Tema 9 - PsiqueUned. Psicología. UNED

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CAPITULO 9º : LA ADQUISICIÓN DEL LENGUAJE.
EL DESARROLLO DEL LÉXICO Y LA GRAMÁTICA.
1. INTRODUCCIÓN: EL CURSO GENERAL DEL DESARROLLO
LINGÜÍSTICO.
La adquisición del lenguaje comienza desde el momento del nacimiento, a lo largo de
todo el primer año de vida.
Estos sonidos de los bebés, además de mostrar los estados de placer-displacer y
servir como exploración del tracto articulatorio, son ya inequívocos precursores
del habla.
De los 7 hasta los 12 meses aproximadamente, el niño comienza a emitir secuencias
silábicas consonante-vocal (CV) que se denominan balbuceo reduplicado.
Posteriormente, comienza a combinar cadenas de diferentes sílabas (V-CV), lo que
se denomina balbuceo abigarrado. Estos patrones de balbuceo aparecen también en
los niños sordos, antes de la adquisición del lenguaje de signos.
Hacia finales del primer año aparecen las primeras palabras que suelen ser
monosílabos reduplicados y onomatopeyas, aumentando progresivamente su número
hasta aproximadamente los 20-24 meses. Posteriormente, el vocabulario
experimenta un crecimiento rapidísimo de forma que en no más de dos meses
incorpora el mismo número de palabras que anteriormente había incorporado en 1012 meses. Una característica de este lenguaje inicial es la producción de palabrasfrase u holofrases.
Hacia los 18 meses los niños empiezan a juntar palabras y comienza a emerger la
gramática. Este tipo de habla se caracteriza por la ausencia de nexos y de
morfemas, lo que se denomina habla telegráfica.
Hacia los dos años y medio finaliza la etapa de dos palabras y el niño comienza a
emitir frases más largas y a introducir nexos e inflexiones en las palabras. En
esta etapa, el niño prácticamente no comete errores en el orden de las palabras,
pero sí aparece el fenómeno denominado sobrerregularización o hiperregulación
morfológica, que consiste en que los niños comienzan a regularizar todas las
palabras. A veces también cometen errores de utilización de palabras en contextos
en los que no son semánticamente apropiadas.
Hacia los 3 años han desaparecido las dificultades para pronunciar diptongos y se
produce un significativo progreso en las consonantes. A esta edad los niños de
lengua materna románica dominan con facilidad las marcas gramaticales de género
y número, aunque siguen cometiendo errores, y también utilizan las diversas
formas de los artículos tanto determinados como indeterminados. El léxico cree a
un ritmo notable, duplicándose el vocabulario cada año. Empieza a usarse e
pronombre de tercera persona.
Un hecho característico en el habla de los niños de 3-5 años es que usan de forma
redundante los pronombres. Estos errores muestran una falta de confianza del
niño en las reglas morfosintácticas que utiliza.
Entre los 30 y 36 meses se adquieren las preposiciones y algunos adverbios como
los de lugar y cantidad. Los adverbios temporales se adquieren más tardíamente.
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Como vemos en un período de tiempo relativamente corto, los niños han alcanzado
uno de los logros intelectuales más importantes de los seres humanos, el dominio
de las habilidades de la comprensión y producción lingüística. La explicación de
cómo se produce no es asunto fácil.
En e estudio de la adquisición del lenguaje se han puesto de manifiesto
tradicionalmente algunos de los debates teóricos más relevantes en la psicología.
2. ENFOQUES Y PROBLEMAS TEÓRICOS EN LA ADQUISICIÓN DEL
LENGUAJE.
La capacidad lingüística para transmitir y comprender ideas, ha sido considerada
tradicionalmente como el rasgo distintivo de lo humano. Si el lenguaje es un
requisito de la vida en sociedad, la naturaleza social del lenguaje ha sido también
resaltada tradicionalmente en cuanto a sus orígenes.
El lenguaje es considerado como una invención social, cultural, fruto de la
aplicación e unas capacidades cognitivas generales al campo comunicativo.
Aunque existirían algunos rasgos peculiares del aprendizaje de la lengua, debidos a
la maduración biológica, como la existencia de períodos críticos o sensibles, su
adquisición se realizaría en forma semejante a como se producen otros tipos de
aprendizajes cognitivos, en interacción con el habla de los adultos.
Esta concepción sobre el origen del lenguaje ha sido puesta en cuestión por las
aportaciones revolucionarias de la lingüística Chomskiana, así como por lagunas de
las teorías más recientes. Estas nuevas concepciones sostienen que el lenguaje
responde a una facultad con dos características principales: su carácter
encapsulado y su naturaleza innata.
Quizás quien ha logrado recientemente expresar de forma más gráfica esta visión
biologista del lenguaje y su rigen ha sido Steven Pinker, quien habla del mismo
como un instinto.
Un nuevo enfoque teórico en la ciencia cognitiva, el conexionismo, ha venido a
desafiar el carácter modular del funcionamiento cognitivo de la mente humana, y
en particular del lenguaje, aportando nuevas ideas y explicaciones sobre los
mecanismos de adquisición del lenguaje.
2.1
El enfoque chomskiano en la adquisición del lenguaje.
