El sindrome de Felipe II

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Concurso de Relatos Breves del COPB
Modalidad elegida: castellano
Título: El síndrome de Felipe II (El Rey Prudente)
Alias: Txuspy
EL SÍNDROME DE FELIPE II
El Rey Prudente
Érase una vez un rey que vivía en un castillo del que nunca salía. Gobernaba su
reino con ayuda de informadores que le contaban todo lo que ocurría mediante un
sistema de cables. No vivía directamente la realidad, se la contaban y decidía en base a
tal información. De ese modo gobernaba y cuidaba de sus ciudadanos, su gran
obstinación. Éstos confiaban en el rey, pero si de algo no querían que se enterase,
emborrachaban a los informadores para que fueran incapaces de notificar.
Un día, por sorpresa, un reino vecino trató de invadirles. Para los ciudadanos,
pacíficos y miedosos ellos, fue un gran trauma. El miedo y la angustia tomaron el
apacible reino. El rey, preso del pánico, encendió todas las alarmas.
Pero los invasores no fueron capaces de penetrar en el reino. La ciudadela era
más fuerte de lo que los propios ciudadanos imaginaban y a las pocas horas desistieron.
Los daños fueron ínfimos pero la experiencia aterradora. Tanto el rey como los
ciudadanos se vieron sobrepasados.
La calma regresó y los informadores dejaron de mandar información de peligro
al rey. Sin embargo las alarmas no cesaban. Nadie comprendía nada. Dieron cerveza a
los informadores, las alarmas se atenuaron pero apenas surgió efecto cuando otras veces
era un método muy efectivo para que no informasen. ¿Qué ocurría? Las alarmas no
desaparecían y la vida en infierno se convirtió.
A la semana apareció un circo ambulante. El entusiasmo se adueño del reino, por
momentos se olvidaron de las alarmas. Mas de pronto, y sin motivo aparente, saltaron
las alarmas y todo el reino se vio sumido en el más absoluto caos.
Nadie comprendía nada. La situación era insostenible. Los mercaderes de alcohol
proveyeron a los ciudadanos el licor más fuerte y más caro que tenían, aguardiente. Los
efectos en las alarmas apenas fueron perceptibles.
Consultaron con todo tipo de hechiceros. Todos coincidían: en el reino no había
nada deteriorado que justificase las alarmas. Les mandaban a otros hechiceros que a su
vez les derivaban a otros que les decían lo mismo. Algunos llegaron a sugerir que el
problema era el rey, había perdido la cabeza y encendía las alarmas sin criterio alguno.
Aquello indignó a los ciudadanos.
Toparon con un nuevo hechicero que no era de su entera confianza, pero la
desesperación les impulsó a consultarle. Éste empezó a analizar todo desde cero. Llamó
su atención que los ciudadanos, a pesar de morar en un lugar seguro, tenían muchos
miedos e inseguridades, la angustia formaba parte de sus vidas. ¿Tendría algo que ver
en las alarmas?, ¿era el rey tan miedoso como sus ciudadanos?
El sistema de alarmas aparentemente funcionaba bien. Más parecía un exceso de
actividad que una avería per se . El problema podía ser del rey, como sugerían otros
hechiceros, pero no en el modo en que éstos insinuaban. El rey parecía estar cabal.
Entonces, ¿por qué encendía las alarmas si no había peligro y además los informadores
estaban bebidos? ¿en qué se estaba basando el rey para encender las alarmas? ¿llegaba
al castillo otro tipo de información además de la los cables?
Indagó por el reino para saber más acerca el rey, todos convenían: el rey era
extremadamente miedoso. Además resolvió su gran duda, el rey no se basaba solo en la
información de los cables. Con frecuencia se asomaba a las ventanas para ver, aunque
no fuera nítidamente, qué hacían sus ciudadanos o si acechaban enemigos en el
horizonte. De pronto lo vio claro.
Los ciudadanos eran muy miedosos, y sus reacciones de miedo hacían que el
rey, de por si precavido, reaccionase con miedo. El día del intento de invasión, además
de la información que le llegaba por los cables, desde el castillo oyó los gritos de sus
ciudadanos, el caos… El rey quedó marcado. Aquel día se puso en guardia. Situaciones
que a pie de calle eran triviales o incluso positivas como la llegada del circo, podían ser
interpretadas por el rey como peligrosas desde el castillo, poniendo en marcha las
alarmas, aunque el peligro no fuera tal. El rey prudente.
Los ciudadanos esperaban el hechicero que les diese el brebaje que solucionase
su problema, pero eso no iba a ocurrir. No existía pócima capaz de hacer del rey un
valiente. Gastaban mucho dinero y lastimaban la salud de los informadores pero su
problema no se resolvía. No había nada estropeado allí donde se encendían las alarmas.
Eran consecuencia de la prudencia del rey.
La solución al problema era sencilla pero difícil de llevar a cabo: Aprender a
manejarse en la vida y superar sus miedos. El rey se sentiría más seguro, alarmaría solo
cuando fuera realmente necesario y una vida sin dolor volvería a ser posible.
REPARTO:
El Rey
Los ciudadanos
Alarmas
Los informadores, sistema de cables
Mercaderes de alcohol
Cerveza, Aguardiente
Ejercito invasor
Circo
Hechicero consultado nº 12 057
CEREBRO INCONSCIENTE
PACIENTES DE FIBROMIALGIA
DOLOR
NOCICEPTORES
LABORATORIOS FARMACÉUTICOS
ANALGÉSICOS QUE NO FUNCIONAN
SITUACIONES LÍMITE
SITUACIONES MAL EVALUADAS
UN PSICÓLOGO
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