Sobre la ciudad y lo urbano en la era del ambientalismo Graciela Ciselli * y Aldo Enrici ** Resumen Sitio, territorio, o hábitat con cierta estructura morfológica pasible de ser leída y aprovechada. Los territorios en que una ciudad puede ser dividida han sido generados y organizados para posibilitar su lectura. Pero la lectura se inicia cuando la ciudad se urbaniza. Se propone pensar en una antropología de la ciudad que permita problematizar temas urbanos, para repasar situaciones que acontecen en las ciudades penetradas por la multidimensionalidad y la lógica de la multiplicidad de actores. Ellos son los privilegiados para expresar en palabras y en prácticas el sentido de su vida, su cotidianeidad. Nuestra experiencia de la ciudad será exclusiva y privativa. Lo urbano adquiere importancia y distinción en cuanto es la interpretación o causa final de la ciudad, la ficción que se monta sobre la ciudad. Podría verse a la ciudad como un bloque natural al que el hombre pone sentido desde sus acciones. Sin plan ante la necesaria prosecución de un orden que proponga condiciones mínimas de anti entropía, reemerge la figura del proyecto urbano, proyecto como unidad de producción y reproducción de lo urbano y proyecto como instancia posible de invención constante. Palabras clave: ciudad, urbano, entropía Introducción La ciudad y todo lo que representa provoca las más diversas explicaciones, confrontando a arquitectos-urbanistas con artistas y agudizando las miradas antropológicas que lidian por hacerse un lugar en las discusiones sobre problemas urbanos. Por la complejidad que ello significa, en esta ponencia nos centraremos en la distinción entre la ciudad y lo urbano recuperando el método etnográfico como un modo de acercamiento interpretativo a los problemas urbanos. La historiadora Francoise Choay (2004) sostiene que a pesar que la palabra ciudad aún se mantiene en el léxico cotidiano, debemos admitir la desaparición de la ciudad tradicional y repensar acerca de si es la “no-ciudad” o la naturaleza de la urbanización la que la ha sustituido. La situación urbana actual es el resultado de una mutación que se ha producido en el último siglo y medio y confronta dos series de representaciones: las de los arquitectos-urbanistas quienes a través de sus proyectos están al servicio de la acción y la de los artistas, quienes registran la transformación de una ciudad bifronte a través de la guía de sus percepciones. La ciudad es un sitio, un territorio, o hábitat con cierta estructura morfológica pasible de ser leída y aprovechada. Es una concentración de signos que espera no solo lectura sino un reconocimiento de su gramática y en ese sentido aparece como texto deconstruible y construible. Los territorios en que una ciudad puede ser dividida han sido generados y organizados para posibilitar su lectura. Pero la lectura se inicia cuando la ciudad se urbaniza. La llegada de lo urbano deshace la solidaridad entre urbs (territorio físico de la ciudad) y civitas (comunidad de los ciudadanos que la habitan). Ahora se pertenece a la comunidad global, abstracta y virtual. Esta mutación se ha producido con un conjunto de innovaciones técnicas (en transportes y comunicación básicamente) que sustituyen la estática de los lugares edificados creando comportamientos urbanos. Lo urbano es entendido como la ciudad menos su arquitectura. Se constituye en un espacio social, escenario y producto de lo colectivo, la “obra perpetua de sus habitantes” en permanente movilidad, fluctuante, efímero, escenario de metamorfosis constante (Delgado, 1999, 10), es un tener lugar que existe en tanto es usado. Más allá de lo que pudo haber soñado el proyectista, el espacio representa la articulación de prácticas e ideas, que no puede ser leído “puesto que no es un discurso sino una pura potencialidad, que existe solo y en tanto alguien lo organice a partir de sus prácticas”, (Delgado, 2004, 9). La palabra urbanismo, que nació en el marco de una reflexión sobre el