446 Fontqueria 36 (1993) D u r a n t e la segunda etapa, denominada fase de puentes d e tierra, se produjeron las inmigraciones más importantes de la flora neotropical de las Antillas. A mediados del cenozoico, la parte occidental d e Cuba tuvo contacto con el norte d e Centroamérica y Yucatán - R O S E N ( 1 9 8 5 ) - , con la plataforma d e Bahamas, y se aproximó a la Florida -DICKINSON & CONEY (1980)-; la parte oriental contactó con La Española — R O S E N ( 1 9 8 5 ) - y, se supone que, desde el cretácico, norte y sur d e América mantuvieron intercambio d e elementos florísticos a través de la cadena d e las Protoantillas mayores - G E N T R Y ( 1 9 8 2 ) - , flujo que se fue haciendo más intenso en la medida q u e las Protoantillas comenzaron a desplazarse hacia el norte como consecuencia d e la elevación de las Antillas menores. Finalmente, no se descarta la posibilidad de q u e se produjeran migraciones a través de islas efímeras que pudieron existir e n el terciario y que conectaron Cuba con territorios vecinos, incluyendo Centroamérica — I T U R R A L D E - V I N E N T ( 1 9 8 2 ) . Figura 8. Distribución del número de especies por subfamilia LEYENDA VITICOIDEAE VERBE NOIDEAE Tales conexiones biogeográficas con los más importantes centros d e frecuencia y d e variación genética de las verbenáceas en el continente, permitieron q u e se completara la inmigración de géneros neotropicales y pantropicales con centros secundarios d e dispersión en América, siguiendo las rutas señaladas por B O R H I D I ( 1 9 8 5 ) . Por tanto, desde comienzos del neógeno, la familia contaba e n el archipiélago con un rico genofondo q u e comenzó a interactuar con la diversidad geológica y edáfica del territorio, y q u e experimentó u n a fuerte influencia de las diferencias climáticas que existieron entre el mioceno y el plioceno, e incluso d e las fluctuaciones que se produjeron e n el propio pleistoceno; todo lo cual desencadenó fuertes procesos de especiación q u e gestaron el alto grado de endemismo actual. Con los aportes de esta etapa, denominada fase de archipiélago, dado el t a m a ñ o d e la isla y su aislamiento desde comienzos del terciario, Cuba pasó a ser del principal núcleo d e especiación e n las Antillas y, desde temprano, se convirtió e n un centro secundario de dispersión hacia los territorios vecinos, como lo demuestra la distribución de los géneros caribeños Nashia, Petitia y Pseudocarpidium. La aridez del mioceno favoreció la expansión d e los elementos xerofíticos — S A M E K ( 1 9 7 3 ) - , los cuales se replegaron en las épocas húmedas siguientes a lugares favorables, especialmente a donde predominaran rocas calizas y el nivel de precipitaciones se mantuviese bajo por causas orográficas, como ocurre actualmente en el distrito guantanamense. El endemismo d e montaña tiene, según S A M E K ( 1 9 7 3 ) , u n a ola d e divergencia más antigua e n el norte de la provincia d e Holguín y otro secundario e n la Sierra Maestra donde, además d e la altitud, han ejercido u n a notable influencia los factores edáficos y