ORGANIZACIONES COMUNES DE MERCADO Y PAC Ramón Tamames Catedrático de Estructura Económica, UAM Cátedra Jean Monnet de la UE 1. COMPLEJIDAD DE LOS FENÓMENOS ECONÓMICOS DE LA AGRICULTURA Aunque indudablemente las similitudes entre la explotación agrícola y la producción industrial han aumentado mucho en los últimos lustros, ensanchándose con ello la zona de problemas económicos comunes a ambas actividades, lo cierto es que hoy -y probablemente así seguirá sucediendo en un futuro incluso bastante lejano- todavía existen importantes diferencias cualitativas en el funcionamiento económico de ambos sectores. La agricultura tiene un conjunto de características peculiares que la diferencian clara y profundamente de la industria. ^Cuáles son, en lo fundamental, esas características. Podemos sintetizarlas resumiendo brevemente tres leyes económicas de carácter básico: la Ley de Turgot, la Ley de Engel y la Ley de King. La Ley de Turgot, o de los rendimientos decrecientes, expresa el fenómeno general de que, a partir de cierto punto, el rendimiento de la tierra (factor fijo en la producción agrícola) tiende a estabilizarse, pudiendo incluso comenzar a disminuir si se sigue avanzando en el empleo de los factores variables (trabajo y capital). En cierta medida, esta ley también es aplicable a la industria; sin embargo, los inventos y las innovaciones técnicas están alejando casi continuamente el estancamiento de la productividad de los factores empleados en los procesos industriales, y lo mismo sucede en la agricultura, con la diferencia de que en ésta la insustituibilidad e inmovilidad del factor fijo tierra y las dificultades de su transformación hacen los avances técnicos más lentos, pudiendo afirmarse que en muchos casos se están tocando los techos de máximo rendimiento. 287 La segunda ley, la de Engel, a los efectos que aquí interesan, puede sintetizarse de la forma siguiente: a medida que la renta per capita se eleva, desciende el porcentaje que del gasto total se destina al consumo de productos alimenticios. Esto puede expresarse en otros términos diciendo que, a partir de cierto nivel de renta, la elasticidad de la demanda de productos alimenticios es menor que la unidad, pudiendo incluso llegar a hacerse negativa. En un sentido global, ello quiere decir que, en contra de lo que sucede con los bienes producidos por la industria, los procedentes de la agricultura tienen una demanda más rígida y, en última instancia, limitada por la saturación de las necesidades. A la larga, en el consumo de todos los productos alimenticios aparecerán las elasticidades-renta negativas. En tercer lugar, debemos referirnos a la Ley de King, que esquematiza el conocido fenómeno de que un aumento en la producción agrícola tiene como consecuencia -en un mercado libre- una disminución más que proporcional en el precio. La Ley de King es una consecuencia lógica de lo expresado por la de Engel. A1 estar limitada la demanda, un aumento fuerte en la oferta no puede ser absorbido; por esta razón, si no se esterilizan los stocks, lo cual es siempre difícil y hasta hace poco era casi siempre imposible por el carácter fuertemente perecedero de la mayor parte de los productos agrícolas, los precios tienden a derrumbarse. Como consecuencia de lo que se sintetiza en el enunciado de las leyes de Engel y King, puede racionalizarse una observación que la experiencia estadística está demostrando que se produce con carácter casi universal: el empeoramiento progresivo y paulatino que viene operándose en la relación real de intercambio entre los productos agrícolas e industriales. La relación de precios entre ambas clases de productos tiende a empeorar en contra de los primeros. Ello es el resultado de la relativa inelasticidad de la demanda de los productos agrícolas, lo cual, de hecho, impone a los agricultores la reducción de sus precios relativos, en los que se repercuten casi por completo las economías derivadas de las mejoras técnicas, en tanto que en la producción industrial, que en general tiene una demanda muy elástica, las mejores técnicas no 288 se traducen casi nunca en favor de una reducción de precios, sino en pro de un aumento de salarios y beneficios. El conocimiento de estas tres leyes y de su última