impacto espacial de la revolución industrial, designa dos tipos de actuación distintos: como ciencia y como acción política. En la primera se refiere a una nueva disciplina que se declara autónoma y que pretende ser ciencia de la concepción de las ciudades mediante el análisis crítico de la ciudad existente y la construcción de un modelo de ciudad que puede ser construida y reproducida ex nihilo. En la segunda designa otro procedimiento, pragmático que busca regularizar y organizar el movimiento de los flujos demográficos (Choay, 2004, 63). A su vez, el urbanismo, como ordenamiento local del territorio, constituye el “conjunto de medidas estatales destinadas a ordenar los espacios habitables, para promover mejores condiciones de vida (calidad de vida, ambiente sano) al hombre en comunidad. Es decir, sobre áreas en donde el hombre ejerce colectivamente cualquiera de las cuatro funciones sociales: habitación, trabajo, circulación, recreación. Jurídicamente hablando, ese espacio urbano público está sometido a una instancia de control que se “considera autorizada a administrar su empleo, restringir su acceso y distribuir significados afines a su ideología” (Delgado, 2004, 10), de ahí que sirva de soporte para la proclamación de la memoria oficial. La contribución de lo urbano a la Antropología, justamente, consiste en presentarle al análisis una gama de fenómenos que se dan con menor frecuencia o nunca en otros contextos (Delgado, 1999, 2). Lacarrieu propone pensar en una antropología de la ciudad que permita problematizar temas urbanos, para pensar y repensar situaciones que acontecen en las ciudades penetradas por la multidimensionalidad y la lógica de la multiplicidad de actores (Lacarrieu, 2007). La Antropología urbana1 está preparada para analizar situaciones con una mirada circunstanciada y detallada que permite ahondar en elementos de la vida social bajo un prisma relacional. La posibilidad de desarrollar ciertas técnicas de campo, mediante relaciones “cara a cara” es altamente posible en microterritorios. El valor de la etnografía (Guber, 2001 y 2004 y Geertz, 2000) está en su triple acepción: Como enfoque interpretativo, la “descripción densa” (Geertz, 2000) reconoce los horizontes de la comprensión dentro de los cuales los actores clasifican el comportamiento y le atribuyen sentido, el qué, por qué ha ocurrido y como es para ellos. El investigador debe aprehender las estructuras conceptuales con que la gente actúa y hace inteligible su conducta. Adoptar un enfoque etnográfico es elaborar una representación coherente de lo que piensan y dicen los nativos. Como método, la etnografía es el conjunto de actividades que suele designarse como “trabajo de campo” y cuyo resultado se emplea como evidencia para la descripción. Son los actores los privilegiados para expresar en palabras y en prácticas el sentido de su vida, su cotidianeidad. La flexibilidad del trabajo de campo sirve para advertir lo imprevisible, mediante la utilización de técnicas no directivas –observación participante y entrevista no dirigida- y la residencia prolongada con los sujetos de estudio. El conocimiento está mediado por la figura del investigador. 1 Después de la Segunda Guerra Mundial, la antropología urbana ya se estaba perfilando como una especialización dentro de la disciplina. Muy vinculada desde sus orígenes a la Sociología, puede considerarse heredera tanto de las orientaciones teóricas y metodológicas de los etnógrafos de Chicago, representados por sociólogos como Robert Ezra Park, Robert Redfield, Nels Anderson o Louis Wirth,o el Rhodes-Livingstone Institute fundado en 1937 y la escuela antropológica de Manchester, cuyos estudios urbanos desarrollados en las ciudades mineras de las colonias de África Central por antropólogos como Godfrey y Mónica Wilson, Max Gluckman, Clyde Mitchell, o A. L. Epstein, entre otros, harán de la investigación británica una de las pioneras a escala mundial en antropología social. Begoña García Pastor De la