El Papa en presencia del Tribunal del Emperador

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EL PAPA EN PRESENCIA DEL TRIBUNAL DEL EMPERADOR
Estenografía de las deliberaciones entre el Papa Liberio y el Emperador Constancio en Milán, el año 355
(conservado en TEODORETO, Historia de La Iglesia II, 16; GCS Págs. 131/136)
El Emperador Constancio:” Vos sois un cristiano y el Obispo de nuestra ciudad capital.
Hemos creído oportuno—y os hemos citado aquí para exponéroslo nuevamente con
repetida instancia—que excomulguéis la incalificable y descarada doctrina del infeliz
Atanasio; no dudéis que toda la tierra abriga la convicción de que con ello haríais una buena
obra. Todo un sínodo, por unanimidad, ha llegado a la conclusión de que a Atanasio debía
considerárselo excluido de la Iglesia”
El Obispo Liberio responde: “Emperador, las sentencias de la Iglesia deben fallarse con
justicia muy solicita. Por eso, si a vuestra Majestad place, mandad que se constituya un
Tribunal y si Atanasio, en su presencia es hallado digno de castigo, sea dada entonces la
sentencia de condenación conforme a las normas de los procesos jurídicos de la Iglesia.
Pero jamás será correcto condenar a un hombre en quien no se ha hallado aún causa de
juicio”
El Emperador Constancio: “Toda la tierra ha pronunciado ya su sentencia contra su
conducta porque blasfema de Dios, ¡pero Atanasio se ríe desvergonzadamente a la faz de
todo el mundo!”
El Obispo Liberio: “Ninguno de aquellos que suscribieron entonces había sido testigo
ocular de las inculpaciones. Lo han hecho—delante de Vos—por temor, por cobardía y
servilismo.”
El Emperador: “¿Qué quiere decir: temor, cobardía, servilismo?”
Liberio: “Todos aquellos que no aman la gloria de Dios han preferido dedicarse a
sobornaros y, sin proceso judicial, han condenado a un hombre a quien ni conocían de vista.
¡Cosas tales no deberían ocurrir entre los cristianos!”
El Emperador: “Pero hallándose presente fue condenado en el Sínodo de Tiro con el
veredicto condenatorio de los Obispos del orbe entero”
Liberio: “No, jamás aquel hombre ha sido juzgado hallándose corporalmente presente. Los
allí reunidos deliberaron y resolvieron el caso después que Atanasio hubo abandonado la
sala del Tribunal.”
El eunuco Eusebio advirtió: “En el sínodo de Nicea [1] se le demostró que había apostatado
de la fe católica”
Liberio: “No pasaron de cinco los Obispos que pronunciaron entonces su juicio y eran
precisamente los que iban juntamente con Atanasio a Mareotis [2] Se los había despachado
(desde Tiro) para que amontonaran material de acusación para él. De ellos dos ha muerto
ya: Theogonios y Theodoros. Los tres restantes viven aún: Maris, Valente y Ursacio. En una
deliberación tenida en Sárdica, se pidió a estos tres comisionados sobre los resultados de su
misión por toda respuesta hicieron llegar al Sínodo reunido en un escrito en el que pedía
perdón por el informe, unilateral y calumnioso, Mareotis contra Atanasio. Este petitorio de
arrepentimiento está en nuestro poder y bajo buena custodia. ¿Con quiénes habremos de
comulgar entonces, Majestad: con aquellos que otrora condenaron a Atanasio y que
después pidieron se les perdonara o con aquellos que, nuevamente, se han
pronunciado, por esta condena?”.
El obispo Epictetos: “Oh, Emperador, Liberio no profiere estas grandes palabras porque le
importa la fe ni el derecho de la Iglesia: lo que desea es poder vanagloriarse en presencia de
los Senadores de Roma, por haber desarmado jurídicamente al Cesar”.
El Emperador dirigiéndose a Liberio: ¿ “Qué porción representáis vos en todo en orbe, ya
que Vos solo os empeñáis en permanecer fiel a un hombre infame, perturbando así la paz
del imperio, y de toda la tierra?.
Liberio: “Y aún aunque yo estuviese aquí solo no se amenguarían ni debilitaría los derechos
de la fe. En el Antiguo Testamento tampoco pasaron de tres los que se resistieron al
mandato del Rey”
El eunuco Eusebio: “¿Así que tratáis así al Emperador de Nabucodonosor?”
Liberio:” En modo alguno. Pero vosotros contacta superficialidad condenáis a un hombre a
quien todavía no hemos juzgado. Ahora se me ocurre que debe hacerse algo, y es esto:
Antes debe redactarse una memoria amplia, bien que manual, en defensa de los cánones de
la fe de Nicea….Entre tanto nuestros hermanos en el ministerio episcopal deben ser
llamados del destierro y devueltos a sus sedes respectivas. A continuación, si se llegara a la
conclusión de que los hombres que en este tiempo han provocado esta confusión están
prácticamente de acuerdo con la fe de los Apóstoles, queremos congregarnos en Alejandría,
en donde se encuentra el acusado, los acusadores y el procurador de estos. Allí queremos
someter cuidadosamente a estudio el caso de esta cuestión de disidencia y llegar a una
sentencia acorde”.