consecuencia nos ponen en claro las profundas diferencias entre agricultura e industria y, al propio tiempo, nos explican la necesidad de que la agricultura sea intervenida si se quiere evitar su postración. Efectivamente: si se intenta elevar la renta de los agricultores, la limitación en los rendimientos por hectárea impone una población activa rural cada vez menor, razón por la cual el Estado debe corregir los obstáculos estructurales que a ello se opongan (fraccionamiento y concentración excesiva de la propiedad de la tierra). A su vez, la inelasticidad de la demanda exige como contrapeso, por un lado, la reconversión parcial hacia cultivos y actividades pecuarias donde la demanda tenga todavía elasticidad positiva; por otro lado, hace necesaria la limitación de aquellos cultivos para los cuales la elasticidad negativa se refleje, a pesar del crecimiento demográfico, en una disminución de la demanda total. La limitación y la reconversión de cultivos, en la mayoría de los casos no puede realizarse sino por intervención del Estado. Por último, la posibilidad de un derrumbamiento de precios impone su sostenimiento, bien por parte de organismos públicos, bien por entidades privadas que se financien parcial o totalmente con fondos públicos o con exacciones autorizadas oficialmente. 2. LA FORMACIÓN DEL MERCADO COMÚN AGRÍCOLA YLAPACIAIII Después del planteamiento teórico hecho con anterioridad, podemos pasar ya a la saga de elaboración de la Política Agraria Común (PAC), de formación de las Organizaciones Comunes de Mercado (OCMs). Con carácter general, en el Tratado de Roma, los productos agrícolas quedaron sometidos al régimen relativamente simple de los productos industriales, pero con tan extenso número de excepciones que, de hecho, éstas constituyen la regla. 289 En el momento de negociarse el Tratado de Roma, los artículos industriales en los países de la CEE no contaban con otra protección que la derivada de los derechos aduaneros y los contingentes. Por el contrario, para los productos de agricultura, además de los derechos y los contingentes, existían otras muchas restricciones y el comercio de Estado, los calendarios fronterizos, los sistemas de precios mínimos, o simplemente el requisito de previa licencia de importación, constituyendo todo ello una reglamentación. 2.1. Primeros pasos La enorme complejidad de los mecanismos de la política de cada uno de "los Seis", sus aplicaciones de orden interior y la celeridad impresa a las negociaciones de las que nació la CEE, impidieron que las normas particulares sobre el Mercado Común agrícola quedaran desarrolladas en detalle en el Tratado de Roma. Sólo hubo tiempo para formular unos fines de carácter programático: acrecentar la productividad, hacer posible un nivel de vida equitativo para la población rural, estabilizar los mercados, garantizar los aprovisionamientos y asegurar precios razonables para los consumidores. El procedimiento para desarrollar la política común también quedó fijada en el Tratado de Roma, conforme al cual se celebró la Conferencia de Stressa en 1958, de la que surgió el denominado Primer Plan Manshcolt, verdadera base de toda la ulterior política agrícola comunitaria, cuyas primeras disposiciones vieron la luz en 1962: reglas de competencia, reglamento financiero, decisión sobre precios mínimos y premios reglamentarios sobre productos concretos. La política en vigor de las disposiciones antes citadas había de ir seguida de la efectiva consolidación de la política común, merced a la adopción de una serie de acuerdos: - Libre circulación de productos agrícolas entre los países de la CEE, en condiciones análogas a las.de un mercado nacional. 290 - Institución dé una prefere,ncia comunitaria en frontera en favor de los agricultores comunitarios, lo cual les garantiza el pago efectivo de unos "precios europeos", superiores a los del mercado mundial. Para ello, el funcionamiento clásico del Arancel de Aduanas se sustituye por el gravamen sobre los productos extracomunitarios importados de unas exacciones (pré[évenients) que cubren la diferencia entre el precio de entrada (próximo al precio indicativo del mercado interno) y el precio internacional. - Dentro de la CEE funcionan organismos que garantizan la compra, a los precios de intervención (algo menores que los indicativos), de la producción comunitaria que se les ofrezca. - Los excedentes producidos en la CEE tienen garantizada su exportación a base de primas o subvenciones que cubren las diferencias de precios entre los mercados comunitario y mundial (restituciones). Del coste de estas intervenciones se hace cargo el Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícolas (FEOGA). 