82 DOSSIER | Mirador al futuro ¿Qué es lo que debería preocuparnos? Mercado Agosto 2014 Latinstock Cada vez que se hace el inventario de los problemas rele­ vantes del país, aparece un extenso catálogo de interrogan­ tes, temas y materias según quienes acometan la tarea. Esta vez propusimos un ejercicio diferente. ¿Qué es lo que debería inquietarnos, qué hay que tener en cuenta en cualquier intento de anticipar o prever de qué modo esta­ remos en los próximos años? Importa comprobar cuál es, a juicio de cada uno de los consultados, el eje fundamental por donde pasa el futuro del país. Para algunos será la educación (o su evidente de­ gradación). Y en verdad hubo, desde distintos enfoques, nutridas referencias al tema. Otros optaron por señalar la intolerancia; la incapacidad para salir del pasado y avizorar el futuro; la falta de justicia social; la incapacidad de asegu­ rar el crecimiento sustentable de la economía; la arrogancia e incomprensión de los argentinos sobre cómo se mueve el mundo; la falta de innovación; la incomprensión de la tecnología; el perfil demográfico del país; o la mala distri­ bución de los habitantes en el territorio nacional. Sin duda hay muchos temas para elegir, pero la obligación de este ejercicio es apuntar a solo uno de ellos. Empresas de base tecnológica Economía del conocimiento Lino Barañao (*) Es momento de reflexionar en torno a algu­ nas asignaturas pendientes. En el “Plan Na­ cional de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva Argentina Innovadora 2020” for­ mulamos como meta prioritaria lograr una mayor inversión en investigación y desarrollo en cuanto al porcentaje del Producto Bruto Interno (PBI). Esto significaría al menos pasar del 0,65% actual al 1% del PBI. Existe un de­ sequilibrio en la distribución porcentual en­ tre el sector público con 75% de la inversión y el privado con tan solo 25%. Esto obedece a la distinta composición de la matriz pro­ ductiva que en nuestro país todavía se cen­ tra fundamentalmente en industrias extrac­ tivas. Para apuntar a este objetivo, estamos apoyando fuertemente la creación de empre­ sas de base tecnológica de manera que aque­ llos investigadores que hacen un hallazgo potencialmente aplicable puedan desarrollar­ lo y constituir un nuevo emprendimiento. También debemos promover de forma más activa la innovación inclusiva. Lograr que el desarrollo científico tecnológico llegue a aque­ llos ciudadanos que pertenecen a grupos his­ tóricamente relegados. En este sentido esta­ mos trabajando de forma conjunta con los Gobiernos provinciales para impulsar distin­ tas iniciativas tendientes a lograr desarrollos regionales con particular atención a favore­ cer a cooperativas, asociaciones de produc­ tores y comunitarias. Asimismo, encaramos el desafío de fomen­ tar vocaciones en carreras científico tecnoló­ gicas. Por eso iniciamos diversas actividades de divulgación que apuntan a interesar a los jóvenes por estas carreras. Hoy en día, las posibilidades de ascender socialmente están asociadas a las carreras científico técnicas y no a las carreras tradicionales. El éxito en es­ tas tareas de divulgación es clave para que la Argentina cuente en el futuro con los miles de ingenieros, programadores, químicos, físi­ cos y matemáticos que necesita para lograr el objetivo de diversificar su matriz productiva. Creemos que la Argentina puede y debe en­ trar en una economía basada en el conoci­ miento porque los países que cimentan y sostienen su economía de esa forma son los que tienen sociedades más justas y con me­ jor distribución del ingreso. (*) Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva Oportunidad que ofrece el mundo Seguridad energética y también alimentaria Daniel Gustavo Montamat (*) El cambio del orden global ofrece a la Argen­ tina una nueva oportunidad de reinserción estratégica en las relaciones internacionales. La onda larga que favorece los precios de los alimentos y la revolución energética genera­ da por la explotación de los recursos fósiles no convencionales nos habilita, en conjunto con nuestros socios de la región, a negociar con otras regiones del mundo dos temas prio­ ritarios de la agenda global: seguridad ener­ gética y seguridad alimentaria. Estados Unidos busca en la región el rease­ guro de su independencia energética. La re­ volución del shale oil & gas le va a asegurar autoabastecimiento de gas, pero tendrá que seguir importando petróleo y lo quiere con­ seguir en las Américas (Canadá y Latinoamé­ rica). Esta región necesita capitales y tecnología para desarrollar su potencial de hidrocarbu­ ros (aguas profundas, crudos pesados, no convencional) y los norteamericanos pueden proveerlos. Hoy varios países de la región venden a Chi­ na y otros países emergentes, soja, aceites y otros granos. Mientras nuevas poblaciones accedan a niveles de consumo de clase me­ dia la demanda de materias primas y alimen­ tos se mantendrá firme. La región en conjun­ to puede ofrecer seguridad alimentaria a esos mercados negociando con esas nuevas po­ tencias económicas acuerdos de largo plazo que le permitan transformar la proteína ve­ getal en proteína animal y biocombustibles (agrega entre cinco y 10 veces más valor). El objetivo es alcanzar en una segunda etapa con productos alimentarios regionales y di­ ferenciados las góndolas de esos nuevos des­ tinos comerciales. Me desvela ver a la Argentina varada en el presente, sin hoja de ruta definida para apro­ vechar el reacomodamiento del poder mun­ dial. Corremos el riesgo de perder el tren. Debemos construir un proyecto alternativo que nos permita recuperar la capacidad de transacción entre las urgencias del presente y las oportunidades de un futuro posible. De la viabilidad política de ese proyecto depen­ derá la continuidad o no del ciclo populista y posmoderno que nos tiene esclavizados al corto plazo y que nos ha vuelto irrelevantes en el concierto de las naciones. (*) Ex secretario de Energía y ex presidente de YPF Mercado Agosto 2014 83 84 DOSSIER | Inquietudes dispares No caer en el pasado Mercado Agosto 2014 Mario Rapoport (*) Como sabemos la sociedad argentina está fragmentada en intereses sociales, económi­ cos y políticos diversos y opuestos. Es preci­ so delimitar los diferentes sectores sociales y poder señalar lo que le preocupa a cada uno de ellos. La inflación, la pobreza, el em­ pleo, los índices de rentabilidad empresarios, etc. no inquietan del mismo modo a uno u otros. En verdad, la característica de un pequeño círculo privilegiado de argentinos fue por mucho tiempo la de no preocuparse dema­ siado del porvenir. En los festejos de primer centenario de la revolución de mayo, un portavoz de la vieja oligarquía decía que el mejor ministro de Hacienda que tenía el Go­ bierno era el suelo fértil y el cielo azul preña­ do de lluvias oportunas. Se refería a la Pam­ pa Húmeda y al imperio británico de cuyo mercado y capitales dependía. Pero el mo­ delo agroexportador se agotó, junto con la relación privilegiada con Gran Bretaña, sur­ gió la industrialización y con ella nuevos ac­ tores sociales