Santiago, seis de julio de dos mil doce. V I S T O S: En esta causa N° 15260 Letra R, Rol del Décimo Octavo Juzgado del Crimen de esta ciudad, por sentencia de ocho de mayo de dos mil siete, escrita de fojas 1528 a 1.739, dictada por la Ministra en Visita Extraordinaria, señora Gloria Ana Chevesich Ruíz, se pronunció sentencia condenando a Matías de la Fuente Condemarín a la pena de quinientos cuarenta y un días de presidio menor en su grado medio, accesorias correspondientes, y costas, como autor del delito de falsificación de instrumento público en calidad de continuado; sanciona, además, a Sergio Alberto Cortés Castro, a la pena de quinientos cuarenta y un días de presidio menor en su grado medio, accesorias correspondientes y al pago de las costas de la causa, como autor de los delitos de falsificación de instrumento público y fraude al Fisco de Chile, en calidad de continuados, concediéndose a ambos acusados el beneficio de la remisión condicional de la pena, debiendo quedar sujetos a la discreta observación y asistencia por la autoridad administrativa durante el tiempo de la condena, y cumplir los requisitos previstos en la Ley Nº 18.216, con excepción del establecido en la letra d) de su artículo 5º. Por su fracción civil, se declaró que los sentenciados pagarían solidariamente al demandante civil Fisco de Chile la suma de $ 92.659.751, más reajustes e intereses corrientes, como indemnización por los perjuicios que se le ocasionaron a consecuencia de los ilícitos. Contra esta sentencia, el encausado Matías de la Fuente Condemarín interpuso recurso de casación en la forma fundado en las causales de los N° 9 y N° 10 del artículo 541 del Código de Procedimiento Penal, esto es, en no haberse extendido aquel fallo en la forma como lo dispone la ley, en cuanto no contendría las consideraciones que den cuenta de los elementos probatorios en cuya virtud se tiene por acreditada la participación criminal del acusado en el delito imputado, situación que contravendría lo dispuesto en el número 4 del artículo 500 del Código de Procedimiento Penal; y haber sido dictada “ultra petita”, al haberse extendido a puntos inconexos de aquellos que fueron parte de la acusación de oficio y de la defensa. Además, en contra de la decisión civil el demandado civil Matías de la Fuente Condemarín dedujo recurso de casación en la forma, fundado en el artículo 541, inciso final, del Código de Procedimiento Penal, en relación con el numeral 9° del mismo artículo y con el artículo 500 N° 4 del mismo Código, en cuanto en esta parte la sentencia no ha sido extendida en la forma prescrita por la ley. Sin perjuicio de los recursos de casación en la forma deducidos la defensa del acusado Matías de la Fuente Condemarín formalizó recurso de apelación en contra de la misma sentencia, mismo medio de impugnación que impetraron, tanto los querellantes Evelyn Matthei Fornet y Víctor Pérez Varela, a fojas 1.746, como el sentenciado Sergio Cortés Castro, a fojas 1.755 y el Fisco de Chile, representado por el Consejo de Defensa del Estado a fojas 1.757 Por veredicto de seis de enero de dos mil diez, la Corte de Apelaciones de Santiago desechó los recursos de casación en la forma interpuestos en contra de la sentencia de primer grado, declarando que ella es válida. Además, confirmó la sentencia apelada de fecha ocho de mayo de dos mil siete, con declaración de: a) Que se condena al acusado Matías de la Fuente Condemarín a dos penas de quinientos cuarenta y un día de presidio menor en su grado medio como autor de dos delitos reiterados de falsificación de instrumento público en perjuicio del Fisco de Chile, cometidos los días 27 de agosto de 1997 y 5 de mayo de 1998, respectivamente, en la ciudad de Santiago, a la accesoria en cada una de las penas de suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de las condenas y costas; b) Que se condena al acusado Sergio Alberto Cortés Castro a dos penas de quinientos cuarenta y un día de presidio menor en su grado medio como autor de dos delitos reiterados de falsificación de instrumento público en perjuicio del Fisco de Chile, cometidos los días 27 de agosto de 1997 y 5 de mayo de 1998, respectivamente y de dos delitos de Fraude al Fisco de Chile, también reiterados, aquéllos como medio para cometer los segundos, en la ciudad y fechas señaladas, a la accesoria de suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de las condenas y costas; c) Que los sentenciados en el evento que les sea revocado el beneficio alternativo de la remisión condicional de las penas, al que estarán sujetos por el término de ambas penas privativas de libertad y deban entrar a cumplirlas efectivamente, tal cumplimiento se hará respecto de cada una de ellas en forma sucesiva, y les servirá de abono el reconocido en el fallo de primera instancia. Se confirmó en lo demás, la referida sentencia. Del mismo modo, aprobó el sobreseimiento consultado de veintisiete de noviembre de dos mil seis, escrito a fojas 1374 y que favoreció a Ximena Riff Rojas, ratificando el sobreseimiento apelado de ocho de mayo de dos mil siete, escrito a fojas 1740 y que beneficia a Matías de la Fuente Condemarín, Pablo Délano Icaza y Roberto Alonso Castillo. En contra de este dictamen, el letrado Cristián Letelier Aguilar, en representación de los querellantes Evelyn Matthei Fornet y Víctor Pérez Varela, dedujo recurso de casación en el fondo, a fojas 1933. Por su parte, los abogados señores Jorge Bofill Genzch y Miguel Ángel Chaves Péres, en representación, del encartado Matías de la Fuente Condemarín, interpusieron sendos recursos de casación en la forma y en el fondo, tanto en lo penal, como en su apartado civil, según consta de fojas 1.942 a 2.046. Concedidos los expresados arbitrios y habiéndoseles declarado admisibles, se trajeron los autos en relación. A fojas 2.686, los querellantes Evelyn Matthei Fornet y Víctor Pérez Varela, se desistieron de su recurso de nulidad sustantiva, de fojas 1933, lo que fue aceptado a fojas 2.687 por esta Corte. C O N S I D E R A N D O: PRIMERO: Que el medio de impugnación formal en lo penal intentado descansa en la causal novena del artículo 541 del Código de Procedimiento Penal, en concordancia con el numeral quinto del artículo 500 del mismo cuerpo legal, esto es, en que la sentencia ha omitido las razones legales o doctrinales que sirven para calificar como delito los hechos atribuidos al acusado Matías de la Fuente Condemarín. Se