La hora de los colegios universitarios

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La hora de los colegios universitarios
Por Dr. Alberto C. Taquini (h) │1 de septiembre de 2016
Una reciente reunión entre el Ministerio de Educación de la Nación y la CONEAU volvió a poner en
agenda la discusión sobre los colegios universitarios. La sobrepoblación del sistema público de
educación superior y la insuficiencia de los fondos destinados a las universidades pueden encontrar
en estas instituciones una alternativa viable.
En La ley de Educación Superior Nº 24.521, artículo 22, se refiere la posibilidad de que instituciones
no universitarias acuerden con las universidades mecanismos de acreditación de carreras o
programas de formación. Estos colegios universitarios, ya creados por ley pero no impulsados ni
desarrollados aún, son una opción para formar recursos en todo el territorio, alentando el desarrollo
productivo local en ciudades de menor infraestructura, y garantizando la continuidad hacia una
formación superior y la necesaria inserción laboral. Al mismo tiempo, pueden aliviar la matrícula de
las universidades más grandes, permitiéndoles reasignar sus recursos hacia otras prioridades
tradicionalmente descuidadas como la investigación científica.
Las carreras cortas serán la meta de los colegios universitarios y la vinculación de éstos con el
reclutamiento laboral real en cada región será decisiva. Habrá que diseñar caminos de articulación y
equivalencias de los alumnos de los colegios con las universidades. Esto presupondrá criterios
curriculares y de calidad convergentes entre dichas instituciones. Además, los profesorados que
califiquen, según la formación que imparten y su calidad, se pueden convertir en colegios
universitarios.
Es importante que los colegios den una formación sólida, que extienda la provista por la escuela
media, facilitando opciones laborales a jóvenes y adultos. Al mismo tiempo, les ofrece a estos una
proyección hacia estudios superiores, mejorando la calidad de los ingresantes a las universidades y,
con esto, los índices de retención.
En cuanto a su organización, estos colegios deben ser autónomos, sin importar que cuenten con el
patronazgo de un gobierno, una universidad pública o privada, o alguna otra institución. La
vinculación con estas instituciones deberá ser exclusivamente en términos de interés mutuo y
calidad académica. De esta forma, podrán contribuir a la descentralización educativa y al
ocupamiento territorial en lugares que, por su población, lo justifiquen.
Así como a fines de los años 60 se impulsó el Plan de Nuevas Universidades, que culminó con la
creación de 14 universidades en cinco años a lo largo de todo el territorio nacional, desde los años
80 se viene planteando la necesidad de colegios universitarios que puedan cubrir la demanda en
ciudades más pequeñas, evitando la migración de sus jóvenes y capacitándolos para generar un
círculo virtuoso que nutra el desarrollo productivo local. Un modelo flexible e integrado a los
requerimientos zonales de recursos humanos y conocimientos específicos de su industria.
Para más información:
Nueva Educación - Prensa
Pablo I. Loschi
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