ESTADO SOLIDO Al contrario de lo que sucede con los

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ESTADO SOLIDO
Al contrario de lo que sucede con los estados líquido y gaseoso, una sustancia en estado sólido
posee forma definida y rigidez. Por rigidez se entiende que la energía de las atracciones
intermoleculares es mucho mayor que la energía cinética de las moléculas individuales. Los sólidos
exhiben un amplio rango de propiedades; así una lámina delgada de hoja de aluminio es lo
suficientemente flexible para utilizarse como envoltura, pero una lámina de vidrio de idéntico
espesor no. Para organizar su estudio distinguiremos dos categorías de sólidos: los cristalinos y los
amorfos. Un sólido cristalino es un sólido en el cual las unidades que constituyen la sustancia están
dispuestas en una estructura regular que se manifiesta en toda la masa de la sustancia. Si se
conocen las posiciones relativas de un pequeño número de unidades, se puede predecir con toda
exactitud el lugar en donde se encuentran localizadas las restantes. En un sólido amorfo, por el
contrario, no existe el orden de largo alcance característico de los sólidos cristalinos. Muchos de
los sólidos amorfos están formados por moléculas de gran tamaño que en estado líquido
presentan una viscosidad elevada. Cuando la temperatura del líquido disminuye, las moléculas de
tamaño grande se mueven tan despacio que no les es posible organizarse de la forma ordenada
que se requiere en el estado cristalino. El vidrio y la mayor parte de los plásticos pertenecen a este
tipo de sustancias. Una característica que los diferencia de forma más marcada de los sólidos
cristalinos es que su transición de sólido a líquido tiene lugar de forma gradual a lo largo de un
amplio intervalo de temperatura.
En lo que sigue, nuestra atención se va a centrar en el estudio de los sólidos cristalinos y, para ello,
podemos clasificarlos de acuerdo con la naturaleza de las fuerzas que mantienen unidas entre sí
sus partículas constituyentes. Este tipo de fuerzas con frecuencia reciben el nombre de fuerzas
cristalinas.
SOLIDOS MOLECULARES
Las partículas que forman la estructura reticular de un sólido molecular son moléculas que se
mantienen unidas entre sí por uno o más de los tres tipos de fuerzas cohesivas que existen entre
especies eléctricamente neutras: dispersión, dipolo - dipolo y enlace de hidrógeno. Propiedades
físicas tales como los puntos de fusión y dureza de los sólidos moleculares, como H2O, CO2 y I2,
varían considerablemente dependiendo de las fortalezas de las interacciones intermoleculares. Los
gases nobles están incluidos dentro de este grupo aunque están constituidos por átomos y no
moléculas, en virtud de que sus fuerzas cohesivas son del tipo dispersión. Debido a que las fuerzas
que mantienen unidas las moléculas entre sí son relativamente débiles, los sólidos moleculares
tienen puntos de fusión bajos. Puesto que las fuerzas de dispersión aumentan con el tamaño de la
molécula, los puntos de fusión de sólidos moleculares de sustancias semejantes aumentan con la
masa molecular.
SOLIDOS DE REDES COVALENTES
En ciertos sólidos, los átomos están unidos entre sí a través de una red tridimensional de enlaces
covalentes que abarca a todo el sólido cristalino y se denominan sólidos de redes covalentes. En
estos casos, las fuerzas intra e intermoleculares no se diferencian, ya que todo el cristal es una red
única de enlaces covalentes; donde cada muestra de sustancia sólida es una molécula gigante.
El diamante es un ejemplo de sólido de red covalente; en él, cada átomo de carbono está unido
covalentemente a otros cuatro átomos de carbono situados en los vértices de un tetraedro [Figura
12.22(a)]. Como los átomos están unidos en las tres dimensiones mediante enlaces covalentes
fuertes, los sólidos de redes covalentes normalmente tienen puntos de fusión muy elevados y son
materiales muy duros y el diamante es la sustancia más dura que se conoce.