y políticos, como la clase obre­ ra y el peronismo. En años recientes la más feroz dictadura mi­ litar procuró acabar, entre otras cosas, con las industrias existentes sobre cuya base se forjaron alianzas políticas indeseables. Esto permitió el retorno a las viejas modalidades del siglo 19: vivir del endeudamiento exter­ no, abrirse totalmente al capital extranjero, vender el patrimonio nacional y vivir una ficción monetaria. Y la Argentina se acopló al mundo de la peor manera. Mientras unos pocos se enriquecían la desocupación, la po­ breza y la indigencia alcanzaron cifras espe­ luznantes: vino la crisis de 2001 y, para col­ mo luego la crisis mundial de 2007­2008. En los últimos años, el país comenzó a de­ sendeudarse, aumentó el PBI y mejoró la dis­ tribución del ingreso, disminuyeron la po­ breza y la desocupación, y se frenó la otrora la acuciante necesidad de recurrir al finan­ ciamiento externo. Hubo, es cierto, errores. Sin embargo, la mayor virtud para un país soberano, desarrollarse principalmente con sus propios recursos, resultó su principal pe­ cado. En este mundo la economía financiera que lo domina no vive sobre todo de la pro­ ducción sino de la especulación y de la renta de sus acreencias sin importarle la soberanía de las naciones. No interesa ningún tipo de desendeudamiento. A la mayoría de nuestra población (aunque sus opciones políticas sean diferentes) les preocupa principalmente evi­ tar caer en políticas que llevaron a las crisis del pasado. Antes nos tenían sujetos con la política del “gran garrote”, ahora con la cara arrugada de un juez cuyo hobby es dar de comer a sus buitres. (*) Profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires Evitar la frustración de largo plazo Trabajo de calidad y que sea satisfactorio Alejandro Melamed (*) Si bien hay múltiples tópicos en los que con­ sidero pasa el eje fundamental del futuro del país (en el que están incluidos entre muchos otros la justicia justa, la educación de exce­ lencia, la salud de calidad, la vivienda digna y vivible, la seguridad con derechos y garan­ tías, la economía sólida y sostenible, y la cultu­ ra democrática y abarcativa), desde mi punto de vista y experiencia hay un aspecto crítico a tener en cuenta: el trabajo de calidad. Para cualquier persona adulta y en condicio­ nes físicas e intelectuales de hacerlo, traba­ jar es muy importante y necesario. El trabajo nos dignifica y nos posiciona en la sociedad. Pero trabajar no implica hacerlo de cualquier cosa y a cualquier precio, ello puede ser una solución para sobrevivir en el corto plazo, pero es un camino hacia la frustración en el largo. Lo que importa, para mí, es lograr trabajar de aquello que nos gusta, nos apasiona y para lo que, además, estamos capacitados. Asimismo, la compensación que recibamos debe ser acorde con la contribución realiza­ da. Esta es una de las claves para tener una vida feliz, familias con proyección y socieda­ des con oportunidades. Las personas deben comprender dónde pueden brindarse al máxi­ mo, en qué áreas y actividades pueden des­ plegar todo su potencial y realizar la máximo aporte a la comunidad a la que pertenecen. Del mismo modo, desde las organizaciones, hay que tener en cuenta que aún tenemos un largo camino por recorrer para que la ac­ tividad laboral brinde las condiciones ópti­ mas a fin de maximizar los resultados y po­ damos alcanzar los más altos estándares, competitivos y que puedan sostenerse a tra­ vés del tiempo. Debemos comenzar por la sustentabilidad de las personas, eliminando todo vestigio de discriminación (en cualquiera de sus formas), trabajo de menores o forzado, cuidando la salud –física, mental, emocional y espiritual–, evitando y penalizando todo tipo de acoso. También las empresas deberían preocupar­ se por impulsar y asegurarse la equidad en las compensaciones y que sus integrantes tengan vidas integralmente equilibradas, lo­ grando su bienestar –en el más amplio sen­ tido de la palabra–. Un aspecto no menor es el de la ética, que debería fomentarse y asegurarse, eliminan­ do –sin que nos tiemble el pulso– la corrup­ ción de la vida cotidiana y experimentando 86 DOSSIER | la transparencia en su más amplio sentido. En la misma línea, deberíamos saldar la deu­ da que tenemos en materia de diversidad –ge­ neraciones, género, estado civil, orientación sexual, ideas políticas, discapacidades, oríge­ nes, etc.– pasando de la tolerancia a la valo­ ración, dándonos cuenta de que su presen­ cia se convierte en una ventaja comparativa. Sintetizando, el generar fuentes de trabajo saludables, en organizaciones más humanas, será para cada persona, cada familia y la so­ ciedad en general una gran oportunidad de desarrollo sustentable y una fuente inagota­ ble de energía renovable del activo más im­ portante que tienen tanto los empresas como un país: su gente. (*) VP de Recursos Humanos de Coca-Cola/Latinoamérica Sur. Doctor en Ciencias Económicas - Autor de Empresas (+) Humanas y ¿Por qué no? Ventajas competitivas que se diluyen Agenda de innovación Mercado Agosto 2014 Gerry Garbulsky (*) En un mundo que está cambiando cada vez más rápidamente tenemos dos opciones como país. Podemos tomar la iniciativa e im­ pulsar una agenda de innovación que gene­ re oportunidades para todos y que nos haga, como sociedad, protagonistas de nuestro fu­ turo. O podemos tirar la tolla y ser víctimas de un futuro importado de otras latitudes. Las reglas de juego en muchas de las áreas en las que nos destacamos históricamente están siendo redefinidas. La agricultura y la ganadería ya no son de los que tienen tierras más fértiles, sino de los que pueden agregar mayor valor a través de la tecnología y la in­ novación. La educación está en los albores de una transformación histórica para adap­ tar un sistema construido para la Revolución Industrial en otro que celebra la diversidad, la flexibilidad y el desarrollo de habilidades y competencias para un mundo cambiante. Nuestras fuentes de ventajas competitivas se están diluyendo. ¿Y qué hacemos frente a este escenario? Se­ guimos enfocados en las conversaciones de la coyuntura. Del cortísimo plazo. Desde el deporte hasta la farándula, pasando por el último escándalo político, todo esto domina nuestros temas de conversación. Por eso, siento que lo que debería preocu­ parnos son nuestros temas de conversación. Si queremos aprovechar el cambio que está sucediendo en el mundo, tenemos que ha­ blar también de lo que se viene, la tecnolo­ gía, la innovación, la redefinición de los ma­ pas conceptuales con los que entendemos al mundo que nos rodea. Por eso, en los últimos cinco años nos dedi­ camos con un grupo grande de voluntarios a sembrar temas de conversación con TEDx­ RíodelaPlata (www.tedxriodelaplata.org), una iniciativa sin fines de lucro cuya misión es esparcir ideas transformadoras. Obviamen­ te, enriquecer los temas de conversación no es suficiente para lograr más desarrollo y equidad. Pero si no empezamos a conversar sobre el futuro, no tendremos la oportunidad histórica de dejarle a nuestros hijos un país (y un mundo) más justo