2.2. La PAC I Sucesivamente, fueron formándose una a una las organizaciones comunes de mercado (OCMs) de los siguientes productos: - Aceite de oliva, desde 10-IX-1966. - Frutas y hortalizas (calidades "extra" y"primera") desde el 1-1-1967. - Cereales, desde el l-VIII-1967. - Carne de cerdo, desde el l-VII-1967. - Huevos y carne de aves, desde el 1-VII-1967. - Arroz, desde el l-IX-1967. - Frutas y hortalizas, calidad "segunda", desde el 1-VII-1968. - Leche y productos lácteos, desde e129-VII-1968. - Carne de vacuno, desde el 29-VII-1968. - Azúcar, desde el 1-VII-1968. - Tabaco, desde el l-VII-1970. - Vinos, desde el 1-VII-1970. - Semillas oleaginosas, desde el 1-1-1971. 291 Visto en retrospectiva, la evolución de la Política Agrícola Común (PAC), podría sintetizarse en los siguientes momentos sucesivos: - 1957. Tratado de Roma, en cuyo artículo 39 se establecen las bases de la futura PAC, pero sin entrar, todavía, en sus complejidades de organización. - 1960. Conferencia de Stressa, de la que emana el Primer Plan Mansholt, con los reglamentos agrícolas para el período de transición, que originan las organizaciones de mercado, con los reglamentos agrícolas y el Fondo Europeo de Orientación y Garantía (FEOGA), para sostener los precios comunitarios (garantía) y fomentar la mejora de las explotaciones (orientación). - 1962-1967. Los precios altamente remuneradores de la PAC contribuyen a una fortísima elevación de los rendimientos y de las producciones, con la aparición de grandes excedentes. - 1968. Segundo Plan Mansholt, proyectado para modernizár la agricultura europea, haciéndola competitiva con el exterior, a fin de reducir los gastos presupuestarios por sostenimiento de precios y restituciones a la exportación. Sin embargo, tales propuestas no salen adelante, y el problema de los excedentes no deja de agudizarse. 2.3. La PAC II La reforma de la PAC se planteó a lo largo de 1991 y 1992, y se aprobó en mayo de este último año, como una reconversión de todo el sector rural comunitario. En ese trance, se evocaron con frecuencia las Leyes de Peel o leyes anticereal, que en 1846 abrieron el mercado británico a la importación del trigo y de los granos forrajeros de las américas, materializándose así una política de alimentos baratos que permitiría a Inglaterra mantenerse al frente de la Revolución Industrial. En esa misma línea de discurso teórico, y pensando en la fuerte competencia de la orilla asiática del Pacífico, muchos argumentaron que no tenía sentido seguir protegiendo al 6 ó 7 por 100 de la población activa europea (los 292 agricultores) y perjudicar a más del 90 por 100 de los consumidores. A1 final, la PAC II fue sustanciándose en una serie de transformaciones: - 1994. Limitación del gasto presupuestario agrícola, estableciéndose el tope de su crecimiento en un 74 por 100 del aumento global del presupuesto comunitario. Aparición de las cuotas de producción para frenar los excedentes, especialmente en azúcar y lácteos. - 1998. Intentos de estabilizar la producción agrícola, con los mecanismos de las tasas de corresponsabilidad, reducción de los precios de intervención, mayor exigencia en los estándares de los productos para su entrega a los organismos de compra, y surgimientos de otros métodos drásticos de atención a estos problemas: programas de reducción de. oferta con el fomento del arranque de plantaciones de viñedo, manzanos y cítricos; programa de choque de eliminación de excedentes-congelación de los precios nominales en la generalidad de los productos, con caída efectiva de los precios reales; sirenas de alerta para la detección inmediata de nuevos fenómenos de sobreproducción; programa de abandono de tierras "setaside". En realidad, la PAC II culminó en una serie de principios que la CE estableció en 1992 de