DEPARTAMENTO DE FILOLOGÍA ESPAÑOLA II Y TEORÍA DE LA LITERATURA Universidad de Málaga 2007 EL COMPROMISO SOCIAL EN LA OBRA DE JORDI SIERRA I FABRA (1983-2003) Tesis Doctoral presentada por JOSÉ R. CORTÉS CRIADO bajo la dirección del Dr. D. ANTONIO A. GÓMEZ YEBRA 2 EL COMPROMISO SOCIAL EN LA OBRA DE JORDI SIERRA I FABRA (1983-2003) 3 4 A mi familia. 5 6 AGRADECIMI ENTOS La elaboración de este trabajo ha sido posible gracias a la ayuda de determinadas personas a las que deseo hacer llegar mi agradecim iento: A Jordi Sierra i Fabra por su inestimable colaboración, por su buena predisposición, y por darme ánimos en todo momento. A Antonio Poleo Otero por haberme permitido acceder a su valiosa biblioteca donde recogí información necesaria para los primeros capítulos de este trabajo. Y especialmente al Dr. Don Antonio A Gómez Yebra, que con sus orientaciones, comentarios, críticas y correcciones me ha facilitado la realización de la tesis doctoral. También he de agradecer a la Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía el haberme concedido una licencia por estudios para la realización de este trabajo durante el curso 2004/2005. 7 8 Yo abogo por la verdad y la honestidad, por la lucha de los ideales y la perseverancia de la esperanza, por la fuerza de la palabra escrita y la luz que despierta en el lector. Jordi Sierra i Fabra 9 10 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) EL COMPROMISO SOCIAL EN LA OBRA DE JORDI SIERRA I FAB RA (1983-2003) ÍNDICE CAPÍT ULO 0. INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………..19 CAPÍT ULO 1. APROXIMAC IÓN A LA S OCIEDAD ES PAÑOLA ENTRE 1983-2003…………… 27 11 José R. Cortés Criado 1. 1.- La sociedad española a partir de 1983…………………………………………. 28 1. 1. 1.- Conocimiento de la sociedad………………………………………………….. 28 1. 1. 1. 1.- La transición democrática…………………………………………………. 28 1. 1. 1. 2.- Los cam bios sociales………………………………………………………... 34 1. 1. 1. 2. 1.- Los cam bios en la familia tradicional……………………………………34 1. 1. 1. 2. 2.- Los cam bios en los servicios sociales……………………………………. 36 1. 1. 1. 2. 3.- Los cam bios en los hábitos sociales……………………………………… 38 1. 1. 1. 2. 4.- Los cam bios en la educación…………………………………………….. 40 1. 1. 1. 2. 5.- Los cam bios en los movimientos migratorios………………………….. 43 1. 1. 1. 2. 6.- Los cam bios en pos de una educación multicultural…………………... 45 1. 1. 1. 2. 7.- Los cam bios en la familia actual………………………………………… 47 1. 1. 1. 2. 8.- Los cam bios en el papel de la mujer……………………………………. 48 1. 1. 1. 2. 9.- Los cam bios en la concepción política en España……………………… 50 1. 1. 1. 2. 10.- Los cambos en la política internacional……………………………….. 52 1. 1. 1. 2. 11.- Los cambios en las creencias………………………………………….... 59 1. 1. 1. 2. 12.- Los cambios en la tecnología…………………………………………… 62 1. 2.- Ser joven en la España democrática…………………………………………….. 66 1. 2. 1.- La sociedad cam bia, los jóvenes cambian……………………………………. 66 1. 2. 2.- La identidad y la entidad de los jóvenes ……………………………………... 70 1. 2. 2. 1.- Los jó venes y los cambios políticos………………………………………… 75 1. 2. 2. 2.- Los jóvenes y el trabajo…………………………………………………….. 78 1. 2. 2. 3.- Los jóvenes frente a la sociedad adulta……………………………………. 80 1. 2. 2. 4.- Los jóvenes y las transgresiones sociales……………………………………82 12 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 1. 2. 2. 5.- Los jó venes y el consumismo……………………………………………….. 85 1. 2. 2. 6.- Los jó venes y los cambios en los valores sociales…………………………. 89 1. 2. 2. 7.- Los jóvenes y los cambios en los valores educativos……………………… 91 1. 2. 2. 8.- Los jó venes y la educación moral…………………………………………. 94 1. 3.- Conclusiones……………………………………………………………………… 99 CAPÍT ULO 2. MAGN ITUD DE LOS VALORES EDUCATIVOS…………………………..............103 2. 1.- La importancia de los valores éticos en una sociedad democrática…………...104 2. 2.- Marco axiológico………………………………………………………….………106 2. 3.- La importancia de los valores educativos para la convivencia pacífica y solidaria entre los más jóvenes………………………………………………… 124 2. 4.- Conclusiones……………………………………………….…………………….. 142 CAPÍT ULO 3.LA LIT ERATURA……………………………….…………………..……...………… 145 3. 1.- Introducción……………………………………………………………...……… 145 3. 2.- Los cam bios en la narrativa española durante las dos últimas década............ 146 3. 3.- La Literatura Infantil y Juvenil. (LIJ)………………........................................ 156 3. 4.- Reseña evolutiva de la Literatura Infantil y Juvenil………………………...... 172 13 José R. Cortés Criado 3. 5.- La Literatura Infantil y Juvenil de Jordi Sierra i Fabra. Generalidades….... 180 3. 5. 1.- El autor. Apuntes bio-bliográficos (1947-2003)……………………………...180 3. 5. 2.- Aproximación a la obra de Jordi Sierra i Fabra...……………...….….…… 200 3. 6.- Conclusiones……………………………………………….. …………………... 212 CAPÍT ULO 4.EL COMPROMIS O SOCIAL EN LA OBRA DE JORD I SIERRA I FABRA……. 217 4. 1. - Introducción…………………………………………………………………….. 217 4. 2. - El compromiso en la obra de Jordi Sierra i Fabra…………………………… 222 4. 2. 1. - El compromiso con las relaciones familiares…………………………..…... 223 4. 2. 2. - El compromiso con las relaciones afectivas………………………………... 224 4. 2. 3. - El compromiso con la relación del hombre con la máquina……………..... 225 4. 2. 4. - El compromiso con la salud…………………………………………………. 227 4. 2. 5. - El compromiso con las especies en peligro de extinción………………….... 228 4. 2. 6. - El compromiso con otras culturas…………………………………………... 229 4. 2. 7. - El compromiso con la Historia……………………………………………… 229 4. 2. 8. - El compromiso con la solidaridad…………………………………………... 230 4. 2. 9. - El compromiso con los jóvenes…………………………………………….... 232 4. 2. 10. - El compromiso con la música…………………………………….………... 233 4. 2. 11. - El compromiso con el cine……………………………………...................... 234 4. 2. 12. - El compromiso con la televisión……………………………………..…….. 236 4. 2. 13. - El compromiso con el humor………………………………………………. 237 4. 3. - Taxonomía de valores…………………………….……………….……………. 238 14 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 4. 3. 1. - Clasificación de Hessen…………………………………………………….... 240 4. 3. 2. - Clasificación de Lavelle……………………………………………………… 240 4. 3. 3. - Clasificación de S pencer…………,,,………………………………………... 241 4. 3. 4. - Clasificación marxista………………………………………….……………. 242 4. 3. 5. - Sistema de valores de Quintana Cabanas………………………………….. 243 4. 4. - Relación de obras de Jordi S ierra i Fabra analizadas para la elaboración del presente capítulo………………………………………….…………….,.… 244 4. 4. 1. - Relación de obras siguiendo el orden cronológico de su publicación…….. 245 4. 4. 2. - Relación de obras clasificadas según el público a que se dirigen, siguiendo el orden cronológico de su publicación………………………..... 248 4. 4. 2. 1. - Obras destinas al público infantil…………………………………...…… 248 4. 4. 2. 2. - Obras destinas al público juvenil……………………...…………….…… 250 4. 4. 2. 3. - Obras destinas al público en general…………………………...………... 252 4. 5.- Catalogación de la obra de Jordi Sierra i Fabra de acuerdo con la taxonomía de Quintana Cabanas……………………………………………… 253 4. 5. 1.- Valores físico-vitales……………………………………………….…………. 253 4. 5. 1. 1.- La salud en las obras de ciencia ficción…………………………….…….. 254 4. 5. 1. 2.- La salud en las obras realistas……………………………….……………. 261 4. 5. 1. 2. 1.- La salud y la medicina alternativa……………………………………... 262 4. 5. 1. 2. 2.- La anorexia y la bulimia…………………………………….………...... 264 4. 5. 1. 2. 3.- El tabaquismo…………………………………...………….………….... 267 4. 5. 1. 2. 4.- El alcoholismo………………………………….………………………... 269 4. 5. 1. 2. 5.- La cocaína, la heroína, el éxtasis……………………….………………. 271 15 José R. Co rtés Criado 4. 5. 1. 2. 6.- Las drogas y el deporte…………………...………………………….…. 276 4. 5. 1. 2. 7.- El sida…………………………………………………………...…….…. 278 4. 5. 1. 2. 8.- El maltrato…………………………………………………………….… 279 4. 5. 1. 2. 9.- El trasplante de órganos………………………………………………... 285 4. 5. 1. 3. - El espacio vital……………………………………………………...……... 286 4. 5. 1. 3. 1. - El espacio vital en las obras de ciencia ficción………………………... 287 4. 5. 1. 3. 2. - El espacio vital en las obras de corte realista…………………………. 292 4. 5. 1. 3. 2. 1. - Los espacios urbanos………………………………………………… 292 4. 5. 1. 3. 2. 2. - Los espacios no urbanos……………………………………………... 296 4. 5. 1. 3. 2. 3.- El equilibrio ecológico………………………………………………... 298 4. 5. 1. 3. 2. 4.- La extinción de tribus………...………………………………………. 303 4. 5. 2. - Valores afectivo-psicológicos………………………………………………... 305 4. 5. 2. 1. - El compromiso con los sentimientos, las máquinas y otros seres .….... 306 4. 5. 2. 2. - El compromiso con la satisfacción de vivir………………………...……. 308 4. 5. 2. 3. - El compromiso con las relaciones afectivas entre padres e hijos …….... 311 4. 5. 2. 4. - El compromiso con la posibilidad de amar y ser amado……...………... 317 4. 5. 2. 5. - El compromiso con las capacidades psíquicas para hacer frente a la vida…………………………………………………...……………….. 324 4. 5. 2. 6. - El compromiso con quienes padecen algún síndrome…...................…… 328 4. 5. 2. 7. - El compromiso con las personas que sufren algún daño psicológico…... 331 4. 5. 2. 8. - El compromiso con la autoestima, la amistad y la soledad……………... 339 4. 5. 2. 9. - El compromiso con los sentimientos de rabia ante la vida………...….... 349 4. 5. 3. - Los valores socioculturales………………………………………...……..…. 353 4. 5. 3. 1.- El compromiso con la familia………….…………………..……………… 353 16 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 4. 5. 3. 2. - El compromiso con la convivencia pacífica……………………………… 379 4. 5. 3. 2. 1. - La guerra y la paz………………………………………………………. 380 4. 5. 3. 2. 2. - Los desaparecidos………………………………………………………. 398 4. 5. 3. 2. 3. - El racismo……………………………………………………………….. 402 4. 5. 3. 2. 4. - La violencia urbana…………………………………………………….. 411 4. 5. 4. - Los valores ideo-racionales………………………………………………….. 414 4. 5. 4. 1. - El compromiso con el conocimiento científico…………………………... 415 4. 5. 4. 2. - El compromiso con el conocimiento como base de la instrucción …...… 422 4. 5. 4. 3. - El compromiso con la experiencia como impulsora del conocimiento… 425 4. 5. 4. 4. - El compromiso con la música como expresión creativa…….................... 432 4. 5. 4. 5. - El compromiso con la sabiduría de la raza humana y los libros. ……….437 4. 5. 4. 6. - El compromiso con el escritor como motor para el discernimiento …… 444 4. 5. 4. 7. - El compromiso con el periodismo generador de formación……………. 448 4. 5. 4. 8. - El compromiso con el orden establecido y el progreso…………………. 453 4. 5. 5. - Los valores anímico-espirituales……………………………………....…… 455 4. 5. 5. 1. - El compromiso con la sabiduría como valor anímico-espiritual. …….... 457 4. 5. 5. 2. - Las referencias a diferentes creencias……………….………………….... 461 4. 5. 5. 3. - Las referencias a algunas religiones primitivas………………...…….…. 464 4. 5. 5. 4. - Las referencias a determinados pasajes bíblicos…………...…….…..…. 470 4. 5. 5. 5. - Las referencias a Dios………………………………………………..…… 474 4. 5. 5. 6. - Otras referencias a la religión católica…………………………...…...…. 479 4. 5. 5. 7. - Algunas referencias a otras cuestiones morales…………………….……483 4. 5. 5. 8. - Las creencias en el futuro…………………………………………....…… 489 4.6.- Conclusiones……………………………………………………………...……… 492 17 José R. Cortés Criado CAPÍT ULO 5.CONCLUS IONES ………………………………………………..………………….… 503 CAPÍT ULO 6.BIB LIOGRAFÍA………………………………………….………………………….... 523 6. 1. - Bibliografía general……………………………………………………..……… 523 6. 2. - Bibliografía de Jordi Sierra i Fabra………………………..….……………… 557 6. 2. 1. - Bibliografía en castellano……………………………………………………. 557 6. 2. 2. - Bibliografía en catalán…………………………...………………………….. 577 6. 2. 3. - Bibliografía en gallego……………………………………………………….. 583 6. 2. 4. - Bibliografía en vasco……………………………………...…………………. 584 6. 2. 5. - Bibliografía en valenciano………………………………………………...…. 586 6. 2. 6. - Bibliografía en bable……………………………………...……....…………. 586 6. 2. 7.- Bibliografía en aragonés……………………………………...…………...… 586 6. 2. 8. - Bibliografía en italiano…………………………………………………….... .586 6. 2. 9. - Bibliografía en francés………………………………..….………………….. 587 6. 2. 10. - Bibliografía en alemán………………………………...……………..…….. 588 6. 2. 11. - Bibliografía en portugués……………………………………………..…..... 588 6. 2. 12. - Bibliografía en inglés……………………………………………..…...……. 589 6. 2. 13. - Bibliografía en holandés………………………………………….……..…. 589 6. 2. 14. - Bibliografía en húngaro……………………………………..…...……….... 589 6. 3. - Bibliografía sobre Jordi S ierra i Fabra……………………………………..… 590 18 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 0.- INTRODUCCIÓN Siemp re he sentido pasión por la Literatura y desde que comencé mi vid a profesional, p rimero, como M aestro de Enseñanza Primaria y después, como Profesor de Enseñanza Secundaria, he estado vinculado a la d enomin ada Literatura Infantil y Juvenil, fomentando la lectura y la escritura a partir de determinados libros ad ecuados a la ed ad d el alumnado al que imp arto clases. Hacer que los alumnos lean no es tarea insustancial y conseguir que adquieran comp etencias literarias es de suma dificultad dado el escaso interés que una gran parte del alumnado actual p rofesa p or la literatura; este desinterés es el fiel reflejo del v alor otorgado por amp lios sectores de la sociedad al libro, en p articular, y a la cultura, en gen eral. Sin embargo, estos imp edimentos no han hecho mella en mis deseos d e fomentar el placer de la lectura y formar lectores críticos, qu e sep an ap reciar el v alor d e una obra 19 José R. Co rtés Criado escrita y , además, muestren interés p or las enseñanzas que cada una de ellas p ueda ap ortar a su formación co mo p ersona. Cuando opté p or matricularme en el Programa de Doctorado: “Lírica, narrativa y teatro: Teoría, Historia y M etodología (Siglos XVI-XX)”, ya había decidido investigar sobre la Literatura Infantil y Juvenil; por ello me dirigí al Coord inador de dichos cursos, el Dr. D. Antonio A. Gómez Yebra, exp erto en el tema y escritor de reconocido p restigio, al que le p edí que me dirigiese la redacción de la tesis doctoral cuando finalizase los dos años de estudio. Mi p rimera intención fue la de realizar un trabajo de inv estigación sobre la evolución de los v alores morales en la Literatura Infantil y Juvenil durante los últimos veinticinco años del siglo p asado en nuestro p aís. Cuando lo comenté con mi director de tesis, éste me aconsejó que concretase el tema y lo acotase, p ues tal como lo p lanteaba sería un trabajo inabarcable y de una enorme extensión. También co menté mi intención investigadora con la Dra. Dª Susan a Guerrero Salazar, que p or aqu el entonces acababa de p ublicar un artículo sobre las brujas en la Literatura Infantil en la rev ista CLIJ, e imp artía un curso a los futuros doctorandos sobre la parodia Quevedian a de los mitos y los mecan ismos léxicos utilizados p or este escritor, bajo el título de Léxico marginal en Francisco d e Quevedo. M e aconsejó elegir un autor sobre el que no se hubiese elaborado tesis doctoral alguna p ara mi futuro trabajo de investigación. Desp ués de esta conversación p ensé centrar la tesis doctoral en alguno de los escritores de Literatura Infantil y Juvenil que conozco y con los que he organizado encuentros con autor a lo largo d e mi vida p rofesional. 20 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Además rep asé las obras más imp ortantes de estos autores p ara poder centrar la investigación en el tema de los valores morales y su evolución a lo largo de la p roducción literaria de cad a uno de ellos. Me incliné p or el escritor catalán Jordi Sierra i Fabra, al cual me un e cierta amistad desde hace más de quin ce años, p or ser un escritor muy ap reciado p or el alumnado, disp oner de una amp lia biblio grafía y reflejar en sus obras un serio compromiso con los problemas sociales que afectan esp ecialmente a n iños y jóvenes. Igualmente comenté el tema con la Dra. Dª Isabel Bord a Cresp o, que impartía un curso de doctorado denominado : Sociedad y Literatura en la segunda mitad del XIX. Emilia Pardo Bazán, y con la qu e coin cidí como p onente en unos cursos p ara p rofesores bibliotecarios organizados p or la Delegación Provin cial de Educación. M e animó a continuar con esa idea por dos razones: p orque la Literatura Infantil y Juvenil necesita que sea investigada p ara afianzarse como tal, y p orque este autor catalán es de recono cido prestigio. Tras haber sup erado íntegramente el Pro grama de Doctorado, volv í a conv ersar con mi director de tesis y acordamos investigar la evolución de los valores éticos en nuestra sociedad a través del tratamiento otorgado a los mismos por Jordi Sierra i Fabra en sus libros a lo largo de veinte años, concretamos su título y p rogramamos el proceso a seguir hasta su conclusión. Para la elaboración del presente trabajo p artí de las siguientes hip ótesis: Las sociedad es camb ian a lo largo del tiemp o y la concep ción moral que las sustenta se modifica al unísono con aquellas. La sociedad española sufrió grand es cambios durante los últimos años del siglo p asado que afectaron a la vida p olítica, social, económica, cultural, y familiar. 21 José R. Co rtés Criado Estos cambios afectaron esp ecialmente a los jóven es porque comenzaron a educarse en una nu eva co munidad donde los valores éticos habían cambiado resp ecto a los prep onderantes en la sociedad de sus may ores. Conocer la transmutación de esos valores sociales ayuda a cono cer a los jóv enes, por eso hay que investigar cómo eran los jóvenes en la Esp aña demo crática, cómo les afectaron los camb ios sociales y qué imp ortancia se le otorgó a los valores educativos imp artidos, p orque fomentar unos valores solidarios, tolerantes, p rogresistas y democráticos contribuye a una mejor conv ivencia humana. Y co mo la Literatura nunca se h a mantenido al margen de las transformaciones sociales, y suele reflejar los vaiven es de la sociedad, se h a de estudiar el tratamiento que aquella ha otorgado a los valores éticos imp erantes en nuestra sociedad a finales del XX y primeros años del XXI. La Literatura va a disfrutar a lo largo de la d écad a de los ochenta de unos márgenes de libertad desconocidos durante el régimen de gob ierno dictatorial imp lantado en Esp aña. Los escritores gozaron de lib ertad p ara tratar cualquier tema por escabroso que fuese y p ara exp oner sus p ensamientos sin temor a la temida censura imp uesta en los años p recedentes. Se p rodujo una mezcla de tendencias y de ideas, p uesto que todas las teorías literarias tenían cabida en esta nueva etapa creativa, y todas las ideolo gías p odían manifestarse libremente, dando lu gar a un a verdad era eclosión de ideas p rogresistas. Esta ebullición de id eas nuevas, junto al interés p or leer los libros que habían sido vedados a los lectores, trajo consigo el afán p or p ublicar todo tip o de obras innovadoras en cuanto a contenido y a estructura. Pasada la euforia de la transición democrática esp añola, la cultura en general sufrió un 22 p eriodo de b analización del que la literatura no quedó al margen, El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) convirtiéndose cualquier manifestación cultural en un acto social o en un esp ectáculo más imp ortante que el bagaje intrínseco de la misma. El estudio de estas transformaciones y su repercusión en los escritores de la ép oca debe conducir a d ilucidar si es cierto que algunos escritores op taron p or una literatura con un claro matiz social, intentando ser lo más objetivo posible p ara así p oder distanciarse d el relato y no interferir en la acción exp uesta, p ara alcanzar un alto nivel de realismo, frente a los que mezclab an realidad y fantasía en sus obras. Para la Literatura Infantil y Juvenil también se suelen acuñar términos como “fantástica”, “realista”, “realismo mágico”, “fantasía p ura”, que señalan un tip o de narración qu e p uede alud ir a la realidad cercana del lector más joven, a su mundo emp írico, o al mundo imagin ario que se aleja de la cotidianidad. Se han d e an alizar todos estos recursos utilizados p or los autores cercanos al p úblico infantil y juven il, p ara comp robar si estos lectores se sienten identificados con los héro es y les influyen en la formación de su p ersonalidad. Igualmente se han d e estudiar cómo los valores sociales resp ecto a la dign idad d e la persona, a la tolerancia, a la libertad, a la autoestima, a la justicia, al resp eto al medio ambiente, a la solidaridad, al diálo go, a la conciencia crítica, están p resentes en las obras literarias e influyen en los lectores. Así mismo se debe analizar el tratamiento qu e los v alores tienen en la obra de Jordi Sierra i Fabra durante ese p eríodo d e tiemp o y catalo garlos siguiendo alguna taxonomía de valores de reconocido prestigio. La obra de este escritor catalán ha ido evolu cionando h acia p osturas cada vez más realistas y críticas con la sociedad actual, reflejando en sus novelas un interés p or un mundo más equitativo, más tolerante, más solidario y más crítico con los comp ortamientos contrarios a los valores éticos de la sociedad. 23 José R. Co rtés Criado Para catalo gar sus obras y los valores imp erantes en cada una de ellas, se ha de localizar una taxonomía adecuada que sirv a de mod elo ideal p ara su clasificación. Dicha taxonomía ha de reunir un a serie de requ isitos que los jerarquice y evite un relativismo axioló gico. El sistema d e valores elegido p ara este trabajo fue el del p rofesor Quintana Cab anas que catalo ga los valores en cinco categorías diferentes: valores físico-vitales, valores afectivo-psicológicos, valores socio culturales, valores ideo-racionales y valores anímicoespirituales. La p resente tesis doctoral está estructurada en seis cap ítulos además de esta introducción. El p rimero de los cuales, bajo el título: “Ap roximación a la socied ad esp añola entre 1983-2003”, analiza cómo se transforma nuestra sociedad desde 1983 tanto en los asp ectos p olíticos como en los sociales, familiares, educativos, laborales, culturales, religiosos, morales o tecnoló gicos. Además se analizan los cambios asumidos p or los jóvenes esp añoles y la imp ortancia que otorgan a los valores éticos. En segundo cap ítulo: “Magnitud de los v alores educativos” aborda la imp ortancia de los valores éticos en una sociedad democrática, la referencia al marco axioló gico de los mismos y se relata la imp ortancia de los valores educativos p ara la convivencia p acífica y solidaria entre los más jóven es. La tercera p arte, bajo el ep ígrafe “La Literatura”, se o cup a de los cambos habidos en la narrativa esp añola durante las dos últimas décadas y sobre todo de la Literatura Infantil y Juvenil y su evolución durante el p eriodo de tiemp o marcado p ara este trabajo de investigación. Esp ecial relevancia tienen la obra de Jordi Sierra i Fabra y los asp ectos biobiblio gráficos de este escritor. El cap ítulo cuatro: “El comp romiso social en la obra d e Jordi Sierra i Fabra” es el de may or extensión, p ues constituy e el núcleo central de esta tesis doctoral. Se analizan 24 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) distintos asp ectos comprometidos en la obra del novelista: las relacion es familiares, las relaciones afectivas, la relación del ho mbre con la máquina, la salud, las especies en p eligro de extinción, otras cu lturas, la Historia, la solidaridad, los jóvenes, la música, el cine, la televisión y el humor. Sigue un estudio de diferentes taxono mías de valores: la de Hessen, Lav elle Sp encer, una marxista y la de Quintana Cabanas. Igualmente se relacion an las ciento ocho obras analizadas de Sierra i Fabra y se lleva a cabo la catalo gación de las mismas siguiendo la última de taxonomía nombrada, atendiendo en primer lugar a asp ectos tales como la salud, las dro gas, el maltrato, el transp lante de órganos y los espacios vitales donde se desarrollan las obras. Otro segundo asp ecto destacado es el referente a los valores afectivo-p sicológicos, atendiendo a los sentimientos, a la satisfacción de v ivir, a las relaciones familiares, al amor, la amistad y la soledad. También tienen atención p referente en tercer lu gar los valores socioculturales y su influencia en la familia, la conviven cia p acífica, la tolerancia, la p az, la guerra, el racismo, la xenofobia y la violen cia. Los valores ideo-racionales son tratados en otro apartado, p restándose atención esp ecial al conocimiento científico, al comp romiso con el conocimiento como base de la instrucción, a la exp eriencia como impulsora de conocimiento, a la música como exp resión creativa, a la sabiduría d e la raza humana conservada en los libros, así como al pap el del escritor como motor p ara el discern imiento y el p rogreso. El último ap artado de este cap ítulo hace referencia a los valores an ímicoesp irituales, centrándose en el an álisis d e las referencias a diferentes creencias, a algunas religion es p rimitivas, a determinados pasajes bíblicos, a Dios, a la religión católica y a otras cuestiones morales p resentes en las p áginas de su novelística 25 José R. Co rtés Criado A p esar de que cada capítulo tiene al final del mismo unas conclusion es p rop ias, el cap ítulo cinco reco ge de forma gen eralizada las conclusiones de todos ellos y sirve de colofón al p resente trabajo. El cap ítulo seis está dedicado a la b iblio grafía; en un p rimer ap artado está relacionada la biblio grafía general utilizada para este trabajo, le sigue la biblio grafía de Jordi Sierra i Fabra, sep arada en apartados que refieren las obras p ublicadas en las diferentes len guas del estado esp añol. Se señ alan además las obras publicadas en otras len guas no esp añolas: italiano, francés, alemán, p ortugués, in glés, holandés y hún garo. Para finalizar con la bib lio grafía publicada sobre Jordi Sierra i Fabra. Tras numerosas horas dedicadas a la investigación y a la redacción de la presente tesis doctoral durantes los últimos cinco años, he concluido el trabajo qu e me hab ía imp uesto. 26 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) CAPÍT ULO 1.- APROXIMACIÓN A LA S OCIEDAD ES PAÑOLA ENTRE 1983 2003. La concreción cronoló gica 1983-2003 ha venido motivad a p or la adecuación al proceso creativo de Jordi Sierra i Fabra, y a que en el año 1983 p ublica …en un lugar llamado Tierra, que es la p rimera p arte de la trilo gía El ciclo d e las Tierras, un auténtico hito en su p roducción literaria. Cerrar el trabajo en el año 2003 ha sido p or dos motivos: p rimero, p orque dos décadas es p eríodo de tiemp o más que suficiente para analizar la obra de un autor; y segundo, p orque co incid e con otro acontecimiento imp ortante, el de la publicación p or parte de la ed itorial Bruño de un a nueva co lección literaria destinada al p úblico juvenil con el título de “La Biblioteca de Jordi Sierra i Fabra”. 27 José R. Co rtés Criado 1.1.- LA S OCIEDAD ES PAÑOLA A PARTIR D E 1983. No es pretensión de este trabajo realizar un estudio histórico ni un análisis exh austivo de la sociedad esp añola, p or no ser éstos los temas de esta investigación, aunque sí lo es mostrar imágenes de nuestro próximo p asado que configurarán la historia reciente de la sociedad esp añola, en el sentido que Vattimo indica al afirmar: No existe una historia única, existen im ágenes del pasado propuestas desde diversos puntos de vista, y es ilusorio pensar que exista un punto de vista supremo, com prehensivo, capaz de unificar todos los demás (com o sería "la historia " que engloba la historia del arte, de la literatura, de las guerras, de la sensualidad, etc.).1 1.1.1.- CONOCIMIENTO DE LA SOCIEDAD. Este cap ítulo no p retende sino reflejar determinados cambios sociales qu e de algun a manera han influido en la evo lución histórica y social de Esp aña en el p eríodo de tiemp o que abarca esta investigación, y p or ende, en los escritores y en sus lectores. 1.1.1.1.- LA TRANS ICIÓN DEMOCRÁTICA. Hablar de transición democrática en Esp aña es tratar el tema fundamental d e la vid a esp añola de finales del siglo XX. Con el p aso de los años, tanto sus detractores como sus defensores han co incid ido en alabar los beneficios que aquella trajo a un p aís como Esp aña, alejado de los p arámetros p olíticos que regían al resto de los princip ales estados europ eos. 1 VATT IMO, Gianni: “Posmodernidad: ¿una sociedad transparente?”, en VAT T IMO, Gianni. et al.: En torno 1 a la posmodernidad, B., Anthropos, 1991 , p. 11. 28 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En los años de la transición democrática esp añola, “cuando y a el régimen autoritario 2 parecía defin itivamente cond enado y la democracia se abría paso” , se volvía a hablar de la imp osibilidad de que los españoles sup iésemos convivir sin conflagración, y saber manifestar nuestras disensiones sin llegar a hacer uso de la agresividad ante p lanteamientos divergentes. Volvía el fantasma del enfrentamiento p erp etuo entre esp añoles, “una de las dos 3 Esp añas / ha d e helarte el corazón” , y se afirmaba, desde p osturas inmovilistas, que donde hay dos esp añoles juntos hay dos formas de p ensar irreconciliables, y , p or tanto, era imp osible gobernarnos en democracia, d ada nuestra idiosincrasia, si no era bajo la tutela de un padre que nos vigilase, figura que recuerd a al ú ltimo dictador que gob ernó nuestro p aís. La dialéctica p olítica en aquel entonces se d ebatía entre la continuidad franquista, postura reivindicada por los vencedores de la guerra civil, y la rup tura democrática, defendida p or los vencidos. Sectores importantes de ambos bandos d eseaban una convivencia en p az, y p oder enterrar las armas de la confrontación fratricid a. Había que olvidar y p erdonar p or p arte de todos, aunque algunos tuvieron que realizar un may or esfuerzo p ara absolver a sus contrincantes ideoló gicos. Durante la transición se manifestaron los deseos de alcanzar una reconciliación nacional entre todos los esp añoles, p reconizada p or algunos p artidos políticos, esp ecialmente por el PCE, cuyo secretario gen eral entonces era Santiago Carrillo. En un princip io, p arecía que se trataba d e una p rop uesta imposible de concretar, a p esar que y a en 1956 Sánch ez-Albornoz escribió desde el exilio: Deseo fervientemente que mañana no haya pájaros en los nidos de antaño y que, curados de la locura tradicional de la estirpe, hallem os una senda de concordia en libertad4. 2 BERICAT ALAST UEY, Eduardo (Dir.): El conflicto cultural en España. Acuerdos y desacuerdos entre los españoles, M., Centro de Investigaciones Sociológicas, 2003, p. 1. 3 MACHADO, Antonio: Poesías Completas, M., Espasa Calpe, 19817, p. 229. 4 SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Claudio: España, un enigma histórico, B., Edhasa, 1981, tomo I, p. XI. 29 José R. Co rtés Criado A p esar de todos los riesgos y obstáculos, se alcanzó la cultura del consenso, “esp ecial d isp osición de án imo p or la que se otorga may or p rotagonismo a las cosas que 5 nos unen” , acabándose con los p roblemas ancestrales p romovidos p or los sectores ultra conservadores de Esp aña. El p unto de acuerdo al que se llegó entre amb as p osturas fue el de reformar las instituciones p ara mejorar la convivencia y así conseguir la reconciliación nacional de los esp añoles. La reforma fue el punto de encuentro que permitió alum brar una democracia con los defectos que se quiera, pero libre de un defecto in evitable letal: una nueva división entre vencedores y vencidos. La reforma fue, pues, cauce de reconciliación y el origen de una dem ocracia nacida sin grandes enem igos, precisam ente porque no hubo grandes derrotados6 . Por fin, en el año 1976, se instauró la democracia en Esp aña, y dos años más tarde se ap robó la actual Constitución, la de más larga v ida en nuestra historia. “Una Constitución llamada d e consenso, considerada flexible y p lural, cap az de p restar servicio 7 con gobiernos progresistas y conservadores” . Ambos acontecimientos fueron de suma imp ortancia p ara nuestra convivencia actual. La Constitución, aprobada el 6 de diciem bre de 1978, proporcionó sostén legal al proceso de modernización de la sociedad y abordó los más importantes problemas de la España contemporánea: derechos y libertades; monarquía-república; derecha-izquierda; laicidadconfesionalidad, y centralismo-reconocim iento de la pluralidad territorial8. Aquella política d e consenso d io p aso a otra de disenso, y durante esta larga convivencia p acífica en nuestro p aís, casi tres décadas, no exentas de sobresaltos, los valores sociales han evolucion ado, han camb iado; aquella sociedad falta de libertades, con 5 BERICAT ALAST UEY, Eduardo (Dir.): cit., p. 3. FERNÁNDEZ MIRANDA, Pilar y Alfonso: Lo que el Rey me ha pedido. Torcuato Fernández-Miranda y la 2 reforma política. B., Plaza y Janés, 1995 , p. 29. 7 GALLEGO-D ÍAZ, Soledad y DE LA CUADRA, Bonifacio: “ Historia de un consenso”, El País, número extra, 06/12/03, p. 2. 8 GALLEGO-DÍAZ, Soledad y DE LA CUADRA, Boni facio: “La constitución, símbolo del cambio y pilar del modelo territorial”, El País, 18/10/04, p. 78. 6 30 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) pensamiento único, se abrió a la libertad de opinión, y trajo los cambios en el ámb ito social, político, económico y cultural, que h an configurado el p aís actual. La transición política hacia la democracia -realizada de un m odo pacífico-, y la integración en la Comunidad Europea -aunque sentida en muchas ocasiones en términos de exclusión e inferioridad-, junto con el desarrollo económ ico, han contribuido a que la sociedad española de los setenta, los ochenta y también los noventa goce de un nivel de vida caracterizado por el uso y disfrute dem uchos y m uy diversos bienes9 . Esa Esp aña que volvía a surgir desp ués de cuarenta años exentos de democracia se encontró con que la nuev a forma d e gobierno trajo las libertades formales, p rovocando grand es cambios en las formas de vida de los esp añoles a un ritmo acelerado; era el intento de recuperar el tiemp o no vivido en demo cracia, la confirmación de los jóvenes en qu erer quemar etap as, el anhelo de vivir de otra man era, co mo refleja Juan Luis Cebrián: Una verdadera revolución de las costumbres se produjo, especialm ente entre las nuevas generaciones, y este país tradicionalm ente m ojigato se decidió a poner en tela de juicio valores de respetabilidad social inalterables desde hace siglo s y sobre los que el franquismo había construid o cuarenta años de opresión10 . Con el p aso de los años en nuestra sociedad, se observan discrep ancias en distintos ámbitos: socioeconó mico, familiar, político, religioso, científico… que generan conflictos, porque allí donde “hay necesidades e intereses en juego y diversas posibilidades de 11 solución” , es necesaria la confrontación de ideas p ara así p oder alumbrar alternativas innovadoras p ara la sociedad. Desde entonces seguimos d ebatiendo sobre los múltip les y diferentes planteamientos ante la vid a; esto es, sobre la familia tradicional, los ho mosexuales, las familias monoparentales; el aborto libre, la p ostura antiabortista; la tolerancia, la intolerancia; el divorcio, el trabajo de la mujer fuera del hogar familiar, la crianza y educación de los niños, la ecolo gía, el desemp leo, las privatizaciones, la solidaridad 9 PAYÁ SÁNCHEZ, Montserrat: Educación en valores para una sociedad abierta y plural: Aproximación conceptua, Bilbao, Desclée De Brouwer, Colección Aprend er a ser, 1997, p. 29. 10 2 CEBRIÁN, Juan Luis: La España que bosteza, M., Taurus, M., 1981 , p. 133. 11 GRASA, Rafael: “ Resolución de con flictos”, en MART ÍNEZ, Miquel y PUIG, Josep M. (Coords): La educación moral. Perspectivas de futuro y técnicas de trabajo, B., ICE y Editorial Grao, 1994, p. 111. 31 José R. Co rtés Criado internacional, la p obreza, la inmigración, el sistema democrático, el chador y el crucifijo en las aulas, el uso del p reservativo, el sida, la píldora anticoncep tiva, la salud, la ingeniería gen ética, la tecnolo gía, el esp acio, los recursos alimenticios, Internet… La Literatura, en general, también se ha ocupado de p rop alar el p ensamiento de la sociedad sobre cualqu ier p lanteamiento referente al desarro llo de la vida diaria y a la confrontación de id eas. Sierra i Fabra trata estos y otros asuntos en muchos de sus libros. En Frontera p lantea la confrontación de ideas en una joven de origen magreb í qu e se debate entre mantenerse fiel a las costumbres de sus padres o a las de su p aís de acogida; en Rabia, la p rotagonista siente la necesidad de romp er determinadas ataduras familiares p ara realizarse como p ersona d e manera libre y resp onsable, de acuerdo con las normas sociales actuales; en Noch e de viernes, p resenta cin co familias diferentes: bien aven ida, desestructurada, rota, conservadora, desp reocup ada… Corrían los años och enta cuando se d iscutía en Esp aña sobre el divorcio, ley que fue aprobada en el año 1981. Esta medida, que no agrad aba a sectores de la Iglesia C atólica, ni a un amplio sector de la sociedad civil d e entonces, encontró numerosas reticen cias a su aprobación. Hoy , asentada como una ley más que orden a nuestra convivencia, es cuestionada p or una escasa minoría y “no le quita el sueño a nadie a la hora de casarse” 12, haciendo uso de ella todos los sectores de la población esp añola indep endientemente de su credo religioso. Si en los años ochenta era imp ensable presentar en la deno minad a Literatura Infantil y Juvenil una p areja divorciada o que hiciesen v ida marital sin estar casados, actualmente es un modelo más de familia que los lectores conocen en los libros sin sufrir ningún sobresalto. Sierra i Fabra p resenta matrimonios divorciados, p arejas de hecho o madres solteras en obras como: Concierto en sol mayor, El rostro de la multitud, o Sin tiempo para soñar. 12 BAYÓ, Miguel: “ Hasta que el tiempo nos s epare”, El País 20 años. El País Semanal, número extra, 05/05/96, p. 240. 32 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En nuestro p aís, según el censo de 2001 p ublicado p or el Instituto Nacional d e Estadística (INE), existe un p orcentaje de d ivorciados de 1,3, valor muy similar al más b ajo de la UE, a p esar de haberse doblado en la última década; este dato confirma que las ley es se establecen p ara regular la conviv encia entre los ciudadanos y que se hace uso de ellas, de forma razonable, cuando es necesario. Si la ley que regula el divorcio fue cuestionada p or ciertos sectores sociales, may or fue la oposición a la Ley de Desp enalización del Aborto, ap robada en 1985, aunque desp ués de veinte años de la puesta en marcha d e la misma, el rechazo y la contestación social se ha ido diluy endo. Determinados sondeos realizados p or el CIS confirman que la mayor p arte de la sociedad esp añola tolera el aborto, como recoge el artícu lo publicado en la p ágin a Web de Agencia Cató lica de In formaciones en América Latina: “Los que se manifiestan 13 rotundamente en contra son una minoría, un 10%” . Actualmente existen algunos grup os sociales que se op onen a dicha norma, los cuales organizan campañas en su contra cada vez que el gob ierno de turno intenta modificarla, mientras otros p retenden que recoja una amp liación de los casos en los que se permite la interrup ción voluntaria de un embarazo. Según el diario El Mundo, la tasa en el nú mero de abortos en el año 2005 se situó en 8,94 casos p or cada 1.000 mujeres de entre 15 a 44 años. […] En cuanto a los motivos aducidos p ara recurrir al aborto, casi siemp re (96,7%) la actuación se b asó en el riesgo de la 14 salud materna, seguido por el riesgo d e malformación fetal (3%) o v iolación (0,02%) . 13 T ORRES, Francisco: La realidad del aborto: la frialdad de los datos, http://www.aciprensa.com/aborto/datos.htm (06/03/06) 14 http://elmundosalud.elmundo.es/elmundosalud/2005/12/26/mujer/1135605665.html (08/03/06) 33 José R. Co rtés Criado 1.1.1.2.- LOS CAMBIOS SOCIALES. 1.1.1.2.1.- LOS CAMBIOS EN LA FAMILIA T RAD ICIONAL. Con la llegada de la demo cracia se p romulgaron determinad as ley es, como las anteriormente citadas, que modificaron los háb itos de las familias tradicionales esp añolas. También contribuy eron a d ichos cambios el nuevo concep to de p lanificación familiar, -hoy es una reliquia la p ostura mantenida durante d écadas de “acep tar los hijos que Dios le diera” 15-, el reconocimiento legal de la iguald ad de los hijos con independencia de su filiación, y la masiv a incorp oración d e la mujer al mundo laboral: Pero esta mayor participación de las m ujeres en el m ercado de trabajo no sólo obedece a un cam bio social y al deseo de realización personal, sino tam bién al hecho de que la situación económica individual o fam iliar hace que m uchas mujeres decidan buscar un trabajo sólo con la finalidad de increm entar los ingresos necesarios para sobrevivir16 . Estos cambios afectaron a la con cep ción de la familia tradicional, no sólo p orque la mujer se h a in corp orado al mundo laboral fuera de casa y ha descendido el número de hijos por familia, sino p orque también se ha redu cido el número de miembros que convivían b ajo el mismo techo, y p orque cada vez son más los jóvenes que inician una v ida en p areja sin estar casados. Lo que predom ina en la vid a real son fam ilias con uno o unos pocos hijos, algunas de ellas reconstruidas a partir de enlaces anteriores. Proliferan también las parejas de hecho, del mism o o distinto sexo; las constituidas por hom bres o mujeres solos que adoptan a uno o varios niños; las creadas por m ujeres que prescinden de pareja y optan por la fecundación asistida... 17 15 DE LORA, CECILIO: Juventud española actual, M., Ediciones y Publicaciones Españolas, 1965, p. 150. PERELLA, Sonia: “Las políticas familiares”, en ADELANT ADO, José (Coord.): Cambios en el Estado del Bienestar. Políticas sociales y desigualdades en España, B., Icaria, 2000, p. 441. 17 SERRANO, Sebastián: “Todo un arco iris”, El País Semanal, 30/11/03, p. 9. 16 34 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En los últimos treinta años, el número medio de miembros de la unidad familiar ha pasado de 3,9 a la cifra d e 2,9 y al menos uno d e cada cin co ho gares familiares está ocup ado p or un solo miembro, según el censo de 2001 p ublicado p or el Instituto Nacional 18 de Estadística: “casi tres millones d e esp añoles viv en solos, el doble que hace d iez años” . Por contra, las familias con seis o más miembros se han reducido a la mitad en el mismo tiemp o. La p olítica seguida en p ro de definir el nuevo pap el de la mu jer en la sociedad actual ha modificado comp ortamientos en los roles tradicionales; “la Igu aldad, el Desarrollo y la 19 Paz” , han sido los tres grandes temas sobre los que ha girado el avance de las mu jeres, favorecido p or unas p olíticas de igualdad no sexistas: La lógica no sexista se concreta en políticas dirigid as a elim inar los obstáculos legales que impiden la participación de las mujeres en igualdad de condiciones que los hombres en cualquier ám bito de la vida20 . Pero, sobre todo, ha cambiado la forma de p ensar de la familia tradicion al resp ecto a la idea de unión matrimon ial p ara toda la v ida. Hoy , el amor es materia d e consumo y como tal tiene su p eríodo de gracia tras el cual caduca y con el “desamor” la familia se romp e e intenta recomp onerse de nu evo, algunas v eces con el cambio de uno de los miembros de la pareja y otras, además, con el incremento de h ijos h abidos en relacion es anteriores de ambos. Familias con similares características a las descritas en los p árrafos anteriores tien en cabida en obras de Sierra i Fabra: El último verano miwok, La balada de Siglo XXI, El joven Lennon, Casting, y Los espejos de la noche. En El último verano miwok la sep aración d el matrimonio conllevó el alejamiento de los cónyuges, -ella reside en Esp aña y él en los Estados Unidos-, y la formación de una nueva p areja p or p arte del p adre. En Casting, la madre de una d e las p rotagonistas es una 18 SÁNCHEZ-MELLADO, Luz: “ Solo en casa”, El País Semanal, 03/04/05, p. 46. INST ITUT O DE LA M UJER: Plan Para la Igualdad de Oportunidades entr e mujer es y hombres (19972000), M., Ministerio de T rabajo y Asuntos Sociales, 1997, p. 57. 20 VARELLA MART Í, Reyes: “Las políticas igualdad”, en ADELANT ADO, José: cit., p. 451. 19 35 José R. Co rtés Criado viuda joven que no quiere formalizar ningun a relación estable p ero a quien le ap etece salir con amigos. En Los espejos de la noche tres parejas deciden cenar juntas y a lo largo de la velada se v a manifestando la idiosincrasia de cada una d e ellas. Son muy escasas las familias numerosas en las obras de Sierra i Fabra, siendo frecuente la p resencia de los padres y uno o dos hijos, en algunos casos tres; y en raras ocasiones conviven en el ho gar familiar los abuelos, estos p ersonajes están p resentes en títulos como Las alas del sol, o Kaopi. 1.1.1.2.2.- LOS CAMBIOS EN LOS S ERVICIOS SOCIALES . Los cambios en las familias surgieron d e las mejoras económicas, qu e tuvieron su reflejo no sólo en la adquisición de bien es materiales, sino también en la p restación de mejores serv icios sociales y en la extensión de los mismos. Con ello se redujo el trabajo de la mu jer, qu e en la familia p atriarcal tradicional solía ser la encargada de cu idar a los miembros necesitados de la misma, “mientras que una familia de corte moderno, con may or integración de la mujer en el mercado laboral y may or igualdad de roles entre géneros, tenderá a buscar recursos externos a la familia p ara atender a sus miembros 21 incap acitados” . Para descargo de las familias, hoy los ciud adanos con algun a minusvalía recib en d e la sociedad atención especializada, destacando la asistencia a los inv identes, que “figuran 22 entre los más favorecidos” , ya que la ONCE es considerada como una institución que presta unos servicios envidiables. Actualmente otros disminu idos están siendo integrados en esta organ ización. 21 22 SARASA, Sebastián: “La última red de servicios personales”, en ADELANT ADO, José: cit., pp. 370-371. Id., p. 376. 36 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Si bien los ciegos y cuantos forman p arte de esa organización gozan de unas prestaciones muy beneficiosas, no ocurre lo mismo con otros miembros de la sociedad que padecen alguna deficiencia p ues “en el extremo op uesto los enfermos mentales carecen de una mínima p rotección social pública y tamp oco p rivada” 23. Nuestro p aís ha sufrido, ad emás, profundos cambios en la p olítica sanitaria, configurando hoy una sociedad univ ersalmente asistida en servicios que mejoran la calidad de vida de todos sus residentes. Hay que considerar un gran logro humano que este derecho abarque a cuantos viven y trabajan en nuestro p aís. Queda probado que “la p olítica sanitaria de los últimos veinte años se ha desarrollado a p artir de cuatro p rocesos claves. Durante los ochenta se acomete la ‘descentralización’ hacia las comun idades autónomas, la ‘universalización’ de la asistencia, mientras que en la d écada de los noventa se asiste a imp ortantes ‘cambios en la gestión’ y a 24 la ‘exp ansión del sector p rivado’” . La inversión p ública en los servicios sociales ha ido aumentando p aulatinamente durante las últimas décadas y cada vez son más p alp ables los beneficios que reciben las familias al p oder contar con mejores servicios sanitarios, educativos, etc., que persiguen una excelente conviv encia familiar. Estas mejoras en los serv icios sociales están reflejadas en títulos de Sierra i Fabra como Mis h ermanos y yo, ¿Qué seré cuando sea mayor?, So y especial para mis amigos, El dolor invisible, o Tortilla d e aspirinas. 23 Id., p. 377. PÉREZ GIMÉNEZ, Roser: “ Políticas sanitarias y desigualdad es en Españ a”, en A DELANT ADO, José: cit., p. 45. 24 37 José R. Co rtés Criado Por ejemplo, en Soy especial para mis amigos, Pablo se p resenta a sus comp añeros el p rimer día d e clase y entre otras cosas les comenta que “los miércoles p or la tarde iba a la 25 Fundación Síndrome d e Down p ara encontrarse con sus amigos” . En El dolor invisible, el p rotagonista está recluido en un hosp ital psiquiátrico y se siente p lenamente identificado con la joven doctora, quien ap orta ideas innovadoras al ejercicio de su profesión frente al inmovilismo de sus colegas más veteranos. “Todos eran médicos, p siquiatras, p ero a veces p arecían olvidarlo. Se convertían en censores, en dioses 26 poseedores de La Verd ad a lo largo y ancho del País del Bien y del Mal” . 1.1.1.2.3.- LOS CAMBIOS EN LOS HÁBITOS SOCIALES . Un gran cambio en nuestra socied ad ha sido la aparición de nuevos hábitos de consumo. Hoy las familias españolas son más consumistas que ahorradoras, sin embargo, hace treinta años se consideraba el consumo como un hecho p ernicioso y el ahorro, una fuente de riqueza familiar; actualmente consumir en exceso es tenido p or amp lios sectores sociales co mo señal inequívo ca de b ienestar y modernidad. Otro de los grandes camb ios se dio en el tip o de relacion es sexu ales. Fue fruto del eco del movimiento hipp ie que p rop ugnaba el amor libre, y de la tolerancia que trajo la democracia. Pero si la vida sexual de los españoles cambió con la llegada d e la libertad, esta alegría duró p oco, pues en la década de los ochenta el virus del sid a hizo su aparición, dando p or finalizado el p eríodo de libertad sexual que la incorp oración de la p íldora trajo consigo. Desde ese momento, el p reservativo ocupó un lu gar p reemin ente en nu estra cultura; pasando de ser un p roducto casi de venta clandestina en mu chos lu gares a objeto de publicidad hasta en las pantallas del televisor. 25 26 SIERRA I FABRA, Jordi: Soy especial para mis amigos, B., Edebé, 2003, p. 16. Id., El dolor invisible, B., Diagonal, 2002, p. 184. 38 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En 1990, fue muy famosa la p rimera camp aña publicitaria sobre el uso del preservativo, organizada p or el M inisterio de San idad y el de Asuntos Sociales en esa época, con el eslo gan, “Póntelo, p ónselo”, que p retendía acab ar con las enfermedad es de transmisión sexual, siendo el SIDA la más preocupante, así como con los embarazos no deseados, esp ecialmente en las adolescentes. Campañas publicitarias p osteriores con la misma finalid ad no alcanzaron tal grado de alarma en nu estra sociedad. Los hábitos fumadores también han sufrido un gran cambio. En la décad a de los ochenta el consumo de tabaco estaba muy extendido, muchas mujeres lo adquirieron como muestra reivindicativa de su pap el en la sociedad, y los jóvenes como acto de sup uesta madurez. Paulatinamente el acto de fumar h a decaído en la p oblación adulta, gracias a la toma de conciencia de los males que la inh alación de su hu mo p rovoca en el organismo, llegando a estar mal visto socialmente hacerlo en público y restringiéndose los esp acios p ara fumadores cad a vez más, como se recoge en la ú ltima ley antitabaco. Sin emb argo, hoy los jóvenes se inician antes en su consumo de forma comp ulsiva. Los datos de la quinta encuesta bianu al del Plan Nacional sobre Dro gas (PND), indican que “los niveles d e tabaquismo, [entre estudiantes] p ese a las camp añas de los últimos años, no 27 mejoran ; es más, la situación es ligeramente p eor que hace o cho años” . Algunos p rotagonistas jóvenes de Sierra i Fabra fuman tabaco y cannabis, pero son los menos, y suelen ser p ersonajes “equivocados” o que sufren algunas circunstancias extraordin arias. En Noche d e viernes, los amigos que buscan d iversión fuman y beben; semejante actitud man ifiesta el p rotagonista de Retrato de un adolescente manchado. Sin embargo, la mayoría de los jóvenes descritos por el autor rechazan el consumo d e tabaco y manifiestan su interés por llevar una vida saludable. 27 ESPINÓS, David: “ Aumenta el consumo de cannabis y co caín a entre es colares d e 14 a 18 años ”, El País, 24/07/03, p. 24. 39 José R. Co rtés Criado En cuanto a las relaciones de p arejas, Sierra i Fabra, refiere con toda normalidad los noviazgos, tanto si co mp arten una misma v iviend a como si viv en cada uno con sus p adres, dep endiendo del p ersonaje en cuestión. Así, en Sin tiempo para soñar, los dos jóvenes estudiantes de periodismo in ician una relación con trazas de normalidad, mientras que la joven desap arecid a y su amiga son víctimas de abusos p or p arte de sus resp ectivas parejas. 1.1.1.2.4.- LOS CAMBIOS EN LA EDUCAC IÓN. Pero si la vida cotidian a sufrió camb ios, mayores son los que se p rodujeron en el terreno de la educación. En 1983 se ap robó la Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE), y en 1990 entró en vigor la Ley de Ordenación Gen eral del Sistema Educativo (LOGSE). Actualmente asistimos a la p romulgación de nuevas ley es que intentan mejorar el sistema educativo español, como La Ley Orgánica d e Educación publicada en el BOE el 4 de mayo de 2006. Los mayores cambios se han llevado a cabo en la educación infantil, p rimaria y secundaria, extendiéndose la escolarización obligatoria a toda la p oblación. Sin embargo, algunas voces alertan sobre tal obligatoriedad: Para no pocos jóvenes, la escuela es un “servicio civil tan obligatorio y tan orientado a la nada de su futuro personal com o el servicio m ilitar”. Por prim era vez en la historia una sociedad encierra a la casi totalidad de su juventud. Los jóvenes españoles, son ante todo, unos intensos consum idores de escuelas28 . Con todo, gracias a estos cambios, se ha amp liado la educación ob ligatoria hasta los dieciséis años, está p rácticamente escolarizada toda la p oblación que le corresp onde p or su 28 RUIZ DE OLABUÉNAGA, José I. (Dir.): La juventud liberta: Género y estilos de vida de la juventud urbana española, Bilbao, Fundación BBV, 1998, p. 14. 40 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) edad, ha descend ido el nú mero d e personas analfabetas, existe un mayor número de estudiantes universitarios, la oferta de formación profesional es muy amp lia, pero los resultados del último informe Pisa, son desalentadores p ara nuestro p aís, así como saber 29 que “el 38% de los alumnos de 15 años en Esp aña ha repetido algún curso” , y que el fracaso escolar en el curso 2005-2006 ha alcanzado al 34% del alumnado. Y aunque todos los gobiernos han manifestado reiteradas veces que ap uestan p or una educación de calid ad, los anunciados resultados no se obtienen, las mejoras p rometidas no llegan y el fenómeno del fracaso escolar continúa ensombreciendo todas las encuestas realizadas: Actualm ente la población analfabeta ha descendido al 2,6%, y en la últim a década, ha aum entado casi seis puntos el núm ero de titulados universitarios. Y, por primera vez, el porcentaje de mujeres con estudios universitarios es sensiblem ente superior al de varones30 . Sierra i Fabra se o cup a de la educación en Las Furias, donde vierte nu merosas reflexiones sobre la problemática educativa esp añola actual a partir de un brote de indiscip lina surgido en un instituto; en El asesinato del profesor de Matemáticas alaba la imp ortancia de esta materia; y en El fabuloso mundo de las letras, la de las p alabras. Estas dos últimas obras fueron escritas p ara los estudiantes que no aman n i las letras ni los números. Pero el may or camb io dado en educación se debe a la influencia de los medios d e comunicación de masas en la formación de los indiv iduos, esp ecialmente la televisión, porque ésta “ha p rivilegiado un len guaje aud iovisual qu e va más allá de la escritura, 31 sup erando la cultura lo gocéntrica que desde h ace siglos ha imp erado en Occidente” . 29 MORÁN, Carmen: “ El 38% de los alumnos de 15 años en Españ a ha rep etido algún curso”, El País, 07/01/05, p. 32. 30 Datos obtenidos de los Censos Población y Viviendas de 2001, Instituto Nacional de Estadística, http://www.ine.es/ 31 AGUADED G ÓMEZ, José Ign acio: “ La tele y la escu ela: entre rivalidades y alian zas”, Andalu cía Educativa, nº 40, octubre, 2003, p. 9. 41 José R. Co rtés Criado Más crítico con la labor “docente” de este aparato es Cristóbal Halffter, al afirmar que “mientras no intentemos mejorar la calidad de los contenidos, fracasarán cu alquiera de los p lanes de Reforma Educativa, p ues en todos los hogares hay un instrumento de p oderes 32 ilimitados que durante 24 horas al día p retende lo contrario” , p or lo cual deb emos asumir que “el electrodoméstico es tan imp ortante que, como la guerra, no se p uede dejar solo en manos de los profesionales” 33 y que p or tanto debemos formar para su uso desde una amp lia persp ectiva educativa: En la pedagogía de la imagen deberían estar estrechamente relacionados el enseñar a mirar, el enseñar a ver y el enseñar a hacer imágenes como form as de participación activa en el proceso de comunicación34 . En su día, la inven ción de la televisión fu e considerada co mo un fenómeno social d e innegable valor cultural qu e creó numerosas exp ectativas sobre su bondad en el camp o educativo, sin sosp echarse entonces que su evolución en el transcurrir del tiemp o traería información, cu ltura, entretenimiento, banalidad, y … deseduca ción como exp resa Gómez Yebra al declarar: “La televisión es un arma de doble filo que, p udiendo ser un imp ortantísimo medio de cultura, se está convirtiendo, en los últimos años, en el principal 35 instrumento de deshumanización” . Los medios de comunicación de masas tienen una gran influencia en la formación intelectual del público recep tor e influy en en la educación del individuo en su sentido más amp lio, llegando in cluso a modificar las escalas de valores p ersonales. Y es que “la 36 educación es hoy -lo mismo que fue antaño- [...] compleja y problemática” . De la influencia d e la televisión d eja constancia Sierra i Fabra en varias de sus obras, entre la cuales destacan: Los hombres de las sillas, dond e el autor compara los 32 33 HALFFTER, Cristóbal: “Pensar la tv”, El Cultural de El Mundo, 28/11/02, p. 7. CASADO SALINAS, Juan María: “ La responsabilidad educativa de la televisión”, en AGUADED GÓMEZ, José Ignacio (Dir.): La otra mirada a la tele, Sevilla, Consejería de T rabajo e Industria. Dirección General de Comercio, Consumo y Cooperación Económica, 1997, p. 100. 34 GARCÍA MATILLA, Agustín: “Los medios para la comunicación edu cativa”, en APARICI, Roberto (Coord.): La revolución de los medios audiovisuales, M., Ediciones de la T orre, 1993, p. 64. 35 GÓMEZ YEBRA, Antonio: “Importancia de la lectura en los niños”, Sur, 18/12/94, p. 60. 36 SORIA ORT EGA, Andrés: “ Proemio” en NUÑEZ RUIZ, Gabriel: Edu cación y Literatura. Nacimiento y crisis del moderno sistema escolar, Almería, Zéjel, 1994, p. 17. 42 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) televidentes con unos personajes agoreros que aguardan cualquier catástrofe; Un genio en la tele, en cuy as p áginas se describ e cómo camb ia la vida en un p ueblo tras la irrupción de la denominada tele basura; El rostro de la multitud refleja la búsqued a desesp erada de la fama p or p arte de una joven que no duda en d elinqu ir con tal de alcanzarla. 1.1.1.2.5.- LOS CAMBIOS EN LOS MOVIMIENTOS MIGRATORIOS. Esp aña ha dejado de ser un p aís que exporta ciudadanos y se ha transformado en otro que los importa, señal inequívo ca d e que h a entrado a formar p arte de la lista de naciones ricas cap aces de ofrecer trabajo y bienestar a cuantas personas atraviesan sus fronteras con ánimo de formar parte de esta sociedad. Lejos quedan los tiemp os en que emigraron dos millones trescientos mil españoles a Europ a, mano de obra sin ap enas formación p rofesional, p rocedente de las regiones más pobres, p ues el régimen franquista “quiso evitar que se march ara la mano de obra cualificada p orque la necesitaba p ara la industria p atria”37. En el 1960 España y Alemania firmaron un conven io que p ermitió emigrar a más d e medio millón de esp añoles hasta 1973. Y aunqu e en Esp aña hay inmigrantes de diferentes p aíses y cada uno aporta su formación y sus valores a la sociedad, no todas las p ersonas p rocedentes de otros lugares y cultura son recibidas de igual forma; ante inmigrantes procedentes de la Unión Europ ea, Jap ón o Estados Unidos, altamente cualificados, debemos reconocer que “se muestran actitudes mucho más abiertas y tolerantes, en virtud de su estatus económico y del prestigio 38 político de su p aís de origen” . 37 FLET A, Cecilia: “ El éxodo de los 600.000”, El País, 27/03/05, p. 24. SALES, Auxiliadora y GARCÍA, Rafaela: Programas de educación intercultural, Bilbao, Desclée de Brouwer, 1997, p. 14. 38 43 José R. Co rtés Criado Tan inm igrante es un alem án jubilado que vive de rentas en Mallorca o un japonés directivo de la filial española de una gran multinacional, como una filipina ocupada inform almente en el sector dom éstico o un m arroquí empleado con permiso inicial en la construcción39 . Por lo que debemos tener en cuenta, cuando se hace referencia al fenómeno migratorio, que “la emigración es un p roblema d e claras connotaciones culturales, p ero 40 sobre todo de desequilibrio en la distribución de la riqueza” , y a que solemos excluir de este conjunto a las p ersonas que acudieron a España con un buen nivel d e in gresos económicos. Desde numerosas tribunas p úblicas se difunde que el p roblema p roviene del simp le hecho de ser extranjero, p ero desde otros ángulos se destaca que el rech azo a la p ersona no nacional es deb ida a la situación d e p enuria econó mica que los obliga a inmigrar: Hablar de inm igrantes es, ciertamente, hablar de extranjeros, pero también es hablar de pobreza. El inm igrante es un extranjero pobre. Desde esta definición, hay que afirmar que el com ponente más im portante de ambos elementos es la pobreza, no la extranjería41 . Además se debe destacar qu e la p enuria económica suele acarrear escasez cultural, y que las familias obligadas a emigrar p or falta de recursos económicos suelen carecer de una sólida formación y sus hijos han tenido una deficiente escolarización, por tanto, estos movimientos migratorios influyen en todos los estamentos sociales, y a sean económicos, sanitarios o escolares. Sierra i Fabra se ocup a en Noche de luna en el estrecho d e la emigración ilegal en el sur de Esp aña; en Frontera, de la vida de un a familia de in migrantes marroqu íes en Barcelona; en Las alas del sol, de la sup ervivencia de una familia vietnamita en un camp o de refugiados ilegales en Hong Kon g; en la trilo gía El tiempo del exilio, de la huida de 39 ALEGRE CANOSA, Miguel Ángel: “Las políticas inmigratorias”, en ADELANT ADO, José: cit., p. 380. HERRERA FLORES, Joaquín: “ Derechos Humanos, Int erculturalidad y Racionalidad de Resisten cia”, en MUÑOZ, Francisco A. et al.: Actas del I Congreso Hispanoamericano de educación y cultura de paz, Granad a, Universidad, 2003, p. 119. 41 SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, Rafael: “ La inmigración y el papel de las CIT Es”, en Por una Europa de paz, multiétnica e intercultural, I Congreso Europeo de Educación para la Paz. T eachers for Peace, Santiago de Compostela. Comité do I Congreso de Educación para la Paz. T eachers for Peace, 1995, p. 103. 40 44 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Esp aña de numerosos rep ublicanos tras la contiend a civ il; en El último verano miwok, de un ciudadano español legalmente establecido en EE. UU. 1.1.1.2.6.- LOS CAMBIOS EN PRO DE UNA EDUC ACIÓN MULT ICULT URAL. He de advertir que utilizo el término multicu ltural p orque “hace referencia a la convivencia d e varias cu lturas sin esp ecificar cómo es ésta” 42 frente al concep to intercultural que imp lica una conviven cia en la qu e se han integrado distintas culturas. Para alcanzar una educación multicu ltural los p rimeros camb ios se deb en efectuar en el sistema educativo, así qu e, “es necesario revisar y reformar los contenidos atendiendo a las nuevas necesidades de una escuela y una sociedad hoy día mucho más p lural qu e hace 43 diez años” p orque la enseñanza actual debe atender una co mp leja diversid ad interna prop ia de toda sociedad multicultural. La educación que se imp arta hoy tiene que enriquecer culturalmente a los ciudadanos, debe ser una educación multicultural relacion ada con la educación moral, p ara la p az, para la democracia, y p ara el desarrollo. Y si quiere alcanzar sus objetivos debe basarse en “un modelo educativo que p rop icie el enriquecimiento cultural d e los ciudadanos, p artiendo del reconocimiento y resp eto a la diversidad, a través del intercambio y el diálogo, en la p articip ación activa y crítica p ara el desarrollo de una sociedad 44 democrática basada en la igualdad, la tolerancia y la solidaridad” . Una sociedad que sea verd aderamente demo crática ha de creer además en el valor de construir una nueva conv ivencia real que no se limite a p romulgar teóricamente su valor. 42 AGUILERA REIJA, Beatriz: “ El conflicto multicultural”, Do cumenta ción Social, nº 97, M., Cáritas Española, octubre-diciemb re, 1994, p. 35. 43 MART ÍN MUÑOZ, Gema: “ El Islam y la escuela”, Andalucía Educativa, nº 47, febrero, 2005, p. 8. 44 SALES, Auxiliadora y GARCÍA, Rafael a: cit., p. 46. 45 José R. Co rtés Criado Actualmente las escuelas son muy distintas a las de hace una década, p orque la llegad a de tres millon es de inmigrantes transforma cualqu ier sociedad, y en especial el sistema educativo, que debe matricular en los centros a un numeroso alumnado de distinta procedencia geográfica, idio mática y cultural: En sólo tres décadas, España ha dejado de ser un país de em igración y se ha convertido en un país de inm igración: es el prim er receptor de inm igrantes en la Unión Europea, con 600.000 entradas anuales, según el últim o inform e de Eurostar45 . Por tanto, cualesquiera que sean los cambios educativos, deben ir encaminados a consegu ir la integración de todo el alumnado en una co munidad multicultural donde todos los saberes tengan cabida, p orque “el mu lticulturalismo es un bien enriquecedor para una sociedad, si recíp rocamente saben dialo gar intercu lturalmente, respetando unos valores y unas normas mínimas de conviven cia, co mo son el resp eto a los derechos humanos y a las 46 ley es constitucionales” . Asimismo, la educación que se imp arta en este nuevo siglo ha d e entender “que toda acción edu cativa debe intentar desarrollar p ositivamente todas las cap acidades de los seres humanos, p ara que sean cap aces de convivir en un inacabado juego d e interacciones de 47 derechos y obligacion es” , si la socied ad desea formar nu evos ciudadanos que conv ivan resp etuosamente en un mundo tan cambiante como es el actual. Estas ideas están reflejadas en la obra de Sierra i Fabra, Frontera, donde se p ueden leer reflexiones sobre conviven cia entre p oblacion es de d istinta cultura exp uesta p or la protagonista, -una joven de origen marroquí-, su amiga esp añola, la p rofesora de Literatura de ambas, y el comisario en cargado d e buscar a Amina tras huir de su casa. 45 BÁRBULO, T omás: “ La constitución, símbolo del cambio y pilar del mod elo territorial”, El País, 18/10/04, p. 94. 46 CALVO BUEZAS, T omás: “ Interculturalidad y educación”, en V Curso de Inter culturalidad. El aprendizaje del castellano en el alumnado de habla tamazhigt, Melilla, UNED, 1983, p. 250. 47 SÁNCHEZ FERNÁNDEZ, Sebastián: “ Interculturalidad, inmigración y educación”, id., p. 13. 46 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 1.1.1.2.7.- LOS CAMBIOS EN LA FAMILIA ACTUAL. La familia, que “ap arece, p or un lado, co mo el esp acio a p roteger y , p or otro, como 48 la garantía de esa p rotección” , se ha convertido en estas últimas décadas en un espacio de libertad y p rotección donde los jóvenes permanecen hasta la treintena, p or motivos laborales, económicos o p or comodidad. El hogar familiar, del que las gen eraciones anteriores deseaban emancip arse cuanto antes, se ha transformado en un lugar complaciente, donde los padres no imponen un horario de regreso, se p ermite pernoctar fuera de casa los fines de seman a, practicar el sexo con su pareja sin tap ujos, disp oner de un esp acio prop io dentro de la vivienda y unas comodidad es que h acen más deleitable su estancia en ella, au mentando así sus deseos de alargar la juv entud, evitando su p aso al mundo adulto. La con cep ción tradicional de la familia h a cambiado p arte de su p ap el en la sociedad. “La familia también ha p erdido ran go. De ser la célula suprema de la socied ad se ha convertido simp lemente en algo p ara estar por casa”49. Nuestra sociedad, en estas últimas décadas, se ha secularizado, se ha democratizado, y se ha hecho más p ermisiva en muchos asp ectos de la vida diaria, dándose la p aradoja de que los hijos de estos padres liberales y p rotectores, se han vueltos más conservadores que sus p rogenitores, “se declaran pragmáticos, tolerantes y p acifistas. Y, p or encima de todo, 50 ‘indep endientes’, algo curioso en un a generación tan dep endiente económicamente” . El modelo tradicional de familia formado p or p arejas de p ersonas de distinto sexo que conviven con sus hijos biológicos y mantienen relaciones estrechas con otros 48 MEGÍAS, Eusebio (Dir): Los valores de la sociedad española y su rela ción con las drogas, B., Fundación la Caixa, 2000, p. 189. 49 VERDÚ, Vicente: “ Nuevos amores, nuevas familias”, El País 20 años. El País Semanal, 05/05/96, p. 202. 50 AZNÁREZ, Malén: “ La generación Peter Pan”, id., p. 240. 47 José R. Co rtés Criado familiares, esp ecialmente con los ascendientes, es el p redominante actualmente en nu estra sociedad, p ero ya no es el único. Quedaron atrás los tiemp os en los que se ocultaba tener hijos adoptados o fuera del matrimonio, se veía mal qu e dos hombres conv iviesen en una misma vivienda y la mu jer debía casarse joven si no qu ería formar p arte del “club de las solteronas”. Durante estos últ imos años la familia esp añola ha sufrido profundos cambios que han sido acep tados p or el conjunto de los ciudadanos sin grandes sobresaltos. En casi todas las obras de Sierra i Fabra la familia es un p ilar fundamental p ara los jóvenes, y en las novelas ambientadas en la actualid ad refleja estos cambios, como se p uede leer en La estrella de la mañana, Seis h istorias en torno a Mario, Campos de fresa, No che de viernes, Las Furias, Casting, p or citar algunos títulos. 1.1.1.2.8.- LOS CAMBIOS EN EL PAPEL D E LA MUJ ER. Todos estos cambios han afectado a la concepción del p ap el de la mujer en nuestra sociedad, y aunque existen p aíses donde las mujeres no gozan de los mismos derechos que los hombres, los p rogresos al resp ecto son gigantescos en todo el p laneta, desde aquella 51 primera manifestación escrita por Olimp e de Gouges sobre la igualdad entre los géneros . Desde la década de los och enta, el avance de la mujer ha sido natural, siendo emp ujado en su marcha p or el sistema de cuotas que comenzó a imp onerse en los p aíses nórdicos; estos acuerdos están muy extendidos hoy en nuestro p aís; cuando, a fin ales d e los ochenta, algunas militantes de p artidos p olíticos comenzaron a p edir el 25% de la cuota de 51 Olimpe de Gouges escribió en 1791 la “ Declaración sobre los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana” como respuesta al lenguaje claramente sexista utilizado en l a Declaración sob re los Derechos d el Hombre y del Ciudadano. 48 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) poder, no p odían sosp echar que gracias a ese hecho, hoy Esp aña cuenta con un gob ierno paritario en cuanto al género d e sus comp onentes. Se defiende la p olítica de cuota p orque se había demostrado que la iguald ad ante la ley y el mismo o mayor nivel de p rep aración, no fu eron suficientes p ara que la mu jer ocup ase los esp acios en p lan de igualdad con el hombre. Actualmente, la socied ad ha comp rendido que la gran cantidad de cambios en la forma de vida de la mujer “ha generado, co mo el mov imiento continuo de las ondas en el 52 agu a, una transformación en los comportamientos y actitudes de los hombres” , y que la lucha p or la iguald ad de la mujer es resp onsabilidad de todos, p orque nos dirigimos a un tip o de sociedad más equilibrada, en la que, “el mundo entero -y no sólo el desarrollado- se 53 cuestiona la legitimid ad de una d emocracia basada en la d esiguald ad de los sexos” . Como muestra de este interés y p reocup ación p or la incorp oración de la mujer a la sociedad en igu aldad d e condiciones que el hombre, se h a debatido internacionalmente en numerosos foros el p apel de la mujer en el mundo actual y se han p rop uesto acciones a favor de la igu aldad entre géneros. “Como se reconoce en la IV Conferencia M undial sobre las M ujeres, celebrada en Pekín en 1995: La igu aldad, la colaboración entre mujeres y hombres y el resp eto de la dignidad humana deben estar p resentes en todos los estadios del 54 proceso de socialización” . A p esar de ello, la mujer se incorp ora al mundo del trabajo en inferiorid ad de condiciones respecto al hombre, sigue siendo el pilar que sostiene la familia y tiene may ores dificultades p ara compaginar la vida laboral y p ersonal. 52 ALBERDI, ALONSO, Cristina: “ Avanzar a golpes”, El País 20 años. El País Semanal, 05/05/96, p. 194. CAÑAS, Gabriela: “ Avanzar a golpes”, id., p. 196. 54 DÍAZ-AGUAD O, María José: Educación Int ercultural y Aprendizaje Cooperativo, M., Pirámide, 2003, p. 201. 53 49 José R. Co rtés Criado Son la mitad de la p oblación esp añola, han p rovocado un gran camb io en la mentalidad d e hombres y mujeres de hoy , y continúan reivindicando sus derechos en p ro de la igualdad social. Lejos qued an las ideas de los librep ensadores decimonón icos cu ando demandab an una educación intelectual p ara las mujeres y declaraban: “La mujer no debe segu ir siendo una sirvienta ni esp erar a qu e el matrimonio la libre de la p obreza por falta de medios p ara 55 vivir con ind ep endencia” . Un reflejo de esa may or p resencia femenin a en la socied ad se h a producido en la obra de Sierra i Fabra, donde las p rotagonistas han ido aumentando p rogresivamente como se p uede constatar en al menos Sin tiempo para soñar, La canción de Mani Blay, Frontera, Zonas interiores, El dolor invisible, S ietecolores, Rabia y La voz interior. 1.1.1.2.9.- LOS CAMBIOS EN LA CONCEPCIÓN POLÍT ICA EN ES PAÑA. Desp ués de cuatro décad as de régimen d ictatorial, la democracia se instauró en nuestras vidas de forma p acífica, sólo con algún sobresalto, irrump iendo así la p olítica en el quehacer diario, lo que p rovocó que gran p arte de la p oblación viviese pendiente de los acontecimientos sociales, siguiese con sumo interés las actividad es de los p artidos políticos, de los sindicatos, de las fuerzas armad as, de la Iglesia Católica y de toda organización preocup ada p or el devenir histórico. Pronto, un sector imp ortante de la sociedad en general y de los jóv enes en p articular no vio cump lidas las exp ectativas p uestas en los p artidos políticos y en las instit uciones democráticas. Este hecho originó un distanciamiento de determinados grup os sociales de 55 NUÑEZ RUIZ, Gabriel: cit., p. 133. 50 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) los asuntos p olíticos y una sensación de desen gaño al no ver sus asp iraciones totalmente cump lidas. Por ello, la crisis actual de confianza en las instituciones públicas se dirige contra el estilo de gestión de tales instituciones y no contra la propia legitim idad de las instituciones dem ocráticas56 . Esta desconfianza d io lugar al desencanto y al p asotismo, p ara desembocar en otros nuevos movimientos que en Europ a estaban en boga, como la objeción de conciencia al servicio militar, el pacifismo, el ecolo gismo, el feminismo, el antirracismo, o el movimiento de gay s y lesbianas: La pérdida de confianza en las instituciones tradicionales de la modernidad, tales como el Estado o los partidos políticos, viene explicada por la irrupción en la escena política de un público más crítico y m ejo r form ado, que tiene unas demandas bastante más sofisticadas que las generaciones precedentes57 . “Hemos ap rendido y a la lección de Albert Camus, cuando adv irtió que en p olítica 58 son los medios los qu e justifican el fin” , aunque muchos p olíticos hay an alterado el orden de los términos y consideren que el fin justifica los medios, p rovocando un rechazo, en amp lios sectores sociales, hacia las instituciones gobernad as por aquéllos, dando p aso a una concep ción distinta de la sociedad. Si las instancias tradicionales -Iglesia, sindicatos y otras filiaciones- parecen no tener tanto poder de convocatoria ni gozar de mucho interés, nuevas formas de asociacionism o -Organizaciones No Gubernam entales, voluntariado, etc.- surgen y demuestran que la persona es, ante todo, un ser social59 . Estos movimientos sociales actuales, que se ocup an de la ecolo gía, d el p acifis mo, del feminismo, o d e la defensa de los derechos humanos, no se han transformado en p artido político alguno, p ero sus mensajes han calado en la mentalid ad de la p oblación y se encuentran p resentes en todos o en casi todos los p rogramas de las organ izaciones políticas. 56 JAIME CAST ILLO, Antonio M.: “ La cultura política en España. Entre el materialismo y el posmaterialismo”, en BERICAT ALAST UEY, Eduardo: cit., p. 208. 57 Id, p. 206. 58 SAVATER, Fernando: El valor de elegir, B., Ariel, 2003, p. 152. 59 PAYÁ SÁNCHEZ, Montserrat: cit., pp. 19-20. 51 José R. Co rtés Criado Reivindicar el cump limiento de los p rogramas electorales es una obligación de los ciudadanos, que han de mantenerse críticos con las instituciones democráticas y sus resp onsables, teniendo claro que el auténtico problem a de la democracia no consiste en el habitual enfrentam iento entre una mayoría silenciosa y una minoría reivindicativa o locuaz, sino en el predominio general de la m area de la ignorancia60 . Esp aña es hoy un p aís democrático con una sólida estructura social, forma parte de pleno derecho de nu merosos foros internacionales y ap uesta p or un futuro sin sobresaltos políticos, sociales o económicos. Sierra i Fabra refleja en la trilo gía El tiempo del exilio la vida d e unas familias esp añolas huidas de España tras el fin de la guerra civil y en sus p áginas se pueden observar los avatares sufridos en la p olítica nacional e internacional durante cuarenta años. Algunos acontecimientos nacionales imp ortantes reflejados en la trilogía: guerra civil esp añola, asesinato de Carrero Blanco, mu erte de Francisco Franco, reinstauración de las libertades demo cráticas y regreso a Esp aña de algunos exiliados esp añoles sup ervivientes. 1.1.1.2.10.- LOS CAMBIOS EN LA POLÍTICA INTERNAC IONAL. Los ochenta estuvieron marcados p or la gu erra d e Afganistán. La extinta URSS llevó a cabo la invasión de Afgan istán en 1979. Más de 100.000 soldados soviéticos controlaban las ciudades, mientras la guerrilla domin aba las zonas rurales. 60 SAVATER, Fernando: cit., p. 154. 52 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Hacia 1982 unos tres millones de afganos h abían huido a Pakistán, y un millón y medio lo habían hecho hacia Irán. “La guerrilla, armada eficazmente p or EE.UU. y reforzada con voluntarios árabes y musulmanes imbuidos de un a ideolo gía intransigente islamista (entre ellos el saudí Osama Ben Laden), mantuvo en jaque a un ejército soviético cada vez más desmoralizado” 61. En 1988, en el marco de la perestroika, la URSS, EE.UU., Pakistán y Afganistán firmaron un acuerdo p or el que los soviéticos se comp rometían a retirar sus trop as lo antes posible. Lo que efectivamente hicieron en 1989. La firma de este acuerdo no trajo la p az p ara este p aís. En 1992 las guerrillas islamistas asaltaron Kabul e iniciaron un p eríodo de luchas internas que p ermitieron la toma del p oder p or p arte de los talibanes en 1996. El 7 d e octubre de 2001 se inició la inv asión de Afgan istán p or p arte de EE.UU., que obtuvo el apoy o de la ONU y de la comunid ad internacional, iniciándose una gu erra contra los taliban es en el p aís más pobre de oriente, aún continúa. Esta ocup ación fue bautizada p or el ejército norteamericano con el no mbre de Operación Libertad Duradera. Además, los ochenta trajeron la matanza de estudiantes en la p laza de Tiananmen que no sup uso una transformación demo crática d e China: El sangriento fin de la revuelta estudiantil de Tiananmen, en junio de 1989, fue el episodio más trágico de la determ inación del régimen de asir el poder con puño de hierro62 . Y la caída del muro de Berlín, el 9 de nov iembre d e 1989, “se trató de un 63 movimiento social que, p or medio de man ifestaciones p opulares” , inició el p roceso de reunificación d e la República Democrática Alemana y la Rep ública Federal Alemana. Así como el reencu entro de la Europa cap italista y la comunista. 61 OCAÑA, Juan Carlos, en http://www.historiasiglo20.org/GLOS/afganistan.htm (19/07/06) HIGUERAS, Georgina: “ La larga marcha china por conquistar el siglo XXI”, El País, 18/10/04, p. 38. 63 GARCÍA FUERTES, Mª Antonia et al.: Ciencias Sociales 4º de ESO. Proyecto Zenit Andalucía, M., SM, 2003, p. 252. 62 53 José R. Co rtés Criado Los noventa estuvieron marcados p or conflictos internaciones bélicos que han marcado p rofundamente la conviv encia internacion al desde entonces hasta nuestros días, como fue la guerra del Golfo en 1991, in iciada cuando Irak invadió Kuwait y este p aís pidió amp aro a la ONU, llevándose a cabo un enfrentamiento entre Irak y fuerzas militares internacionales, esp ecialmente norteamerican as. Chechenia, otra ex rep ública soviética, declaró su indep endencia en 1991 resp ecto de la URSS. En 1994 Boris Yeltsin env ió trop as p ara restaurar la soberan ía de Moscú, el conflicto duró hasta 1996. En 1999, Vlad imir Putin, inició una acción antiterrorista que duró hasta el año 2002. Actualmente no existen indicios de que la p az sea p osible. Con más de 100.000 víctimas, la may oría civ iles, tras “la desintegración d e la Unió n Soviética, el conflicto de Chechenia se h a conv ertido en la consecu encia más san grienta de 64 la difícil transición rusa hacia la demo cracia” . Hoy , la guerra del Golfo es considerada p or numerosos analistas p olíticos como un ensay o general de la invasión de Irak llevad a a cabo p or EE. UU., con el ap oy o del Reino Unido y de España, en marzo de 2003, que tenía entre sus princip ales objetivos, según la prop ia administración norteamerican a, redu cir el terrorismo internacional y aumentar la segurid ad de los Estados Unidos, además de eliminar a Sadd am Hussein y destruir su armamento de destrucción masiv a, cuya existencia sigu e sin demostrarse. Sin emb argo, “desp ués de más de un año del fin oficial de la gu erra, anunciado p or el p residente Bush el primero d e mayo del 2003, ha h abido más bajas en las filas de las fuerzas de ocup ación y sobre todo se ha incrementado d e una man era drástica el terrorismo 65 internacional, p recisamente co mo consecu encia a la ocup ación de Irak” . También ha au mentado imp arablemente el número de víctimas civ iles en d icho p aís, desde la p roclamación oficial del final d e la guerra por la admin istración norteamericana, 64 HERRANZ, Francisco: “ Claves para entender un drama”, http://www.elmundo.es/especiales/2002/10/internacional/moscu/claves.html (19/07/06) 65 Véase al respecto, la página web del D epart amento de Hagsh amá de la O rganización Sionista Mundial, http://www.hagshama.org.il/es/recursos/view.asp?id=1810 54 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) resultando imp osible indicar un número exacto de p ersonas fallecid as hasta la fech a, p ese a que diariamente se incrementa dicha cantidad. Hoy el p aís se halla al borde una gu erra civil. Desde otra p ersp ectiva, la que ofrece La Revista Árabe, se informa de que “la invasión a Irak produjo el mayor desastre cultural de los últimos ocho siglos en el mundo. Todavía hoy , soldados estadounidenses o polacos roban tesoros y los venden en las 66 fronteras con Jordania o Kuwait” , y se enumeran actos vandálicos que han emp obrecido el p atrimonio histórico-cultural d el país y de la humanidad al ser d estruidos museos, asentamientos arqueoló gicos, manuscritos, etc. La guerra de Yu goslavia fue un conflicto internacional acaecido en los años noventa donde, “la eufemísticamente denominada p olítica de limpieza étnica” 67 contribuyó a las desap ariciones y ejecuciones extrajudiciales. O conflicto de Bosnia non é o producto da confrontación de tres grupos étnicosmulsum áns, serbios e croatas-, si non o resultado da colisión entre dous proxectos políticos: o primeiro partidario da convivencia m ultiétnica, e o segundo decidido a establecer com unidades homoxéneas na súa composición étnica68 . La gu erra en Yugoslavia fue catalo gada co mo “Una derrota de la Humanidad” 69 en el número 159 de la revista digital de la Archid iócesis d e M adrid en 1999, cuando comenzaron los bombardeos de la OTAN sobre dicho p aís, confirmando que el recurso de la fuerza siemp re es un fracaso de la humanid ad. El nacionalismo y el segregacionismo étnico tuvieron un a marcada influen cia en esta confrontación que culminó con la fragmentación de Yugoslav ia, y el surgimiento de 66 http://www.revistaarab e.com.ar/noticias_invasion_irak.asp (11/03/06) EST EVEZ, Alberto: “ Europa: derecho moral en el campo de los D erechos Humanos”, en Por una Europa de paz, multiétnica e intercultural, cit., p. 95. 68 T AIBO, Carlos: “Europa Central e oriental: o conflicto perman ente”, en JARES, Xesús R., (Coord.): Construír a paz. Cultura para a paz. Vigo, Edicións Xerais de Galicia, 1996, p. 64. 69 COLINA, Jesús, http://www.archimadrid.es/al fayome/menu/pasados/revistas/99/mar99/num159/desdlafe/deslafe3.htm (12/03/06) 67 55 José R. Co rtés Criado Croacia, Eslov enia, Bosnia y Macedonia como estados indep endientes; y con una ola de exterminios masivos y éxodos de p ueblos enteros que conmo cionaron Europa. La muerte de Slobod an M ilosevic, el primer ex jefe de Estado que ha comparecido ante un tribunal internacional, ha dejado sin resolver numerosos interrogantes sobre el conflicto y ugoslavo que tal vez nunca sean aclarados. Fue h allado mu erto en su celda el 11 de marzo de 2006, en el centro de detención del tribunal p enal en Schev eningen, La Hay a. También “en 1993, en nombre de la sup erioridad de su etnia, los hutus de Burundi 70 masacraron p ueblos enteros de tutsis” , p rovocando la mu erte de más de 300.000 personas y ciento de miles de desp lazados y refugiados. Desde hace cin co siglos, este p aís, uno de los más p obres del mundo y más densamente p oblado de África, viv e sumergido en conflictos étnicos y económicos entre la etnia mayoritaria, los hutus, y la minoritaria, los tutsis, además d e verse azotado p or el sida y tener una esp eranza de vida de cu arenta y cuatro años. En otro continente el 22 de diciembre de 1997, 45 indígen as tzotziles fueron masacrados p or la esp alda mientras rezaban en una iglesia de la comunid ad de Acteal, en el estado mexicano de Chiap as. De las v íctimas, 16 eran niños, n iñas, y adolescentes; 20 eran mujeres y nueve hombres adultos. Siete de las mujeres estaban embarazadas. Los resp onsables directos de la masacre fueron grup os p aramilitares op uestos al Ejército Zap atista de Liberación Nacional (EZLN). Con ser un acto criminal que sorp rendió al mundo, no es el ún ico caso de exterminio de indígen as p or grup os p aramilitares en el continente americano. Por último he de record ar que el inicio del nuevo siglo está marcado p or el terrorismo islamista, con tres fechas claves, 11-S, 11-M y 7-J. 70 PRACHE, Denys: Todos nacemos racistas, Zaragoza, Edelvives, 1996, p. 43. 56 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) El 11 de sep tiembre de 2001 la ciudad d e Nueva York sufrió un duro ataque terrorista que cambió la forma de p ensar de los norteamericanos y de todos los habitantes del p laneta resp ecto al terrorismo en general y al islamismo integrista. Sus efectos han convulsionado a todos los gobiernos del mundo, la may oría de los cuales han sacrificado planteamientos de tolerancia y libertad en p ro de un may or control policial sobre sus ciudadanos. El 11-S no fue el prim er ataque contra objetivos norteamericanos de parte del terrorism o islám ico, pero sí el que alertó a Estados Unidos sobre su vulnerabilidad y el que provocó el mayor giro de la política norteam ericana desde la II Guerra Mundial71 . Esp aña también sufrió los efectos devastadores del terrorismo islamista el día 11 d e marzo de 2004, fecha qu e quedó marcad a en la memoria d e todos unida a la cifra de 192 personas fallecidas y muchas más afectadas física y psíquicamente. Aquel am anecer en el que, de repente, la vida se quebró, incapaz de soportar la dim ensión de una barbarie tan desusada. Sólo recurriendo a Auschwitz, a Hiroshim a o a las guerras medievales o africanas actuales podemos alcanzar a comprender las circunstancias de esa matanza72. Nadie p areció sosp echar que se p udiese p roducir un atentado tan salvaje, a pesar d e que “España ha sido una base lo gística p ara los grupos relacionados con la red d e Osama Ben Laden desde 1997, p ero se convirtió en uno de sus objetivos tras el apoy o de Aznar a 73 la guerra de Irak” , como manifiesta Antoni Segura, catedrático d e Historia de la Universidad de Barcelona, y sus efectos aún perduran. Londres sufrió dos atentados terroristas con tintes islamistas, el 7 y el 21 d e ju lio d e 2005, si bien no p arece existir conexión entre ambos. El p rimero, según The Observer, fue perp etrado p or unos jóvenes al margen d e la organización Al Qaeda: 71 CAÑO, Antonio“ La soledad de la superpotencia”, El País, 18/10/04, p. 20. LLAMAZARES, Julio: “ Regreso a los trenes de la muerte”, El País, 01/03/05, p. 2. 73 SEGURA, Antoni: http://www.elperiodico.com/info/suplementos/11m/index05casC.asp ( 18/03/06) 72 57 José R. Co rtés Criado La investigación oficial sobre los atentados que el 7 de julio del pasado año dejaron 52 muertos y un centenar de heridos en Londres concluirá que el ataque no tuvo un apoyo directo de Al Qaeda, sino que fue ejecutado por cuatro jóvenes con poco dinero e inform ación obtenida en internet, aseguró ayer ‘The Observer’ 74 . Según las p alabras de uno de los sup uestos autores del atentado llevado a cabo el 21 de julio, este grup o no tiene vinculación alguna con los autores de los actos p erp etrados el 7-J o con la red Al Qaeda, y la fin alid ad p erseguida con la acción terrorista no era otra que 75 asustar a la p oblación londin ense: “No queríamos matar a nadie, sólo sembrar el terror” . Hay que destacar que el 7-J lond inense coincidió con la p residencia in glesa en la UE y con el inicio de la reunión d el G-8, el grup o de países más p oderosos de la Tierra, así como el atentado de M adrid tuvo lugar la v íspera de unas eleccion es generales en Esp aña. Sierra i Fabra, en la trilogía El tiempo del exilio, refiere la p articip ación de exiliados esp añoles en la resistencia francesa, la estancia de comp atriotas en los camp os de exterminios nazis, el bogotazo, los golp es de estado en Argentina y Chile, entre otros acontecimientos internacionales. En un lugar llamado guerra relata las v ivencias de un joven p eriodista en un p aís imagin ario en guerra civil. Se trata de Tudzbestán, una antigua rep ública soviética, situada entre Rusia y cinco rep úblicas islámicas. Es un p aís muy p obre que desea su indep endencia. De su lectura se desp rende que se trata de un conflicto similar al de la gu erra de Afgan istán, donde un corresp onsal de guerra relata el conflicto y sus vivencias con su lazarillo o niñera, niño superviviente que hace las fun ciones d e guía en medio del conflicto. Este libro está dedicado a estos niños que viven, sobreviven, o mu eren en gu erra. Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas fue acabad a de escribir p or Sierra i Fabra un mes antes de la matanza de Acteal, en Chiap as. La nov ela recrea una matanza de 74 http://www.lavanguardia.es/res/20060410/51243511619.html?urlback=http%3A%2F%2Fwww%2Elavangu ardia%2E es%2Fweb%2F20060410%2F51243511619%2Ehtml (01/06/06) 75 http://www.elpais.es/articulo/internacional/etiope/detenido/Roma/21J/afi rma/queri an/matar/solo/sembrar/terror/ elpporint/20050730elpepuint_4/T es/ (01/06/06) 58 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) indígenas p erp etrada por un grup o p aramilitar en el ficticio p ueblo de Tres Torres, en la Selv a Lacandona de Chiap as, México. Esta obra está dedicada a los indígenas masacrados por ser humildes defensores de sus derechos. Donde el viento da la vuelta está dedicado a los niños soldados: a quienes sobrevivieron a la guerra y a quienes no tuvieron esa suerte. Es un alegato en contra d el reclutamiento de niños, de las matanzas de indígenas y de las minas antip ersonas. Está ambientada en Guatemala, n arra la vid a de un niño sold ado que subsiste a la guerra y termina siendo abo gado defensor d e “los niños de la calle” y miembro d e Amnistía Internacional. 1.1.1.2.11.- LOS CAMBIOS EN LAS CREENCIAS. Nuestra sociedad, de rancia tradición católica ap ostólica y romana, con la llegada d e la democracia, y la p romulgación constitucional d e Esp aña como un estado laico, comenzó a cambiar sus hábitos religiosos. A p esar de ello, el p aís continúa siendo eminentemente cristiano, aunque otras confesion es minoritarias cuentan con feligreses y esp acios p rop ios para el culto. La jerarquía católica goza de gran predicamento en nuestra sociedad y realiza continuos llamamientos a sus fieles p ara que contribuy an al mantenimiento económico de la Iglesia, d efiend an las p osturas oficiales de la misma en cu alquier tema civil, como p uede ser el matrimon io, el sexo, e incluso considera nuevos p ecados no pagar imp uestos, ap oy ar 76 el terrorismo o recurrir a las artes adivinatorias, según el diario El País . Estos cambios en la situación esp iritual no son exclusivos de Esp aña. En el mundo occidental, el ord en social de la tecno cracia está totalmente legitimado, y la razón 76 Redacción: “ Más pecadores ”, El País Semanal, extra 20 años, 05/05/96, p. 42. 59 José R. Co rtés Criado instrumental que p regon a el desarro llo científico y tecnoló gico se d esentiende d e los asuntos morales o religiosos. Como dice Fernánd ez del Ries go: Hubo tiempo en que Dios habitaba con norm alidad en la cultura occidental. Hoy Dios es un ausente. Y lo más llam ativo es que no se nota. No se le echa en falta a este huésped, que era lo necesario y fundamental para la vida de otros hombres en otras épocas77 . Por lo que p odemos decir que “la crisis p rincipal de las democracias occidentales se 78 ha convertido en una crisis moral” , que acarrea miedos, frustraciones, inseguridad ; en suma, una incertidumbre moral qu e conduce fácilmente a cualquier fundamentalismo y que “las conquistas modernas han puesto la ética contra las cuerd as,” 79 p or lo que toda sociedad democrática debe construir una moral civil que favorezca la concordia y el entendimiento entre religion es. En occidente, “más que militancia atea, lo que abunda es la indiferencia 80 agnóstica” , no así en otros continentes, donde la militancia religiosa cobra más adep tos diariamente, aunque las razones de su convencimiento no obedecen exclusivamente a dogmas de fe. En estos momentos, los millones de pobres del Tercer M undo, que observan con desesp eración cómo un tercio de la p oblación del p laneta disfruta de la riqu eza, mientras ellos se ven condenados a rep artirse las migajas, no encuentran otra salida a sus frustraciones que la ofertada p or falsos p rofetas; p or eso, “frente a 300 Iglesias tradicion ales establecidas, co mo la católica, existen y a en el mundo unas 100.000 sectas de sosp echoso 81 culto” . 77 FERNÁNDEZ DEL RIESGO, Manuel: “La posmodernidad y la crisis de los valores religiosos”, en VAT T IMO, Gianni, et al.: cit., p. 77. 78 MART ÍN PAT INO, José María: “ La parroquia global”, El País Semanal, extra 20 años, 05/05/96, p. 160. 79 Id., p.160. 80 FERNÁNDEZ DEL RIESGO, Manuel: cit., p.77. 81 MART ÍN PAT INO, José María: cit., p.160. 60 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En Esp aña, al margen de las grandes religiones, operan más de 300 sectas, que ofrecen a los jóven es desen gañ ados con la Iglesia oficial una exp eriencia d irecta con el más allá, p ero much as veces son un callejón sin salid a, antesala d el infierno dantesco. Llegados a este extremo, las religiones y a no se enfrentan entre sí tanto p or la idea que cada una tiene de la div inidad, co mo p or la idea que tienen del mundo. Se advierte en este sentido el avance de la Iglesia d e la C ienciolo gía en la que milita el conocido actor Tom Cruise. Estos p lanteamientos facilitan el resurgir d e fan atismos que p onen a Dios co mo testigo de cualquier tip o de acto, p or muy inmoral que sea; sirva de ejemp lo la afirmación de Javier Valenzuela: “Las gu erras de Líbano fueron las p rimeras que anunciaron el regreso 82 de Dios como bandera de combate en el tramo final del segundo milen io” , lo que deviene en justificación moral del asesino que cree ganar el cielo acabando con la vida de qu ienes considera en emigos religiosos. Javier Valenzuela exp lica qu e nadie está a salvo d e esta lo cura dond e se mezclan guerra y religión y que observó tanto en Oriente Próximo como en los Balcan es a hombres y mujeres de alto nivel cultural y p rofesional, ejemp lares p adres de familia, defensores de la naturaleza y de los animales, afirmar con serenid ad y firmeza que es necesario exterminar físicamente a su vecino, y a sea cristiano, musulmán o judío, alegando como argumento: 83 “Usted no lo comp rende p orque no vive con ellos” . En las obras de Sierra i Fabra el sentido religioso d e la v ida se manifiesta a través de las reflexion es de sus personajes. La may oría son expresiones de alabanza a Dios, citas de pasajes bíblicos y referencias a las creencias prop ias; así se pueden leer comentarios como los de Tatiana, protagonista en Regreso a La Habana, que afirma no creer en nad a; o los de la religiosa p rotagonista de La voz interior, cuya vida dedica a Dios. 82 83 VALENZUELA, Javier: “Un cuchillo en la boca”, El País Semanal, extra 20 años, cit., p. 164. Id., p. 166. 61 José R. Co rtés Criado 1.1.1.2.12.- LOS CAMBIOS EN LA T ECNOLOGÍA. Por último, reseñar que los p rogresos en los medios d e co municación de masas y en las llamadas nuevas tecnologías, también han ay udado a cambiar la mentalidad de los esp añoles, p or cuanto han servido p ara acercar más los p ueblos y mejorar las comunicacion es, y a que “vivimos en una socied ad de la comun icación generalizada, la 84 sociedad de los medios de comunicación (mass media)” . Hoy han quedado muy lejos los rep roductores p ortátiles de discos comp actos, los tocadiscos, los radios-casetes, los transistores y los ap aratos de televisión en blanco y negro, “se ha asistido en dos décadas a una densificación sin precedentes de nu estra iconosfera debida a la exp losión de los sistemas públicos y p rivados de comunicación 85 audiovisual” . Actualmente disponemos en casa d e infinidad de canales telev isivos, que llegan a través de las ondas tanto como p or cable. También p oseemos aparatos recep tores con pantalla p lana y p anorámica; y rep roductores de vídeo o de DVD, que facilitan una forma de socialización de las personas que “se realiza fundamentalmente a través de la televisión, puesto que este medio ofrece comp ortamientos, valores y actitudes que modelan a las 86 personas o son imitados p or éstas” . Las p erspectivas televisivas son halagüeñas, hoy se recibe en numerosos hogares la televisión digital terrestre, una nu eva tecnolo gía qu e permite emitir telev isión de una forma más eficaz con may ores ventajas y más servicios que el actual sistema analógico, así como recibir en casa may or número de canales. En el año 2010 alcanzará la total cobertura en Esp aña. 84 VATT IMO, Gianni: “Posmodernidad: ¿una sociedad transparente?”, en VATT IMO, Gianni. et al.: cit., p. 9. GURBEN, Román: “La galaxia transparente”, El País 20 años. El País Semanal número extra, cit., p. 256. 86 AGUADED GÓMEZ, José Ignacio: cit.: p. 7. 85 62 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) No debemos obviar que “los valores qu e se exp onen a través de los diversos programas de televisión no resp onden a una traslación equitativa y cabal de la compleja 87 realid ad circundante,” ni que la televisión es un esp ejo que deforma la realidad y presenta un mundo alejado d e la v ida cotidiana, p otenciando una serie de v alores que muy raramente coincid en con los que el sistema edu cativo quiere inculcar. Tal oferta de imágenes y sonidos era imp ensable en décadas anteriores, cuando en Esp aña de disponía de una sola emisora de televisión y dos canales, que emitían determinadas horas al día. Hasta el año 1988 no se ap robó la Ley de Televisión Priv ada, que p ermitió que las nuevas cadenas telev isivas comenzasen a emitir en 1991. La aflu encia masiv a de mensajes que llegan a los hogares a través del recep tor de televisión es p reocup ante, no sólo p or la cantidad d e horas d iarias que se p resta atención al aparato, indep endientemente del lu gar geo gráfico donde se viva, de la edad, del sexo o de la formación cultural del teleespectador, “sino también p or los valores de los mensajes 88 transmitidos y la uniformidad y unidireccion alid ad de sus p lanteamientos y prop uestas” . La telev isión se h a convertido en un elemento imp rescindible p ara ocup ar el tiemp o libre, y en regidor d e much as conductas en los ho gares, donde se p rohíbe hablar mientras se atiende a la p antalla, e incluso se paralizan los actos creadores de interferencias que entorp ezcan una p lena recep ción del mensaje, imp idiendo “las conversaciones, los juegos, las festividades familiares, las discusiones... cuestiones extraordinariamente relev antes p ara 89 el ap rendizaje y formación d el carácter de los niños” . Posteriormente, la revo lución llegó con los orden adores p ersonales e Internet, que continúan modificando costumbres y hábitos en niños, jóvenes, adultos y ancianos, p orque 87 ALONSO, M. et al.: Teleniños públicos, teleniños privados, M., Ediciones de la T orre, 1995, p. 114. AGUADED GÓMEZ, José Ignacio (Dir.): cit., p.16. 89 FANDOS ÍGADO, Manuel: “ Que te(le) aproveche”, en AGUADED GÓMEZ, José Ignacio: cit., p. 37 88 63 José R. Co rtés Criado “Internet no es solamente ni princip almente una tecnología, sino que es una p roducción 90 cultural” que goza de gran lib ertad y predicamento. La información que invade los ho gares, bien a través de la rad io, la televisión o Internet, nos globaliza; une a los p ueblos, los acerca a culturas diferentes, les hace conocer descubrimientos científicos, cataclismos acaecidos, cambios econó micos, que afectarán a las economías, a las costumbres y a la vida diaria de todas las p ersonas, habiten en uno u otro continente, haciéndonos comprender que vivimos en una sociedad mundial interrelacionada: No hay ningún país ni grupo que pueda vivir al m argen de los demás. Es decir, las distintas formas económ icas, culturales y políticas no dejan de entrem ezclarse91 . Pero al mismo tiemp o, esos medios de comunicación, qu e difunden tal cantidad d e información, a un ritmo tan vertiginoso y de forma tan fragmentada, sin conexión con otros referentes que ay uden a comprender y a interp retar ese sentido de la globalidad, “en esp ecial la telev isión, han p ropiciado que la relación de la p ersona con su historia de vid a o dimensión bio gráfica sea una relación de consumo” 92. Hay un hecho relevante que muestra el p oder omnip resente de la televisión, y es que todas las p ersonas conocen a las estrellas de sus caden as p referidas. Por ello podemos afirmar que “la existencia d e una telealfab etización cuasi un iversal […] es, p robablemente, el mejor índice de imp acto de un medio que, en menos de cincuenta años, se ha convertido 93 en hegemón ico en la vida p lanetaria” . Como los medios aud iovisuales invad en nuestras vidas desde distintos frentes, habría que educar en su utilización d esde diferentes án gulos, p orque “la enseñanza de los medios aud iovisuales debería integrarse a través del currículum, d e modo que leer y 90 CAST ELLS, Manuel: “La dimensión cultural de Internet”, Andalucía Educativa, nº 36, abril, 2003, p. 8. BECK, Ulrich: ¿Qu é es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización, B., Paidós, 2002, p. 28. 92 PAYÁ SÁNCHEZ, Montserrat: cit., p. 17. 93 PÉREZ T ORNERO, José Manuel: “Educación en T elevisión”, en AGUADED GÓMEZ, José Ignacio (Dir.): cit., p. 23. 91 64 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) escribir mensajes v isuales fu era un a destreza coh erente, que los estudiantes consid erasen tan relevante p ara sus vidas como la lectura y escritura del lenguaje verbal” 94 y que las personas receptoras “comp rendan la imp ortancia de la alfabetización audiovisual e 95 informática d e los med ios audiovisuales y su imp licación en el currículo ” . La tecnolo gía enmarca la vida del siglo XXI. Hoy es imp osible vivir al margen d e ella, se ha hecho imp rescindible y ubicua. No n ecesitamos ser exp ertos en su conocimiento para p oder utilizarla, nos vale con saber descifrar simp lemente sus mensajes p ara obtener los beneficios que de ella se esperan. Estos cambios que ha exp erimentado la tecnolo gía no han alcanzado todos los confines de la Tierra al unísono. Kalil M tube, el joven p rotagonista de la obra de Sierra i Fabra, La piel de la memoria, se sorp rende al ver p or p rimera vez a fin ales del siglo XX en la ciud ad de Daloa, unas v entanas de colores, dentro de las cuales unas p ersonas se movían; y se asombra al escu char música saliendo d e un ap arato en el cu al giraba un a p laca redonda de color negro. Y aunqu e los av ances tecno ló gicos están p resentes en la obra de Sierra i Fabra, esos progresos son más visibles en sus novelas futuristas. Normalmente sirven para facilitar las condiciones de vida d e las p ersonas y mantenerlas informadas en todo momento, aunque pueden ser utilizados p ara ejercer un férreo control sobre el ind ividuo. La clase dirigente en la sociedad del futuro, según o curre en Marte XXIII, controlará a los ciudad anos a través de un ordenador doméstico, éste se encargará de abrir y cerrar puertas y ventanas, controlar la desp ensa, mantener la ventilación, ser la agend a p ersonal de los habitantes de la casa, p ero sobre todo será el controlador de la vida cotidiana de sus moradores, registrará sus conversaciones, visitas, p referencias… Se ejercerá la vigilancia de la p oblación por medio d e una máquina cread a p ara facilitar la v ida a las personas. 94 GREENAWAY, Peter: “¿A quién corresponde la enseñanza d e los medios?”, en APARICI, Roberto (Coord.): La revolución de los medios audiovisuales, M., Ediciones de la T orre, 1993, p. 43. 95 2 APARICI MORENO, Roberto: Tecnología educacional, M., UNED, 1993 , p. 7. 65 José R. Co rtés Criado 1.2.- S ER JOVEN EN LA ESPAÑA D EMOCRÁTIC A. 1.2.1.- LA S OCIEDAD CAMBIA, LOS JÓVEN ES CAMBIAN. Todos los cambios sufridos p or la sociedad esp añola han influido en el comp ortamiento de sus miembros, tanto en niños como en jóvenes o en adultos, p orque todos los acontecimientos se interrelacion an y modifican las condu ctas de las personas afectadas, como afirma Watzlawick: Sostenemos básicam ente que los sistem as interpersonales -grupos de desconocidos, parejas matrimoniales, fam ilias, relaciones psicoterapéuticas o incluso internacionales, etc.pueden entenderse como circuitos de retroalimentación, ya que la conducta de cada persona afecta la de cada una de la s otras y es, a su vez, afectada por éstas96 . O como se expresa Rodari, al afirmar que cuando una p iedra cae en las aguas tranquilas de un estanque, no sólo muev e todo aquello que se en cuentra en la sup erficie d el agu a, sino tamb ién lo que se encu entre en suspensión en ella y “cuando toca fondo, agita el lodo, go lp ea los objetos que y acían olvidados, alguno d e los cuales desentierra, otros a su 97 vez son tap ados p or la arena” . De semejante man era actúan los recu erdos, las exp erien cias, y cualquier otro acontecimiento que p resenciemos, p orque todo hecho deja huellas en nuestro carácter, nos modifica determin adas actitudes, y crea conexiones entre las distintas p ercep ciones p ara mejorar nu estra ap titud. 96 97 WAT ZLAWICK, Paul, et al.: Teoría de la comunicación humana, B., Herder, 19939, p. 32. RODARI, Gianni: Gramática de la fantasía, B., Ferran Pellisa, 1979, p.10. 66 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Si hubiese de nombrar algunos de los acontecimientos imp ortantes que han provocado la modificación de conductas en nuestro p aís, emp ezaría p or la elevación del nivel cultural, la mejora de la economía y la reconversión del p ap el de la mujer en la sociedad: La alfabetización universal, el acceso de la mujer al trabajo, el colosal aum ento de la población universitaria, la industrialización, la dism inución radical de la población rural, el paralelo aum ento de la població n urbana, la pérdida de vigencia social de la Iglesia, el paso a una democracia real, el turismo generalizado, el contacto con otras culturas, la emigración y la inm igración, todos estos elem entos tenían que alterar creencias, sentim ientos, expectativas, usos y costumbres de nuestra sociedad98 . Esta suma de acontecimientos ha traído consigo un a modificación de los valores morales de nu estra sociedad, que afectan a toda la p oblación, esp ecialmente a los jóvenes. Para comp render la situación actual de la juventud esp añola es necesario p restar atención a los variados acontecimientos que tuvieron lugar en los ochenta, p orque los jóvenes que habían batallado por la democracia en la décad a anterior ocup aron los p uestos políticos y p rofesionales relevantes de aquella socied ad y todavía algunos continúan ocup ando estos esp acios. Como llegaron jóv enes a p uestos de resp onsabilidad y con la sensación de haber perdido su vida p rivada en las lu chas p olíticas, decidieron vivir un a nuev a juv entud, adueñándose del esp acio p ara el ocio, desplazando a los jóvenes de los ochenta, que, aunque vivían confortablemente, vieron qu e su lu gar en la sociedad era ocup ado p or la gen eración p recedente. Estos jóvenes, nacidos en los sesenta, “suelen esgrimir como autodefensa un argu mento de regustillo amargo: Nos han robado el esp acio y el p rotagonismo” 99, cuando se refieren a sus p rogenitores. 98 MARINA, José Antonio: “ Los cambios en la conviven cia”, en IGLESIAS, Carmen (Di r.): Un siglo de cambios, ABC, M., Diario ABC, 2003, p. 203. 99 AZNÁREZ, Malén: “ La generación Peter Pan”, cit., p. 240. 67 José R. Co rtés Criado La ocup ación d e los espacios juven iles p or la gen eración adulta, acarreó dificultades a la generación d e relevo, qu e vio la sociedad de los may ores como la que le impidió su integración, p ero no p or eso se rebeló, dándose la p aradoja de que la única generació n de padres desde 1960, que [sic] han conseguido que sus hijos y sus hijas les crean, y que acepten el m undo de los m ayores, no [sic] han sido capaces de ofrecerles un proyecto ni un lugar en ese mundo.100 Parece ser qu e la juv entud se va qued ando sin esp acio social y, a p artir de finales d e la década de los och enta, la sociedad intenta exp licar este fenómeno como resultado de la irresp onsabilidad de los jóven es, generando desconfianza hacia todo lo relacionado con lo juvenil. Algunas veces ese recelo está justificado p or el uso esp urio que determinados medios de comun icación d e masas hacen de ciertas noticias sobre adolescentes consumidores de alcohol o sobre la violencia desatada p or p andillas urbanas, p ara lo que “se selecciona el caso más tenebroso, se destaca el porcentaje decimal más llamativo y se construye con ellos el tap iz más sombrío p osible” 101 sobre este segmento p oblacion al, cuando lo más sensato sería acep tar el consejo exp uesto en el informe sobre la juventud esp añola de 1996: Hay que amainar el diluvio de prejuicios y de m alentendidos relativos a la juventud, que se vuelcan en los m edios de com unicación y que convierten a las generaciones juveniles en chivos expiatorios de las tensiones colectivas102 . A p esar de los p roblemas laborales, de la imp osibilidad de un a emancip ación temp rana y del retraso en p oder formar una familia qu e arrastra la juventud actual, entre otros asuntos, los jóvenes gozan de gran p rotagonismo en esta sociedad en la que nos ha tocado vivir, donde se exalta, se envidia, se p otencia, y se desea ser joven eternamente, 100 MARTÍN SERRANO, Manuel y VERLADE HERMIDA, Olivia: Informe: Juventud en España 96, M., Instituto de la Juventud. Ministerio de T rabajo y Asuntos Sociales, 1996, p. 23. 101 RUIZ DE OLABUÉNAGA, José I. (Dir.): cit., p, 45. 102 MARTÍN SERRANO, Manuel y VERLADE HERMIDA, Olivia: cit., p. 29. 68 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) aunque el conseguirlo no esté al alcance de la mano, p ese a que no falten candidatos a ser Dorian Gray . Ser joven se ha convertido en un fin en sí mism o. Hay que ser joven. Incluso por obligación. Lo mandan todos los anuncios publicitarios. Cualquier marca utiliza sin pudor los cuerpos más esculturales y m ás jóvenes para vender el producto, sea cual sea: un detergente o una almohada cervical103 . Para mantenerse joven, hay que combin ar el cu idado del p rop io cuerp o con el atuendo adecuado y los afeites p roducidos en laboratorios, junto a los adelantos científicos para conservar y mejorar la figura, a pesar de las limitaciones que la genética y la biología imp onen al organismo. Como “la belleza y el asp ecto físico, la imagen en definitiva, se ha convertido en una base de nuestra sociedad ” 104 , se pretende retrasar el p aso del tiemp o; y cuando no es suficiente, se recurre a la cirugía p ara eliminar los deterioros físicos p ropios de la edad madura, hasta que los biólogos descubran la causa del env ejecimiento y se cump la la profecía del p rofesor de Investigación d el Centro de Bio logía M olecular (C SIC-UAM ), Ginés Morata: “El envejecimiento llegará a ser controlado” 105. En nuestra civilización, el cuerp o se ha convertido en un hermoso objeto de consumo; y a no es cárcel, sino fach ada, es nuestra seña de identidad, icono de la publicidad, de la moda, d e la cu ltura p op ular, del culto dietético, higién ico y terap éutico. Hay que comer sano p ara ser bello, la belleza no es sólo externa, no es únicamente una cap a de maquillaje y un bonito atuendo, también lo es el con junto de p roductos que ingiere nuestro organismo. No seguir los dictados de la moda se considera in cultura, atraso, y sup one exclusión d el grup o de los elegidos, aunque la diferencia la marquen los genes o los bienes materiales: 103 104 105 ORDAZ, Pedro: “Miedo a crecer”, El País 20 años. El País Semanal número extra, cit., p. 248. PAYÁ SÁNCHEZ, Montserrat: cit., p. 14. MORAT A. Ginés: “ Entrevista al profesor Ginés Morat a”, El Cultural de El Mundo, 31/03/05-06/04/05, p. 55. 69 José R. Co rtés Criado La belleza es un cuerpo bien alim entado prim ero y bien constituido después. [...] La belleza es también sinónimo de cultura, de form ación, de instrucción. Si una persona está gorda es porque no sabe alim entarse.106 Esta p reocup ación p or el organismo, al que hay que someter a todo tip o de sacrificios, “p rueba hoy que el cuerp o, con o sin fundamento freudiano, se h a convertido en una auténtica motivación ” 107 p ara cualquier p ersona, y ha p asado a ocup ar lugares prioritarios en las listas de intereses p ersonales, no sólo entre los adolescentes, sino que se ha extendido entre las personas de cualquier edad p orque se interp reta desde un h edonismo calcu lado: se h a de cu idar la imagen como futura fuente de p lacer. El cuerpo es un medio de autoafirm ación y de comunicación de la propia identidad y del propio referente social y axiológico. Se integran así las funciones interior y exterior: cuidar del cuerpo, preservar la salud y configurar el m ensaje externo, causar buena impresión en las relaciones sociales108 . Si se trata de cuidar el cuerp o, la may oría de los p ersonajes de Sierra i Fabra saben que deben llevar una dieta equilibrada y acudir a un gimnasio p ara estar en forma. Jóvenes preocup ados p or su cuerp o aparecen en Casting, Día d e rodaje, El tiempo del olvido o Donde esté mi corazón. 1.2.2.- LA ID ENTID AD Y LA ENTIDAD DE LOS JÓVENES . Decir que se considera joven a aqu ella p ersona que ha d ejado d e ser niño p ero no ha alcanzado la edad adulta es informar bien p oco del con cep to que se tiene p or joven, p orque el tránsito de una etap a vital a otra no tiene la misma duración en todas las sociedades, ni cump le las mismas p remisas. 106 REY, Juan: “Retórica y consumo. Una propuesta metodológica”, en REY, Juan, (Ed.): Consumo, publicidad y cultura, Sevilla, MAECEI Ediciones, 2002, p. 27. 107 ALT ARRIBA, Miquel: “Antropología del consumo y cultura publicitaria. T odo lo que me gusta engorda o es pecado ”, en REY, Juan (Ed.): cit., p. 67. 108 PAYÁ SÁNCHEZ, Montserrat: cit., p. 13. 70 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) También se p odría decir que la juventud es “un p eríodo de libertad p rovisional que abarca desde la rup tura de las dep endencias d e la familia de origen hasta el establecimiento de las ataduras prop ias de la vida adulta” 109 . Por lo tanto, en primer lugar habría que clarificar el concep to joven, p orque cuando se habla de n iño o de jov en, es frecuente que se interp reten ambos términos como una identidad. Sin emb argo, no todos los jóvenes tienen una misma identidad; ésta la consigu en cuando el sign ificado que se da a la palabra joven hace referencia únicamente a un grup o gen eracional, es decir, cuando se enfrenta a las p alabras beb és, niños, adultos o ancianos: Todas estas identidades basadas sólo en las edades, cum plen una función evaluativa. Son representaciones colectivas que cada sociedad, en cada tiem po, utiliza para asignar las posiciones y las funciones que les estén reservadas a cada generación110 . Cuando se quiera dar entidad al joven, hay que analizar otros asp ectos de su vida, es decir, saber si está soltero o casado; si trabaja o está en p aro; si estudia o inv estiga; si es chico o ch ica, a qué familia p ertenece, etc. La transición de jov en a adu lto en generaciones pretéritas era ráp ida; ahora la adolescencia se ve p lenamente alargada, y el paso de joven a adulto se contemp la como una larga etapa de la vid a, porque “la divisoria entre el mundo juvenil y el de los adu ltos y a no es una línea sino un territorio” 111 . Existen una serie de elementos que p rolongan la juventud, como son la larga formación p ara acceder al mundo laboral, la falta d e un emp leo digno, el no disp oner de un hogar p rop io, entre otros. 109 110 111 GARRIDO, Luis y REQUENA, Miguel: cit., p. 11. MARTÍN SERRANO, Manuel y VERLADE HERMIDA, Olivia: cit., pp. 16-17. Id., p. 21. 71 José R. Co rtés Criado Sin emb argo, determinados analistas consideran que los jóvenes actualmente no tienen la ansied ad p or abandonar el hogar p aterno, como hace dos décadas, p orque casi la mitad de los que trabajan no qu iere hacerlo. Este hecho p arece indicar que la inserción laboral y la ind ep endencia económica no son los elementos que justifiquen p lenamente el reco gimiento en casa, donde tienen cubiertas sus necesidad es vitales y afectivas, además de disp oner de una amp lia libertad y no asumir el aumento de resp onsabilidades que acarrea la formación d e un ho gar. Este dato refleja una form a de pensar que se está extendiendo entre los jóvenes que trabajan […] No hay obstáculos para que cada uno haga su vida, ¿para qué complicarse entonces la existencia? Se practica así una pauta de “emancip ación parcial” que en definitiva consiste en prolongar durante algún tiempo el mom ento de transición a la vida adulta112 . Algunos analistas consideran que la juventud es un segundo nacimiento, otros la consideran un segundo crecimiento, p orque el p rimero tuvo lugar en la infancia en cuanto a asp ectos fisiológicos, morales, intelectuales, sociales, de los que la familia y las instituciones educativas fueron resp onsables: El segundo crecim iento de la juventud es “externo” y consiste en la adquisición (construcción, constitución, institucionalización o “conquista”) del espacio social exterior113 . Desde esta p erspectiva, la exp eriencia que se adquiere durante la juventud marca el desarrollo de la vida futura, y se p uede considerar el p aso de joven a adulto como un nacimiento a la sociedad: Parece que desde ahora habrá para la mayoría de la población un período de la vida durante el cual se será medio joven y m edio adulto. O lo que es lo m ismo, ni lo uno ni lo otro. Esa edad de desconcierto suele iniciarse hacia los veinticinco años, cuando ya no hay más m oratoria para los estudios114 . 112 DEL VALLE, Irene: “ Vida cotidiana y relaciones personales”, en ELZO, Javier, et al.: Los jóvenes españoles 94, M., SM, 1994, p. 93. 113 GARRIDO, Luis y REQUENA, Miguel: cit., p. 240. 114 MARTÍN SERRANO, Manuel y VERLADE HERMIDA, Olivia: cit., p. 21. 72 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Ser joven siemp re ha sido un p roceso de ap rendizaje, de maduración, d e formación, “es además, aquel en que los hombres se muestran más impacientes ante todo freno y más deseosos de cambio ” 115 , y como todo p roceso de crecimiento, tiene sus conflictos, sus intereses y sus cambios, según las circunstancias sociales. Esta suma de acontecimientos va a configurar la p ersonalidad de los ind ividuos que no se obtiene en exclusiva p or la “armonización del contenido lógico, objetivo o ético de su p ersonalidad. Al contrario, la contradicción y el conflicto no sólo p receden esta unidad sino que op eran en ella en cualquier momento de su existencia” 116 . La interrelación de la p ersona con la sociedad es un p roceso de transacción continuo que le ayuda en su formación como ser social, “y para el que George Simmel acuñó en 1908 el nombre de p roceso de socialización” 117 p ara indicar que el individuo en desarro llo bioló gico forma su p ersonalid ad social mientras ap rende a adap tarse a las necesidades de la sociedad donde vive. Es necesario destacar que “el tránsito más relevante p ara el relevo gen eracional es el que transforma a los jóven es en adultos” 118 . Por tanto, las generaciones juveniles necesitan una id entidad que sea reconocid a socialmente y en la cual p uedan verse reflejados, sabiendo distinguir que la verdad era identidad no se corresp onde con “las autoimágenes juven iles y las heteroimágenes sobre los jóvenes, que en lo fundamental son el resultado de la producción co municativa” 119 . Ocurre con frecuencia qu e la imagen qu e se proy ecta de la juv entud sea estereotipada y rep leta de p rejuicios, buscando un sensacion alismo que atraiga a la masa de ciudadanos áv idos de imp resiones fuertes, y nos encontremos con una información que h ará preguntarse a más de un p adre o madre “cuándo su h ijo o hija fumará un p orro, se acostará 115 DURKHEIM, Émile: La división del trabajo social, II, B., Planeta-Agostini, 1985, p. 347. SIMMEL, Georges: “ Prólogo” a BERICAT ALASTUEY, Eduardo: cit., p. 15. 117 LÓPEZ JIMÉNEZ, Ángel a: “ Cultura e identidades juv eniles modernas, consecu enci a gen eracional de los jóvenes españoles ”, en BENEDICT O, Jorge et al.: Aprendiendo a ser ciudadanos. Experiencias sociales y construcción de la ciudadanía entre los jóvenes, M., Instituto de la Juventud, 2003, p. 19. 118 Id., p. 17. 119 MARTÍN SERRANO, Manuel y VERLADE HERMIDA, Olivia: cit., p.20. 116 73 José R. Co rtés Criado con el novio o la nov ia sidosa, será apaleado a la salida d e una discoteca p or otra banda de jóvenes o se estrellará en el coch e de un amigo que conduciría borracho” 120 . Si a este prototipo se añade otro que refleje el mod elo d e ado lescente insolidario, pasota, agresivo, consumidor de dro gas, sin formación cu ltural alguna y que h asta p uede ser p rotagonista en un p rograma, de gran audiencia, de algun a d e las cad enas televisivas esp añolas, flaco favor se hace a un segmento de población qu e será el heredero d e la sociedad p resente. Los p ersonajes de Sierra i Fabra, en su gran may oría, son jóven es, y de sus libros se desp rende una lección : el futuro es de ellos, la vida les p ertenece, tienen d erecho a equivocarse y a ser felices. Este mensaje se puede deducir ley endo obras como Rabia, El tiempo del olvido, La estrella de la mañana, Retrato de un ado lescente manchado o Donde el viento da la vuelta. En Rabia, la joven p rotagonista anota en su diario reflexiones p ersonales y frases que le llaman la atención, como la que oy ó al escritor que acudió a su instituto: “Si vas a cagarla, mejor mientras seas joven. De viejo es más difícil salir d el apuro” 121 . Numerosas novelas suy as p ueden catalogarse de ap rendizaje, p ues a lo largo de sus páginas los jóvenes maduran y dejan de serlo p ara ingresar en el mundo adulto. Así ocurre en La memoria de los seres perdidos, El último verano miwok, El joven Lennon, Concierto en sol mayor, El oro de los dioses, entre otras. 120 121 74 Id., p. 20. SIERRA I FABRA, Jordi: Rabia, M., SM, 2000, p. 80. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 1.2.2.1.- LOS JÓVENES Y LOS CAMBIOS POLÍTICOS. En Esp aña, la década de los ochenta se inició con una serie de p reocup aciones y asp iraciones unidas a la nueva forma de gobierno, al deseo de afianzar el sistema democrático y a la creación d e una estructura administrativa que facilitase la consecu ción de las aspiraciones de v ida de todos los esp añoles. Este contexto incide notablem ente en la form ación de las políticas de juventud, que aunque en esta etapa son aún m uy incipientes, responden a una preocupación fundamental por la consolidación de lo s valores democráticos122 . Posteriormente, ese interés decay ó, y los jóvenes, escép ticos y p ragmáticos, qu e rechazaron la militancia en p artidos p olíticos, mostraron un sentimiento anti-OTAN, el cual se unió a otro antibelicista de rechazo al servicio militar obligatorio; que el 31 d e diciembre de 2001 dejó de estar en vigor. Esp aña cuenta desde el 1 de enero de 2002 con un ejército profesional. Los jóvenes manifestaron no sólo estar p reocup ados p or la guerra, (“Guerra a la guerra p or la guerra” 123 ), que “es la cara d e todas las des gracias” 125 más visible y llamativa de la v iolen cia directa” 124 , y “la man ifestación , sino también p or las relaciones norte-sur, los desequilibrios económicos entre p aíses p obres y ricos, la ecolo gía y el medio ambiente, entre otros asuntos. Es el desarrollo tecnocientífico, artístico, económico y político, lo que ha hecho posible el estallido de las guerras totales, los totalitarism os, la brecha creciente entre la riqueza del Norte y la pobreza del Sur, el desempleo y la “nueva pobreza”, la deculturación general con la crisis de la Escuela , es decir, de la transmisión del saber, y el aislam iento de las vanguardias artísticas (y actualm ente, por un tiempo, el rechazo de ellas)126 . 122 GIMÉNEZ GUAL, Laura, “ Las políticas de juventud: hacia unas políticas emancipatorias”, en BENEDICT O, Jorge et. al.: cit., p. 170. 123 3 ALBERT I, Rafael: Entre el clavel y la espada, Buenos Aires, Losada, 1976 , p. 24. 124 SALABERT , Juana: “ La guerra, Natalia”, en VV. AA, En pie de paz, Córdoba, Plurabelle, 2003, p. 23. 125 BAST IDA, Ana: “ Desaprend er la guerra”, en Por una Europa de paz, multiétnica e intercultural, cit., p. 65. 126 6 LYOT ARD, Jean-François: La posmodernidad (explicada a los niños), B., Gedisa, 1999 , p. 98. 75 José R. Co rtés Criado Actualmente existen grup os juveniles que cuestionan la tala indiscriminad a d e árboles en determin adas zonas p obres del p laneta, cuy a única fin alidad es fabricar mobiliario d e jardín para disfrute en las terrazas d e p aíses ricos, cultivar soja en la Amazonia, o crear zonas de p asto en América C entral tras una masiv a deforestación, que acarreará una redu cción del p otencial biótico de la zona, y que afectará a la agricultura en todo el continente, al romp erse el equ ilibrio eco ló gico existente, p orque los vecinos ricos de Norte América “cuando van al sup ermercado, quieren encontrar la mejor carne al p recio más bajo p osible” 127 . También debemos añadir que d eterminados jóven es p articip an actualmente en actividades a favor de las libertades en cualquier lu gar de nuestro p laneta, en las que promueven la donación d e 0’7 por ciento del PIB a los p aíses del Tercer M undo, en las que piden la paz, o se manifiestan contra la intoleran cia. Una gran p arte de la juventud es consciente de la imp ortancia de un co mp ortamiento tolerante p ara una mejor convivencia y de que muchas veces afloran sentimientos intolerantes en el ind ividuo cu ando no está formado p ara vivir en contacto con otras culturas. Una actitud no tolerante “no suele p roducirse de forma gratuita, sino que puede ser utilizada p ara responder a funciones p sicológicas y sociales cuando no se d ispone de recursos p ositivos p ara ello” 128 . Además, hoy se entiende que “el concep to de p az es muy subjetivo y con variedad 129 de significados” , y que está estrechamente un ido al resp eto a los derechos y libertades fundamentales de la p ersona, por lo que su significado es tan sumamente amp lio que no se puede vincular únicamente a la ausencia de guerras: 127 GRASA, Rafael y REIG, Dolors: El restaurante d el mundo, B., Cuadernos Linguap ax. UNESCO. Ediciones P.A.U., 1998, p. 50. 