Otros ejemplos de cristales covalentes están representados por minerales en los que el silicio y el
oxígeno están unidos mediante enlaces covalentes. El cuarzo y muchas arenas, por ejemplo, están
formados prácticamente por sílice, SiO2 , puro, en donde cada átomo de Si está unido a cuatro
átomos de oxígeno situados en los vértices de un tetraedro y cada átomo de oxígeno está unido a
dos átomos de silicio. Cuando la sílice se calienta alrededor de los 1600
o
C, se rompen muchos de sus enlaces Si—O transformándose de sólido cristalino a un líquido
viscoso. Cuando este fluido se enfría, algunos de los enlaces Si—O vuelven a formarse sin
ordenamiento alguno dando lugar a un sólido amorfo no cristalino denominado vidrio de cuarzo.
Mezclándole aditivos adecuados antes de que se enfríe, se pueden preparar vidrios de
características muy variadas. El vidrio común de ventana se prepara adicionando CaCO3. Mediante
la adición de ciertos metales de transición se pueden preparar vidrios de colores variados, y la
adición de B2O3 produce un vidrio boro silicato de elevado punto de fusión que se vende bajo el
nombre comercial de Pyrex. El vidrio borosilicatado es muy útil para la fabricación de utensilios de
cocina y material de laboratorio por su baja expansión cuando se calienta y su elevada resistencia
al shock térmico.
El grafito es otra forma cristalina del carbono, pero sus fuerzas cristalinas son de tipo covalente y
de van der Waals [Figura 12.22(b)]. Los átomos de carbono con hibridación sp2 forman capas de
átomos unidos entre sí mediante enlaces covalentes que mantienen unido al sólido en tan sólo
dos dimensiones de las capas, mientras que las fuerzas de van del Waals más débiles mantienen
unidas las capas entre sí. En contraste con el diamante, el grafito es blando debido a las débiles
atracciones de van der Waals que permiten a las capas bidimensionales deslizarse entre sí. El
grafito es la sustancia negra y resbaladiza utilizada como «mina» de los lápices, electrodos de
baterías y lubricante de cerraduras. Todas estas aplicaciones derivan de su estructura en capas. A
presiones normales es un material más estable que el diamante, pero puede convertirse en éste a
elevadas presiones. En la actualidad se fabrican diamantes comprimiendo grafito a 150 000
atmósferas y temperaturas elevadas. http://www.youtube.com/watch?v=SjOXiUq6TME.
Para designarlas dos o más formas moleculares o cristalinas que puede presentar un elemento en
el mismo estado, pero que exhiben propiedades físicas y químicas diferentes, se utiliza el término
alótropo. El diamante y grafito son alótropos, aunque no los únicos; el carbono; el azufre, fósforo
y cinc son otros elementos que tienen formas alotrópicas en estado sólido, y O2 y O3 son ejemplos
de alótropos gaseosos.
Solidos Iónicos
Formado por iones de carga opuesta que se mantienen unidos entre sí como consecuencia de
atracciones electrostáticas. Las atracciones electrostáticas que mantienen a los iones en un cristal
de un sólido iónico son relativamente muy intensas, comparables en fortaleza a los enlaces
covalentes. Una característica propia de los compuestos iónicos es su elevado punto de fusión y,
además, son sustancias relativamente duras y quebradizas. En estado sólido no pueden conducir la
electricidad porque los iones están “fijos”, pero, una vez fundidos, son excelentes conductores
porque los iones tienen libertad para moverse. Muchos de los compuestos binarios que se forman
cuando reaccionan elementos metálicos con no metálicos, como, por ejemplo, NaCl o MgO,
forman sólidos iónicos. En estas estructuras no existen moléculas como unidades individuales
porque las uniones entre las partículas se extienden a lo largo y ancho de todo el cristal. Todos los
compuestos
iónicos
forman
sólidos
cristalinos.