antropología a la antropología urbana. Universidad Jaime I, Castellón. Gazeta de Antropología Nº 24, 2008 Texto 24-50 La tercera acepción del término es la descripción textual del comportamiento en una cultura particular, resultante del trabajo de campo. En esta presentación, generalmente monográfica, el antropólogo intenta representar, interpretar o traducir una cultura o determinados aspectos de una cultura para lectores que no están familiarizados con ella. La ciudad se vive como un mundo y es percibida por nuestros sentidos que se concatenan y relacionan, haciendo que nuestra experiencia de la ciudad sea exclusiva y privativa. La ciudad actúa como soporte de las actividades y percepciones urbanas, manteniéndose suspendida entre la certeza y la incertidumbre, la fe y la duda. Así pues, una ciudad es percibida, no solo por las sensaciones visuales de color, forma o luz, sino a través de todos los sentidos, como el olfato, el oído, el tacto y por todas las relaciones entabladas entre las sensaciones de un tipo y otro, particularizándolas con otras impresiones psicológicas personales (López Rodríguez, 2008). Se establece de esta forma un mapa mental del territorio abarcado por la ciudad. Este mapa "personal" lo utilizamos en nuestra orientación cotidiana por la ciudad, en nuestros trayectos a través de ella. Es así como el ciudadano desempeña un papel activo al percibir el mundo, -pues lo interpreta- y tiene una participación creadora en la elaboración de su imagen (López Rodríguez, 2008). En síntesis, la ciudad remite a la materialidad, a las formas, a lo estable mientras que lo urbano a la vida que tiene lugar en el interior de las ciudades y la trasciende, la que sufre mutaciones. A diferencia de lo que sucede con la ciudad, lo urbano no es un espacio que pueda ser morado; la ciudad tiene habitantes, lo urbano no. Siguiendo a Henri Lefebvre “la ciudad se compone de espacios inhabitados e incluso inhabitables: edificios públicos, monumentos, plazas, calles, vacíos grandes o pequeños” (Lefebvre, 1978, 79). Tomemos como ejemplo un parque. Su construcción, su diseño, su belleza constituyen parte de la ciudad. Ahora, su aprovechamiento, su disposición para que pueda ser visitado, comprendido y utilizado como apoteosis de lo construido es su espíritu urbano. Por eso no depende tanto de la construcción en sí, sino del modo en que los usuarios están en condiciones de disfrutarlo para que sea un espacio urbano. Qué es lo urbano sino la interpretación o causa final de la ciudad o en todo caso la causa final interpretada. En cierta medida constituye la ficción que se monta sobre la ciudad. Podría verse a la ciudad como un bloque natural al que el hombre pone sentido desde sus acciones. Aunque esas acciones no implican un contacto con elementos básicos sino que yacen conjurados por la creencia en el comercio, la industria o los servicios. La urbanización era una fuerza primordial del intelecto que disponía la ciudad con el fin de cuidar a los habitantes, asentados en centros o nodos alejados de lo rural y ligados al comercio y la industria. Con el tiempo, las familias empezaron a salir de las ciudades en busca de mayores espacios y mejor calidad de vida. Todo lo que pedían al progreso era una casa con jardín, rodeada de árboles, cerca de una escuela, un templo, un centro comercial y una autopista. La urbanización actual Los suburbios y los countries abrieron la puerta a la vida posturbana. La demanda creó la oferta. Los suburbios se llenaron entonces de servicios, y los servicios atrajeron a las compañías de la economía postindustrial. Empresas de alta tecnología ocuparon torres de cristal, construidas junto a hoteles de cinco estrellas, a estaciones de metro y nuevas autopistas. Las variedades sobran como el edificio de telefónica montado sobre una antigua estructura de la gran vía de Madrid, ofreciendo todos los adelantos tecnológicos. La riqueza se desbordaba. La crisis económica y la guerra contra el terrorismo en el caso de los