y con oportunida­ des para todos. (*) Organizador de TEDxRíodelaPlata. Embajador TEDx en América del Sur. Fundador de El Mundo de las Ideas. Columnista de Basta de Todo en Radio Metro 95.1 Visiones superadoras Pensamiento irracional Diego Andrés Golombek (*) Somos naturalmente proclives a diversos erro­ res que vienen impresos en nuestro cerebro, con sus filtros y sus sesgos para comprender el mundo. Nos resulta natural confundir cau­ sas con correlaciones, señales con ruido, co­ nocimiento con principio de autoridad. Le­ jos de señalar estos errores, la educación formal tiende a exagerarlos, a barrer debajo de la mesa las preguntas por temor a su eventual destino de disparate, de verdadero cuestionamiento. Cuando seguimos ciegamente a líderes, cuan­ do confiamos en soluciones mágicas, cuando vemos con simpatía los horóscopos o cuando improvisamos sobre la marcha o a las corri­ das, alimentamos el pensamiento irracional. Una de las principales vacunas es, sin duda, la educación científica, entendida como un bastión del cuestionamiento, de las pregun­ tas, de la mirada inquisidora sobre el mundo. Esta es una educación permanente, tanto en el ámbito formal como el no formal, y que debe echar mano a diversos recursos, forma­ tos y medios de comunicación para lograr su objetivo. En lo profesional, debe preocuparnos que aún no hemos logrado darle la jerarquía ne­ cesaria a la educación técnica, fundamental para la inserción laboral en un país en desa­ rrollo. Se ha avanzando enormemente en este rubro en años recientes, pero aun es mucho lo que se necesita hacer para jerarquizar a la ciencia, la técnica y la tecnología como los ámbitos más propicios para el desarrollo per­ sonal y social. Finalmente, fomentar el pensamiento racio­ nal no debe estar reñido, de ninguna manera, con promover miradas creativas o innovado­ ras. Por el contrario, basados firmemente en la racionalidad que brinden la enseñanza y su rol en el entramado social, es que habrá espacio para visiones superadoras y even­ tualmente transformadoras de nuestra reali­ 88 DOSSIER | dad. No se trata de apoyar “a” la ciencia y al pensamiento racional sino de apoyarse “en” estos pilares, un pequeño cambio de prepo­ sición que representa un cambio gigante en nuestra sociedad. (*) Es biólogo, profesor titular de la UNQ e investigador principal de Conicet. Boom demográfico con fragilidad ambiental Carencia de instituciones Fabio Quetglas (*) Tengo un sentimiento ambivalente respecto de la pregunta; por un lado creo que las preocupaciones existenciales del hombre son idénticas en el tiempo, y ninguna circuns­ tancia puede alterar la preocupación perma­ nente por la justicia o la paz, por una vida plena y por cuestiones que traspasan la fron­ tera de lo público y privado. Por otro lado creo que en el último tercio del pasado siglo 20 y los años que corren hemos abierto un agenda de temas preocupantes que no pueden ser soslayados: la conviven­ cia del boom demográfico con la fragilidad ambiental, las tensiones entre tecnologías que nos ayudan a vivir pero que generan di­ námica de inclusión y exclusión con similar intensidad y sus consecuencias en materia de desigualdad, la globalización de fenóme­ nos indeseables como las redes criminales y su asedio creciente sobre territorios vulnera­ bles, etc. Si estos últimos ítems son la traducción de aquellas preocupaciones permanentes a es­ tos tiempos, el mayor de los problemas sin duda es la carencia de instituciones adecua­ das para la gestión de las conflictividades emergentes. Sin gobierno, todo problema puede devenir en catastrófico. La falta de instituciones adecuadas no es un problema atribuible a cuestiones puntuales; sino la resultante de la existencia de institu­ ciones actuales construidas en base a un mundo que ya dejó de existir y a elementos de legitimidad erosionados. Instituciones que por lo demás obturan todo cambio. Así las cosas, las crisis serán recurrentes, por­ que en ningún caso se opera sobre las cau­ sas que las generan, y la distancia existente entre respuestas repetitivas y desafíos nue­ vos es cada vez mayor. La tasa de innovación social derivada de la tremenda transformación tecnológica de los últimos 40 años, no tiene el reflejo político que debería corresponderse. Además aún no ocupa un lugar central en la vanguardia académica el debate sobre nuevos modos de construir legitimidad, edificar institucio­ nes y por tanto obtener capacidad de inter­ vención pública positiva. Si lo que no puede pensarse no puede cons­ truirse, la ausencia de reflexión es grave; por­ que sin capacidad de gobierno los temas seguirán agolpándose irresueltos, y la paz y la justicia quedará confiada a la casualidad. (*) Máster de Gestión de Ciudades en la Universidad de Barcelona y especializado en Desarrollo Local en Boloña, Italia Pilar de la ciudadanía Educación, la otra mirada Mercado Agosto 2014 Andrea Avila (*) Cómo hacer para conservar la bondad natu­ ral propia del ser humano, que debe inser­ tarse y desarrollar su vida en un entorno co­ rrupto como es la sociedad fue la pregunta que motivó a Rousseau a escribir Emilio, li­ bro que es considerado el primer tratado sobre filosofía de la educación en el mundo occidental. Tres siglos después, formar bue­ nos ciudadanos, continúa siendo una de las principales preocupaciones y desafíos que encara la sociedad. Una sociedad que aspira evitar que se corrompa lo que muchas veces intenta corromper, sin duda, es una dialécti­ ca compleja. La educación, aclaro por si hace falta que no me refiero solo a la educación académica sino que incluyo a la educación en valores, es el pilar de la ciudadanía, así como los ciudada­ nos son la parte indisociable de un país. En­ tonces: no hay país si no hay ciudadanos y no hay ciudadanos si no somos educados como tales. ¿Recuerdan lo que significaba para nuestros abuelos ser educado? No era tener un título universitario ni hablar idiomas era respetar al prójimo. Quisiera que cuando reflexione­ mos sobre educación no abandonemos esa otra mirada, la que nos recuerda que somos seres sociales, ciudadanos que tenemos de­ rechos y obligaciones y que entre nuestras obligaciones está respetar al Otro. Todavía tengo la esperanza que la educación forme ciudadanos íntegros que se desem­ peñen como dirigentes intachables, empre­ sarios socialmente responsables, profesiona­ les íntegros y jóvenes comprometidos, por eso estoy convencida que la educación es el asunto que debería preocuparnos a los ar­ gentinos. Sin educación no podremos crecer como país, porque mientras prevalezca el egoísmo por sobre nuestra bondad natural, no podremos hacer más justa la distribución de la riqueza, ni podremos dejar atrás muchos de los “grandes males” que han caracterizado des­ de tiempos inmemoriales a nuestra querida Argentina. (*) CEO y presidente Randstad Argentina. 