Solidos Metálicos
Están formados por átomos metálicos. Los elementos metálicos forman sólidos cristalinos que
exhiben propiedades únicas tales como elevada conductividad térmica y eléctrica, brillo metálico,
maleabilidad y ductilidad (formar laminas o alambres por presión). El enlace especial capaz de
justificar estas propiedades se denomina enlace metálico y de él nos hemos ocupado
ya en anteriores clases (11.11). Recordemos aquí tan sólo que un cristal metálico, es un conjunto
de “iones positivos” dispuestos de forma regular en un «mar de electrones» que los mantienen
unidos. Los electrones que forman la nube de carga negativa no pertenecen a ningún átomo
específico y se mueven fácilmente a lo largo y ancho del cristal. Los metales tienen un rango muy
amplio de sus puntos de fusión. El galio, funde a 29.78 oC, por debajo de la temperatura del cuerpo
humano, y el mercurio permanece en forma líquida a temperaturas en las que el agua solidifica.
Sin embargo, hay muchos metales que necesitan sobrepasar los 1000 oC para que fundan, llegando
a 3410 oC en el tungsteno, el metal de punto de fusión más elevado. En la siguiente Tabla se
resumen
las
características
de
los
distintos
sólidos
que
hemos
tratado.
MODELO DEL MAR DE ELECTRONES
DEL ENLACE METALICO
Estructuras Cristalinas
Tal como hemos visto en la sección anterior, los sólidos se pueden clasificar tomando como
criterio la naturaleza de sus fuerzas cohesivas; pero también, y en este caso solamente los sólidos
cristalinos, se pueden clasificar basándonos en las características geométricas de sus retículos
cristalinos. Dado que un cristal está formado por un número extraordinariamente grande de
partículas de tamaño atómico, es posible describir la forma en que están dispuestas conociendo el
lugar en donde se encuentran localizadas unas pocas en el interior del sólido. Las partículas
microscópicas de un sólido cristalino (átomos, iones o moléculas) están situadas obedeciendo una
estructura geométrica regular, por lo general de naturaleza sencilla. Aunque las partículas
constituyentes del cristal pueden ser de considerable tamaño e incluso poliatómicas, como en el
caso de los iones NO-2, generalmente es útil considerar a un cristal como un enrejado
tridimensional de puntos o puntos reticulares, y la disposición geométrica de los mismos es lo que
entendemos por retículo cristalino. El retículo cristalino es una abstracción deducida del cristal
real para expresar el esquema de repetición que se manifiesta en dicho cristal.
La visualización de los conceptos geométricos resulta más sencilla en dos que en tres dimensiones,
por lo que, a modo de introducción, podemos fijar nuestra atención en los retículos
bidimensionales de la Figura 12.23.
Cada retículo se puede describir considerando que está constituido por un número determinado de celdas
unidad idénticas, de forma similar a como un pavimento está formado por un cierto número de baldosas.
Aunque una celda unidad se puede definir de formas muy distintas (Figura 12.23), lo más útil es hacerlo
como el paralelogramo más pequeño posible que tiene la misma simetría que el retículo. El tamaño y la
forma de la celda unidad bidimensional están definidas por los cuatro puntos del retículo situados en los
vértices de la celda. En principio se puede proponer un retículo de cualquier tamaño alineando celdas
unidad contiguas, de la misma forma que se puede cubrir un suelo de cualquier tamaño colocando un
número determinado de baldosas adyacentes entre sí. Una celda que posee un punto reticular en su
interior se denomina centrada, mientras que las que no contienen ningún grupo interior se llaman
primitivas o simples.