asevera por el recurso, que el tribunal sólo de manera aparente y meramente formal cumplió con las exigencias perentoriamente requeridas por el artículo 500 Nº 5 del Código de Procedimiento Penal, constatándose en resumidas cuentas la falta de razonamientos reclamada, al punto que de haberse dado cumplimiento a los requisitos y exigencias de un pronunciamiento de esta naturaleza, la única conclusión posible era la absolución de Matías de la Fuente Condemarín. En efecto, se aduce que aun cuando se hubiera verificado el hecho establecido en el considerando décimo sexto, acápite A de la sentencia de primer grado, ese hecho, sería impune, porque no reúne los requisitos necesarios para calificarlo como constitutivo de ninguna de las formas de autoría y participación criminal establecidas en la ley penal chilena, ya que imputar las conductas que señala la sentencia y condenar al acusado Matías De la Fuente por ellas constituye una contradicción en sus propios términos que anula todo razonamiento a su respecto. Se agrega que la omisión de razones legales y doctrinales para fundar esta calificación jurídica de participación, permiten configurar cabalmente el vicio de casación invocado, ya que la conducta atribuida al procesado De la Fuente Condemarín, que se contiene en los referidos considerandos, fue calificada, en el basamento 73º del laudo de primera instancia -tangencialmente modificada a este respecto- y en los considerandos 11°, 12° y 13° de la sentencia impugnada, como constitutiva de co-autoría del delito de falsificación de instrumento público. Se asienta que es fundamental observar que los delitos que se le imputan al convicto son injustos, especiales propios y que las resoluciones presuntamente falsas de que se trata no emanan del mismo, sino de un tercero. Asimismo, se expone que el emisor de las resoluciones actuó, según la sentencia, engañado y no es responsable penalmente, ergo, se trata, según la sentencia, en el caso del encartado De la Fuente, de un co-autor de un delito especial propio donde el funcionario público llamado a decir verdad -el único autor material posible, según la ley- es inocente. Se expresa que lo anterior es un imposible jurídico y las motivaciones que así lo afirman son contradictorias entre sí, de modo que se anulan. A la luz del mérito del proceso, la redacción de los considerandos 16º de la sentencia de primera instancia y 2° de la de segunda presentan, por de pronto, una simplificación extrema de los hechos probados, ya que en el dictamen recurrido se describe que una vez que Cortés recibió la supuesta manifestación o planteamiento de parte de su mandante, en orden a cumplir la regularidad administrativa para poner dineros a disposición de la Dirección de Planeamiento y, suministrados que le habrían sido por el mismo De la Fuente los datos necesarios para cumplirla, Cortés habría preparado la documentación y, luego, la habría sometido a los trámites necesarios para observar la regularidad administrativa. Hecho esto, se emitieron las resoluciones falsas ideológicamente al parecer del laudo cuestionado. Se aclara, que entre la supuesta manifestación de De la Fuente a Cortés y la emisión, por el Director General de Obras Públicas, de las resoluciones N° 1880 y N° 1085, la tramitación supuso varios pasos, cada uno el presupuesto de otro. En efecto, según el testimonio y declaraciones de las personas involucradas en la dictación de las resoluciones calificadas como falsas por la sentencia recurrida y siempre asumiendo la tesis del fallo en cuanto a la existencia de algún ilícito en el pronunciamiento de las resoluciones el iter del hecho que se reprocha es muchísimo más largo e involucró a todas las personas que allí declararon, aun cuando la conducta central que se atribuye a Matías De la Fuente en la sentencia de segunda instancia, que fundaría una coautoría en los términos que establece el numeral primero del artículo 15 del Código Penal, consistiría en que “habría efectuado la presentación o entrega de antecedentes para que aquél -Sergio Cortés Castro- alterara en ellos de manera sustancial la verdad para lograr de ese modo el fin ilícito, conforme a los requisitos del tipo penal que los regula”. Conforme al basamento duodécimo de la sentencia de segunda instancia, el funcionario público habilitado por ley para dictar aquellas resoluciones era Juan Lobos Díaz (Director de Obras Públicas), funcionario que no cometió el delito porque actuó engañado, constriñéndose las figuras de autoría a las personas de Sergio Cortés Castro y Matías De la Fuente Condemarín, ambos en calidad de coautores del artículo 15 N° 1 del Código del Ramo, razonamiento que contiene una serie de errores, contradicciones y omisiones que redundan en que la sentencia no ha dado cumplimiento al numeral quinto del artículo 500 del Código de Procedimiento Penal, incurriendo en el vicio de casación en la forma impetrado. Así, si se tiene en consideración que el delito de falsificación ideológica de instrumento público (delito previsto en el artículo 193 N° 4 del Código Penal) es el ejemplo más conspicuo de un tipo penal especial propio, es decir, de un delito que sólo lo puede cometer aquél sobre quien recae el deber específico de, en este caso, narrar verazmente los hechos que se describen en el documento respectivo, por lo que resulta contradictorio afirmar por una parte, que el funcionario público competente para dictar el acto no es responsable por la falsedad y, por la otra, que el injusto fue ejecutado directa y materialmente por terceros ajenos a dicha competencia, sin la participación punible de la única persona que por ley podía ejecutar directamente el delito, situación de hecho que es jurídicamente imposible. SEGUNDO: Que, al explicar la forma cómo estas infracciones de ley influyeron sustancialmente en lo dispositivo de la sentencia recurrida, asevera que los errores de derecho denunciados al permitir condenar a De la Fuente Condemarín, se desestimó la pretensión de absolución formulada expresamente por esa parte en su escrito de contestación a la acusación, al punto que la censura impuesta al encausado no se condice con el derecho vigente en nuestro país, puesto que incluso si efectivamente se hubiesen acreditado en el proceso los hechos que la sentencia da por acreditados, la conducta a él atribuida sería impune. Se precisa que la infracción de las normas indicadas al fundamentar el recurso de casación influyen en lo dispositivo