90 DOSSIER | Integración de la investigación científica Una nueva ventana, un cambio cultural Roberto Salvarezza (*) Mercado Agosto 2014 En la definición del modelo de país que que­ remos está implícito el papel que jugará la ciencia y la tecnología (CyT) en los próximos años. Si la Argentina pretende seguir a los países más desarrollados deberá transitar por un camino donde el conocimiento es la cla­ ve para una economía competitiva y una sociedad más justa e inclusiva. Los cambios en el mundo ocurren rápidamente: se pasa de la economía del capital a la economía del conocimiento. Esto requiere un sistema cien­ tífico­tecnológico capaz de afrontar los desa­ fíos que presenta el país que van desde la so­ beranía energética a la medicina traslacional. La reconstrucción del sistema de CyT, luego de años de abandono, fue una tarea que em­ prendió el Gobierno nacional en el año 2003 retomando un objetivo claro: el desarrollo de políticas que sustenten y fortalezcan el desarrollo científico del país, dado que exis­ te una relación directa entre la creación de conocimiento y el bienestar de la población. Este proceso implicó cambios profundos a las políticas que se venían realizando. Desde lo simbólico con la valorización de la CyT como actividad destacable y reconocida en la sociedad, y desde lo económico al incre­ mentarse considerablemente el aporte del Estado Nacional al sector de CyT. Hoy conta­ mos con un sistema científico consolidado con los mejores parámetros de producción de conocimiento y de recursos humanos por habitante de Latinoamérica. Debemos ahora plantearnos los desafíos que nos aguardan. En tal sentido podemos pre­ guntarnos qué tipo de conocimiento hemos generado desde la academia. Tradicionalmen­ te los temas de investigación estuvieron de­ terminados por la curiosidad. El investigador formulaba la pregunta y el Estado financiaba los proyectos de investigación para que pu­ diera responderla. Sin embargo, está claro que para poder cumplir con el objetivo de emplear la ciencia y la tecnología para el de­ sarrollo del país se requiere una nueva ven­ tana donde la pregunta sea formulada des­ de el Estado. Esto implica un cambio cultural. No solo se debe apoyar y financiar la ciencia básica sino también aquella que responde a las necesidades presentes en la sociedad. Estamos en el comienzo de un proceso de integración de la investigación científica con la sociedad y sabemos que para lograr un impacto visible se requiere, al menos, una década más de esfuerzo continuo. Es nece­ sario entonces que las políticas de Estado en CyT cuenten con el consenso de todos los sectores de la sociedad. Esto será así, sin duda, si es que coincidimos en el modelo de Ar­ gentina que anhelamos. (*) Presidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Romper la inercia del silencio Amenaza del poder narco Sergio Berenstein (*) Mi principal preocupación es el notable avan­ ce del poder narco en la Argentina. Hasta aho­ ra, no hemos podido reaccionar frente a lo que sin duda constituye la amenaza de go­ bernabilidad y de seguridad más significati­ va que enfrentó el país en muchísimo tiem­ po. Si este flagelo continúa avanzando como ha ocurrido en los últimos años, la Argentina puede convertirse en un narco­estado, afec­ tando muy negativamente nuestras formas de vida, nuestras familias, nuestras empre­ sas y nuestro futuro. Gracias a la valentía de la Iglesia Católica y de la Corte Suprema de Justicia pudimos re­ cientemente romper la peligrosa inercia de silencio y desidia que nos venía caracterizan­ do. Los medios de comunicación dan cuenta a diario del impactante avance del poder nar­ co, con su inevitable estela de violencia, muer­ te y destrucción. Y al margen del compromi­ so y sacrificio de muchas mujeres y hombres que hacen los que pueden desde sus pues­ tos de batalla (miembros de las fuerzas de seguridad, de la justicia, de organizaciones de la sociedad civil y familiares de las vícti­ mas), todavía no contamos con un plan inte­ gral y sistemático proporcional a la amenaza que efectivamente enfrentamos como so­ ciedad. ¿Qué hacemos entonces frente a este inédi­ to problema? La clave consiste en aprender críticamente de la experiencia internacional; contar con un diagnóstico objetivo, desapa­ sionado y preciso de la situación; descartar las recetas mágicas, facilistas e improvisadas; y disponer de los recursos económicos, hu­ manos e institucionales para desarrollar un plan serio, profesional y consistente que dé cuenta de las múltiples dimensiones involu­ cradas en este crucial desafío. Esto es impo­ sible sin una clara decisión política por parte del conjunto de nuestro liderazgo. No podremos construir una sociedad más justa, democrática, desarrollada y segura si no controlamos y revertimos el avance del poder del narcotráfico. (*) Profesor e investigador del Dpto. de Ciencia Política y Estudios Internacionales, Universidad Torcuato Di Tella. Editor de focoeconomico.org . Ex director de Poliarquía. La degradación de la sociedad La educación con foco en los valores Javier J. Diez (*) El buen nivel educativo de una sociedad permite aplicar los recursos humanos a las funciones de negocio y liderazgo, y obtener así una gestión exitosa de sus organizacio­ nes. En los países desarrollados, en la medi­ da que ese conocimiento técnico va acom­ pañado de valores esenciales compartidos por las personas, sus organizaciones y así la sociedad toda, funcionan armónicamente y pueden crecer en forma sostenida a largo plazo. Sin intención de minimizar la importancia de 92 DOSSIER | Mercado Agosto 2014 la educación formal técnica, primordial para el desarrollo profesional y económico, la preocupación que deseo compartir apunta a la necesidad de proveer una educación in­ tegral a nuestros niños y jóvenes, que inclu­ ya valores básicos a compartir, tales como la honestidad, la humildad, el agradecimiento, la ayuda, el esfuerzo y el trabajo en equipo. Por no haber mantenido una educación ba­ sada en valores y por haber alentado el po­ pulismo y el facilismo, la Argentina se ha visto sacudida en forma intermitente por breves ciclos de éxito económico (basado en la abun­ dancia de riquezas naturales y en el gran ta­ lento individual de nuestra gente), pero atra­ vesando un continuo y penoso proceso de pérdida de principios, resultando en una de­ gradación de la sociedad en su conjunto, en la pérdida de un marco institucional serio y la visión a largo plazo, y en un cada vez más bajo nivel socio económico, de convivencia y de calidad de vida. Los líderes que necesitamos para revertir este proceso deben contar, no solo con una gran capacitación técnica, sino poseer ese con­ junto de valores fuertemente arraigados para poder pensar en el desarrollo sustentable de una sociedad democrática, justa y progresista. ¿Es la escuela la que debe brindar esos prin­ cipios? La respuesta obvia (y cómoda) es que sí, ya que los padres delegan esa responsabi­ lidad asumiendo que cuentan con maestros preparados para brindar esa capacitación integral. Y afortunadamente contamos en el país con muchas instituciones educativas se­ rias y con un alto nivel profesional, y muy comprometidas en brindar una educación completa basada en valores. Pero, ¿alcanzan para cambiar la tendencia actual? Aquí hay que destacar la importancia de la