En el espacio no es de sorprender que existan más posibilidades. Para definir una celda unidad se necesitan
ocho puntos, que son los vértices de la celda, y tienen que ser elegidos de tal forma que definan una caja
que tenga tres pares de caras paralelas; las figuras sólidas de este tipo se denominan paralelepípedos. Cada
celda unidad del cristal está formada por los mismos puntos del mismo tipo, en idénticos lugares y las
mismas posiciones relativas. El contenido de la celda unidad es el motivo repetitivo del cual está constituido
el cristal. Los lados y las aristas de la celda unidad pueden atravesar los puntos y, en ese caso, solamente las
porciones de átomos situados en el interior de la celda unidad se cuentan como pertenecientes a la celda en
cuestión. Los átomos situados en espacios fronterizos cuentan como compartidos. Las celdas unidad y los
retículos cristalinos, que son el producto de la imaginación humana, permiten visualizar la estructura de
un cristal como el resultado de apilar cuidadosamente (lado con lado, frente con espalda y suelo con
techo) pequeños ladrillos. Una única celda unidad contiene toda la información estructural acerca del
cristal, porque el cristal en principio podría construirse haciendo un número muy grande de copias del
original de la celda unidad y apilarlas convenientemente (Figura 12.24)
El tamaño y la forma de una celda unidad quedan completamente descritos una vez establecidas las
longitudes de sus tres aristas (a, b y c) y la magnitud de sus tres ángulos (α, β y γ), que se denomina
parámetros de celda o constantes de celda. Debido a las restricciones de tipo geométrico, sólo es posible
un número limitado de retículos cristalinos, los cuales se pueden agrupar en siete sistemas, definidos por las
longitudes relativas de las aristas y los ángulos entre las mismas de la celda unidad. En la Figura 12.25 y en la
Tabla 12.10, se muestran las celdas unidad de cada uno de los sistemas cristalinos.
El número de diferentes sistemas existentes es una limitación matemática que no tiene nada que
ver con las propiedades físicas o químicas de las sustancias.
Existe un sinfín de posibilidades a la hora de seleccionar la celda unidad de una estructura
cristalina dada, por lo que es útil tener en cuenta algunas normas.
1. Respetar la simetría de la red cristalina teniendo en cuenta las condiciones que aparecen
en la Tabla 12.10.
2. Encontrar la celda más pequeña que posee la simetría del retículo cristalino; no se obtiene
ventaja alguna al utilizar celdas grandes si existen otras más pequeñas que pueden
representar al cristal.
Una celda de tamaño mínimo es primitiva y contiene tan sólo un punto reticular y puede
compartir ocho puntos reticulares, uno por vértice, pero cada punto reticular está compartido con
siete celdas vecinas con las que coincide en cada vértice. En realidad, tan sólo un octavo de cada
uno de los ocho puntos reticulares pertenece a la celda unidad.
Puesto que 1/8 x 8 = 1, los ocho puntos reticulares compartidos contribuyen siempre con un punto
reticular a la celda unidad. En la Figura se muestran otras alternativas del número de celdas que
pueden compartir un átomo.
A veces la celda unidad más pequeña o primitiva no tiene la simetría completa del retículo
cristalino y, es necesario elegir una celda de mayor tamaño que tenga la simetría característica.
Las celdas de mayor tamaño son no primitivas (centradas) y se trazan sobre un retículo dado
seleccionando los vértices de la celda unidad de forma que en ella queden incluidos otros puntos
reticulares bien en el centro de la celda o en el centro de todas o algunas de sus caras. Si en el
interior de la celda unidad existe un punto reticular extra, la celda es centrada en el cuerpo. Si
existen puntos reticulares extras en los centros de sus caras en la celda unidad (pero no en el
centro), la celda es centrada en las caras. Finalmente, si los puntos reticulares extras se
encuentran en los centros de un solo par de caras paralelas de la celda unidad (y en ningún otro
sitio), la celda es centrada en los extremos. Este tipo de celdas no primitivas se muestran en la
Figura 12.27.
En 1848, el físico francés Auguste Bravais demostró que sólo existen catorce redes cristalinas
asociadas a los siete sistemas, que son las que se indican en la Tabla 12.10. Independientemente
de cómo se seleccione una celda unidad, ésta contiene siempre un número entero de puntos
reticulares. Una celda de dos puntos reticulares automáticamente ocupa un volumen doble que
una celda unidad primitiva del mismo retículo. En lo que sigue centraremos nuestra atención en
las celdas unidad cúbicas por ser las más sencillas de visualizar y, también, las que con más
frecuencia se presentan en la naturaleza. En este sistema cúbico las tres simetrías existentes son
la simple o primitiva, cúbica centrada en el cuerpo y cúbica centrada en las caras (Figura 12.28).
