implicancias medioambientales de la realidad socio

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Argentina en Antártida: implicancias medioambientales de la
realidad socio-política
Dr. Ricardo Jorge Casaux
¿Qué es Antártida? Si utilizamos los aspectos limítrofes para definir a este
continente tenemos al menos dos posibilidades. Desde el punto de vista
geográfico podemos decir que Antártida es el conjunto de mares y tierras
comprendidos al sur del paralelo 60° Sur. Desde el punto de vista
medioambiental o ecosistémico, podemos decir que es el conjunto de mares y
tierras comprendidos al sur de la Convergencia Antártica, un límite biológico
circumpolar definido por los puntos donde las masas de agua fría polar
desaparecen debajo de masas de agua mas cálidas provenientes de norte.
Si por el contrario definimos a Antártida por sus características, podríamos
decir que es el continente de los extremos. Entre algunas de las características
que sustentan este punto de vista se puede indicar que es el continente de
mayor aislamiento (1100 kilómetros la separan de la masa continental mas
próxima), que contiene al sitio mas inaccesible del planeta (Polo de la
Inaccesibilidad, 82°06’S-54°58’E), que presenta las temperaturas mas bajas (la
temperatura mínima registrada fue -89,2 °C, en tanto que en la meseta polar
las temperaturas medias anuales oscilan entre -30 y -65 °C), que presenta la
mayor altura media (2050 metros sobre el nivel del mar), que es el continente
mas seco (la precipitación media anual en la meseta polar oscila entre 30 y 70
mm.) y el mas ventoso (son frecuentes los vientos entre 70 y 140 Km/h,
registrándose en la base Esperanza una marca de 333 Km/h), que es el
continente menos poblado, entre otras.
Ahora bien, ¿Qué es lo que hace que a pesar de tales adversidades en la
actualidad el ser humano se empeñe en conocer y ocupar este continente y
que diversos países mantengan reclamos de soberanía sobre sus territorios? A
nivel personal, entre los motivos mas movilizadores podemos nombrar la sed
de aventura, de descubrimiento y de conocimiento. Sin embargo, a nivel
nacional los motivos son mas pragmáticos y están vinculados con la posición
estratégica del continente, con las reservas de agua dulce disponibles (70 % de
las reservas de agua potable del planeta) y con la calidad y cantidad de
recursos renovables y no renovables existentes.
Los recursos naturales renovables disponibles en Antártida ya habían
llamado la atención desde el inicio de la historia antártica y fueron el motor que
movilizó la etapa de descubrimiento del continente. Una vez agotados los
stocks de lobos marinos de las costas patagónicas, y con el objeto de explotar
zonas de caza alternativas, los buques foqueros comenzaron a buscar costas
cada vez mas australes. Existen registros aduaneros y portuarios que sugieren
que la actividad foquera en Antártida tuvo su inicio al menos a partir del año
1818. Esta actividad creció de un modo constante y solo se detuvo una vez que
las poblaciones de lobos marinos fueron diezmadas y que la actividad dejó de
ser rentable. Luego de la explotación foquera en Antártida sobrevino la
industria ballenera. Esta explotación se extendió desde mediados del siglo 19
hasta mediados del siglo 20 y fue tan intensa, fundamentalmente entre los años
1950 y 1960, que las poblaciones de ballenas se redujeron a solo el 10% de su
tamaño inicial. Como si todo esto no hubiera servido de experiencia, una vez
que la explotación ballenera dejó de ser rentable, a fines de la década del 60
tuvo lugar en Antártida el inicio de la explotación pesquera. Tal como ocurriera
con la explotación foquera y ballenera, la pesca comercial en Antártida se
concentró principalmente en las Islas Shetland del Sur, y en segunda instancia
en las Islas Orcadas del Sur y el extremo norte de la Península Antártica, todas
estas áreas comprendidas dentro del sector reclamado por Argentina. La pesca
comercial en Antártida fue tan intensa que en algunas áreas dejó de ser
rentable en tan solo 3 años de explotación y que algunas de las especies
capturadas prácticamente desaparecieron de las capturas en aguas abiertas y
costeras. Estimaciones recientes indican que en los primeros tres años de
explotación los stocks de peces capturados fueron reducidos al 50 % de los
niveles iniciales y que explotaciones subsiguientes los llevaron por debajo del
20 %.
La explotación de los recursos naturales en Antártida fue tan desmedida
que produjo alteraciones muy importantes, y quizás irreversibles, no solo en las
poblaciones de las especies explotadas, sino también en el ecosistema en su
conjunto. Actualmente se considera que el impacto que la extracción de
recursos vivos tuvo sobre el ecosistema antártico es mucho mas importante
que el producido hasta el momento por los procesos relacionados con el
cambio climático global. Ahora bien, ¿cuáles fueron los factores que
concurrieron para que la explotación de los recursos fuera tan desmedida y
tuviera efectos tan importantes? Entre otros factores podemos mencionar:
1. La voracidad y falta de conciencia ambiental de las empresas y su
capacidad para reconvertir los capitales o las flotas hacia
explotaciones mas rentables una vez agotados los recursos
explotados.