En su recensión crítica al Verbal Behaviour de Skinner, Chomsky postula la
inadecuación de los conceptos desarrollados en el campo del estudio de la conducta
animal para la descripción y explicación del lenguaje humano y su adquisición. Según
Chomsky, el rasgo principal de la comunicación lingüística human es la creatividad.
Esta competencia lingüística mostrada por los niños puede ser caracterizada
mediante un sistema de reglas que determinan cómo son formadas, usadas y
entendidas las oraciones, una gramática generativa que el niño ha configurado a
partir de la observación de unos datos lingüísticos primarios.
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Chomsky propone la existencia de un dispositivo innato de adquisición del lenguaje
(DAL). Este dispositivo debe ser capaz de permitir la adquisición de cualquier
lengua humana particular, lo que podemos llamar una gramática universal.
La versión más reciente de la teoría chomskiana ha acentuado el carácter innato al
mantener la existencia de una gramática universal que forma parte del
conocimiento inscrito en la dotación genética del ser humano. Esta gramática ya no
es concebida como un sistema de reglas, sino únicamente como un conjunto de
principios y parámetros que determinan el rango posible de lenguas humanas.
Según la teoría de los principios y parámetros, las diferencias existentes entre
las diversas lenguas estarían producidas por pequeños cambios en los principios
universales ocasionados por el establecimiento de diferentes parámetros a partir
de la experiencia lingüística a la que se ven expuestos los niños.
La adquisición del lenguaje, se reduciría a establecimiento en la gramática universal
innata de los adecuados parámetros que caracterizan la gramática específica de
una lengua.
El argumento principal a favor de esta concepción es la profunda discrepancia que
existe entre el conocimiento lingüístico que muestran los niños pequeños y la
relativamente poca experiencia lingüística que poseen. Este argumento supone la
llamada pobreza del estímulo, algo que es puesto en entredicho por otros enfoques
teóricos.
Además de las razones ya mencionadas a favor de su posición, estos autores
sostienen que en realidad en la experiencia lingüística de los niños pequeños no
existen datos negativos.
Veamos cómo explica en la práctica la adquisición del lenguaje esta teoría de los
principios y los parámetros.
Un rasgo que diferencia las lenguas y que constituye u parámetro a establecer es la
existencia o no de oraciones que carecen de sujeto explícito o parámetro de
sujeto-nulo.
La idea es que un número mínimo de ocasiones en que un niño pequeño escuche
oraciones sin sujeto explícito, desencadenará o disparará la fijación del valor
positivo en el parámetro del sujeto-nulo.
No es que el sujeto haya aprendido tras una experiencia lingüística completa y
repetida que en su lengua se pueden expresar oraciones sin sujeto explícito. Los
partidarios de este enfoque niegan de hecho que exista un aprendizaje de la
lengua. Sostienen una explicación de la adquisición del lenguaje en términos de
establecimiento de parámetros a partir de una experiencia desencadenante; así la
adquisición de la gramática de una lengua consiste en el proceso de determinación
de los valores correctos en los parámetros de la gramática universal.
El establecimiento de determinados parámetros sería el requisito para la
adquisición de otros posteriores.
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El enfoque conexionista.
Las redes conexionistas están formadas por un conjunto generalmente muy
numeroso de unidades que actúan como neuronas abstractas y poseen la misma
capacidad computacional que una máquina de Turing. De esta manera los modelos
conexionistas pueden dar cuenta de la capacidad computacional de la cognición
humana.
Ahora bien, la característica principal de los modelos conexionistas proviene de su
concepción de la representación como un fenómeno en permanente cambio,
ajustándose así a los más pequeños cambios en el estímulo, lo que permite dar
cuenta de las sutilezas y complejidades de la relación entre el sujeto y el medio.
Esta sensibilidad al estímulo proviene de la potencia de los mecanismos de
aprendizaje que han sido postulados.
La capacidad de aprendizaje de los modelos conexionistas hace de ellos candidatos
obvios para las explicaciones no innatistas, empiristas, de la adquisición del
lenguaje. No obstante, las teorías del procesamiento distribuido en paralelo no
implican necesariamente una posición radicalmente contraria al innatismo.
El aprendizaje en términos conexionistas consiste en el logro, a partir de la
entrada sensorial, de la adecuada fuerza de conexión entre las unidades.
La primera y más sencilla propuesta de mecanismo de aprendizaje ha provenido de
una concepción asociacionista clásica, como es la de Donald Hebb. Propuso una regla
de aprendizaje de tipo cualitativo por la que la fuerza de conexión entre dos
unidades aumentaba cuando ambas unidades actuaban conjuntamente. Versiones
cuantitativas más precisas de la regla de Hebb han sido utilizadas frecuentemente
por los modelos conexionistas en diferentes campos.
El modelo de Rumelhart y McClelland sobre el aprendizaje de las reglas
morfológicas de los tiempos pasados en el inglés utiliza una red conexionista simple
de aprendizaje.
La cantidad de aprendizaje de un sistema tan sencillo como éste es tan grande que
se ha enfrentado con considerable éxito al fenómeno de la sobrerregularización
morfológica típica del aprendizaje de las lenguas, promoviendo un debate teórico
de gran interés.
Otros mecanismos de aprendizaje más potentes, que implican ya la actuación de
unidades ocultas, han sido postulados; la retropropagación del error o propagación
hacia atrás se ha aplicado en la explicación de la adquisición de los tiempos pasados
del inglés.