del fallo desde el momento que al no incluirse consideraciones relativas a fundamentar la subsunción de la conducta atribuida a Matías De la Fuente Condemarín en el delito y la forma de participación atribuida, ello transforma a la sentencia en una resolución carente de fundamentos jurídicos para condenar. En otras palabras, careciendo el veredicto impugnado de consideraciones, obviamente tal orfandad de argumentos influye de un modo sustancial en lo resuelto, por lo que insta a invalidarlo, dictando sentencia de reemplazo de conformidad al mérito del proceso, la que debe absolver a De la Fuente habida cuenta de las razones legales y doctrinales que se contienen en el arbitrio y escrito de contestación a la acusación fiscal. TERCERO: Que, en lo que interesa a este recurso, el artículo 500 del Código Adjetivo Penal, en su numeral 5°, señala en forma imperativa que todo fallo definitivo en materia criminal debe contener ordinariamente, so pena de nulidad, "las razones legales o doctrinales que sirven para calificar el delito y sus circunstancias, tanto las agravantes como las atenuantes, y para establecer la responsabilidad o la irresponsabilidad civil de los procesados o de terceras personas citadas al juicio”. Vale decir, el veredicto precisa de aquellas necesarias reflexiones que deben servir de fundamento al fallo y que como requisitos indispensables tienden a asegurar la justicia y la legalidad del juzgamiento así como a proporcionar a las partes los antecedentes que les permitan conocer los motivos que determinaron la decisión del litigio, para la eventual interposición de los recursos por medio de los cuales fuese posible la modificación o invalidación de los mismos. CUARTO: Que, en lo que toca a la exigencia aludida en el recurso, la defensa del encartado De la Fuente Condemarín, al hacerse cargo de la acusación fiscal que estableció el presupuesto fáctico de la imputación de los delitos reiterados de falsificación de instrumento público -acápite II Nº 1 del auto acusatorio, de fojas 902-, manifestó entre otros tópicos que el tribunal prescindió “ab initio”, desde el primer momento de investigar la autoría material del único funcionario público al cual la Ley Orgánica del Ministerio de Obras Públicas (Ley Nº 15.840 y D.F.L. Nº 206 de 1960, hoy refundidas por el D.F.L. Nº 850 de 1997) le confiere la atribución de dictar esta clase de resoluciones y, por ende, sería el único funcionario público sobre el cual recae el deber extrapenal específico que se pretende infringido por los cargos del órgano jurisdiccional. Se precisó que no se concibe cómo el tribunal pretende construir una imputación penal respecto de otras personas, si en su parecer el autor material está libre de toda recriminación. Del mismo modo, se alegó como defensa subsidiaria -entre otras que detalla latamente-, lo que se denomina “impunibilidad del hecho atribuido a Matías de la Fuente Condemarín, con relación al presunto delito de falsificación de instrumento público y violación del principio de legalidad por inexistencia de participación punible”, expresándose que aun cuando se hubiera verificado el hecho materia de la acusación fiscal, ese hecho sería impune, porque no reúne los requisitos necesarios para calificarlo como constitutivo de ninguna de las formas de autoría y participación criminal establecido en la ley penal chilena, aduciendo que, sancionar por ese hecho representaría una violación del principio de tipicidad, consagrado en el artículo 19 Nº 8 de la Constitución Política de la República, exponiendo una serie de argumentos legales, jurisprudenciales y doctrinarios que en concepto de esa defensa letrada demuestran que el aludido procesado no incurrió en conducta alguna ilícita y/o reprochable punitivamente, en términos que su conducta no puede ser encuadrada en su proceder como propio de algún tipo de autoría del hecho constitutivo de la falsificación de instrumento público, ya sea como el autor del tipo penal, ni el del artículo 15 Nº 1 del Código Penal, por lo que la conducta que el auto acusatorio imputa a De la Fuente es atípica, y por ende, no puede ser increpada penalmente. QUINTO: Que, no obstante que la sentencia de primer grado, en sus basamentos 54° a 78° (alguno de los cuales fueron suprimidos -motivos 70° y 76°, mientras que otros fueron modificados parcialmente -considerandos 62º, 67, 71, 72, 73 y 75- por el fallo de segunda instancia) se hace cargo de las alegaciones y defensas esgrimidas en el escrito de acusación fiscal, los jurisdicentes del fondo al reflexionar sobre la participación del acusado De la Fuente Condemarín, no se hacen cargo cabal e íntegramente de las argumentaciones invocadas al contestar la acusación fiscal, al no incluirse consideraciones relativas a fundamentar la subsunción de la conducta atribuida al imputado ya individualizado en el delito y la forma de participación arrogada, en términos de sustentar directa y causalmente la decisión condenatoria a la que arribó. En efecto, se advierte en el dictamen cuestionado una omisión de las razones legales y doctrinales para fundar la calificación jurídica de participación, respecto de la conducta atribuida al procesado De la Fuente Condemarín, la que fue reputada en el basamento 73º del laudo de primera instancia -que sufrió modificaciones parciales por el fallo recurrido- y en los considerandos 11°, 12° y 13° de la sentencia impugnada, como constitutiva de coautoría del delito de falsificación de instrumento público, en circunstancias que los ilícitos que se imputan al acusado son delitos especiales propios y que las resoluciones presuntamente falsas de que se trata no emanan del propio acusado, sino de un tercero, quien poseía la calidad de Director de Obras Públicas, funcionario que conforme al mérito del laudo cuestionado fue engañado por los encartados, motivo por el cual su actuar está desprovisto de dolo penal, a pesar de ser ejecutor material de los actos administrativos apócrifos, lo que justifica que en el proceso no fuera inculpado y, en cambio, en concepto de los sentenciadores, el acusado De la Fuente, sí debe responder en calidad de co-autor de un delito especial propio donde el empleado público llamado a decir verdad es inocente. Ahora bien, a la luz de la trascripción de las motivaciones 16º de la sentencia de primera instancia y 2° de la de segundo grado, se relata que una vez que Cortés recibió el falsificado bosquejo de parte de su mandante (De la Fuente), en orden a cumplir la decisión administrativa para poner caudales a disposición de la Dirección de Planeamiento y, suministrados que le habrían sido por el mismo De la Fuente los datos necesarios para cumplirla, Cortés habría preparado la documentación y, luego, la habría sometido a los trámites necesarios para observar la regularidad administrativa, dictándose posteriormente las resoluciones falsas ideológicamente al parecer del laudo cuestionado, pronunciamiento que requirió etapas sucesivas, cada una requisito de la otra. El iter del hecho punible habría sido extenso, y en él, la conducta imputada a Matías De la Fuente en la sentencia de segunda instancia que fundaría una coautoría en los términos que establece el numeral primero del artículo 15 del Código Penal, consistiría en que “habría efectuado la presentación o entrega de antecedentes para que aquél Sergio Cortés Castro- alterara en ellos de manera sustancial la verdad para lograr de ese modo el fin ilícito, conforme a los requisitos del tipo penal que los regula”. Sin embargo, conforme al basamento duodécimo de la sentencia de segunda instancia, el funcionario público habilitado por ley para dictar aquellas resoluciones era Juan Lobos Díaz (Director de Obras Públicas), empleado que no cometió el delito porque actuó engañado, constriñéndose las figuras de autoría a las personas de Sergio Cortés Castro y Matías De la Fuente Condemarín, ambos en calidad de coautores del artículo 15 N° 1 del código del ramo, reflexión que en su esencia contiene incoherencias fácticas que derivan en que el dictamen condenatorio no dé cumplimiento al numeral quinto del artículo 500 del Código de Procedimiento Penal, incurriendo en el vicio de casación en la forma impetrado por el recurrente. En definitiva, tales motivaciones se anulan recíprocamente, y dejan al fallo sin el cumplimiento íntegro y cabal de las exigencias que la ley impone en la extensión de las sentencias definitivas y desprovisto de aquellas consideraciones que deben conducir de manera lógica a la decisión final, a la vez que se omiten razonamientos legales o doctrinarios que permitan calificar a Matías De la Fuente como autor de un delito que no puede ejecutar, lo que corrobora el aserto que funda la causal de nulidad formal invocada en el arbitrio. SEXTO: Que, dado lo expuesto, el dictamen de alzada con las abstenciones anotadas, queda claramente incurso en la exigencia contemplada en el literal noveno del artículo 541 del código persecutorio penal, en conexión con el artículo 500 Nro. 5º del mismo ordenamiento, pues no ha sido extendida en la forma dispuesta por la ley; deficiencia que, por otra parte, no puede subsanarse sino con la invalidación de la sentencia que la contiene, por lo que esta Corte acogerá el arbitrio formalizado, dictando en su lugar el dictamen de reemplazo que corresponda, en los términos que estatuye el artículo 544 de la compilación adjetiva antes citada. SÉPTIMO: Que, en consecuencia, se torna innecesario entrar al estudio del *motivo de casación en la forma, a su sección civil instaurado, en autos y atento lo prevenido en el artículo 808 del Código de Procedimiento Civil, se tendrán por no interpuestos los recursos de casación en el fondo impetrados de acuerdo a la relación expuesta en la parte expositiva de este fallo. Por estas consideraciones y de conformidad, además, con lo dispuesto en los artículos 500, Nº 5°, 535, 541 Nº 9º y 544 del Código de Procedimiento Penal y 764, 765, 783, 786 y 808 del de Enjuiciamiento Civil, se declara: I.- Se acoge el recurso de casación en la forma, en su apartado penal, interpuesto por los abogados señores Jorge Bofill Genzch y Miguel Ángel Chaves Péres, en representación del encartado Matías de la Fuente Condemarín, en lo principal de fojas 1.942 a 2.046, contra la sentencia de seis de enero de dos mil diez, escrita de fojas 1.897 a 1.932, la que es nula en todas sus partes, y se reemplaza por la que se dicta a continuación, sin nueva vista, pero separadamente. II.- Se omite pronunciamiento respecto del recurso de casación en la forma, en su sección civil, instaurado por el mismo interviniente, en el primer otrosí de fojas 1.942 a 2.046. III.- Ténganse por no interpuestos los recursos de casación en el fondo impetrados por la defensa de don Matías de la Fuente Condemarín, en el segundo y tercer otrosíes de fojas 1.942 a 2.046. Acordada con el voto en contra de la Ministra Sra. María Eugenia Sandoval, quien fue de parecer de desestimar el recurso de casación en la forma interpuesto por la defensa del acusado Matías de la Fuente Condemarín y declarar, en consecuencia, que la sentencia de segundo grado pronunciada por la Corte de Apelaciones de Santiago, de seis de enero de dos mil diez, escrita de fojas 1.897 a 1.932, no es nula, en virtud de las siguientes consideraciones: 1º.- Que el fallo aludido, en su decisión penal, en cuanto confirmó con las declaraciones que en él se efectúan, la sentencia apelada dictada por la Ministra en Visita Extraordinaria, señora Gloria Ana Chevesich Ruíz, de ocho de mayo de dos mil siete, cumple cabalmente con los requerimientos exigidos por el numeral quinto del artículo 500 del Código de Procedimiento Penal, toda vez que, en su concepto, en los razonamientos séptimo y octavo de la sentencia de casación de fojas 1897 y siguientes, y en los considerandos primero a décimo cuarto del fallo confirmatorio, se advierte un análisis completo de las razones legales y doctrinales para fundar la calificación jurídica de participación, respecto de la conducta atribuida al procesado Matías De la Fuente Condemarín, análisis que ya había efectuado la juez a quo en el considerando 73º del fallo de primer grado reformado en parte por la sentencia reclamada- para discernir que la misma es constitutiva de “co-autoría” del delito de falsificación de instrumento público, aun cuando se estime que el actuar del ejecutor material de los actos administrativos ideológicamente falsos esté despojado de dolo penal, justificando que en el proceso no fuera incriminado y en cambio, en concepto de los sentenciadores, si deba responder punitivamente el recurrente Matías De la Fuente Condemarín -al igual que el acusado Cortés Castro-, en los términos ya expuestos. A juicio de esta disidente, la Ministra en Visita, en las motivaciones 66° a 78° del fallo de primera instancia (algunas de las cuales resultaron eliminadas -70° y 76°, mientras que otras