El espejo de la Palabra - 36

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El espejo de la Palabra
por Marcelo A. Murúa
Evangelio del domingo 3 de Pascua – Ciclo C
Creer en Jesús es estar dispuesto a seguirlo
Jn. 20, 1-19
" Después de esto, nuevamente se apareció Jesús a sus discípulos en la orilla del
lago de Tiberíades. Y se hizo presente como sigue: Estaban reunidos Simón
Pedro, Tomás el Mellizo, Natanael de Caná de Galilea, los hijos del Zebedeo y
otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar.» Contestaron:
«Vamos también nosotros contigo.» Salieron, pues, y subieron a la barca, pero
aquella noche no pescaron nada.
Al amanecer, Jesús estaba parado en la orilla, pero los discípulos no sabían que
era él. Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo que comer?» Le contestaron:
«Nada.» Entonces Jesús les dijo: «Echen la red a la derecha y encontrarán
pesca.» Echaron la red, y no tenían fuerzas para recogerla por la gran cantidad
de peces. El discípulo de Jesús al que Jesús amaba dijo a Simón Pedro: «Es el
Señor.» Apenas Pedro oyó decir que era el Señor, se puso la ropa, pues estaba
sin nada, y se echó al agua. Los otros discípulos llegaron con la barca -de
hecho, no estaban lejos, a unos cien metros de la orilla; arrastraban la red llena
de peces. Al bajar a tierra encontraron fuego encendido, pescado sobre las
brasas y pan. Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de
sacar.» Simón Pedro subió a la barca y sacó la red llena con ciento cincuenta y
tres pescados grandes. Y no se rompió la red a pesar de que hubiera tantos.
Entonces Jesús les dijo: «Vengan a desayunar». Ninguno de los discípulos se
atrevió a preguntarle quién era, pues sabían que era el Señor. Jesús se acercó,
tomó el pan y se lo repartió. Lo mismo hizo con los pescados. Esta fue la
tercera vez que Jesús se manifestó a sus discípulos después de resucitar de entre
los muertos. Cuando terminaron de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón,
hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te
quiero.» Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos.» Le preguntó por segunda vez:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Pedro volvió a contestar: «Sí, Señor, tú
sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Cuida de mis ovejas.» Insistió Jesús por
tercera vez: «Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?» Pedro se puso triste al
ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú
lo sabes todo, tú sabes que te quiero.» Entonces Jesús le dijo: «Apacienta mis
ovejas. En verdad, cuando eras joven, tú mismo te ponías el cinturón e ibas a
donde querías. Pero cuando llegues a viejo, abrirás los brazos y otro te amarrará
la cintura y te llevará a donde no quieras.» Jesús lo dijo para que Pedro
comprendiera en qué forma iba a morir y dar gloria a Dios. Y añadió:
«Sígueme.»."
El capítulo 21 del evangelio de Juan es un apéndice agregado al texto luego de su redacción
original.
El relato nos narra el encuentro de los discípulos con Jesús Resucitado a orillas del lago de
Tiberíades (lago de Galilea, los judíos lo conocían más con este nombre y en ambientes
romanos la referencia a Tiberíades, ciudad romana a orillas del lago, era más común).
Los discípulos se encuentran pescando. El texto abunda en referencias a la autoridad de
Pedro sobre los demás discípulos, lo que es una muestra de su redacción tardía, cuando la
iglesia había consolidado su estructura jerárquica. La iniciativa de los discípulos siempre
está concentrada en Pedro, quien también es el protagonista de mayor peso de la escena,
después de Jesús.
Al amanecer Jesús se acerca a los discípulos aunque éstos no logran reconocerlo. A
continuación se narra el acontecimiento de la pesca milagrosa, que recuerda la escena
narrada por Lucas, al comienzo de la predicación de Jesús en su evangelio, y que este
evangelista presenta relacionada con el llamado y vocación de los primeros discípulos (ver
Lc. 5, 1-11). Existen varios detalles comunes a ambos textos (el lugar geográfico, la
actividad de los pescadores, el desconocimiento de Jesús en un primer momento, el gesto
del maestro, la pesca abundantísima, el reconocimiento del Señor).
El número de 153 peces que contiene la red es sin duda un número simbólico. Los biblistas
proponen dos posibilidades de explicación: algunos señalan que ese número corresponde a
la cantidad de especies de peces conocidas por aquel entonces; otros mencionan la cantidad
de naciones de aquellos tiempos. En cualquiera de las dos interpretaciones el significado es
el mismo: el número hace referencia a universalidad y totalidad. La tarea de los discípulos
es llevar el mensaje de Jesús a todos los pueblos.