128 DÍAZ AGUADO, Mª José: Programas de educación para la tolerancia y prevención de la violencia en los jóvenes. Volumen I. Fundamentación Psicopedagógi ca, M., Ministerio de T rabajo y Asuntos Sociales, 1999, p. 43. 129 CARRERAS, Llorenç, et al.: Cómo educar en valores. Materiales, textos, recursos y técnicas. M., Narcea, 3 1996 , p. 165. 76 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Sabem os que la verdadera paz va indisolublemente unida al impulso para erradicar las situaciones de injusticia, desigualdad, explotación, insolidaridad. Se comprende, pues, que el profesor Johan Galtung pueda afirm ar que: llam ar paz a una situación en la que imperan la pobreza, la represión y la alienación, es una parodia del concepto de paz130 . Al margen de las organizaciones tradicion ales p olíticas, sindicales y de la Iglesia, los jóvenes, seres sociales, han en contrando otros esp acios desde donde manifestar su descontento y deseos de p articip ar en la vida social, como son las organ izaciones no gubern amentales y el voluntariado, “se trata de una concep ción mucho más humanista, en 131 el sentido del cono cimiento mutuo comp artido, y de cuidado y ay uda” . Actualm ente la solidaridad mueve a m illones de jóvenes en todo el m undo; existen un sinfín de ONGs dispuestas a viajar al infierno para echar una m ano a los necesitados, son los voluntarios sin fronteras, hombres y mujeres dispuestos a cooperar desinteresadam ente. Hay m iles de causas para solidarizarse con los demás y para com prom eterse132 . Determinados protagonistas retratados p or Sierra i Fabra son demócratas comp rometidos con causas nobles, que reflejan su desencanto con la p olítica, como refleja la resp uesta dada p or un p adre a su hijo que desea saber qué es la p olítica: El arte de m entir con una sonrisa, y de matar con la ley de su parte, y de encubrirlo a los ojos de los dem ás133 . O la negativa del ex p olítico a cump lir lo que le p ide su mujer: ¿Por qué no dices la verdad, que estás cansado de los políticos, los pactos, las com ponendas, las campañas descalificadoras, del sentimiento que tiene mucha gente de que, quien quiere el poder, es para ejercerlo en su propio bien?134 También, muchos de los jóvenes p rotagonistas se declaran eco lo gistas, solidarios pacifistas y p ertenecen a algunas ONGs. Las más nombradas son M édicos Sin frontera, Amnistía Internacional, y Greenp eace. 130 MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida: Prólogo a MUÑ OZ, Francis co A, et al.: Actas del I Congreso Hispanoamericano de educación y cultura de paz, Granada, Universidad, 2003, p. 7. 131 PAYÁ SÁNCHEZ, Montserrat: cit., p. 20. 132 ALT OZANO, Manuel: “Lecciones de generosidad ”, El País Especial Día de Andalucía, 28/02/04, p. 26. 133 SIERRA I FABRA, Jordi: Donde el viento da la vuelta, B., Edebé, Periscopio, 2001, pp. 29-30. 134 Id., Retrato de un adolescente manchado, M., Bruño, Paralelo cero, 1998, p. 14. 77 José R. Co rtés Criado Gloria, personaje de Donde esté mi corazón “era socia de Greenp eace, de Amnistía Internacional, de M édicos sin Fronteras y , p or sup uesto, un día, ella y varias amigas de su clase se hicieron don antes de órganos” 135 . 1.2.2.2.- LOS JÓVEN ES Y EL T RABAJO. En otras ocasiones el recelo hacia los jóvenes surge p orque los adultos ven un comp etidor laboral en ellos, que p ueden reemp lazarlos p ues suelen estar mejor p rep arados y sus salarios ser más bajos. Los jóvenes actuales han disfrutado de una vid a cómod a, han tenido acceso a escuelas y universid ades, han perfeccion ado estudios en p aíses extranjeros, han v iajado p or otros continentes, son usuarios de las nuevas tecnologías, etc., y son, según el decir de los exp ertos, los jóvenes mejor p rep arados de toda nuestra historia, y los que tienen may ores dificultades a la hora d e encontrar un puesto de trabajo: Su cruz es haber sido, sin quererlo, los protagonistas de una crisis económica mundial que, junto con las nuevas tecnologías, ha potenciado un cam bio brutal en el sistema de producción. Y les ha cogido de pleno. Es cuando tienen que enfrentarse al prim er trabajo cuando la perm isiva, complaciente y divertida sociedad en la que han crecido se vuelve adversa y cruda136 . Creer que alargar la formación acad émica de los jóven es p uede asegurarles un excelente p uesto de trabajo y una mejor fuente de in gresos en el futuro es crear falsas exp ectativas y a que, en la may oría de los casos, no hay una relación directa entre la formación académica recibida y el nivel de excelencia p rofesional consegu ido; 135 136 78 Id., Donde esté mi corazón, B., Edebé, Periscopio, 19982, p. 197. AZNÁREZ, Malén: cit., p. 240. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) gen eralmente, el salario cobrado no les p ermite emancip arse y asumir las resp onsabilidades prop ias de un adulto. Los ingresos que reciben no son ni tan menguados como para reducirse a los gastos de bolsillo, ni tan cuantiosos com o para perm itir la definitiva autonom ía. Son, si se nos perm ite la expresión, no sólo trabajadores discontinuos, sino adem ás “em ancipados discontinuos”137 . Si acceder a la vida adulta se ralentiza p ara los jóvenes y no se les da libertad p ara asumir obligaciones, tamp oco p odrá la sociedad p edirles resp onsabilidades p orque, como dice Émile Durkheim: “no somos responsables más que en razón de la libertad que nos es dada” 138. Además, al alargarse en el tiemp o la asunción de responsabilidades por p arte de los jóvenes, éstos p erciben que tienen derechos, de los cuales h acen p erfecto uso y quieren que les sean resp etados, p ero no reparan en los deberes que dichos derechos con llev an: Son niños mucho tiem po y debem os buscar la m anera de darles responsabilidades para que maduren com o personas139 . Los jóvenes p rotagonistas en las novelas de Sierra i Fabra p ueden tener trabajo, como le ocurre a Jonatan Boix M ontornés, p eriodista que trabaja en la revista Zonas Interiores y es uno de los p rincip ales p ersonajes en Las chicas de alambre y Tiempo muerto. También son periodistas Eudaldo Cruz, p ersonaje de El rostro de la multitud; Alberto Serradell, en La música del viento; Alicia Cod erch, Donde el viento da la vuelta, por citar sólo tres ejemplos más. También existen p ersonajes que trabajan como mensajeros o mecánicos, en Noch e de viernes y Sin tiempo para soñar. Otros carecen de oficio y se ganan la vida limp iando parabrisas de los coches p arados en los semáforos como la joven okupa de Nunca seremos 137 138 139 MARTÍN SERRANO, Manuel y VERLADE HERMIDA, Olivia: cit., p. 21. DURKHEIM, Émile: La educación moral, M., T rotta, Clásicos de la cultura, 2002, p. 84. SUBIRAT S I MART ORI, Marina: Entrevista, Andalucía educativa nº 33, Sevilla, octubre 2002, p. 38. 79 José R. Co rtés Criado estrellas del rock, y hay quienes se dedican a traficar con drogas en Campos de fresas, o El mensajero del miedo. Por lo general, los p ersonajes que tienen un oficio digno, acaban felizmente sus historias y p ueden ser tenidos como modelos a seguir; los que se “dedican al trap icheo” suelen rep resentar la antítesis de los p rimeros. 1.2.2.3.- LOS JÓVENES FRENT E A LA S OCIEDAD ADULTA. Al margen de estereotipos, p odemos afirmar que la juv entud esp añola “no es un a juventud desesperada, ni revolucion aria, ni corro mp ida, ni n arcisista, ni p erdida, p ero tamp oco es una juventud eufórica, ideo ló gicamente ap oy ada, ni p ersonalmente libre o socialmente autónoma” 140 . No es una juventud que manifieste en bloque una manera de p ensar; cada jov en rep resenta, en solitario, un fragmento de esa id eolo gía que manifiesta libremente, p ues se considera legitimado p ara ello, sin ataduras al resto de sus congén eres. Los jóvenes esp añoles no siguen, en nuestros días, los p asos de sus may ores, como acontecía en tiemp os p asados; hoy , ser joven es ser trasgresor, máxime cu ando se p ertenece a la gen eración de una sociedad nu eva con ideas viejas. Les ha tocado vivir en un mundo donde los adultos se han convertido en d efensores de la socied ad de tecnolo gía avanzada, que es altamente comp etitiva, y a que se asienta en criterios exclusivos de productividad, y les recrimina el no defender y asumir unos valores tradicionales, p ero a la vez les muestra un doble len guaje moral. 140 80 RUIZ DE OLABUÉNAGA, José I. (Dir.): cit., p. 306. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Reciben llamadas a la solidarid ad, que en el p lano laboral se traducen en la acep tación de un trabajo de muchas horas p or p oco dinero, “p or p arte de los dirigentes de una generación en la que se sigu e p racticando el arte de hacerse rico p or esp eculación e ingenio y que se p resta a consumir aceleradamente lo que la generación anterior está disfrutando con logros prolongados a lo largo de un p eríodo vital sumamente extenso” 141. Estos p lanteamientos llevan a la juventud actual a ser p erfectamente consciente d e que su peso específico se d iluye en una sociedad gob ernada p or personas maduras y aun ancian as, haciéndoles sentirse como seres extraños, en una sociedad que no los necesita en absoluto, y donde la victoria de la tecnociencia cap italista no ha traído consigo la realización de los sueños juven iles: La dom inación por parte del sujeto sobre los objetos obtenidos por las ciencia s y las tecnologías contemporáneas no viene acompañada de una mayor libertad, com o tam poco trae aparejado m ás educación pública o un caudal de riqueza m ayor y mejor distribuida142 . Sierra i Fabra refleja la p roblemática laboral juvenil a través de sus p ersonajes: los que no finalizaron estudio alguno trabajan de mecán icos, repartidores, o dep endientes. Los que finalizaron sus carreras, d esemp eñan un trabajo cualificado y los que aún estudian o buscan su p rimer emp leo sop esan determinadas ofertas laborales. Mario, protagonista de Seis historias en torno a Mario, es un antihéroe. No estudia, no cumple las exp ectativas laborales esp eradas p or el cabeza de familia, y se siente incómodo en el puesto de trabajo que le otorgó su p adre en la emp resa familiar. El narrador comenta al resp ecto: Algunos días son insoportables, un conjunto de horas vacías, una prolongación de la rutina que llega a ahogarle sum ergiéndole en un tedio catatónico143 . 141 LÓPEZ JIMÉNEZ, Áng ela: Cultura e identidades juveniles modernas, cons ecuen cia gen eracional de los jóvenes españoles, en BENEDICT O, Jorge et. al.: cit., p. 34. 142 LYOT ARD, Jean-François (1999): cit., p. 30. 143 6 SIERRA I FABRA, Jordi: Seis historias en torno a Mario, M., Espasa Juvenil, 1999 , p. 146. 81 José R. Co rtés Criado Otro p rotagonista juvenil, mecán ico de motos, siente la necesidad de mostrar su sup erioridad ante alguno d e sus clientes, sobre todo si es un joven triunfador qu e p osee una buena moto y no sabe nada de mecánica, como le ocurre al prop ietario “de una imp onente Kawasaki 500, carenada y reluciente” 144 que acude al taller un viernes a última hora de la tarde con un insignificante p roblema. El joven mecánico le hace creer que la reparación llevará mu cho tiemp o y se ofrece a solucion ar el p roblema. El p rop ietario le agradece el gesto y le p romete una buena prop ina. Cuando el mecán ico se qued a solo comenta: Panda pijeras de mierda. Se com pran unas burras que no saben ni para qué sirven. Tuviera yo una m oto así, ¡joder! Por lo m enos que afloje la mosca, hom bre145 . 1.2.2.4.- LOS JÓVENES Y LAS TRANS GRES IONES SOCIALES . Es en este contexto donde la noch e cobra sentido para el joven, como señ al d e trasgresión de las normas sociales imp uestas, saliendo a la calle a altas horas p ara no coincid ir con el resto de los ciudadanos. Las noches son en exclusividad p ara los jóv enes y las calles y p lazas, las nuevas ágoras de nuestra sociedad, a las que se les ha transferido la función de casinos, b ares y tabernas, donde el consumo de b ebidas es habitual, siendo la litrona la b ebida p or excelencia y el botellón, la mejor fiesta p ara la p andilla cualqu ier noche de fin d e seman a. Según el CIS, estudio 2302, de sep tiembre de 1998, sobre el consumo de alcoho l, “en el espacio de tiempo que va de viernes a sábado, el 83% de los entrevistados afirma consumir en may or medid a dicha sustancia etílica. Por lo tanto cabría conclu ir que las salidas de los fines de seman a estarían muy asociad as al consumo d e alcohol” 144 146 . Id., Noche de viernes, M., Alfaguara, 1993, p. 14. Id., p. 16. 146 DEL PINO ARTACHO, F. et al.: Prácticas de ocio, cambio cultural y nuevas tecnologías en la juventud española de fin de siglo, M., Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), 2001, p. 28. 145 82 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) El av ance de la última En cuesta Escolar del Plan Nacion al sobre Drogas, indica qu e uno de los datos más imp actantes es que la edad de inicio en el consumo de alcohol ha bajado de los 15 años en 2002 a los 13, en 2004, y que se consume tanto en discotecas y bares como en la calle: Lo que confirma el fracaso de políticas represivas con “la ley antibotellón” de varias com unidades que prohíbe el consumo de alcohol en la calle147 . Los deseos de la juv entud p or convertir su estilo de vida en la imagen cóncava d e la manera de viv ir de los adultos los ha llevado a cambiar los hábitos sociales de generaciones anteriores, y no sólo en cuanto al consumo de alcohol. Si en la década de los ochenta fu mar era un hábito cotidiano plenamente acep tado y el consumo del denominado porro era p ermisivo, p ronto la juventud esp añola conoció los efectos devastadores de la co caín a y de la heroín a. El Observatorio Europ eo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT) sitúa a Esp aña “en los puestos de cabeza de la UE en consumo d e co caín a y cannabis” 148, observándose que el consumo de cocaína duplica la media europ ea. Hoy , “los escolares esp añoles de entre 14 y 18 años tienen menos miedo al efecto de las drogas y saben dónde adquirirlas mejor que hace 10 años” 149 , también p iensan que es más p eligroso beb er alcohol que fu mar p orros. En p alabras de la ministra de sanidad, Elena Salgado, “las camp añas dirigidas a los jóvenes han fracasado” p orque “a los jóvenes se les prop orciona información, p ero no se la 147 DE BENIT O, Emilio: “ El 27% de los adolescentes admite que s e emborrachó en el último mes”, El País, 29/09/04, p. 30. 148 CAÑAS, Gabriela: “ España ocupa los primeros puestos en consumo de cocaína y hachís en la UE”, El País, 26/11/04, p. 30. 149 DE BENIT O, Emilio: “El consumo de cocaína entre escolares se multiplica por cuatro en 10 años”, El País, 03/12/04, p. 30. 83 José R. Co rtés Criado creen” 150 , como demu estra el hecho de qu e los escolares han comenzado a fu mar a los 13 años, a pesar de las camp añas y de la ley es en contra. Últimamente, a las drogas clásicas se les han unido las de diseño, que se consumen preferentemente durante los fines de semana o en mo mentos festivos, tanto en las macrodiscotecas de ciudad como en las de p ueblos o en las llamadas rutas bakaladeras que todavía siguen existiendo, aunque con menor auge que en la décad a p asada. Según el último informe de la OEDT, la juv entud esp añola es la segunda may or consumidora europ ea de éxtasis, después de la Rep ública Checa. Si en 1994, el 60% de los adolescentes esp añoles p ercibía los riesgos que conllev aba el consumo d el cannab is, y el 78% veía el p eligro en la cocaína, “veinte años desp ués, en 2004, los dos p orcentajes caen hasta el 36,9% en el caso del cannab is y hasta el 151 70,6% en el caso de la cocaína” . En las obras de Sierra i Fabra a los jóven es p rotagonistas les gusta salir los fines d e semana por la noche y regresar a casa al d ía siguiente, acudir a conciertos de sus músicos preferidos y p asarlo bien con sus amigos. Los “héroes” de sus novelas están en contra del consumo de cu alquier dro ga, ya sea tabaco o cocaína, y los “antihéroes” suelen consumir cualquier p roducto p rohibido. El alcohol, el cannabis, la co caín a, la hero ína y las drogas de d iseño están presentes en numerosas obras de Sierra i Fabra. Siemp re su consumo provoca algún percance, desde una simple borrach era en El tiempo del olvido, hasta la muerte p or sobredosis de heroína en Seis historias en torno a Mario, p asando p or la lucha entre la vida y la muerte d e una joven consumidora de una p astilla de éxtasis en Campos de fresa; o el consumo de alcohol y cannabis en Retrato de un adolescente manchado. 150 151 84 Id., p. 30. A. DE C.: “ El ‘camello’ del colegio”, El País, 21/07/06, p. 36. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Algunos p ersonajes se rebelan contra las normas sociales impuestas p or los adultos y buscan forjarse su p rop ia p ersonalidad sin tener la necesidad de consu mir dro gas como hace la protagonista de Rabia: Hay algo que no soporto: las drogas. […] Se me hace un nudo en la garganta, en el estómago, en m itad del cerebro, cuando veo en cine o televisión a alguien que se pincha o esnifa o algo parecido. […] Condenaría a los traficantes a las máximas penas. Para m í, traficar, vender cualquier tipo de droga, es, después del asesinato, el secuestro y la violación, lo más grave152 . Otros se niegan a actuar resp onsablemente, co mo Coque, p ersonaje en Seis historias en torno a Mario. Él se refiere a los adultos como p ersonas p reocup adas p or los bienes materiales y los ingresos económicos. Piensa que será igual que su padre en un futuro, p or eso se siente en la ob ligación de disfrutar al máximo durante su juventud, de trans gredir las normas sociales y de aplazar las p reocup aciones: A los diecisiete, dieciocho o diecinueve, no. A esa edad hay que divertirse, hacerlo todo, cam inar por el filo de la navaja y por el lado salvaje de la vida153 . 1.2.2.5.- LOS JÓVEN ES Y EL CONS UMISMO. El consumo afecta a todas las esferas sociales y a una gran cantidad de aspectos de la vida d iaria, p roduciendo en las p ersonas una serie de efectos p lacenteros: Consumir puede llegar a ser, para muchos, en el mundo desarrollado, un modo de vida, un sistema por el cual la gente, más allá de adquirir productos, encuen tra 154 satisfaccion es sicológicas, persigue idea les y acepta estilos de ser y comportarse . 152 SIERRA I FABRA, Jordi: Rabia, cit., pp. 80-81. Id., Seis historias en…, cit., p. 116. 154 SANAGUST ÍN, Pilar, et al.: La formación crítica del consumidor. El sueño consumista, Sevilla, Consejería de Gobern ación. Dirección Gen eral de Consumo, 2000, p. 9. 153 85 José R. Co rtés Criado Los jóvenes actuales han cambiado sus hábitos en cuanto al consumo en gen eral; hoy son mucho más consumistas, tienen may or p oder adquisitivo y se decantan p or un tip o de rop a informal, urb ana, dep ortiva, de marca d e recono cida fama, y p or el cuidado y mimo del cu erpo; todas estas posturas están muy alejadas d e la imagen de melenudos y barbudos, con vaqueros y rop a descuidada de sus p adres; o d e la estética reivindicativa y feminista de las jóvenes de los ochenta. La moda actual iguala a las distintas clases sociales, que han adoptado la indumentaria d e las tribus urbanas en su forma de v estir, distinguiéndose entre heavies, skin heads, pijos, b.boys, grunges, etc. La marca, que ha sido un distintivo para vender un p roducto, la encontramos p or todas p artes. Los p ublicistas suelen decir que las marcas tienen fuerza p orque “la p ublicidad gen érica p uede ser racional, p ero la de marca deb e ap elar a la emoción ” 155 , o, como d ijo Semp rini, “la marca construy e alrededor del p roducto (tangible) un mar de significados, diferenciando y enriqueciendo el p roducto, haciéndolo ún ico e irrep etible” 156 , indicándonos que la p ublicid ad lo que p ersigue, en términos generales, es seducir. Esta simbolo gía que encierra la marca es el sign ificante del consumo, es su v alor, y como recuerda Quintana Cabanas, “no son los valores los que p onen al hombre, sino que el hombre pone los v alores” 157 , y éstos son los que busca el portador de la misma pues “la marca y a no solamente cualifica el p roducto sino a su consumidor” 158 . Consumir llega a ser p ara muchas p ersonas un acto comp ulsivo, un modo de vida, una forma de adqu irir, además de p roductos, satisfacciones sicoló gicas y un estilo de vida acorde con el mundo desarro llado, acuñando un nuevo aforismo: compro, luego existo. En esta situación, los p roductos adquieren el significado de signos y emblemas: “Unas veces 155 5 BASSAT, Luís: El libro rojo de la publicidad, B., Ediciones Folio, 1994 , p. 40. RUIZ DE OLABUÉNAGA, José I. (Dir.): cit., p. 145. 157 QUINTANA CABANAS, José María: La axiología como fundamentación de la Filosofía, M., UNED, 2000, p. 120. 158 ALT ARRIBA, Miquel: cit., p. 70. 156 86 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) marcan la clase social del ind ividuo qu e los utiliza. Otras, su p ersonalidad. Las más, una clave d e distinción” 159 : Los productos además son creados para un consumo rápido e inm ediato, m ás allá de la duración de su funcionalidad. Se vuelven obsoletos aunque todavía funcionen bien. Es una fuga de los objetos al servicio del sistema y una subordinación de sujeto hum ano a su ritm o160 . El tóp ico “hoy todo se comp ra y todo se vende” es cierto, p ues como escribe Sierra i Fabra en Cuentos imposibles: “es p osible, muy p osible, que si p udo existir un vendedor de cosas inútiles y un fabricante de cosas inútiles, también existiera un comprador de cosas inútiles” 161. Otra moda es el consumo de p roductos electrónicos. Los jóvenes de hoy necesitan disp oner de teléfono móvil, reproductor de música mp 3, Ipod, ordenador con conexión a Internet, equip os multimedia para oír la música que se descargan de la red, equip os de home cinema, y una larga lista de aparatos que han sido plenamente acep tados p or los sectores de menos edad de la p oblación. Esta fascinación p or los servicios que p restan las nuevas tecnologías, ha hecho pensar también en una nueva forma de p articipación ciudadana en la vida p ública: El punto de partida suele ser una cierta idealización sobre las grandes potencialidades de las NTIC (Nuevas Tecnolo gías de la Comunicación y la Inform ación) para revitalizar el cam po de la participación social y política162 . Las actitudes de los jóven es ante las nuevas tecnolo gías son positivas; ellos configuran el grup o que ap enas p ercibe conflictividad entre el camb io tecno económico producido en el mundo actual y otros valores sociales. “Este cambio está teniendo 159 SANAGUST ÍN, Pilar, et al.: cit., p. 25. FERNÁNDEZ DEL RIESGO, Manuel: “ La posmodernidad y la crisis…, cit., pp. 85-86. 161 SIERRA I FABRA, Jordi: Cuentos imposibles, Santiago de Chile, Arrayán, 2002, p. 68. 162 DÍEZ RODRÍGUEZ, Ángeles, “ Ciudadanía cibern ética, la nueva utopía tecnológica de la demo cracia”, en BENEDICT O, Jorge et. al.: cit., p. 193. 160 87 José R. Co rtés Criado consecuencias en la v ida social, h asta el p unto de que algunos sociólo gos han h ablado de la sociedad de la información” 163 . Vivimos tan inmersos en la tecno lo gía, que gran p arte de las actividades recreativas se ejecutan ap retando un simp le botón, lo que ha ocasionado que “el sop orte p antalla (tele, videojuegos, ordenador, v ideoconsolas...) sea en la actualidad la p rimera actividad de o cio de los escolares en p rácticamente todas las clases sociales” 164. La may or p arte de la información que recib en los jóv enes les llega a través del ordenador y , en may or medida, d el televisor, que junto con los demás med ios de comunicación de masas, completamente interrelacionados, han conseguido transformar el mundo en una gran p laza, universalista y globalizada, “donde se mueven gentes de todas las razas y culturas, y en un gran mercado en el que libremente transitan capital, tecnolo gía, 165 recursos, emp resas y p roductos” . No p or estar mejor informados, los ciudad anos son más cultos, p orque el recib ir unidireccionalmente una noticia sin p osibilidad de contrastar su verosimilitud o discutir su idoneidad, no genera conocimiento; teóricamente nos harán conocer, en tiempo real, cualquier información del p laneta, haciendo coincid ir un acontecimiento histórico en todas las conciencias de todos los habitantes del mundo al mismo tiemp o. La sociedad de los m edios de comunicación, precisamente por estas razones, es lo m ás opuesto a una sociedad más ilustrada, más “educada” (en el sentido de Lessing, o de Hegel, e incluso de Com te y de Marx)166 . Los p ersonajes creados p or Sierra i Fabra no suelen ser consumistas en exceso. El autor retrata a cada uno d e ellos con la indu mentaria adecuada a su forma de ser: p odrán 163 DEL PINO ARTACHO, et al.: p. 82. FANDOS ÍGADO, Manuel: “ Que te(le) aproveche”, cit., p. 39. 165 CALVO BUEZAS, T omás: Juventud e Interculturalidad: los jóvenes españoles ante otros pueblos y culturas, Sevilla, Fundación Centro de Estudios Andaluces (centrA), Consejería de Relaciones Institucionales, 2002, p. 1. 166 VATT IMO, Gianni: cit., p. 14. 164 88 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) llevar camisetas y zapatillas dep ortivas; cazadoras bombers, minifaldas y suéteres muy ajustados, p antalones vaqueros… En La música del viento se comenta la avidez de comprar durante todos los días del año y esp ecialmente en Navidad es, donde si no se consume p arece qu e no se es feliz. El narrador co menta este consumo desmedido, que se desata en noviembre, “en cuanto los grand es almacenes, las marcas de cav a y , sobre todo, las de ju guetes, invaden las 167 televisiones con sus ‘mensajes’ de p az” . 1.2.2.6.- LOS JÓVEN ES Y LOS CAMBIOS EN LOS VALORES SOCIALES . Siguiendo el informe Los jóvenes españoles 94, se lee que “los jóvenes se ven y 168 creen ser vistos en p rimer lu gar como reb eldes y en segundo lu gar como consumistas” , y, que el 50% de ellos considera imp ortante tener éxito en el trabajo, y en segundo lu gar formar una familia; que los tres p roblemas que más les p reocup an son el p aro, las dro gas y el sida o que se sienten plenamente identificados con la eco logía y los Derechos Humanos. Actualmente, la p oblación juvenil se siente más libre que la de sus progenitores, no le p reocup a la presión social o familiar, sino que ésta le p roporciona estabilidad emocion al y afectiva; cree estar bien informada, qu e p osee un buen nivel d e educación, que es tolerante, y nada sexista. Los adultos p arecen más p reocup ados que los jóvenes p or los p roblemas derivados de la droga, la vio lencia, la delincuen cia, el desemp leo, el alcoholismo, y p or la situación económica de los ancianos, así como por las enfermedad es derivad as del tabaco. 167 168 SIERRA I FABRA, Jordi: La música del viento, B., Ediciones Bronce, 20003 , p. 15. GONZÁLEZ BLASCO, Pedro: “ Los jóvenes y sus identidades”, en ELZO, Javier, et al.: cit., p. 29. 89 José R. Co rtés Criado Los jóvenes, en cam bio, se preocupan más que los adultos por el sida, la pobreza en los países del Tercer Mundo, la contam inación, la falta de perspectivas para los jóvenes (obviam ente) la creciente pobreza de parte de la población del país, el racismo y el riesgo de una catástrofe nuclear169 . Se da entre los jóven es una may or tolerancia en cu estiones de moral sexual que en sus p rogenitores; p uede que se deba al hecho de haber recibido más información al resp ecto, lo que también los hace más p recoces en el in icio de este tip o de relaciones, que se consideran una p ráctica generalizada. Estos cambios en cuanto a las relaciones sexuales han consegu ido que las mujeres tomen conciencia de que su rol no debe ser pasivo, pero esto no ha evitado los numerosos embarazos no deseados de adolescentes, y a que el uso de los métodos anticonceptivos no está totalmente establecido, a pesar de que la may oría de la juventud p rocura ser precavida en este tema, para no ver truncados sus p lanes de futuro. Incluso, “también tienen que posp oner la maternidad la may oría de las jóvenes qu e inician su p ropia familia, p or imp erativos económicos y laborales” 170. Al iniciar una v ida en común, un número mayor de parejas op ta, en la actualid ad, por llevar a cabo una unión de hecho, pero la may oría de los jóv enes desea un a convivencia legalizada con su p areja, -hacia la que se tiene una lealtad más generalizada que en gen eraciones anteriores-, p referentemente p or el vínculo de la Iglesia, sean o no crey entes. Las bodas están de moda y los jóvenes las valoran en su dimensión estética y funcional: Casarse es una manera de form alizar la relación de pareja, un acto social que viabiliza en la cultura del consum o en la que nos vem os inmersos, el reforzam iento de una de las funciones latentes en el rito m atrim onial: la ayuda económ ica de la red de familiares y amigos y vecinos a los novios en el inicio de su vida en común171 . Los jóvenes creados p or Sierra i Fabra desean viv ir en p areja sin formalizar su unión. Así la joven p rotagonista de La memoria de los seres perdidos decide abandonar el 169 170 171 90 ORIZO, Fco. Andrés: “ Integración en la sociedad”, en ELZO, Javier, et al.: cit., p. 186. MARTÍN SERRANO, Manuel y VERLADE HERMIDA, Olivia: cit., p. 20. DEL VALLE, Irene: “ Vida cotidiana y relaciones personales ”, en ELZO, Javier, et al.: cit., p. 113. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) hogar familiar y se instala en casa de su novio; el joven p eriodista de En un lugar llamado guerra decide vivir con su novia y abandonar su corresp onsalía de guerra. Una p areja curiosa es la formada p or Zen un ser dotado de inteligencia artificial qu e desea formalizar su relación con una mujer humana, hecho qu e no está bien visto en la sociedad del siglo XXI, según relata Sierra i Fabra en Las voces del futuro. 1.2.2.7.- LOS JÓVENES Y LOS CAMBIOS EN LOS VALORES EDUCATIVOS . Los cambios sociales trajeron camb ios en los valores educativos y morales que cuestionaron la edu cación tradicional, tan marcad a con el cariz religioso que imp eraba en Esp aña hasta la restauración de la democracia. El sistema educativo comenzó a cambiar en 1982; durante tres años se p otenció el acceso un iversal a la educación en iguald ad de op ortunidades; hasta el año 1992 se modificaron los currícu los no universitarios, p osteriormente se revisaron los logros alcanzados, se modificaron las ley es que regían las universidad es, y actualmente continúa ese p roceso de mejora de la calidad de la enseñanza. Tradicionalmente la escuela se ha en cargado de asp ectos importantes en cuanto a la socialización de los alumnos, buscando la integración de niños y jóvenes en la sociedad de acuerdo con las pautas que la econo mía d el mercado imp onía en cada mo mento, llevándose a cabo las reformas educativas necesarias p ara tal fin, hasta que en el siglo XX ha sido criticada “la p edago gía entendida como una adap tación a la sociedad cap italista-industrial; [pues] se insiste sobre la necesidad de que la pedago gía forme una p ersonalidad autónoma y crítica, y no sólo comp etente y hábil” 172 172 . GARCÍA ROCA, Joaquín: “Educación y exclusión social”, en CAMPS, Victoria, et. al.: cit., p. 33. 91 José R. Co rtés Criado Actualmente la educación ha adquirido una dimensión que va más allá del adiestramiento; y a no se presta may or atención a los aspectos cuantitativos y administrativos del ap rendizaje, p orque “la educación está interesada p or los asp ectos cualitativos del ap rendizaje, el sentido solidario, la cooperación entre los p ueblos, la construcción del mundo como ho gar” 173. La edu cación y a no es el camino, sino el destino. Hoy se busca educar p ara la virtud, ya no es suficiente p roporcionar a los alumnos una enorme cantidad de concep tos, si no llevan ad juntos unos p rocedimientos y si no se les instruye como p ersonas que forman parte de una sociedad cambiante, cuy a identidad más civ ilizada, es la hu mana como exp lica Fernando Sav ater: Y nuestra hum anidad la descubrimos precisam ente en el otro, en el que necesita nuestro abrazo y nuestra bienvenida. Lo que nos hace humanos es el trato humano que ofrecemos al que llega de lejos174 . Por todo lo exp uesto, es p reciso formar al hombre virtuoso según la idea aristotélica reco gida en el libro o ctavo de la Politeia, qu e nos indica que el hombre libre debe actuar según unos hábitos virtuosos que formen su p ersonalidad de forma tolerante y solidaria porque “no hay acción buena ni d el hombre de ni d e la p olis sin virtud y sin p rudencia” 175 . También Victoria Camps se basa en Aristóteles cuando recu erda qu e el hombre libre es aquel que “conforma su vida a unas actitudes, hábitos y maneras de ser que acabarán constituy endo su p ersonalidad, [hasta que llegue] el mo mento en que la tolerancia, la conv ivencia, la p articip ación p olítica o las buen as man eras no serán una obligación, sino una costumbre” 176 . La educación toma su sentido p leno cuando los adultos p rocuran inculcar en sus descendientes unos determin ados valores e ideales. “Es una técnica social d estinada a forjar 173 Id., p. 32. SAVATER, Fernando: Prólogo a BEN JELLOUN, Tahar: cit., p.7. 175 ARISTÓT ELES DE EST AGIRIA: Politeia (La política). Prólogo, versión directa del original griego y notas de BRICEÑO JÁUREGUI, Manuel, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1989, p. 579. 176 CAMPS, Victoria: cit., p, 15. 174 92 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) el ciudadano ideal; es un medio de control social. Adap ta a los jóvenes a las normas vigentes, p ero a la vez p osibilita el desarrollo social. La educación no forma al hombre en abstracto, sino para una sociedad concreta” 177 . O como dice el p rofesor Quintana Cabanas: “Educar es hacer que el educando ponga los valores en su vid a: que los conozca, los estime, los sirva y los realice” 178 . De los p roblemas actuales de la educación, indiscip lina, infravaloración de la labor docente, desap ego de los niños y adolescentes p or el p roceso de ap rendizaje, falta de resp eto social al do cente, se ocup a Sierra i Fabra en Las Furias. Contrariamente, Kalil, el joven africano p rotagonista de La piel de la memoria, siente gran respeto p or el p rofesor que le enseñó a leer y escrib ir, lo considera una excelente p ersona, gracias a él sup o que vivía en 1995 y p udo acceder a la cultura: Aquellos libros me abrieron el corazón y me expandieron la m ente. Supe que aprender era la auténtica libertad, y que saber leer y escribir era la llave para llegar al fu turo. Jam ás sentí tanta pena y tanta alegría mezcladas como aquel día. Pena por ver lo que era. Alegría por saber que tenía tiempo de aprender y, tal vez, una oportunidad179 . La enseñ anza es considerad a p or Sierra i Fabra en sus libros como una de las tareas más nobles que p uede realizar una p ersona, y la p rofesión docente como una de las tres mejores; las otras dos son médico y p eriodista. En Sin tiempo para soñar se hace referencia a un p rofesor de la Facultad d e Periodismo que es muy admirado p or sus alumnos; en Frontera, se alaba la función docente de la tutora de Amina, y se refiere que la edu cación es la base de la formación d e la p ersona y la única man era de superar costumbres arcaicas y p osturas intransigentes. 177 MARÍN IBÁÑEZ, Ricardo y PÉREZ SERRANO, Gloria: Pedagogía Social y Sociología de la Educación, 3 M. UNED, 1985 , p. 34. 178 QUINTANA CABANAS: José María: La edu cación en valores y otras cu estiones pedagógicas, B., PPU, 2005, p. 31. 179 SIERRA I FABRA, Jordi: La piel de la memoria, Zaragoza, Edelvives, Alandar, 2002, p. 133. 93 José R. Co rtés Criado Antonio, p equeño traficante de dro gas, en El mensajero del miedo guarda los beneficios de este “negocio” p ara que su h ermano p equeño estudie y viva en otro ambiente distinto al suy o. Víctor Jara acude al colegio p or exp reso deseo de su madre, que valora la cultura en sus justos términos. Su padre piensa al resp ecto: La escuela sólo sirve para llenarte la cabeza de fantasías y de cosas inútiles. Te pueblan las ideas de sueño. A la tierra le da igual que sepas leer y escribir. La tierra quiere que sepas leerla a ella, y para eso te bastan las manos180 . En un ambiente social totalmente op uesto, el protagonista de Seis h istorias en torno a Mario no quiere saber n ada de educación y manifiesta: ¡Cualquier cosa es m ejor que ese campo de concentración para subnormales que es el colegio! Trabajar tiene sentido, estudiar tonterías que no te van a servir para nada con amargados y fracasados, no181 . 1.2.2.8.- LOS JÓVEN ES Y LA EDUCAC IÓN MORAL. La sociedad d emocrática deb e p restar esp ecial atención p ara clarificar las virtudes que deben manifestar los ciudadanos, “porque sólo las normas sociales fundadas racionalmente por referencia a un consenso entre los miembros de la sociedad p ueden ser tenidas por legítimas” 182 . Además, han de ofrecer un a edu cación moral, no identificada con una op ción p olítica o religiosa, que suponga un p roceso que lleve “a la p ersona a construir 183 racional y autónomamente sus valores” 180 . Id., Víctor Jara. Reventando los silencios, M., SM, 1999, p. 18. Id., Seis historias en…, cit., p. 61. 182 MARDONES, José María: “ El neo-conservadurismo de los posmodernos”, en V AT T IMO, Gianni. et al.: cit., p. 35. 183 BUXARRAIS, Mª Rosa: La formación del Profesorado en Educación en Valores, Bilbao, Desclée de 2 Brouwer, 2000 , p, 84. 181 94 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Asimismo, se deben fomentar valores que mejoren la conv ivencia, como la tolerancia, el resp eto, la justicia, la solid aridad, y la igu aldad, p ara erradicar sentimientos insolidarios, racistas, agresivos, intolerantes, que denigran la razón de ser de la p ersona. En todos los entornos sociales se observ an discrepancias en d istintos ámbitos: socioeconómico, familiar, p olítico, religioso, científico, etc., que p ueden generar conflictos a la hora de p lantear las diferencias. Del modo en que nos enfrentemos a esos conflictos, y en cómo sup eremos las diferencias, dependerá el tip o de conviven cia. Toda sociedad qu e se precie de demo crática deberá in culcar a los ciudadanos un a educación moral que p romueva el respeto a todos los “valores que vienen exp licitados en nuestra Constitución”184, p orque ellos deben ser la base d e una educación moral qu e evite tanto el autoritarismo como el relativismo: No hay educación cívica que no fomente la tolerancia democrática, pero no es educación cívica la que tolera cualquier idea o conducta, es decir, la que no distingue entre tolerancia e indiferencia suicida185 . Entendiéndose esa ind iferencia suicida co mo resultado de la acep tación del falso planteamiento que defiende la resp etabilidad de todas las ideas, y a que no todas deben ser resp etadas p or igual si no acatan el ordenamiento constitucional, la Declaración d e los Derechos Humanos o el respeto a la p ersona sin distinción de nin gún tip o. “En las 186 democracias todas las personas son igualmente resp etables, pero no todas las op iniones” . Por tanto, se debe imp artir una edu cación moral de la p ersona, en su más amp lio ámbito concep tual, que abarque una educación en valores morales, religiosos, cívicos, científicos, estéticos, jurídicos, etc., que refu ercen p referentemente diez p rincip ios: “dignidad de la persona, tolerancia, libertad, autoestima, conciencia crítica, justicia, resp eto al med io amb iente, solidaridad, diálo go y amor-amistad”187: 184 CARRERAS, Llorenç, et al.: cit., p. 21. SAVATER, Fernando: cit., p. 158. 186 Id., pp. 159-160. 187 GIL MART ÍNEZ, Ramón: Diez valores en el aula y la tutoría: una experi encia, en CAMPS, Victoria; et al.: cit., p. 39. 185 95 José R. Co rtés Criado El interés por el hombre, por la persona, se ha abierto paso m ás allá de los sistem as de planificación educativa y de las técnicas para el aprendizaje de conceptos y habilidades. La cuestión del "sentido", del "para qué” -estrecham ente vinculada a la realización de valores- se ha dejado sentir como necesidad aprem iante en los pueblos y culturas más diversos188 . Reitero que la educación en valores deb e ser concebida como un p roceso d e clarificación que contribuy a a la formación del carácter moral, basado en la tradición aristotélica, p orque, como dice M ontserrat Payá, no es suficiente que la p ersona conozca los valores morales y su bondad; el saber, intelectualmente, lo qu e es bueno o malo, no consigu e que el ser humano aprehenda la idea del bien. Debe ser una educación en valores concebida como p roy ecto de vida, la que ay ude a formar la conciencia moral: Se necesita que la persona sea capaz de “obrar” conforme a esa idea de bien o de justicia. Y para ello, debemos recurrir a la práctica, a la formación d e hábitos en 189 ese sentido, es decir, de “hábitos virtuosos” . Con este fin, hay que “favorecer la aceptación de uno mismo y de los demás a p artir del desarrollo de sentimientos de autoestima y del reconocimiento y acep tación de la diversidad” 190 que destierren de la convivencia las discrimin acion es motivadas p or razones étnicas, culturales, de orientación sexu al o discap acidad. El camino no es fácil, p orque “el valor y los sistemas de valores son siemp re 191 dinámicos y p lurales” al igual que el hombre, son entendidos co mo id eales que determinan una forma de vivir, como ser ind ividual y ser gregario. En términos generales, debemos entender los valores como “criterios o juicios a través de los cuales, en una sociedad con creta, se establece aquello que es deseable o no” 192 , que van a servir d e base para la convivencia. 188 PASCUAL MARINA, Antonia V: Clarificación de valores y desarrollo humano, M., Narcea, 1995, p. 15. PAYÁ SÁNCHEZ, Montserrat : cit., p. 174. 190 VILLALBA MART ÍNEZ, F. et al.: El derecho a la diferencia. Materiales de apoyo para la educación en valores, M., Ministerio de Educación y Cultura, 1996, p. 13. 191 GIL MART ÍNEZ, Ramón: cit., p. 38. 192 MEGÍAS, Eusebio (Dir): cit., p. 10. 189 96 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Esto confirma que “los valores no son ficciones, […] son realidad es enraizadas en 193 nuestra cultura” , que nos guían a la hora d e decidir, de actuar, o de pensar, dándo le coherencia a nu estra vida. La vida que nos es dada no nos es dada hecha, sino que necesitamos hacérnosla nosotros, cada uno la suya. […] Antes de hacer algo, tiene cada hombre que decidir, por su cuenta y riesgo, lo que va a hacer. Pero esta decisión es im posible si el hombre no posee algunas convicciones sobre lo que son las cosas en su derredor, lo s otros hombres, él m ismo.Sólo en vista de ellas puede preferir una acción a otra, puede, en sum a, vivir194 . No se debe olvidar que la p ersona es un animal gregario por naturaleza y que la relación entre iguales coady uva en la configuración de la p ersonalidad de cad a uno de sus miembros, p orque “nadie llega a convertirse en humano si está solo: nos h acemos humanos los unos a los otros”195. Por tanto, se debe impartir una educación en v alores que p ersiga la formación d el carácter moral, es decir, que el ser humano actúe siempre en consonancia con su formación moral. La may oría de los p ersonajes creados por Sierra i Fabra desean vivir en comunid ad y aceptan las normas sociales. Se sienten miembros de un a socied ad que los necesita y de la que ellos se sienten necesitados. También hacen acto de p resencia algun as personas contrarias a las normas de conviv encia. Taziz, p rotagonista de El hombre que perdió su imagen, considera la honradez y la justicia como elementos básicos de su formación. Manifiesta ser una p ersona p acifista y 196 considera que “todo hombre ha de comenzar por resp etarse a sí mismo” . El ama de llaves de Vania, una de Las chicas de alambre, cuenta que cuando la modelo no se sintió bien consigo misma, d ecid ió ay udar a los necesitados a través de una docena de Organizaciones No Gubernamentales: M édicos Sin Fronteras, Ayuda en Acción, Aldeas Infantiles, Amnistía Internacional, Greenp eace, etc. 193 GIL MART ÍNEZ, Ramón: cit., p. 37. ORT EGA Y GASSET, José: “Historia como sistema”, en Obras Completas, M., Revista de Occidente. 7 Vol. VI, 1973 , p. 13. 195 SAVATER, Ferrando: Las preguntas de la vida, B., Ariel, 19993, p. 193. 196 SIERRA I FABRA, Jordi: El hombre que perdió su imagen, M., Anaya, El duende verde, 1997, p. 109. 194 97 José R. Co rtés Criado Miguel, el niño protagonista de El espejo d el fu turo, se enfadó y romp ió el esp ejo que le p redecía el p orvenir. Cu ando comp ró otro, el vendedor le p idió qu e hiciese uso de la razón y le advirtió: “Me temo que te dejaste llevar p or la ira, y la ira no es bu ena consejera” 197. Teodoro, p ersonaje de Retrato de un adolescen te manchado, es un abogado d e prestigio que v ivió dedicado a la p olítica durante unos años, del que se d ice: “Siemp re había tenido p or norma, y más desde que se metió en p olítica, que la honradez era la clave 198 de todo, de su p rop ia vida, de su trabajo, de la sup ervivencia” . Estos p ersonajes y muchos otros son de una moral intachable, se sienten solid arios con los demás, anhelan viv ir en p az, conviven con p ersonas de otras culturas o están siemp re disp uestos a p restar ay uda desinteresada a cualquier necesitado. Pero no todos los p ersonajes son id ílicos. Sierra i Fabra también describe otras personas rep resentantes de los antivalores. En Noche de viernes y en Frontera, los denominados “cab ezas rap adas” y algún que otro jov en sin adscrip ción p olítica manifiestan su desp recio p or los inmigrantes en nuestro p aís. En La música del viento los fabricantes de alfombras no sienten ningún respeto p or los niños indios que trabajan en condicion es p rop ias de una socied ad esclavista; en Un hombre con un tenedor en una tierra d e sopas no se ap recia la vida de los ind ígenas centroamericanos p or parte de los grup os p aramilitares; en Donde el viento da la vuelta carece de valor la vida de los niños soldados; y en La piel de la memoria se comp ran niños esclavos a muy bajo p recio. 197 198 98 Id., El espejo del futuro, B., Edebé, T ucán, 1992, p. 74. Id., Retrato de un…, p. 24. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 1.3.- CONCLUS IONES . La sociedad esp añola camb ió enormemente entre los años 1983 y 2003. Políticamente, en la actualid ad la demo cracia está asentada y queda lejos la imagen de la Esp aña de los años ochenta cuando se llevaron a cabo intentos desestabilizadores p ara acabar con la libertad. Hoy , el p eso que nuestro p aís tiene en la p olítica internacional es el que le corresp onde p or su situación geo estratégica, siendo muy diferente al que p oseía en la década de los ochenta cuando tímid amente avanzaba p or la senda democrática y solicitaba formar parte de la élite europ ea. En 1983 Esp aña era un p aís con una democracia en ciern es que siete años antes inició su andadura demo crática de forma titubeante, siempre tutelada p or los llamados “poderes fácticos” y amenazada de frecuentes p eligros de involución. El más p eligroso fue el p erp etrado el 23 de febrero d e 1981 p or un grup o de militares y gu ardias civiles, cuy o efecto más esp ectacular fu e la entrada del teniente coronel Antonio Tejero junto con doscientos guardias civiles armados en el Congreso de los Dip utados cuando en el Pleno se llevab a a cabo la votación de inv estidura del cand idato a la p residencia del gobierno de la nación, Leop oldo Calvo Sotelo. Tras este hecho, el Partido Socialista Obrero Esp añol obtuvo en las urnas un número suficiente de sufragios que le permitió formar gob ierno después de p asar gran p arte de su historia relegado d e la vida p olítica española. Este nuevo giro p olítico en España sirvió p ara afianzar las libertades, que se vieron fuertemente p otenciadas tras la firma del tratado de adhesión a la Comunidad Económica Europ ea en el año 1986. Esta adscrip ción sirvió d e espaldarazo a la estabilidad d emocrática de nuestro p aís y marcó el inicio d e unos cambios p olíticos y económicos que trajeron un 99 José R. Co rtés Criado gran bienestar social. Hoy Esp aña es un p aís de p leno derecho de la UE qu e tiene una gran presencia en el mundo y nadie cuestiona su forma d e gobierno. Los cambios socio económicos ap ortaron la modificación de la mentalidad d e muchos ciudad anos, por tanto los valores y las creencias han sufrido importantes transformaciones durante estas dos décadas motivo de estudio, p orque la sociedad esp añola, incardin ada en la socied ad glob al d el siglo XXI, sufre los efectos de cualquier cambio efectuado en el planeta. Esp aña no es una comunidad aislada que viv e de lo que p roduce y se transforma p or sus p ropios medios. La llamad a globalización hace que tanto ideas como capitales o personas fluy an sin cesar y con suma facilidad, entre p aíses y continentes, transformando las sociedad es actuales. Formamos p arte de una socied ad cambiante, donde p rima el valor material y útil d e las p ersonas y las cosas, p or lo que estamos necesitados de un rearme moral, donde todos particip emos en el debate clarificador de ideas y p odamos adoptar una taxonomía de valores morales que den identidad a nuestro p aís, como sociedad de hombres y mujeres cap aces de diferenciar lo ben eficioso de lo p erjudicial, y obrar en consecu encia: El valor cubre el cam po de todo cuanto el hombre anhela o aborrece: el honor y la deshonra, la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, la dicha y la desgracia, el lujo y la miseria, el bien y el m al, la justicia y la injusticia199 . Todos estos cambios sociales e h istóricos llev ados a cabo tanto en nu estro p aís como en el resto del mundo, han contribuido a modificar las actitudes y comp ortamientos de la sociedad, esp ecialmente en los jóven es, y han traído una mejora en las cond icion es de vida actual, aunque, co mo decía Ortega, “no quiero decir con lo dicho que la vida humana sea hoy mejor que en otros tiemp os”200. 199 QUINTANA CABAN AS, José María: Teoría d e la Edu cación. Concepción antinómica de la educa ción, M., Dykinson, 1988, p. 271. 200 ORT EGA Y GASSET , José: La rebelión de las masas, M., El País, Clásicos del siglo XXI, 2002, p. 81. 100 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Son mu chas las diferen cias qu e se ap recian en la familia, la educación, la sanidad, o en la tecnología, p or ejemp lo, si se comp ara la sociedad actual con la existente en los años ochenta. Queda lejos la imagen del ama de casa sumisa y comp laciente que aguarda el regreso a casa d e su marido e hijos mientras atiend e las necesid ades del ho gar y cuida a los familiares may ores o imp edidos, y la de los hijos obedientes que acep tan los p receptos de los p adres sin p rotestar. En el terreno educativo las transformaciones h an sido enormes; ha cambiado el currículo escolar, los p lanes de estudios, el p eríodo d e esco larización obligatorio, etc., p ero sobre todo, lo ha hecho la p oblación escolarizada. Actualmente somos un país recep tor de inmigrantes en el cual la p resencia de escolares de diferentes razas y procedencias es patente en todas las aulas, y además se ha escolarizado al cien p or cien de la p oblación entre los seis y los dieciséis años. La extensión de los servicios sociales a la comunid ad, como p uede ser la atención sanitaria dirigida a toda la p oblación, ha traído consigo una mejor calidad d e vid a que se ve reflejada en las atenciones médico-sanitarias que reciben hoy todas las p ersonas residentes en Esp aña. El mundo de la tecnolo gía es el que mayor avance ha efectuado y continúa efectuando en la sociedad. Hoy es inimaginab le una sociedad sin las máquinas que facilitan las tareas d iarias tanto en el trabajo fuera de casa como en las tareas domésticas. Parece olvidada la ép oca en la que tener una cocina rep leta de electrodomésticos era un lujo similar al de disp oner de un ap arato de recep tor de televisión; una ép oca en que era inimaginable disp oner de ordenadores p ersonales en el hogar o ap aratos de telefonía móvil para cada miembro de la familia, co mo ocurre actualmente. La tecnolo gía h a inv adido la vida cotidian a; es muy raro en contrar un lugar d e trabajo donde no se d isponga de ap aratos que faciliten las labores, tanto si son ord enadores 101 José R. Co rtés Criado personales o lectores ópticos de códigos de barra como si son medidores de los niveles de contaminación atmosférica. También resulta imp osible localizar una viv ienda qu e carezca de ap aratos receptores de radio y de televisión o de electrodomésticos. El consumismo se ha convertido en una de las grandes p reocupaciones de la sociedad actual; así encontramos p ersonas que co mp ran compulsivamente junto a otras que no disp onen de p oder adquis itivo p ara ello. La famosa frase d e Descartes “p ienso, luego existo” bien p uede ser sustituida p or “comp ro, luego existo”, que utilizó Guadalup e Loaeza para titular su libro a modo de resumen d el contenido d el mismo 201 . Todos estos cambios sociales, que h an afectado a nuestra sociedad en general y a los jóvenes en p articular, se reflejan en la obra de Sierra i Fabra y se analizan en el cap ítulo 4 de este trabajo: “El comp romiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra”. 201 LOAEZA, Guadalupe: Compro, luego existo, México, Nueva Imagen, 1992. 102 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) CAPÍT ULO 2.- MAGNIT UD DE LOS VALORES EDUCATIVOS . En este cap ítulo p retendo llevar a cabo un acercamiento a las d eclaraciones internacionales que resaltan la imp ortancia de los valores en nuestra socied ad, y a las ley es nacionales o autonómicas que se ocupan del mismo asunto, a modo de ap roximación a un marco legislativo que regu la la imp ortancia de tales premisas en lo referente a la formación del ser humano como p ersona moral. En segundo lu gar p retendo crear un marco axio ló gico qu e sirva d e referencia p ara comp render la imp ortancia del v alor en nuestra sociedad y su especial incid encia en la población juvenil, p orque “los valores son lo más imp ortante de la vida. Simp lemente, porque todo lo que es imp ortante lo es p or encerrar un valor 202 202 . SAVATER, Ferrando: Las preguntas de…, cit., p. 271. 103 José R. Co rtés Criado 2.1.- LA IMPORT ANCIA D E LOS VALORES ÉT ICOS EN UNA S OCIEDAD DEMOCRÁT ICA. En el artículo 26, ap artado 2 de la Declaración de los Derechos Humanos se advierte: La educación tendrá por objetivo el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la am istad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos; y prom overá el desarrollo de las actividades de la Naciones Unidas para el mantenim iento de la paz203. También está reco gido el esp íritu de esta cita en el p rincip io 10 de la Declaración d e los Derechos del Niño: El niño debe ser protegido contra las prácticas que puedan fomentar la discriminación racial, religiosa o de cualquier otra índole. Debe ser educado en un espíritu de com prensión, tolerancia, am istad entre los pueblos, paz y fraternidad universal, y con plena conciencia de que debe consagrar sus energías y aptitudes al servicio de sus sem ejantes204 . El tratado p or el que se establece una Constitución p ara Europa reco ge en la Parte I, Título I, Artículo I-2 los valores de la Unión: La Unión se fundam enta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, dem ocracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a m inorías. Estos valores son com unes a los Estados miem bros en una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre m ujeres y hom bres205 . Además en la p arte II de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión, se detallan los derechos, libertades y p rincip ios que se reconocen, los cuales se ocup an de princip ios tales como la dignidad, la libertad, la igu aldad, la solid aridad, la ciudadan ía y la justicia. 203 DIPUTACIÓN PROVINCIAL: Derechos Humanos. Guión Didáctico, Almería, 1987, p. 6. CONSEJERÍA DE ASUNT OS SOCIALES Los derechos de niños y niñas. Sevilla, 1989, p. 18. 205 MINIST ERIOS DE ASUNT OS EXT ERIORES Y DE COOPERACIÓN, DEL INTERIOR Y DE LA PRESIDENCIA: Tratado por el que se establece una Constitución para Europa, M., 2004, p. 15. 204 104 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En el mismo sentido, la Constitución Esp añola en el ap artado 2º d e su artículo 27 reco ge: La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad hum ana en el respeto a los principios dem ocráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundam entales206 . Los Estatutos de Autonomía de las d istintas Comunidades que configuran nu estro país hacen referencia a la formación del individuo; el artículo 21, apartado 8, del Estatuto de Autonomía de Andalucía señala: Los planes educativos de Andalucía incorporarán los valores de la igualdad entre hombres y mujeres y la diversidad cultural en todos los ámbitos de la vida política y social207 . En el segundo p árrafo del p reámbulo de la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo se indica: El objetivo prim ero y fundam ental de la educación es el de proporcionar a los niños y a las niñas, a los jóvenes de uno y otro sexo, una formación plena que les permita conformar su propia y esencial identidad, así como construir una concepción de la realidad que integre a la vez el conocim iento y la valoración ética y moral de la misma. Tal formación plena ha de ir dirigida al desarrollo de su capacidad para ejercer, de manera crítica y en una sociedad axiológicam ente plural, la libertad, la tolerancia y la solidaridad208 . Sierra i Fabra no trata en sus libros la normativa v igente en cuanto a la educación en valores, ni su marco axioló gico, p ero sí se p reocup a de la formación del ind ividuo como persona en el sentido pleno que encierra esta p alabra y sabe calibrar la magnitud de los valores educativos y su imp ortancia para p oder convivir democráticamente en la sociedad actual. 206 CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN: Constitución Española, Sevilla, 1985, p. 20. CONSEJERÍA DE GOBERNACIÓN: Estatuto de Autonomía para Andalucía, Sevilla, 2007, p. 13. 208 DELEGACIÓN PROVINCIAL DE EDUCACIÓN Y CIENCIA: Ley de Ord enación General del Sistema Educativo, Málaga, 1990, p. 13. 207 105 José R. Co rtés Criado En algunas de sus obras se p reocup a directamente de la p roblemática edu cativa y deja constancia de ello p or medio de las manifestaciones de sus p rotagonistas, p or las reflexiones del narrador y p or la inclusión de algunos datos extraídos de la p rensa diaria. Por ejemp lo, en Las Furias se p ueden encontrar los comentarios que realiza el profesorado respecto a su labor docente, y la mejor manera de atajar los p roblemas de convivencia en las au las, insistiendo en que han de educar, y no limitarse únicamente a enseñar. Las p alabras de la Jefa de Estudios del instituto son determinantes: “no nos engañemos. Ya hemos cerrado bastante los ojos. Todos p ensamos que los elementos perturbadores acabarán y éndose, y hasta los ap robamos p ara que no rep itan curso. Nos los quitamos de encima. Pero cada año llegan relevos, y siemp re es la misma can ción. No 209 sabemos y a cómo atajarlos. Y no sólo nosotros” . En la misma obra se cita un extenso artícu lo periodístico qu e refleja el p roblema d e la violencia escolar en los centros educativos, donde se exp one: “y a no es un hecho aislado, sino una realid ad con la que hay que convivir y a la que hay que enfrentarse p ronto y con medios”, p orque “ cualquier jov en es hoy víctima y verdu go en muchos centros de 210 Esp aña” . Igualmente se informa de qu e no se trata de un fenómeno exclusivo d e familias desestructuradas ni de barrios marginales, y de que la ejercen tanto chicos como chicas, concluy endo que “hoy en día ya no hay referentes familiares, y ese hueco lo ha llenado la pandilla o la tribu urbana de turno, ayudada p or la televisión -un ado lescente qu e ve tres horas de televisión al día acab a sus estudios con cientos de miles de actos violentos en la memoria- y p or imanes en ap ariencia legales como el fútbol y su entorno, auténtico motor del odio actual entre ciud ades y comunidades esp añolas” 209 210 211 211 . SIERRA I FABRA, Jordi: Las Furias, M., Alfaguara, 2000, pp. 32-33. Id., p. 162. Id., pp. 162-163. 106 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) La trama central de Las Furias versa sobre la violencia estudiantil, y a lo largo d e su desarrollo ap arecen otros elementos que configuran el entramado de una radio grafía realizada a la sociedad actual, mostrando distintos ángulos de un a realidad que, de tan cercan a, no nos parece anormal. La historia co mienza con un brote de vio lencia en un momento, en unas circunstancias y en un lugar concreto: un aula. Gracias a la investigación de una p eriodista se conocen sus ramificacion es en la calle, reflejadas en el acoso al p rofesor, que, tras sentirse fracasado p rofesionalmente y horrorizado ante los acontecimientos, intenta suicidarse; y en un caso anterior, más hiriente, más doloroso si cabe, el que p adeció otra profesora del instituto con ganas de enseñar y ánimos p ara vivir, convirtiéndola en un ser triste, apocado y asustadizo, que nunca más volvería a llevar una v ida normal ni p odría salir de casa sin temor a ser asaltada p or unos desconocidos que la humillen, la asusten e incluso la violen. El generador de estos dos actos es un alumno del instituto, de los llamados disruptivos, otra víctima de la sociedad; es un ser con un p erfil agresivo, que muestra una actitud antisistema en todo momento, y un odio inusual a las p ersonas distintas, esp ecialmente a los homosexuales. Sierra i Fabra muestra al p rotagonista, Ezequiel, como un a p ersona muy conflictiva, con grand es caren cias en educación, cariño, co mp rensión, y una escala de antivalores morales muy desarrollada, p ero en todo momento responsable de sus actos. El escritor no disculp a al autor de tales actos, sino que viene a mostrar cómo detrás de cualquier conducta disrup tiva se ocultan otros p roblemas que es p reciso no descu idar, porque los conflictos no surgen de la noche a la mañana. La novela no intenta enju iciar ab iertamente un as conductas, sino que mu estra una serie de problemas sociales, intentando hacer ver al lector que la solución a esos conflictos no p uede venir desde un a sola dirección, sino que deb e ser un compromiso serio y 107 José R. Co rtés Criado resp onsable de todos los sectores sociales: p rofesores, alumnos, familias, medios de comunicación, instituciones públicas, etc., si verdaderamente se quieren erradicar los problemas. 2.2.- MARCO AXIOLÓGICO. El simp le hecho de estar recogidos estos p rincip ios ideológicos en determinados documentos fundamentales de los qu e emanan nuestra forma d e gobierno y nuestro sistema educativo no p resup one que constituy an p arte de la forma de p ensar y de actuar de toda la ciudadanía, p orque los actos cívicos, éticos o morales no se p roducen p or influencia ambiental n i p or estar reflejados en normas legales. Para que los individuos p ercib an la imp ortancia que en una sociedad democrática tiene el hecho de asumir unos valores p ersonales, es necesario llevar a cabo un p roceso de aprendizaje concreto, por medio del cual cad a persona interiorice las creencias que favorezcan la convivencia entre iguales. “Nadie, p ues, tiene derecho a imp oner sus creencias y valoracion es a los demás” 212 . Los valores han de ser entendidos “como una creencia básica a través de la cual interp retamos el mundo, damos significado a los acontecimientos y a nuestra p rop ia existencia” 213 ; asimismo, dichos valores deben facilitar la p articip ación crítica y voluntaria en todos los asp ectos de la vida diaria. En particular, el alumno necesita conocer las estructuras sociales, los m arcos jurídicos que las posibilitan y las instituciones históricas que las realizan. […] La enseñanza de este asunto constituye el núcleo central de una m ateria de educación ético-cívica214 . 212 FERNÁNDEZ DEL RIESGO, Manuel: “ La posmodernidad y la crisis…”, cit., p. 84. GIL MART ÍNEZ, Ramón: “ Diez valores en el aula y la tutorí a: una experienci a”, en CAMPS, Victoria et al.: cit., p. 38. 214 SERNA, J.: “ El proyecto CIVES”, Cuadernos de Pedagogía, nº 186, noviembre, 1990, p. 20. 213 108 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Determinados sistemas educativos, incluido el esp añol, continúan siendo sometidos en este nuevo siglo a reformas curriculares, que si bien analizan y tratan de adaptar las enseñanzas a las características de los ciudadanos a quienes se dirigen, así como modificar las formas de promoción y /o acceso a determinados tramos educativos, no cuestionan la educación en v alores o educación moral y cív ica qu e han d e recibir los educandos, sino que se p otencia una formación crítica y racion al de la misma. La Educación Moral supone un proceso que lleva a la persona a construir racional y autónomam ente sus valores. Media nte este proceso la persona no únicamente se adapta a las normas establecidas sino que, a través de la razón y el diálogo, trata con aquellos temas que percibe com o problem áticos, temas que conllevan un conflicto de valores215 . Todo conflicto de valores debe conducir a la clarificación de los mismos y a convenir su utilid ad para la formación de nuestra p ersonalidad d esde una op ción resp onsable y libre que nos capacite como seres hu manos, p orque “una educación centrada en los valores es una educación centrada en el hombre, p ues el hombre está, p or su mismo ser, llamado a la realización d e valores” 216. Pascual Marina advierte que tanto la instrucción co mo la reflexión p rop orcionan a las p ersonas determinados sistemas de valores que modificarán su conducta si p reviamente han p asado a formar p arte de la p ersonalidad del individuo, y añade: El carácter objetivo-subjetivo del valor hace que sea necesario el contacto de la persona con su propia experiencia para darse cuenta de sus verdaderos sentim ientos respecto de los valores y de sus opciones valorales217 . El interés en qu e las p ersonas reciban este tip o de educación viene d ado precisamente p or la falta que de ella se ap recia en la socied ad actual, deb ido a una anomia, -entendida en el sentido que Durkheim introdujo este nuevo con cepto en su obra titulada División del Trabajo Social-, provocada al p arecer p or el tipo de desarrollo y evolución de la humanid ad en este tramo de nuestra historia que nos ha tocado vivir y , p orque quizás “a 215 216 217 BUXARRAIS, Mª Rosa: cit., p. 84. PASCUAL MARINA, Antonia V.: cit., p. 21. Id., p. 16. 109 José R. Co rtés Criado los seres humanos nunca nos resulta fácil p onernos en el lu gar de los otros, ni siquiera 218 cuando se trata de p ersonas de nuestro entorno” . Esta falta de valores éticos p rovoca rechazos en la cohesión social y no favorece el bienestar común ni la convivencia p acífica, solidaria y benevolente a que debemos asp irar como p ersonas “que deseamos ser humanas” en el sentido de estas p alabras de Fernando Savater: Nacemos humanos pero eso no basta: tenemos también que llegar a serlo. ¡Y se da por supuesto que podem os fracasar en el intento o rechazar la ocasión m ism a de intentarlo! 219 La p reocup ación p or estos valores en el ámbito internacional quedó p lasmada en el Informe de la Comisión In ternacional de Educa ción para la UNESCO qu e coordinó Jacques Delors. Este informe concretó las bases en que deb ía ap oy arse la educación p ara el siglo XXI: ap render a ser, ap render a conocer, ap render a hacer y ap render a vivir juntos. Los tres p rimeros se ocup an de la formación del hombre y de la mujer desde una persp ectiva p ersonal, atendiendo a los asp ectos cognitivos y p rácticos; mientras que el cuarto hace referencia al asp ecto social, al gregarismo d el ser humano. Actualmente el ser humano no limita su socialización a su ald ea o región dond e habita, sino que vivimos inmersos en una sociedad globalizada, lo que quiere decir que los estados nacionales, aun siendo soberanos en sus respectivos territorios, p ierden p arte de su autonomía en acuerdos transnacionales, y sus p rogresos o recesos económicos, ecoló gicos, culturales o p olíticos, afectan al desarrollo del p laneta, entrelazándose culturas, p olíticas y economías distintas. La globalidad significa lo siguiente: hace ya bastante tiempo que vivimos en una sociedad mundial, de m anera que la tesis de los espacios cerrados es ficticia. No hay ningún país ni grupo que pueda vivir al margen de los demás220 . 218 VILLANUEV A, Rafael: “Ponerse en el lugar del otro”, Trabajadores de la Enseñanza, nº 273, M., noviembre 2002, p.15. 219 SAVATER, F.: El valor de educar, B., Círculo de Lectores, 1997, pp. 25-26. 220 BECK, Ulrico: cit., p. 28. 110 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Este sentido de glob alización no deb e hacer pensar en la uniformación ideoló gica, cultural y social de todos los hab itantes del p laneta Tierra. En nuestros días es fundamental aprehender que “glob alización y diversidad cu ltural son realidades con las que hay que convivir y entre las que hay que buscar un equilibrio para lo grar una convivencia p acífica y el crecimiento y enriquecimiento del niño en una sociedad p lural” 221. Si en ép ocas anteriores la p reocup ación educativa de la sociedad ha ido encaminad a a formar al ho mbre en su inteligencia p ráctica, p ara qu e fuera apto en el campo de la investigación, del estudio, de la p roducción económica, d e la inv estigación, etc.; hoy se tiende a formar al individuo en un human ismo que contemp le al hombre y a la mu jer como entes a los cuales hay que educar globalmente tanto en sus asp ectos cognitivos y técnicos como en sus aspectos filosóficos, humanistas, emocionales y sociales. No debe olvidarse el imp acto en el mundo educativo y en amp lios sectores de la población gen eral del libro Inteligen cia emociona l de Daniel Goleman, que p reconiza la negación d el coeficiente intelectual como eje p rincip al del éxito entre el ser hu mano, y proclama la existencia d e otros factores -la conviv encia, el op timismo, la emp atía o el autocontrol-, considerados como los verdad eros resp onsables del éxito económico, social o sentimental entre las p ersonas: A diario, los periódicos nos acosan con noticias que hablan del aum ento de la inseguridad y de la degradación de la vida ciudadana, fruto de la irrupción descontrolada de los impulsos222 . Para Goleman, la emp atía, el autocontrol, la motivación, el op timismo, etc., p ueden configurar un ciud adano con may or resp onsabilidad, asertividad, co mprensión de los demás, sentido de la democracia, habilidad en la resolución de conflictos, etc., justificando así la necesidad de un a edu cación global que abarque la formación del individuo en cu anto a saber vivir con los demás en el siglo XXI. 221 VALERO GARCÉS, Carmen: “ Globalización y diversidad cultural”, en FERNÁN DEZ V ÁZQUEZ, José Santiago, et al.: Realismo social y mundos imaginarios: una convivencia para el siglo XXI, Alcal á de Henares, Universidad, 2003, p. 720. 222 GOLEMAN, Daniel.: Inteligencia emocional, B., Círculo de Lectores, 1997, p. 11. 111 José R. Co rtés Criado De esta preocup ación p or la construcción de un mundo donde imp ere la conviv encia pacífica y la distribución de riquezas alcan ce a todos sus habitantes, ha germinado la publicación conjunta por p arte del Banco Mundial, la OCDE, la ONU y el FM I, del documento ¿Un mundo mejor para todos?, citado por Vicens Fisas, titular de la cátedra UNESCO sobre la Paz y Derechos Humanos de la UAB, donde se recetan los siete objetivos básicos que debe cump lir la sociedad internacional en quince años, p ara mejorar nuestra coexistencia: Reducir a la m itad el número de personas que viven con un dólar o menos al día, garantizar que todos los niños y niñas del m undo estarán escolarizados en enseñanza primaria, invertir más en educación para que la tasa de escolarización en prim aria y secundaria sea igual para niños y niñas, reducir la tasa de mortalidad infa ntil a un tercio, rebajar a la cuarta parte la m ortalidad ligada al parto, garantizar el pleno acceso a los sistem as de control de natalidad, desarrollar estrategias de crecim iento sostenible y asegurar que las políticas económ icas estarán diseñadas para recuperar los recursos naturales destruidos en los últim os años223. Actualmente existe una situación de desigualdad estructural mundial que es “el caldo d e cultivo d e otros muchos males sociales, co mo la corrup ción y el surgimiento de elementos mafiosos, el autoritarismo, el racismo y la xenofobia, la in comp rensión y la intolerancia p ersonal y cultural, las guerras y el terrorismo, la marginación social de los pobres, el machismo y el maltrato psicológico y físico de niños y mujeres” 224 . Por todo ello, habrá que h ablar de Derechos Humanos, también desde un p lano diferente, p orque las circunstancias actuales no son idénticas a las de 1948, cuando se proclamaron universalmente, y p orque hoy se investiga el desarrollo humano d esde una postura ecológica, tal como p reconiza Bronfenbrenn er: La perspectiva es nueva en cuanto a su concepción de la persona en desarrollo, del ambiente y, especia lm ente, de la interacción que se desenvuelve entre ambos225 . 223 FISAS, Vicens: “ Los desafíos del mundo contemporán eo y la p az”, en MUÑOZ, Fran cisco A. et al.: cit., pp. 30-31. 224 Id., pp. 111-112. 225 BRONFENBRENNER, Urie: La ecología del desarrollo humano, B., Paidós, 1987, p. 24. 112 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Es p reciso recordar que ese nuevo enfoque de la sociolo gía en laza con los planteamientos clásicos del siglo XIX y p rincip ios del XX, en el análisis de las relaciones entre la edad de los individuos y las estructuras sociales, si bien cada ép oca se atiene a sus características histórico-sociales. Como apunta Lóp ez Jiménez, la relación entre los estados de desarrollo social y los niveles progresivos de cono cimiento los analizó Comte; el impacto potencial de la industrialización en el significado de la edad fu e observado p or Marx y Engels; de las conexiones entre la edad y la integración social, se ocup ó Durkheim; y , a comienzos del siglo XX los ecólo gos urbanos de la ciudad moderna exp loraron los efectos de la desorganización social en los jóvenes urbanos: Mannheim da un giro im portante a las investigaciones al fijar su atención en el papel de las generaciones como agentes de cambio social, línea de interpretación de la cultura que ha tenido buenos analistas entre los filósofos españoles de la época (Unamuno, Ortega, Laín Entralgo y Aranguren por cita r algunos de los más relevantes)226 . Por ello hoy se d eben analizar los efectos de las gen eraciones actuales en la formación d el carácter desde la p ersp ectiva ofertada p or el denominado Estado del Bienestar, en el que vivimos gracias a los p olíticos key nesianos, p recursores de la p olítica cap italista basada en la inclusión, la cual d esembocó en el d enomin ado neo liberalismo, que más p arece estar cimentado en una p olítica de exclusión, al desregular los mercados, los flujos financieros, y erosionar los p ilares del Estado, como recuerd a Herrera Flores: Vivimos, pues, en la época d e la exclusión g eneralizada. Un mundo en el que los 4/5 de los habitantes que lo componen sobreviven en el umbral de la miseria; y en el que, según el in forme del Banco Mundial de 1998, la pobreza aumen ta en 400 227 millones de personas al año . A todos estos p roblemas hay que añadir los d erivados d e la in adap tación social, d e la falta de p erspectivas entre los jóvenes, de la injusticia manifiesta entre p aíses ricos y 226 LÓPEZ JIMÉNEZ, Ángel a: “ Cultura e identidades juv eniles modernas, consecu enci a gen eracional de los jóvenes españoles”, en BENEDICT O, Jorge et al.: cit., p. 23. 227 HERRERA FLORES, Joaquín: “ Derechos Humanos, Interculturalidad y Racionalidad de Resisten cia”, en MUÑOZ, Francisco A. et al.: cit., p. 118. 113 José R. Co rtés Criado pobres, de los actos terroristas, de las consecu encias mundiales del atentado de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, el del 11 de marzo de 2004, en M adrid, y el del 7 de julio de 2005, en Londres; así como del p oder de las armas de destrucción masiva en nuestros días y de la creen cia en las viejas tradiciones belicistas, como advierte Vicens Fisas, que p odrán consegu ir que los p aíses ricos sean países poseedores de grandes armamentos, p ero no “países más seguros, sino p aíses más amenazantes, más insolidarios, más arrogantes y más vulnerables” 228, y a que los nuevos retos sociales no son d e índo le material, sino de otra naturaleza. El terrorism o es uno de ellos, pero no el único. La pobreza, la degradación medioam biental, la corrupción, la falta de gobernabilidad, la violencia urbana, la exclusión política y social, la ausencia de derechos humanos y tantos otros aspectos que están en la base de los conflictos contem poráneos, no son cuestiones resolubles mediante armam ento s sofisticados ni se pueden abordar m ediante ataques aéreos rutinarios229 . Por eso, no es balad í intentar formar al ser humano desde un a persp ectiva más humana y más humanizadora que nos p ermita vivir juntos en este planeta, es decir, incidir en el cu arto p ilar del informe Delors: Este pilar [vivir juntos], centrado en el ámbito social del aprendiz, pone énfasis en la necesidad de comprender a los dem ás y su historia, las tradiciones y los valores espirituales, y sobre esta base, crear un nuevo espíritu que, guiado por el reconocim iento de nuestra creciente interdependencia y por el análisis de los riesgos y retos del futuro, inducirá a las personas a desarrollar proyectos comunes o m anejar los inevitables conflictos de una fo rma inteligente y pacífica230 . La sociedad, a escala mundial, reconoce que la democracia es el modelo d e gobierno actual que goza de may or anuencia y legitimid ad; por lo tanto, aclarar y ap reciar en su justa valía los valores éticos que mantienen una sociedad democrática debe ser tarea de todos sus miembros, esp ecialmente de los profesionales del campo de la educación, que deberemos esforzarnos p or educar democráticamente en clave human ista desde una ética universalista, entendida “como baluarte p ara la defensa de los derechos de todo hombre, 228 FISAS, Vicens: cit., p. 27. Id., p. 28. 230 YUS RAMOS, R.: “T emas transversales y educación en valores: la educación del siglo XXI”, Aula de innovación educativa, nº 105, octubre, 2001, p. 74. 229 114 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) más allá o más acá de las diferen cias cu lturales” 231 , teniendo p resente la afirmación de Durkheim: “En cierta man era somos universalistas en ideas más que en actos. Pensamos 232 para la humanid ad más, quizá, que actuamos para ella” . Si bien, ante el comp rometido interrogante de Victoria Camps, “¿dónde se ap rende a ser ciudadano?”, ella misma resp onde: “No sólo nadie se hace cargo de ello, sino que incluso parece mal en cargárselo a alguien” 233. Fundamenta dich a afirmación argumentando que las declaraciones oficiales en pro de una formación d e la p ersonalidad humana, reco gidas en declaraciones, constituciones y ley es, son hermosas p alabras que p ermanecen casi ignorad as, y añade: Hoy podemos hablar con fundam ento de una cierta abdicación de la educación por parte de todos: fam ilia, escuela, política, m edios de comunicación. Unos han abdicado porque se han tecnificado en exceso, otros por m iedo a parecer dogmáticos o impositivos, otros, porque nunca se han sentido responsables de la educación ciudadana234 . En el sistema social se observan conductas que no crean armonía entre los deseos de la p oblación y la realidad a la que se enfrenta. Por una p arte existen organismos que se gobiernan democráticamente y son avalados p or sus votantes, conviviendo con otras instituciones no elegidas p or sufragio universal, que influy en en la vida de los ciudadanos tanto o más que los gobiernos, co mo exp licita Ly otard: La clase dirigente es y será cada vez m ás la de los “decididores”. Deja de estar constituida por la clase política tradicional, para pasar a ser una base formada por jefes de empresas, altos funcionarios, dirigentes de los grandes organismos profesionales, sindicales, políticos, confesionales235 . Dentro del segundo grupo, se pueden citar los medios de comunicación de masas y el poder económico, cuy a influencia es evid ente en todo el orbe, homogeneizándolo cultural y económicamente, sin atender las diferencias que sep aran a unos individuos de 231 PÉREZ T APIAS, J. A.: Claves humanistas para una educación d emocrática : De los valores humanos al hombre como valor, M., Alauda/Anaya, 1996, p. 42. 232 DURKHEIM, Émile: cit., p. 288. 233 CAMPS, Victoria: “ Educar en valores: un reto educativo actual”, cit., p. 18. 234 Id., p, 20. 235 LYOT ARD, Jean François: La condición postmoderna, M., Cátedra, 1989, pp. 35-36. 115 José R. Co rtés Criado otros o transmitiendo determinados valores consumistas, desp ilfarradores, insolid arios. Lo que p rima es la eficacia, la co mp etitividad y el enriquecimiento urgente, sin imp ortar demasiado los procedimientos segu idos p ara tal fin. Una muestra de violencia estructural resp ecto a la información viene dada p or el sesgo que imp onen a determinad as noticias las agencias resp onsables de su distribución. Otro indicador esp ecialmente man ifiesto es la creación de una oficina d e desinformación norteamericana, con la finalidad de d ifundir noticias que beneficien los intereses del p aís más p oderoso del planeta. Las informaciones p ueden ser verdaderas o falsas y afectar a p aíses amigos o enemigos, su único interés es qu e sirvan p ara crear ambientes favorab les a las op eraciones b élicas estadounidenses, co mo p ublicó El País el 20 de febrero de 2002 y reco ge Pérez Blanes: La Oficina de Influ encia Estratégica (OIE), discretam ente creada tras el 11 de septiem bre, tiene entre sus objetivos el de colocar noticias favorables a los intereses de EEUU en medios inform ativos internacionales236 . Igualmente se observ a có mo llegan d eterminados mensajes con una man ifiesta preocup ación por el equilibrio eco lógico, al mismo tiempo que otros informan de los niveles de contamin ación qu e p roducen las industrias, sin que ap arentemente se observe que se tomen medidas proteccionistas del medio ambiente; y como dice Wan gari Maathai, 237 la p remio Nóbel de la Paz en 2004, “degradación ambiental y p obreza van juntas” . Otras veces la p oblación se siente confundida al ser recep tora de mensajes contradictorios emitidos sobre un mismo asunto, según sea remitido por una u otra institución, como es el caso de la LRU, o al intentar analizar el p orqué de los datos exp uestos en el informe d e la ONU de 1998, que recoge Calvo Buezas: Los 225 personajes m ás ricos acum ulan una riqueza equivalente a la que tienen los 2.500 millones de habitantes más pobres (47% de la población). [...] el 20% de la población 236 PÉREZ BLANES, Joaquín: “¿Es pacífica la realidad in fo rmativa?”, en MUÑOZ, Fran cisco A. et al.: cit., p. 221. 237 “ Entrevista”, El País, 10/12/04, p. 34. 116 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) controla el 86% de la riqueza mundial. 1.300 m illones de pobres viven con ingresos inferiores a un dólar diario238 . Valgan como muestras de la dicotomía en la que se mueve la ciud adanía los casos anotados anteriormente y sirvan d e reflexión, p orque de lo que se trata es de conseguir que las p ersonas “aprecien, exp erimenten, conozcan, valoren críticamente, elijan e integren en su p ersonalidad un sistema de valores básicos p ara la vida y para la convivencia; un sistema de valores qu e favorezca, en ellos y en ellas, la construcción de su p rop ia identidad y que, a la vez, les sirva, como comp onente esencial, en la elaboración de sus p rop ios p royectos de vida” 239 . La democracia, tanto en su vertiente social como p olítica, debe alcanzar los niveles anhelados p or los ciudadanos sin dev aluar las exp ectativas dep ositadas en ella, p ara lo cu al debemos ahondar en sus valores tanto en su dimensión indiv idual como co lectiva. Una anomia social crea en los indiv iduos frustraciones, desencanto, rech azo de las instituciones y menosp recio del d iálo go y del uso de la razón p ara la solu ción de conflictos. Si queremos evitar la alteración de la conviv encia democrática, debemos reflexionar y hacer reflexionar a las nuevas gen eraciones sobre el esfuerzo p ersonal necesario de cada uno p ara elaborar criterios éticos y morales, democráticos y solidarios. Lucini consid era que la edu cación moral ha de p otenciar la cap acid ad de orientarse con autonomía, racionalidad y coop eración en toda situación en la cual surja un conflicto de valores. Y afirma: [La educación moral] no es, pues una práctica social reproductora, no puede asociarse con prácticas inculcadoras de determ inados valores, sino que debe entenderse como un espacio de cambio y transformación personal y colectiva, com o un lugar de emancip ación y autodeterminación240 . 238 239 240 CALVO BUEZAS, T omás: cit., p. 3. GONZÁLEZ LUCINI, Fernando: Temas transversales y educación en valores, M., Anaya, 1994, p. 26. MARTÍNEZ MART ÍN, M.: “El estado de la cuestión”, Cuadernos de Pedagogía, nº 201, 1992, p. 8. 117 José R. Co rtés Criado Valorizar la formación moral y ética del indiv iduo, p ermitirá a éste analizar críticamente y en sus justos términos la realidad que lo rodea; también le facilitará la convivencia con los demás el hecho de comp rometerse con la socied ad y respetar las normas que faciliten la conv ivencia p acífica y democrática. Se trata de v ivir de acuerdo con unas normas morales, como recuerda Freinet, “la moral no se enseña, se viv e” 241. La educación moral se incluiría dentro de la educación en valores, por considerar que ésta trata de un ám bito conceptual más amplio al abarcar también, adem ás de los valores morales, los valores estéticos, religiosos, cívicos, vitales, científicos o jurídicos242 . De nada sirve imp artir unas magníficas lecciones teóricas de moralidad, si no se v en refrendadas en la p ráctica cotidiana; no hay que ap render unos concep tos sino aprehenderlos, hay que alcanzar una praxis perfecta. De nada serv iría conocer los riesgos que conllev a una p rolongad a sequía en el camp o, si nos dedicamos a encend er fogatas sin ningun a precaución : La m oral es como la gramática. Podemos conocer perfectam ente las reglas pero ser incapaces de aplicarlas en la vida diaria243 . Por todo lo dicho hasta ahora, hay que p rofundizar en los conceptos que designan valores co mo acep tación de las d iferencias tanto p olíticas co mo p síquicas, o en función d el sexo, de la edad, de la cultura, de la p rocedencia, de la tenden cia sexual, del estado de salud, de las creen cias y op iniones, entendiendo “que el camino educativo ante la diferencia no p uede ser aquel que trate de ocultarla, minimizarla o ignorarla” 244 , y que de la confrontación de id eas surgen princip ios formativos. Antonio Bolívar Botía manifiesta a este resp ecto: Hay unos valores m ínimos de una vid a digna (paz, libertad, igualdad, justicia y solidaridad) y unos princip ios de una vida en común (responsabilidad, tolerancia, diálogo, 241 242 243 244 3 FREINET, Celestine: La educación moral y cívica, B., Laia, 1979 , p. 17. PAYÁ SÁNCHEZ, Montserrat : cit., p. 164. FREINET, Celestine: cit., p. 15. VILLALBA MART ÍNEZ, F. et al.: cit., p. 14. 118 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) honestidad, cinismo, etc.), de los que se derivan normas, hábitos y actitudes que no plantean especial conflicto245 . Joan Doménech i Fran cesh consid era que la edu cación en valores sigue comp lejos itinerarios en toda p ersona que con frecuencia se escap an al control de los educadores, p or lo que su transmisión “se p roduce a p artir del p ropio ejercicio de éstos: a través de las relaciones p ersonales, [...] de las formas organ izativas educativas, de las actitudes en el trabajo, de los modelos de conducta, de los medios de comunicación e información, de las relaciones sociales, del entorno social, familiar, cu ltural... 246 Habrá que incidir en los términos justicia, libertad, solidaridad, multiculturalid ad, interculturalidad, diálogo, confrontación de id eas, justicia..., y conocer los Derechos Humanos, la Constitución, los Estatutos de Autonomía, p ues ello va a p ermitir recono cer, asimilar y construir normas de convivencia p ara el siglo XXI, p orque “la verdadera pluralidad no radica en dejar a cad a cual con sus p rop ias ideas, creencias, culturas o intereses, sino en p oner las condicion es de ausencia de autoritarismo y p rejuicio” 247 . La educación intercultural debe formar ciud adanos resp etuosos con la multiculturalid ad de la sociedad tan d iversa e interdep endiente en qu e viv imos, e intentar paliar los brotes xenófobos y racistas que reap arecen en p eríodos de crisis económica o social. Deb e, asimismo, sup erar la p remisa etnocéntrica, co mo recuerdan Sales y García en sus Programas de educación intercultural, p orque la cultura recep tora no es sup erior a las demás, ni es suficiente con integrar las culturas diferentes en la may oritaria, aunque sí h a de haber una reflexión sobre los valores que se op ongan a los derechos de la p ersona, p ara intentar su erradicación. Ambas autoras afirman qu e el interculturalismo trata de comp ensar los efectos del asimilacion ismo y el p luralismo cultural, tendiendo a crear un a cultura, din ámica y cambiante que permita el enriquecimiento mutuo entre grup os culturales diversos: 245 BOLIVAR BOT ÍA, Antonio: Educar en valores. Una educación de la ciudadanía, Sevilla, Junta de Andalucía, 1998, p. 69. 246 DOMÉNECH I FRANCESH, Joan.: “Educar en valores”, Cuadernos de Pedagogía, nº 205, 1992, p. 56. 247 MOUGÁN RIVERO, J. Carlos: “El significado educativo de la democracia”, Andalucía Educativa, nº 44, 2004, p. 8. 119 José R. Co rtés Criado [El interculturalismo] No considera a nin guna cultura superior a otra y con derecho a dom inarla, pero tampoco comparte con los relativistas que todas las culturas valgan igual248 . Reitero que a todo lo exp uesto se debe agregar que la ética, entendid a como en la Grecia Antigua, es d ecir, como la formación del carácter d e las p ersonas, debe inducirnos a un p roceso de socialización fundamental e imp rescindible para consegu ir un mundo más civilizado y crítico con el p resente a fin d e conformar una sociedad más solidaria, tolerante y democrática. O en p alabras de Victoria Camps: Los tiempos nunca son buenos para la ética, porque la ética exige, ante todo, autodom inio, y el autodom inio es costoso y nos pide sacrificio. Nos pide fortaleza de ánimo, "templanza", una virtud tan ignorada que la palabra que la nombra hay que entrecom illarla pues ya ha dejado de formar parte de nuestro vocabula rio249 . Para recap itular las ideas exp uestas, debería recordarse que el crecimiento personal conllev a una serie de conflictos internos, y que la vida es una continua elección entre distintas op ciones y que cada vez que se opta p or una de ellas se desecha otra, con lo cual, si se y erra en la selección, hay que saber rectificar a tiemp o, antes de que la senda emp rendida conduzca al ser humano hasta actitudes no deseadas o en d esacuerdo con los princip ios éticos o morales: A lo largo de la vida a uno le toca superar frustraciones y duelos, renunciar, acabar sin dependencias y apegos, evitar conflictos de celos o rivalidades, crear un sentimiento de responsabilidad moral, cultivar la autoestima, construir una identidad... Y en cada encrucijada, en cada etapa crítica, los cuentos pueden ayudarle250 . Es necesario sopesar las alternativas que se ofrecen, aunque con frecuen cia resulta difícil discernir entre varias op ciones cuál es la más correcta, y a que a veces las dos 248 SALES, Auxiliadora y GARCÍA, Rafael a: cit., p. 20. CAMPS. Victoria: Los valores de la educación, M., Anaya, 2000, p. 14. 250 ROVIRA, Alex y T RIAS DE BES, Fernando: “ La mejor receta, un cuento”, El País Semanal, 03/04/2005, p. 96. 249 120 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) presentan actitudes contrarias a la forma d e pensar del hombre o de la mujer, o bien nos encontramos con que lo malo tien e ap ariencia de bu eno o viceversa. Fernando Savater se cuestiona si es mejor decir a un enfermo incurable de cáncer la verdad sobre su estado de salud o en gañarlo p ara que sus últimos días sean menos angustiosos, comentando sobre el acto de mentir: La m entira es algo en general m alo, porque destruye la confianza en la palabra -y todos necesitamos hablar para vivir en sociedad- y enemista a las personas; pero a veces parece que puede ser útil o beneficioso mentir para obtener alg una ventajilla. O incluso para hacerle un favor a alguien251 . Para no andar a ciegas ni dejarse arrastrar p or los demás, cualquier p ersona debe esforzarse en adquirir unos valores éticos que la humanicen, le faciliten la toma de decisiones en determinados momentos y le permitan vivir en armonía con su forma de pensar, porque “el hombre da un sentido a su vida y al mundo, de un modo más o menos imp lícito, cuando afirma v alores, esto es, cuando realiza el acto moral” 252. Del grado d e interiorización de los valores resultará la formación de la p ersona; en dicho p roceso influy e la educación recib ida y las exp eriencias que se hay an tenido con dichos valores, así como la intencion alid ad formativa del educador, porque son muchos los problemas que conlleva una educación ética p or su p rop ia naturaleza. El valor es algo que se nos muestra y nos atrae desde la objetividad de los seres pero que reclama a la vez la captación y la interiorización por parte del hom bre quien, en últim o térm ino es el lugar de los valores253 . Los valores no son ficciones, ni deseos imaginarios, “son realidad es enraizadas en nuestra cultura. Desde ellos p ensamos, actuamos, d ecid imos y damos exp licación y coherencia a nu estra vida real” 251 252 253 254 254 . Otorgando un amp lio significado al concep to real: SAVATER, Fernando: Ética para Amador, B., Círculo de Lectores, 1992, pp. 23-24. QUINTANA CABANAS, José María: La axiología como fundamentación…, cit., p. 119. PASCUAL MARINA, Antonia V.: cit., pp. 15-16. GIL MART ÍNEZ, Ramón: cit., p.37. 121 José R. Co rtés Criado Real no es sólo lo empíricamente observable, m edible o cuantificable. Hay otras realidades, las que Popper sitúa en el tercer m undo, que sin ser materiales no dejan de ser reales y existentes. Así la cultura, las ideas, el amor y el odio, la solidaridad, la justicia e injusticia.. .255 Sup erar las diferencias y acceder a una formación en valores respetuosos con la persona no es una ilusión. Desde la convivencia entre iguales se p uede alcanzar, y en caso de ser consid erada un a quimera, debemos sopesar lo que d ice Galeano, en su v entana sobre la utop ía, p orque, al fin y al cabo p ermitirá avanzar en el lo gro de nu estros objetivos. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Cam ino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos m ás allá. Por m ucho que yo cam ine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para cam inar256 . Las obras de Sierra i Fabra hacen reflexion ar a los lectores resp ecto a muchos de los valores éticos necesarios p ara vivir dignamente, como ocurre en Retrato de un adolescen te manchado, El rostro de la multitud, Nun ca seremos estrellas del rock, Sin tiempo para soñar, Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas, etc., donde se o cup a de problemas afectivos, familiares y sociales. Retrato de un adolescente manchado es una nov ela interesante cuy a trama comienza en un ambiente festivo, agrad able, y se complica cada v ez más h asta p arecer una novela negra. El final es sorp resivo, como es normal en Sierra i Fabra, y , gracias a la h abilidad de los diálo gos y de la acción, ha evitado crear un culebrón p ropio de telenovelas. La historia arranca con la vuelta a la abo gacía d e un señor que ded icó sus últimos años a la p olítica y una noticia: “adolescente acusado de asesinar a su madre”. Al abo gado le p iden por medio de una carta que asuma su defensa y le ofrecen una cantidad exorb itante de dinero p ara ello. A lo largo de su lectura se descubre que la señora qu e remitió la carta es una antigu a novia del abo gado y madre bio ló gica del chico y que el abo gado es el p adre del mismo. 255 256 Id., p. 37. 2 GALEANO, Eduardo: Las palabras andantes, M., Siglo Veintiuno de España Editores, 1993 , p. 310. 122 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Se trata de salvar la vida d el hijo en contrado al cabo de d ieciséis años, cuy a existencia era desconocid a p ara el p adre bioló gico. La madre eligió un a vida cómoda y segura económicamente antes de reconocer su maternidad fuera del matrimon io y, aun a sabiendas de las circunstancias adv ersas p or las que atraviesa su hijo no reconocido, se niega a revelar su id entidad, p refiriendo mantener las ap ariencias sociales junto a su marido y sus dos hijas, antes que dar su ap ellido a un hijo que camina p or el filo de la navaja y ha entrado en el mundo d e la p equeña d elin cuencia. Finaliza la h istoria cuando el abo gado resuelve el caso, demuestra la ino cencia del joven y le p lantea a su mujer reconocerlo como h ijo para darle la op ortunidad de disfrutar la vida juntos. La habilidad del escritor ha conseguido no cargar las tintas en la sensibilidad, ni en los rasgos más fácilmente criticables de la burguesía, su estatus, su ambiente cerrado y aparentemente ideal; ni en el extremo op uesto de la escala social, ni en el b arrio marginal, o el amb iente hostil donde se desenvuelve la vida d el joven. El novelista ha sabido aunar las distintas historias, trenzar las urdimbres de la misma y dejar al lector envuelto en unas reflexiones sobre lo sucedido, donde sean cuestionados los valores morales resp ecto a la familia y a la socied ad. Otro ejemp lo a mostrar a los jóvenes está en El rostro de la multitud, dond e se refleja la situación en la que crece y vive la p rotagonista, una jov en solitaria, necesitada de fama p ara sentirse imp ortante. Es un asunto que, aunque p arezca exagerado, p uede ser real como es el caso de “El Dioni”, o d e otras muchas p ersonas que ap arecen en las p antallas de la telev isión diariamente desp ués de llev ar a cabo cualqu ier disp arate, que ráp idamente será sup erado p or otro más inverosímil, porque las cadenas de televisión han d e ofrecer a la audiencia un escándalo tras otro. 123 José R. Co rtés Criado Es una crítica a la imp ortancia que nuestra sociedad otorga a la fama como tal, p ues la p rotagonista no desea más que ser conocida y p oder llevar a cabo su sueño: convertirse en una actriz. Para ello asalta una sucursal ban caria, retiene a emp leados y clientes, graba con una cámara de víd eo lo sucedido en el interior y agu arda que su abo gado firme unos contratos con la p rensa, la televisión y la industria cinemato gráfica p ara liberar a los rehenes y finalizar el secuestro ante las cámaras. Uno de los p ersonajes reflexiona sobre lo sucedido, tras oír al comisario decir qu e había que acabar p ronto con este acto delictivo, p orque si la joven conseguía su prop ósito no iban a p oder enfrentarse a una ola de atracos p erp etrados por adolescentes ap rendices de famosas: El día m enos pensado pagarían a alguien para que cometiera un atraco y así poderlo film ar. Cuando la CNN dio en directo la Guerra del Golfo, se convirtió en una leyenda de la información. Todo el mundo la m iraba para ver caer los m isiles contra Sadam Husein en vivo y en directo a la hora de cenar. Luego, los índices bajaron tanto que llegaron a aceptar que o había otra guerra o tendrían problemas. Antes las contiendas las provocaban los servicios de inteligencia, si había petróleo allí o diamantes allá, si había que cam biar un régim en o poner a un dictador afín. Ahora eran las grandes corporaciones televisivas257. 2.3.- LA IMPORTANCIA DE LOS VALORES EDUCATIVOS PARA LA CONVIVENCIA PACÍFICA Y S OLIDARIA ENTRE LOS MÁS JÓVENES . El ser humano alcanza su p lenitud en sociedad. Los robinsones, los lobos solitarios no son sino excep ciones, casi siemp re fortuitas, a esta regla. Como ya señaló Aristóteles, el hombre es un animal p olítico en may or grado que cualquier animal gregario; su existencia no p uede darse eficientemente si no es en sociedad ; por tanto, todo proceso educativo d ebe partir del desarrollo de los valores humanos: 257 Id., El rostro de la multitud, M., SM, 2001, pp. 31-32. 124 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) La naturaleza, en efecto, según decim os, no hace nada sin un fin determ inado; y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje [...] el lenguaje tiene el fin de indicar lo provechoso y lo nocivo y, por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es particular propiedad del hombre, que lo distingue de los dem ás animales, el ser único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto y de las demás cualidades m orales258 . El len gu aje humaniza al ho mbre y lo dota de una identidad clara en el ecosistema, pero el acto de hablar no es lo único que lo forma como persona, p orque “las palabras, como sonidos vibrantes, no tienen de suy o ningún efecto de comunicación sin una p ersona inteligente que las p erciba” 259. Por tanto, dialogar, co mprender, rebatir, razonar, son funciones necesarias p ara la formación de la p ersonalidad hu mana. “Por la p alabra nos hacemos libres, libres del mo mento, de la circunstancia asediante e instantánea” 260 . De los p roblemas que se p lanteen a la p ersona, de la confrontación de ideas, de los análisis qu e le p ermitan vislu mbrar soluciones a los conflictos de p ensamientos, entre otros elementos, se va a nutrir la mente humana: El mundo ofrece al hombre una m ultiplicidad de relaciones, que se presentan com o problemáticas, que constituyen para él un desafío en busca de una respuesta, y en esa multiplicidad de respuestas que él m ism o da se va construyendo261 . Y como recuerda Ibáñez M artín, el hombre siemp re fue considerado, desde Aristóteles hasta M ariana, como el animal viv iente que más desvalido n ace, pero “la naturaleza había dotado al hombre de un instrumento p oderoso: la razón, mediante la cual, aquel ser, qu e p arecía iba a morir a manos de los elementos, se transformaría en el rey de la 262 creación” . La razón es la base sobre la que se sustenta el saber que se inculca a los miembros 263 más jóvenes de la raza humana, gracias a ella, “el niño construy e p or sí mismo su 258 ARISTÓT ELES: Política. M., Aguilar, 1973, p. 1413. SAN AGUST ÍN: Obras, edición bilingüe, III Obras filosóficas, introducción y not as de Victorino 5 Capanaga, M., La Editorial Católica, 1982 , p. 582. 260 ZAMBRANO, María: El sueño creador, Málaga, Diputación Provincial, 2000, p. 12. 261 2 ECHEVERRÍA, J. Javier: Escuela y concientización, M., Zero, Lee y discute, 1976 , p. 10. 262 3 IBAÑEZ MARTÍN, José A.: Hacia una formación humanística, B., Herder, 1981 , p. 25. 263 He empleado el término raza humana en el sentido que lo hace Calvo Buezas. (véase nota 265) 259 125 José R. Co rtés Criado personalidad con nuestra ay uda” 264 , p or lo que d ebemos actualizar los objetivos educativos que se pretenden alcanzar en los centros escolares p ara una mejor conviv encia entre igu ales. Según Calvo Buezas: La única raza existente, la raza humana, mosaico de diferentes colores, lenguas, religiones, etnias y nacionalid ades, pero iguales en dignidad humana, en necesidades y aspiraciones, en deseos y sueños, en ansias de justicia, paz y libertad265 . Aunque Ben Jelloun difiere del término y emp lea el d e género humano, p ues considera qu e existen razas an imales y que se ha utilizado el concepto de raza humana p ara exagerar las ap ariencias físicas entre las p ersonas sin tener base científica que lo av ale. Existe un género hum ano en el que están com prendidos los hombres y las m ujeres; unas personas de color, altas o bajas, con aptitudes diferentes y variables. Y, lu ego, hay varias razas animales266 . Al margen de si es correcta o no la terminología emp leada, lo verd aderamente imp ortante es la formación de los n iños y jóvenes en una escala de v alores, donde ser y actuar como p ersona deba ser la base de su formación, p uesto que “el hombre no está en lo que p iensa, sino en lo que decide y en lo que hace. El p ensamiento no es más qu e un medio para decidir y p ara hacer” 267. Janer M anila se ap oy a en La escuela o la guerra civil, d e Philip p e M eireu y M ar Guiraud, p ara asegurar qu e “o bien volvemos a definir los objetivos y el funcionamiento de la escuela (una nueva escuela basada en la educación cívica y la demo cracia, contra la comp etitividad que p rovoca la selección abusiv a, el apartheid, el analfabetismo y el 264 265 266 267 4 FREINET, Celestine: Por una escuela del pueblo, B., Laia, 1975 , p. 24. CALVO BUEZAS, T omás: Juventud e Interculturalidad: los jóvenes españoles…, cit., p. 34. BEN JELLOUN, T ahar: ¿Papá, ¿qué es el racismo?, M., Alfaguara, Colección Impar, 1998, pp. 28-29. QUINTANA CABANAS, José María: La axiología como…, cit., p. 122. 126 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) fracaso), o p odemos llegar a construir una sociedad de mafiosos y sectaria, dirigid a a la confrontación civil” 268 . Llegados a este p unto y dado que los valores morales se enseñan, a convivir se puede enseñar, p ues está demostrado que las p ersonas se adhieren a opiniones discriminatorias o sienten temor del extranjero cuando ignoran su cultura, atribuyéndole, con frecuencia, características negativas, a p artir de estereotip os sociales que p retenden “la deshumanización d el otro” 269 : Detrás de la intolerancia se esconden a m enudo los propios m iedos. Las personas inseguras consideran una am enaza todo aquello que no conocen270. O, como argumenta la filósofa veleñ a María Zambrano: El hom bre frente a su ig ual se llena de terror y de recelo. El hom bre abandonado, desam parado, se llena de m iedo, se hace presa del pánico. Y lo peor del m iedo es que da miedo; entre hombres mutuam ente aterrorizados la catástrofe es inevita ble, según con tanta evidencia estam os viendo. La guerra actual es el producto del mutuo terror, del miedo de unos, que dio m iedo a los otros. La angustia, el terror de todos271. Para acabar con recelos vanos, debemos ser educados p ara saber vivir con los demás seres vivos y con la naturaleza que nos rodea, p orque al igual que cuando nacemos n in guna persona sabe leer, ni escrib ir, ni tamp oco distingu e el bien del mal, ni sab e de convivencia, somos conscientes de que todo conocimiento p uede ser ap rendido, y de manera similar a como se enseña/ap rende a usar el teléfono o a sumar, se p uede enseñ ar/ap render a ser resp etuoso con el entorno y con los demás seres: La identidad humana no es algo dado de una vez por todas, es siempre procesal e inacabada y, por tanto, sometida a continua evolución; evolución que también se produce en el ámbito de los valores. Para el ser hum ano es valor no sólo aquello que es o que 268 JANER MANILA, Gabriel: Infancias soñadas y otros ensayos, M., Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2002, p. 90. 269 BAST IDA, Ana: “ Desaprender l a guerra”, en Por una Europa d e paz, multiétnica e intercultural, I Congreso Europeo de Educación para la Paz, cit., p. 68. 270 PIGHIN, G.: Transmitir valores a los niños, B., RBA Práctica, 1999, p. 78. 271 ZAMBRANO, María: cit., p. 145. 127 José R. Co rtés Criado proyecta en el presente, sino lo que le falta, lo que le queda por hacer o lo que puede llegar a sentir, a necesitar o a descubrir en el futuro272 . Tradicionalmente se ha considerado al maestro o p rofesor, al mismo tiemp o que transmisor de conocimientos científicos, como edu cador en valores; se p ensaba que la formación d e la p ersona era un v alor imp lícito en la labor docente d iaria y no p recisaba una dedicación esp ecial. Hoy se ha comprobado que la vida en el aula es más rica d e lo ap reciado a simp le vista, y que no es suficiente transmitir sabiduría p ara educar moralmente. Además, se d eben estudiar las relaciones que no afloran a la superficie de la clase p ara conocer con exactitud las relaciones v itales p revalecientes en el grupo de alumnos y su incidencia en la formación de la p ersonalidad individu al de cada uno d e ellos. La comunicación que se establece en el aula (entre el profesor y los alumnos, entre unos alum nos y otros, entre diversas concepciones del nosotros..., entre las cosas y las personas) tiene una extraordinaria complejidad. […] La vida subterránea del aula, y la de cada individuo, ofrece la imagen de un iceberg navegando en un m ovido y a veces agita do mar de relaciones273 . Por tanto, si nos p reocup a la educación moral, es necesario p restar una atención concreta a las interrelacion es del alumnado y entre éste y el profesorado, dado que cada v ez son más los individuos sociales que muestran una caren cia d e normas y unas conductas contrarias a la convivencia responsable en las aulas de nuestros centros educativos: La profunda crisis que afecta a la sociedad occidental ha venido a desengañarnos y a hacernos caer en la cuenta de que es preciso proponernos intencionalm ente la educación en valores si deseamos lograr objetivos específicos en este cam po. Sin ello, lo que se logra -lo que se ha logrado - es confusión y desconcierto274 . 272 GONZÁLE Z LUCIN I, Fernando: Edu cación en valores y diseño curricular, M., Alhambra Longm an, 1992, p. 16. 273 SANTOS GUERRA, Miguel Ángel: “ Disciplina escolar y ambiente de aprendizaje”, en MART ÍNMORENO CERRILLO, Quintina: Organizaciones educativas, M., UNED, 1992, p. 293. 274 PASCUAL MARINA, Antonia V.: cit., p. 15. 128 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Es irrefutable que “cualquier proy ecto educativo se ve limitado p or las exigencias de la socied ad” 275 y que “el hombre es un ser condicionado. Por el mundo, por la sociedad. Pero los condicionamientos no son sólo limitaciones, son también desafíos a su creatividad ” 276 . Según Pascu al Marina, “es p reciso reconocer que en la escuela actual, p or efecto d e teorías educativas amp liamente divulgad as, ha imp erado la indetermin ación, confusionismo y la evasión frente a los valores como fines de la educación,” 277 el y que cada día se habla más de ciudadanos in adap tados, de alumnos disruptivos en las aulas, de individuos que no conviven con normalidad en la sociedad, e in cluso de integrar en los centros educativos al “minusválido social”, como indica García Roca, al igual que se hace con el “minusválido físico o p síquico”. Mientras los primeros (débiles en razón de la discapacidad o del retraso escolar) han entrado en el universo de la reforma educativa, los segundos (infractores, transgresores, inadaptados o desviados, que de todas form as se les identifica) quedan expulsados del marco escolar y excluidos de sus prestaciones278 . Al mismo tiempo que formamos moralmente e integramos a los inadap tados en las aulas, se deben marcar las p autas adecuadas p ara una mejor coexistencia en este mundo donde nos ha tocado vivir, porque actualmente los seres humanos nos enfrentamos a problemas intensos de diferente índole: Algunos de ellos son globales, motivados por el increm ento tecnológico, la movilidad de capitales financieros, la fluidez de transporte, el universo de Internet; otros son locales, com o las contiendas entre em igrantes y lugareños en El Ejido...279 No se debe o lvidar que conv ivir, v ivir con, es un a materia de las más d ifíciles d e aprender/enseñar y , aunque se pueda vivir de cu alquier man era, viv ir bien y en comp añía es 275 SCHWART Z, Bertrand: Hacia otra escuela, M., Narcea, 1979, p. 17. ECHEVERRÍA, J. Javier: cit., p. 11. 277 PASCUAL MARINA, Antonia V.: cit., p. 21. 278 GARCÍA ROCA, Joaquín: cit., p. 27. 279 CORT INA, Adela. (Coord.): La educación en valores. M., Biblioteca Nueva, 2000, p. 9. 276 129 José R. Co rtés Criado tarea de gran importancia, p or lo qu e “enseñar a viv ir juntos desde niño y para toda la v ida constituye y a una tarea esencial de nu estro sistema de enseñanza” 280 . Si entendemos que “la educación no es una fórmula de escuela sino una obra de vida,” 281 y que “la moralidad es algo eminentemente humano, p orque, al incitar al hombre a sup erarse a sí mismo no hace sino incitarlo a realizar su naturaleza de hombre,” 282 la sociedad deb erá edu car p ara la acep tación de las diferen cias: Es un grave error hacer de cualquier aspecto diferencial (etnia, cultura, sexo, procedencia, opinión, etc.) el rasgo más im portante, y por tanto el rasgo definitorio de la persona. Por encim a de cualquiera de estos rasgos diferenciales sobresale el único que podemos considerar com o verdaderam ente definitorio de la personalidad: su dignidad como ser humano283 . Ap render a vivir juntos, educar p ara la tolerancia, formar en valores morales, conocer otras formas de vida, otras costumbres, p ersonas distintas, con diferente forma de pensar, saber acep tar, resp etar, etc., se han de ver como ideas que d eben ser imp rescindibles en la formación imp artida a los jóvenes, si se anh ela formar ciudadanos solidarios justos, y honrados p ara la sociedad d el presente siglo : El razonam iento moral es la capacidad para analizar y juzgar situacio nes en las que existan conflictos de índole m oral y proponer formas de comportam iento que tiendan a producir los mayores niveles de justicia alcanzables en esa situación284 . José Luis Aranguren manifestaba que el may or p roblema con el que se enfrenta la sociedad actual no es el otrora tan cacareado desencanto, al qu e se debería añadir hoy el tan socorrido estar achicharrado, sino la desmoralización de gran p arte de la sociedad debida a esa falta de sentido de la existencia. Ese no saber qué h acer en nuestra vid a, el carecer de referentes utópicos que inciten a vivir, o esa falta de creencias que generan una crisis de valores sociales, hacen 280 281 282 283 284 Id., p. 82. FREINET, Celestine: Parábolas para una pedagogía popular, B., Laia, 1973, p. 17. DURKHEIM, Émile: cit., p. 163. VILLALBA MART ÍNEZ, F. et al.: cit., p. 15. 3 PANIEGO GARCÍA, José A.: Cómo podemos educar en valores, M., CCS, 2000 , p. 83. 130 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) desembocar a los jóv enes en un conformismo social, o en un a búsqueda de p araísos ficticios p or medio del consumo d e dro gas, y a asimilar v alores sociales economicistas, basados en el valor material de todo lo que les rodea, sin rep arar en el valor humano, ni siquiera durante el p eríodo de tiemp o dedicado al ocio. El ocio moderno adopta, a través de las presiones del sistem a económ ico basado en el consumo, pero también a través de los deseos de los ciudadanos/consum idores, la forma de un gran mercado de actividades285. Por tanto, urge buscar un p royecto común humanizador que dé sentido al presente que se viva y sirva de guía de nuestra existencia y “dado que no contamos con un modelo de p ersona ideal, ni tampoco con un mod elo p erfecto de socied ad o de escuela, recurrimos a un conjunto de valores fundamentales mínimos y comunes, aqu ellos qu e constituy en el común denominador” 286 de una convivencia en p az y libertad, “insep arable del resp eto, el fomento y la p ráctica de los derechos y libertades fundamentales de la p ersona” 287. En nuestro tiempo urge analizar los modelos culturales que la socied ad a través de sus medios de comunicación ofrece a los jóv enes tal como d ice Henry A. Giroux: Una reflexión que se impone a padres, educadores y otros es la de cóm o la cultura, especialmente la cultura mediática, se ha convertido en un instrumento fundam ental, si no el principal, en la regulación de lo s contenidos, valores y preferencias de las norm as que fijan y legitim an determ inadas concepciones personales288 . Las concep ciones p ersonales imp erantes en el mundo o ccid ental desp lazan la cultura social por la cultura comercial. El consumismo, el corp orativismo, el progreso tecnológico, h an desplazado la cultura d emocrática al serv icio de la colectividad, considerando a los jóv enes en términos mercantiles, atendiendo a su cap acidad co mo grup o con p oder adquisitivo suficiente p ara crear una industria al serv icio d e sus necesidades consumistas, sin atender el p rincip io básico de una cultura democrática que ha d e invertir en educación social hacia la p oblación escolar. Co mo sentencia Giroux: 285 DEL PINO ARTACHO, Julio, et al.: cit., p. 10. GIL MART ÍNEZ, Ramón: cit., p. 40. 287 MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida: cit., p. 7. 288 GIROUX, H. A.: El ratoncito feroz. Disney o el fin de la inocen cia. M., Fundación Germán Sánch ez Ruipérez, 2001, pp. 14 -15. 286 131 José R. Co rtés Criado Una cultura dem ocrática proporciona los recursos institucionales y sim bólicos necesarios para que la juventud desarrolle sus capacidades para comprom eterse con un pensam iento crítico, participar en las relaciones de poder y en las decisiones políticas que afectan a sus vidas, y transformar las desigualdades raciales, sociales y económicas que entorpecen las relaciones sociales dem ocráticas289 . Ese p royecto común debe basarse en la solidarid ad como aglutinador de otros valores que ay uden a crear esp acios colectivos comunes donde el ser humano tenga ilusión por vivir. Como he dicho en otra ocasión: Creo que hace falta un debate permanente sobre el tema, porque las costumbres, la moral y la sociedad cambian y porque los enseñantes som os muchos, muy variados y con ideologías diversas, [...] hay que buscar los puntos que nos unan y sobre todo hay que clarificar qué valores son los que defendemos290 . Y como toda institución defiende directamente unos valores oficiales y p úblicos al mismo tiemp o que insinúa otros, hay que p restar esp ecial atención a esos mensajes o cultos, porque la simbiosis de ambos va a configurar el ideario de dicho organismo. Según Díaz Aguado, Jackson fue el p rimero en utilizar la observación metodoló gica en el aula, gracias a la cu al se d etectaron la existencia y la influencia de los dos tip os de currículum, el oficial y el “otro, no tan exp lícito, que el alumno deb e ap render de forma 291 más sutil” y a que algunas veces p resenta p equeñas contradiccion es con el primero. Ángeles Calatrava, que fue responsable del Dep artamento de Educación en Valores de la Consejería de Educación y Ciencia d e la Junta de Andalucía, también abo ga p or una discusión y clarificación d e los valores que deben ser transmitidos en el aula: Queram os o no, los centros educativos transm iten valores, es necesario ser consciente de ello para clarificar qué valores debemos transm itir y vivenciarlos, revisando para ello, si fuera necesario, el clima del centro, los m odelos de relación que se establecen...292 289 Id., p. 109. CORT ÉS CRIADO, José. R.: “ Me gustaría educar en valores”, M., Trabajadores de la Enseñanza, n º 179, 1997, p. 43. 291 DÍAZ AGUADO, Mª José: cit., p. 150. 292 CALATRAVA GONZALEZ, Mª A: “ Educación en valores”, Andalucía Educativa, Suplemento 16, 1999, p. 4. 290 132 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) La educación en valores va a ofrecer a los jóvenes las bases p ara una educación plena p ara la v ida y p ara la conviven cia, p orque la educación deb e ser global e integradora, a la p ar que instrumento p ara el p leno d esarrollo de la p ersonalidad; no hay que obviar que la p ráctica educativa no es una activid ad neutral, -“el p oder no es n eutro: oprime o libera” 293 - sino que está basada en una concepción ética, y que la edu cación debe ser una tarea humanizadora que armonice el ap render a ap render con el ap render a vivir, es decir, debe sintetizar el desarrollo moral e intelectual del ser hu mano. Ann Powers, en este sentido, manifiesta: La juventud ha sido considerada, en casi todas partes, como un conjunto de problemas que la sociedad debe gestionar: delincuencia juvenil, embarazo adolescente, consum o de drogas.[...] Esta concepción ha llegado a enraizar tan profundamente que ha invadido el ánim o de diversas instituciones, y la visión alternativa que considera a la juventu d com o activo social, como grupo social con su propia visión del m undo que se com porta con norm alidad, es escasa294 . La imp ortancia que tiene la formación de las nuevas generaciones se adelanta en el siguiente texto extraído del Documento elaborado p or la Dirección General de Ev aluación Educativa y Formación del Profesorado: Se pretende desarrollar un modelo educativo que contribuya activam ente a la formación de personas capaces de integrarse de forma responsable y eficaz en una sociedad plural, libre, multicultural, tolerante y solidaria, ejerciendo sus derechos, asum iendo sus deberes y participando de forma positiva en la consolidación y profundización de los valores dem ocráticos295 . Además, hay que tener en cuenta que nu estra sociedad es ideoló gicamente variada y por tanto educar p ara convivir es una tarea más compleja que la que se p ueda llevar a cabo en una sociedad totalitaria de p ensamiento único, porque el p luralismo, tanto ideológico como moral, así co mo la con cien cia de crisis de v alores y la falta d e un consenso acerca de los valores que se deb en transmitir, hacen qu e esta labor resulte altamente comp leja. 293 PASCUAL MARINA, Antonia V.: cit., p. 23. POWERS, A.: Who are these people, anyway? New York Times, 29/04/1998, p. E1, 8. T omo a través de GIROUX, H.: cit., p. 16. 295 Andalucía Educativa, Suplemento 16, septiembre 1999, p. 5. 294 133 José R. Co rtés Criado Se trata de formar en p rincip ios básicos de convivencia qu e además de ser constitucionales deben ser inherentes a toda la sociedad human a, sin soslayar que se trata de educar p ara la tolerancia en una sociedad donde la doctrina moral no es comp artida con la anu encia de todos sus miembros. Por tanto “debemos formar a los jóvenes en unos valores básicos p ara la vid a y la conviven cia; es decir, una educación insp irada en un sistema de valores mínimos acep tables p or todos”296. Tal formación debe incu lcar a los ciudad anos una formación que los haga más resp onsables de sus actos: Es responsable aquel que responde. El ser hum ano, a diferencia de cualquier otro, puede hablar, explicar y justificar los actos que ha realizado con libertad; puede dar razón de ellos. El ser humano es responsable porque es libre y, a su vez, la libertad hum ana se fundam enta en la responsabilidad moral, es decir, en la capacid ad de la persona para conocer el bien, los valores y, además, poderlos vivir y practicar297. Los valores que se trasmitan deb en favorecer la conv ivencia democrática, la acep tación de las diferen cias y el respeto a toda p ersona que discrepe de nuestra forma de pensar, op ción p olítica, religiosa, sexu al o cultural, junto a la acep tación de que la diversidad y el pluralismo enriquecen nu estras vidas. Por lo que debe darse una educación “fundamentada en una base moral común que favorezca la conv ivencia d emocrática, y a la que nadie p odríamos o d eberíamos renun ciar sin renun ciar con ello a nu estra p rop ia humanidad ” 298 . Por tanto, la Ética p ersonal de cada ser humano va a estar configurada p or distintos factores: la enseñanza de valores, el p roceso de socialización qu e facilita nuestra formación, la influencia d e los medios de comunicación y la presencia, no siemp re visible, de las normas que comp artimos con nuestros semejantes. 296 GONZÁLEZ LUCINI, Fernando: “ Educación ética y transversalidad”, Cuaderno de Pedagogía, nº 227, julio-agosto 1994, p. 10. 297 NOGUERA ARROM, J. en ROMERO, E. (Coord.): Valores para vivir, M., CCS, 1997, pp. 127-128. 298 GONZÁLEZ LUCINI, Fernando: cit., p. 10. 134 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Esta ética no se ap rende en nin gún manu al o curso concreto, p ero su imp ortancia se hace p atente en el p roceder diario, en la toma de d ecision es que d eberían conducir a una vida satisfactoria donde el ser humano comp arta valores comun es. Para crear un clima de tolerancia, hace falta eliminar factores que ponen en peligro la paz y la democracia, a saber: la violencia, el racismo, la xenofobia, el nacionalismo agresivo, las violaciones de los derechos hum anos, la intolerancia religiosa, el terrorism o y la brecha creciente entre países ricos y pobres. Estos factores constituyen una m uestra de antivalores de la to lerancia299 . Si los valores no están presentes en la actuación del hombre y de la mujer, o están en op osición a sus ideas, p roducen incertidumbre y desconcierto en el qu ehacer diario, siendo entonces p erentorio buscar valores cap aces d e ser comp artidos p or toda la sociedad, basados en los derechos humanos, en la sup eración de discriminaciones, en la convivencia con otras culturas y formas de pensar, y en la resolución de conflictos de forma p acífica. Los valores son com o el aire o el agua, somos conscientes de su existencia cuando escasean o entran en contradicción o sentim os que los hem os de hacer visibles de alguna forma para poder conseguir niveles de coherencia y equilibrio personal o grupal300. Cuando se habla de tolerancia no se debe entender como la obligación de tolerar cualquier op ción vital, hecho que desembocaría en un relativismo dudoso que conduciría a un escepticismo social, p or lo que hay que tener en cuenta la distinción que hace Victoria Camp s: Sin duda hay que distinguir entre una tolerancia positiva y la tolerancia negativa consistente en instalarse en la ausencia de principios, ideas y opinio nes por comodidad301 . Si la sociedad desea formar hombres y mujeres buenos en el sentido machadiano d e la p alabra bu eno, debe ser consciente de que no disp one de un mod elo de ser humano ideal, porque la sociedad es plural, pero sí cuenta “con un conjunto de valores universalmente 299 MARTÍ SOLER, M. en ROMERO, E.: cit., p. 270. T OMÉ GARCÍA, Amparo.: “ Los valores para el siglo XX I en el contexto edu cativo”, Andalucía Educativa, nº 27, octubre 2001, p. 9. 301 CAMPS, Victoria: Los valores de…, cit., p. 99. 300 135 José R. Co rtés Criado consensuables, un sistema valorativo que sirve de marco y de criterio p ara controlar hasta dónde llegan nuestras exigencias éticas ind ividual y colectivamente” 302 . Estos valores son el resultado de muchos siglos de civilización y p ensamiento que han fraguado un crisol de id eas, que se han dado en llamar d erechos fundamentales, que regu lan declaraciones de p rincip ios, constituciones y demás formas de gobierno de los hombres. La actitud tolerante no es, por tanto, una reacción pasiva de indiferencia, sino una voluntad activa de comprender otras formas de actuar, sentir y pensar [...] Esa voluntad de respeto y aceptació n nace del convencim iento de que la vida de todas las personas tiene el mism o valo r303 . Se ha d e considerar la moral co mo el conjunto de normas may oritariamente imp lícitas que una sociedad considera adecu adas p ara vivir en comunidad, y la ética como justificadora o rep robadora de los co mportamientos morales según las razones prop orcionadas desde una p ersp ectiva descriptiva o normativa, según se limite a describir los hechos morales o a enseñar cómo hay que actuar con un a moral cív icamente correcta. La educación cívica p retende desarrollar ante todo actitudes y normas consideradas válidas para la conv ivencia, tanto en el ámbito educativo co mo en la v ida privada, p orque “la educación es un sistema muy complejo en el que la escuela tiene solo una p arte y creo que no es la más imp ortante. No es dentro de la escuela donde se ponen los cimientos de una p ersona; se ponen antes de la escuela y fuera de la escu ela” 304. Bolívar Botía afirma al resp ecto: En la edad escolar la primera educación m oral com ienza con el civismo. La formación de una ciudadanía se convierte en el objetivo prioritario de la educación, sabiendo que con ello estamos form ando a personas con un mayor desarrollo moral305 . 