fueron alteradas parcialmente -62º, 67º, 71º, 72º, 73º y 75º- por el fallo cuestionado), refutó una a una las defensas invocadas en el escrito de contestación a la acusación fiscal, lo que resulta más evidente en los considerandos 73º a 75ª, donde la sentenciadora se hizo cargo de las alegaciones manifestadas, precisando los supuestos fácticos y las razones legales y doctrinarias que fundan su apreciación jurídica de participación como autor en el delito acreditado del querellado Matías De la Fuente Condemarín, por lo que la sentencia dictada por la Corte de Apelaciones de Santiago, que en este acto se impugna, ha cumplido con la exigencia que se ha reseñado precedentemente, lo que se advierte de su examen, consignándose, con la suficiencia exigida, la fundamentación de su decisión condenatoria, sin que por otra parte pudiere sostenerse razonadamente que el acusado individualizado ha quedado en la indefensión, lo que por lo demás se advierte claramente del libelo en análisis y a través del cual se cuestiona el veredicto en comentario, de modo que resulta claro que el fallo en cuestión cumple con todas las exigencias del precepto legal reprochado, específicamente aquélla consignada en su numeral quinto, por lo que no se configura en la especie el vicio formal que se ha denunciado. Por otra parte, la jurisprudencia reiterada de esta Corte ha sostenido que en virtud de un recurso de casación en la forma fundamentado en la causal del numeral noveno del artículo 541 del Código de Procedimiento Penal, en concordancia con el numeral quinto del mismo cuerpo legal, debe reclamarse la “ausencia” o “inexistencia” de las consideraciones en el fallo y no de la supuesta atingencia o no enlace de su contenido. Al efecto, a modo de ejemplo, basta con revisar la sentencia de veinte de diciembre de dos mil cinco, emitida en causa Rol Nº 2281-2003, que en su parte pertinente asevera: “…Que, resolviendo recursos de esta clase, esta Corte de Casación ha fallado, en forma reiterada y consistente, que la causal de casación en la forma contenida en el artículo 541 Nº 9º del Código de Procedimiento Penal, en relación con el artículo 500 Nºs 4º y 5º de ese mismo cuerpo de leyes, sólo concurre cuando la sentencia atacada carece por completo de consideraciones referentes a las cuestiones señaladas en los mentados numerales de esta última disposición. En cambio, no es posible apreciarla si dicho fallo contiene razonamientos, pero éstos a la recurrente le parecen erróneos, insuficientes o incompletos. Ello es así, porque lo que el artículo 500 Nºs 4º y 5º del Código de Procedimiento Penal pretende evitar es el pronunciamiento de sentencias que obedezcan únicamente al capricho de sus autores y, por eso, les exige que expliciten los motivos que han tenido para llegar a su decisión. Si no lo hacen así, efectivamente incurren en una infracción formal que conduce a la anulación del fallo; pero si, por el contrario, expresan sus razones, ello basta para que la exigencia se entienda cumplida y la pretensión de nulidad no pueda prosperar…”. 2º.- Que, del mismo modo, incumbe descartar la nulidad formal interpuesta contra la sentencia en su apartado civil, que acogió la demanda civil interpuesta por el Consejo de Defensa del Estado y condenó al recurrente a pagar a favor del Fisco de Chile la suma de $92.659.751, más reajustes, intereses y costas. El recurso se sustenta en lo dispuesto en los artículos 535 y siguientes, 536 bis y 546 y siguientes, en relación con el artículo 500 Nº 4, todos del Código de Procedimiento Penal, y en los artículos 764 y siguientes del Código de Procedimiento Civil, aduciendo que la sentencia impugnada, no ha sido extendida en la forma prescrita por la ley, dando como fundamento que el fallo condenatorio calificó la conducta de Matías de la Fuente como constitutiva de dos delitos de falsificación de instrumento público del artículo 193 N° 4 del Código Penal, y no obstante ello, las conductas constitutivas del delito aludido se insertaban - tanto en la sentencia de primera como en la de segunda instancia-, en una trama destinada a defraudar al Fisco, delito que formó parte de la acusación originalmente formulada en el proceso, pero que, tras acogerse una excepción de previo y especial pronunciamiento opuesta por la defensa, fue declarado prescrito y sobreseído en forma definitiva respecto del recurrente. Se sostiene que los considerandos 26°, 29°, 37° y 39° de la sentencia expresan que entre los delitos de falsedad y fraude existiría una relación de medio a fin, que sería la razón que permitiría determinar la pena del acusado Sergio Cortés Castro dando aplicación a lo dispuesto en el artículo 75 del Código Penal -relación de medio a fin donde el medio es la supuesta falsedad y el fin el fraude, respecto del cual De la Fuente se encuentra sobreseído-. Al efecto, el fallo de primera instancia –no modificado en este aspecto-, señala que éste constituiría un “concurso medial”, esto es, un auténtico concurso material tratado a efectos punitivos con las reglas del concurso ideal, por lo que en otras palabras, estaríamos frente a hechos diferentes, distintos, separados en el tiempo, con contornos y límites definidos que permiten distinguir uno del otro, por lo tanto del delito de falsificación no emanó ni pudo emanar el perjuicio que se verificaría con el fraude al Fisco. La recurrente pretende impugnar, no la ausencia o inexistencia de fundamentos del fallo atingentes al tema que alude, esto es, el nexo causal entre la conducta ilícita y el menoscabo a los intereses fiscales, sino la pertinencia o suficiencia de dichos considerandos, por lo que, estima esta disidente que debe, asimismo, rechazarse esta argumentación, ya que efectivamente la sentencia de primer grado, confirmada en este aspecto íntegramente por la de segunda instancia, en su motivación 83º manifiesta las razones por las cuales se acoge la demanda civil del Fisco de Chile, haciéndose cargo en el considerando 81º de las alegaciones esgrimidas por la defensa del demandado De la Fuente Condemarín, las que desestima. Del mismo modo, la sentencia impugnada realiza una complementación en su motivación 15º de casación, en términos de sostener que el razonamiento 83ª de la resolución de primera instancia ha efectuado una adecuada fundamentación de la condena en el aspecto civil, y que dicho pronunciamiento claramente ha prescindido de la demanda civil por fraude y ha procedido a acogerla por el delito de falsificación de instrumento público. Regístrese. Redacción a cargo del Ministro señor Nibaldo Segura Peña, y del voto en contra, su autora. Rol Nº 3.008-10.