Estados Unidos han acumulado la transformación de la sociedad suburbial en otra posturbana más rica, segregada y sostenible donde la concentración de servicios cerca de casa corta drásticamente los viajes al centro de la ciudad. Las distancias, sin embargo, siguen siendo muy grandes, y el vehículo es una herramienta no sólo para superar el territorio, sino también para articular la vida social, como el inconsciente huevo o placenta en la que diariamente nos introducimos para tener vida interior. Un lugar para fumar, para hablar por teléfono para verse al espejo y depilarse, para manejar y manejarse por el mundo en un camino muchas veces pasivo, cerrado, profundamente localizador de sí mismo en un GPS, cuidado por bolsas de aire y cinturones. La sensación imaginaria de morir en un auto lleva a la sensación de morir en una incubadora, dentro de la placenta, acaso una muerte placentera uniendo extremos de ciudades, de tiempo, de actividades económica. Acaso naceremos y viviremos en la ruta, o ya lo estamos haciendo. Es en los espacios interiores y egocéntricos donde las relaciones adquieren sentido. “La vida posturbana, de todas formas, fomenta la soledad, la tendencia entrópica, y que se combate, sobre todo, visitando un centro comercial en fin de semana, teniendo hijos y regulando las relaciones sociales. Las invitaciones a cenar son con hora de entrada y salida, y es mejor dar las gracias con un "gracias", por escrito. Es así, dentro de este orden, como se puede seguir cómodamente sentado en sofás viendo cómo el mundo discurre entre catástrofes o cómo ya está planeada la hora del evento, para lo cual reservamos nuestra agenda, inofensivamente por televisor o por fuera del automóvil. El espacio interior se disfruta mejor sabiéndose a salvo de todos los males del mundo inmigrante extranjero (Mas de Xaxàs, 2003). Xavier de Xaxàs se refiere a este repertorio en los Estados Unidos, que sin duda muestra la instancia conservadora de los norteamericanos. Así, sostiene que las casas, por tanto, “… son templos inviolables, lugares sagrados para el hombre que se hace a sí mismo, refugios, en definitiva, donde reafirmar la bondad del sistema y reforzar la convicción de que el mejor mundo posible es americano”, (Mas de Xaxàs, 2003). A partir de que la idea del desarrollo sustentable saltó al escenario con pretensiones de paradigma mayor (1987) 2, se ha venido suscitando una extensa polémica en torno a éste. En los extremos se encuentran, por un lado, quienes los consideran una pieza clave para enfrentar los actuales problemas que ha suscitado el desarrollo convencional y, por otro, quienes son totalmente escépticos en cuanto a su eficacia. La urbanización es una organización fluida y pasajera similar a los movimientos financieros que se concentran y desconcentran, desplazan y reinventan de acuerdo a los mismos flujos que se concentran y generan ciudadanía en condiciones de migrar, de tener varios hogares, según el trabajo y la época. Se trata de hallar el sentido ideológico y político del ecologismo y en consecuencia de los que plantean el desarrollo sustentable (que traduce como “sostenible”). También, como sucede con nosotros, esto inquiere acerca de su carácter emancipador. En este aspecto, guarda una cautela que se expresa en la búsqueda analítica de las teorías y las prácticas de los movimientos ecologistas, establece una tipología de éstos para los movimientos sociales en general. En este sentido la formación de alas de avión de Brasilia (Fig. 1) y de alas de insecto (Fig. 2) de las figuras siguientes difunde la impresión de una ciudad lista para despegar y aterrizar en otro lugar, toda y en su totalidad organizada y disponible para el viaje. No es el planeamiento el modelo de disponer de las ciudades sino el planeamiento estratégico, donde cada ciudad en sus componentes se autorregula y reflexiona en conjunto sobre las posibilidades de goce, y producción, trabajo y ocio cada vez más cercanos, cada vez más indefinidos. El trabajo no cansa y el ocio se transforma en exigencia física y mental, de modo que es más productivo y deben generarse elementos para que dicho ocio productivo, por lo que se produce para el ocio, más pleno que nunca. Hay un replanteo del plan, que ha sido substituido por un paradigma de lo sin paradigma, de lo objetivo sin objeto. Figura 1. Figura 2. Comparación entre el esqueleto aéreo de la ciudad de Brasilia (Fig. 1) y un diseño organicista- (Fig. 2). 