La actitud de Jesús es cariñosa y acogedora. Los saluda, les ayuda en la pesca, prepara la
comida para sus discípulos, comparte con ellos. Este momento también recuerda los relatos
de la multiplicación de los panes, en donde la pregunta inicial de Jesús es la misma:
"¿tienen algo de comer? (releer Mt. 16, 34) y luego el Señor reparte el pan y los pescados
entre ellos (ver Mt. 16, 36).
Al finalizar la comida se produce un diálogo entre Jesús y Pedro. El Señor le pregunta tres
veces seguidas si Pedro lo ama. A lo que Pedro responde tres veces que sí, que Jesús sabe
que él lo ama. La escena, como las anteriores, tiene elementos comunes con relatos
anteriores a la Resurrección, en este caso es clara la referencia paralela (en la construcción
literaria del texto: las tres preguntas a Pedro sobre su adhesión a Jesús) a las negaciones la
noche anterior a la crucifixión de Jesús (ver Jn. 18, 15-27)
Ante cada respuesta de Pedro Jesús afirma "cuida de mis ovejas". La autoridad en el seno
de la comunidad está en función del servicio y del cuidado de los demás. Pedro, el elegido
por Jesús para ser cabeza de la comunidad, debe velar por los demás discípulos.
Al final del texto hay una referencia a la muerte de Pedro, acaecida en Roma hacia los años
66-67 d.C.
Las palabras finales de Jesús son una invitación a todos sus discípulos: "Sígueme". Con
ellas se cierra el paralelo con la escena del primer llamado en Lucas. En ambas situaciones
el Señor convoca al seguimiento. Ahora ha pasado tiempo desde el primer momento. Los
discípulos han caminado junto al Señor, aprendido sus enseñanzas, se han preparado para la
misión y han compartido su pasión, muerte y resurrección. El final en realidad es el
comienzo. Seguir a Jesús es anunciar su presencia viva entre nosotros, anunciar que el
Reino de Dios ha llegado y está en medio nuestro.
Para rumiar la Palabra…
- Releer el evangelio. Comparar con la escena de la pesca milagrosa de Lucas. Reconocer
elementos comunes y diferencias.
- ¿Cómo se manifiesta Jesús? ¿Qué actitudes ofrece el Señor a sus discípulos?
- Reconstruir el diálogo de Jesús con Pedro, ¿cuál era la misión que Jesús le había
confiado? Comparar la estructura del diálogo con la escena de las negaciones, ¿qué
encontramos en común? ¿Qué nos sugiere entonces esta parte del texto?
- ¿Cuáles son las palabras finales de Jesús al discípulo?
y fecundar la vida
- A partir del texto revisa tu propio corazón y tu compromiso con su Palabra.
El Señor convoca al seguimiento, ¿qué significa en nuestros días seguir los pasos
del Resucitado? ¿Cómo actualizar su mensaje de esperanza?
En la Iglesia la organización jerárquica y la autoridad están al servicio de la
comunidad, ¿cómoo se vive esto en nuestras comunidades? ¿qué podemos mejorar?
¿qué pastores conocemos que son ejemplo concreto de este "cuidado" de los demás
que pide Jesús?
Como los discípulos estamos llamados a anunciar a todos los pueblos, a todos los
hombres y mujeres de nuestro tiempo. La Resurrección de Jesús es compromiso de
vida nueva, de servicio al Reino a través de actitudes de hombre nuevo: la
solidaridad, la búsqueda de la justicia, la pasión por el Reino, el discernimiento
cotidiano, el camino en comunidad, la escucha y atención de las necesidades del
pueblo, la entrega de nuestra vida para que otros vivan mejor… éste es el camino
que nos invita a seguir a Jesús.
La Palabra, espejo de vida…
"Pongan por obra lo que dice la Palabra y no se conformen con oirla, pues se engañarían a sí
mismos. El que escucha la palabra y no la practica es como aquel hombre que se miraba en el
espejo, pero apenas se miraba, se iba y se olvidaba de cómo era. Todo lo contrario el que fija se
atención en la Ley perfecta de la libertad y persevera en ella, no como oyente olvidadizo, sino
como activo cumplidor; éste será dichoso al practicarla"
Sant. 1, 22-25
La Palabra es espejo de vida. En la Palabra contemplamos nuestra propia imagen, nuestra
existencia, las situaciones que vivimos. La Palabra nos refleja el proyecto de Dios para nuestro
tiempo, a nivel peresonal, social y comunitario.
¡Anímate a mirarte en el espejo…de la Palabra!
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Recursos Pastorales para la Nueva Evangelización
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