- Pronunciado por la Segunda Sala integrada por los Ministros Sres. Nibaldo Segura P., Rubén Ballesteros C., Hugo Dolmestch U., Sra. María Eugenia Sandoval G. y el abogado integrante Sr. Nelson Pozo S. Autorizada por la Ministro de Fe de esta Corte Suprema. En Santiago, a seis de julio de dos mil doce, notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la resolución precedente, como asimismo personalmente a la señora Fiscal Judicial de la Corte Suprema, quien no firmó. SENTENCIA DE REEMPLAZO: Santiago, seis de julio de dos mil doce. En cumplimiento de lo ordenado por la decisión de casación que antecede y lo prevenido en los artículos 535 y 544 del Código de Procedimiento Penal, se dicta la siguiente sentencia de reemplazo. VISTOS: Se reproduce de la sentencia apelada su parte expositiva y sus considerandos, con excepción de los números 15°, 18°, 20°, 21°, 26°, 29°, 30°, 35°, 38° las dos veces que se expresan, 39°, 40°, 47°, 53°, 64°, 65°, 66°, 67°, 68°, 69°, 70°, 71°, 72°, 73°, 74°, 75°, 76° la segunda vez que se menciona, 77°, 78° y 84°, que se eliminan. Asimismo, se sustrae del considerando 2° letra g, todo el párrafo que se inicia con el nombre “Ximena del Carmen Riff Rojas…” y termina con “…de multa”; Del 16°, letra G. se elimina la frase “…y la persona que se hace referencia en la letra c.-, entregó en dinero efectivo al que, a esa fecha, era el Director Nacional de Planeamiento”; Del 17°, apartado IV, primer párrafo, se elimina desde “a lo declarado…” hasta “aquello” y el párrafo final que se inicia con el adverbio “N…” y acaba con “… (sic)”; se sustrae además el apartado V de ese mismo considerando. En el 23°, se sustrae en el párrafo primero la frase “en cuanto a la segunda figura penal”. En el 24°, se elimina el vocablo “falsas”. En el 34°, se sustituye la expresión “los delitos de falsificación de instrumento público y”, por “el delito de” Del 45°, se elimina el párrafo segundo y final. Del 46° se eliminan los párrafos segundo y tercero, los que se inician con “Esta sentenciadora…” y termina con “…justifican”. Del 62°, párrafo segundo, entre “Presidente de la República” y “época”, se agrega el ilativo de la. Del 83°, se elimina la expresión “Matías de la Fuente Condemarin y”, y se sustituye la frase “ambos deberán pagar solidariamente”, por “deberá pagar”. Se reproducen asimismo las citas legales, con excepción de los artículos 29, 68 bis y 103 del Código Penal, que se eliminan, agregándose el artículo 15 N° 1 del mismo cuerpo legal. De la sentencia invalidada se mantienen sus fundamentos primero a sexto, inclusive. Y TENIENDO, EN SU LUGAR Y ADEMÁS, PRESENTE: I.- EN CUANTO A LOS RECURSOS DE CASACIÓN EN LA FORMA INTERPUESTOS EN LO PRINCIPAL Y PRIMER OTROSÍ DE FOJAS 1.766, POR LA DEFENSA LETRADA DEL ACUSADO MATÍAS DE LA FUENTE CONDEMARÍN: PRIMERO: Que el legislador no obliga a invalidar la sentencia si, como ocurre en la especie, las deficiencias denunciadas pueden corregirse mediante la apelación formalizada también en esta instancia, sobre todo si, a juicio de estos sentenciadores, de un simple análisis del fallo impugnado se demuestra que éste puede ser enmendado a través del recurso de apelación planteado, sin perjuicio de lo decidido en la sentencia de casación que antecede. SEGUNDO: Que, por consiguiente, esta Corte desestimará los recursos de casación formal deducidos por la demandada, sin perjuicio de lo que se resolverá más adelante al pronunciarse sobre el recurso de apelación. II.- EN CUANTO A LOS RECURSOS DE APELACIÓN FORMALIZADOS A FOJAS 1.746, 1.751, 1.755 Y SEGUNDO OTROSÍ DE FOJAS 1.766: TERCERO: Que a fojas 901 y siguientes, los encartados Matías de la Fuente Condemarín y Sergio Alberto Cortés Castro, fueron acusados, en calidad de autores, de los delitos de fraude al Fisco de Chile y falsificación de instrumento público, injustos respecto de los cuales la parte querellante y el Consejo de Defensa del Estado adhirieron a la acusación de oficio, por las presentaciones que rolan a fojas 922 y 926, respectivamente. CUARTO: Que la figura penal relativa a la falsificación por la que fueron acusados los procesados, ya individualizados, corresponde a la del numeral cuarto del artículo 193 del Código Penal, que a la letra, señala: “Será castigado con presidio menor en su grado máximo a presidio mayor en su grado mínimo el empleado público que, abusando de su oficio, cometiere falsedad: Faltando a la verdad en la narración de hechos sustanciales.” El profesor Alfredo Etcheberry, en su obra Derecho Penal, Tomo IV, páginas 145, 146 y 147, señala que esta clase de falsedad consiste esencialmente en dar un contenido mendaz a un documento en que se han observado las formas auténticas, sin que se exija que la falsedad del funcionario ocasione perjuicio a alguien. Se trata de un delito de peligro abstracto o presunto contra la seguridad del tráfico jurídico. Esta materia de la falsedad ideológica debe relacionarse con la estructura de los documentos públicos. En ellos un funcionario determinado debe dejar testimonio de ciertos hechos en la forma que la ley señala. El funcionario público comete falsedad ideológica cuando miente acerca de aquellos hechos respecto de los cuales está obligado por la ley a decir la verdad, porque su palabra hace prueba. Respecto de la norma contemplada en el número 4 del artículo 193 del Código Penal, agrega que es la fórmula general, que permite incluir prácticamente todas las falsedades ideológicas. Los otros casos expresamente reglamentados no son más que formas particulares de realización de esta amplia hipótesis, y bien podrían eliminarse sin problemas. Afirma que cuando se habla de “narración” debe tenerse presente que debe tratarse de aquellos hechos de que el funcionario da testimonio por ciencia propia: fecha del acto, identidad de las personas, lugar, firma de los otorgantes y testigos, tenor de las aseveraciones hechas, etc. Los “hechos sustanciales” son aquellos que dan sentido o alcance al documento, en relación con lo que el documento está destinado a constituir o a probar. QUINTO: Que, en el caso de autos, el delito de falsificación de instrumento público, a juicio de la sentenciadora de primera instancia, dice relación con las resoluciones de la Dirección General de Obras Públicas signadas con los números 1880 de 22 de agosto de 1997 y 1085 de 5 de mayo de 1998, mediante las cuales se adjudicó a M & P Délano Consultores, representada por Pablo Délano Icaza, los trabajos denominados “Trabajo de Apoyo a Concesiones en Estrategias de Inversión y Regulación de Infraestructura del Ministerio de Obras Públicas”, por la suma de $ 47.128.271.