El procedimiento de aprendizaje que utiliza, llamado regla delta generalizada,
permite ajustar los pesos de las conexiones en la red al estimar la discrepancia
entre la salida real que produce el modelo, y la salida esperada proporcionada por
el medio.
La idea clave de este procedimiento es que actúa hacia atrás.
Este mecanismo de aprendizaje muestra una gran potencia ya que se puede
enfrentar casi a cualquier tipo de tarea de aprendizaje. Más recientemente,
algunos autores han utilizado nuevos modelo conexionistas, como las redes
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recurrentes simples. Una red recurrente simple es una red multiestrato a la que se
ha añadido un nuevo estrato o capa cuya función es copiar el estado de activación
de las unidades ocultas.
Así, cuando se presenta una nueva entrada externa, las unidades que forman este
nuevo estrato, que han sido llamadas unidades de contexto, proporciona la
información relativa al estado previo de la red de forma que, la red posee ahora
información sobre su nuevo estado y sobre el estado previo.
Los modelos conexionistas están siendo crecientemente utilizados en
psicolingüística en muy diversos campos.
2.3
El enfoque de la socialización: los prerrequisitos para la adquisición
del lenguaje.
Este apartado vamos a establecer algunos límites respecto al papel que cumplen los
factores socio-pragmáticos y culturales en el desarrollo del lenguaje.
Ochs y Schiefflin sostienen que la competencia gramatical que muestran los niños
no puede considerarse como el resultado de su participación en intercambios
comunicativos simplificados. Esta conclusión proviene del hecho de que todos los
niños normales adquieren dicha competencia, mientras que existe una amplia
variedad transcultural en lo que se refiere a las practicas sociales relativas a los
intercambios comunicativos con los niños.
Habiendo establecido que los límites respecto a la influencia del medio cultural, si
optamos por la que hemos llamado perspectiva clásica en el aprendizaje del
lenguaje, éste sería fruto de la aplicación de unas capacidades cognitivas generales
al campo lingüístico, a través del mecanismo básico de la socialización.
Así, para que el ser humano sea capaz de adquirir una capacidad cognitiva tan
compleja como la de la comprensión y producción del lenguaje, es necesario que
previamente haya ido adquiriendo otra serie de capacidades intelectuales.
En este sentido, se ha constatado que el comienzo real del desarrollo de lenguaje
coincide con el final del estadio sensoriomotor que se caracteriza por la capacidad
para imitar de forma diferida, la adquisición de la permanencia del objeto, el uso
de herramientas y la aparición de las capacidades simbólicas.
Lo que subyace a todas estas adquisiciones es que los niños son capaces de
representarse los acontecimientos y los objetos reales. Esta capacidad
representacional es un prerrequisito necesario para la adquisición de cualquier
representación simbólica de la realidad, y por lo tanto, para la adquisición del
lenguaje.
La representación simbólica de la realidad que supone el lenguaje puede verse
facilitada mediante el mecanismo de la imitación.
Parece que a través de la imitación del lenguaje producido por los adultos con los
que interaccionan, el niño iría reproduciendo determinadas verbalizaciones en
contexto adecuados. Ahora bien, la única forma de realizar emisiones verbales en
ausencia del modelo es a través de la imitación diferida, capacidad que según
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Piaget se adquiere aproximadamente a los 18 meses. Sin embargo, hay nuevos datos
que indican que puede establecerse a imitación diferida a edades mucho más
tempranas, antes de los 9 meses, y por lo tanto podría tener un papel muy al inicio
de la adquisición del lenguaje, aunque con las limitaciones que comentamos al
principio.
La función de la imitación en el proceso de adquisición del lenguaje sería la de
dotar al niño de una forma de acceso y de manipulación de la información lingüística
que podría ayudarle a almacenar y a acceder a una información que todavía no es
capaz de analizar.
Sin embargo, Snow afirma que la imitación no es una tendencia general por parte
del niño, sino una estrategia de aprendizaje específica para la adquisición del
lenguaje. Para ello se basa en los datos de un estudio en el que se relacionó el
número de imitaciones que hacen las madres del lenguaje de los niños, con el
número de imitaciones vocales de los niños, y obtuvo una correlación de 0,49. Lo
que parece mostrar es que los niños deciden adoptar la estrategia de la imitación al
observar que sus madres también imitan y puede ser una estrategia adecuada.
Aunque es arriesgado decir que la imitación tiene una gran influencia en el
desarrollo del lenguaje; las correlaciones entre la cantidad de imitación verbal a
los 14 meses, con diversas medidas de desarrollo lingüístico resultan bastante
claras; además, la imitación verbal también muestra correlaciones significativas
con muchas medidas del lenguaje a los 20 meses.
Aunque la imitación gestual y de objetos también correlacionaba con las distintas
medidas de adquisición del lenguaje a los 14 meses, sin embargo, no correlacionaba
en absoluto con las medidas de lenguaje a los 20 meses, período en el que el
lenguaje muestra ya una mayor complejidad sintáctica y semántica. LA imitación
contribuye al desarrollo del lenguaje pero no es esencial, siendo su contribución
más importante en la adquisición del vocabulario que en la de la gramática.