2 Como es bien sabido, el término desarrollo sustentable es lanzado por las Naciones Unidas, en base al Informe Brundtland: Nuestro futuro común. ONU. 1987. Probablemente estemos ante la cara de un momento histórico que penetra la modalidad del fin del plan. Sin plan ante la necesaria prosecución de un orden que proponga condiciones mínimas de anti entropía, reemerge la figura del proyecto urbano, proyecto como unidad de producción de lo urbano y proyecto como instancia posible de control; proyecto sintético productivo y proyecto analítico crítico. Ha perdido lugar la estaticidad y la planificación de funciones en torno a los espacios diseñados para tal o cual. Lo disfuncional promete otras cosas no previstas en un mundo previsto para lo no previsto. Lo entrópico conduce a un final similar a la muerte, podríamos cuestionar si no es esta la verdadera utopía posmoderna. La negentropia como fin de la entropía. El proceso de la Entropía es el proceso de cambio de la tasa de energía en un sistema físico, cuando pasa de un estado de más concentración de energía a otro de menos concentración (desigualdad a igualdad). O en un sistema no físico que pasa de un estado de más orden estructural a otro de menor orden (organización a desorganización). La Ley de la Entropía establece que todo ente, sea objeto, entidad, cosa, cuerpo, sistema, organización, sociedad, etc., comienza con su nacimiento, atraviesa distintos estados en cada uno de los cuales usa parte de la energía para darse coherencia, vitalidad, orden, etc., hasta arribar a un estado final, en que la energía desaparece totalmente, y consecuentemente el ente deja de actuar. Puede considerarse como la pérdida de las relaciones que conforman un sistema. Consideremos así la pérdida de las relaciones que conforman un sistema y el pasaje a otro sistema. Una vieja fábrica puede ser un instituto de arte, tal el caso de fábricas recuperadas por jóvenes de pueblos originarios, artistas, ideológicamente “desterritorializados” que viven en la ciudad, quienes toman sitios inhabitables a los que dan sentido mediante el arte inhóspito, o la construcción de casas nómades para llevar a una bienal de arte, estando en su esencia estética la pérdida de funcionalidad y el desplazamiento. En las casas nómades, lo que se retrata es el viaje de la casa por la ciudad, pasando desde su lugar de construcción, suburbano, hacia el centro más aburguesado de la ciudad como obra de arte. Un arte que tiene de belleza la reconstrucción identitaria de su historia, el rescate de lo imperceptible como forma de embellecer y de dar sentido de posibles mutaciones neg-entropicas. La historia “a contrapelo” trata de buscar el pasado no como una cosa fija, ni siquiera un proceso continuo. No es un saber fijo ni un relato causal, con lo que entonces “será necesario renunciar al secular modelo del progreso histórico (…) toda negación sirve de segundo plano a los lineamientos de lo vivo, de lo positivo, de suerte que los fenómenos llamados ‘caducidad y decadencia’ deben ser considerados como los precursores, los espejismos de las grandes síntesis posteriores” (Didi-Huberman, 2006, 136). Este es el modelo que fija Didi-Huberman sobre la base de los textos de Benjamín, en especial las Tesis sobre la filosofía de la historia. La imagen constituye para Benjamín el fenómeno originario de la historia: “una imagen es aquello donde el tiempo pasado se encuentra con el ahora en un relámpago, formando una constelación. En otros términos, la imagen es la dialéctica en suspenso. Pues