¿Qué es lo que debería preocuparnos?

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DOSSIER |
Mirador al futuro
¿Qué es lo que debería
preocuparnos?
Mercado Agosto 2014
Latinstock
Cada vez que se hace el inventario de los problemas rele­
vantes del país, aparece un extenso catálogo de interrogan­
tes, temas y materias según quienes acometan la tarea.
Esta vez propusimos un ejercicio diferente. ¿Qué es lo que
debería inquietarnos, qué hay que tener en cuenta en
cualquier intento de anticipar o prever de qué modo esta­
remos en los próximos años?
Importa comprobar cuál es, a juicio de cada uno de los
consultados, el eje fundamental por donde pasa el futuro
del país. Para algunos será la educación (o su evidente de­
gradación). Y en verdad hubo, desde distintos enfoques,
nutridas referencias al tema. Otros optaron por señalar la
intolerancia; la incapacidad para salir del pasado y avizorar
el futuro; la falta de justicia social; la incapacidad de asegu­
rar el crecimiento sustentable de la economía; la arrogancia
e incomprensión de los argentinos sobre cómo se mueve
el mundo; la falta de innovación; la incomprensión de la
tecnología; el perfil demográfico del país; o la mala distri­
bución de los habitantes en el territorio nacional. Sin duda
hay muchos temas para elegir, pero la obligación de este
ejercicio es apuntar a solo uno de ellos.
Empresas de base
tecnológica
Economía del
conocimiento
Lino Barañao (*)
Es momento de reflexionar en torno a algu­
nas asignaturas pendientes. En el “Plan Na­
cional de Ciencia, Tecnología e Innovación
Productiva Argentina Innovadora 2020” for­
mulamos como meta prioritaria lograr una
mayor inversión en investigación y desarrollo
en cuanto al porcentaje del Producto Bruto
Interno (PBI). Esto significaría al menos pasar
del 0,65% actual al 1% del PBI. Existe un de­
sequilibrio en la distribución porcentual en­
tre el sector público con 75% de la inversión
y el privado con tan solo 25%. Esto obedece
a la distinta composición de la matriz pro­
ductiva que en nuestro país todavía se cen­
tra fundamentalmente en industrias extrac­
tivas. Para apuntar a este objetivo, estamos
apoyando fuertemente la creación de empre­
sas de base tecnológica de manera que aque­
llos investigadores que hacen un hallazgo
potencialmente aplicable puedan desarrollar­
lo y constituir un nuevo emprendimiento.
También debemos promover de forma más
activa la innovación inclusiva. Lograr que el
desarrollo científico tecnológico llegue a aque­
llos ciudadanos que pertenecen a grupos his­
tóricamente relegados. En este sentido esta­
mos trabajando de forma conjunta con los
Gobiernos provinciales para impulsar distin­
tas iniciativas tendientes a lograr desarrollos
regionales con particular atención a favore­
cer a cooperativas, asociaciones de produc­
tores y comunitarias.
Asimismo, encaramos el desafío de fomen­
tar vocaciones en carreras científico tecnoló­
gicas. Por eso iniciamos diversas actividades
de divulgación que apuntan a interesar a los
jóvenes por estas carreras. Hoy en día, las
posibilidades de ascender socialmente están
asociadas a las carreras científico técnicas y
no a las carreras tradicionales. El éxito en es­
tas tareas de divulgación es clave para que la
Argentina cuente en el futuro con los miles
de ingenieros, programadores, químicos, físi­
cos y matemáticos que necesita para lograr el
objetivo de diversificar su matriz productiva.
Creemos que la Argentina puede y debe en­
trar en una economía basada en el conoci­
miento porque los países que cimentan y
sostienen su economía de esa forma son los
que tienen sociedades más justas y con me­
jor distribución del ingreso.
(*) Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva
Oportunidad que
ofrece el mundo
Seguridad
energética y también
alimentaria
Daniel Gustavo Montamat (*)
El cambio del orden global ofrece a la Argen­
tina una nueva oportunidad de reinserción
estratégica en las relaciones internacionales.
La onda larga que favorece los precios de los
alimentos y la revolución energética genera­
da por la explotación de los recursos fósiles
no convencionales nos habilita, en conjunto
con nuestros socios de la región, a negociar
con otras regiones del mundo dos temas prio­
ritarios de la agenda global: seguridad ener­
gética y seguridad alimentaria.
Estados Unidos busca en la región el rease­
guro de su independencia energética. La re­
volución del shale oil & gas le va a asegurar
autoabastecimiento de gas, pero tendrá que
seguir importando petróleo y lo quiere con­
seguir en las Américas (Canadá y Latinoamé­
rica). Esta región necesita capitales y tecnología
para desarrollar su potencial de hidrocarbu­
ros (aguas profundas, crudos pesados, no
convencional) y los norteamericanos pueden
proveerlos.
Hoy varios países de la región venden a Chi­
na y otros países emergentes, soja, aceites y
otros granos. Mientras nuevas poblaciones
accedan a niveles de consumo de clase me­
dia la demanda de materias primas y alimen­
tos se mantendrá firme. La región en conjun­
to puede ofrecer seguridad alimentaria a esos
mercados negociando con esas nuevas po­
tencias económicas acuerdos de largo plazo
que le permitan transformar la proteína ve­
getal en proteína animal y biocombustibles
(agrega entre cinco y 10 veces más valor). El
objetivo es alcanzar en una segunda etapa
con productos alimentarios regionales y di­
ferenciados las góndolas de esos nuevos des­
tinos comerciales.
Me desvela ver a la Argentina varada en el
presente, sin hoja de ruta definida para apro­
vechar el reacomodamiento del poder mun­
dial. Corremos el riesgo de perder el tren.
Debemos construir un proyecto alternativo
que nos permita recuperar la capacidad de
transacción entre las urgencias del presente
y las oportunidades de un futuro posible. De
la viabilidad política de ese proyecto depen­
derá la continuidad o no del ciclo populista y
posmoderno que nos tiene esclavizados al
corto plazo y que nos ha vuelto irrelevantes
en el concierto de las naciones.
(*) Ex secretario de Energía y ex presidente
de YPF
Mercado Agosto 2014
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Inquietudes dispares
No caer
en el pasado
Mercado Agosto 2014
Mario Rapoport (*)
Como sabemos la sociedad argentina está
fragmentada en intereses sociales, económi­
cos y políticos diversos y opuestos. Es preci­
so delimitar los diferentes sectores sociales
y poder señalar lo que le preocupa a cada
uno de ellos. La inflación, la pobreza, el em­
pleo, los índices de rentabilidad empresarios,
etc. no inquietan del mismo modo a uno u
otros.
En verdad, la característica de un pequeño
círculo privilegiado de argentinos fue por
mucho tiempo la de no preocuparse dema­
siado del porvenir. En los festejos de primer
centenario de la revolución de mayo, un
portavoz de la vieja oligarquía decía que el
mejor ministro de Hacienda que tenía el Go­
bierno era el suelo fértil y el cielo azul preña­
do de lluvias oportunas. Se refería a la Pam­
pa Húmeda y al imperio británico de cuyo
mercado y capitales dependía. Pero el mo­
delo agroexportador se agotó, junto con la
relación privilegiada con Gran Bretaña, sur­
gió la industrialización y con ella nuevos ac­
tores sociales y políticos, como la clase obre­
ra y el peronismo.