Otro prerrequisito que se ha estudiado bastante extensamente es la estimulación
lingüística que reciben los niños por parte de sus padres o cuidadores para
determinar la influencia de la estimulación sobre la adquisición.
La investigación realizada en este campo está sujeta a serios problemas
metodológicos, mostrando asimismo las limitaciones previamente apuntadas
respecto al desarrollo gramatical. Sí parece que la estimulación recibida es un
prerrequisito para la adquisición del lenguaje como revela el hecho de que niños
privados de ella presentan posteriormente notables dificultades en el desarrollo
del lenguaje. El hecho de que en el mundo se hablen diferentes lenguas muestra
que la estimulación lingüística no sólo influye en la adquisición sino que resulta
necesaria para el establecimiento de la lengua concreta que el niño va a aprender.
Lo que parece más interesante es señalar que no es suficiente cualquier tipo de
estimulación. Se ha constatado que niños oyentes hijos de padres sordos tiene
problemas en la adquisición del lenguaje. Este hecho sugiere que es importante que
los adultos vayan paulatinamente ajustando a la capacidad comunicativa de los niños
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el tipo de lenguaje que utilizan para dirigirse a ellos. También se ha demostrado
que niños de 3 años y medio, cuyas familias han sido negligentes en su cuidado,
presentan un retraso en la adquisición del lenguaje alrededor de seis meses. En el
polo opuesto, parece bastante claro que los niños reciben más estimulación
lingüística que la que necesitan para adquirir el lenguaje, aprende esa lengua, pero
si recibe estimulación de dos o tres idiomas a la vez, puede llegar a ser bilingüe o
trilingüe.
Otro aspecto que ha suscitado bastante interés en los últimos años, es cómo la
estimulación recibida sesga las estrategias que dirigen la adquisición del lenguaje
dentro de cada comunidad lingüística.
Son señala cómo dependiendo de las características de cada una de las lenguas,
varía el proceso de adquisición. Estudios realizados con niños japoneses muestran
que comienzan aprendiendo verbos, en lugar de nombres, debido a que el japonés,
tiende a conservar los verbos y a suprimir los nombres en las elipsis y omisiones
conversacionales. Todos estos datos parecen destacar que la estimulación
lingüística no sólo es un prerrequisito para la adquisición del lenguaje, sino que
además modula su desarrollo.
3. LA ADQUISICIÓN DEL SIGNIFICADO.
3.1
Estrategias y restricciones en la adquisición del léxico.
Cuando el niño nace todas las palabras son nuevas para él.
La tarea de adquirir el significado para el niño consiste en asociar palabra y
concepto en el mismo campo semántico, y para ello utiliza una serie de estrategias.
La primera sería la de postular hipótesis sobre el significado de las palabras a
partir de su conocimiento conceptual sobre objetos, acontecimientos y relaciones
familiares, para posteriormente derivar una estrategia que le permita utilizar y
comprender esa palabra.
A medida que van tomando conciencia de cómo otras personas utilizan esa palabra,
gradualmente van ajustando su estrategia (regla) hasta que coincide con la de los
adultos. Sin embargo, tal y como señala Bloom una estrategia pura de formulación
de hipótesis, sin ningún tipo de restricciones, es poco plausible puesto que habría
un número infinito de generalizaciones inductivas.
Recientemente, se ha postulado que el aprendizaje de nuevas palabras requeriría
que el niño posea determinadas restricciones sobre sus posibles significados. Estas
restricciones servirían para acotar el número y el tipo de hipótesis que el niño
consideraría en primer lugar, es decir, sesgarían al niño a favor de unas hipótesis
frente a otras.
Entre ellas, se han postulado: el principio de objeto completo, el principio
taxonómico, el principio de exclusividad mutua y el principio de contraste.
• El principio del objeto completo. Consiste en que cuando el niño escucha
una etiqueta lingüística nueva para designar a un objeto nuevo supone que
hace referencia a todo el objeto y no sólo a una de sus partes.
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El principio taxonómico le sirve al niño para etiquetar con el mismo nombre
todos los objetos de la misma clase.
El principio de exclusividad mutua le serviría al niño para la adquisición de
otros términos suponiendo que las palabras son mutuamente excluyentes.
El principio de contraste se ha propuesto como alternativa al principio de
exclusividad. Según este principio cada palabra se refiere a un único
concepto y difiere en significado, aunque sea de forma muy sutil, de las
otras palabras. No hay sinónimos en el lenguaje natural. Este principio
permitiría predecir que el niño construye una nueva palabra con diferente
significado de las palabras que ya conoce.
Todas estas restricciones, de acuerdo con Bloom, aunque permiten la explicación
de ciertos aspectos de la adquisición del significado y como la aplicación de unos
principios se superpone a la de otros, dejan por explicar aspectos clave como el
significado de los verbos, determinantes, pronombres, ...
Autores como Nelson mantienen una posición muy crítica con respecto a las
restricciones. En primer lugar, se mantiene que estas restricciones sólo explicarían
bien la adquisición de nombres. En segundo lugar, se presupone que estos principios
restrictivos estarían presentes antes de la adquisición de las palabras y si esto es
así, deberían operar desde el principio. La misma Markman reconoce que no hay
evidencia de que el principio de mutua exclusividad opere antes de los 18 meses.
Esto ha llevado a afirmar a Nelson que estos principios restrictivos serían más bien
el resultado del desarrollo léxico temprano y no servirían como mecanismo
explicativo de la adquisición de las primeras palabras.
