IMPORTANTE DESCENSO DE LAS MUERTES POR SOBREDOSIS

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IMPORTANTE DESCENSO DE LAS MUERTES
POR SOBREDOSIS EN BOTAFUEGOS
El módulo libre de drogas se queda a la mitad a
causa de los traslados al CIS
ANDALUCIA INFORMACION (JUANLU REYES) – 28 de noviembre
de 2.009.- El Centro Penitenciario de Botafuegos no ha registrado ninguna
muerte por sobredosis en lo que va de año. Así lo indican los datos aportados
esta semana por el director del penal algecireño, Francisco Márquez, a petición
de EL FARO INFORMACIÓN, que recogen una evolución de lo más
positiva en lo que a resultados de los protocolos y programas antidroga de la
prisión se refiere. De hecho, desde que en 2007 se recogía la dramática
estadística de seis muertes a causa de un consumo excesivo de estupefacientes,
las cifras han descendido espectacularmente. Ya el pasado año 2008, había que
lamentar una única muerte por esta circunstancia, y, desde hace más de un
año, ningún interno ha fallecido por esta causa.
“En diciembre de 2007 estábamos hundidos tras comprobar que seis internos
habían muerto de sobredosis”, confesaba Márquez, quien entonces llevaba tan
sólo un año al frente de la prisión. Hoy, muestra su satisfacción por el buen
resultado que han dado las iniciativas puestas en marcha por la entonces
Dirección General de Instituciones Penitenciarias -hoy Secretaría General- y el
trabajo de colectivos sociales colaboradores en esta función, como la
coordinadora comarcal Alternativas o el Comité Ciudadano Antisida del
Campo de Gibraltar.
Francisco Márquez resaltó que se actúa “desde varios frentes” para evitar, en
la medida de lo posible, que se produzcan muertes a causa de la droga en las
prisiones. Por un lado está la función preventiva, destinada a que entre la
menor cantidad de estupefaciente posible a las cárceles. Para ello, existen unos
protocolos de actuación centrados en los encuentros vis a vis y el reingreso de
los internos que han estado de permiso, momentos en que se produce la
mayor parte de introducciones de estas sustancias.
El Tribunal Constitucional ampara a Instituciones Penitenciarias para que en
casos sospechosos se efectúen las correspondientes placas radiológicas a los
internos “por razones reglamentarias”, indicaba el máximo responsable del
penal. Uno de los medios más frecuentes de introducción de droga en la cárcel
es por la ingestión de la misma en envoltorios que impidan su
descomposición, por vía anal o en los genitales, caso de las féminas.
En el centro penitenciario de Botafuegos, se ha instalado un sistema de
bajantes en los inodoros que implica la recuperación de la sustancia incluso en
los casos en que los presos quieran deshacerse de ellas.
En caso de que un interno sea sorprendido intentando meter droga en la
cárcel, se le impone una falta grave y se da parte al Juzgado de Vigilancia
Penitenciaria, desde el que se inician las correspondientes diligencias. Este
mismo año, a un recluso se le aumentó judicialmente en tres años su condena
después de encontrársele 100 gramos de hachís en una bota. El mismo riesgo
corren los familiares y allegados de los internos que efectúan las visitas y los
vis a vis. Frecuentemente, estas personas han acabado compartiendo destino
con sus seres queridos en los centros penitenciarios por haber tratado de
pasarles droga.
‘CAMELLOS’ COACCIONADOS
Fuentes penitenciarias hicieron referencia a un tipo de coacción muy frecuente
dentro de la prisión para conseguir la introducción de sustancias
estupefacientes. Se trata de la utilización, por parte de presos con una posición
dominante sobre el resto de reclusos, de otros internos que reciben sus
permisos penitenciarios para que éstos hagan de intermediarios con sus
proveedores de droga. La existencia de estas prácticas fue confirmada también
desde la coordinadora en la lucha contra las drogas Alternativas. “En el centro
penitenciario sigue imperando la ley del silencio”, se lamentó Mena. Por ello,
“es difícil saberlo, pero sí que estamos al tanto de es una práctica que se
produce. Los hay que lo hacen coaccionados, pero otros también lo hacen
voluntariamente”.
El presidente de Alternativas confiesa que a veces le sorprende cómo algunos
de estos presos se las ingenian para introducir la droga en las cárceles, como
cuando se meten la sustancia debajo de la lengua o, en el caso de las mujeres,
dentro de su vagina. El representante de la coordinadora declaró la especial
indignación que le producen los casos en los que los propios funcionarios de
las cárceles colaboran con los presos en la tarea de pasar droga. Sin embargo,
mostró su satisfacción por el hecho de que estas conductas no se hayan
detectado en la prisión algecireña, al menos en los últimos años.
Mena hizo referencia a que antes, “Instituciones Penitenciarias no reconocía”
el problema. Para él, el punto de inflexión llegó con la nueva directora general:
“Desde que llegó Mercedes Gallizo se produjo un cambio sustancial”, con los
protocolos de prevención, y los módulos terapéuticos y convivenciales.