En años recientes la más feroz dictadura mi­
litar procuró acabar, entre otras cosas, con
las industrias existentes sobre cuya base se
forjaron alianzas políticas indeseables. Esto
permitió el retorno a las viejas modalidades
del siglo 19: vivir del endeudamiento exter­
no, abrirse totalmente al capital extranjero,
vender el patrimonio nacional y vivir una
ficción monetaria. Y la Argentina se acopló al
mundo de la peor manera. Mientras unos
pocos se enriquecían la desocupación, la po­
breza y la indigencia alcanzaron cifras espe­
luznantes: vino la crisis de 2001 y, para col­
mo luego la crisis mundial de 2007­2008.
En los últimos años, el país comenzó a de­
sendeudarse, aumentó el PBI y mejoró la dis­
tribución del ingreso, disminuyeron la po­
breza y la desocupación, y se frenó la otrora
la acuciante necesidad de recurrir al finan­
ciamiento externo. Hubo, es cierto, errores.
Sin embargo, la mayor virtud para un país
soberano, desarrollarse principalmente con
sus propios recursos, resultó su principal pe­
cado. En este mundo la economía financiera
que lo domina no vive sobre todo de la pro­
ducción sino de la especulación y de la renta
de sus acreencias sin importarle la soberanía
de las naciones. No interesa ningún tipo de
desendeudamiento. A la mayoría de nuestra
población (aunque sus opciones políticas sean
diferentes) les preocupa principalmente evi­
tar caer en políticas que llevaron a las crisis
del pasado. Antes nos tenían sujetos con la
política del “gran garrote”, ahora con la cara
arrugada de un juez cuyo hobby es dar de
comer a sus buitres.
(*) Profesor emérito de la Universidad de
Buenos Aires
Evitar la frustración
de largo plazo
Trabajo de calidad y
que sea satisfactorio
Alejandro Melamed (*)
Si bien hay múltiples tópicos en los que con­
sidero pasa el eje fundamental del futuro del
país (en el que están incluidos entre muchos
otros la justicia justa, la educación de exce­
lencia, la salud de calidad, la vivienda digna
y vivible, la seguridad con derechos y garan­
tías, la economía sólida y sostenible, y la cultu­
ra democrática y abarcativa), desde mi punto
de vista y experiencia hay un aspecto crítico
a tener en cuenta: el trabajo de calidad.
Para cualquier persona adulta y en condicio­
nes físicas e intelectuales de hacerlo, traba­
jar es muy importante y necesario. El trabajo
nos dignifica y nos posiciona en la sociedad.
Pero trabajar no implica hacerlo de cualquier
cosa y a cualquier precio, ello puede ser una
solución para sobrevivir en el corto plazo,
pero es un camino hacia la frustración en el
largo.
Lo que importa, para mí, es lograr trabajar
de aquello que nos gusta, nos apasiona y
para lo que, además, estamos capacitados.
Asimismo, la compensación que recibamos
debe ser acorde con la contribución realiza­
da. Esta es una de las claves para tener una
vida feliz, familias con proyección y socieda­
des con oportunidades. Las personas deben
comprender dónde pueden brindarse al máxi­
mo, en qué áreas y actividades pueden des­
plegar todo su potencial y realizar la máximo
aporte a la comunidad a la que pertenecen.
Del mismo modo, desde las organizaciones,
hay que tener en cuenta que aún tenemos
un largo camino por recorrer para que la ac­
tividad laboral brinde las condiciones ópti­
mas a fin de maximizar los resultados y po­
damos alcanzar los más altos estándares,
competitivos y que puedan sostenerse a tra­
vés del tiempo.
Debemos comenzar por la sustentabilidad
de las personas, eliminando todo vestigio de
discriminación (en cualquiera de sus formas),
trabajo de menores o forzado, cuidando la
salud –física, mental, emocional y espiritual–,
evitando y penalizando todo tipo de acoso.
También las empresas deberían preocupar­
se por impulsar y asegurarse la equidad en
las compensaciones y que sus integrantes
tengan vidas integralmente equilibradas, lo­
grando su bienestar –en el más amplio sen­
tido de la palabra–.
Un aspecto no menor es el de la ética, que
debería fomentarse y asegurarse, eliminan­
do –sin que nos tiemble el pulso– la corrup­
ción de la vida cotidiana y experimentando
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la transparencia en su más amplio sentido.
En la misma línea, deberíamos saldar la deu­
da que tenemos en materia de diversidad –ge­
neraciones, género, estado civil, orientación
sexual, ideas políticas, discapacidades, oríge­
nes, etc.– pasando de la tolerancia a la valo­
ración, dándonos cuenta de que su presen­
cia se convierte en una ventaja comparativa.
Sintetizando, el generar fuentes de trabajo
saludables, en organizaciones más humanas,
será para cada persona, cada familia y la so­
ciedad en general una gran oportunidad de
desarrollo sustentable y una fuente inagota­
ble de energía renovable del activo más im­
portante que tienen tanto los empresas como
un país: su gente.
(*) VP de Recursos Humanos de Coca-Cola/Latinoamérica Sur. Doctor en Ciencias
Económicas - Autor de Empresas (+)
Humanas y ¿Por qué no?
Ventajas competitivas
que se diluyen
Agenda de
innovación
Mercado Agosto 2014
Gerry Garbulsky (*)
En un mundo que está cambiando cada vez
más rápidamente tenemos dos opciones
como país. Podemos tomar la iniciativa e im­
pulsar una agenda de innovación que gene­
re oportunidades para todos y que nos haga,
como sociedad, protagonistas de nuestro fu­
turo. O podemos tirar la tolla y ser víctimas
de un futuro importado de otras latitudes.
Las reglas de juego en muchas de las áreas
en las que nos destacamos históricamente
están siendo redefinidas. La agricultura y la
ganadería ya no son de los que tienen tierras
más fértiles, sino de los que pueden agregar
mayor valor a través de la tecnología y la in­
novación. La educación está en los albores
de una transformación histórica para adap­
tar un sistema construido para la Revolución
Industrial en otro que celebra la diversidad,
la flexibilidad y el desarrollo de habilidades y
competencias para un mundo cambiante.
Nuestras fuentes de ventajas competitivas se
están diluyendo.
¿Y qué hacemos frente a este escenario? Se­
guimos enfocados en las conversaciones de
la coyuntura. Del cortísimo plazo. Desde el
deporte hasta la farándula, pasando por el
último escándalo político, todo esto domina
nuestros temas de conversación.
Por eso, siento que lo que debería preocu­
parnos son nuestros temas de conversación.
Si queremos aprovechar el cambio que está
sucediendo en el mundo, tenemos que ha­
blar también de lo que se viene, la tecnolo­
gía, la innovación, la redefinición de los ma­
pas conceptuales con los que entendemos
al mundo que nos rodea.
Por eso, en los últimos cinco años nos dedi­
camos con un grupo grande de voluntarios
a sembrar temas de conversación con TEDx­
RíodelaPlata (www.tedxriodelaplata.org), una
iniciativa sin fines de lucro cuya misión es
esparcir ideas transformadoras. Obviamen­
te, enriquecer los temas de conversación no
es suficiente para lograr más desarrollo y
equidad. Pero si no empezamos a conversar
sobre el futuro, no tendremos la oportunidad
histórica de dejarle a nuestros hijos un país
(y un mundo) más justo y con oportunida­
des para todos.