3.2
Patrón evolutivo y diferencias individuales en la adquisición del
léxico.
El niño empieza a emitir sus primeras palabras alrededor de los 12 meses, aunque
es capaz de comprender el significado meses antes.
En la producción de las primeras palabras se ha detectado una gran variabilidad
interindividual, se ha comprobado que las formas emitidas no se corresponden con
las formas adultas. Nelson diferencia entre niños con estilo referencial y niños
expresivos. Los niños referenciales se centran fundamentalmente en los objetos y
en su denominación y por otro lado, utilizan palabras para referirse a objetos en un
alto porcentaje (50%) y muy pocas palabras funcionales o de uso personal.
Por el contrario, los niños expresivos, estarían más centrados en la interacción
social, y por lo tanto, tendrían a emitir palabras que expresan estados afectivos y
de relaciones sociales y palabras cuya función es conectar otras palabras.
Peters diferenció entre niños analíticos y niños gestálticos.
Los niños analíticos comienzan construyendo frases de una sola palabra para
posteriormente realizar emisiones sintácticas más complejas.
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Los niños gestálticos u holísticos empiezan construyendo con gran frecuencia
frases de más de una palabra con una entonación apropiada, aunque no se
aproximan a las formas adultas.
Halliday diferencia entre lenguaje matético, que sirve al niño para el aprendizaje
de las cosas de su entorno, y el lenguaje pragmático, que tendría una función
instrumental, regulatoria y de contribución a las relaciones interpersonales.
Las concepciones anteriores han quedado claramente debilitadas al ponerse de
manifiesto las regularidades que presentan todos los niños, ya que todos necesitan
ser analíticos para adquirir el lenguaje, y además un mismo niño o niña puede
exhibir diversos estilos en contextos diferentes.
Además de la función que el primer lenguaje tiene para el niño, Peters señala otros
factores que también determinan las diferencias individuales, como el tipo de habla
a la que el niño está expuesto, el tipo de habla que los cuidadores esperan del niño
y el desarrollo neurológico individual.
Donde sí aparecen regularidades en el proceso de adquisición de las primeras
palabras, es sobre lo que los niños hablan en primer lugar; hablan sobre los objetos
que les rodean tales como animales, comida y juguetes. Estas verbalizaciones de
una sola palabra no sólo se utilizan para designar a objetos sino también los roles
de los objetos. La frecuencia con la que algunos objetos son nombrados sugiere que
algunos roles pueden ser más salientes que otros. Parecen llamar más la atención
del niño los de los objetos móviles y movibles y raramente lugares y localizaciones.
Como muchos autores han señalado, durante el período de desarrollo léxico
temprano, las palabras muestran varias características o fenómenos ligados a los
patrones de cambio evolutivo:
- Dependencia del contexto. Al principio, cuando se adquiere una palabra, se
utiliza sólo en contextos muy específicos y sólo cuando el desarrollo léxico
va teniendo lugar se empieza a descontextualizar.
- Subextensiones o restricciones. Consiste en el uso por parte del niño de una
palabra en distintas situaciones para referirse sólo a una parte de un
conjunto mucho más amplio de objetos, acciones, estados o propiedades.
- Sobreextensiones. Consiste en la utilización de una sola forma léxica para
referirse no sólo a un conjunto de objetos, acciones, estados o propiedades
que están correctamente etiquetadas con una palabra, sino también y de
forma errónea para referirse a otros conceptos diferentes que
normalmente comparten ciertas propiedades.
- Solapamiento. Consiste en la utilización de una palabra de forma
sobreextendida, para referirse a referentes no apropiados pero al mismo
tiempo se utiliza de forma restringida, ya que sólo se utiliza para referirse
a algunos, pero no a todos los referentes apropiados.
- Desajuste. Algunas veces los niños utilizan las palabras en forma
completamente diferente de lo que dicta el lenguaje adulto, no existiendo
en este caso ningún solapamiento entre ambas referencias.
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En cuanto al patrón de desarrollo de estos fenómenos, un estudio longitudinal
realizado por Dormí, encontró que en una muestra de 276 palabras, el uso
dependiente del contexto y la referencia restringida o subextensión tendían a
ocurrir muy pronto en la historia de una determinada palabra, mientras que la
sobreextensión tendía a ocurrir bastante tarde.
En cuanto a la cantidad de vocabulario que el niño va adquiriendo, el ritmo de
crecimiento del número de palabras que conoce y utiliza el niño es muy lento
durante el primer año.
La pauta del desarrollo del vocabulario infantil en cuanto a la producción de
palabras es algo más tardía, produciéndose un incremento semejante a partir de
los 18-24 meses. Alrededor de los 2 años y medio el niño cesa de hacer
sobreextensiones y pregunta frecuentemente por le nombre de las cosas. Lo cual
hace que vaya aumentando y acotando el significado de las palabras. Su carácter
no-lineal, lo que constituye un rasgo de especial interés que plantea dificultades a
las teorías explicativas existentes y que puede ser simulado por las redes
conexionistas.
Hay amplias diferencias individuales existentes. Esto ha llevado a algunos autores a
concluir que las variaciones observadas en el desarrollo temprano del lenguaje son
tan importantes que exigen contribuciones sustanciales tanto de los factores
genéticos como de los ambientales, con especial énfasis en su interacción.