cara a la terminación de la Ronda Uruguay, en la idea de que la reforma debería ir configurando una agricultura extensificada, mucho más competitiva, con mayores explotaciones, e inevitablemente con expulsión de mano de obra. Esto último no sería tan dramático teniendo en cuenta la decreciente vocación por el trabajo agrícola y la envejecida pirámide de población activa rural del tiempo presente. En el otro extremo, parece inevitable una agricultura de alto interés ecológico, de pequeñas explotaciones, la mayoría en áreas montañosas; al objeto de frenar el abandono de la población con ayudas considerables en términos de transferencias de renta. Por último, podria fomentarse la agricultura a tiempo parcial. Por lo demás, desde EE.UU., y el Grupo de Caims -los países que dicen no subvencionar sus exportaciones agrarias: Canadá, Argentina, Brasil, Australia, Nueva Zelanda, Tailandia, etcé- 293 tera- se ejercieron las más fuertes presiones, en el GATT, sobre la CE a fin de que ésta disminuyera su apoyo global a la agricultura, al objeto de permitir un mayor acceso a los mercados europeos de los productos agrícolas del mencionado grupo. Pero con todo, la máxima presión para la reforma de la PAC, al final de la Ronda Uruguay, provino de EE.UU., en una especie de duelo de titanes, una guerra de los métodos. Por un lado, EE.UU. con un sistema de proteccionismo agrícola de precios muy bajos, compensatorio de los agricultores por la vía de la transferencia de rentas. En tanto que en la Comunidad Europea la tónica tradicional se basó desde el principio en precios de mercado mucho más altos y sistemas de organización de los mercados con financiación de stocks, retirada de producciones, etcétera. En 1993, el forcejeo final se concretó en los acuerdos de Blair House (por el nombre de la mansión londinense en que se concluyeron). La Comunidad aceptó restringir la extensión máxima de las protoginosas (soja y otros cultivos para proteínas y aceites vegetales) y disminuir los subsidios de superficie en un 30 por 100. 2.4. La PAC III Pero como era de esperar, en la Ronda de Uruguay no quedaron resueltas todas las cuestiones y se previó una nueva oleada de temas -ajustes en cereales, carne de vacuno y leche- paro la siguiente ronda negociadora, ya dentro de la ÓMC. En esa línea de nuevos cambios, hacia la PAC III, la Comisión europea encomendó la realización de un estudio, que fue publicado en 1995 con el título "El futuro del mundo rural". En ese documento, se fijaron las grandes tendencias de futuro y las correspondientes acciones comunitarias sobre: 1) mayor cohesión económica y social en la Comunidad ampliada, que será de mayor diversidad regional; 2) ajuste a la realidad de los mercados internacionales; 3) protección del medio ambiente y conservación del patrimonio natural. Empezando por el tercero de los puntos, debemos dejar constancia que en el V Programa Medioambiental comunitario, para 294 los años 1993/2002, se introdujeron los elementos de una nueva estrategia de desarrollo sostenible, en la cual los agricultores aparecen como guardianes de la naturaleza, que han de tener en cuenta los impactos de sus prácticas culturales. La segunda cuestión, el inevitable ajuste a los mercados internacionales, en la Agenda 2000 (presentada el 15 de julio de 1997) se introdujeron elementos para la puesta en marcha de toda una serie de correctivos destinados a dar paso a la PAC III, en cuyo marco ya han sido objeto de reforma los sectores de cereales, carne de vacuno y lácteos, precisamente donde más están presionando EEUU y el Grupo de Caims. Aparte de ello, se acometieron reformas en las organizaciones comunes de mercado (OCMs) del plátano -con gran presión de EEUU e Iberoamérica vía la OMC-; y se concluyó también el reajuste de las OCMs del aceite de oliva (con una cierta elevación de los subsidios a la producción) y del vino; todo ello después de una larga polémica entre la Europa del norte y la meridional. Pero con ser importantes las negociaciones previstas en Marrakech -y que habrán de abrirse en la Ronda Singapur, o del Milenio-, es preocupante el hecho de que las exportaciones agrícolas europeas vayan a verse tan condicionadas por los acuerdos realizados y previstos en el marco de