(*) Organizador de TEDxRíodelaPlata.
Embajador TEDx en América del Sur. Fundador de El Mundo de las Ideas. Columnista de Basta de Todo en Radio Metro 95.1
Visiones superadoras
Pensamiento
irracional
Diego Andrés Golombek (*)
Somos naturalmente proclives a diversos erro­
res que vienen impresos en nuestro cerebro,
con sus filtros y sus sesgos para comprender
el mundo. Nos resulta natural confundir cau­
sas con correlaciones, señales con ruido, co­
nocimiento con principio de autoridad. Le­
jos de señalar estos errores, la educación
formal tiende a exagerarlos, a barrer debajo
de la mesa las preguntas por temor a su
eventual destino de disparate, de verdadero
cuestionamiento.
Cuando seguimos ciegamente a líderes, cuan­
do confiamos en soluciones mágicas, cuando
vemos con simpatía los horóscopos o cuando
improvisamos sobre la marcha o a las corri­
das, alimentamos el pensamiento irracional.
Una de las principales vacunas es, sin duda,
la educación científica, entendida como un
bastión del cuestionamiento, de las pregun­
tas, de la mirada inquisidora sobre el mundo.
Esta es una educación permanente, tanto en
el ámbito formal como el no formal, y que
debe echar mano a diversos recursos, forma­
tos y medios de comunicación para lograr su
objetivo.
En lo profesional, debe preocuparnos que
aún no hemos logrado darle la jerarquía ne­
cesaria a la educación técnica, fundamental
para la inserción laboral en un país en desa­
rrollo. Se ha avanzando enormemente en este
rubro en años recientes, pero aun es mucho
lo que se necesita hacer para jerarquizar a la
ciencia, la técnica y la tecnología como los
ámbitos más propicios para el desarrollo per­
sonal y social.
Finalmente, fomentar el pensamiento racio­
nal no debe estar reñido, de ninguna manera,
con promover miradas creativas o innovado­
ras. Por el contrario, basados firmemente en
la racionalidad que brinden la enseñanza y
su rol en el entramado social, es que habrá
espacio para visiones superadoras y even­
tualmente transformadoras de nuestra reali­
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DOSSIER |
dad. No se trata de apoyar “a” la ciencia y al
pensamiento racional sino de apoyarse “en”
estos pilares, un pequeño cambio de prepo­
sición que representa un cambio gigante en
nuestra sociedad.
(*) Es biólogo, profesor titular de la UNQ
e investigador principal de Conicet.
Boom demográfico con
fragilidad ambiental
Carencia de
instituciones
Fabio Quetglas (*)
Tengo un sentimiento ambivalente respecto
de la pregunta; por un lado creo que las
preocupaciones existenciales del hombre son
idénticas en el tiempo, y ninguna circuns­
tancia puede alterar la preocupación perma­
nente por la justicia o la paz, por una vida
plena y por cuestiones que traspasan la fron­
tera de lo público y privado.
Por otro lado creo que en el último tercio del
pasado siglo 20 y los años que corren hemos
abierto un agenda de temas preocupantes
que no pueden ser soslayados: la conviven­
cia del boom demográfico con la fragilidad
ambiental, las tensiones entre tecnologías
que nos ayudan a vivir pero que generan di­
námica de inclusión y exclusión con similar
intensidad y sus consecuencias en materia
de desigualdad, la globalización de fenóme­
nos indeseables como las redes criminales y
su asedio creciente sobre territorios vulnera­
bles, etc.
Si estos últimos ítems son la traducción de
aquellas preocupaciones permanentes a es­
tos tiempos, el mayor de los problemas sin
duda es la carencia de instituciones adecua­
das para la gestión de las conflictividades
emergentes. Sin gobierno, todo problema
puede devenir en catastrófico.
La falta de instituciones adecuadas no es un
problema atribuible a cuestiones puntuales;
sino la resultante de la existencia de institu­
ciones actuales construidas en base a un
mundo que ya dejó de existir y a elementos
de legitimidad erosionados. Instituciones que
por lo demás obturan todo cambio.
Así las cosas, las crisis serán recurrentes, por­
que en ningún caso se opera sobre las cau­
sas que las generan, y la distancia existente
entre respuestas repetitivas y desafíos nue­
vos es cada vez mayor.
La tasa de innovación social derivada de la
tremenda transformación tecnológica de los
últimos 40 años, no tiene el reflejo político
que debería corresponderse. Además aún
no ocupa un lugar central en la vanguardia
académica el debate sobre nuevos modos
de construir legitimidad, edificar institucio­
nes y por tanto obtener capacidad de inter­
vención pública positiva.
Si lo que no puede pensarse no puede cons­
truirse, la ausencia de reflexión es grave; por­
que sin capacidad de gobierno los temas
seguirán agolpándose irresueltos, y la paz y
la justicia quedará confiada a la casualidad.
(*) Máster de Gestión de Ciudades en la
Universidad de Barcelona y especializado
en Desarrollo Local en Boloña, Italia
Pilar de la ciudadanía
Educación, la
otra mirada
Mercado Agosto 2014
Andrea Avila (*)
Cómo hacer para conservar la bondad natu­
ral propia del ser humano, que debe inser­
tarse y desarrollar su vida en un entorno co­
rrupto como es la sociedad fue la pregunta
que motivó a Rousseau a escribir Emilio, li­
bro que es considerado el primer tratado
sobre filosofía de la educación en el mundo
occidental. Tres siglos después, formar bue­
nos ciudadanos, continúa siendo una de las
principales preocupaciones y desafíos que
encara la sociedad. Una sociedad que aspira
evitar que se corrompa lo que muchas veces
intenta corromper, sin duda, es una dialécti­
ca compleja.
La educación, aclaro por si hace falta que no
me refiero solo a la educación académica sino
que incluyo a la educación en valores, es el
pilar de la ciudadanía, así como los ciudada­
nos son la parte indisociable de un país. En­
tonces: no hay país si no hay ciudadanos y
no hay ciudadanos si no somos educados
como tales.
¿Recuerdan lo que significaba para nuestros
abuelos ser educado? No era tener un título
universitario ni hablar idiomas era respetar
al prójimo. Quisiera que cuando reflexione­
mos sobre educación no abandonemos esa
otra mirada, la que nos recuerda que somos
seres sociales, ciudadanos que tenemos de­
rechos y obligaciones y que entre nuestras
obligaciones está respetar al Otro.
Todavía tengo la esperanza que la educación
forme ciudadanos íntegros que se desem­
peñen como dirigentes intachables, empre­
sarios socialmente responsables, profesiona­
les íntegros y jóvenes comprometidos, por
eso estoy convencida que la educación es el
asunto que debería preocuparnos a los ar­
gentinos.
Sin educación no podremos crecer como país,
porque mientras prevalezca el egoísmo por
sobre nuestra bondad natural, no podremos
hacer más justa la distribución de la riqueza,
ni podremos dejar atrás muchos de los
“grandes males” que han caracterizado des­
de tiempos inmemoriales a nuestra querida
Argentina.
(*) CEO y presidente Randstad Argentina.