3.3
Una simulación conexionista de la adquisición del léxico.
El notable potencial explicativo que muestran los modelos conexionistas sobre el
curso del desarrollo cognitivo y lingüístico ha quedado puesto de manifiesto en las
simulaciones recientes de la adquisición de las palabras.
Tres de los principales rasgos de la adquisición del léxico son: la existencia de un
patrón de crecimiento lento seguido de un incremento abrupto en la adquisición de
las palabras, el que la comprensión precede a la producción, y la existencia de
subextensiones y sobreextensiones, parecen haber sido replicados en recientes
trabajos.
Plunkett, Sinha, Moeller y Strandsby utilizaron una red conexionista para simular
una versión simplificada de la tarea que realizan los niños en la adquisición del
léxico.
La actividad de la red se evalúa en diversos momentos durante el entrenamiento,
tanto en su faceta de comprensión como de producción; se evalúa también la
existencia de subextensiones y sobreextensiones. La ejecución de la red muestra
un patrón semejante al encontrado en los niños ya que al principio del
entrenamiento aprende a asociar las etiquetas con las imágenes lentamente, pero
más tarde, y de forma rápida, la red es capaz de asociar cada vez más etiquetas
con sus respectivas imágenes, uno no-linealidad que puede ser explicada a partir de
los pequeños y graduales cambios que sufre la red.
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La red también muestra los típicos errores de subextensión y sobreextensión del
significado, e incluso emula la conducta human al mostrar cómo la primera tiende a
aparecer temporalmente antes que la segunda.
La red es también capaz de emular un rasgo básico de la actuación humana, la
precedencia temporal de la comprensión a la producción.
4. LA ADQUISICIÓN DE LA GRAMÁTICA.
En el transcurso del desarrollo, los niños deben ir ajustando progresivamente sus
emisiones lingüísticas a las reglas formales de una determinada lengua. Al tiempo
que el niño aprende nuevas palabras y sus referentes, también debe ir asignando a
estas palabras una determinada función para combinarlas de forma apropiada.
El conocimiento requerido para producir frases morfosintácticamente correctas es
de una notable complejidad y como consecuencia, la cuestión ha suscitado una gran
controversia.
Así, algunos autores piensan que el niño va adquiriendo progresivamente las reglas
gramaticales a través del contacto con una determinada lengua; mientras que otros
defienden la existencia de un dispositivo innato de adquisición del lenguaje (DAL).
A esta polémica se han unido los partidarios del enfoque conexionista quienes
formulan modelos de redes para dar cuenta de los patrones de adquisición
mostrados por los niños.
4.1
Etapas en la adquisición de la gramática.
Las primeras palabras producidas por los niños aún no están sujetas a las reglas
gramaticales. Una característica de este lenguaje inicial es la producción de
palabras-frase u holofrases.
Para los psicolingüístas este período holofrásico expresa la existencia de un
universal lingüístico del tipo sujeto-verbo-objeto conocido ya por el niño, pero que
no puede expresar por restricciones biológicas de tipo madurativo. Por eso el niño
dice una única palabra que designa a la vez al sujeto, al verbo y al objeto, pero que
tiene características de una frase total porque el niño conoce la estructura que
permite su expresión.
Estas primeras emisiones son de carácter pre-gramatical y tienen como
peculiaridad el hecho de que las construcciones no son sinápticas, sino apuestas o
hipótesis que surgen más de un orden icónico que de una organización sintáctica,
son muy dependientes del contexto, tiene un origen pragmático, y están
caracterizadas por un procesamiento lingüístico lento y una ambigüedad
informativa.
Alrededor de los 18 meses comienzan a parecer en el habla el niño las primeras
producciones organizadas gramaticalmente.
Son emisiones de dos o tres palabras que el niño cambia mediante un sistema
propio que no es copia del adulto. Caracterizadas por la ausencia de nexos y de
morfemas, denominadas habla telegráfica. Braine caracterizó este tipo de
emisiones como gramática pivote. Según esta teoría, en este periodo en le habla
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del niño existen dos tipos de palabras: pivotes y abiertas. Las pivotes son un
pequeño número de palabras que aparecen muy frecuentemente en las emisiones
de dos palabras y que se combinan con las de clase abierta y están sometidas a
determinadas reglas.
Siempre ocupan una posición fija, no pueden combinarse entre sí y no pueden
emitirse solas.
Este análisis de Braine ha sido cuestionado porque no describe adecuadamente las
producciones de dos palabras de todos los niños, además ignora el significado de
las palabras y no guarda relación con las reglas gramaticales de los adultos.
Con las primeras emisiones de dos palabras comenzaría la gramaticalización.
A partir de este momento, las emisiones se caracterizan por la abundancia de
morfología, el uso formal del orden de las palabras, las construcciones sintácticas
complejas, la relativa independencia del contexto, al certidumbre informacional, y
un procesamiento lingüístico relativamente rápido.
En las primeras frases del proceso de gramaticalización el niño utilizaría reglas
defectivas o prerreglas, basadas sólo en un análisis parcial de las regularidades
entre la forma de las palabras y la función que cumplen. Este análisis conduce a los
niños a cometer errores de dos tipos:
a) de omisión de marcas gramaticales obligatorias,
b) de comisión, es decir, de selección de una marca gramatical no adecuada.