302 Id., p. 15. LUQUE LOZANO, Alfonso et al.: Educar la tolerancia, Sevilla, Díada, 2000, p. 9. 304 T ONUCCI, Francesco: Entrevista, Andalucía Educativa, nº 46, 2004, p. 37. 305 BOLÍVAR BOTÍA, A.: Educar en valores. Una educación de la ciudadanía, Sevilla, Junta de Andalucía, 1998, p. 25. 303 136 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Educar para la convivencia es el p rincip al objetivo de la edu cación. Con ello se pretende establecer lazos sociales basados en el diálogo, la coop eración, la solidaridad, el resp eto, que p ermitan construir actitudes morales autónomas en el ciudad ano. Por eso Rafael Yus exp one: Estoy convencido de que la educación que necesita no sólo nuestra sociedad, sino también todo el planeta, es una educación integral u holística, que no se quede en las habilidades mentales, sino que incluya las artísticas, corporales y espirituales306 . Además hay que tener en cuenta qu e la sociedad actual es contradictoria, p ues se asienta en distintas bases: la igu aldad, la justicia, el confort, el consumismo, el desarrollismo, p roduciendo, p or lo tanto, desigualdades sociales. [Nuestra sociedad] proclama la libertad y condena la violencia, pero m anipula la inform ación y viola la intim idad personal. En la actualidad la problemática es más ética que técnica. El desafío radica en la definición y ejercicio de unos valores personales que nos hagan m ás responsables307 . Ante esta situación se debería formar a los jóvenes para crear una socied ad nuev a que no reaccione sólo cuando los p roblemas afloran al conjunto de la sociedad y se deje llevar p or el devenir de los acontecimientos, sino que se creen actitudes p roactivas p rop ias de sociedad es creadoras: Sociedades que intentan “hacer” su vida en vez de “dejar que se la hagan”, que no quieren ser sujetos pacientes, [...] Las sociedades “creativas” son justam ente las que intentan anticipar el futuro, las que se pertrechan de un bagaje lo suficientemente sólido com o para generar respuestas “proactivas”, las que se niegan a dejarse sorprender308. De nuestra labor educativa va a dep ender, en parte, el que vivamos en una socied ad cap az de detectar con p rontit ud cualquier ano mia moral y diagnosticar las medidas correctoras ap rop iadas, p uesto que “tal vez las familias estén confiando en la influencia de 306 307 308 YUS, R.: “ Entrevista”, Cuadernos de Pedagogía, nº 300, marzo 2001, p. 45. MARÍN GRACIA, Mª A., en ROMERO, E.: cit., p. 13. CORT INA, Adela: cit., p. 11. 137 José R. Co rtés Criado la escuela como contrapeso de los medios audiovisuales, a la hora de in culcarles los v alores 309 sociales” . Y los medios audiovisuales no han de ser menosp reciados, sino que debemos p restar una esp ecial atención a los camb ios en la tecnolo gía d igital, p orque su revolu ción está iniciándose en nuestros días, y tales medios van a modificar los hábitos sociales. Como alerta Lyotard, al analizar la informatización de las sociedades, p ueden “convertirse en el instrumento soñado de control y de regulación del sistema de mercado, extendido hasta el 310 prop io saber” . Similar preocup ación manifiesta Juan Luis Cebrián cuando afirma: La sociedad digital puede ser un fabuloso instrumento de igualitarismo sin necesidad de aniquilar la pluralidad de opciones y propuestas. Pero puede convertirse, tam bién, en una forma añadida de dom inación. He aquí la más sublim e y aterradora de las paradojas de nuestra moderna existencia. El hombre, inventor y dueño de la tecnología, contempla hoy la am enaza de convertirse en su esclavo311. El ser humano presenta siempre lo mejor y lo p eor de la esp ecie, tan p ronto se muestra solidario co mo intolerante, siente deseos de construir o de arrasar, y en el camp o tecnológico muestra una vez más su ambivalen cia: puede elaborar un p roducto eficaz p ara la vida y otro que extermine todas las esp ecies vivas del p laneta; y en cuanto a la sociedad de la información ocurrirá igual; desde una p ersp ectiva universal, todos tendremos los mismos derechos y dispondremos de una gran cap acidad para comunicarnos, p ero desde otra más restrictiva y oculta, se nos controlará y se nos coartarán las libertades individu ales y colectivas. Sierra i Fabra en Frontera no hab la sólo d e fronteras políticas o geo gráficas, sino d e las fronteras que p onen la cultura, la religión, las costumbres ancestrales y los deseos autoritarios de las familias p atriarcales. 309 310 311 MARTÍN SERRANO, Manuel y VERLADE HERMIDA, Olivia: cit., p. 26. LYOT ARD, Jean François: cit., p. 118. CEBRIÁN, Juan Luis: La red, B., Círculo de Lectores, 1998, p. 247. 138 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Muestra resp eto hacia la familia marroquí afincada en Barcelon a que p rotagoniza la historia, p ero critica su conducta cuando no se aviene a la normativa legal esp añola: no permitir que su hija acuda a las clases de educación física, u obligarla a casarse con un viudo de cin cuenta y siete años en M arruecos. A lo largo d el relato los p ersonajes intercambian información sobre el p apel de la mujer en determinados p aíses donde su voluntad no se tiene en cuenta, ni sus derechos como p ersona son reconocidos. Se manifiestan en contra de la facilid ad con la qu e un marido hindú p uede divorciarse p ara volverse a casar y conseguir otra dote de su nueva esp osa, de la ablación del clítoris a miles de niñ as musulmanas, del p ap el de la mujer en Afganistán tras la caíd a de régimen de los taliban es, y de la obediencia ciega a los deseos del p adre de familia, entre otros temas. Es un relato que refleja los p roblemas de integración de las familias procedentes del tercer mundo que traen consigo costumbres muy diferentes a las nuestras, en muchos casos contrarias a nu estra cultura y a nu estro ordenamiento legal; y la confrontación entre ciudadanos esp añoles e in migrantes cargada de tintes racistas y xenófobos. De su lectura se p uede ap render a respetar los derechos fundamentales de la mujer, y de cualquier otra p ersona indep endientemente de su origen, siempre que sus creencias y costumbres se atengan a las leyes de nuestro país. A lo largo d el relato, la p rofesora de Amina, la joven marroqu í, recuerd a que la educación es la base de la formación de la p ersona y la única manera d e superar costumbres arcaicas y p osturas intransigentes. En La asombrosa historia del Viajero d e las Estrellas, Sierra i Fabra deja constancia de trascendencia que otorga a la edu cación como base n ecesaria p ara la formación de la p ersona en el diálo go qu e mantienen el juez y el reo, dos de los p ersonajes del cuento: 139 José R. Co rtés Criado - ¿Le tem éis al miedo? Le temo a la ignorancia. Yo temo más a la estupidez humana. La estupidez hum ana es producto de su ignorancia, recordadlo312 . Y en La biblioteca de los libros vacíos, cuando un sabio acude a un p ueblo p ara estudiar el fenómeno por el cual las letras se desp rendieron de los libros de la biblioteca municip al, regaña a todos los habitantes p or no leer y p or no saber que la cultura nos diferencia de los animales y nos hace progresar, alegando a favor de los libros: Los libros son las form as de arte más vivas de la historia de la hum anidad. Los libros los han escrito seres humanos que consagraron su existencia a ellos, para hacer que las nuestras fueran un poco mejor. Los libros son la verdad, y los sueños, y la realidad, y la fantasía, y el conocim iento, y el entretenimiento, y la paz y la vida. Sí, la vida, porque los libros están vivos, tienen alma, corazón, sentim ientos313 . Por último, Sierra i Fabra in cluye entre sus p ersonajes una serie d e personas adultas que darán siempre los consejos adecuados p ara un a educación en valores a cu alquier joven que lo solicite. El tratamiento que reciben estos p ersonajes, por p arte de los p rotagonistas y del narrador, es de resp eto y cariño. Ahmed Luwani es un anciano ven erable que ap arece en Noche d e luna en el Estrecho; del cual se dice: “Ahmed no mentía jamás, p orque siemp re hablaba con la inteligencia d e su ed ad, y p orque, de todo el p ueblo, él era el único que de verd ad hab ía recorrido el mundo, una bu ena parte de él, y conocía a los seres humanos” 314 . En Querido hijo: estás despedido, el niño p rotagonista es exp ulsado de su casa p or mala conducta y recib e su p rimer consejo de un anciano con qu ien se encu entra en el parque: “Tú no pareces tonto. Sabes lo que está bien y lo que está mal. Una cosa es ser un niño y meter la p ata, y otra muy distinta es hacer lo que te da la gana p asando de todo. ¿Y 315 el resp eto? Lo único que has hecho es demostrar que no querías demasiado a tus p adres” 312 313 314 315 . SIERRA I FABRA, Jordi: La asombrosa historia del Viajero de las Estrellas, Bogotá, Norma, 2002, p. 91. Id., La biblioteca de los libros vacíos, Quito, Libresa, 2001, p. 43. Id., Noche de luna en el estrecho, B., Grijalbo/Mondadori, 1996, p. 21. Id., Querido hijo: estás despedido, M., Alfaguara, 2000, p. 72. 140 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Y el segundo le llega del abo gado que le escribe la carta de readmisión familiar, el cual es descrito así: “El señor José era un hombre de unos sesenta y algunos años, con cara 316 de buena p ersona, gafas, calvo y asp ecto feliz” . Cuando la p rotagonista de La memoria de los seres perdidos d esea conocer los sucesos acaecidos en Argentina bajo el mando del general Vid ela, acud e a un rep resentante de una ONG, Acción d e Ayuda Directa, un adulto que no es exp erto en el tema y al que ella dice: “Pero lo viviste, aunqu e fuese desde aquí y siendo un n iño, y lo sabes casi todo de todos los p aíses y más. ¿A quién querías que acudiese, a una hemeroteca?” 317 En Las alas del sol el viejo Tui d a consejos al jov en Yu, el protagonista; En Kaop i, el joven guerrero nezai los recib e de su badai (abuelo); David, joven p rotagonista en El último verano miwok, de Tortuga veloz, chamán chupador; Patricia, en Rabia, recib e muy buenos consejos d el escritor que acud ió a su instituto; Vania, la ún ica sup erviviente de Las chicas de alambre, de su ay a Moraima; etc. Por último, no es de menor imp ortancia que otra de las p ersonas venerables p ara Sierra i Fabra es el p adre, del cual ha dejado constancia en bastantes libros, señalando las diferentes p ercepciones que la p ersona tiene de su p adre a lo largo de su existencia como refleja la sigu iente cita: Un niño pequeño, a los cuatro o cinco años, cree que su padre lo puede todo. A los ocho o nueve años descubre que su padre no lo puede todo, aunque sí casi todo. A los dieciséis o diecisiete años piensa que su padre es un imbécil. A los veinticinco se da cuenta de que su padre no es imbécil, sino alguien que hace lo que puede y le dejan, com o casi todo el mundo. Así hasta que, otro día, cuando ese niño ya tiene cuarenta años, en lo único que piensa es en que... ojalá estuviera su padre vivo para preguntarle algo318 . 316 317 318 Id., p. 93. Id., La memoria de los seres perdidos, M., SM, 1998, p. 89. Id., El dolor invisible, cit., p. 39. 141 José R. Co rtés Criado 2.4.- CONCLUS IONES . De la importancia de los valores éticos en una sociedad democrática da testimonio la amp lia biblio grafía dedicada a ellos que han elaborado exp ertos nacionales e internacionales y el hecho de estar recogidos en documentos tales como la Declaración de los Derechos Humanos, la Declaración de los Derechos del Niño, el p royecto de Constitución Europ ea, la Constitución Esp añola, los distintos Estatutos de Autonomía esp añoles, y en todas las leyes educativas p romulgadas hasta hoy como la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo o Ley Orgánica de Educación. Y de la necesidad d e su imp lantación en la sociedad dan fe las declaracion es de educadores, filósofos y p ensadores que inciden en la urgencia de asumir determinados valores morales como h ábitos de vid a cotidiana, y a que las buenas intenciones p ueden convertirse en p alabrería si no son asumidas como p rincip ios básicos de conducta social, ni configuran el carácter moral de la p ersona en el sentido aristotélico del término. Ante tamaño emp eño, la sociedad debe asumir la educación moral como un factor decisivo en la formación de los ciudadanos y las ciudadanas d el futuro, p orque de ello va a dep ender el p rogreso humano. Esta preocup ación p or la educación moral es fruto de los cambios en el p ensamiento y forma de actuar de la p oblación actual. La sociedad ha de frenar el d esinterés de determinados sectores de p oblación p or los asuntos públicos, p ues este hecho p uede convertir la convivencia en algo comp lejo, difícil y comp etitivo; además de au mentar el individu alismo, d isminuir la solid aridad, y aunque se viva en una socied ad con may or p rogreso económico, no será una sociedad qu e haga felices a sus miembros o solucion e los males del p laneta. Pero no sólo se h a de educar, se ha de conseguir que los v alores sean deseados y valorados socialmente p ara p oder ser considerados p unto de p artida y resultado de un 142 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) proceso interp retativo de la realidad, han de ser “las p remisas inspiradoras, los polos de referencia unificadores de la conducta madura a la que tiende la educación ” 319 . De los esfuerzos de todos, p rofesionales de la educación, estudiosos del comp ortamiento humano, p olíticos y gestores va a dep ender el éxito o fracaso del emp eño en formar una ciudad anía libre y democrática que sea moralmente acep table. No se p uede delegar en los centros educativos toda la resp onsabilidad resp ecto a la educación moral; se ha demostrado que los co legios e institutos ejercen un a influencia relativa sobre determinados alumnos. Como anota Durkheim, la edu cación moral en la familia durante los p rimeros años ha de ser una p rop edéutica general, unas ideas sen cillas y elementales, p ero recuerda que “si las bases de la moral no están constituidas desde la segunda infancia, es decir, desde la edad escolar, entonces ya nunca lo estarán” 320 , y conllevará may or dificultad intelectualizar la educación moral e interiorizarla. También hay que asumir que el sistema educativo ha p riorizado en los ú ltimos tiemp os la instrucción frente a la formación human ística del alu mnado y los enseñantes han dejado de lado su labor educativa, b ien p orque en su prep aración como docentes se primó la formación científica o p orque las etap as de experimentacion es p edagó gicas crearon desconcierto en ellos. Por tanto, la sociedad en su conjunto ha de p reocup arse en formar ciudadanos con una buena educación moral, no sólo por el bien que rep ercute individualmente en el ser humano, tanto por su forma de actuar como d e vivir conforme a la razón, si no p or el bienestar que sup one para el conjunto de la sociedad una conviven cia moralmente sana entre sus miembros. 319 GIL MART ÍNEZ, Ramón: “Diez valores en el aula y la tutoría: una exp erien cia”, en CAMPS, Victoria et. al.: cit., p. 39 320 DURKHEIM, Émile: La educación moral, cit., p. 80. 143 José R. Co rtés Criado Como todo p roceso educativo, la formación moral de los ciudadanos h a de in iciarse en los miembros más jóvenes, de ahí la imp ortancia de imp artir una educación en camina a dicho fin en los colegios e institutos, pues si el alumnado adquiere valores que le ay uden a convivir p acífica y solidariamente, la sociedad futura avanzará moralmente y las personas disfrutarán de una mejor calidad d e vida. Además ha de resaltarse que la sociedad española ha sufrido grandes transformaciones desde el año 1983. Entonces eras un p aís con un bajo nivel económico y muchos de sus ciudadanos habían emigrado a otros p aíses europ eos; actualmente la economía ha mejorado y se ha convertido en un p aís recep tor de p ersonas de p aíses subdesarrollados con el consiguiente imp acto en nuestras conductas. Hoy se ha de convivir con p ersonas llegadas de otras naciones muy diferentes a la nuestra en cuanto a ideas p olíticas, religiosas, morales, econó micas, familiares… Esta cohabitación no está exenta de fricciones y desencuentros entre comun idades, p or lo qu e se hace más p erentoria la necesidad de educar en valores morales a toda la p oblación. Los valores éticos, que fund amentan la b ase de una sociedad moralmente acep table, han estado y están p resentes en la Literatura Universal y p or ende, en la d enomin ada Literatura Infantil y Literatura Juvenil. El análisis p ormenorizado de la p resencia de estos valores morales en las obras de autor investigado se llev a a cabo en el cap ítulo 4 de este trabajo, esp ecíficamente en el apartado 4.2.- El comp romiso en la obra de Jordi Sierra i Fabra, y en el 4.5.- Catalogación de la obra d e Jordi Sierra i Fabra de acuerdo con la taxonomía de Quintana Cabanas. 144 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) CAPIT ULO 3.- LA LIT ERAT URA. 3.1.- INTRODUCCIÓN. En este cap ítulo p retendo realizar un acercamiento a los cambios de tendencias literarias que se han sucedido en la narrativa en las dos últimas décadas, haciendo esp ecial hincap ié en la Literatura Infantil y Juvenil. No se trata de efectuar un análisis exhaustivo, sino d e llevar a cabo un recorrido p or las ideas p rincipales respecto a la Literatura Infantil y Juvenil, siguiendo las inv estigaciones y reflexion es de los investigadores que con may or autoridad tratan el tema actualmente. 145 José R. Co rtés Criado 3.2.- LOS CAMBIOS EN LA N ARRATIVA ESPAÑOLA DURANTE LAS DOS ÚLTIMAS DÉCADAS. Los cambios acontecidos en la mentalidad contemp oránea se h an visto reflejados en toda manifestación artística, cultural, científica o técnica, y esp ecialmente en las obras literarias, tanto en la literatura destinada a un lector adu lto como en la dirigida al p úblico infantil y juvenil. De los géneros literarios, la narrativa es la más difundida y la que goza d e may or acep tación entre los lectores; la p oesía está menos divu lgada, y el teatro suele ser el género olvidado p or la may oría de los editores, p arece existir casi con temor a p rop agar sus virtudes. Por tanto, al hablar de literatura, solemos referirnos a la narrativa, porque es la que goza de may or predicamento. Esta reflexión es ap licable a todo tip o de literatura, tanto la que se escrib e p ara el público en general co mo la d irigid a a niños y jóv enes. La p oesía y el teatro son géneros en los que las ed itoriales no confían, d e ahí su escasa repercusión en el mercado editorial y su casi total ausencia d e las bib liotecas esco lares. Resp ecto a la p oesía, declara Antonio A. Gómez Yebra, director de la colección de poesía infantil y juvenil Caracol: “Que las grandes editoriales no se interesen p or la edición de p oesía infantil significa que los niños apenas encuentran la poesía adecuada a sus 321 intereses estéticos y afectivos y ap enas acceden a ella” . La narrativa en Esp aña siemp re ha gozado d e una bu ena aceptación y ha seguido un desarrollo acorde con las circunstancias h istóricas; hasta el final d e la década de los setenta, momento en el que “se p roduce un estancamiento en nu estra narrativa, la cual refleja un cierto ‘desnortamiento’. Ha d esap arecido la narrativa social y ha retrocedido la exp erimental y se imp one buscar una nueva salida” 321 322 . GÓMEZ YEBRA, Antonio: “La edición de poesía infantil”, CLIJ, nº 157, febrero, 2003, p. 61. SANZ VILLANUEVA, Santos: “El siglo XX. Literatura actual”, en RICO, Francisco (Dir.): Historia de la Literatura española, B., Ariel, tomo 6/2, 1991, p. 200. 322 146 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) El giro que se imp one recup era la imaginación y favorece el surgir de las novelas de aventuras, p olicíacas, n egra, etc., vinculad as a la realidad social, porque “nadie es cap az de p oner en funcionamiento la imagin ación al margen de la historia que le ha tocado vivir” 323, ni p uede ignorar que “el p eríodo en que las obras salen a la luz influye en los 324 contenidos que reflejan” : Hoy, a principios del siglo XXI, [...] el clim a social muestra otra cara, y por ello los novelistas piensan, novelan m enos la colectividad y se dedican m ás a atender lo personal. Soplan, al m enos por Europa, los aires de la reivindicación social, las quejas sobre las diferencias entre ricos y pobres325 . Pero con esta revitalización de la novela “no quiere decir que se haya p roducido un retorno generalizado a la nov ela más convencional. La de los nuevos escritores p lantea agudos problemas de identidad, ajustes y desajustes de cuentas con la memoria, crisis de relaciones sociales (y fundamentalmente de pareja) e indagaciones que a menudo eligen como vía d e resolución la forma p olicíaca” 326. La amp lia p roducción editorial de los años noventa ha generado una narrativa “rica tanto en la forma co mo en los temas que se entretejen a p esar de la ap arente disp aridad” 327 . Esta riqueza viene d ada p or la subjetividad n arrativa y p or la diversidad de voces narradoras. También hay que asentir con Germán Gullón, cu ando escrib e que la literatura actual se mueve entre “el comercialismo y la multipolaridad” 328 , y a que la mejora en la situación 323 JANER MANILA, Gabriel: Infancias soñadas y…, p. 19. GILABERT JUAN, Jesús: “ La huella del contexto de producción en la nov ela in fantil y juvenil”, en CANO VELA, Ángel G. y PÉREZ VALVERDE, Cristina (Coords.): Canon, literatura infantil y juvenil y otras literaturas, Cuenca, Ediciones de la Universidad d e Castilla-La M anch a, colección estudios; 90, 2003, p. 424. 325 GULLÓN, Germán: “ La novela esp añola: 1980-2003”, en OREJUDO, Antonio (Coord.): En cuar entena: nuevos narradores y críticos a principios del siglo XXI, Murcia, Universidad, 2004, p. 16. 326 ALVAR, Carlos, et al: Breve historia de literatura española, M., Alianza, 1997, p. 666. 327 RODRÍGUEZ FERNÁNDE Z, Mª del Carmen, Prólogo, a ÁLVAREZ L ÓPEZ, Esther y RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ, Mª del Carmen, Tramos postmodernos: voces literarias para una década (1990-2000), Oviedo, Universidad, 2002, p. 20. 328 GULLÓN, Germán:, cit., p. 25. 324 147 José R. Co rtés Criado económica de nu estra sociedad ha op timizado la educación, aumentando los niv eles culturales, así como el nú mero de lectores: hoy se lee más, esp ecialmente, novelas. Aunque hay que tener en cu enta la afirmación de Gómez Yebra cuando arguy e: “Lo cierto es que la lectura interesa cad a día menos a la may oría, aunque, eso sí, cada día más a la minoría. Es decir: los lectores son cada día más lectores, hasta alcanzar el grado de auténticos ilustrados; y los no lectores son cada día menos lectores, hasta descender al de analfab etos p rácticos” 329 . Las mejoras económicas y el aumento del número de lectores han p rovocado qu e algunas editoriales transformen el libro en un p roducto exclusivamente comercial, al margen de su valor literario. Por ello muchas veces se está más p reocup ado p or la inversión económica que por el talento del escritor o escritora. Así, los lectores son tratados desde dos p untos de vista p rincipales: “a) como elementos ideoló gicos, filosóficamente transformables, capaces, dúctiles, maleables; b) como elementos económicos, cap aces de adquirir las p ublicacion es y de hacerlas adqu irir 330 por otros” . Hoy , no sólo hay que saber escribir b ien, hay que saber comercializar el p roducto en un mercado muy saturado, donde abundan todo tipo de obras, muchas, sin ap enas rigor literario. Por ello “los editores, los libreros, los bibliotecarios, también los escritores y los ilustradores, tienen que in gen iárselas e incluso echar mano de las p iruetas más inverosímiles p ara hacerse p resentes en un mundo cada v ez mejor comunicado p ero cada vez con menos contenidos interesantes que comunicar” 329 331 . GÓMEZ YEBRA, Antonio A.: “Literatura Juv enil: estado d e la cuestión”, en La aventura d e leer y escribir. Actas de las Jornadas sobre las lecturas, organizada por el Centro de Profesores de Málag a, Junta de Andalucía, 1999, p. 30. 330 4 GRAMSCI, Antonio: Cultura y Literatura, B., Ediciones Península, 1997 , pp. 86-87. 331 NEIRA CRUZ, Xosé A.: “ Algo más que una marea de p remios”, en Anuario sobre el libro infantil y juvenil 2004, M., SM, 2004, p. 54. 148 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Ahora bien, debemos tener p resente que “el éxito comercial no d evalú a invariab lemente una obra, p ero su margin alid ad en el mercado tamp oco aumenta su valor” 332 , así como que todo libro p remiado no es obligatoriamente el de may or calidad, pero normalmente se le ap roxima. El libro tiende a convertirse en un objeto industrial com o cualquier otro, que se difunde no sólo en las librerías sino tam bién en las grandes superficies. Por esta razón entra en el sistem a general de la distribución de bienes culturales y comparte el destino de todos los “productos” de consumo de m asas333 . Y como ha insistido desp ués Pablo Barrena en relación a la labor desarrollada p or los editores, “lo grave de la situación en los noventa es que el p oder no está en manos de los editores, que debería decidir su línea editorial, sino en manos de los mercaderes. Los mercad eres ap arentan un esp acio absoluto de libertad, p ero alred edor de sus espejismos sup erp onen una malla tup ida de conservadurismo, hacen creer que en la ed ición todo es 334 posible” . En los tiemp os actuales, autores de calidad contribuy en a configurar el presente moral con sus ap ortaciones literarias, p orque como dice Mateo Díez, “todos somos una parte sustancial de lo que hacemos, de lo qu e creamos y , p or mucho que queramos disimularlo, los fabuladores somos sin remisión una parte sustancial de lo que se refleja en 335 el esp ejo de nuestras ficcion es, inclu ido el rostro menos material de nu estros p ersonajes” . La vida, en su sentido más amplio, se ve reflejada en una gran cantidad de libros, así, numerosos escritores han reflejado p arte de la suy a p rop ia en sus escritos a p esar de que “sabemos que nuestras vidas no son los libros, aunque en los libros nos hay amos ido 332 GRACIA, Jordi: “Literatura y democracia o a vueltas con los viejos recelos”, en OREJUDO, Antonio, cit., p. 193. 333 PERROT , Jean: “ La edición juvenil: un arte-n egocio”, en PARMEGIANI, Claude-Anne: Lecturas, libros y bibliotecas para niños, M., Fundación Germán Sánchez Ruipérez, El árbol de la memoria, 1997, p. 71. 334 BARRENA, Pablo: “ La literatura in fantil y juvenil de los años novent a ante el futuro”, en VV. AA.: Literatura para cambiar el siglo, Salamanca, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1999, p. 53. 335 MAT EO DÍEZ, Luis: “ Imaginación, memoria, palabra”, Ib., p.15. 149 José R. Co rtés Criado dejando buen a p arte de las mismas, tanto nosotros, lectores, como quienes los han 336 escrito” . De igual forma, los escritores se han sentido comp rometidos con los lectores y han intentado formar una conciencia cívica. Algunos como Juan Goy tisolo, defendiendo que el intelectual “debe mantener su prop ia indep endencia y ejercitar su p osibilidad de crítica” 337 ; otros, como François Mauriac, aseverando cu ál es su pap el como escritor en su ép oca: Diré que en m is relaciones con el m undo m e ha sostenido siempre la necesidad de dar testim onio... es decir m e ha sostenido siempre la necesidad de testificar338 . Hay que tener en cuenta que “la cultura en general y la literatura en p articular son herramientas del p ensamiento, esp acios de ideas, oficios en los que la reflexión tiene un valor esen cial” 339; sin ella el ser hu mano no avanza en conocimientos ni mejora sus condiciones de vida. También se debe tener p resente “que las interacciones sociales p romueven el desarrollo si se sitúan más allá del nivel de comp etencia d el niño, de modo que no serán efectivas p ara el ap rendizaje aquellas interacciones que no sup ongan ningún reto p ara el 340 niño y se limiten a llevar a cabo actividades y a dominad as p or él” . Y que “cada n iño que accede a un buen libro lo con cluy e siemp re algo más sabio, algo más desp ierto, algo más imagin ativo: ha ascendido un p equeño escalón en su evolución como ser humano” 336 341 . GÓMEZ YEBRA, Antonio A.: “Didáctica de la lengu a literaria” en IV Jornadas de Literatura Infantil y Juvenil, Andujar, Centro de Profesores, 1995, p. 48. 337 GOYTISOLO, Juan, en MAURO, Walter y CLEMENT ELLI, Elena: Los escritores frente al poder. B., Luis de Caralt Editor, 1975, p. 106. 338 MAURIAC, François en MAURO, Walter y CLEMENT ELLI, Elena : cit., p. 120. 339 REINA, Manuel Francisco (Editor): La paz y la palabra. Letras contra la guerra, M., Odisea Editorial, 2003, p. 36. 340 CORT ÉS CRIADO, José R.: “La imagen y el cuento. Estrategias para crear cuentos a partir de imágenes ”, en ESCAÑO QUERO, Mª Dolores (Coord.): VI Encuentro Comarcal de Educación Infantil. Comunicaciones, Málaga, CEP de la Axarquía, 1997, p. 20. 341 GÓMEZ YEBRA, Antonio A.: “Importancia de la lectura en los niños”, Sur, Málaga, 18/12/94, p. 60 150 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Además, el escritor habrá conseguido un triunfo importante si el libro p erturba al lector y lo obliga a reflexion ar sobre la historia narrada, porque “el libro que realmente cuenta, que marca, es el que, una v ez cerrado, no p ermite el olvido” 342 . También insiste en la imp ortancia de la lectura Luis M ateo Díez cuando pone en boca de uno de sus p ersonajes la sigu iente afirmación: “leer es siemp re una opción de sabiduría, jamás se lee en v ano, nunca se lee en bald e”343. Como la literatura se nutre del len guaje, hay que anotar que éste tiene co mo función describir y exp licar el mundo con ay uda de la p alabra; gracias a ésta el ser humano elabora exp licacion es científicas muy razonadas p ara esclarecer su relación con lo que le rodea, p or lo cual “cada joven debe en contrar p alabras -lo gos y mitos- que le d en consistencia: que digan lo que cree qu e es ahora mismo, lo que ha sido (rememoración) y lo que será (anticip ación)” 344 . Debo insistir en que uno d e los fundamentos de la activid ad literaria es “el placer d e imagin ar, crear ficciones o recordar exp eriencias viv idas, junto al p lacer del sonido, el ritmo y la evocación de la p alabra” 345 , y que el verbo moldea la p ersonalidad del ser humano; así como fomenta la cultura de la libertad, p or tanto, la Literatura tiene un p ap el primordial en nuestras vidas y como indica Juan Farias, “no va a morir, no sabría cómo hacerlo ” 346 . En un sentido semejante manifiesta Fernando Savater: “el cuento no p uede morir mientras queden hombres” 347 . Y si llegase el caso que “la escritura y la lectura -dos caras 342 DE VILLENA, Luis Antonio: “Libros: la formación de un universo”, en RIGAUD FELICES, Eufrasio, NUÑEZ RUIZ, Gabriel, MARÍN GRANADOS, María José (Coords.): De Educación Lingüística y Literatura, Almería, CSI*CSIF/Universidad de Almería, 2000, p. 24. 343 MAT EO DIEZ, Luís: Lunas del Caribe, M., Anaya, Sopa de libros, 2000, p. 20. 344 BALLAZ ZABALZA, Jesús: “ Aprender a vivir”, en Trabajadores de la Enseñanza, nº 204, 1999, p. 14. 345 SOT OMAYOR, Mª Victoria: “ Literatura en serie”, en CERRILLO, Pedro C y GARCÍA PADRIN O, Jaime (Coords): La literatura infantil en el siglo XXI, Cuenca, Universidad d e Castilla - La M ancha, Colección Estudios; 81, 2001, p. 41. 346 FARIAS, Juan: “En voz alta”, en ALBANELL, Pep et al.: Hablemos de leer, M., Anaya, La sombra de la palabra, 2002, p. 72. 347 10 SAVATER, Fernando: La infancia recuperada, M., T aurus, Pensamiento, 2002 , p. 228. 151 José R. Co rtés Criado de una misma lun a- dejaran de existir, al minuto sigu iente renacerían en distintos lugares de 348 la Tierra” , dada la trascendencia de su existencia p ara los seres humanos. Además, vivimos en una sociedad mu ltip olar, donde el p úblico se identifica con la multiculturalid ad, la inmigración, el sexo, y el escritor trata un asunto u otro con gran libertad, desmitificando los temas considerados tabúes en épocas anteriores. Se trata de un tip o de novela postmoderna que busca el camb io y la innov ación, sin emitir juicios de valores. La Literatura, ya lo d ecía Aristóteles, es una mímesis, un a ficción que imita la realid ad; la narración siemp re ha p rocurado reflejar lo que sucede en la sociedad, -“el deseo de conocer las exp erien cias personales del p rójimo es un deseo muy humano y muy natural”- 349 . También el p rofesor Gómez Yebra insiste en que “la Literatura debe transmitir valores y no ser un mero reflejo de la realidad. [...] La Literatura es, en todos los sentidos, algo más que una mera rép lica de la realid ad” 350 , e insiste que si el lector busca en una novela el reflejo real de la sociedad, lo que deb e hacer es salir a la calle y observar lo que sucede a su alrededor sin más. Hoy la novela es cultivada p or muchos autores jóvenes que p resentan una temática muy acorde con la sociedad actual, dando fin a la idea de qu e la novela es un género aprop iado p ara la madurez del escritor, en la que busca recrear sus exp eriencias con ponderación y cordura. Luis M ateo Díez considera el surgimiento de la novela co mo fruto de una idea que se transforma y evoluciona autónomamente desde la mente del novelista que la p rop icia y mima hasta alcanzar su p lenitud, “p orque toda historia tiene un sentido y un destino, y ese 348 349 350 GISBERT , Joan Manuel: “Visiones y metáforas de la lectura”, en ALBANELL, Pep et al.: cit., p. 98. BRYANT, Sara C.: El arte de contar cuentos, B., Biblària, 199513 , p. 14. GÓMEZ YEBRA, Antonio A.: Entrevista, La Opinión de Málaga, 03/06/2001, p. 4. 152 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) sentido y destino le p ertenecen a ella, están irradiados desde la fuente de la misma, qu e no es otra que la idea o imagen p oética que la p reside” 351 . Toda obra literaria está imbricada en las ideas, los sentimientos, los conocimientos, los deseos y en cualquier otro asp ecto constitutivo de la personalidad d el escritor, “no existe literatura exenta de contenido ideoló gico, aunque dejaría de ser literatura si abandonara la exigen cia estética” 352, y p or otra p arte, una obra es mejor entendida si se contextualiza con su ép oca histórica: “las narraciones sólo se comp renden mediante el análisis de la vida social” 353 . Decir que una obra de ficción se p arece a la vida, es elo giarla, p ues demuestra que su autor p osee un conocimiento p rofundo de la naturaleza humana. “Por la misma razón se suele decir con frecu encia que las novelas nos informan mejor d e la naturaleza hu mana que muchos tratados de psicología” 354 . Por tanto, el escritor debe estar al día y conocer directamente la realidad circundante para p oder enfrentarse a la sociedad con su mejor arma: la p alabra, la fantasía p oética. Hay m omentos en que bajar a las calles y plazas se convierte en problema de conciencia al que no se puede renunciar, y el artista continuamente se som ete a él, sin que se quiebre nada en el interior de su propia creación, en virtud de una fuerza motriz que le empuja automáticam ente hacia una lucha que se convierte en cierta form a de rescate y reconquista del bien perdido, es decir, la libertad de reanudar su propio diálogo fa ntástico con el mundo355 . “Leemos, p ues, para conocer el mundo. Para hacernos sabios” 356 . Y p orque además nos ay udará a “entender el mundo y a entendernos a nosotros mismos. A enraizarnos en el 351 MAT EO DIEZ, Luis: “ Imaginación, memoria, palabra”, en VV. AA.: Literatura para cambiar el siglo, cit., p.17. 352 JANER MANILA, Gabriel: Infancias soñadas y …, cit., p. 163. 353 4 PROPP, Vladimir: Las raíces históricas del cuento, M., Fundamentos, 1984 , p. 529. 354 BAQUERO GOYANES, Mariano: Qué es la novela. Qué es el cuento, Murci a, Universidad, Cáted ra Mariano Baquero, 1988, p. 46. 355 MAURO, Walter y CLEMENT ELLI, Elena: cit., p. 39. 356 DOCAMPO, Xavier: “ Leer ¿para qué?”, en ALBANELL, Pep et al. cit.: p. 49. 153 José R. Co rtés Criado país en que v ivimos y a abrirnos al v ariado mosaico d e las cu lturas. Nos ay uda a ser personas más tolerantes y solidarias. Y también más críticas, más auténticas, más libres” 357 . El p roceso lector será imp ortante y revolucionario si “no sólo es considerado como el p roceso descifrador de los mensajes que las letras ocultan, sino como un p roceso de comp rensión, valoración y análisis de lo leído” 358 ; sólo desde esta p erspectiva se p odrá considerar la lectura como un elemento imp ortante en la educación del ser humano, “habida cuenta de que un niño que lee -un hombre que lee- es cada día más reflexivo, más abierto, más dispuesto a comp render al otro, más hombre, en defin itiva” 359 . Si no existiese la Literatura, habría que inventarla co mo terap ia social. B ertolt Brecht dice al resp ecto: “la postura de un hombre frente al mundo debería ser lo más 360 literaria posible” , y Rosa Regás reafirma: “la lectura nos convierte en creadores y se ponen en marcha la memoria, exp eriencia, e imaginación” 361 , que, si bien no van a eliminar los conflictos humanos, al menos nos ay udarán a resolverlos de manera p acífica y a interp retar nuestro p aso p or la vida de una manera razonable: Comprender el valor y la relevancia de la palabra como constituyente humano es una exigencia primordial para comprender diferentes m atices complem entarios de la acción humana362 . Alonso Zamora recu erda qu e “la literatura es parte de la vid a, no estéril divagación” 363 , y Andrés Amorós insiste en que “la literatura debe dar placer: ésa es su primera y fundamental justificación. [...] La lectura nos deb e servir d e eficaz vacun a y antídoto contra la manip ulación que por todas p artes nos amenaza; es d ecir, ay udarnos a 364 pensar críticamente, p or nosotros mismos” 357 . FERNÁNDEZ PAZ, Agustín: “Como quien bebe agua”, Id., p. 86. CORT ÉS CRIADO, José R.: “Leer, leer, leer”, El Telegrama de Melilla, 28/07/98, p. 2. 359 GÓMEZ YEBRA, Antonio A.: “Importancia de la lectura en los niños”, Sur, Málaga, 18/12/94, p. 60. 360 2 BRECHT, Bertolt: El compromiso en literatura y arte, B., Ediciones Península, 1984 , p. 28. 361 REGÁS, Rosa: “Entrevista”, Andalucía Educativa, nº 45, octubre 2004, p. 39. 362 LÓPEZ HERRERÍAS, José Ángel: Poesía y educación, B., Herder, 2003, p. 79. 363 ALONSO ZAMORA, Vicente: “Textos comentados”, Alacena, nº 23, 1995, p.4. 364 AMORÓS, Andrés: “¿Para qué leer?”, Alacena, nº 25, 1996, p. 33. 358 154 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Los jóvenes actuales disp onen de numerosas y variadas ofertas p ara cubrir su tiemp o de ocio, y “no están en la lectura y p or la lectura. La evasión hacia un mundo imagin ativo infantil se la da la telev isión” acto que nace d e la vo luntad de cad a uno” 365 366 , a p esar de que “leer es la afirmación d e un . Aun sabiendo que “leer es ju gar a viv ir” 367 , que la Literatura nos ayuda a modelar nuestra forma de ser, y que la lectura necesita de una quietud; en la sociedad en que vivimos, record aba Lázaro Carreter que “es mucho más difícil lo grar esa tranquilidad y sosiego para la lectura” 368 , que en tiempos p retéritos. Desde hace años he constatado que leer no es una actividad may oritaria en la sociedad actual, donde se d isp one de una amp lia gama de actividades lúdicas diferentes a la lectura: “Es difícil leer cuando la socied ad en la que nos ha tocado vivir ofrece otras alternativas recreativas tecnoló gicamente muy elaborad as, que están muy p otenciadas y son 369 aclamadas co mo distintivo de progreso, modernid ad y juventud” . Aunque los lectores no dudan en elegir el p lacer de la lectura ante un abanico d e op ciones que se le ofrezcan. Josefina Aldecoa se decanta en p rimer lu gar por la lectura en el caso hip otético de tener que elegir entre leer o escribir. La lectura es un vicio arraigado en m í desde niña. Si por alguna razón tuviera que elegir, [entre lectura y escritura] m e quedaría con la lectura. Es un alim ento de prim era necesidad370 . Y es que el valor d e un libro es incalculable, como reitera Ruiz Zafón: Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el tem a de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, 365 366 367 368 369 370 LAÍN ENT RALGO, Pedro: “ Entrevista”, Alacena, nº 26, 1997, p. 12. MORENO, Víctor: “¿Por qué merece la pena leer?”, Alacena, nº 22, 1995, p. 37. DEL BURGO GONZÁLEZ, Miguela: “Leer es jugar a vivir”, Alacena, nº 16, 1984, p. 10. LÁZARO CARRET ER, Fernando: “ Entrevista”, Alacena, nº 25, 1996, p. 21. CORT ÉS CRIADO, José R.: “La lectura, un arma cargad a de futuro ”, CLIJ, nº 135, febrero, 2001, p. 25. ALDECOA, Josefina: “ Entrevista”, Sur, 31/03/04, p. 64. 155 José R. Co rtés Criado cada vez que alguien desliza la m irada por sus páginas, su espíritu crece y se hace fuerte371 . Debemos recordar que y a Don Quijote nos enseñó la importancia que tiene la lectura para las personas cuando le dijo a Sancho Panza: “el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho” 372. 3.3.- LA LIT ERATURA INFANTIL Y J UVEN IL. (LIJ) El sistema educativo, que ha sufrido algunos grand es cambios en las dos últimas décadas, ha conseguido, entre otras mejoras, la escolarización de todos los niños y niñas del país, ha alargado el p eríodo d e estudios, ha redu cido drásticamente el an alfabetismo y ha potenciado la Literatura p ara todas las edades, p or lo que el niño nada más nacer entra en contacto con la literatura, a p esar de no saber leer. Actualmente se venden libros almoh adas, libros galletas, libros de goma espuma, de tela o de p lásticos ideales p ara el baño y p ara que el beb é los manosee o mu erda con sus encías desdentadas, entrando de lleno en el mundo de los libros antes de iniciarse en el conocimiento de la p alabra escrita. Y como los libros de lectura buscan cada vez destinatarios más jóvenes, la imagen cobra may or p rotagonismo en la edición actual, p orque lo que se pretende es p oner a los pequeños en contacto con los libros desde el mo mento de su nacimiento p ara forjar un vínculo entre ellos y la literatura. Además, el len guaje icono gráfico y el escrito se comp lementan en todo acto comunicativo, siendo más fácil que los beb és asocien la imagen d el ob jeto rep resentado con 371 372 RUIZ ZAFÓN, Carlos: La sombra del viento, B., Planeta, 200424, p. 10. CERVANT ES, Miguel: Don Quijote de la Mancha, M., Alfaguara, 2004, p. 747. 156 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) determinados elementos que les sean familiares e ignoren la simbo lo gía que encierran las letras. Sin embargo, hay que destacar que tanto la p alabra como la imagen son elementos fundamentales para la comunicación humana, y ap arecen frecu entemente asociados, como recuerdan Susana Guerrero y Emilio Núñez cuando afirman: “En esta nueva era digital, el texto y la imagen se han un ido para comunicar id eas, informacion es y p ensamientos”373. Por ello, en el mercado se encuentran libros p ara ser manip ulados p or los más pequeños rep letos de imágen es y casi carentes de texto, imp resos sobre sop ortes distintos al pap el, e incluso con muñecos-personajes que se d esprenden del libro y /o marion etas que facilitan la narración del cuento al adulto, así como con artilugios rep roductores de diferentes sonidos. Las variedad d e libros para p rimeros lectores es muy amp lia, entre ellos podemos contemplar “libros con imágenes fijas o móviles, con sup erficie de distinta rugosidad, p ara desarrollar el sentido del tacto; d e diferentes olores, p ara trabajar el olfato; con sonido incorp orado, con p ágin as p artidas que p ermiten cambiar la mitad de la escena d ibujad a y enriquecer la lectura, p ero todos ellos con un desarrollo lógico del cuento que hace p osible su lectura sin la ay uda de la p alabra escrita” 374 . Es un hecho generalm ente aceptado que los niños no vienen a este m undo con un lib ro bajo el brazo. Pero tan cierto es que los niños no nacen lectores como que ninguno nace no lector375 . También es cierto que el ser hu mano n ace ágrafo, y que “la literatura, a fin d e 376 cuentas, existió antes de que naciera el texto escrito” , como lo prueba la longevidad de la literatura de tradición oral en todas las civilizaciones y su subsistencia, puesto que “con 373 GUERRERO SALAZAR, Susana, NÚÑEZ CABEZAS, Emilio: Medios de comunica ción y español actual, Málaga, Aljibe, 2002, p. 16. 374 CORT ÉS CRIADO, José R.: “La imagen y el cuento…”, cit., p. 20. 375 EQUIPO PEONZA: El rumor de la lectura, M., Anaya, La sombra de la palabra, 2001, p. 43. 376 GARRALÓN, Ana: Historia portátil de la literatura infantil, M., Anaya, La sombra de la palabra, 2001, p. 11. 157 José R. Co rtés Criado muy p ocas excep ciones, los niños p refieren la narración de un cuento a su lectura” 377 , porque un relato contado es mucho más esp ontáneo y enriquecedor que uno leído. Rodrígu ez Almodóvar conced e un gran valor a los cuentos maravillosos, p or cuanto ayudan a configurar el imaginario común que une a las distintas civilizaciones, cuando afirma que las narraciones orales “constituy en el p royecto cultural más ambicioso de qu e ha sido cap az la fantasía colectiva, p ara dotarse de una cultura comp artida, capaz de integrar a 378 los numerosos pueblos” . Es indudable la imp ortancia que la tradición oral tien e en la formación lectores, porque la p alabra viene cargada de imágenes en mov imiento. El cuento, las fábulas, las rimas, los romances…, conectan al niño con una cu ltura creada colectivamente a lo largo de los tiempos y los hace partícip es de la misma, p orque “el cu ento p opular como mito, con el que se relaciona históricamente, tiene un valor ejemp lar, que p ermite que sea utilizado y 379 comp rendido más allá del contenido inmed iato de la fábula” y p orque “la tradición oral es imp ortantísima desde el p unto de vista de la cultura d e los p ueblos, p orque transmite sus 380 pensamientos, ideas, accion es y p reocup aciones” . Los p equeños que escuchan, “leen con otro código distinto al de la lectura de grafías, porque son capaces de leer el color que la entonación p uede dar a las p alabras, los sentimientos que nos transmiten, la emoción de las p ausas, el ritmo del relato, los gestos del rostro, de las manos, de todo el cuerp o y además diferencian entre el relato de la acción y el diálo go de los p ersonajes” 381 . A p esar de que la literatura de tradición oral no fue conceb ida para un p úblico infantil, cu ando se registró en forma escrita se hizo casi siemp re p ensando en ese segmento 377 378 BRYANT, Sara C. : cit., p. 13. RODRÍGUEZ ALMODÓVAR, Antonio: El bosque de los sueños, M., Anaya, 2004, p. 6. 379 MARTOS NÚNEZ, Eloy: La poética del patetismo (Análisis de los cuentos populares extremeños), Mérida, Editorial Regional de Extremadura, 1998, p. 203. 380 MOROT E MAGÁN, Pascuala: “ Imagen y mujer en la literatura de tradición oral. Su proyección didáctica en la Educación Primaria”. http://www.alonsoquijano.org/cursos2004/animateca/recursos/Biblioteca%20virtual/C1.%20T radiciones%20y %20Literatura%20In fantil/20.%20Pascuala%20Mo rote.pd f 381 CORT ÉS CRIADO, José R.: “El cuento como tradición oral”, cit., p. 12. 158 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) de la p oblación. Este p ase de la oralidad a la escritura efectuada p ara los más jóv enes, ha permitido que los cuentos tradicionales sigan p resentes en las mentes de todos, y se p ueda afirmar qu e: “el folk lore co mo forma literaria viva radica esencialmente en la literatura infantil y forma p arte de la descrip ción de ese fenómeno 382 . Gracias a esta esp ecie de transmigración, “el relato maravilloso ha conservado las huellas de numerosísimos ritos y costumbres”383 hasta nuestros días, confirmando que “todos los cuentos son coetáneos, todos ocup an el mismo p lano en el tiemp o, esto es, fuera 384 del tiempo” , y que en el fondo, como toda historia fantástica, “los cuentos de hadas son una celebración de la vida. Encantan y fortalecen, y son hoy tan intemporales como lo fueron hace cientos de años” 385 , o como señala Bruno Bettelheim: Todo cuento de hadas es un espejo m ágico que refleja algunos aspectos de nuestro mundo interno y de las etapas necesarias para pasar de la inm adurez a la madurez total386. Vlad imir Propp sentó las bases de un estructuralismo narrativo, a p artir de la historia y las tradiciones orales y su contribución al mito y a la literatura culta. Su influencia fue considerable en el campo de la crítica formal y en la categorización detallada de los personajes claves del cu ento tradicional, a saber: el malvado, el donante, el mandatario, el héro e, el falso héroe y la p rincesa, así como el elemento que funciona como auxiliar mágico ; todos ellos son considerados como comp onentes del imaginario colectivo, que cumplen, según unas p autas p reestablecidas, el p ap el p ara el que fueron creados: “cada personaje p osee su manera específica de entrar en escena, y a cada tip o corresp onden los procedimientos particulares que esos personajes utilizan p ara entrar en la intriga” 387 . Los p ersonajes, su forma de actuar y las p erip ecias que han de cu lminar, ay udarán al niño en su formación, en la tarea de ayudarlo a encontrar sentido a la v ida, porque “el niño 382 COLOMER, T eresa: La formación del lector literario, M., Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1998, p. 49. 383 384 385 386 387 PROPP, Vladimir: Las raíces históricas.., cit., p. 24. SAVATER, Fernando: La infancia recuperada, cit., p. 229. CASHDAN, Sheldon: La bruja debe morir, M., Debate, 2000, p. 251. BETT ELHEIM, Bruno: Psicoanálisis de los cuentos de hadas, B., Crítica/Grijalbo, 19868 , p. 432. PROPP, Vladimir: Morfología del cuento, M., AKAL, 1985, p. 111. 159 José R. Co rtés Criado necesita que se le dé la op ortunidad de comprenderse a sí mismo en este mundo comp lejo con el que tiene que aprender a enfrentarse, p recisamente, p orque su vida, a menudo, le desconcierta” 388 . Cuando recurrimos a los cu entos maravillosos de hadas, de brujas, d e encantamientos, de magia, buscamos alimentar la imaginación de los más p equeños y los invitamos a viajar con gnomos, trasgos, a p aíses de nunca jamás, a los bosques infestados de p erversos lobos o al mundo de la alquimia, dond e el bino mio espacio-tiemp o sonoro, no solamente p ermite construir imágen es, sino que p rop orciona las claves de un len guaje simbólico, dond e vida y literatura se entrelazan. La literatura oral es una literatura viva, en constante evolución. Sus numerosos transmisores aportan originalidad al relato cuando cambian algún detalle del mismo o la simp le entonación; p or ello, el niño y la niña deben recibir los cuentos de tradición oral para convertirse en un nuevo eslabón-trasmisor de historias y engrosar el grup o de autores anónimos, al incorp orar su toque p ersonal a la narración oída. Es la mejor forma d e que los cuentos p op ulares p erduren en el tiemp o, y a la vez estén en continuo cambio, pues todo aquel qu e relata una historia transmite sus sentimientos, sus anhelos, sus temores, reduciendo o amp liando determinadas p artes del relato, hecho que confiere a los cu entos p op ulares el carácter de texto abierto. Baquero Goy anes advierte qu e etimoló gicamente la p alabra cuento se derivó d e computum (cálculo, có mp uto), teniendo como p rimitivo significado el de enumerar ob jetos. “Del enumerar objetos se p asó, traslaticiamente, al enumerar hechos, al hacer recuentos de los mismos” 389. 388 389 BETT ELHEIM, Bruno: cit., p. 12. BAQUERO GOYANES, Mariano: cit., p. 99. 160 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Actualmente se diferencia la novela del cu ento “teniendo en cuenta el distinto manejo que en uno y otro género afecta a elementos ap arentemente comunes: 390 caracterización de p ersonajes, diálo gos, descripciones de p aisajes y ambientes, etc.” De la importancia del cuento dejan constancia las p alabras de Gardaz-De Lind e qu e lo considera como un gén ero serio, aunque su forma sea hartamente hu morística en numerosos casos. Debe ese rasgo de seriedad a la extraordinaria delicadeza d e lo que tien e qu e transmitir en un lenguaje siempre reinventado. Por esta misma razón, y porque articula de forma magistral lenguaje y vida, es -en el campo de la literatura infantil- el género que con mayor precisión inicia a la literatura (y a las literaturas) definida como espacio simbólico de expresión de la persona y de explotación de la 391 condición humana a través del tiempo . En esta labor formativa del cuento, -“el cu ento se ha justificado siemp re p or su utilidad moral” 392 -, juega un pap el primordial la p resencia de p ersonajes y uxtap uestos. Éstos no tienen como finalidad p rovocar un a conducta adecu ada en el recep tor del mensaje, como p uedan pretender los cuentos con moraleja; lo que buscan es hacer comp render al niño más fácilmente la d iferen cia entre ambos, cosa qu e no p odría realizar si dichos personajes rep resentaran fielmente la realidad: El cuento presenta el mundo más com o posible, que como positivo, pero es que afianzar sólo lo positivo sería apoyar sin ambages la ley de la selva, la ley del más fuerte, de lo ganancioso y no estoy de acuerdo ni con esto ni con cualquier otro fundam entalism o basado en una única razón393 . Para los niños, un cuento es literatura de anticip ación, p orque tienen toda una vida por delante y porque “el mundo del que les habla cualquier cu ento no es el mundo que 390 Id., p. 61. GARDAZ-DE LINDE N, Élisabeth: “ El cuento en la literatura in fantil: un espacio simbólico y para lo simbólico”, en PARMEGIANI, Claude-Anne: cit., p. 52. 392 DE AMO SÁNCHEZ -FORT ÚN, José Manuel: Literatura Infantil: Claves para la formación de la competen cia literaria, Málaga, Aljibe, 2003, p. 113. 393 DURÁN, T eresa: “ Un valor en alza”, en Trabajadores de la Enseñanza, nº 204, 1999, p. 12. 391 161 José R. Co rtés Criado existió, sino el mundo que van a en contrar en el futuro, cuando crezcan” 394 , y los ayudará a sup erar las dificultades que la vida inevitablemente les irá p lanteando. Algunos de los cuentos que se editan actualmente para los más jóvenes lectores eliminan de sus p áginas p roblemas existenciales tan necesarios p ara la formación de la personalidad infantil como p uede ser la vejez o la muerte, a p esar de ser decisivas p ara todos. En este sentido, afirma Bruno Bettelheim: El niño necesita más que nadie que se le den sugerencias, en forma simbólica, de cóm o debe tratar con dichas historias y avanzar sin peligro hacia la madurez. Las historias “seguras” no mencionan ni la m uerte ni el envejecim iento, lím ites de nuestra existencia, ni el deseo de la vida eterna395 . Y como reitera Ruiz Camp os: Los textos literarios para niños favorecen extraordinariamente la adecuada maduración de las capacidades y potencial intelectual de los niños, desde los aspectos relacionados con su personalidad y con la imagen que estos se forman de sí m ismo, hasta las habilidades com prensivas y expresivas de todo tipo396 . Estas amputaciones de la vida real en el cuento infantil p ueden ser debid as a un afán proteccionista de la infan cia como reducto sagrado a mantener incólume y al hecho de haber sido analizada la Literatura Infantil y Juvenil desde p osturas p edagógicas y sicoló gicas, como recuerda Teresa Co lomer: Los estudios teóricos sobre literatura infantil y juvenil se han desarrollado durante muchos años a caballo entre la perspectiva histórico-bibliográfica y otras más específica -literaria, psicológica, pedagógica o sociocultural- que aparecían mezcladas de forma bastante confusa en las distintas aportaciones397 . Actualmente, gracias a la contribución d el p sicoanálisis, se han alejado los planteamientos didácticos de la lectura y se ha p roducido un gran camb io en los estudios 394 MOURE, Gonzalo: “El escritor y la mente del niño”, Contraportada, nº 7, febrero, 1996, p. 9. BETT ELHEIM, Bruno: cit., p. 15. 396 RUIZ CAMPOS, Alberto Manuel: Literatura infantil. Introducción a su teoría y práctica, Sevilla, Guadalmena, 2000, p. 10. 397 COLOMER, T eresa: cit., p. 66. 395 162 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) sobre Literatura Infantil y Juvenil, consistente en “la adop ción de una nueva base teórica que fusiona de forma consciente y deliberada el interés específicamente literario con las persp ectivas p sicop edagógicas y socioculturales” 398 . Hoy , la LIJ debe enfrentarse a la n ecesid ad de cu mp lir unos objetivos escolares precisos, que no deb en p rimar respecto a ella, ya que “una p edago gía, en exceso racionalista, ha anu lado en buena p arte ese sentido de lo maravilloso, de lo fantástico, de lo 399 fabuloso” que entraña la lectura. Es pedagógica y no literatura infantil cuando la instrum entalizamos al servicio de la enseñanza de la lengua o de la cultura y no la ponemos en su verdadero lugar de base, para lo que algunos denominan “la adquisición de la competencia literaria”400 . Relacionar literatura y lectura con la institución esco lar es consecuencia d e la prop ensión social de transferir toda comp etencia educativa a aquélla en exclusivid ad, lo cual “p or un lado, exp resa el desconocimiento de las ricas posibilidades de diversión que trae consigo la recep ción literaria, [...] p or otro, da cuenta de la existencia de estrechos límites en la comun icación satisfactoria a través del uso de la p alabra” 401 . La Literatura Infantil, sobre todo en relación con el ám bito escolar, ha tenido que soportar una excesiva dependencia de la pedagogía e, incluso, del adoctrinam iento moral, lo que provocó un empobrecimiento literario de los textos que se escribían para niños y adolescentes402 . Mendoza Fillola considera que la Literatura Infantil y Juvenil es un conjunto de producciones de carácter artístico literario a las que se tien e acceso en etap as tempranas de formación lin güística y cultural. Las obras de la Literatura Infantil y Juvenil tienen valo r y entidad en sí m ismas, son entidades sem ióticas estéticas y su funcionalidad no es necesariamente la de servir de vía secundaria de acceso a la "gran literatura"; m ás bien hay que destacar y m atizar que 398 Id., p. 67. T EIXIDOR, Emili: “ Las imágenes de mi museo particular”, Alacena, nº 33, 1999, p. 12. 400 MORENO VERDULLA, Antonio, en FERNÁNDEZ VÁZQUEZ, José Santiago et al.: cit., p.722. 401 ARIZALET A, Luis: La lectura, ¿afición o hábito?, M., Anaya, La sombra de la palabra, 2003, p. 105. 402 CERRILLO, Pedro C.: “La literatura in fantil en la universidad ” en Trabajadores de la Enseñanza, nº 204, 1999, p. 18. 399 163 José R. Co rtés Criado sirven para formar al individuo como lector, en todo su valor, precisamente porque en estas obras las cualidades sem ióticas de la (gran) literatura ya están en ellas403 . Gloria García R ivera, por su parte, señala que “el tema d e la Literatura Infantil y Juvenil es objeto de una amp lia controversia en los últimos años hasta el p unto de que algunos críticos h an puesto en duda su existencia” 404, coin cidiendo con Isabel Borda cuando ésta afirma: “p ocas veces un área o d iscip lina se h a visto tan rodeada de interrogantes como la Literatura Infantil y Juvenil. Se cuestiona su definición, sus límites, sus relaciones con otros campos de la creación y el saber, e incluso, su existencia y legitimidad” 405 . Ana Pelegrín cita a los historiadores de la literatura infantil Bravo Villasante y García Padrino, p ara reafirmar el concep to acuñado en los años treinta, en el ideario de la Institución Libre de Enseñanza y en Las Aulas de la Escuela Nueva: “la literatura infantil y juvenil se nutre de varias tradiciones culturales: a) la tradición oral; b) las obras escritas y destinadas p ara niños; c) los textos de autores p uestos al alcance de los niños en ediciones infantiles y juveniles” 406 . Otros investigadores alegan que “la Literatura Infantil y Juvenil no es más qu e aquella que el autor dedicó expresamente a un p úblico infantil y juvenil; en segundo lu gar también es aqu ella que este p úblico lector hizo suy a a través del tiemp o sin la mediación del marketing editorial, p ero con el ap oy o de los editores, p adres y maestros; en tercer lu gar es aquella que se d istingue p or el tratamiento esp ecial que el autor da al texto indep endientemente de su tema” 403 407 . MENDOZA FILLOLA, Antonio: “ Función de la Literatura In fantil y Juvenil en la fo rmación de la competenci a literaria”, en CERRILLO, Pedro C. y GARCÍA PADRINO, Jaime: Literatura infantil y su didáctica, Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla - La Mancha, Colección Estudios; 53, 1999, p. 12. 404 GARCÍA RIVERA, Gloria: Didáctica de la Literatura para la Enseñanza Primaria y Secundaria, M., Akal, 1995, p. 262. 405 BORDA CRESPO, Isabel: Literatura Infantil y Juvenil. Teoría y Didáctica, G ranada, Grupo Editorial Universitario, 2002, p. 13. 406 PELEGRÍN, Ana (Coord.): Catálogo de Literatura Iberoamericana Infantil y Juvenil, M., Acción Educativa, 1999, p. 6. 407 MORENO VERDULLA, Antonio: cit., pp. 723-724. 164 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Pedro Cerrillo se lamenta d e que “las creaciones literarias infantiles han s ido ignoradas p or críticos y filólo gos; y , lo que todavía es p eor, cuando han sido valoradas y 408 enjuiciadas, lo han sido con criterios p edagó gicos o morales y no literarios” , mostrándose como un tip o de literatura con características diferentes, y ajenas al conjunto de la Literatura, o como una labor subalterna, cuando en realidad no es tarea fácil escribir p ara niños y jóvenes, como exp lica Juan Farias: “p arece ser que esto es un género menor. Yo, por mi parte, lo considero de una ambición desmedida. Sin ella no habría futuro”409. Victoria Fernández d efiend e tajantemente que en la LIJ “no hay fórmulas, pese a lo que p ueden creer autores y editores. [...] En la creación literaria intervien e el factor talento, que no admite fórmulas: o lo hay o no lo h ay . Y sin talento no hay literatura” 410 . Por tanto, los escritores deben ser conscientes de la necesaria lucidez a la hora de escrib ir y no crear un p roducto menor, sino exigirse un n ivel de excelencia literaria riguroso, y como dice 411 Sierra i Fabra: “Nuestra obligación de escritores es ser honestos con nosotros mismos” . Además hay que reflexionar sobre lo exp uesto p or Emilio Pascual para comp render el valor de la Literatura Infantil y Juvenil, cuando declara: “Un escritor no aprende a escribir para niños p or contenerse dentro de los límites p recisos de unas teóricas fronteras: sabrá que ha acertado cuando el lector niño se sumerja gozoso en sus p áginas, aunqu e p ara consegu irlo haya transgredido todas las fronteras visibles e invisibles, reales o imagin arias” 412 . Y sobre lo escrito p or Gloria García Rivera: “El escritor p ara niños no lo es tanto por tratar una temática determin ada o p or escribir intencionadamente p ara ellos, como p or conectar con ciertas expectativas e intereses del niño co mo lector singular” 413 . 408 CERRILLO, Pedro C.: “Lo literario y lo in fantil: con cepto y caracteri zación de l a literatura infantil”, en CERRILLO, Pedro C y GARCÍA PADRINO, Jaime (Coords): La literatura infantil en el siglo XXI, Cuenca, Universidad de Castilla - La Mancha, Colección Estudios; 81, 2001, p. 79. 409 FARIAS, Juan: “Notas para una charla de invierno”, Alacena, nº 21, 1994/1995, p. 5. 410 FERNÁNDEZ, Victoria: “Panorama a grand es rasgos”, en Trabajadores de la Enseñanza, nº 204, 1999, p. 37. 411 SIERRA I FABRA, Jordi: “ Declaraciones ”, Alacena, nº 17, 1993, p. 35. 412 PASCUAL, Emilio: “Frontera entre literatura para niños y para adultos”, Alacena, 1993, nº 15, p. 9. 413 GARCÍA RIVERA, Gloria: Didáctica de la Literatura…, cit., p. 264. 165 José R. Co rtés Criado También hay que meditar sobre el contenido que guard an las p alabras de García Puelles, publicadas en la rev ista El Cultural d e El Mundo: Dedicarse al género infantil es como irse de vacaciones en el tiem po, y volver a la infancia. En el juvenil, el atractivo consiste en la dificultad: cómo escribir una novela que interese a los jóvenes, sin hacer concesiones ni que suene a cosa sabid a414 . Y sobre lo afirmado p or Gómez Yebra: “En la actualid ad la literatura infantil está encasillada, a p esar de que goza de muy buena salud, y a que hay demasiados escritores y editoriales que se d edican a ésta” 415 . Lo exp uesto hasta aquí viene a in cidir en la existencia de una p roducción literaria destinada a niños y a jóven es, que no es ajena a la Literatura en gen eral, sino que p or su origen oral, p or haber sido escrita p ensando en destinatarios muy jóvenes, p or la temática tratada o p or la edad de los p rotagonistas, ha sido ideada p ara un p úblico infantil y juvenil. La Literatura Infantil que “va asociada a la felicid ad en la p rimera infan cia” 416 , goza de un reconocimiento ind iscutible: “La Literatura Infantil existe, y aunque p ueda ser considerada como hecho social, h istórico y p edagó gico o p sicoló gico, es también un h echo 417 literario artístico y estético” , p ero la denominad a Juvenil es p uesta en tela de juicio, como lo fu e aqu ella anteriormente, porque carece de un estatus diferenciado, y a que Literatura Infantil y Juvenil, son términos que se han emp leado siemp re unidos, como si formasen un único significado, o como elementos sinónimos, cuya finalidad es nombrar una literatura dirigida al p úblico de menor edad o menor de edad. Creo que el d ebate no debe ser ahora sobre la existencia o no de la Literatura Juvenil (LJ), sino de su diferenciación resp ecto a la Literatura Infantil (LI), “p uesto que 414 MUÑOZ PUELLES, Vicente: “ Entrevista”, El Cultural de El Mundo, 26/05/05–01/06/05, pp. 8-9. GÓMEZ YEBRA, Antonio A.: “ Declaraciones ”, Sur, 15/02/95, p. 50. 416 T ORRECILLA JAREÑO, Mª Teresa y MOROTE MAGÁ N, Pascual a: “Homenaje a Ju an Cerv era. Memoria y Literatura In fantil”, http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveOb ras/crvr/01361697533460403978802/p0000001.htm#I_4 417 LÓPEZ VALERO, Amando: “La Literatura en Educación In fantil y Primaria”, en CERRILLO, Pedro y GARCÍA PADRINO, Jaime, (Coords.): Literatura infantil y enseñanza de la literatura, Cuenca, Universidad de Castilla La Mancha, Colección de Estudios, 1992, p. 59. 415 166 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) entendemos que la LJ debe buscar su identidad en el distanciamiento de la que hasta ahora se ha considerado literatura infantil y juvenil indiscrimin adamente” 418 . Esta Literatura, la Infantil y la Juvenil, ay uda a sus destinatarios a realizar un a introsp ección general y les facilita el desarrollo de la con ciencia individu al, constantemente en construcción y en eterno cambio, p ues “la narrativa infantil y juvenil, al consolidarse como literatura escrita, ha asumido elementos de la ficción p sicoló gica y técnicas narrativas 419 de la literatura para adultos” . En menoscabo de la Literatura Juvenil se han esgrimido, entre otros argumentos, el hecho de adecuarse a su receptor y que este fenómeno rebaja su calid ad literaria o es de baja intensidad, sin ap reciar que se puede tratar una temática adecu ada a adolescentes y jóvenes desde una p osición literaria de calid ad, co mo su giere M iguel Delib es: “y o creo que para escribir p ara niños no hay que escrib ir co mo un tonto, remedando la voz la 420 abuelita” . O con p alabras de Conch a López Narváez, cuando exp resa que quien escrib e p ara niños o jóvenes raramente p iensa en el recep tor de su obra: “lo que de verdad hace es vivirla a la manera de sus seis, siete, nueve o doce años; p ero, si no tiene un sexto sentido que le h aga escuchar, gozosamente, los p asos inquietos de los otros niños a su alrededor, es muy p robable que, una vez terminada, su historia, aunque técnicamente correcta, no 421 consiga transmitir vida, que, en defin itiva, es lo que imp orta” . Existe una idea gen eralizada de que la Literatura Infantil y Juvenil es un gén ero menor. “Afortunadamente, del tóp ico se está saliendo p oco a p oco p orque hay muchos 418 DUEÑAS LORENT E, Domingo yT ABERNERO SALA, Rosa: “ La narrativa juvenil en los últimos veinte años: entre luces y sombras”, en Aspectos Didácticos de Lengua y Literatura, 13, Zaragoza, ICE, 2004, p. 231. 419 COLOMER, T eresa: cit., p. 215. 420 DELIBES, Miguel: “Entrevista”, Alacena, nº 26, 1999, p. 12. 421 LÓPEZ NARVÁEZ, Concha: “ La Literatura In fantil en relación con la evolución psicológica del niño”, en GARCÍA SURRALLÉS, Carmen y MORENO V ERDULLA, Antonio (Coords): Actas de las 1as. jornadas de Didáctica de la Lengua y la Literatura: Literatura Infantil y Juvenil, Cádiz, Universidad, 1997, p. 29. 167 José R. Co rtés Criado libros de literatura infantil francamente fantásticos y muchos autores de literatura p ara adultos que están escribiendo también para niños” 422 , como afirma Gómez Yebra. May or debería ser la preocupación por la temp oralidad de cierta literatura que sop orta mal el p aso del tiemp o a p esar de contener cierta calidad literaria y haber d isfrutado de un éxito momentáneo, dada la temática tratada, las alusion es a ciertas modas o el len guaje emp leado, que suele transformar en efímero cu alquier relato, porque “el argot evoluciona, en la medida en que quienes lo utilizan lo van sustituy endo cuando otros se hacen con él” 423 . Incluso en las novelas m ejores se dan rasgos formales que, pudiendo contribuir al éxito circunstancial, las hacen difícilm ente perdurables, como son: el recurso expresivo al argot, la frecuentísima introducción de canciones con las que identificar los m ensajes del libro, las referencias explícitas a program as de televisión, películas actuales y famosos de moda424 . García Padrino cita en Así pasaron muchos años…, a Enzo Petrini, que en los años sesenta publicó Estudio crítico de la literatura juvenil, libro que se ocup aba de una literatura que abarcaba desde los álbumes ilustrados, hasta las obras de divulgación científica o de v iajes; Petrini consid eraba la literatura juven il como literatura educativa, que gracias a los p rofesionales de la enseñanza estaba viva. García Padrino considera que la Literatura Juvenil es educativa en la misma medida que la Literatura General: La Literatura Juvenil es la consecuencia de dos factores básicos. Uno, el deseo de los docentes por desarrollar o m antener unos auténticos hábitos lectores contando para ello con creaciones más adapta das a los intereses y conocim ientos de la realidad propios de la edad juvenil. Y el segundo, unos planteamientos editoriales que buscan la adapta ción de sus productos a los condicionam ientos específicos de los jóvenes, com o sector de m ercado con posibilidades hasta ahora no suficientemente atendidas425 . En la misma línea insisten estudiosos de la Literatura cuando afirman que el reconocimiento de la Literatura Infantil y Juvenil existe y que se debe, especialmente, “al 422 GÓMEZ YEBRA, Antonio: “Entrevista”, Málaga Variaciones, nº 40, septiembre 2000, p. 33. MADRID, Juan: “El argot de los jóvenes”, Alacena, nº 17, otoño 93, p. 33. 424 GONZÁLEZ, Luis Daniel: Tesoros para la memoria, M., CIE Dossat Ediciones, 2002, p. 142. 425 GARCÍA PADRINO, Jaime: Así pasaron muchos años... (En torno a la Literatura Infantil Española), Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla- La Mancha, Colección Arcadia; 5, 2001, p. 217. 423 168 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) emp eño de un sector de profesionales vinculados con la edu cación y con los estudios literarios, que h an sabido aunar fines, objetivos y criterios coherentes con la esp ecifidad d el ámbito educativo y p ersonal en que se desenvuelv en los lectores de LIJ” 426 . La tenacidad de numerosos maestros y maestras ha originado el fomento de la lectura desde edad es muy tempranas, animando al lector a sentirse motivado p ara ingresar en el mundo de las letras, tras serle inculcado el p lacer de leer p orque “mucho nos tememos que la literatura sea un complejo fenómeno cultural y estético que ni el niño n i un adolescente p ueden captar a la manera en que se exp onen las no ciones en un manu al de teoría literaria” 427 ; de ahí que se deba resaltar la imp ortancia de la labor del personal docente en las aulas. Hay que destacar que un niño p odrá considerar un juego sus p rimeras lecturas y disfrutará de ellas “si los adultos nos acercamos a los n iños p ara enseñarles a manejar libros, a pasar hojas, a observar y comentar las ilustraciones y a leer con ellos” 428 . Y no olvid ar que “la lectura es el p rincip al instrumento de ap rendizaje y el núcleo 429 central de trabajo y p unto de p artida de la mayoría de las actividad es escolares” . No existe un único modo de formar lectores, es en el quehacer diario de p rofesores y p adres donde se p uede encontrar una fórmula que permita el p aso del niño o adolescente no lector al camp o de los lectores. “No p odemos dar una solución uniforme p ara todos los 430 alumnos, ni un mod elo rígido a imitar” . La Literatura Juvenil d emuestra su razón de existir cuando los p rofesionales d e la enseñanza se enfrentan a un alumnado adolescente, al que d esean introducir en el terreno de 426 MENDOZA, Antonio: “Sobre la reorientación de la crítica de literatura in fantil y juvenil”, en CERRILLO, Pedro C. y GARCÍA PADRINO, Jaime (Coords): La literatura infantil…, cit., p. 32. 427 MARTOS NÚNEZ, Eloy (Director): Métodos y diseños de investigación en Didáctica de la Literatura, M., MEC, 1988, p. 87. 428 GONZÁL EZ ÁL VAREZ, Cristóbal: Enseñanza y aprendizaje d e la Lengua en la escu ela infantil, Granad a, Grupo Editorial Universitario, 2003, p. 169. 429 ALLER GARCÍA, Carlos y NÚÑEZ RUIZ, Gabriel: Animación a la lectura I. Motivaciones y juegos para antes de leer, Sevilla, Quercus, 1998, p. 23. 430 CORT ÉS CRIADO, José R.: “ Animación a la lectura”, CLIJ, nº 73, junio, 1995, p. 57. 169 José R. Co rtés Criado la literatura, como disfrute y formación de su personalidad, durante la d enomin ada Educación Secundaria Obligatoria y se encuentran con qu e “la ausen cia d e la literatura juvenil del canon literario escolar está colocando a los docentes y a la institución escolar en gen eral en la necesidad d e replantearse la elección de los textos literarios con los que pretenden enseñar literatura” 431. Dentro de la LIJ tienen cabida cancion es, nanas, libros ilustrados, adaptaciones clásicas, álbumes de cualquier gén ero, con la cond ición d e ser ap reciados p or los niños y jóvenes, y , “asegurar ante todo el carácter indep endiente de la creación literaria y , al mismo tiemp o, evitar la burda o la agob iante manip ulación de la libre reacción al n iño como recep tor del mensaje literario, invocando p ara ello la justificación de la discutible primacía de unos determinados valores” 432. Se utilizan los mismos argu mentos a favor y en contra de la LJ, co mo anteriormente se hizo con la LI, cuando lo verdaderamente imp ortante debe ser que dicha literatura resp onda a los intereses de ado lescentes y jóvenes. Así lo considera Emili Teixidor, cuando afirma que la imp ortancia de los libros juven iles rad ica “en el h echo de que a través de esas lecturas los jóven es p ueden desarrollar y afirmar su id entidad y escoger su lu gar en el mundo camb iante y ambivalente que se p resenta ante sus expectativas”433. Hay que considerar que “no es literatura juvenil la qu e simp lemente maneja personajes juveniles o temas de p resunto interés p ara los adolescentes” 434 , o de manera más tajante, aquella que se ed ita en colecciones destinadas a los jóv enes; sino que se h a de valorar que “la Literatura Infantil y la Juvenil, como p arte de la Literatura general, 435 constituyen un reflejo artístico de la v ida, la historia y la realidad en general” 431 . BORDA CRESPO, Isabel: “Presencia de la literatura in fantil y juvenil en el canon literario escolar”, en CANO VELA, Ángel G. y PÉREZ VALVERDE, Cristina (Coords): cit., p. 380. 432 GARCÍA PADRINO, Jaime: “ Literatura In fantil y Edu cación”, en CERRILLO, Pedro y GARCÍA PADRINO, Jaime, (Coords): Literatura infantil y enseñanza…, cit., p. 13. 433 BORDA CRESPO, Isabel: Literatura infantil y…, cit., p. 24. 434 MARTOS NUÑEZ, Eloy: “ La Literatura en la Educación Secund aria”, en CERRILLO, Pedro y GARCÍA PADRINO, Jaime, (Coords): Literatura infantil y enseñanza…, cit., p. 97. 435 LUCIANO LÓPEZ, Margarita y GRIMALDI SILIÉ, Eleanor: Literatura Infantil y D esarrollo Creativo, Santiago de Compostela, Griallibros, 1998, p. 57. 170 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Y que todo autor intenta conseguir una comunicación con su lector implícito a través de su obra que “además de p rop oner un entretenimiento artístico al lector, busca a menudo crear una co mp etencia lin güística, narrativa, literaria o ideo ló gica” 436 , y como recuerda la p rofesora Morote M agán, “tenemos que distin guir entre el cono cimiento de diferentes reglas gramaticales y la cap acidad de utilizar esas reglas de forma eficaz y aprop iada en la comunicación” 437 . Por otra parte, es fundamental asumir qu e la valoración d e toda obra de Literatura Infantil y Juvenil suele proceder de p ersonas adultas: profesores, p adres, bibliotecarios, etc., que son los auténticos med iadores entre los libros y sus destinatarios; p or lo que el escritor o escritora es consciente de que su obra h a de sup erar dos obstáculos: el b enep lácito de los adultos y la aquiescen cia d e los jóvenes, p ara los que cada libro debe resultar “una p uerta abierta a la recreación, al disfrute imagin ativo que la carga moralizante ha enturbiado 438 durante tanto tiemp o” . Conseguir que una p ersona disfrute con la lectura de un texto literario es tarea ardu a de lo grar, p orque “escribir un a historia, construir un edificio hecho sólo d e p alabras, y convencer a otro -un lector- de que lo habite con confianza es, en el fondo, un acto de ilusionismo” 439, y a que “sólo se convierte en placer cuando es activa, creativa y habitual; y para llegar a ello hay que recorrer un largo camino en el que son necesarios el rigor, la soledad, la disciplina y la constancia” 440 . Hay que tener muy p resente que “la actividad de leer textos literarios es un p lacer intelectual y , como la may oría de los p laceres d el intelecto, exige un ap rendizaje costoso que se consigue con los años y con el esfuerzo” 441 . 436 LLUCH, Gemma: Análisis de narrativas infantiles y juveniles, Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, Colección Arcadia, 7, 2003, p. 9. 437 MOROT E MAGÁN, Pascuala y LABRADOR PIQUER, María José: “El marco de referenci a europea y la enseñan za comunicativa de segund as lenguas”, Glosas Didácticas. Revista Electrónica Internacional, nº 12, otoño, 2004, p. 11. 438 QUILES CABRERA, Mª del Carmen: “ Literatura Infantil y Juvenil: estado de la cuestión”, en RUZICKA KENFEL, Veljka, et al. (Edits.): Literatura infantil y juvenil: tenden cias actuales en investigación, Vigo, Universidad, Colección Congresos, 28, 2000, p. 411. 439 MONTES, Graciela: “ Publicar lejos de casa”, Alacena, nº 18, invierno 93-94, p. 25. 440 CERRILLO T ORREMOCHA, Pedro C. y YUBERO JIMÉNEZ, Santiago: “ Literatura y educación: la creación de hábitos lectores”, en RUZICKA KENFEL, Veljka, et al. (Edits.): cit. pp. 267-268. 441 LLUCH, Gemma: Análisis de narrativas infantiles…, cit., p. 10. 171 José R. Co rtés Criado O en p alabras de Isabel Borda Cresp o, “la práctica, libre y guiada, de la lectura construye la comp etencia literaria p or fases recurrentes que incluyen, en primer lugar, el deseo de entrar en el juego ; en segundo lu gar, la adquisición gradual de las actividades interp retativas del texto literario […] y en tercer lu gar, la explicación de las reglas seguidas, de los mecanismos que se han utilizado p ara construir la interpretación…442 Cuando se trata de forjar lectores, se deben llevar a cabo actividades qu e favorezcan el acercamiento a los textos literarios; una de ellas p uede ser la p resentación de un libro al alumnado, cuy a “finalidad no es más que la de interesar al futuro lector p or la historia que 443 guard a el libro y crearle la ilusión p or algo desconocido y atray ente a la vez” . Y si se trata de animar a la lectura, lo mejor es p artir de la p remisa de que leer deb e ser divertido y que hay que facilitar el acercamiento a los libros desde los p rimeros meses de vida del individuo, iniciando el proceso con un p rimer contacto p or medio de los sentidos hasta conseguir que nuestro raciocinio sea cap az de percibir la belleza que encierra la letra imp resa. 3.4.- RES EÑA EVO LUT IVA D E LA LIT ERATURA INFANTIL Y J UVEN IL. En la segunda mitad del siglo XX, los autores que escrib ían p ara los más jóv enes decidieron denostar el autoritarismo, las falsas conv encion es sociales, los p rejuicios absurdos, e impregnar sus libros d e realismo e ideas renovadoras, así como de fantasía y ciencia-ficción o narracion es históricas, tratando los temas que fueron d esap robados p ara evitar alterar el desarrollo de la infan cia inocente: 442 BORDA CRESPO, Isabel: “ El lector modelo en la narrativa infantil metaficcional ”, en AGRELO COST AS et al. (Coords): Narrativa e promoción da lectura no mundo dos novas tecnoloxías, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 2002, p. 115. 443 CORTÉS CRIADO, José R.: “ Una estrategia de animación a la lectura”, Andalucía Edu cativa, nº 19, Febrero, 2000, p. 26. 172 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Los autores se atrevieron a escribir sobre asuntos que nunca antes habían aparecido tan explícitamente, com o la muerte, el sexo, la defensa de las minorías y la crisis de valores en la sociedad contemporánea444 . Con la llegada a Esp aña de la d emocracia, y la desap arición de la censura, los escritores se manifestaron con absoluta libertad; ya no debían escribir elud iendo las restrictivas normas de los censores ni habían de someterse a las estrictas normas de los educadores; se quebrantaban las reglas de urbanid ad, se defendía la tolerancia, se buscaba una nueva identidad acorde a la manera de ser de cada uno y surgió “una literatura progresista y militante que, antiautoritaria” 445 en algunos casos, se identificó como literatura . En la décad a de los setenta, “lo milagroso desciende muy significativamente en las obras del p eríodo d emocrático, en favor del p redominio de lo imaginario” 446 , y como recuerda Teresa Colo mer, se p asó a reivindicar la fantasía, los conflictos y relaciones personales, y el p oder de la literatura de calidad en el terreno educativo, y así, “los libros infantiles se llenarán de humor y de imaginación, d e personajes ociosos, tiernos y disp aratados, enfrentados también a la ambigüedad d e los sentimientos, a la co mp lejidad de 447 los conflictos, a los cambios de p ersp ectivas” . Durante esos años la p roducción literaria p ara niños y jóvenes se nutría princip almente de autores extranjeros, y gracias a los n iveles d e libertad alcanzados en nuestra sociedad, se p udieron d ifundir obras cuy os p ersonajes eran transgresores de las normas sociales establecidas y se mostraban rebeldes ante una sociedad autoritaria, como Pippi Calzaslargas, de Astrid Lindgren. Una década d espués, a los grandes autores como Ende, Dahl, Grip e, Nöstlinger, etc., se unieron autores esp añoles como M erino, Millás, Atxaga, Gisbert, Sierra i Fabra, Alonso, 444 GARRALÓN, Ana: Historia portátil de..., cit., p. 131. COLOMER, T eresa: Introducción a la literatura infantil y juvenil, M., Síntesis, 1999, p. 111. 446 GILABERT JUAN, Jesús: “ La huella del contexto de producción en la nov ela in fantil y juvenil”, en CANO VELA, Ángel G. y PÉREZ VALVERDE, Cristina (Coords): cit., p. 424. 447 COLOMER, T eresa: Introducción a la literatura…, cit., p. 109. 445 173 José R. Co rtés Criado Concha Lóp ez, Gómez Cerdá, etc., a los y a establecidos como Ana María Matute o M iguel Delibes. Posteriormente llegaron Casald errey , Lindo, Docampo, Ruiz Zafón, etc. Hoy los lectores p refieren leer novelas de autores esp añoles, en las cuales se abordan con claridad p roblemas cotidianos, siendo este terreno donde mejor se desenvuelven los nuevos escritores, dentro del mercado editorial, en el que los gustos evolucionan “alentados p or maestros y bibliotecarios, que organizan con frecuencia encuentros con autores en sus camp añas de animación a la lectura” 448 . La p resencia de escritores en las aulas “suele remover las ganas de leer, p ero dep ende del gancho que ten gan los autores, y a veces resulta comp licado hacer que los usuarios lean p reviamente sus obras: el efecto suele ser a p osteriori”449. Debido a qu e en los años sesenta y setenta las sociedades o ccidentales exp erimentaron grandes camb ios, se mod ificaron determinados valores ideoló gicos y el tip o de educación que se imp artía a los menores, y a no se trataba de preservar la infancia en su cáp sula de inocencia co mo se venía haciendo. Había que educar desde la lib ertad, la tolerancia y el resp eto mutuo; en este contexto, “a p artir de los setenta emp iezan a proliferar en la LIJ los relatos sobre chicos con dificultades” 450. En los años setenta se hab ía visto nacer una literatura militante en lo referente a la liberación de las costumbres: por fin se tenía derecho a hablar de todo a los 451 adolescentes . Llegando la décad a de los ochenta, cuando la Literatura Infantil y Juvenil parece la encargada de d ejar testimonio de todo cuanto acontece en nuestra sociedad, se tratarán temas relacionados con el p oder autoritario, la burocracia, la delincuen cia, la vida en los 448 BERMEJO, Amalia: La Literatura Infantil en España, M., Asociación Española d e Amigos del Libro Infantil y Juvenil, 1999, p. 31. 449 BARÓ, Mónica, MAÑÀ, T eresa y VELLOSILLO, Inmaculada: Bibliotecas escolar es, ¿para qué?, M., Anaya, La sombra de la palabra, 2001, p. 147. 450 GONZÁLEZ, Luis Daniel: cit., p. 25. 451 DIAMENT , Nec: “ La novela para niños en la actualidad”, en PARMEGIANI, Claude-Anne: cit., p. 84. 174 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) arrabales, los p roblemas de dro gadicción, el abandono social de d eterminados segmentos de población, el sexo, la muerte, etc., transgrediendo las normas y conductas sociales: [La trasgresión] de las normas de orden y conducta, obedece a una flexibilización de estas reglas en la concepción social actual y a una decidida voluntad de la narrativa actual de incorporar el reflejo de los sentim ientos antisociales de los niños y niñas, actitud prom ocionada, en parte, por las corrientes psicoanalíticas que defendieron la no negación de las fantasías y pulsiones del individuo452 . Esta mayor relativización de los v alores morales trajo consigo un camb io en las líneas editoriales p ara jóvenes. “En consecuencia, las obras realistas de temas sociales o psicológicos evolucion aron hacia un a simp le constatación de la realidad escrita, lo cu al provocó un gran aumento de la dureza con que se refleja el conflicto” 453 , quedando desp rotegida la infancia ante el desconsuelo que le produce una realidad demasiado dura, avivándose “una vieja polémica: la fantasía contra la realid ad, y , p or tanto, quién decide lo que más les conviene a los niños” 454 . La p olémica es tan estéril como la que se crea cuando se ve la necesidad de marcar los libros p or edades, b ien p or los contenidos qu e trate la obra o p or la competencia lectora del receptor, p orque existen niños con un nivel lector sup erior a muchos adultos; y p orque se ha de considerar a los niños como seres humanos comp letos, a los que se debe contar la 455 verdad y no sólo lo p olíticamente correcto, “ni p uerilidades, ni mentiras, ni en gaños” . En los años noventa ap arecieron nuevos p roy ectos editoriales, con escaso éxito en la parte dura de cada un a de estas nuevas o renovad as colecciones: La sociedad no estaba preparada para sacar partido de su calidad, porque las narraciones y formas literarias correspondían a sociedades más cultas y avanzadas, como lo viene a dem ostrar -de form a paradójica y regresiva-,nuestra realidad actual, con m asivas publicaciones de menor nivel literario que en los ochenta, junto a pequeñas porciones de altas calidades456 . 452 453 454 455 456 COLOMER, T eresa: La formación del lector…¸ cit., p. 211. COLOMER, T eresa: Introducción a la literatura…, cit., p. 112. GARRALÓN, Ana: Historia portátil de…, cit., p. 141. GONZÁLEZ, Luis Daniel: cit., p. 31. BARRENA, Pablo: cit., p. 49. 175 José R. Co rtés Criado Además de los cambios en el nivel literario, se acentúa la p roliferación de obras llamadas p sicológicas o de transición, en consonan cia con los temas transversales p rop ios de la educación secundaria, y los deseos de contar la realid ad habitual: Se podría decir que los subgéneros narrativos clásicos de la literatura juvenil -el policiaco, el relato de aventuras, la novela histórica, etc.- han perdido en los últim os años una parte de sus rasgos tradicionales para incorporar una carga importante de realism o, de atención a la actualidad, de indagación psicológica, de tratam iento de los cotidianos en la línea de las tendencias de la denominada postm odernidad cultural457 . Barrena insiste en que actualmente se presta una esp ecial atención a los p aratextos, y que existen unas fórmulas ausp iciad as p or el mercado qu e pretenden una literatura de usar y tirar, muy bien p romocionada, donde no p rima la calid ad, sino el ofrecer una p ersp ectiva didáctica que agrada a los mediadores y p ermite a los jóv enes acercarse a temas formativos en cuanto a valores morales. También insiste en que hoy los cambios ideológicos imp onen casi por completo un único modo de hacer las cosas, que imp ulsa “las temáticas ab iertas pero p lanas, las construcciones menos co mp lejas y más sencillas, las mod as en co lecciones y estilos, y se acentúa el dominio d e lo educativo y del entretenimiento, no de alentar la inteligencia, y hay rep etición y sup erficialid ad al lado de fu gaces o semip erdidos libros de calidad ”458. Con todo, “actualmente los libros p ara niños gozan de un estatus p rivilegiado. Son una p oderosa industria que, dentro del p anorama cultural, reporta buenos beneficios aunque esto no les hay a p ermitido sup erar la barrera de la literatura sin adjetivos y permanezcan en el p erp etuo olvido mediático y cultural” 459 . A p esar de ser un negocio que muev e, ap roximadamente, un tercio del volumen d e facturación anual de la literatura esp añola, apenas tiene esp acio en la p rensa diaria, lo que confirma la p ercep ción que d e ella se p osee. “La literatura infantil es la Cen icienta de la 457 458 459 DUEÑAS LORENT E, Domingo y T ABERNERO SALA, Rosa: cit., p. 264. BARRENA, Pablo: cit., p. 51. GARRALÓN, Ana: “ La crítica es bella…”, cit., p. 35. 176 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 460 familia literaria” , a p esar d e que “casi la mitad d e la literatura que se p roduce en Esp aña está dirigida al mercado infantil y juvenil, el 19 % de la p oblación” 461 . La crítica literaria infantil no vende, no ayuda a vender periódicos, lo cual confirm a la percepción que se tiene de la literatura infantil como género m enor o subgénero462 . Para algunos, la LIJ es “una literatura de tránsito hacia la literatura digamos gen eral” 463 ; p ara otros investigadores es “una literatura de frontera, es decir, un tip o de textos que toman asiento en la frontera literaria o en la p eriferia d el sistema” 464 , p ero ha de tenerse en cuenta que es Literatura, al margen de la edad de sus p rotagonistas, del p úblico al cu al se dirige o de la carga edu cativa qu e conten ga; p orque no o lvidemos que “no p uede haber una obra no ideoló gica, que no transmita ninguna ideolo gía” 465 , en cualquier tip o de literatura, si es que p odemos utilizar el término tip o. Y que “en el camp o del juego literario el ún ico indicador que se suele utilizar p ara establecer jerarquías en el aquí y ahora es el éxito” 466 , aunque sea efímero, p or lo tanto se debe analizar la Literatura p restando atención a diversos asp ectos, y esp ecialmente al enfrentamiento del lector con el len guaje literario, que debe ay udar a co mp render nuevas situaciones comunicativas, “enriqueciendo la imaginación, amp liando las posibilidad es de la len gua y sirviendo de detonante para la exteriorización de los recursos exp resivos y 467 creativos p rop ios” . 460 BLANCH DOMÉNECH, Xavier: “ Libros de un dios menor”, en CERRILLO, Pedro C y GARCÍA PADRINO, Jaime: Presente y futuro de la literatura infantil, Cuenca, Ediciones de la Universidad d e Castilla-La Mancha, 2000, p. 97. 461 MARCHAMALO, Jesús: “ El mapa del tesoro”, en Anuario sobre el libro infantil y juvenil 2004, M., SM, 2004, p. 31. 462 BORDA CRESPO, Isabel: “Presencia de la literatura in fantil…”, cit., p. 379. 463 MARTOS NUÑEZ, Eloy: “ La Literatura en la Educación Secund aria”, en CERRILLO, Pedro y GARCÍA PADRINO, Jaime: (Cords): Literatura infantil y…, cit., p. 97. 464 LLUCH, Gemma: Análisis de narrativas…, cit., p. 9. 465 Id., p. 34. 466 BECERRA, Eduardo: “ Visita al territorio de La Mancha”, en OREJU DO, Antonio (Coord.): En cuarentena: nuevos narradores y críticos a principios del siglo XXI, Murcia, Universidad, 2004, p. 163. 467 CERRILLO, Pedro: “ Creación de hábitos lectores: el comentario de textos literarios”, en CERRILLO, Pedro y GARCÍA PADRINO, Jaime: (Coords): Literatura infantil y…, cit., p. 122. 177 José R. Co rtés Criado Porque tanto “la Literatura Infantil, como la Literatura Universal, constituy e una forma artística de exp resar la vida a través de la p alabra” prop ia y esp ecífica de la Cultura y el Arte” 469 468 ; y es además “una p arcela , que ha p rocurado crear historias que los adultos puedan acep tar como convenientes y que a los niños sup ongan “un diálo go entre la sociedad y las nuevas generaciones” 470, y a que “un libro que no ay ude en algún sentido es 471 un libro muerto” . Toda obra narrativa deb e reflejar aspectos vivenciales que ay uden a formar la personalidad de los pequeños lectores, teniendo en cuenta que “los textos literarios infantiles son la llave que abre las p uertas a la cultura literaria y , por tanto, componen la base sobre la que el niño construy e su comp etencia lecto-literaria” 472 . Una labor p rimordial de los adultos, como educadores, ha d e ser conseguir qu e niños, adolescentes y jóvenes sean “buenos lectores, cap aces de esco ger libros que les interesen y que les parezcan atractivos, para que este interés les lleve a continuar 473 ley endo” . Hay que inducirlos a descubrir el gusto de la lectura en libertad, p orque aquella es “el agu a de la vida” 474 que los condu cirá a descubrir sus prop ias lecturas autónomas e indep endientes del mediador adulto y se haga realid ad que el hecho de “leer debe ser un fin en sí mismo ” 475, y que “los libros no muestran el camino de la felicidad. Los libros son la felicidad” 476 , aunque sigamos p lanteándonos eternamente la siguiente pregunta: “¿En qué momento se convierte uno en lector?” 477 Nos convertimos en lectores desde el instante en que escu chamos el primer relato en nuestra infancia. Ese momento en el que op tamos p or leer los sonidos que llegan a nuestros 468 LUCIANO LÓPEZ, Margarita y GRIMALDI SILIÉ, Eleanor: cit., p. 19. GARCÍA PADRINO, Jaime: “ Literatura Infantil y Educación”, cit., p. 24. 470 COLOMER, T eresa: “ Narrativa infantil actual”, Alacena, nº 34, 1999, p. 31. 471 ROVIRA, Alex y T RIAS DE BES, Fernando: cit., p. 96. 472 DE AMO SÁNCHEZ-FORT ÚN, José Manuel: cit., p. 153. 473 ESCARDÓ I BAS, Mercè: La biblioteca, un espacio de convivencia, M., Anaya, La sombra de la palabra, 2003, p. 78. 474 FERNÁNDEZ PAZ, Agustín: “ Como quien bebe agua”, en ALBANELL, Pep et al.: Hablemos de leer, M., Anaya, La sombra de la palabra, 2002, p. 82. 475 EQUIPO PEONZA: El rumor de la lectura, cit., p. 17. 476 ALBANELL, Pep: “Contagiar”, en ALBANELL, Pep et al.: cit., p. 19. 477 ARIZALET A, Luis: cit., p. 9. 469 178 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) oídos es el que nos introduce en el mundo de la lectura, lo que ocurre es que es otra forma de leer, más có moda y p lacentera, que no condu ce irremisiblemente al mundo de la letra imp resa a todos los seres hu manos, muchos se p ierden en el tránsito de un tip o de lectura a otra. Del esfuerzo que realice la socied ad para fomentar la lectura p lacentera entre las personas van a dep ender los resultados que se obtengan en este campo. Llevar a cabo animaciones a la lectura esp orádicamente entre la p oblación, ya sea en los centros educativos o en las bibliotecas p úblicas puede influir en determinadas personas a la hora de elegir ser lectores o no, pero difícilmente se observarán camb ios de conducta entre los asistentes a tales actividad es si no son sistemáticas, p erfectamente reglad as y tendentes a conseguir los objetivos p rop uestos. Conseguir qu e los alu mnos de un centro se interesen p or la lectura literaria es un a tarea titánica p lagada de obstáculos y cortap isas p ero muy grata de exp erimentar. Al fin al de un largo p eríodo de actividades alred edor de los libros seleccionados se puede conseguir un amp lio grup o de lectores activos que disfruten con los libros, p ero no todos los nuevos lectores mantienen ese hábito si el ambiente escolar no lo p rop icia continuamente. Formar lectores es una meta muy ambiciosa que debería constituirse en uno de los lemas de toda institución escolar, sobrep asando los tóp icos típ icos que a modo de mensaje rep etitivo quieren inculcar en los alumnos frases como : “la lectura nos hace libres”, “el buen lector ap rueba siemp re” o “lee que eso es bueno p ara ti”, todo ello, sin olvidar las afirmaciones de los lib erales d el siglo XIX, los cu ales p ensaban que no deb ía construirse un estado moderno “en torno a una juventud y un p ueblo ignorantes y analfabetos” 478. Por último, insistir que no surgirán lectores si nos limitamos a dar teorías brillantes y consejos a unos n iños o jóvenes qu e d esean conocer los p orqués de la vida y disfrutar de 478 NÚÑEZ RUIZ, Gab riel et. al.: “Ideas educativas y estéticas de nuestros creadores decimonónicos”, en RIGAUD FELICES, Eufrasio, NÚÑEZ RUIZ, Gab riel, MARÍN GRANADOS, Mª Josefa (Coords ): De Educación Lingüística y…, cit., p. 476. 179 José R. Co rtés Criado ella activamente. Habría qu e imp licarlo en la compresión y análisis de textos de forma placentera y guiarlos en la selección de libros adecuados a sus intereses y gustos en ese dédalo al que llega a convertirse la biblioteca. 3.5.- LA LIT ERATURA INFANTIL Y JUVEN IL DE JORD I S IERRA I FABRA. GEN ERALIDAD ES . 3.5.1. - EL AUTOR. APUNTES BIO-BLIOGRÁFICOS (1947-2003). Nació en Barcelona, el 26 de julio de 1947. A los ocho años sufrió un accidente grav e; romp ió una p uerta de cristal, fracturándose la n ariz y los tendones del brazo izquierdo. Su ele contar Jordi Sierra i Fabra qu e durante la convalecencia realizó sus primeras incursiones literarias al descubrir qu e escrib iendo no tartamudeaba, y será en 1959 cuando escriba su p rimera novela larga, 500 p áginas, demostrando con ello su firme vocación d e escritor: Verás, cuando tenía 8 años decidí ser escritor. Quería vivir como vivo, viajando, conociendo gentes, siendo dueño de m i destino, contando historias... Pero era de fam ilia hum ilde, y m uy tartamudo. Nadie creía en m í, nadie pensaba que lo lograría, todos decían que no sería escritor, y que si lo era, me moriría de hambre479 . Con el tiemp o, no sólo sup eró la tartamudez sino qu e llegó a ser crítico musical y a tener un p rograma en la radio, ad emás vio cump lido su deseo de editar libros. Le gusta decir que a p esar de la cantidad de obras que h a escrito, aún conserva ideas p ara estar escribiendo durante años sin p arar. 479 http://www.cuatrogatos.org/6entrevista.html. abril-junio, 2001, pp.8-9. 180 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Más tarde, cuando acabó el bachillerato superior en 1964, comenzó a estudiar Ingen iería Técnica en horario nocturno, mientras trabajaba de día en un a empresa de construcción p ara así costearse los estudios. Pronto descubrió que su v erdadera p asión era la música. Se convirtió en el fan número uno d e The Beatles y él, que es hijo único, adopta como hermano may or a John Lennon: Trabajaba de día y de noche estudiaba y lo que ganaba lo daba a m is padres para com er; yo estaba siempre sin dinero. Me iba a pie a trabajar y a la escuela para ahorrarm e el dinero del autobús y el metro, con esto me iba cada sábado por la tarde a comprar un disco480 . En 1968 inició su carrera p rofesional en el camp o de la música. Desde muy joven fue miembro fundador y colaborador de El Gran Musical (Cadena SER, M adrid) y colaborador en Radio Barcelona. También p ublicó artículos y colaboraciones en La Prensa de Barcelona y Nuevo Diario de M adrid, llegando a ser, al año siguiente, corresp onsal en Barcelona de El Gran Musical. Abandonó los estudios en 1970 sin haber finalizado la carrera, y trabajó como comentarista musical, llegando a ser d irector en Barcelon a del semanario Disco Express. Con veintidós años era el director de una revista de m úsica, sin carrera, sin estudio, sin nada… sólo por haber leído un libro al día cuando era niño. Mi cultura es una cultura lectora. No recuerdo nada de lo que estudié pero de lo que he leído todo lo recuerdo481 . A p artir de este momento comenzó a viajar p or todo el mundo junto a los grandes d e la música, sin descuid ar su interés p or la lectura, ni dejar de escribir: ¡Mis am igos son músicos! En España son Mecano, El últim o de la fila, Serrat y fuera de España, son Bruce Springteen o Madonna, pues siempre he estado m etido en ese ambiente482 . 480 33. 481 482 CAST RILLÓN, Silvia.: Entrevista a Jordi Sierra i Fabra, Cincuenta libros Sincuenta, nº 3. Bogotá, 1998, p Id., p. 34. Ib., id. 181 José R. Co rtés Criado Publicó en 1972 su p rimer libro, 1962-72 Historia de la Música Pop, la p rimera obra en su género ed itada en Esp aña y gran éxito de ventas. Además llegó a ser consejero de redacción, colaborador, redactor y fundador de diversas revistas musicales, entre ellas, Top Magazine, Extra, Popular 1, siendo, esta última, una revista mensual de rock, p ionera en su estilo. Su p adre no confió nunca en que su hijo triunfase como comentarista musical n i como escritor, para él era más p rovechoso tener un trabajo en un banco o en cualqu ier emp resa que le p agase p untualmente cada mes, a p esar de que su hijo había obtenido grand es éxitos en su carrera como crítico musical y había p ublicado un libro, como el prop io Sierra i Fabra recu erda: Mi padre siem pre me veía com o un bicho raro. Un día m e dijo: “Hijo m ío te he visto hacer radio, te he visto publicar un libro, si ganas un prem io literario, un prem io, será la prueba de que tú en la vida lo vas a hacer todo”483 . Quedó finalista del Premio Literario Ciud ad de Murcia en el año 1974; al año siguiente, 1975, ganó el Premio Literario Villa d e Bilbao de nov ela, qu e marca el fin d e una época dedicad a a la música y el inicio de su vocación literaria. El p adre de Jordi Sierra i Fabra murió quince días antes de que su hijo se hiciese co n el p rimer p remio literario de su carrera; este luctuoso suceso fue entendido p or el autor como una p remonición: Cuando el m édico m e dijo. “Tu padre ha muerto”, yo dije en voz alta: “Ahora gano en Bilbao, ya he pagado el precio”. Me salió del alma, la gente no supo de qué hablaba pero lo dije en voz alta, y a los quince días m e llamaron: que había ganado en Bilbao484 . Inició en 1976 la red acción de una colección de libros de historia de la música y de biografías de p ersonajes famosos bajo el título Música de Nu estro Tiempo, en la que escribe y p ublica dos docenas de obras en los sigu ientes años. 483 484 Id., p. 36. Ib., id. 182 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Al año siguiente, 1977, fue miembro fundador de la revista dedicad a a la música joven Súper Pop, la cual, a los pocos meses de iniciar su p ublicación en España, llegó a ser la número uno en su género. Emp rendió esta nuev a av entura ed itora aun a sab iendas de qu e p ronto dejaría sus actividades en el mundo de la música para d edicarse exclusivamente a la escritura, pues esa era su meta. Entre 1976 y 1978 lo dejé todo, la radio, las dos revistas musicales que dirigía, y me enfrenté a la vida escribiendo novelas485 . Cuando alcanzó la fama como comentarista musical, llegó a ser una p ersona tan conocida que incluso firmaba autógrafos junto a los grandes intérp retes de rock, y asistía a los conciertos de música p op más imp ortantes que se celebrab an en cu alquier lugar d el mundo. A p esar de ello, consideró que y a había cu mplido una p arte de su proy ecto de vida y decidió dedicarse exclusivamente a la escritura: Me m etí en la música un poco para hacerme un nombre y para poder publicar m is novelas, porque lo único que yo quería en la vida era escribir libros486 . Siguió escrib iendo y particip ando en p remios literarios, quedando finalista del Premio Planeta de novela en 1978, al año siguiente consigu ió el Premio Ateneo de Sevilla de novela, y en 1981 ganó el Premio Gran An gular de literatura juvenil con su novela El cazador. Llegué a la literatura juvenil porque gané un premio juvenil con un libro adulto. Luego vi que ahí había un público que se entusiasm aba con mis novelas, y los editores las publicaron en colecciones juveniles487 . 485 SIERRA I FABRA, Jordi.: “Entrevista”, Diario Atlántico, Vigo, 03/03/96. CAST RILLÓN, Silvia.: cit., p. 34. 487 BILBAO, Patti: “ Entrevista”, París, verano 1998, http://www.sierrai fabra.com/declaraciones.html,. (08/04/03) 486 183 José R. Co rtés Criado Ese mismo año inició la p ublicación de la Historia de la Música Rock, trabajo que abarcó 100 fascículos distribuidos en 6 volúmenes. Se p ublicó con notable éxito durante dos años. Es un lujo tener en España a uno de los m ejores historiadores de música de nuestro tiempo. Sus enciclopedias son auténticos record Guinness488 . A p artir de 1982 tienen lugar los p rimeros ciclos de conferencias y encuentros con los lectores p or toda España, en co legios e institutos ante el au ge d e la Literatura Infantil y Juvenil: Nadie vino nunca a m i colegio a decirm e nada, y siempre pensé que si podía, m e gustaría hacerlo yo, para que el público m ás joven viera que el escritor es un tipo de carne y hueso. Desde hace quince años cumplo con este com etido que me impuse a m í mismo, y lo hago con toda energía489 . Actualmente continúa visitando centros educativos tanto en Esp aña como en los países sudamericanos, auque no con el p romedio de ép ocas anteriores, cuando celebraba entre cien y ciento cincuenta encuentros anuales: Me planteé dar charlas en los colegios allá por 1982, cuando aún no se estilaba, y me siento de los pioneros. Lo he hecho siempre por placer, […] me encanta dar charlas, conozco a m ucha gente interesante, m e enrollo m ucho con los chicos y las chicas incluso al acabar la charla, porque a veces me voy a cenar con alguna pandilla, y es genial490 . Por segunda v ez ganó el Premio Gran An gular de Literatura Juvenil en 1982 con su novela …en un lugar llamado Tierra, que si b ien p uede leerse p or sep arado, forma parte de una trilogía, comp lementándose con Regreso a un lugar llamado Tierra y Testamento de un lugar llamado Tierra. Mi trilogía “El ciclo de las Tierras” la pensé de entrada como una trilogía, no escribí la segunda y la tercera parte debido al éxito de la primera. Cualquiera que me conozca sabe cuál es mi posicionam iento ético en este sentido. Escribo por placer. Vendo libros y gano 488 489 490 MARTÍNEZ CRIADO, R.: El Noticiero Universal, B., Octubre, 1981, p. 47. SIERRA I FABRA, Jordi.: “Entrevista”, Vapor, nº 3, abril, 1997, p. 6. Id.,”Entrevista”, Revista Platero, nº 84, febrero-marzo, 1996, p. 4. 184 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) dinero, perfecto, pero si escribiera por el dinero sería un mercenario, y eso, para un hippy com o yo, es im posible491 . Dos años más tarde, en 1984, nació su p ersonaje literario Daniel Ros, p rotagonista de seis volú menes de novela negra p ara adultos y de una p elícula p ara TVE, La sombra del delator. Esta serie fue concebida co mo un homen aje a sus héroes, entre ellos, Philip Marlowe, y le sirve p ara ejercer la crítica social a través de algunos casos detectivescos. La segunda entrega d e la trilo gía, El ciclo de las Tierras, se editó bajo el título de Regreso a un lugar llamado Tierra en abril d e 1986, y la tercera, El testamento de un lugar llamado Tierra, lo hizo en diciembre d el mismo año. Son obras donde “hay esp eranza en que las máquinas y los hombres se entiendan, hay esp eranza en que siemp re p redomine, desp ués de todo, la cap acidad de amor d el 492 individuo, hay esp eranza de que los humanos ap rendan a viv ir en p az” . En 1987 escribió la serie Ya es de oro para la Caden a SER. Los p ersonajes Zuk-1 y Sam Numit comenzaron sus andaduras en el año 1988. El primero de ellos es un científico muy esp ecial que sirve al autor p ara indagar sobre las relaciones del hombre con las máquinas inteligentes, y es descrito por Anabel Sáiz Rip oll como “una máquin a que quiere ap render a sonreír. Es una máqu ina ‘científico’ qu e v ive varias aventuras a causa de su oficio” 493 . El segundo de estos p ersonajes, Sam Numit, p rotagoniza una serie en la qu e el autor aúna el rock con la novela p olicíaca; el p rotagonista es un d etective roquero insp irado en la figura de Bruce Sp rin gsteen, amigo d el autor. 491 Id., p. 3. SÁIZ RIPOLL, Anabel: http://www.islabahia.com/autores/anabel/000marco_g eneral_textos.htm , (08/04/03) 493 http://www.cuatrogatos.org/8ripoll.html, (08/04/03). 492 185 José R. Co rtés Criado Publicó ese mismo año El joven Lennon, que ocup ó durante once meses un p uesto en la lista de best-sellers de Literatura Juvenil, y comenzaron las p rimeras traducciones de sus obras a otras len gu as: italiano, alemán, francés, griego, búlgaro, p ortugués, eslov aco, holandés, in glés, jap onés, etc. Hecho que continúa aún con sus últimas obras. El joven Lennon es una novela escrita desde la p asión y admiración que p rofesa Sierra i Fabra al músico, un a p ersona de tal imp ortancia p ara él como p ara llegar a considerarlo su hermano. Se p uede decir que se trata de una novela de ap rendizaje, p ues el protagonista va fragu ando su personalidad mientras germin a el grupo musical The Bea tles, “la novela nos cuenta la adolescencia del mu chacho, su rebeldía y la relación familiar que tanto le marcó” 494 . Víctor, su p ersonaje literario p referido, nació en 1989. Aunque el autor se considera satisfecho de todos y cada unos de sus “hijos literarios”, siente p redilección p or éste, p ues “es el niño qu e yo quise ser y no p ude ser, y a la vez es mi homenaje a mi héroe Guillermo 495 Brown” . Es un bu en ch ico qu e p retende ayudar a todos e intenta llevar a cabo buenas accion es, p ero rara vez consigue sus p rop ósitos. Un año más tarde, 1990, fue un p eríodo fructífero p ara su obra literaria, p uesto que ganó el Premio Vaixell de Vapor de Literatura Infantil p or su obra Un llibre monstruòs; se inició la p ublicación d e la colección Sam Numit en la editorial Timun M as -que p erduró hasta el año 1992 y alcanzó un total de seis títulos-, y además creó el juego Trivial sobre música rock. Música y literatura caminan un idas en la v ida y en la obra de Jordi Sierra i Fabra, él mismo se defin e de la siguiente manera: Cuando empecé era un rockero que hacía novelas, luego fui un novelista que vivía el mundo de las estrellas del rock, y ahora soy un autor infantil y juvenil al que muchos descubren com o aficionado a la música y que “también escribe para adultos”496 . 494 495 496 SÁIZ RIPOLL, Anabel: “La pasión por la escritura”, CLIJ, nº 114, B., abril, 2000, p. 11. SIERRA I FABRA, Jordi.: “Entrevista”, Revista Platero, nº 84, cit., p. 3. Id., “ Entrevista”, CLIJ, nº 93, abril, 1997, p. 54. 186 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En 1992 ganó el Premio Gran Angu lar d e Literatura Juvenil, p or tercera vez en d iez años, con El último set. Ese mismo año el autor declaró que le encantaban los p remios literarios y sobre todo participar en ellos, y a que gracias a los p remios conseguidos en su juventud p udo publicar sus p rimeras obras con may or facilid ad: Fue una manera de abrir puertas por la vía directa . Ganar el Ateneo de Sevilla con treinta años fue decisivo, y este año, ganar por tercera vez el premio Gran Angular, ha sido uno de esos retos dulces para quien, como yo, gusta del riesgo. El sentido de la em oción que supone enviar una obra a un concurso es casi afrodisíaco497 . La p rotagonista de El último set, es un a mujer adolescente, ganadora del trofeo Roland Garros, que atraviesa un momento difícil en su vida tanto p ersonal como profesionalmente. Es otra novela de aprendizaje qu e surgió de una conversación del autor con Arantxa Sánchez Vicario. “Es un libro qu e habla sobre el triunfar muy joven o el 498 triunfar muy tarde” . Esta obra recibió en 1992 el Premio de la CC EI al mejor libro juvenil de 1991. Publicó, ese mismo año, el Diccionario de los Bea tles, p rimer libro editado en el mundo con este título y con esta idea. Sierra i Fabra h a expresado reiteradamente que los Beatles camb iaron su vida y que la música le da energía. En 1993 se inició la p ublicación en Italia d e la enciclop edia Los grandes del Rock de la A a la Z (titulada allí Los mitos d el rock en vivo), en cien fascícu los, reco gidos en cinco volú menes, y recibió el Premio Colu mna Jove de Literatura Juvenil p or El temps de l’ oblit. Obtuvo en 1994 el Premio Edebé de Literatura Infantil con su libro Aydin. A p esar de que obtener un p remio es un motivo de júb ilo p ara el autor, éste piensa que lo imp ortante es la obra bien hech a: 497 498 Id., “ Entrevista”, CLIJ, nº 27, abril, 1991, p. 39. CAST RILLÓN, Silvia.: cit., p. 35. 187 José R. Co rtés Criado Por suerte, con o sin premios, lo que sigue contando al final es el libro, el amor que hayas puesto en él y el am or con que lo recibe el lector. Que los libros estén vivos es nuestro mejor premio499 . Otros tres acontecimientos tuvieron lu gar en su vid a ese año: TVE estrenó la película La sombra del delator, con Mario Gas y Manuel Aleixandre co mo p rotagonistas; se inició la p ublicación en España de la enciclop edia Los grandes del Rock de la A a la Z, una densa obra con 2.000 bio grafías princip ales y más d e mil secundarias; y comenzó la publicación en Esp aña, a cargo de Ediciones SM , de la colección Los libros de Víctor y Compañía, que constituyen una colección con un total de quince obras. En 1995 se editó el Diario de los Beatles, fue la p rimera obra mundial en su género. Asegura que los Beatles le cam biaron la vida. “Vi que eran gente com o yo, que pensaban com o yo, que sentían como yo, y que vivían com o yo quería vivir y nadie m e dejaba. Entonces empecé a luchar. Me hice hippy”500 . También fue seleccionado ese mismo año p or el IBBY (Organización Internacional para el Libro Juven il, por las siglas inglesas d e International Board on Books for Youn g Peop le) para formar p arte, junto a otros diez autores de los cin co continentes, del p rimer libro editado p or la organización, p osteriormente traducido a varias len guas. Durante el año 1996 v iajó a Alemania inv itado p or el M inisterio de Cultura para dar charlas en distintos lugares del p aís. En esa fecha M archa Films comp ró los derechos p ara llevar a la p antalla la novela El regreso de Johnny Pickup, y el director de cine Imanol Uribe realizó la misma transacción p ara p oder rodar un a p elícula basada en la novela El tiempo del olvido. También creó el p ersonaje literario Zack Galaxy, ilustrado p or el dibujante de comics Alfonso Azp iri, y editado p or Alfaguara; cerró el año con el Premio Joaquim Ruy ra de Literatura Juvenil p or Concert en Sol Major. 499 SIERRA I FABRA, Jordi: “ Entrevista”, CLIJ, nº 27, cit., p. 39. Id., “ Entrevista”, Diario Atlántico, http://www.sierraifabra.com/ant/secciones/Sala_p rensa/Entrevistas.php (10/06/06) 500 188 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En 1997 la novela El joven Lennon recibió el “Libro de Oro” p or sus ventas en Edicion es SM . También escribió el guión p ara la serie de TV3 Bajo el signo de...; fue invitado p or el Consejo Nacional p ara la Cultura y las Artes de México para p ronunciar conferencias e imp artir seminarios en el p aís, y se cumplieron veinticinco años de la aparición de su primer libro, p or lo que fue ho menajeado en Barcelona, su ciudad natal. En 1972, edita su prim era obra, y hasta hoy, 25 años después, su producción alcanza los dos centenares de títulos en todos los ámbitos literarios, desde la narrativa para adultos, hasta la dirigida a un público infantil y juvenil, la poesía, o los libros sobrem úsica rock501 . Se estrenó en M adrid la versión teatral de El niño qu e vivía en las estrellas en 1998. Este mismo año, p or segund a vez, obtuvo el Premio Colu mna Jove de Literatura Juven il por su libro L'or dels déus. Igualmente, p or segunda vez, recibió el Premio Vaixell de Vap or de Literatura Infantil. En 1999 fue doblemente p remiado; le otorgaron p or segunda vez el Premio d e la CCEI (Comisión Católica Esp añola p ara la Infancia) al mejor libro ed itado en 1998 p or su obra Donde esté mi corazón; y p or p rimera vez, el p remio “A la Orilla del Viento”, otorgado p or el Fondo de Cultura Económica de M éxico a Historias de medio mundo. Este mismo año cantó, p or primera vez en p úblico, junto a todos los artistas invitados, Te recuerdo Amanda, canción de Víctor Jara, en el festival, en memoria d el cantante, celebrado en Barcelona. Unió su voz al coro p ara record ar a uno de los p ersonajes claves de la cultura p op ular chilena, el cual forma p arte de la obra literaria d e Sierra i Fabra, p rotagonizando la novela Víctor Jara. Reventando los silencios. Llegó el año 2000 cargado de nov edades p ara el autor: la Televisión d e Cataluny a emitió la p elícula El día del Lleó, dentro de la serie Sota el signe de..., con Lorenzo Santamaría como p rotagonista, que incluy e la canción del mismo título comp uesta p or él y Jordi Sierra i Fabra. 501 Id., “ Entrevista”, CLIJ, nº 93, cit., p. 53. 189 José R. Co rtés Criado Celebró la p rimera v ideoconferencia en Esp aña, entre el autor y los alumnos de diversos colegios de Zaragoza y Teruel. También fue invitado p or la Cámara Chilena del Libro, creada en 1950 p or emp resas editoriales, distribuidoras de libros y librerías, p ara dar conferencias y presentar su obra en el p aís. Su libro ...en un lugar llamado Tierra también recibió el “Libro de oro” p or sus ventas en Edicion es SM. Fue invitado al 27º Con greso del IBBY celebrado en Cartagena de Indias, Colombia, donde p ronunció una conferencia sobre el comp romiso en la literatura infantil y juvenil con el título Una palabra llamada compromiso y p articip ó en diferentes coloquios y conferencias. En esa conferencia se defin ió como escritor esp eranzado en conseguir un mundo mejor y co mo “un viajero imp enitente, un devorador de imágen es y p alabras, un vision ario perp lejo, asustado, alegre, en amorado, y ante todo solidario con cuanto he visto. También soy un iluso, un niño asombrado que no renuncia a los sueños, la utop ía y la p asión de 502 imagin ar que en un libro está todo, absolutamente todo” . Se conv irtió en el p rimer autor esp añol en “colgar” un libro en la Red : El misterio del Goya robado, novela interactiva que además sirvió de concurso para jóvenes lectores en todo el mundo de habla hisp ana. Recibió el Premio Vo ces Eléctricas de Narrativa M usical. Mi País, sup lemento semanal infantil del d iario El País, in ició la p ublicación d e las tiras cómicas del p ersonaje Jorge... y el resto del mundo, con guiones de Sierra i Fabra y dibujos de Quico Rovira. 502 http://www.sierrai fab ra.com/ant/secciones/Sala_prensa/Articulos.php (10/06/06) 190 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Noche de viernes recibió el “Libro de Platino” p or sus ventas en la editorial Alfagu ara. La colección de Libro-Discos Un país de música, editada p or el p eriódico El Pa ís, vendió un millón y medio de ejemp lares. Se p ublicó simultáneamente en castellano, catalán, gallego y eusquera p or Editores Asociados, Dormido sobre los espejos. El asesinato d el profesor de matemáticas es publicado p or la editorial Anay a p ara conmemorar el Año Internacional d e las M atemáticas. La editorial SM p ublicó Las historias perdidas, versión en castellano de Les històries perdudes, libro con el que ganó el Premio Vaixell d e Vap or en 1998. Els homes de les cadires ap areció en catalán en la Editorial Cruïlla distinguido co n el nº 100 d e la serie roja de El Vaixell de Vap or. La editorial Alfaguara editó la primera novela de terror p sicológico sin vamp iros ni fantasmas llamada Querido hijo: estás despedido. El oro de los d ioses, una novela sobre el dop aje en el dep orte, que ganó en 1998 el premio Columna Jove en catalán, es p ublicada en castellano por Ediciones del Bronce. La editorial SM p ublicó El fabuloso Mundo de las Letras, “libro p ensado p ara los niños y niñas que odian leer”, en p alabras de su autor. Rabia, obra basada en hechos reales y exp eriencias p ersonales del autor, se editó simultáneamente en castellano y catalán en Edicion es SM y Cruïlla, resp ectivamente. 191 José R. Co rtés Criado Durante el año 2000 Sierra i Fabra declara que un p remio literario lo anima a escribir y lo reafirma en su condición de escritor, aunque siemp re le trae el recu erdo de su padre: Para m í, un prem io es una palm ada de ánimo, un orgullo, hace que m e sienta bien conm igo mism o y feliz de hacer algo tan hermoso como es haber cumplido el sueño de m i vida. Ser escritor. Pero también hay otros com ponentes, por ejemplo, la mem oria de mi padre, muerto dos semanas antes de que yo ganara m i prim er prem io literario en 1975. Siempre deseó verme ganar un premio y se fue sólo un poquito antes503 . Entre esta declaración sobre los p remios literarios y la reco gida en p ágin as anteriores de este trabajo, se puede observ ar una cierta serenid ad en el ánimo de Sierra i Fabra, seguramente se deba a la gran cantidad de p remios recibidos y al p aso de veinticinco años entre una y otra. En las dos el autor se alegra de ser galardon ado, si b ien en la p rimera alaba el p remio como triunfo y compensación del esfuerzo p ersonal, y en la segunda se hace p atente otro comp onente más emotivo, al recordar la figura d e su p adre. Creo que el autor se siente en deuda con su p rogenitor p orque se ha referido a él en distintas entrevistas y conversaciones; la figura del p adre suele aparecer reflejada en sus libros como el ap oy o que necesita el joven p ara madurar p ersonalmente o como la p ersona ausente por vivir lejos o haber fallecido, y cuyo recuerdo p ermanece intacto en el chico. Además el p adre de su p ersonaje p referido, Víctor, trabaja en un banco, sup ongo que es un gu iño a su p rogenitor, y no es el único adu lto emp leado de ban ca en sus novelas. Las madres también son figuras claves en sus obras, suelen ser muy cariñosas, están cuando las n ecesitan los hijos, p ueden vivir atormentadas p or una relación matrimonial fallid a, o ser luchadoras inagotables p or sacar a su familia adelante; p ero nunca he oído ni he leído a Sierra i Fabra declaración alguna acerca de su madre 504 . En cambio ha realizado declaracion es sobre su padre como las que se reseñ an a continuación: 503 504 SIERRA I FABRA, J.: “Entrevista”, CLIJ, nº 126, abril, 2000, pp. 24-25. Sin embargo, no le gusta ser citado como Jordi Sierra, prefi ere que se le nombre con sus dos apellidos. 192 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Yo no conocí a m is abuelos. Cuando tenía cuarenta años supe que tenía un abuelo, tres tíos y ocho primos. Mi padre había sido hijo ilegítimo […]. Mi padre hizo la guerra civil española y la perdió como buen republicano. Le mataron su juventud, estuvo en la guerra a los 17 años. Se casó m ayor, él sí conocía a su verdadero padre pero sufrió su rechazo… Mi padre m urió joven y triste, nunca supe por qué estaba tan triste. […] Lo supe después: fue su fam ilia. Tenía hermanos y herm anastros y un padre que no quería verle. Pero en relación conm igo, ten en cuenta que él quería que su hijo tuviera una carrera, unos estudios, siempre m e decía que estudiara para ser alg uien en la vida. […] Yo no creía en estudiar para ser alguien, creía en ser alguien siendo tú. […] Mi padre tenía un hijo que quería ser escritor y se avergonzaba de m í, de que yo fuera un tío raro, un estudiante de lo m ás discreto.[…] Y cuando decía que quería ser escritor mi padre decía que estaba loco, que con eso no com ería, que nunca sería nada en la vida, que tenía que estudiar505 . El año 2001 es otro año cargado de actividades p ara el autor. Nacieron los p ersonajes literarios de la Patrulla Galáctica 752, editados p or Bruño, y se p ublicaron los cuatro p rimeros volúmenes titulados: Aventura en la Tierra, Misión en Marte, Por los anillos de Sa turno y Salvar la Luna. Por p rimera vez libros originales e in éditos suyos fueron p ublicados directamente en editoriales latinoamerican as de Colombia, Chile, M éxico y Ecuador. Viajó a Colo mbia p ara pronunciar conferen cias e impartir clases en el p aís. Ha sid o el p rimer autor no latinoamericano invitado al Juego Literario de M edellín. Además, la novela interactiva El misterio del Goya robado, que fu e leída por más de un millón y med io de p ersonas (1.509.932) en todo el mundo a través de Internet en seis meses, es editada en forma de libro. Asimismo divulgó su segunda obra en la red, El misterio del sello millonario. Recibió la Placa de Plata de Ediciones SM p or su libro La fábrica de nubes. 505 CAST RILLÓN, Silvia: cit., pp. 35-36. 193 José R. Co rtés Criado Por tercera vez, fue agraciado con el Premio de la CCEI al mejor libro del año 200 0 por Chicas de alambre. Su libro Camps de maduixes, obtuvo la Placa de Plata de Ed itorial Cruïlla. Edicion es Bronce p ublicó Regreso a La Habana, la historia de una mujer que acab a siendo una jin etera y sirve p ara reflejar la sociedad cubana del momento. Este mismo año vieron la luz títulos como Los hombres de las sillas y El rostro de la multitud p ublicados p or Ediciones SM ; Una (simple) historia de amor, editada p or Esp asa; 97 formas de decir te quiero, imp resa p or Bruño en Paralelo Cero ; y Donde el viento da la vuelta, bajo el sello de Edebé, colección Periscopio. Mis salvajes rockeros, obra ganadora del II Premio Literario Voces Eléctricas de Narrativa M usical, es publicada p or La M áscara. El autor es el protagonista y describe irónicamente diez fines de semana p asados con otros tantos roqueros famosos. Publicó su p rimer libros p ara lectores entre 0 y 6 años, ¡Ellos son diferentes!, en la Editorial Edeb é, con ilustraciones de Antonia Cortijos. Se trata de una reflexión acerca de cómo nos verían los extraterrestres si ap arecieran p or la Tierra. En el año 2002 recib ió el Premio Abril de narrativa p or la nov ela En un lugar llamado guerra, p ublicado en todas las lenguas del Estado. Sierra i Fabra p ronunció un discurso el 28 de may o de 2002 con motivo de la p resentación de esta novela, que no era sino un alegato contra las guerras que actualmente enfrentan a distintos p ueblos, contra los niños soldados y contra las p ateras cargadas de desesp eración que arriban de continuo a nuestras costas. Calificó en dicha p resentación su literatura como comp rometida, y a veces dura, pero la considera necesaria en nuestros días dada la trivialidad de las diversiones que se ofertan a los jóvenes. Además añadió : 194 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) El arte, la cultura, siguen siendo nuestras únicas defensas contra la barbarie, bien a través de un cuadro, una película o un libro. Abogo por una literatura acorde con estos tiem pos, una literatura de combate, una literatura decida y de com prom iso506 . Con Campos de fresas recibió el “Libro d e Oro” p or las ventas en Edicion es SM . Se estrenó en B ay ona, Francia, la versión teatral de la novela qu e lleva p or título Nunca seremos estrellas del rock. La trilogía reco gida bajo el título El tiempo del exilio fue difundid a internacionalmente. Mi primer gran libro de Ópera y su versión catalana, El meu primer llibre d'Òpera son p ublicados p or la Ed itorial Diagonal/Emp uries. En él se p resentan diez magníficas op eras como si fu esen diez cuentos infantiles, ilustradas cada una p or un p restigioso artista plástico, además se p resentan diez fachad as de otros tantos grandes teatros de la óp era realizadas p or un arquitecto. Para Sierra i Fabra este libro es un homenaje a su amor p or la ópera, p asión que surgió en él con ocho o nueve años gracias a las audiciones en directo que retransmitía Radio Nacional de Esp aña. Considera la p ublicación de este libro como la consecución del sueño de un niño qu e amó la óp era, y de un “escritor que trata de hacérsela amar a otros 507 niños” . Llegó al mercado La piel de la memoria, editada por Edelviv es en castellano y eusquera, es el número uno d e su nuev a colección Alandar. Su temática se centra en los niños esclavos del África negra. 