Una norma elemental de la naturaleza es que las cosas se hacen siempre de la forma más eficaz
posible. Si observamos los distintos retículos en función de la eficacia del empaquetamiento de los
átomos o iones, nos encontramos con que la red cúbica centrada en las caras utiliza el 74% del
espacio disponible en el cubo, mientras que las esferas empaquetadas en un celda cúbica
primitiva utiliza tan sólo el 52% del espacio disponible, evidentemente mucho menos eficiente.
La razón de estos hechos se puede empezar a comprender cuando observamos las dos formas
básicas de empaquetamiento en dos dimensiones que pueden presentar las esferas (átomos o
iones) (Figura 12.29).
Como se puede ver en la parte a), las esferas están situadas en las esquinas de un cuadrado y cada una está
en contacto con otras cuatro esferas. En la alternativa b), cada una de las esferas está en contacto con otras
seis y se encuentra situada en los vértices de un hexágono. En cada uno de los ordenamientos existen
espacios vacíos entre los átomos, mayores en (a) que en (b). El modo en que los átomos están dispuestos en
las capas y éstas se superponen una sobre otra, son los factores determinantes del tipo de estructuras
cristalinas que se forman.
Un espacio tridimensional se llena cuando se apilan, una sobre otra, capas de átomos o iones. Si sobre una
capa de ordenamiento cuadrado [Figura 12.29(a)] se sitúa otra idéntica directamente, la estructura que se
obtiene es la de múltiples celdas cúbicas primarias en todas las direcciones del espacio. Sin embargo, como
ya hemos indicado, existen formas de empaquetamiento más eficaz y cualquiera de ellas pasa por la
utilización de las esferas que están dispuestas en forma hexagonal [Figura 12.29(b)].
Cualquiera que sea la forma en la que se superponen sucesivas capas hexagonales, las estructuras que se
obtienen son de empaquetamiento compacto. Pero el agrupamiento compacto que se logra es distinto
según que las esferas de una capa, al situarse sobre las depresiones disponibles de las otras, lo hagan en una
u otra orientación (Figura 12.30). Existen dos posibilidades de ordenamiento, una de empaquetamiento
cúbico compacto, que corresponde al retículo cúbico centrado en las caras ya mencionado, y otra estructura
hexagonal de empaquetamiento compacto. Casi todos los elementos metálicos y muchos cristales
moleculares presentan estructuras de estos dos tipos mencionados y hay algunas propiedades que son
comunes. En ambos casos, las esferas ocupan el 74% del espacio disponible y, en cualquiera de las dos
redes, cada esfera está en contacto directo con 12 de sus vecinas más próximas, seis que se encuentran en
una capa y tres en cada una de las capas superior e inferior. Se denomina número de coordinación al
número de átomos, iones o moléculas vecinas con los que está en contacto una especie en el sólido
cristalino, y se ha visto que su valor máximo es 12.
Las estructuras cristalinas son una expresión de algunas propiedades atómicas; así, por ejemplo, los radios
de los átomos metálicos se determinan generalmente a partir de sus cristales.
Conociendo la estructura cristalina y las dimensiones de la celda unidad, se puede calcular la
densidad de un metal. Las densidades calculadas a partir de las estructuras de los cristales difieren
ligeramente de las determinadas experimentalmente por los métodos convencionales debido a las
(en mayor o menor grado) inevitables impurezas de los cristales. No obstante, los valores son
siempre lo suficientemente concordantes para que sean útiles para la confirmación del tipo de
celda determinado.
A temperatura ambiente, el hierro forma cristales cúbicos centrados en el cuerpo con una longitud
de celda unidad de 286.6 pm. ¿Cuál es la densidad del hierro a temperatura ambiente?
ELABORO: VLADIMIR ARIAS RAMIREZ, DOCENTE ESCUELA DE QUIMICA UNIVERSIDAD TECNOLOGICA DE
PEREIRA
FUENTE: QUIMICA GENERAL RAYMOND CHANG 9ª EDICION. QUIMICA LA CIENCIA CENTRAL BROWN, LE MAY
Y BURSTEN 9ª EDICION. QUIMICA LA CIENCIA BASICA M. D. REBOIRAS 1ª EDICION.
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