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DOSSIER |
Integración de la
investigación científica
Una nueva ventana,
un cambio cultural
Roberto Salvarezza (*)
Mercado Agosto 2014
En la definición del modelo de país que que­
remos está implícito el papel que jugará la
ciencia y la tecnología (CyT) en los próximos
años. Si la Argentina pretende seguir a los
países más desarrollados deberá transitar por
un camino donde el conocimiento es la cla­
ve para una economía competitiva y una
sociedad más justa e inclusiva. Los cambios
en el mundo ocurren rápidamente: se pasa
de la economía del capital a la economía del
conocimiento. Esto requiere un sistema cien­
tífico­tecnológico capaz de afrontar los desa­
fíos que presenta el país que van desde la so­
beranía energética a la medicina traslacional.
La reconstrucción del sistema de CyT, luego
de años de abandono, fue una tarea que em­
prendió el Gobierno nacional en el año 2003
retomando un objetivo claro: el desarrollo
de políticas que sustenten y fortalezcan el
desarrollo científico del país, dado que exis­
te una relación directa entre la creación de
conocimiento y el bienestar de la población.
Este proceso implicó cambios profundos a
las políticas que se venían realizando. Desde
lo simbólico con la valorización de la CyT
como actividad destacable y reconocida en
la sociedad, y desde lo económico al incre­
mentarse considerablemente el aporte del
Estado Nacional al sector de CyT. Hoy conta­
mos con un sistema científico consolidado
con los mejores parámetros de producción
de conocimiento y de recursos humanos por
habitante de Latinoamérica.
Debemos ahora plantearnos los desafíos que
nos aguardan. En tal sentido podemos pre­
guntarnos qué tipo de conocimiento hemos
generado desde la academia. Tradicionalmen­
te los temas de investigación estuvieron de­
terminados por la curiosidad. El investigador
formulaba la pregunta y el Estado financiaba
los proyectos de investigación para que pu­
diera responderla. Sin embargo, está claro
que para poder cumplir con el objetivo de
emplear la ciencia y la tecnología para el de­
sarrollo del país se requiere una nueva ven­
tana donde la pregunta sea formulada des­
de el Estado. Esto implica un cambio cultural.
No solo se debe apoyar y financiar la ciencia
básica sino también aquella que responde a
las necesidades presentes en la sociedad.
Estamos en el comienzo de un proceso de
integración de la investigación científica con
la sociedad y sabemos que para lograr un
impacto visible se requiere, al menos, una
década más de esfuerzo continuo. Es nece­
sario entonces que las políticas de Estado en
CyT cuenten con el consenso de todos los
sectores de la sociedad. Esto será así, sin duda,
si es que coincidimos en el modelo de Ar­
gentina que anhelamos. (*) Presidente del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas
(Conicet).
Romper la inercia
del silencio
Amenaza del
poder narco
Sergio Berenstein (*)
Mi principal preocupación es el notable avan­
ce del poder narco en la Argentina. Hasta aho­
ra, no hemos podido reaccionar frente a lo
que sin duda constituye la amenaza de go­
bernabilidad y de seguridad más significati­
va que enfrentó el país en muchísimo tiem­
po. Si este flagelo continúa avanzando como
ha ocurrido en los últimos años, la Argentina
puede convertirse en un narco­estado, afec­
tando muy negativamente nuestras formas
de vida, nuestras familias, nuestras empre­
sas y nuestro futuro.
Gracias a la valentía de la Iglesia Católica y
de la Corte Suprema de Justicia pudimos re­
cientemente romper la peligrosa inercia de
silencio y desidia que nos venía caracterizan­
do. Los medios de comunicación dan cuenta a
diario del impactante avance del poder nar­
co, con su inevitable estela de violencia, muer­
te y destrucción. Y al margen del compromi­
so y sacrificio de muchas mujeres y hombres
que hacen los que pueden desde sus pues­
tos de batalla (miembros de las fuerzas de
seguridad, de la justicia, de organizaciones
de la sociedad civil y familiares de las vícti­
mas), todavía no contamos con un plan inte­
gral y sistemático proporcional a la amenaza
que efectivamente enfrentamos como so­
ciedad.
¿Qué hacemos entonces frente a este inédi­
to problema? La clave consiste en aprender
críticamente de la experiencia internacional;
contar con un diagnóstico objetivo, desapa­
sionado y preciso de la situación; descartar
las recetas mágicas, facilistas e improvisadas;
y disponer de los recursos económicos, hu­
manos e institucionales para desarrollar un
plan serio, profesional y consistente que dé
cuenta de las múltiples dimensiones involu­
cradas en este crucial desafío. Esto es impo­
sible sin una clara decisión política por parte
del conjunto de nuestro liderazgo.
No podremos construir una sociedad más
justa, democrática, desarrollada y segura si
no controlamos y revertimos el avance del
poder del narcotráfico.
(*) Profesor e investigador del Dpto. de
Ciencia Política y Estudios Internacionales,
Universidad Torcuato Di Tella. Editor de focoeconomico.org . Ex director de Poliarquía.
La degradación
de la sociedad
La educación con
foco en los valores
Javier J. Diez (*)
El buen nivel educativo de una sociedad
permite aplicar los recursos humanos a las
funciones de negocio y liderazgo, y obtener
así una gestión exitosa de sus organizacio­
nes. En los países desarrollados, en la medi­
da que ese conocimiento técnico va acom­
pañado de valores esenciales compartidos
por las personas, sus organizaciones y así la
sociedad toda, funcionan armónicamente y
pueden crecer en forma sostenida a largo
plazo.
Sin intención de minimizar la importancia de
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DOSSIER |
Mercado Agosto 2014
la educación formal técnica, primordial para
el desarrollo profesional y económico, la
preocupación que deseo compartir apunta
a la necesidad de proveer una educación in­
tegral a nuestros niños y jóvenes, que inclu­
ya valores básicos a compartir, tales como la
honestidad, la humildad, el agradecimiento,
la ayuda, el esfuerzo y el trabajo en equipo.
Por no haber mantenido una educación ba­
sada en valores y por haber alentado el po­
pulismo y el facilismo, la Argentina se ha visto
sacudida en forma intermitente por breves
ciclos de éxito económico (basado en la abun­
dancia de riquezas naturales y en el gran ta­
lento individual de nuestra gente), pero atra­
vesando un continuo y penoso proceso de
pérdida de principios, resultando en una de­
gradación de la sociedad en su conjunto, en
la pérdida de un marco institucional serio y
la visión a largo plazo, y en un cada vez más
bajo nivel socio económico, de convivencia
y de calidad de vida.
Los líderes que necesitamos para revertir este
proceso deben contar, no solo con una gran
capacitación técnica, sino poseer ese con­
junto de valores fuertemente arraigados para
poder pensar en el desarrollo sustentable de
una sociedad democrática, justa y progresista.
¿Es la escuela la que debe brindar esos prin­
cipios? La respuesta obvia (y cómoda) es que
sí, ya que los padres delegan esa responsabi­
lidad asumiendo que cuentan con maestros
preparados para brindar esa capacitación
integral. Y afortunadamente contamos en el
país con muchas instituciones educativas se­
rias y con un alto nivel profesional, y muy
comprometidas en brindar una educación
completa basada en valores. Pero, ¿alcanzan
para cambiar la tendencia actual?