506 507 http://www.sierrai fab ra.com/ant/secciones/Sala_prensa/Articulos.php (09/06/06) SIERRA I FABRA, Jordi: Mi primer libro de Ópera, B., Diagonal, 2002, p. 9. 195 José R. Co rtés Criado La ed itorial Destino p uso a la venta Zonas interiores. En ella un grup o de chicas rememoran sus vidas mientras p ermanecen aisladas, deb ido a una gran nevad a, en la vivienda qu e tiene una de ellas en la sierra. Salv at-Megatrix editó La locura de las palabras. En esta obra las palabras deciden buscar las más bellas de entre ellas y, p ara tal fin, realizan un concurso p arodiando los certámenes de b elleza. Casting fue p ublicada p or la editorial SM , y como su nombre indica, narra las perip ecias de dos ch icas y un chico que deciden p resentarse a una p rueba que les abrirá las puertas del mundo de la televisión. Aunque la trama recu erda al famoso p rograma Operación Triunfo, según el autor esta obra fue escrita cuatro meses antes de que se emitiese el p rimer p rograma. El dolor invisible, p ublicad a p or Diagon al y Emp uries narra los p roblemas de un a chica, angustiada p or un terrible secreto, que p ermanece encerrada en un man icomio. El desenlace es totalmente sorp rendente. 27. Edad maldita es p ublicad a p or la editorial Alfaguara. Con esta obra Sierra i Fabra vuelve a sus orígen es roqueros. Comienza el relato con la desap arición de un joven cantante de veintisiete años, -edad mítica y temida- creando una enorme alarma entre sus amigos más cercanos, p ues todos ellos saben que con dicha edad han d esaparecido numerosas estrellas del ro ck. Edicion es del Bronce publicó El peso del silencio, obra en la que el p eriodista Daniel Ros viaja a Ch ile p ara encontrar la tumba d e un ciud adano esp añol desap arecido en aquel p aís andino tras el golp e de estado de Augusto Pinochet. En este mismo año 2002, el Ministerio de Educación, Cu ltura y Deporte p ublicó el 508 listado de los diez autores más leídos en los centros escolares de Esp aña . Sierra i Fabra 508 http://www.sierrai fab ra.com/ant/secciones/Biografia/, (09/06/06) 196 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) es el único de la actual generación de autores esp añoles ded icados a la Literatura Infantil y Juvenil que ap arece en dicha relación: 1) Gustavo Adolfo Bécquer (53,35%) 2) M iguel Delibes (41,84%) 3) Benito Pérez Galdós (41,13%) 4) Federico García Lorca (28,37%) 5) Pío Baroja (28,37%) 6) Eduardo M endoza (27,66%) 7) Gabriel García M árquez (25,55%) 8) Jordi Sierra i Fabra 9) Camilo José Cela (17,73%) 10) Leop oldo Alas Clarín (16,31%) 509 (21,28%) Comenzó el año 2003 publicándose bajo el título Los años de la espera, la segund a parte de la trilo gía El tiempo d el exilio. La p rimera p arte, Los años oscuros, resultó elegida por los lectores de La Vanguardia entre las mejores novelas del año 2002. En febrero ap areció un a marav illosa fábula sobre la soledad y el valor titulada Los moais de Pascua, p ublicada p or la Editorial Edeb é. La Ed itorial Barcanova publicó en marzo la novela juvenil llamada Buscant en Bob, un homenaje a Bob Dylan que la Editorial Anay a editará en castellano en el año 2005 con el título Buscando a Bob. Además, Sierra i Fabra fu e inv itado a p ronunciar la conferencia inau gural del Primer Encu entro Nacional de Animación a la Lectura organ izado p or el M inisterio de Cultura, Educación y Dep ortes en M urcia durante el mes de marzo. 509 Las negritas son mías. 197 José R. Co rtés Criado Bajo el título “¿Cómo leer en el siglo XXI?” exp uso sus ideas p ara animar a la lectura a n iños y a jóvenes, y volvió a definirse co mo hijo de la lectura más que d el estudio, ya que todos sus conocimientos los obtuvo en p rimer lu gar d e sus lecturas y p osteriormente de sus viajes. Finalizó su exp osición resumiéndola en un decálo go 510 basado en el resp eto, la esp eranza y la honestidad, factores que fundamentan su código ético: 1. El libro, lo mismo qu e el arte en general, ha de estar p resente de forma natural y habitual en la vid a de los jóv enes. 2. El libro no es un p atrimonio exclusivamente cultural, sino un elemento más de entretenimiento en un mundo abierto cad a día a más op ciones de ocio global. 3. Un libro es como un disco, un a p elícula, un vídeo o un juego: p ura evasión. 4. La bib lioteca es el may or salón de juegos (gratuito) del mundo, y hay siemp re una más o menos cerca d e ti. 5. Leer nos hace ind ep endientes, nos da p ersonalidad, p oder, fuerza, ideas prop ias, nos diferencia de los demás. 6. Leer es la p rincipal llav e de esa p uerta llamada libertad. 7. Leer es la única dro ga que de verdad nos abre la mente, nos da luz y nos cambia. 8. Al leer, al sentir, recordamos que estamos vivos, y que esto es un p rivilegio. 9. Cuando el mundo intenta darnos alcance y asquearnos, leer es lo único que nos devuelve a nu estra condición hu mana. 10. Leer es como hacer el amor: estás tú y el libro, solos, comp artiéndolo todo. En este mismo año, la editorial Bruño inició la edición de La Bib lioteca de Jord i Sierra i Fabra, una colección de novelas inéd itas de marcada visualización cinematográfica. Los cuatro p rimeros títulos ap arecieron en p rimavera: El mensajero del miedo, Día de rodaje, La canción de Mani Blay, S in tiempo para soñar. 510 SIERRA I FABRA, Jordi: “¿Cómo leer en el siglo XXI?”, CLIJ, nº 160, mayo, 2003, p. 28. 198 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Asimismo Campos de fresas se conv irtió en p elícula para la telev isión co n producción de Fausto Producciones (La Fura dels Baus) y diversos canales autonómicos y nacionales. El Premio Liburu Gaztea al mejor libro ed itado durante el año 2002 en el País Vasco fue otorgado a su obra Dormido sobre los espejos. Su novela A l'altra banda del mirall, comp rometida novela sobre el mundo de gay s y lesbianas en la ado lescen cia, recib ió el Premio Ramón M untaner del año 2003. Su libro de h istoria de la música La Era Rock, 1953-2003 fue p ublicado p or la editorial Esp asa p ara conmemorar los cin cuenta años del n acimiento del ro ck. Durante el mes de may o vio la luz la tercera p arte de la trilo gía El tiempo del exilio, con el título Los años rojos, que finaliza con el regreso a España, tras la muerte de Franco, de algunos de los p rotagonistas. También p ublicó, basada en un hecho real, Frontera. Aborda en ella el intento, p or parte de unos padres marroquíes, de casar a su hija, en contra d e su voluntad, con un hombre may or, en M arruecos. La editorial Esp asa Calpe editó Un ratón de biblioteca dentro de la colección Lee con Disney, siendo la primera vez que el famoso p ersonaje Mickey Mouse, buque insignia de la marca Disney , ap arece co mo p rotagonista de una obra no estadounidense. Fue p ublicado por la editorial Destino, en castellano y en catalán, El soldado y la niña, con magníficas ilustraciones d e M abel Piéro la. Este libro fu e con cebido en 1998, a partir de una viñeta, como indica Sierra i Fabra en la p ágina tres del libro: “Esta historia 199 José R. Co rtés Criado está basada en una idea nacid a de unas imágen es de El Roto. M i gratitud hacia él.” Y está dedicado “A todos los soldados que han muerto en todas las guerras de la humanid ad” 511 . La editorial Baula p ublicó La pell de la memoria, versión catalana, y otra en eusquera, de La piel d e la memoria, que y a llevaba tres ediciones castellanas en un año, en la editorial Edelvives. 3.5.2.- APROXIMAC IÓN A LA OBRA DE JORDI S IERRA I FABRA Resulta difícil calificar a Jordi Sierra i Fabra p orque, como a él le gusta decir, es intuitivo, visceral, p olifacético. Escribe nov ela negra, cien cia ficción, b io grafías, h istoria de la música, relatos fantásticos, poesía, teatro, cómic, guiones p ara el cine y la televisión…, no hay gén ero que se le resista; ha escrito más d e trescientas obras y ha vend ido más de siete millon es de ejemp lares en todo el mundo. Soy anticonvencional, francotirador, inclasificable, inetiq uetable e individualista, y me gusta. No he hecho otra cosa que escribir y no espero ni cielos ni infiernos por ello. Sólo la paz del trabajo bien hecho. Libros, cóm ics, canciones, teatro, televisión, radio, cin e. Odio los encasillam ientos, por eso m e desm arco siem pre de todo y digo que no soy más que un contador de historias. Tam bién m ilito en algunas ONG. Las palabras que definen mi código ético son: paz, amor, respeto, honradez y esperanza512 . De Sierra i Fabra d ijo Anab el Sáiz: “es un escritor camaleónico que se caracteriza por la p asión con que se enfrenta a las historias que nos cuenta, que se ilusiona con cada 513 proy ecto” . La p asión es una constante en sus p rotagonistas; sin ella serían p ersonas fracasadas que nunca alcanzarían sus sueños. Sierra i Fabra sabe la imp ortancia que tiene p ara el 511 Id., El soldado y la niña, B., Destino, 2003, p. 3. Id., “ Entrevista”, CLIJ, nº 126, abril, 2000, p. 24. 513 SÁIZ RIPOLL, Anabel: “Un mundo literario particular”, http://www.islabahia.com/autores/anabel/000marco_general_textos.htm (15/05/05) 512 200 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) individuo sentirse cap az de alcanzar una meta, y la necesidad de marcarse unos objetivos en la vida d iaria p ara p oder triunfar, y así dibuja los p rotagonistas de sus novelas. Él se p ropuso sup erar su p roblema de tartamudez, -lo marcó mu cho en su infan cia y adolescencia-, reitero que llegó a ser co mentarista musical en la rad io y a imp artir conferencias. También se p ropuso ser escritor con ocho años y su p rofesora le dijo que tenía demasiada fantasía y que no conseguiría p ublicar n in gún relato. Su padre tamp oco crey ó en su cap acidad p ara ganarse la vida como escritor. Escribir es lo que más ama Sierra i Fabra y suele hacerlo a diario, -según dice, lo necesita p ara viv ir-, p ero no imp rovisa ante el folio en blanco; si el autor comienza a escribir una obra es p orque y a ha fin alizado la p lanificación de la misma y en su mente está registrada toda la trama, desde la p rimera h asta la última frase. Y cuando al autor se le pregunta p or qué escribe, resp onde automáticamente que es a es su razón de ser, p orque es lo que más le p lace, p orque escribir es lo único que sabe hacer y que le gustaría vivir mil años p ara poder escribir todo lo que almacena en su interior. Se considera un trabajador honesto e infatigable. El p eriodista Jordi Puntí, que le p reguntó de dónd e sacaba tanto material para sus libros, afirma que “p ara responder, el autor cita unas palabras de su admirado Ray Bradbury, según el cual, las id eas flotan en el aire y el escritor, cuando pasan ante sí, tiene que estar atento para cogerlas. Sierra i Fabra es un gran reco lector, y un gran estratega, como demu estra un rep aso a sus últimos libros p ublicados” 514. Sierra i Fabra espera p asar a la historia co mo uno d e los escritores más p rolíficos d e nuestra literatura, cuenta que escribe de un tirón una vez que ha madurado sus ideas, a veces ese p roceso dura años, y que no corrige lo escrito, enviando el original a la ed itorial 514 PUNT Í, J.: “Recolector y estratega”, El País. Babelia, 14/10/00, p. 10. 201 José R. Co rtés Criado una vez que ha fin alizado la escritura sin modificar ni una co ma; suele d ecir qu e es ráp ido a la hora de escribir, p ero lento a la hora de p ensar y que no cree en la p erfección, sino en el instinto. Las estructuras de sus novelas suelen ser muy elaboradas, no deja nada al azar y utiliza distintos recursos p ara p resentar la trama: una p artida de ajedrez en Campos de fresa; un diario en Frontera; la numeración inversa, -del cap ítulo 84 al cero-, en Seis historias en torno a Mario; nombrar los capítulos como si se tratase de un Informativo: Primera ed ición, Segunda ed ición, Tercera ed ición, Última hora, en Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas; o de un p artido de tenis a seis juegos, en El último set, o el ciclo lunar en La memoria de los seres perdidos. Una estructura original es la de El último verano miwok. La obra es como un a sinfonía, la de la vida, co mienza con el p rograma de mano, que nos sitúa en el vértice d el relato, sigu e con la intro, el intermedio, los ocho movimientos, el último mov imiento y finaliza con la conclusión. El narrador es omnisciente en todo el relato salvo en la intro y la conclusión, que es narrador p rotagonista. El tiempo del olvido está estructurado en 47 cap ítulos divididos en tres p artes y un epílogo, además de una intro y una coda. El autor, que se siente un rockero y considera la música como parte fundamental de su vida, coloca en el relato una intro y una coda, términos musicales que señalan la p arte inicial de una comp osición y la rep etición o adición de una pieza musical al final de una obra resp ectivamente. En este libro ambas p artes incluy en fragmentos de canciones de Led Zepp elin, Satirway to heaven y The rover, cuy as letras abren y cierran el relato y lo sitúan en el mundo de las relaciones afectivas y personales, dejando la coda la mano tendid a a la amistad. Sabe utilizar con destreza el tempo-lento, el flash-back, el perspectivism o, el m onólogo, el soliloquio y otra serie de procedimientos que, sin em bargo, no le impiden echar mano del narrador omnisciente515 . 515 SAÍZ RIPOLL, Anabel: “Jordi Sierra i Fabra, la pasión por la escritura”, CLIJ, nº 114, 2000, p.13. 202 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Con frecuencia se encuentra un cap ítulo extra en los libros de Sierra i Fabra que suele llamar “notas del autor”, “agradecimientos y recuerdos”, “p untos susp ensivos p ara desp ués de una novela” o simp lemente carece de título, donde se amp lía la información exp uesta en la obra, recuerda las fuentes documentales dond e se insp iró, agradece información facilitada sobre el tema o refleja alguna an écdota al respecto. En Donde el viento da la vuelta informa del nú mero de niños muertos en los conflictos bélicos, de las víctimas civiles en las gu erras, de los niños soldados, y de las matanzas de indígen as. De éste asunto también se o cup a en las últimas p ágin as de Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas. De los diecisiete millones de niños que en todo el mundo viv en en condiciones d e esclavitud, informa al final d e La piel de la memoria. Y de la mu erte de la joven británica Leah Betts, después de p ermanecer cinco días en coma p or consumir una p astilla de éxtasis, en Campos de fresas. En La reina de los cielos relata: “Una vez, en Indonesia, en una ciud ad llamad a Bukittinggi, en la isla de Sumatra, había visto un hermoso orangután de p iel roja, enorme, casi tanto como su jau la en la que ni p odía moverse, con una mirad a tan infin itamente triste y la mano extendida p or entre las rejas p idiendo comida a los turistas, que ante su presencia 516 se había p uesto a llorar” . En los agradecimientos de las últimas p áginas certifica la autenticidad de lo relatado y confirma ser él, Sierra i Fabra, la p ersona que lloró ante el simio enjaulado. Como su obra es muy extensa y muy variada, este autor analizado es consciente de que todo lo que escribe no p uede tener la misma calidad, aunque él piensa que “cantidad es igu al a calidad”. Es el escritor vivo español con más obra p ublicad a y esp era p oder alcanzar los cien años con suficiente lucid ez, como Francisco Ay ala, p ara así p oder contar todo lo que almacen a en su mente. 516 SIERRA I FABRA. Jordi: La reina de los cielos, León. Everest, 2000, p. 101. 203 José R. Co rtés Criado Afirma escribir visceralmente porque se siente comp rometido con los p roblemas de la humanidad: cambio climático, extinción de tribus, equilibrio eco ló gico, esclav itud infantil, niños soldados, consumo de dro gas, guerras, etc. Y co mo un a de sus pasiones es viajar, de sus andanzas p or los lu gares más inverosímiles del p laneta obtiene información de p rimera mano p ara crear la trama d e sus novelas. Mis novelas en un gran tanto por ciento tratan en la actualidad de Realismo Crítico. Denuncio lo que me preocupa, soy m iem bro de Greenpace, de Amnistía Internacional, de Médicos sin Fronteras, me preocupa m ucho el mundo, la gente, el entorno. Mis novelas reflejan lo que soy y lo que siento, lo que me preocupa517 . El mismo autor diferen cia su obra teniendo en cu enta el tiempo en que fue escrita y la temática tratada: Lo que escribía en los 70 no tiene nada que ver con lo que escribía en los 80, y estos a su vez nada con lo de los 90. Mi primera etapa va de 1972 a 1979, libros de música y novelas políticas. La segunda va de 1979 a 1984, en la que me planteo los cambios fundamentales en m i vida. La tercera va de 1984 a 1990, que es cuando dejo la música del todo, empiezo a viajar por el otro mundo que no conozco y nace en m í la necesidad de contar lo que veo por duro que sea. Así llegam os a la cuarta etapa, de 1990 a hoy. Aún sigo en esa etapa 518 . Sierra i Fabra se enfrenta al siglo XXI con una cap acidad creativa sin p recedentes, publicando un gran número de obras en un corto p eriodo de tiemp o y dando un giro a su producción literaria, afrontando nuevos retos y cambios una vez sup erados los cincuenta años, p udiéndosele ap licar las palabras de M anuel Alberca y Cristóbal González dirigid as a Valle-Inclán: “Esta capacidad de desafiarse a sí mismo como escritor es más sorp rendente porque la emp rendió cuando ya estaba en la cincuentena, es decir, a la edad en que la 519 may oría de los escritores comienzan a dar evidentes síntomas de agotamiento” 517 . BILBAO, Patti: “Entrevista”, París, verano 1998, http://www.sierrai fabra.com/declaraciones.html, (09/06/04) 518 http://www.cuatrogatos.org/6entrevista.html. abril-junio, 2001, p.7. 519 ALBERCA, Manuel y GONZÁL EZ, Cristóbal: Valle-Inclán. La fiebre del estilo, M., Espasa, Biografías, 2002, pp. 178-179. 204 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) De cada una de sus etap as él destaca alguna obra fundamental en su trayectoria literaria, así p or ejemp lo, de su p rimera ép oca resalta En Canarias se ha puesto el sol; de la segunda, ...en un lugar llamado Tierra; de la tercera, El joven Lennon; de la cuarta, Noche de viernes; Campos de fresas, El tiempo del olvido, Nun ca seremos estrellas del rock, Banda sonora, La memoria de los seres perdidos, Víctor Jara, El fabu loso Mundo de las Letras, y un largo etcétera. Se trata de un autor comp rometido con la realidad de su tiemp o, al que p reocup an los p roblemas a los que se enfrenta la sociedad actual. Por este motivo, algunos críticos lo llaman op ortunista, y a que sus libros tratan temas de gran actualid ad, sin pararse a p ensar que se trata de una p ersona muy trabajadora, que no imp rovisa y que p osee la virtud de adelantarse a los acontecimientos sociales. De ahí la buena aco gida d e sus libros entre los jóvenes, al margen d e su estilo como escritor. Bien es verdad que ambientó su obra En un lugar llamado guerra en una inventad a rep ública islámica que lucha p or su indep endencia tras la d esintegración de la URSS y que la trama refleja un conflicto similar al de Afganistán, p ero fue escrita antes del inicio de la guerra en ese p aís. Y que cuando p ublicó Casting co menzó la famosa Operación Triunfo en la p rimera cadena de la Televisión Esp añola; qu e ap areció La guerra de mi hermano y a continuación tuvo lugar la invasión de Irak; que la matanza de Acteal en Chiapas tuvo lugar un mes desp ués de escribir Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas, donde se relata la matanza de campesinos e indígenas en la Selva Lacandona. Su novela, En Canarias se ha puesto el sol, con la cual obtuvo el Premio Ateneo d e Sevilla en el año 1979, p redijo el intento de golp e de estado del año 1981, la llegad a al poder de los socialistas en el año 1982, con Felip e González a la cabeza, y el atentado sufrido por el líder independentista canario Antonio Cubillos. 205 José R. Co rtés Criado Y como dice Sierra i Fabra, él inventó la telebasura en su libro Un genio en la tele, puesto que en el año 1996, cu ando se ed itó, nadie había introducido un a cámara de televisión en casa del vecino, ni h abían p roliferado los p rogramas basados en la grabación de la vid a cotidian a de un grup o de p ersonas. No p or ello es un defensor de tales actos, p ues como dice en el p rólogo d el libro, “no deja de ser una crítica contra los que se creen que nos chupamos el dedo y nos cargan con p rogramas que merecerían quedarse a oscuras el día de la emisión” 520. Se p odrían seguir citando títulos y recordando acontecimientos históricos acaecidos simultáneamente a su publicación. Para sus detractores es p uro op ortunismo; p ara el resto de los lectores es una persona que intuy e los p roblemas y es cap az de p redecir, en cierto modo, algunos de los acontecimientos ven ideros, quizás fruto de la casualidad o tal v ez del estudio y conocimiento de la sociedad en la que v ive. Es un lector de la p rensa diaria, suele leer v arios p eriódicos y contrastar opiniones, presta también esp ecial atención a noticias que no suelen ocup ar los grandes titulares, se ocup an de los problemas de las p ersonas, indep endientemente de la región del p laneta que ocup en o de la cultura en la que se d esenvuelv an. De estas lecturas extrae ideas para sus proy ectos. Si a esa cap acidad de observ ación y de cap tación de acontecimientos interesantes para dar consistencia a una historia que p osee Sierra i Fabra, se une la facilidad con la que inventa cualquier relato, nos encontramos ante un autor no sólo p rolífico sino de gran cap acidad creativa. Cierto día le p reguntaron en un acto público de dónde extraía tantas ideas para sus libros, su resp uesta fue sencilla, d ijo que las conseguía d e las p ersonas que estaban cerca de él, como en aquel momento. 520 SIERRA I FABRA: Jordi: Un genio en la tele, M., Anaya, 1996, p. 4. 206 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Para Sierra i Fabra -co mo señalé antes- las ideas están en el aire y él está muy atento para p oder cap tarlas; unas veces las reco ge de las preguntas de los asistentes; otras, las cap ta de alguna conv ersación. Y siemp re observa rostros, gestos, exp resiones que p ueden servirle para crear la ap ariencia física de sus p ersonajes. Se autocalificó d e garrapata electrónica y antena parabólica con patas, cap az de absorber las ideas de las personas presentes p ara enriquecer su imaginación. Además de la lectura y la escritura, Sierra i Fabra tiene otra p asión: el cin e. Su ele acudir a las salas d e p roy ección diariamente cu ando está en su ciud ad natal. M ás de una idea le surgió en la oscuridad del p atio de butaca y sup o anotarla en uno de los múltip les 521 pap elillos que p ara tal fin utiliza . Como un p equeño gu iño al mundo del cine, he d e co mentar que el nombre d e científico Hal Yakzuby, p ersonaje de …en un lugar llamado Tierra, está sacado d e la película/libro de Stanley Kubrick/Arthur C. Clarke, 2001 Odisea en el espacio. Algunos estudiosos de su obra han calificado su manera de escrib ir como cinematográfica p or las frecuentes citas de p elículas famosas, p or la utilización de frases cortas, párrafos breves, escasas div agaciones y gran contenido temático en sus textos. Es decir, utilizando un símil tomado del cine, muchos planos cortos constituyen una escena, varias escen as breves un p lano narrativo, y la suma de todo ello, un a película/libro. Dos de sus obras, Noche d e viernes y Los espejos de la noch e, tienen un a estructura semejante a cualquier docu mental televisivo. En ambas, los p ersonajes cuentan en p rimera persona las exp eriencias vivid as, limitándose el narrador a presentar los hechos de forma objetiva, como si la trama le fuese ajena, llegándose al final del relato con una conclusión que p resenta otro p ersonaje sin inculp ar a ninguno de los autores de la tragedia, dejando al lector solo ante el desenlace p ara que extraiga sus p rop ias conclusiones. 521 Así me contó que le surgió el título de una de sus obras - Las alas del sol- mientras observaba un pavoroso incendio en la pantalla. 207 José R. Co rtés Criado Por tanto, Sierra i Fabra p uede consid erarse como un “hijo del celuloide”, p ues de él obtiene no p oca información para el argumento de sus obras y para crear la estructura narrativa. Y p or sup uesto, sabe que la telev isión forma p arte de la vida diaria de un niño, un adolescente o un jov en. Viendo la p elícula de 1982, Blade Runne, basad a en la novela escrita p or Philip K. Dick, Do Androids Dreams of Electric Sheep?, p ublicada en 1968, en contramos ciertas semejanzas con la obra de Sierra i Fabra Las voces del futuro, p ublicada en 1998. En ambas existen seres creados por el hombre que p oseen inteligen cia artificial, -en la p rimera se llaman Rep licantes, en la segunda, VAIs- y desean controlar su futuro incierto y breve, ya que envejecen a un ritmo más ráp ido que los seres humanos. Quizás por su forma de narrar, p or la temática que trata o p or la suma de ambos factores, Jordi Sierra i Fabra ha sabido conectar con los lectores jóvenes qu e “devoran” sus libros sin ap enas descanso en su lectura, atraídos p or una sucesión de acontecimientos que los tienen p reocup ados por el desenlace, incierto e imprevisible h asta la última p ágina. Esos lectores, que se p reocup an p or los p roblemas de su tiemp o, a quienes les gusta leer h istorias cuya temática les resulte familiar, ap recian el h echo d e que el autor se dirija a ellos con un lenguaje casi común, ofreciéndo les una información ráp ida, sin rodeos ni divagaciones, -las descrip ciones en sus novelas suelen ser brev es o inexistentes-, p or medio de diálo gos con cisos y directos. Según los lectores, algunas claves del éxito de sus novelas radican en el h echo de n o ser muy extensas, en el emp leo de oraciones cortas tanto en las partes narrativas como dialo gad as, en el léxico de fácil co mprensión y afín a los jóvenes, junto a una temática cargada de interés, donde suelen v erse reflejados con sus dudas, ansiedad es, emociones y desencuentros. Estas historias suelen retratar con acierto el desen canto juven il y esa especie d e huida hacia nin gún sitio que emp renden d eterminados adolescentes co gidos d e la mano d el 208 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) consumismo o de las dro gas, p lanteando siemp re al final de sus novelas una alternativa mejor a la p ostura mantenida p or cualquier p rotagonista que viva sorteando los límites de la ley . Otro asp ecto a destacar en este autor es su gran cap acidad p ara comun icarse con u n auditorio juvenil al qu e envía mensajes p ositivos p ara su futuro, que p ueden resumirse en frases como sé tú mismo, lucha p or conseguir tus deseos, vive sanamente, lee y si eres cap az de escribir, hazlo p orque p uedes llegar a ser un buen escritor. Reitero que la may oría de sus lectores son jóvenes y los temas que escoge para sus novelas les gustan p orque son próximos a ellos. Sierra i Fabra afirma: Se siguen asombrando de que yo sepa tanto como para m eterm e en la piel de los adolescentes. Pero es que los sentim ientos son los m ismos que cuando yo tenía 15 años. Lo único que ha cambiado es que ahora ellos tienen móviles, MP3, consolas de videojuegos… Soy ligero, rápido. Mi estilo es lo que me diferencia522 . El autor es consciente d e que sus libros p ara el p úblico infantil y juvenil sirven p ara poner al lector en contacto con la sociedad en la que ha de v ivir, y , por tanto, mostrarán un modelo de conducta adecu ado a los valores sociales que deben imp erar en una sociedad democrática y tolerante. Sus p ersonajes pueden ser de cualquier clase social. Así se encuentran en Sin tiempo para soñar, a unas jóv enes de clase baja, ambiente familiar desestructurado y barrio dep rimente, junto a otra de clase alta, la joven estudiante de periodismo; y al joven de clase media, comp añero de estudios de esta última. No suele tener p redilección p or jóvenes de determin ados estatus sociales; la may oría suelen ser de clase media, media alta, p ero según la trama argumental, los p ersonajes pueden pertenecer a cualquier otro nivel socioeconómico. Sí hay de destacar que en sus 522 SIERRA I FABRA, Jordi: en DE COMINGES, Clara: “Para todos los públicos”, Qué leer, nº 103, octubre, 2005, p. 37. 209 José R. Co rtés Criado primeras obras los p rotagonistas eran casi exclusiv amente mascu linos y que actualmente los p ersonajes femeninos rep resentan la may oría de los p ap eles estelares en sus novelas. La temática de Sierra i Fabra coin cide con lo exp uesto p or Gemma Lluch : “En la actualidad, la ideolo gía de los autores resp onde a los rasgos sigu ientes: p acifista, resp eto 523 con la diversidad, len guaje p olíticamente correcto, condena del abuso del alcohol…” Y con la op inión de Teresa Colo mer, que considera los valores morales en la narrativa infantil y juven il actual d e nuestro p aís como los p rop ios de una sociedad industrializada, que se hallan englobados en la deno minad a pedagogía invisible. Así considera los valores “como forma de transmisión de las normas de conducta y que implicarían un a prop uesta moral basada en la verbalización d e los p roblemas, la nego ciación de los conflictos, la ad ap tación p ersonal a los camb ios externos, la jerarquía no posicional, la autoridad consensuada, la imaginación creativa o la anulación de 524 determinadas fronteras entre el mundo infantil y el adulto” . Sierra i Fabra enfrenta al lector con una serie de p roblemas que le preocupan, y si bien es cierto que no suele dar una lección de moralina en sus p áginas, de la lectura de las mismas se extrae alguna lección o consejo para que el niño o el joven se enfrenten a la realid ad social. Por ejemplo, en Nunca seremos estrellas del rock, como en otras muchas novelas, del autor, el final queda abierto; p or ello, el lector ha de idear cómo se desarrollará la vida del jov en p rotagonista en el futuro después de haber cono cido las malas relaciones paternofiliales y habrá ap rendido más de una lección sobre el co mp ortamiento humano desp ués de su lectura. 523 524 LLUCH, Gemma: Análisis de narrativas…, cit., p. 34. COLOMER, T eresa: La formación del lector…, cit., pp. 146-147. 210 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En La música del viento, tras leer las últimas p áginas recogidas bajo el título: A quien pueda interesar…, el lector comp renderá qu e la narración está basada en un h echo real y los escalofriantes datos sobre los niños esclavos le harán comp render y valorar la imp ortancia de nacer en uno u otro continente. Además, la trama de sus obras suele seguir un ritmo muy ráp ido; algunas veces, vertiginoso, y suele desacelerar el relato con la ay uda de breves descrip ciones. El ritmo de la narración aumenta cuando algún p ersonaje o el prop io narrador resumen d eterminados acontecimientos, p rovocando un avance sustancial de la trama; otras veces, utiliza a los personajes o al narrador p ara hacer retroceder el argu mento y cubrir lagun as informativas. Los jóvenes p rotagonistas p ueden cometer errores que siemp re son salvables y , a pesar de sus desaciertos, se muestran como p ersonas resp onsables y formales que saben cuando han d e cambiar el sentido de sus vid as y op tar p or la solución más correcta a sus problemas. Tanto en las obras ambientadas en la sociedad esp añola p resente como en la que se vivirá en el futuro o en p aíses en vías de desarrollo, los p rotagonistas suelen acertar en sus decisiones p orque antep onen a cualquier interés material el asp ecto más hu mano d e la persona. Por lo cual hay que destacar sobre todo el gran humanismo en Sierra i Fabra, tanto en sus obras con un claro matiz solidario y reivindicativo como en las de cien cia ficción, tal y como él lo expresó: El humanismo es la clave en todo m om ento, en todo tiem po y en cualquier lugar, de cuanto se haga pensando en, por y para el ser humano y en su proyección en el futuro525 . Además, demuestra en muchas de sus obras que es un ser gregario. Algunos de sus personajes p ueden vivir en soled ad, pero añoran h acerlo en comunid ad, como le ocurre a 525 SIERRA I FABRA, Jordi: “Ciencia ficción, la magia d e lo fantástico o l a realidad literaria d e un futuro ”, M., Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil, 1990, p. 39. 211 José R. Co rtés Criado los p rotagonistas de La nave fantástica y Los moais de Pascua, y a la joven p rotagonista de El último set, la cual manifiesta: “El tenis es un juego tremend amente ind ividual, p ero y o 526 he necesitado contar con los demás p ara ju gar esta p artida” . Y es amigo de vivir en armonía con los demás. Se p uede leer en Los eleg idos có mo el androide Adán comprende que la situación de enfrentamiento entre los cient-t’icos y los klonos p erjudica a ambos grup os, e incluso a los perdidos, -que no forman parte de ningún bando-, e intenta hacerles comprender que viviendo en comunid ad y ap ortando cada grup o sus conocimientos formarían una sociedad p rósp era. Sus libros está rep letos de solidaridad, eco lo gía, p acifismo, progreso, salud, amistad, etc., p ero sobre todo rebosan ternura, la que el autor p one en todas y cada una de sus obras. 3.6.- CONCLUS IONES . A lo largo de las dos décadas marcadas p ara este trabajo la Literatura se ha ido transformando al ritmo que marcó la socied ad. Desp ués de la desaparición de la Dictadura surgieron enormes deseos de conocer las obras p rohibidas p or el régimen, dando lu gar, durante la década de los ochenta, a una p ródiga edición de libros de escritores p roscritos y de estudios sobre la forma de v ida durante los cu arenta años anteriores. Gracias a este afán p or conocer el p asado reciente, fu e p osible leer las obras comp letas de los autores de la generación del 27, acced er a la nueva literatura hisp anoamericana, leer la exp eriencia vivid a por los denominados “top os” del franquismo, etc., y numerosos autores esp añoles comenzaron a p ublicar sin temor a la censura. 526 5 Id., El último set, M., SM, Gran Angular, 1996 , p. 229. 212 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) La lib ertad p olítica trajo la libertad de creación y de exp erimentación en todo tip o de obras literarias. Se p ublicab a todo cuanto se consideraba d e interés para el nuevo modelo de lector ávido de nov edades literarias y con deseos de recup erar el p asado reciente. Actualmente en Esp aña se editan unos setenta mil libros al año, la may oría de ellos son novelas, la tirada media de cada uno de ellos es p equeña, p ero may or que la de las edicion es de p oesía y teatro. Del florecimiento de la Literatura en len gua castellana entre 1983 y 2003 dan testimonio las concesiones del Premio Nóbel de Literatura a Gabriel García M árquez, en 1982; a Camilo José Cela, en 1989; y a Octavio Paz, en 1990. La Literatura Infantil y la Juvenil, qu e co mo parte de la Literatura general, refleja la historia, la v ida y la realid ad de la socied ad, también sufrieron grandes camb ios en estas dos décadas, aunque y a en los años setenta se comenzó a escribir una nueva literatura que intentaba liberar las costumbres y erradicar la literatura moralizante y conservadora que pretendía educar a n iños y a jóvenes con normas sociales obsoletas, acordes con las costumbres de otra ép oca. Si cambia la socied ad, irremediablemente deben hacerlo la literatura y los lectores, como afirma Teresa Colomer: “los cambios p roducidos durante las ú ltimas décadas en nuestra cultura a n ivel social, axioló gico, edu cativo y literario, tenían que traducirse en una nueva caracterización d el destinatario de la narrativa infantil y juvenil” 527 . Durante la década de los setenta la sociedad sufrió importantes cambios que afectaron a la con cep ción que se tenía sobre la infancia y la juventud. Este hecho p rovocó que los autores que escribían p ara los más jóvenes olvid asen el sentido de p rotección y aislamiento al que se sometía a la infancia y comenzaron a escribir sobre p roblemas de autoritarismo, libertad, tolerancia, ecología, etc. 527 COLOMER, T eresa: La formación del lector…, cit., p. 300. 213 José R. Co rtés Criado El humor o cup ará una parte importante de los libros infantiles y juveniles, junto a la imagin ación y los conflictos familiares, entre otros, marcando una nueva persp ectiva a la hora de man ifestar los sentimientos, oponiéndose a los deseos educativos que predominaban en la literatura dirigida a los menores durante las décadas anteriores. Al inicio de los ochenta la Literatura Infantil y la Literatura Juvenil mantenían un a vieja p olémica. Se enfrentaban fantasía y realidad. Esta dicotomía prop ició que se mirasen con recelo los libros de fantasía, p ues se p ensaba que eran una forma de escamotear la realid ad y de p rivar al niño de su formación autónoma p ara la vida. Los temas p referidos en esta década siguieron la misma línea marcada en la anterior, es decir, gran p resencia de temas sociales: resp eto, vida p lacentera, ecolo gía, a los que se unieron algunas trasgresiones del orden establecido, la forma de vida en suburbios, la falta de ap oy o social a determinados sectores juveniles, la delin cuencia, etc. Todos los temas que tradicionalmente han sido vedados a los niños p or los adultos tienen cabid a en esta nueva etap a literaria: los p ersonajes romp en las reglas de urban idad, buscan su identidad, se enfrentan a p roblemas de salud e in cluso a la mu erte, y defienden la convivencia y la solidaridad entre otros valores morales. Estos cambios literarios trajeron consigo nuevos proy ectos editoriales p ara el público infantil y juvenil con coleccion es de SM , Anay a, Esp asa, Alfaguara, Edelvives, entre otras, que se unieron a las y a establecidas de No guer, Molino, Miñón, Escuela Esp añola, Labor… Las nuevas colecciones dirigidas a los lectores más jóven es p rovocaron una eclos ión de escritores españoles dedicados a la Literatura Infantil y Juvenil, amp liándose la relación de autores esp añoles en todas las colecciones. Si en la década de los setenta los autores extranjeros p redominaban en los catálogos, en la de los och enta se invirtió esa tendencia. 214 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Una mayor p ermisividad social trajo consigo qu e los narradores expusieran en sus obras la realidad de forma cruda sin marcar diferencias n ítidas entre el b ien y el mal, ni desp ejar dudas sobre la amb igüedad en el comp ortamiento del ser humano. Paralelamente, se mostraba cómo superar los p roblemas gracias al humor y a la imagin ación, se destacaban las d iferencias individuales en cuanto al género, raza, deseos, asp ecto físico, etc., junto a ideas p acifistas, solidarias y ecológicas. También el p apel de la mujer trabajadora tuvo su esp acio en la Literatura Infantil y Juvenil. La década de los noventa av anzó sobre los mismos temas, p ero además se ocup ó de la inmigración, de las familias monop arentales, de la vio lencia doméstica, del consumo de drogas, de las nuevas enfermed ades, así co mo de los conflictos p sicológicos. Desap arecieron los objetos animados en los libros infantiles y juven iles y aparecieron abu elos con ganas de disfrutar de la vid a junto a sus nietos, así co mo mascotas, ya sean muñecos o animales y la multiculturalidad ocup ó un lugar p reemin ente en la literatura debido al masivo flujo de inmigrantes llegados a nuestro p aís. El nuevo siglo trajo nu evos aires al mercado ed itorial, el libro se afianzó como un producto más de consumo y como tal es tratado desde las editoriales que buscan lectores cap aces de id entificarse con una d eterminada marca, no en vano casi la mitad de la producción literaria española está dirigida a los más jóvenes, qu e representan un veinte p or ciento de la sociedad. Los libros que se ed itan p ara niños y jóvenes procuran reunir una serie d e características que los hagan atractivos p ara los lectores, abordando todo tipo de temas sin olvidar los asuntos más crudos de la vid a, aunque no se intenten analizar las causas y las consecuencias de d eterminad as acciones que simp lemente son relatadas co mo un fenó meno ajeno, con un estilo cinematográfico. 215 José R. Co rtés Criado Esta forma de p resentar las acciones soslay ando que las infidelidad es de hoy p ueden convertirse en injusticias futuras o que las dificultades p ara llevar una conducta moral éticamente aceptable son muchas en d eterminados ambientes sociocu lturales está muy extendid a. Comp arto la idea d e Luis Dan iel González cu ando expone que en la literatura actual escrita p ara el p úblico infantil y juven il “no se hab la de las consecuencias, seguramente p or temor a ser tachados de cen izos, no se incita al esfuerzo p ersonal p ara no incomodar” 528 . Se escribe p ara un p úblico infantil y juvenil, según las p autas indicadas, p orque esos temas y esa manera de afrontarlos son los que interesan a n iños y a jóvenes, entre los cu ales se halla el may or p orcentaje de lectores. Este índice desciende cu ando los lectores dejan de asistir a los centros escolares, aunque una buena p arte de ellos se afianzan co mo adultos amantes de la lectura. Los temas tratados en la Literatura Infantil y Juvenil en el inicio del siglo XXI siguen siendo los mismos que en la décad a anterior, aunqu e ocup an más espacio los conflictos bélicos, los ataques o accidentes eco ló gicos y los relacionados con las conmemoracion es culturales de gran calado. Sierra i Fabra no es ajeno a estos cambios y su literatura más reciente refleja un a gran p reocup ación p or los p roblemas derivados de las guerras, las injusticias sociales, el cambio climático, la conservación de la flora y fauna terrestre, la exp lotación infantil, etc., como se p uede observar en el cap ítulo 4 de este trabajo. 528 GONZÁLEZ, Luis Daniel: cit., p. 143. 216 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) CAPÍT ULO 4.- EL COMPROMIS O SOCIAL EN LA OBRA DE JORDI S IERRA I FAB RA. 4.1.- INTRODUCCIÓN. A Jordi Sierra i Fabra le gusta record ar que cuando Gunther Grass recib ió el Premio Príncip e de Asturias, manifestó que siemp re quiso contar historias p ara hacer feliz a la gente, p ero que en su camino se le atravesó Hitler y la Alemania nazi, y que él, el p rop io Sierra i Fabra, puede “decir lo mismo, sólo qu e en mi camino se me ha atravesado el mundo entero. No p uedo evitar viajar de aqu í p ara allá, y no p uedo evitar contar lo que veo o lo que siento. Es mi lucha” 529 . Esta lucha no se trasluce en intentar imp oner sus ideas d esde las págin as escritas, sino en narrar historias donde se reflejan las d esiguald ades sociales, los p roblemas d el tercer mundo, la necesidad de afectividad, el deseo d e ser acep tado, la exp lotación infantil o 529 SIERRA I FABRA, Jordi: “Compromiso y censura en la LIJ actual,” Primeras Noticias. Revista de Literatura, nº 207, 2004, p. 19. 217 José R. Co rtés Criado la destrucción del p laneta Tierra, entre otros temas, con una única finalidad: ob ligar a sus lectores a reflexionar sobre lo exp uesto. Tamp oco se p uede considerar este hecho como un fenó meno nu evo, y a que, en may or o menor grado, siemp re ha existido un comp romiso del escritor con la sociedad en la que vive, p udiendo incluso llegar a ser considerado un referente moral. Eduardo Mendoza declaró, en el Forum Barcelona 2004, que el escritor “es un referente moral y literario 530 porque no creo que exista una diferencia entre moral y literatura” . Aunque debe tenerse presente que los escritores pueden devenir en referentes morales siemp re que así lo honren los lectores; en caso contrario, al sentirse p oseedores de un p rototip o de valor moral, p ueden erigirse en p redicadores de verdades absolutas, consagrándose entonces al adoctrinamiento. Preguntado Jordi Sierra i Fabra p or los atributos morales que él creía que debía aportar un buen libro infantil, su resp uesta fue tajante: “Ninguno. En cu anto se p retende dar un atributo moral a algo... deja de ser un libro, se convierte en un mensaje encub ierto, en un panegírico, un vehículo tan o más castrante que la televisión. El arte es libertad” 531 . Por su parte, Felip e Benítez Rey es es p artidario de desmitificar la figura del intelectual como alguien que p rofiere v erdades incontestables, y afirma qu e “el comp romiso surge siemp re a través de una serie de conv icciones id eoló gicas; un comp romiso con unos ideales, con esas id eas que siemp re cuestan un p oco de trabajo llevar a la p ráctica” 532 . En este sentido, la escritora Elfriede Jelinek, p remio Nóbel de Literatura 2004, manifestó en referencia a su comp romiso con los p roblemas que afectan al mal trato 530 MENDOZA, Eduardo: “ La diversidad es la literatura”, http://www.barcelona2004.org/esp/actualidad/noticias/htm/ (16/09/2005) 531 SIERRA I FABRA, Jordi: http://www.sierraifabra.com/ant/seccion es/Sala_prensa/Entrevistas.php (08-10-2005) 532 BENÍTEZ REYES, Felipe: “Las razones del compromiso”, http://www.ugt.es/Revista_Union/numero196/pag12.pdf (06/10/2005) 218 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) infrin gido a las mujeres y otros asuntos sociales, que “de n in guna manera me gustaría tener 533 más autoridad que la de cu alquier otro ciudadano qu e exp resa su op inión” . Además, los escritores deben man ifestar su forma de p ensar y manifestar sus posturas, en lo referido a valores desde su absoluta libertad, p orque “p oseen un arma de defensa a la cual no deben renunciar a nin gún p recio; es algo que les vuelve sorp rendentemente duros e inflexibles, y es la literatura, la fantasía poética, en una p alabra, el rescate de la imagin ación ” 534 . Esa libertad de exp resión junto al dominio de la imaginación llevaron a M aría Zambrano a afirmar que “el escritor busca la gloria, la gloria de una reconciliación con las palabras”535, y Sierra i Fabra, p or med io de David, el joven p rotagonista de su novela titulada El ú ltimo verano miwok, que sueña en convertirse en un gran escritor, reflexiona sobre la soledad del creador y aclara que “únicamente los escritores tienen ese don, esa facultad de co municarse íntimamente con cada ser hu mano, en privado, letra a letra y 536 página a p ágina” . Por su parte, José Saramago ind ica, sin nin guna p retensión de rigor, en sus Cuadernos de Lanzarote, que él escribe con “una conciencia muy clara, y no raramente dolorosa, de la resp onsabilidad d e cada ser humano ante sí mismo y ante la sociedad, tomada ésta no como una abstracción cómoda, sino en su realidad concreta de conjunto de 537 individuos y p ersonas” . He de recordar, además, las p alabras de Juan Goy tisolo: “mi op inión p ersonal es que el escritor no debe asociarse al p oder, en modo alguno, ni aunque sintiese simp atía p or tal poder: p or lo menos no p onerse incondicion almente de su p arte”538. 533 JELINEK, Elfried e: http://www.estrelladigital.es/articulo_especial_04.asp?sec=cul&fech=01/01/2005&name=esp_nobel (06/10/2005) 534 MAURO, Walter y CLEMENT ELLI, Elena: Los escritores frente…, cit., p. 38. 535 ZAMBRANO, María: Hacia un saber sobre el alma, M., Alianza Editorial, 2000, p. 37. 536 13 SIERRA I FABRA, Jordi: El último verano miwok, M., SM, Gran Angular, 1998 , p. 157. 537 3 SARAMAGO, José: Cuadernos de Lanzarote (1993-1995), M., Alfaguara, 1998 , p. 311. 538 GOYTISOLO, Juan: en MAURO, Walter y CLEMENT ELLI, Elena, cit., p. 105. 219 José R. Co rtés Criado Manuel Vázquez M ontalbán sí busca el p oder, p ero con un a con cep ción distinta del mismo; no se refiere al p oder político cuando afirma que “el escritor p ersigue el poder. El escritor p ersigue la seducción a través de la p alabra, y ese es un tip o de p oder. Para emp ezar, trata de conseguir la seducción mediante sus p ersonajes y los movimientos de sus 539 personajes” . De la consecución de ese p oder que emana d el verbo, del nivel de emp atía alcanzado entre autor y recep tor, y del comp romiso con el lector, con la sociedad y consigo mismo, dep enderá el éxito de toda p ersona que se dedique a escribir, a la que difícilmente podremos encasillar cuando sus “obras no se limitan a temas sociales o murmullos familiares, sino que in corp oran ambas cosas a la vez, p ues son narrativamente ambiciosas 540 pero también intimistas” , como se ha indicado en referencia a la p rosa de Ana M aría Matute, aunque también se p odría extender a la de otros muchos representantes del mundo literario. La sociedad siemp re ha asumido que “los intelectuales constituy en una categoría social d e difícil p recisión” 541 , al igual que se acep ta el Affaire Dreyfus co mo el punto de partida del comp romiso de los intelectuales con la v ida pública, en cabezados ellos p or Emilio Zola, firmante del M anifiesto de Intelectuales de 1898, dond e se d efendía la inocencia de oficial francés Drey fus frente a la razón de Estado. Sabemos que, a lo largo de la historia de la hu manidad, los escritores y escritoras han tomado partido frente a p roblemas sociales; de h echo, la denominación de determinadas corrientes literarias va comp lementada con el adjetivo social: novela social, poesía social o teatro social, cuando se recrean los problemas de la comunid ad en la que vive el autor. 539 VÁZQUEZ MONT ALBÁN, Manuel: El poder, M., Espasa Selección, 1996, p. 346. REDONDO GOICOECHEZ, Alicia: Ana María Matute: Historias de la Artámila, B., Destino, Clásicos Contemporáneos Comentados, 1997, p. x. 541 SÁNCHEZ GÓMEZ, Gonzalo: “ El compromiso social y político d e los intel ectuales ”, en www.mamacoca.org/sach ez_intelectuales.htm, p. 1. (04/09/03) 540 220 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En las dos últimas décadas, la p resencia de literatos en determin ados actos organ izados p ara defender la democracia, las libertades, o cualqu ier otro tema que afecte a la p ersona, ha sido y continúa siendo constante, como colectivo que se expresa, no sólo a través de la escritura en soled ad, sino también p or medio d e man ifiestos colectivos donde plasman su compromiso ante los graves p roblemas que afectan a la sociedad actual. Hablar de compromiso social es hablar de una doble responsabilidad con el ser humano: la p rimera, con los p rincip ios que lo ennoblecen como p ersona, es decir, con los valores que la sociedad ha aceptado como encomiab les, de man era objetiva, -“los valores son objetivos porque los p one la razón humana” 542 -, y la segunda, con esos mismos princip ios que quiere p erp etuar p ara su desarrollo y progreso e in culcarlos en los miembros de ese segmento de p oblación que se halla en proceso de formación por ser comp onentes de la colectividad y futuros dirigentes de la misma. Ap oy ándose en el p ragmatismo americano rep resentado p or Dewey, quien considera qu e la educación es la p articip ación del ind ividuo en la conciencia social de la esp ecie, M arín Ibáñez y Pérez Serrano afirman que “la escuela es parte de la comun idad, que la ha creado p ara su continuidad, d esarrollo y p rosp eridad. Por eso no p uede desconocer los problemas sociales. M ás que prep aración p ara la vida, la escuela debe ser la vida misma y p oner en ejercicio todos los comp ortamientos de una sociedad democrática” 543 . Ese intento de fraguar al ciud adano p erfecto es el que rige la educación, p orque ésta no busca formar un ser abstracto, sino la p ersona concreta, enmarcada en una sociedad determinada, en la que “vive continuamente conflictos de valor tanto a nivel personal -tenemos una escala de valores y tomamos decisiones en fun ción de ella- como interp ersonal -discrep ar con los demás p orque tenemos distintas escalas de valores-” 544 ,y en la que, simultáneamente, van modificándose los v alores aceptados, ap arecen otros nuevos, e incluso desap arecen parte de los p reestablecidos. 542 543 544 QUINTANA CABANAS, José María: La axiología como fundamentación…cit., p. 120. MARÍN IBÁÑEZ, Ricardo y PÉREZ SERRANO, Gloria: Pedagogía Social y…, cit., p. 30. BUXARRAIS, Mª Rosa: La formación del Profesorado…cit., p. 77. 221 José R. Co rtés Criado Para resaltar la imp ortancia de los valores, sólo hemos de observar que todo lo que es imp ortante lo es p orque p osee un valor; p or tanto desde cualquier foro educativo se h a de potenciar la validez de los comp ortamientos que los realcen, en la sociedad tan cambiante en que nos ha tocado vivir. La sociedad actual evoluciona a un ritm o sin precedentes, de forma m ás acentuada en el área científico-técnica, pero también en su cultura, en sus norm as y valores, en su econom ía, en las fórmulas organizativas que configuran sus instituciones... advirtiéndose la necesidad de preparar a los individuos que la constituyen para vivir y desarrollarse en un mundo en constante cam bio545 . Es necesario tener p resente que entre el ser humano y los valores se man ifiesta un proceso crítico y dialógico, enmarcado dentro de una cu ltura determinad a, en la cual la relación entre la p ersona, los valores y la cultura es constante, habida cuenta de que la cultura, inconfundib le labor humana, id ea unos valores determinados p ara una sociedad concreta, y que es el ser humano quien los critica, gracias a los mecanismos culturales que le facilitan los cono cimientos necesarios p ara, en definitiva, acep tarlos o rechazarlos. 4.2.- EL COMPROMIS O EN LA OBRA DE JORDI S IERRA I FABRA. Jordi Sierra i Fabra ha man ifestado: “Corrientemente se habla de mí como un autor duro, un escritor que aborda temas p olémicos y los exp one sin tap ujos, en sus novelas. No rehuy o la risa, el p lacer de un a historia d ivertida, la fantasía, p ero sí es cierto que p or lo gen eral trato de contar aquello que veo y siento, tanto en Esp aña como en mis viajes p or todo el mundo. Creo que un escritor ha de comp rometerse con su tiemp o y su sociedad”. 545 546 MARTÍN-MORENO CERRILLO, Quintina: “ El centro educativo versátil: la demanda de un nuevo tipo de centro educativo”, en MARTÍN-MORENO CERRILLO, Quintina (Coord.): Organizaciones educativas, cit., p. 43. 546 SIERRA I FABRA, Jordi: “Compromiso y censura en la LIJ actual,” cit., p. 13. 222 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) El co mp romiso de Jordi Sierra i Fabra con los valores morales se man ifiesta en casi todas sus obras y se p odría elaborar una relación de los mismos atendiendo a asp ectos tan diversos como las relacion es familiares, las afectivas, la conviv encia del hombre con las máquinas, la salud, las esp ecies en p eligro de extinción, el comp romiso con otras culturas, con la historia, la solidaridad, los jóven es, la música, el cine, la telev isión y el humor, p or citar algunos aspectos. 4.2.1.- EL COMPROMIS O CON LAS RELACIONES FAMILIARES . Las relacion es familiares están p resentes en todas las obras an alizadas, desde el maltrato de un padre a un hijo, en Nunca seremos estrellas del rock y en El niño que vivía en las estrellas, o d el comp añero sentimental a la madre del joven p rotagonista en La estrella de la mañana, p asando p or el maltrato infringido p or un alumno, de los denominados disrup tivos, a dos p rofesores de un instituto, en Las Furias. Pero no sólo de relaciones vio lentas se ocup a Jordi Sierra. Existen relaciones familiares qu e podríamos clasificar de normales en casi todas su obras, en La estrella de la mañana, la p rotagonista recibe el ap oyo de su familia; en Mis hermanos y yo, Pablo es el centro de atención de sus p adres y hermanos; en Zonas interiores, las jóven es reunidas hablan de sus relaciones con los miembros de sus respectivas familias con naturalid ad, cada una se refiere a éstas con la may or normalidad y sin reflejar p roblemas graves de convivencia. En clav e de humor, se analizan las relacion es familiares con Víctor en obras como Los mayores están locos, locos, No ticias frescas, o ¡Sálvese quien pueda!; aunqu e tamb ién han sido creados otros p ersonajes en la misma línea como los reco gidos en el libro ¡¡¡Lamberto!!!, y en El espejo del fu turo o en Querido hijo: estás despedido. 223 José R. Co rtés Criado Miguel, el p rotagonista de esta última obra citada, se enfrenta a una carta de desp ido remitida p or su madre. Ella está cansada del mal comp ortamiento de su hijo, de su falta de colaboración en las tareas del hogar, de su desorden y de su desinterés por los estudios, entre otros asuntos, por lo que no encuentra más solu ción que dejar de ser madre de M igu el si quiere viv ir con tranquilidad. Si fuese factible remitir cartas de desp ido a los hijos, tamb ién otros personajes como Lamberto y Víctor p odrían acabar en mitad de la calle y borrados del Libro de Familia. 4.2.2.- EL COMPROMIS O CON LAS RELACIONES AFECTIVAS . El amor es una constante en las obras de Sierra i Fabra. Por él los p ersonajes se convierten en p ersonas mejores y se sienten imp ulsados a llevar a cabo gestas importantes. Generalmente se trata de relaciones entre hombres y mujeres. Es el tema central en títulos como La estrella d e la mañana, Donde esté mi corazón, 97 formas de decir te quiero o Una (simple) historia d e amor. También el amor está presente en la may oría de las óp eras contadas p ara niños en Mi primer libro de Ópera. La estrella de la mañana refiere la relación entre dos jóvenes de clases sociales diferentes. La familia de la ch ica no acep ta ese noviazgo a p esar de la sincera relación de la pareja. Al cabo de los años vuelven a reen contrarse y reinician su relación. Donde esté mi corazón relata las p erip ecias de un joven en amorado de una chica a la que han trasp lantado el corazón de su antigua novia. 97 formas de decir te quiero son las diferentes man eras de d eclararse que utiliza una chica frente a su enamorado y Una (simple) historia de amor es la que viven Alba y Rubén, dos jóvenes en busca de su identidad sin renunciar a sus sueños ni a su libertad. 224 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) El amor no corresp ondido, el desamor y el desen cuentro entre hombres y mujeres también tienen cabid a en títulos como Zonas interiores, Las Furias, Los moais de Pascua o Regreso a La Habana. Regreso a La Habana es la historia de una mujer cubana víctima de la sociedad en la que le tocó vivir, fue una rebelde, como muchos de sus comp atriotas, ella rep resenta la realid ad cuban a, las ansias de abandonar su país y la in genuidad de creer a tres hombres, tres esp añoles que le p rometen volver a p or ella p ara reiniciar un a nueva v ida en España. La obra se estructura sobre tres momentos de la vida de la p rotagonista: p rimero en el de la adolescente, año 1994; luego en la joven necesitada de ay uda material y sobre todo afectiva, año 1997 ; p ara finalizar en la jinetera d e 1999. Hasta el fin al mantuvo la esp eranza de que el amor la llevara a un nuevo destino, corría el año 2000. El tema de la homosexualidad no está tratado directamente en las obras analizadas, aunque se en cuentran referencias en diferentes novelas, co mo Noche de viernes, donde el hermano de uno de los jóvenes p rotagonistas es homosexual; en 27 Edad maldita vuelve a reflejarse el tema al ap arecer dos p ersonajes masculinos que conviven juntos, y en La piel de la memoria, donde es exp lícita la orientación homosexual de un joven esclavo de la plantación de cacao. 4.2.3.- EL COMPROMIS O CON LA RELACIÓN DEL HOMBRE CON LA MÁQUINA. El comp romiso del autor abarca obras ded icadas a exp licar la relación del hombre con la máquin a en un futuro, como se lee en su trilogía El ciclo de las Tierras, que consta de tres obras: … en un lugar llamado Tierra, Regreso a un lugar llamado Tierra, El testamento de un lugar llamado Tierra. A través de estas p áginas se asiste a la evo lución de 225 José R. Co rtés Criado la relación de igualdad manifiesta en la constitución que rige el p laneta Tierra 2 h asta la ruptura de la misma. La convivencia hombre-máquina se altera tras siglos de armonía cuando regresa al planeta una nave con su capitán-máquin a mu erto, siendo sosp echoso de asesin ato su ayudante, un ser humano. El juicio que sigue a la detención de éste inició el cisma que acabó con la conv ivencia entre los seres humanos y las máquinas. Durante ese p roceso las máquinas quisieron demostrar su supremacía resp ecto a sus creadores, esp ecialmente en lo referente al orden ló gico de sus actuaciones frente al comp ortamiento ilógico de los humanos, los cuales se dejan conducir p or imp ulsos emocion ales carentes de la ecuanimidad p ropia de la razón, en op inión de los dirigentesmáquinas. En títulos p osteriores, como Marte XXIII, El guardián de la luna, Las voces del futuro o Los elegidos, no sólo vamos a saber sobre las relaciones d el hombre con las máquinas, sino que descubriremos cómo estas últimas se p erfeccionan a través de un proceso de humanización, e incluso conoceremos los p roblemas derivados de un desequilibrio entre máquinas y hombres que afectará al háb itat de ambos. Además, en el futuro diseñ ado por Sierra i Fabra, el ser hu mano será cap az de crear seres con inteligen cia artificial a imagen y semejanza de él, p or lo que la sociedad d el futuro deberá elaborar ley es que regulen la vida entre las p ersonas, seres nacidos p or rep roducción natural y las nuevas criaturas engendradas en laboratorio, así como marcar los límites éticos p ara llevar a cabo la clonación se seres humanos y la creación de replicantes con vida artificial inteligente. 226 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 4.2.4.- EL COMPROMIS O CON LA S ALUD El tema de la salud p odemos hallarlo, entre otras, en obras que tratan de p roblemas psicológicos, es el caso de El dolor invisible; de la automed icación, en Tortilla de aspirinas; de la anorexia, en Chicas de alambre; del síndrome de Moebius en La niña que no podía sonreír; del síndrome de Down en Soy especial para mis amigos; del maltrato físico en Las Furias o El mensajero del miedo; de las drogas sintéticas en Campos de fresas; de las dro gas duras en Seis historias en torno a Mario; de las dro gas en el mundo del dep orte, en El oro de los dioses, y de la op eración a vida o muerte que efectúa una doctora humana a un d irigente máquina en Regreso a un lugar llamado Tierra. También se refleja en algunas obras el consumo d e beb idas alcohólicas p or parte de protagonistas jóvenes, al que se considera como un a forma de d iversión durante el fin de semana o un a manera de aclimatarse al ambiente discotequero o al de un concierto en directo de alguna estrella del rock. Asimismo se encu entran casos de alcoho lismo en la población adulta, como el p adre d e José Luis en Noche de viernes, o el de Esteban y Antonio en El mensajero del miedo. El tabaco merece una mención esp ecial p orque suele ser una fijación en el escritor: cada vez que alguien enciende un cigarrillo surgen voces de desap robación, esp ecialmente de los jóven es protagonistas, como es el caso d e Esperanza, en Casting, cuando dice: “A veces se asombraba de que las chicas fumasen más que los chicos, y cada vez más jóvenes” 547 . O de un adulto, como el profesor de matemáticas, que p one a sus alumnos un problema sobre un fumador y como co letilla añade: “Fumar es malo, así que no os aconsejo resolver el p roblema haciéndolo, ¿OK?” 547 548 548 SIERRA I FABRA, Jordi: Casting, M., SM, Gran Angular, Alerta Roja, 2002, p. 30. Id., El asesinato del profesor de Matemáticas, M., Anaya, El duende verde, 2000, p.77. 227 José R. Co rtés Criado 4.2.5.- EL COMPROMIS O CON LAS ES PECIES EN PELIGRO DE EXT INCIÓN. También se p reocup a el autor catalán por la desap arición d e seres vivos en la Tierra. Por un lado están las obras que se o cup an del extermin io de esp ecies animales y la consigu iente alteración del equilibrio ecoló gico, como escribe en Los tigres del valle, o de la sup ervivencia d e esp ecies p rotegidas, como recrea en La reina de los cielos. La p rimera historia relata cómo los habitantes de un p oblado, asustados p or la presencia de tigres en su territorio, deciden exterminarlos, ignorando las advertencias de la persona más ancian a del lu gar: “... del hambre y del miedo h ablará una generación, p ero no la siguiente” 549 . Una vez extin guidos los tigres, los monos se adueñaron de la zona, provocando tantos o más p roblemas que la p resencia d e los felinos. Al final, los hombres debieron ab andonar el valle. En la segunda, el p rotagonista es un águila imp erial arrojado del nido, n ada más nacer, p or su hermana may or, y recogido de la nieve p or un biólogo que lo cría en su casa con la ayuda de su hijo. Por otro lado, se p reocup a de la matanza de indígenas en América del Sur en Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas, y de la aniquilación de algunos grup os humanos que p oblaban determinados confin es de nuestro p laneta. Es el caso de El ú ltimo verano miwok, donde analiza la extinción d e las tribus de ind ios norteamericanos, o de Kaopi, que se refiere a la desaparición de las tribus que p oblaban las zonas bañadas p or el río Amazonas, algo que, p or cierto, y a estudió M ario Vargas Llosa en El hab lador, y recientemente, Isabel Allende en La ciudad de las bestias. 549 6 Id., Los tigres del valle, B., Edebé, T ucán, 2001 , p. 60. 228 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 4.2.6.- EL COMPROMIS O CON OTRAS CULT URAS . Si an alizamos el comp romiso con p ersonas de un entorno más alejado del nu estro, podemos leer en Las alas del sol cómo es la vida en un camp o de refugiados en HongKong; también conoceremos las necesid ades que imp ulsan a un joven p ara querer abandonar su p aís de nacimiento en una p atera, y las p enalidades que afronta en la nación de aco gida en Noch e de luna en el Estrecho; y , además, nos acercaremos a la realidad cubana actual, es decir, a los balseros y a las jineteras, con títulos como Cuba. La noche de la jinetera o Regreso a La Habana. Podremos sentir el latido de la Selv a Lacandona d e Chiap as, M éjico, el eco de las matanzas de la población indígena y las andanzas de los niños soldados en las p áginas de Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas, o en Donde el viento da la vuelta. De cómo sobreviven los niños en medio de las guerras da testimonio la obra que lleva p or título En un lugar llamado guerra. Además podemos sentir la desesp eración de las familias que actualmente buscan el paradero de sus seres queridos en Argentina gracias a La memoria de los seres p erdidos; o las consecuen cias d el golp e de estado en Chile en 1973 en Víctor Jara o El peso d el silencio. Para cerrar este recorrido internacional, citar p or último La piel de la memoria, que indaga acerca de los niños esclavos en lo que hoy denominamos África Subsahariana. 4.2.7.- EL COMPROMIS O CON LA HIS TORIA. Sierra i Fabra ha escrito una serie de libros basados en determinados h echos históricos, entre los seleccionados se puede citar Camarada Orlov, que está ambientado en los últimos días de la guerra civil española, donde se hace referencia al famoso “oro de Moscú” y ap arecen junto a los p rotagonistas ideados por el escritor determinados 229 José R. Co rtés Criado personajes que entraron en la historia real, tal es el caso de Francisco Franco Bahamonde, Francisco Largo C aballero y Juan Negrín Lóp ez. El p rotagonista de Cuba. La noch e de la jinetera tiene la p osibilidad de ser testigo y protagonista de la h istoria reciente del citado p aís y de estrechar la mano a Fidel Castro, mientras su comp añera evita la muerte d el general en un atentado p laneado para acabar con su vida mientras p asea por una de las calles de La Habana. Otra obra cuy a trama se desarrolla también en Cuba se titula Regreso a la Habana; en ella se narra la historia de una mu jer, víctima de la sociedad en que le tocó vivir. A lo largo de la nov ela, se sup erp one la realid ad cub ana a la vida de la p rotagonista, reflejada en la llamada crisis de los balseros, en el caso del n iño Elián, en la visita del Papa, en el regreso de los restos del Che Guevara y en la celebración de la cumbre de La Habana. Augusto Pinochet, los jueces Guzmán y Garzón son personajes en novelas como El peso del silencio, donde desde una p ersp ectiva actual se rememoran el go lpe de estado de 1973 en Chile, la muerte, tortura y desap arición de ciud adanos chilenos, así como la promulgación de la orden de detención dictada p or el juez Garzón contra el citado general cuando se encontraba en Londres, y la solicitud de desafuero del ex p residente de Chile para ser juzgado p or la denominada “Caravan a de la Muerte”. En la trilo gía sobre el exilio, p or ejemp lo, se cita a Lázaro Cárdenas, que fue presidente de México en El tiempo del exilio I. Los años oscuros. Ernesto Ché Guevara y Víctor Jara son p ersonajes en El tiempo del exilio II. Los años de la espera. En las tres obras que constituy en esta trilogía se rememora el fin de la guerra civil española, el exilio de los primeros ciudadanos esp añoles a M éxico, el reh acer de tantas vidas en el p aís de aco gida, y p or fin el regreso a Esp aña de algunos sup ervivientes una vez fallecido el gen eral Fran co y reinstauradas las libertades en nu estro p aís. Asimismo, en Siete noches de una vida, la protagonista del relato cuenta que su padre, militante del Partido Comunista, se p asó la vida luchando por unos ideales que no 230 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) vio cumplidos, y temió p erder la lib ertad cuando Antonio Tejero intentó dar un golp e de estado. “Por eso cuando el Tejerazo se asustó tanto. Se le hund ió el mundo. Fue una no che muy amarga” 550 . 4.2.8.- EL COMPROMIS O CON LA S OLIDARIDAD. Toda la obra de Sierra i Fabra mu estra un talante solidario con las p ersonas más débiles; abarcando desde una niña diferente al resto de sus congéneres en La niña que no podía reír, hasta los refu giados de cualqu ier p arte del mundo, co mo p uede leerse en Las alas del sol, p asando p or una ballena cautiva en Aydin. Unas veces el tema es tratado con suma seriedad, como es el caso en Víctor Jara. Reventando los silencios o La piel d e la memoria; otras, en cave d e humor como sucede en Sietecolores o Cabello blanco en cabeza peluda. Frecuentemente ap arecen jóvenes solidarios en la obra d e Sierra i Fabra que no dudan en p restar su ayuda desinteresada a cualqu ier ser vivo que la necesite. Cati, una magnífica estudiante de veterinaria y una de las p rotagonistas de Malas tierras, no duda en atender a un p erro que ha sido atrop ellado en la vía pública; Octavio Sorriba, p ersonaje de cierto p eso en La reina d e los cielos, alimenta a un agu ilucho que h a sido exp ulsado del nido p or su hermana may or; la p rotagonista de Frontera, Estefanía, atiende y acoge a su comp añera de clase, Amina, cuando ésta tiene necesidad de sentirse comp rendida y protegida p or alguien. La solid aridad incluso ab arca a las ONGs. Numerosos p ersonajes, al igual que su creador, p ertenecen a Amnistía Internacional, Greenp eace o M édicos Sin Frontera; otros alcanzan tal nivel d e comp romiso o entrega hacia los demás que son donantes de órganos, 550 Id., Siete noches de una vida, B., Ediciones del Bronce, 2000, p. 42. 231 José R. Co rtés Criado como una d e las p rotagonistas de Malas tierras. En dich a obra y en Donde esté mi corazón, se p lantea el tema de los trasp lantes. 4.2.9.- EL COMPROMIS O CON LOS JÓVENES . Sierra i Fabra tiende a retratar jóvenes con ganas de superarse y conseguir lo que se prop onen, así encontramos en El último set a un a joven tenista que en un momento de su trep idante carrera hacia el éxito se detiene y reflexiona sobre su futuro antes de tomar una decisión trascendental para su vida, antep oniendo su necesidad p ersonal a la p rofesional; y en La estrella d e la mañana a un joven d e clase social baja enamorado de una joven de clase alta, el cual no dud a en ap lazar su noviazgo cin co años hasta conseguir su meta: acabar los estudios de arte y tener trabajo como dibu jante. Una mayoría de los p rotagonistas juveniles de sus obras son, como en cierta ocas ión exp resó Carmen M artín Gaite, náufragos p erdidos en el mar de la vid a que buscan dónde agarrarse p ara salir a flote, adolescentes errantes en su desarrollo evolutivo que andan a la búsqueda de su esp acio en la sociedad adulta. Así les ocurre a los protagonistas de Retrato de un ado lescente manchado, La voz interior, o Rabia, p or citar tres novelas, en las que afortunadamente los p ersonajes alcanzan a lo largo del relato suficiente madurez p ara solucionar sus p roblemas e iniciar un a nueva etap a vital; son obras que p odríamos denominar d e aprendizaje. Pero p or sus obras también desfilan jóv enes desencantados de la v ida que camin an sobre el filo de la nav aja; algunos decid en cambiar y retomar las ganas de vivir, como le ocurre a Vero, la jov en anoréxica p rotagonista en Casting, o a Luciana, p ersonaje clave en Campos de fresa, que consigue ganar la p artida de ajedrez a la mu erte. M ario, p rotagonista de Seis historias en torno a Mario es ven cido por la heroín a en el tramo final de su vida. 232 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Otros como Nino, niño soldado en Donde el viento da la vuelta, decide p oner fin a su actividad militar y convertirse en un defensor de los derechos humanos, al igu al que el joven esclavo, Kalil M tube, p rotagonista en La piel d e la memoria. 4.2.10.- EL COMPROMIS O CON LA MÚSICA. En los libros de Sierra i Fabra son constantes las referencias a la imp ortancia de la música en la formación d e la p ersona, y se acerca a ella desde d iferentes p ersp ectivas. En algunas obras nos conduce al mundo de la música rock p ara mostrar su cara oculta, ésa en que las flaquezas humanas se manifiestan, dejando al descubierto las envidias, los intereses econó micos, el consumo de dro gas, el fetichismo o la locura de los seguidores; son los casos reflejados en libros como La balada de Siglo XXI, 27 Edad maldita, o La canción d e Mani Blay. Jordi Sierra i Fabra en algunas obras se recrea con la música co mo placer humano y muestra de formación cultural y sensibilidad de la p ersona. Se ocup a de la música que suele catalo garse de clásica o seria, co mo ocurre en Concierto en sol mayor, donde un niño, joven virtuoso del vio lín, deambula por su ciudad natal, Barcelona, ante la abrumadora resp onsabilidad de ofrecer su primer concierto en el Palau de la Música. Y en Mi primer libro de ópera, la obra más cu idada tanto en su elaboración como en su publicación, que nos acerca, con su maestría y genialidad, al drama musical; es una obra esp ecialmente dirigida a los más p equeños, con magn íficas ilustraciones. Pero casi siempre la música, esp ecialmente la música rock, está presente en las obras de Jordi Sierra i Fabra. En algunas de ellas co mo referente musical del momento en que sucede el tiemp o narrativo, bien porque cita una canción o un ídolo musical; en otras, se trata de un simp le comentario qu e permite conocer los gustos de los p rotagonistas, como 233 José R. Co rtés Criado es el caso del grup o de amigos que, en la obra Malas tierras, decide acud ir al concierto que Bruce Springsteen ofrece en la ciud ad de Barcelona, o d e la p areja p rotagonista de Siete noches de una vida qu e asiste a los siete conciertos que el Boss ha ofrecido en la ciudad condal. En otras ocasiones los sonidos hacen acto de p resencia p ara reflejar las ansias de sup eración de algunos personajes que intentan imitar los ritmos de otros maestros, como es el caso del joven Lennon y sus amigos en la obra d el mismo título 551 . También en muchas de ellas la música forma parte de la trama, y la cita de algunos fragmentos de sus letras forma p arte de la urdimbre de la historia, como es el caso de Víctor Jara y El tiempo del olvido. En otras, las canciones y los cantantes marcan la p ersonalidad del p rotagonista, como sucede en Nunca seremos estrellas de rock. Además, en sus libros se en cuentran citas musicales h istóricas, así en La guitarra de John Lennon se p uede leer: “El veintinuev e de agosto de mil nov ecientos sesenta y seis los Beatles dieron su último con cierto en vivo en el Clandestick Park de San Francisco” 552 ,y en Siete noches de una vida, además de referencias a los siete con ciertos ofrecidos p or Bruce Springsteen en Barcelona, se incluy e en cada cap ítulo la imagen de las entradas a dichos conciertos. 4.2.11.- EL COMPROMIS O CON EL C INE. La literatura ha dotado al cin e de miles de argu mentos que han servido p ara crear obras maestras del celu loide, y al mismo tiemp o, el cin emató grafo h a enseñado a la 551 552 Id., El joven Lennon, M., SM, Gran Angular, 199310. Id., La guitarra de John Lennon, B, T imun Mas, 1990, pp. 34-35. 234 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) literatura métodos narrativos más ágiles que en nuestros días son utilizados p or casi todas las p ersonas dedicadas a escribir historias. Jordi Sierra i Fabra es una de ellas; en su obra se ap recia una clara influ encia cinematográfica tanto en la estructura de las historias creadas, que parecen escenas de una película, como en las constantes referencias a títulos de filmes famosos y a estrellas del celulo ide. Son muy escasas sus obras sin una frase d edicada al llamado sép timo arte, el cual ocup a el tercer lugar en las p referencias de Jordi Sierra i Fabra, después de la literatura y de la música. Como homenaje al cine se p ueden encontrar citas de títulos de p elículas o de actores y actrices en La memoria de los seres perdidos, Nunca seremos estrellas del rock, Día de rodaje, El rostro de la multitud, El do lor invisible, El asesina to del profesor de matemáticas, ¡¡¡ Lamberto !!!, Relatos galácticos, El mensajero del miedo, Sin tiempo para soñar, La música del viento, El oro d e los d ioses, Malas tierras y Dormidos sobre los espejos, como ejemp lo de un listado p rácticamente interminable. En Días de rodaje la trama gira en torno a la grabación de una serie televisiva. En ella se mu estra, además de las relaciones p ersonales de los jóvenes p rotagonistas, el p ap el desemp eñado p or los demás comp onentes del equipo técnico que hace p osible el rodaje: desde la maquilladora hasta el director de la obra. A modo de ejemp lo, anoto que sólo en Nun ca seremos estrellas del rock se citan actores y actrices como Paul Newman, Robert R eford, Arnold Schwartzenegger, Bru ce Willis, Hump hrey Bogart, Sp encer Tracy , Clark Gable, Carole Lombard, Gen e Tierney, Jean Simmons, Dustin Hoffman, Jack Nicholson, Sigourney Weaver, Tom Hanks, M eg Ry an, Woody Allen, Diane Keaton, M arily n Monroe y Orson Welles. 235 José R. Co rtés Criado Y títulos de filmes conocidos co mo Blade Runn er, Lo que el vien to se llevó, Wets Side Story, 2001, Alien, el o ctavo pasajero, Annie-Hall, La jungla d el asfa lto, Américan Graffiti, Ciudadano Kane, Casablanca, Grupo salvaje y Thelma y Louise. Por último, señalar que Lo que el viento se llevó es la p elícula más nombrada en el conjunto de su obra. 4.2.12.- EL COMPROMIS O CON LA T ELEVIS IÓN. La telev isión, aparato omnip resente en todos lo ho gares d el mundo, también h a recibido la atención p or p arte de Sierra i Fabra y desde diferentes focalizaciones. En la obra ¡Ellos son diferen tes!, el extraterrestre informa a su planeta que “muchas casas tien en un trasmisor de imágenes. Debe ser algo muy imp ortante, p orque todas las familias p asan 553 horas mirándolo, todos muy atentos” . Así en Un genio en la tele, conocemos a un joven que transforma las costumbres de los habitantes de Pampelum al realizar p rogramas televisivos hasta entonces desconocidos que afectan a la conv ivencia d iaria entre los vecinos. “Si todos cometemos errores, el señor Tutsi cometió uno y grave: creerse con d erecho a cualqu ier cosa, pasando p or encima de 554 cualquier límite” . La joven y hermosa Son ia, p rotagonista en El rostro de la multitud, no duda en atracar un banco con tal de salir en televisión y alcanzar la tan ansiada fama. “La atracadora se haría famosa. Su h istoria saldría en los p eriódicos y en todas las televisiones” 553 554 555 Id., ¡ Ellos son diferentes! B., Edebé, 2001, pp. 18-19. Id., Un genio en la tele, cit., p. 75. Id., El rostro de la …, cit., p. 162. 236 555 . El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En Los hombres de las sillas, unos p ersonajes singulares, siete hombrecillos vestidos de negro qu e forman parte de un cuadro llamado Los televidentes, salen del lienzo para p resenciar en p rimera fila cualquier des gracia, creando un a metáfora entre estos personajes gráficos y las p ersonas que en casa se p restan a ser testigos de toda catástrofe, ocurra donde o curra, sentados frente al telev isor. “Los siete hombres de negro que salían del museo, del cuadro, para segu ir siendo testigos de las des gracias human as, fieles al genio y la idea de su creador” 556. Igualmente la televisión está p resente en otras muchas obras: en Malas tierras, es la que informa d e la necesid ad que tiene una jov en de recibir un corazón nuevo; tamb ién juega un p ap el imp ortante a la hora de informar sobre el estado de salud de la estrella de la música pop en Mani Blay, e incluso es comentada su p resencia en aldeas p erdidas de Sudamérica, como en Donde el viento da la vuelta, donde los niños soldados desean saber cómo se desarrolla el mundial de fútbol. 4.2.13.- EL COMPROMIS O CON EL HUMOR. En clave d e humor también Sierra i Fabra h a creado d eterminados p ersonajes qu e queriendo ay udar a todas las p ersonas que los rodean terminan por p rovocar el efecto contrario, son los casos de Lamberto, en la obra homónima, de Víctor en cualquiera de los quince libros de la co lección Los libros de Víctor y Cía y de Zack “Galaxy ” Cosmo, el p eor policía del Sistema, tamb ién p rotagonista de una co lección que llev a su nombre. Lamberto no lo gra hacer nada que satisfaga a los may ores, todas sus acciones son consideradas catastróficas p or los demás; caso similar es el de Víctor, p ersonaje qu e, p or más que lo intenta, casi nunca consigu e llevar a cabo una hazaña digna de enco mio. Únicamente consigu ió alabanzas en Noche d e paz… o casi. 556 Id., Los hombres de las sillas, M., SM, El navegante, 2001, p. 120. 237 José R. Co rtés Criado También contiene buen as dosis de humor Cuando los g enios andan sueltos, sino no se comprenden esos magn íficos inventos consistentes el fabricar el silencio más maravilloso, el ruido más estruendoso o el sueño más mágico. Y no sólo humor, sino felicidad, es lo que contagia a sus vecinos El extraordinario Félix Feliz, p ersonaje que capta la irritabilidad y las desavenencias de los vecinos de cualquier in mueble simplemente tocando la fach ada del edificio, y tras un corto p eriodo de convivencia con ellos logra que la armon ía reine en el entorno y todas las p ersonas sean felicísimas: A su paso, las personas que se cruzaban con él, sin darse cuenta, se sentían m ejor, estupendamente bien, felices557 . Para concluir este ap artado, ha de recordarse que en Cabello blanco en cabeza peluda se refleja con hu mor la conv ivencia de la primera cana que ap arece en el cuero cabelludo de un a p ersona con el resto de la comun idad p ilosa, la cu al no acep ta al elemento distinto. La obra es una divertida reflexión sobre el grave p roblema qu e sup one la intransigen cia y la no acep tación de seres distintos p or el resto de sus congéneres. 4.3.- TAXONOMÍAS DE VALORES. Los valores son componentes básicos de cualquier cultura, y afloran en toda actividad social, tanto literaria como educativa. Se p uede decir que nacen, se rep roducen y mueren en toda cultura, lo qu e imp lica que también lo hacen en el individuo, p orque éste es el resp onsable de la creación y transmisión de la misma, así como de la crítica d e los valores establecidos, puesto que p osee las herramientas necesarias p ara ello, tanto las afectivas como las co gnitivas. 557 Id., El extraordinario Félix Feliz, México, Alfaguara In fantil, 2002, p. 67. 238 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Cuando se analiza cualquier valor debemos tener presente que éste siemp re va acomp añado p or un contravalor, el cu al realza la imp ortancia del mismo, (es decir, se p uede hablar de bondad si conocemos la maldad), y que es el p rimero el que debe ser estimado y rechazado el segundo. Además, los valores son id eales que raramente se cu mp len de forma plena, son fines que adoptamos como modelos en nuestra formación p ersonal, p or eso camb ian a lo largo del tiempo y se pueden considerar infinitos. También se h a de reseñ ar que no todos los valores tienen la misma trascendencia n i son p erdurables en el tiemp o, y a que algunos varían en importancia, p or lo que se suelen presentar en estructuras jerárquicas, que muestran ciertas diferen cias según la ideolo gía imp erante en nuestra sociedad en un momento histórico concreto o la idiosincrasia de la persona que la elabora. Por ende, si se ha de in cardin ar la novelística de Jordi Sierra i Fabra atendiendo a su comp romiso con los valores sociales, debería hacerse sobre la b ase de una escala axioló gica que los jerarquice según su excelencia objetiva, sin obviar, como recu erda el profesor Quintana Cabanas, que toda clasificación se realiza de acu erdo con un criterio: Esas jerarquizaciones de valores presentan tantos problemas como se quiera. Y dado que obedecen a determ inadas filosofías o concepciones del m undo, hay que entenderlas, justificarlas y criticarlas en relación con tales filosofías558 . A modo de ejemp lo, citaré dos jerarquías en ord en ascendente 559 . La p rimera pertenece a Hessen, autor que desde un a p ostura metafísica sitúa los valores econó micos, como el din ero, p or encima de los valores vitales, como es la salud, y en la p arte sup erior de la tabla ap arecen los valores éticos y religiosos. 558 559 QUINTANA CABANAS, José María: Teoría de la Educación… cit., p. 276. Ibídem, p. 275. 239 José R. Co rtés Criado 4.3.1.- CLAS IFICACIÓN DE S ERGEI HESS EN. Hessen elabora una taxonomía divid iendo los valores en dos grandes bloques: el primero atiende los que se refieren a los elementos vitales p ara la subsistencia y a los económicos; el segundo agrup a los valores relacionados con el espíritu, es decir, los que atañen a asp ectos intelectuales, estéticos, éticos y religiosos. Se trata de una escala elaborad a con un criterio esp iritualista p ues estos valores son los que ocup an la cima de la misma. A) Valores “sensibles”: 1. Vitales. 2. Económicos. B) Valores “esp irituales”: 3. Intelectuales. 4. Estéticos. 5. Éticos. 6. Religiosos. 4.3.2.- CLAS IFICACIÓN DE LOUIS LAVELLE. Según Lav elle todo ser humano tiene ideado un p roy ecto vital que realizará a p artir de los asp ectos que considere relev antes. La escala de valores elaborad a p or él obedece también a un criterio espiritualista; coloca estos ideales en la cúsp ide de la clasificación y, en su base, los valores materiales. 240 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) A) El hombre es un ser “arraigado en el mundo” y , p or ende, sujeto a unas necesidades materiales que dan p ie a unos valores: 1. Económicos. 2. Afectivos (p lacer, dolor). B) Pero en ese mundo el hombre p uede, además, “contemp larlo”, y entonces p oner en juego unos valores: 3. Intelectuales (con los cu ales exp lica el mundo). 4. Estéticos (con los cuales goza del mundo). C) Y, más aún, el hombre p uede “sup erar” el mundo por medio d e los valores: 5. M orales (que llevan al resp eto de la persona humana, tanto la p ropia como la ajena). 6. Religiosos (o trascendentes). 4.3.3.- CLAS IFICACIÓN DE HERBERT SPENCER 560 . Si se buscase una clasificación de signo materialista, saldrán lo mismos valores enumerados p or Hessen y Lavelle p ero en orden invertido, p udiendo incluso no ap arecer los más espiritualistas, como sucede en la clasificación del evo lucion ista Sp encer, que la establece del siguiente modo : 1.- Actividad que concurre directamente a la conservación del indiv iduo. 2.- Actividad qu e, p rovey endo las necesidad es de la existencia, contribuy e indirectamente a su conservación. 560 SPENCER, Herbert: Ensayos sobre Pedagogía, M., Akal, 1983, p. 37. 241 José R. Co rtés Criado 3.- Actividad emp leada en educar y discip linar a la familia. 4.- Actividad que asegura el mantenimiento del orden social y de las relaciones p olíticas. 5.- Actividad de div ersas clases emp leada en llenar los momentos de ocio d e la existencia (satisfacción de los gustos y de los sentimientos). 4.3.4.- CLAS IFICACIÓN MARXIS TA. Del mismo modo, la escala de valores “marxista” seguramente p odría constituirse así, también en ord en decreciente, según Quintana C abanas 561 . 1.- El trabajo. 2.- Una humanidad sin exp lotación. 3.- Una sociedad sin clases. 4.- Una sociedad exenta de alienaciones. 5.- La luch a contra el capitalismo. 6.- El Partido Comunista como medio para esta lucha. 7.- La moral, o ideal de lucha y de fidelidad a la causa socialista. 8.- El colectivo social en el que uno ha d e encuadrarse. 9.- La satisfacción d e las necesidad es individu ales y familiares. 10.- Los comp lementos de la vida (deporte, arte, ciencia). Por último, cabe citar la categoría de valores que p rop one Quintana Cabanas en su obra Pedagog ía axio lógica. La educación ante los valores, por ser la más comp leta, y a mi parecer, la más acertada p ara clasificar las obras literarias analizadas p ara este trabajo. Reco ge en cin co categorías los diferentes aspectos que p odemos observar en la p ersona en relación con el cuerp o, los sentimientos, la vida social, lo racional y lo esp iritual. 561 QUINTANA CABANAS, José María: Teoría de la educación…, cit., p. 276. 242 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 4.3.5.- SIS TEMA D E VALORES DE QUINTAN A CAB ANAS 562. 1.- Valores físico-vitales: un buen medio-ambiente, la salud, los recursos vitales, el sustento, la atención sanitaria, el esp acio vital, la vivienda, la p rotección contra las calamidad es naturales, etc. 2.- Valores afectivo-psicológ icos: la seguridad, la satisfacción de las tendencias básicas, la p osibilidad de amar y ser amado, la autoestima, la ad ap tación social, el gozar de consideración social, el equ ilibrio y paz interiores, las capacidades p síquicas requ eridas para hacer frente a la vida, salud mental, etc. 3.- Valores socioculturales: la posesión de los bienes convenientes, la p rosp eridad, la p az, la confraternidad, el buen gobierno, la igu aldad d e oportunidades, la sup eración de las desigu aldad es humanas, la sup resión de la marginación human a y social, la buena convivencia, la solidaridad, la amistad, el respeto, la cultura pop ular, la p articip ación social, el asociacionismo, el voluntariado, el sentido de resp onsabilidad, la cortesía, las tradiciones pop ulares, la familia, la amistad, la educación, la enseñanza, la libertad, la p romoción personal y social, el trabajo, el emp leo, la seguridad social, etc. 4.- Valores id eo-racionales: el conocimiento, la ciencia, la v erdad, la instrucción, la exp erien cia, la creatividad, la p revisión, la funcion alid ad, el ord en, el discernimiento, la información, etc. 5.- Valores anímico-espirituales: la sab iduría, la orientación cosmovisional, la p az interior, el gozo o p lenitud existencial, el amor, la felicidad, el bien, la moralidad, la 562 Id., Pedagogía axiológica. La educación ante los valores, M., Dykinson, 1998, pp. 158-159. 243 José R. Co rtés Criado dign idad, la belleza, el sentido de la trascendencia, la religiosid ad, la fe, la experiencia mística, etc. Una vez analizadas la distintas taxonomías he llegado a la conclusión de que no se puede catalogar cada obra de Jordi Sierra i Fabra en uno solo de los ap artados de la clasificación esco gida, porque el autor p resenta más de un valor en cada libro, p or lo tanto, habrá títulos que ap arezcan en más de una categoría. 4.4.- RELAC IÓN DE OBRAS DE JORDI S IERRA I FABRA AN ALIZADAS PARA LA ELABORACIÓN DEL PRES ENTE C APÍTULO. Parta la elaboración de este capítulo he an alizado ciento ocho obras de Jordi Sierra i Fabra p ublicadas entre el año 1983 y el 2003. Entre los títulos se mencionan obras escritas para un público infantil, juvenil y adulto. La p rimera relación enu mera los títulos atendiendo a la fech a de las primeras edicion es e indica la editorial que los publicó. La segunda, incluy e la misma relación, p ero atendiendo a la edad d el p úblico p ara el que fueron editadas. 244 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 4.4.1.- RELACIÓN DE OBRAS S IGUIENDO EL ORD EN CRONOLÓGICO DE S U PUB LICACIÓN. 15 1. … en un lugar llamado Tierra, M ., SM , 1997 . 2. Regreso a un lugar llamado Tierra, M ., SM, 19947. 7 3. El testamen to de un lugar llamado Tierra, M ., SM, 1994 . 4. El último verano miwok, M ., SM , 199813. 10 5. El joven Lennon, M ., SM , 1993 . 9 6. La balada de Siglo XXI, M ., SM , 1995 . 3 7. Benezén el pescador, M ., SM, 1992 . 7 8. La nave fantástica, M., Anaya, 2000 . 9. Kaopi, M ., Alfaguara, 1990. 10. Historias asombrosas, Zaragoza, Edelvives, 1989. 11. Relatos galá cticos, M., Anay a, 1990. 12. La guitarra de John Lennon, B., Timun M as, 1990. 5 13. El último set, M ., SM, 1996 . 10 14. El espejo d el fu turo, B., Edebé, 1992 . 2 15. El hombre que perdió su imagen, M., Anaya, 1992 . 16. La fábrica de nubes, M ., SM, 200319. 17. Las fans, M ., Esp asa Calp e, 1993. 5 18. Noche de viernes, M., Alfaguara, 1995 . 19. Malas tierras, M ., SM, 1994. 6 20. Los tigres del valle, B., Edebé, 2001 . 6 21. Aydin, B., Edebé, 1998 . 22. Las alas del sol, M ., SM , 1994. 23. Cuando los genios andan sueltos, B., Ediciones Junior, 1994. 24. El guardián de la luna, M ., Anay a, 1994. 25. ¡Sálvese quien pueda!, M ., SM , 1994. 26. Nunca seremos estrellas del rock, M., Alfaguara, 1995. 4 27. El asesino del Sg t. Pepp er’s, B., Edebé, 2000 . 6 28. Seis historias en torno a Mario, M ., Esp asa, 1999 . 245 José R. Co rtés Criado 29. El tiempo del olvido, B., Alba, 1995. 4 30. ¡¡¡Lamberto!!!, M ., Anay a, 1995 . 31. Noche de paz… o casi, M ., SM , 1995. 32. Jamalají-jamala já, M., SM , 1995. 33. La estrella de la mañana, M., SM , 19995. 34. Noche de luna en el Estrecho, B., Grijalbo, 1996. 35. Un genio en la tele, M., Anay a, 1996. 3 36. El niño que vivía en las estrellas, M., Alfaguara, 1998 . 6 37. Campos de fresa, M., SM , 1999 . 3 38. Retrato de un ado lescen te manchado, M ., Bruño, 1998 . 6 39. La voz interior, M ., SM , 1999 . 40. Cambio de cerebro en Dedos en la nu ca, M., SM , 19992. 41. La puerta del Más Allá, M ., Esp asa, 1997. 42. El gran dragón, M ., Anay a, 1997. 3 43. Sólo un día más, B., Edebé, 2003 . 44. Cuba. La noche de la jinetera, B., Ediciones del Bron ce, 1997. 45. Concierto en sol mayor, B., Círculo de lectores, 1998. 2 46. Donde esté mi corazón, B., Edebé, 1998 . 47. La música del viento, B., Ediciones del Bronce, 20003. 2 48. Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas, M ., Bruño, 2000 . 49. La memoria de los seres perdidos, M., SM, 1998. 50. Zack Galaxy: Misión secreta, M ., Alfaguara, 1998. 51. Las voces del fututo, M ., SM, 1998. 52. Los elegidos, B., Edebé, 1998. 53. Camarada Orlov, B., Ediciones del Bron ce, 1998. 54. Cabello blanco en cab eza peluda, M., Bruño, 1998. 55. Las chicas de alambre, M ., Alfaguara, 1999. 56. Víctor Jara. Reventando los silen cios, M ., SM , 1999. 57. Los espejos de la noche, B., Ed iciones del Bronce, 1999. 58. Rabia, M ., SM, 2000. 59. El oro de los dioses, B., Ediciones del Bronce, 2000. 246 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 60. Siete no ches de una vida, B., Ediciones del Bronce, 2000. 61. Dormido sobre los espejos, B., Editores Asociados, 2000. 62. Las historias perdidas, M ., SM , 2000. 63. La niña que no podía reír, B., Ediciones STJ, 2000. 64. Tres (historias de terror), M., Esp asa Juvenil, 2000. 65. La reina de los cielos, León, Ev erest, 2000. 66. El fabuloso mundo de las letras, M., SM , 2000. 67. El asesinato del profesor de matemáticas, M., Anay a, 2000. 68. Querido hijo: estás despedido, M ., Alfagu ara, 2000. 69. Me llamo Gandhi, B., Ediciones STJ, 2000. 70. Una pizza parra A. F. Mac, detective privado, B., M ontena, 2000. 71. Las Furias, M., Alfaguara, 2000. 72. Marte XXIII, Bo gotá, Norma, 2001. 73. Donde el viento da la vuelta, B., Edeb é, 2001. 74. 97 formas de decir “te quiero”, M ., Bruño, 2001. 75. El rostro de la multitud, M ., SM , 2001. 76. La biblioteca de los libros vacíos, Quito, Libresa, 2001. 77. ¡Ellos son diferentes!, B., Edebé, 2001. 78. Regreso a La Habana, B., Ediciones del Bronce, 2001. 79. Los hombres de las sillas, M., SM , 2001. 80. Sietecolores, Santiago de Chile, Array án, 2001. 81. Una (simple) historia de amor, M ., Esp asa Juvenil, 2001. 82. Casting, M ., SM , 2002. 83. El peso del silencio, B., Ediciones del Bronce, 2002. 84. El dolor invisible. B., Diagonal, 2002. 85. En un lugar llamado guerra, B., Editores Asociados, 2002. 86. La piel de la memoria, Zaragoza, Edelvives, 2002. 87. El extraordinario Félix Feliz, M éxico, Santillan a, 2002. 88. El tiempo del exilio I. Los años oscuros, B., Planeta, 2002. 89. El tiempo del exilio II. Los años de la espera, B., Planeta, 2002. 90. 27 Edad maldita, M ., Alfaguara, 2002. 247 José R. Co rtés Criado 91. Zonas interiores, B., Planeta/Oxford, 2002. 92. Tiempo del exilio III. Los años rojos, B., Planeta, 2002. 93. Mi primer libro de Ópera, B., Diagonal, 2002. 94. La asombrosa historia del Viajero de las Estrellas, Bogotá, Norma, 2002. 95. Cuentos imposibles, Santiago de Chile, Array án, 2002 96. Frontera, M ., SM , 2003. 97. El mensajero del miedo, M ., Bruño, 2003. 98. Día de rodaje, M ., Bruño, 2003. 99. La canción de Mani Blay, M., Bruño, 2003. 100. Sin tiempo para soñar, M., Bruño, 2003. 101. Los moais de Pascua, B., Edebé, 2003. 102. Soy especia l para mis amigos, B., Edebé, 2003. 103. ¿Qué seré cuando sea mayor?, B., Edebé, 2003. 104. Mis hermanos y yo, B., Edebé, 2003. 105. Tortilla de aspirinas en Una dosis de salud, M., SM , 2003. 106. El soldado y la niña, B., Destino, 2003. 107. John Lennon, B., ABC, 2003. 108. Tiempo muerto, M ., Espasa, 2003. 4.4.2.- RELACIÓN DE OBRAS CLAS IFICAD AS S EGÚN EL PÚB LICO A QUE S E DIRIGEN, S IGUIENDO EL ORD EN CRONOLÓGICO DE S U PUB LICACIÓN. 4.4.2.1.- OBRAS DESTINAS AL PÚB LICO INFANTIL. 4 1. ¡¡¡Lamberto!!!, M ., Anay a, 1995 . 248 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 3 2. Benezén el pescador, M ., SM, 1992 . 7 3. La nave fantástica, M., Anaya, 2000 . 4. Historias asombrosas, Zaragoza, Edelvives, 1989. 5. Relatos galá cticos, M., Anay a, 1990. 6. La fábrica de nubes, M ., SM, 200319. 2 7. El hombre que perdió su imagen, M., Anaya, 1992 . 8. El espejo d el fu turo, B., Edebé, 199210. 6 9. Los tigres del valle, B., Edebé, 2001 . 6 10. Aydin, B., Edebé, 1998 . 11. Las alas del sol, M ., SM , 1994. 12. Cuando los genios andan sueltos, B., Ediciones Junior, 1994. 13. ¡Sálvese quien pueda!, M ., SM , 1994. 14. El guardián de la luna. M ., Anay a, 1994. 15. Noche de paz… o casi, M ., SM , 1995. 16. Jamalají-jamala já, M., SM , 1995. 17. Un genio en la tele, M., Anay a, 1996. 3 18. El niño que vivía en las estrellas, M., Alfaguara, 1998 . 2 19. Cambio de cerebro en Dedos en la nu ca, M., SM , 1999 . 20. El gran dragón, M ., Anay a, 1997. 3 21. Sólo un día más. B., Edebé, 2003 . 22. Zack Galaxy: Misión secreta, M ., Alfaguara, 1998. 23. Cabello blanco en cab eza peluda, M., Bruño, 1998. 24. Las historias perdidas, M ., SM , 2000. 25. La niña que no podía reír, B., Ediciones STJ, 2000. 26. Tres (historias de terror), M., Esp asa, 2000. 27. La reina de los cielos, León, Ev erest, 2000. 28. El fabuloso mundo de las letras, M., SM , 2000. 29. El asesinato del profesor de matemáticas, M., Anay a, 2000. 30. Querido hijo: estás despedido, M ., Alfagu ara, 2000. 31. Me llamo Gandhi, B., Ediciones STJ, 2000. 32. La biblioteca de los libros vacíos, Quito, Libresa, 2001. 249 José R. Co rtés Criado 33. ¡Ellos son diferentes!, B., Edebé, 2001. 34. Los hombres de las sillas, M., SM , 2001. 35. Sietecolores, Santiago de Chile, Array án, 2001. 36. La asombrosa historia del Viajero de las Estrellas, Bogotá, Norma, 2002. 37. El extraordinario Félix Feliz, M éxico, Santillan a, 2002. 38. Mi primer libro de Ópera, B., Diagonal, 2002. 39. Cuentos imposibles, Santiago de Chile, Array án, 2002. 40. Los moais de Pascua, B., Edebé, 2003. 41. Soy especia l para mis amigos, B., Edebé, 2003. 42. ¿Qué seré cuando sea mayor?, B., Edebé, 2003. 43. Mis hermanos y yo, B., Edebé, 2003. 44. Tortilla de aspirinas en Una dosis de salud, M ., SM, 2003. 45. El soldado y la n iña, B., Destino, 2003. 4.4.2.2.- OBRAS DESTINAS AL PÚB LICO JUVENIL. 15 1. … en un lugar llamado Tierra, M ., SM , 1997 . 7 2. Regreso a un lugar llamado Tierra, M ., SM, 1994 . 7 3. El testamen to de un lugar llamado Tierra, M ., SM, 1994 . 13 4. El último verano miwok, M., SM , 1998 . 10 5. El joven Lennon, M ., SM , 1993 . 9 6. La balada de Siglo XXI, M ., SM , 1995 . 7. Kaopi, M ., Alfaguara, 1990. 8. La guitarra de John Lennon, B., Timun M as, 1990. 5 9. El último set, M ., SM, 1996 . 10. Las fans, M ., Esp asa Calp e, 1993. 5 11. Noche de viernes, M., Alfaguara, 1995 . 12. Malas tierras, M ., SM , 1994. 250 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 13. Nunca seremos estrellas del rock, M., Alfaguara, 1995. 4 14. El asesino del Sg t. Pepp er’s, B., Edebé, 2000 . 6 15. Seis historias en torno a Mario, M ., Esp asa, 1999 . 16. El tiempo del olvido, B., Alba, 1995. 17. La estrella de la mañana, M., SM , 19995. 18. Noche de luna en el Estrecho, B., Grijalbo, 1996. 19. La puerta del Más Allá, M ., Esp asa, 1997. 6 20. Campos de fresa, M., SM , 1999 . 3 21. Retrato de un ado lescen te manchado, M ., Bruño, 1998 . 6 22. La voz interior, M ., SM , 1999 . 23. Concierto en sol mayor, B., Círculo de lectores, 1998. 24. Donde esté mi corazón, B., Edebé, 19982. 3 25. La música del viento, B., Ediciones del Bronce, 2000 . 2 26. Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas, M ., Bruño, 2000 . 27. La memoria de los seres perdidos, M., SM, 1998. 28. Las voces del fututo, M ., SM, 1998. 29. Los elegidos, B., Edebé, 1998. 30. Las chicas de alambre, M ., Alfaguara, 1999. 31. Víctor Jara. Reventando los silen cios, M ., SM , 1999. 32. Rabia, M . SM, 2000 33. El oro de los dioses, B., Ediciones del Bronce, 2000. 34. Dormido sobre los espejos, B., Editores asociados, 2000 35. Una pizza parra A. F. Mac, detective privado, B., M ontena, 2000. 36. Las Furias, M., Alfaguara, 2000. 37. Marte XXIII, Bo gotá, Norma, 2001. 38. Donde el viento da la vuelta, B., Edeb é, 2001. 39. 97 formas de decir “te quiero”, M ., Bruño, 2001. 40. El rostro de la multitud, M ., SM , 2001. 41. Una (simple) historia de amor, M ., Esp asa, 2001. 42. Casting, M ., SM , 2002. 43. El dolor invisible. B., Diagonal, 2002. 251 José R. Co rtés Criado 44. En un lugar llamado guerra, B., Editores asociados, 2002. 45. La piel de la memoria, Zaragoza, Edelvives, 2002. 46. 27 Edad maldita, M., Alfaguara, 2002. 47. Zonas interiores, B., Planeta/Oxford, 2002. 48. Frontera, M., SM , 2003. 49. El mensajero del miedo, M ., Bruño, 2003. 50. Día de rodaje, M ., Bruño, 2003. 51. La canción de Mani Blay, M., Bruño, 2003. 52. Sin tiempo para soñar, M ., Bruño, 2003. 53. Tiempo muerto, M ., Esp asa, 2003. 4.4.2.3.- OBRAS DESTINAS AL PÚB LICO EN GENERAL. 1. Cuba. La noche de la jinetera, B., Ediciones del Bron ce, 1997. 2. Camarada Orlov, B., Ediciones del Bron ce, 1998. 3. Los espejos de la noche, B., Ed iciones del Bronce, 1999. 4. Siete no ches de una vida, B., Ediciones del Bronce, 2000. 5. Regreso a La Habana, B., Ediciones del Bronce, 2001. 6. El peso del silencio, B., Ediciones del Bronce, 2002. 7. El tiempo del exilio I. Los años oscuros, B., Planeta, 2002. 8. El tiempo del exilio II. Los años de la espera, B., Planeta, 2002. 9. Tiempo del exilio III. Los años rojos, B., Planeta, 2002. 10. John Lennon, B., ABC, 2003. 252 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 4.5.- CATALOGACIÓN DE LA OBRA D E JORDI S IERRA I FABRA D E ACUERDO CON LA TAXONOMÍA D E QUINTANA C ABAN AS . 4.5.1.- VALORES FÍSICO-VITALES . Los valores físico-vitales se ocup an p rincipalmente d e todo lo concerniente al cuerp o humano. Por tanto, habrá que analizar todos los asp ectos que afectan directa o indirectamente al bienestar de las p ersonas, comenzando por los que atañen primordialmente a la salud, p uesto que es el valor fundamental para vivir en el sentido pleno de dicha palabra; sin salud, la calid ad de vida se deteriora enormemente, motivo p or el cual habrá que examinar todo lo concerniente a los hábitos saludables así como a la atención sanitaria, al sustento y a la p rotección ante las calamid ades. Junto a los valores saludables que afectan al cu erp o se habrá de p restar atención al esp acio vital. Es indudable que una vivienda digna en un barrio decoroso influy e favorablemente en el bien estar físico de cualquier ser humano, al igual que el equilibrio ecoló gico afectará a todos los seres vivos que habitamos el p laneta. Por todo ello, el p rimer valor a resaltar en las obras seleccionad as de Sierra i Fabra es su comp romiso con los asp ectos que afectan directa o indirectamente a la salud de las personas y a su bienestar. Como en las obras futuristas del autor, el ser humano conv ive con otros entes, máquinas que p iensan y razonan, seres clonados o híbridos de nueva generación, he creído conveniente diferenciar la salud en las historias de ciencia ficción de las de corte realista. 253 José R. Co rtés Criado 4.5.1.1.- LA S ALUD EN LAS OBRAS DE CIENCIA FICCIÓN. La salud es un tema muy p resente en las obras de ciencia ficción. Algunas veces el narrador nos enfrenta directamente a un p roblema que afecte a nuestro estado físico; otras, determinados p ersonajes aluden a valores saludables y en ocasiones se muestran conductas negativas resp ecto a dicho valor. En la obra titulada …en un lugar llamado Tierra, con la que el escritor obtuvo el premio Gran Angular en 1982, p resente una sociedad donde el hombre y las máquinas conviven en p az y armonía, la Constitución de la Unid ad de Co munidad es lo concreta en estos términos: “El hombre y la máqu ina son iguales” 563. En esta comunidad los seres humanos han alcanzado un nivel de vida que les permite vivir durante cien años, y p uesto que la edad laboral termina a los cincuenta, desp ués se dedican a d isfrutar de la vida, a investigar y a llevar un a existencia muy p lácida hasta su fallecimiento. Las máquinas viven una eternid ad, y en cualquier momento se les p ueden añadir nuevos p rocesadores gracias a los p rogresos científicos qu e las p erfeccionan constantemente, aumentando su rendimiento. Cuando fallecen, sus memorias, que almacenan millon es de datos, se conservan para p oder ser consultadas p or las máquinas jóvenes ansiosas de conocimiento. Las máquinas no son emotivas, ap lican la ló gica a todas sus funciones y análisis, no cometen errores y son las encargadas de gobernar la nueva sociedad, y a que p oseen los conocimientos indisp ensables p ara realizar todas las tareas necesarias en ese mundo, incluso pueden detener el envejecimiento del ser humano cuando v iaja en las cáp sulas del sueño letárgico. 563 15 Id., …en un lugar llamado Tierra, M., SM, Gran Angular, 1997 , p. 15. 254 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Para no infrav alorar la cap acid ad mental de los humanos ni erosionar su autoestima, las máquin as comp arten con ellos determinadas funciones en el gobierno de la sociedad y siemp re p articipan en las misiones exploratorias a través del esp acio, aunque las máquinas son las únicas que p oseen los conocimientos necesarios p ara efectuar los desp lazamientos. El ser humano nav ega en la cáp sula del sueño letárgico y la máquina lo desp ierta para que colabore en las tareas de aterrizaje y desp egue, como le ocurrió a Eda, personaje de El guardián de la luna, que al regresar a la Tierra y desp ertar joven y hermosa, preguntó qué le había suced ido y simp lemente le dijeron: “Has estado hibernada casi dos siglos” 564 . Máquinas y hombres intentan convivir p acíficamente. Las primeras p retenden ser justas al tomar decisiones y evitar otro Gran Holocausto como el que ob ligó a marcharse del p laneta Tierra a unos y otros. Los humanos se reconocen en deuda con las máquinas porque gracias a ellas se llevó a cabo el éxodo galáctico, ev itándose la extinción de la esp ecie, y ellas tien en asumido qu e su origen está en el ser humano; estos dos asp ectos son los que equilibran la balanza de la coexistencia. Tanto las máquinas como los hombres han llevado a cabo tales transformaciones que difícilmente p odría decirse cuáles favorecen el progreso d e unas y otros. En p alabras del ju ez máquina Orion 1-27, los conocimientos tecnoló gicos son los p rovocadores d e la evolución d el ser humano. “Se dijo en su día qu e la evolución natural se d etenía en el hombre, y que la tecnolo gía sería un retraso; sin embargo, la tecnolo gía ha constituido el siguiente p aso natural en esa evolución humana” 565 . Los p rogresos tecnológicos y evolutivos así como la gran cantidad de conocimientos almacenados han hecho p rogresar la cien cia médica hasta límites sorp rendes. Los doctores máquinas efectúan cualquier intervención quirúrgica, tanto p ara solucionar p roblemas físicos, como psíquicos, o d e conducta. “No había cárceles; p ero los desviados eran sometidos a rigurosos exámenes p siquiátricos en los centros de rehabilitación” 564 565 566 566 . Id., El guardián de la luna, M., Anaya, El duende verde, 1994, p. 72. Id., …en un lugar llamado Tierra, cit., p. 131. Id., p. 21. 255 José R. Co rtés Criado Además, p ueden imp lantar p rótesis imp ulsadas p or energía cerebral en los seres humanos. “Hay máquinas con cerebros humanos, y hombres con co mp onentes metálicos en sus cuerpos, ciegos que v en con cerebros electrónicos visuales, p ersonas que tienen p or corazón un ordenador, selectores de estímulos que dan habla a los mudos... El hombre y la máquina se h an fundido y son uno, como reza la Constitución” 567 . Pero esta convivencia pacífica se altera cuando una nav e regresa a Tierra con su cap itán máquina mu erto y su ay udante humano vivo. Las máquin as sosp echan que se ha cometido el p rimer asesinato perp etrado p or un hombre contra una máquina, alterando con ello la conviv encia fraguad a durante miles de años. Los humanos no lo creen así y su defensor llega a demostrar que lo acaecido fue el primer suicidio de un a máqu ina, hecho que confirma la humanización qu e emp iezan a sufrir las máquinas en su p roceso evolutivo. Este suceso es la muestra del may or antivalor referido a la salud qu e se p uede encontrar en el futuro diseñado p or Sierra i Fabra. En su segunda obra de la trilogía, Regreso a un lugar llamado Tierra, los humanos se han rebelado contra la ló gica, la exactitud y la frialdad d e las máquinas, p orque pretenden gobernar la comun idad, p ero las máquin as recelan de sus imp ulsos irracionales y no quieren ceder el p oder, aunque tampoco atacan a los humanos, y a que fueron concebidas como seres p acíficos; su defensa consiste en p arap etarse de las balas de agua, el ún ico comp onente natural que las destruy e. Los médicos-máqu inas en esta segunda obra sueñ an con que “un día lograremos el comp onente p erfecto, la energía sublime, y seremos eternas”568 y un dirigente máqu ina, Balhissay 1-15, es op erado a corazón abierto por una doctora humana que consigue llegar a su ordenador central y rep ararlo. “Una retícula de enlaces luminosos la cruzaba en todas 567 568 Id., p. 131. 7 Id., Regreso a un lugar llamado Tierra, M., SM, Gran Angular, 1994 , p. 46. 256 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) direcciones, entrando y saliendo de miles de diminutas ventanitas. Al fondo de ella p odía 569 verse un microsistema qu e flotaba p or susp ensión de ray os láser” . Si en la p rimera de las novelas de esta trilogía, El ciclo de las Tierras, los personajes anhelab an conseguir una conexión cerebro-máquina p ara así med ir con total precisión el grado d e cap acidad de las p ersonas; la tercera, El testamento de un lugar llamado Tierra, recuerda el caos que fue la creación de mestizos, y que afortunadamente los híbridos mitad hombre mitad máquina se extin guieron. “Se intentó fabricar máquin as con comp onentes humanos, y cuando los humanos no se contentaron con trasp lantes de miembros, sino que acop laron ordenadores a sus cerebros p ara ser más que nosotras, a sus corazones p ara ser eternos, a sus brazos p ara ser más fuertes…” 570 , se p rodujo un conflicto social sin p recedentes. En La nave fantástica se intenta explicar cómo surgieron los p obladores de la sup erficie exterior de nu estro p laneta, que no son sino el resultado de un exp erimento efectuado p or los Hues, un p ueblo que v iaja a través del esp acio en su n ave llamada Tierra, al intimar con las esp ecies hab itables en el espacio exterior de la sup erficie terrestre. Estos seres, los Hues, se rigen p or la razón, gozan de una envidiable salud, p ues ni enferman n i mueren, pero deben v ivir en el interior de nu estro p laneta si no quieren extin guirse. Rehúy en cualquier contacto con los habitantes de la sup erficie p lanetaria, a los que llaman la escoria, p orque hace miles de años intentaron fusionarse con los pobladores de la sup erficie exterior: “experimentamos con las esp ecies sup eriores y la mutación de nuestros cuerp os, unida a la de los p rimates, generó la p rimera malformación ” 571, surgiendo unos nuevos seres que han lograron adap tarse y sobrevivir hasta ahora, aunque según los Hues mejoraron p oco su inteligen cia. 569 570 571 Id., p. 120 Id., El testamento de un lugar llamado Tierra, M., SM, Gran Angular, 19947 , pp. 19-20. 7 Id., La nave fantástica, M., Anaya, El duende verde, 2000 , p. 60. 257 José R. Co rtés Criado En el futuro diseñado las máquinas conced en tanta imp ortancia a la vida qu e no pueden menos que sorp renderse ante situaciones insólitas que en p leno siglo XXI se producen en nuestro mundo: crímenes, asesinatos…, demostrando el escaso valor qu e una parte de la p oblación conced e actualmente a la vida d e un ser humano. El hecho o curre cuando Stein ein, uno de los p ersonajes d e la ú ltima novela de la trilogía citada, visita nuestro planeta en la época actual después de efectuar un salto en el esp acio y en el tiemp o. Steinein, que considera al ser humano como origen de todo progreso y civilización, no comprende la reacción de las p ersonas p resentes en un bar frente al telev isor. “Volvió su atención a la p antalla videofónica. En ella vio una escena dantesca: no menos de medio centenar de p ersonas muertas, y otras, con armas esp ectaculares, de pie entre ellas, 572 sonriendo. Ninguno de los p resentes se movió” . Esta anécdota refleja el talante pacifista del autor que recurre a una escena futurista p ara demostrar la barbarie del ser hu mano actual. También en el pasado encontramos acontecimientos insólitos efectuados por seres de otras galaxias con may or inteligencia qu e nosotros y con otras capacidades p ara resolver problemas de difícil o imp osible solución en nuestros días, como resucitar a un difunto. Si fuese real el suceso reco gido en el relato Cero a. J. C. que forma p arte del libro La puerta del Más Allá, no se p roducirían más fallecimientos p rovocados p or un infarto, porque ese ser extraño, una luz, que llegó a la Tierra proveniente del esp acio se introdujo en el interior d el cuerp o de una mujer fallecid a, “viajó p or su interior. Llegó al cerebro y lo investigó. Se trasladó al corazón y lo examinó. Al momento halló la razón de su muerte: una obstrucción de un pequeño condu cto que llevab a el líquido v ital de su cuerp o hasta ese corazón” 573 , eliminó el trombo qu e afectaba el normal fun cionamiento del ap arato circulatorio y devolvió la vid a a la finada. 572 573 Id., El testamento de…, p. 126. Id., La puerta del Más Allá, M., Espasa Calpe Juvenil, 1997, p. 83. 258 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Curar enfermos, co locar p rótesis en los seres humanos y crear seres mestizos de hombre y máquina serán tareas corrientes en el futuro descrito p or Sierra i Fabra, donde nadie se extrañará de escuchar p reguntas como la formulad a al p eor p olicía del Sistema en Zack Galaxy: misión secreta: “¿Es usted un p roducto genético o un robot de ú ltima gen eración?” 574 . Los diferentes tip os de entes vivos creados por Sierra i Fabra que en un futuro coexistirán con las p ersonas, y que se describen a continuación, presentan un estado de salud envidiab le. La ciencia evolucionó tanto que la salud dejó de ser un p roblema p ara estos seres. Así p odremos encontrar seres humanos clonados, como el caso del científico Phidias Klowalsky , quien no se conformó con crear un ser a su imagen y semejanza en el relato titulado El doble que forma parte del libro La puerta del Más Allá, “p orque lo imp ortante no era rep roducir un ser vivo p artiendo de otro, y crear así un duplicado, un clon perfecto. Lo importante era su cerebro. M ejor dicho : la cara ocu lta de su cerebro” 575 , con la pretensión de p oder utilizar las nueve p artes de la mente que las personas, al p arecer, no utilizamos normalmente, y crear su otro y o nueve veces más inteligente que él, lo cu al conllev a el conocimiento del lado oscuro de la mente humana. Igual anhelo p ersigu e el robot Van-Ham, p rotagonista del relato El robot que quer ía ser humano del libro Relatos galácticos, que tenía p ensado adjuntar a su cerebro el de un sabio p rofesor con la ayuda del transmisor de materia, p retendiendo así transformarse en un ser p erfecto, y a que p odría utilizar al 100% su cap acidad intelectual y no al 10 % como hacemos los humanos. “Una máquina casi p erfecta con un cerebro hu mano -consideró el profesor lentamente-. El sueño de cualquier creador” 574 575 576 576 . Id., Zack Galaxy: misión secreta, M., Alfagu ara, Al faGu ay, 1998, p. 70. Id., La puerta del…, p. 121. Id., Relatos galácticos, M., Anaya, El Duende Verde, 1990, p. 106. 259 José R. Co rtés Criado Otro caso referente a un ser extraordinario tiene lu gar en la ciudad d e Barcelon a del siglo XXI reflejad a en Las voces del fu turo, donde encontramos a Zen Es-3-725.903, un vai-3 (Vid a Artificial Inteligente-3) que “era un sintético fabricado con neuronas humanas, casi, casi, con una con cien cia y un alma verdadera. Un ser vivo cap az, incluso, de rep roducirse a sí mismo” 577. En Los elegidos se muestra la génesis de Adán, un ser creado p or los cien-t’icos en la nav e esp acial Unap iedra durante su viaje hacia el p laneta Galileo: es el p rimero d e su esp ecie. -Eres un androide -le informó una m ujer-. Una máquina. Pero con capacid ad para pensar por ti m ismo, habla r, actuar… Nosotros te hemos creado 578 . La lectura de Marte XXIII rev ela qu e Arkady es “un ente cibernético maravillosamente humano ” 579 , cubierto de carne y piel sintética, que ha sido creado p ara estudiar el comp ortamiento de una p ersona en situaciones extremas. Cuando Arkady pregunta si es una máquina, una de sus creadoras, Feraia, le dice: “Eres un ser vivo -le rectificó ella-. Tienes sentimientos, p rogramas p erfectos de síntesis, p ensamientos e ideas 580 prop ias...” Si aterrador fue para Arkady descubrir qu e no era un ser hu mano, más escalofriante es p ara Tomás, un adolescente, descubrir que tanto sus p adres como su hermana, e incluso él mismo, son máquin as inteligentes con asp ecto y sentimientos humanos como le confirma su madre: “somos entes vivos, pero no animales, sino de última generación sintética” 581 , los cuales viven y exp erimentan sensaciones como si fu esen humanos. Igualmente en la sociedad del futuro habrá diferentes maneras de con cebir un descendiente. Según el relato ¡Vamos a tener un hijo!, que forma p arte del libro La puerta del Más Allá, se p odrá elegir entre un sistema externo y otro interno resp ecto al cuerp o de 577 578 579 580 581 Id., Las voces del futuro, M., SM, El Navegante, 1998, p. 27. Id., Los elegidos, B.,Edebé, Periscopio,1998, p. 15. Id., Marte XXIII, Bogotá, Norma, Zona Libre, 2001, p. 220. Id., p. 221. Id., Tres (historias de terror), M., Espasa, 2000, p. 142. 260 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) la mu jer, en el primero se p uede efectuar la fecund ación con un óvulo femenino con gelado o sin congelar, el cual se p uede reimp lantar en el cuerp o de la madre o alquilar el cuerp o de una mujer p ara que lo geste, también se p uede fecundar el óvulo de la madre con el semen del p adre y después reimp lantarlo en el cu erp o de la futura mamá. Además, p ara tener descend encia se han de cump lir las ley es dictadas al resp ecto, proceder según las p autas marcadas y atenerse a los plazos indicados p ara ese menester. Si el cup o de bebés no se ha cubierto, se p odrá solicitar ser p adres, diseñar el asp ecto físico del vástago y p redeterminar que su cerebro reciba alimentación musical, literaria, dep ortiva o cualquier otra que se considere más conv eniente. Aunque también los futuros p rogenitores son informados p or p arte del p lanificador familiar de otra forma de rep roducirse, una que necesita contacto físico íntimo y relación sexual, es decir, la forma tradicional, que es más b arata p orque corre a cargo de los fondos de Salud Pública, Conservación y Raza de la Seguridad Social. “Sólo p uedo decirle que 582 como método, viejo y primitivo, se sigue p racticando y con buenos resultados” . 4.5.1.2.- LA S ALUD EN LAS OBRAS REALIS TAS . El cuidado de la salud es una de las p reocup aciones de Sierra i Fabra en casi todas sus obras de corte realista. En ocasiones trata el tema de manera esp ecífica, en otras, se introduce en el relato algun a información que afecta al cuid ado de la p ersona de mano del narrador, o es p uesta en boca de algún personaje. Para organ izar este ap artado he decidido iniciar el estudio p or los valores presentes en cuanto a la salud en general, emp ezando por analizar los que afectan directamente a la salud de los ind ividuos, desp ués he centrado el trabajo en los efectos de las dro gas: tabaco, 582 Id., La puerta del…, cit., p. 162. 261 José R. Co rtés Criado alcohol, co caín a, heroína, anfetaminas…, para continuar con el maltrato físico, los transp lantes de órganos y el acercamiento a diferentes síndromes. 4.5.1.2.1.- LA SALUD Y LA MEDICINA ALT ERNATIVA. En este ap artado voy a referir los casos en que la salud toma p rotagonismo procurando seguir el orden crono ló gico d e la edición princeps de los libros seleccionados. La p rimera de las obras en que se p uede localizar un alegato a favor de métodos naturales ancestrales utilizados p or determinados p ueblos fue p ublicada en 1987, se titula El último verano miwok , y en ella lo realmente destacable en cuanto a la salud es la función desemp eñada por uno de sus p ersonajes más entrañables, Tortuga Veloz, que con unas hierbas y un p oco de saliva curó una herida en una pierna a una chica, ad emás de detectarle un quiste maligno al posar sus manos sobre la misma. Este indio miwok p ertenece a la categoría máxima d e doctor esp iritual, es un chamán chup ador con un p oder casi absoluto. “Los chamanes chup adores miwok han curado durante siglos a los suyos chupándoles la zona bajo la cual está la enfermedad. [...] 583 ¡Sólo tienen sus manos, su cultura de cinco mil años, sus trances espirituales!” Kaopi, joven d e una tribu amazónica y p rotagonista de la obra con igu al título, también se cura sus herid as de bala con un emp lasto fabricado a b ase de p lantas del bosque como ha sido la forma tradicional d e curar las heridas de todos sus antepasados antes de disp oner de esos mismos productos en las farmacias. Él es consciente de “que pertenecemos al mundo del que somos p arte, y que debemos ser fieles a él” 583 584 Id., El último verano…, cit., pp. 57-58. Id., Kaopi, M., Alfaguara, Juvenil, 1990, p. 71. 262 584 . El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Yu, p rotagonista de Las alas del sol, no sabe p reparar ungü entos con diferentes matas, pero es testigo del mayor acto saludable d e todo ser vivo, el de la p rocreación, cuando acude al centro médico del camp o de refugiados donde está retenido con la intención de p edir una cita p ara su hermana p orque ella tiene un hon go en un p ie. El niño no sabe que se trata de un p arto, únicamente escucha gritos y una voz que ordena emp ujar, desp ués el narrador hace saber que “hubo un alarido, esp eluznante, que le puso los cabellos de p unta y , tras él… un sorprendente silencio […] Hasta que el llanto de un niño hendió el aire y con él renació la activid ad” 585 . Peores que los dolores de un p arto p arecen ser los qu e p rovoca el gusano d e Guinea en el interior del cuerpo donde anida durante seis meses entre la p iel y la carne. Así se refiere en La piel de la memoria: “te muerde mu cho, sin p arar, p or dentro. […] Y crece 586 hasta convertirse en una serp iente que muerde más y más” , hasta que decide abandonar el cuerp o del individuo donde creció. Los p ersonajes de esta obra no conocen medicin a alguna que elimine este parásito, sólo les qued a resistir los dolores y aguard ar hasta que abandon e comp letamente el cu erp o; si quedase en el interior del mismo un fragmento del gusano, éste volvería a iniciar su ciclo vital. De los casos tratados por el autor sobre la salud, d estaca un p ersonaje sin gu lar en Tortilla de aspirinas, es la señora Pep a, un p rototip o de anciana hip ocondríaca que se automedica y sigue todos los consejos médicos de cualquier p ersona. “Cuando no se creía tener un cán cer, estaba segura de haber p illado un virus mortal y , cuando no sentía cómo el hígado se le deshacía en p lan helado al sol, había jurado que tenía todos los síntomas de Alzheimer o el Park inson” 585 586 587 587 . Id., Las alas del sol, M., SM, El Barco de Vapor, 1994, p. 30. Id., La piel de la memoria, cit., p. 75. Id., Tortilla de aspirinas, en Una dosis de salud, M., SM, El Barco de Vapor, Saber, 2003, p. 27. 263 José R. Co rtés Criado Pero si de la salud del cuerp o hablamos, no h ay may or contrasentido y sinrazón p ara un médico co mo Salv ador, uno de los p ersonajes de Los espejos de la noch e, que p or la mañana se enfrenta a un niño de ocho años seropositivo en el que “el virus del sida emp ezaba y a a manifestarse de forma imp arable” 588 con la esp eranza de mejorar su estado de salud y termina la noche clavándo le accidentalmente un cuchillo a un joven drogadicto. Se siente p rofesional y p ersonalmente acab ado cu ando miró sus manos: “eran las mismas manos, y también era él, cuando p ensó que un día sanarían vidas, y que sería un héroe” 589. 4.5.1.2.2.- LA ANOREXIA Y LA B ULIMIA. La bulimia es tema sign ificativo en Campos de fresas, donde se p ormenoriza el afán desmedido por comer incontroladamente p ara vomitar desp ués al sentirse culp able y temiendo los p roblemas de la obesidad ; se exp licita hasta extremos h ip erbólicos como el siguiente, p ara que el lector sea consciente de los p roblemas que tal enfermedad p lantea: Miró sus dedos. De tanto introducírselos en la boca, para vomitar, los tenía sin uñas, doblados, convertidos en dos garfios, atacados por los ácidos del estómago. Miró sus dientes, con las encías descarnadas, colgando com o racimos de uva seca de una vid agotada, tam bién destrozados por los ácidos estomacales que subían con la com ida al vom itar. Miró sus pies…590 El mundo de la anorexia y de la bulimia, la lan gu idez mortífera de las modelos, el consumo de drogas p ara dar esa sensación de fragilid ad enfermiza, el submundo de glamour y riqueza, los mitos, los éxitos y los fracasos junto con los deseos de algunas adolescentes de triunfar sin imp ortarles el precio que han de p agar p or conseguirlo es reflejado en Las chicas de a lambre. 588 589 590 Id., Los espejos de la noche, B., Bronce, 1999, p. 34. Id., p. 251. 6 Id., Campos de fresas, M., SM, Gran Angula, Alerta Roja, 1999 , p. 53. 