El Obispo Epictetos: “¡Es que ni toda la mensajería postal del Estado bastaría para
responder a tamaña afluencia de Obispos!”.
Liberio:”La Iglesia no está sujeta para esto al Estado, ni a su correo. Ese dinero lo reunirán
fácilmente por la colaboración de cada uno de los Obispados, a fin de poder llevar sus
Obispos hasta el mar.
El Emperador: “Lo que ha sido juzgado de una vez por todas, no puede ser sometido
nuevamente a juicio. ¡La mayoría de los Obispos ya han pronunciado su veredicto! ¡Y debe
valer!
Solo Vos os resistís, en calidad de amigo de ese hombre criminal.”
Liberio: “Majestad, jamás se ha oído que un juez llame criminal a un acusado ausente; eso
más bien suena a un desahogo de venganza privada”
El Emperador: “Ese hombre ha ofendido a todos; pero especialmente a mi. No solamente
estaba muy satisfecho de la desaparición de mi hermano mayor: también ha pretendido
fomentar sentimientos hostiles para conmigo en el ánimo de Constante, de santa memoria, y
ha hecho lo indecible para ver hasta donde llegaba mi paciencia antes las pullas de mi
hermano azuzado por él y ante sus mismas provocaciones. Desde entonces ya no puedo
tener paz: ni siquiera me alegra el triunfo sobre Magencio y Silvano: ¡Este hombre
sangriento debe desaparecer del escenario de la Iglesia!”.
Liberio: “En tal caso oh Emperador, ¡No desahoguéis vuestra venganza en complicidad con
unos Obispos! Sabéis que las manos de los eclesiásticos deben permanecer puras para una
obra que es santa. Por eso insisto una vez más: Extended la orden de que los Obispos sean
devueltos a sus respectivas sedes, si así os place: que si después se comprueba que ellos
están identificados con el actual defensor de la nueva fe, concretada en Nicea, pueden
congregarse en un sitio determinado para asegurar la paz del mundo: no se debe condenar
a un hombre inocente.
El Emperador: “Ahora se trata de una sola cosa: mi deseo es devolveros a Roma, pero solo
a condición de que, en armonía con las demás Iglesias, pronunciéis la excomunión.
Condescended, pues, por amor a la paz; suscribidla, y volved a Roma”.
Liberio: “Ya me he despedido de mis hermanos de Roma. ¡Prefiero respetar los derechos
de la Iglesia que permanecer en Roma!”.
El Emperador: “¿Así que os negáis? Os quedan tres días para que reconsideréis. Si luego
otorgáis vuestro consentimiento y suscribís, podréis regresar a Roma; más, si os negareis,
en tal caso id pensando hacia que sitio desearíais ser enviado.”
Liberio: “Ni tres días de reconsideración bastarán para decidirme a cambiar mi resolución
tomada: ¡Enviadme, pues, a donde queráis!”.
Como, después de dos días, fuese interrogado, una vez más, y no hubiese cambiado de
parecer, el Emperador dio la orden de que se le desterrase a Berea, en la Tracia.
Liberio abandonó el lugar del tribunal y el Emperador le remitió quinientas monedas de oro
como viático. Pero Liberio contestó al portador de las mismas:” ¡Retiraos!; devolved esto al
César, ¿Qué lo ha de necesitar para pagar a sus soldados!”.
También la emperatriz le envió igual suma.
Liberio repuso:” Devolved también esto al Emperador, que lo necesitará para la partida de
los soldados. Pero si el César os desprecia, entregádselas a Auxencio y a Epicteto pues
estos aprecian de veras tales cosas.”
Como no aceptó ningún dinero de sus Majestades, el eunuco Eusebio envíole otra suma,
más Liberio le mandó decir:”Tú has robado a las Iglesias de toda la tierra, ¿Y ahora
pretendes arrojar a mis plantas una limosna cual si yo fuera un criminal? ¡Vete, y conviértete
primero al cristianismo!”.
Sin haber aceptado cosa alguna Liberio fue confinado al destierro después de pasado otros
tres días.
[1]
“Nicea” Es o un error del escritor o del copista: debe decir “Tiro” Cofr. También la edición alemana de
la HISTORIA DE LA IGLESIA por Teodoreto: Bibliotek der Kirchenväter (2º edición), tomo 51. Munich, 1926,
Págs. 126 y Sgs.
[2]
“Mareotis” Es una pequeña porción del territorio o diócesis de Alejandría, en donde Atanasio, conforme a las
declaraciones de sus enemigos habría cometido indecibles crueldades. Pero no es verdad lo que dice Liberio:
Atanasio no fue allá personalmente después del Sínodo de Tiro; fueron solamente los comisionados que
debían registrar aquello. Conf. C.F.v Hefele, Historia de los Concilios (2ª edi.), Friburgo, 1873, I, Pág. 467 y
sgs
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