mientras que la relación del presente con el pasado es puramente temporal la relación destiempo pasado con el ahora presente es dialéctica: no es algo que se desarrolla, sino una imagen entrecortada, a lo que DidiHuberman llama malicia visual del tiempo en la historia. Como un ritmo extraño que desmonta la historia, arroja en la confusión. La imagen desmonta la historia como el desarme de un reloj. El reloj deja de funcionar. Está en suspensión, “trae aparejado un efecto de conocimiento que sería imposible de otro modo. Se pueden separar las piezas de un reloj para aniquilar el insoportable tic tac, pero también para entender mejor como funciona. Tal es el doble régimen que describe el verbo desmontar: de un lado la caída turbulenta y del otro el discernimiento, la deconstrucción estructural” (Didi-Huberman, 2006, 156). En el arte el montaje supone la disociación previa de lo que construye, como efecto del desmontaje por lo que en suma se remonta un “no saber” turbulento, entrecortado, fracturado como naturaleza exacta a la que ya hemos referido justipreciándolo por los andrajos, el deshecho en lugar de lo sintético y lo compuesto significativo. Esa es la naturaleza exacta, la que no hay que perforar ni destruir sino recoger en jirones. Los casos locales El Complejo la Herradura Country Club, está a 30 km de Comodoro (Provincia de Chubut y a 30 km de Caleta Olivia (Provincia de Santa Cruz), aparece como un desprendimiento de cualquier ciudad, de ambas, pensado para vivir, para no salir, o para internarse en una espiral que finaliza en playas privadas y el mar. Como pieza de reloj, como malicia de los ricos que defienden sus derechos privados y el maximo nivel en el contrato social, mientras el mundo sucede por television. Cada vez más apartados del mundo, en una utopía como la de Thomas Moro hacen sustentable la clase social que ama el dinero como diagnóstico de la necesidad de evadir, evitando cruces y contactos. Un vecindario constelación, cuya organización es endógena, al igual que un asentamiento irregular. Puede vincularse la imagen de La Herradura3 (Figura 3) con la imagen de Ushuaia (Figura 4), en la que las células rojas indican los asentamientos irregulares u ocupantes que invaden la ciudad. Como la ciudad está en una isla, bordeada por un bosque, hay una suerte de convivencia cuasi inevitable con la ocupacion territorial, vista como hibridez ocupacional, donde definitivamente muy pocos pretenden el título sino más bien la posesion de espacios para construir sus viviendas de modo transitorio. Para protegerse, las organizaciones barriales legales o pioneras se guarecen fisicamente adoptando posiciones espiraloides organizadas en forma circular, donde los terrenos vecinos se abrazan entre sí como si fueran territorios ilegales o anti ciudades. Existen urbanizaciones sin ciudades o posturbanizaciones que son lugares donde solo se vive de modo privado e 3 La Herradura es un barrio cerrado o Country Club, cuyos lotes se venden a más de 60.000 dólares –según datos de 2009-, a un valor aproximado de 1000 dólares el metro cuadrado. intimamente comunitario, lejos de la ciudad, como edificacion, ahora cada vez mas vacía y tendiente a convertirse en espacio de visita. Las urbanizaciones han creado relaciones cerradas, sumamente privadas, alejadas de los lugares de trabajo, e incluso donde se trabaja a la par del ocio. Figura 3. Complejo La Herradura Figura 4. Plano de la ciudad de Ushuaia Comentario final La ciudad designa estáticamente a la materialidad, a las formas, lo urbano a la vitalidad y contingencia que tiene lugar en el interior de las ciudades y la trasciende, la que sufre mutaciones. Lo urbano no es un espacio que pueda ser ocupado; la ciudad tiene habitantes, lo urbano no; la ciudad se compone de espacios inhabitados e incluso inhabitables: edificios públicos, monumentos, plazas, calles, vacíos grandes o pequeños. Tomemos como ejemplo un parque. Su construcción, su diseño, su belleza constituyen parte de