264 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) La obra narra la historia d e tres jóvenes: Cy rille, bulímica d e origen somalí, a la qu e le p racticaron la ablación del clítoris y fue vendida p or sus p adres a unos traficantes de camellos; Jess, norteamericana, de familia ultra conservadora en materia religiosa; y una tercera, esp añola, Vania, hu érfana d e madre, que descono ce la identidad de su p adre. Triunfan las tres sobre la p asarela p ero no consiguen ser felices y dos de ellas mueren prematuramente. La p rimera, se suicid a al sab erse portadora del virus del sida, la segunda, a los pocos meses de abortar muere de una sobredosis, y la tercera, simplemente desap arece. Alcanzaron la fama p ero debieron p agar un alto p recio p or ella. Sus vidas privadas no fueron nada gratificantes, p ues p ara dar la imagen “en aquel tiemp o casi todas las modelos sup erdelgadas estaban en manos de la h eroína. La consumían p recisamente p ara potenciar no y a su delgadez, sino su estilo y su estética. Aún existen secuelas del Heroin 591 chic look. Caras lán guidas, asp ectos enfermizos, cuerpos esqueléticos...” Las tres modelos se p reocup aron de que sus cuerp os diesen la imagen que de ellos se esp eraba p ero descuidaron su salud. Los dictados de la moda no les p ermitieron aumentar de p eso, p ero no son las únicas. “El mismo contrato de Miss Universo estip ula que si la ganadora del certamen en gorda un 5% de su p eso durante el año d e reinado, perderá la corona” 592 . En aquellos días el culto al esqueleto m ás que a la form a fem enina se hizo religión oficial. Los modistos las querían sin nada, sin pecho, si caderas, casi sin rostro, aunque parezca un contrasentido, andróginas, para poder moldearlas a su antojo con cada colección y cada pase593 . También hace acto de presencia la anorexia en la novela llamada Casting. La jov en Verónica desea triunfar en el mundo del esp ectáculo, p ara ello se p resenta a cuantas pruebas se celebran con la finalidad de seleccion ar jóven es p ara cualquier activid ad, se 591 592 593 2 Id., Las chicas de alambre, M., Alfaguara, Serie Roja, 1999 , p. 68. Id., p. 85. Id., p. 32. 265 José R. Co rtés Criado esfuerza p or estar en forma y mantenerse delgada, p uesto que a p esar de su escualidez se ve gorda en el esp ejo. No hace caso de los consejos maternos ni de los amigos. Cierto día que Verón ica acude a un p roceso de selección d e actores siente un a punzada en su estómago, recuerda que lleva dos meses sin menstruación, y p iensa que “probablemente todo se deb iera a los kilos d e más. Tantos días sin comer apenas, beb iendo agu a, y tenía barriga. ¡Barriga! ¡Qué absurdo!”594 Otro caso de anorexia se da en Lid ia, una chica lesbiana en Una (simple) historia d e amor. No acepta las p alabras de una amiga cuando le dice que no está como una foca sino en los huesos, ni cuando afirma taxativamente: “Eres anoréxica, y la p rueba de que estás enferma es que no lo acep tas y sigues crey endo que estás gorda” 595. Sierra i Fabra insiste en este asunto en la novela En un lugar llamado guerra cu ando Mahler, el corresp onsal de guerra habla de Jivara, su guía en la zona del conflicto, y comenta que “en Esp aña la h abrían encerrado en un hosp ital p or anoréxica. [...] Hace un año que no le viene el período, le duele el estómago de un a forma atroz, tiene p roblemas de riñones, de hígado... C ada vez está p eor, la p obre” 596 . El tema de la anorexia es habitual en los p ersonajes femeninos de Sierra i Fabra como muestra en Zonas in teriores, obra dirigida al p úblico juv enil donde refleja las vivencias de cu atro chicas que pasan much as horas juntas en una casa d e la sierra por culp a de una nevada y terminan reflexion ando en voz alta sobre sus vidas como nunca pensaron que p udiese ocurrir, vertiendo detalles sobre la familia, el sexo, los estudios, los chicos… Se encuentra en sus p áginas una reflexión de Alejandra sobre su actitud ante la comida en tiempos p retéritos. “Cielos, ni siquiera sé cómo realmente no caí víctima de la anorexia, p orque estaba muy delgada y y o en cambio me veía gorda, excesiva… ” 594 595 596 597 Id., Casting, cit., p. 28 Id., Una (simple) historia de amor, M., Espasa Juvenil, 2001, p. 126. Id., En un lugar llamado guerra, B., Editores Asociados, 2002, p. 89. Id., Zonas interiores, B., Planeta Oxford, Nautilus, 2002, p 22. 266 597 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 4.5.1.2.3.- EL TABAQUIS MO. La ad ición al tabaco está p resente en un número considerable de obras de Sierra i Fabra; en sus p áginas se p ueden conocer algunos de los p roblemas de salud que acarrea a sus consumidores y recibir mensajes en contra de este hábito pernicioso. En El último verano miwok su p rotagonista, un adolescente, recu erda a su p adre unido al olor del tabaco a p esar de los diez años que han vivido separados; esta imagen es una señal inequívo ca d el fin disp uesto p ara el p rogenitor, cuy a existencia fin aliza cuando los p ulmones dejan de funcionarle. La llamada de atención sobre el h ábito p oco saludable de fumar al p rincipio de la novela es muy significativa y marca desde su inicio la p ostura que defiende Sierra i Fabra en cuanto al tabaco en casi todas sus obras amb ientadas en la sociedad actual, se sup one que en el futuro y a habrá desap arecido su consumo o al menos así lo considera el autor porque no hay referencia al tema en sus escritos futuristas. Para despejar dudas al resp ecto, uno de los p rotagonistas en El asesino d el Sg t. Pepper’s, que curiosamente se llama Jordi Sierra i Fabra, dice: “Además de no beber (lo cual me convierte en un b icho raro en situaciones así), no fumo (lo cual me hace odioso para los fumadores, casi tanto como ellos me resultan odiosos a mí)” 598 . Virgin ia Paz, joven tenista y p rotagonista de El último set, libro que obtuvo el Premio Gran Angular en 1990, no soporta el humo del tabaco y afirma que además de ser ecolo gista está en contra del tabaco, del alcoho l, y que “eran más las chicas que fumaban 598 4 Id., El asesino del Sgt. Pepper’s, B., Edebé, Periscopio, 1994 , p. 30. 267 José R. Co rtés Criado que los chicos. En todo el mundo el número d e fumadores decrecía, y en Esp aña daba la imp resión de aumentar” 599 . Daniel, joven v irtuoso del vio lín, también se manifiesta resp ecto al háb ito de fumar, ya que “cada vez odiaba más el tabaco y la p estilencia de su p roximid ad” 600 , en Concierto en sol mayor. Patricia, la p rotagonista de Rabia dice que “la llamaban rara p orque ni fumab a ni bebía. Ella p ensaba, a su vez, que sus comp añeras estaban locas p or llenarse los p ulmones de p orquerías tan temprano. Allí las chicas, mucho más que los chicos, fumaban y a con doce años. Demencial” 601 , y en otro momento del relato es taxativa al afirmar: “Hay algo que no sop orto: las drogas” 602. De la insistencia de los p ersonajes que rep udian el tabaco es otra muestra una exp resión de Sergio, p rotagonista de Los hombres de las sillas cuando su madre le pregunta si fuma cosas…raras, él resp onde: “¡Pero si odio el tabaco y el humo!” 603 A la que se pueden unir otras muchas como la de Esp eranza, una de las jóvenes protagonistas de Casting, que califica a sus con gén eres de lo cas p orque fumaban más que los chicos. Resp ecto al tabaquismo, no falta ironía en el texto siguiente donde se refleja el momento en el que una d e las protagonistas de Frontera acude al aseo d el instituto desp ués de la segund a clase: “Se marchó p orque a todas les daba p or fumar allí y la atmósfera se hacía irresp irable, sobre todo para ella, que no fumaba y lo consideraba una gilip ollez. Sus comp añeras llevaban el móv il en una mano y el p aquete de cigarrillos en la otra. Pronto necesitarían un a mano más” 599 600 601 602 603 604 604 . 5 Id., El último set, M., SM, Gran Angular, 1996 , p. 199. Id., Concierto en sol mayor, B., Círculo de Lectores, 1998, p. 15. Id., Rabia, M., SM, Gran Angular, 1998, p. 30. Id., p. 80. Id., Los hombres de…, cit., p. 54. Id., Frontera, M., SM, Gran Angular, Alerta Roja, 2003, p. 22. 268 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Incluso en la obra titulada El asesinato d el profesor de matemáticas, que se ocup a del mundo de los nú meros, Sierra i Fabra inserta un mensaje en contra del háb ito de fu mar cuando el p rofesor p lantea un problema de un señor que desea dejar de hacerlo, como fue comentado anteriormente. 4.5.1.2.4.- EL ALCOHOLIS MO. Sierra i Fabra, que declara p úblicamente qu e ni b ebe n i fuma, trata el tema del alcohol como un factor determinante en la condu cta de determin ados p ersonajes de sus libros. El alcohol hace su p resencia en La balada de Siglo XXI cuando la joven cantante solista Lorma Allen acud e a su vieja casa, y encuentra que “su madre estaba todavía en la cama. La última botella vacía del camino se hallaba a su lado, y la mano caía en su dirección, p arecía un reclamo inútil, un testigo o lvidado de la noche anterior. Tamp oco aquello había camb iado” 605. Lorma, personaje que recu erda a Janis Jop lin, no podrá sup erar sus traumas d e infancia ni la vorágine en que se transforma su vida al formar p arte de un grup o revelación de música rock, llegando a conv ertirse en una adicta al alcohol hasta que lo recono ce e inicia, con veintitrés años, aunque ap arenta cuarenta, una cura de desinto xicación. Achaca su declive co mo p ersona al haber formado parte de un gran grup o y a las innumerab les giras p romocionales, reconociendo que fue lo mejor qu e p udo ocurrirle. “Es como el que p rueba la dro ga p or p rimera vez y está convencido de no caer en la ad ición, de 605 9 Id., La balada de Siglo XXI, M., SM, Gran Angular, 1989 , p. 67. 269 José R. Co rtés Criado poder dejarlo cuando quiera. Muchos p refieren un minuto de gloria a una vida entera de anonimato y vacío” 606 . El jov en Kaop i también p robó por p rimera vez el alcohol una noche en medio de la selva y bailó, cantó, gritó, lloró y vagó con la cabeza llena de imágenes hasta que se durmió, pero al día siguiente le dolía la cab eza, tenía la garganta seca y vomitó. “El agua de fuego, agradable y buena al comienzo, era la p uerta del mal y la p erdición”607. Siemp re lo tendría muy p resente p orque “¿cómo olvidar el día terrible en que el kento, el mal interior, salió más allá de sí mismo p ara mostrarle su p oder, arrastrándole a la locura y el 608 tormento?” Gary , roquero de veintisiete años que ap arece en El último set, se ha retirado del mundo del esp ectáculo debido a su adicción a las drogas, vive en un p ueblecito catalán mientras su mujer y su hija sigu en esperando que regrese con ellas y vuelva a comp oner. Un día su amiga Virginia se lo encuentra borracho, él hace resp onsable de su drogadicción a los alucinó genos, a la vid a frenética que co mo artista le corresp ondió vivir, a su manager 609 (sic)…, p ero ella le dice que él debe acabar con su adicción y se muestra tajante cuando afirma: “Odio las dro gas, siempre las he odiado ” 610 . José Luis, uno de los p rotagonistas de Noche d e viernes vuelve a encontrarse a su padre borracho en el suelo al llegar a casa, ha de lavarlo y acostarlo mientras recuerda las palizas que le atizaba con el cinturón, y se siente mal al comp robar que “y a no era un hombre, sino un desp ojo, y eso me p rodujo un malestar sup erior al anterior” 611 . A p esar de saber que su p adre es un borracho a quien rara vez ve sobrio, y a p esar de sentir desp recio hacia su p ersona, considera normal salir cualquier viern es por la noche con 606 Id., pp. 163-164. Id., Kaopi, cit., p. 81. 608 Id., p. 80. 609 “ El DRAE01 ha dado carta de natural eza a este anglicismo, pero adaptando su grafía, que queda establecida como mánager”. GUERRERO SALAZAR, Susana: Voces comentadas del español actual, Málaga, Sarriá, 2001, p. 111. 610 Id., El último set, cit., p. 180. 611 Id., Noche de viernes, cit., p. 127. 607 270 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) sus colegas y beber litronas, consumir anfetamin as o fumar p orros. Y no pone rep aros al consumo de cualqu ier dro ga cuando hab la d e su amigo Lázaro, e in cluso avala su consumo con la p regunta que finaliza un diálo go: “Claro que le gustan las anfetas, fumar hierb a, y 612 por sup uesto que lo ha probado todo, ¿p or qué no?” Lamberto es el no mbre d e un personaje y el título de un libro que está escrito en clave d e humor y cuando en la obra la esp osa dice al marido: “Acabarás alcohó lico, si no lo 613 estás y a” p orque bebe un vaso de güisqui, su hijo cree que es una de los dos millones de personas alcoholizadas que según ha oído en televisión existen en Esp aña y p ide auxilio a las Damas de Acción Directa; al final todo el p ueblo p iensa que su p adre es una p ersona que necesita ay uda p ara dejar la beb ida. En Retrato de un ado lescen te manchado, Fernando es un joven p roblemático al qu e sus vecinas no consideran mal chico aunque cuando beb ía y se drogaba era conflictivo. En esta ocasión las dro gas sirv en para catalo gar socialmente a un joven con p roblemas, aunque su consumo no lo hace un ser desp reciable a pesar de que la novia de su hermano lo aluda al decir: “cuando uno se mete p orquerías en el cuerp o, el día menos pensado ap arece muerto en una alcantarilla” 614 . 4.5.1.2.5.- LA COCAÍNA, LA HEROÍNA, EL ÉXTAS IS … Jordi Sierra ha comentado en más de un a ocasión que asistió a fiestas, cuando era crítico musical, donde la cocaín a se servía en band eja de p lata y que nunca sintió la tentación de esnifarla, porque su manera de ser y entender la vida lo lleva a resp etar su cuerp o hasta tal extremo que no p ermite que nin gún elemento extraño altere su normal funcionamiento. 612 613 614 Id., p. 29. Id., ¡¡¡LAMBERTO!!!, M., Anaya, El Duende Verde, 19954 , p. 59. Id., Retrato de un…, cit., p. 60. 271 José R. Co rtés Criado Las drogas están p resentes en obras realistas de nuestro autor, p ues ellas forman parte de la realidad actual, y sus p ersonajes se manifiestan a favor o en contra de su consumo dep endiendo del p ap el que les ha sido otorgado. En La balada de Siglo XXI otro p ersonaje, Brian Feynmann, voz y guitarra solista, esnifa cocaína para sobrellevar el ritmo de trabajo y el de las fiestas multitudinarias que le gusta organizar, y termina iny ectándose heroína. Su adicción le acarrea p roblemas tanto en las giras p romocion ales como en su vida d iaria, llegando a ser recluido numerosas v eces para p rocurar su desintoxicación. Yu, el niño que protagoniza Las alas del sol, no consume drogas, pero sí conoce el tráfico de las mismas en el camp o de refu giados donde p ermanece, e informa a su nuevo amigo de lo que allí ocurre: “El tráfico es muy fuerte en el camp o, y a lo verás. M ucha gente no sop ortaría estar aquí sin drogarse, y eso lo saben quienes nego cian con ello, incluso los guard ias que hacen la vista gorda y están metidos en el asunto. La mafia del camp o es poderosa, y lo imp ortante es intentar estar al margen, aunque eso es casi imposible” 615 . En Nunca seremos estrellas del rock asistimos a la conversación de dos amigos. Uno se queja p orque en su trabajo le quieren pagar el sueldo base; otro cuenta lo b ien que le va en las after hour de la carretera de Valencia v endiendo coca y p astillas, aunque se lamenta de los niñatos porque como el d inero no les llega, “emp iezan a trap ichear, co mp ran y venden, p ara que les quede una p astilla gratis” 616 . Coque, un p ersonaje clave en Seis historias en torno a Mario, p iensa que se deb e vivir el presente sin p reocup arse del futuro, p orque según su tercera teoría esencial p ara la vida “mientras el cuerpo agu ante, hay que vivir, tío, ¡que son dos días y encima uno está nublado!” 617 , e indu ce a su amigo Mario al consumo de drogas con argu mentos como el siguiente: “¡De la Coca-Cola a la Coca-ína! [...] ¿Qué p asa? ¿Te crees qu e soy un dro gata? 615 616 617 Id., Las alas del…, cit., p. 104. Id., Nunca seremos estrellas del rock, M., Alfagu ara, 1995, p. 118. Id., Seis historias en …, cit., p. 129. 272 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Esto es sólo p ara animar la cosa cu ando conviene, co mo ahora. ¡Vas a ver esta noche! 618 ¡Como motos nos vamos a p oner!” Mario es el benjamín de la familia, llegó al hogar con bastantes años de diferencia resp ecto a sus dos hermanos may ores y se convirtió automáticamente en el ju guete de su madre. Siemp re consiguió cuanto se prop uso, y se dejó llevar p or su amigo al consumo de cervezas y p orros, más tarde ingresó en el mundo de la cocaína y desembocó en la hero ína. “Y ni si quiera sabe có mo ha llegado hasta esto, hasta lo más p rofundo. La primera vez sólo esnifó un p oco de cocaína. Hace un millón de años” 619 . Aunque él es consciente, en su desp edida de este mundo, de lo sucedido cuando afirma: No hay culpables. No busquéis ni señaléis con el dedo. No los hay. Tampoco se trata de eso. De igual forma, nadie es inocente. [...] Yo m e sentía como yendo en un tren de alta velocidad. No podía parar. Veía pasar el mundo a am bos lados sin alcanzar a definir sus formas, sin darm e cuenta de nada. Ni siquiera podía retener las imágenes, y mucho m enos detenerm e yo, aunque el que corría era el tren. […] No quería m orir. Quería salvarm e. Quería vivir. Pero el m aldito caballo era pura sangre620 . Otra trama relacion ada con el consumo de dro gas se encuentra en Campos de fresas. Se trata de una historia muy simp le: todo emp ieza la noche en que una muchacha sale de marcha con sus amigos, toma una p astilla de éxtasis y entra en coma. Las p erip ecias qu e se suceden hasta encontrar otra p astilla igual p ara elaborar su antídoto así como la p artida de ajedrez que juega la p rotagonista con la muerte son la excusa que utiliza el autor p ara escribir un alegato contra su consumo. También están presentes las drogas sintéticas en El mensajero del miedo, donde se relatan las aventuras de una joven que p retende atrap ar al vendedor de la p astilla de éxtasis 618 619 620 Id., p. 136. Id., p. 189. Id., p. 214. 273 José R. Co rtés Criado que p rovocó la muerte a su hermano. Para consegu ir alcanzar su objetivo entabla amistad con un muchacho, Esteban, hermano menor d el “camello ” buscado. Este traficante, Antonio, siente remordimiento p or su “trabajo”, p ero la venta de drogas es la mejor manera que encontró de gan ar dinero p ara p oder costear los estudios de su hermano pequeño con un único fin, escap ar del amb iente sociofamiliar marcado p or el alcoholismo del p adre y la muerte accidental de la madre. Por ello se alía con su hermano y su novia en contra de su jefe. Antonio, a p esar de dedicarse a la venta d e p astillas de éxtasis, manifiesta a lo largo de la novela su od io hacia las dro gas y su desprecio hacia los consumidores de las mismas, como reflejan sus p alabras: “los que la toman no son más que enfermos, débiles, estúp idos que se reirían de algu ien qu e cruzara una autop ista de lado a lado con los ojos cerrados, pero se toman un éxtasis tranquilamente sin tener ni idea d e lo que h ay dentro” 621 . Cuba. La noche de la jinetera es una novela negra que relata la muerte p or sobredosis de un p eriodista. En esta obra la dro ga es utilizada co mo arma criminal y así queda reflejado: “Lo encontraron muerto en su habitación, con una jerin guilla al lado y un golp e en la cab eza que se dio al caer al suelo”622. La investigación de su colega Daniel Ros Martí, heterónimo de Jordi Sierra i Fabra, concluye al descubrir que fue un asesinato, siendo este asunto la excusa para hablar de la situación que viv e actualmente la sociedad cubana. El consumo de drogas también se hace p atente en 27 Edad maldita, y no p odría ser de otro modo si la trama gira alred edor de un grup o de música rock, porque el amb iente p or excelencia suele constar de “los managers, (sic) los agentes, los jefes de p rensa, los 623 discográficos, las modelos dispuestas a todo, las drogas caras, la bebid a, los excesos…” 621 622 623 Id., El mensajero del miedo, M., Bruño, Biblioteca JSiF, 2003, p. 51. Id., Cuba. La noche de la jinetera, B., Bronce, 1997, p. 19. SIERRA I FABRA, Jordi: 27 Edad maldita, B., Alfaguara, Serie roja, 2002, p. 116. 274 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Pero que la música ro ck se asocie a sexo y a dro gas no quiere decir que todos los músicos sean drogadictos. En La canción de Mani Blay, su p rotagonista sufre un atentado semejante al que costó la vida a John Lennon, y mientras se debate entre la vid a y la muerte el méd ico que lo atiend e dice: “Si ese tip o sobrevive, nunca agradecerá lo bastante no haber fumado y estar limp io” 624. Es habitual o ír de boca d e determinados p ersonajes de Jordi Sierra i Fabra exp resiones como “y o controlo” o “p uedo dejarlo cuando quiera” referidas al consumo de cualquier tip o de droga, las mismas que p ronuncian diariamente miles de p ersonas que sólo pretenden engañarse resp ecto a su adicción. En la novela Día d e rodaje, el proveedor d e un ex to xicómano es el que lo anima a adquirir la mercan cía con estas p alabras: “No seas tonto. Tú no estabas enganchado, tú controlabas. ¿Qué tiene de malo un subidón de vez en cuando?” 625 Sin tiempo para soñar relata lo que se oculta tras la noticia aparecid a en un periódico del asesinato de una adolescente. Este p unto de p artida p ermite al autor describir determinados ambientes marginales que investigan dos estudiantes de p eriodismo donde el consumo de dro gas forma p arte de algunos hábitos sociales. El med io en qu e se desenvolv ía la vida de la fallecida era lo suficientemente duro como p ara abocarla a la cárcel o a p adecer humillaciones que le socavasen su voluntad, y terminase en un círcu lo domin ado p or las drogas. “...así que un día d e debilidad, cansada de luchar, debió de tomarse una dosis, un chute, o lo que fuera, y cuando vio que de esa forma se evadía..., cay ó. [...] ¿Cómo se p aga esa droga? La caden a siemp re es la misma: primero, consumo; desp ués, venta. Y quedó atrap ada en el círculo vicioso” 624 625 626 626 . Id., La canción de Mani Blay, M., Bruño, Biblioteca JSiF, 2003, p. 67. Id., Día de rodaje, M., Bruño, Biblioteca JSiF, 2003, p. 41. Id., Sin tiempo para soñar, M., Bruño, Biblioteca JSiF, 2003, p. 77. 275 José R. Co rtés Criado 4.5.1.2.6.- LAS DROGAS Y EL D EPORT E. Existen otras drogas que se disp ensan en farmacias bajo receta médica p ara combatir enfermedades, aunque a veces se utilizan p ara forzar el cuerp o humano a realizar sobreesfuerzos, como ocurre des graciadamente en el mundo del dep orte cuando sus protagonistas caen en manos de p ersonas desaprensivas y sin escrúp ulos morales. Desde antaño el ser humano ha utilizado determinados p roductos naturales para que favoreciesen su actividad diaria, inclu ido el dep orte, y cada día se descubren nuevas sustancias que favorecen el rendimiento de los dep ortistas o el aumento de masa muscular, y algunas veces son consumidas sin conocerse sus efectos secundarios o, incluso sabiéndose, son tomadas indiscrimin adamente p or indicación de entrenadores o p or exp reso deseo de los p rop ios deportistas. En otras ocasiones h an sometido los cuerpos de jóv enes atletas a ejercicios agotadores y a p rácticas sobrehumanas con consecuencias funestas p ara su posterior desarrollo. Tal es el caso de Tracy Austin, niña p rodigio del tenis, la número uno d el rankin g de la ATP más joven de su tiemp o, que hace acto de p resencia en El último set de boca de Virginia, la joven p romesa del tenis esp añol que durante unos d ías decide hacer un alto en su carrera p rofesional p ara reflexionar sobre su futuro en vez de dedicarse a entrenar duramente, como qu edó reflejado anteriormente. La dep ortista esp añola no quiere v erse sometida a un des gaste físico excesivo y recuerda qu e la norteamerican a viv e como una an ciana con la columna vertebral estrop eada porque “alteraron su desarrollo físico en la etap a de crecimiento con entrenamientos exh austivos, una p rep aración forzada… [...] Sí, ganó muchos p remios y estuvo en la élite durante tres o cuatro años; p ero al llegar a los veinte, su colu mna vertebral no lo resistió. 627 Fue su fin” 627 . Id., El último set, cit., p. 23. 276 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Del consumo de estup efacientes p or parte de algunos dep ortistas, de la influencia que ejerce un padre sobre su hijo y de la frustración co mo dep ortista de aquél p or no consegu ir triunfar en el mundo del atletismo, se ocup a el argumento de El oro de los dioses. El jov en Mac siente adoración por su padre y es cap az de luchar p or su p rogenitor a los diecisiete años, edad en la qu e los adolescentes han destronado a sus procreadores p or considerarlos personas caducas, inservibles y desconocedoras de la realidad actual; manifestando abiertamente: “Pero y o quiero a mi p adre” 628 , a p esar de todo. Además, hace caso a su entrenador cuando le dice: “Nada de tabaco, nada d e alcohol, nada de chicas” 629 , mientras la may oría d e sus coetáneos comienzan a coquetear con esos tres elementos. Junto a las relaciones paterno-filiales, en la novela d estaca la deportividad, y se critica el dop aje en el dep orte a partir de las noticias ap arecidas en los medios de comunicación sobre el uso de medicamentos prohibidos en la extinta RDA. Como consecu encia d e esta práctica se d enuncia el caso de mujeres qu e h an cambiado de sexo, de an cianos p rematuros, de adultos con problemas cardiacos o circulatorios y se informa d e los efectos negativos que p ara el cuerp o humano p rovocan las distintas sustancias p rohibidas, ap ortando ejemp los como éste: “Seis ciclistas holandeses habían muerto en 1990 p osiblemente a causa de ese método (el dopaje de la san gre) o del uso de la EPO, su equivalente” 630 . El autor pone al día a sus lectores acerca del dop aje en san gre, un tema candente qu e ha traído no p ocos p roblemas al ciclismo : “el cuerp o fabrica más glóbulos ro jos y nadie, ningún control, detecta nada anó malo. Pero con el tiemp o, la sangre, más esp esa, acaba 631 siendo difícil de bo mbear p or el corazón” 628 629 630 631 . Id., El oro de los dioses, B., Bronce, Jóvenes del Bronce, 2000, p. 84. Id., p. 10. Id., p. 82. Id., p. 82. 277 José R. Co rtés Criado También cita titulares de p rensa alusivos a este tema: “Una nadadora de la ex RDA decide renunciar a todas sus medallas”. “Salen a la luz los efectos de las dro gas anabolizantes en los atletas de la Alemania del Este”. “Piernas amp utadas, envejecimientos prematuros, cambio de sexo en las mujeres, p roblemas cardíacos, renales, físicos…”632 El hecho de cono cer esta faceta oculta del dep orte, y saber que el ganador de la medalla de oro en la prueba olímp ica d e 400 metros vallas celebrada en M unich el año 1972 p articip ó bajo los efectos de anabo lizantes, anima al joven p rotagonista de esta novela a reivindicar la figura de su p adre, que quedó segundo en d icha carrera. La madre, mu jer realista, p iensa que h ay que p asar esa p ágina d e la vida d e su marido y p lantearse un nu evo futuro sin o lvidar que siemp re habrá dro gas nuevas “cap aces de hacer que un saltador salte un metro más o que un corredor se ahorre med io segundo en una carrera” 633 . 4.5.1.2.7.- EL SIDA. El sida, enfermedad que tan ligada está a la promiscuidad y al consumo de dro gas por vía intravenosa es tratada en diferentes obras sin profundizar en sus consecuen cias o en los p roblemas que conlleva su contagio. Está p resente en Zonas interiores. Alicia, una de las p rotagonistas, cuenta a sus amigas que se hizo la prueba para saber si era p ortadora del AIDS porque un amigo con el 632 633 Id., p. 104 Id., p. 69. 278 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) que mantuvo una relación sexu al la llamó p ara comunicarle que era serop ositivo. No dramatiza la confesión pero sí manifiesta que tuvo muy malos p resagios mientras esp eraba los resultados de los análisis. Una p areja de gays en 27 Edad maldita acaba d e enterarse de que uno d e ellos es portador del temido virus; la persona no infectada intenta dar ánimos a su compañero a pesar de haber visto morir varios amigos de dicha enfermed ad. Le da aliento en un momento tan delicado para la convivencia en pareja cuando le manifiesta que “p uede que la enfermedad no se manifieste, o que lo haga dentro de cinco, o de 10 años. Es toda una vida. 634 Tenemos tiemp o” . 4.5.1.2.8.- EL MALT RATO. El maltrato físico p adecido p or algunos p rotagonistas o ejercido por otros es una muestra de abuso sobre la integridad de la p ersona y un gran atentado a la salud física y psíquica de la misma. Sierra i Fabra lo enfoca como un p roblema familiar de p rimer orden que desestabiliza toda conviv encia y acarrea consecu encias funestas p ara la estabilidad emocion al de sus ejecutantes. José Luis, en Noche de viernes, recuerda con amargura que cierta vez la p rofesora de gimnasia v io las marcas dejadas en su espalda p or la hebilla del cinturón de su p adre y denunció el caso; ella creía b eneficiar al chico, p ero las consecu encias fueron muy distintas a las esp eradas. El cabeza de familia volv ió a rep etir la p aliza con más encono. De aquellos aciagos días p untualiza: “Siempre le recu erdo con el cinturón en la mano, aquella cara de exasp eración, la rabia inundándole los ojos, la boca deformad a p or 634 Id., 27 Edad maldita, cit., p. 30. 279 José R. Co rtés Criado una mueca que trataba de ser una sonrisa. Y siemp re le oiré insultándome, llamándo me de todo. Y mi madre llorando...” 635 Emily , personaje de 27 Edad maldita, cu enta cómo les cambió la vida familiar al comenzar su p adre el declive humano a causa del alcohol. “La v ida de nuestro p adre no fue fácil. Acabó alcohólico, y su encanto se esfumó. […] Comenzaron las p alizas, las 636 vejaciones y las humillacion es” . Ventura, en Nunca seremos estrellas del rock, lleva a cabo una atrocid ad: mata a su padre, hacia el que siente un gran odio. No se conformó con elimin arlo metafóricamente como tantos adolescentes, ni mostró arrep entimiento por ello cuando exp uso sus sentimientos: “Nunca me dolieron los go lp es, me dolía tu intransigen cia, tu corazón, tu manera de decir “no” y de gritar y de desp reciar. Sí, el desp recio era lo p eor, y estaba en tus 637 ojos, en tu actitud, en tu sup erioridad” . Incluso puede recordar y enumerar todos los reproches afrontados durante su existencia, “cada golp e, cad a puñalada. Podía in cluso contarlas. Una p or cada grito que le dio. Y una p or cad a año, p or cada p aliza, p or cada p elea, p or cad a incomp rensión, por cada duda, p or cada rabia mal d igerida, p or cada insatisfacción acumulad a, p or cada...” 638 Tivi, Natividad, otro de los p ersonajes de Nunca seremos estrellas del rock, sufre los malos tratos y abusos sexuales de su p rop io p adre y así confiesa a Ventura que las primeras veces la go lp eaba, p ero “luego ap rendí que abriéndome de p iernas y dejándole hacer, todo era más sencillo y mucho más ráp ido. Se corría y adiós” 639 . Joma, en La estrella de la mañana, es testigo directo del maltrato físico que su madre recib e de manos de su comp añero sentimental. Ella sigue p ensando que cambiará su 635 636 637 638 639 Id., Noche de viernes, cit., p. 30. Id., 27 Edad maldita, cit., p. 95. Id., Nunca seremos estrellas…, cit., p. 125. Id., p. 144. Id., p. 108. 280 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) relación, y justifica esa actitud p orque a p esar de las p alizas aguantadas “no es malo, es 640 sólo... Bueno, la ed ad, los p roblemas. Lleva una mala temp orada, eso es todo” . Su hijo le insiste en que no será así y que ella se merece otra forma de vida p orque “¡Va a ser p eor cad a día, y lo malo es que lo sab es! ¿Por qué todas las mujeres maltratadas calláis y calláis, aguantando lo qu e os echen ? ¿Por qué no decís “basta”?” 641 El desenlace de esta horrenda historia es el tristemente célebre asesin ato. Otras maltratadas, que acep tan su estado con normalidad, hablan de sus p referencias en cuanto a amantes en la novela Camarada Orlov y así se sabe que “Elena p refería a un pedazo de bestia, un extremeño que a veces le p egaba tales p alizas que la enviaba al hosp ital” 642. En Las chicas de alambre se denun cia una situación de maltrato infantil qu e aunqu e los que la p ractican alegan a su favor el p eso de la tradición y de la religión, es in admisib le en una socied ad demo crática. Así lo cuenta el protagonista de la novela: Si hay una práctica ancestral que m e parece aberrante, brutal, odio sa y dram ática, es la de la ablación de clítoris en algunos países africanos o de religión islám ica. Cada año, en diciem bre, m ientras una parte del m undo celebra la Navidad; en otra parte, a m iles de niñas se les am puta el clítoris para anularles el deseo, para que no sientan el placer sexual, para convertirlas tan solo en m áquinas reproductoras643 . La ab lación del clítoris también está p lasmada en Frontera. El joven Eduardo habla con sus padres del maltrato que recib e la mujer en determinadas socied ades y argu menta: “¿Quieres más prueba que lo de la ablación del clítoris? ¡Por Dios mamá, qu e con siete u ocho años, y en vivo, con una cu chilla d e afeitar, les reb anan el clítoris p ara que no ten gan placer y con ello eliminen las malas ideas y no les pongan los cu ernos al marido! ¡Es el 644 método de fidelidad cony ugal más bestial del mundo!” 640 641 642 643 644 5 Id., La estrella de la mañana, M., SM, Gran Angular, Alerta Roja, 1999 , p. 37. Id., p. 37. Id., Camarada Orlov, B., Bronce, 1998, pp. 207-208. Id., Las chicas de…, cit., p. 90. Id., Frontera, cit., p. 37. 281 José R. Co rtés Criado En el transcurso de esa conversación, Estefanía y Eduardo hablan con sus p adres de los matrimonios con certados entre familias, sin imp ortarles la op inión de los cónyuges al resp ecto y de la violen cia que se ejerce en la Ind ia sobre algunas mu jeres, las cuales, siendo muy jóvenes, se marchan d e su casa con su esp oso, que es un desconocido para ellas, y son llevad as al p ueblo de él, y cuando el marido desea casarse con otra joven para obtener una nueva dote, quema en un accidente casero a su primera mujer. “Los hombres p ueden matarlas, ech arlas d e casa, decir que la suy a es mala p ara que los tribunales de honor les 645 den la razón… En cambio, ellas no, a callar siemp re. En muchas p artes ni votan” . En Rabia, la p rotagonista se refiere al p adre d e su amigo Gabriel co mo un ser abominable qu e no le merece nin gun a consideración. “Cuando su padre llega borracho a casa y la emp rende a golp es con su madre, y a veces, todavía, con él, siento lo más parecido al horror que p ueda imaginar. Esos gritos y esos golpes me horrorizan. Ese hombre es una bestia, y las bestias no deberían viv ir entre seres humanos, ni deb erían casarse o tener hijos. Me cuesta verle como a una p ersona normal, que un día enamoró a la madre de Gabriel, y con la que tuvo el fruto de ese amor” 646 . La vio lencia p rovoca los acontecimientos acaecidos en un instituto de un barrio obrero de la ciudad de Barcelon a, según se puede leer en Las Furias647. En esta obra se suceden una serie de p ercances que alteran la vid a diaria del centro en muy poco tiemp o. Un p rofesor harto de sentirse ninguneado p or p arte de determinados alu mnos llega al límite de su agu ante en clase y le prop ina una bofetada a uno de ellos. Acto seguido se marcha a casa comp letamente arrep entido p orque “acababa de hundir todos sus p rincip ios, 648 sep ultándolos en lo más p rofundo de una sima” 645 . Id., p. 37. Id., Rabia, cit., p. 24. 647 Las Furias son tres (Alecto, T isífone y Mégera), divinidades infernal es que se ocup aban de vengar los crímenes, ejecutando los castigos con antorchas y látigos. […] Cu ando se apoderaban de un a víctima, la enloquecían y l a torturab an de mil man eras con sus ayud antes las Arpí as. GUERRERO SALAZAR, Susana: La parodia Quevediana de los mitos. Mecanismos léxicos, Málaga, Universidad, 2002, p. 416. 648 SIERRA I FABRA, Jordi: Las Furias, cit., p. 13. 646 282 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Esta circunstancia es ap rovechada por el alumno más conflictivo, Zequi, que ráp idamente capitanea una revuelta en el au la e imp one sus criterios p or la fuerza, obligando a sus comp añeros a p ermanecer encerrados en el au la hasta que el p rofesor sea exp ulsado. Antes de este suceso narrado, el p rofesor había recibido anónimos, le hab ían arañado el coche, e incluso ap arecieron p intadas difamatorias contra su p ersona en la fachada de su viviend a. Anteriormente, otra p rofesora del centro fue agredid a p or unos jóvenes cuando se dirigía una noche a su casa, ella sosp echaba que p retendían violarla: “Yo estaba tirad a en el suelo, desnuda desp ués de que me arrancaran la rop a y me p egaran...” 649 , p ara ellos fue una gamberrad a más, p ero la p rofesora vivía recluida en su casa, abrumada p or un p ermanente estado dep resivo. En ambos casos había particip ado Zequi, el dirigente de la p rotesta estudiantil, p ues como dice una de sus comp añeras: “Zequi odia a medio mundo. […] Odia a los negros, a 650 los gitanos, a los gay , a las lesbianas, a los débiles, a los inmigrantes, a los pobres...” Lo que ella no manifiesta es que el ch ico en mascara con su comp ortamiento violento el odio que siente contra los adultos que lo violaron. Sus compinches también sufren malos tratos en sus casas. “Dos de los cinco tenían padres que se sacaban el cinturón con suma facilid ad. Uno ya estaba marcado de por vida con la cicatriz deformando su ojo derecho” 651 , y al conocer el p asado ocu lto de Zequi dejan de segu irlo en sus trop elías. La trama organizada p or los alumnos amotinados se desmonta cuando una jov en periodista no se limita a p resentar los acontecimientos como una falta de libertad y un abuso de p oder p or p arte de los p rofesores con la finalidad de alterar los ánimos, sino que investiga los orígen es del p roblema; lo hace porque su hermano de catorce años no p udo soportar las burlas de algunos comp añeros de instituto y terminó suicidándose. 649 650 651 Id., p. 152. Id., p. 157. Id., p. 52. 283 José R. Co rtés Criado Hasta ahora las citas hacen referencia a la violen cia ejercid a en el seno de las familias o en un centro educativo, p ero ¿qué may or violencia se p uede ejercer sobre unos niños que alistarlos a un ejército y obligarlos a luchar? Esa es la trama de Donde el viento da la vuelta. Los niños son casi tan altos como sus ametralladoras y quizás con algo menos d e peso, p ero su sargento los motiva con arengas como la siguiente: “Esos cabrones son el enemigo, n ada más. Ellos matan indígen as y camp esinos por orden de sus jefes. Ahora lleváis el un iforme d e la guerrilla. Y sois tan soldados co mo ellos, o más, p orque lucháis por la verdad y la libertad” 652 . Este libro es un crudo alegato contra la guerra, p ero ante todo es un grito a favor d e la infan cia; p retende hacer tomar conciencia al lector de que los niños deb en seguir su desarrollo evolutivo en p az, con sus familias, y no morir a los diez o do ce años víctimas de una ráfaga o un a min a antip ersona. Además, en sus p áginas, el lector encontrará información histórica de Guatemala y sabrá que actualmente, a p esar de los acuerdos firmados, siguen muriendo niños acribillados en las calles de Brasil, Colomb ia o Guatemala. “Sólo en la décad a de los años noventa, dos millon es de niños han muerto víctima de conflictos armados, y al menos 10 653 millon es han sido testigos directos de atrocid ades” , y que el 90% de las pérdidas humanas de las gu erras actuales son civiles y de ese porcentaje, el 40% son niños. 652 653 Id., Donde el viento…, cit., p. 15. Id., p. 198. 284 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 4.5.1.2.9.- EL TRAS PLANT E DE ÓRGANOS . El trasp lante de órganos es en la actualidad un asunto frecuente, p uesto que cada vez más p ersonas toman conciencia de su trascendencia. En 1994 Sierra i Fabra p ublicó una primera novela qu e se ocup aba de este tema. Cati, p rotagonista de Malas tierras, es un a joven p ara la que “vivir era maravilloso, pero sentir la vida lo era aún más” 654 , además es consciente de que “con los órganos de un solo ser humano se p uede p roveer de corazón, riñones, hígado, córneas y otras muchas 655 cosas a buen número d e enfermos cuy a vida cambia con el transp lante” , pero no sabe que la noche qu e decidió acudir al con cierto del Boss en el Palau Sant Jordi sería cu ando donase sus órganos tras ser arrollado su vehículo p or otro conducido p or un conductor ebrio. Paralelamente, a muchos kiló metros del lu gar del suceso, en M adrid, una madre desesp erada realiza unas declaraciones p or televisión: “Sólo les p ido la… la vida de mi hija. […] ese corazón que quizá vayan a enterrar mañ ana p odría salv ar hoy la vida de nuestra hija” 656 . Son dos familias que sin conocerse acaban en lazadas por un corazón. El sufrimiento de una es la alegría de la otra. Todo ha sido cuestión del azar y en ningún momento el autor carga las tintas en ningun a de ellas, simp lemente cuenta un a historia amb ivalente y refuerza la trascendencia y la generosid ad que tiene el acto de donar nuestros órganos. Donde esté mi corazón relata la sup ervivencia de una joven qu e vive gracias a un transp lante de dicho órgano y es consciente de ello mientras se observa la enorme marca que le atraviesa el tronco y medita que “rep resentaba la p uerta de su esp eranza, la clave de su nueva vida. La cicatriz no era más que la huella v isible, el vestigio de lo sucedido” 654 655 656 657 657 . Id., Malas tierras, M., SM, Gran Angular, 1994, p. 124. Id., p. 98. Id., p. 8. Id., Donde esté mi…, cit., p. 22. 285 José R. Co rtés Criado La p rotagonista, M ontse, sabe que continúa con vida gracias a la muerte de otra persona. Este acontecimiento la ha hecho valorar la existencia de forma especial. “La vida es muy extraña, p ero sólo cu ando se está a p unto de perderla tomamos con cien cia de lo que vale y de que lo es todo, p orque no tenemos nada más” 658 . Y a pesar de todo si he cam biado, para bien o para m al, es porque m e vi m uerta, y eso da qué pensar, ¿entiendes? Ahora las cosas más sencillas me parecen las más importantes, y viceversa, porque las im portantes se m e antojan idiotas. Aquellos días, cuando creí que m e iba de este m undo, m e decía a m í misma que era injusto. ¿Por qué yo? Ahora estoy viva y... aún m e hago la mism a pregunta. Pienso en esa otra persona que murió para que yo...659 Sierra i Fabra p lantea en Donde esté mi corazón el tema de la donación de órganos junto a una historia de amor, pues el novio de la joven fallecida termin a enamorándose de la p ersona receptora al seguir al p ie de la letra la frase que su antigua p rometida le dijo antes de fallecer. “Si me quieres, seguiré viva p ara ti, porque estaré donde esté mi 660 corazón” . También están presentes los p roblemas derivados d e dicha op eración en el núcleo familiar. “De hecho, la que estaba ahora enferma, de los nervios, era su madre, y no mejorab a. Vivía al límite, p ero lo peor era que parecía esp erar una fatalidad a cada momento. Unos días antes su padre había hab lado de llev arla a un p siquiatra”661. 4.5.1.3.- EL COMPROMIS O CON EL ES PACIO VIT AL. El esp acio vital donde se desenvuelven las obras de Jordi Sierra i Fabra es muy variado pero, sobre todo, difiere mucho el d escrito en las obras de corte realista del referido en las de ciencia ficción. 658 659 660 661 Id., p. 23. Id., p. 103. Id., p. 197. Id., pp. 47-48. 286 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 4.5.1.3.1.- EL ES PACIO VITAL EN LAS OBRAS DE CIENCIA FICCIÓN. La p reocup ación p or el d esarrollo sostenido y el mantenimiento del equ ilibrio ecoló gico es constante en la p roducción literaria del autor. En las obras de ciencia ficción el ambiente suele ser artificial, creado a semejanza de la Tierra, p orque ésta ha sido destruida por la insensatez humana o convertida en un lugar inhósp ito donde es imp osible subsistir. Esa es la p rimera lección que ofrece su p roducción literaria de ciencia ficción : si no queremos viv ir en n aves esp aciales o viajar hasta otras galaxias en busca de un lu gar donde habitar, cuidemos nuestro p laneta. La trama de las obras de la trilogía El ciclo d e las Tierras se desarrolla en un p laneta denominado Tierra. A lo largo del relato todo hace pensar que se trata del p laneta donde vivimos, p ero al fin al de la p rimera entrega se exp licita qu e se trata de Tierra 2, un astro donde se instalaron los hombres y las máquinas tras atravesar un agujero n egro situado a un millón de años luz cuando huían del Gran Holo causto que arrasó la Tierra. La tercera entrega comp arte el marco entre este planeta y la p rimitiva Tierra. El nuevo p laneta está organ izado en d iecisiete co munidades distribuidas en el hemisferio sur y nueve en el norte, con la p articularidad de qu e cada uno de los nombres con los que son denominadas comienza con una letra diferente del abecedario, siendo la primera Acequian y la última Za. Asimismo, en este p laneta existen mares, p ero las ciudades están p rotegidas d e ellos por unos muros de ondas electromagnéticas ya que las máquin as se estrop ean al entrar en contacto con el agua. 287 José R. Co rtés Criado También las ciudades están protegidas p or una cúpula que consigue regu lar la temp eratura ambiental, que se mantiene siempre constante, lo cu al permite a sus h abitantes vivir en una eterna p rimavera. Y gracias a los av ances científicos se ha creado una flora esp ecial en el p laneta siguiendo los manuales antiguos p ara rep roducir formas, o lores, colores…, que reciben la humedad en cap sulada para evitar accidentes con el agua. La Botánica consiguió crear algunas esp ecies de p lantas, pero flores maravillosas como los escaramujos ún icamente se conservan en la memoria de las máquinas que conocieron la verdad era Tierra y es el ún ico recuerdo que trajo de su paso p or ella el cap itán Ludoz 7-521. El gobierno de la Comunid ad está en manos d e las máqu inas, p orque “El hombre había demostrado no p oder gobernarse p or sí mismo. Ya había arrasado una vez el mundo” 662 , aunque todos, hombre y máqu inas, añoran el recu erdo de ese paraíso p erdido llamado Tierra, como lo demu estra la letra de una canción que un ser humano recuerda de su adolescen cia, además de saber qu e “no podemos volver a cometer errores” 663 como antaño. “Padre, el universo está ardiendo. / Ya no habrá más luces ni p rimaveras. / Alguien correrá la cortina y dirá “adiós”. / Nos enfrentaremos al vacío del comienzo. / ¡Ni flores, ni cielos, n i muerte, ni vida! / Si sólo p udieras decirme que es mentira, / entonces cerraría los ojos y esp eraría / hasta que el tiemp o pudiera desp ertarme” 664 . Con el temor a que se rep ita la historia tras haber estallado un enfrentamiento entre hombres y máquinas y estar ellos cerca de conseguir de nuevo energía nu clear para ser utilizada como arma, se recu erda en el segundo vo lumen de la trilogía: “El hombre tuvo que huir de la Tierra a causa de la salv aje autodestrucción a que la sometió con la catástrofe 662 663 664 Id., …en un lugar llamado Tierra, cit., p. 20. Id., p. 52. Id., p. 169. 288 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) nuclear. Hombres y máquinas buscaron un nu evo mundo y lo encontraron en este planeta al que llamamos Tierra 2 ” 665 . A esa p reocup ación se debe añadir la intranquilidad que sienten las máquinas al no poder controlar el equilibrio del ecosistema creado para conv ivir en el espacio ellas y los hombres. Estos no sólo alteraron el medio amb iente deb ido a p roblemas derivados d el conflicto bélico, sino que al reproducirse de forma descontrolada el aumento de p oblación modificó todos los p lanes de consumo. El relato de la tercera entrega de la trilogía refiere que en el año 10150 las máqu inas se enfrentan a su sup ervivencia ante los exorbitantes efectos desestabilizadores cada vez más p atentes en Tierra 2 desde qu e los hombres abandon aron el p laneta, en el año 9985. Puede ser el decliv e de ese modo de civilización tras ser alterado el equilibrio entre hombres y máquinas. Si en la trilo gía sobre la Tierra se novela la destrucción de nuestro p laneta como consecuencia de un afán d esmedido p or fabricar armas nucleares, en el relato El guardián de la luna, el M ando de la Comisión Mundial d el Espacio co munica al encargado de vigilar la sup erficie lunar que la Tierra será abandonad a dado su alto grado de desertización, confirmando que no qued ará en ella nin gún ser humano y que “hemos salvado las últimas esp ecies, llevado árboles, creado vida e inteligencia artificiales...” 666 , en otro p laneta habitable, p ues nuestra vieja Tierra está seca. La p reocup ación p or la destrucción d el p laneta es constante en la literatura fantástica de Sierra i Fabra y así uno de sus personajes del cuento El ser, que forma p arte del libro llamado Relatos ga lácticos rep rocha a la raza humana el haber “acabado con numerosas esp ecies animales” 665 666 667 667 . Id., El testamento de…, cit., p. 17. Id., El guardián de…, cit., p. 34. Id., Relatos galácticos, cit., p. 51. 289 José R. Co rtés Criado De esa inquietud nace con aire de ep opey a Los elegidos, cuy a trama sustenta uno de esos viajes hacia p lanetas hab itables donde conserv ar la sup ervivencia d e la raza humana y de todas las esp ecies animales y vegetales de la Tierra. En este texto se relatan los enfrentamientos entre los cient’icos y los klonos, habitantes de una nav e que lleva doscientos setenta y siete años, cinco meses y catorce días navegando lentamente debido al imp acto sufrido contra un asteroide. “Nadie sabía y a de ellos. Nadie les esp eraba p or detrás, ni p or delante. El p asado había muerto. El p resente era 668 cuanto tenían... y la esperanza del futuro” . Otros seres vivos no huy en del p laneta Tierra, sino que habitan en su interior manifestando: “Esto que ustedes llaman casa, y que creen que es un p laneta, como los restantes de su Sistema y otros, no es más que una nave, señor Jan Roc. La Tierra es una nave, una n ave qu e forma p arte de una flota, y una flota qu e cubre lo qu e ustedes creen que es… el Universo” 669 . Y otros viven engañados, co mo algunos de los p rotagonistas de Marte XXIII, p orque les dan la sigu iente información: “La Tierra que cono ciste y a no es más que un p laneta muerto”670. Ahora habitas en un lugar nu evo. “Los científicos habían d iseñado una ciudad 671 sin caer en los viejos errores de antaño, sin desigu aldad es ni diferencias sociales” , que estaba p rotegida del exterior por una cúp ula de p lástico endurecido. Sus habitantes saben que debieron abandonar la Tierra y que gracias a las esp ecies animales y vegetales traídas desde ella, existen cultivos en su nuevo esp acio vital ahora en suelo marciano. ARK-1, la ciudad id eal construida en la sup erficie del p laneta M arte p ara sup ervivencia de los terrícolas “es una gran mentira, una gigantesca estructura circu lar, 672 abovedada, d el mismo color amarillento que la tierra d el desierto” , al igu al que la condición human a de sus habitantes, p ues son rép licas construidas en laboratorios p ara 668 669 670 671 672 Id., Los elegidos, cit., p. 156. Id., La nave fantástica, cit., p. 28. Id., Marte XXIII, cit., p. 253. Id., p. 10. Id, p. 207. 290 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) estudiar el comportamiento humano en situaciones extremas que p odrían darse en caso de tener que abandonar nu estro p laneta y buscar otro de acogid a. Las dudas p lanteadas resp ecto al p rogreso hu mano se reco gen también en Las voces del fu turo donde se alerta de que “una parte del mundo segu ía corriendo desbocad a hacia el progreso constante, buscando el más allá de los avances científicos en todas las materias, mientras otra p arte p onía freno a cualquier d escubrimiento. Una p arte desafiaba los viejos órdenes, la naturaleza, llegando cada vez más lejos, mientras los legisladores inventaban términos con los que defin ir las metas alcanzadas” 673 . En estas novelas el autor nos señala los asp ectos referentes al hábitat del ser humano y al de las máquinas, y reseña algunos de los av ances qu e las viv iendas d isp ondrán en el futuro: en p rimer lu gar, estarán totalmente tecnificadas, las máquinas con cap acidad de pensar nos ay udarán en las tareas domésticas y nos facilitarán las labores cotidianas. Toda vivienda disp ondrá de un ordenador central que regulará la intensidad de la luz según las horas del día y la transp arencia u op acidad de las p aredes, además controlará el estado de nuestra desp ensa, y será de una eficacia máxima para organ izar nuestra agenda, pues p rogramará actividad es para el ocup ar el tiemp o libre y animará a p articip ar en concursos intergalácticos a través de las p antallas holográficas, entre otras muchas actividades. El gran p eligro que se corre con tal d ep endencia de las máquinas es que no podremos vivir sin ellas y en casos extremos contaremos con “un orden ador central en cada casa. Un o jo asomado a la vid a de todo ser humano in cluso en lo más p rivado d e su intimidad. Un acceso a todos los rincones” 674, que ejercerá un exhaustivo control sobre cada una de las p ersonas, conociendo sus háb itos, sus actividades e incluso sus pensamientos si consiguen inv entar un ordenador cap az de leer la mente human a. 673 674 Id., Las voces del…, cit., p. 28. Id., Marte XXIII, cit., p. 185. 291 José R. Co rtés Criado 4.5.1.3.2. - EL ES PACIO VITAL EN LAS OBRAS DE CORTE REALISTA. La may oría de las obras d e Jordi Sierra i Fabra son urbanas, y no abund an las descrip ciones de p aisajes salvo en las o casiones qu e son necesarias p ara remarcar el carácter de d eterminados p ersonajes. 4.5.1.3.2.1.- LOS ES PACIOS URBANOS . De la influ encia del entorno en las personas deja constancia el sigu iente p árrafo entresacado de la novela llamada El joven Lennon: “El b arco d e no mbre Quijote del Mar y bandera esp añola dejaba atrás el Albert Dock, también conocido como muelle del Túnel 675 porque casi en su subsuelo el ferrocarril atravesaba el río M ersey ” , con la id ea de resaltar desde el p rincip io la soled ad que siente el p rotagonista al criarse sin p adre. El autor arran ca la historia desde el lu gar dond e el n iño Lennon, a los cin co años, se desp idió de su p adre antes de que éste p artiese hacia Nueva Zeland a y no regresase jamás a casa. La may oría de las novelas urbanas de Sierra i Fabara se d esarrollan en Barcelon a, su ciudad natal, y en algun as de ellas realiza una p ormenorizada enumeración de calles y plazas para orientar al lector. Sirvan de ejemp lo las sigu ientes muestras extraídas de las obras tituladas La canción de Mani Blay y Concierto el sol mayor. La aglomeración urbana se iniciaba casi después de la plaza Francesc Marcià y, poco a poco, pasado Ganduxer y avenida de Sarriá, se hacía m ás y más densa, cerrada. Entre las calles de Numancia y la Gran Vía de Carlos III, frente al hospital, el colapso ya era manifiesto676 . 675 676 Id., El joven Lennon, cit., p. 13. Id., La canción de…, cit., p. 160. 292 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Llegó hasta una avenida m uy ancha que reconoció. Un rótulo le dio además la identificación final: el paseo de Gracia. Hacia la izquierda ascendía en dirección al Tibidabo. Hacia la derecha descendía rumbo al mar. La plaza de Catalunya no quedaba lejos677 . Suele hacer tamb ién uso de su conocimiento de las autop istas o carreteras nacionales co mo lo d emuestra en Donde esté mi corazón. “Había dos caminos. Uno era p or la N-340 en dirección al p uerto de Ordal, p ara coger la autop ista p asado Vilafranca d el Penedés, a mitad de camino de Tarragona. El otro, p or la misma N-340 pero en sentido contrario, diez kilómetros hasta M olins y allí enlazar con la misma autop ista casi desde el comienzo: noventa kilómetros hasta Tarragona” 678. También cita carreteras norteamericanas, así leemos en El ú ltimo verano miwok: “El automóvil rodaba al límite, ochenta kilómetros p or hora, p or la Bay shore Freeway , en dirección al sur. El p uente de San Mateo se dibujaba sobre la bahía, todavía lejano a la izquierda, y al otro lado…” 679 Otras veces detalla ed ificios o p lazas p ara que el lector se haga un a idea del ambiente donde crecen, viven y maduran algunos p rotagonistas. Así el p ersonaje que investiga el origen del p roblema de Juan, El niño que vivía en las estrellas, describe el marco dond e se desenvolv ieron los p rimeros años d e la v ida de éste: “Y p or allí no h abía aven idas arboladas, calles, ed ificios, casas normales, sino los aún evidentes vestigios de los d esequilibrios sociales […] C erca d e la enorme torre de alta tensión, había una especie de casa o chabola o como p udiera llamarse, construida con ladrillo, adob e y restos de otros materiales, con un techo de metal, brillante, constituido p or varias p lanchas sup erp uestas” 677 678 679 680 680 . Id., Concierto en sol…, cit., p. 28. Id., Donde esté mi…, cit., p. 132. Id., El último verano…, cit., p. 19. 3 Id., El niño que vivía en las estrellas, M., Alfaguara Juvenil, 1998 , pp. 88-89. 293 José R. Co rtés Criado Similar es el espacio relatado en Noche de viernes: “La chabola de M ohamed era una simple construcción de tablas y cartones, p lacas de uralita y p lásticos, aunque la base era de obra, como si el árab e la hubiese levantado sobre los restos de una vieja edificación ” 681 . Las dos descrip ciones anteriores contrastan con la d e la mansión de M argarita d e Rocasblancas en Los hombres de las sillas: “No quedaba ni un hueco libre p ara colocar nada más. Y al pasar delante de un p ar de salas, enormes, la sensación fue la misma. En una vio un piano, butacas solemnes, sillas egregias, ap aradores rep letos de p iezas y objetos de arte, cerámicas, esculturas… En otra vio nu evos ap aradores con vajillas decoradas, cristalería fina, una mesa p ara una docena o más de comensales, co lumnas de mármol…” 682 Esta otra descripción, en Retrato de un adolescen te manchado, desvela la viviend a de un joven sospechoso de p arricidio. “Desp ués cruzó la calle mirando hacia el ú ltimo p iso del ed ificio, una casa fea, vulgar, sin nada qu e la hiciera destacar no sólo en sí misma, sino en el barrio, tan feo y tan vulgar co mo ella” 683 . El ambiente de un barrio donde la conviven cia está degrad ada se refleja con unos trazos en la obra titulada Sin tiempo para soñar. “Pasaron por delante del bar Bartolo, el callejón, y luego llegaron a los límites de la montaña. Entre unas ruin as vieron 684 preservativos p or el suelo y también jerin guillas. Territorio de y onquis” . El jov en p eriodista que p rotagoniza Tiempo muerto describ e la viv ienda del ído lo musical que debe entrevistar. Con su somera exp osición el lector adqu iere noción del niv el económico del prop ietario y del entorno donde vive. “Era, y sigue siendo, una p reciosa villa de generoso jardín situada a la altura de la p enúltima gran curv a a la derecha, colgada sobre 685 Barcelona y oculta p or la frondosidad de unos bellos árboles” 681 682 683 684 685 Id., Noche de viernes, cit., p. 142. Id., Los hombres de…, cit., p. 104. Id., Retrato de un…, cit., p. 48. Id., Sin tiempo para…, cit., p. 55. Id., Tiempo muerto, M., Espasa Juvenil, 2003, p. 13. 294 . El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Diego, el p rotagonista de Dormido sobre los espejos se enamora de Cuba y de la forma de entender la vida sus habitantes, p ero se sobreco ge al observar La Habana. “No había dinero p ara arreglar una ciudad que se resquebraja tras cuarenta años de resistencia solitaria. […] La Hab ana era un monumento a la historia lo mismo que las Pirámid es de Egip to o Petra o M achu Picchu. Pero un monumento lleno de gente que seguía allí, que aunque lo quería, no tenía donde ir” 686 . Si la ciudad de La Haban a marcó a su visitante, no menos lo hizo Almería a Hab ib, protagonista de Noche de luna en el Estrecho, cuando llegó a ella tras atravesar el Mediterráneo en p atera. No p odía creer que estuviese en una ciudad esp añola con edificios altos, coches, restaurantes. Al llegar a la costa almeriense el zumbido de los motores de los coches le “sonaba a sinfon ía de Nuevo M undo, a fanfarria de recep ción” 687. No hay duda de qu e el marco dond e desarrolla su actividad un a p ersona imp rime carácter, y así cuando el rep artidor de pizzas lleva el encargo al detective Mac en Una pizza para A. F. Mac, detective privado, queda encandilado p or el esp acio: “Le gustó. Era un viejo ed ificio que se caía a p edazos. Perfecto. Un buen detective que se p reciara no p odía tener un desp acho lujoso en el centro” 688 . Si el lu gar de trabajo marca el carácter de las p ersonas, más lo hace aún si es el lugar donde son exp lotadas laboralmente. En La música del viento, los niños tejedores de alfombras en la India trabajan sentados en el suelo de un cuarto iluminado p or la luz artificial y ventilado p or un p equeño ventanuco, “así qu e allí el calor se manifestaba con notable poder. No había rastros de un simp le refresco p ara matar la sed n i de nada parecido a una revista, un ventilador o…” 686 687 688 689 689 Id., Dormido sobre los espejos, B., Editores Asociados, Abril, 2000, p. 112. Id., Noche de luna…, cit., p. 127. Id., Una pizza para A. F. Mac, detective privado, B., Montena, 2000, p. 9. Id., La música del viento, cit., p. 88. 295 José R. Co rtés Criado Además “los nueve niños y niñas dormían en el án gulo más alejado, juntos, en un revuelto montón y , p or sup uesto, en el suelo ” 690 ; p or tanto, no hay duda de que las vid as de esos infelices están marcad as por el lugar donde p ermanecen las veinticuatro horas del d ía. La descrip ción del p aisaje marca el comp ortamiento y da p ersonalidad a sus habitantes. En Las Furias es p osible hacerse una idea d el tip o de v ida qu e disfruta el joven protagonista del conflicto escolar al imaginar su entorno desp ués de leer: “M iró la basura cubriendo solares, las esquinas y las calles como un manto de perp etua identidad; las pintadas en las p aredes, unas ofensivas, otras p olíticas, otras sentimentales, las más insultando a equip os de fútbol o a otras comunidades esp añolas; la p resencia de preservativos o jeringuillas en mitad de ninguna p arte. M iró los rasgos de la miseria cara a cara” 691. Igualmente el lector p uede imaginarse el carácter d e la p ersona que habita en este otro lugar, totalmente diferente, tras leer: “En el centro de la p laza había una glorieta que conoció tiemp os mejores. Tal vez aún tocasen música desde ella. La rodeaban algunos parterres de flores, una fuente y una estatua. Los edificios que rodeaban el esp acio eran 692 muy bonitos, especialmente…” 4.5.1.3.2.2.- LOS ES PACIO NO URBANOS. En las obras analizadas en el ap artado anterior, el ambiente urbano juega un p ap el imp ortante p orque influy e en la p ersonalidad de sus habitantes, p ero mayor importancia adquiere el amb iente en las que se ocup an de esp acios naturales, p orque toda actividad que contamine el aire que resp iramos, ensucie los ríos o los mares, destruy a los bosques y altere 690 691 692 Id., p. 97. Id., Las Furias, cit., p. 159. Id., Dormido sobre los…, cit., p. 259. 296 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) las condicion es de vidas de los seres vivos, tanto animales como v egetales, redundarán en perjuicio de todos los entes con vida p rop ia habitantes de la Tierra. Para resaltar el valor que el med io natural tiene p ara el ser humano, Sierra i Fabra recurre, en el libro infantil ¡Ellos son diferentes!, a un ser extraterrestre llamado Tarulirú 57, que llegó al planeta Tierra y tras observar su sup erficie no p udo menos que exclamar: ¡Qué bonito! El nuevo m undo tiene inm ensas zonas de agua en las que viven m illones de anim ales acuáticos. ¡Qué m aravilloso! El nuevo m undo tiene grandes montañas y bosques con árboles altísimos693 . También realza el mundo natural en El hombre que perdió su imagen, donde se lee que su protagonista, Taziz, vive solo en un valle idílico al que faltaba una laguna p ara resultar comp leto, p ero cierto día, d esp ués de una gran tormenta, descubrió que se hab ía formado una maravillosa p resa natural. “Un bello, ap acible, tranquilo y sereno lago de apenas cien metros de diámetro” 694. El agu a también sirve a Sierra i Fabra en la historia titulada La música d el vien to para rememorar idílicamente el p aisaje natural, cu ando escribe: “Finalmente, me atrajo el murmullo del agua […] el agu a circulab a y p roducía ese suav e murmullo que suele atrap arte. No era un riachuelo ni tamp oco una cloaca al aire libre. Proced ía de un a acequia. Me senté junto a ella, me quité las sandalias que calzaba y sumergí mis p ies en el agu a” 695. De la capacidad que tien e el ser hu mano p ara ap rehender todo lo qu e le rodea d a cuenta este fragmento: “Toda la magia, la fu erza, la p lenitud y la exuberancia de aquella tierra emp ezó a metérsele p or los ojos, p or los p oros de la p iel, atravesando su sensibilidad. Las casas de b arro y p aja de Huixtán, construidas en las laderas de la montaña, siguiendo la 696 tradición tzotzil…” 693 694 695 696 De esta manera el p rotagonista de la novela titulada Un hombre con Id., Ellos son diferentes, cit., pp. 6-7. Id., El hombre que…, cit., p. 26. Id., La música del…, cit., p. 107. Id., Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas, M., Bruño, Paralelo Cero, 1998, p. 129. 297 José R. Co rtés Criado un tenedor en una tierra de sopas se identifica con los indios mexicanos y sus ancestrales costumbres 697 . 4.5.1.3.2.3.- EL EQUILIB RIO ECOLÓGICO La p roducción literaria de Sierra i Fabra sobre este tema reúne una variada muestra de referencias desde una óp tica d ivertida e in genua, como la dedicatoria que ap arece en La fábrica de nubes. “A todas las fábricas del mundo, para que p inten sus humos de colores. O, mejor aún, qu e no tengan tantos humos y no nos los h agan resp irar a nosotros, ¿vale?” 698 , hasta p lanteamientos más rigurosos como los exp uestos en La música del viento o La reina de los cielos. Sierra i Fabra hace suy a la máxima ecolo gista de actuar en cualquier lu gar donde te encuentres en p ro de una mejor conserv ación del entorno físico. Así, se p uede leer en La música del viento: “Piensa globalmente. Actúa lo calmente. No ech ar una colilla al retrete no ay uda a la ecolo gía de Filip inas, pero sí a la nuestra, y es un p aso. Sin embargo, la ecolo gía filip ina debe imp ortarme también, porque cuando uno de sus volcanes se p one chulo y llena el aire de cenizas, p uede cambiar el clima de la región donde vivo. Viajamos en un a nave llamada Tierra, y muchos aún no lo saben”. La rup tura del equilibrio ecológico es el tema central de Los tigres del valle. Los habitantes de un p recioso v alle v ivían armón icamente en aqu el lugar p aradisíaco; cada habitante comía de lo que su tierra y su gan ado p roducía, n adie era más rico qu e su vecino, no se conocía ni la codicia, ni el miedo, n i el hambre, ni el recelo, p ero el día en qu e un viejo tigre quiso saciar su hambre y no tuvo la suficiente agilidad p ara cazar un simio y decidió acercarse al p ueblo en busca de su sustento, la vida en el idílico v alle cambió. 697 La casuística es p rácticamente interminable, y no s e incluyen m ás ejemplos para no alarg ar innecesariamente este ap artado. 698 19 Id., La fábrica de nubes, M., SM, El Barco de Vapor, 2003 , p. 5. 298 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Este incidente desató el p ánico en la p oblación a la que no se le ocurrió mejor arreglo para acabar con el p roblema que exterminar los tigres. Só lo se op uso a esta decisión el hombre de más edad del p ueblo, que a la sazón contaba con 110 años y nadie le hacía caso p orque decían que estaba loco cu ando gritaba: “¡No matéis a los tigres de valle!” 699 Al desaparecer los tigres, los simios ocup aron todo el territorio, se rep rodujeron infinitamente y , como morían lon gevos, asolaron las cosech as de los camp os, atacaron a los humanos y terminaron adueñ ándose de todos los pueblos de la comarca al culminar el éxodo d e sus habitantes. De su lectura se desp rende una lección: romp ieron el equ ilibrio ecoló gico, p agaron las consecu encias y los sup ervivientes contarán a sus descendientes “la historia de un lu gar 700 paradisíaco del cual la misma naturaleza les había expulsado” . Aunque el libro acaba con unas p alabras de aliento: “Quizá esos hijos y nietos aprendieran entonces que h ay dos p alabras cruciales cap aces de sellar el destino de los humanos en la Tierra: demasiado tarde. 701 Pero también hay otra palabra, tan dulce como h ermosa: esp eranza” . Otra novela, Kaopi, relata que un joven guerrero vive en la selva amazónica y observa cómo el hombre blan co corta ind iscriminadamente los árboles con la ayuda de grand es máquin as que aceleran el p roceso y se sorp rende de que lo haga p orque él sabe que la tierra resp ira por los árboles y las p lantas “y si la tierra moría, moría la vida” 702 . En El último verano miwok se lleva a cabo una defensa a u ltranza del med io ambiente y de las tribus indígenas que constantemente están extin guiéndose, así se p uede 699 700 701 702 Id., Los tigres del…, B., cit., p. 38. Id., p. 101. Id., p. 101. Id., Kaopi, cit., p. 99. 299 José R. Co rtés Criado leer que David, el joven p rotagonista y el anciano ind io “hablan un mismo len guaje universal, el len guaje de la hu manid ad, el len gu aje de todos los que viv imos en este p laneta y tenemos nuestras esperanzas dep ositadas en él, p or encima de creencias y razas, y en un orden sup erior que forma el equilibrio de todas las cosas, vivas o simp lemente... naturales” 703. David p iensa que destruir el cementerio indio es atentar contra los derechos a vivir en un mundo de justicia y respeto, y rememora: “Ríos muertos, mares contaminados como el M editerráneo; el fin de los últimos reductos vírgenes en África; d esap arición d e esp ecies; el p ie del ho mbre mancillando las estrellas, y nombres p ropios: la Amazonia, los grandes bosques y a extingu idos de Estados Unidos o Canadá, p equeños remansos de vida que servían de p uente entre los mundos como Doñana y los muchos que no conocía, pero que existían en los cin co continentes” 704 . También una cita eco ló gica ap arece en la obra Nunca seremos estrellas del rock al recordar una frase p ronunciada p or Ernesto Sábato. “Tal como está el mundo ahora, todo, la humanidad morirá p or asfixia en el 2030 y la única solución es la reb elión p acífica de la gente joven” 705 . En La reina de los cielos se p uede leer cómo un ser humano salv a de la muerte a un agu ilucho arrojado d el nido p or su herman a que llevaba tres días en el n idal cuando él nació y como era mu cho más fu erte lo exp ulsó p ara no tener que comp artir la comida con nadie y así alimentarse mejor: “M is padres no me defendían. Eso no entra en el código d e un águ ila. El que no sab e defend erse p or sí mismo muere. Así es el ap rendizaje” 703 704 705 706 Id., El último verano…, cit., p. 9. Id., p. 165. Id., Nunca seremos estrellas…, cit., p. 119. Id., La reina de…, cit., p. 10. 300 706 . El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) La mujer de Telmo, el hombre que llevó a su casa el aguilucho p ara criarlo, le recriminó a su marido esa acción y le recordó: “Tu misión es filmar y no interferir en la vida animal, n i alterar el equ ilibrio ecoló gico. Sólo ser testigo” 707 . En otro momento del relato, cuando Telmo y su mujer visualizan un rep ortaje en el que un águila caza un cerv atillo, ella se ap iada del animal cazado y él le recuerda: “No veas sólo la muerte del ciervo […] Mira también el equilibrio ecológico” 708. Octavio, el hijo d e Telmo y Alma desea d ar la libertad al águila, no qu iere qu e termine en un zoológico p orque “a mí los zoos nunca me han gustado. Cumplen una función social, de p reservación, d e defensa de esp ecies en peligro de extinción… p ero no son más que cárceles. ¿Has v isto la cara de un gorila encerrado en una jaula? ¿Has v isto la pereza de un león o un tigre que no tiene donde ir p or muy grande que sea su esp acio? ¡Ni siquiera pueden cazar, se les da la comid a gratis!” 709 En esta misma obra se hace referen cia a la conocid a carta del jefe indio Sealth de los Suwamish qu e reco ge reflexiones co mo la siguiente: “Cuando hay áis env enenado el último río, talado el último árbol y asesinado el ú ltimo an imal, os daréis cu enta de que el din ero no se come”710. Que los mares son esquilmados es una realidad, y de ella se o cup a Sierra i Fabra cuando, en Ben ezén, el pescador, narra que el mar de Hip arión terminó p or agotarse, y que sus habitantes no quisieron analizar el quid de tal fenómeno ni mirar el tiemp o pretérito puesto que “en el p asado se hallan las causas de nuestros males: la esp eculación, la p esca indiscriminada durante generaciones” 711 . Un solo p escador, M ayankay e, p ensaba en rep oblar la b ahía p ara devolv er su identidad p esquera al p ueblo, sus “ideas no eran malas, p ero resultaban difíciles p onerlas en 707 708 709 710 711 Id., p. 21. Id., p. 41. Id., p. 88. Id., p. 96. 3 Id., Benezén, el pescador, M., SM, Catamarán, 1996 , p. 20. 301 José R. Co rtés Criado práctica. Para repoblar la bahía se necesitaban años, y los p escadores de Basay a no darían tiemp o a que los alev ines se desarrollaran. Se ech arían a la mar como antaño, y la bah ía volvería a agotarse” 712 . Sus intentos p or restituir la p esca como actividad laboral fueron inútiles hasta que su hijo Benezén p escó un pez de gran tamaño y descubrió que los p eces se reproducían en un nuevo emp lazamiento marino. Nadie creía sus p alabras ni qu e su familia se hubiese co mido un p ez, pero “cuando el p escador les mostró la esp ina, renacieron en aqu ellos hombres y 713 mujeres mú ltip les recuerdos y nostalgias. Los p eces ya no eran una simp le ley enda” . Del derecho a d isfrutar de una vida dign a y en libertad se ocup a Aydin, donde un a ballen a belu ga macho de 500 kilo gramos se escap ó de un laboratorio ucran iano d el M ar del Norte tras una tormenta en febrero de 1992. El mamífero buscó refugio en el p uerto turco de Gerze, donde fue alimentado p or los p escadores locales, y decidió quedarse a vivir h asta que las autoridades ucranian as lo reclamaron y hubo de volver con ellos. Turquía se op uso a su devolución al considerar que el animal había esco gido libremente esta zona p ara vivir y estaba en su derecho de hacerlo. “Ninguna cadena p uede imp edir la voluntad de ser libre ni la libertad del corazón, los sentimientos y el amor p or la vida” 714 . El Reino Unido se sumó a la petición de tutela de Aydin p or p arte de un grup o de ecolo gistas que estaban disp uestos a liberarla en el mar d e Liberia, a tres mil kilómetros de Gerze, donde las aguas no estaban contaminadas. Por segunda vez la ballena consiguió escap ar en la p rimavera de 1993 y volver a la costa turca donde la conocen con el no mbre d e Aydin que significa claridad. El joven 712 713 714 Id., p. 57. Id., p. 118. 6 Id., Aydin, B., Edebé, T ucán, 1998 , p. 136. 302 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) pescador llamado Godar y amigo de la ballena cautiva, reflexion a sobre la vida que esp era al cetáceo y el aviso dado con su actitud ante la intransigencia human a: “Animales aniquilados p or el egoísmo, bosques calcinados p or la ignorancia, n aturaleza muerta en aras del p rogreso, guerras levantadas p or la intolerancia” 715 . 4.5.1.3.2.4.- LA EXT INCIÓN DE TRIB US . No solamente la extinción d e esp ecies animales p reocup a al autor; tamb ién defiend e la existencia de las tribus p rimitivas que actualmente intentan sobreviv ir conservando sus costumbres y creencias en nuestro p laneta. Así se puede leer en Kaop i: “Constantemente oímos hablar en los medios d e comunicación de la extinción de las ballenas, los elefantes y otras muchas esp ecies 716 animales (tres esp ecies desap arecen cada día)” . Y advierte además que ése no es el único cataclismo eco lógico ; se p roduce otro quebranto may or del que no se suele h acer referen cia pública. Raram ente se habla ya en esos medios de comunicación, quizá por propia vergüenza, de otra extinción mucho m ás dram ática y sobrecogedora: la de centenares de tribus, razas, etnias poderosas en otro tiempo, y que a lo largo del siglo XX han sido condenadas a la desaparición, preferentemente por culpa del empuje y la expansión industrial. Hace 150 años, la m itad del planeta Tierra estaba habitado por esas etnias. Entre finales del siglo XVIII y la prim era m itad del XX, alrededor de 50 m illones de indígenas de los cinco continentes han muerto exterm inados por la mano del hom bre, consciente o inconscientem ente. La historia de la barbarie humana suele ocultarse, ignorarse, olvidarse, y no es justo717 . La historia d e Kaop i es un reflejo de esa realidad, es una novela que se ocupa de un 715 716 717 Id., p. 113. Id., Kaopi, cit., p. 11. Id., p. 11. 303 José R. Co rtés Criado suceso que está ocurriendo hoy mismo en el mundo. Toda la obra es un canto al equilibrio del hombre con la n aturaleza, que resume el abuelo del p rotagonista cuando le manifiesta “que p ertenecemos al mundo del qu e somos p arte, y que debemos ser fieles a él” 718 . Un ejemplo de esa estabilidad ecoló gica se muestra cuando se recuerda que la caza es una actividad n atural de subsistencia en la que además el cazador p ide p erdón a su p resa por matarla. Por desgracia, la desertización y la contaminación también llegaron al entorno de este indígen a y emp ezaron a notarse los efectos en los ríos cercanos a las zonas más desarrollad as. “Durante la mañana atravesó dos riachu elos. Le extrañó qu e en ellos no hubiera peces y que las aguas no fueran transparentes”719. Kaop i era p arte integrante de su hábitat, de la selva. “Se sentía como si fuese p arte de la tierra y los árboles. Se sentía unido a los an imales, p or p equeños que fuesen o p or temibles que resultasen. Se sentía d ía a d ía más fuerte, más firme, más hábil en todos los sentidos”720. En la obra denominada Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas podemos leer la siguiente información sobre las tribus aborígenes: “Tres millones de indígen as se aferraban a sus tradiciones, ignorados y no pocas veces sometidos a p esar de su orgu llo. Tres millones de p ersonas frente a la evolución, el mundo, el p rogreso y la tecnología. Era como si no tuviera lu gar en el mundo, co mo todos los restos indígenas del p laneta” 721 . Igualmente se o cup a Sierra i Fabra de la existencia de las tribus americanas en su obra titulada Donde el viento da la vuelta. En ella se puede leer el consejo que recibe Nino, su joven p rotagonista, de una anciana camp esina sobre su futuro como p ersona y el de su país como nación: “Un solo ser humano es un p aís. Un puñado, su fuerza. M uchos, su 718 719 720 721 Id., p. 71. Id., p. 92. Id., p. 158. Id., Un hombre con…, cit., p. 130. 304 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) orgullo. Hace cientos de años, cuando esto no se llamaba Guatemala, y a existíamos. No imp orta el nombre que ten ga una tierra, imp orta la tierra -le pasó la mano p or la mejilla y se 722 la acarició-. Importas tú” . 4.5.2.- VALORES AFECTIVO-PS ICOLÓGICOS . Los valores afectivo-p sicológicos se ocup an p rincip almente de todos los asp ectos concernientes a los sentimientos, p or tanto habrá que analizar esp ecialmente los que afecten a la seguridad y a la satisfacción p ersonal, así como a la p osibilid ad de amar y de ser amado. Unido a los sentimientos, hacen acto de p resencia en el ser humano otros factores que configuran su p ersonalidad, como son la autoestima, la adap tación social y la consideración social, por tanto habrá que analizar textos que hagan referencia a estos asp ectos que configuran la p ersonalidad humana. Además, se deb e p restar atención al equilibrio y p az interiores, como aglutinantes de todos los valores afectivos-psicológicos del ind ividuo, p or cuanto todo ello redunda en la salud mental de la p ersona. Ap artado esp ecial deben o cup ar los libros que ded iquen su atención a las cap acidades p síquicas requeridas p ara hacer frente a la v ida. 722 Id., Donde el viento…, cit., pp. 128-129. 305 José R. Co rtés Criado 4.5.2.1.- EL COMPROMISO CON LOS S ENTIMIENTOS , LAS MÁQUINAS Y OTROS S ERES. Las máquinas y otros seres no humanos desconocen los sentimientos y así lo confirma Hu - Tan en La nave fan tástica cuando d ice a Jan Ro c: “Eso que llamáis sentimientos son una tara engañosa. Nosotros funcionamos en base a la lógica y fundamentamos todo cuanto hacemos en la razón” 723. Hu - Tan, miembro del p ueblo Hues que vive en las entrañas de la Tierra, se sorp rende al saber qu e el humano Jan Ro c desea volv er a la sup erficie terrestre y éste le aclara: “Nunca se acaba de conocer a nin gún ser humano. Nosotros tenemos esa esp ecie de... tara física que se llama sentimientos. Los sentimientos nos hacen imp revisibles. Somos fascinantemente imp erfectos, aunque no estamos nada mal p ara ser unos 724 parásitos” . Los Hues consideran a todos los seres vivos qu e hab itan en la sup erficie de la corteza terrestre unos p arásitos, como se comentó en el ap artado anterior. Otra muestra de carencia de sentimientos en las máquinas se p one de manifiesto en El ciclo de las Tierras, así Hal, p ersonaje de …en un lugar llamado Tierra, está conven cido de que las máquinas difícilmente comp renden la sin gu larid ad del ser humano cuando exp one: “Puede que ésta siga siendo la may or diferen cia entre hombre y máquinas -d ijo-. Nosotros todavía somos imp revisibles, y nos gusta comp licarnos la vid a, esp ecialmente cuando todo p arece muy fácil” 725 . Hal también sosp echa que la evolución de las máqu inas está acercándolas a su creador, el hombre, con lo cual se están humanizando, y lo manifiesta de la siguiente manera: “A veces creo que las máquinas tienen cada día algo más de humanidad de lo que pretenden hacer creer o de lo que nosotros pensamos. Hace siglos hubiera sido absurdo pensar en que una máquina p udiera mentir. No era lógico. Hoy , en camb io, lo lógico es que 723 724 725 Id., La nave fantástica, cit., p. 80. Id., p. 132. Id., …en un lugar llamado Tierra, cit., p. 60. 306 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) puedan hacerlo p ara p reservarse a sí mismas de p eligros o p ara preservar al hombre, al mismo Sistema. [...] A fin de cuentas... no se p uede ser dirigente sin mentir de cuando en cu ando. Algo hemos heredado d e la antigü edad” 726. Una muestra del acercamiento de los p ensamientos de las máquinas al de los hombres se p roduce cuando una de ellas se suicida, y entre sus objetos p ersonales se encuentra una cajita qu e llevaba siempre en una cavidad de su cu erp o que contenía “objetos tales como una pequeña fotografía p lana d el Centro de Control donde fue creado, una cop ia 727 en miniatura de la p rimera nave interp lanetaria que p ilotó…, todo muy p ersonal” . Se p uede afirmar qu e su p rop ietario era un nostálgico que gu ardaba los recuerdos d e su p asado como hacen los humanos, entre ellos in cluso se encontraba una rosa seca, lo que demuestra que tenía un co mp ortamiento p oco lógico en un a máqu ina. Otra demostración de la influencia p alp able en el p ensamiento de las máquinas p or parte del hombre se observa en el dirigente máqu ina B alhissay , al que se acusa d e ser individualista, fenómeno considerado como una de las p eores lacras sociales, y de la que él se defiend e alegando : “Considero el indiv idualismo co mo un rasgo muy humano, uno de los mejores y de los que más los diferen cian entre sí. Si este tribunal me consid era individualista, me con gratulo de ello. Si lo soy, no me arrep iento de serlo” 728 . En Marte XXIII, Kal, el orden ador doméstico de Arkady sabe qu e “el amor es un 729 asp ecto fisiológico muy curioso en el ser humano” y algo ajeno a él. Sin embargo, Arkady es una máquin a tan p erfecta que se sorp rende al descubrir que no es humano y está enamorado d e Iliana, que tamb ién descono ce su condición de androide. 726 727 728 729 Id., pp. 117-118. Id., p, 184. Id., Regreso a un lugar…, cit., p. 26. Id., Marte XXIII, cit., p. 78. 307 José R. Co rtés Criado Otra máquina quiere transformarse en humano y manifiesta sentimientos de temor. Sosp echa que el hombre qu iere destruirla y se convierte en un tirano que desconfía de todas las demás máquinas que él mismo llegó a crear, como se lee en el relato El robot que quería ser humano. “Se había convertido en un dictador, ni más ni menos. Las medidas de protección que rodeab an al Gran Cen it y a su p ersona eran la resp uesta. Sólo los dictadores tenían miedo ” 730 . Según Sierra i Fabra el niv el de p erfección que se alcanzará en el futuro p ermitirá la creación de máquin as por p arte del hombre mediante un comp lejo sistema de activación neuronal, dond e la madre es sustituida p or un secuenciador nucleico. Estos nuevos entes se considerarán seres humanos, tendrán inteligencia artificial y albergarán sentimientos elevados, como asevera Zen: “Soy humano salvo p or esto -se tocó la p iel de su brazo-. Puedo amar, tener relaciones íntimas, tener hijos por medio de fertilización 731 esp ermatozoidal…” 4.5.2.2.- EL COMPROMIS O CON LA S ATIS FACCIÓN DE VIVIR. La defensa de la vid a es otro factor destacado en la nov elística del autor y no sólo la manifiestan las personas, sino también los animales, e in cluso las máquin as y seres de otras galaxias. Hasta Adriana K, una vai, ser creado en un laboratorio, en Las voces del futuro, defiende sus ganas d e disfrutar de la vida, p ues es consciente d e qu e ésta es lo más v alioso que p osee, cuando exp one: “La vida es hermosa, señor Pons. Lo único que sé es que estoy viva, que me siento viva, y que no quiero volver atrás, ni perder esto. Tengo mucho por delante y quiero conocerlo” 730 731 732 732 . Id., Relatos galácticos, cit., pp. 104-105. Id., Las voces del…, cit., p. 32. Id., p. 73. 308 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Héctor, el joven abo gado defensor, es rep rendido p or sus semejantes al defender a un ser no humano, a lo cu al él resp onde: “Amo la vida, toda clase d e vida. Y p ienso que cualquier forma inteligente o no de existencia merece una oportunidad. Ningún racista me hará camb iar eso” 733. Conforme avanza en la resolución d el caso se afianza más en sus convicciones y vuelve a insistir en que “no se trata de religión, sino de resp eto, amor, paz...”734 El águ ila real, personaje de La reina de los cielos, sab e que su h erman a lo quiere echar d el nido familiar p ara sobreviv ir, p orque los progenitores no p ueden alimentar dos crías. “Sup e que iba a caer. Y a morir. M orir cuando todavía no había co menzado a vivir” 735, p ero su regocijo es grande cuando se sabe a salvo, cuidad a p or animales desconocidos p ara ella, que se ocup an de su sustento. También me alim entan. Todos me cuidan. Esto es bueno. Vivir es bueno736 . Montse, la joven que ha recib ido un corazón trasp lantado es quien may or alegría manifiesta p or la vida en la obra Donde esté mi corazón, y así lo confirma cuando comenta: “La vida es muy extraña, p ero sólo cu ando se está a punto de p erderla tomamos conciencia de lo que vale y de que lo es todo, p orque no tenemos nada más” 737 . Su p asión p or vivir la llev a a afirmar: “Y a p esar de todo si he camb iado, p ara bien o para mal, es p orque me vi mu erta, y eso da qué p ensar, ¿entiend es? Ahora las cosas más sencillas me p arecen las más imp ortantes, y viceversa, porque las importantes se me antojan idiotas. Aquellos días, cuando creí qu e me iba de este mundo, me decía a mí misma 733 734 735 736 737 Id., Las voces del..., cit., p. 98. Id., p. 180. Id., La reina de…, cit., p. 11. Id., p. 28. Id., Donde esté mi…, cit., p. 23. 309 José R. Co rtés Criado que era injusto. ¿Por qué y o? Ahora estoy viva y ... aún me hago la misma pregunta. Pienso 738 en esa otra p ersona que murió para que y o... ” Las madres, depositarias de la cap acidad de rep roducción de la esp ecie, son las que mejor valoran la vida, sobre todo si la que está en juego es la de uno de sus vástagos. Así, en Malas tierras, una madre no dud a en p edir ante las cámaras de televisión un corazón para su hija enferma, apelando a los sentimientos que son comunes en toda p ersona y a las gan as de vivir de la joven, fin alizando su p arlamento de la siguiente manera: “No la conocen, p ero sí cono cen a sus hijos, o a otros hijos, y no hace falta que les diga que ella es 739 toda nuestra vida” . No hay may or estímulo p ara vivir que la fuerza del amor, de eso es consciente la periodista que visita a Nino, el niño guerrillero, cuando está convaleciente en el hosp ital y le recu erda qu e Neli, su novia gu errillera sigu e viv a, en Donde el viento da la vuelta: “Vive -le dijo Alicia-. No mu eras inútilmente y vive. En cuentra a Neli, lucha p or la p az, ap rende, lee, y tal vez el futuro sea un p oco mejor” 740 . Se p odían reseñar múltip les citas que hacen referencia a la alegría de viv ir resumidas en frases brev es, como la que p ronuncia la p rofesora del internado religioso de chicas en La voz interior: “Amo la vid a, y la vida está llena de gente, ¿me sigu es?” 741 Disfrutar de nuestra existencia es un a constante en las obras analizadas. Así Tobías, músico callejero que sobrev ive tocando el violín en la Rambla de B arcelona asevera que “La vida es un concierto en sol may or, una obra ún ica p ara cada cual, irrep etible, y también 742 una sinfonía in acab ada” 738 739 740 741 742 . Id., p. 103. Id., Malas tierras, cit., p. 8. Id., Donde el viento…, cit., p. 182. Id., La voz interior, M., SM, Gran Angular, 19996 , p. 31. Id., Concierto en sol…, cit., p. 112. 310 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 4.5.2.3.- EL COMPROMISO CON LAS RELAC IONES AFECTIVAS ENTRE PADRES E HIJOS . Las relaciones afectivas entre padre e h ijo ap arecen desde la p rimera p ágina en El último verano miwok. A lo largo d el texto la comunicación entre un padre y un hijo que han vivido sep arados durante largo tiemp o va haciéndose más íntima, sirv iendo al joven p ara madurar, p orque reconoce que “mamá era la vid a, p ero p ap á era el Sol, que brillaba siemp re más allá de las nubes que lo envolvían” 743 , y porque comp rende que “la vida no transcurre alrededor de uno, ni siquiera con uno: transcurre dentro de uno. Él me lo dijo aquel día, el último día” 744 . Como toda relación human a es bidireccion al, los efectos de la misma también afectan al p adre, quien no duda en confesar a su h ijo que pensó abandon ar su carrera de escritor por no querer sep ararse de él y que “p ase lo que pase, antes de que te vay as, o desp ués de hacerlo, deseo que sep as que te quiero, que eres mi mejor obra, aquello p or lo que estuve a p unto de renunciar” 745 , sintiéndose más calmado en los últimos días de su v ida tras esa confesión. Otro joven, John Lennon, no tuvo una infancia feliz, la ausencia de la figura p aterna y las escasas visitas esp orádicas de su madre dejaron huella en su carácter. Nunca comp rendió que su p adre lo abandonase a los cinco años ni soportaba que su madre únicamente lo viese algunos días al año. Su tía era cariñosa con él, p ero también era consciente de las carencias con las que se criab a su sobrino y sosp echaba lo que ib a a suceder cu ando adv irtió a su herman a: “Yo misma estoy asustada. Johnny ha tomado las riendas de su vida. No tardará en volar”746. 743 744 745 746 Id., El último verano…, cit., p.12. Id., p. 12. Id., p. 177. Id., El joven Lennon, cit., p. 103. 311 José R. Co rtés Criado Cuando John sup o que uno de sus amigos quedó huérfano y debía vivir en un orfanato, su p ensamiento fue el siguiente: “Era la soledad total. Perder a su p adre y p erder 747 la libertad. Cu alquiera p odía enloquecer con menos motivos” . Lo que confirma la sensación de amp aro que tiene con su tía y lo que valora sentirse libre. John suple sus carencias afectivas y sus frustraciones con la música, ella es su refugio: “La música creaba el entorno, y era la vieja carretera amarilla, la misma que conducía a Oz, la que se abría p aso hasta los confines de su ser y desde allí a todas direcciones” 748 . Los sentimientos suelen jugar malas pasadas en las relaciones familiares. En Seis historias en torno a Mario encontramos a este jov en inmaduro que necesita sentirse querido y p rotegido; su falta de autoestima le hace refugiarse en su amigo Coque, un viv idor que lo introdujo en el consumo de drogas, iniciando así su declive humano y físico, que concluy e con la muerte. A p esar de que su madre cree “que lo único que le suced ía es que se sentía 749 perdido” , su hermana Alejandra veía que “Mario era cuanto y o había deseado ser, y p or ello siemp re me enfrenté a él. Era como un esp ejo en el que me veía reflejada, o más bien como si en ese esp ejo, a un lado estuviese y o, tal y como era, tal y como he sido siemp re, y al otro lado se encontrase mi otro y o, el deseado... el temido ” 750 . Esa envidia la condu ce a su autodestrucción p ersonal, y a que no se enfrenta a su familia ni afronta su vida con la may or dignidad p osible sino que se odia a sí misma, según se desp rende de sus p ropias p alabras: “Escogí el falso camino d e la dignidad. Y me convertí en una amargada y una solterona mucho antes de que los años vistieran de ocre mis recuerdos y me emp ujaran hacia un futuro gris y vacío” 747 748 749 750 751 Id., p. 39. Id., p. 157. Id., Seis historias en…, cit., p. 155. Id., p. 91. Id., p. 91. 312 751 . El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) La memoria de los seres perdidos mu estra en determin ados fragmentos la comp licidad entre la protagonista y su hermana, recordando al lector el valor de la fraternidad; así la p equeña p ide a la may or que justifique ante su p adre el poder regresar a la una de la madru ga el p róximo viernes y ante las dudas de ésta p rop one la siguiente pregunta: “¿Y qué? ¿Vas d e hermana may or rep elente o hermana may or, buen a amiga y colega?” 752 , antes de consegu ir la resp uesta afirmativa. En esta misma obra, en ocasiones es la relación familiar entre p adres e hijos la que se refleja, aunque a v eces h ay sombras de dud as cuando se hace algún comentario sobre huelgas o reiv indicaciones sociales. En esos mo mentos la madre intenta zanjar las discusiones diciendo: “Somos un a familia. Ni id eolo gías distintas ni n ada. Una familia. No lo olvidéis. […] Y tus hijas tienen su prop ia personalidad, y mientras sean buenas personas, me da lo mismo que se ap unten a un movimiento p acifista […] o se casen con un n egro, un chino o un gitano. El mundo es así. El mundo d e ahora mismo, no el de ay er o el de 753 anteay er. El de hoy . Y hoy es hoy ” . La madre asume en todo momento un p ap el conciliador cuando au menta la tensión en las relaciones familiares, como suele ser frecuente en la vida real y en la literatura. Por ejemp lo, se p uede en contrar en la Mamá de la obra d e M iguel Delibes, El príncipe destronado, que en determinados pasajes p uede “adoptar una postura in termedia, pacificadora, restañadora de viejas heridas” 754 . Otras chicas no tienen la misma facilid ad para comun icarse con sus padres o carecen de un a figura materna qu e las proteja, tal es el caso de Narayan p ersonaje femenino de La música del viento que cuenta cómo sus p adres la vendieron junto con otra hermana, porque una mujer sup one un gasto p ara la familia al tener que ap ortar una dote sustancial al 755 matrimonio. “Mi p adre quería hijos, no hijas. Hijas cuestan dote” 752 753 754 47. 755 . Id., La memoria de…, cit., p. 40. Id., p. 54. GÓMEZ YEBRA, A. A.: “ Introducción” a Miguel D elibes. El príncipe destronado, M., Espasa, 2007, p. SIERRA I FABRA, Jordi: La música del…, cit., p.135. 313 José R. Co rtés Criado En el relato El oro de los dioses se mezclan v arios temas en su trama: el deporte, las relaciones p aterno-filiales y el dop aje en las competiciones olímpicas. Recuerdo que a partir de unas noticias ap arecidas en los medios d e co municación en la que se narran los métodos usados p or los médicos dep ortivos de la extinta RDA, se recrea esta historia en la que si se demuestra que el corredor alemán gan ador de la prueba de 400 metros valla en Munich 72 estaba bajo los efectos de algún p roducto p rohibido, el corredor esp añol que llegó en segundo lu gar sería el verdadero campeón. La noticia es la excusa p ara inventar esta historia, dond e tiene cab ida un p adre obsesionado con una derrota no asumida, culpando a otros de su fracaso, -es muy humano echar las cu lp as a los demás-; p ero no reconocer su error lo llevó a co meter otros, como emborrach arse, tener un accidente de coche y quedar lisiado de una p ierna; además proy ecta sus frustraciones en su hijo, pues quiere que éste alcance sus sueños, obligándo lo a correr p or él, a ganar una medalla olímp ica p or él, a vivir p or él, hasta que acep ta su error, su amargura y decid e liberar al hijo de esa carga emocional. Desde ese mo mento el chav al corre mejor y mejora sus tiempos en los entrenamientos. El adolescente recu erda las p alabras de su madre cu ando le decía que él era quien gan aba la carrera, no su p adre y le daba ánimos indicándole que debía ser, ante todo, feliz. “Tamp oco creo que tener una carrera te haga mejor. No creo ni en los estudios. M i padre, tu abuelo, ha sido la p ersona más inteligente que h e cono cido jamás, y era porque leía. Un libro al día” 756 . Tamp oco p uede olvidar las de su p adre que lo liberaron de un gran lastre emotivo: “El día que te pedí que ganaras una med alla olímp ica p or mí tenía que haberme cortado la len gua, y el día qu e me dijiste que gan arías p or mí tenía que haberte dado dos bofetadas” 757. 756 757 Id., El oro de…, cit., p. 98. Id., p. 124. 314 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En los libros p ara los p equeños lectores surgen también las relaciones familiares en clave de hu mor. Como muestra valga recordar los casos de los personajes Lamberto y Víctor, de ¡¡¡Lamberto!!!, y de la colección Los libros de Víctor y cía. Lamberto es un niño que busca la autoestima y el cariño de los demás, intenta hacer el bien pero p ara su des gracia todo le sale mal, él oy e, interp reta y actúa, p ero nunca resultan los hechos como él desea a p esar de que siemp re p rocura ay udar a todas las personas desinteresadamente, pero el problema es otro: “La culp a era de ellos, que nunca se 758 exp licaban bien. Estaban todos locos” . Es imp osible que en un sólo día le ocurran tantas cosas: lee, se transforma en un a mezcla de Robin Hood, San Francisco y boy scout, quiere hacer deporte y termina ensuciando la fachada de su casa y romp iendo un cristal del vecino; quiere ay udar a su hermana, y la enfad a con su mejor amiga; pretende que su hermano ju egue la final d el camp eonato de fútbol, y consigue que lo elimin en del equip o titular; a su padre lo p one en manos de unas viejas chalad as, como si fuese alcohó lico ; a un ratero le facilita la entrada en su casa y le da rop a nueva d e toda la familia; se qued a al cuid ado de su hermana d e seis meses y la cambia p or otro bebé sin darse cu enta, en fin, qu e p ara ser el p rimer d ía de vacaciones de Navid ad realiza mil acciones desastrosas. Víctor es otro p ersonaje del mismo estilo que Lamberto, aunqu e éste es el preferido de Sierra i Fabra, es el niño qu e a él le hubiese gustado ser, y también intenta hacer buenas accion es y ay udar a los demás, p ero los resultados de sus acciones no suelen ser lo gratificantes que él p resume y suele tener algún que otro roce con sus p rogenitores y hermanos. Así en Jamala jí-jamala já termin a creando un conflicto may úsculo p or querer consegu ir el autógrafo de su ídolo, Bruce Sp ringsteen y piensa: “¡Había que ver cómo podían comp licarse las cosas! Y siemp re a él. ¿Y si además de atraer la sucied ad, como decía su madre, atraía los p roblemas?” 758 759 759 Id., ¡¡¡Lamberto!!!, cit., p. 132. Id., Jamalají-jamalajá, M., SM, Los libros de Víctor y cía, 1995, p. 130. 315 José R. Co rtés Criado En contra de lo previsto, las acciones perp etradas p or Víctor en Noche de paz…, o casi tienen un fin al feliz. Consigu e el reconocimiento de sus p adres e incluso de las tías solteronas que los invitan a cenar en su casa en Noch ebuena, desenmascarando las malas intenciones de sus p rimos y afirmando de su familia: “Lo que p asa es que somos legales. Mi p adre es un tío estup endo, de lo más honrado y muy buena p ersona; mi madre es maravillosa y un p edazo de pan; mi hermano es genial y muy listo; y mi h ermana es fantástica y muy guap a” 760. Un caso insólito de familia desesp erada ante la condu cta de su vástago se p uede encontrar en Querido hijo: estás despedido. Como su título ind ica se trata del desp ido formal de un hijo p or parte de sus p adres; la madre le entregó un sobre con el despido y lo obligó a firmar el acuse de recibo mientras le decía: “Esto me cuesta más a mí que a ti, p ero como no quiero p onerme enferma, ni que se me caiga el p elo, ni p arecer una mo mia d e cien años a los cuarenta, hay que ser egoísta. Dicen que la felicidad b ien entendida empieza p or uno mismo” 761 . Miguel, que así se llama el p ersonaje, es un much achito cap richoso que no colabora en casa, que dice p asar de todo, qu e es d esp edido como hijo cuando la madre h a alcanzado un alto nivel de desesp eración y afirma: “mis derechos han sido vulnerados rep etidamente, mientras mis deberes han sido cump lidos con creces. Los d e Amnistía Internacion al incluso 762 dirían que h e sido torturada” . Al final, el chico p ide consejo a su vecino, un anciano que ejerció de abo gado durante muchos años y p resentó un p liego de d escargo donde entre otras cosas se comp rometía a “no ensuciar ni tirar cosas ni creerme el Rey de Roma n i pasarme un p elo por mi condición de niño, ni p ensar que tengo licencia p ara hacer lo qu e me d é la gan a” 763, y fue readmitido en su casa. 760 761 762 763 Id., Noche de paz…, o casi, M., SM, Los libros de Víctor y cía, 1995, p. 114. Id., Querido hijo: estás…, cit., p. 16. Id., p. 18. Id., p. 105. 316 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 4.5.2.4. – EL COMPROMIS O CON LA POS IBILID AD DE AMAR Y SER AMADO. El amor y la amistad son p reocup aciones de adolescentes y jóvenes en su p roceso de madurez; lo necesitan para sentirse seguros y acep tados en la sociedad, y cualquier actitud vejatoria de alguno de sus igu ales hacia un sentimiento p ropio es una enorme contrariedad en sus vidas, p oco estables emocionalmente a esa edad. Así, en Noche de viernes, Ismael se lamenta de su marcha a la mili y de que su novia haya decidido ro mp er con él, pero su amigo le dice qu e deje de lamentarse, que el problema de todo es de “la p asta. Si tuvieras pasta habrías sobornado a alguien p ara que te librara de la mili, te habrías buscado la vida, y encima tendrías a tu nena en la p alma de la mano” 764 . No tiene reparos en ridiculizar a su amigo e intentar influir en su modelo de conducta. Ismael acep ta esa verdad qu e le masacra las entrañas, sigue pensando en su amada y piensa que “el amor no se sup lica” 765. Se reafirma en esa id ea cu ando su amigo José Luis le dice “que a una tía no se le sup lica nunca” 766 y le aconseja que le dé “dos hostias”. Se debate entre la op osición de sus ideas y las de su amigo. La violencia sexista de este p ersonaje marca su carácter. Para él la vida se reduce a poseer dinero y dominar a las mu jeres, p or las qu e no siente nin gún resp eto, sin llegar a sop esar lo que es el amor; así afirma sin rubor que “a mí me la trae al fresco que mi hermana sea una zorra. Es su vida. […] No sé si se le puede llamar novia a Noelia. Ella dice que sí lo es. En cualquier caso la tengo muy en su sitio, y no se me p asa un p elo. […] Los 764 765 766 Id., Noche de viernes, cit., p. 104. Id., p. 104. Id., p. 105. 317 José R. Co rtés Criado viernes por la noche son p ara los amigos. Te lo p uedes montar con una tía en cualquier 767 rato” . Además de ser Ismael motivo de burlas de sus amigos p or añorar a la joven que ha decidido ro mp er la relación sentimental que ambos mantenían, también lo es p or tener un hermano ho mosexual, ya que para alguno de sus amigos eso es signo de inferioridad. “Para él, [Lázaro] un homosexual es un homosexu al, y no hay más que h ablar. Los tíos como él o José Luis desp recian todo tip o de debilidad, porque van siemp re de duros, alardeando de machos” 768 . Los que no alardean de macho, tamb ién tien en sus reparos sobre el tema, así Serafín dice: “Tener un hermano homosexual, y que todo el mundo lo sep a, ha de resultar demencial. Primero eres el hermano del marica, y luego acabas siendo ob jeto de sosp echa, porque la gente p iensa que si has dormido con él toda la vida, comp artiendo habitación, algo habrá pasado” 769 . Quizás Ismael se encuentra en una encrucijad a vital, por un lado d ebe enfrentarse al servicio militar, p or otro es rechazado por su novia, y además debe demostrar claramente su conducta sexual, aunque Lázaro le dice: “No te vas a volver maricón como tu hermano, tranqui, que eso se nace” 770 . Está convencido de que su amigo p iensa que él busca una novia p ara no ser confundido con su hermano. Otra p ersona que busca amor es Neli, un personaje de Malas tierras, que tien e necesidad de sentirse querida: “Para mí, el amor es co mo el aire qu e resp iro cada d ía 771 -susurró Neli-. Lo necesito” . Solamente una p ersona insensible no se daría cu enta de su carencia afectiva. “Parecía estar sola, muy sola, más de lo que la d istancia de su casa daba a entender. Cati la abrazó con ternura durante unos segundos” 767 768 769 770 771 772 Id., pp. 30-31. Id., p. 88. Id., p. 26. Id., p. 87. Id., Malas tierras, cit., p. 117. Id., p. 117. 318 772 . El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) José M aría, p rotagonista de La estrella de la mañana, finalmente ha conseguido con gran esfuerzo sup erar las adversid ades de su entorno social para mejorar económica, social y moralmente; ha merecido la p ena, y todo gracias al amor, co mo reconoce en la carta enviada a la p ersona deseada: “Conocerte fue lo mejor d e mi vida. Amarte fue lo más hermoso que jamás habré tenido. Pase lo que p ase, te quiero y te querré siemp re, siemp re, siemp re”773. Estos dos p ersonajes enamorados en p lena adolescencia h an mantenido su amor durante cinco años, él intentando sup erarse y acabar sus estudios; ella, recordando los días pasados junto a él, p ensando que jamás se volv ería a enamorar y sin saber qu é fue de la existencia d e Joma h asta que reap areció en su v ida con un título universitario b ajo el brazo, un trabajo de creativo en una emp resa de publicidad y ver sus cómics e ilustraciones imp resos en más de una revista y algún libro. Sierra i Fabra ensalza el amor en los p rimeros años de la adolescencia. Los personajes que a esa ed ad se enamoran en sus libros suelen tener las ideas muy claras y los sentimientos a flor de piel. Defiend e que “el amor a los d ieciséis, diecisiete, o d ieciocho años es casi siemp re lo más fuerte y fundamental. Incluso a los quince, co mo su p rima Asun, o a los catorce, como M iriam, la del colegio, que d esp ués de cuatro años seguía igu al de enamorada de su novio ” 774 . Montse, la p rotagonista de Donde esté mi corazón, charla con un amigo sobre la vida en pareja y la dificultad de conocer a las p ersonas, y formula la siguiente pregunta: “¿Es que alguien conoce a alguien alguna vez?” 775 Esta duda que le asalta en lo que p arece ser el inicio de una relación sentimental con el joven es corriente cuando dos p ersonas comienzan a conocerse, pero en este caso tiene 773 774 775 Id., La estrella de…, cit., pp. 171-172. Id., Donde esté mi…, cit., pp. 154 -155. Id., p. 141. 319 José R. Co rtés Criado may or razón de ser p orque el chico entabló amistad con ella cu ando la sup o dep ositaria del corazón de su antigua nov ia. Montse sosp echa que Sergio está enamorado del latido de un corazón y resume la situación creada d e la siguiente manera: “p ersigue el corazón del ser que ama y se enamora 776 de nuevo de su dueña” . Las sosp echas de M ontserrat son ciertas; su comp añero llegó hasta ella siguiendo el rastro de una p ulsación. Caridad Molina, p rostituta, p ersonaje de Camarada Orlov, es otro de los p ersonajes solitarios que buscan el amor desesp eradamente. “Su necesidad de cariño le v enía imp uesta por su trabajo y p or sus raíces. Necesitaba amar a un ho mbre p ara olvid ar los cientos a los que fin gía amar p or unos minutos, y necesitaba ser amad a p ara sentirse p rotegida, querid a y menos sola. Lo estuvo de niña, al no tener p adre, y lo sigu ió estando en la adolescencia y en su iniciación en el negocio de la p rostitución. Después, a lo largo de su existencia, sólo 777 había tenido chulos y macarras” . En Rabia el amor no corresp ondido hace su ap arición en primer lu gar. La jov en protagonista sabe qu e su v ecino y amigo está p erdidamente enamorado de ella, p ero ella es consciente de que él no es la p ersona que ocupará su corazón más allá d e una sana amistad y sabe el daño que le causa involuntariamente. Es muy duro amar a alguien sin esperanzas. Y aún m ás duro tenerlo cerca, tan cerca, com o m e tiene Gabriel a mí778 . Posteriormente comp rende qué es el amor, y se p regunta “¿Dónde leí la frase: "El amor es la más injusta de las emociones. No te deja vivir, p ero al mismo tiemp o te imp ide morir"? ¿Dónde? Eso sí es de una mente lúcida” 776 777 778 779 Id., p. 207. Id., Camarada Orlov, cit., p. 207. Id., Rabia, cit., p. 22. Id., p. 104. 320 779 . Y en su proceso de maduración El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) confiesa: “Y sí, sí h abía ap rendido algo esencial: que el chico d e tus sueños nunca es el chico de tu corazón” 780 . Aunque siemp re sup o que “sólo aceptándonos como somos p odremos sacarnos el mejor p artido. Cada cu al tien e algo. Hay que potenciarlo. El mundo se entiende a través de nuestra prop ia percep ción, y ésta debe ser libre, descontaminada” 781 , p orque “nadie p uede op erarse p or dentro p ara ser "guap a" de corazón” 782. “Un día te dije que cuando no p udiera escribir un poema, es que estaría muerto. 783 Mátame p ara que p ueda vivir, aunque nunca sea libre de ti” . Así se manifiesta una persona enamorada que vive a miles de kilómetros de su amor en Dormido sobre los espejos. Los azares del destino sep araron a la p areja. Esta en igmática esquela no tiene sentido sin conocer la h istoria ocurrida con anteriorid ad. Ella p asó su adolescencia y juventud sirviendo en casa de un militar adicto al régimen franquista tras la guerra civil, donde fue sometida a abusos constantes p or p arte de él hasta que logró huir. Se casó y más tarde, estando embarazada, fue localizada p or su antiguo señor que p retendió reanud ar su relación con ella. Su esp oso no estaba disp uesto a consentirlo y terminó asesinando al héroe de la contienda civ il, p or lo que tuvo de huir de España, aunque oficialmente se dijo que desap areció cu ando fue a p escar y ella se convirtió en una viuda. Al cabo d el tiemp o un nieto descubrió la v erdad y viajó a Cuba p ara reencontrarse con su abu elo. Al abuelo del p rotagonista, el amor que siente h acia su mu jer no le imp idió tener otras comp añeras en Cuba p ero su corazón seguía preso de su p rimer amor, p or eso sus 780 781 782 783 Id., p. 115. Id., p. 44. Id., p. 46. Id., Dormido sobre los…, cit., p. 24. 321 José R. Co rtés Criado misivas “eran algo más que cartas de distancia y adiós, de soledad y tristeza. Y eran algo 784 más que p oemas de amor, [...] Eran cartas de desesp eración. Y eran poemas de vid a” . El abuelo cu mp le la sentencia de Ernesto Che Guevara que el autor de la novela incluy e en la misma: “Hay que ser duro p ero no p erder nunca la ternura” 785. En 97 formas de decir "te quiero" se narra una historia d e amor extraña. Dan iela, una chica desconocid a para Cristóbal, le revela que ambos murieron veinte años atrás con la p romesa d e reencarnarse. “Moriste injustamente, y y o lo hice unas horas d espués, p or 786 ti.” 787 . “Yo me suicid é al d ía siguiente de morir tú. Por amor” . Todo lo narrado p arece una locura que sólo puede hacer una p ersona enamorada: “Una loca no hace todo lo que y o he hecho. Una p ersona enamorada, sí. Una vez leí que por amor se hacen las cosas más estúp idas, p ero también las más grandes y maravillosas” 788 . El joven investiga la historia contada p or la chica y comprueba que es cierta la muerte del joven y el p osterior suicidio de ella. Sorp rendido p or lo av eriguado, decide visitar ambas familias e intenta sentir algo esp ecial en p resencia de esos seres que al parecer formaron p arte de su vida anterior. Su amigo sosp echa que es una op ortunidad única de ligar, su hermana se sorp rende de tal modo que cree que esa chica deb e quererlo mucho cuando ha arriesgado tanto y la joven reencarnada le deja la solución del dilema a él: “Sabíamos que nuestro amor esa 789 sup erior a todo, y ésta es la p rueba. Ahora todo dep ende de ti” . 784 785 786 787 788 789 Id., p. 51. Id., p. 277. Id., 97 formas de decir “te quiero”, M., Bruño, Paralelo Cero, 2001, p. 26. Id., p. 24. Id., p. 139. Id., p. 26. 322 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Para afianzar su historia, la jov en le manifiesta muy serenamente qu e sabe que él es su amado p orque ambos han acudido a la cita que concertaron en sus anteriores vidas, y lo acep ta porque su unión es espiritual, sin importarle su asp ecto externo. “Yo no quiero tu físico, sino tu esencia. Te quiero p orque sé que eres tú, p orque sé que el alma de Andrés está en ti. M e daría igual que fueras feo” 790. Al final, Cristóbal rompe con su novia, entabla una relación formal con Daniela y envía un as flores a la madre de Andrés, su presunto reencarnado anterior, p ara mitigar el dolor causado con su visita al remover los recuerdos. El ramo llevaba una dedicatoria 791 anónima: “Andrés siempre estará con nosotros” . La madre de Andrés, al recoger el ramo y leer la nota ad junta, vuelve a sus recuerdos y comenta a la sirv ienta el parecido de aquel muchacho que la visitó con su hijo: “Se p arecía tanto a mi Andrés... [...] Eran... sus ojos, su mirad a, algo que trascendía más allá, no sé si me co mp rende [...] Y tenía su misma ed ad” 792 . En Camarada Orlov se aborda el amor y su caren cia. Así se p uede leer una historia de amor entre dos jóvenes que d eciden huir de España en p lena guerra civ il, antes que permanecer en ella y no p oder comp artir su vida p or culp a de la intransigencia del padre de la joven. Cuando consiguieron subir a la embarcación que los conduciría a África, “se besaron mecidos p or el bamboleo de la barca. El motor, rugiendo en su libertad marin era, les cubrió los últimos pensamientos y los convirtió en p uñado de sentimientos fugaces que el viento diseminó p or el M editerráneo” 793 . Partían felices hacia un nu evo e incierto destino donde el amor sería el centro de sus vidas. 790 791 792 793 Id., p. 27. Id., p. 170. Id., p. 171. Id., Camarada Orlov, cit., p. 362. 323 José R. Co rtés Criado En la misma obra, Caridad M olina, una p rostituta, siente no poder disfrutar del amor ni confía en alcanzarlo dad as sus circunstancias personales: soledad, falsos amores, y ausencia d e afectividad verd adera. Hasta el águila real en La reina de los cielos siente lo qu e es el amor, o al menos así lo manifiesta el autor p or medio de los p ensamientos del av e rap az. ¿Sois m is carceleros o m is padres adoptivos?[...] No sé de qué especie sois, pero os respeto. No os entiendo, pero os valoro. No soy como vosotros, pero en vuestra horrible fealdad sois hermosos. El amor siempre lo es794 . 4.5.2.5.- EL COMPROMISO CON LAS CAPACIDAD ES PS ÍQUICAS PARA HAC ER FRENT E A LA VIDA. Los sentimientos forman un a p arte sustancial del ind ividuo y un desequ ilibrio afectivo p uede acarrear graves p roblemas de condu cta. Sierra i Fabra ha cap tado distintas actuaciones rep resentativas de conductas encamin adas a afectar p sicoló gicamente a algunos protagonistas de sus obras, además de los comp ortamientos p rop ios de la adolescencia y primera juventud que afectan tanto a la vida sentimental como al desarrollo físico. En La balada de Siglo XXI Sierra i Fabra refiere el modo de actuar de la industria discográfica p ara crear un grup o musical d e gran éxito entre los jóvenes con una única finalid ad: consumir. Y co mo unos emp resarios han inv ertido gran cantidad d e din ero en el conjunto musical, d ecid en desarrollar una campaña agresiv a sobre su futura grab ación p ara gen erar “la sensación d e que quien no ten ga vuestro disco no existe, no está a la última. Eso es una 794 Id., La reina de…, cit., p. 98. 324 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) camp aña hyp e: crear una ansiedad. Brian Epstein la h izo en el sesenta y cuatro. ‘¡Que vienen los B eatles!’ Y llegaron, casi co mo extraterrestres, arrasándolo todo, p orque millon es de chicos y chicas los esp eraban, los necesitaban. ¿Te das cuenta? Ansiedad, necesidad” 795 . Los jóvenes que habían sido seleccionados p ara constituir la citada banda lo fueron en función de su cap acid ad p ara la música pero no en la de su madurez emo cional; no estaban prep arados p ara asumir la responsabilidad d e su nuev a forma de vivir, lo que les provoca una alteración de sus vidas cotidianas, y sucumben a la vorágine d el éxito y toda la parafernalia que lo envuelve; solamente el músico más maduro p sicoló gicamente sobrev ive a los envites del tóp ico sexo, drogas y rock and roll. Así, la joven Lorn a, la estrella absoluta d el grup o, sigue compulsivamente los p asos de su progenitora hacia el alcoholismo, mientras busca afecto y comp rensión; el desequilibrado e imp revisible Brian, esnifa cocaína habitualmente con sus múltip les amigos surgidos al amp aro del din ero, mientras busca la verdad era amistad. Los actos de estos dos comp onentes p onen en p eligro la celebración de algunos conciertos, e incluso la de este último p rovoca la exp ulsión del con junto de algunos países por llevar con él cierta cantidad de droga. El tercer comp onente de la banda, Álex, tiene la música como estimulante cerebral. Vive p or y p ara ella. Su destino es similar al del mítico Jimi Hendrix. “Un día Jimi Hendrix descubrió que y a no p odía extraer nad a más de su gu itarra, que h abía llegado al límite. Dos semanas desp ués fallecía a causa de un vómito p roducido p or una sobredosis mientras dormía. ¿Suicidio o accid ente? En realidad h abía muerto y a aquel primer día decisivo” 796 , dándose la salvedad de que el personaje de la novela decid e acabar con su vida, al no p oder crear una nu eva melodía, ahorcándose en el salón de su casa. 795 796 Id., La balada de…, cit., p. 74. Id., p. 151. 325 José R. Co rtés Criado Solamente Ian Camp bell, el músico mentalmente más fuerte, sale ind emne d e la aventura musical en la obra La balada de Siglo XXI, regresando a sus orígenes, es decir, a su barrio y a convivir con sus amigos de siempre, encerrando en un paréntesis la etap a de su vida con los demás comp onentes del grup o Siglo XXI. Otro p ersonaje, Nilo, en Donde el viento da la vuelta, es un niño guerrillero que alcanza la madurez física y p sicológica lejos de las armas, gracias a la ay uda recibid a p ara estudiar p or p arte de una joven p eriodista. Una vez licenciado en Derecho se ocup a de salvar a los niños de la calle que p ululan por las aceras de Guatemala y colabora con Amnistía Internacional porque cono ce p or p rop ia experien cia el horror qu e han de sop ortar los niños que p articip an activamente como soldados en una guerra sin cuartel; sabe que el hecho de arrep entirse no es suficiente para expiar sus desgarros anímicos. Porque “al terminar la guerra y crecer es cuando esos niños que han tomado las armas se dan cuenta de lo que han hecho y lo que ha sido de sus existencias, y tienen entonces graves p roblemas p síquicos. Están marcados. Lo que han vivido (la muerte dramática de los suy os), tanto como lo que han hecho (matar, a veces a sangre fría), se les presenta como un continuo horror que les impide ser personas normales. Es muy difícil que se reintegren a la sociedad con esa normalidad que h an p erdido” 797. El joven p rotagonista de En un lugar llamado guerra sobrevive al conflicto bélico que vive su p aís, ay uda económicamente a su familia realizando funciones de guía a periodistas extranjeros y es consciente de que su lugar está junto a los suy os, tanto en tiemp os de guerra co mo en tiemp os de p az. Un p ersonaje de esta novela, p eriodista alemán llamado Mahle, es consciente de qu e si algún día fin alizase la guerra en su país, al jovencito le haría falta mucha ayuda física y psicológica p ara desarrollar una v ida medianamente normal. Ya sabes por qué. La guerra, su situación, su escaso futuro... Van y vienen. Adem ás son siem pre las primeras víctimas. Lo quieras o no, tu conciencia occidental empezará a molestarte, [...] Le pagarás, le darás propinas, le proporcionarás com ida, [...] siem pre te 797 Id., Donde el viento…, cit., p. 181. 326 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) parecerá poco, porque tú tienes un pasaporte, dinero y un billete para irte cuando quieras, mientras que él está condenado a vivir y a m orir. Esto es duro, lo sé por experiencia798 . Kalil M tube, el niño esclavo p rotagonista de La piel de la memoria, tuvo un final agradable a p esar de los av atares de su vida, se siente agraciado p orque p udo volver a su casa y reunirse con casi toda su familia, p ero es muy consciente de que “sigu e hab iendo exp lotación, p aíses que exp ortan niños y p aíses que los imp ortan, esclavitud, p ersonas que se benefician de ello y p ersonas cap aces de matar a un niño a sangre fría, guerras co mo la de Sierra Leona y naciones ricas que construy en su economía sobre la sangre de los más débiles...” 799 El odio que sintió el niño Kalil M tube ha desap arecido, siendo sustituido p or sus deseos de colaboración y de ayuda a los niños necesitados de p rotección ante la barbarie y la esclavitud, así co mo el afán de denunciar todo tip o de in justicia cometida contra cualquier ser humano. Similar metamorfosis transforma el odio mantenido durante muchos años p or Carlos, uno de los p rotagonistas de El tiempo del olvido. Tanto él co mo Tetxu, son conscientes de ese cambio y de que necesitarán acep tar su sit uación familiar y esp erar que el transcurso de los d ías ap laque sus sentimientos de rabia y frustración, a pesar de qu e uno de ellos afirma: “No importa el tiemp o que p ase, tú lo dijiste. El odio qu eda. El odio te hace 800 fuerte” . Toda p ersona que sufra un fuerte imp acto emocional necesita un tiempo p ara normalizar sus relacion es y sobre todo debe ser fuerte p sicológicamente p ara enfrentarse a las situaciones nuevas que un cambio de conducta acarrea. Aunque bien es cierto que unas personas se sobrep onen antes que otras a los infortunios. 798 799 800 Id., En un lugar llamado guerra, cit., p. 59 Id., La piel de…, cit., p. 190. Id., El tiempo del olvido, B., Alba, 1995, p. 160. 327 José R. Co rtés Criado El much acho falsamente acusado p or su hermano del ho micidio de su madre en Retrato de un adolescente manchado deberá sup erar el trauma causado p or la mentira urdida p or su hermano may or, p ero será este último quien necesite más ay uda p siquiátrica para afrontar su nueva vida, p ues no sólo es el verdadero asesino de su p rop ia madre, sino que ha transformado su imagen de hijo mod élico en la de criminal, hecho que revela hasta qué p unto tiene una mente atormentada p or los celos, la rabia y la desesp eración frente a su hermano p equeño. También necesitarán ay uda psicológica p ara vivir con normalidad el jov en protagonista de Nunca seremos estrellas de rock desp ués de asesinar a su p adre; la única modelo sobreviviente en Las chicas de alambre; la joven que sufre un trastorno psíquico y atenta contra su ídolo musical en La canción de Mani Blay; Juan, El niño que vivía en las estrellas, etc. 4.5.2.6.- EL COMPROMIS O CON QUIENES PADEC EN ALGÚN S ÍNDROME. El co mp romiso social con los más d ébiles lo manifiesta Sierra i Fabra en algunas obras p ara p equeños lectores donde p retende acercar al con junto de la socied ad la vid a de niños y niñas con alguna deficiencia p síquica y /o física. Son relatos con un marcado fin didáctico que intentan fomentar la integración social de las p ersonas que p adecen algún síndrome. La p rimera obra que reúne las características enumerad as anteriormente es La niña que no podía reír. La protagonista p adece el síndrome de Moebius y cuenta sus p roblemas con los comp añeros de colegio qu e se burlan de ella p or mostrar siemp re un semblante triste, así como los avatares familiares hasta que es op erada y consigue reír. Su caso no le afecta al cerebro, sólo carece de un p equeño músculo facial que la invita a consid erar: “No 328 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) soy rara. Hay p ersonas a las que les falta una p ierna y no son raras, y un ciego tamp oco es raro. Simp lemente tienen un defecto” 801 . Se trata de una obra testimonial que reco ge la p rimera op eración efectuada p ara corregir esa malformación facial y , como dice el autor en el p refacio : “Este relato es una libre adaptación de la historia de Chelsea Thomas y está dedicado a ella y a todos los niños y niñas del mundo que no p ueden reír” 802. Tres libros editados conjuntamente p or Edeb é, la Fundació Catalana Síndrome d e Down y el M inisterio de Trabajo y Asuntos Sociales refieren hechos cotidianos de Pablo, un niño especial, que se sabe distinto de los otros. En Mis hermanos y yo sus padres le cuentan que “había nacido con un p alito más en una cosa minúscula llamad a cro mosoma 21, y eso le había h echo d iferente. Tenía dos ojos, dos manos, una v ida, pero su cerebro 803 siemp re andaría un p aso p or detrás de los demás” . El relato titulado Mis hermanos y yo sirve p ara resaltar algunos p roblemas planteados en la conviv encia diaria del p rotagonista con sus hermanos, donde se comenta la forma de tratar a Pablo, el p roblema de los celos o la condescendencia que deb e mostrarse con él. La madre intenta atajar los p roblemas fraternales dirigiéndose a su hijo mayor p ara aclararle que “los hijos nacen del amor de p apá y mamá y no se cambian. Se acep tan como 804 son. Y se quieren igual” . Los p adres intentan en todo momento convencer a los demás miembros de la unid ad familiar d e la imp ortancia que conlleva el realizar un esfuerzo extra para lo grar una convivencia armónica en la casa, p rocurando que Pab lo no se sienta ni sup erp rotegido ni infravalorado, sino p lenamente acep tado. 801 802 803 804 Id., La niña que no podía reír, B., TSJ, T estimonios, 2000, p. 29. Id., p. 5. Id., Mis hermanos y yo, B., Edebé, 2003, p. 6. Id., p. 14. 329 José R. Co rtés Criado Si el empuje familiar es imp ortante p ara la conviven cia, may or ha de ser el esfuerzo en el centro escolar y sobre todo el que debe realizar p sicológicamente Pablo, el niño con síndrome Down p rotagonista del cuento Soy especial para mis amigos, cuando acud e p or primera vez a su colegio y desea p articip ar en todos los juegos y actividades que presencia por p rimera vez. Durante el transcurso de su p rimera sesión de recreo en el co legio p articipa en el equip o de fútbol, en el de baloncesto, e intenta subirse en un skateboard. No destaca en ningun a de las actividades y termina fuera del terreno de ju ego con otros comp añeros que por ser bajos o p oco atléticos no son elegidos p ara formar p arte de ningún equipo, p ero conoce a otros alumnos en cantadores que le enseñan adivin anzas y juegos de in gen io. Pablo hace balance de su p rimer d ía de colegio y relata cómo los demás niños no querían qu e ju gase con ellos porque decían que no sabía h acerlo; él qu ería ap render y particip ar en todos los juegos; al fin al co mp rende que cad a comp añero elige un a actividad y no p articip a en todas, y que “lo mejor cuando no sabes h acer algo es tener amigos, muchos amigos que sep an hacer otras cosas” 805 . Este joven, como es consciente de sus limitacion es, se p resentó ante sus comp añeros diciendo que era un p oco distinto si se comp araba con los d emás alumnos de la clase y que los miérco les p or la tarde iba a la Fundación Síndrome Down p ara encontrarse con sus amigos, y alega en su favor que “tener una discap acidad no significa que no seas cap az, 806 sino que tus capacidades son distintas” . Conocedor de sus limitaciones, Pab lo es cap az de comp render a su comp añera d e clase que llora p or no saber p atinar. “Siemp re hay algo que nos gustaría hacer y no 807 podemos, p or más que lo intentemos -reflexionó-. A mí también me cu esta mucho todo” 805 806 807 Id., Soy especial para mis amigos, cit., p. 30. Id., p. 16. Id., p. 26. 