Posteriormente el niño pasaría a una fase en el que los niños aplican reglas
formales pero de forma rígida, sin tener en cuenta las excepciones.
Aparece el fenómeno de la sobrerregularización o hiperregularización.
Alrededor de los 3 o 3 y medio, el niño adquiere reglas gramaticales que ya tienen
un nivel de desarrollo propio del adulto.
El límite final del proceso de gramaticalización se ha establecido en el amplio
período que va de los 7 a los 12 años.
Al igual que en apartado de desarrollo léxico, a partir de una medida global de
complejidad gramatical, se puede observar que el desarrollo gramatical comienza
como término medio hacia los 18 meses, aunque existen sujetos que a los dos años
siguen produciendo emisiones de una sola palabra, que no muestran ninguna
complejidad gramatical.
4.2
La sobrerregularización morfológica.
La sobrerregularización se ha detectado en la adquisición de la sintaxis y también
de la semántica y de la fonología. Se va a dedicar un especial atención a la
explicación de este fenómeno en la adquisición de la morfología, en la formación del
pasado en los tiempos verbales en inglés.
El fenómeno de la sobrerregularización observado en la producción de las formas
verbales, consiste en la tendencia a regularizar todos los verbos. Este fenómeno es
una evidencia en contra de aquellos que suponen que el niño adquiere el lenguaje
mediante la imitación de las formas lingüísticas de los adultos.
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No obstante, el fenómeno más sorprendente de la sobrerregularización es que el
niño no lo hace desde el principio, sino que su desarrollo tienen una forma
característica de “U”.
Este es un patrón evolutivo que nos habla de un primer momento en que los niños
más pequeños muestran una actuación casi sin errores, un segundo momento en que
los niños cometen numerosos errores, y un tercer momento, en el que los niños más
mayores muestran ya una actuación libre de errores.
Bloom propone como explicación a los dos primeros estadios lo siguiente. En el
primer estadio los niños aprenderían las formas verbales mediante memoria
repetitiva. De esta manera y dado el reducido número de verbos que utilizan, los
niños muestran una actuación libre de errores. El segundo estadio surge cuando los
niños descubren que existen unas reglas de formación de los pasados, que les hacen
cometer errores con los verbos irregulares. El problema está en la explicación de
por qué los niños dejan de sobrerregularizar alcanzando el tercer estadio. Hay
varias alternativas:
a) que los niños reciban cierto tipo de retroalimentación o corrección
(evidencia negativa) por parte de los adultos cuando producen
incorrectamente las formas verbales.
b) Que los niños sean conservadores, de manera que las formas verbales que
no oigan en los adultos las consideren no gramaticales, dejando de
sobrerregularizar. Sin embargo, esta alternativa dejaría por explicar, si los
niños son conservadores, por qué sobrerregularizan antes.
c) Que el niño posea una especie de condición de bloqueo que prohíba la
aplicación de una regla que produzca un ítem que ya existe con anterioridad
en el léxico. Sin embargo, esta hipótesis también tiene problemas. El
bloqueo no explica por qué el niño sobrerregulariza al principio, ni por qué
hay un período en que el niño produce tanto las formas irregulares
correctas como las incorrectas.
La explicación tradicional del fenómeno de la sobrerregularización supone la
existencia de un modelo de doble ruta. Un almacén de memoria en donde se
registran las formas irregulares, y un sistema de reglas que construye las
variedades morfológicas, formas pasadas o plurales...
Desde el enfoque conexionista se propone modelos con un único mecanismo que
permitiría aprender tanto las formas regulares como las irregulares. Rumelhart y
McClelland trataron de simular esta secuencia evolutiva típica mediante un
asociado de patrones simple y una regla de aprendizaje basada en la regla de Hebb.
El modelo de Rumerlhart y McClelland parece simular con bastante precisión el
patrón evolutivo mostrado por los niños.
El modelo es capaz de explicar la curva en forma de “U” obtenida con los niños. Sin
embargo, esta explicación no está exenta de críticas. Pinker y Prince critican que
estos modelos trabajen sobre la representación fonológica del verbo y no sobre la
representación semántica. Quizás la principal crítica ha sido que el entrenamiento
recibido por la red no es realista.
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No obstante el problema del cambio abrupto en el entrenamiento ha sido resuelto
por otros modelos conexionistas, como el de Plunkett y Marchman, quienes han
utilizado redes conexionistas multiestrato más complejas, y procedimientos de
aprendizaje más potentes como al retropropagación.
A pesar de sus notables ventajas, este modelo no es capaz de dar cuenta del típico
período inicial libre de errores que caracteriza la conducta infantil.
En otro trabajo posterior, los autores intentaron dar cuenta también de este
período inicial libre de errores.
Aunque la polémica está todavía abierta a las distintas hipótesis no son del todo
concluyentes, los resultados encontrados por los modelos conexionistas están
produciendo nuevos datos e ideas sobre el fenómeno de la sobrerregularización.
4.3
Restricciones biológicas y experiencia: una simulación conexionista de
la adquisición de la gramática.
Pinker habla del lenguaje como instinto y el propio Chomsky habla del órgano del
lenguaje.