AYUDA A LOS PORTADORES DE VIH
La prisión de Botafuegos ofrece tratamiento especializado a 105 internos que
tienen anticuerpos del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), según
informó el director de la cárcel, Francisco Márquez. Si bien desde el centro
penitenciario no se ofrecieron cifras comparativas con respecto a otros años,
Márquez indicó que la tendencia es “a la baja”.
Los servicios sanitarios dispensan diariamente a los internos que lo precisan la
correspondiente medicación, si bien 10 de los afectados han rehusado, por
cuestiones personales, recibir estos fármacos.
De igual modo, desde la cárcel algecireña se trabaja con seriedad en lo que a
medidas preventivas se refiere, poniendo a disposición de los internos
profilácticos para sus relaciones íntimas durante los vis a vis.
Para Márquez, la mayor parte de los reclusos que tienen el VIH “están
perfectamente integrados y no sufren ningún tipo de discriminación” dentro
del penal, cohabitando en las celdas con otros internos.
El Comité Ciudadano Antisida del Campo de Gibraltar realiza entre tres y
cuatro veces al año campañas informativas entre los reclusos del centro
penitenciario de Botafuegos para colaborar con el penal y el resto de oenegés
que trabajan en el recinto en las tareas de prevención. El trabajo del Comité
Antisida se centra, al igual que el de otros colectivos, en el llamado módulo
siete, libre de drogas. Para el presidente del comité, Antonio de la Torre, una
de las prioridades que persiguen es fomentar “la autoayuda” en los afectados,
e inculcar en ellos “hábitos de vida saludables” que garanticen una mayor
esperanza de vida, ya que con los avances en la medicación “se ha conseguido
que la enfermedad pueda no ser mortal”, pero “el consumo de drogas puede
afectar al sistema inmunológico”.
Para Antonio de la Torre, los internos están ahora “mucho mejor
informados” que cuando hace cuatro años comenzaron su andadura en el
centro penitenciario. Al principio, las dudas podían surgir en aspectos como el
modo de contagio, en los que varios internos manifestaban su temor a que un
simple beso con su pareja pudiese provocar el contagio. Ahora, los presos
plantean mucho más “aspectos personales” o sobre los medicamentos.
También resaltaron que las preguntas de los internos vienen determinadas, en
muchas ocasiones, por los efectos secundarios de los medicamentos, en
especial cuando los enfermos todavía se siguen drogando.
De la Torre coincidió con Francisco Márquez en su afirmación de que cada
vez es menor el grado de marginación de los internos con el VIH. Sin
embargo, y pese a que los internos “están cada vez más concienciados”, desde
el comité admiten que los internos ejercen todavía “muchas conductas de
riesgo”, en especial “cuando salen de permiso”, no solo a la hora de practicar
relaciones sexuales en ámbitos donde no les ponen los preservativos por
delante, como en el caso de los vis a vis de la prisión, sino también cuando
dan continuidad al consumo de drogas, especialmente la heroína, mediante el
uso de jeringuillas compartidas con otros toxicómanos.
El Comité Antisida puso énfasis en el importante descenso en el número de
enfermos de SIDA -que no de portadores de los anticuerpos- gracias a los
avances en lo que a tratamiento se refiere. De la Torre adelantó que antes de
que finalice el año tienen previsto impartir la que será su tercera charla en el
centro penitenciario, que como las anteriores estará centrado en la reiteración
de las medidas preventivas, el trabajo para evitar la automarginación y la
asunción de hábitos de vida saludables.
Los internos también participan de esta actividad preventiva. De hecho, un
recluso de Botafuegos trabaja actualmente de voluntario para el Comité
Antisida.
CENTRO DE INSERCIÓN SOCIAL (CIS)
La inauguración, el pasado mes de julio, del Centro de Inserción Social (CIS)
de Botafuegos ha supuesto una importante reducción en el número de
beneficiarios del módulo siete libre de drogas, que lleva ya varios años
funcionando en la prisión algecireña. El presidente de Alternativas, Francisco
Mena, comentó que de los 70 u 80 presos que integraban este módulo
terapéutico de manera habitual, ahora son unos 30 los que cohabitan en sus
instalaciones.
La razón es que los usuarios del CIS son internos en tercer grado
penitenciario, muchos de los cuales salen a trabajar fuera de la prisión y
vuelven sólo para pernoctar. Hay que tener en cuenta que una buena parte de
los usuarios del módulo libre de drogas, también llamado módulo siete, se
encuentran en este mismo colectivo.
En el módulo siete libre de drogas, tanto hombres como mujeres reclusas
participan en talleres ocupacionales y en equipos de limpieza, con lo que
reciben créditos y bonificaciones, que luego se traducen en ventajas para el
régimen de visitas y su expediente de conducta.
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