Aquí hay que destacar la importancia de la
tarea de los padres para con la educación
integral de sus hijos. Si éstos no son criados
bajo esos principios desde pequeños y den­
tro del ambiente familiar, las dificultades
para hacerlo luego son mucho mayores en la
medida que crecen y se desarrollan interac­
tuando en una sociedad “no educada”. Recla­
marle luego al sistema educativo puede ser
infructuoso y/o tardío. El rol de la escuela
debe ser en este sentido complementario, y
funcionar como un refuerzo de lo recibido
por los niños en el hogar.
Los padres de familia que aspiran a que sus
hijos crezcan sanos e íntegros para conver­
tirse en valiosas personas, deben asumir su
responsabilidad y accionar en pos de una
educación basada en valores. Prepararse para
educar con la palabra y el ejemplo, y even­
tualmente adquirir también las herramien­
tas adecuadas. Disponer el tiempo y el esfuer­
zo necesarios para proveer a sus hijos de una
educación completa, que será la base para re­
cuperar el camino hacia una sociedad mejor.
(*) Es ingeniero, CEO de Capgemini
Argentina.
Construir futuros
compartidos
Una educación que
logre inspirarnos
Melina Furman (*)
No es novedad para nadie que la educación
en nuestro país necesita una transformación
profunda. Si hay algo que debería preocu­
parnos como sociedad es, justamente, eso.
Hemos avanzado en incluir a más estudian­
tes en el sistema educativo, sin duda, pero
todavía tenemos una enorme deuda pen­
diente: esa que los educadores llamamos la
calidad educativa o, dicho de otro modo, lo­
grar que nuestros jóvenes salgan de la escue­
la con los saberes y capacidades necesarias
para ejercer una ciudadanía plena.
Una serie de estudios recientes del investi­
gador Hanushek mostró de modo contun­
dente algo que todos intuitivamente sabe­
mos desde hace mucho: el capital humano
que genera la escuela está directamente re­
lacionado con el nivel de desarrollo de los
países. Mejorar la educación tiene consecuen­
cias profundas en la posibilidad de construir
el país que queremos tener.
Pero necesitamos algo más. Nos hace falta
con urgencia una educación que vuelva a
inspirarnos. Necesitamos más que nunca una
educación que mantenga viva la llama del
aprendizaje de los chicos y que los ayude a
construir herramientas para imaginar y ha­
cer realidad sueños propios y colectivos.
Cambiar las cosas no es sencillo, claro que
no. Parte importante de la solución tiene que
ver con generar contextos de trabajo en las
escuelas que ayuden a los docentes a reen­
contrarse con esa vocación que los llevó a
elegir la enseñanza como modo de transfor­
mar la realidad. Parte, también, tiene que ver
con reorientar la enseñanza hacia las gran­
des ideas y maneras de pensar de cada disci­
plina que las hacen fascinantes como lentes
para ver el mundo.
En una escuela primaria de la provincia de
Buenos Aires, Nicolás escribía en su cuader­
no de clase: “Hoy aprendí que es bueno apren­
der cosas”. Cada vez que un chico empieza
su trayecto educativo tenemos una enorme
oportunidad entre manos. Para Nicolás, como
para tantos otros, la escuela sigue siendo un
espacio privilegiado de construcción de fu­
turos posibles.
(*) Profesora de la Escuela de Educación
de la Universidad de San Andrés e Investigadora del Conicet
94
Amenaza para
la democracia
Menos poder a
los empresarios
Ezequiel Adamovsky (*)
Mercado Febrero 2011
Mi principal preocupación es que los empre­
sarios sigan teniendo el nivel de poder que
tienen actualmente o incluso que lo incre­
menten. La gravitación indebida de la gente
de negocios es una verdadera amenaza para
la democracia y para la sustentabilidad de la
vida humana.
Visto en el largo plazo, el mercado viene ad­
quiriendo un poder cada vez mayor para
moldear la vida social. Cada vez más, los es­
quemas de premios y castigos económicos
que plantea orientan las decisiones de las
personas, lo que redunda en toda clase de
conductas antisociales. La competencia de
unos contra otros debilita todo lazo social
que no sea aquél que se anuda a través del
dinero. Esto ya es suficientemente preocu­
pante, pero debe sumársele el hecho de que,
dentro del mercado, son los actores más po­
derosos –las corporaciones nacionales y trans­
nacionales– los que mayores cuotas de poder
acumulan. La capacidad que han adquirido
de mover sus capitales globalmente sin res­
tricciones viene empujando a los Estados a
aceptar (o incluso promover) toda clase de
prácticas depredadoras, bajo el pretexto de
que son indispensables para el crecimiento.
Sus consecuencias incluyen la pérdida de
derechos, la expoliación de los recursos na­
turales, la creación de monopolios que impi­
den la libre circulación de las ideas, la evasión
fiscal tolerada a gran escala, la corrupción
endémica de las autoridades políticas, etc. La Argentina es un ejemplo bien claro. El sa­
queo de la riqueza nacional a través de me­
canismos financieros es una constante. A eso
habría que agregar la expansión de los agro­
negocios –que nos llevan al monocultivo,
violentan a los pequeños productores y nos
envenenan– y del fracking y la megaminería,
que amenazan con dejar un escenario de
devastación ambiental duradera a cambio
de algunas migajas de corto plazo. Mi mayor
preocupación, en fin, es que la sociedad no
encuentre el modo de restaurar mecanismos
democráticos sustantivos, hoy vaciados de
contenido por el poder del capital.
(*) Autor de Historia de la clase media
argentina. Doctor en Historia por la Universidad de Londres. Licenciado en Filosofía
y Letras de la UBA.
Soberbia y exitismo
Degradación
institucional
Por Fernando Laborda (*)
A los argentinos debería preocuparnos nues­
tra creciente dificultad para ser vistos en el
mundo como un país serio. Continuamos sien­
do el mismo país que ha hecho de su sober­
bia y de su exitismo valores que nos han he­
cho tristemente famosos y han llevado a
afirmar que la infidelidad para un argentino
es dejar de mirarse en el espejo.
La mala imagen argentina en el mundo es
directamente proporcional a nuestra degra­
dación de las instituciones. Principios funda­
mentales de una República, como la división
de poderes, han sido vistos por mucho tiem­
po como una manera de ponerle piedras en
el camino al Presidente. Ese curioso estado
de ánimo les ha permitido a los titulares del
Poder Ejecutivo avanzar sobre el Congreso,
la Justicia y los organismos de control con la
sensación de que algunos procedimientos
republicanos son meros mecanismos buro­
cráticos molestos, que impiden el buen go­
bierno.
Recientemente, se ha llegado a sugerir des­
de la Casa Rosada que ninguna sentencia
judicial puede ser contraria a la voluntad po­
pular. Tal afirmación se basa en una lógica
que lleva al absurdo de que, por haber sido
el Presidente avalado en elecciones con un
significativo porcentaje de votos, cualquiera
de sus actos o proyectos debería ser convali­
dado, sin más trámite, por el Congreso y por
los jueces, sea constitucional o no.
La manía de manipular al Congreso, como si
fuese un derecho adquirido del Poder Ejecu­
tivo, y de presionar o sacar jueces o fiscales
de acuerdo con conveniencias políticas co­
yunturales, únicamente dejarán de avanzar
cuando incorporemos a nuestra cultura polí­
tica el criterio perdido de que las institucio­
nes importan mucho más que los hombres.