330 . El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Es p alp able la petición que lanza a través d e sus p alabras cuando dice a su amiga que no siente rabia de ser d iferente, aunque p referiría que lo tratasen co mo a los d emás, porque a veces se siente mal, cuando no lo tratan como al resto de los niños de su edad o no puede hacer lo mismo qu e otros chiquillos, “o que me d ejen hacer todo aunque esté mal, porque entonces no ap rendo... Pero más rabia me da qu e sientan p ena” 808. ¿Qué seré cuando sea mayor? recoge unas reflexiones muy sencillas sobre las actividades laborales que p uede realizar una p ersona con síndrome Down y muestra las preocup aciones del p rotagonista que lo llevan a recap acitar sobre los trabajos que p uede desarrollar, h aciendo comp render que hay ocupaciones p ara personas con cierta deficiencia, sólo es cuestión de encontrar el men ester más adecuado p ara cad a una de ellas, concluy endo que no sabe qué labor realizará en un futuro, p ero convencido de que realizará una buena elección p orque “haga lo que haga, de mayor quiero ser útil” 809 . A través de las páginas de estos libros Pablo envía un mensaje nítido: quiere que la sociedad lo acepte como es, que no lo trate condescendientemente ni lo considere enfermo o lo infrav alore, sino que ten ga en cu enta su valía p ersonal a la hora de trabajar y de viv ir y aunque no sabe có mo se desenvo lverá en la v ida, sí tiene los ánimos suficientes p ara formar parte de la sociedad y realizar cualqu ier labor de manera gratificante y eficaz dentro de sus limitaciones. 4.5.2.7.- EL COMPROMIS O CON LAS PERS ONAS QUE S UFREN ALGÚN DAÑO PS ICOLÓGICO. ¿Puede haber may or daño p sicológico p ara un niño que ser testigo del asesinato de su p adre? Eso le ocurrió a Carlos en El tiempo del olvido un domingo que p aseaba con su progenitor y un etarra lo confundió con un militar. “Se le acercó p or detrás y le disp aró un 808 809 Id., p. 28. Id., ¿Qué seré cuando sea mayor? B., Edebé, 2003, p. 30. 331 José R. Co rtés Criado tiro en la nuca. Cuando el hombre cay ó al suelo lo remató con un asegundo d isp aro, a bocajarro, d elante del niño” 810 . Carlos dejó de h ablar durante mu cho tiemp o tras p resenciar el asesinato de su p adre y mirar al terrorista a los ojos. Su v ida cambió radicalmente desde ese momento. Creció odiando y p laneando su venganza. M ientras, el asesino, Latun, vivía solo, oculto, sep arado de su familia, penando su culpa sin poder olvidar los ojos de ese niño n i a su verd adero hijo. El daño p sicológico es sufrido tanto p or el ejecutor de la barbarie como p or el testigo de la misma. Ambas familias viven b ajo los efectos desgarradores de la violencia. Otro caso de necesidad afectiva lo rep resenta Juan, El niño que vivía en las estrellas, un p rotagonista que ha crecido sin recibir afecto de sus progenitores, confunde realid ad con ficción, no h a recibido enseñ anza alguna, y sólo muestra habilidad p ara utilizar la p istola de un juego electrónico. Su infan cia trascurrió en un sucio y oscuro habitáculo; su única actividad consistía en luch ar contra unos extraterrestres virtuales gracias a un juego electrónico qu e le regaló su p adre. Ha crecido sin amor, no conoció a su madre y su p adre no sup o darle la afectivid ad necesaria, ni la máqu ina pudo ofrecérsela a p esar de p asar muchas horas jugando con una, porque “ninguna realidad v irtual p odrá sup erar la verdadera caricia de un a mano, ni el calor de un contacto humano, ni la ternura de un beso, ni el aroma de una p iel, ni la sensibilidad de una p alabra” 811 . David Rojas, p siquiatra en esta obra, afirma que “hay muchas p ersonas que tienen males en la cabeza que no les du elen y que no se p ueden curar con asp irinas. Hay males tan interiores, tan esp eciales, que en la may oría de las ocasiones ese ser humano es ajeno a su enfermedad” 810 811 812 812 . Id., El tiempo del olvido, cit., p. 110. Id., El niño que…, cit., p. 105. Id., p. 12. 332 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) La cita anterior v iene a co lación p orque dicha obra relata el maltrato físico y psicológico que recib e un niño p or p arte de su p adre, un demente que la sociedad arrin cona pero al que no ay uda a resolver sus p roblemas. Es un ser marginal en su más amp lio sentido, no está dado de alta en la Seguridad Social, no consta en n in gún lugar su existencia, vive en un a chabola aislad a con su hijo, al que educa como mejor sabe hacerlo una p ersona de su cap acidad mental, gritándole p ara que coma y encerrándolo en su casa con un juego electrónico qu e recrea una realidad virtual. El p siquiatra y su ay udante se extrañan de las reacciones tan esp eciales del niño, pues toca las cosas cerciorándose d e que tienen tres dimensiones, se defiende d isp arando con las manos si siente que alguien se acerca, observa atentamente, apenas mueve el cuerp o, pronuncia p alabras incon exas, co me cuando le gritan, y si le p reguntan p or su padre, siemp re señala hacia arriba. Y cuando el méd ico le entrega su único juguete, comprende la actitud del muchacho : “Juan se abalanzó sobre el casco con las manos extendidas, los ojos como platos, una exp resión de absoluta demencia [...] se lo llevó a la cab eza, se lo encasquetó en ella, lo con ectó, introdujo sus dedos en las dos guanteletas de metal y, al instante, como p or arte de magia todo cesó. 813 De nuevo en su mundo” . Juan no sufrió daño físico, ni mutilaciones..., pero sí está desnutrido y sufre un claro daño p síquico de p rimer orden, p ues no sabe qué es el amor ni el afecto materno. Este personaje es una muestra exagerada d e lo que p uede suceder si los niños son imbuidos en un mundo virtual sin referentes p recisos que le hagan comprender la realidad social en la que han de desenvo lverse. Si el caso anterior es de una crud eza enorme, el trastorno p síquico p adecido p or Juan M anuel, en Retrato de un adolescente manchado, lo es may or aún. Esta novela relata 813 Id., p. 100. 333 José R. Co rtés Criado la insatisfacción de un joven qu e se siente d esp lazado en su hogar desde la llegada de su hermano p equeño, y surge en él un sentimiento de odio sin límites hacia el ben jamín de la casa al saber que no es hijo natural d e sus p adres, un sentimiento que conllevará dramáticas consecuencias. Es el hermano may or, serio, resp onsable, trabajador, que se siente relegado en el corazón de su progenitora, p ues se cree en la necesidad de ser quien reciba las may ores atenciones maternas, hasta que un día su av ersión lo llev a a asesinar a su madre y culp ar de ello a su hermano. Tanto el daño físico como p síquico están patentes en La memoria de los seres perdidos. Esta memoria no es otra que la información almacen ada en el Banco Nacional de Datos Genéticos de Argentina, creado en 1987, donde todas las familias con desaparecidos donan san gre p ara obtener su ADN y así cualquier joven p uede acudir a co mp robar si tiene parentesco con alguno de los desap arecidos. Es la única p osibilid ad que les queda a numerosas p ersonas de conocer su verdadera identidad. Esta novela, La memoria de los seres perdidos, refleja una de las may ores torturas psicológicas que se p ueda infrin gir a un ser humano: p rivarlo de su identidad como persona, unido a la desesp eración de familias enteras que desconocen el destino de sus seres queridos y de sus descendientes, esos treinta mil a los que eufemísticamente se ha dado en denominar “desap arecidos”. La obra citada es una de las más meditadas del autor. Para escribir esta historia, cubrió las p aredes de su d espacho con las foto grafías de las p ersonas desap arecidas, sintiendo sobre él la mirada y la fu erza de todos los que no p odían romp er sus silencios porque “cada historia es un grito, y los vivos hacemos que esos gritos no mueran en 814 silencio ” 814 . Id., La memoria de los…, cit., p. 144. 334 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Sierra i Fabra emp ezó a recopilar información sobre el tema a mitad de los años ochenta y no quiso escribir hasta finales de los noventa p ara que su p rotagonista alcanzase la madurez suficiente y así p oder asimilar un camb io de identidad y conocer la verdad: “Tu padre hizo algo más que adop tarte, Estela. M ató a tu madre y te robó tu identidad. Él era el milico que la estuvo interrogando y torturando a lo largo de aqu ellos dos meses” 815. Actualmente, algunos hijos d e d esaparecidos se niegan a asumir su v erdadera identidad a p esar de la evid encia de las pruebas, otros alegan que “aunque sep amos nuestros nombres y los de nuestros p adres, la identidad es una cuestión esencial p ara 816 nosotros. Nos robaron nuestra historia y estamos juntos p ara intentar reconstruirla” . Un caso muy conocido de recup eración de la verdadera identidad es el encuentro por p arte del p oeta argentino Juan Gelman de su nieta en Uruguay , veintitrés años desp ués de su nacimiento. Su hijo y su nuera fueron secu estrados en 1976. Los restos mortales de él fueron encontrados en 1990, ella sigue “desap arecid a”. En la trilogía El tiempo del exilio en contramos una rama de la familia esp añola que hubo de exiliarse a M éxico tras la guerra civil esp añola, establecida en Argentina. En su seno sufren el zarp azo de la barb arie. Uno de sus miembros fue v íctima de los d esmanes acaecidos bajo la dictadura militar, qued ando reflejado en El tiempo d el exilio III. Los años rojos. Se trata de la desap arición de una esp añola que estaba emb arazada y de la su marido; nunca se sup o de ellos: en grosaron las listas de los treinta mil desap arecidos. La hija de ambos es encontrada, gracias a la persistencia de su abu ela materna, en Barcelona. La señora may or, en p rincip io una auténtica desconocida, le desvela su verdadera identidad y le exp lica: “¿Sabes qué edad tengo? -susp iró Natalia. Y continuó sin esp erar una respuesta que no llegó-. Setenta y uno. Y llevo diecisiete buscándote” 817 , dando así p or cerrado el p aréntesis de dolor y búsqueda. 815 816 817 Id., p. 81. Id., p. 133. Id., El tiempo del exilio III. Los años rojos, B., Planeta, 2002, pp. 326-327. 335 José R. Co rtés Criado Este mismo tema es tratado en El p eso del silencio. En p alabras de Sierra i Fabra, “un p residente, un cantante y un escritor resumen la tragedia de aquel Ch ile violentado p or las armas” 818 , y recurre a la ironía del general golp ista p ara describir la friald ad con la que el p oder imp uesto se refiere al dolor y la desesp eración de las personas que reclaman conocer el d estino de sus familiares y amigos al escribir: “Cuando a Pinochet se le hablaba de desaparecidos sonreía y decía que si h abían desaparecido era p orque estaban hartos de sus viejas y se habían ido de casa” 819. Cualquier maltrato, tanto mental como físico, es inhu mano p orque cercena una p arte de la vida o de la salud de las personas y como tal debe considerarse la esclav itud, p orque el hombre o la mu jer que la sufre carece de todas y cada un a de las prerrogativas de las que disp onemos p ara disfrutar nuestras vidas. La piel d e la memoria, co mo se advirtió anteriormente, se o cup a de la esclavitud d e un niño negro que es vendido p or su p adre, tras un largo período de sequía, p ara p oder consegu ir algún din ero que le ay udase a sobrevivir junto a sus otros hijos. Esta historia se ocup a de sus vicisitudes durante años, de los diferentes amos qu e cono ce, de sus escap adas y reclusiones, de la ay uda que recibe y de como salvó su vida antes de ser arrojado al mar por unos negreros que hu ían de la justicia internacional, hasta convertirse en defensor de los derechos humanos cuando alcanza el estado adulto. Paralelamente a su esclav itud, el p ersonaje cu enta casos de p alizas p rop inadas a niños, asunto de una atrocidad tal que no debería p roducirse jamás según el joven protagonista; “En una calle, una mujer azotaba a una niñ a p equeña, de unos cinco años, con una vara muy flexib le. La n iña llorab a y se debatía entre llantos, mientras la mu jer imp lacable, descargaba su ira sobre su trasero. [...] Me p regunté qué habíamos hecho los 820 niños p ara que todo el mundo nos odiase tanto” 818 819 820 Id., El peso del silencio, B., Bronce, 2002, p. 29. Id., p. 45. Id., p. 126. 336 . El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) También refiere el ab andono junto a una estación d e ferrocarril d e aqu ellos n iños que p or ser demasiado p equeños no los quiere comprar nin gún traficante al intermediario entre éste y la familia de origen. Allí se unen a otros que “vestían harap os o iban d esnudos, estaban delgados y en sus caras no había nada que recordase qu e eran niños. Sólo dolor y odio” 821. Y del dolor interior o dolor invisible se informa también en La piel de la memoria cuando el p rotagonista recuerda: “M e sentí tan solo, de p ronto, que temí que mi mente se volviera del revés como le h abía sucedido al viejo Ngoro, al que todos reverenciaban como santo p orque vivía en el lado oculto de su cerebro” 822 , o al relatarle su co mp añero de infortunio las atrocidades que cometió en Sierra Leona: Cuando coges a uno, le rom pes los huesos m ientras chilla, y ves el m iedo en sus ojos. Cuanto más m iedo tiene él, m ás fuerte eres tú. El Morabito de mi pueblo m e dijo una vez que somos la suma de los m iedos de los demás, y que nuestro valor es la suma de todas las energías que les quitamos. Por esa razón yo soy grande. Me llam an Big Ngu823 . Otro p ersonaje de la nov ela El tiempo del exilio I. Los años oscuros, Teresa, también siente ese dolor invisible cu ando viaja en el barco Sina ia hacia M éxico durante la primavera de 1939, y se refiere a él como “el dolor del alma y del corazón, de la mente y de 824 los sentimientos” , y es el qu e siente al abandonar Esp aña tras sufrir las consecu encias de la derrota de sus ideales y la muerte de algunos de sus seres queridos durante la guerra civ il esp añola. También este mal afecta a su h ijo Ismael, quien no lo gra conciliar el sueño en muchos años p orque siemp re le asalta la p esadilla que ha sido su vida, sobre todo durante su existencia en la Aleman ia nazi y el odio acumulado contra su antiguo sargento en Esp aña por haberlo traicionado a él y a sus comp añeros de reclusión. 821 822 823 824 Id., p. 40. Id., p. 22. Id., p. 154. Id., El tiempo del exilio I. Los años oscuros, B., Planeta, 2002, p. 51. 337 José R. Co rtés Criado Este militar delató a los seis soldados que le confiaron su p lan de fu ga del camp o de concentración nazi. El sargento salvó su vida, p ero no así cinco d e los evasores, que fueron acribillados; también permaneció con vida el más jov en de todos, al que conmutaron la muerte por la in grata labor de enterrador, tal como relata en la novela titulada El tiempo d el exilio II. Los años de la espera: “A mí me tocó enterrarlos, y sobrevivir. Sup ongo que 825 pensaron que moriría igualmente, con el tiempo, p ero mi odio me ayudó a vencerlos” ,y manifiesta sus deseos de volver a Esp aña para vengar el asesinato de sus co mpañeros. Nunca llevó un a vida tranquila desp ués de una juventud tan atroz. Difícilmente p uede una p ersona llevar una vida normal cu ando desde muy joven se ha visto envuelto en la barb arie y en la sinrazón de la guerra, como le o curre a Ismael Puig, que fue combatiente en la guerra civil esp añola, interno en el camp o de refu giados de Argelès una vez que logró atravesar la frontera española, miembro de la Comp agnie de Travailleurs Étran gers, recluso en M authausen y exiliado en México. Igualmente se podría catalo gar d e daño p sicológico el que p adece Jorge, n iño protagonista del relato Cambio de cerebro, publicado en la obra colectiva que lleva p or título Dedos en la nuca. Este joven cito no p uede dormir p orque cuando lo hace, cientos, miles de p equeños hombres que habitan en su cabeza lo despojan de sus sueños y recorren todos los órganos de su cuerpo obligándolo a permanecer en vela hasta que acude a la consulta de un médico exp erto en hip nosis y los hombrecillos desalo jan su cerebro. Al día sigu iente de hab er acudido a la consulta p siquiátrica el p equeño se desp ertó tras un largo sueño, p or p rimera v ez p udo dormir tras numerosas noches d e v igilia, y se preguntó dónde estarían los b aitianos, sus horrip ilantes huéspedes, mientras “el doctor Puig entró en el cuarto de baño tambaleándose. […]Era él, p ero ap enas se reconocía. Ojos 826 vidriosos, el horror p intado en ellos, la convulsión y el miedo. Y era sólo una no che” 825 826 Id., El tiempo del exilio II. Los años de la espera, B., Planeta, 2003, p. 37. 2 Id., Dedos en la nuca, M., SM, 1999 , pp. 235-236. 338 . El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Este relato aúna el daño p sicoló gico que puede sufrir una p ersona incap az de conciliar el sueño y el desasosiego que crea en el lector el hecho de comp robar que los endemoniados hombrecillos han camb iado de cerebro gracias a la h ipnosis. 4.5.2.8.- EL COMPROMISO CON LA AUTOES TIMA, LA AMIS TAD Y LA SOLEDAD. A Jordi Sierra i Fabra le p reocup a la verdad era amistad que mejora la autoestima d e las p ersonas, favorece nuestro equilibrio emo cional y prima el p oder gozar de la consideración social, p or lo que este asunto está p resente en numerosos obras, unas veces mostrando su lado más favorable y desinteresado; otras, su antagonismo, palp able en una frialdad ante los sentimientos y un man ifiesto interés material en determinadas actitudes, algunas veces no exentas de maldad. El mundillo de la música que refleja Sierra i Fabra en sus libros no es únicamente un esp acio donde imp ere la amistad. Así, en La balada de Siglo XXI, el narrador recu erda que las estrellas tienen amigos cuando triunfan. “Nadie está a tu lado en el momento de la caída” 827 , y que los productores están más p reocupados del triunfo comercial que el bienestar de los músicos, como lo confirma el narrador al decir que la labor del p roductor 828 es “crear un éxito, p ero no fabricar p ersonas” . Otro p ersonaje, p rotagonista de la h istoria titulada Benezén el pescador, se creía sobradamente rico y apreciado p or sus múltiples amigos, sin p ercatarse de que “comp ró su 829 amistad, p ero no su resp eto” . M ientras disp uso de la reserva de p erlas dejadas p or su 827 828 829 Id., La balada de…, cit., p. 34. Id., p. 56. Id., Benezén el pescador…, cit., p. 76. 339 José R. Co rtés Criado padre se sintió admirado p or sus numerosos conocidos, hasta que la riqueza d esap areció. “El tiempo había terminado p or atrap arlo. El tiemp o vence siemp re” 830 . La codicia y el ap arentar p oseer mayor riqueza que la disp onible trajo consigo ráp idamente la prodigalidad, ante la cual la cohorte de aduladores aumentó alrededor de Benezén con la misma rap idez que se esfumó cuando la ap arente fortuna mermó, quedándole ún icamente tiemp o p ara comp render la valía de las p ersonas. En Nunca seremos estrellas del rock, Ventura, el p ersonaje p rincip al, insiste paranoicamente en la idealización de los años 60, en los malditos del rock, en el mensaje típ ico de vivir a top e y morir joven p ara ser un cadáver hermoso, que no es otra cosa que frustración y amargura de quien se siente solo y sin ataduras a nada ni a nadie. Por eso el protagonista, enfermizamente influenciado por su padre, asp ira a cambiar su forma de pensar, quiere vivir su p rop ia vida, no continuar la de su p rogenitor, y busca ay uda desesp eradamente p ero no la h alla; termina asesinando a su p adre. “No quiero estar 831 solo” . Éste es su grito reiterado de manera desesp erada a lo largo del relato. Se siente desorientado desde que comp rendió que el desprecio y la actitud de sup erioridad de su p adre no son sino ind icativos de debilidad, y lo invoca durante su huid a: “Por p rimera vez te estoy gritando que te necesito” 832 . En ese intento de huida de sí mismo hacia ninguna parte también se cerciora de su vacío emocion al, se siente co mo si le hub iesen robado su vida. “Somos la generación Sin Nombre, nietos de los idealistas de los 60, e hijos de los materialistas de los 80. Es como 833 ser un híbrido de Peter Pan y Madonna” . El p ersonaje alcanza tal grado d e desesp eración y se encuentra tan p erdido en un a sociedad en la que no se siente integrado que no sabe a quién acudir en busca de ayuda, p or 830 831 832 833 Id., p. 85. Id., Nunca seremos estrellas…, cit., p. 106. Id., p. 125. Id., p. 139. 340 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) lo que invoca a su ídolo Kurt Cobain, también fallecido, p ara pedirle consejo. “¿Qué 834 quieres que haga y o?” Demostrando una falta de sensatez necesaria p ara afrontar los problemas de madurez que con llev a el tránsito del mundo infantil al adulto. Ventura está solo y teme el futuro, p or lo que busca ayuda en el p asado, en personas fallecidas y en viven cias qu e le son ajen as, sin comp render que él d ebe tomar las riend as de su vida y llenarla con sus recuerdos e ilusiones, p ara así mo ldear su personalidad además de olvidarse d e su p adre, como le reco miend a una chica que limp ia los p arabrisas de los coches que p aran en los semáforos, al co mp robar que el joven sólo relata las exp erien cias de su ascendiente y ninguna suy a. Ella es categórica cu ando le manifiesta: “Y desde luego estás solo -convino ella-. El tío más solo del mundo” 835 . Como colofón a su desesp eración, Ventura asume que “nunca tienes lo que deseas, 836 sino lo que no consigues ev itar” , y se dirige al lector en estos términos: ¿Quién dijo que había que matar al padre para ser libres? Yo lo he hecho, ¡joder, lo he hecho! y no soy libre. No me siento libre. No m e siento nada. Aunque un buen abogado quizá m e utilice com o símbolo. ¡Un símbolo! ¿De qué? ¡Mierda con los 90, y qué coñazo fueron los ochenta que los prepararon, y los 70 de la crisis, y los 60 de los sueños, y los 50 de la posguerra! Si no fuera por el rock... Por el rock y las buenas películas837 . Sus últimas p alabras llevan un hálito de esp eranza, ha asesinado a su p adre, carece de p ersonalidad p rop ia, se siente margin ado por la sociedad y sin futuro, pero le queda el rock y las buenas p elículas p ara iniciar una nu eva and adura p or la vida. Otro joven p erdido en este mundo es Mario, protagonista de Seis historias en torno a Mario. Ni él mismo sab e lo que quiere aparte de drogarse; siemp re necesitó amor, y cuando se lo d ieron lo rechazó. Estaba tan acostumbrado a esco ger cuanto quisiera en cada momento que no sop esó la trascendencia del cariño ofrecido p or su p areja hasta que la 834 835 836 837 Id., p. 139. Id., p. 51. Id., p. 106. Id., p. 148. 341 José R. Co rtés Criado perdió. Ese fue el último cabo que lo sujetaba al noray de la vida. Desde la ruptura con su novia Carmen se hizo más adicto a la cocaína y fue consciente de una cosa trascend ental: “nunca como hasta en ese mo mento se ha sentido más solo” 838 . Fernando, p ersonaje en Retrato de un adolescente manchado no ap arenta tener dieciséis años, sino dos o tres años más y muestra unos ojos asustados, según el narrador. Su vida no ha sido afortunada; siendo niño quedó hu érfano d e p adre y su hermano may or le desveló, justo cuando más falta le hacía la figura paterna, que era un hijo adop tado. La adolescencia la sobrellev aba entre litronas y porros hasta que fue acusado del asesinato de su madre. Él no lo había cometido p ero las circunstancias y su hermano lo incriminab an, co mo se anotó anteriormente, p or lo que p erdió todas las ilusiones ante este cambio brusco en su vida. El abo gado qu e le ofreció ay uda observó qu e tenía “ojos de quien mira sin ver, 839 sabiendo que no h ay nada al otro lado. Los ojos d e quien ap enas gu arda un a esp eranza” . Al final de la obra su defensor le brindará la op ortunidad de cambiar, terminarán las mentiras urdidas hasta entonces, y renacerá una esp eranza que acabará con la soledad y el desamp aro. No existe otro remedio p ara mejorar la autoestima que ser resp onsable de los actos que cada uno lleva a cabo, y no hay nada mejor p ara cualquier p ersona que ser honesta consigo mismo, como le gusta exp oner Sierra i Fabra en los encu entros que mantiene con sus lectores. Esa máxima suele p onerla en bo ca d e algunos de sus p ersonajes o en las reflexiones del narrador de sus obras. De integridad y honestidad con uno mismo se ocup a en Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas. Este largo título de uno de sus libros p arece un galimatías y le sirve de base p ara justificar el valor que tiene el p undonor, p orque según Sierra i Fabra, “un hombre con un tenedor en una tierra de sopas bebe y come con las manos, p orque el 838 839 Id., Seis historias en..., cit., p. 153. Id., Retrato de un…, cit., p. 41. 342 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) tenedor no va a servirle p ara nad a, ni va a servirle jamás. Y esas manos son todo lo que tiene, de la misma forma que el ser humano en la vid a sólo tiene su honestidad p ara vivirla. Hay muchas tierras llenas de sop as, cargad as de olores, reclamándote con cantos de sirenas, op ortunidades, éxito, lujos... pero la única cuchara para apurar la existencia está en uno mismo. Manos y corazón”840. El dolor ante la p érdida de un ser querido marca un p eríodo de soledad p ara cualquier p ersona, como le ocurre a Víctor Jara cu ando recibe la noticia de qu e su madre ha muerto. No p uede dar crédito a lo que sus oídos cap tan, como suele ocurrirnos a todos cuando escu chamos una noticia tan imp actante referid a a uno de nuestros seres más queridos. Él, que estaba muy unido a su madre, una cantora que supo enraizar el amor p or la música p op ular chilena en su hijo y darle sentido a su existencia, haciéndo le ver que las cosas imp ortantes son la honrad ez, la justicia, el amor, la alegría, acab a de fallecer y no termina de acep tarlo. Su amargura es grande cuando percib e su soledad, se siente huérfano y así lo refiere el narrador. “Las p alabras p enetraron desp acio en su mente. Una a una. Carecían de música. Eran una p rosa abstracta y sin forma. Y sin embargo, su dimensión era infin ita. Abría un abismo en su corazón, en su alma. El ab ismo sin fin del que ya nadie regresa qu e se abre al morir un p adre o una madre, p orque te deja allí, p erdido y solo, enfrentado al nuevo 841 futuro” . Igual de solo se siente el p ersonaje clave d e El oro de los dioses. Orio l M asferrer se lamentó toda su vida p or haber p erdido la carrera de sus sueños en las olimp iadas celebradas en Munich. Su soledad se acentuó cu ando vio la foto de la llegada a meta d e los corredores, en ella el ganador Manfred Kohler, refleja en su cara la satisfacción de saberse triunfador antes de conocer el veredicto de los jueces, “con el rostro surcado p or la última tensión y la p rimera alegría, una mezcla de dolor y pasión, de vida y éxtasis, con los ojos 842 apuntando a lo alto y el cuerp o al límite cuando la en ergía d evien e en relajamiento” . 840 841 842 Id., Un hombre con…, cit., p. 167. Id., Víctor Jara…, cit., pp. 30-31. Id., El oro de los…, cit., p. 28. 343 José R. Co rtés Criado La cara del corredor esp añol refleja el fracaso antes de tiemp o, sabía que había perdido la p rueba antes de fin alizarla. “El rostro también surcado por la cerrad a descarga del esfuerzo final, p ero con el do lor acentuado, la muerte de un sueño en contraste con la vida y la certeza de la d errota en sus ojos, mirando al vencedor con el sabor del fracaso” 843. El efecto contrario se p rodujo en el ánimo de Salvador, uno de los protagonistas en Los espejos de la noche al recordar que su vida adqu irió sentido en un a de las revueltas estudiantiles, y que nunca vo lverá sentir otro momento tan trascendental p ara su ego, como él mismo evoca: Fue m i mom ento de gloria, de borrachera personal [...] Si pudiera volver a sentir una vez aquella adrenalina, m ientras gritaba las consignas con m is com pañeros, m ientras subíamos la escalera de la universidad como un turba enloquecida pero fuerte, m ientras echábamos el m aldito busto de Franco por la ventana, mientras quitábamos la bandera nacional y poníamos la roja con la hoz y el m artillo... Aquel día yo era el Che, y Fidel, y Kubala, y Kennedy, y Dylan, y Lennon, y todos los dioses de mi juventud844 . La autoestima de Chelsea la niña con el síndrome d e M oebius no puede estar más minada cuando tres comp añeros del colegio la cogen y con los dedos le mueven la comisura d e los labios p ara que ría, mientras le esp etan expresiones co mo las siguientes: “Deberías trabajar en un circo” 845 . “¡Vamos, pequeña estúp ida! ¿Qué te p asa? ¡Ríete!” “Tiene una cara que invita a darle bofetadas, ¿verdad?” 846 ,o 847 Su sufrimiento es may or si cabe p orque ella es consciente d e que su p roblema no es cerebral, sino que carece de un p equeño músculo facial que le imp ide reír, como se reflejó más arriba, p or eso “No p odía entender su carencia, p ero menos entendía la cru eldad y la estup idez humana” 848 , aunque asume que “nadie quiere a una n iña que no se ríe” reír es la forma que tenemos los seres humanos de dar gracias a la v ida. 843 844 845 846 847 848 Id., p. 28. Id., Los espejos de…, cit., p. 66. Id., La niña que…, cit., p. 32. Id., p. 33. Id., p. 34. Id., p. 34. 344 849 , p orque El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) El p rofesor que agredió a un alumno en Las Furias perdió toda su autoestima, sabe que y a no volverán a desarrollarse las clases con la normalid ad habitual, y que no será la misma persona ni p odrá ejercer su labor docente, p or lo que decide abandonar la docencia, no se siente maestro tras abofetear a un adolescente, p iensa que d ebe dedicarse a otro menester, p orque no ha sabido contenerse y porque el resp eto a la persona es fundamental en el p roceso de enseñanza-ap rendizaje. Y cu ando intentan an imarlo diciéndo le qu e los alumnos lo esp eran, él co mp rende el porqué lo dicen sus comp añeros p ero es consciente de que “Nadie me esp era -dijo con amarga resignación el profesor- Ellos van y vienen, entran, estudian, crecen y se van. Y nosotros p asamos igual, p ero envejeciendo” 850. La p rofesora del centro, y a referid a en otro ap artado, sufrió tales vejacion es p or parte de dos alumnos del instituto que la tienen sumida en una eterna dep resión sin ganas de enfrentarse a la vid a, p ero cierto día en que dos antiguos alumnos fueron a visitarla, rev ivió su p esadilla y se atrevió a relatar lo suced ido. A pesar de ello no consiguió elevar su autoestima ni sup erar las barreras invisib les que le impiden realizar sus quehaceres cotidianos con normalidad. May or p roblema de autoestima p adece el cabecilla de la revuelta organizada en el instituto contra el p rofesor, como aclara un a p eriodista ante las cámaras: E. C. M., el adolescente responsable e inductor de esta historia, no es m ás que un producto de la violencia latente en una sociedad que, más que probablem ente lo convirtió también a él en víctim a tanto como en agresor. A fin de cuentas, la historia se resum e en dos palabras; venganza e intolerancia851 . Producto de esa intolerancia y de la falta de resp eto hacia los demás es el alu mno conflictivo qu e ocu lta su p asado tras la careta de la intransigen cia mientras busca sólo 849 850 851 Id., p. 59. Id., Las Furias, cit., pp. 201-202. Id., p. 195. 345 José R. Co rtés Criado protagonismo y p ublicidad con el conflicto organizado en el instituto. Cuando las intenciones del cabecilla de la revu elta son conocid as su actitud cambia. Jadeaba. Y en sus ojos todos vieron algo nuevo y desconocido. Miedo. [...] Podían respirarlo, verlo, tocarlo. Era un m iedo profundo, denso, un m iedo real que afloraba in cesantem ente. Un m iedo sin m áscaras852. Otro de los p ersonajes de esta novela, un alumno d el instituto, reflexiona sobre el comp ortamiento violento de alguno de sus comp añeros que al no saber cómo saciar sus necesidades afectivas recurren a la v iolen cia: “La mayoría forma p arte de tribus urbanas, de grup os y clanes, y busca entre los amigos o las amigas el calor que no tiene en casa o que cree qu e le falta a su vida. En mi caso es justo lo contrario: yo no quiero p ertenecer a n ada, ni diluirme en un todo que me quite mi p ersonalidad. Soy un individualista, y me gusta serlo” 853 . Un último p roblema a lo largo de este relato lo ap orta la p eriodista, que educad a en otro ambiente y viviendo en otro lugar bien distinto, arrostra el suicidio de su hermano, joven de catorce años, tímido, gago, que no sop ortó los abusos de sus comp añeros y se suicidó. Era tartamudo. En su colegio y desde pequeño, todos se reían de él, y los m ayores le golpeaban a diario. A los catorce años el fu turo parece m uy lejano. Sólo cuenta el presente. Un día ya no pudo más, tiró la toalla. Estaba cansado y no tuvo a nadie, ni creía en nada. Así que lo hizo, se rindió, sin fuerzas para luchar, y m urió por eso m ismo, por nada. Murió porque un Ezequiel Castro de turno y otros Ezequieles Castro la tomaron con él, cruel, despiadada y sistem áticamente. Por eso quiero contar yo la verdad de lo que ha pasado aquí hoy854 . Este acto de crueldad hacia un alumno d istinto no es nuevo en la socied ad dond e vivimos, y recuerda tristísimos hechos sucedidos en diferentes centros educativos de nuestro país, siendo el más extremo el caso de alumno d e catorce años, Jokin que se suicidó 852 853 854 Id., p. 197. Id., p. 127. Id., p. 182. 346 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) el 21 de sep tiembre de 2004 en Hondarrib ia (Guip úzcoa), desp ués de p adecer durante un año el maltrato físico y psicológico de sus comp añeros. De la importancia del hecho y de lo extendido que está el maltrato entre iguales en los centros educativos deja constancia esta nota encontrada junto a las velas d ep ositadas en el lu gar d el suicidio del jov en vasco según informa el diario El Mundo: “Jokin, no te conocía pero y o también he p asado p or lo mismo. Mi dolor sigue ocu lto, el tuy o y a no y 855 servirá para hacer cambiar las cosas. Ahora descansa en p az. Un beso” . A veces la crueldad de algunos niños molesta a otros, en el relato Sieteco lores una niña siente el desp recio de sus comp añeros el p rimer día de clase por ser diferente. Esta historia transcurre en el p aís del Arco Iris dond e existen siete tip os de habitantes diferentes en cuanto al color de su p iel, así existen rojos, naranjas, amarillos, verdes, azules, añiles y violetas y todos conviven en armon ía. La convivencia entre ellos se altera el día qu e nació una niña con los siete co lores del Arco Iris en su cuerp o. Al p rincip io fue una sorp resa y una alegría, p ero p ronto comp rendió la pequeña lo difícil que resulta convivir con los demás siendo diferente. Para evitar las burlas se cubrió de cen izas porque pensó que era la mejor manera de dejar de ser el blanco de las p uy as de los otros. “Nadie mira algo gris, el co lor de la indiferencia” 856 . “Era gris. Nadie se metía y a con ella. Era gris. Exactamente igu al qu e si no existiese. Entonces, p or p rimera vez, p ensó en algo más. Y muy desconcertante. -¿Qué es p eor, que no te acep ten y se burlen de ti o la indiferencia?” 857 Esa reflexión condujo a la niñ a hacia otra: si nad ie rep araba en ella era lo mis mo que si no existiese, y eso no p udo resistirlo. Acabó comp rendiendo que debía mostrarse tal cual era y p ersuadir a los demás de que ser distinta no es malo y aceptar las p alabras de su 855 856 857 http://www.el-mundo.es/cronica/2004/468/1096881793.html (01/ 03/ 06) SIERRA I FABRA, Jordi: Sietecolores, Santiago de Chile, Arrayán, Infantil y Juvenil, 2001, p. 61. Id., p. 62. 347 José R. Co rtés Criado madre cuando intenta hacerle co mp render que no existe ningún p roblema con su colorido: 858 “No, cariño. Eres normal como cu alquier otra, aunque tu p iel sea distinta” . La madre le aclara los motivos p or los que algunos de sus comp añeros la discriminan: “Eso es falta d e cultura, hija. Sólo ap rendiendo, ley endo, es como se descubre lo más simp le: que todos somos iguales. Únicamente de la ignorancia p ueden salir ideas tan absurdas como que alguien p ueda ser esp ecial. Lo bonito es que todos somos iguales en el fondo, p ero diferentes uno a uno. Eso hace qu e la vida y las personas sean fascinantes” 859 ,y como dice la p rotagonista de El soldado y la niña: “La ignoran cia nunca es mejor que la verdad” 860 . Finaliza la historia con una reflexión de la p rotagonista: “Así p ues, un día, mi primer día de escuela, hice algo esp antoso, lo único que jamás debe hacer un ser humano, porque es atentar contra sí mismo: me convertí en una p ersona gris. Tan gris que ni mis padres me reconocieron. Esta es la historia de aquella niñ a” 861 . Este cuento infantil refleja el maltrato p sicológico a que es sometida una alumna el primer día d e clase p or ser diferente al resto, y aunque tiene un final feliz y los sucesos son de escasa trascend encia en la vid a del personaje, no deja de ser una señ al de aviso que sirve para hacer reflexion ar a los más p equeños sobre el valor de la amistad y sobre la imp ortancia que tiene el hecho de aceptarnos como somos. Cabello blanco en cabeza peluda refiere la v ida d el p rotagonista, la primera cana d e un señor que surge en un a cabeza humana formada por cabellos oscuros, siendo discriminada p or ser distinta y p orque ninguno de los demás cab ellos qu iere verse reflejado en el cabello blanco, ni desea tener trato con un extraño y , al igual que Sietecolores, añoró 858 859 860 861 Id., p. 27. Id., p. 74. Id., El soldado y…, cit., p. 50. Id., Sietecolores¸ cit., p.106 348 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) con todas sus ganas dejar de ser él mismo y ser un calco de sus semejantes, “el cabello 862 blanco un día llegó a desear ser negro co mo los demás p ara no sentirse despreciado” . Cuando el ser humano sup ere el miedo ante una p ersona extraña o distinta y acepte a todo hombre o mu jer como lo que son, -seres a imagen y semejanza nuestra-, la humanidad h abrá p rogresado enormemente en conv ivencia y solidaridad. 4.5.2.9.- EL COMPROMIS O CON LOS S ENTIMIENTOS DE RABIA ANTE LA VID A. Esp eranza, un p ersonaje de Malas tierras se siente frustrada al creerse una mujer y ser realmente una niñ a de quince años que se rebela contra la inseguridad provocada p or la adolescencia. “Esp eranza estaba sujeta a la tiranía inmisirecord e de su edad. Demasiada mujer atrap ada en aquel cuerp o de niña qu e se abría a la v ida, y demasiada n iña para que sus p adres confiaran en ella como mujer. Tierra d e nad ie. La mald ita adolescencia era esp antosa […] aunque sus p adres se emp eñaran en decirle que un día la record aría como lo mejor de su vid a” 863 . Enfrentarse a la vida no es tarea fácil, n i todas las p ersonas saben hacerlo; algunos piensan que la máxima horaciana, carpe diem, es h acer lo que les p lazca en cada momento sin sop esar las consecuencias de sus actos, y para otros “el estado natural del ser humano es la felicidad” 864 , como escrib e Sierra i Fabra. Joma, p rotagonista en La estrella de la mañana, alcanza la felicidad cu ando sup era todas las condicion es que el p adre de su novia le p one p ara ser digno co mp añero de ella. Su autoestima ha aumentado al sentir que goza de una buen a consideración social. “Ahora he 862 863 864 Id., Cabello blanco en cabeza peluda, M., Bruño, 1998, p. 118. Id., Malas tierras, cit., p. 22. Id., La estrella de…, cit., p. 101. 349 José R. Co rtés Criado gan ado mi p equeña guerra p ersonal, con madurez, con voluntad y firmeza, y tengo un trabajo y una base que comp artir. Como p uedes imaginarte, no h a sido fácil, p ero comen cé por estudiar, p or dejarme las p estañas, los riñones, el corazón y las uñas dibujo a dibu jo” 865 . Ahora es cap az de enfrentarse a las vicisitudes diarias y a su futuro p ersonal sin temor al fracaso y sin miedo a iniciar una nuev a vida; ha asumido un comp romiso y ha hecho frente a las adversid ades que la sociedad le imp uso y ha superado todas las trabas que halló en su camino. Pocos adolescentes atraviesan la adolescencia sin sufrir muchos traumas, y es que sup erar esta etap a evolutiva no es tarea trivial, como confirma la p rotagonista de Rabia cuando dice: Y m e siento sola, rabiosa, encendida. ¿Qué me está pasando, eh? ¿QUÉ ESTÁ PASANDO? Mierda de adolescencia, tú866 . Para ella “se trata de vivir, y de soñar, y del derecho que tengo a equivocarme, y de que nadie, nadie, p uede matar la esperanza de que mis anhelos se hagan realidad. No persigo la luna. Quiero sentirla” 867 . Además le gusta ser diferente, verse diferente, sentirse diferente. No quiere que la anulen, ni formar p arte de la masa: “Quiero ser y o, p orque y o soy todo lo que tengo. He de vivir conmigo misma toda la vida” 868. La joven p rotagonista refiere sus sentimientos en la siguiente reflexión: “El ser humano se alimenta de lo qu e sueña, lo que vive, lo qu e esp era, lo que intuye, lo que ve, lo que anhela. Nunca llega a estar lleno, nunca se rinde, nunca renuncia. Sólo la muerte le detiene. Es un animal en tránsito constante, que se renuev a perp etuamente en la ignorancia, candidato clandestino al o lvido y a la búsqueda infru ctuosa de su dimensión. El ser hu mano vive p ara intentar, no p ara consumar, p ara esforzarse en co mp render, no p ara sab er el origen de ese esfuerzo. 865 866 867 868 Id., p. 171. Id., Rabia, cit., p. 11. Id., pp. 23-24. Id., pp. 31-32. 350 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 869 El ser humano se alimenta de esp eranzas” . También sintió rabia Kaop i, el ú ltimo guerrero nazai, cuando co mp robó que los otros guerreros de antigu as tribus como la suy a se sometían a los d ictados del ho mbre blanco. Su compañero de cautiverio, M togo, le contó de qué tribu eran los demás trabajadores del aserradero y cómo fueron dejando de ser guerreros p ara convertirse en sup ervivientes. A modo de ejemp lo le d ijo: “Los untos eran guerreros, muy guerreros. Lucharon contra los p rimeros blancos que llegaron aquí. […] Los blancos les dieron cosas 870 y ellos les d ejaron sus tierras” . Pronto dejaron d e ser cazadores y se transformaron en agricultores hasta que llegó la sequía y les faltó la comid a, desde entonces viv en de la beneficencia del ho mbre blanco. La rabia enfurecía al mismo Kaop i p orque “el hombre b lanco se agiganta a sus ojos, convirtiéndose en el brujo de los brujos, el más p oderoso. Dominaba a Jil (Señor d el Día) y era cap az de encerrarlo en burbu jas de agua endurecida. Construir monstruos de metal a los que hacía trabajar p ara él. Y lo más imp ortante, se servía del negro p ara matar al mundo” 871. T ‘ung-tien, camarero del C lub de la Prensa Extranjera en Pequín, tamb ién siente rabia ante lo que op inan de su país varios p eriodistas y recurre a un cuento titulado Lección de historia y bu en provecho, reco gido en el libro El gran dragón, p ara dar una lección a sus contertulios. Señala a los comensales que han cometido dos equivocaciones, la p rimera qu e China no es como un Gran Dragón dormido, sino qu e es un Gran Dragón y la segunda, que no está dormido, sino desp ierto y vigilante, y comenzó a contar có mo unos señores poderosos de naciones imp ortantes cenaban en Ch ina, y disfrutaban de los cuentos 869 870 871 Id., p. 33. Id., Kaopi, cit., p. 115. Id., p. 101. 351 José R. Co rtés Criado tradicionales del p aís, p ero erraron al reírse de sus anfitriones, y creerse superiores, desconociendo su milenaria historia y olvidando el resp eto que ha de tenerse tanto a los asuntos conocidos como a los desconocidos. El cuento finaliza informando que el Gran Dragón voló del M undo Inmaterial al Mundo Real para cenarse a los rep resentantes europ eos. Este final ofendió a los comensales, salvo al español, pero antes de que p udiesen manifestar su enojo a T'ung-tien, éste se convirtió en estatua de alabastro, “y comp letó su transformación, para dejar de ser por unos instantes un ser vivo, en el momento en el que el Gran Dragón rugió de nuevo y 872 entró p or la ventana” . Algunos p ersonajes ocultan sus frustraciones y sus temores tras una frenética actividad física y tras unas ganas de hablar p or hablar como le sucede a Heli, p ersonaje de Malas tierras, que no cesa de moverse n i de contar anécdotas de su trabajo, n i de fumar, ni de hablar de libertad. Sus nuevos amigos se sorp renden de su vitalidad y desp arp ajo, comp rendiendo Cati que “El afán de libertad de Neli sólo era en el fondo otra forma de escap e, ni mejor n i p eor que la suy a: moverse constantemente p ara no p ararse a pensar, o pensar sin dejar traslucir nada al exterior, p ara p rotegerse con una coraza, p ara ocultar la debilid ad” 873. Estos sentimientos de frustración recop ilados de distintos libros de Sierra i Fabra nos confirman que la rabia, entendida co mo el ansia de sup eración, es la que mueve el mundo, la qu e transmite energía a los hombres y mujeres para llevar a cabo sus sueños e ilusiones. 872 873 Id., El gran dragón, M., Anaya, El duende verde, 1997, p. 131. Id., Malas tierras, cit., p. 94. 352 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 4.5.3.- LOS VALORES SOCIOCULT URALES Los valores socioculturales hacen referencia a una amp lia gama de factores que abarcan la p osesión de los bienes convenientes, la p rosp eridad, la p az, la confraternid ad, el buen gobierno, la igualdad de op ortunidades, la sup eración de las desigu aldad es humanas, la sup resión de la marginación social, la buena convivencia, la solid aridad, la amistad, el resp eto, la cultura p op ular, la p articipación social, el asociacionismo, el voluntariado, el sentido de resp onsabilidad, la cortesía, las tradiciones p op ulares, la familia, la amistad, la educación, la enseñanza, la libertad, la p romoción p ersonal y social, el trabajo, el emp leo, la segurid ad social, etc. Por lo tanto en este ap artado se destacará la imp ortancia d e las relacion es familiares en la vida de las p ersonas, así como el valor de la convivencia p acífica y solidaria frente a situaciones violentas que marginan socialmente a una p arte de la p oblación. 4.5.3.1.- EL COMPROMIS O CON LA FAMILIA. A Sierra i Fabra le p reocup a la familia y p or ello se convierte en un factor muy presente en casi todas sus obras; en algunas, p ara mostrar que la convivencia entre sus miembros es fundamental en el p roceso de madurez p sicológica d e los más p equeños; en otras, p ara retratar las diferen cias insalvab les entre los integrantes de la unid ad familiar y los múltip les conflictos entre ellos. El sentimiento familiar está tan asumido que hasta los seres no humanos desean formar una familia, como les ocurre a la p areja de androides p rotagonistas en Marte XXIII¸ Arkady e Iliana. Él desea tener un h ijo con su p areja, y p ara ello deben d e seguir las normas sociales establecid as: “Una p etición paternidad-maternid ad con junta seguía unos cauces normales, era estudiada p or los correspondientes dep artamentos. Los p ermisos se otorgaban 353 José R. Co rtés Criado desp acio y se regulaban los nacimientos p ara que fueran sincronizados. La esp era oscilaba 874 entre uno y tres años” . Asimismo Zen Es-3-725.903, un vai-3, (ser con vida artificial inteligente), protagonista de Las voces del futuro, tamb ién desea formar una familia con su nov ia qu e es un ser humano, a p esar de que los matrimon ios mixtos están mal considerados socialmente, pero como dice él enco giéndose de ho mbros: “Nos enamoramos” 875. También la institución familiar es consid erada básica para el desarrollo armón ico d e la p ersonalidad en el centro p siquiátrico donde se desarro lla El do lor invisible. Allí intentan que la joven p rotagonista sup ere el trauma que la tiene ensimismada desde que murió toda su familia menos ella en un accidente de tráfico. De la importancia otorgada a la familia hace referencia una anécdota ocurrida en el centro de internamiento cierto día qu e Belén Cuadrado, la enferma que veía ho mbrecillos verdes por todas p artes, tenía sujeta a Elisa Fernández, la p ersona que era maníaca dep resiva y la amenazaba con dego llarla, hasta que medió en el conflicto M ercedes, la joven p rotagonista, consigu iendo que desistiese de ello tras hablarle de sus hijos. La agresora justificab a su actuación debido a su soledad ; era consciente de que sus dos hijas, avergonzadas p or su estado de salud mental, no la visitaban. Mercedes intentó disuadirla d iciéndole: “No imp orta lo que tus hijas hagan p or ti. Imp orta lo que tú hagas p or ellas” 876 , y continuó arguy endo: “Los hijos no saben nada, por eso necesitan a los p adres. 877 Los p adres sí lo saben todo” . De este modo, rememorando vivencias familiares, la enferma agresora distrajo su atención centrada en el cuello de su p resa, dejándola libre. La protagonista consiguió calmar a su comp añera de sanatorio recordándole que tiene una familia a pesar de todo, y 874 875 876 877 Id., Marte XXIII, cit., p. 106. Id., Las voces del…, cit., p. 33. Id., El dolor…, cit., p. 131. Id., p. 132. 354 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) ella, qu e sabe dond e reside la suy a, resp onde que cuando consiga salir del centro lo p rimero que hará será v isitarla: “Ir al cementerio, a ver a mi familia” 878 . En El último verano miwok se refleja el encuentro de un p adre con un hijo tras diez años de sep aración en un momento crucial p ara ambos; p ara el jov en p orque le ayudará a asumir su comp romiso con la vid a y a madurar p sicológicamente; resp ecto al may or p orque se encuentra al final de su existencia y desea escrib ir una gran obra ded icad a a su hijo a modo de testamento. “Fue el último verano de mi padre, de mi adolescencia, d e muchas 879 cosas, razones y emociones” . Pablo Lafarga, escritor de p restigio en Estados Unidos, cuyos libros son grandes éxitos de venta y son llev ados al cine con frecuen cia, renunció a seguir v iviendo en Esp aña junto a su mujer y su hijo p or la literatura. Su esp osa nunca le p erdonó haber tomado esa decisión y su hijo no sup o sop esar lo mu cho que su padre lo quería hasta que convivió con él durante un verano y llegó a valorarlo mejor co mo p ersona que como escritor diez años más tarde de aquel p eríodo de conviv encia que tanto marcó su forma d e ser. La ausen cia d e su p adre y la p resencia intermitente de su madre marcaron la v ida d e John Lennon que nunca disfrutó de una familia y siemp re crey ó que su p adre regresaría a convivir con su madre, a la que se siente muy unido. La muerte accid ental de ella, cuando por fin decide instalarse en Liverp ool con su hijo, sume a John en la desesp eración y la soledad a p esar de la p resencia y el cuidado p erman ente de su tía M imi. En El joven Lennon éste asume que todo en la v ida tien e un precio y se lo dice a su amigo Paul M cCartney que también p erdió a su madre. “¿Y tu madre? Tuvo que morir p ara que te integraras de verdad en el conjunto. […] ¡Los dos hemos p erdido a nuestra madre, 880 maldita sea, y ahora nos toca vivir a nosotros! ¡La vida sigue!” 878 879 880 Id., p. 144. Id., El último verano…, cit., pp. 193-194. Id., El joven Lennon, cit., p. 150. 355 José R. Co rtés Criado Y refuerza sus ideas cuando repite: “Mi madre murió p or algo. [...] Necesito creer que fue así, ¿no lo entiendes? Es p arte de la situación, la clav e. Toda la vida la necesité, y no la tuve. Ahora, sin embargo, se acabó, y a no hay madre, y a no existe. He dejado de necesitar y de dep ender. Sé que ése es el p recio, y yo lo he p agado con creces. ¿Qué otro sentido tendría si no?” 881 Puede ser autobiográfico este argu mento, p ues Sierra i Fabra consideró qu e el p recio para triunfar en la Literatura fue la muerte de su p adre, acaecid a días antes de gan ar su primer premio literario. En John Lennon se constata que John fue abandonado p or su p adre a los cinco años y él rep itió el hecho con su p rop io hijo. “Tamp oco y o fui un buen p adre p ara mi p rimer hijo, Julian. En cierta forma, también Julian se qu edó huérfano a los cinco años” 882 . Para Kaop i, p rotagonista de la h istoria que llev a su nombre, la familia es un elemento fundamental en la tribu; p rueba d e ello es que está imp aciente por formar una, pero debe esp erar dos o tres estaciones p ara qu e Xura se conv ierta en mujer y así p oder engendrar nuevos gu erreros nazais. Nunca llegó a cump lirse ese sueño p orque su tribu fue aniquilada, p ero desp ués de buscar el lugar sagrado, Paraíso, encontró a una joven de otra tribu en quien “la ternura d e la vid a brillab a en sus ojos y a través de su edad” 883 y con ella se emp arejó. En Benezén el pescador las relaciones familiares giran en torno al modo de consegu ir el sustento familiar, es decir, sobre la pesca; por eso M ay ankay e, padre del protagonista, recu erda las p alabras p ronunciadas p or su abuelo cuando lo instruía: “La caña de p escar es como nuestra alma: flexible y , a la vez, firme y segura” 884, las dich as p or su padre: “La red es un manto, [...] Es el cuenco con que llenas el camino de la vid a. [...] La 881 882 883 884 Id., p. 157. Id., John Lennon, M., ABC, 2003, p. 17. Id., Kaopi, cit., p. 163. Id., Benezén el pescador, cit., p. 27. 356 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) red es tu mano” 885 , y las vertidas p or su madre: “No hay más casa que la barca. [...] Ten una barca y siemp re serás un hombre” 886 . Benezén no p udo seguir la tradición familiar porque el mar dejó de contener p eces. A p esar de ello, d iariamente salía con su barca a p escar aunque no cap turaba ni una sola pieza, y se ap enaba al pensar que su h ijo “no sería p escador, y no p orque no hubiera peces, sino p orque había crecido sin conocer su raíz, sus orígenes. La sangre de tantas gen eraciones” 887 , p or eso compró una vieja embarcación y “salió a la mar p ara buscar en ella sus raíces de p escador” 888 y como sus vecinos se rieron de él, Benezén lloró al sentirse incomp rendido y solo ante la falta de sus señas de identidad. La historia de Benezén tiene un final feliz, y de su lectura se desp rende un aprendizaje. Un joven que no sigue los consejos de su p adre se arruina, y cuando no tiene nada ni nad ie que lo adule, recap acita y descubre que su p adre tenía razón. Su moraleja es: no olvides tus orígen es ni te dejes llevar p or la cod icia. El p adre del p rotagonista jamás dejó de sentirse p escador a p esar de estar la costa esquilmad a y no cap turar una pieza durante años, ni siquiera cuando descubrió una cu eva submarina rep leta de ostras con sus resp ectivas p erlas. Nunca lo tentó la codicia, p or lo que vendía una p erla cada año p ara subsistir. No así a su hijo, que dilapidó la fortuna en muy poco tiemp o y una vez arruinado regresó al mar en busca d e p eces, encontrando un nuevo calad ero donde todo el pueblo pudo faenar. Desde entonces, ni quiso ser alcalde n i en contrar más p erlas: descubrió que la mejor riqueza está en la p esca, en recup erar su p rofesión y en alcanzar la felicidad con su familia. Así se lo enseñó a su hijo y a su nieto. 885 886 887 888 Id., p. 28. Id., p. 28. Id., p. 83. Id., p. 90. 357 José R. Co rtés Criado La familia es una institución igualmente imp ortante p ara Virgin ia, la p rotagonista de El último set; ella es consciente de que si no hubiera contado con el amp aro de su madre y de su abuela materna, quizás no hubiese encontrado tiemp o p ara reflexionar sobre su vida futura. En la obra es fundamental el pap el de la segunda, que en nin gún mo mento intenta influir en la vid a de su nieta a pesar de que ésta recurre a ella y se refugia en su casa: Entró en aquel mundo de silencio y al instante supo, con m ayor certeza aún, que su decisión era justa, que únicam ente allí lograría la verdad. Vio la portada de La Vanguardia de hacía cuarenta años, m ostrando a su abuela, "Carm en Sala, primera dama del tenis español", había sido una heroína. Actualm ente, todo era distinto. Ni siquiera existía el fair play. Lo único importante era ser el m ejo r y ganar, ganar, ganar889 . De la importancia que la joven concede a la relación con su familia y amigos d an muestra sus p alabras cuando ha tomado la decisión de acudir al torneo de Wimbledon: “El tenis es un ju ego tremend amente individu al, p ero y o he necesitado contar con los d emás para jugar esta partida. Me siento viva. En la hora del tie break decisivo sé que la esp eranza final está de mi lado ” 890 . Vivir sin familia no debe ser muy gratificante p ara Taziz, el joven h éroe d e El hombre que perdió su imagen, que vivía solo en la montaña, cuidando sus rebaños tras el fallecimiento de sus p adres, a p esar de que le aconsejaron qu e fuese a la ciudad a buscar esp osa. Cierto día descend ió de la sierra en busca de su imagen y conoció, entre otras personas, a Circa, una anciana ciega que le dio de comer y le p alp ó la cara p ara conocerlo, él sintió algo especial en su contacto, era añoranza familiar. Había algo en ella [Circa] que le recordaba vagamente a su m adre. O sería que todas las m adres tienen algo en común, un punto en el que el amor se hace identidad, naturaleza propia891 . 889 890 891 Id., El último set, cit., p. 17. Id., p. 229. Id., El hombre que perdió…, cit., p. 71. 358 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Diferentes tip os de familias se muestran en el relato llamado No che d e viernes. Cada una con sus p roblemas cotidianos intentando formar a sus hijos de la mejor man era posible, con sus limitaciones y sus frustraciones, unas p or el desamor y desap ego entre sus miembros, otras por la amargura y desazón a las que la vida las conduce sin p oderlo remediar. Son cinco retratos que ay udan a comp render la p ersonalidad de otros tantos jóvenes urbanos que salen a divertirse una noche y acab an la velad a en tragedia. La familia de José Luis, joven que trabaja de mensajero, está comp uesta p or una madre que trabaja todas las noches en un restaurante hasta bien avanzada la madrugada, además de llevar la casa y sop ortar la mala v ida qu e le da su marido entre bron cas y borracheras; un p adre que p asa la mayor p arte del tiemp o en el bar, aunque su madre dice que está buscando trabajo; una hermana qu e él considera un p endón, que sale con hombres casados; y el p rop io José Luis, que tiene un concep to muy machista de las relacion es de pareja, abandonando a su novia los viernes p or la noche, p orque lo que realmente le ap etece es salir a div ertirse hasta el día sigu iente con sus colegas. Otro p rotagonista, M ariano, es hijo único del director de una empresa de exp ortaciones, y vive con su madre p orque la p areja se divorció. “De noche aún me desp ierto crey éndoles oír, p eleándose, lanzándose sap os y culebras el uno al otro. El psiquiatra que trató a mamá me dijo que lo sup eraría, aunque matizó que ese era un mal trago p ara un adolescente. ¡Jesús!, el que no lo h a p asado ni se lo imagina” 892 . El p adre vive con una mujer joven que p ronto tendrá un hijo, p or lo que ahora Mariano está p reocup ado con la futura llegada d e un hermanito. Su madre p retende que Mariano odie a su p adre, p ero éste lo acep ta bien y se siente más a gusto con él, “y no lo digo p orque me dé más libertad que mi madre y me suelte la 893 pasta que le p ido” , sino p orque es difícil conviv ir con una madre, que se niega a acep tar la nuev a situación familiar y muestra una imagen de señora desequilibrada que se quiere tirar p or la ventana de casa atiborrad a de p astillas. 892 893 Id., Noche de viernes, cit., p. 24. Id., p. 25. 359 José R. Co rtés Criado Ismael es otro protagonista de la misma novela que vive con sus p adres, siendo el único hijo que perman ece en la viv ienda familiar. Su hermana se casó y su hermano gay hubo de abandonar la casa. Son los suyos unos p adres de p rofundas convicciones religiosas que todos los días bendicen la mesa y piden a Dios p or los dos hijos ausentes. La hija acude al domicilio familiar en días señalados, p ero Isidro, su otro hijo ausente, no lo hace nunca. “Cuando Ágata, su marido y las niñas estaban en casa, la alegría solía ser imp arable. Aún así, la quinta silla, la d e Isidro, continuaba siendo un testigo mudo de su dolor, el mismo dolor que, cad a día, a la hora de co mer y a la de cenar, inundaba los ojos de su madre” 894 . Lázaro, cuarto personaje de Noch e de viernes, viv e con su madre y su herman a pequeña. El p adre murió en un accidente laboral; la madre trabaja en un taller de los denominados de econo mía sumergida, y rellena sobres de tarjetas de felicitación en su casa; él trabaja en un taller de motos. Éstas son la pasión de su vida y su frustración, p ues el día que un ojeador estaba en la p ista observando su entrenamiento tuvo una caída y se jugó su futuro p rofesional como corredor. El último p ersonaje, Serafín, cree que odia a su hermano muerto p orque su fallecimiento quitó las ganas de viv ir a los p adres y amargó la existencia a él y a sus dos hermanas. Fue un lamentable accid ente, el n iño se le escap ó de las manos al abuelo y un taxi lo arrolló: “Y el p obre abuelo se murió siete meses d esp ués, de tristeza. Desde entonces… A veces no sé que es p eor, si el constante silencio d e p apá, eternamente callado, gris, triste, sabiendo que el d estino le destrozó la vida, o la contenida locura d e mamá, pensando cosas como Jaime habría cumplido diez años hoy o…” 895 Otra obra, Malas tierras, p resenta dos familias situadas en dos p untos lejanos en el esp acio y en la felicid ad. Una reside en M adrid y espera un corazón p ara salvar la vida de su hija, p or lo que efectúa un llamamiento a través d e la televisión solicitando una donación. La otra, en Barcelona, queda imp resionada p or la noticia mientras aguarda la llegad a de su hija p ara almorzar. Así arranca la historia, desde el p rincipio dos familias 894 895 Id., pp. 34-35. Id., p. 44. 360 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) preocup adas p or sus hijos, una esp erando un milagro, otra p reocup ada p or el p rovenir de su hija sin saber que amb as terminaran unidas p or un órgano tan vital como es el corazón. La familia de Yu en Las alas del sol aguard a en un camp o de refugiados de Hon g Kong p oder emigrar a Australia, son vietnamitas y en el viaje p erdieron a una hija y al abuelo, la madre sabe que deben ser fuertes p ara sobrevivir y se convierte en el eje familiar. Una noche, cuando sus hijos du ermen y sale del barracón a descansar junto a su marido, dos lágrimas caen p or sus mejillas, él le p regunta qué h aría si la viesen llorar los n iños, ella sup one que p erdería su rep utación: “Hu Dong la ad miró. Tan fuerte. Tan débil. Tan humana. ¿Diferente? No. Sólo cap az de resistir, p or todos ellos. Alguien tenía que hacerlo. Su esp osa era Vietnam, la tierra y su sangre” 896 . Cierto día, Yu conoce a Tiam, un nuevo refugiado que le cuenta cómo pudieron desembarcar. Según el n iño, la p atrullera militar no les p ermitía acercarse a la costa e incluso quisieron alejarlos de la tierra. Cuando p arecía que iban a volv er a alta mar, su madre dijo a los uniformados que no había llegado hasta allí p ara luego volverse y que estaba disp uesta a arrojar a sus hijos al agua con tal de no retroceder, p refería verlos ahogados. En un p rincip io no la crey eron cap az de cumplir su amenaza hasta que cogió a una de sus hijas y la lanzó al mar, cuando se hundió intentó arrojar a otra, pero no lo hizo porque un soldado rescató a la primera y los dejó desemb arcar. Tiam recuerda aqu el acto como el más duro de todos los vividos durante el v iaje, incluso lo consid era p eor que el hecho d e haberse qu edado sin agu a p otable durante la travesía. No recuerda haber visto nunca antes la expresión de la cara de su madre aquel trascendental día, y rememora que su p adre permaneció con la cara o culta tras sus manos sin querer p resenciar la acción materna. 896 Id., Las alas del…, cit., pp. 169-170. 361 José R. Co rtés Criado El niño no comprendió el coraje de su p rogenitora en defender el p orvenir de su familia, ni se dio cuenta de que su madre tenía las manos ensan grentadas porque “desp ués de echar al agua a Shalin, [su hija] hundió las uñas de tal manera en la madera del b arco 897 que se las destrozó. Tuvo que dolerle mucho, aunqu e ella ni lo notó” . No p ueden catalogarse d e armónicas las relacion es familiares en Nunca seremos estrellas del rock, sino de traumáticas. Ventura vive con su p adre tras la sep aración del matrimonio y dice qu e no sop orta los consejos de los p adres p orque tienen enfermedades ocultas como “úlcera de ideas o cáncer de esp eranzas o el sida instalado en el vacío del 898 futuro” . De la inco mp rensión y el desap ego de la figura paterna así co mo de los malos tratos recibidos surge el conflicto que acarrea la muerte del p adre a manos de su hijo. El joven p rotagonista de Seis historias en torno a Mario llega al mundo en un a familia social y económicamente aco modada cu ando sus dos hermanos son y a may ores, desp lazando a ambos del círculo materno; el pequeño es el centro del ho gar y se le permiten todos los cap richos que estuvieron p rohibidos a los otros dos; co mo resultado, los dos hijos may ores son inseguros y dóciles, mientras que el p equeño es díscolo, cap richoso y a p esar de su buena estrella termina trágicamente su vida, en p lena juventud, víctima de la soledad, la inco mprensión, el desamp aro y la ansiedad qu e se ocultan bajo la sobredosis de heroína. La madre justifica la educación dad a a su hijo Mario cuando alega: “No era más qu e su esposa. Pertenezco a una generación que no tuvo demasiadas op ortunidades. Crecí en un tiemp o en el que, p ara una chica, ser esp osa y madre lo era todo. […] M ario fue mi última op ortunidad, consciente o inconsciente, y me vo lqué en él. Todo lo que no hice con Gabriel y Alejandra lo hice con su hermano. Cambié. Era tanto el sentimiento que me unía a él que n i y o misma sé lo qu e 899 pasó” . 897 898 899 Id., pp. 66-67. Id., Nunca seremos estrellas…, cit., p. 19. Id., Seis historias en…, cit., pp. 12-13. 362 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Estos cambios en la v ida familiar p rovocaron otros en los p lanteamientos educativos resp ecto al benjamín de la familia, el cual recibió continuos mimos y consentimientos que terminaron p or arruinar su vida y la de sus seres más queridos. Dos familias rotas p or un mismo incid ente se reflejan en El tiempo del o lvido: la d e Tetxu y la de Carlos. Para el p rimero, su p adre es un asesino que amargó la existencia a su madre y a él cu ando realizó la primera misión que le en cargó ETA: acabar con la vida de un militar. No consiguió su objetivo, sino matar a un señor que p aseaba con su hijo un domin go p or la mañan a. Confiesa a Carlos qu e desde entonces su existencia “ha sido un infierno, tío, un verd adero infierno, y es algo con lo qu e vamos a tener que v ivir toda nuestra vida según p arece” 900 . Carlos también es hijo ún ico y huérfano y recuerd a así a su p adre. “Para mí era muy esp ecial. Siemp re estaba a mi lado, contándome cosas, cuentos, historias. Jugaba con migo me enseñab a a leer, a contar. Era may or, ¿sabes? La gente creía que se trataba de mi abu elo más que de mi padre. Me p arece que fui lo mejor de su vida. Él también p erdió a sus p adres 901 siendo joven, a los veintitantos...” Tetxu además relata có mo la madre sufrió las consecu encias terribles del atentado en su p ersona, pues fue interrogada y golp eada p or las fuerzas de seguridad y coaccion ada permanentemente p or los etarras, además d e continuar siendo marginada socialmente p or la relación de su marido con la banda armad a. Carlos recuerd a a su madre, fallecida dos años desp ués de su marido, consumida p or la tristeza, y oculta a Tetxu que él es el n iño que vio morir a su p adre y que aún conserva en su memoria la visión de los ojos de su asesino al que desea encontrar p ara cerrar un cap ítulo de su vida. 900 901 Id., El tiempo del olvido…, cit., p. 111. Id., p. 47. 363 José R. Co rtés Criado Son dos historias que se cruzan p orque el segundo p rotagonista así lo quiso e intentó vengar la muerte de su p adre, aunque al final no p udo llevarla a cabo. La amistad vuelve a ocup ar un lugar destacado al final de la historia, una vez que los dos amigos decid ieron darse un p eriodo de tiemp o p ara olvidar el odio, el ren cor y las ansias d e ven ganza y así poder rehacer sus vidas, manteniendo el siguiente diálogo en el momento de la despedida: -¿Volveremos a vernos? Por prim era vez, Carlos sonrió lleno de valor. -Sí -acepto -, dentro de un tiem po. -El tiem po del olvido - desgranó Tetxu despacio. -No creo que podam os olvidar. -¿Estás seguro? […] -Sigues siendo m im ejor amigo - afirm ó Tetxu. -Tú también902 . La estrella d e la mañana p resenta dos ambientes familiares distintos, p or un lado el de Beatriz, hija de una familia de clase med ia que ha ascendido socialmente al acceder su partido a las esferas de poder y ocup ar el cabeza de familia un p uesto de relev ancia p olítica y económica; p or otro, la de Joma. La familia de Beatriz es la institución donde acudir cuando alguno de sus componentes tiene necesidad de algo, ya sea dinero, comida o descanso; las relaciones son cordiales y cada miembro realiza sus quehaceres al margen de los demás. Es el p rototip o de familia actual que quedó reflejado en el p rimer cap ítulo de este trabajo. Para conocer la vida familiar se p uede recordar que, una mañana, la madre de la joven p rotagonista p regunta a ésta si va a subir a Navacerrada a esquiar el fin de semana, como le resp onde que no lo hará p orque debe estudiar, le aclara: “Te vas a quedar sola, ¿sabes? Sonia se marcha con Ricardo y sus p adres, y o me voy a Laredo a v er có mo van las reformas de la casa y controlar un p oco que no se haga nin guna barb aridad, y tu p adre estará en el País Vasco con no sé qu ién de la mu ltinacion al de no sé dond e” 902 903 Id., pp. 166-167. Id., La estrella de…, cit., pp. 18-19. 364 903 . El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) La familia de Joma es diferente, su p adre, que lo abandonó siendo niño, está en la cárcel de Caraban chel. El chico vive con su madre y el compañero sentimental de ésta. La convivencia en el ho gar está enrarecid a p or el alcohol y los malos tratos que recibe la madre p or p arte de su comp añero. La vivienda ni siquiera es el esp acio de p rotección donde recalar tras un día de trabajo. Las relaciones no son amab les ni p ara el jov en ni p ara la p areja. El sigu iente p árrafo es ilustrativo del ambiente en que se mueve Joma, y refleja la imp resión que el chico tiene del compañero de su madre cuando lo observa un d ía cu alquiera al llegar a casa: “Fortunato estaba a un metro escaso de ella, en camiseta, con la barriga co lgándole p or encima del pantalón caído. Tenía el rostro encendido, rojo, y no p recisamente a causa de la ira. El brillo de los ojos destilaba cada gota de alcohol ingerida. A p esar de todo no estaba borracho, al menos no tanto como otras veces. No se tambaleab a” 904 . La familia d e Beatriz no acep ta la relación d e ésta con el chico y le p rohíbe seguir viéndolo. Los dos jóvenes se fugan, pero al no disp oner de dinero ni encontrar trabajo, él roba en un sup ermercado p ara poder comp rarle un as med icinas a ella. La Guard ia Civil los detiene, la joven sale ind emne del suceso aunque él deb e p asar a manos de la justicia. El padre de la muchacha interviene a favor del chico, le ofrece su ay uda si deja libre a B eatriz para que sea ella la que decida su futuro, y así sucede. Se reencuentran al cabo de cinco años. Campos de fresas p resenta unas familias que son auténticos p ilares en las vidas de las jóvenes p rotagonistas, así los p adres y la hermana de Luciana, la joven que p ermanece en coma tras in gerir una p astilla de éxtasis, viven p endientes de ella. Esther Salas no conseguía apartar los ojo s de su hija y del complejo sistema de tubos y aparatos que la envolvía. […] El doctor Pons y las enferm eras le habían dicho que, sobre todo, tratase a su hija com o si ella realmente pudiera oírla, y que le hablase. 904 Id., p. 36. 365 José R. Co rtés Criado Lo habría hecho igualm ente905 . En la misma obra, los p adres de Loreto, una adolescente bulímica, v igilan continuamente la actitud de ésta, sobre todo cad a vez que se dirige al cuarto de baño desp ués de ingerir cualquier alimento. La madre “de algún lu gar de sí misma buscó las fuerzas que le permitieran seguir. Ella tamb ién estaba co mo su h ija: en los hu esos de su resistencia. Pero los médicos, los psiquiatras sobre todo, no dejaban d e repetirle y recordarle que tenía qu e ser fuerte, muy fuerte. Si ella flaqueaba, Loreto estaría p erdida” 906. Un modelo de familia anormal ap arece en El niño que vivía en las estrellas. Como se ley ó anteriormente, el ch ico viv e recluido en un a chabo la con un juguete electrónico y no mantiene contacto alguno con otras p ersonas, salvo con su p adre. El día qu e su p adre murió de un infarto, el niño lo gró escap ar de su vivienda, siendo encontrado cerca de una autovía mostrando un extraño comp ortamiento dada la mala educación recibid a: creció sin cariño familiar, sin una alimentación equilibrada y sin una mínima edu cación física y mental. Se trata de “un simp le caso de crueldad, malos tratos, violencia infantil” 907 . En Retrato de un ado lescen te manchado se delata cómo el hecho de n acer en un a determinada familia marca el carácter d e las p ersonas. Las familias retratadas son muy diferentes entre sí: p or un lado, la del ex p olítico, una p areja sin hijos, él dedicado a tareas de gobierno desde una honradez intachable; y ella, excelente compañera a lo largo de la vida; p or otro, la formada p or una antigua novia del anterior con un miembro de la burguesía catalan a que vive felizmente siendo la señora de un señor resp etable, dedicándose al cu idado de sí misma y de sus niñas; y , frente a ambas, una familia humilde. 905 906 907 Id., Campos de fresas, cit., p. 66. Id., pp. 36-37. Id., El niño que…, cit., p. 98. 366 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Las dos familias, ap arentemente id ílicas, contrastan con otra situada en el extremo op uesto de la sociedad, formada p or una mujer, viuda de un obrero manual, con dos hijos; el p rimero, fruto de su matrimonio, y el segundo, adoptado. Se trata de una familia que acaba d e romp erse al ser ella asesinada p or uno de sus hijos. El p resunto p arricida es “uno de tantos jóvenes clásicos en la may oría de los p aíses occidentales, aislados, marginados, p roductos de una sociedad imp lacable, comp etitiva, sin demasiados recursos ni p osibilidades para muchos. Jóvenes que p arecían nacer en el gu eto para vivir y morir en él, dejando una existencia gris y vulgar, en la qu e mu chos de ellos 908 jamás llegarían a tener la menor op ortunidad” . Se trata de una familia de clase social baja residente en un barrio obrero. El hijo may or trabaja en un taller mientras que el p equeño se limita a salir y beber con los amigos. El desencuentro entre ambos hermanos es muy grande, sobre todo p or los celos del hijo bioló gico, que se sintió infravalorado por su prop ia madre y desp lazado de su corazón p or un advenedizo. La madre, sabiendo la v erdadera identidad d e su hijo adop tivo, siempre lo quiso y lo protegió en exceso, ella sabía que Fernando pudo haber tenido una buena educación, v ivir mucho mejor, disfrutar de una p osición económica que ella no podía darle, “pero fue exp ulsado de su mundo y acabó en el vuestro, así que él se llevó las caricias de una madre que p robablemente le v io siempre como un a víctima” 909 . Otra relación familiar es la del p equeño Daniel, quien busca ay uda para superar sus problemas p ersonales y conseguir vivir p ara la música en Concierto en sol mayor. Se trata de “un niño asustado, con p roblemas, que echa d e menos a su p adre y que no se atreve a 910 enfrentarse a su madre” , mujer de fuerte carácter que controla todos los detalles de la formación musical de su hijo, tarea a la cual se ha dedicado comp letamente, dejando a un lado su vida p rivada e incluso sacrificando su matrimonio. 908 909 910 Id., Retrato de un…, cit., pp. 29-30. Id., p. 164. Id., Concierto en sol…, cit., p. 101 367 José R. Co rtés Criado En Donde esté mi corazón toda la familia viv e p endiente de la chica a la que trasp lantaron un corazón, p ero la madre es la que p eor sop orta la situación, dado su carácter pesimista. Continuamente p regunta a su hija cómo se encuentra, ésta, harta de su persistencia, le resp onde: “Yo diría que estoy un p oquito mejor que hace un rato, antes de irme, y también mejor que ayer, sólo un p oquito, pero mucho mejor, much ísimo mejor estaré mañana, y no digamos pasado mañana, aunque d entro de un año seguro que estaré mejor que hoy , teniendo en cu enta que estaba fatal hace...” 911 La joven no soporta el rígido control materno aunque co mp rende que sus padres y su hermano estén p reocup ados p or su estado de salud; ella quiere ser ella y vivir su vida intentando olvidar que le p restaron un corazón p ara p oder seguir viva. Otra novela es La memoria de los seres perdidos; en ella se p resentan dos tip os de familias antagónicas, la de los desap arecidos argentinos a quienes p rivaron de sus seres queridos, y la de los usurp adores que arrebataron sus hijos y nietos a aquellos. La familia Lav alle es argentina y vive en Barcelona. El p adre fue militar en su p aís de nacimiento, actualmente regenta una p equeña empresa; la madre es ama de casa, nacida en Esp aña, que intenta salvaguard ar a su familia de todo contratiemp o y olvidar su vida anterior, hasta tal p unto que oculta a sus hijas su pasado. Pero cuando la may or, Estela, descubre su verdadera identidad, no tiene más remedio qu e admitir que fue llevada a casa por su p adre, al igual que otro hermanito que murió a los p ocos días de ser acogido, y que su hermana p equeña. Para la madre, aqu ellas criaturas eran regalos divinos, p uesto que ella no p odía procrear y se sintió muy feliz al p oder cuidar de esas niñ itas que habían p erdido a sus resp ectivas mamás. 911 Id., Donde esté mi…, cit., p. 17. 368 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Estela se asombró enormemente al saber que su madre no quiso sab er nada, ni se interesó por el origen de los bebés, y ni tan siquiera se sorp rendió del h echo d e disponer de ellos con tanta facilid ad, deduciendo de ello que se refu giaba en la ignorancia p ara buscar algún consuelo. “M iró a su madre con estup efacción. Había cerrado los ojos a la realidad. Así de simp le. Ninguna p regunta. Dones del cielo. Y si algo sabía, o intuía, había callado, 912 entonces y durante los años siguientes” . La enorme tristeza que la joven sintió al saber que fue tratada como un objeto nada más nacer y sospechar el maltrato p adecido p or su madre casi la hacen en loquecer. A p artir de ese momento siente que ella ocup a el otro p lato de la balanza, donde se encuentra la familia destrozada p or los militares argentinos cuando secuestraron, torturaron y mataron a sus p adres, como a tantos otros miles de ciud adanos. Frente a la ignomin ia de los militares y p aramilitares argentinos contra los op ositores al régimen dictatorial, al temor, al odio y a la d esesp eración, las madres de los desap arecidos reaccionaron como sólo p ueden reaccionar las personas que tienen la cap acidad de p rocrear y p erp etuar la esp ecie: hicieron frente a la barbarie y bailando solas, como canta Sting, lo graron encontrar el paradero de algunos de sus miembros no asesinados, sobre todo a los hijos de las desaparecidas que estaban embarazadas. Gracias a ello un a mu jer pudo acercarse a Estela y contarle la historia de su verd adero nacimiento, al cabo de diecio cho años, en una calle de B arcelona. En El peso del silencio, el tema d e las familias desmembradas por la dictadura militar vuelve a h acer acto de p resencia; en esta ocasión se centra la trama en la desap arición de un ciudadano esp añol. El p rotagonista, Daniel Ros, recibe el en cargo de localizar la tumba del hijo de un magnate de la p rensa española que desap areció bajo la dictadura de Augusto Pinochet en Chile, p orque “quiere volver a reun ir a la familia aquí, aunque sea en una tumba” 912 913 913 . Id., La memoria de los…, cit., p. 168. Id., El peso del…, cit., p. 38. 369 José R. Co rtés Criado Sierra i Fabra p one en boca del p rotagonista de esta novela el significado del título de la obra. “El p eso del silencio era el p eso de todos los desap arecidos en Chile, y en Argentina, y en Guatemala, y en Colombia, y en tantas guerras olvidad as con su eterna multitud de muertos a cuestas. Un p eso infrahumano. El p eor de todos. El de no saber. El de no entender” 914. Víctor Jara se sintió siemp re muy unido a su familia, mantuvo una relación muy esp ecial con su madre, la p ersona que le trasmitió su amor p or la vida y p or la música, como se adv ierte en Víctor Jara. Reventando los silencios. “Si no fuera p or su madre, n ada 915 tendría sentido” , p ero no p uede decir lo mismo de su p rogenitor, p ues siemp re deseó “que su p adre, alguna vez, le diera una p almad a en el hombro, un beso, una caricia, un elo gio” 916 y no verlo “caminando p or la calle princip al, oscilando a derecha e izquierda con paso errático, borracho...” 917 Cuando Víctor Jara formó su prop ia familia, vivió p endiente de su mujer y de sus hijas. En cierta ocasión qu e hubo de p ermanecer tres meses p erfeccionándose co mo director teatral en Londres confesó a su esp osa que iba a sentirse muy solo y a echar de menos a ella y, sobre todo, a las niñas. Normalmente la conv ivencia familiar influy e en todos sus miembros. En el caso de Marc, el joven dep ortista de El oro d e los d ioses, se siente resp onsable del fracaso de su padre como corredor y desea emular su hazaña e in cluso superarla y conseguir un a medalla olímp ica de oro en la carrera de 400 metros vallas p ara devolver la alegría a su p rogenitor, pues, como el joven afirma, siemp re tuvo el semblante entristecido. “He crecido sin ver reír a mi p adre” 918 . La madre, conocedora del carácter de ambos, quiere qu e su marido o lvide la sensación de frustración p or quedar el segundo en la p rueba olímp ica de Munich en 1972, 914 915 916 917 918 Id., p. 294. Id., Víctor Jara…, cit., p. 30. Id., p. 14. Id., p. 20. Id., El oro de los…, cit., p. 84. 370 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) que olvide su rep etitiva frase: “El p rimero gana, el segundo p ierde, los demás comp iten. Esa es la diferencia” 919 , y que deje a su hijo decidir su futuro dep ortivo con total libertad, porque cada vez que gane o p ierda en un a comp etición, es el hijo la persona resp onsable del éxito o fracaso y p orque “lo único imp ortante en la vida era tratar de ser feliz” 920 , preocup ación que su marido había olvidado. En este mismo sentido, el entrenador aconseja al muchacho: “Si corres p or él, p uede que creas que ganas p or él, p ero si p ierdes, p erderás tú, así que hazme caso, M arc, corre p or ti. Es tu vida la que está en juego ” 921 . También influy e la familia en la p ersonalidad de Sonia, la joven p rotagonista de El rostro de la multitud. La actitud de su padre y, sobre todo, la de su madre, marcó su futuro. Se trataba de una mujer que siemp re asp iró a ser más que una simp le ama de casa en la v ida y que no quiso pasar el resto de su existencia con su marido y sus hijos. La madre d ecidió iniciar una nuev a conviven cia con un hombre adinerado y abandonar a sus p equeños, de siete y ocho años, y al padre de ambos. Quería viv ir la vida a su manera y no sentirse atada a resp onsabilidades familiares. El ex novio de Sonia describe del siguiente modo la personalidad de la p rogenitora cuando cuenta: Su madre fue la que rom pió la baraja y les com plicó la vida -decía-. Era una pájara. […] Es una historia de lo m ás clásica: Mujer de bandera, guapa, con la cabeza llena de ideas locas, de ésas que siempre quiere m ás, que piensa que puede tener algo m ejor, que está segura de que en la siguiente esquina encontrará el puchero del arco iris, o sea, el hombre de sus sueños...922 919 920 921 922 Id., p. 24. Id., p. 98. Id., p. 37. Id., El rostro de…, cit., pp. 121-122. 371 José R. Co rtés Criado Además, añade resp ecto a la hija: “Sonia tamb ién es bastante peliculera y romántica, 923 soñadora y culo inquieto como su madre, con gan as de comerse el mundo, y ráp ido” . En la misma obra destacan las reflexiones d e una anciana que p erman ece entre el grup o de p ersonas secuestradas p or Sonia en el interior del banco. La mu jer imagin a cuál es el ambiente familiar d e la atracadora y no y erra mucho al sosp echar que se trata de “una familia rota, seguro. Como la de su vecina, la señora Teresa. El p adre p or un lado, ella p or otra, y los hijos golfeando. Carne de p residio” 924 . Desp ués de realizar esta elucubración la mujer p rolon ga sus cavilacion es hasta su familia: “Asunción Verdagu er susp iró. Se sentía muy cansada p or la rigidez, el miedo, aquella tensa esp era. Y nadie la echaría en falta. Nadie. Aunque Antonio [su hijo] le telefonease a mediod ía, p ensaría que no estaba en casa y y a está. Ni la menor p reocup ación. Un día se caería al suelo estando sola en casa, se rompería una cad era, y su hijo no iría a ver si le había sucedido algo hasta dos o tres días desp ués, cuando se extrañase realmente de que no cogiera el teléfono. Para entonces y a estaría muerta. Eso si no iba su nuera y la remataba” 925 . Estas p alabras de la anciana reflejan la soled ad en la que v ive y el desap ego familiar; es una breve reseñ a sobre la situación en la que se encuentran miles de personas en la tercera ed ad y que el autor hace ap arecer en la novela a modo de señal de alarma en una historia d irigid a al p úblico juvenil con el fin de gen erar alguna reflexión sobre el asunto. La ado lescente protagonista d e Rab ia sufre tantos cambios físicos y mentales qu e también siente rabia contra su familia p orque siempre está aconsejándole qué deb e o no debe hacer, qu é es mejor o p eor p ara ella, p reguntándole qu é hace o deja d e hacer, y … ella 923 924 925 Id., p. 122. Id., p. 19. Id., p. 43. 372 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) siente que su p adre es uno “más que perdía el p oder, y que no p odía dirigir un a vid a que creía suya y se le escap aba de entre los dedos de las manos” 926 . Pero el verdad ero valor de la familia lo matiza el p adre cu ando dice a su h ija: “Hay algo más, y sólo te lo diré una vez, así que no lo olvides nunca -siguió Jonás Estap é-. No olvides jamás que, p ara bien o para mal, somos tus p adres. Estamos aquí p ara algo más que para gritar u ordenar cosas que os p arecen absurdas. Si crees que eres lo suficiente madura para algo como esto, adelante, p ero esp ero que también lo seas p ara contarnos tus cosas si tienes un p roblema un día, del tip o que sea. Confianza p or confianza, ¿estamos?” 927 Dormido sobre los espejos es una novela dedicad a a la familia. En ella un joven descubre in esp eradamente la parte oculta de su historia familiar. Siemp re crey ó que su abuelo p aterno murió antes del p arto múltip le de su abuela, y que p or lo tanto su p adre y su tío eran huérfanos, p ero p or azar encontró una colección de cartas firmadas por aquél, todas provenían de Cuba, y estaban dirigidas a su abuela. La anciana nunca recono ció que su marido vivía, y, cuando fue descubierto su engaño, refirió a su nieto: “Sólo estuve con tu abuelo tres años. Antes mi vida no existió. Y desp ués... todo fue luchar p ara sacar adelante a mis hijos. [...] Aquellos tres años p asaron 928 tan ráp ido, tanto. Un soplo. Pero fueron toda mi vida” . El jov en v iajó a Cub a y encontró a su abu elo, que llegó a ser miembro del movimiento revolucionario y hombre d e confianza de Fid el C astro. Además, conoció a otros tíos y p rimos nacidos de las relacion es mantenidas p or el abuelo con diferentes mujeres. Constituy en la rama cuban a de su familia, que es muy distinta a la esp añola. El abu elo reh izo su vida en Cuba, dond e recaló desp ués de huir de España p or defender la honra d e su esp osa. Hasta allí llegó huy endo de la Esp aña franquista y al sentirse bien acogido, decid ió permanecer en la isla y no regresar a su p aís, p ues a pesar de 926 927 928 Id., Rabia, cit., p. 64. Id., p. 133. Id., Dormido sobre los…, cit., p. 36. 373 José R. Co rtés Criado haber p rescrito su delito y de continuar enamorado de su p rimera mujer, sabía que su vida no p odía volver atrás. También se p uede leer en La niña que no podía reír la imp ortancia que Sierra i Fabra otorga a la familia, p orque sin el ap oy o de sus padres, la p equeña Chelsea Thomas no habría superado todos los p roblemas derivados de su imp osibilidad de reír. El amor maternal está presente en el relato desde su inicio, cuando la madre revela sus sentimientos al dar a luz a la p equeña: Nunca recuerdo haber sentido nada parecido en la vida. [...] Cuando tú llegaste, fue... maravilloso, único. Ese mom ento es el mejor de la vida para una mujer, ya lo verás. La sensación de las sensaciones. Es un estado de paz, bienestar, dulzura... […] Nunca había sentido tanto dolor y al m ismo tiem po tanto placer y am or929 . Otras tipologías familiares con características esp eciales se p ueden hallar en las familias de los alumnos conflictivos retratadas en Las Furias. Sobre la familia de Ezequiel informa una v ecin a al d ecir d e la madre d el ch ico: -A esta hora acaba de trabajar en el centro, él [su marido] anda en el bar de la esquina, la chica ya ni viene a dormir y el chico...-se encogió de hombros. […] -Friega suelos, ¿qué va a hacer? Y mientras, él en el paro y gastándose el dinero en el bar. […] -Antes su padre le atizaba las palizas [a Ezequiel], pero ahora es Zequi quien se las da al 930 cabrón ese” . Una familia p eculiar es la del niño soldado Saturnino. Está constituida p or sus comp añeros de la gu errilla; aunque anteriormente tuvo dos familias, las mismas que p erdió. La p rimera p érdida tuvo lu gar cu ando los soldados arrasaron su aldea y mataron a todos salvo a él, que estaba limp iando el p ozo; más tarde caminó hasta el p ueblo de la prima de su madre dond e encontró a todos los hab itantes enterrados, p or último llegó a un p ueblo desconocido donde lo adop tó la familia Gursindo. 929 930 Id., La niña que…, cit., p. 12. Id., Las Furias, cit., p. 160. 374 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Allí se encontró con “nuevos p adres, hermanos y hermanas. Alguien a quien intentar querer y p or quien intentar ser querido” 931 , p ero esta exp eriencia solo duró seis meses, al cabo de los cuales el ejército hizo acto de presencia en el p ueblo y acabó con la vida de todos sus habitantes, Nino perdió su segunda familia y marchó de nuevo a la montaña, donde se en contró con el comand ante José y el resto de los guerrilleros con los que convive. En La piel de la memoria se exp one otro problema familiar más grav e: el del sustento. La falta de dinero p ara p oder subsistir marca el destino de un niño nacido en una aldea de M ali. La fatalidad quiso qu e su madre muriese en el p arto del noveno hijo, y la sequía, que su familia no tuviese nada para co mer. Kalil M tube, el joven protagonista no sabe que su p adre lo vendió a un tratante de esclavos hasta que sintió sobre sus esp aldas la vara de su amo, entonces comp rendió su nueva situación y sup uso cuál sería la que se v iviría en su casa tras recordar que “Anake Musampa desapareció un día del p ueblo, y sus p adres no dijeron nada a n adie. Pero muchos vieron llorar a su madre. Y a los p ocos días, tenían una vaca que alimentó a toda la familia. Mi p adre también soñaba con una vaca” 932 . Envuelto en su soled ad recordó a su amigo y el hambre que h abían p asado el ú ltimo año tras una mala cosecha. La trilo gía El tiempo del exilio no es sino el recu erdo familiar de un grup o de personas que hubieron de abandon ar Esp aña tras la victoria de los militares sublevados contra la Rep ública. Son p ersonas que convivieron en el Sinaia, el barco puesto a disp osición de los exiliados españoles en Francia p or p arte del gob ierno mexicano, y narran sus avatares en Sudamérica y el regreso de algunos de ellos a Esp aña una vez restaurada la democracia en nuestro país. Una de las familias más estables en esta trilo gía es la del p eriodista Valeriano Pu ig, -persona consciente de que el fin d e la Rep ública acarrearía un largo p eríodo de exilio-, que 931 932 Id., Donde el viento…, cit., p. 32. Id., La piel de…, cit., p. 16. 375 José R. Co rtés Criado estaba formada p or su esp osa Teresa Prades, su hija Natalia, con diecisiete años, y Ana Soler, viuda de su hijo Juan, muerto en la guerra, que viaja embarazada de ocho meses. Su nieto Juan nacerá en el barco. Los aco mp añan los recuerdos de C armen, su otra hija muerta durante la contiend a; los d e su hijo Ismael, desap arecido en medio de la conflagración ; y los de Jofre, hermano gemelo de Valeriano, que no quiso abandon ar Barcelona. Otra de las familias viajeras es la constituida por Ramón Alcaraz, que se siente en la obligación de mantener la moral siempre en alto, p orque cree que volv erán pronto a Esp aña y considera a Valeriano Puig un qu intacolumnista. Lo acompañan su hijo Ernesto, joven de veintidós años que estando en el frente no dudó en disp ararse en una pierna para ser evacuado y así salvar su vida; su hijo Elías, que se en amora de Natalia, h ija del señor Puig, nada más verla en la cubierta del b arco cu ando zarp aba, y su mujer, Amp aro García. Esta familia es la qu e más cambios ideoló gicos sufre. M ientras la p rimera mantien e unos p rincip ios de integridad y honradez intachables, la segund a p ronto olvida sus convicciones de justicia y moralidad. El p adre y el hijo may or forman p arte de una trama de corrup ción a gran escala ap rovechando las nuev as obras en la capital mexican a. El h ijo pequeño termina rep udiado p or emp arentarse con la familia Puig, y la madre cambia sus ideas comunistas p or un interés desmedido hacia los asuntos religiosos hasta que pierde la razón. Junto a ellos v iajan dos p ersonas más que, desp ués de mu chas vicisitudes, termin an viviendo juntos. Son Lorenzo Vilá y Berta Soler; así como un abuelo y un nieto, formando el entramado d e esta trilogía sobre los perdedores de la guerra. Si el p eso de la familia en los jóv enes es evid ente en nuestra civilización, más aún lo es en otras culturas donde el p atriarcado sigue manteniendo gran influencia. Es el caso de la familia marroquí residente en Cataluña que desea casar a su hija ado lescente con una persona de cincuenta y un años: “M is padres han concertado mi matrimonio con un ho mbre 933 de nuestro p ueblo” 933 . Id., Frontera, cit., p. 15. 376 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Ante esta situación, la hija huy e de casa p orque se niega a contraer ese matrimon io. No quiere denunciar a los p adres p orque considera que ellos quieren lo mejor p ara su hija aunque sigan apegados a sus tradiciones, sólo esp era que ellos reflexionen y acepten que ella es quien debe decidir sobre su futuro. Una familia p eculiar es la formada p or Antonio, el mejor v endedor d e p astillas en las discotecas, constituida p or “un p adre borracho, la madre mu erta y un hermano 934 adolescente estudiando” , en El mensajero del miedo. Cuando Esteban, hermano del personaje antes citado, relata a su amiga M arta que su madre murió atrop ellada p or un coche, ella sosp echa que un conductor borracho la arrolló, pero él le aclara: “El borracho era mi p adre [...] M i madre trataba de llevarlo a casa. El coche ib a demasiado rápido, sí, p ero se los encontró encima, en mitad de la calle, p orque mi padre se emp eñó en p asar p or allí y no p or otro lugar. Mi madre sólo tuvo tiemp o de emp ujarle a él” 935 . También la familia de M arta era normal hasta que su hijo tomó una p astilla d e éxtasis y falleció. “M i madre... se ha vuelto loca [...] Mi p adre se siente culpable y yo... Una familia destrozada p or una simple p astilla” 936 . Una p ersona singular es M arani-Kae, el más infeliz de los infelices en Los moais de 937 Pascua desde que n ació, era rake rake . Fue un bebé p rematuro y estuvo a punto de morir, p ero como no fue así, su p adre salió de la cabaña y escupió a la luna llen a. “Se arrep intió al momento de su ira y le pidió p erdón a la luna. Pero la luna se ocultó tras una nube y no vio ni escu chó su p erdón” 938, p orque desde ese instante su hijo fue mald ito, ni el padre ni sus cuatro hermanas lo querían, ni los hab itantes del p ueblo, que lo rehuían. 934 935 936 937 938 Id., El mensajero del…, cit., p. 16. Id., p. 25. Id., p. 118. Feo. Id., Los moais de Pascua, B., Edebé, T ucán, 2003, p. 9. 377 José R. Co rtés Criado Durante toda su vida quiso ser útil a la comun idad, incluso ganó la carrera del Hombre Pájaro, p ero nunca fue acep tado. Para mitigar su soledad talló una figura gigante de p iedra que fue envidiad a p or todos y desde entonces los habitantes de la isla de Pascua se dedicaron a construir mo ais p orque los consideraban p rotectores de sus viviendas y de sus familias. La familia también es tratada en clave d e humor en obras como ¡¡¡Lamberto!!!, Sólo un día más, ¡Sálvese quien pueda! o Querido hijo: estás despedido. Lamberto tiene una familia normal que, según él, se mantiene unida gracias a su buen hacer, p orque su hermana sólo piensa en los chicos; su hermano en jugar la final d el camp eonato de fútbol aficionado; su madre es un a p erfecta ama d e casa, y su p adre necesita ayuda p ara dejar de beber. Reitero que como consecuen cia de sus accion es, la herman a no consigu e ser corresp ondida a p esar de la p oesía que Lamberto escribió en su nombre al ch ico deseado; su hermano no jugará el en cuentro p ara el que en un princip io estaba seleccionado gracias a la actuación de su hermano p equeño; el p adre ve p eligrar su p uesto de trabajo en el banco tras la gestión de su h ijo ante las Damas de Acción Directa; y p or último, la madre observa aterrorizada que el beb é que cuida Lamb erto en casa no es su hija, p orque la cambió en una salida que efectuó a la calle mientras la custodiaba. Personaje an álo go es Víctor, de la colección Los libros de Víctor y Cía. También quedó aclarado que ún icamente p retende hacer feliz a su familia p ero los resultados de sus actos no son los que él desea, y así intenta consolarse en ¡Sálvese quién pu eda! desp ués de comp robar que todos los miembros de su familia lo buscan con la intención de rep renderle. “Desp ués de todo, era bien cierto aquello de que no hay mal que cien años dure, aunqu e sus males p odían llegar a ser casi, casi, eternos, vistas las circunstancias y oídos los alaridos de 939 su p adre” . 939 Id., ¡ Sálvese quién pueda!, M., SM, Los libros de Víctor y Cía, 1994, p. 122. 378 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Una reivindicación p intoresca es la de los p adres de Miguel en Querido hijo: estás despedido. Como quedó anotado anteriormente, el p rotagonista es un niño egoísta y descuidado que abusa de la p aciencia de sus p rogenitores hasta llegar al extremo de ser exp ulsado de casa p or esa falta de respeto y cariño hacia sus ascendientes y no surtir efecto los castigos imp uestos hasta la fecha. Cuando Miguel quiere argumentar a su favor, la madre se muestra tajante, ella prefiere salir d e comp ras, ir al gimnasio, tomar café con sus amigas… a estar todo el d ía reco giendo las cosas que su hijo deja esp arcidas p or la viviend a; y el p adre le exp lica que su caso no es único : “Hace p oco un hijo llevó a sus p adres a los tribunales p ara dejar de serlo, p orque no le trataban como a tal. Y ganó. Lo declararon ind ependiente. Bueno, p ues es lo mismo p ero al rev és” 940. 4.5.3.2.- EL COMPROMIS O CON UNA CONVIVENCIA PACÍFICA. La conv ivencia p acífica no debe ser entendida únicamente como v ivir sin sufrir ningún conflicto bélico, sino que ha de abarcar las relacion es p ersonales, familiares, laborales, escolares, etc., dentro de un ord en establecido d emocráticamente p or todos los ciudadanos sin menoscabar la lib ertad y los derechos fundamentales d e cada ser que habita en este p laneta, atendiendo a los valores morales que debe tener cualqu ier persona, cualquier institución y cualqu ier actuación qu e quiera llamarse hu mana, en el p leno sentido de la p alabra. Como recu erda Adela Cortina, si no resp etamos las normas d e conv ivencia y masacramos los valores que la sustentan, “nuestro mundo puede convertirse en un mundo sin hogar, en el que las gentes estemos p ero no nos encontremos como en casa, al que le 940 Id., Querido hijo: estás…, cit., pp. 26-27. 379 José R. Co rtés Criado falten ventanas, al que le falte confort y al que le falte habitabilidad ” 941 , puesto que esos valores son cualidades tanto de las cosas, como de las acciones, y de las p ersonas, que nos ayudan a hacer un mundo mejor y más habitable. De convivencia también habla Benaimed, hombre sabio de Las historias perdidas. Es consciente de la imp ortancia de la vid a en sociedad y del ap oy o mutuo entre las personas sin imp ortar ni dónde ni cómo viv an. “Lo que haga un hu mano repercute en otro, aunque esté al otro lado del mundo. Ésa es la fuerza de la vida, de la naturaleza. ¡Tú mismo lo acabas de d ecir hace un instante! ¡Tu acción ha sido generosa, hu mana, n atural!” 942 5.5.3.2.1.- LA GUERRA Y LA PAZ. Convivir p acíficamente y en armonía ha sido una constante p reocupación en el ser humano, y según Sierra i Fabra segu irá siéndolo en un futuro, p ues en Marte XXIII, “La Ley Fundamental habla de futuro, de crear las bases de una perfecta sociedad en armonía y para siempre, y de sentar los fundamentos para que el ser humano deje de odiarse a sí mismo y crea firmemente en su eternidad”. Los p rotagonistas de este relato se consideran seres humanos sup ervivientes de la esp ecie que no pueden p ermitirse ningún exceso que altere la p az y p rovoque una nueva hecatombe, d e ah í que vivan en un a sociedad muy vigilad a, co mo manifiesta Feraia, una dirigente del sistema. “Estaremos en disp osición de modificar el co mp ortamiento de los núcleos sociales, d irigir conductas, establecer las bases d el p rogreso. Vamos a crear el 941 CORT INA, Adela: “ El vigor de los valores morales para la convivencia”, http://www.mec.es/cesces/adela.html (22- 12- 05) 942 SIERRA I FABRA, Jordi: Las historias perdidas, M., SM, El Barco de Vapor, 2000, p. 33. 380 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) sistema perfecto, el modelo a segu ir en el Nuevo Orden Cósmico. ¡Llegaremos al mismo 943 origen de la voluntad human a, Arkady !” Esta nueva sociedad desembo ca en un sistema totalitario que no p ermite a ninguno de sus miembros tomar iniciativas contrarias a las normas de organ ización y funcionamiento, sino que deb e marcarse un as metas claras y p recisas de manera ob jetiva, así que “las emociones, como los sentimientos, aquello que antaño nos distinguió de las 944 bestias” , debe evitarse, p orque son un lastre p ara la civilización. La falta de libertades ind ividuales es tal que incluso se llega a considerar a un a comunidad de v egetarianos como una amen aza p ara el sistema, p ues alteran el consumo de carne p revisto para la colectivid ad, con lo cual los resp onsables del gobierno h an de reeducar a tales elementos, considerados co mo subversivos. Pero como no hay may or alteración de la conviven cia p acífica que la p rovocada p or cualquier guerra, en este cap ítulo se encuadrarán las referencias a los conflictos bélicos que están p resentes en numerosas obras de Sierra i Fabra. Investigar el suicid io de su hermano, p restigioso fotógrafo de p rensa, llevará al joven p rotagonista de Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas a cono cer la realid ad de los pueblos indígen as en el continente americano. Su hermano había concertado una entrevista con el comand ante de un movimiento guerrillero, p ero como eso no es noticia d e p ortada de los grandes p eriódicos, p asó la información al ejército con la intención de fotografiar su detención, p ero los militares perp etraron una masacre, acabando con todas las p ersonas presentes en la aldea: guerrilleros, camp esinos, mujeres, niños. Chema fotografió la barb arie, ocultó los carretes, e hizo p úblico el horror. Ganó el famoso p remio WPP p or una foto de la matanza, desp ués se suicidó p orque su ambición lo había traicionado. 943 944 Id., Marte XXIII, cit., p. 114. Id., p. 135. 381 José R. Co rtés Criado Chema Soler fotografió el horror, una mujer abatida por los disp aros que “acababa de ver morir degollado a su marido, huía con sus hijos, y estaba embarazada de p ocos 945 meses…” , y algunos testigos afirman: “Pudieron haberlos cogido vivos, pero no interesaba. Los guerrilleros vivos p ueden escap ar o ser indultados, o cump lir sus condenas y volver. Así que disp araron sin dar un solo av iso, contra todos, contra ellos y contra los habitantes del p ueblo que le daban cobijo” 946. Cuando el joven p rotagonista visitó la zona donde tuvo lugar la masacre y sintió la exub erancia d e aquella tierra y la amabilidad de sus gentes no p ensaba que estuviese en un lugar donde hubiese hostilidades, “p ero también comprendió, v iendo la p obreza de p ueblos y casas, que la revolución fuese necesaria y que no terminara nunca” 947. Toda la obra es un alegato a la honradez que d ebe p residir cualqu ier actuación humana, y una defensa de la vida de los indígen as que constantemente son elimin ados, y de la p az tan necesaria p ara p oder vivir en comunidad, como reza en su dedicatoria: Este libro está dedicado a todos los que han muerto impunem ente por la violencia de las armas, debido a su condición indígena y hum ilde y en defensa de sus derechos, y a los miles que yacen en fosas com unes sin identidad y olvidados por la ignorancia o la com odidad del mundo. Y a los periodistas honrados que cuentan la verdad948 . La historia reco gida en Donde el viento da la vuelta refleja la realidad de los niños soldados en Guatemala, siendo ad emás un alegato en favor de la p az y de la población indígena. Tamb ién defiende la v ida de los niños que p ululan p or las calles de las grandes ciudades sudamericanas y son víctimas de los sicarios. Mientras los niños están alistados viven cad a día como si fuese el último d e su existencia, p ara ellos carece de sentido el concep to de familia, amistad, amor… Cuando 945 946 947 948 Id., Un hombre con…, cit., p. 139. Id., p. 139. Id., p. 130. Id., p. 171. 382 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Nino, el niño guerrillero, p regunta a su compañera Neli si se enamoró algun a vez, ella le 949 resp ondió con otra p regunta: “¿De qué sirve enamorarse en un a guerra?” , dando p or sentado que el amor ún icamente deb e existir en tiempos de paz, p ero el niño soldado sigue teniendo p reguntas sin resp uestas, entre ellas la siguiente: “¿Quién tiene la culp a de las guerras?”950 Se siente tan desesp erado en med io de la contienda y tan solo que se p romete no hacer más amigos en la guerrilla p ara no tener que llorarlos, tal como le ocurre desde la muerte de Zacarías. En esta obra incluso se hace un alegato contra las minas antipersonas, de modo qu e cuando los jóvenes gu errilleros atraviesan un camp o minado se señ ala: Decían que una mina valía apenas unos pocos dólares, tres la más barata. Decían que desarm arla costaba varios m iles. Decían. A un soldado inválido había que alim entarlo, no servía para nada, y constituía un recuerdo vivo de la derrota. A un soldado muerto se le enterraba y se le llamaba héroe. Lo malo era que novecientas noventa y nueve de cada m il minas estallaban a los pies de niños o cam pesinos que sólo querían sobrevivir con el fruto de sus tierras951 . Igualmente informa d e que a med iados de los años 90 existían 110 millones d e minas disp ersas p or 64 países, de las cuales 30 millones estaban esparcidas en 18 países de África, donde han qu edado activadas para desgracia de los habitantes de esas regiones, p ues se sabe que actualmente el 95 % de las v íctimas de las minas antip ersonas son civ iles. Hoy es casi imp osible su eliminación d e la sup erficie terrestre, p ues “p ara desactivar las y a existentes, se necesitan 33 millon es de dólares y más de 1.000 años de trabajo” 952 . Sierra i Fabra denuncia en la misma obra qu e los p aíses industrializados, entre ellos Esp aña, fabrican y venden este tip o de minas a p esar de las camp añas contra su fabricación y su utilización en los conflictos bélicos d esde diferentes ONGs, que están consigu iendo concien ciar d e su p eligro a la p oblación mundial. 949 950 951 952 Id., Donde el viento…, cit., p. 125. Id., p. 124. Id., p. 146. Id., p. 200. 383 José R. Co rtés Criado Al final de la novela se reco ge información real, como la siguiente: Sólo en la década de los años noventa, dos m illones de niños han m uerto víctim a de conflictos arm ados, y al menos 10 m illones han sido testigos directos de atrocidades. [...] El 90% de las pérdidas hum anas de las guerras actuales son civiles. De ese porcentaje, el 40% son niños. [...] En la segunda m itad de los noventa, 14 millones de niños vivían refugiados. Un núm ero difícil de calcular, pero cercano al medio m illón, combatían en conflictos arm ados. Con siete años ya se es soldado. […] Los grupos paramilitares o la mism a policía se dedican a matar niños en países com o Guatemala, Colombia y Brasil953 . Además añade información sobre los más de 40 años de gu erra civil encubierta en Guatemala, d el exterminio de 200.000 ind ígenas, d e cómo “Estados Unidos, en 1999, ha reconocido su participación directa en esa guerra, entonando el mea culpa p or haber apoy ado a las fuerzas consideradas más retrógradas del continente americano. Como siemp re, ese mea cu lpa llega cuando y a todo ha suced ido. Dentro de otros 40 años se entonarán los actuales” 954. En las p áginas de este mismo libro se advierte que los niños son los encargados de las misiones más arries gad as p orque no tienen la noción del miedo y p orque además existen muchos para reemp lazarlos en caso d e baja y que hay “cinco razones p ara alistarse en la guerrilla siendo n iño o adolescente: ven ganza, p obreza, necesidad de sentirse p rotegido y pertenecer a algo, desamp aro y p ersp ectiva de una vida mejor cuando se ha p erdido todo y no se tiene nada”955. Resulta demoledor encontrar en las p áginas finales de la obra datos reales resp ecto a determinados conflictos armados que p arecen no haber sucedido, o lo hicieron hace muchísimo tiemp o, p orque la realidad actual nos ha familiarizado con otras guerras más cercan as en el tiemp o y el esp acio. Las notas finales sirven de ald abonazo a las concien cias de los lectores. 953 954 955 Id., pp. 198-199. Id., p. 200. Id., p. 180. 384 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) El tema central de En un lugar llamado guerra es, como su título indica, la guerra, acontecimiento siemp re único p orque su fin es el mismo : acabar con v idas humanas y destruir todo cuanto el hombre o la n aturaleza han ido construy endo día a día durante un esp acio dilatado de tiemp o. Así lo siente el último indio miwok cuando advierte que su hijo murió en la guerra y le da igual que sea la de Corea o la de Vietnam, porque para él sigue siendo una misma guerra la que se desarrolla en el tiemp o de la narración y la que acabó con la v ida de su h ijo años antes. También Elías Alcaraz, sup erviviente de la guerra civil esp añola, en El tiempo del exilio III. Los años rojos, considera que la guerra es única y rep etitiva, como reflejan las palabras dirigidas a su hijo a raíz de la ola de desap ariciones en Argentina: “Yo pasé una guerra, Óscar -dijo Elías-. Y no me digas que fue h ace cu arenta años, p orque siempre es la misma guerra” 956 . El p rotagonista de En un lugar llamado guerra es un joven p eriodista enviado al frente de una de las numerosas guerras que se desarrollan en la actualidad en el mundo. Narra en p rimera p ersona su exp eriencia en una ciudad sitiad a p or un ejército poderoso donde los rebeldes intentan hacerle frente y sobreviven algunos civiles, entre ellos su guía, un rap azuelo de unos doce años, un sup erviviente nato que “p robablemente no recordase sus p rimeros cuatro o cinco años, cuando en su casa existían cosas tan normales como luz eléctrica, agua en el grifo y comida en la nev era, cines en la calle y un colegio al que ir” 957 . Se desarro lla este conflicto en una antigu a república de la extinta Unión Soviética donde se han encontrado y acimientos p etrolíferos. Es un pequeño p aís pobre, casi todo montañoso, de clima desértico, p oco poblado, cuy os habitantes p rofesan may oritariamente la religión musulmana y desean independizarse de Rusia, “el p aís era una suerte de Beirut 956 957 Id., Los años rojos, cit., p. 205. Id., En un lugar llamado guerra, cit., p. 42. 385 José R. Co rtés Criado de los 80 en versión ruso-asiática. Si en el Líbano, la Su iza de Oriente Próximo, todas las faccion es en lucha h abían conseguido arrasar la ciudad a lo largo de su imp lacable gu erra fanática, en Sezerkand a las cosas no hab ían ido mejor. Todo eran ru inas” 958 . El jov en p eriodista reflexiona sobre otros conflictos armados mientras sobrevive a los bombardeos de la ciud ad donde se halla, y así recuerd a que “Chechen ia hab ía sido un baño de sangre, p ero los chechenos resistieron y los rusos todavía no habían lo grado el pleno control. Las guerrillas eran como hormigas. Imposibles de matar un a a un a” 959 , y que “en la primera Guerra M undial, los alemanes y los aliados se p asaron meses en las trincheras, avanzaban cien metros unos, cien metros los otros. Pelearse en una ciud ad deb ía ser lo mismo” 960 . Milo, el lazarillo del p eriodista esp añol, llamado también niñera o guía, le mostrará el escenario del conflicto, lo informará de las zonas que ocup an cada una de las facciones 961 en lucha, y le recordará lo más imp ortante, que la guerra es de “nosotros contra nosotros” y organizará p ara el p eriodista tres encuentros con p ersonas vinculadas al conflicto. El p eriódico p ide a su corresponsal que entreviste a alguno de los jefes rebeldes, Milo sabe que “Occidente quiere saber lo que quiere saber” 962 y p or ello los dos primeros encuentros del rep ortero con la guerrilla en realidad lo son con el abu elo y el tío del gu ía, que se limitan a n arrar ley endas, mientras Milo habla del petróleo, de la indiferencia d el mundo resp ecto a lo que sucede en su p aís, del p oder de las p otencias militares…, demostrando ser muy avisp ado, p ues cada encuentro sup one unos ingresos extras p ara todos ellos, y un acto de p rop aganda p ara la causa p olítica que d efiend e. Como el joven fotógrafo es novato, recibe nu merosos consejos d e otro veterano qu e ha cubierto varias guerras; el p rimero es que nunca d ebe de abandon ar su cámara b ajo ningún concep to; el segundo, que debe foto grafiar todo cuanto acontezca a su alrededor sin 958 959 960 961 962 Id., p. 17. Id., p. 63. Id., p. 69. Id., p. 46. Id., p. 126. 386 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) pérdida de tiempo p orque es la única manera de que llegu e a los p olíticos la brutalidad de la guerra y que “para nosotros no hay nada más imp ortante que la v erdad, no tenemos otra cosa. Está lo que p asa y estamos nosotros, y en medio no hay más que un objeto: la cámara. No p odemos mentir, nosotros no, o todo se acabará yendo a la mierda aún más rápido. Eso es lo que nos diferen cia d el resto” 963. En la novela se hace referencia a p osturas p acifistas, como las reflexion es del jov en sobre las march as y los estandartes. Nunca m e habían gustado los him nos ni las banderas. Todos los himnos pertenecen a pasados en los que la vida era muy distinta y el m undo era un acuartelamiento de sentim ientos nacionales. Más o m enos como ahora pero sin Internet ni globalización. Lo de las banderas es peor. Para m í, la única bandera posible es la de la dignidad humana. En veinte siglos el ser humano ha matado siem pre por banderas y credos, fragm entando un planeta en parcelas de colores964 . Igualmente el p rotagonista reflexiona sobre las denominad as víctimas razonables del conflicto que p resencia, y la inutilidad d e enviar jóvenes a morir p ara conseguir cualquier objetivo militar aunque no fuese de vital imp ortancia, y termina p ensando: “El cinismo salía de los desp achos y las reuniones y las mesas p ara la p az convertido en patriotismo barato y mensajes edulcorados. Los muertos de cada día eran un simp le p eaje. Las guerras seguían siendo el gran nego cio de la p az. Armas, mercado n egro, geno cidios consentidos p ara equilibrar tal o cu al zona o país... El p recio era b arato: carne human a” 965. También se citan los denominados eufemísticamente daños colaterales, así como la frialdad con la que se mand a a miles de jóv enes a morir en una gu erra inútil, y los negocios que siemp re hacen los poderosos, al tener que reconstruir un p aís destrozado p reviamente por ellos. “Cuando acabase la guerra habría que reconstruir Sezerkand a, y el resto de 963 964 965 Id., p. 135. Id., p. 82. Id., p. 106 387 José R. Co rtés Criado Tudzbestán, y los mismos p aíses que se habían hecho ricos d arían p réstamos p ara que la rueda siguiese girando” 966 . La sinrazón está p resente en La piel de la memoria, primero como alteración de la vida diaria d e un niño que es vend ido por su padre y los conflictos psicológicos que acarrea este hecho al p rotagonista y a sus compañeros de cautiverio, así co mo el dolor que provoca el daño físico que lo acomp aña durante buena p arte de su v ida. “A lo largo de mi exp erien cia y desp ués de ella, y o conocí p rimero el dolor, la soledad, la injusticia, p ero 967 desp ués, finalmente, hallé la p az y la bondad” . En segundo lu gar, es tratada como conflicto armado entre bandos op uestos cuando el p rotagonista de la obra es ap resado con un ex co mbatiente en Sierra Leona y recuerda las palabras de uno de sus comp añeros. “M asa Bissou me había hablado de su gu erra, fratricida, terrible. Llevaban años. En Costa de Marfil hab ía cacao. En Sierra Leona 968 diamantes. Los diamantes no se comían p ero eran más valiosos que el cacao” . Su compañero de infortunio le comenta las desp iadadas matanzas en las que particip ó y justifica sus actos diciendo que h ay que matar p ara que no te maten, no considerando grave el hacerlo ni p reocup arse de saber que “siempre habrá otro enemigo más” 969 , y p or ende, siemp re habrá guerras, odio y matanzas entre seres humanos. El jov en ex combatiente refiere qu e hay p ersonas interesadas p or las condiciones d e vida de los esclavos, y que él vio sobre todo a hombres blancos p reocup ados p or la guerra que llegaron a decir que Europa no comp raría más diamantes. “En Sierra Leon a he visto gestos de p ersonas que no tenían nada que ver con la guerra sacrificándose p or desconocidos, ayudando; méd icos, coop erantes, sacerdotes...”970 966 967 968 969 970 Id., p. 106. Id., La piel de…, cit., p. 10. Id., p. 152. Id., p. 154. Id., p. 174. 388 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) La esclavitud en p leno siglo XX p arece imp robable en el llamado mundo o ccid ental, pero es un hecho real en p aíses africanos, donde algunos de sus habitantes se han convertido en esclav istas de sus compatriotas como relata uno de los p ersonajes de esta obra. “Hace cientos de años nos llevab an a América para ser esclavos. Hoy somos nosotros los que lo hacemos. Puede que sea cierto que, mientras seamos mano de obra barata, el 971 mundo blanco segu irá aprovechándose, p ero ahora nos matamos entre nosotros mismos” . Ambos muchachos esclav izados p resintieron que su fin se acercaba en aqu el barco donde los transportaban en p eores condiciones que si fuesen animales, p uesto que ellos eran una simple mercancía barata a merced d e sus amos, quienes no manifestaban co mp asión alguna por los numerosos jóvenes ap resados p ara ser vendidos a exp lotadores sin escrúp ulos. Kalil M tube era consciente d e la realidad cuando reflexionaba: “Y es triste que para el hombre otro hombre no sea igual, sino un a bestia, alguien p rescindible. Nosotros no éramos nada p ara ellos. Bueno, sí. Dinero ” 972 . La realidad descrita en el p árrafo anterior p or un p ersonaje de ficción es tan real como los d atos que ofrece la p ágina web Guía del Mundo 2005/2006, actualizada gracias a IEPALA (Instituto de Estudios Políticos p ara América Latina y África) y a la Consejería de Bienestar So cial de la Junta de Extremadura: unos 27 millones de personas viven actualmente en situación de esclavitud en el planeta Tierra, aunque esta cifra es catalogada como insuficiente p or muchos. Igualmente asevera: “Hasta hace p oco, el fenómeno era may oritariamente p ercib ido como exclusivo de sociedad es como las de Angola, Sudán, So malia o Chad -dond e incluso niñas de 10 años eran siervas y concubinas en bases militares reb eldes-. Pero ahora, incluso en las regiones relativamente pacíficas, el tráfico está creciendo. Si bien de forma oficial sus gobiernos se op onen al tráfico, los p aíses en que se d a en mayor empuje son B enín, 973 Burkina Faso, Camerún, Côte d'Ivoire, Gabón, Nigeria y Togo” 971 972 973 . Id., p. 174. Id., p. 175. http://www.guiadelmundo.org.uy/cd/themes/la_costa_de_los_esclavos_.html (12/07/06) 389 José R. Co rtés Criado Una reflexión sobre la esclavitud que en el p asado azotó África y p obló Norteamérica la realiza el jov en p rotagonista de El ú ltimo verano miwok, cuando observa a Woodrow, sirviente negro en casa de su padre, que lleva el mismo nombre qu e el presidente norteamericano que declaró la guerra a Alemania en 1914: “Posiblemente Woodrow fuera la octava o noven a generación de un mu chacho negro esclav izado p or los negreros, que, sin saberlo, estaban generando con su acción uno de los más asombrosos cambios étnicos en la historia del mundo. En América del Norte ap enas si quedaban indios, y en cambio los negros eran un gran poder, todavía soterrado, p ero p resente y numeroso” 974 . Kaop i, p ersonaje que da título a otra novela, es un ser libre que vive en la selva y desconoce la civilización “del ho mbre blan co”, p or eso se sorp rende al saber qu e éste domina monstruos que cortan árboles y a los negros que en otro tiemp o fueron orgullosos guerreros; tamp oco logra comprender p or qué el hombre b lanco lo ap resa y golp ea con el cilindro metálico que disp ara fuego mientras los demás se ríen de él. Desconoce la esclavitud: “Era un guerrero n ezai, un lu chador. Nin gún ser humano con dignidad y orgu llo podía someterse a otro contra su voluntad. Nin gún hombre humillaría a un enemigo derrotado o p risionero. Aquello no tenía sentido” 975 . Y así M togo, p ortador en su esp alda de la marca de los oartas, gu erreros enemigos de la tribu nezai, intenta hacerle co mprender la realidad en qu e vive, al avisarlo: “Vamos chico, desp ierta. Cuanto antes te enfrentes a la realidad antes emp ezarás a sobrevivir. Esto no es la selva, ni tu mundo: éste es el único mundo que existe, el de los blancos. ¡Olvídate de Paraíso! ¡Olvídate de todo..., salvo de segu ir vivo cada día!” 976 Otra guerra, la perp etrada entre esp añoles, es el telón de fondo de la trilo gía El tiempo del exilio, co mo se ha comentado en ap artados anteriores. En su p rimer tomo, Los años oscuros, todos los p rotagonistas embarcados en el Sinaia llevan en su memoria alguna anécdota digna de ser record ada: “Nosotros dimos mucha rop a a los soldados que p asaron 974 975 976 SIERRA I FABRA, Jordi: El último verano…, cit., p. 90. Id., Kaopi, cit., p. 97. Id., p. 108. 390 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) por Barcelona escap ando del avan ce fascista.-El tono de Natalia se hizo op aco-. Era de mis hermanos, ¿sabes? Os veíamos tirar las armas a las cloacas. Un vecino ocultó a dos chicos antes de que...” 977 La madre d e Natalia, Teresa, lleva asociada la gu erra a la falta de alimentos, como exp lica el n arrador: Tanta hambre. Tanta soledad y tanto m iedo bajo las Se habría vendido por un pedazo de pan978. bom bas y la am enaza del futuro. Otro de los p ersonajes, Ramón Alcaraz, quiere organ izar desde el exilio la resistencia antifranquista p ara p oder regresar p ronto a Esp aña; p iensa que las sociedades occidentales, e incluso la desparecida URSS, ap oyarán la causa rep ublican a, aunqu e la realid ad le mu estra las verd aderas intenciones d el resto de p aíses resp ecto a Esp aña cuando dejaron de llegar exiliados a México, porque “del mar y a no llegaba nad a, salvo el eco de los fusilamientos de Franco y la hip ocresía del mundo que hablaba más de la próxima guerra que de la última y decisiva confrontación entre el fascismo y el comunismo” 979 . Los exiliados esp añoles en México han de unir a la p ena p rovocada p or las ausencias de los seres queridos, bien p orque fallecieron en la contienda o p orque aún permanecen en Esp aña, la incertidumbre qu e origina la falta de información de los familiares que batallaban en el frente, como se lee en El tiempo del exilio I. Los años oscuros: “Las voces de los muertos p esan, p ero las de los desap arecidos nos están 980 ensordeciendo el án imo” . En este primer volumen también se h ace referencia a la p érdida de las esp eranzas de retornar ráp idamente a Esp aña por p arte de los exiliados, cuando se inicia la segunda gu erra mundial: “Para los exiliados fue un duro golpe. Seguían aferrados a la idea de un p ronto regreso, de una segura caíd a de Fran co. […] La guerra cercenó de cuajo todas esas 977 978 979 980 Id., Los años oscuros, cit., p. 40. Id., p. 46. Id., p. 140. Id., p. 190. 391 José R. Co rtés Criado esp eranzas. El que menos comp rendió lo esencial: que el fascismo, lejos de men guar, 981 extendía sus redes p or Europ a” . La historia de la saga continúa en el segundo tomo, Los años de la espera, donde los personajes han organizado sus vidas en el p aís de acogid a, p ero añoran el regreso a Esp aña, lo cual sup ondría el fin de la gu erra fratricida. La llegad a a M éxico de un miembro de la familia Puig, que tras comb atir en España lo hizo en Fran cia contra los alemanes hasta caer preso, remueve los recuerdos de la conflagración. Ismael Puig, recién exiliado en M éxico, no p uede conciliar el sueño p orque su mente está alterad a tras su estancia en el camp o de concentración de M authausen, donde “no sólo vio morir a sus amigos y comp añeros, sino que cono ció lo p eor de la condición humana. Y eso es algo qu e te marca y te cambia p ara siemp re” 982 . Otro de los p ersonajes de la trilogía sobre el exilio, Lorenzo Vilá, revivió sus ingratas exp eriencias en la gu erra civil esp añola cuando hubo de abandonar M éxico y fue a recalar en Bo gotá. Allí estaba el 9 d e abril d e 1948 cuando fue asesinado el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, “todo el p aís vivía la convulsión del ‘bogotazo’. Persecución de líderes sind icales, estudiantes acusados de comunistas, recelo d e cualquier emigrante con 983 asp ecto sosp echoso…” La barbarie vo lvía a manifestarse entre personas que conviv ían armónicamente hasta que un determinado acontecimiento cambió el ru mbo de los acontecimientos. También a él y a su esp osa Berta les afectarán esp ecialmente las revueltas estudiantiles en Ciudad de M éxico, que tuvieron lu gar en el año 1968. La novela reco ge los luctuosos sucesos acaecidos el día 2 de o ctubre, a diez días del inicio de las o limp iadas, cuando se p erp etró la matanza de estudiantes en la p laza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. Una de las p ersonas fallecidas fue su hija adoptiva. 981 982 983 Id., p. 201. Id., pp. 23-24. Id., Los años de espera, cit., p. 43. 