2. La falta de estudios que permitieran prever los efectos de la
explotación intensiva y desmedida de los recursos naturales y que
posibilitaran generar pautas racionales de explotación. Esto se debe
a su vez a que la mayoría de los estudios realizados al momento de
iniciarse las explotaciones eran de carácter cualitativo/descriptivo; los
estudios de carácter cuantitativo y ecológico/sistémico (los que en
definitiva permiten elaborar pautas de manejo y medidas de
remediación) en su mayoría tuvieron lugar una vez que la explotación
de recursos finalizara.
3. La fragilidad del ecosistema antártico. Esto en principio se debería,
entre otros numerosos motivos, a la simplicidad general de las
tramas tróficas, a que varios de los organismos clave del ecosistema
responden a la estrategia reproductiva “K” y a la rigurosidad y
marcada estacionalidad del clima.
La explotación de los recursos naturales no fue la única actividad humana
que de un modo directo produjo alteraciones importantes en el ambiente
antártico. Las actividades humanas relacionadas con los procesos asociados al
cambio climático global, si bien están generando cambios importantes, pueden
ser consideradas como impactos indirectos sobre el ecosistema antártico. La
instalación de bases antárticas permanentes o temporarias, como así también
las actividades logísticas asociadas a las mismas, han producido un impacto
importante en el ecosistema. Entre estos impactos podemos mencionar el
desplazamiento de colonias reproductivas de mamíferos y aves debido a las
actividades próximas a las bases; eliminación o alteración de comunidades
intermareales o litorales debido al vertido de residuos o efluentes cloacales, a
modificaciones en los patrones de erosión de las costas, y a derrames de
combustible (de las bases o de barcos hundidos); erradicación de colonias de
aves y mamíferos debido a matanzas de los individuos para proveer alimento a
los ocupantes de las bases o a los perros de trineo; etc. Aunque algunas
conductas o actividades han sido modificadas para disminuir los impactos
sobre el ambiente, luego de mas de 100 años de presencia permanente del
hombre en el continente antártico, las actividades humanas asociadas a las
bases siguen siendo un factor importante en la modificación adversa del
ambiente. Finalmente, durante las dos últimas décadas el turismo en Antártida
ha crecido de manera importante. Miles de turistas en decenas de barcos
visitan las costas de las Islas Shetland del Sur y el norte de la Península
Antártica entre los meses de Diciembre y Febrero. Si bien actualmente esta
actividad está regulada de modo de minimizar el impacto sobre las colonias
reproductivas de aves y mamíferos y sobre la vegetación, en el pasado los
daños producidos por el turismo fueron importantes. Sin embargo, tal como
ocurre con el funcionamiento de las bases, existe un riesgo potencial de
impacto sobre el ambiente derivado de la logística asociada a esta actividad, a
lo que habría también que agregar las implicancias relacionadas con el turismo
furtivo.
Argentina, al igual que Chile, Francia, el Reino Unido de Gran Bretaña,
Noruega, Australia y Nueva Zelanda, reclama soberanía sobre un sector del
continente antártico. La extensión del territorio reclamado es de 4 millones de
Km2, de los cuales 1.230.000 Km2 corresponden a tierras firmes. Debido a la
posición estratégica del sector reclamado, pero fundamentalmente por la
cantidad y calidad de los recursos renovables y no renovables disponibles, es
de esperar que Argentina desarrolle una política firme y consecuente con la
reafirmación de los derechos territoriales reclamados y con la preservación del
medioambiente y de los recursos. A través de la ratificación de diferentes
tratados (Tratado Antártico, Protocolo de Madrid, entre otros) y de la
participación en diferentes comisiones internacionales (Comisión para la
Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos, Comité Científico
sobre Investigaciones Antárticas, entre otros) Argentina adhirió a un sistema
co-administrado del continente antártico. Este nuevo escenario requiere que, a
los efectos de mantener vigentes y reafirmar los reclamos de soberanía sobre
Antártida y de defender sus recursos, Argentina abandone la estrategia de
“Ocupación de Territorios” y desarrolle nuevas estrategias basadas
fundamentalmente en el conocimiento científico. La situación derivada de los
efectos que el proceso global de cambio climático produce en Antártida y del
marcado deterioro ambiental producido por diferentes actividades humanas en
dicho continente (ver mas arriba) también demanda el inmediato desarrollo y la
implementación de las estrategias basadas en el conocimiento científico
referidas previamente.
Lamentablemente, el modo en el que la actividad antártica está
estructurada, organizada y ejecutada atenta contra el desarrollo de una nueva
política acorde con la realidad actual, por lo que nuestro país sigue aferrado a
estrategias disociadas de la realidad e inconducentes. Intereses sectoriales por
parte de los actores de la actividad antártica, la incapacidad para percibir la
realidad política y ambiental y para tomar las decisiones adecuadas por parte
de los administradores, fallas al momento de comunicar los logros y las
limitaciones por parte de los organismos científicos involucrados en temas
antárticos y la percepción errónea de la realidad antártica por parte de los
formadores de opinión son algunos de los factores que concurren para
determinar tal situación. En la medida en que dichos problemas no sean
subsanados, para lo que es indispensable que la sociedad en su conjunto
perciba de un modo diferente la realidad antártica, la probabilidad real de que
Argentina pueda intervenir activa y efectivamente en la solución de problemas
medioambientales y en la preservación de los recursos disponibles en el sector
antártico reclamado será muy baja.
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