Claro que para esto debemos comportarnos
como ciudadanos y no como espectadores.
De una u otra cosa dependerá que constru­
yamos una República en serio o que no pa­
semos de una pobre democracia delegativa.
(*) Jefe de Editoriales del Diario La Nación. Director de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la Universidad
de Belgrano.
Cambiar la mentalidad
de los argentinos
La cultura
democrática
Iván Cherjovsky (*)
Me preocupa especialmente la falta de cul­
tura democrática. En un país que cuenta con
importantes recursos naturales y culturales,
inserto en una región que parece transitar
exitosamente el camino hacia el desarrollo y
acomodarse definitivamente en el tablero
de la sociedad global, los problemas econó­
micos actuales resultan coyunturales, antes
que estructurales. La falta de cultura demo­
crática, en cambio, es estructural, y llevará mu­
chísimo esfuerzo y más de una generación
cambiar la mentalidad de los argentinos res­
pecto de este tema tan delicado. Entre otras
tantas virtudes, la cultura democrática favo­
rece el funcionamiento de las instituciones,
garantiza el respeto a los derechos de las
minorías y brinda mayor transparencia a la
gestión pública, permitiendo un mejor mo­
nitoreo de la corrupción. También fomenta
el espíritu colaborativo y fortalece la paz so­
cial. Seguramente, una historia nacional car­
gada de golpes de Estado y de guerras civi­
les (sea manifiestas o latentes), y signada por
el populismo, impuso la idea de que, si las
95
(*) Doctor en Ciencias Antropológicas,
Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
Profesor en la Universidad Abierta Interamericana. Centro de Estudios de Historia,
Cultura y Memoria. Universidad Nacional
de Quilmes.
Dar transparencia y
profundidad al debate
Impunidad
intelectual
Laura Zommer (*)
Los políticos son unos mentirosos. Ah! Y los
sindicalistas, ni hablar. Y los empresarios y
economistas –que siempre tienen numeritos
y gráficos para explicar todo–, para qué con­
tarles. ¿No dijeron o escucharon nunca estas
afirmaciones categóricas?
Para colmo, desde hace ya un lustro, los ar­
gentinos “descubrimos” (gracias a la ayuda
del Gobierno kirchnerista, claro) que “Clarín
miente” y los periodistas también.
la mano de cualquier interesado es una pe­
queña gran arma contra la mentira que nos
debemos.
(*) Directora ejecutiva de Chequeado.com.
La preocupación
Apatía e
indiferencia
Matías Kelly (*)
“Los hechos no dejan de existir porque se les
ignore”. Aldous Huxley.
Pobreza, desempleo, inseguridad, corrupción.
Hay muchísimas problemáticas complejas,
dolorosas y con graves consecuencias. Sin
duda, lo que más me cuesta a mí es la indife­
rencia: la facilidad con la que algunos pasan
por al lado de alguien sin hogar, la terque­
dad con la que nos negarnos a separar los
residuos porque implica un esfuerzo más, lo
rápido que desechamos la posibilidad de
emplear a alguien por donde vive.
Esta apatía agrava a todos los problemas. Pri­
mero porque significa no querer cambiar uno
para intentar cambiar esa realidad. Es elegir
no ver, no darle importancia, quedarse en la
queja, buscar culpables. Denota la falta de
esperanza de que un cambio es posible, y
por lo tanto, contribuye a que ese cambio
sea muchísimo más improbable. En segun­
do lugar, la indiferencia hace que quién está
viviendo una injustica o problemática con­
creta, se le sume la angustia de tener que
vivirlo solo, sin una sociedad que lo entien­
da, ni mucho menos le pueda dar las herra­
mientas para ayudarlo.
La Argentina es un país al que le gusta consi­
derarse solidario y siempre está listo para
ayudar frente a las emergencias, como que­
dó demostrado de manera impresionante
frente a las inundaciones en La Plata. Es hora
de convertir esa capacidad de respuesta en
una actitud del día a día y empezar a preocu­
parnos en serio. Eso es lo que debería preocu­
parnos. “Preocupación” viene del latín praeccupatio, que significa ocuparse antes de
tiempo. No es pensar, lamentarse, quejarse,
resignarse, gastar energía estando mal. Sino
que implica el ocuparse, la acción, el hacer,
el transformar.
(*) Director de Ashoka Cono Sur.
Mercado Febrero 2011
elecciones son transparentes, las mayorías tie­
nen el derecho de gobernar de modo incon­
sulto y unilateral, transgrediendo incluso los
acuerdos establecidos en el contrato social.
Para fomentar la cultura democrática se
pueden diseñar diversas estrategias y con­
vocar a múltiples actores sociales (los me­
dios de comunicación, los intelectuales, los
empresarios, los artistas, el sistema educati­
vo), pero sin un ejemplo claro e inequívoco,
que baje desde las alturas del poder del Es­
tado e inunde el cuerpo social, la tarea es
imposible.
¿Entonces? ¿Qué hacemos argentino/a? ¿Cómo
salimos de acá?
¿No están hartos de escuchar que la gente
se queja de los mentirosos, pero a la vez los
acepta... y, a veces, los premia? ¿Qué pueden
hacer o hacen los funcionarios, docentes o
cualquier otro preocupado por empezar a
cambiar este mal nacional?
Me obsesiona la impunidad intelectual. Que
la mentira y el engaño no tengan castigo ni
condena social. Que el estereotipo del argen­
tino canchero sea el del que miente o guita­
rrea. Que no se premie al que dice la verdad.
Por más dura, injusta, desigual o amarga que
sea a veces.
Los que dicen afirmaciones contrarias a los
hechos engañan y confunden. Muchas veces
lo hacen por descuidados, pero otras, lo ha­
cen intencionalmente. Y eso supone un des­
precio por el otro.
Quiero y trabajo para ayudar a reducir el
margen de impunidad intelectual de lo que
se dice, se escribe, se promete, se critica o se
oculta.
Sueño con que llegue el día en el que los he­
chos y los datos le importen e interesen a
muchísima más gente. Y se impongan frente
a los engaños. Y la mirada crítica de millones
supere los sesgos y los prejuicios.
Si cientos de ciudadanos contrastamos y ve­
rificamos las afirmaciones de nuestros líde­
res y ponemos más datos en circulación en
el debate público (político y mediático) me­
jorará nuestro nivel de conocimiento y com­
prensión de los acontecimientos públicos y
aumentará la transparencia y profundidad
del debate.
Impulsar leyes de acceso a la información
pública e implementar políticas de gobierno
abierto, para que la información no sea un
bien de pocos y los datos estén abiertos y a
96
DOSSIER |
Amplios consensos
tenemos como sociedad tantos recursos eco­
nómicos disponibles, como para trabajar en
esa suerte de “prueba y error”, y menos aún
para desandar proyectos anteriores y crear
nuevos.
Mediano y
largo plazo
Carlos Gabriel Pallotti (*)
(*) Director ejecutivo de Argencon (entidad
de promoción de las exportaciones de servicios de la Argentina).