392 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Juan Puig Soler, joven nacido durante la travesía del buque Sin aia de Francia a México, es otro p ersonaje de la trilogía que p articipará en determinados acontecimientos históricos del conteniente americano : formará p arte de los sesenta y nueve exp edicionarios que junto a Fidel Castro, Raúl Castro y Ernesto Che Guevara p artirán del puerto mexicano de Tuxp an en la emb arcación llamada Granma rumbo a Cub a p ara iniciar la revo lución que hubo lugar en ese p aís. El joven deseaba ferv ientemente transformar el mundo desde una p ersp ectiva socialista y no duda en particip ar activamente en la contiend a organ izada p or Fidel Castro y Ernesto Che Guevara. Se d espidió de sus p adres p or medio de una carta donde refleja sus ideales de la siguiente man era: “Hoy es mi turno. Por fin ha emp ezado la lu cha. Primero será Cuba, después muchos otros p aíses de Centroamérica y Sudamérica, tamb ién África 984 algún día. Y p or sup uesto Esp aña” . Sus p alabras, a modo de p rolep sis, reflejan sus andanzas por el mundo con los ideales revolu cionarios como bandera. No consigu ió llevar la insurrección a otros p aíses, aunque sí lo intentó. Conoció a Víctor Jara y a Salvador Allende en Chile, donde se encontraba el día 11 de sep tiembre d e 1973, cu ando fue d errocado p or las armas el gobierno elegido democráticamente. Los medios de comun icación acercaron a los p rotagonistas otro conflicto bélico, el de Vietnam: “otra guerra, manifestaciones p acifistas, aquella nuev a juv entud, la generación del amor, los hipp ies con las caras p intadas de colores y flores en el pelo” 985 . Además sigu ieron con interés los sucesos ocurridos en París en 1968, y los movimientos estudiantiles de Barcelona d el año siguiente, el go lp e de estado en Chile, la vuelta de Perón a Argentina, el asesinato del delfín del general Franco, Carrero Blanco, perp etrado p or ETA, la muerte de Puig Antich en 1974, la muerte de Franco, y el golp e de estado en Argentina en 1976. 984 985 Id., p. 204. Id., p. 336. 393 José R. Co rtés Criado Todos estos acontecimientos afectaron a los p ersonajes de la trilo gía p orque cualquier conflicto altera las normas de convivencia, p ero además p orque determinados sucesos modificaban la historia esp añola, e incluso alguno de ellos fue testigo excep cional de los mismos; así Juan Puig presenció el golp e de estado chileno; y la rama d e los Puig instalada en Argentina sufrió la rep resión de los militares go lp istas, pues su hija Lucía y su marido Tedesio en grosaron la lista de los desap arecidos, y la hija d e ambos, la de los niños rep artidos entre los torturadores. Fueron años aciagos p ara la convivencia argentina los transcurridos entre 1976 y 1978 como relata el narrador de Los años rojos: “En el 78, mientras Argentina cantaba los goles de su mundial, en las cárceles seguían aho gándose los gritos de los torturados y 986 silenciándose las huellas de los desap arecidos” . La barbarie se ocup ó de dirigir el p aís borrando todo atisbo de justicia y derechos democráticos, aniquilando los valores morales que la sociedad argentina se había dado p ara convivir y masacrando los derechos civiles: “Lucía y Tedesio no fueron detenidos. Han desap arecido. Y eso no lo admite nin guna ley , ningún estado de derecho, sólo la brutalidad, la rep resión y una dictadura capaz de todo con sus gentes”987. El rep aso de las grandes matanzas de la historia recordadas en la trilo gía continúa con lo exp resado p or uno de sus p ersonajes: “En Camboy a, los jemeres ro jos masacraron a tres millones, y no hablemos de la guerra genocid a de la extinta Yugoslavia en los años noventa, las matanzas de tutsis y hutus en África, el odio entre Palestina e Israel, o la venganza estadounidense en Afganistán” 988 . Hecho que demuestra que el odio y la sinrazón azotan las mentes humanas en cualquier continente y civilización. Pero el alegato más enternecedor contra la guerra lo ha escrito Jordi Sierra i Fabra en su obra El soldado y la niña, insp irado en una viñeta de “El Roto” p ublicad a en El País, 986 987 988 Id., Los años rojos, cit., p. 186. Id., p. 205. Id., p. 239. 394 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) donde un recluta ve la bala que va a matarlo y mientras esp era el impacto que le arrebate la vida, la muerte se le aparece en forma de niña con un ramo de flores. El sold ado no cree que ella sea la parca p orque si lo fuese sería “oscura, negra, una calav era cub ierta p or un manto opaco. Un esqueleto de grandes ojos vacíos y sonrisa hueca. Y además, no lleva flores en las manos, sino una larga guadañ a con la que reco ge su macabra cosecha” 989. La niñ a sonrió al soldado con un p oco más de ternura y le dijo que lo habían engañado en mu chas cosas y una de ellas era en la imagen de la muerte. Para demostrárselo, le enseña el camp o de batalla, donde vio al soldado que le disp aró llorando por haberlo hecho, y los cuerpos de otros soldados enemigos que murieron p orque él les arrojó una granad a. No comp rendió la actitud del soldado enemigo p orque le “dijeron que el enemigo era perverso, ruin, hombres sin p iedad, crueles, ávidos de san gre, cargados de odio” 990 , y este relato no encajaba con lo qu e el sold ado estaba observando. Esta cita recu erda cualquier diálo go telefón ico sobre la guerra escenificado p or el humorista M iguel Gila, y la sigu iente conversación mantenida entre los soldados enemigos Zep o y Zap o en Pic-nic, obra de Francisco Arrabal: ZAPO.- Pues nos ha dicho [el gen eral] que los enemigos son muy malos, muy malos, muy malos…[…] ZEPO.-… Además le diré que a nosotros nuestro general nos ha dicho lo mismo de 991 ustedes . A continuación la n iña lo trasladó al p uesto de mando, donde descubrió qu e los señores que dirigían la guerra hab laban d e la inutilidad del co mbate y del tanto p or ciento de bajas humanas que habrá en el mismo. Le hace ver qu e p erdió su vida en vano : -Pero la batalla decisiva se está librando en otra parte, lejos. A nadie le importa ya lo que suceda aquí. -Eso no lo saben nuestros hombres. No podemos decírselo. Aquí han m uerto sus cam aradas. ¡No podemos retroceder! ¡Ellos quieren conquistar la gloria, ganar su batalla! -¿Qué podemos hacer? 989 990 991 Id., El soldado y…, cit., p. 12. Id., p. 18. ARRABAL, Fernando: Teatro Completo I, M., Espasa Calpe, 1997, pp. 133-134. 395 José R. Co rtés Criado -Conquistar la colina. Un ataque total. -Será un suicidio. -Pero levantará la moral de nuestro glorioso Ejército. Tanto si lo logran como si no. -¿Cuantos caerán? -Entre un 70 y un 80% de todos ellos. -Es un precio razonable992. Más tarde se introdujeron en la reunión de los p olíticos que tranquilamente decidían los límites fronterizos de los dos p aíses en guerra, sin p reocuparse de las bajas humanas que no cesaban de producirse, y p or último, llegaron a la sede de los banqu eros donde hacían sus cuentas sobre los beneficios que obtendrían con la guerra y la posterior reconstrucción de los p aíses. Al final, la muerte dijo al soldado que lo habían en gañado, y éste se sintió desconcertado, pues le dijeron que luchab a por el honor, por Dios, p or la p atria, p or la libertad, p or sus hijos, por la demo cracia… contra un enemigo monstruoso, a lo que la n iña resp ondió: “El único monstruo es la estup idez, soldado. Y sus aliados, la intolerancia, la incomp rensión, el ego ísmo, la sup erioridad d el más fuerte” 993. Tras este mensaje demoledor, el sold ado decidió ab andonar el frente al comp robar que no murió en ese momento p orque en el último instante saltó y la bala rebotó en una hebilla. Pasados los años se volvió a encontrar con la niña-muerte con 92 años, tras dedicar su vida a la p az, y esta vez sí se marchó con ella. Otro p ersonaje, Taziz, protagonista de El hombre que perdió su imagen, a pesar de haber vivido siemp re en la montaña, también oy ó hablar de la guerra y de la tiranía y ley ó al resp ecto, como se reco ge en el sigu iente fragmento: “En sus libros se decía que la gu erra era el p eor mal de la hu manid ad” 994 , y sabe también que “es evid ente que la guerra es mala, terrible y que es una p ena que cientos, tal vez miles de ho mbres jóv enes, deban morir p or la 992 993 994 SIERRA I FABRA, Jordi: El soldado y…, cit., p. 28. Id., p. 45. Id., El hombre que…, cit., p. 66. 396 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) estup idez de uno solo. [...] La guerra es mala, sí, p ero la cobard ía y la sumisión a un tirano 995 son aún peores” . Deseo que tales citas resp ecto a infamia d e la guerra no oculten que el mal de las guerras no son ún icamente las vid as human as que cobra y la destrucción d e todo cu anto pacientemente el ser humano ha construido. Si así fuese, se p odría considerar que sería un mal menor siempre que la causa sea justa. “Pero lo bien cierto es que existe otro mal de la guerra, de todas las guerras, que p one en entredicho que alguna p ueda ser justa. El mal de toda guerra es que aumenta el error con el que los humanos se juzgan a sí mismo y a los 996 demás, lo que no p uede sino avivar las causas de la violencia” . Si no fuesen suficientes las numerosas referencias a la guerra como negación d e todos los valores morales, y las manifestaciones p acifistas vertidas por Jordi Sierra i Fabra en sus novelas, además escribió una biografía de Mohandas Karamchand Gandhi, con el título: Me llamo Gandhi. Nadie como Gandhi sup o ver que la p az no es el fin sino el camino, y que su concep to encierra un contenido may or que la ausencia de guerra, y así con motivo d e la fiesta de in au guración de la univ ersidad d e Ben arés p roclamó : “Cuando ven ía hacia aquí para estar p resente en estos actos, me he visto asaltado p or decenas d e mendigos que me han hecho enrojecer de vergü enza. He visto la miseria en las calles, la basura amontonada, la p obreza y el hambre” 997 , advirtiendo con sus p alabras que la paz en su sentido más amp lio se establecerá cu ando el ser humano viva en condiciones dignas tanto en lo referente al sustento como a sus libertades. 995 996 997 Id., p. 75. LARRURI-MAX, Maite: La guerra según Simone Weil, Valencia, T andem Ediciones, 2002, p. 76. SIERRA I FABRA, Jordi: Me llamo Gandhi, B., STJ, 2000, p. 26. 397 José R. Co rtés Criado 4.5.3.2.2.- LOS DES APARECIDOS Otra forma de violencia que altera la conv ivencia pacífica es la desap arición d e personas sin dejar rastro y la falta de lib ertades civiles en toda sociedad que se consid ere civilizada. Si la muerte es cru el y dolorosa p ara los familiares de la p ersona fallecida, más aún lo es, si cab e, el no saber cuál ha sido el destino final de tus seres queridos y quedar o cultos la muerte o el encarcelamiento de los mismos bajo el eufemismo “desap arecido”. Este tip o de tortura psicológica se co metió con total impunidad en el caso de las dictaduras argentina y chilena a fin ales del siglo p asado. Jordi Sierra i Fabra refleja la an gustia de una joven cu ando descubre su v erdadera identidad en la obra La memoria de los seres perdidos, que se p uede catalo gar co mo novela de ap rendizaje. Estela, la p rotagonista, como Jim, el joven personaje de La isla del tesoro de Stevenson, madurará al fin al d e esta historia. Ap rende a vivir y pasa al mundo adulto en el transcurso de unos p ocos días cargados de nov edades. Antes de iniciar una nu eva etapa de su existencia con su novio M iguel, se entrevista con su p adre, que niega hab er torturado a su madre, a lo qu e ella le resp onde: “La matasteis todos, ¿sabes? -desgranó sin perder su calma Estela-. Todos. Unos dando órdenes, otros cump liéndolas, otros mirando, otros callando…” 998 Si h ay que destacar un valor constante en esta novela, ése es el d e la conv ivencia en paz que se tiñe de amargura al conocerse la muerte d e los p adres de Estela, su nacimiento y la imp unidad con que actuaron las fuerzas del orden. “Por lo que se ha p odido saber a Claudio y Roberto [su padre y su tío materno] les arrojaron aún vivos y maniatados desde un avión en alta mar, junto a otros cientos de hombres y mujeres. […] Dio a luz [Graciela] 998 Id., La memoria de…, cit., pp. 173-174. 398 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) a una niña en la misma Escuela de M ecánica de la Armad a, esp osada. Y esa misma noche 999 se la arran caron de las manos. […] M urió a los p ocos días víctima de aqu ellas torturas . Es escalofriante p ara cualqu ier joven cono cer có mo se daban en adop ción los hijos de las torturadas, no p or el dramatismo que imp rime el escritor al texto, sino p or el hecho de saber que eso sucedió realmente y p or el p oco valor que se da a la vida human a en determinados momentos. Pudo ver cómo un com isario asesinaba a sangre fría a un ciudadano español, cóm o fusilaban a personas simulando enfrentam ientos armados, cómo sus compañeros masacraban a dos m atrim onios, y cómo los integrantes de las fuerzas especiales se disputaban los bebés que sobrevivían a las matanzas com o si fueran televisores…1000 También en Los años rojos, novela integrante de la trilogía El tiempo del exilio, se relata cómo la rep resión del general Videla y sus comp añeros de armas afectó a una ciudadana argentina, descendiente d e esp añoles exiliados tras la contienda civil esp añola, detenida junto a su marido sin dejar rastro, al igual que otras treinta mil p ersonas, como se comentó anteriormente. Dando muestras de una ironía desp iadada, los representantes del nu evo ord en establecido en la Rep ública negaban la desaparición de cualquier ser humano. “Ninguna comisaría dab a razón. Nin gún cu artel. Nin gún establecimiento. En Argentina no desap arecía nad ie. ¿Có mo iba alguien a hacerlo?” 1001 La madre de Lucía, joven d esaparecida, fue una d e las iniciadoras de las marchas, pidiendo la ap arición de sus hijos y de sus nietos frente a la Casa Rosada, donde el ejecutivo argentino tiene su sede. Comenzaron siendo un a pocas personas “p ara algunos, esp ectros, sólo mujeres, iguales unas a otras, moviéndose en silen cio p ara h acer llegar el grito de sus corazones a la sordera de aqu ellos que les daban la esp alda. Para otros, el 999 Id., pp. 75-76. Id., p. 92. 1001 Id., Los años rojos, cit., p. 189. 1000 399 José R. Co rtés Criado primer símbolo, la p rimera voz que en Argentina se elev aba por encima del miedo, 1002 hermanas a través de los p añuelos blancos de la cab eza y los escap ularios en el p echo” . Ni los golp es ni las detencion es, ni las humillacion es hicieron d ecaer el ánimo d e estas madres que con su p ersistencia consiguieron recup erar a algunos de sus seres queridos o conocieron su destino final, como le ocurrió a la abuela p rotagonista de este relato, que tras diecisiete años de búsqueda p udo decir a una joven: “Lucía Alcaraz era tu madre… y tú eres aquella niñ a. Soy tu abuela Natalia” 1003 . Las madres y las abuelas de la Plaza de M ayo afirman que mientras hay a una sola persona con la identidad robada y falseada tendrá sentido su labor, pues ese hecho afecta a todos y a cada uno de los desaparecidos y a sus hijos. Documentales como Botín de gu erra, de David Blaustein, Nietos. Identidad y memoria, de Benjamín Ávila y p elículas de ficción como Los pasos perdidos, de M anane Rodrígu ez, -p or citar p roducciones recientes-, han indagado en esa monstruosidad histórica que fue el rap to de niños recién nacidos durante la larga noche que se cernió sobre el p aís suramericano entre 1976 y 1983. La rep resión brutal e inhumana contra las personas de ideolo gía op uesta a los militares go lp istas, y el tema d e los d esap arecidos, también están reflejados en Víctor Jara. Reventando los silen cios, que nov ela la vid a del cantante y director escénico, al que debe su título, hasta el 16 de septiembre de 1973: El fin del mundo aconteció en Chile un 11 de septiem bre de 1973. Una esperanza de libertad cayó derribada por el odio entre hermanos un 11 de septiembre de 1973. Pero las canciones de Víctor Jara siguieron sonando1004 . 1002 1003 1004 400 Id., p. 300. Id., 327. Id., Víctor Jara, cit., p. 177. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) La barbarie desatada con el go lp e de estado hace mella en Víctor Jara, que es torturado hasta su muerte, y en los más de cinco mil comp atriotas que p ermanecen p resos en el Estadio Chile. “Se llevab an a cu atro hombres temblorosos, llorando, y en p resencia de los demás los colocab an en una p ared. Uno se orin aba encima, otro defecab a, un tercero caía de rodillas, el cuarto miraba al p elotón de ejecución” 1005, mientras simulaban fusilamientos entre bromas y burlas p or p arte de los cap tores. El narrador informa d e la atrocidad acontecida en el estadio: Vio a un hombre preso de un ataque de locura, reducido a golpes y matado allí m ism o. Vio a un hombre golpeándose la cabeza contra la pared para acabar cuanto antes. Y vio a otro, encaramado a la parte alta, que se lanzaba al vacío, a la pista, para escapar de una vez de aquel horror1006 . En El peso del silencio se vuelve a relatar el asunto de los desap arecidos, en esta ocasión ese es el motivo p or el que el p eriodista Daniel Ros inició una investigación en Chile, p ues recibió el encargo del magnate de la p rensa p ara el que trabaja de encontrar la tumba de su único hijo, d esap arecido en aquel p aís, como y a se comentó. Con la información ap ortada p or los documentos descalificados p or la CIA, desp ués de veintiséis años, referentes a la d esaparición del joven esp añol, el periodista citado llegó a Chile cuando el general Augusto Pinochet Ugarte, desaforado y desp oseído de su inmunidad, se enfrentó a la acusación de homicidio por su implicación en la Caravana de la Muerte que asoló el país andino en el mes de octubre de 1973. El p eriodista se encontró un p aís dividido ideoló gicamente y se sintió cada vez más involucrado en la defensa de la justicia y en contra del horror humano. El enviado revive los sucesos acaecidos en 1973 con la p asión y el dolor que le produjeron en su juventud y reconoce ante una colega que es un defensor de las causas justas cuando afirma: “me fío más de una p ersona honrada que del resto de la human idad. Odio la estup idez humana, la violencia, la injusticia, la intoleran cia. Y odio a todos los 1005 1006 Id., p. 166. Id., p. 169. 401 José R. Co rtés Criado dictadores que han imp edido la p az de sus p ueblos p or la vía de las armas. Aún soy incap az de de ver un uniforme sin echarme a temblar” 1007 . A lo largo de la inv estigación el p eriodista deja constancia d e sus sentimientos contra los regímen es dictatoriales y las atrocidades que b ajo su amp aro se p roducen en cualquier rincón d el planeta, llegando a afirmar: “Todos somos chilenos, bosnios, chechen ios…” 1008 De los sentimientos antip inochetistas del p eriodista da idea esta cita: “Pero tengo esas imágenes grabad as en mi memoria, el bombard eo, Allende en esa p uerta, su voz desp idiéndose, la de Pinochet diciendo que le dejen salir p ero que luego derriben el avión. Las he visto y oído mil veces y aún me siguen doliendo. Desp ués fue lo de Jara, y lo de 1009 Neruda. Y siempre quedaba Pinoch et feliz, años y años desp ués, sin justicia” . 4.4.3.2.3.- EL RAC IS MO. Las p rimeras manifestaciones que hacen referen cia al racismo en la obra d e Sierra i Fabra se encu entran en sus obras futuristas. En la obra titulada …en un lugar llamado Tierra, observa que en el pasado se vivieron situaciones ominosas, y a sup eradas afortunadamente, en las cuales se valoraba a las p ersonas según su raza, como reco ge el siguiente comentario: “¿Has olvidado las leyendas sobre las d iferencias de razas, el odio 1010 entre blancos y negros?” En Noche de viernes algunos p ersonajes vierten comentarios racistas sobre el comp ortamiento de los magrebíes. Las manifestacion es de algunos de ellos resultan un 1007 1008 1009 1010 402 Id., El peso del…, cit., p. 79. Id., p. 201. Id., p. 201. Id., …en un lugar llamado Tierra, cit., p. 15. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) poco tópicas cuando reflejan la falta de comprensión h acia el extranjero, en este caso de origen marroqu í, y el desconocimiento de la realidad que envu elve a los necesitados. Siemp re la incu ltura y el desconocimiento p rovoca recelos hacia cualqu ier p ersona extraña. Así, Serafín p iensa: “No era más que un moro qu e no tenía nad a ni donde caerse 1011 muerto” ; otro p ersonaje, Lázaro, dice que el marroquí p uede venderles drogas “p orque es un moro mierda d e las narices. Todos son traficantes, y si no lo son, conocen al que se lo 1012 monta” ; igu almente ante la extrañeza que siente José Luis al v er la chabo la sin luz ni agu a donde vive, Lázaro le resp onde que lo h acen “porque no son p ersonas, son 1013 animales” y de la rep ulsión que p rovoca su contacto físico, como si de un ap estado se tratase, dejan constancia estas palabras p ronunciadas p or Lázaro resp ecto a la chica con la que estaba M ohamed: “¿Crees qu e la tocaría desp ués de haber estado con ese moromierd a? Ni aunque me lo p idiera de rod illas” 1014 . En Nunca seremos estrellas del rock su p rotagonista trop ieza con un negro a la 1015 salida de un bar y le grita: “¡Coño, negro, mira p or donde vas!” No es consciente de lo que dijo ni p or qué lo dijo, p idió discu lp as a su interlocutor pero éste sup rimió la sonrisa de su cara y lo miró con ojos fríos, Ventura se retiró recordando qu e en el colegio lo llamaban Tarzán porque siemp re defendía a un co mp añero guineano que era motivo de burlas y al que llamaban B atusy Mobutu. Ventura ab andonó sus pensamientos cuando volvió a ver a la p ersona que le gritó unos segundos antes y aunque reiteró sus disculp as, éste no acep tó las excusas, alegando que también tiene un mal día y que “y o estoy cansado de ser un negro bu eno, y te ha tocado a ti. Así son las cosas a veces” 1011 1012 1013 1014 1015 1016 1016 , dicho todo esto antes de p rop inarle una p aliza. Id., Noche de viernes, cit., p. 74. Id., p. 107. Id., p. 142. Id., p. 139. Id., Nunca seremos estrellas…, cit., p. 121. Id., p. 122. 403 José R. Co rtés Criado En La estrella de la mañana Joma es discrimin ado por ser de clase inferior a la d e Beatriz, sus amigos recriminan a la chica que salga con él, alegando que son una extraña pareja, que él es un hortera, un qu inqui, un salvaje, e in cluso dicen a la joven que les recuerda los gustos estrafalarios de una amiga que “llegó a salir con un negro” 1017 . Los comp onentes de esta p andilla a p esar de todo se consideran jóvenes tolerantes y sociables, pero de otra raza, confunden clase social con racismo y alguno no dud a en decir: “Y cuando te digo que los p obres son más racistas que nadie lo digo con conocimiento de causa. Tuvimos una criada en casa, Matilde, ¿la recuerd as? Estuvo catorce años con nosotros y todo iba perfectamente. Decía que nos quería con locura, que nuestro hogar era su hogar que daría la v ida y su sangre p or mi madre…” 1018 , hasta que la señora heredó unas tierras y unos millones y se despidió de la familia d iciendo lo qu e realmente pensaba de todos ellos. En Noche de luna en el Estrecho p odemos leer los consejos que un anciano del pueblo ofrece al joven Hab ib antes de emigrar cland estinamente a Esp aña. Son leccion es de una p ersona exp erimentada que sabe qu e los emigrantes legales o ilegales deb en ser extremadamente resp etuosos y educados p ara ganarse la simpatía de las p ersonas naturales del p aís en que se halle, y p ara ello le aconseja: -No debes m irar a los ojos, y si lo haces, que no sea mucho rato, sino en breves momentos. Déjales siem pre que crean que son superiores, porque están en su país y, lo quieran o no, ya que las personas son tan distintas com o las estrellas del cielo aunque parezcan iguales, ellos nos ven inferiores por nuestra condición de em igrantes, como ha sido siempre en todos los pueblos a lo largo de la historia. No m ires a sus mujeres, y m enos a sus hijas1019 . Además, le recomienda que sonría siemp re, y que en las tiendas ceda su turno a los imp acientes y no p roteste si le cristianizan el nombre y lo llaman Pep e o Manuel o cosas peores, mojama, moro, y que evite ir en grup o con otros comp añeros, porque si ven a muchos se asustan, y sobre todo le aconseja no acud ir a bares o p or la calle cu ando y a ha oscurecido y evitar las peleas. 1017 1018 1019 404 Id., La estrella de…, cit., p. 89. Id., p. 96. Id., Noche de luna…, cit., p. 55. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Estos consejos, más otros referentes a las relaciones con las p ersonas que se encontrará en su vida los seguirá Hab ib durante su estancia en Esp aña, p aís de ensueño p ara tantos africanos que se torna en p esadilla p ara los que fallecen en el intento de atravesar el Estrecho o en el interior de la p enínsula víctimas de accid entes mientras son conducidos ilegalmente p or suelo esp añol. Los más afortunados sobreviven ilegalmente en condiciones infrahumanas, sufren humillacion es tanto laborales co mo p ersonales, y son conscientes de que la p alabra d e un nativo siemp re valdrá más que la suy a, a p esar de que “los esp añoles dicen no ser racistas, pero toda la humanid ad es racista, con sus vecinos, con las gentes del p ueblo vecino, con el país fronterizo, con cualquiera que p iense y sea distinto”1020. Habib nació en un p ueblo p equeño, no conocía el mar, p ero quería atravesarlo p ara llegar a Esp aña y vivir como los esp añoles. Al tercer intento lo gró su p rop ósito, aunque fue dejando jirones de su vida p or el camino. Tras varios años sep arado de su mujer y de sus hijos comp rendió que su sitio estaba en su p aís junto a los suy os, y que era p referible ser pobre en M arruecos que ciudadano de tercera en Esp aña. Cuando atravesó la frontera entre Melilla y Nador, “sin mirar atrás, emp ezó a camin ar rumbo a su casa” 1021 , recordando las p alabras que le dirigió su padre cuando de joven amb icion aba marchar a Esp aña: “Es un mundo que no nos quiere, aunque nos necesita [...] Nosotros hacemos lo que ellos no quieren hacer, y nos p agan lo que ellos no quieren cobrar. Por esa razón, mientras seamos sus esclavos, no nos resp etarán y se sentirán 1022 sup eriores, humillándonos desde su estado de poder” . De esa sup erioridad qu e sienten los europ eos sobre las p ersonas de otros continentes, que algunas veces se manifiestan en actitudes xenófobas o racistas, también 1020 1021 1022 Id., pp. 55-56. Id., p. 152. Id., p. 64. 405 José R. Co rtés Criado deja constancia Sierra i Fabra en las obras ambientadas en p aíses tercermundistas donde los indígenas son observados p or determinados p ersonajes como seres inferiores. El tema del racismo es tratado con imaginación y fantasía en Cabello blanco en cabeza peluda. El autor adelanta en el prólo go el contenido del mismo: ¿Y por qué un cabello blanco preocupa tanto a los cabellos negros? ¿A que es una tontería? Pues lo m ismo debería pasar en un m undo -el nuestro- en el que hay blancos, negros, amarillos, rojos y -el día m enos pensado - hasta verdes. Todo es cuestión de que lleguen los extraterrestres. He querido contarte una historia sobre la tolerancia, y m e ha salido esto, que incluso hace reír un poco1023 . Los cabellos están p ersonificados en este cuento y actúan como los hombres y mujeres de nuestra sociedad. La conviven cia en la cabeza del señor elegido es armónica hasta que nace un cabello blan co, alterándose la uniformidad de toda la comun idad pilosa, surgiendo p roblemas que hasta entonces no se d ieron y escuch ándose p alabras como “horror”, “¿qué haces tú aquí?”, “¿de dónde h as salido?” Al cabello blanco no le h ablaba nad ie a p esar de los intentos fallidos p or su p arte para conseguir ser acep tado y querido como vecino: “ap rendió el valor de la p alabra paciencia. Y el de otras, más difíciles de asimilar, como soled ad, desprecio e incluso miedo” 1024. Con el paso de los días “Se sintió perdido. Nunca le aceptarían. Nunca tendría amigos. Viv iría cond enado a la soledad más absoluta. Estaba claro que ser diferente en un mundo donde todos los demás son igu ales era lo más horrible” 1025 . Llegó in cluso a envidiar los cab ellos n egros y a sentir vergüenza de ser blan co, hasta que un día asumió su id entidad y se reveló contra sus vanidosos y racistas vecinos. 1023 1024 1025 406 Id., Cabello blanco en…, cit., p. 7. Id., p. 33. Id., p. 53. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) “Se sentía finalmente a gusto consigo mismo, y y a no quería cambiarse por nada ni p or nadie” 1026 . Como todo cuento tiene un final feliz, el cabello blan co recrimina a sus vecinos intolerantes su comp ortamiento y p ronuncia un alegato a favor de las p ersonas diferentes. “Una amistad nace, crece, y se hace fuerte con el tiemp o -dijo el cabello blan co- [...] lo único que te p ido es resp eto, y que entiendas que somos iguales a excep ción del co lor, y que lo que te p ase a ti me afecta a mí porque estamos juntos en esta cabeza y viceversa. Los dos comp artimos un esp acio común y nos necesitamos. Si nos hacemos amigos, mejor, 1027 pero p or ahora me bastará con eso, con un p oco de resp eto” . Sierra i Fabra insiste en este relato en que lo imp ortante de las p ersonas no es el color de su p iel sino lo qu e atesoran en su interior, y se lamenta de que “solo los tontos desp recian algo p or ser diferente a ellos. [...] Aunque a veces hay a muchos tontos, 1028 demasiados, y en todas p artes” . En Frontera, una joven de origen marroquí res idente en un p ueblo catalán deb e enfrentarse a distintas fronteras, las que le imp one la sociedad de aco gida y las que le imp onen sus costumbres y creencias. En la obra ap arecen manifestaciones racistas por p arte de algunos de sus p ersonajes, p ero la trama gira en torno a la ad ap tación que deben acometer las familias de p aíses con hábitos muy diferentes a los nu estros en cuanto al resp eto que se deben a las ley es y p recep tos básicos para una conviven cia demo crática y la gen erosidad qu e deb en hacer gala los habitantes de las ciud ades de aco gida con sus nuevos vecinos. La p rotagonista marroquí siente vivir entre dos culturas. “Lo malo es que ahora puede que tenga dos casas y no sep a a cuál p ertenezco, p orque una cosa es el corazón y otra 1026 1027 1028 Id., p. 72. Id., p. 89. Id., p. 139. 407 José R. Co rtés Criado 1029 la mente” , p ero sus p adres se aferran a sus convicciones más profundas y siemp re se considerarán marroquíes en un p aís extranjero. Amina p ide respeto p ara su p adre p ues lo p asó muy mal cuando emigró a Esp aña y desp ués de muchos años de sacrificio p udo reagrup ar a su familia. y afirma: “Ahora estamos bien, hemos prosp erado, p ero tú le has visto algun a vez. Sigu e siendo lo que siemp re fue. Nunca será esp añol. Él es marroquí, como todos nosotros”1030. Este convencimiento la lleva a acep tar normas sociales de su p aís de origen y a contravenir otras co mo la no asistencia a clase de educación física por exp reso deseo d e su padre. Algunas de sus comp añeras no están de acuerdo con esos p lanteamientos y se alegran de n acer en España como alega Berta al decir: “Entre las que queman en la Ind ia, las que no dejan n acer en China p orque todo quisqui quiere niños, las que lapidan en África, las que llev an velos o esa cosa que les tap a la cara y el cuerp o...” 1031 Además, algunas comp añeras comp arten las ideas de esta última en cu anto al tema de las tradicion es. “¡Qué casualidad que todas sean machistas! ¡La religión es lo que las tiene ap lastadas! M ira, en serio, ni racismo ni lech es, p ero a mí todo ese rollo de Alá y el Corán... ¡Es que me suena a co mida d e coco d e la Edad M edia!” 1032 La vid a de Amina cambió drásticamente cu ando decidió escapar de casa p ara no ser enviada a M arruecos y tener que convertirse en la esp osa de un anciano viudo, p orque sus padres habían concertado el enlace a sus esp aldas. Durante su ausencia p ensó en su familia y en lo que estarían sufriendo, incluso sop esó la idea de volv er a casa, viajar a M arruecos y casarse como su hermana, a los quin ce años, p ero se rebeló contra esa idea, porque ella v ive en España, y su forma de vida, y su 1029 1030 1031 1032 408 Id., Frontera, cit., p. 33. Id., p. 17. Id., p. 24. Id., p. 25. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) educación son muy diferentes a las establecidas en su p aís de origen y no está disp uesta a renunciar a ello por comp lacer a sus p adres. Tras estas reflexiones decide conv ertirse en escritora p ara p oder acabar con ciertas tradiciones que considera obsoletas y así evitar que otras jóvenes se vean obligadas a sufrir como ella. Mientras tanto, la convivencia se altera en el p ueblo cuando co mienzan a surgir manifestacion es de magrebíes que recu erdan las de años anteriores, con heridos, casas quemadas, barricadas, y contramanifestacion es de españoles con tintes racistas que corean frases como: “¡Moros fuera!, ¡La legión, la legión y el moro al p aredón!” 1033 Las op iniones de los habitantes del p ueblo estaban div ididas, d esde la p ostura del vendedor de p eriódicos que op ina: “Esto está mal p orque está lleno de moracos, qué quiere 1034 que le d iga -le soltó el hombre-. Si se qued aran en sus casas y nos dejaran en p az” , hasta la del p adre de Estefanía, que co menta: “Querrán viviend as más dignas, un mejor trato, sanidad, p ap eles, más dinero... Lo ló gico, p obres. Yo no sé como aguantan lo que aguantan. 1035 Mal deben de estar en su p aís para que se ven gan aqu í a tragar lo qu e tragan” . El insp ector de p olicía que investiga la desap arición de la jov en p iensa que la situación “irá a peor mientras no comprendamos qu e esto no es un problema sin solución o que nos ha caído sin más, [...] M ientras no les demos una vida digna a los inmigrantes, legalicemos los p ap eles de los que están aquí, hagamos casas y no pensemos que tienen la culp a de todo lo malo que p asa...” 1036 Más alarmante es p ara la p rofesora de la chica desaparecida el comp robar que un tercio de sus alumnos manifiestan actitudes racistas. Siente que es una alarma social, moral y humana p orque “bastaba con que apareciera un Hitler, o un M ussolini, o un Pol Pot, un 1033 1034 1035 1036 Id., p. 124. Id., p. 103. Id., p. 94. Id., p. 134. 409 José R. Co rtés Criado Milosevic, o un Bin Laden loco, cualqu ier iluminado cap az de aglutinar a los descontentos y ap rovechar la in cultura p ara conv ertir a las masas en los instrumentos de su odio, p ara que la historia se rep itiera y almacen ara nuev as p áginas negras. Seis millones de judíos, tres millon es de camboy anos, hutus, tutsis, kurdos, bosnios... Siemp re era lo mismo” 1037 . Ella era consciente de que “El amor, la tolerancia, la compasión, la iguald ad, el resp eto, la integración, la cooperación, la solidaridad... acababan siendo p alabras hermosas pero ajenas” 1038 , a numerosos miembros d e la sociedad y , como op ina otro joven en la novela, “Todas las religion es hablan d e amor, pero ninguna lo p ractica” 1039 . El autor incluy e en el libro citas extraídas de diferentes p eriódicos para argumentar sobre el tema. De La Vanguardia: “La nu la integración d e much as familias marroquíes dificulta la esco larid ad de sus hijas”, o El Pa ís “La inmigración no sólo comienza a p oner a prueba la tolerancia d e los esp añoles frente a lo d iferente, sino tamb ién la adap tación de los inmigrantes a los p rincipios y valores en los que se asienta la demo cracia esp añola. No hay que olvidar que la exigencia estricta de los deberes legales y constitucionales a los extranjeros residentes en Esp aña debe tener, como contrap artida, la de no desp ojarlos de los derechos básicos de la persona ni tratarlos como ciud adanos de segunda” 1040 . En otros p asajes se recuerda la imp ortancia que tiene un a fatwa o ed icto religioso del wahabismo islámico que pueden aren gar contra la integración de los crey entes en el seno de otras civilizaciones, indicando incluso que se debe rehuir el contacto con los infieles, negarles los buenos días y las más radicales imp onen que “el musulmán que se v ea obligado a residir en tierra extranjera, debe albergar odio hacia los infieles” 1041 . Cualquier estratagema es válida p ara personas que quieren evitar todo contacto con la cultura y con la educación de determin ada comun idad con ideas progresistas, alejada de los p lanteamientos integristas reacios a camb ios en su concepción de la vid a. 1037 1038 1039 1040 1041 410 Id., p. 115. Id., p. 115. Id., p. 145. Id., pp. 46-47. Id., p. 149. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) El autor p one en bo ca d e sus p ersonajes expresiones como la siguiente: “Vien e gente que no sabe n ada de nosotros, y reconozco que muchos ni se esfuerzan en saber. Pero 1042 nosotros, en nuestro castillo, tamp oco hacemos el menor esfuerzo por entenderlos” , al mismo tiemp o que recuerda con insistencia la obligación de resp etar las leyes que rigen en nuestro país y la imp osibilidad de llevar a cabo accion es contrarias a nuestro estado de derecho porque sean cotidian as en sus p aíses de origen. 4.5.3.2.4.- LA VIOLENCIA URB ANA. La violencia en la ciudad está p resente en determinadas obras, como Noche de viernes. Ese fatídico día de la seman a que decidieron salir a div ertirse un grup o de chicos jóvenes acabó en traged ia. C ada uno de los comp onentes del grup o quería olvidar sus problemas familiares, laborales, amorosos, y cambiar sus monótonas vidas. El alcoho l, las drogas sintéticas y la violen cia desatada inesp eradamente causaron la muerte de un inmigrante marroquí que malv ivía en una ch abola d el extrarrad io de la ciud ad. Es la máxima expresión de violencia urban a, el asesinato. Todos los amigos estaban acorralando al magrebí que esgrimió un cu chillo, pero sólo uno, Serafín, se hizo con el arma y la emp uñó: “Apenas si encontró resistencia. La hoja penetró en la p iel, se hundió en 1043 la carn e, buscó el ú ltimo latido del corazón agonizante bajo ella, lo atravesó” . Previa a este desenlace se p roduce otra escena de violencia física. Serafín trop ezó con unos jóvenes agresivos. “Llev aban sus uniformes, sus señas de identidad, las cazadoras Bomber y Harrin gton, las botas Doc Martens con las p unteras reforzadas p ara hacer más daño al dar p untap iés, y p or sup uesto las cabezas rap adas” 1042 1043 1044 1044 , que lo acorralaron e Id., p. 150. Id., Noche de viernes, cit., p. 152. Id., p. 116. 411 José R. Co rtés Criado intentaron maltratarlo, él se revolv ió y cuando sus amigos acudieron a socorrerle mantuvieron una p elea contra ellos antes de huir. Posteriormente cuando acuden a casa de José Luis, p ara curarse las heridas, se encuentran al p adre d e éste tirado en el suelo del p ortal, p orque el alcohol consumido le impidió llegar a su vivienda. El jov en sintió tanta vergüenza que p ensó no reco gerlo, fue su amigo Lázaro el que decid ió hacerlo p orque “y o sólo p ensé que, bueno o malo, era un hombre acorralado” 1045 , y que siemp re es mejor reco ger a un p adre borracho que no tenerlo como le sucede a él. La situación crisp a los nervios del hijo que sufre este otro tip o de violencia. En Los espejos de la noche un p ersonaje reflexiona sobre la falta de ética en los años noventa y el aumento de la violencia, defin iendo la cu ltura de esta ép oca como la del imp erio de la ley del más fuerte y de la imp iedad: “comenzando p or los p olíticos y acabando p or la gente de la calle, cada cual no sólo va a lo suy o, sino a joder al de enfrente, por si acaso. Antes p egabas si te p egaban, p or un mecanis mo de defensa. Ahora p egas antes de que te p eguen, sin siquiera sab er si el qu e v iene de cara va a hacerlo o te d ará la mano” 1046 . La violencia hace su aparición en Malas tierras cuando cuatro jóvenes atropellaron a un p erro sin ni siquiera detenerse p ara comprobar qué había sucedido. Los p rotagonistas de la novela han sido testigos del hecho y descienden de su vehículo p ara asistir al animal. Cati lo atiende p orque “Ellos [los animales] no conocen la causa del dolor. Nosotros sí. Notan que les duele, p ero no saben p or qué. Y eso tiene que ser terrible. No entender lo que 1047 te está p asando, ni p or qué, tiene que ser…” Esta escena, a modo de p rolepsis, adelanta lo que va a su suced er posteriormente. Paralelamente otro p ersonaje, Leon ardo, que no acep ta su nueva situación de recién divorciado, p retende visitar a su ex esposa, y al no consegu irlo intenta localizar a alguna de 1045 1046 1047 412 Id., p. 128. Id., Los espejos de…, cit., p. 180. Id., Malas tierras, cit., p. 84. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) sus amigas. No lo gra su objetivo y recurre al tóp ico de aho gar sus p enas con alcohol. Conducía un gran coche de mu cha cilindrada de p otencia y p ara “soltar el lastre de su imp otencia, olvidar el fracaso de la no che, el fracaso de su vida” 1048 , aceleró el v ehícu lo, no resp etó una señal de ced a el p aso, p erdió el control del co che y se estampó contra el que conducía C ati, provocándole la muerte. Este acto de irresp onsabilidad sesgó la vid a de una joven responsable y solidaria qu e no p robó ni una gota de alcohol p ara p oder conducir el vehículo. Es una mu estra más de violencia ejercida p or quien no sabe can alizar sus energías hacia otros derroteros que no sean el alcohol o la agresividad al frente de un vo lante. Si la v iolen cia hace acto de p resencia en la socied ad siemp re ap arecen d etractores y justificadores de la misma. En Las Furias, cu ando el conflicto del instituto llega a oídos de los vecinos d el barrio, hay quienes comentan qu e los profesores llegan al barrio, dan clases a los alumnos y se van, sin p reocup arse de los estudiantes ni de sus p roblemas familiares; así una señora exp lica su versión de los hechos, p ara ella “esto se veía venir, ¿sabe usted? Porque a ver, ¿esos chicos qué op ortunidades tienen? Les meten en el cole p ero nadie les 1049 dice nad a de la vida. ¡Hala, a estudiar, a estudiar! ¿Y para qué? Salen y se van al p aro” . Unos vecinos piensan que del instituto los alumnos deben salir convertidos en personas antes que en buenos matemáticos o dibujantes, otros manifiestan sus pareceres con el siguiente argumento: Supongo que todo el m undo tiene problemas, pero a los chicos se les obliga a dejarlos en la puerta, y eso es imposible. No en un barrio com o éste. […] ¡A m í m e daban de bofetadas en el colegio, pero eran otros tiem pos! ¡Ahora esto es intolerable! ¡Que m e echen a m í ese cabrón de profesor a la cara y verá! ¿Pero qué se ha creído? […] Mi hijo está ahí dentro, y está cansado de que todo se lo impongan1050 . 1048 1049 1050 Id., p. 137. Id., Las Furias, cit., p. 68. Id., p. 69. 413 José R. Co rtés Criado Sobre la vio lencia en el fútbol también op ina uno de los alumnos d el centro en conflicto. Éste comenta que si el p endenciero fu ese un verdad ero aficionado, “le gustara, iría a v er ju gar. Pero lo que h ace es p onerse un p asamontañas, agitar banderas, insultar a los del otro equip o, a su ciudad, a su comun idad, y buscar p elea amp arado en los que son como él. Eso es como buscar la impunidad” 1051, porque individualmente no existen, necesitan tener seguidores que les acomp añen sin cuestionar su autoridad. La violencia co mo comp añera diaria a lo largo de una vida se ve reflejada en El tiempo del olvido; en ella se recuerda en casi todas sus p áginas la violen cia soterrada en la que viven envueltos Tetxu y su madre, p orque “p ara unos soy el hijo de un gudari, p ara otros soy el hijo de un asesino. Pero he crecido al lado de una madre que nunca ha dejado de recordarme que mi p adre era esto último, mientras luch aba p or recup erar nu estra 1052 dign idad en un a tierra en la que es difícil quedar al margen d e todo esto . Paralelamente a esta vida marcad a p or un hecho brutal que deshizo la vida familiar de sus miembros, se desarrolla la de otro joven que sufrió las consecuen cias de ese h echo violento, p ues su p adre fue la víctima del atentado, y vive con la esperanza de encontrar al asesino de su p adre y p oder vengar su muerte ap licando la ley del talión. Afortunadamente este último p ersonaje no lleva a cabo su deseo, acabando un ciclo de violencia qu e marcaba a unas p ersonas como asesinos y a otras como asesinados. 4.5.4.- LOS VALORES IDEO-RACIONALES . Los valores ideo-racionales son los que hacen referencia al conocimiento, a la ciencia co mo instrumento p ara demostrar la verdad, a la instrucción, a la exp eriencia, a la 1051 1052 414 Id., p. 127. Id., El tiempo del…, cit., pp. 110-111. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) creatividad, a la p revisión, a la funcionalid ad, al orden y discernimiento, a la información, etc. Por ello h abrá qu e analizar las obras d e Sierra i Fabra intentando localizar fragmentos donde el conocimiento sea la base p ara afrontar los desafíos de nuestra civilización y sirvan para demostrar la verdad de todos los fenómenos que suceden a nuestro alrededor, teniendo presente que “nada hay más fuerte que el p oder de la mente” 1053 . De la necesid ad que tiene el ser humano de saber p ara avanzar, de la cap acidad d e creación p ara enfrentarse a los nuevos desafíos de la socied ad contemp oránea, de la imp ortancia que tiene saber d iscernir las informaciones p ertinentes de las que no lo son y de p rever el orden que se ha de establecer p ara avanzar en los p rincip ios ideo-racion ales tratarán los argumentos siguientes y las citas extraíd as de algunos libros analizados. 4.5.4.1.- EL COMPROMIS O CON EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO. De la lectura de la obra de Sierra i Fabra se d educe que la ciencia es la base sobre la que se sustenta el p rogreso humano y que éste es el único camino que p ermitirá av anzar en pro de la verdad de nuestro origen y evolución, ad emás de que ay udará a configurar el futuro exp erimentando nuevos caminos de p rogreso p ara así p oder discernir una funcionalidad y un orden que mejore la calid ad de vida de la esp ecie hu mana y , p or ende, la del conjunto de seres que forman p arte del p laneta Tierra. Según nuestro autor, el hombre no p uede p ermanecer in activo, ni física ni mentalmente, p ues no hay mayor mal p ara él que el aburrimiento. Cuando no cultiva su mente y está ocioso, el ser humano se dedica a construir nuevos artilugios o a destruir los 1053 6 Id., Historias asombrosas, Zaragoza, Edelvives, 1997 , p. 54. 415 José R. Co rtés Criado ya existentes p ara luego volv er a crearlos de nuevo, p uesto que es un ser de hábitos cíclicos. Por tanto, deberá mantener su mente en activo p ara p oder continuar avanzando en sus conocimientos y p oder exp erimentar nuevos progresos gracias a la ay uda facilitada p or “el ordenador más perfecto que existe en el Universo: su cerebro, ilimitado y al mismo tiemp o siemp re vacío” 1054. Además, afirma el autor que, en nu estro p laneta, el ser capaz de generar conocimiento es el humano, o al menos así ha sido desde que el primer primate decidió inventar algunas herramientas que le facilitasen su adap tación al entorno. Por p rimera vez se p udo observar el 9 de octubre de 2004 en el bosque M beli Bai d e la Rep ública del Con go que un gorila hembra arrancó una rama de un árbol y “con ella en la mano p areció p robar la p rofundidad del agua o la estabilidad d el fondo. La metió con energía verticalmente en el agua varias veces y luego emp ezó a cruzar la laguna 1055 apoy ándose en la rama como en un bastón” . Esta acción efectuada por un gorila en libertad demuestra su inteligencia y su cap acid ad de ap rendizaje social; se p revé que ese hecho ayudará a cono cer la evolu ción de nu estra esp ecie. En las obras de Sierra i Fabra se reitera que la cap acidad p ara crear nuevos conocimientos está en el hombre, esp ecialmente, en las de ciencia ficción, donde se señala que las máquinas almacen an la may or cantidad d e datos p osibles y están prep aradas p ara emp lear la ló gica en el desarrollo d e los p roblemas p lanteados, p ero su evolución se d etiene cuando el ho mbre no introduce en ellas nuevos d atos que conduzcan a p lanteamientos alternativos o hallen soluciones a interrogantes nuevos. Por ejemplo, en la sociedad idead a en la Trilogía El ciclo d e las Tierras se cuenta que hubo un tiemp o en el cual los humanos no p udieron conducir n aves intergalácticas porque no tenían la formación científica necesaria para llevar a cabo esta función, ni su período de vida les p ermitía viajar durante un elevado nú mero de años, p or lo tanto eran las 1054 1055 416 Id., Regreso a un lugar…, cit., p. 164. RUIZ DE ELVIRA, Malen: “Inteligencia de gorila”, El País, 30-09-05, p. 80. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) máquinas las encargad as de esta actividad. En un princip io los hombres acep taron con normalidad este acuerdo p ero al cabo de un tiemp o comenzaron a reivindicar su derecho a poder tripularlas. Una de las p rimeras reivind icaciones d e los humanos frente a las máqu inas fue la d e poder adquirir los conocimientos suficientes que les permitiesen p ilotar las naves y acabar con su p ap el de ay udantes en las op eraciones de aterrizaje y desp egue de las mismas, h echo que causaba frustración en los hombres. Cuando los dirigentes máquinas d efendían su sup remacía al disp oner de una enorme cantidad de datos que difícilmente el cerebro humano p uede almacenar, el ser humano Hal Yakzuby alegaba no ser muy distinto a las máquinas: “Tengo un corazón y una mente racional y analítica. En mis células se gu ardan todos los conocimientos y toda la historia del hombre, de la misma forma que en sus circuitos se almacena toda la ciencia del mundo relativa a su esp ecialidad” 1056 . También sostenía la sup erioridad el hombre sobre la máquin a p orque “el hombre 1057 posee la síntesis de la vida y de la mu erte. Eso lo coloca p or encima de todo” . Las máquinas aducían en su contra que “su mente [la del ser humano] es el recinto más extraordinario del Cosmos y sin embargo… ap enas si sabían utilizar una p equeña p arte de la misma” 1058 , y que siempre el hombre (o la mujer) anhelaba un sueño, y cuando lo alcanzaba p erseguía otro, p orque el ser humano jamás está satisfecho con nada. Como Hal Yakzuby no tiene argumentos p ara rebatir el análisis exp uesto p or la máquina, arguy e que éstas cada vez son más humanas y se asemejan a su creador, p ues fueron hech as a imagen y semejanza del hombre, aunqu e al evo lucion ar en su cap acidad de raciocinio y necesitar may ores p rocesadores de datos, decidieron abandonar su imagen de 1056 1057 1058 SIERRA I FABRA, Jordi: Regreso a un lugar…, cit., p. 26. Id., p. 198. Id., p. 29. 417 José R. Co rtés Criado androide y transformarse en grandes cubos en forma de ap aradores, p ero su forma de pensar es similar a la nuestra. Si en este futuro diseñado p or el autor la discusión entre hombres y máquinas surge para dilucidar quiénes hacen mejor uso de la lógica y de las emocion es, en la actualid ad hay seres humanos que p iensan que nu estros comp ortamientos tienen algún co mp onente no humano; así p odemos leer en Concierto en sol mayor que “la may oría de las cosas son muy sencillas, p ero a nosotros nos gusta comp licarlas. Forma p arte de nuestra naturaleza animal, 1059 que no humana” . Pero no sólo la condu cción de naves intergalácticas estaba vetada al ser humano; en la sociedad d el futuro id eada por Sierra i Fabra, la justicia tamb ién era imp artida p or los dirigentes máquin as exclusiv amente, ya que ellas eran las únicas cap aces de h acer un uso racional de las ley es, y ap licarlas con absoluta objetividad, qu edando relegado el pap el de abogado al ser humano, nunca el de ju ez, p ues la subjetividad es una de las debilidades humanas y un juez debe ser estricto ejecutante de las ley es, con absoluta imparcialidad. Sin embargo h ay que reiterar que el cono cimiento de las máquin as p roviene de su creador, del hombre, p or tanto, hasta que éste no genere un cono cimiento, la máquin a no puede p oseerlo, con lo cual el p rogreso en el saber está supeditado al ser humano. Así lo considera el p rocesador científico e investigador más p op ular de Tierra 2, Steinein, cuando afirma que el día en que los seres humanos se rebelaron y decidieron no introducir nin gún dato nuevo en las máquinas, comenzó el declive de éstas, pues a pesar de tener miles de resp uestas a millones de p reguntas, carecían de algo fundamental que p osee el ser humano: la cap acidad p ara sup erarse continuamente. De la relación d e p reguntas retóricas que formula Steinein se desp rende lo exp uesto anteriormente: “¿Y la imaginación p ara formular nu evas p reguntas? ¿Y la imaginación p ara 1059 418 Id., Concierto en sol…, cit., p. 110. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) inventar, idear y… crear? ¿Y esa ch ispa, que no es eléctrica, ni está constituida p or átomos, cap az de dar un simp le nuevo paso hacia delante?” 1060 La acep tación de que es necesario investigar p ara avanzar es un p ensamiento humano que todas las máqu inas no están disp uestas a acep tar, p orque desconfían del comp ortamiento del hombre por caprichoso e inconstante, alegan que “siemp re que la humanidad ha olv idado su p asado, se ha visto sumida en el caos d e su futuro”1061, y que las máquinas “gracias al Sistema hemos sup erado sus marcas [de los humanos] y hemos evolucionado… como ha evo lucion ado la vida d esde su ap arición en el universo. […] La tecnología ha constituido el siguiente paso natural en esa evolu ción” 1062 . El anciano p rofesor Marzho siemp re crey ó que las máquinas soñaron desde el primer día de su creación con ser human as, y que una de sus asp iraciones es p oder concebir y fecundar, él no sabe qu é será p rimero, p ero está seguro de que ambos fenómenos serán una realidad y alega que “la esp ecie humana…, o la esp ecie viva en gen eral, llegará a una nueva era sin fronteras. ¿Qué será el primer recién nacido? ¿Hombre o máquina?... Puede que tengamos que encontrar un nombre y ése será el comienzo. Un nombre. Ese nuevo ser 1063 alcanzará la dimensión del más allá, y rebasará todo lo in imaginable” . Tanto las máquinas como los seres no humanos se sienten orgullosos de su razonamiento lógico y frío al margen de las reacciones temperamentales de los hombres y mujeres de la Tierra. Opinan que los sentimientos son un gran defecto. Otra tara de los humanos es su curiosidad. En El misterio del asteroide d e hierro, incluido dentro de Relatos galácticos, se descubre que el p rofesor Antal no sentía miedo cuando su nave fue atraída p or un asteroide, “porque por encima de todo era un científico y 1060 1061 1062 1063 Id., El testamento de…, cit., p. 16. Id., … en un lugar llamado Tierra, cit., p. 25. Id., p. 131. Id., pp. 151-152. 419 José R. Co rtés Criado cualquier misterio le atraía. Más allá del p eligro siemp re existía la más poderosa de las razones humanas: la curiosidad” 1064 . Como el cerebro humano es una máquina excep cional, en Las voces del futuro se cuenta que en el siglo XXI, al fallecer personas de una inteligen cia sup erior, sus cerebros se transp lantan a unos sup erordenadores móviles a fin de conservar toda su cap acidad intelectual y p oder disp oner de may ores conocimientos p ara las generacion es futuras. Y como todos los grandes descubrimientos p ueden ser utilizados tanto p ara construir una sociedad mejor como para arrasar la existente, en Las voces del futuro se advierte que gracias a los nuevos descubrimientos científicos, las dos sup erpotencias “Estados Unidos y China reforzadas tras la v ictoria contra el integrismo islámico del 2025, alertaron de los p eligros de que la industria bélica utilizara los descubrimientos de Pau Querantin [científico] mientras buscaban la forma de ponerse al d ía o imitarle. Se emp ezó a hablar d e aviones con inteligencia humana, de tanques o bo mbas mentales, dirigidas a 1065 distancia, de concep tos inimaginables hasta el momento” . En Los eleg idos, uno de los personajes es un androide que, a p esar de p oseer cap acidad p ara pensar por sí mismo, hab lar y actuar, se sorp rende al comprobar que “los niños y niñas humanos estaban ávidos de saber, preguntaban p or naturaleza, insistían, 1066 nunca se cansaban. Querían aprender y eran curiosos, muy curiosos” , demostrando que las máquin as carecen d e la suficiente imaginación y curiosidad p ara avanzar en la adquisición d e conocimientos. Igualmente le llama la atención que los dos grup os may oritarios de seres humanos que viajan juntos en la inmensa nav e esp acial se enfrenten entre ellos en lugar de conv ivir en p az; la lógica que p osee el android e le impide comp render que los seres humanos sean cap aces de atacarse mutuamente y matarse p or unos ideales o por una disp aridad de criterios. 1064 1065 1066 420 Id., Relatos galácticos, cit., p. 90. Id., Las voces del…, cit., p. 40. Id., p. 163. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En la nave co existen dos grup os de seres humanos que co mp arten un mismo esp acio sep arado en dos p artes, ocup ando cada uno de los territorios un grup o de p ersonas que detesta al otro, unos p or considerarse sup eriores a sus co mp añeros de v iaje, y otros p or ver en los cien-t’icos una forma d e vid a que no les agrad a ni alcanzan a comprender; es una situación similar a la que se p uede p roducir si conviven en un mismo territorio ciudadanos del llamado p rimer mundo con los habitantes de una de las tribus amazónicas que v ive aferrada a sus costumbres ancestrales. Una p arte de la citada nave está ocup ada p or los seres humanos que p oseen may or formación y conocimientos científicos, son los cien-t’icos, y en defensa d e sus tesis alegan: “rep resentamos todo lo que un día fue y es aún en esen cia el ser humano. Somos la cultura, la inteligencia, el racio cinio, la fu erza, la universalidad y el p aradigma de nu estra raza. Y no es una p resunción, sino un hecho, una realidad. La ún ica esp eranza de futuro, frente a la 1067 barbarie y la vuelta a las cavernas del pasado” . La otra zona la habitan los klonos, op uestos a los cien-t’icos, son burdos, miserables, vulgares, carentes de esp íritu, p rimitivos y p or tanto salvajes: “Comen carnes animales, frutos que nacen d e la tierra fertilizada con el estiércol de esos mismos animales, y viven y crecen sin límites, p orque su única ley es la d el egoísmo. No entienden que 1068 habitamos un mundo p recario, limitado, sin recursos” . A lo largo de la obra futurista de Sierra i Fabra se observa cómo el autor considera que p oseer may or conocimiento científico hará que la raza humana viva d e forma diferente a la actual y sea una sociedad donde el ho mbre d isp onga de más tiemp o libre, viva muchos años, y sea feliz si sabe conservar el med io donde hab ita; si no es así, sobrev endrá un cataclismo fruto de intransigen cias y ansias belicistas que hará desap arecer el p laneta. 1067 1068 Id., Los elegidos, cit., p. 39. Id., p. 39. 421 José R. Co rtés Criado 4.5.4.2.- EL COMPROMIS O CON EL CONOCIMIENTO COMO BAS E DE LA INS TRUCCIÓN. En cuanto a la cien cia como fuente de conocimiento para llev ar a cabo la instrucción de los jóvenes ciudad anos, es curiosa la p rop uesta de Sierra i Fabra p ara el futuro, aunque no novedosa, pues ha sido el sueño de muchas personas consegu ir una máquina que introduzca el conocimiento en la mente del hombre sin n ingún esfuerzo, ni tamp oco es nueva la imp resión que considera imprescindib le la p resencia de un maestro p ara que el proceso de enseñanza y ap rendizaje alcance los objetivos p revistos. Y así el autor considera que las máquin as poseen una gran ventaja respecto al gén ero humano al ser cap aces de almacen ar una may or cantidad de registros y p oder procesar miles de d atos en fraccion es muy p equeñas de tiempo p ara obtener una resp uesta a cualquier p regunta o solventar una duda; p ero a p esar de todo ello, considera que carecen de la capacidad ló gica del ser humano p ara añadir a un dato objetivo cualquier explicación o comentario p ersonal. En la obra …en un lugar llamado Tierra, se señala qu e p ara conocer el desarrollo mental de los niños, “se hablaba y a incluso de conexión directa cerebro-máquina para que ésta dictaminara el grado de cap acid ad del niño. Avances de la técnica. Sin emb argo, nada había p odido sustituir la p rimitiva imagen del profesor, p reguntando y surgiendo como un obstáculo que el niño, el estudiante, p udiera vencer” 1069 . La figura del p rofesor como educador es insustituible p ara Sierra i Fabra, él es la persona cap az de motivar a los alumnos y animarlos a ap render, y no sólo hace acto de presencia en los libros de ciencia ficción, también en El asesina to del profesor de matemáticas hace referencia a esta figura cu ando relata que al fin al d e un día de trabajo esp ecial fuera del horario de clase con tres alu mnos que tienen p roblemas con el 1069 422 Id., …en un lugar llamado Tierra, cit., p. 17. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) aprendizaje de las matemáticas, el profesor recibió el agradecimiento de ellos y fue 1070 catalo gado de tío legal. “Era lo máximo que uno p odía decir de un adulto” , dicho con las p alabras de un jovencito que desconfía de la sabiduría de los mayores. En Las Furias, la figura d el p rofesor co mp rometido con la educación d e sus alumnos está p resente en algunos p ersonajes adultos. Unas veces sintiéndose resp onsables del deterioro que la vida escolar sufre en el instituto. Así, la may oría de los p rofesores del centro, preocup ados, aunque no muy sorp rendidos, se lamentan de la falta de d iscip lina y resp eto en el centro; otros se sienten culp ables del d eterioro de la conv ivencia p or no haber tomado medid as más en érgicas en los casos de indiscip lina o no h aber sabido encontrar soluciones a los p roblemas cotidianos. Otras, reflexionando sobre la imp ortancia que tiene elegir ser p rofesor: “A nosotros nos dan un barro esencial, un barro que no p odemos dejar que se moldee solo, ni tamp oco manip ular. Es un barro al que hemos de ay udar a crecer p orque de él saldrán esos chicos y chicas, y más tarde esos hombres y mujeres. ¿Cuántos p rofesores han hundido qu eriendo o sin querer los sueños de un alumno? ¿Cuántos han influido de forma p oderosa logrando todo lo contrario?” 1071 Kalil, p rotagonista de La p iel de la memoria, conoce a una ch ica que lo lleva p or primera vez a una escuela cuando contaba once años; p ara él “los libros de Masa Bissau [el profesor] fueron mi auténtica luz, la ventana p or la que me asomé al mundo entero […] Sup e que ap render era la auténtica libertad, y que saber leer y escribir era la llave p ara llegar al futuro. Jamás sentí tanta p ena y tanta alegría mezclad as como aquel día. Pena p or ver lo que era. Alegría p or saber que tenía tiemp o de ap render y, tal vez, una 1072 op ortunidad” 1070 1071 1072 . Id., El asesinato del…, cit., p. 166. Id., Las Furias, cit., p. 201. Id., La piel de la…, cit., p. 133. 423 José R. Co rtés Criado Este niño considera la formación personal como factor imp rescindible p ara consegu ir un futuro mejor, sintiéndose agradecido a ese p rofesor que consigu ió d esasnarlo, y no duda en afirmar: “Pensé que si alguien se ded ica a enseñar a los demás lo que él sab ía, era p orque, en efecto, era un a buena p ersona” 1073 . El hecho d e considerar que los libros son ventanas p or las que asomarse al mundo es similar a lo exp uesto p or García M árquez en el p rólogo del diccion ario Clave, donde cuenta que siendo muy niño su abuelo, el coron el, le enseñó un enorme diccion ario, el ún ico volumen qu e p oseía, al mismo tiemp o que le decía qu e era el libro que no sólo lo sab ía todo, sino que nunca se equivocaba. Para él ese día “fue como asomarme al mundo entero 1074 por p rimera vez” . Si los dos ejemplos anteriores reflejan los p lanteamientos del autor resp ecto a la formación de niños en el p eríodo de escolaridad obligatoria, el siguiente refleja sus ideas resp ecto a la formación univ ersitaria, en la novela Sin tiempo para soñar, donde dos jóvenes, por encargo d e un p rofesor de la facultad de Period ismo, investigan a p artir de una noticia aparecid a en un diario. Benigno M assagué que es ap odado el sorpresas p or algunos y p or otros como el loco, se ha ganado el resp eto de todo el alumn ado de segundo de carrera p orque “con mucho, era el mejor de los p rofesores de la Facultad. El más directo y p rofesional, p orque 1075 no les p rep ara p ara ser unos curritos de redacción, sino v erdaderos p eriodistas” . Pero en las obras de Sierra i Fabra los profesores no son los únicos encargados d e la formación de los niños, adolescentes y jóvenes; también ocupan un papel primordial los escritores, tanto en los primeros años de educación como en etap as posteriores. 1073 Id., p. 132. GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel: Prólogo del Diccionario de Uso del español actual “Clave”, M., SM, 1997, p. vii 1075 SIERRA I FABRA, Jordi: Sin tiempo para…, cit., p. 6. 1074 424 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En El fabu loso mundo de las letras la figura del escritor aconsejando a Virgilio qu e lea El Libro es clave p ara que el chico se inicie en el mundo de la lectura, que no es otro que el del cono cimiento. Sus p alabras son concluy entes p ara la formación futura del jov en: “El Libro es decisivo. No se trata de que sea bueno o malo. Es algo más. Si al terminarlo no estás motivado p ara seguir leyendo el resto de tus días… es que eres un caso perdido. Tamp oco se trata de algo mágico, o desternillante, o emocionante o maravilloso. Es sólo un libro, El Libro. Y según p arece, tú estás en el momento op ortuno p ara cercarte a él” 1076. La joven p rotagonista de Rabia desea fervientemente cono cer al escritor que v isitará próximamente su instituto después de leer en su libro un p árrafo, -en el cual alega que el ser humano se esfuerza constantemente p or comp render su razón de ser-, que la emocionó como p ocas veces solía ocurrirle y de cuy o contenido edu cativo se siente p oseída. Resp ecto al libro leído, ella anotó en su diario: “Es una novela de gente real, que sucede en tiemp o real, y que aborda p roblemas reales dando soluciones reales” 1077 . 4.5.4.3.- EL COMPROMIS O CON LA EXPERIENCIA COMO IMPULS ORA DEL CONOCIMIENTO. Para Jordi Sierra i Fabra las p ersonas may ores son los p oseedores de la experiencia y p or ende de la sabiduría qu e da la vid a, siendo los mejores consejeros para sus jóvenes personajes, ansiosos por vivir y que creen saber todo lo necesario p ara afrontar su existencia. En casi todas sus obras una persona may or aconseja, orienta o da ejemplo a los protagonistas juveniles cuando h an de enfrentarse a un p roblema de cualqu ier tipo desde una p ostura alejad a de los clásicos p lanteamientos moralistas. 1076 1077 Id., El fabuloso mundo de las letras, M., SM, Barco de Vapor, 2000, p. 14. Id., Rabia, cit., p. 33. 425 José R. Co rtés Criado De sentimientos encontrados se ocup a Sierra i Fabra en El último set. La jov en tenista encuentra ap oy o en su abuela que intenta hacerle ver qu e el carácter d e las personas se fragua en la vida p rivada así co mo en la p rofesión, y que a veces las p autas de conducta de ambas causan alguna fricción, y se lo recuerd a cuando le dice: “M e imagino que te habrán enseñado a odiar a tu rival, a quien tengas enfrente en la p ista. A eso lo llaman prep aración p sicológica, ¿no? Pero ten en cuenta que fuera de la p ista la gente es toda igu al” 1078 . Además la abuela le p rop orciona otros consejos op ortunos que la ay udarán a buscar su equilibrio mental en un momento de desconcierto vital. Le p ide que sea humilde y gen erosa. “El que está arriba siemp re tiene la resp onsabilidad ante los demás de p arecer normal además de serlo” 1079 , y le recuerd a que “p ara vivir se necesita amor, y eso no lo obtienes de ti mismo, te lo dan los demás” 1080 . Esos consejos que recibe de su abuela son los más certeros para su vida p rofesional y p rivada, como este otro: “No p ermitas que te influy an hasta el p unto de no dejarte p ensar 1081 por ti misma. Olvídate de lo que quieren los demás y concéntrate en lo que quieres tú” . Pero lo más importante es ser feliz y hacer lo que consideremos más conven iente con nuestras vidas, así lo reconoce la p rotagonista cuando afirma que no hay nada más bello que v ivir aunque sea a base de sufrimiento, y lo anuncia su nuevo entrenador: “Hay que ap render a sufrir, para después p ensar en jugar y en ganar. Y eso vale p ara todo en la vida” 1082 . La may oría de las p ersonas may ores suele orientar a los jóven es sobre los asuntos que consideran esen ciales, como es el caso del anciano p ersonaje d e Las alas del sol, qu ien 1078 1079 1080 1081 1082 426 Id. El último set, cit., p. 33. Id., p. 53. Id., p. 185. Id., p. 139. Id., p. 190. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) aconseja al n iño vietnamita Yu que conozca su p asado p ues considera necesario que toda persona conozca sus orígenes para p oder integrarse mejor en la sociedad, p or eso le dice: Somos un pueblo guerrero, combativo, duro e inquebrantable. Nadie nos ha vencido jamás. Pertenecemos a la estirpe del dragón y estem os donde estem os, sobrevivirem os. Tal vez tú, o tus hijos, o los hijos de tus hijos, regresen un día a casa, y allí seguirán los que se quedaron, o sus hijos, o los hijos de sus hijos, poblando una tierra que ni el hambre, ni el color de ningún gobierno, logrará destruir jam ás. Ésa es nuestra identidad1083 . A p esar de los mú ltip les consejos y de los desvelos p aternos p or educar de la mejor manera posible a los hijos, a todos los progenitores les asaltan determinadas dudas, como se puede leer en la máxima ap arecida en Campos de fresa: “Cuando son p equeños sufrimos porque son p equeños y p arecen indefensos, y cuando son may ores sufrimos p orque son may ores y se creen que lo sab en todo”1084. El jov en Eloy , en la misma obra, recuerda un a reflexión de su p rogenitor: “Su p adre decía qu e la adolescencia era la p arte de la v ida más imp ortante, p orque es aquella en la que las p ersonas se abren a todo, se tocan, descubren que están vivas, se sienten, aprenden, sufren la p rimera realidad de la existencia, aman y buscan ser amadas. El estallido de las emocion es” 1085 . Daniel, el niño p rotagonista de Concierto en sol mayor, refiere alguno de los consejos p rocedentes de su tutor que le han servido p ara mold ear su carácter. De ellos destacan dos, el p rimero referente a la imp ortancia que tiene el p oder hacer las cosas bien cuando estamos convencidos de lo p ositivo que conlleva su ejecu ción, y el segundo p or el paralelismo que realiza entre bandera y lengua p or un lado, y orgullo y dignid ad por otro: “Jaime Fritzwaller le d ecía siemp re que hiciera lo que hiciera, lo hiciera seguro, sin v acilar. Era mejor equivocarse actuando que p erder una op ortunidad p or no hacerlo”1086, y “un p aís tenía su bandera y su lengu a, y el ser humano su orgullo y su dign idad” 1083 1084 1085 1086 1087 1087 . Id., Las alas del…, cit., pp. 155-156. Id., campos de fresas, cit., p. 119. Id., p. 58. Id., Concierto en sol…, cit., p. 22. Id., p. 44. 427 José R. Co rtés Criado Además, el mismo niño recib e otra recomendación de un músico callejero que le resume lo que él consid era resp ecto a la amistad: “Pues esto es lo que hace un amigo: cantarte las cuarenta, decirte la verdad siemp re, caiga qu ien caiga, y no dejarse impresionar 1088 porque seas un gran músico n i hacerte la p elota p ara mimarte” . Pero no a todos los jovencitos les caen bien los adultos, así en el libro 3L 4S3S1N4T0 D3L PROF3SOR D3 M AT3M 4T1C4S (El asesinato del profesor de matemáticas) a Nico lo que más le p reocup a es convertirse en un adulto serio y resp etable, porque “todo el mundo dice qu e cu ando crezcamos y seamos may ores y maduremos y todo 1089 ese rollo... seremos como ellos” . Sin embargo, la p rotagonista de Rabia, p or lo que escribe en su cuaderno al resp ecto, discrepa con el anterior p ersonaje tal vez p or su madurez personal, la cual le hace valorar en sus justos términos una buena observación: “Todos necesitamos que alguien más alto, más sabio, más viejo, nos diga qu e a fin de cuentas no estamos locos” 1090 . Para reforzar la imp ortancia de los consejos que suelen dar los adultos, el autor recurre con frecu encia a exp resiones tóp icas como la siguiente: “La diferencia que hay entre una p ersona adulta y un joven es que el adulto sabe y a lo que es ser joven, mientras 1091 que el joven no sabe todavía lo que es ser adu lto” . En Noche de luna en el Estrecho, ap arece “el viejo Ahmed que sabía p alabras en francés, italiano, esp añol...” 1092 1093 , “era un hombre viejo, p ero también lúcido ” y es el que 1094 advierte al joven Habib : “el hombre que p ierde su dignidad, lo ha p erdido todo” . Al igual que el anciano vietnamita que ap arece en Las alas del sol ensalzando el pasado de su p ueblo, Habib considera de gran valor conservar sus señas de identidad, sabe 1088 1089 1090 1091 1092 1093 1094 428 Id., p. 100. Id., El asesinato del…, cit., p. 18. Id., Rabia, cit., p. 128. Id., El oro de.., cit., p. 70 Id., Noche de luna…, cit., p. 21. Id., p. 52. Id., p. 120. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) que “un hombre sin recuerdos es un hombre sin identidad. Las huellas de sus p ies las borrarían el tiemp o, el viento, la lluvia y las olas. Las huellas de los recuerdos estaban imp resas en la piel, en los o jos, en su alma. Manteniendo viva la memoria, mantendría vivo el orgullo d e ser quien era, y abierto el camino d el regreso, un día” 1095 . Este adagio es rep etido por más de un personaje en diferentes obras de Jordi Sierra i Fabra y constituy e la mejor enseñanza p ara la dign idad human a, es un p rincip io que nos hará ser mejores p ersonas y convivir armónicamente con nuestro entorno. Habib es un jov en que madura a lo largo de su estancia en nu estro p aís, y llega a comp render que su sitio está en su tierra, junto a los suy os; p refiere ser p obre en su país que ciudadano d e ínfima categoría en Esp aña, después de haber sido p resa de “los traficantes de carne a través del Estrecho” 1096 . Nino, el niño guerrillero p rotagonista en Donde el viento da la vuelta, siente una rabia feroz al sentirse enamorado d e Neli y ésta estar unida sentimentalmente al sargento Toribio, p ero una anciana, conocedora d e su desazón, acaricia el p elo de Nino y le aconseja: “No odies, hijo -musitó en voz muy baja la señora Amalia-. El od io no es más que imp otencia, inseguridad, fragilidad... ¡Tantas y tantas cosas que no valen la pena! El amor es lo único que nos hace fuertes y libres. Sobre todo, libres” 1097 . También un p ersonaje adulto, Natalia, mujer de cuarenta años, casada y con una hija, confiesa en Los espejos de la noche su ap recio por los consejos maternos: “Recuerdo que mi madre me dijo una vez, siendo y o adolescente, que lo p eor que puede tener una persona es el orgu llo. No la entendí. Para mí, el orgullo era un signo de id entidad, una señ al de casta. [...] M e dijo que los flexibles llegan al fin d e sus días colmados, hab iendo ganado más que p erdido, mientras que los orgullosos, ¡ay , de ellos!, lo p erdían todo en el camino ” 1095 1096 1097 1098 1098 . Id., p. 24. Id., p. 19. Id., Donde el ciento…, cit., p. 130. Id., Los espejos de…, cit., p. 32. 429 José R. Co rtés Criado Chelsea, la niña que no p odía reír, ante los insultos y las burlas de sus compañeros, se refu gia en su p rogenitor, quien la orienta con estas p alabras: “El mundo a veces no es justo -le aseguró su p adre- . Hay guerras, y niños con hambre, y gente mala, p ero existe el amor, y te aseguro que la may oría de las p ersonas lo tienen, lo sienten, lo dan. ¿Acaso no 1099 quieres tu a Dais? [su muñeca]” . La niña que no podía reír muestra el p roblema de una p equeña que hubo de afrontar las burlas de sus compañeros p or nacer diferente. “Chelsea tiene un defecto con gén ito apenas conocido, y desde luego uno de los p roblemas más desconcertantemente crueles de la medicina actual, p orque es tan inusual como extraño. Actualmente en Estados Unidos el número de niños y niñas que lo p adecen no llega a los mil. Y en todo el mundo p uede que no existan más de diez mil casos, aunque d esconocemos cifras exactas de p aíses asiáticos o africanos” 1100 . Veríd ica es esta bella y emotiva h istoria dedicada a Ch elsea Thomas y a todos los niños que p adecen este síndrome al que hoy se ha encontrado, afortunadamente, solu ción quirúrgica. Toni, el niño p rotagonista de Só lo un d ía de más, siemp re acude al colegio en su bicicleta crey éndose el único conductor y sin rep arar en las situaciones p eligrosas que provoca, hasta que una mañana, cu ando está a p unto de ser atrop ellado, gira el manillar y cae sobre unos matorrales del sendero, donde “una anciana le estaba observando mitad curiosa, mitad perp leja y mitad enfadada” 1101 . Ella le recrimin a el pánico que ha creado en el conductor del camión, en el del tren y en el resp onsable del p aso a nivel y hasta en ella misma, por lo que le d ice: “Hay formas mejores de matarse, ¿lo sabes? Y menos comp licadas, p orque no involucras a los demás” 1099 1100 1101 1102 430 Id., La niña que…, cit., p. 59. Id., p. 22. Id., Sólo un día más, B., Edebé, Tucán, 20033, p. 26 Id., p. 26. 1102 . El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Al día siguiente, cuando Toni se dirige a su colegio y coincide con el tren y con el camión en su camino, recu erda el consejo de la an cian a, y comp rende que lo sucedido fue un sueño, desistiendo de atravesar la calle y de este modo salvar su vid a, co mo le d ijo la señora. La abuela de Sergio, el niño p rotagonista de Los hombres de las sillas, aclara a su nieto la imp ortancia que tiene la sabiduría adquirida con los años al exp oner: “Siemp re he dicho que los ancianos somos p rivilegiados de la historia, y que cuando morimos no solo dejamos d e existir nosotros, sino también p arte de esa h istoria. Estamos llenos de recuerdos” 1103 . Recuerdos que deb en p asar a los descendientes p ara aumentar su sabiduría. En Frontera, Amina no dialo ga con nin gún an ciano, p ero sí lee las cartas que el abuelo de su amiga envió a la que fu e su esposa cuando eran novios, y su contenido es el que la hace madurar y tomar una p ostura clara ante sus p roblemas familiares: “Esas cartas me han enseñ ado cosas. Ha sido como si... me gritasen. Ahora sé que, p ase lo qu e pase, no 1104 voy a casarme con ese ho mbre” . Se p odría continuar citando obras de Jordi Sierra i Fabra con p ersonas may ores que dan sabios consejos a quienes se lo solicitan sin menoscabar la autoestima d e los demandantes ni sentirse superiores, sino simp lemente p oseedores de exp erien cias acumuladas a lo largo de su existencia. A modo d e ejemp lo citaré las p alabras del profesor protagonista en Las Furias, donde se reco ge la indicación que le d io su p adre p ara enfrentarse a la sociedad: “Sé siemp re tú. El día que dejes de serlo te p erderás y no volverás 1105 a encontrarte en la v ida” 1103 1104 1105 . Id., Los hombres de…, cit., p. 118. Id., Frontera, cit., p. 101. Id., Las Furias, cit., p. 202. 431 José R. Co rtés Criado 4.5.4.4.- EL COMPROMIS O CON LA MÚS ICA COMO EXPRES IÓN CREAT IVA. En este ap artado se incluy e la música co mo creativid ad human a dentro de los valores racionales que hacen del ser humano una p ersona dotada de inteligencia y sabiduría, cap az de combinar armónicamente sonidos y silencios p ara deleite de los oídos y gozo de la mente. Una ley enda acerca d e la creación d e la música tiene cabida en La música del viento: “Cuando se creó la Tierra, hubo un gran estruendo cósmico. Ese estruendo fue el sonido. Desp ués, al p oblar el hombre la tierra, nació la música. En un comienzo la música era el recitado rítmico de las sagradas escrituras. El viento es como un gran p entagrama armónico. Uno p uede escu char mu chas clases de armonías, la de su corazón, la de sus sentidos, la de sus manos, la de su mente, p ero sólo hay una música cap az de contenerlas todas. La música del viento, que nos une y nos hermana” 1106 . La desp edida de Jordi Sierra i Fabra en la carta de p resentación de la obra Mi primer libro de Ópera refleja la trascenden cia qu e el autor otorga a este arte. “Que la música nun ca 1107 nos falte p ara alimentar el espíritu” . Igualmente hace una defensa d e su amor p or la óp era y de Ígor Stravinsky , p ues se sintió atrap ado por La consagración de la primavera cuando contaba con o cho o nueve años “de tal forma que el tiemp o ya no p udo borrar jamás 1108 esos sentimientos ni ese p oderoso influjo” . Sierra i Fabra, roquero y ex director de revistas musicales, considera que la música junto a la literatura y el cine son actividad es creativas p rop ias de la mente humana, cap aces de reflejar sentimientos y emociones de una forma tan bella qu e nad ie p uede p ermanecer indiferente ante ellas. La música es un elemento omnip resente en sus obras. Unas veces simp lemente se cita una canción famosa, otras se recuerd a una an écdota de cualquier músico o crítico 1106 1107 1108 432 Id., La música del…, cit., p. 111. Id., Mi primer libro…, cit., p. 10. Id., p. 9. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) musical, y en otras se trata co mo actividad idead a por el raciocin io humano o s irve p ara marcar el hilo narrativo de un a novela. En La balada de Siglo XXI se narra la creación de un grup o de música rock desde un desp acho. Para lograr los may ores éxitos comerciales, p reviamente se realizó un trabajo de camp o: procesar la historia de la música rock p ara p oder p redecir con un 97,5 % de probabilidades de éxito qué características deben reunir cada uno de los integrantes del nuevo grup o; y en la segunda fase, se analizaron todos los discos que alcanzaron el nú mero uno de ventas en Inglaterra y EE. UU. desde 1954, p ara saber qué música habían de tocar; y por último se indagó cuáles son los mejores comp ositores, arreglistas, letristas del momento que se ajustaban a la necesidades del grup o. La novela constituy e una crítica a una realidad, p orque mu chos fueron los grup os que surgieron p revio estudio de las cualid ades de cad a uno de sus co mp onentes y de los gustos musicales del mo mento; así se p uede leer que Sig lo XXI “más b ien es la máxima creación de la historia de la música, el más brillante p roy ecto jamás conceb ido en el rock desde que Brian Ep stein convirtió a cuatro gamb erros de Liverp ool en el espejo de toda una gen eración” 1109 . En esta cita se recuerda al creador de los míticos The Beatles que sirv en co mo modelo de referencia, pues con ellos se inició no sólo una nueva forma de hacer música sino de crear un p rototip o que hasta la fecha h a servido de modelo. Ellos crearon una estética prop ia que marcó a todos sus seguidores con su original corte d e p elo ideado p or la alemana Astrid Krischner, con su forma de vestir y , sobre todo, con su forma de presentar sus discos. Un músico callejero, p ersonaje de Concierto en sol mayor afirma que siempre amó la música y que continúa disfrutando de ella cuando interp reta una p artitura con su violín, pero es consciente de qu e se puede tocar marav illosamente una p ieza clásica sin alma, si sólo se busca la p erfección técnica, p ero entonces se produce una melodía fría, sin 1109 Id., La balada de…, cit., p. 41. 433 José R. Co rtés Criado sentimiento. Él p refiere una interp retación imp erfecta p or culp a de la p asión, aunque no puede definir qué siente al tocar. Considera que tocar el violín es una faceta muy difícil de explicar y se ap oy a en la tarea de otros artistas para esclarecer sus emociones. “El escritor que lo gra h ilvan ar las ideas y los sentimientos que brotan de su cabeza, el pintor que consigue llev ar los colores de su mente a un lienzo, el músico que extrae la mejor de las bellezas de su instrumento…Daniel, Daniel, son sensaciones únicas, imp osibles de describ ir” 1110 . Todo el texto es un alegato a favor de la creatividad y de la p asión p or las actividades artísticas. Tobías es el músico may or que intenta hacer comprender al joven virtuoso del violín que la maestría que p osee es única, y que aunque a veces p ueda ser una carga, siemp re será lo más hermoso que el destino le dio porque “el arte es lo que nos ayuda a vivir, […] sin el arte estaríamos muertos” 1111 . Tobías sabe que él rep resenta el p asado y Daniel, el futuro. Lo anima a v ivir p or y para la música cuando le dice qu e la v ida es una sinfonía inacabada: “Se termina con el último susp iro y en ese momento se acaba, p ero y a no se p uede volver atrás p ara interp retarla. Ése es el gran contrasentido” 1112. Aunque también aconseja al joven que sea honrado consigo mismo y afronte los problemas que se le p lanteen con valentía y afán de superación. Entre otras recomendacion es le d ice: “No es bueno engañar a los demás, pero aún lo es menos engañarte a ti mismo ” 1113 . John Lennon alega a favor de la creatividad y la originalidad en la música cuando se dirige a sus comp añeros del grup o musical en la obra El joven Lennon y apremia a 1110 1111 1112 1113 434 Id., Concierto en sol…, cit., p. 64. Id., p. 111. Id., p. 112. Id., p. 71. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) reaccionar ante la realidad. “¿No veis que el mundo está cambiando a nu estro alrededor? La 1114 música es el vehículo. ¡No p odemos dejar p asar esta op ortunidad!” En otro momento de la nov ela el joven Paul McCartney reflexiona tras la reciente muerte de su madre sobre su futuro y concluy e que “la música es algo p or lo que vale la pena arriesgarse. […] La verdad es que no sé dónde p odemos llegar, p ero sí sé que vale la pena intentarlo”1115. Víctor Jara resp ira y bebe música después de oír Carmina Burana y haber p asado por la orden de los Redentoristas de San Bernardo, donde ap rendió a valorar la música 1116 sacra. Para él, “la música es el fenó meno más imp ortante” . Sin ella no tiene sentido su existencia. Prueba de su amor p or la música son sus trabajos de recop ilación del fo lclore pop ular de Chile, mu estra de una cultura ancestral que deb e servir para edu car a las nuevas gen eraciones de chilenos. Además de can ciones tradicionales, cantaba canciones p olíticas o de p rotesta que utilizaba como vehículo de comunicación frente a la canción comercial de su ép oca, p orque él era consciente del p oder de “la música como vehículo p ara hermanar, comunicar, integrar” 1117, a p ersonas de distintas religion es, ideolo gías o razas. Además, cuando Víctor Jara se encuentra en Inglaterra, reconoce que Londres es una fiesta p op , que el influjo d e los Beatles era p alp able y que la música p op “ha cambiado el mundo” 1118 . Sierra i Fabra se siente roquero y p or ello es muy crítico con la música o con lo qu e en su nombre se h ace. Considera que las estrellas del rock o d el p op son una raza esp ecial, y así hace h ablar a sus p ersonajes de la locura de algunos cantantes, de la coheren cia de otros, de la fugacidad de algunas estrellas que p retenden ap rovechar su buena racha sin 1114 1115 1116 1117 1118 Id., El joven Lennon, cit., p. 52. Id., pp. 84-85. Id., Víctor Jara, cit., p. 89. Id., p. 114. Id., p. 94. 435 José R. Co rtés Criado preocup arse de la calidad d e su trabajo, y del grup o de niñatos adolescentes que quieren comerse el mundo y son una simp le cop ia del anterior con junto de joven citos que pretendió lo mismo. Jonatan Boix, Jon p ara los amigos, p eriodista que tamb ién p rotagonizó Chicas d e alambre, op ina en Tiempo muerto que “desde que en 1954 nació el ro ck and roll, todo ha sido como un a larga cadena de la qu e se escapan ap enas unos cien artistas, los gen ios natos que han tirado del carro” 1119 . Ellos son quienes forman p arte de la ley enda p orque revolucion aron la forma de crear música; otros, en camb io, fueron d evorados p or el sistema ráp idamente p ues cada año surgen nuevos grup os que sobresalen p or encima de los anteriores. Sierra i Fabra transmite a sus lectores el p lacer que siente al escu char unos buenos acordes tanto si salen de un bajo co mo de un violín, p orque p or encima d e los estilos musicales sobresale la b elleza, el arte, y afirma: “Con dieciséis años los Beatles me cambiaron la vida, p ero ni ser roquero ni dirigir rev istas de música me hizo olv idar el amor que siemp re sentí p or la música clásica” 1120 . El narrador en Concierto en sol mayor relata cómo el joven v iolinista tocaba La consagración de la primavera: “Daniel, d e p ie, con los ojos cerrados, con centrado y tocando como si todas las armonías convergieran en él y fluy eran de él convertidas en la irresistible fuerza de una p asión sin límite” 1121 . Los dos personajes de El tiempo del olvido asisten a un concierto de U2 y cuando están en el viejo estadio de San M amés sienten que aquello es “una caldera en ebullición, un p ulso latiendo al comp ás de los miles d e esp ectadores abigarrados en sus gradas y en su cubierto césp ed, sacudidos p or la catarsis imp lacable de la música y aplastados p or la desbordante imagin ería v isual del gran esp ectáculo del rock” 1119 1120 1121 1122 436 Id., Tiempo muerto, cit., p. 12. Id., Mi primer libro…, cit., p. 9. Id., Concierto en sol…, cit., p. 89. Id., El tiempo del olvido…, cit., p. 97. 1122 . El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Y en Malas tierras, título extraído de un a canción de Bru ce Sp ringsteen, se p uede seguir el concierto del Boss en Barcelona y sentir cómo “los más de diecisiete mil esp ectadores liberaron la en ergía contenida en sus pulmones gritando con una sola voz, mientras treinta y cuatro mil manos se disp araban hacia las alturas”1123. De la importancia de la música y de los músicos deja constancia el sufrimiento d e cualquier fan de un grupo musical de moda, pues lo único que le imp orta es idolatrar a sus comp onentes. En Las fans se puede leer la confesión de una de ellas: “Yo lloraba con sólo oírles cantar, y no digamos si les veía en directo. ¿Sabes que siemp re llev aba media docena 1124 de braguitas en el bo lso p or si acaso? ¡Me hacía p ip í encima de tanto gritar!” Y si imp ortante son los sonidos, tanto o más lo son los silencios en el mundo de la música. En Cuando los genios andan sueltos, se p resentan cuatro extravagantes sabios, de ellos, uno es Yabai de Zondra, fabricante d e ruidos; muy útil p ara entretener a las personas o ahuy entar p erros como le ocurrió con el siguiente inv ento: “Un horroroso, esp eluznante y enloquecedor mau llido múltiple de gatos se escuchó p or todas p artes, y los p erros, 1125 enloquecidos, salieron disp arados” ; otro es Gabelor de Bulu m, el fabricante de silencios, cuy os ingeniosos inventos son muy útiles p ara que el p rimero p ueda obtener la tranquilidad necesaria p ara probar nuevos ruidos. 4.5.4.5.- EL COMPROMIS O CON LA SABID URÍA DE LA RAZA HUMANA Y LOS LIBROS . Haciendo uso del tóp ico “lo que sabemos todos no lo sabe nadie”, Sierra i Fabra recuerda a sus lectores constantemente que los libros son los grandes custodios de todo el 1123 1124 1125 Id., Malas tierras, cit., p. 50. Id., Las fans, B., Espasa Calpe, 1993, p. 59 Id., Cuando los genios andan sueltos, B, Ediciones Junior, 1994, p.90. 437 José R. Co rtés Criado saber humano, siendo los únicos que conocen lo que sabemos todas las personas conjuntamente. En El fabuloso mundo de las letras, Sierra i Fabra confiesa lo que en numerosas ocasiones ha d icho en público a los jóvenes lectores con los qu e habitualmente conv ersa: “A mí me salvó la vid a leer, p orque y o nací p obre, tartamudo y según todo el mundo era un inútil. No recuerdo n ada d e lo que he estudiado, p ero sí recuerdo todo lo que he leído. Y si lees cad a día, es como hacer tres carreras. Además, leer es mágico” 1126 . Igualmente suele aconsejar a sus seguidores que n egarse a leer es de seres hu manos muy alejados del p rototip o de p ersona y que con el p aso del tiempo irán en grosando las filas de los hombres y mujeres menos capaces de enfrentarse a la v ida con afán de sup eración y espíritu solidario, p ero sobre todo formarán la legión de los analfabetos con poca capacidad p ara adaptarse a los cambios sociales, p ues “el único aceite que conocía 1127 para engrasar la mente era leer” . La historia de este cuento es la d e Virgilio, un niño a qu ien no le gustaba leer, y cierto día se dirigió a la bib lioteca de su p ueblo a p edir El Libro p or recomendación de un escritor. El chico creía que formulando d e ese modo su p etición sería imp osible que la señora bibliotecaria supiese qué debía leer, p ero su sorp resa fue may úscula cuando le entregó el ejemp lar, y le comunicó qu e su préstamo conllevab a una sola condición, la obligatoriedad de leerse en la biblioteca p ública. Nada más abrir sus p áginas, Virgilio se trasladó a otra d imensión dond e las palabras parecían tener vida o al menos formas divertidas y preciosas. Así conoció al alcalde de las palabras, que lo invitó a conocer su mundo, y algunas de sus sorp rendentes particularidades. Por ejemplo, lo sucedido cuando el n iño decidió escribir guerra en el monumento a las p alabras: las letras de desvan ecieron p resurosamente; y cuando volvió a intentarlo con la p alabra música, ésta fue acep tada de inmediato. 1126 1127 438 Id., El fabuloso mundo…, cit., p. 12. Id., p. 13. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) El Alcalde, al mismo tiemp o que enseñaba la ciudad a su invitado, le dab a consejos y regañinas cada vez que éste intentaba disimular lo p oco que leía: -¡Menos mal que cada día hay m ás gente que lee y, por lo tanto, menos burros sueltos, con perdón de los burros! -m iró hacia el zoo cauteloso. -Yo no leo mucho y no soy ningún burro -se creyó en la necesidad de defenderse él. -Ya sé que no lees mucho, o no estarías aquí -frunció el ceño puntilloso aunque irónico el alcalde-. De todas form as, todo es cuestión de tiempo, amigo. Tú ahora, como si nada, a lo tuyo, tranquilo, porque ni lo notas, pero a los treinta… ¡esto, seco! -le puso un dedo en la frente1128 . Toda la obra es un comp endio de consejos similares al citado, está escrita en un len guaje muy claro y directo con la finalid ad de animar a leer a los niños que no lo hacen, y constantemente surgen ejemp los de actitudes de p ersonas lectoras y no lectoras. Algunas veces, con p lanteamientos un p oco exagerados, p ero siempre con el mismo objetivo: la necesidad d e leer p ara poseer una buena formación cultural. Así, de forma simp lista, el señor alcalde resume el tip o de p ersona lectora y no lectora, porque para él todo se reduce a tener o no tener cu ltura: “Dame un lector y te tendré a una buen a p ersona. Sólo el que no lee ech a colillas por la ventanilla cap aces de desatar un incendio en la montaña, o p lásticos que van a p arar a un río, y al mar, y matan p eces que luego no p ueden d esovar a miles de kilómetros de distancia y a causa d e lo cual mu eren niños en África o en Asia. Es así de simp le” 1129 . Las recomendaciones que recibe Virgilio son las mismas que p rofesores, p adres, educadores, bibliotecarios, etc., ofrecen d iariamente a los jóvenes, y tienen un escaso número de receptores. Se p uede encontrar que la lectura es una de las p ocas cosas que nos diferencia de los an imales, y a “que leer te hace mejor, y que además te obliga a pensar, a crecer, a madurar. Los asp ectos más terribles del mundo, como la violencia, la intolerancia, el racismo… sólo hay una cosa que p ueda vencerlos: la cultura” 1128 1129 1130 1130 . Id., p. 68. Id., p. 73. Id., p. 74. 439 José R. Co rtés Criado Una vez que el chico conoce infinidad de tip os de letras, p articip a en distintos juegos de in genio con las p alabras como p rotagonistas y recibe numerosos consejos, se marcha a casa con un incip iente háb ito lector mientras en su cerebro resuena la explicación siguiente. “Cuando lees un libro, lo que sientes es tuy o, p ersonal, intransferible. Ésa es la esencia del arte, p ero también rep resenta uno de los máximos placeres de la v ida: la 1131 individualidad del sentimiento prop io” . Las letras vuelven a ser p rotagonistas en La biblioteca de los libros vacíos, libro dirigido a los más p equeños, finalista en el Concurso Internacional de Literatura Infantil Julio C. Coba Libresa. El autor aclara cuál es el contenido d el mismo: “Esta es una obra que nos habla del amor p or la literatura, el p lacer d e leer, el cariño que despiertan los libros con sus mil historias, pero que también nos dice que escribir es la más p rodigiosa de las fantasías. Nunca habrá libros vacíos mientras existan mentes llenas de ilusión co mo las de 1132 sus lectores” . Esta increíble historia es la de una biblioteca olvid ada p or todos donde los libros habían ido p erdiendo poco a poco sus letras, creándose cierta alarma el día que algu ien descubrió much as de ellas p or la calle. Como ninguna persona leía en la localidad, nadie v isitaba la bib lioteca ni tocaba un libro, p or lo qu e las letras fueron d esp egándose del p ap el, unas tras otras, hasta formar una gran montaña de grafías de distintos tipos y tamaños. Todos los habitantes del p ueblo intentaron buscar una exp licación a semejante fenómeno, p ero n in gún adu lto ni el ministro de turno lo graron arreglar el p roblema; fueron los niños y niñas lo que dieron con la fórmula p ara solucionarlo. Solamente una persona sabia sup o cuál era el p roblema, los libros se habían secado porque nadie los leía, habían muerto y era el p reludio de la d esap arición del p ueblo p ues 1131 1132 440 Id., p. 147. Id., La biblioteca de…, cit., p. 8. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) cuando desap arece la cultura, desap arece la civilización. “Vuestros libros se han muerto, de tristeza, de soledad, ab andonados a su suerte. Y se han muerto todos. Se h an secado. La muerte human a es real, el alma se v a y el cuerp o se pudre. La de los libros es tan fantástica 1133 como lo son ellos. Se sep aran su alma y su cuerp o, y por sep arado y a no son nada” . En esta obra tamb ién se dan múltip les exp licaciones sobre los asp ectos beneficiosos de la lectura; así el señor sabio concibe que “los libros son la verdad, y los sueños, y la realid ad, y la fantasía, y el conocimiento, y el entretenimiento, y la paz y la vida. Sí, la v ida, porque los libros están vivos, tienen alma, corazón, sentimientos” 1134 , y se sorp rende de que en el p ueblo nadie se diese cuenta de que su p roblema es el p rovocado p or la ausencia de lectores a los que dice: “Dos mil años de civilización y aún no sab emos que sin libros y sin cultura no somos más que animales irracionales. Así nos va”1135. Margarita, una niña, fue la p rimera en intentar remed iar el p roblema, comp rendió que los may ores estaban locos p or haber p ermitido tal situación anómala y que desde la aparición del inv ento de Gutemberg, “en quinientos años, la cultura del mundo hab ía avanzado más que en quinientos millones. Y todo gracias a los libros y a la facilidad de que todo el mundo tuviera acceso a ellos” 1136 . Los niños y las niñ as del p ueblo acudieron cada noche a la b iblioteca cu ando sus padres los creían dormidos y reescribieron los libros, dejando una p arte de sus vidas en ellos. Seguramente coincidirán con el autor en que “hay tres p alabras que definen mucho 1137 mi Libro d e la Vid a: honrad ez, resp eto y esp eranza” . En el título Donde el vien to da la vuelta ad emás d e la v ida d e los niños gu errilleros se cuenta otra historia paralela, la d e Simón M orgado qu e vivía en el bosque aislado d el resto de los humanos y leía un libro que le dejó su madre al morir. “Es mágico. Tiene poderes. Pero debe ser leído p or almas p uras. De lo contrario, sus letras caen, sus historias 1133 1134 1135 1136 1137 Id., pp. 43-44. Id., p. 43. Id., p. 49. Id., p. 110. Id., p. 6. 441 José R. Co rtés Criado son negras, sus finales tristes y amargos. Debes velar p or él, Simón. Es más que un libro, ¿entiendes? Es la felicidad contada... ¡Nunca debe caer en manos extrañas! Léelo cad a d ía, y en él hallarás cuanto desees y tendrás cuanto necesites. Amor, paz, alegría, equilibrio, humanidad...” 1138 . Simón descubre un día que alguien le ha arrebatado el libro y se ha adueñado de las palabras. Comienza entonces su búsqueda, p ara lo cual atravesará p ueblos, ciudades, camp os y se enfrentará a p ersonas que desconocen la existencia d e las letras p ero él, p orque se considera el guard ián del libro, no cejará h asta conseguir que las letras sean libres y alcan cen la mente de todas las personas. Toda esta historia es un mensaje resp ecto al valor de la p alabra. Cuando el protagonista, en su búsqueda de las letras, trop ieza con un soldado que decide matarlo porque piensa, en su ignoran cia, que esos signos son malignos, el joven le resp onde con una p regunta: “¿M atas todo aquello que no comp rendes en lu gar d e tratar de entenderlo?” 1139 , alegando que eso es debido a su incultura y que si sup iese leer sabría que los libros le enseñan a decidir por él mismo y a que las letras sirven “p ara dar forma visual a los sentimientos, las emocion es, las sensacion es” 1140 . Al final del relato, Simón alcanza a liberar las letras, y con ello consigu e que todas las p ersonas sepan leer y escribir y p uedan acceder a la cultura. “El libro es bondad, p az, armonía, belleza, legado, tradición. [...] Esto es el may or tesoro del mundo. En las p áginas de este libro se encierra lo mejor de la esen cia del hombre, la armonía suprema, las mil y una historias que son cap aces de fluir por ellas” 1141 . Nino, el niño guerrillero p oseedor de ese libro al qu e faltan algunos cap ítulos, lo lee con ahínco cad a vez que disp one de algún momento de descanso, y es considerado como 1138 1139 1140 1141 442 Id., Donde el viento…, cit., p. 24. Id., p. 86. Id., p. 88. Id., p. 170. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) una p ersona rara p or sus compañeros, dado su hábito lector. Se id entifica con Simón y le gusta tanto el libro que anh ela acab arlo al mismo tiemp o que desea prolongar su fin al. La historia de Nino y la de Simón se entrecruzan; el p rimero tien e en el libro la llav e de la historia y la p osibilidad de d evolver la cu ltura a su p ueblo p ara que sea libre. El segundo busca la libertad de su p aís, que trata de recup erar su legado h istórico. Se aferra al libro p orque lo considera un a razón suficiente p ara vivir. Neli, una joven guerrillera, comenta a Nino que su abuela considera los libros contadores de mentiras, de historias imp osibles..., el joven la llama ignorante y le dice que la cultura es necesaria p ara evolucionar, que son un p ueblo ignorante y que nadie sabrá nunca de las matanzas de camp esinos e ind ígenas p orque nadie sabrá escribirlo. “La 1142 historia la hacen los que sí saben h acerlo, y así la p asa a sus hijos, y a sus nietos” . De libros también se ocup a el cuento titulado El hombre que p erdió su imagen, y guard a cierta similitud con el libro anterior. Su p rotagonista se llama Taziz y vive solo en el bosque desde que murieron sus p adres. A los diecinuev e años creyó p erder su imagen al verla reflejada en el agua d el lago, y decid e seguir el curso d el río en p os de ella. A lo largo de su p erip lo el jov en evoluciona y alcanza su madurez: es una metáfora de la búsqueda de la p rop ia identidad. Este joven p osee los conocimientos que le trasmitieron sus p adres y los que le aportaron los nueve libros que comp onen la biblioteca familiar. Siemp re pensó que nunca saldría d el bosque ni disfrutaría d e av enturas como las narradas en ellos; tamp oco en contró en los volúmenes la fórmu la de p oder recuperar su imagen, y comp rendió que su p adre tenía razón cuando le d ecía: “La vid a es el mejor d e los libros” 1143. Sus libros están rep letos de máximas que le sirven de mod elo d e condu cta y constantemente recurre a ellas p ara saber cómo co mp ortarse. Entre ellas se p ueden citar: 1142 1143 Id., p. 79. Id., El hombre que…, cit., p. 32. 443 José R. Co rtés Criado “El que persevera, obtiene” 1144 . “No te atormentes p or p roblemas que aún no han llegado, aunque no los ignores ni los desp recies”. “Para hacerlo bien, tómatelo con calma”. “En la 1145 vida, todo sirve para algo, lo bueno y lo malo” . Pero su may or sorp resa fue ver un carromato lleno de libros que la gente comp raba. “Jamás hubiera p ensado que pudiera haber tal cantidad de libros juntos. No se atrevió a tocarlos, aunque los dedos le p icaban de las ganas que tenía. Ley ó los títulos. Todos parecían interesantes” 1146 . Cuando este sabio p ersonaje llegó a ser no mbrado rey lo p rimero que hizo fue crear una biblioteca en su real sitio. Dicen que supo gobern ar con equ idad y “que reunió en su palacio infinidad d e libros y ni un solo día de su vida dejó de sumergirse en ellos, se convirtió en un hombre justo y lleno de sabiduría, lo mismo que un p ozo colmado con los 1147 años” . 4.5.4.6.- EL COMPROMISO CON EL ES CRITOR COMO MOTOR PARA EL DIS CERNIMIENTO. Para Sierra i Fabra un escritor es una persona de mucha valía, y así suele ser tratada su figura en numerosos libros; muchos de ellos reflejan asp ectos autobiográficos, y en todos suelen ser retratados como p ersonas honradas, trabajadoras, que no dudan en ay udar a incipientes novelistas, ni ahorran consejos p ara que los jóvenes consigan una mejor formación qu e les ay ude a viv ir en p az con ellos mismos y con la sociedad en general. 1144 1145 1146 1147 444 Id., p. 49. Id., p. 52. Id., p. 59. Id., p. 124. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En sus libros el autor va dejando un rastro que hace p ensar a los lectores que lo leído son notas autobiográficas, aunque él no suele ap arecer con mucha frecuen cia en sus numerosas obras. Sí hay constancia en Rabia de un escritor llamado Jordi Vilá i Muntané, que acude a entrevistarse con los alumnos de un instituto. No es otro que Jordi Sierra i Fabra, oculto bajo los segundos ap ellidos de su p adre y de su madre resp ectivamente, y se presenta con su verdadera identidad como p rotagonista de El asesinato del Sgt. Pepper’s y Mis salvajes roqueros. La imp ortancia que otorga al escritor como p ersona cap az de influir en los lectores y de ay udar en la formación d e jóvenes con ganas de ap render, influye en la abund ancia de novelas en las que un escritor es p rotagonista. En El último verano miwok, el p adre del jov en protagonista es un escritor de reconocido p restigio afin cado en Estados Unidos que siente la necesidad de escribir constantemente a p esar de su estado de salud, como refiere su compañera: “Escribir es una lucha, David, y casi siemp re cruel p ara el único que la viv e: el escritor. […] Sus obras no 1148 suelen ser p erfectas, p ero están llenas de p asión” . De esa obligación de escrib ir que se imp one Pablo Lafarga, aunqu e le p rovoca un desgaste físico enorme, hace referencia su hijo al comentar que el deseo paterno de crear era al mismo tiemp o señal d e vida y muerte: “Cuando no escribía, creo que estaba como muerto, y cuando lo hacía, vivía tanto que se consumía tan velozmente como una cerilla” 1149 , y además sab e qu e el escritor se sentía el ser más solitario y más individu al d el universo. A p esar de todo ello, David confirma a su p adre que desea ser escritor, éste se siente halagado y a p esar de no gustarle d ar consejos, p ide a su hijo que destaque en su p rofesión, que no se conforme con ser uno más de los muchos escritores sin reno mbre cuando afirma: “la modestia es la coraza d e los imp otentes. Si estás convencido de algo, orgulloso d e ti 1148 1149 Id., El ultimo verano…, cit., p. 42. Id., p. 51. 445 José R. Co rtés Criado mismo, no te minusvalores nunca. Sé van idoso si quieres ser artista, p ero trata siemp re de demostrar esa vanidad ” 1150 . En la misma obra se p uede leer cómo su amigo el indio chamán también anima a escribir al joven David cuando op ina que es bueno “contar viejas y nuevas historias en 1151 pap el, y pap el dar vida a gente. Ser bu eno, Woky . Escritor igual a médico de esp íritu” . Con esos consejos y sabiendo que nunca debe temer a la verd ad, el joven Dav id decide escribir cuando pasen unos años la historia de ese verano en el que conoció la valía de su p adre, supo de la existencia d e los miwok, se involucró en la defensa d e los lu gares sagrados de un a de las tribus indias norteamericanas más p oderosas en el p asado y comenzó una nueva etap a en su vida dejando atrás la adolescencia. El valor de la literatura hace su ap arición también en El ú ltimo set; en esta novela se hace referencia al abuelo materno de la p rotagonista, un lector emp edernido y a fallecido y por otro a un señor mayor, Ernesto Sanmartín, que vive en una tranquila casa cerca de la abuela de la chica, y es escritor. Gracias al contacto con este último, la joven Virgin ia afianza sus deseos de convertirse en escritora una v ez que abandone el mundo de la comp etición tenística. A este escritor, al igual que a Sierra i Fabra, le co mp lace ay udar a las p ersonas que tienen necesidad d e escrib ir e inventar historias y en cuanto lee unos folios escritos p or la chica p rotagonista del relato, le aconseja que siga p erseverando p orque tiene talento, y le recuerda que “un libro era, p rimero, con cep to; desp ués, p ap el; se convertía luego en p ap el imp reso, y volvía a ser concep to cuando el lector lo asimilaba” 1152 . En Rabia la p resencia d el escritor es constante: su p rotagonista, Patricia, es un a joven adolescente que desea triunfar en la música y en la literatura. Quiere vivir y tener el derecho a equivocarse sin que nadie le arreb ate la esperanza de ser ella misma, y recuerda 1150 1151 1152 446 Id., p. 28. Id., p. 112. Id., El ultimo set, cit., p. 54. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) lo dicho p or Oscar Wilde resp ecto a la experiencia. “No tiene valor ético alguno. La 1153 exp erien cia es simp lemente el no mbre que d amos a nuestros errores” . A lo largo de las p áginas de esta novela Sierra i Fabra vierte muchas de sus ideas y de sus vivencias con jóvenes lectores. Sirva a modo de ejemp lo el pasaje donde la protagonista reflexiona sobre las p alabras pronunciadas por el escritor referentes a su infancia y juventud, a sus p asiones p or la música, la literatura, el cin e, los viajes…, en el transcurso del encuentro celebrado con los estudiantes en el centro escolar: Siem pre quise ser escritor, desde niño. Y es lo que he sido, contra viento y marea. Nadie creía en mí, nadie m e apoyó jamás. Nadie, hasta que conocí a mi mujer. Quería escribir porque me parecía lo m ás hermoso del mundo, lo más fantástico. A m í me salvó la vida leer. Yo nací pobre, sin hermanos, sin posibilidad de estudiar una carrera. Pero leía, devoraba libros. Quería viajar, ver el mundo, hacer algo con mi vida, y en los libros encontré todo eso antes de que pudiese hacerlo por m í m ismo. Ser escritor me abrió, además, la posibilidad de algo que pocos seres humanos tienen a su alcance: la posibilidad de ser libre, independiente y feliz1154 . También recuerda otros consejos que hacen referencia a la honestidad de las personas como identidad necesaria en todo ser humano que se p recie de serlo, a la necesidad del arte p ara humanizarnos y ay udarnos a vivir y a no temer equivocarnos, p ues la vid a no es más que una suma d e aciertos y errores que nos ay udan a madurar y a comp render nuestra existencia, a p esar de que el mismo escritor recomendó a la protagonista de esta novela: “No te fíes de las p ersonas que dan consejos. Son las que menos los sigu en” 1155 . En la trilo gía El tiempo d el exilio, la segunda esp osa de Valeriano Puig se revela como una gran escritora con una novela titulada Crónica del tiempo muerto, insp irada en las vivencias del hijo de su marido en el campo de exterminio nazi de M authausen, al que sigue El cielo rojo, insp irada en los exiliados esp añoles aco gidos en México. 1153 1154 1155 Id., Rabia, cit., p. 52. Id., pp. 50-51. Id., p. 51. 447 José R. Co rtés Criado La confesión p or p arte de Ismael a Sara de los rencores almacenados desde qu e comenzó la guerra civil esp añola, sirvió al p rimero de catarsis, y a la segunda p ara relatar la barbarie y el rencor que p ueden almacen ar los seres humanos. El p adre del joven sabe que su hijo oculta en su corazón mucho odio y que “el odio es un cáncer que te va devorando hasta destruirte. Siemp re gan a” 1156. Sara se consolida como una gran escritora a lo largo de los tres tomos, y su fama se extiend e hasta Esp aña, a donde regresa con su marido desp ués de la mu erte de Franco p ara dar a cono cer su obra, convirtiéndose en un referente literario y cultural aunando el esp añol hablado en ambas orillas del océano y en una p ersona capaz de generar las esperanzas necesarias p ara vivir en una sociedad más justa y tolerante. 4.5.4.7 - EL COMPROMIS O CON EL PERIODIS MO GENERADOR DE FORMAC IÓN. En la obra de Sierra i Fabra los p eriodistas también destacan como p rofesionales encomiables, dignos de ser imitados p or generar conocimiento. Los periodistas, los médicos y los maestros son los tres grupos p rofesionales más alabados p or determinados p ersonajes, esp ecialmente p or p adres y abuelos, como quedó aclarado anteriormente. Valga como ejemp lo la cita del p rotagonista de Tiempo muerto: “M i p adre decía qu e hay tres profesiones sagradas por sus connotaciones sociales. Una es la de méd ico, otra la de p rofesor y la tercera la de p eriodista” 1157, o la reco gida en Las Furias: “Mi p adre me dijo una vez, siendo niño, que hab ía tres profesiones sagradas en la v ida: médico, p eriodista y maestro. Según él, un méd ico salva vidas, no p uede equ ivocarse, es el resp onsable de cientos, miles de historias con nombres y ap ellidos. Un p eriodista ha de contar la v erdad, 1156 1157 448 Id., Los años de…, cit., p. 25. Id., Tiempo muerto, cit., p. 73. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) por encima de todo, p orque lo que él escrib e lo leen miles de p ersonas, [...] que no merecen 1158 ser mentidas o engañad as. Y finalmente, p rofesor . También Sierra i Fabra se ap oy a en algunas citas de autoridad p ara reafirmar sus ideas, p or ejemplo en Tiempo muerto cita a Gabriel García Márquez, que dijo: “La ética no es una condición ocasional, sino que deb e aco mp añar al p eriodista como el zumbido al moscardón” 1159. A lo largo de su tray ectoria co mo escritor, Sierra i Fabra h a creado unos p ersonajes cuy o oficio es el p eriodismo, como es el caso de Jonatan Boix M ontornés, hijo de auténticos p eriodistas y digno continuador de la estirpe, y el de Daniel Ros, “p eriodista que publica sus novelas con el seudón imo de Jordi Sierra i Fabra”1160. También Sierra i Fabra es el p eriodista que narra la historia en La balada de S iglo XXI. Modelo de p eriodista honrado es Jonatan, el p ersonaje p rincip al d e Las chicas d e alambre. Se trata de un joven p eriodista de casta que descubre el p aradero de la tercera chica de alambre después de p asar diez años desap arecida, y demuestra su honrad ez intachable al no utilizar su descubrimiento para p rovocar un escándalo o v enderlo a la prensa amarilla; él trabaja en una emp resa p eriodística seria que investiga e informa de sus hallaz gos sin más, es “la única revista sin el morbo del sensacionalismo” 1161 . En La música del viento, el protagonista es un p eriodista comp rometido con la justicia social que no duda en arries gar su vida con tal de salv ar de la esclavitud a la que estaban sumidos un grupo de niños indios. A lo largo del relato, el p rotagonista narra lo que ve y lo que siente en la India, y no duda en dar consejos sobre ecolo gía, solidaridad y convivencia. 1158 1159 1160 1161 Id., Las Furias, cit., pp. 200-201. Id., Tiempo muerto, cit., p. 106. Id., La balada de…, cit., p. 78. Id., Las chicas de…, cit., p. 31. 449 José R. Co rtés Criado Alberto Serrad ell, el n arrador p rotagonista de la obra, usa un len guaje directo y sencillo cuando quiere denunciar cu alquier situación anó mala: “Siemp re que hay niños de por medio, suelen hab er mu chos trap os sucios, gente sin escrúp ulos, mafias y p ersonas que no se andan p or las ramas” 1162 . “Hay miles de n egocios, legales o sucios, desde minas h asta recolección de camp os, desde p rostitución a trabajos contaminantes, y millones de niños que son exp lotados en ellos” 1163 , o “En algunos p aíses de Sudamérica los niños desaparecen p ara serles extirp ados un riñón, una córnea… ” 1164 Incluso denuncia en esta obra la p obreza de los cinturones de Ciudad de México, Caracas o las favelas de Río de Jan eiro, y la diferencia cada vez may or y más difícil de eliminar entre los p aíses ricos y los llamados del Tercer M undo. En Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas, el p rotagonista es un chico que investiga el suicidio d e su hermano, prestigioso fotógrafo de p rensa, tras haber consegu ido un gran p remio p or su labor. Se trata de una historia ded icada a la honradez p rofesional donde se denuncian las matanzas de indígen as americanos, y se muestra un claro comp romiso con otras culturas y con la defensa de la vida frente a un ejército masacrador de vidas, lib ertades y pueblos, como quedó reflejado anteriormente. Junto a la ética p eriodística están p resentes en este texto la solidaridad con los demás y las esp eranzas de fraguar una socied ad más equitativa y fraterna. De este modo, el narrador recu erda qu e existen tres millones de indígen as aferrados a sus tradiciones, unas veces ignorados, otras sometidos, que viven frente a la evolución, el p rogreso y la tecnología del mundo como si no tuviesen cab ida en éste. También el joven p rotagonista de En un lugar llamado guerra es un p eriodista novato que ha de cubrir la información de un conflicto bélico en una rep ública 1162 1163 1164 450 Id., La música del…, cit., p. 66. Id., p. 100. Id., p. 102. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) indep endiente surgida tras la descomposición de la URSS, como se vio. Al final de esta traumática exp eriencia se reafirma en su odio a la gu erra y en su p acifismo, porque como se advierte en el p enúltimo p árrafo del libro, “en los conflictos, los sentimientos son siemp re 1165 más fuertes que en la p az” . Este novel p eriodista se d efine ideo lógicamente cuando escribe nada más tomar contacto con la realidad d el p aís donde se encuentra destinado: “Soy p acifista, no creo en los ejércitos ni en las armas. Odio la guerra” 1166 , y maldice encontrarse en el fin del mundo en medio de un conflicto y reniega de esta su p rimera exp eriencia bélica. Al finalizar el relato afirma: “Vivo con Lula, soy feliz. Y no quiero volv er a nin guna guerra” 1167 . Otro ejemp lo de p eriodista íntegro es Valeriano Puig, p ersonaje de la trilo gía El tiempo del exilio, exiliado tras el final de la gu erra civil española; se trata de una p ersona honrada, trabajadora, que inv estiga y no teme enfrentarse a los p oderes fácticos de México, país que lo acogió en su huida de la cárcel o de la muerte en Esp aña, ni se amilana ante el temor de p osibles rep resalias contra él o su familia. No ceja en su emp eño de desenmascarar a los protagonistas de una trama corrup ta, y no se detiene ante el gobierno ni ante los d elincuentes inmorales qu e forjan la esp eculación urbanística sin p reocuparles las consecuencias p olíticas, sociales o morales del hecho: “Todos los indicios llevan a la misma conclusión: se trata de una op eración de grandes 1168 vuelos, pero también de un contubernio sin escrúp ulos” , op ina al resp ecto de la trama investigad a. Valeriano Puig es considerado un loco soñador que no es consciente de la realid ad social en la qu e vive, n i renuncia a seguir inv estigando los casos de corrup ción que salp ican hasta el prop io gobierno de la nación a p esar de ser go lp eado y estar a p unto de perder su vida. 1165 1166 1167 1168 Id., En un lugar llamado guerra, cit., p. 190. Id., p. 31. Id., p. 188. Id., Los años oscuros, cit., p. 330. 451 José R. Co rtés Criado El director de su p eriódico, preocupado p or su sup ervivencia y estilo de vida, renuncia a d enunciar temas qu e p uedan acarrearles p roblemas y le p rohíbe continuar investigando esa trama in mobiliaria: “Si quiere seguir escrib iendo en El Indep endien te, tendrá que olvidar esa historia. […] Si está tan loco, si realmente quiere ju garse la vid a y la 1169 de su familia, el día qu e obtenga esa tan deseada p rueba p ublíquela en su revista” . De la v alía de los p rincipios morales de Valeriano Puig qu eda constancia en todas y cada una de sus actuaciones como p ersona y como profesional del periodismo, dejando su imp ronta en sus descendientes. Su nieto Juan Puig recu erda a un amigo : “Los p rincip ios no mueren nunca, por Dios. Sin ellos estamos acabados, no tenemos nada” 1170 . Para concluir este ap artado, citaré el caso d e Kalil, el n iño esclavo que gracias a los periodistas consiguió no sólo su libertad, sino también salvarse de morir aho gado en altamar. Cabe recordar asimismo que de la larga historia de Kalil se da cuenta en La piel de la memoria: su venta por p arte de su p adre a un negrero, su p aso p or una p lantación de cacao, sus fugas, su viaje en un barco lleno de jóven es esclavos y el fin de su pesadilla gracias a los p eriodistas, gracias a su labor informativa su caso fue conocido en oriente y en occidente. “M e salvaron, se desató el escándalo, fui el único sup erviviente de aquel b arco… De eso ya hablaron los periódicos, todo el mundo lo cono ce” 1169 1170 1171 452 Id., p. 395. Id., Los años rojos, cit., p. 24. Id., La piel de…, cit., p. 190. 1171 . El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 4.5.4.8.- EL COMPROMIS O CON EL ORDEN ESTABLECIDO Y EL PROGRES O. Sierra i Fabra trata en sus libros de armonizar el orden natural, cultural, económico y p olítico con la finalidad d e aunar esfuerzos para un futuro mejor en todos los asp ectos que afecten a la calidad d e vida d el p laneta Tierra. Para él, vivimos en una ép oca en la cual existen enfrentamientos entre p rogreso y deterioro de los ecosistemas, conviven p ueblos muy desarrollados con otros en perp etuo atraso, y se lleva a cabo “una gu erra ab ierta entre tecnolo gía y los que la defienden y los que la temen y atacan, como se ha atacado siemp re todo aquello que, aunque desconocido, podía conducir al p rogreso y al futuro, p recisamente un futuro que, p or incontrolado, creemos que nos controlará a nosotros”1172. Fruto de ese desconocimiento son las sup ersticiones, la cuales sólo sirven p ara frenar la imaginación y el p rogreso, como si fuese p osible detener el destino del ser humano: “Un destino que p asa p or su constante inquietud, sus ansias d e saber y la 1173 necesidad d e responder p reguntas” . Crear es una facu ltad que la esp ecie hu mana h a ido fraguando a lo largo d e su existencia. Para crear necesita p oseer el conocimiento y la razón de ser de todo cuanto la rodea, sin ellos no p rogresa. La id ea de qu e deb emos p ensar en la globalidad de nuestro p laneta y actuar cad a cual en su entorno más cercano p ara mantener el equilibrio mund ial está p resente en muchos de los libros analizados p ara este trabajo de investigación. Por ejemp lo, en Las historias perdidas se descubre cómo uno d e sus p rotagonistas manifiesta que toda actividad humana rep ercute en el con junto de la humanidad, tanto p ara bien como para mal, p orque todos dependemos de todos. 1172 1173 Id., Regreso a un lugar…, cit., p. 156. Id., p. 158. 453 José R. Co rtés Criado Cuando el ser humano olv ida la interdep endencia en la que se halla inmerso, actúa libremente y no calcula las consecu encias de sus actos, p uede acarrear la destrucción o desmembración de una sociedad co mo cuenta Zion a su hijo en El guardián de la luna: Llegaron a la luna rep resentantes de numerosos p aíses del p laneta Tierra, marcaron sus territorios, izaron sus banderas, instalaron sus fronteras y se rep artieron el suelo lunar. “Quienes decían que la Luna d ebía mantenerse tal cu al, sin ser rep artida, no fueron escuchados. Ellos sabían que la amb ición acaba siempre de una sola forma. La guerra” 1174, como finalmente suced ió. Desp ués de la guerra p or el reparto de la Luna, el ser humano co mp rendió que su tarea había sido inútil: un despilfarro de vidas y de dinero. Cuando se firmó la paz y la Luna volvió a ser considerad a un satélite de la Tierra, tuvieron que elimin ar los restos materiales y desechos que dejaron las distintas exp ediciones env iadas a ella. Es difícil garantizar que el hombre actúe conforme a su naturaleza y en beneficio d e la co lectivid ad, y a que, co mo recu erda Sierra i Fabra en Seis historias en torno a Mario, “cada ser humano nace con unos estigmas, unas huellas indelebles e indivisib les que lo conforman” 1175 , p ero a base de “comunicación, coordinación, concentración, 1176 comp romiso” , como reitera en sus enseñanzas Yehudi M enuhin, los seres humanos podemos llegar a ser guardianes del planeta y motores del p rogreso y del saber, aunque algunos piensen adquirir conocimientos p ara dominar a los demás, o con fines antagónicos 1177 a sus coetáneos, p ues como dijo Sartre, “nadie es como otro. Ni mejor n i p eor. Es otro” . Asimismo, se advierte en Marte XXIII cómo un grup o de p ersonas desean crear un a sociedad regid a p or ellos hasta en los detalles más nimios, y se sienten tan seguros de sus conocimientos y cap acidades p ara gobernar, que no dud an en afirmar qu e crearán un sistema p erfecto modificando las conductas de los seres humanos p ara así dominar la 1174 1175 1176 1177 454 Id., El guardián de.., cit., p. 20. Id., Seis historias en…, cit., p. 41. Id., Concierto en sol…, cit., p. 7. Id., Nunca seremos estrellas…, cit., p. 25. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) esp ecie y p oder crear “la auténtica raza humana que un día no muy lejano domine el 1178 universo” . Para que los conocimientos puedan crear un futuro mejor y la vida no resulte peligrosa, todas las p ersonas deberemos esforzarnos en ev itar hacer el mal, pero sobre todo en no p ermanecer imp asibles ante el progreso de nuestra sociedad ni ante la edu cación en valores morales, y record ar que “si el colegio no lo gra inculcar los princip ios más sagrados de la ética -el honor, el co mp añerismo, la conv ivencia…- ¿quién lo haría?” 1179 , si en la actualidad la ética no está de moda n i es modelo de virtud. Es deseable p oder alcanzar los sueños que nos p resentan un mundo mejor, más justo, más sabio, más perfecto, más tolerante, más solidario,… sin olvidar “que los sueños son hermosos hasta que se hacen realidad ” 1180 . 4.5.5.- LOS VALORES ANÍMICO-ES PIRIT UALES . Los valores anímico-esp irituales se preocupan p or la sabiduría, la orientació n cosmovisional, la p az interior, la moralidad, la dignid ad, la belleza, el sentido de la trascendencia, la religiosid ad, la fe, la exp eriencia mística, etc. La obra de Jordi Sierra i Fabra está rep leta de referencias a la moralidad, a la p az interior, al sentido de trascendencia, e incluso al sentimiento religioso, si se tienen en cuenta las veces que se nombra a Dios, las citas a p asajes bíblicos, los consejos p ara llevar una vida dign a y solidaria, las men ciones de diversas religiones, p ero no encontraremos en sus obras adoctrinamiento ni defensa d e nin guna religión concreta. 1178 1179 1180 Id., Marte XXIII, cit., p. 114. Id., La voz interior, cit., p. 18. Id., El ultimo set, cit., p. 227. 455 José R. Co rtés Criado En sus novelas de ciencia ficción son escasas las referencias a cualquier religión, y cuando ap arecen son p ara rememorar el p asado, p ues en la socied ad futurista imaginada p or él las religion es no tienen cab ida. Según el autor, el conocimiento nos hará libres, y el hecho de sentirnos en libertad nos llevará a gozar d e una p az interior que junto a la moralid ad y dign idad hu manas nos hará alcanzar una p erfección digna d e cualquier exp eriencia religiosa. Por ello insiste en la imp ortancia que tiene la educación para formar al hombre cap az de alcanzar nobles ideales y vivir en p az con todos: “Si no tenemos claro qu e edu car es la p rimera resp onsabilidad, por encima del simp le hecho de enseñar, estaremos creando en masa ciudadanos disminuidos, irresponsables moral, cívica y p enalmente”1181. No suele ser muy exp lícito respecto a estos temas en sus obras, p ero sus p ersonajes, sobre todos los jóvenes que viven p reocup ados p or conseguir la estabilidad emocion al que les p roporcionará la madurez necesaria p ara acceder al mundo adulto, se mueven p or ideales que los ennoblecen y a veces se enfrentan a personajes que p resentan una catadura moral opuesta. De esa preocup ación p or la justicia y p or la honradez de las p ersonas surgen unos personajes engrand ecidos hu manamente y los que rep resentan los “antivalores” en numerosas ocasion es dejan entrever qu e no son tan negativos como aparentan en un princip io y que pueden modificar sus conductas en un sentido p ositivo. Si todas las p ersonas fuésemos resp etuosas con las ideas y creencias de los demás, la sociedad sería un modelo d e convivencia, pero cuando tememos a lo descono cido y no hacemos el esfuerzo de comprender al otro, surge la p arte menos racional de la mente humana, como recu erda la cita introductoria de Frontera, de Carlos Fuentes: “Todos los horrores del mundo vienen de la in cap acidad para imagin ar a los demás” 1181 1182 456 Id., Las Furias, cit., pp. 164-165. Id., Frontera, cit., p. 5. 