-, y “Trabajo de Apoyo a Concesiones en Estrategias y Políticas de Inversión y Regularización de Infraestructura del Ministerio de Obras Públicas, en especial relativas a Concesiones Multisectoriales, considerando la evaluación de los contratos ya adjudicados”, por la suma de $ 45.531.480, y para su configuración, los fundamentó en los razonamientos que se exponen latamente entre los basamentos 20° a 22°, que se reproducen para estos efectos por razones de economía procesal. SEXTO: Que, contrariamente a lo sostenido en la acusación de oficio, de fojas 901, corroborado por las adhesiones de los querellantes y del Fisco de Chile, en la especie, deberá dictarse sentencia absolutoria en beneficio de los acusados, ya individualizados, en lo que dice relación al supuesto delito de falsificación de instrumento público, atendido la impunibilidad del hecho a ellos atribuidos, por inexistencia de imputación al autor material de los hechos pretendidamente constitutivos de delito. SÉPTIMO: Que es autor aquel que comete el delito por sí mismo, poniendo el concreto proceso de realización de la lesión típica o, en caso de ser varias las personas, aquel que en un proceso de atribución, a un sujeto libre, sobre el curso de conductas objetivas, tiene el dominio de los hechos, siempre dentro de la idea de conductas externas y libres (Kohler, Michael, Derecho Penal, BerlínHeidelberg, 1997, Pág. 503). OCTAVO: Que por su parte la autoría mediata consiste en el hecho que la conducta ilícita no requiere ejecutarse por sus propias manos: se puede servir, amén de instrumentos mecánicos, del accionar de otra persona, en cuanto sólo ella posea el dominio de la realización del tipo. En este último caso se habla de autoría mediata (Roxin, Autoría y Dominio del Hecho en Derecho Penal, Séptima Edición, Marcial Pons, Madrid-Barcelona, 2000, Pág. 25). NOVENO: Que lo que caracteriza a la autoría mediata es el dominio de la voluntad de otro. Es el caso de la persona que realiza el tipo penal, pero no de propia mano, sino mediante otra persona que le sirve a sus fines porque no puede oponer resistencia a la voluntad dominante del autor mediato, con lo cual aparece como una herramienta en las manos de aquél. DÉCIMO: Que el autor mediato es siempre autor y no partícipe, independiente de quien sea el instrumento. De ese modo se puede afirmar que el autor mediato tiene el dominio del hecho, que en este caso no debe entenderse como un proceso causal ciego. Esto es lo que justifica que la imputación del resultado le sea adjudicada al autor de atrás. La autoría mediata es una forma de autoría, se requiere en ella que se reúnan las condiciones de autoría. Por eso, deben concurrir en ella tanto los elementos objetivos y subjetivos del dominio del hecho, como los elementos típicos especiales del delito de propia mano y los de los delitos de omisión (Maurach, Gossel y Zipf, Derecho Penal. Parte Especial, traducción de la séptima edición Alemana de Jorge Bofill, Astrea, Buenos Aires, 1995, Pág. 48). UNDÉCIMO: Que el dominio del hecho significa, tal como se señaló en el motivo séptimo, que desde una perspectiva objetiva debe tener en sus manos el curso del acontecimiento típico, es decir, el manejo del curso causal del injusto. Desde un aspecto subjetivo, también el hombre de atrás debe tener la voluntad que caracteriza el dominio del hecho. Como este elemento pertenece al dolo, el desconocimiento del dominio lleva al error y en consecuencia a la exclusión del dolo, quedando siempre que se cumplan los elementos de una infracción de deber, el remanente de la culpa. DUODÉCIMO: Que en la secuencia de hechos materializados en la conducta fáctica de los imputados se infiere que dicha causalidad o curso del acontecimiento típico de autos no cumple con los requisitos objetivos ni subjetivos de la autoría mediata imputada en estos autos, de modo que condenarlos como co autores del delito de falsificación de instrumento público, en los términos que establece la acusación de oficio, constituiría una flagrante violación al “principio de accesoriedad de la participación”. DÉCIMO TERCERO: Que, en efecto, los instrumentos tachados como ideológicamente falsos por el fallo en alzada, emanan del Director General de Obras Públicas, persona natural distinta de los acusados, por ende, si alguien tenía un deber de decir verdad en dichos documentos, ese no era otro que el testigo aludido, que detentaba, a la sazón, ese cargo. Para razonar de este modo, debe evaluarse que el artículo 193 Nº 4 del Código Penal exige que el funcionario público autor del delito abuse de su cargo, no de la función de otro, cuando falte a la verdad en la narración de hechos. Lo anterior, porque, tratándose de un delito que consiste en la infracción de un deber específico propio de un cargo, el autor solamente puede ser el “intraneus”, o sea, la persona sobre la cual recae o recaía el deber infringido, y en el caso sub lite, el único funcionario público facultado para emitir estas resoluciones era el Director General de Obras Públicas, quien no fue inculpado en este proceso. Por lo demás, quedó en evidencia en el sumario criminal que también otros funcionarios públicos intervinieron en forma directa en la preparación y emisión de las resoluciones N° 1880 y N° 1085, impugnadas, agentes que detentaban cargos de responsabilidad y estaban encargados, en la tramitación administrativa, de velar por la regularidad del proceso y por el cumplimiento de la ley, todos los cuales declararon, en distintas calidades procesales, explicando su intervención en el asunto, sin que ninguno de ellos fuera objeto de imputación en esta causa. DÉCIMO CUARTO: Que el delito de falsificación de instrumento público es un delito especial, por ende sólo lo puede cometer quien reúna la calidad exigida por el tipo penal. Según el auto acusatorio, en este caso se configuraría el delito del artículo 193 Nº 4 del Código Penal que expresa: “Art. 193. Será castigado con “…el empleado público que, abusando de su oficio, cometiere falsedad: 4º Faltando a la verdad en la narración de hechos sustanciales…”. Por lo que, corresponde