Señor, se puso la ropa, pues estaba sin nada, y se echó al agua. Los otros discípulos llegaron con la barca -de hecho, no estaban lejos, a unos cien metros de la orilla; arrastraban la red llena de peces. Al bajar a tierra encontraron fuego encendido, pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar.» Simón Pedro subió a la barca y sacó la red llena con ciento cincuenta y tres pescados grandes. Y no se rompió la red a pesar de que hubiera tantos. Entonces Jesús les dijo: «Vengan a desayunar». Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle quién era, pues sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo repartió. Lo mismo hizo con los pescados. Esta fue la tercera vez que Jesús se manifestó a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos. Cuando terminaron de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos.» Le preguntó por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Pedro volvió a contestar: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Cuida de mis ovejas.» Insistió Jesús por tercera vez: «Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?» Pedro se puso triste al ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero.» Entonces Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas. En verdad, cuando eras joven, tú mismo te ponías el cinturón e ibas a donde querías. Pero cuando llegues a viejo, abrirás los brazos y otro te amarrará la cintura y te llevará a donde no quieras.» Jesús lo dijo para que Pedro comprendiera en qué forma iba a morir y dar gloria a Dios. Y añadió: «Sígueme.»." El capítulo 21 del evangelio de Juan es un apéndice agregado al texto luego de su redacción original. El relato nos narra el encuentro de los discípulos con Jesús Resucitado a orillas del lago de Tiberíades (lago de Galilea, los judíos lo conocían más con este nombre y en ambientes romanos la referencia a Tiberíades, ciudad romana a orillas del lago, era más común). Los discípulos se encuentran pescando. El texto abunda en referencias a la autoridad de Pedro sobre los demás discípulos, lo que es una muestra de su redacción tardía, cuando la iglesia había consolidado su estructura jerárquica. La iniciativa de los discípulos siempre está concentrada en Pedro, quien también es el protagonista de mayor peso de la escena, después de Jesús. Al amanecer Jesús se acerca a los discípulos aunque éstos no logran reconocerlo. A continuación se narra el acontecimiento de la pesca milagrosa, que recuerda la escena narrada por Lucas, al comienzo de la predicación de Jesús en su evangelio, y que este evangelista presenta relacionada con el llamado y vocación de los primeros discípulos (ver Lc. 5, 1-11). Existen varios detalles comunes a ambos textos (el lugar geográfico, la actividad de los pescadores, el desconocimiento de Jesús en un primer momento, el gesto del maestro, la pesca abundantísima, el reconocimiento del Señor). El número de 153 peces que contiene la red es sin duda un número simbólico. Los biblistas proponen dos posibilidades de explicación: algunos señalan que ese número corresponde a la cantidad de especies de peces conocidas por aquel entonces; otros mencionan la cantidad de naciones de aquellos tiempos. En cualquiera de las dos interpretaciones el significado es el mismo: el número hace referencia a universalidad y totalidad. La tarea de los discípulos es llevar el mensaje de Jesús a todos los pueblos. La actitud de Jesús es cariñosa y acogedora. Los saluda, les ayuda en la pesca, prepara la comida para sus discípulos, comparte con ellos. Este momento también recuerda los relatos de la multiplicación de los panes, en donde la pregunta inicial de Jesús es la misma: "¿tienen algo de comer? (releer Mt. 16, 34) y luego el Señor reparte el pan y los pescados entre ellos (ver Mt. 16, 36). Al finalizar la comida se produce un diálogo entre Jesús y Pedro. El Señor le pregunta tres veces seguidas si Pedro lo ama. A lo que Pedro responde tres veces que sí, que Jesús sabe que él lo ama. La escena, como las anteriores, tiene elementos comunes con relatos anteriores a la Resurrección, en este caso es clara la referencia paralela (en la construcción literaria del texto: las tres preguntas a Pedro sobre su adhesión a Jesús) a las negaciones la noche anterior a la crucifixión de Jesús (ver Jn. 18, 15-27) Ante cada respuesta de Pedro Jesús afirma "cuida de mis ovejas". La autoridad en el seno de la comunidad está en función del servicio y del cuidado de los demás. Pedro, el elegido por Jesús para ser cabeza de la comunidad, debe velar por los demás discípulos. Al final del texto hay una referencia a la muerte de Pedro, acaecida en Roma hacia los años 66-67 d.C. Las palabras finales de Jesús son una invitación a todos sus discípulos: "Sígueme". Con ellas se cierra el paralelo con la escena del primer llamado en Lucas. En ambas situaciones el Señor convoca al seguimiento. Ahora ha pasado tiempo desde el primer momento. Los discípulos han caminado junto al Señor, aprendido sus enseñanzas, se han preparado para la misión y han compartido su pasión, muerte y resurrección. El final en realidad es el comienzo. Seguir a Jesús es anunciar su presencia viva entre nosotros, anunciar que el Reino de Dios ha llegado y está en medio nuestro. Para rumiar la Palabra… - Releer el evangelio. Comparar con la escena de la pesca milagrosa de Lucas. Reconocer elementos comunes y diferencias. - ¿Cómo se manifiesta Jesús? ¿Qué actitudes ofrece el Señor a sus discípulos? - Reconstruir el diálogo de Jesús con Pedro, ¿cuál era la misión que Jesús le había confiado? Comparar la estructura del diálogo con la escena de las negaciones, ¿qué encontramos en común? ¿Qué nos sugiere entonces esta parte del texto? - ¿Cuáles son las palabras finales de Jesús al discípulo? y fecundar la vida - A partir del texto revisa tu propio corazón y tu compromiso con su Palabra. El Señor convoca al seguimiento, ¿qué significa en nuestros días seguir los pasos del Resucitado? ¿Cómo actualizar su mensaje de esperanza? En la Iglesia la organización jerárquica y la autoridad están al servicio de la comunidad, ¿cómoo se vive esto en nuestras comunidades? ¿qué podemos mejorar? ¿qué pastores conocemos que son ejemplo concreto de este "cuidado" de los demás que pide Jesús? Como los discípulos estamos llamados a anunciar a todos los pueblos, a todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo. La Resurrección de Jesús es compromiso de vida nueva, de servicio al Reino a través de actitudes de hombre nuevo: la solidaridad, la búsqueda de la justicia, la pasión por el Reino, el discernimiento cotidiano, el camino en comunidad, la escucha y atención de las necesidades del pueblo, la entrega de nuestra vida para que otros vivan mejor… éste es el camino que nos invita a seguir a Jesús. La Palabra, espejo de vida… "Pongan por obra lo que dice la Palabra y no se conformen con oirla, pues se engañarían a sí mismos. El que escucha la palabra y no la practica es como aquel hombre que se miraba en el espejo, pero apenas se miraba, se iba y se olvidaba de cómo era. Todo lo contrario el que fija se atención en la Ley perfecta de la libertad y persevera en ella, no como oyente olvidadizo, sino como activo cumplidor; éste será dichoso al practicarla" Sant. 1, 22-25 La Palabra es espejo de vida. En la Palabra contemplamos nuestra propia imagen, nuestra existencia, las situaciones que vivimos. La Palabra nos refleja el proyecto de Dios para nuestro tiempo, a nivel peresonal, social y comunitario. ¡Anímate a mirarte en el espejo…de la Palabra! Copyright © Marcelo A. Murúa - Buenas Nuevas.com Recursos Pastorales para la Nueva Evangelización