1182 . El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 4.5.5.1.- EL COMPROMISO CON LA SABIDURÍA COMO VALOR ANÍMICO ES PIRIT UAL. En todos los libros de Jordi Sierra i Fabra se p ueden encontrar referencias a la sabiduría co mo la mejor forma p ara alcanzar la felicid ad y vivir en sociedad. Llega en algunas citas a considerar a la persona ignorante como la causante de determin ados males, afirmando en un artículo p ublicado en la revista CLIJ: “Veo la incu ltura forzada de la pobreza, la rep resión, la maldad y la ignorancia allá dond e voy . La veo y me duele. […] Cultura es vivir y absorber la vida, ser una esp onja, mantener la curiosidad hasta el fin, vivir en al esperanza p erp etua frente a la nada constante y al vacío aterrador d el 1183 silencio ” . Hay p ersonas que p oseen una sabiduría que no se adquiere en los libros y que les ayuda a vivir en p az consigo mismo y con los demás. Así se p uede leer en Los cinco elementos, el p rimer cu ento de los cinco insp irados en la tradición china que constituy en el libro titulado El gran dragón, la h istoria de una familia formad a p or cinco hijos nacidos de un p arto múltip le. El día que el anciano p adre quiso elegir p rimogénito se encontró con que los cinco hijos lo eran y deseó qu e ellos mismos p rop usiesen su sustituto al frente de la un idad familiar; co mo cada uno eligió a uno distinto, el sabio hombre ideó un p lan. Cada descendiente se id entificaría con uno de los cinco elementos en los que basa el mundo chino: la mad era, el fu ego, la tierra, el metal o el agu a; d esp ués el p adre elegiría al más idóneo. 1183 Id., “ A mí me salvó leer”, CLIJ, nº 169, 2004, p. 82. 457 José R. Co rtés Criado Como era de esperar, cada uno eligió un elemento distinto, decidiendo el p rogenitor elegir como cabeza de familia al que esco gió la tierra, p orque “la tierra queda, p ermanece, y ella es lo que nos mantiene desde el pasado, nos alimenta en el p resente, y nos conduce al 1184 futuro” , dando muestra de gran sabiduría y de suficiente talento. Esos cinco p ersonajes rep resentan los cinco elementos claves en la cultura china. “Son la mad era, el fuego, la tierra, el metal y el agua. Ellos forman la base de todo lo que es y lo que no es. En las viejas dinastías su imp ortancia llegó a ser cap ital, y cada nueva dinastía nacía bajo el ausp icio de uno de ellos” 1185 . Del equilibrio de estos elementos surge el del mundo y el de la vida. Otro p ersonaje que atesora sabiduría suficiente p ara ay udar a los demás a ser mejores personas se encuentra en La música del viento. En él se p uede leer que cierta noche el p rotagonista deambulab a por las calles de Bo mbay imp regnándose de la sabiduría pop ular de sus habitantes; cuando se sintió cansado, se sentó junto a una acequia donde conoció a un sadhu, un santón a imagen y semejanza de M ahatma Gandhi, que le ley ó su aura y lo que llevaba imp reso en sus ojos: su mujer y sus hijos, como bien adivinó el desconocido. Además le aconsejó qu e dejase de lu char contra el silencio y que disfrutase de la música cósmica que produce el viento, p orque ella será la encargada de conducirlo p or el camino de la p az interior. La antítesis de estos p ersonajes sabios y p acientes la rep resenta otro p ersonaje más preocup ado p or los bienes materiales, es el caso de Pau Quentin, el prop ietario de Sistemas PQ, empresa líder y pionera de la Comunidad Europ ea en la creación, desarrollo y programación de entes vivos. Corría el año 2049 y se crey ó un dios terrenal, co mo recono ce el gerente de la emp resa cuando dice en Las voces del futuro: “Hemos jugado a ser dioses, y ha funcionado. Y muy ráp idamente. Las máquin as y a forman p arte de nuestra sociedad, tanto las p asivas como las activas” 1184 1185 1186 458 Id., El gran dragón, cit., p. 23. Id., p. 8. Id., Las voces del…, cit., p. 45. 1186 . El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Este p ersonaje se sintió tan imp ortante que antep uso sus deseos de p oder y de riqueza al resp eto, al amor, a la convivencia…, con cediendo a los valores materiales may or trascendencia que a los esp irituales o religiosos; únicamente le interesab a clonar seres y disp oner de un imp erio económico muy p oderoso: “Sistemas PQ es el mayor fabricante de vida artificial d el p laneta, y Pau Quentin era el Bill Gates de hoy ”1187. De sabiduría y de interés p or cono cer nu estro origen se p ueden catalogar las palabras p uestas p or el autor en boca del joven Jules Verne en Viaje al futuro que forma parte del conjunto de relatos La puerta del Más Allá, cu ando observa un a nav e esp acial que le confirma sus conjeturas: “No estamos solos. Hay otras razas en el infinito. Algún día lograremos co municarnos con ellas” 1188 . En La puerta del Más Allá, que d a título al libro que reco ge otros nueve cuentos breves, conocemos que Cy rus Nager se sintió mareado desp ués de la d eshibernación, y cuando salió al esp acio exterior y comp robó que el objeto que tenía delante era una p uerta que no conducía a nin gún sitio, le hizo gemir: “Dios mío… tengo miedo” 1189 . Cada vez que atravesaba el marco de la p uerta veía a algunos de sus seres queridos que habían fallecido, llegando a sentirse p erdido gracias a la p uerta abierta sobre el M ás Allá. Y mientras iniciaba el largo descenso al Más Allá, o a ninguna parte, o a todas partes dentro de la oscuridad, supo que había llegado a la Eternidad. Al infinito. 1190 Para siempre . De la trascend encia y el sentido de la vida tienen una noción esp ecial los p ersonajes de Las historias perdidas, tal vez p or ser habitantes del desierto y conocedores de la soledad del ser humano ante la in mensidad del universo. Uno de sus p rotagonistas, Benaimed, decidió marcharse al Gran Desierto p ara buscar resp uestas a sus inquietudes 1187 1188 1189 1190 Id., p. 45. Id., La puerta del…, cit., p. 48. Id., p. 27. Id., p. 38. 459 José R. Co rtés Criado existenciales, y sufrió un accidente que estuvo a p unto de costarle la vida. Fue salvado p or un ermitaño, Ashmay d, que dudó entre socorrerlo o dejarlo morir. Al decidir lo p rimero se sintió resp onsable de la existencia d e ese otro hombre, hecho que le creó p roblemas de conciencia, pues desconocía si su acción fue la correcta y no deseaba viv ir con la resp onsabilidad contraída con lo bueno o lo malo qu e B enaimed hiciese en la vida, a p esar de que éste afirma que todas las p ersonas estamos relacionadas, y que ningún hecho es fortuito, sino que todos tienen una razón de ser aunque la desconozcamos. En otro cap ítulo, Benaimed cuenta la historia de un cazador que creyó las p romesas de un p ájaro p ara ser liberado, y que cuando lo apresó p or segunda vez volvió a darle nuevas razones para segu ir con v ida. Ante esta nueva situación el hombre no sup o discernir en qué caso d ijo el p ájaro la verd ad, a lo que el ave le resp ondió: “Deberás averiguarlo p or ti mismo, p orque diga lo que diga, y a no me creerás. Pero ten p resente algo: el destino de cada cu al está muy p or encima de todo, y más aún de lo que diga un pájaro que hab le” 1191 . Pero a pesar de todo, Ashmayd consideró que salvando la vida al viajero, éste viviría libremente, mientras que él se había condenado, y p or ello debería sufrir durante su existencia. Este tormento lo acomp añó continuamente a p esar de conocer a otro personaje singular que le indicó : “el destino nunca es imp revisible, sino que muev e sus fichas de 1192 manera precisa aunque a nosotros nos parezca absurdo” . Al final del relato, este p ersonaje que vive atormentado p or haber salvado la vida a dos p ersonas y sentirse resp onsable de los actos de aquellos, comp rueba que son dos personas justas, rectas y honradas; y aprendió una lección: “Todos dep endemos de todos, y 1193 nos necesitamos. Sólo un idos seremos auténticamente felices” 1191 1192 1193 460 Id., Las historias perdidas, cit., p. 44. Id., pp. 99-100. Id., p. 116. . El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En Benezén el pescador el p rotagonista recuerda el día en que su padre lo condujo por p rimera vez a la cueva donde se encontraban las p erlas y surgió en él la codicia que lo conduciría a la ruina. También resuen an en su mente las p alabras d e aqu él recordándo le que debe guardar el secreto, p ues el sustento de la familia dep ende de ese criad ero de perlas. Y con may or nitidez llega a su mente el consejo p aterno instándolo a p erman ece fiel a los p rincipios morales que rigen su forma de vid a, y a no modificarlos tras mejorar económicamente, p orque de esa manera, la moralidad y la dign idad seguirán formando parte de la p ersonalidad del joven p escador. Convencido de la imp ortancia de sus consejos recuerda al hijo que si las p erlas son imp ortantes, más lo son las creencias y le hace saber que “si p or ellas [las perlas] vamos a perder las conviccion es, las raíces y las esp eranzas, p refiero destruirlas. [...] Si algún d ía abandonas Basaya y tu condición de p escador, p ara irte a Joi o p ara buscar otros horizontes, 1194 que sea por convicción, no p or un azar” . 4.5.5.2.- LAS REFERENCIAS A DIFERENT ES CREENCIAS . Otro relato de El gran dragón se titula El decap itado vivo, donde se aborda la costumbre extendida en la antigua Chin a de enterrar, junto al emp erador o p ersona imp ortante, a sus fieles y esp osas que le habían sido leales en la vida p ara que lo acomp añasen en el tránsito a los esp acios sup eriores, p or eso se han encontrado tumbas con esqueletos de cientos de cadáveres humanos, de caballos, así como carros, joy as, restos de comida… 1194 Id., Benezén el pescador, cit., p. 64. 461 José R. Co rtés Criado Se basa en las creen cias de la socied ad china, y a que “según la religión Shan g, los esp íritus de los antep asados se convertían en dioses y vivían de nu evo más allá d e la muerte terrena” 1195 . En este mismo volu men se encuentra el relato titulado El tigre. Es un ho menaje a dicho felino p orque “de entre los animales más resp etados y venerados, el tigre es el rey ”1196. No sólo es reverenciado p or los chinos, también lo es p or los occid entales y p or personas como Jordi Sierra i Fabra, que en el año 1980 ganó p or p rimera vez el Premio Gran Angular otorgado por la editorial SM con su novela titulada El cazador, cuy o protagonista es un viejo y astuto tigre. Además, este relato une a la astucia y valentía del tigre el p ap el singular qu e desemp eñan los magos en la sociedad d e la antigua Ch ina. De dicha fusión surge esta historia asombrosa donde se refleja el nivel de sup erstición del p ueblo chino, qu e consid era hechos fantásticos como creíb les y reales. El relato Las 33 patas, refiere la imp ortancia que conllev a el nú mero de p atas que han de tener los muebles integrantes del ajuar d e unos recién casados según una costumbre china. “Esta cifra alud ía el nú mero total de las p atas de los mu ebles que el marido deb ía presentar a la esp osa para p oder obtener su consentimiento de boda, rep artidas entre una 1197 mesa, varias sillas, una cama, un armario rop ero y otros” . Una historia asombrosa qu e se p uede catalo gar de p aranormal es la que reco ge el relato titulado La muchacha de la curva peligrosa. Se trata de una joven que ap arece haciendo autostop , vestida con rop a veraniega tanto en v erano como en invierno y al ser reco gida avisa al condu ctor del veh ículo de la p roximidad d e una curva muy p eligrosa en la que más de una persona falleció al salirse de la calzada su vehículo. 1195 1196 1197 462 Id., El gran dragón, cit., p. 26. Id., p. 52. Id., p. 68. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Cuando unos jóvenes salvan la vida gracias a su ap arición, y al rep onerse del susto desean agrad ecer su información, co mp rueban que la mujer no se encu entra en el interior del veh ículo n i en los alrededores. Alarmados, cu entan su exp eriencia en el p ueblo y son informados de que se trata de una jov en que cinco años antes fue recogid a por un conductor que se desp eñó en la curva y falleció a consecuencia del accidente. Regreso a La Habana recoge una referencia vaga a la santería cubana en el siguiente p árrafo: “La santera fumab a un enorme p uro, era de p iel negra y vestía unas rop as de finales del siglo XIX o comienzos del XX. […] La mesita con las cartas se hallaba al 1198 frente, a la esp era del p rimer turista que quisiera conocer su futuro” . Esta señora no llamaba a sus p osibles clientes, simp lemente esp eraba y sonreía, aunque si se la contrariaba lanzaba una mirada cap az de helar la san gre a cualqu iera en aquel p aís trop ical. En Los años oscuros, una exiliada española en M éxico recuperó la fe en la religió n católica desp ués de haber p erdido, junto a la esp eranza de regresar a Esp aña, sus ideales comunistas. Encontró en la Iglesia la fuerza necesaria p ara justificar su razón de ser. Cierto día su hijo la sigu ió p ara descubrir cuál era su secreto, entrando tras ella en una iglesia católica p or primera vez en su vid a. El chico contó que “las iglesias desde fu era, le p roducían estremecimiento. Tanto fanatismo, tanta p érdida de tiemp o, tanta energía convertida en nada, en la falsa esp eranza de mundos mejores tras la muerte. Pero en su 1199 interior se sintió aún más inquieto” . Llevar una v ida no sometida al p atrón clásico de comp ortamiento social h ace exp resar al p adre del joven músico p rotagonista de Tiempo muerto, cu ando éste fallece, que nunca estuvo orgulloso de la música d e su hijo p orque no entendía n ada de todo eso, p orque esa clase de música no le p arece más que ru ido. “Y la forma en que v iven todos los que están a su alrededor… Es den igrante. Dro gas, alcohol, sexo… Dios no nos hizo p ara los 1198 1199 Id., Regreso a La Habana, B, Bronce, 2001, p. 27. Id., Los años oscuros, cit., p. 251. 463 José R. Co rtés Criado excesos, sino p ara amar y ser amados, viv ir y dejar vivir, h acer algo bueno y congratularnos 1200 con ello ” . De curiosas se pueden catalogar las elucubracion es de dos animales humanizados por el autor. El primero de ellos p rotagoniza La reina de los cielos; se trata, como y a se vio, de un águila criado en cautividad p or los humanos, que además de reflexionar sobre la v ida, se interroga sobre qué ocurrirá tras la muerte, cuando se interroga: “¿Existe una Gran Águila que nos lleva en el mo mento de la muerte a los cielos infinitos de la eternid ad?” 1201 El segundo es p rotagonista en Los tigres del valle: el anciano tigre, quien también hace gala d e sus creen cias cu ando p iensa que “a la Luna, la d evoraban, le d aban dentelladas, casi la consumían, p ero ella volvía a crecer, plena, diáfan a. M ucha hambre 1202 debían de p asar los cazadores del cielo” . Para concluir este ap artado, es necesario recordar que en una obra como Los moais de Pascua se trata de un canto de amor y sensatez en que los ideales anímicos espirituales están p resentes a lo largo de todas sus p áginas. Su p rotagonista, M arani-Kae, anhela sentirse amado por la comunidad y tener comp añía; para mitigar su soledad talló el p rimer moai de la isla, y aunque todos se rieron, él “le hablaba de muchas cosas, de Pitui-Nea [su 1203 madre], de sus ansied ades, de sus sueños. Le hablaba de Tahen ga- Ti [su amada]… ” 4.5.5.3.- LAS REFERENCIAS A ALGUNAS RELIGIONES PRIMIT IVAS . En El último verano miwok tienen cabida las creen cias de un a de las tribus más antiguas d el conteniente americano, dond e el coy ote, el cóndor y el halcón de la p radera 1200 1201 1202 1203 464 Id., Tiempo muerto, cit., pp. 110-111. Id., La reina de…, cit., p. 25. Id., Los tigres del…, cit., p. 12. Id., Los moais de…, cit., pp. 37-38. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) son divinidades cap aces de d evolver el agu a a su antiguo cauce y defender los lu gares sagrados de su tribu. Así el indio Tortuga Veloz exp lica: “Coy ote es animal sagrado -anunció solemne-. Coyote es padre de Cóndor, y Cóndor es p adre de Halcón de la Prad era. Halcón de la Pradera es nieto de Coyote. Ellos vencieron los p rimitivos monstruos p ara vivir en ella” 1204. Tortuga Veloz cuenta la siguiente ley enda: “Hace mucho tiemp o, cuando Tierra ser de p ueblo miwok, y mucho antes, Ulutamne ser p arte del mar, p ero no agua salada, sino buena agu a p ara beber. Lu gar esp ecial. Entonces dioses p reservar Ulutamne, Coy ote llamar hijo suy o, Cóndor, y Cóndor hijo suyo, Halcón de la Pradera. Ellos llevarse agua en sus 1205 alas, y convertir Ulutamne en recinto sagrado ” . Igualmente está convencido de que si se rompe el tabú que p esa sobre sus tierras, esos dioses velarán p ara que el mar vuelva a cubrirlas antes de p ermitir que se violen los recintos sagrados. La zona dond e se h alla el cementerio ind io va a ser recalificada urb anísticamente para edificar v iviend as de lujo; a la inmob iliaria no le p reocup a que se trate de un lu gar sagrado para la tribu miwok, y defiende su ansia constructora diciendo: “Manhattan es hoy en día una de las glorias d el sistema americano, un signo de identidad de nuestro progreso, nuestra evolución y nuestra cultura, y nadie recuerda y a que se asienta sobre una isla que antes fue territorio indio” 1206 . Algunos sectores sociales no comp arten la id ea de salvaguard ar los esp acios naturales, ni los p lanteamientos de las p ersonas involucradas en la p rotección de lu gares esp eciales. Ante estos hechos no dudan en considerar a quien los defiende “un idealista, y, como todo idealista, p eligroso. Los idealistas son tan nocivos p ara la sociedad como los 1207 inadap tados” 1204 1205 1206 1207 . Así opina el constructor que p ensaba edificar sobre el cementerio indio. Id., El último verano…, cit., p. 64. Id., p. 109. Id., p. 139. Id., p. 140. 465 José R. Co rtés Criado David, el joven esp añol que p asa sus vacaciones en EE. UU. y conoce la ancestral conducta de los aborígen es de las p raderas, reflexiona acerca de la ley enda que cuenta Tortuga Veloz y exclama: “Dios. ¡Oh, gran Dios! He pensado tantas veces en aquello, en lo que vieron mis ojos y p ercibieron mis sentidos... Habitamos un mundo del que n ada sabemos, y moramos sobre él co mo la escoria que se p ega como un a realidad d egradante a todo cuanto es hermoso. Y hay tanto que ignoramos, tanto que no comp rendemos, tanto que olvidamos...” 1208 La ded icatoria de la novela Kaopi en cierra en sí misma un mensaje relacion ado co n los valores anímicos-espirituales: “A Jaume Comas, que cree en la lu cha p or la vida, la sup ervivencia y el p oder de la naturaleza. Por la eternidad”. Kaop i, gran cazador, es consciente de que su tribu está al borde de la extinción, p ues sólo quedan trece de sus miembros, y agu arda, co mo se advirtió en su momento, que su futura comp añera tenga su p rimera menstruación, señal de madurez, p ara emp arejarse, y así evitar la desap arición de su tribu. Envuelto en sus creencias y en las historias contadas p or su abuelo decide buscar la solu ción dirigiéndose a Paraíso, donde Tau el Inmaterial, el Gran Señor, lo recib irá. El abu elo educa a Kaop i en sus costumbres y creen cias, p or eso le cuenta la h istoria del tiempo encerrado en su memoria y le exp lica p or qué “nosotros les quitamos los ojos a los muertos, como dice la ley , y los dejamos libres para que p udieran encontrar el camino de regreso a Paraíso” 1209 . Para un nezai ser incin erado con sus ojos es ser condenado a vagar erráticamente p or la eternidad imp osibilitado p ara encontrar el camino que lo conduzca al Paraíso. 1208 1209 466 Id., p. 169. Id., Kaopi, cit., pp. 16-17. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Kaop i recuerda que su padre fue devorado p or una fiera, y no p udieron extraerle sus ojos, p or lo que no p odrá llegar jamás a Paraíso, p ues son ellos, dejados a la intemp erie en el suelo, los que conducen durante la noch e el alma hasta el Gran Señor. Los habitantes de esta tribu creen que los difuntos se dirigen a Paraíso y allí sus almas se reencarnan en los futuros bebés y vuelven a la tribu en nuevos cu erpos, p ero sosp echan que debe existir algún p roblema cuando han p asado muchas lunas y no nacen nuevos nezais, por lo cual Kaopi se siente en la n ecesid ad de p artir en busca del Gran Señor para rogarle que p ermita nacer nuevos d escendientes en la aldea p ara que no se p roduzca su extinción. De la importancia d e los o jos desp ués del fallecimiento sirve la anécdota contad a por su badai [abuelo], referida al compatriota que se atrevió a cruzar el río que delimita su territorio y “regresó sin razón, con la mente vacía y poblada de extraños fantasmas. M urió 1210 con los ojos desorbitados y arrastró con ello a muchos nezais” . Entre los consejos que el abuelo da a su nieto se pueden destacar los siguientes: “Nadie escoge su muerte. Es la muerte la que nos escoge a nosotros. Sólo queda p or determinar el tiemp o. Puede ser mucho o p oco, p ero así será. […] Los vivos no lloran p or los muertos, sino p or ellos mismos, ¿lo sabías? Es el miedo a la soledad ” 1211 . Y p ara reafirmar su certeza en la equidad y buen hacer de las p ersonas, insiste ante su nieto en qu e “no siemp re se vence lu chando con las manos. Só lo el instinto imp orta. No lo olvides nun ca” 1212 . Así p artió Kaop i en busca del Gran Señor: quería su ap oy o p ara devolver a la tribu su antiguo esp lendor. Kaop i, fiel a sus p rimitivas creencias, estaba conven cido d e qu e un hombre sin olo r carecía de identidad, p or lo que se sorprendió mucho al descubrir que los hombres blancos 1210 1211 1212 Id., p. 27. Id., p. 31. Id., p. 34. 467 José R. Co rtés Criado desp rendían diversos olores y que los hombres negros que vivían con ellos carecían de su olor característico. Cierto día fue herido p or arma blanca en una pierna, y mientras deliraba a causa de la fiebre “Vio juntos a su ba y a su badai [su padre y su abuelo], vio a Xura [su p rometida], dando a luz... a un niño de p iel blanca; vio al Gran Señor, y también sintió como su mano se introducía en su cu erp o y le helaba el corazón. Escuchó voces, un caos de atronadores estímulos que le hicieron gemir. El dedo de Tau el Inmaterial subió p or su p echo hasta apoy arse en su frente, ¿Qué significab a? Por primera vez sintió miedo” 1213 . Ese miedo fue la p remonición de que su tribu acababa de ser exterminad a. Una vez confirmado el fallecimiento de doce de sus miembros, Kaop i llevó a cabo los ritos funerarios p ertinentes, p ara ello p reparó doce p iras, sacó los p ares de ojos a los doce cadáveres y los colo có sobre unas hojas verdes junto a las p iras, desp ués dep ositó las cenizas en do ce vasijas y éstas en la selva con sus p ares de ojos encima, al día siguiente, al no encontrar los globos o culares sup uso que los fallecidos encontraron el camino a Paraíso, por eso esp arció sus cenizas y se marchó p ensando que siempre recordará a su madre y que su p rometida tal vez lo esp ere en Paraíso. Kaop i arrojó los o jos del hombre blanco y de los dos ho mbres n egros que muriero n al enfrentarse con su tribu a una sima p ara que las fieras se los comieran y así no pudiesen llegar a Paraíso, p ues temió que las almas de los blancos y de los nezais se p eleasen en el recinto sagrado. El jov en guerrero llegó a una ciudad después de muchas vicis itudes, donde convivían ho mbres blan cos y hombres negros. Como tenía asociada la música a la felicidad, al p asar junto a una discoteca creyó encontrarse en Paraíso, y al v er descender desde la p arte más elev ada d e la misma al p inchadiscos, sospechó que era el Gran Señor en persona que salió a recibirlo. No dudó de la id entidad p orque el Gran Señor era negro como 1213 468 Id., p. 61. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) él y se preguntó en voz alta “¿Por qué había llegado a temer, en el fondo, que p udiera ser 1214 blanco?” No había salido de su asombro cu ando la música descendió de volumen; aprovechó ese momento p ara p edir a su Dios que d ejarse marchar las almas de los gu erreros nezais para así p oder volver a ser una gran tribu, el disc jockey lo miró al mismo tiemp o que sonreía y lo señalaba mientras ascendía; la música se volv ió fren ética de nuevo. Para él fue la señal de que su p etición sería cu mp lida. La piel de la memoria narra, como quedó anotado anteriormente, las av enturas de un niño vendido p or su p adre que relata su existencia y recuerda las costumbres de su familia. Echa de menos a su madre, fallecid a al nacer su último h ermano, y cree que si ella viviera no h abría p ermitido que su hijo p rimogénito fuera vend ido a un negrero. El ch ico piensa en su familia y añora la figura materna que “debía v agar p or el p aís de las estrellas, libre de los p esares de la tierra. M ay ele K, que p ara algo, insisto, era el hombre sabio de mi p ueblo, me había dicho que hay una vida mejor más allá de la razón y que viajamos hacia ella cuando nuestro cuerp o se enfría. Lo llamaba Paz Eterna” 1215 . Asimismo se narra cómo Ieob á B. fue la segund a p ersona en morir a consecuen cia del gusano de Guinea. Cuando llegó el momento de dejar este mundo, se aferró a la mano de Kalil y le p idió qu e no lo olv idara, porque él sabía que “sigues viviendo siempre que alguien te lleva en la mente y el corazón. Mueres cuando ya nadie se acuerda de ti. Por favor, Kalil M tube, llévame contigo” 1216 . El p ersonaje reflexiona sobre los dioses y las religiones cuando comenta: “¿Existen muchos dioses que te cuidan si eres grato a sus ojos o un solo Dios cristiano que te escoge entre todos los demás? Mi vida h a sido un tránsito. Puede qu e la razón de la existencia siga siendo no detenerse jamás, y ap render siemp re, hasta el último día. Desp ués de todo, 1214 1215 1216 Id., p. 148. Id., La piel de…, cit., p. 20. Id., p. 111. 469 José R. Co rtés Criado tenemos esta vida p ara buscar resp uestas, y mientras demos con ellas un instante antes del 1217 último susp iro...” 4.5.5.4.- LAS REFERENCIAS A DET ERMIN ADOS PASAJES BÍBLICOS . Las obras analizadas para este trabajo reco gen numerosas referencias a p asajes bíblicos p uestas en boca de determin ados p ersonajes, que nos ay udan a conocer la personalidad de los mismos. En …en un lugar llamada Tierra se puede leer que el p ersonaje Hal Yakzuby está preocup ado p or el p asado que asoló la Tierra cuando las grandes superp otencias p rovocaron el Gran Holocausto, y comp ara lo acaecido con un pasaje bíblico al afirmar: “Al igu al que Adán y Eva p erdieron su Paraíso, los gigantes del pasado, y sus malditos líd eres, hab ían perdido de nuevo el Paraíso de la Tierra” 1218 . Confirmando así su conocimiento de la historia sagrada del mundo judeo cristiano, y advierte no olvidar los errores cometidos p ara evitar en lo p osible su rep etición. Hal Yakzuby se dirigió a su casa ab atido después de haber p lanteado sus conclusiones finales en el juicio contra el ser humano acusado de asesinar a su capitán. En ella reflexionó sobre los ú ltimos hechos acontecidos y recuerda la Biblia al rememorar el pasaje en que la mujer de Lot quedó convertida en una estatua de sal al vo lver la vista hacia las ciudad es de Sodoma y Gomorra cuando huía de ellas. Ambas localidades p ara unos “fueron arrasadas p or la mano del Creador. Para otros, una exp losión atómica destruy ó ambas p lazas. Ahora la forma era lo d e menos. La p regunta con el p aso de los siglos segu ía siendo la misma: ¿Qué vio la mujer de Lot?” 1217 1218 1219 470 Id., p. 134. Id., …en un lugar llamado Tierra, cit., p. 52. Id., p. 171. 1219 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En el segundo tomo de esta trilogía sobre la Tierra se hace alusión a la religió n católica al reflexionar Balhissay : “¿Luchaba el ho mbre contra la p erfección? ¿No mataron ellos mismos, en su Historia Antigua, a alguien llamado Jesucristo? Sí, posiblemente el hombre, en su constante afán de d estruirse a sí mismo, temiera más a lo d esconocido que a la verdad” 1220. Otro p ersonaje, Steinein, de v isita en el p laneta Tierra reflexiona sobre su p resencia en suelo terrícola y p iensa que si los humanos creen que se trata de una invasión, lo considerarán un nu evo Armagedón, en clara alusión a Apo calipsis 16,16. En Un hombre con un ten edor en una tierra de sopas, se alude a la mu jer d e Lot en el p asaje que cuenta cómo el joven p rotagonista acude al hotel donde se suicidó su hermano y tras recoger sus p ertenencias decidió abandon arlo sin dormir, n i volv er la vista atrás. “No quiso mirar al hotel p or si se convertía en estatua de sal” 1221 . Otra obra, Los eleg idos, muestra unos personajes cuyos nombres p resentan diversas connotaciones, así los humanos que p oseen amp lios conocimientos, se alimentan de cáp sulas, dominan la ciencia y son cap aces de crear un robot se denominan cien-t’icos, y los ignorantes que viven de forma más p rimitiva se llaman klonos. Ambos grupos están enfrentados entre sí. También coexisten otros seres humanos que han olvidado p arte de su vocabulario y no se relacion an con ninguno de los grupos citados anteriormente, son los perdidos. Los cien-t’icos desean controlar la nave en la que viajan en busca de otro mund o donde vivir, p ara ello necesitan dominar a los klonos. Co mo necesitan información de lo que ocurre más allá de las alambradas que los p rotegen, d eciden crear un robot cap az de atravesar las líneas enemigas y regresar con todos los datos necesarios para dominar la situación. 1220 1221 Id., p. 30. Id., Un hombre con…, cit., p. 95. 471 José R. Co rtés Criado Es el p rimer ser que crean en sus laboratorios, y le ponen como nombre Adán, en clara consonancia con el judaísmo y el cristianismo; ad emás un niño al verlo lo llamó salvador sobrenombre que también recibió Jesucristo. Adán conoció a una niña del grup o de los p erdidos llamad a Deia. Ésta lo condujo hasta la parte sup erior de la nave p ara divisar lo qu e ella llamaba M undo Vacío, un a cúp ula transp arente, que p ermite “p resenciar el esp ectáculo más impresionante de la Creación. Un mirador desde el cu al se divisaba el más allá permitía acercarse hasta el límite p osible tras el cual se extendía el espacio exterior” 1222 . Esta referencia al esp ectáculo de la Creación tien e que v er con el origen del cosmos. Sierra i Fabra habla del infinito, de constelaciones, de estrellas, de la inmensidad, desp ués de citar a Adán, p rimer ser humano según la Biblia, y llamarlo salvador, p or lo que fácilmente se dedu ce una referencia a los p rincip ios religiosos cristianos. Además, la misión enco mendad a a la nave se no mina Génesis, es decir, origen o p rincipio. Adán forja el desen lace de la historia al d escender desde los cielos imp ulsado p or unos cohetes, envuelto en un haz de luz y p idiendo el cese d e hostilidades entre los bandos. Se p resenta como un ser sup erior que utiliza los avances científicos p ara amedrentar a los humanos y recordarles que forman p arte de una misma sociedad y que por un accidente fortuito vivieron sep arados durante muchos años, los suficientes p ara olvidarse los unos de los otros. Esta rep resentación recuerda el descenso del Esp íritu Santo de los cielos, hech o rememorado p or un científico mientras afirmaba que los dioses quedaron atrás, a lo que Adán resp ondió que si él p odía volar, sobrevivir a los disp aros de sus armas y en tan p ocos días de vida h aber ap rendido tanto, es por ser el elegido p ara conducir la nave a su destino y crear un nuevo mundo. 1222 472 Id., Los elegidos, cit., p. 133. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Por todo ello, Adán afirma a sus creadores: “Me p rogramasteis p ara un fin, y eso no es dar v ida, sino utilizarla. Yo fui creado en la lejan a Tierra, y mis programas p ertenecen a 1223 los hombres y mujeres que allí los diseñaron p ara un nuevo mundo, p ara la p az” . Su intervención tiene aire mesián ico, no sólo se siente más inteligente y más p rep arado, sino que se considera la p ersona idónea p ara conducir la nave hasta su destino y regir la nu eva sociedad fruto de la un ión de los tres grup os en discordia. Otra alusión bíblica se localiza en un p asaje de Camarada Orlov, donde Carmen Cazorla siente la tentación d e desobed ecer una orden de su novio p ara comp robar qué oculta en el sótano de su vivienda; mientras se debate entre atravesar la p uerta o abandonar su idea, vu elve a su mente un retazo de la historia sagrada judeocristiana: “Diez años atrás, cuando iba a la escuela, recordab a haber meditado mu cho sobre un p asaje de su libro de religión : el de Adán y Eva. Eran los dueños de todo un p araíso y lo p erdieron p or tentar la suerte, por desear lo único que no les p ertenecía, la fruta d el árbo l p rohibido. Siemp re se 1224 dijo que Adán y Eva habían sido unos estúp idos” . El texto es una p remonición, pues ella desobedece la consigna de su novio y las consecuencias que le acarrea este hecho son nefastas. Se p uede comp robar otra alusión recogida en Casting que h ace referencia a la historia sagrada del p ueblo judío. Uno de sus p rotagonistas, además de actuar, escribe versos. Un día lo hace delante de dos comp añeras que se sorp renden de la rap idez con que escribe, utilizando el n arrador un símil de origen bíb lico p ara definir el hecho d e garabatear unas cuartillas en blanco: “El bolígrafo dejab a un sesgo azulado, una ola continuadiscontinua que abría aquella b lancura igual que M oisés las agu as del mar Rojo” 1225 . También recurre Sierra i Fabra al mismo p asaje bíb lico en La can ción d e Mani Bla y cuando refiere: “Luego atravesó la marea humana que cercaba el hosp ital y, lo mismo que 1223 1224 1225 Id., p. 187. Id., Camarada Orlov, cit., p. 168. Id., Casting, cit., p. 121. 473 José R. Co rtés Criado las agu as del Mar Rojo ante M oisés, la gente se abrió a su p aso y lo devoró en sus 1226 entrañas” . Por último, el joven p acifista que p rotagoniza En un lugar llamado guerra no cree ni en los ejércitos ni en las armas, y a p esar de ello, debe enviar diariamente una crónica a su p eriódico p ara informar de lo qu e sucede en el frente desde Tudzbestán, p orque, como argu menta irónicamente, en la sociedad en la que viv imos “el p etróleo era el Santo Grial de la esp eranza humana. Tubzbestán se había convertido en la nuev a Tierra Prometida d el 1227 Mundo Civilizado. M oisés Shell ib a a por ella” . 4.5.5.5.- LAS REFERENCIAS A DIOS En Malas tierras los p adres de la joven cuy a vida dep ende de la donación de un corazón acuden a la cap illa del hospital Gregorio Marañón, que “p arecía ser al mismo tiemp o lugar de llegad a y de desp edida, de súp lica y de acción de gracias, de esp eranza y resign ación, d e aflicciones y gozos”1228. El lu gar de oración estaba p residido p or un crucifijo que invitaba al reco gimiento y hacia él se dirigió Paulino, el padre de la enferma. “No era crey ente, aunque lo había sido. O tal vez lo era sin saberlo. Sin n in guna razón concreta había p erdido la fe muchos años antes, o la había o lvidado. Nunca se hab ía preguntado cu ándo, ni p or qué, ni có mo, ni siquiera dónde” 1229 . La incertidumbre que crea al p ersonaje el hecho de estar en el interior de la cap illa mientras le asaltan dudas sobre sus creen cias lo confunde mentalmente, también el malestar 1226 1227 1228 1229 474 Id., La canción de…, cit., p. 39. Id., En un lugar llamado guerra, cit., p. 16. Id., Malas tierras, cit., p. 113. Id., p. 113. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) que en un p rincip io sentía en su estómago ahora lo tiene extendido p or todo su cuerp o. Todos estos factores unidos a la p reocup ación p or la sup ervivencia de su hija lo obligan a salir del recinto religioso y dirigirse hasta la hab itación de la jov en. En cambio, su mujer sí era creyente, lo había sido siemp re y algun as veces también practicante, nunca se cuestionó su fe ni trató de asuntos religiosos con su marido. Finaliza el relato cuando un médico anuncia a la madre de la joven enferma que han consegu ido un corazón comp atible con su hija. En el rostro de la mujer solamente se movieron sus párp ados mientras “murmuró con un susp iro de alivio: Gracias… gracias, Dios mío” 1230 . En Seis historias en torno a Mario, el p ersonaje central se desp ide de sus seres queridos ante la llegada de la muerte. Lamenta ver a sus padres deshechos de dolor, se arrep iente de no haber hablado más con ellos, y dep lora el mal rumbo que tomó su vida. En esas circunstancias exclama más p or indignación que p or creencia: “¡Dios, Dios!... ¿Por qué? 1231 ” También se lamenta p or no ser incinerado, alegando que deberá llevarse su cuerp o al M ás Allá, donde hay tanta p az y de que sin su novia “la eternidad será muy densa” 1232. Otro p ersonaje de Camarada Orlov, Luciano Artea, católico p racticante que no duda en robar y engañar con tal de hacerse con un cap ital que le garantizase una buena situación económica, h izo caso de la máxima referida a la exculp ación de castigo a qu ien roba a un ladrón, p ero sus p lanes se torcieron cuando fue h erido mortalmente p or la p ersona robada. Cuando p resintió la cercanía de la mu erte, temió no ser bien acogido en el M ás Allá: “Iba a rendir cuentas… ¿a Dios? Él era crey ente. Necesitaba prep ararse, p ero ¿cómo hacerlo cuando moría p or lo más ruin, por un puñado de metal?” 1230 1231 1232 1233 1233 Id., p. 143. Id., Seis historias en…, cit., p. 214. Id., p. 215. Id., Camarada Orlov, cit., p. 346. 475 José R. Co rtés Criado La familia d e Jess Hunt, una de Las chicas de a lambre, natural de Toledo, en Ohio , es de p rofundas creencias religiosas y cree que la belleza es un atributo divino, p or lo que dijo a la joven modelo: “Dios te hizo hermosa p ara algo ; de lo contrario te habría h echo como a cu alquier otra mujer. Haz, p ues, que el Señor se sienta orgulloso de ti” 1234 . El p adre de esta p rotagonista era un fanático religioso que no p udo acep tar que su hija abortarse ni que sucu mbiese al consumo de dro gas; in genuamente creyó que la belleza era un legado de Dios, y que su hija seguiría sus p ensamientos mesiánicos: “Estaba orgulloso del éxito de su hija, pero creía qu e ese éxito y su fama la acercarían a Dios, no al diablo” 1235 . La joven p rotagonista de Rabia reflexion a a lo largo de la obra sobre numerosos asp ectos que configurarán su personalidad, y en esa búsqueda de su esp acio en la sociedad anota todo lo que oy e o lee y la emociona, co mo la cita que le hace p ensar en la trascendencia del sentido religioso y le sirve de autoafirmación de sus creen cias: “Hay alguien, en alguna parte, que está haciendo algo, no se sabe muy bien qué. Es p ura 1236 filosofía. Es la mejor defin ición d e much as cosas que jamás he oído. Es Dios” . Su p reocup ación p or la figura de Dios se refleja también en otro p asaje donde medita sobre el sida, la mala suerte, el amor, el ébola y otros acontecimientos que enturbian la vida diaria a much as p ersonas de la sociedad actual, relacion ando sus p reocupaciones humanitarias con el mo mento histórico que le tocó vivir. Deja constancia de sus convicciones en su diario con la sigu iente nota: “A pesar de lo cual es mi tiemp o, y sé que y o p uedo hacer que valga la p ena. No tendré otra op ortunidad. Si Dios es el que rep arte las cartas, a mí me h a tocado jugar con las que ten go. 1237 El Póker de la Vida. ¿Cuántos descartes p odré hacer?” 1234 1235 1236 1237 476 Id., Las chicas de…, cit., p. 17. Id., p. 183. Id., Rabia, cit., p. 32. Id., p. 119. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) La misma p reocup ación la asalta al conocer a un joven que aguard a en la puerta de un hosp ital que su novia, enferma de sida, fallezca, p ara iniciar un p erip lo p or todos los lugares del mundo donde p ensaron ir y así ahogar su pena. Mauricio recuerda los ojos de su amada en su último trance, dice qu e son duros y dulces al mismo tiemp o, y que ad emás “esp eran que haya algo, qu e exista un Dios, que no todo sea una broma p esada, y con cada latido final les exp lota en el alma la misma p regunta, una y cien v eces: ¿ Ya está? ¿Ya está? ¿Ya está?” 1238 En Dormido sobre los espejos el p rotagonista conoce por boca de un tío de su madre la historia de su abuelo, éste le cu enta que mató a una p ersona que le hizo la vida imp osible a su abuela durante muchos años y justifica lo acaecido alegando que no p uede ser juz gado por los hombres, sino p or Dios. “Alejandro mató a ese hijo de puta, sí, p ero sólo hizo justicia, Diego. Fue la mano d e una ley no escrita, que ún icamente Dios p uede juzgar, p ero que no deja d e ser human a” 1239 . Otra referencia al Creador co mo responsable de la belleza humana se hace en la misma obra cuando el joven p rotagonista p asea p or el M alecón de La Habana y observa las jineteras que acuden con las primeras luces de la noche. En este caso no se recurre a la justicia divin a sino a su p erfección al crear a las mujeres cuban as: “Eran jóven es, hermosas, sensuales, blancas o negras, pero p referentemente mulatas, de cuerp os esculp idos p or un Dios exótico y perfecto, un Dios que había jugado a los dados con la Fortuna de su lado. Miguel Ángel en Ro ma. Allí la n aturaleza” 1240 . En el mundo de la música ro ck la figura del rep resentante musical es considerad o Dios, como se refleja en 27 Edad maldita. Uno de los p ersonajes demuestra saber quién es imp ortante en el mundo de la música cuando afirma: “Cualquier músico sabe que su manager [sic] es Dios. Más que p adre y madre juntos. No se puede dar un p aso sin que Dios lo sepa. No se puede resp irar sin que Dios te dé p ermiso. No se p uede ir a nin gun a parte sin 1238 1239 1240 Id., p. 142. Id., Dormido sobre los…, cit., p. Id., p. 114. 477 José R. Co rtés Criado que Dios sep a dónde estás y de qué forma localizarte” 1241 . En otro cap ítulo se hace referencia a Jesús cuando se formula la p regunta: “¿Quién dijo que si Jesucristo viviera ahora hubiera p redicado con una guitarra eléctrica?” 1242 En el cuento titulado El soldado y la niña se relata, como se observó, un hech o insólito: un sold ado vio la bala qu e iba a acabar con su vida, era un dardo de p lata dirigido hacia su frente, intentó ev itarla p ero ven ía muy ráp ido. En ese momento pretendió rezar. “Quiso agach arse, p ero y a no p udo. Quiso ap artarse, pero sus músculos y a no le obedecieron. Quiso rezar, p ero sup o que no tenía tiemp o. Quiso llorar, y comp rendió que 1243 era tarde. Quiso gritar, y estaba mudo” . Como suele ocurrir a tantos seres humanos, en ese momento se acordó de Dios, de que le dijeron que estaba de su p arte y que debía luchar p or él, p or la p atria, p or el honor… Ese p ensamiento era el mismo que tenía su enemigo. Ambos p idieron ay uda div ina cuando su vida corría p eligro. El niño guerrillero, Nino, p rotagonista de Donde el viento da la vuelta, se enfrenta a la ardua tarea de sacar a su amigo h erido de un camp o min ado, sin recibir ningun a ay uda de nadie, todos tienen miedo a saltar por los aires reventados y Nino da ánimos a su comp añero con estas palabras que indican cómo las p ersonas, sean o no crey entes, en momentos de p ánico o desesp eración p iden ay uda a los dioses: “Dios no va a bajar de las alturas para echarnos una mano, p ero a lo mejor mira p ara acá y nos ay uda a volver con los demás” 1244 . Desp ués de esta hazaña, la comp añera guerrillera Nesild a, Neli, d ijo a Nino qu e Dios los ay udó, el chico le respondió que únicamente tuvo suerte y a la p regunta de si era crey ente, su resp uesta fue que no lo sabía, asociando a Dios y a la Iglesia con los 1241 1242 1243 1244 478 Id., 27 edad maldita, cit., p. 35. Id., p. 142. Id., El soldado y…, cit., p. 7. Id., Donde el viento…, cit., p. 97. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) rep resentantes del p oder. “Iglesia y p oder, en teoría extremos de una larga cuerda, a veces demasiado un idos” 1245 . Una nueva referen cia a Dios se h ace en el libro En un lugar llamado guerra cuand o el joven p eriodista es llamado p or el director del diario donde trabaja p ara ir a cubrir la información de una guerra que se d esarrolla en una antigua rep ública soviética, como se comentó. Cree que no ha p odido tener p eor suerte, y exclama: “el destino, al contrario que Dios con el Universo, sí juega a los dados con la gente” 1246 . 4.5.5.6.- OTRAS REFERENCIAS A LA RELIGIÓN CATÓLICA. La voz interior está dedicad a “a la hermana Ninfa Watt, que me inspiró el p ersonaje de la p rotagonista de este libro” 1247 . Al ser la p rotagonista una monja, todo el relato está imp regnado de creencias religiosas y así advierte cómo la hermana María insiste en encontrar la joven d elatora de otra comp añera “p orque su pecado es mucho más grav e, y tendrá que cargar con él durante toda la v ida si antes no lo confiesa y se libra d e su 1248 peso” . La hermana sup eriora de la comunid ad se en comienda a Dios p ara cualqu iera de sus menesteres y exp resa, al h ablar de la h ermana M aría: “-Sea como sea, échale una mano, 1249 Señor -susp iró” . La mon ja p rotagonista es h ija de auténticos hipp ies, se p asó los p rimeros años de su vida y endo y viniendo por el mundo cambiante y vertiginoso, y como suele p rovocar más de un entuerto debe confesarse con frecu encia y casi siemp re p or motivos similares: “Padre 1245 1246 1247 1248 1249 Id., p. 106. Id., En un lugar llamado guerra, cit., p. 7. Id., La voz interior, cit., p. 5. Id., p. 49. Id., p. 50. 479 José R. Co rtés Criado -dijo- he sido imp rudente, temeraria, orgullosa, atrevida, p recip itada en mis actos y en mis palabras, indiscip linada. 1250 presuntuosa...” He mentido. He sido irreflexiv a, ligera, arro gante, . Incluso se acusa de soberbia cuando se lo recu erda el sacerdote. Además, esta monja tiene conocimientos de signos astrales, de conviv encia, y tuvo muy claro a los diecio cho años cu ál sería su futuro p ersonal y así se lo contó a sus alumnas: “Algunas p ersonas lo llaman instinto, otras, intuición, otras sexto sentido. Pero la vocación es mucho más qu e eso: es una insp iración, una inclinación, un llamamiento ético. Veréis: estamos hechos de energía, y hay miles de formas de darle salida y encauzarlas. Yo comp rendí que éste era mi camino” 1251 . En otro pasaje del libro la monja insiste en la forma que su destino la condujo al convento sin ella p rop onérselo, y así afirma: “-Conocí a much a gente y ap rendí mucho de todos los p aíses y de todas las p ersonas, especialmente en materia esp iritual, aunque no 1252 sabía que mi futuro iba a ser éste -tocó su hábito” . La historia que contiene Noch e de paz… o casi se d esarrolla durante la Nochebuena. Además de las anécdotas familiares, deja constancia de la imp ortancia social y religiosa de esa noche tan esp ecial, como se refleja en la siguiente cita: “Noche de paz y de amor. 1253 Noche de villancicos y alegría. Noch e de bondad y felicidad ” . Los sentimientos religiosos también están presentes en Camarada Orlov desde diferentes p erspectivas. Una de ellas hace referen cia al hecho de resultar ilesa en los bombardeos de las tropas nacionales la iglesia de la Virgen de la Caridad, situada junto al cerro San José: “Había sido el único temp lo no incendiado, saqueado o arrasado con las primeras luchas. El amor p or la virgencita de los cartageneros fue una de las escasas miras 1250 1251 1252 1253 480 Id., p. 66. Id., p. 95. Id., p. 106. Id., Noche de paz…, cit., p. 5. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) resp etadas en la locura inicial. La iglesia contrastaba con las ruinas de la catedral de la 1254 Asunción de M aría” . En Regreso a La Habana se p uede leer un diálo go entre la p rotagonista y un turista esp añol que refleja las ideas de aquélla resp ecto a la religión y a la inminente visita del Pap a a la isla. -¿Eres católica? -No creo en nada. ¿Por qué? ¿Es im portante para ti? -No, en absoluto. Es que com o va a venir el Papa dentro de tres m eses… -Otra m entira. El Papa y Castro. ¿Hay mayor aberración que eso? Si ese hom bre supiera lo que va a desencadenar en su visita de enero no vendría1255 . La joven considera que con motivo de la visita p ap al se cerrarán determinados locales, se detendrá a cualquier sosp echoso y no dejarán que las jineteras salgan a la calle; por contra, ap arecerán numerosos crucifijos para dar la sensación de ser un p aís católico, pero todo será pura hip ocresía y sólo servirá para que el régimen se afiance en su p oder; p or eso los ciudadanos no apreciarán ben eficio alguno. Otras dos referencias a la iglesia y a la religión católica se pueden leer en El p eso del silencio. La p rimera describe a una mujer de ideolo gía ultra-conservadora agred iendo con un crucifijo, símbolo cristiano p or excelencia, al p rotagonista de la novela cuando éste sale de la Corte Suprema de Justicia de Santiago de Chile y debe atravesar dos manifestacion es, una, formada p or los p artidarios de juzgar al gen eral Pinoch et que ap oya la actuación del juez Guzmán, y otra, constituida p or un grup o de seguidores del dictador que reclaman su ino cencia y desap rueban la actuación judicial. En med io d el tumulto, el p rotagonista y su aco mp añante se en contraron de frente con “una energúmena que llevaba un santo crucifijo en una mano y una fotografía 1254 1255 Id., Camarada Orlov, cit., p. 56. Id., Regreso a la…, cit., p. 194. 481 José R. Co rtés Criado enmarcada de su dios Pinochet en la otra, comenzó a golp earnos con el crucifijo” 1256 , debiendo p rotegerse de estos golp es y de los de otros manifestantes. La segunda cita se refiere al momento en que el p rotagonista localiza al ciudadan o esp añol dado por desap arecido después del golp e de estado chileno de 1973; es un sup erviviente de las torturas que no recuerda su origen ni p uede hablar, es una p iltrafa humana que fue dejada en la p uerta de un convento de monjas donde lo acogieron y cuidaron: “Estaba sordo, mudo, no tenía manos, ni razón… [...] Le p usimos Jesús, p orque él también resucitó de entre los muertos” 1257 . En el relato titulado Cero a. J.C. un extraño viajero llegó a nuestra galaxia tras sufrir su nave una p érdida de energía que p rovocó su acercamiento a la Tierra. Recu erda la política que rige su forma de actuar, que p uede ser catalo gada como modelo d e convivencia y sabiduría p or su simpleza, aunque únicamente se basaba en la no injerencia en los temas de otras galaxias: “Lo esen cial, según su Carta de Conv ivencia Cósmica, era el resp eto hacia cualquier forma de vid a universal. […] Además, en la Carta de Convivencia Cósmica se decía muy claramente que todo, en la dimensión conocida d e lo d esconocido, tien e un sentido. Y así era: nad a sucedía p orque sí. Cada detalle, cada cosa, p or insignificante que pareciera, servía p ara algo” 1258. Gracias a ese equilibrio se mantenía el orden en el Cosmos. Al contactar la nave averiada con la atmósfera terrestre comenzó a desintegrarse, y su ocup ante hubo de abandonarla, conociéndose en ese mo mento su asp ecto físico: no era más que una simp le luz dotada de inteligencia y sabiduría. Como p rimera medida de sup ervivencia analizó las características de los habitantes del p laneta y se introdujo en el interior d e algunos cuerp os, comp robando que existían diferentes tip os de seres y llegó incluso a dotar de v ida el cuerp o de una mujer fallecida en el que se hab ía introducido, asunto y a comentado en páginas anteriores. 1256 1257 1258 482 Id., El peso del…, cit., p. 98. Id., pp. 282-283. Id., La puerta del…, cit., pp. 74-75. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Ráp idamente fue asimilando la información necesaria p ara sobrevivir y conoció la existencia de lu gares llamados Galilea, Nazaret, Roma; la forma de vid a de sus habitantes, las diferen cias entre hombres y mujeres, lo que son los días y las noches, etc. Cierto día, la figura lumínica fue p erseguid a por seres humanos maravillados de la existencia de esa luz que tanto se introducía en algunos cuerpos como avanzaba p or calles y plazas. En su huida se sintió p erdida, porque le qued aba muy p oca energía. Presintiendo su final buscó el cuerp o de una mujer, p ues sabía que ellas son las generadoras de vida, y la luz era consciente de que deb ería nacer del v ientre de una mu jer p ara ser y vivir como un humano en este su nuevo mundo. Al límite de su total agotamiento llegó a una carpintería, y se introdujo en M aría, la mujer del carp intero. Decidió ser un varón. Más tarde M aría se acercó a su esp oso, José, le p asó su mano alred edor de sus hombros y le p reguntó cómo se encontraba, p ermaneciendo ambos inmóv iles con la quietud de su amor, hasta que ella co menzó a hablar: -José - musitó. -¿Qué? -¿Recuerdas aquella luz de la que te hab lé? -Sí. -Está en mí. -Por supuesto -dijo él-. Es tu hijo. -Es algo más que eso: la siento en mí. -Vas a ser madre -la besó en la frente al decir esta ú ltima palabra-. Aquella luz fu e 1259 la señal . 4.5.5.7.- ALGUNAS REFERENCIAS A OTRAS CUES TIONES MORALES . En La música del viento, el p eriodista occidental cuenta que sintió la esp iritualidad que imp regna la vid a de los hindú es durante su viaje por la India, e in cluso recuerda el olor 1259 Id., p. 94. 483 José R. Co rtés Criado del templo de Meenakshi en la ciudad de M adurai: una mezcla del incienso quemado y de los restos de excrementos de los murciélagos p egados al suelo. Pero lo que más evoca de aquel d édalo de p asadizos, estatuas de dioses, altares y bestias fantásticas, es “la ceremon ia nocturna de llevar el dios Sh iva a visitar la cámara de su d iosa, Parvati, realizada con sencilla pomp a, y la curiosa estatua de Kali cubierta de manteca” 1260. Además de v isitar lu gares típ icos de la India y acercarse a la esp iritualidad del p aís, el p rotagonista de La música del viento manifiesta su sentido d e la justicia, como quedó exp resado anteriormente, que lo lleva a lib erar a un grup o de niños esclavos y conducirlos hasta una organización que recib e ay uda de Esp aña y es dirigida p or un barcelonés llamado Ventura M asferrer, en clara referencia a Vicens Ferrer, que dirige el Rural Develop ment Truts en la ciudad d e Anantap ur. Ventura Masferrer es un p ersonaje solidario y comp rometido que lucha contra las injusticias, y reflexiona sobre la sociedad en la qu e v ivimos. Dicho pensamiento trasciende la solidaridad y la religiosidad p ara convertirse en una referencia plena de dignidad ante nuestra resp onsabilidad como seres humanos, p ues compartimos este mundo con sus riquezas y miserias. Masferrer se dirige al p rotagonista de la sigu iente manera: ¿Se ha preguntado por qué hay ta ntas Organizaciones No Gubernamentales actualm ente en el mundo? ¿Y por qué hay tantas causas por las que luchar? Unas se dedican a velar por los hombres, otras por los animales, otras por la tierra y el entorno. Hay m iles de ellas, en defensa de las tortugas, de las focas, de los indios aborígenes, de los elefantes, de los rinocerontes, de las selvas… Las naciones están en bancarrota, humana y moral tanto com o económ ica, y los gobiernos están atados de pies y m anos, víctim as de sus propias trampas1261 . El p ensamiento de M ohandas Karamchand Gandhi, más conocido co mo Mahatma Gandhi, se reco ge en Me llamo Gandhi, y en él se hace referencia a la multitud de len guas y dialectos así como a la p luralidad religiosa: h induismo, islamismo, p rotestantismo, 1260 1261 484 Id., La música del…, cit., p. 42. Id., pp. 145-146. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) catolicismo, budismo, shikismo, etc. La p rimera es la p redominante y “sus características más llamativas son, quizá, su tolerancia y su creencia en la reencarn ación ” 1262 . Gandhi, más volcado en lo religioso que en lo político, decidió fund ar ashrams en la India, estas fundaciones son comunid ades destinadas “al cu lto religioso, a la esp iritualidad, a la meditación, al diálo go y a la enseñ anza de las virtudes de la ahimsa, la no violencia” 1263. Formaban p arte del ashrams hombres y mujeres qu e se autoabastecían de lo que cultivaban, e in cluso fabricaban sus rop as y calzados; en estos grup os forjó Gandhi el esp íritu de lucha p or la indep endencia a través de la resistencia no violenta. De la reencarn ación, filosofía muy extendid a en la India, se ocup a la obra 97 formas de decir “te qu iero”. Es la historia inventada por Daniela, una joven enamorada, p ara atraer al chico deseado, donde se mezclan realidad y fantasía unidas a la teoría hinduista de la reencarn ación. La jov en afirma recordar todas las exp eriencias d e su vid a anterior, e incluso el día, la hora y el lugar donde deberían encontrarse los dos antiguos amantes. El chico decide informarse sobre el mito de la reencarn ación, y se dirige a la bib lioteca de su Facultad, donde encu entra la siguiente información: “p ara un budista, el alma se reen carna de cuerp o en cuerpo sucesivamente, hasta conseguir la perfección absoluta, siendo el tránsito p or la vida de los cu erpos en los que habita una absoluta búsqueda de...” 1264 Continúa ley endo sobre Bud a y la Rued a del Karma, es decir, el continuo reencarn amiento del alma en sucesivos cuerp os, hasta conseguir el estado de gracia o perfección absoluta que conlleva el Nirvan a: “El alma p uede p asar p or dos docenas de cuerp os sup erando los caminos óctup los de los tres anhelos: sabiduría, p lacer y vida, hasta sentirse libre p ara integrarse en el Nirvana, el estado comp leto” 1262 1263 1264 1265 1265 . Id., Me llamo Gandhi, cit., p. 9. Id., p. 23. Id., 97 formas de…, cit., p. 42. Id., p. 43. 485 José R. Co rtés Criado La información reco gid a en las enciclop edias crea al jov en un estado de incertidumbre aún mayor frente a los acontecimientos que vive durante esos días, p or lo cual se dirigió a uno d e sus p rofesores p ara p reguntarle si creía en la reen carnación, a lo que éste responde: Mira, Ramis, todas las grandes respuestas a las grandes pregun tas llegan tras la muerte. El “adónde voy, quién soy, d e dónde vengo” es algo para el presen te, la eterna filosofía. Pero la gran verdad, lo qu e todos qu isiéramos saber, es qué ha y después. ¿Somos un accidente cósmico, o realmente existe un Dios, se llame como se llame, que mueve los hilos del universo? La reencarnación es una de las respuestas humanas para ese “después”. Lo malo es que no se puede documentar con testimonios directos. Y siendo así, solo nos quedan las interpretaciones, lo que digan los estudiosos, o la fascinación que producen los casos de quienes aseguran 1266 recordar su vida o sus vidas pasadas . Asimismo le comunica, qu izás p ara desmitificar la reencarnación o simplemente para quitar trascendencia a sus p alabras anteriores, que las personas que vivieron una vida anterior suelen relatar que fueron p ersonas imp ortantes, y tuvieron una vida p lacentera, pero p ocos informan de una vid a anterior atormentada o su exp eriencia como animal o planta, pero a p esar de estas dudas le cu enta que existe el p ueblo tibetano fundamentado en esas creencias. Daniela, la jov en enamorada sí es una d efensora de la reen carnación, y así lo reconoce como una forma de dar sentido a su v ida cuando man ifiesta: “Yo sí creo en la reencarn ación. Creo firmemente en ella. Me niego a p ensar que cuando y o muera desap areceré. Me niego a creer que lo que soy es p roducto de la casualidad” 1267. Esta obra está dirigid a a un p úblico ado lescente muy sensibilizado con el tema del más allá, en conflicto permanente con su y o y el mundo que lo rodea, que juz ga las cosas más simples como las más comp licadas y que p uede considerar todo lo que le sucede como una irrealidad idealizada, h asta el extremo de desear la mu erte p ara volver a reencarnarse en otro ser. 1266 1267 486 Id., p. 85. Id., p. 130. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Otra obra, Frontera, se ocup a de la convivencia entre españoles e inmigrantes, centrada en la comunidad d e magreb íes, como se comentó en p áginas anteriores, y en ella se hacen referencias a las costumbres y creencias de los forasteros, p udiendo leerse la siguiente reflexión del p adre de la joven p rotagonista, Estefanía, a prop ósito de la conversación que mantienen sobre el comp ortamiento de los marroquíes en Esp aña: “Las costumbres y las religiones separan más que la p rop ia naturaleza de las p ersonas, hija” 1268 . El p adre de Estefanía argumenta asombrado: “Que media humanid ad ande co n robots o enviando nav es a M arte no significa qu e la otra media sea pobre, se muera de sida o esté anclada en el p asado. Y Dios me libre de juzgar a nadie. Para ellos, los que estamos locos somos nosotros, por nuestra forma materialista y egocéntrica d e vivir” 1269 . Igualmente se hace referencia a la ab lación del clítoris y afirma taxativamente qu e son las abuelas las que lo hacen. El p adre de Estefanía también cuenta, que en Irán, fueron las mujeres las que se man ifestaron exigiendo qu e las viejas costumbres no d esap arecieran; en Afganistán, cuando cay eron los talibanes, no desap arecieron los burkas, hay mujeres que, en ese sentido, no quieren ser liberadas, aunque la civilización occidental no lo comp renda. Este mismo tema se trata en Las chicas de a lambre, y Sierra i Fabra arremete contra el hábito de amputar el clítoris a las niñ as p ara quitarles el deseo sexu al y convertirlas en seres dedicados a la rep roducción de la esp ecie. C alifica tal acto de ab errante, brutal y odioso. Otra referencia a las p rácticas religiosas está p atente en Frontera, donde la joven esp añola quiere dar co mida a su compañera musulman a p ero no sabe qué es lo que p uede comer según su religión, y en su confusión intenta recordar las costumbres de su amiga Amina. Así “recordó que los embutidos p rocedían del cerdo y que los árabes no p odía 1270 comer cerdo. ¿O sí? ¿O era determin ados días? ¿O… o qué?” 1268 1269 1270 Id., Frontera, cit., p. 13. Id., p. 36. Id., p. 20. 487 José R. Co rtés Criado El p olicía encargado de localizar a Amina cuenta: “No es fácil estar en medio cuando se trata de cuestiones religiosas, morales, familiares, tradiciones, costumbres... Pero esto es Esp aña y y a estamos en el siglo XXI” 1271 . Y, mientras observa los titulares del diario, “-Dale hambre a una p ersona y te devolverá violencia”, “Dale alas a un racista y te 1272 construirá un Auschwitz” -, agradece a la p rofesora de la jov en que aún qued en personas como ella. Sierra i Fabra introduce en el libro información obtenida d e la p rensa diaria referid a a las fatwas, edictos religiosos del wahabismo islámico, qu e tanto p uede incitar a la violencia, como aren gar al p ueblo sobre cu alquier asunto: no saludar a los infieles, no desearles ser felices e in cluso rehuirles. Son p arte del actual aislamiento religioso del mundo islámico. “Ellos tienen miedo a la contaminación, sobre todo a la cultural, es decir, la educativa. ¿Opción? El b loqueo total” 1273 . Además, los recortes de p rensa sirven al autor p ara recordar que en Esp aña ap enas se conocen las fatwas, ni la rama wahabí saudí. “Lo único que sí les suena es lo de la gu erra santa, y lo de los p alestinos suicidas o lo del 11 de Sep tiembre. Para los estadounidenses, antes, los malos eran los comunistas; ahora es el mundo árabe en general” 1274, aunque este planteamiento no sea así de simp le. Los p eriódicos citados por el autor afirman que deb emos defender nuestras señas de identidad y además arguy en razones como: “No sabemos qué cultura p revalecerá o dominará d entro de cien años, pero no vamos a imp edir la evolución, es imposible” 1271 1272 1273 1274 1275 488 Id., pp. 142-143. Id., p. 148. Id., p. 149. Id., p. 149. Id., p. 149. 1275 . El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 4.5.5.8.- LAS CREENCIAS EN EL FUTURO Según Sierra i Fabra, dentro de ocho mil años los seres humanos seguirán preguntándose por su origen y destino en la Tierra. Habrán evolucionado hacia posturas científicas p ero esp iritualmente los asaltarán las dudas sobre el más allá y la v ida tras la muerte, aunque en el futuro las religiones se habrán extin guido. Continuará siendo eterno el d ebate sobre el origen d ivino de nu estra existencia, y las personas p ersistirán en la elaboración de elegías qu e reflejen qu e “nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar / qu e es el morir” 1276 , mientras se p reocup an por la existencia de vida más allá de la muerte. En la p rimera novela de la trilogía El ciclo de las Tierras, que tituló …en un lugar llamado Tierra, el ser hu mano Hal Yakzuby lee una reflexión de un androide clase 4 sobre los sentimientos, éste aduce que se ha alcanzado la p erfección absoluta en todo lo concerniente a cerebros electrónicos, ordenadores, comp utadoras… en cu anto a la ló gica, y que las máquinas han llegado a tener sentimientos, y se p regunta: “¿qué es un sentimiento enfrentado a la lógica? En otros tiempos y a se discutió todo esto, y no sirvió más que p ara crear el caos. Había cosas como…, y a sabe, el alma y todo eso. Me p arece bien para los humanos; p ero ¿de qué le serviría a una máquina tener alma, al menos co mo la entienden los humanos?” 1277 A p artir de esta lectura, Yakzuby inicia un as cavilacion es sobre el origen humano o divino del ho mbre, y el p rotagonista recuerd a: “En la antigüedad, el hombre se había roto la cabeza buscando resp uestas que no existían, sobre el infinito, sobre Dios; sobre la vid a y la muerte” 1278, y sosp echa que esos p lanteamientos lo van a conducir a reflexionar y a plantearse motivos de duda p rop ios de siglos pasados, p orque en su ép oca esos argumentos ya no se arguy en, ni el hombre se cuestiona el origen divino de su existencia. 1276 MANRIQUE, Jorge: Coplas a la muerte de su padre, en LÁZARO, Fernando y T USÓN, Vicente: Antología, M., Anaya, 1998, p. 70. 1277 SIERRA I FABRA, Jordi: …en un lugar llamado Tierra, cit., p. 13. 1278 Id., p. 13. 489 José R. Co rtés Criado Yakzuby resume su credo cuando responde a un dirigente máquina: “Creo en mí mismo, Zebal -dijo el hombre-. Creo en mis manos y en mi voluntad, en mi cap acidad y en mi debilidad, en lo que veo y en lo que toco... y siemp re partiendo de mí mismo, p orque soy todo cuanto tengo” 1279. Preocup ado p or su existencia humana, su origen y su destino, Hal Yakzuby comentaba a su interlocutor, una máquin a cap az de razonar y ap licar la ló gica a sus funciones vitales, que en la Antigüed ad se considerab a la mu erte como un fin que justificaba la v ida d el ho mbre, a lo que el ser no humano resp ondía que la muerte era la negación, p orque, a p esar de haber alargado su existencia, el ser humano no era eterno. Yakzuby sabe que vivimos en el esp acio donde todo se renueva y modifica permanentemente: “Nada era eterno, ni el bien ni el mal, n i Djub [cap itán máqu ina fallecido] ni él, ni las máqu inas, ni siquiera el Sistema. Aquel era el princip io básico, el eje, la síntesis de la evo lución ” 1280 . Esta p reocup ación p or saber qué h ay desp ués de la muerte h a inquietado siemp re al ser humano y en los p róximos siglos seguirá siendo tema d e reflexión según Sierra i Fabra, pues esa es la zozobra que rodea a Hal Yakzuby al manifestar: “Y cuando intento razonar la muerte, como fenómeno no sólo humano sino afín al mundo de las máquinas, me es difícil entenderla y , más todavía, aceptarla. La mu erte significa la nad a, y la nada es el vacío..., 1281 pero el vacío, p or lógica, no existe. Hay un espacio, y un orden matemático” . Y es que desde que el ser humano tiene uso de razón se cuestiona toda la información existente sobre su origen y destino desp ués de transitar por este mundo terrenal. En el segundo vo lumen d e esta trilogía, una máquina d emuestra su p reocup ación al saberse p oseedora de un nivel de razonamiento casi humano y asemejarse tanto a su creador co mo p ara formularse la sigu iente cuestión: “Los hombres suelen preguntarse qué 1279 1280 1281 490 Id., p. 27. Id., p. 178. Id., p. 32. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) hay más allá de la v ida, qué les esp era tras la muerte. No lo saben, y tienen miedo. Quizá 1282 sea hora de p reguntárnoslo nosotras” . Un dirigente máquina, Balhissay , es consciente d e su semejanza con el ser humano, de que “el Universo entero es una lógica matemática” 1283 y de que las máquinas están alcanzando tal nivel de p erfección que según sus p alabras “p arecemos humanos” 1284 , confirmando un acercamiento a su creador. Tanto en esta obra co mo en otras de ciencia ficción, las máquinas suelen tener forma human a, rep itiéndose la id ea de qu e fueron creadas a imagen y semejanza de su creador, símil de la creación del ser hu mano según el Génesis. En la tercera entrega d e la trilo gía sobre la Tierra, nu estra civilización v ive en el añ o 10150, y los hombres abandonaron Tierra 2 p ara regresar al planeta origin ario de la esp ecie humana, p or lo que las máquin as son los únicos hab itantes de ese p laneta. A pesar de asemejarse al hombre, de ser casi p erfectas, de que ap rendieron a mentir, de que p ueden perder sus ideales p acifistas, lo que verdaderamente preocupa a los dirigentes es que si se llega a formular una dud a y las máquin as no p ueden resp onderla por miedo será señal de que se acercan al límite de su existencia. Steinein, el científico máqu ina más p restigioso de aquella sociedad, afirmaba que n o hay libertad, sino que se trata de “la más h ermosa de las quimeras inventadas p or el hombre y asimiladas p or nosotras. Siemp re formamos p arte de algo, cada vez may or y más incomp rensible. Y no hay límites p ara lo incierto, así como tamp oco los hay p ara lo cierto. La libertad es sólo un a idea” 1285 , un pensamiento que an ima tanto a los hombres co mo a las máquinas a sentirse libres cuanto más saben, porque el conocimiento nos hace sentirnos sin ataduras. 1282 1283 1284 1285 Id., Regreso a un…, cit., p. 32. Id., p. 163. Id., p. 166. Id., El testamento de…, cit., p. 105. 491 José R. Co rtés Criado Además las máqu inas han alcanzado un niv el tal de perfección que ren iegan d e su creador, el hombre, cuando manifiestan: “No existe el creador [...] Nunca ha existido. Hablamos de la esp ecie humana, como si se tratase de un todo, p ero no es más que una 1286 masa, un hormigueo de p asiones, sentimientos, controversias” . Es la ap ostasía, la negación de su origen, la eliminación de la figura p aterna, es en suma, la may oría de edad de las máqu inas. 4.6.- CONCLUS IONES . En este cap ítulo se analizan ciento ocho obras escritas p or Jordi Sierra y Fabra entre los años 1983 y 2003. Un p rimer acercamiento a los valores éticos que encierran las distintas obras estudiadas resalta aquellos valores que se p ueden considerar relevantes p ara las relaciones del hombre con sus semejantes, con otros seres vivos, con los elementos creados p or la mente humana y con todo aquello qu e constituy e el corolario de nu estra civilización. Se atienden los asp ectos más relevantes en cuanto a la familia, las relaciones afectivas, la importancia d e las máquinas en nuestras vidas, la salud, las especies en p eligro de extinción, las distintas culturas, la Historia, la solidarid ad, los jóv enes, la música, el cine, la televisión y el humor. Llevado a cabo este p rimer acercamiento a determinados valores morales destacados por el autor en sus libros, decidí ajustar esta clasificación a cualquiera de las creadas p or personas de reconocido p restigio como Hessen, Lavelle, Sp encer o Cab anas, concluy endo que el sistema de valores de éste último es el qu e mejor comp endia los valores morales, estructurando el análisis d e las ciento ocho obras siguiendo este modelo, qu e clasifica los 1286 492 Id., p. 104. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) valores en físico-viales, afectivo-p sicoló gicos, socioculturales, ideo-racionales y anímicoesp irituales. Resp ecto a los valores físico-vitales, el p rimer asp ecto resaltado hace referencia a la salud. El autor es un defensor a ultranza de una forma de vida que mejore las condiciones saludables de todos los seres vivos. En sus obras de anticip ación y ciencia ficción, tanto los p ersonajes máquinas como los humanos se p reocupan de la salud, p ues es un tema de suma imp ortancia y , según el autor vaticina, en el futuro habrán d esap arecido enfermed ades consideradas hoy sin curación p osible y vicios que azotan la sociedad actual: tabaco, alcoho l y demás drogas. Ante la ausencia de factores de riesgos p ara la salud, la vida será más p lacentera y saludable, con el consiguiente peligro de transformarla en otra más monótona y aburrida si el ser humano d eja en manos de las máqu inas su cuidado físico y p síquico. En las obras de corte realista, más actuales, aparecen multitud de situaciones donde la salud ocup a un p lano p rincip al, bien p orque se padezcan determinad as enfermedades congénitas o p orque se consuman p roductos antinaturales que afectan al normal desarro llo del ser humano. Así, en sus libros hay referen cias al consumo de tabaco, alcoho l, cocaín a, éxtasis, etc., y sus rep ercusiones en el organismo humano ; también tienen cabid a los trasp lantes de órganos, la bulimia y la anorexia. La salud y los hábitos correctos p ara alcanzar una mejor calidad de vida están presentes en todas las obras, bien p resentando un p ersonaje que defiende una sociedad libre de humos como en La fábrica de nubes, o unos jóv enes que aborrecen fumar en Rab ia y Casting, hasta otros que rechazan el consumo de dro gas sintéticas en Campos de fresas y El mensajero del miedo, sin olv idar la señora hip ocondríaca, en Tortilla de aspirinas. 493 José R. Co rtés Criado El alcohol co mo causante de la degradación física y moral de la p ersona está presente en obras de su p rimera ép oca como Noche de viernes y otras más recientes como Retrato de un ado lescente manchado y El mensajero del miedo. Se o cup a de la donación de órganos en un a de sus primeras obras, Malas tierras, donde una joven salva su vid a gracias a un trasp lante de corazón y vuelve a insistir en el mismo tema años más tarde en Donde esté mi corazón. Resp eto al espacio vital, aunque este autor no concede en sus obras gran protagonismo a las descrip ciones, sí sabe resaltar el marco donde se desarrolla la trama con breves anotaciones respecto a la vivienda, espacios comunes o lu gares de d iversión que van a marcar la actitud de sus p ersonajes. Y como el conjunto de su obra refleja ambientes muy distintos, el esp acio vital donde se desenvu elven sus p ersonajes es variado: lu gares céntricos de las ciudades, barrios elegantes y burgu eses, barriadas margin ales, zonas de chabolas, arrabales, una selva, una isla, o una ciudad artificial. Estos escenarios p ueden estar en España, EE.UU., México, Cuba, la selv a amazónica, la isla d e Pascua, o en el espacio sideral. El maltrato en familia es analizado en más de una obra. Éste se refiere tanto al que ejercen determinados progenitores contra sus descendientes, como al d el hombre sobre la mujer. Tiene rep ercusión en Noche de viernes, Nunca seremos estrellas del rock, Las Furias, y La estrella de la mañana. Sobre los valores afectivo-p sicológicos, se puede leer como los sentimientos de frustración ante la v ida van a condicionar la conducta de determin ados p ersonajes; pues del modo cómo afronte un adolescente el tránsito a la vida adulta va a dep ender su posición ante los hechos que conformarán su existencia. Jordi Sierra i Fabra sabe que la vid a no es un camino de rosas y que éstas, además, tienen esp inas, por lo que la vida idílica p ermanente no existe en sus obras. Los niños, los 494 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) jóvenes y los adultos deben enfrentarse a sinsabores y momentos p lacenteros en el transcurso de su existencia; la suma de todas estas exp eriencias configura la p ersonalidad de los p rotagonistas. El p ersonaje p rincip al en ¡Ellos son diferentes!, un extraterrestre, se muestra feliz en todo momento, aunque no es normal hallar protagonistas tan exultantes como éste, p ues Sierra i Fabra siemp re intenta mostrar unos protagonistas con grand es visos de realidad, reflejando sus momentos de alegría y tristeza como corresp onde a la existencia de cualqu ier persona. La afectividad, la emoción, los sentimientos, están p resentes en todas sus obras, aunque en distinto grado d e intensidad; p or ello es imp ortante resaltar có mo algunos seresmáquinas d el futuro imaginado p or el autor tienen sentimientos casi humanos, aunqu e otros renieguen de los mismos. La may oría son máquinas que carecen de emotividad y consideran que los sentimientos son factores incontrolados de las p ersonas, y p or tanto, carentes de toda ló gica. Lo que sí co mp arten las máquinas con los hombres es la satisfacción d e vivir; Sierra i Fabra resalta el valor de la vida h asta tales extremos que todos los seres dotados de vida se sienten felices y contentos de vivir. En sus obras se p ueden conocer p ersonas, animales y máquinas inteligentes que saben ap reciar el v alor de la vid a. Quienes más la valoran son las p ersonas que más cerca estuvieron d e perderla, como es el caso d e la protagonista de Donde esté mi corazón, y su familia más cercana, como ocurre en Malas tierras. Si el amor p or la vida está p resente en numerosas obras, las relaciones afectivas entre p adres e hijos también son constantes en sus obras; en nu merosas ocasiones son relaciones que pueden ser catalogadas como normales y en algunos, la conviven cia es negativa, reflejando casos de violencia física y psíquica entre p adres e hijos. 495 José R. Co rtés Criado Y el amor, motor de la vid a, es tratado p or este autor desde distintas p erspectivas. En las novelas juven iles cuando está p resente es p ara resaltar su importancia en la formación d e la p ersonalid ad de adolescentes y jóvenes, como ocurre en La estrella d e la mañana, Dormido sobre los espejos o Una (simple) historia de amor. Como contravalor se manifiesta cuando el jov en no entiende las relaciones de p areja si no es sometiendo a la chica a sus dictados (Noche de viernes), o cuando, p or diferentes motivos, el desamor, el rech azo o la violencia ocup an su espacio entre los miembros de la pareja: Regreso a La Habana o Sin tiempo para soñar. Mucho amor y comp rensión piden los p ersonajes de Sierra i Fabra mermados de algunas facultades físicas o mentales, co mo ocurre a Chelsea Thomas en La niña qu e no podía reír o a Pablo, p rotagonista de Mis hermanos y yo. También las p ersonas que sufren algún daño p sicológico deben reorgan izar sus vidas, p ara lo cual necesitan un nuevo patrón que les ay ude a sup erar los inconven ientes y a adap tarse a su nueva realid ad, como refleja El dolor invisible. Una buena autoestima, así como la amistad y las buenas co mp añías van a favorecer la vida emocional de las p ersonas y Sierra i Fabra, consciente de ello, mu estra en algunas obras su imp ortancia p ara sup erar diferentes problemas en Seis historias en torno a Mario, Campos de fresas, El niño que vivía en las estrellas, La música del viento…Los p ersonajes que carecen de una buena autoestima y no cu entan con el ap oy o afectivo necesario sucumben ante problemas que alteran su mente. Los valores socioculturales hacen referencia a factores tan disp ares como la familia, la guerra, la p az, el racismo y toda manifestación de v iolencia que afecta a las personas, animales o cosas. Sierra i Fabra trata la familia como un factor fundamental en la formación del individuo, es decir, co mo el p ilar básico en la v ida d e la p ersona y para él está tan asumido 496 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) el p ap el a desemp eñar p or aquella y su trascendencia, que hasta los seres creados p or el hombre con inteligencia artificial desean constituir la suy a prop ia, como ocurre en Martes XXIII, Las voces del futuro o Tres (historias de terror). Este hecho no indica que las familias descritas en sus libros sean idílicas ni sean tenidas siemp re como modelos sociales. Para resaltar el valor de la familia como p iedra angu lar en la construcción de la p ersonalidad de niños y jóvenes, el autor presenta familias que favorecen y p otencian los valores p ositivos, junto a otras que rep resentan su valor op uesto, es decir, modelos de familias desestructuradas o inexistentes en El último set, Retrato de un ado lescente manchado o El rostro de la multitud. Y siemp re ap uesta p or una forma de vida en p az con todos y con todo, es decir, sentirse y formar p arte de una sociedad solidaria con los más débiles, que resp ete las normas democráticas establecidas, las ley es que rigen el sistema de gob ierno, el medio ambiente, la flora y la faun a, en suma, resp etuosa con la Naturaleza. Además, se muestra sumamente crítico con los comp ortamientos que alteran la normal conviv encia, p orque sus p rotagonistas anhelan disfrutar p lenamente de la vid a. Por eso critica abiertamente la guerra y las circunstancias tan funestas que acarrean a la población que las p adece, la utilización de armas devastadoras como las minas antip ersonas, el alistamiento de niños en ejércitos regulares o de los grup os p aramilitares, y la p ersecución de cualquier p ersona p or sus ideales. En obras co mo El soldado y la niña, Donde el viento da la vuelta o Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas. Tamp oco deja de manifestarse contra la esclavitud, la exp lotación infantil, el maltrato a p ersonas y animales, la insolidarid ad, etc., en títulos como La p iel de la memoria, La música del viento o Aydin. Al igual que se ocupa de las consecuen cias de un acto terrorista en El tiempo del olvido, o de los denominados “desparecidos” argentinos y chilenos en las págin as de La memoria de los seres perdidos, El peso del silencio o Víctor Jara. 497 José R. Co rtés Criado Igualmente trata el tema del racismo en otras obras, en cuy as p áginas tienen cabid a personajes venidos del norte d e África que sufren y p adecen al atravesar el Estrecho en una patera y desembarcar en un p aís extraño donde d eben cumplir una serie de normas que a veces no les son favorables o no las quieren acep tar, como se refleja en Frontera y Noche de luna en el Estrecho; o recurre al humor p ara tratar la d iscriminación de las p ersonas que son distintas, en obras como Cabello blanco en cabeza peluda. También refleja la violencia urbana en numerosas obras ambientadas en ciud ades actuales como No che de viernes, Los espejos de la no che o Sin tiempo para soñar. Resp ecto a los valores ideo-racionales, se ha de resaltar en que la razón es el motor de la vida del ser humano, y en ella basa Sierra i Fabra sus obras, p ues, sin el raciocinio, la humanidad no progresa, p ero no p or ello obvia la imp ortancia de la imp rovisación y de la no racionalid ad del ser hu mano en determin ados momentos de su vida, y su imp ortancia en el deven ir de la human idad. Para nuestro escritor, si el ser humano únicamente p ensase de forma racional sería semejante a cualqu ier máquin a dotada d e inteligen cia artificial, p ero afortunadamente las personas disp onemos de una chisp a de energía no racional que marca las diferen cias entre nosotros. Se llega a esta afirmación d esp ués de demostrar que las máquinas inteligentes creadas por el hombre no p rogresan en conocimientos si el hombre no introduce en sus programas los datos p ertinentes, p ues son incap aces de p lantear una solución novedosa a una cuestión no reco gida en sus arch ivos, como qued a reflejado en la trilo gía El ciclo de las Tierras. No hay duda de que el conocimiento es la base de toda instrucción, y que sin él no es p osible el p rogreso de la human idad, p ero además el autor da gran imp ortancia a la exp erien cia como generadora de sabiduría y al afán por adquirir conocimientos nuevos que mitigu en la atracción p or lo desconocido de las p ersonas. 498 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) La curiosidad es la base de todo p rogreso, sin ella el ser humano no se platearía nuevos retos ni nuevas metas a conseguir, sería igual que las máqu inas o los animales carentes de interés p or descubrir nuevos camp os del saber. Muestra de ello se en cuentran en La nave fantástica, Relatos galácticos o Los eleg idos. Aunque no siemp re el ser humano busca la verdad o nuevos conocimientos p ara el bien de la hu manid ad; hay veces en que utiliza sus descubrimientos en beneficio prop io o para destruir a sus enemigos sin imp ortarle el p roblema creado al conjunto de la socied ad; tales casos se reflejan en Marte XXIII o Las voces del futuro. Pero el conocimiento no h a de serv ir únicamente p ara crear máquinas inteligentes que ay uden al ser humano en sus tareas, sino p ara formar a todo aquel ser vivo que se considere p ersona, p uesto que sin conocimiento no hay instrucción p osible, y sin esfuerzo tamp oco hay formación. Sierra i Fabra considera imp rescindib le la figura d el profesor, tanto por su sabiduría como p or su experiencia, en toda sociedad que p retenda educar a sus miembros jóv enes; por ello, el p rofesor, maestro o p ersona may or con una excelente formación cultural están presentes en El asesinato d el profesor de matemáticas, Rab ia, Las Furias, La b iblioteca de los libros vacíos, entre otros títulos. También el escritor es un p ersonaje clave en sus obras; normalmente es una persona amable, culta, que no duda en ay udar a los jóven es que desean dedicarse a la literatura creativa. Se p uede comprobar en las páginas de El fabuloso mundo de las letras, El último verano miwok, Rabia, El hombre que perdió su imagen y Donde el viento da la vuelta, entre otros títulos. Junto al escritor está p resente en numerosas obras el p eriodista, p ersona que antep one los intereses p rofesionales a los p ersonales, ded icándose al p eriodismo de investigación y desdeñando el sensacionalismo de la p rensa denominada amarilla en Las 499 José R. Co rtés Criado chicas de a lambre, Tiempo muerto, Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas o En un lugar llamado guerra. Pero no sólo de razonamiento y educación se constituy e la mente humana, también los sentimientos creativos ay udan a formar una mente equilibrada, y uno de ellos, la música, es fundamental al respecto. La música es elemento destacado en obras como Mi primer libro de Ópera, La balada de Siglo XXI, Concierto en sol mayor, o El joven Lennon; en clav e de humor, también lo es en Cuando los genios andan sueltos. Los valores anímicos- esp irituales no están desarrollados en n in gún libro concreto de los analizados como lo están el tema d e la gu erra o las dro gas, p ero sí están p resentes en las actitudes y manifestaciones verbales de algunos p ersonajes. Sierra i Fabra ap uesta p or una sociedad futura donde los diferentes dioses y la multitud de confesiones existentes actualmente han d esap arecido. En sus obras ambientadas en los p róximos siglos, n in gún p ersonaje manifiesta creencias en dioses n i está adscrito a iglesia alguna. Cuando cualqu ier p ersonaje se refiere a determinadas cu estiones religiosas, éstas son consideradas como un fenómeno del p asado, como algo curioso que esa sociedad basada en la razón, ni estima ni n ecesita. Aunque nuestro autor no dedica esp ecial atención al tema religioso, ni manifiesta un interés esp ecial p or ningún grup o de crey entes, de la lectura de sus obras trasciende su formación judeocristiana. En Los elegidos se vislumbran ciertas similitudes, -nombres, orígen es-, entre personajes de la Historia Sagrada d el Cristianismo y algunos p ersonajes. Por ejemp lo, el primer ser creado en la nav e espacial se llama Adán. 500 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Jesucristo, Adán y Eva, Sodoma y Gomorra, Armagedón, son p ersonas y lugares citados ...en un lugar llamado Tierra, p rimera p arte de la trilo gía titulada El ciclo d e las Tierras. Y en El dolor invisible se reco ge que Jesucristo era del signo zodiacal Escorp io. Asimismo, la p alabra Dios es utilizada frecuentemente como exclamación p uesta en boca de numerosos p ersonajes, aunque muchos otros la pronuncian p ara invocarlo en trances difíciles de sus vidas como en Malas tierras. Es necesario destacar que una de sus protagonistas es monja, -La voz interior-, se trata de la p rofesora de un internado p ara señoritas. Este p ersonaje tiene características p eculiares que la diferencian del resto de sus hermanas, p ues no suele silenciar sus discrepancias con la hermana sup eriora, es hija de hipp ies y llegó al celibato p or voluntad p rop ia desp ués de tener un amp lio conocimiento del ser humano, de sus virtudes y de sus defectos. En Kaopi, en El último verano miwok y en La piel de la memoria se hacen referencias a creencias primitivas y a formas de p ensar que hoy se consideran arcaicas. Kaop i tiene como dioses el Gran Señor, el Señor del Día, la Señora de la Noch e y sus p rincip ios religiosos son muy p rimarios. Tortuga Veloz, en la segunda obra anotada, cita como animales sagrados al Coy ote, al Cóndor y al Halcón de la Pradera; el p rimero es padre del segundo, y éste del tercero. En la tercera nov ela, M ay ele cuenta que su madre vaga p or las estrellas, más allá de la razón, p or la Paz Eterna. Cuando el autor enmarca su obra en la India, p or ejemp lo, refiere determin adas celebracion es religiosas como la llevada a cabo en el temp lo de M eenakshi, en la ciudad de Madurai, referidas al d ios Shiv a y a las diosas Parvati y Kali. Si hace referen cia al Islam, comenta las creen cias de sus seguidores y nombra algunos de los p receptos religiosos p or los que se rigen, o critica los asp ectos más 501 José R. Co rtés Criado intransigentes de los crey entes musulmanes, esp ecialmente aqu ellos que afectan a la convivencia democrática, o atentan contra la libertad de la mujer -ablación del clítoris-, como se refleja en Frontera. La p reocup ación p or el más allá, p or nuestro origen y las dudas sobre la existencia o no de otra vida distinta a la terrenal, es decir, las dudas que h an invadido al ho mbre desde la noche de los tiemp os, las reflejan diferentes protagonistas, incluso el águila, en La reina de los cielos, y el tigre en Los tigres del valle: ambos p iensan en la otra vida y en el cielo. Por último, se ha de resaltar que en toda su obra se manifiestan sentimientos de solidaridad, fraternid ad, amistad, etc., los cuales trasciend en las relaciones p ersonales p ara transformarse en un ideal de v ida qu e favorece la conv ivencia entre los seres humanos y la de éstos con el resto de los seres que p ueblan el p laneta, otorgando a las p ersonas la dign idad suficiente p ara sentirse en p az consigo mismo y con los demás. Sierra i Fabra insiste en sus relatos que la Tierra está viva, qu e los seres vivos somos unos p arásitos dep redadores, y que si no ponemos coto a nuestros desmanes p ronto habremos de llorar p or ella y p or nuestra existencia. 502 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) 5.- CONCLUS IONES. El estudio ap roximativo a la sociedad esp añola entre 1983 y 2003, realizado en el primer cap ítulo de este trabajo, refleja el p roceso de transición qu e llevó a cabo la sociedad esp añola desp ués de concluir el régimen franqu ista, tanto en el ámbito p úblico como en el privado. Se in icia este trabajo en el año 1983, con un a buena noticia cultural para los esp añoles: p or primera vez la industria de Hollywood concedió un Oscar a una p elícula esp añola: Volver a empezar, dirigida p or José Luis Garci. La fecha qu e marca el fin d e este trabajo, año 2003, coin cidió con un a noticia d e enorme rep ercusión en la vida española y en la del resto de p aíses del p laneta: una co alición de p aíses liderados p or los Estados Unidos invade Irak y derroca a su p residente Saddan Hussein. 503 José R. Co rtés Criado Otros hechos imp ortantes modificaron la sociedad esp añola durante ese espacio de veinte años: se asienta la d emocracia en Esp aña a p esar de los atentados terroristas y de los temores a una involución p olítica, además el p aís pasa a formar parte de la Comunidad Económica Europ ea y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Y se celebraron dos grandes eventos de alcances mundiales en el p aís: la Exposición Universal, en Sevilla, y las Olimp iadas, en B arcelona. Corría el año 1992. En las dos décadas analizadas ocurrió también que el Partido Socialista Obrero Esp añol, gobernante desde 1982, cedió el p oder al Partido Pop ular tras su triunfo en las elecciones de 1996. Los dos p rimeros cap ítulos de este trabajo sirvieron p ara an alizar la socied ad esp añola de finales del siglo XX , p restando esp ecial interés a las transformaciones más llamativas: la transición d emocrática y el establecimiento de la las libertades, y los cambios que estos acontecimientos p rovocaron resp ecto a: la estructura familiar, los servicios sociales, los hábitos de los esp añoles, la educación, los movimientos migratorios, la convivencia multicultural, el pap el desemp eñado p or la mujer en la sociedad actual, las modificacion es en la forma de p ensar de los ciudadanos esp añoles de hoy , las creencias religiosas y los progresos en las tecnología. Actualmente estas rep ercusiones entre sectores sociales h an saltado las fronteras nacionales e influy en en cualquier otro p aís, gracias a lo que se ha dado en llamar glob alización. “La revolución tecnológica. El ab aratamiento de las comunicaciones. La comp rensión de la d istancia. Son elementos de la mundialización” 1287 que han cambiado la vida a millon es de seres humanos. Gracias a la globalización se han in corporado más de 3.000 millones d e p roductores y consumidores al mercado mund ial, permitiendo que algunos p aíses salgan d e la miseria -sudeste asiático-, mientras otros están condenados a la misma. 1287 504 ORT EGA, Andrés: “ Un mundo global”, El País Especial 30 años, 04/05/06, p. 294. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Al igual que la guerra fría fue un gran reto p ara el mundo, hoy lo es la glob alización. Su desafío es garantizar que cada vez se beneficien más p ersonas y no queden bolsas de desfavorecidos en el planeta. Como las alteraciones en el ámbito de trabajo repercuten en el conjunto de la ciudadanía, también se ded ica una p arte de esta investigación a la imp ortancia que tuvo la incorp oración de la mujer al mundo laboral y a la llegada de numerosos inmigrantes a Esp aña, dada la trascenden cia qu e ambos factores han tenido en nuestra sociedad. La incorporación d e la mujer al trabajo fu era del ho gar fue una revolución que alteró la vida familiar, los háb itos de consumo, las relaciones familiares, la conviv encia entre distintas generaciones, y, p or sup uesto, la vida d e los niños y jóvenes, amén de p rovocar un descenso notable del índice de natalidad, e indu jo la necesidad de disp oner de servicios sociales ad ecuados a las nuevas circunstancias. Estas transformaciones afectaron a todos los segmentos de la sociedad española y esp ecialmente a los jóvenes, que v ivieron en un a sociedad muy distinta a la de sus progenitores. Los cambios sociales sufridos en nuestro p aís sirvieron p ara mejorar la calidad d e vida de sus hab itantes; esas mejoras alcanzaron un alto niv el, d esconocido p or las gen eraciones anteriores. Esp aña pasó de ser un p aís de emigrantes a otro que recib e continuamente inmigrantes, de estar constituida p or familias numerosas de tradición patriarcal donde conviven varias generacion es familiares a otras donde la familia se redu ce a tres o cu atro miembros, abundando las p ersonas que viven solas o las constituidas p or un adulto y un hijo o p or varios adultos que comp arten hijos de anteriores uniones sentimentales. 505 José R. Co rtés Criado Y, desde luego, en ese período se notaron grand es transformacion es en la economía, hecho que lleva emp arejado el acceso al mundo del consumo, p ues vivimos en un p aís cap italista donde p rima el desp ilfarro y la pasión por comp rar, considerándose hoy un triunfador a quien lo gra cuantiosos in gresos económicos. Uno de los cambios a tener en cuenta en este esp acio de tiemp o es el hecho d e alargar el número de años de las diferentes etap as marcadas p or la psicología evo lutiva en el desarrollo del ser hu mano. En la década de los ochenta la adolescencia y la juventud eran p eríodos de tiemp o breves en comparación con la duración actual, p ues si antes se consideraba adulto al hombre cuando acab a el serv icio militar, y se indep endizaba de su familia p ara constituir un nuevo hogar, hoy se es joven pasados los treinta años y cada vez es más raro que antes de esta edad se abandone el ho gar p aterno y se cree una nueva familia. Actualmente la familia ha d ejado de ser la célula p rincip al d e nu estra sociedad p ara convertirse en el refu gio donde recalar p ara descansar y rep oner fuerzas. Como la familia es mucho más p ermisiva, fiel reflejo de la sociedad en general, los jóvenes no necesitan casarse para tener libertad d e mov imientos, disp oner de un esp acio p ropio en el ho gar familiar o mantener relacion es sexu ales. Todos los cambios p olíticos han afectado al comp ortamiento de los jóv enes, aunqu e la may oría de ellos no se sienten identificados con la clase p olítica y se desentienden d e los problemas de esta índole; suelen sentirse indiferentes a las convocatorias electorales y si optan p or militar en alguna organización, p refieren hacerlo en una ONG antes que en un partido político tradicional. Incluso socialmente se considera que por el hecho de ser jóvenes, son transgresores de las normas imp uestas p or los adultos en cuanto a formas de vestir, hábitos de diversión, consumo de alcoho l, tabaco y demás dro gas; pero al mismo tiemp o son respetuosos con las normas sociales imp uestas en cuanto al acceso al mundo laboral, aun sabiendo que la feliz y 506 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) comp laciente sociedad donde viv en no les facilita el acced er a un puesto de trabajo digno en excelentes condiciones laborales. Los jóvenes si consigu en un puesto de trabajo a tiemp o parcial o un subemp leo perciben un salario tal que no les p ermite indep endizarse de sus familias y crear un nuevo hogar aunque sí disp onen de los in gresos suficientes para cubrir sus gastos diarios, pero los de manutención sigu en corriendo a costa de sus p adres. Igualmente se observa que los ado lescentes y los jóvenes son grandes consumidores de ocio, gracias al p oder económico de sus progen itores; p or eso son objeto de camp añas publicitarias incitándolos a en grosar las filas de los que d esconocen cualqu ier forma de divertirse si no es p agando p or ese servicio. Todos estos cambios han modificado el comportamiento de adolescentes y jóvenes que se sienten inco mp rendidos, faltos de exp ectativas laborales, a p esar de ser considerados la gen eración mejor p rep arada de nuestra sociedad, culp ando de ello a la sociedad en su conjunto. Ante ello, la sociedad actual necesita p ersonas formadas moralmente p ara que su conducta gen ere una convivencia p acífica y solidaria, y es p reciso educar a los niños, adolescentes y jóvenes, p uesto que el acto de v alorar es racional y p rivativo del ser humano, éste p uede “atribuir un valor a lo que no lo tien e, o preferir un valor inferior a otro sup erior, y así hacer malas valoracion es” 1288 . Los valores que p romulgaba la socied ad española al inicio de la década de los ochenta no son los mismos que se prop ugnan al inicio del siglo XXI, p orque todos los acontecimientos sociales y p olíticos coady uvaron a la formación de unos nu evos modelos sociales y p or consiguiente, una nuev a escala de v alores. 1288 QUINT ANA CABANAS, José María: Teoría de la Educación…, cit., p. 274. 507 José R. Co rtés Criado Por otra parte, gracias al p rogreso habido en el campo científico, la calidad de vid a en Esp aña y los servicios médico-san itarios han mejorado consid erablemente el estado de salud de toda la población, p or citar dos ejemplos. La vida de los hombres ha cambiado considerablemente gracias a los avan ces esp ectaculares llevados a cabo en el cono cimiento del genoma de muchos seres, incluido el humano: “las mejoras en higiene y medicina h an alargado la vida en los p aíses desarrollados hasta los 80 años. Y y a se habla de qu e los actuales bebés p uede que cump lan 1289 los 100” . Del mismo modo, la revo lución consumada en el camp o de las telecomunicaciones ha modificado la conducta de los españoles, p ues se ha p asado de disp oner de una sola cadena de televisión y un número reducido de emisoras de radio a recibir en casa innumerab les canales, tanto televisivos como radiofón icos, los cuales emiten las veinticuatro horas del día ininterrump idamente y en cualquier idioma. Para Vattimo, “el intensificarse d e los fenómenos comun icativos, el acentuarse de la circulación informativa hasta llegar a la simultaneid ad de la crónica televisiva en d irecto (y a la "aldea global" de M cluhan) no rep resenta sólo un asp ecto entre otros de la 1290 modernización, sino, d e algún modo, el centro y el sentido mismo de este p roceso” . Nuestra sociedad v ive actualmente cambios de un a enorme magn itud, p ropios del fin de una ép oca e inicio d e otra, y a pesar d e la eliminación d e barreras en el terreno d e la comunicación, se enfrenta a un a realid ad objetiva muy p reocup ante, “la dificultad p ara comp render lo que sucede frente a la gran cantidad de información disp onible” 1291 . May or transformación es la p erp etrada en la comunicación entre p ersonas debido al avance en la telefonía. Los jóvenes de la década d e los ochenta no p udieron comunicarse 1289 1290 1291 508 SAMPEDRO, Javier: La batalla por alargar la vida”, El País Especial 30 años, cit., p. 266. VATTIMO, Gianni: La sociedad transparente, B., Paidos, 1990, p. 93. DÍAZ-AGU ADO, María José: Educación intercultural y…cit., p. 20. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) telefónicamente entre sí desde cu alquier lu gar, p orque ni existían ap aratos de telefon ía móvil, ni era p osible disp oner de un aparato telefónico p or cable en todos los hogares Nadie p odía sospechar hace treinta años, cuando se instaló el p rimer teléfono en un automóvil, que ese invento iba a revolucionar el mundo. “En los ochenta mod eló la estamp a del “y upp i” y en los noventa llegó a todos los bolsillos. Hoy la revolu ción viaja en mensajes cortos y las p equeñas cámaras asaltan la intimid ad. Nadie desconecta” 1292. Hoy todo p asa por el móvil: el ocio, el n egocio, el bien, el mal. Sirve p ara convocar “botellones”, manifestaciones, recibir las notas de los exámenes, las citas médicas, ap oy ar causas solidarias, grabar acontecimientos, etc., p ero sobe todo ha servido p ara estar permanentemente localizado, y p ara que los p rofesionales no distingan entre trabajo y ocio. Si revolucionario ha sido el avan ce en la telefonía móv il, aún lo es may or el uso de Internet en nuestra socied ad. Para numerosos p rofesionales de la educación, “Internet es, posiblemente, el recurso edu cativo más formidable de la historia de la Humanid ad” 1293 . Los cambios de la tecnolo gía continúan siendo vertiginosos en todos los camp os, no sólo en el de las comunicaciones. El progreso ha ido unido a los avances tecnoló gicos, así como a la cultura de emp leo de esa tecno lo gía. “El futuro consiste en lo grar mejores medios 1294 y una cultura p ara saber ap rovecharlos” . Se h a d emostrado que la carencia d e equ ip amientos de tecno lo gía digital es un factor p rimordial de retraso en determinadas sociedades, p ero también lo es el no poseer la formación cu ltural que facilite el uso de aquella, p orque el p rogreso no está sólo en los aparatos. 1292 1293 1294 DE QUEROL, Ricardo: “ No sin mi móvil”, El País Especial 30 años, cit., p. 251. DELL SEGURA, Jordi: Entrevista, Andalucía Educativa, nº 36, 2003, p. 37. DELCÓS, T omás: “El imperio de la tecnología”, El País Especial 30 años, cit., p. 246. 509 José R. Co rtés Criado Todas estas transformaciones sociales afectaron al conjunto de la ciud adanía y esp ecialmente a los jóven es. Los hábitos de éstos se vieron alterados resp ecto a los de sus may ores, p ero ni ellos pudieron atisbar los grandes cambios que se iban a d ar entre aqu ellos y los jóvenes españoles actuales. Hoy la juventud es un segmento de la p oblación muy tenido en cuenta y hasta envidiado p or su vitalidad, lozanía y empuje. Está de moda ser joven p ara vivir intensamente, disfrutar, gozar y ser libre; así intentan hacerlo creer las grand es marcas de consumo de rop a, alimentos o comp lementos. Ante los grand es cambios sociales la p oblación debe de adap tarse. Normalmente las relaciones se normalizan sin traumas, p ero a veces se p roducen fricciones que p ueden solventarse fácilmente, o colisiones de may or calado que dificultan la conv ivencia entre igu ales. El mundo ofrece al hombre una m ultiplicidad de relaciones, que se presentan como problemáticas, que constituyen para él un desafío en busca de una respuesta, y en esa multiplicidad de respuestas que él m ism o da se va construyendo1295. La educación ha de ser entendida como la formación de los elementos más jóvenes de la sociedad en cuanto a conocimientos de cultura general y a valores éticos, imp rescindibles p ara una conviven cia demo crática. Para evitar d esarreglos sociales toda comunidad se dota de unos recursos que favorezcan la reducción de enfrentamientos insalvables entre sus miembros y nada mejor para consegu irlo que educar a la p oblación. Resp ecto a la educación se ha d e record ar que desp ués de dos décadas de mejoras escolares, en el año 2003 d esap areció p rácticamente el an alfab etismo y las univ ersidades vieron aumentar continuamente la demanda de nu evas p lazas. 1295 510 2 ECHEVARRÍA, J. Javier: Escuela y concientización, M., Zero, 1976 , p. 10. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Como recuerd a el filósofo Emilio Lledó: “la edu cación es la b ase de una socied ad igu alitaria, sin este ideal no es p osible la democracia. No p odemos renunciar a esa lucha” 1296 . La suma d e todos estos acontecimientos comentados ha transformado Esp aña, que es hoy el p araíso p rometido p ara numerosos inmigrantes tanto de América como de África y de la denominad a Europ a del Este. Prep arar a la ciudad anía p ara viv ir armón icamente en este nuevo con glo merado en que se han constituido las sociedad es actuales es una tarea p rimordial. Si se fracasa al construir un espacio común, dond e todas las personas se sientan p arte integrante d el mismo y comp artan tanto resp onsabilidades como derechos, no habrá conv ivencia. Los cambios llevados acabo en el camp o educativo han sido de cantidad y de calid ad. Se h a mejorado la red de centros, la dotación material, económica y humana d e los mismos, las ay udas a las familias necesitadas, el currículo esco lar, entre otros asp ectos. Por otro lado, la imp ortancia de los valores éticos o morales ha ocupado gran p arte de las discusiones resp ecto a la educación en nuestro p aís, prueba de ello son los llamados temas transversales que se han imp artido y se siguen imp artiendo en las aulas esp añolas. De esta preocupación por formar al ciudadano de finales del XX y p rincipios del XXI en la nueva sociedad, que los poderes p olíticos y , sobre todo, los económicos han configurado, se ha o cup ado también Literatura Infantil y Juvenil qu e se sintió en la necesidad de colaborar con el proy ecto educativo nacional y sup o ver un camp o de nuevos lectores en los centros educativos. Al eco de los temas transversales, determin ados autores dedicaron su afán creativo a potenciar una literatura cargada d e tintes didácticos, a v eces más p reocup ada p or transmitir determinadas id eas educativas que p or la creación literaria. 1296 LLEDÓ, Emilio: Entrevista, El País Especial 30 años, cit., p. 406. 511 José R. Co rtés Criado Otros autores continuaron en su línea creadora y p rofundizaron en sus ideales resp ecto a una sociedad democrática, d ejándose impregnar p or el rep unte de los valores éticos y de los p roblemas que la evolución psicológica p lantea en niños, adolescentes y jóvenes. Los cambios sufridos p or la Literatura en general, y esp ecialmente en la denominad a Infantil y Juvenil, se advierten especialmente en la obra de Jordi Sierra i Fabra Durante la década de los och enta se relativizaron los valores en la Literatura Infantil y Juvenil, y las novelas de corte realista se limitaron a constatar la realid ad. El tratamiento de los valores sufrió ciertos cambios resp ecto a décadas anteriores, aquellos afectaron a la d efensa del sentido de la vida, al derecho a ser diferentes, al pacifismo, y a la manera de resolv er los conflictos sin rep resión. Nuevos y viejos temas acap araron los textos infantiles y juveniles: los camb ios en la familia, la exp lotación de la sociedad industrial, la democracia, todos ellos condujeron al lector hacia un indiv idualismo menos co mbativo que en la década anterior. Los años noventa llegaron rep letos de multiculturalidad, memoria histórica, y conflictos p sicológicos, buscando siemp re una gran verosimilitud de las historias; p ara poder conseguirlo, los autores recurrieron con frecu encia a la narración en primera persona, cediendo la voz a los p rotagonistas en un intento de emb aucar al lector con la h istoria a fin de conseguir una p lena id entificación con el texto y así “cazar al lector para introducirlo dentro de la obra sin que h ay a reflexión sobre aquello que lee” 1297. En esta década, las novelas juveniles se organizaron sobre la base de cap ítulos cortos que finalizaban con alguna interro gación o sembraban la incertidumbre en el lector 1297 LLUCH, Gemma: “Los noventa, ¿nuevos discursos narrativos?”, en VV. AA.: Literatura para cambiar el siglo, cit., p. 65. 512 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) para incitarlo a continuar la lectura. Se trata de textos claramente cinematográficos: los autores saben que su p úblico nació y se educó con la televisión, el cine y los videojuegos. Los escritores comenzaron a p rescindir de largas descrip ciones o párrafos narrativos; p refirieron incluir abundantes diálo gos a b ase de frases cortas y expresiones coloquiales -a imitación de la len gua oral-, p ara conseguir una id entificación lectorprotagonista. Según Gemma Llu ch, la estructura narrativa p rototípica en la LIJ de esta décad a suele tener finales abiertos, los tiempos verbales más utilizados p or el narrador están en pasado, la historia p rogresa linealmente con discursos directos, viéndose alterad a p or alguna anacronía p arcial. Jordi Sierra i Fabra no es ajeno a estos cambios, y en sus libros encontramos multitud de temas transversales o valores morales, que si bien nunca ap arecen como moraleja o imp osición al lector, el mensaje llega de forma clara a sus lectores, la may oría de las veces p or boca de alguno de sus jóvenes p rotagonistas, otras, p or simp le deducción de lo leído. En su biblio grafía se localiza una multitud de temas dirigidos a n iños, ado lescentes, jóvenes o adultos, siemp re escritos desde la honradez p rofesional que avala su quehacer literario. Buena p arte de su p roducción presenta la literatura como imitación d e la vida, y a los jóvenes co mo seres cap aces de atravesar una serie de etap as que les ay udarán a conocerse a sí mismos; esta novela de formación tiene como tema “el desarrollo de la vida de un individuo y su autorrealización ” 1298 . Sus p rimeras obras están saturadas de música, ese es el marco donde mejor se desenvuelve un antiguo crítico musical como fue él; p osteriormente sus p áginas mostraron 1298 SCHWANIT Z, Dietrich: La cultura. Todo lo que hay que saber, B., Suma de Letras, 2005, p. 18. 513 José R. Co rtés Criado chicos jóvenes, semejantes a sus lectores, con p roblemas de identidad o de adaptación; p or último son las chicas las que p rotagonizan la may oría de las historias actuales. De su época de p rotagonistas masculinos se p ueden destacar títulos como Nunca seremos estrellas del rock, Viernes noch e, Seis h istorias en torno a Mario, Benezén el pescador, Las alas del sol, Dormido sobre los espejos. Son p rotagonistas femeninas las qu e hacen acto de presencia en: Sin tiempo para soñar, Frontera, Sietecolores, El rostro de la multitud, La niña que no podía reír, Las chicas de alambre. Ambas listas serían demasiado extensas si se anotasen todos los títulos afectados, dada la amp lia producción literaria d e este creador. Los p roblemas abordados en el conjunto de su obra se refieren a temas sociales, el consumo de dro gas y alcohol, la conv ivencia familiar, la adopción, la ecología, la solidaridad, el comp añerismo, la amistad, el amor, abarcando incluso al futuro, reflejando cómo p uede ser la vid a de la especie humana cu ando transcurran varios siglos. Al mismo tiempo, las tramas de sus historias comienzan a desarrollarse en p aíses y continentes distintos al nuestro, ocup ándose de temas candentes como la explotación infantil, los n iños soldados, los gob iernos dictatoriales, los huidos d e sus p aíses de origen o las matanzas de indígen as sudamericanos. De la importancia de su obra da fiel testimonio el h echo d e haber vendido hasta hoy casi ocho millones de ejemp lares. De la p reocup ación p or la ética, su interés en denunciar todo aquello que atenta contra la p ersona y su dignidad, contra la naturaleza y el medio ambiente, contra la p az, la amistad, la convivencia, la justicia, la solid aria, y el resp eto a todo ser vivo y al p laneta Tierra. 514 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) En sus novelas también se refiere al futuro del hombre y las máqu inas, a la convivencia entre ambos y a la relación del hombre con su dimensión esp acio-temp oral. Igualmente p ropone un alegato a favor del legado de las extinguid as tribus indias d e Estados Unidos como se ocup a d el escritor y del niño que qu iere serlo, de la v ida d e un águ ila o un a ballena, d e las relaciones familiares, de las rivalidades entre hermanos, de la violencia urbana, de las drogas sintéticas -su tráfico y adicción-, de los okupas, de la amistad, entre otros múltip les temas. Incluso se ocupa de los desap arecidos bajo las dictaduras militares chilen a y argentina, de los refugiados del mundo -esos seres desp lazados por las guerras-, de la llegad a de inmigrantes en p ateras a nuestras costas, del llamado Tercer M undo, de los niños esclavos, del racismo, d e intoleran cia, y de la libertad. Muestra también su p reocup ación p or los p eligros que traen consigo el mal uso de las nuevas tecnolo gías, la vida de los genios infantiles y de las tops models, la salud, las especies en p eligro de extinción, y , sobre todo, el resp eto que siente p or la Historia, otras culturas, los jóvenes, la música, el cine, la televisión y el humor. Jordi Sierra i Fabra p resta una esp ecial atención a los n iños, posiblemente p or ser el eslabón más débil d e la caden a humana, y son p rotagonistas en muchas de sus historias, cobrando esp ecial relevancia su p resencia en una obra editada con posterioridad al p eríodo que me ocup a: Material sensible. Cuentos crueles 1299 . Resp ecto a la técnica narrativa emp leada p or Sierra i Fabra se ha de reiterar que es un autor difícilmente catalo gable p or la variedad de registros que utiliza en sus obras, p ero sí se p uede anotar que suele escribir en tercera p ersona, p orque el narrador omnisciente le permite gobernar p lenamente a los p ersonajes. 1299 SIERRA I FABRA: Jordi: Material sensible. Cuentos crueles, M., SM, 2005. 515 José R. Co rtés Criado Nuestro autor se sabe p oseedor de la clav e en todas sus obras, p ues es el creador d e un mundo p oblado p or seres vivos, en unos esp acios ideados por él, y además, cada personaje reacciona -actúa, habla, p iensa- conforme su mente lo p laneó. El hecho de ser el creador del p ersonaje no lo obliga a p resentarlo íntegramente desde el co mienzo de la trama, ni a facilitar al lector más información de la necesaria; pretende que la p ersona que lee se identifique con el p rotagonista y lo descubra p oco a poco, conforme avanzan los hechos. Mis personajes están m uy bien diseñados en m i cabeza, pero al lector le doy el m ínim o exigible, para que los vea por sí mism o y se sienta aún m ás identificado con ellos1300 . Sierra i Fabra ha manifestado en más de una ocasión qu e ser escritor le p ermite conocer a los p ersonajes íntimamente, p orque tiene acceso a su alma y a su mente, cosa que no es p osible en la vida real, donde es imp osible conocer qué p iensan las p ersonas que conviven en nu estro entorno. Los p rotagonistas siempre buscan algo en toda obra, para ello d iscurren p or la trama intentando encontrar un amor, una esperanza o el fin de una p esadilla. A veces se mueven por esp acios bien delimitados, como es el caso de Nunca seremos estrellas del rock, o no necesitan un marco con referencias reales, como en El rostro de la multitud. Si los p ersonajes p rincip ales están muy cuidados en sus obras, no p one menor esmero en los secundarios, debido a la breved ad de su p apel y a la necesidad de marcar desde un p rincipio sus cualidades. Éstos son, con frecuencia, el mejor amigo o la mejor amiga d e los p rotagonistas, como se p uede comp robar en Rabia. Todo su proceso creativo tiene una finalidad calculada d esde el p rincip io: consegu ir que el lector se convierta en un aliado con el cual se pueda comp artir un secreto, y ése no es otro que la historia escrita. 1300 516 Id., La página escrita, M., SM, 2006, p. 115. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Juega con los lectores cuando les ofrece ciertos argumentos que excitan su imagin ación, al mismo tiemp o que les escatima la información, ofreciéndola en pequeñas dosis p ara acrecentar el interés en el desarrollo de la trama. Es muy conciso, intenta desp ertar emociones en los lectores con muy pocas p alabras. Piensa que una novela ha de ser muy ágil, no p erderse en divagaciones estériles, ni en descrip ciones innecesarias, y avanzar cada vez más dep risa co mo si se deslizase p or una pendiente muy inclinada, de tal forma, que el lector quede atrap ado p or la lectura y se precip ite hacia el fin al sin p oder detenerse. Ese final, tan ansiado por el lector ávido, suele ser in esp erado e inevitable, es un arma secreta qu e se guarda el escritor hasta el último cap ítulo, donde se desvela en toda su dimensión, creando sorpresa e inquietud en el lector. La may oría d e sus finales son abiertos, p or lo que siemp re p uede surgir una segund a o tercera p arte de cada historia, aunque no sea esa su intención, p ues cuando escrib ió una trilogía la tenía p laneada d esde el mismo momento en el que creó su guión, p oniendo su interés en que cad a lector recapacite sobre el final d e la h istoria leída y la recree. Resp ecto al diálogo en sus obras, Sierra i Fabra h a dicho que “en una novela d ebería ser suficiente el diálo go p ara conducirnos a través de su trama” 1301 . Para él, lo que digan los personajes ha de ser ágil, breve, y servir p ara hacer avanzar el relato sin necesidad de la intervención del narrador. No quiere en sus libros extensas p arrafadas que distraigan al lector, ni conversacion es enrevesadas donde sea difícil distinguir quién es el autor de cada parlamento. Sabe qu e nin gún lector abandona la lectura mientras sigue las vicisitudes de la trama por medio del diálo go entre los p rotagonistas, y utiliza esta arma con p rofusión, sobre todo para cerrar los cap ítulos. 1301 Id., p. 253. 517 José R. Co rtés Criado Otra de las p eculiarid ades manifiestas en sus obras es su p referencia p or las obras corales, dond e numerosos p ersonajes ap ortan una gran agilidad al relato hasta que confluy e en su desenlace, y asimismo presenta los temas desde diferentes p ersp ectivas p ara que el lector saque sus conclusiones y p ueda manifestar una op inión p ersonal al resp ecto. Para Sierra i Fabra, “una novela no es un p roblema que solucionar, sino un misterio por descubrir”1302, p or tanto se dedicará a crear la estructura y el guión que sostengan la trama desde el princip io hasta el final, donde esp era que cada una de las partes de la obra resp onda a las exp ectativas depositadas en ella y su lectura sea igual a una sinfonía donde no desafine nin guno d e sus comp onentes. Nuestro autor considera muy imp ortante diseñar cada una de las escenas de la novela que v ay a a escribir, considerando que ellas deben contener todos los in gredientes necesarios p ara el go ce d el recep tor del mensaje, es decir, ha de estar esco gido el marco adecuado p ara su desarrollo, la ambientación idónea, el ritmo p reciso, y la intensidad adecuad a, debiendo crecer progresivamente hasta alcanzar un desenlace p leno de emotividad. Cuida mucho el p roceso creativo, no deja nada al azar, p ara ello elabora un gu ión tremendamente detallado de la historia qu e va a contar, teniendo muy p resente todos los detalles por nimios que p arezcan y sabiendo, desde antes de sentarse a escribir la novela, qué contar y cómo contarlo. Así p uede tardar cuatro años en reco ger información e inv estigar sobre las dro gas llamadas de d iseño p ara luego escribir la obra en unos días, como o currió con Campo de fresas. La estructura de la obra es otro factor muy cuidado. Algunas están escritas siguiendo el orden lineal, numerando los capítulos del p rimero al último, aunque tamb ién 1302 518 Id., p. 36. El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) puede ser a la inversa, comenzar p or el cap ítulo ochenta y ocho y finalizar con el cero, como ocurre en Seis historias en torno a Mario. Malas tierras p resenta una estructura a tres bandas. Dos de esas historias han de converger p ara que la tercera ten ga un final feliz. Donde el viento da la vuelta refleja, p or un lado, un a historia de muerte y destrucción, co mo es la v ida d e la gu errilla gu atemalteca; por otro, la imagen de un joven que busca un libro p erdido. Frontera, se p uede resumir diciendo qu e se trata de una historia dentro de otra historia. Como si de un arquitecto se tratase, Sierra i Fabra diseñ a cada uno d e sus libros con gran p recisión, en él se p ueden encontrar capítulos trep idantes junto a otros que relajan la tensión, bien p orque el p rotagonista no ap arece en él, porque reflexiona sobre algún acontecimiento acaecido, o se vive una h istoria divertida dentro de la trama. Muchas veces se ay uda de la organ ización de los capítulos para imprimir un ritmo may or a la narración. Puede escribir cap ítulos muy breves, intercalando las dos o tres historias que se desarrollan en paralelo, o marcar las secu encias de tal manera que el lector siente esa inmediatez y angustia p or finalizar. En El rostro de la multitud, cuando se acerca el desenlace d e la trama, los cap ítulos se marcan con la hora y minuto en que se desarrollan los hechos, son muy breves, y a veces, hasta cuatro de ellos tienen la misma hora, ind icando al lector que la historia se sup erp one sin necesidad de dar exp licaciones. Algunas de sus novelas p resentan un cuerp o de letra distinto p ara cada p ersonaje e indican con el nombre de ellos cada cap ítulo donde son p rotagonistas, así se p uede leer en Noche de viernes; recurre a los latidos p ara sep arar las diferentes partes en Donde esté mi corazón; o a los términos p eriodísticos: p rimera edición, segund a edición, etc., en Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas. 519 José R. Co rtés Criado Otro factor importante p ara Sierra i Fabra es el título. En su amplia p roducción literaria los hay de todo tip o, como ha dejado constancia en su obra La página escrita: breves, Frontera; extensos, Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas; con el nombre del p rotagonista, Ayd in; sin relación aparente para p rovocar la curiosid ad del lector, Dormido sobre los espejos; lo suficientemente descriptivos como p ara centrar la trama, El asesinato del profesor de matemáticas; p ueden contener motivos geográficos, Regreso a La Habana; ser títulos definitorios, Donde esté mi corazón; ir cargados d e fantasía y magia, El fabuloso Mundo de las Letras; ap ortar una dosis de romanticismo, 97 formas de d ecir te quiero; ser secos y contundentes, Rabia; divertidos, Cuando los genios andan sueltos; misteriosos: La puerta del Más Allá; p oéticos, Concierto en sol mayor; o inquietantes, Retrato de un ado lescente manchado. Puede escribir novelas de humor y aprovecharse de éste para realizar una crítica social, así sucede en Cabello blanco en cabeza peluda; aunque la mejor muestra de humor no se localiza en sus historias escritas, sino en las tiras cómicas p ublicad as semanalmente por el diario El País -Pequeño País-, con el título Jorge…y el resto del mundo. El texto es de Sierra i Fabra y las ilustraciones, de Rovira. Si cu enta historias de terror es consciente de la dificultad que tiene a la hora d e transmitirlo, p ues se trata de intuir el pánico más qu e de mostrarlo claramente, como o curre en Tres (historias de terror). Cuando crea nov elas románticas, sabe que no ha d e mostrar una felicid ad permanente p orque aburriría a sus jóvenes lectores, p or eso la relación p uede sufrir altibajos, aunque siempre sus finales muestran a la p areja logrando su prop ósito: vivir juntos una nueva etap a de sus vidas, como se descubre en La estrella de la mañana o Una (simple) historia de amor. Al hacer uso de la fantasía p ueden surgir historias increíbles como la del señor que pinta las nubes, o aquel otro que hace felices a sus vecinos con su sola p resencia, tales son 520 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) los casos de La fábrica de nubes o El extraordinario Félix Feliz. En otras ocasiones le surgen narraciones futuristas, similares a las reco gidas en Relatos galácticos. Para redactar novelas bio gráficas, el personaje h a de atraerle intensamente, y a que suele p ergeñar historias cargadas de emocion es, como ha sido el caso de El joven Lennon, Me llamo Gandhi, o Víctor Jara. Reventando los silencios. En la actual etapa creadora de Sierra i Fabra predomina la novela realista. Según él, debe ser escrita con un len guaje común y corriente similar al escuchado en la calle y mostrar la realidad tal como la p ercibimos en la vida d iaria, p orque su finalidad es la remover las concien cias dormidas e incitar al lector a tomar p artido ante las in justicias o hechos deleznables. Sierra i Fabra se considera un pacifista que luch a contra las injusticias p or medio d e la escritura; sueña con un mundo sin fronteras donde la p alabra libertad no sea una mentira piadosa. A la p regunta de si cree en la revolución, formulad a p or dos lectores mexicanos, resp onde afirmativamente: “Siemp re hay algo p or lo que luchar, p orque p or desgracia este mundo es muy imp erfecto. Y no imp orta la edad, aunque la revolución p arezca cosas de jóvenes. […] Soy p acifista. Y se p uede ser revolu cionario sin tener que emplear v iolen cias, para eso están las p alabras, la cultura, los libros…” 1303 Indudablemente Jordi Sierra i Fabra ha ido progresando en su estilo literario, h a mejorado sus cualid ades narratorias, y ha ido centrando su interés en contar historias que obliguen a los lectores a recap acitar sobre determin ados asuntos candentes. Ha manifestado continuamente, a través de su textos, un comp romiso con los más débiles, proy ectando nítidamente su interés en crear una sociedad que valore en sus justos términos todos los factores que v an a facilitar un a mejor convivencia en nuestro p laneta, 1303 Id., http://sierrai fabra.com/ant/seccion es/Sala_prensa/Curiosidades.php. (17/05/07) 521 José R. Co rtés Criado donde el resp eto, la libertad, la amistad, la solidaridad, la justicia, la fraternidad, en suma, la vida, sea v erdaderamente mejor p ara todos y cada uno de los h abitantes de este mundo y no simp le palabrería. 522 El compromiso social en la obra de Jordi Sierra i Fabra (1983-2003) Capítulo 6.- BIBLIOGRAFÍA. 6. 1. - BIB LIOGRAFÍA GENERAL. A. DE C.: “El ‘camello’ del colegio”, El Pa ís, 21/07/06, p .36. ADELANTADO, José (Coord.): Cambios en el Estado d el Bienestar. Po líticas sociales y desigualdades en España, B., Icaria, 2000. AGRELO COSTAS et al. (Coords.): Narrativa e promoción da lectura no mundo dos novas tecnoloxías, Santiago de Comp ostela, Xunta de Galicia, 2002. 523 José R. Co rtés Criado AGUADED GÓM EZ, José Ignacio (Dir.): La otra mirada a la tele, Sevilla, Consejería de Trabajo e Industria. 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