tarea de los padres para con la educación integral de sus hijos. Si éstos no son criados bajo esos principios desde pequeños y den­ tro del ambiente familiar, las dificultades para hacerlo luego son mucho mayores en la medida que crecen y se desarrollan interac­ tuando en una sociedad “no educada”. Recla­ marle luego al sistema educativo puede ser infructuoso y/o tardío. El rol de la escuela debe ser en este sentido complementario, y funcionar como un refuerzo de lo recibido por los niños en el hogar. Los padres de familia que aspiran a que sus hijos crezcan sanos e íntegros para conver­ tirse en valiosas personas, deben asumir su responsabilidad y accionar en pos de una educación basada en valores. Prepararse para educar con la palabra y el ejemplo, y even­ tualmente adquirir también las herramien­ tas adecuadas. Disponer el tiempo y el esfuer­ zo necesarios para proveer a sus hijos de una educación completa, que será la base para re­ cuperar el camino hacia una sociedad mejor. (*) Es ingeniero, CEO de Capgemini Argentina. Construir futuros compartidos Una educación que logre inspirarnos Melina Furman (*) No es novedad para nadie que la educación en nuestro país necesita una transformación profunda. Si hay algo que debería preocu­ parnos como sociedad es, justamente, eso. Hemos avanzado en incluir a más estudian­ tes en el sistema educativo, sin duda, pero todavía tenemos una enorme deuda pen­ diente: esa que los educadores llamamos la calidad educativa o, dicho de otro modo, lo­ grar que nuestros jóvenes salgan de la escue­ la con los saberes y capacidades necesarias para ejercer una ciudadanía plena. Una serie de estudios recientes del investi­ gador Hanushek mostró de modo contun­ dente algo que todos intuitivamente sabe­ mos desde hace mucho: el capital humano que genera la escuela está directamente re­ lacionado con el nivel de desarrollo de los países. Mejorar la educación tiene consecuen­ cias profundas en la posibilidad de construir el país que queremos tener. Pero necesitamos algo más. Nos hace falta con urgencia una educación que vuelva a inspirarnos. Necesitamos más que nunca una educación que mantenga viva la llama del aprendizaje de los chicos y que los ayude a construir herramientas para imaginar y ha­ cer realidad sueños propios y colectivos. Cambiar las cosas no es sencillo, claro que no. Parte importante de la solución tiene que ver con generar contextos de trabajo en las escuelas que ayuden a los docentes a reen­ contrarse con esa vocación que los llevó a elegir la enseñanza como modo de transfor­ mar la realidad. Parte, también, tiene que ver con reorientar la enseñanza hacia las gran­ des ideas y maneras de pensar de cada disci­ plina que las hacen fascinantes como lentes para ver el mundo. En una escuela primaria de la provincia de Buenos Aires, Nicolás escribía en su cuader­ no de clase: “Hoy aprendí que es bueno apren­ der cosas”. Cada vez que un chico empieza su trayecto educativo tenemos una enorme oportunidad entre manos. Para Nicolás, como para tantos otros, la escuela sigue siendo un espacio privilegiado de construcción de fu­ turos posibles. (*) Profesora de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés e Investigadora del Conicet 94 Amenaza para la democracia Menos poder a los empresarios Ezequiel Adamovsky (*) Mercado Febrero 2011 Mi principal preocupación es que los empre­ sarios sigan teniendo el nivel de poder que tienen actualmente o incluso que lo incre­ menten. La gravitación indebida de la gente de negocios es una verdadera amenaza para la democracia y para la sustentabilidad de la vida humana. Visto en el largo plazo, el mercado viene ad­ quiriendo un poder cada vez mayor para moldear la vida social. Cada vez más, los es­ quemas de premios y castigos económicos que plantea orientan las decisiones de las personas, lo que redunda en toda clase de conductas antisociales. La competencia de unos contra otros debilita todo lazo social que no sea aquél que se anuda a través del dinero. Esto ya es suficientemente preocu­ pante, pero debe sumársele el hecho de que, dentro del mercado, son los actores más po­ derosos –las corporaciones nacionales y trans­ nacionales– los que mayores cuotas de poder acumulan. La capacidad que han adquirido de mover sus capitales globalmente sin res­ tricciones viene empujando a los Estados a aceptar (o incluso promover) toda clase de prácticas depredadoras, bajo el pretexto de que son indispensables para el crecimiento. Sus consecuencias incluyen la pérdida de derechos, la expoliación de los recursos na­ turales, la creación de monopolios que impi­ den la libre circulación de las ideas, la evasión fiscal tolerada a gran escala, la corrupción endémica de las autoridades políticas, etc. La Argentina es un ejemplo bien claro. El sa­ queo de la riqueza nacional a través de me­ canismos financieros es una constante. A eso habría que agregar la expansión de los agro­ negocios –que nos llevan al monocultivo, violentan a los pequeños productores y nos envenenan– y del fracking y la megaminería, que amenazan con dejar un escenario de devastación ambiental duradera a cambio de algunas migajas de corto plazo. Mi mayor preocupación, en fin, es que la sociedad no encuentre el modo de restaurar mecanismos democráticos sustantivos, hoy vaciados de contenido por el poder del capital. (*) Autor de Historia de la clase media argentina. Doctor en Historia por la Universidad de Londres. Licenciado en Filosofía y Letras de la UBA. Soberbia y exitismo Degradación institucional Por Fernando Laborda (*) A los argentinos debería preocuparnos nues­ tra creciente dificultad para ser vistos en el mundo como un país serio. Continuamos sien­ do el mismo país que ha hecho de su sober­ bia y de su exitismo valores que nos han he­ cho tristemente famosos y han llevado a afirmar que la infidelidad para un argentino es dejar de mirarse en el espejo. La mala imagen argentina en el mundo es directamente proporcional a nuestra degra­ dación de las instituciones. Principios funda­ mentales de una República, como la división de poderes, han sido vistos por mucho tiem­ po como una manera de ponerle piedras en el camino al Presidente. Ese curioso estado de ánimo les ha permitido a los titulares del Poder Ejecutivo avanzar sobre el Congreso, la Justicia y los organismos de control con la sensación de que algunos procedimientos republicanos son meros mecanismos buro­ cráticos molestos, que impiden el buen go­ bierno. Recientemente, se ha llegado a sugerir des­ de la Casa Rosada que ninguna sentencia judicial puede ser contraria a la voluntad po­ pular. Tal afirmación se basa en una lógica que lleva al absurdo de que, por haber sido el Presidente avalado en elecciones con un significativo porcentaje de votos, cualquiera de sus actos o proyectos debería ser convali­ dado, sin más trámite, por el Congreso y por los jueces, sea constitucional o no. La manía de manipular al Congreso, como si fuese un derecho adquirido del Poder Ejecu­ tivo, y de presionar o sacar jueces o fiscales de acuerdo con conveniencias políticas co­ yunturales, únicamente dejarán de avanzar cuando incorporemos a nuestra cultura polí­ tica el criterio perdido de que las institucio­ nes importan mucho más que los hombres. Claro que para esto debemos comportarnos como ciudadanos y no como espectadores. De una u otra cosa dependerá que constru­ yamos una República en serio o que no pa­ semos de una pobre democracia delegativa. (*) Jefe de Editoriales del Diario La Nación. Director de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Belgrano. Cambiar la mentalidad de los argentinos La cultura democrática Iván Cherjovsky (*) Me preocupa especialmente la falta de cul­ tura democrática. En un país que cuenta con importantes recursos naturales y culturales, inserto en una región que parece transitar exitosamente el camino hacia el desarrollo y acomodarse definitivamente en el tablero de la sociedad global, los problemas econó­ micos actuales resultan coyunturales, antes que estructurales. La falta de cultura demo­ crática, en cambio, es estructural, y llevará mu­ chísimo esfuerzo y más de una generación cambiar la mentalidad de los argentinos res­ pecto de este tema tan delicado. Entre otras tantas virtudes, la cultura democrática favo­ rece el funcionamiento de las instituciones, garantiza el respeto a los derechos de las minorías y brinda mayor transparencia a la gestión pública, permitiendo un mejor mo­ nitoreo de la corrupción. También fomenta el espíritu colaborativo y fortalece la paz so­ cial. Seguramente, una historia nacional car­ gada de golpes de Estado y de guerras civi­ les (sea manifiestas o latentes), y signada por el populismo, impuso la idea de que, si las 95 (*) Doctor en Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Profesor en la Universidad Abierta Interamericana. Centro de Estudios de Historia, Cultura y Memoria. Universidad Nacional de Quilmes. Dar transparencia y profundidad al debate Impunidad intelectual Laura Zommer (*) Los políticos son unos mentirosos. Ah! Y los sindicalistas, ni hablar. Y los empresarios y economistas –que siempre tienen numeritos y gráficos para explicar todo–, para qué con­ tarles. ¿No dijeron o escucharon nunca estas afirmaciones categóricas? Para colmo, desde hace ya un lustro, los ar­ gentinos “descubrimos” (gracias a la ayuda del Gobierno kirchnerista, claro) que “Clarín miente” y los periodistas también. la mano de cualquier interesado es una pe­ queña gran arma contra la mentira que nos debemos. (*) Directora ejecutiva de Chequeado.com. La preocupación Apatía e indiferencia Matías Kelly (*) “Los hechos no dejan de existir porque se les ignore”. Aldous Huxley. Pobreza, desempleo, inseguridad, corrupción. Hay muchísimas problemáticas complejas, dolorosas y con graves consecuencias. Sin duda, lo que más me cuesta a mí es la indife­ rencia: la facilidad con la que algunos pasan por al lado de alguien sin hogar, la terque­ dad con la que nos negarnos a separar los residuos porque implica un esfuerzo más, lo rápido que desechamos la posibilidad de emplear a alguien por donde vive. Esta apatía agrava a todos los problemas. Pri­ mero porque significa no querer cambiar uno para intentar cambiar esa realidad. Es elegir no ver, no darle importancia, quedarse en la queja, buscar culpables. Denota la falta de esperanza de que un cambio es posible, y por lo tanto, contribuye a que ese cambio sea muchísimo más improbable. En segun­ do lugar, la indiferencia hace que quién está viviendo una injustica o problemática con­ creta, se le sume la angustia de tener que vivirlo solo, sin una sociedad que lo entien­ da, ni mucho menos le pueda dar las herra­ mientas para ayudarlo. La Argentina es un país al que le gusta consi­ derarse solidario y siempre está listo para ayudar frente a las emergencias, como que­ dó demostrado de manera impresionante frente a las inundaciones en La Plata. Es hora de convertir esa capacidad de respuesta en una actitud del día a día y empezar a preocu­ parnos en serio. Eso es lo que debería preocu­ parnos. “Preocupación” viene del latín praeccupatio, que significa ocuparse antes de tiempo. No es pensar, lamentarse, quejarse, resignarse, gastar energía estando mal. Sino que implica el ocuparse, la acción, el hacer, el transformar. (*) Director de Ashoka Cono Sur. Mercado Febrero 2011 elecciones son transparentes, las mayorías tie­ nen el derecho de gobernar de modo incon­ sulto y unilateral, transgrediendo incluso los acuerdos establecidos en el contrato social. Para fomentar la cultura democrática se pueden diseñar diversas estrategias y con­ vocar a múltiples actores sociales (los me­ dios de comunicación, los intelectuales, los empresarios, los artistas, el sistema educati­ vo), pero sin un ejemplo claro e inequívoco, que baje desde las alturas del poder del Es­ tado e inunde el cuerpo social, la tarea es imposible. ¿Entonces? ¿Qué hacemos argentino/a? ¿Cómo salimos de acá? ¿No están hartos de escuchar que la gente se queja de los mentirosos, pero a la vez los acepta... y, a veces, los premia? ¿Qué pueden hacer o hacen los funcionarios, docentes o cualquier otro preocupado por empezar a cambiar este mal nacional? Me obsesiona la impunidad intelectual. Que la mentira y el engaño no tengan castigo ni condena social. Que el estereotipo del argen­ tino canchero sea el del que miente o guita­ rrea. Que no se premie al que dice la verdad. Por más dura, injusta, desigual o amarga que sea a veces. Los que dicen afirmaciones contrarias a los hechos engañan y confunden. Muchas veces lo hacen por descuidados, pero otras, lo ha­ cen intencionalmente. Y eso supone un des­ precio por el otro. Quiero y trabajo para ayudar a reducir el margen de impunidad intelectual de lo que se dice, se escribe, se promete, se critica o se oculta. Sueño con que llegue el día en el que los he­ chos y los datos le importen e interesen a muchísima más gente. Y se impongan frente a los engaños. Y la mirada crítica de millones supere los sesgos y los prejuicios. Si cientos de ciudadanos contrastamos y ve­ rificamos las afirmaciones de nuestros líde­ res y ponemos más datos en circulación en el debate público (político y mediático) me­ jorará nuestro nivel de conocimiento y com­ prensión de los acontecimientos públicos y aumentará la transparencia y profundidad del debate. Impulsar leyes de acceso a la información pública e implementar políticas de gobierno abierto, para que la información no sea un bien de pocos y los datos estén abiertos y a 96 DOSSIER | Amplios consensos tenemos como sociedad tantos recursos eco­ nómicos disponibles, como para trabajar en esa suerte de “prueba y error”, y menos aún para desandar proyectos anteriores y crear nuevos. Mediano y largo plazo Carlos Gabriel Pallotti (*) (*) Director ejecutivo de Argencon (entidad de promoción de las exportaciones de servicios de la Argentina). Info­ricos e info­pobres Futuromiopía, o falta de horizonte Alejandro Piscitelli (*) Gabriel Reig Mercado Agosto 2014 Seguramente otros “pensadores invitados” es­ tarán abordando temas como educación, cre­ cimiento, inclusión, y otros tantos que sin du­ das son los que deberían