Info­ricos e info­pobres
Futuromiopía, o
falta de horizonte
Alejandro Piscitelli (*)
Gabriel Reig
Mercado Agosto 2014
Seguramente otros “pensadores invitados” es­
tarán abordando temas como educación, cre­
cimiento, inclusión, y otros tantos que sin du­
das son los que deberían preocuparnos como
sociedad. Sin embargo hay uno sobre el que
poco se hace hincapié, y que me preocupa
particularmente, que es la necesidad de de­
finir planes, políticas y acciones de mediano
y largo plazo, que tengan continuidad más
allá de las administraciones o funcionarios
de turno.
Debemos reconocer que –los argentinos–mu­
chas veces somos bastante buenos tenien­
do ideas y encontrando soluciones creativas,
repentinas y que nos diferencian como so­
ciedad ante otras más estructuradas. Pero es
una materia pendiente que aprendamos a
convertir esas ideas o soluciones, en planes
de mediano o largo plazo. Y que el resultado
final sea por la suma de acciones de muchos
actores que lo vayan debatiendo, mejoran­
do, consensuando y ejecutando.
Hay muchas buenas iniciativas o políticas que
han dejado de serlo en el mismo momento
que el funcionario o el principal impulsor
cambia. Y ni decir los rumbos sinuosos que
suelen tener algunas decisiones claves para
el país, por diferentes administraciones, aún
dentro de un mismo concepto político. La
puesta en debate y la búsqueda de mejores
ideas y consensos, mejora el plan y sobreto­
do lo consolida y lo hace realizable.
¿Quién puede dudar que temas como edu­
cación, salud, integración, infraestructura, se­
guridad, y tantos otros, necesitan de amplios
consensos y de acciones de largo plazo? No
Durante siglos vivimos bajo el Paréntesis de
Gutenberg. La invención genial realizada por
el imprentero de Maguncia que nos convir­
tió en lo que somos, nos llevó a reproducir­
nos hasta llegar a la imponente cifra de 7.200
millones de habitantes del planeta.
Gracias a la imprenta creada apenas 500 años
atrás, y que ocupa tan solo 0,5% de nuestra
historia como homo sapiens, invadimos el pla­
neta, exterminamos especies, homogeneiza­
mos culturas, generamos las mayores belle­
zas y la más grande acumulación de riqueza,
junto a los peores genocidios que recuerde
el género humano. Pero esas consecuencias
culturales de la imprenta, las buenas y las
malas, están por cesar. El subproducto más significativo de la im­
prenta fue la escasez de información. Hace
un cuarto de siglo nacía Internet y cambia­
rían todas las reglas de juego. Lo abundante
se volvió lo escaso, supusimos que la cornu­
copia sin fin de la comunicación y la conexión
resolverían todos nuestros problemas gene­
rados por un acceso desigual a la informa­
ción.
Tal panacea no ha ocurrido y lo que antes
era una división entre Norte/Sur, Oeste/Este
se ha convertido en una nueva división en­
tre info­ricos e info­pobres, pero sobretodo
futuro­imaginantes o pasado­nostálgicos. Y
que el caso de algunos países del sur por im­
potencia se ha traducido en fantasías de ex­
cepcionalidad y de cambio del rumbo de la
historia por mero voluntarismo.
Porque esto es lo de adolecemos por estos
lares, de una falta de horizonte de futuro.
Antes cuando no teníamos información y
ahora que sobra. A los argentinos nos faltan
futuros y nuestro principal déficit es la mio­
pía de futuros ligados a un conocimiento,
valoración, rescate y apreciación de lo que
se juega en ese pasaje de Gutenberg a Inter­
net, donde todo es distinto pero los valores
de la eficacia, la sustentabilidad, la coopera­
ción y el diseño participativo siguen tan vi­
gentes como siempre, aunque nosotros nos
esmeremos en ignorarlo.
(*) Profesor de la Universidad de Buenos
Aires y de la Universidad Tadeo Lozano de
Bogotá.
Movilidad social
ascendente
Restablecer el
pacto tácito
Gabriel Puricelli (*)
Aunque es imposible identificar un único pro­
blema como aquel cuya resolución sería la
llave para resolver todos los que nos aque­
jan como sociedad, hay uno que, si se va re­
solviendo, le da sentido y sustentabilidad a
la solución de todos los demás.
La cuestión que creo debe preocuparnos prio­
ritariamente es restablecer el pacto tácito
que fundó la Argentina contemporánea, don­
de la contribución que cada uno hace a la
sociedad según su capacidad es el camino
por el cual se accede a un nivel de vida dig­
no, donde la necesidad de cada uno está col­
mada.
Durante el “largo siglo 20” que va entre la lle­
gada de la mayoría de nuestros antepasados
al Hotel de Inmigrantes a fines del siglo 19,
hasta el Rodrigazo, ese pacto se materializó
como un proceso de movilidad social ascen­
dente. Ese fue, a lo largo de esos 100 años, el
“efecto demostración” que produjo una so­
97
(*) Lic. en Sociología (UBA). Vicepresidente del Laboratorio de Políticas Públicas.
Salto cualitativo
en los valores
Actuar sobre los
cuatro niveles
Marcelo Elizondo (*)
Dice el filósofo francés André Comte­Spon­
ville que en la sociedad hay cuatro órdenes
(o niveles): el técnico científico, (donde ope­
ra la economía), el legal (donde operan las le­
yes que permiten o prohíben), el moral (donde
operan las normas no escritas que llevan a
sentir en el fuero íntimo e individual lo que
se debe y lo que no se debe) y el ético (el que
prevé, desde lo colectivo, la búsqueda del bien
del otro). Es posible que en el futuro, en la
Argentina debamos actuar sobre los cuatro
niveles.
Tenemos el desafío de superar un período crí­
tico que sufrimos desde el comienzo del siglo
21. Y corregir problemas que han convertido
a la Argentina en algo que no es precisamen­
te un éxito colectivo. Las políticas, pero tam­
bién las prácticas de buena parte de la ciu­
dadanía, los modos de ejercer el poder, pero
no sólo el poder público, las prácticas que
derivan del comportamiento de las autori­
dades, pero también las de otros referentes
de la sociedad civil, deberán ser mejorados.
Para eso, por un lado, el próximo gobierno
deberá tener prácticas más respetuosas de
la legalidad y el equilibrio, pero en materia
de agenda pública deberá también tener un
programa preciso, equipos profesionales con
capacidad de gestión y un holgado capital
político (que deberá arriesgar tomando deci­
siones que a algunos no agradarán). Deberá
hacer como recomienda Mario Bunge: pri­
mero conocer, luego programar y finalmen­
te actuar.
(*) Director de la consultora DNI, profesor
universitario y asesor de empresas.
Lograr crecimiento
y desarrollo
Fuente segura de
igualdad social
José Luis Roces (*)
Los que ya vivimos muchos años estamos en
condiciones de tener algunas ideas sobre las
preocupaciones del futuro de la Argentina;
las mías giran alrededor de la educación.
En todos los estudios de competitividad y de­
sarrollo social comparados entre países, la
coincidencia de todos los analistas es que la
variable educación es la clave para lograr la
consistencia entre crecimiento y desarrollo,
por ende es una variable estratégica para el
país.
¿Cuáles son los factores que originan mi pre­
ocupación y a la vez creo que son la fuente
de la transformación positiva del sistema
educativo?
Los docentes y su formación. La jerarquiza­
ción de los institutos y profesorados debería
ser un tema estratégico y relevante en el país.
La selección y promoción para los cargos do­
centes debe ser una condición de exigencia.