la OMC. A ese respecto, la Comisión ya anunció en 1995 que el futuro estará marcado "por un fuerte crecimiento de la población mundial, acompañado de una expansión notable de rentas, en especial de los países asiáticos, con grandes expectativas de aumento en la demanda de productos alimenticios". De cara a esas previsiones, la exportación de cereales, carne y lácteos de los países de América del Norte y el Pacífico, están llamadas a conocer una fuerte expansión a medio plazo, en tanto que las comunitarias permanecerán estables, o incluso disminuirán, por los acuerdos suscritos en la OMC, que en manera alguna habrían de considerarse eternos, y que según muchos deberían renegociarse. Otro problema crucial previsto en la Agenda 2000 para promover la revisión de la PAC, radica en la adhesión de los países 295 europeos centrales y orientales (los célebres PECOs), cuya importancia y potenciales agrarios son muy notables. Lógicamente, a su entrada en la UE van a encontrarse con un sistema de protección agraria mucho más laxo que el actual. Relacionado con el tema PECOs, queda la primera de las cuestiones planteadas en el documento 1995 de la Comisión: la cohesión económica y social en una Comunidad ampliada, de gran diversidad regional. Para el escenario aludido, se preparó la Declaración de Cork, redactada por los expertos que convocó el Comisario de Agricultura, Franz Fischler, en la mencionada localidad irlandesa durante los días 7 a 9 de noviembre de 1996, y cuyas conclusiones podemos resumir así: - Desarrollo sostenible, para hacer efectiva la asociación hombre/naturaleza en el espacio agrario. - Preservación y mejora de la calidad de vida, en busca de un equilibrio adecuado, de modo que las zonas rurales reciban inversiones suficientes en infraestructuras de todas clases. - Diversificación, para crear empleo alternativo a la agricultura en las zonas rurales (industrial, de servicios, teletrabajo, etcétera), tomando en cuenta la importancia de las pequeñas ciudades susceptibles de constituirse en nudos de una red de núcleos agrarios mucho más pequeños. - Subsidiariedad, a fin de lograr que el desarrollo del mundo rural se realice de forma descentralizada, con la debida influencia local a la hora de tomar las decisiones. - Simplificación de la normativa agraria, que ha alcanzado niveles de complejidad verdaderamente desorbitados. - Evaluación e investigación de los resultados de los programas, para garantizar el buen uso del dinero público en su diseño y realización. A la vista de todo lo anterior, podemos concluir que la agricultura continuará siendo un sector estratégico dentro de la UE, por varias razones: es la base de la más poderosa de las industrias, la agroalimentaria; evita la vulnerabilidad propia de los países con bajo nivel de autoabastecimiento, ya que de irse a una liberalización plena, los precios internacionales rápidamente se elevarían, con fuerte incidencia del arma alimentaria. Además, está la 296 constatación de que de los agricultores depende el estado del medio ambiente de la mayor parte del territorio. Esas y otras circunstancias, no cabe duda de que van a contribuir a mantener el sistema de la PAC. Cierto que con cambios notables, debidos a las ya mencionadas presiones de EE.UU. y del Grupo de Caims contra las subvenciones en el comercio de productos agrarios. En definitiva, acabará prevaleciendo el método de transferencias directas de renta a los explotadores agrícolas, con la contracción o incluso supresión de los subsidios de superficie, etcétera. Y por otro lado, en el FEOGA habrá de tener mayor importancia la faceta de la O mayúscula de orientación, respecto a la G de la garantía, para impulsar el cambio de la estructura de las explotaciones agrícolas para hacerlas de modo que sean más eficientes. Sólo de ese modo la agricultura europea podrá sostenerse sobre sus propios pies, haciéndose más competitiva a escala mundial. Es, en cierto modo, como recuperar el espíritu del Plan Mansholt de 1968 en una economía ya global, con el horizonte de un comercio mucho más libre de los productos agrícolas de todas clases. 297 MESA REDONDA SOBRE ^^EL INCUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES DERIVADAS DE LA PAC, CONSECUENCIAS Y CORRECCIÓN