preocuparnos como sociedad. Sin embargo hay uno sobre el que poco se hace hincapié, y que me preocupa particularmente, que es la necesidad de de­ finir planes, políticas y acciones de mediano y largo plazo, que tengan continuidad más allá de las administraciones o funcionarios de turno. Debemos reconocer que –los argentinos–mu­ chas veces somos bastante buenos tenien­ do ideas y encontrando soluciones creativas, repentinas y que nos diferencian como so­ ciedad ante otras más estructuradas. Pero es una materia pendiente que aprendamos a convertir esas ideas o soluciones, en planes de mediano o largo plazo. Y que el resultado final sea por la suma de acciones de muchos actores que lo vayan debatiendo, mejoran­ do, consensuando y ejecutando. Hay muchas buenas iniciativas o políticas que han dejado de serlo en el mismo momento que el funcionario o el principal impulsor cambia. Y ni decir los rumbos sinuosos que suelen tener algunas decisiones claves para el país, por diferentes administraciones, aún dentro de un mismo concepto político. La puesta en debate y la búsqueda de mejores ideas y consensos, mejora el plan y sobreto­ do lo consolida y lo hace realizable. ¿Quién puede dudar que temas como edu­ cación, salud, integración, infraestructura, se­ guridad, y tantos otros, necesitan de amplios consensos y de acciones de largo plazo? No Durante siglos vivimos bajo el Paréntesis de Gutenberg. La invención genial realizada por el imprentero de Maguncia que nos convir­ tió en lo que somos, nos llevó a reproducir­ nos hasta llegar a la imponente cifra de 7.200 millones de habitantes del planeta. Gracias a la imprenta creada apenas 500 años atrás, y que ocupa tan solo 0,5% de nuestra historia como homo sapiens, invadimos el pla­ neta, exterminamos especies, homogeneiza­ mos culturas, generamos las mayores belle­ zas y la más grande acumulación de riqueza, junto a los peores genocidios que recuerde el género humano. Pero esas consecuencias culturales de la imprenta, las buenas y las malas, están por cesar. El subproducto más significativo de la im­ prenta fue la escasez de información. Hace un cuarto de siglo nacía Internet y cambia­ rían todas las reglas de juego. Lo abundante se volvió lo escaso, supusimos que la cornu­ copia sin fin de la comunicación y la conexión resolverían todos nuestros problemas gene­ rados por un acceso desigual a la informa­ ción. Tal panacea no ha ocurrido y lo que antes era una división entre Norte/Sur, Oeste/Este se ha convertido en una nueva división en­ tre info­ricos e info­pobres, pero sobretodo futuro­imaginantes o pasado­nostálgicos. Y que el caso de algunos países del sur por im­ potencia se ha traducido en fantasías de ex­ cepcionalidad y de cambio del rumbo de la historia por mero voluntarismo. Porque esto es lo de adolecemos por estos lares, de una falta de horizonte de futuro. Antes cuando no teníamos información y ahora que sobra. A los argentinos nos faltan futuros y nuestro principal déficit es la mio­ pía de futuros ligados a un conocimiento, valoración, rescate y apreciación de lo que se juega en ese pasaje de Gutenberg a Inter­ net, donde todo es distinto pero los valores de la eficacia, la sustentabilidad, la coopera­ ción y el diseño participativo siguen tan vi­ gentes como siempre, aunque nosotros nos esmeremos en ignorarlo. (*) Profesor de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Tadeo Lozano de Bogotá. Movilidad social ascendente Restablecer el pacto tácito Gabriel Puricelli (*) Aunque es imposible identificar un único pro­ blema como aquel cuya resolución sería la llave para resolver todos los que nos aque­ jan como sociedad, hay uno que, si se va re­ solviendo, le da sentido y sustentabilidad a la solución de todos los demás. La cuestión que creo debe preocuparnos prio­ ritariamente es restablecer el pacto tácito que fundó la Argentina contemporánea, don­ de la contribución que cada uno hace a la sociedad según su capacidad es el camino por el cual se accede a un nivel de vida dig­ no, donde la necesidad de cada uno está col­ mada. Durante el “largo siglo 20” que va entre la lle­ gada de la mayoría de nuestros antepasados al Hotel de Inmigrantes a fines del siglo 19, hasta el Rodrigazo, ese pacto se materializó como un proceso de movilidad social ascen­ dente. Ese fue, a lo largo de esos 100 años, el “efecto demostración” que produjo una so­ 97 (*) Lic. en Sociología (UBA). Vicepresidente del Laboratorio de Políticas Públicas. Salto cualitativo en los valores Actuar sobre los cuatro niveles Marcelo Elizondo (*) Dice el filósofo francés André Comte­Spon­ ville que en la sociedad hay cuatro órdenes (o niveles): el técnico científico, (donde ope­ ra la economía), el legal (donde operan las le­ yes que permiten o prohíben), el moral (donde operan las normas no escritas que llevan a sentir en el fuero íntimo e individual lo que se debe y lo que no se debe) y el ético (el que prevé, desde lo colectivo, la búsqueda del bien del otro). Es posible que en el futuro, en la Argentina debamos actuar sobre los cuatro niveles. Tenemos el desafío de superar un período crí­ tico que sufrimos desde el comienzo del siglo 21. Y corregir problemas que han convertido a la Argentina en algo que no es precisamen­ te un éxito colectivo. Las políticas, pero tam­ bién las prácticas de buena parte de la ciu­ dadanía, los modos de ejercer el poder, pero no sólo el poder público, las prácticas que derivan del comportamiento de las autori­ dades, pero también las de otros referentes de la sociedad civil, deberán ser mejorados. Para eso, por un lado, el próximo gobierno deberá tener prácticas más respetuosas de la legalidad y el equilibrio, pero en materia de agenda pública deberá también tener un programa preciso, equipos profesionales con capacidad de gestión y un holgado capital político (que deberá arriesgar tomando deci­ siones que a algunos no agradarán). Deberá hacer como recomienda Mario Bunge: pri­ mero conocer, luego programar y finalmen­ te actuar. (*) Director de la consultora DNI, profesor universitario y asesor de empresas. Lograr crecimiento y desarrollo Fuente segura de igualdad social José Luis Roces (*) Los que ya vivimos muchos años estamos en condiciones de tener algunas ideas sobre las preocupaciones del futuro de la Argentina; las mías giran alrededor de la educación. En todos los estudios de competitividad y de­ sarrollo social comparados entre países, la coincidencia de todos los analistas es que la variable educación es la clave para lograr la consistencia entre crecimiento y desarrollo, por ende es una variable estratégica para el país. ¿Cuáles son los factores que originan mi pre­ ocupación y a la vez creo que son la fuente de la transformación positiva del sistema educativo? Los docentes y su formación. La jerarquiza­ ción de los institutos y profesorados debería ser un tema estratégico y relevante en el país. La selección y promoción para los cargos do­ centes debe ser una condición de exigencia. No es un tema solo presupuestario, debemos pagar bien, pero además asegurarnos que los docentes están