No es un tema solo presupuestario, debemos
pagar bien, pero además asegurarnos que
los docentes están capacitados para ejercer
su rol.
El diseño pedagógico, debe asegurar una edu­
cación básica que desarrolle equilibradamen­
te las capacidades para la vida personal, la
vida comunitaria y la vida laboral. El desequi­
librio en alguno de estos focos es fuente de
problemas de adaptación a los desafíos del
mundo actual.
El sistema educativo debe ser “integral” para
ser efectivo. Por lo tanto, no debe estar dise­
ñado sólo para aquellos que cumplan con
los años de escolaridad previstos, sino tam­
bién deben existir subsistemas de formación
profesional que den solución a las deman­
das de los que no pueden cumplir con éxito
el ciclo obligatorio.
La “articulación con el nivel superior univer­
sitario” es un tema trascendente, si queremos
dar respuesta a las demandas de crecimien­
to de la sociedad. Las debilidades formativas
del nivel medio son la precondición para la
efectividad del nivel superior.
(*) Rector del ITBA, Instituto Tecnológico
de Buenos Aires.
Estrategia de reforma
Desafíos del
desarrollo
Lucio Castro (*)
La Argentina probablemente está a la vuelta
de una reactivación económica. Un nuevo go­
bierno en 2016 con un plan decidido de es­
tabilización de precios podría generar una
mejora sustancial de expectativas que incen­
tive el consumo y la inversión privados. El
riesgo es confundir otra reactivación cíclica
Mercado Agosto 2014
ciedad integrada, donde la desigualdad ten­
día a disminuir, aunque no fuera ese el obje­
tivo de todos los variados gobiernos y
regímenes que elegimos o nos tocaron en
desgracia.
Agotado ese proceso, la vocación de vivir jun­
tos se ha debilitado. Restablecer un horizon­
te donde se proyecte una mejor calidad de
vida para los que la perdieron o nunca la tu­
vieron, y esté garantizada la de quienes ya
alcanzaron un nivel digno, es precondición
para el éxito de cualquier proyecto demo­
crático de sociedad. El pacto es tanto entre
quienes formamos parte de la sociedad hoy,
como con nuestros descendientes. El aspec­
to intergeneracional es decisivo, ya que el país
posee recursos no renovables que producen
beneficios a los que también tienen derecho
quienes vendrán después de nosotros.
98
Gabriel Reig
DOSSIER |
con un cambio de tendencia en el creci­
miento de la economía.
Los desafíos del desarrollo persistirán aún en
una economía en reactivación. Un capital hu­
mano depreciado con un sistema educativo
de baja calidad. Un stock de infraestructura
física deteriorado, con un déficit energético
continuado por al menos una década. Una
estructura productiva concentrada, con ba­
jos niveles de innovación y débilmente inte­
grada a las cadenas globales de valor. Nive­
les de productividad latinoamericanos, con
un mercado laboral que genera empleos de
baja calidad. Un Estado con capacidades ins­
titucionales débiles con dificultades para re­
gular en forma eficaz la actividad privada.
Enfrentar estos desafíos implica encarar una
decidida estrategia de reforma que deman­
dará enfrentar costos políticos en el corto
plazo para el nuevo gobierno.
(*) Director del Área de Desarrollo Económico de CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y
el Crecimiento).
Sector público
y privado, juntos
Cuatro pilares
fundamentales
Mercado Agosto 2014
José María Louzao (*)
En los últimos años, el sector de Software y
Servicios Informáticos (SSI) ha tenido un fuer­
te crecimiento acompañado por políticas de
Estado que se vienen generando desde el año
2003 y que, a su vez, posibilitaron la creación
de nuevos puestos de trabajo y un aumento
significativo en las exportaciones. Pensando
en el futuro, debemos preocuparnos aún más
y enfocar nuestros esfuerzos en impulsar el
crecimiento y posicionamiento de la indus­
tria SSI Argentina en el país y en el resto del
mundo, procurando generar valor agregado
y reducir la brecha digital, aportando al de­
sarrollo del país en su conjunto.
Creemos que el eje debe estar en trabajar
junto con el sector público y privado basán­
donos en cuatro pilares fundamentales: in­
clusión, innovación, transversalidad y con­
solidación de mercados externos. Es por esto
que la Cámara de Empresas de Software y Ser­
vicios Informáticos (CESSI) funciona de ma­
nera horizontal a través de comisiones que
abordan lo estratégico para el sector.
La industria tecnológica es clave para conti­
nuar avanzando hacia la innovación, desde
la infraestructura y las comunicaciones, hasta
las aplicaciones, procesos y contenidos que
puedan dar una respuesta a la demanda de
otras industrias y numerosos sectores que
componen nuestro país.
(*) Presidente de CESSI.
Educación de alta calidad
La mujer como
factor de desarrollo
social
ner infinitos recursos naturales y energéticos,
pero si no tiene una fuerza laboral bien pre­
parada va a ser siempre un país con “poten­
cialidades”, pero sin realizar. El ejemplo más
a mano son los países de África. Por el con­
trario, hay países que sufren la escasez de
tamaño, de recursos naturales y energéticos,
pero tienen recursos humanos muy prepara­
dos, lo que los convierte en países avanza­
dos. Los ejemplos más a mano están en Asia
con Japón, Corea, Hong Kong y Singapur. Lue­
go, el desarrollo económico se transforma en
desarrollo social cuando los altos niveles de
educación y preparación de la fuerza laboral
están homogéneamente distribuidos entre
la población ya que, así, los frutos del creci­
miento se distribuyen igualitariamente.
Poner en el centro de la educación al rol de
la familia está lejos de ser un mandato moral
o religioso. Lo que se quiere resaltar es que
la buena calidad de la educación comienza
desde el nacimiento, y los primeros años de
vida son estratégicos para la formación futu­
ra de un ser humano, por eso los cuidados
que brinda una familia son esenciales. Esto
es lo que las evidencias científicas alertan
cuando señalan que la capacidad de aprendi­
zaje de los niños depende mucho más de la
educación de la madre que de la del padre.
Una madre educada, además de brindar ca­
lidad a la crianza de los hijos, recibe oportu­
nidades del mercado laboral, lo que le permi­
te generar ingresos para el hogar (mitigando
los riesgos de pobreza) y enriquecer su pro­
pia visión del mundo y su formación, lo que
vuelve a alimentar la buena educación de los
hijos. Así, se forma un círculo virtuoso donde
los niños y jóvenes crecen estimulados para
ir forjando su propia formación, que de adul­
tos transmitirán a las nuevas generaciones.
En esta dinámica es como los países pasar a
tener fuerzas laborales altamente calificadas.
De aquí la importancia de ser muy críticos
con el asistencialismo, tal como está conce­
bido en la Argentina. Los programas asisten­
ciales se han convertido en un factor de in­
ducción a la deserción escolar y la inactividad
laboral de las mujeres. Actualmente, 1 de cada
4 jóvenes menores de 24 años no estudia, ni
trabaja; de éstos, dos tercios son mujeres; y
de estas mujeres, casi la mitad ya experi­
mentó un evento de maternidad sin haber
terminado la secundaria. M
Jorge Colina (*)
(*) Economista de IDESA.
La fuente primaria del desarrollo económico
son los recursos humanos. Un país puede te­
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