Existen poderosas razones para sostener la importancia de los fundamentos
biológicos del lenguaje. Entre estas podemos destacar dos, el hecho de que el
lenguaje sea una característica limitada a nuestra especie, y segundo, aunque
existan notables diferencias culturales, los diversos lenguajes humanos muestran
estrechas semejanzas entre ellos, tanto en sus características básicas como en sus
pautas y rasgos de adquisición.
Estas semejanzas son puestas de relieve por tres tipos de fenómenos, la existencia
de períodos críticos o sensibles en la adquisición del lenguaje, el que las primeras
palabras y emisiones gramaticales aparezcan a edades muy semejantes en diversas
culturas, y la tendencia universal a la existencia de subextensiones y
sobreextensiones del significado.
¿Cuál es el papel de la experiencia para estas posiciones innatistas que subrayan la
base biológica del lenguaje?. Para Chomsky y sus seguidores la experiencia tiene un
papel de mero activador o disparador de un proceso de adquisición innato.
Desde el enfoque de la socialización se resalta el papel de la imitación y la
estimulación lingüística. Lo que el enfoque de la socialización sostiene no es que la
experiencia sea determinante en sí misma, sino más bien una posición
interaccionista que subraya que la clave no está principalmente en lo biológico o lo
social, sino la interacción de ambos. ¿Cómo es posible dar cuenta de una manera
precisa y coherente de esta compleja interacción entre factores biológicos y
experiencia en la adquisición del lenguaje?. Una de las formas que el psicólogo
evolutivo tiene de lograr esto es mediante modelos conexionistas.
Presentaremos un modelo diseñado por Elman en el que se muestra esa interacción
entre restricciones biológicas y capacidad de aprendizaje de las redes neuronales.
El lenguaje humano es instrumento comunicativo con características peculiares,
entre las que cabe destacar, su carácter simbólico y su complejidad estructural.
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Las palabras son básicamente símbolos arbitrarios a los que la convención social
otorga un significado y una referencia. El lenguaje es fruto de una capacidad
representacional y simbólica como Piaget subrayó, o de una actitud abstracta y
generalizadora como sostuvo Vygotsky, que le permiten realizar adecuadamente
sus funciones de expresión y comunicación de los contenidos de la mente humana.
El segundo rasgo, su complejidad estructural no es menos importante. Cualquier
expresión lingüística completa está formada por un conjunto de palabras que
aparecen secuencialmente, en orden lineal, pero que ocultan una compleja
estructura de relaciones entre ellas, que incluye la existencia de diversos niveles
jerárquicos.
Como ejemplo las oraciones con incrustación, uno de los atractivos de las oraciones
con incrustación es la dificultad que plantea su aprendizaje, ya que requieren
evidencia o retroalimentación negativa, necesitan no sólo ejemplares positivos de
estas oraciones, sino también ejemplares negativos, que informen directamente
sobre su no gramaticalidad, algo que no parece que los padres hagan con los niños.
Elman ha mostrado cómo una red recurrente simple es capaz de dar cuenta de este
tipo de oraciones gramaticalmente complejas, que incluyen además de diversas
categorías gramaticales, verbos, transitivos e intransitivos,...
Para ello, Elman utilizó una red conexionista cuya tarea era recibir la entrada de
una palabra y predecir la palabra siguiente teniendo en cuenta la secuencia
contextual.
Los resultados fueron descorazonadores. La red era incapaz de realizar la tarea
cuando era entrenada desde el principio con muestras normales del lenguaje que se
quería aprender. Sin embargo, cuando en las primeras fases del entrenamiento se
presentaba a la red un lenguaje simplificado, dominaba primero las características
de éste y después era capaz de adquirir los rasgos típicos de las oraciones más
complejas.
Este patrón de creciente complejidad en la entrada no se corresponde de hecho
con la estimulación lingüística que reciben los niños.
Esta capacidad de aprendizaje de la red no parece corresponderse con el
desarrollo psicológico, a no ser que postulemos como candidato el desarrollo de la
memoria operativa en los bebés.
Durante la primera infancia la capacidad de atención y memoria operativa están
muy limitadas al principio y se produce un incremento gradual con el paso del
tiempo. Para simular este hecho, Elman utilizó las unidades de contexto concebidas
como una memoria operativa, y postuló un crecimiento evolutivo en la capacidad de
memoria operativa.
La red fue capaz de aprender primero los rasgos más sencillos de las oraciones más
cortas y simples, para después ir aprendiendo los restantes rasgos gramaticales
del lenguaje utilizado. Lo que vemos es la interacción entre una entrada sensorial y
un factor de maduración biológica, de tipo innato, como es el incremento en la
memoria operativa en la primera infancia.
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Esta interacción pone de manifiesto como los déficits y limitaciones tempranas de
recursos pueden actuar en forma sinérgica con la estimulación ambiental, para
producir importantes beneficios evolutivos y la adquisición de las capacidades
intelectuales. Este fenómeno es conocido como la hipótesis de menos-es-más.
Los resultados de este trabajo han tenido un gran impacto en la comunidad
científica al mostrar que es posible aprender una gramática sin que ésta tenga que
estar representacionalmente preespecificada, y que el aprendizaje sea fruto de la
interacción entre la estimulación lingüística y las limitaciones iniciales de la red,
limitaciones éstas que disminuyen progresivamente con el paso del tiempo.
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