la ciudad. Pero el significado, lo que implica un parque depende de las experiencias. Un lugar donde se territorializan las acciones como experiencias. Es un parque donde juegan nuestros hijos y quedará en sus memorias una trascendencia distinta a la del peatón que la cruza a la mañana o por la noche. Los novios que se encuentran en la plaza tendrán otro interés y visión. Pero además la relación con las cosas es muy diferente. El césped puede importarles a los niños que se acuesten sobre el mismo, aunque pasa desapercibido para mayores. Los juegos no son descubiertos como tales si no es por su uso o interés. La estaticidad y la planificación de funciones son relativamente secundarias Lo disfuncional es el espacio de acciones no previstas en un mundo previsto para lo no previsto. Lo entrópico conduce a un final análogo a la muerte. La negentropía como fin de la entropía. El proceso de la Entropía de las ciudades permite una fluidez negentrópica, o en un sistema de menor orden. La Entropía de las ciudades ha hecho que las ciudades fueran deviniendo en diferentes escenarios de sentido, a veces muy opuestos a los previstos aunque no siempre negativos según esa oposición marcada. Lo urbano o la urbanización constante permiten reacomodar la ciudad como acción antes que como espacio. La ciudad es actuada en virtud de su habitabilidad diferente. Una ciudad, en el límite de su entropía pasa a ser otra ciudad, o casi ninguna, sino que se dispone para su diario nomadismo, su diario encuentro, sus hallazgos imprevisibles. Acaso la idea de que no hay ciudades sino migajas arqueológicas recientes que habitamos supone una crisis de sobresaliente que esperábamos. Bibliografía Choay, Francoise (2004) “El reino de lo urbano y la muerte de la ciudad”. En Ramos Ange (ed.) Lo urbano en 20 autores contemporáneos. Barcelona: UPC. Delgado, Manuel (1999) “La ciudad no es lo urbano”. En Ciudad líquida, ciudad interrumpida. La urbs contra la polis. Medellín: Universidad de Antioquía Delgado, Manuel (2004) “De la ciudad concebida a la ciudad practicada”. En: Archipiélago: Cuadernos de crítica de la cultura. N° 62, (Ejemplar dedicado a: Crisis y Reinvención de la Ciudad Contemporánea). Barcelona. Didi-Huberman, Georges (2006). . Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora. Geertz, Clifford (2000) "Descripción densa: hacia una teoría interpretativa de la cultura". En La interpretación de las culturas. Barcelona. Gedisa. Guber, Rosana (2001) La etnografía. Método, campo y reflexividad. Bogotá: Norma. Guber, Rosana (2004) El salvaje metropolitano. Reconstrucción del conocimiento social en el trabajo de campo. Buenos Aires: Paidós Lacarrieu, Mónica (2007) “Una antropología de las ciudades y la ciudad de los antropólogos”. En Nueva Antropología. Revista de Ciencias Sociales. N° 67. Pp. 1339. México: UNAM. Lefebvre, Henri (1978) El derecho a la ciudad. Barcelona. Península. López Rodríguez, Silvia (2008) “Hacia una subjetivación de las investigaciones urbanas. Bases para la creación de una plataforma metodológica transdisciplinar analítica y de diagnosis del ambiente urbano”. En Gazeta de Antropología, Nº 24 /1, 2008, Artículo 20. Granada: Universidad de Granada. Mas de Xaxàs, Xavier (25-05-2003) “Ciudad Difusa y Ciudad Sostenible”, En Magazine La Vanguardia. *** * Graciela Ciselli: es Historiadora. Magister en Antropología Social (UNaM). Maestranda en Derecho ambiental y derecho urbanístico (Universidad Nacional del Litoral). Docente de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral y de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Ha publicado varios libros y numerosos artículos. [E-mail: [email protected]]. ** Aldo Enrici: Dr. en Filosofía, especialidad Hermenéutica Aplicada (Universidad Autónoma de Madrid). Docente de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral y de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Ha publicado varios libros y numerosos artículos sobre filosofía. [E-mail: [email protected]].