capacitados para ejercer su rol. El diseño pedagógico, debe asegurar una edu­ cación básica que desarrolle equilibradamen­ te las capacidades para la vida personal, la vida comunitaria y la vida laboral. El desequi­ librio en alguno de estos focos es fuente de problemas de adaptación a los desafíos del mundo actual. El sistema educativo debe ser “integral” para ser efectivo. Por lo tanto, no debe estar dise­ ñado sólo para aquellos que cumplan con los años de escolaridad previstos, sino tam­ bién deben existir subsistemas de formación profesional que den solución a las deman­ das de los que no pueden cumplir con éxito el ciclo obligatorio. La “articulación con el nivel superior univer­ sitario” es un tema trascendente, si queremos dar respuesta a las demandas de crecimien­ to de la sociedad. Las debilidades formativas del nivel medio son la precondición para la efectividad del nivel superior. (*) Rector del ITBA, Instituto Tecnológico de Buenos Aires. Estrategia de reforma Desafíos del desarrollo Lucio Castro (*) La Argentina probablemente está a la vuelta de una reactivación económica. Un nuevo go­ bierno en 2016 con un plan decidido de es­ tabilización de precios podría generar una mejora sustancial de expectativas que incen­ tive el consumo y la inversión privados. El riesgo es confundir otra reactivación cíclica Mercado Agosto 2014 ciedad integrada, donde la desigualdad ten­ día a disminuir, aunque no fuera ese el obje­ tivo de todos los variados gobiernos y regímenes que elegimos o nos tocaron en desgracia. Agotado ese proceso, la vocación de vivir jun­ tos se ha debilitado. Restablecer un horizon­ te donde se proyecte una mejor calidad de vida para los que la perdieron o nunca la tu­ vieron, y esté garantizada la de quienes ya alcanzaron un nivel digno, es precondición para el éxito de cualquier proyecto demo­ crático de sociedad. El pacto es tanto entre quienes formamos parte de la sociedad hoy, como con nuestros descendientes. El aspec­ to intergeneracional es decisivo, ya que el país posee recursos no renovables que producen beneficios a los que también tienen derecho quienes vendrán después de nosotros. 98 Gabriel Reig DOSSIER | con un cambio de tendencia en el creci­ miento de la economía. Los desafíos del desarrollo persistirán aún en una economía en reactivación. Un capital hu­ mano depreciado con un sistema educativo de baja calidad. Un stock de infraestructura física deteriorado, con un déficit energético continuado por al menos una década. Una estructura productiva concentrada, con ba­ jos niveles de innovación y débilmente inte­ grada a las cadenas globales de valor. Nive­ les de productividad latinoamericanos, con un mercado laboral que genera empleos de baja calidad. Un Estado con capacidades ins­ titucionales débiles con dificultades para re­ gular en forma eficaz la actividad privada. Enfrentar estos desafíos implica encarar una decidida estrategia de reforma que deman­ dará enfrentar costos políticos en el corto plazo para el nuevo gobierno. (*) Director del Área de Desarrollo Económico de CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento). Sector público y privado, juntos Cuatro pilares fundamentales Mercado Agosto 2014 José María Louzao (*) En los últimos años, el sector de Software y Servicios Informáticos (SSI) ha tenido un fuer­ te crecimiento acompañado por políticas de Estado que se vienen generando desde el año 2003 y que, a su vez, posibilitaron la creación de nuevos puestos de trabajo y un aumento significativo en las exportaciones. Pensando en el futuro, debemos preocuparnos aún más y enfocar nuestros esfuerzos en impulsar el crecimiento y posicionamiento de la indus­ tria SSI Argentina en el país y en el resto del mundo, procurando generar valor agregado y reducir la brecha digital, aportando al de­ sarrollo del país en su conjunto. Creemos que el eje debe estar en trabajar junto con el sector público y privado basán­ donos en cuatro pilares fundamentales: in­ clusión, innovación, transversalidad y con­ solidación de mercados externos. Es por esto que la Cámara de Empresas de Software y Ser­ vicios Informáticos (CESSI) funciona de ma­ nera horizontal a través de comisiones que abordan lo estratégico para el sector. La industria tecnológica es clave para conti­ nuar avanzando hacia la innovación, desde la infraestructura y las comunicaciones, hasta las aplicaciones, procesos y contenidos que puedan dar una respuesta a la demanda de otras industrias y numerosos sectores que componen nuestro país. (*) Presidente de CESSI. Educación de alta calidad La mujer como factor de desarrollo social ner infinitos recursos naturales y energéticos, pero si no tiene una fuerza laboral bien pre­ parada va a ser siempre un país con “poten­ cialidades”, pero sin realizar. El ejemplo más a mano son los países de África. Por el con­ trario, hay países que sufren la escasez de tamaño, de recursos naturales y energéticos, pero tienen recursos humanos muy prepara­ dos, lo que los convierte en países avanza­ dos. Los ejemplos más a mano están en Asia con Japón, Corea, Hong Kong y Singapur. Lue­ go, el desarrollo económico se transforma en desarrollo social cuando los altos niveles de educación y preparación de la fuerza laboral están homogéneamente distribuidos entre la población ya que, así, los frutos del creci­ miento se distribuyen igualitariamente. Poner en el centro de la educación al rol de la familia está lejos de ser un mandato moral o religioso. Lo que se quiere resaltar es que la buena calidad de la educación comienza desde el nacimiento, y los primeros años de vida son estratégicos para la formación futu­ ra de un ser humano, por eso los cuidados que brinda una familia son esenciales. Esto es lo que las evidencias científicas alertan cuando señalan que la capacidad de aprendi­ zaje de los niños depende mucho más de la educación de la madre que de la del padre. Una madre educada, además de brindar ca­ lidad a la crianza de los hijos, recibe oportu­ nidades del mercado laboral, lo que le permi­ te generar ingresos para el hogar (mitigando los riesgos de pobreza) y enriquecer su pro­ pia visión del mundo y su formación, lo que vuelve a alimentar la buena educación de los hijos. Así, se forma un círculo virtuoso donde los niños y jóvenes crecen estimulados para ir forjando su propia formación, que de adul­ tos transmitirán a las nuevas generaciones. En esta dinámica es como los países pasar a tener fuerzas laborales altamente calificadas. De aquí la importancia de ser muy críticos con el asistencialismo, tal como está conce­ bido en la Argentina. Los programas asisten­ ciales se han convertido en un factor de in­ ducción a la deserción escolar y la inactividad laboral de las mujeres. Actualmente, 1 de cada 4 jóvenes menores de 24 años no estudia, ni trabaja; de éstos, dos tercios son mujeres; y de estas mujeres, casi la mitad ya experi­ mentó un evento de maternidad sin haber terminado la secundaria. M Jorge Colina (*) (*) Economista de IDESA. La fuente primaria del desarrollo económico son los recursos humanos. Un país puede te­