establecer quién es el funcionario público que, abusando de su oficio, puede cometer falsedad ideológica faltando a la verdad en la narración de hechos sustanciales, para lo cual, citaremos al profesor Alfredo Etcheberry, quien asevera: “[El funcionario público comete falsedad ideológica cuando miente acerca de aquellos hechos respecto de los cuales está obligado por la ley a decir la verdad, porque la palabra hace prueba (op.cit., tomo IV., p. 163, énfasis agregado). Y luego dice: “…Cuando se habla de „narración‟ debe tenerse presente que debe tratarse de aquellos hechos de que el funcionario da testimonio por ciencia propia: fecha del acto, identidad de las personas, lugar, firma de los otorgantes y testigos, aseveraciones hechas, etc…” (Alfredo Etcheberry, El Derecho Penal en la Jurisprudencia. Sentencias 1875-1966, Ed. Jurídica, 2ª. Ed., 1987, p. 164). Al efecto, Etcheberry, cita la siguiente jurisprudencia: “…en contra Ricardo Aspee González y otro: es requisito del delito en cuestión la circunstancia de que el empleado público obre „abusando de su oficio‟; es decir, la falsedad debe ser cometida en el instrumento autorizado por el mismo funcionario en su carácter de tal y actuando en la esfera de su competencia” (el mismo autor, tomo III, p. 277). Por otra parte, en virtud del principio de accesoriedad de la participación, no es posible dejar libre de toda imputación al autor de las resoluciones presuntamente falsas, y condenar únicamente a terceros, respecto de los cuales se sostiene intervinieron de alguna manera en su gestación. Sobre este tópico, no hay dos opiniones en la doctrina nacional. El profesor Novoa sobre la materia asevera: “Al decir que la participación, en sus formas de instigación y complicidad, es accesoria, se quiere afirmar que un acto de participación no tiene relevancia personal autónoma, sino que su significación penal depende del hecho realizado por el autor, pues sólo en relación con el hecho cumplido por el autor adquiere tal significación (Bettiol)” (op. cit. p. 185); “Las actuaciones del instigador y del cómplice están subordinadas y condicionadas al hecho del autor principal a tal extremo, que supuesta la inexistencia de éste, ellas no podrían adquirir vida jurídica” (ibid.); y finalmente: “Conforme al sistema general de la legislación positiva chilena, la existencia de un partícipe propiamente dicho (forma accesoria de concurso) está condicionada a la existencia de un hecho típico y antijurídico realizado por el ejecutor principal …” (op. cit., p. 188). A su turno, Politoff, Matus y Ramírez, afirman: “Mientras los autores lo son de un hecho que puede calificarse como propio, el resto de los intervinientes ocupa una posición secundaria: participan en un hecho ajeno. Sin embargo, es más o menos evidente que, fuera del ámbito de los tipos penales –asumiendo que ellos se refieren, por regla general, únicamente a sus autores- y por imposición del principio de legalidad, no toda participación en un hecho ajeno ha de ser punible necesariamente ni de la misma forma, sino que ello requiere una expresa manifestación de la ley en ese sentido”. Así, nuestro Código conoce tres formas de participación punible en un hecho ajeno: inducción (art. 15 Nº 2), complicidad (arts. 15 Nº3 y 16) y encubrimiento (art. 17). En todos estos casos, el partícipe lo es de un hecho ajeno y, por lo mismo, su punibilidad depende en buena medida de la del autor del hecho (Sergio Politoff, Jean Pierre Matus, María Cecilia Ramírez, Lecciones de Derecho Penal Chileno, Parte General, p. 417 y 418, Ed. Jurídica, 2ª. Ed., 2004. Concluyen Politoff, Matus y Ramírez: “Entre nosotros, es dominante la doctrina de la llamada accesoriedad limitada o media, según la cual, para la punibilidad del partícipe es necesario que el autor haya ejecutado una acción típica y al menos antijurídica, aunque no necesariamente culpable” (op. cit., p. 418) El profesor Mario Garrido Montt, sostiene: “El principio de la accesoriedad tiene importancia en cuanto requiere que el hecho sea delito para el autor –por lo menos en grado de tentativa- para que, a su vez, pueda castigarse al cómplice y al inductor”, agregando: “En nuestro país es suficiente la exigencia de la accesoriedad media, pues así se desprende de los arts. 15 y 16 que aluden a la ejecución del „hecho‟ y no del „delito‟”, para finiquitar manifestando: “Accesoriedad media” -según este autor- : “Es suficiente que el hecho tenga la calidad de típico y antijurídico para que pueda sancionarse a los partícipes, aunque el autor carezca de culpabilidad”. Finalmente, don Alfredo Etcheberry, manifiesta: “En cuanto al principio de accesoriedad, éste se refiere a la característica que tienen las conductas no consistentes en la autoría directa o inmediata, de depender de la conducta ejecutada por el ejecutor o autor material” (El Derecho Penal en la Jurisprudencia. Sentencias 1875-1966, Ed. Jurídica, 2ª. Ed., 1987, tomo II, p. 10). “En cualquiera de los dos casos es preciso, de todos modos, que el hecho en el cual se participa sea típico y antijurídico…Pero en la accesoriedad mínima ello es suficiente: no impediría la sanción del copartícipe la circunstancia de que el ejecutor material fuera inculpable (v. gr. por haber padecido de error esencial e invencible” (op. cit., p. 10; énfasis agregado). DÉCIMO QUINTO: Que, como se advierte, es absolutamente dominante y carece de cualquier excepción la tesis según la cual, para sancionar penalmente a un partícipe, se requiere comprobar, previamente, en el proceso, la conducta típica y antijurídica del autor principal. De modo que, como lo señalan todos los autores, si bien puede ocurrir que el autor no resulte punible, por ausencia de culpabilidad, ello representa una situación excepcional, que requiere la concurrencia de antecedentes especiales, los que deben comprobarse en el proceso, por lo que no resulta admisible que en un juicio penal se pretenda perseguir penalmente al partícipe, al no-autor, con total prescindencia de la figura principal, como acaeció en esta investigación criminal en que el Director General de Obras Públicas ni siquiera declaró exhortado a decir verdad, pues prestó testimonio legalmente juramentado, en calidad de testigo y, por ende, exento de toda imputación. DÉCIMO SEXTO: Que, como corolario de lo anterior, decidido por la señora juez de primera instancia, que la conducta de don Juan Lobos no era típica ni antijurídica -pues, de haberlo estimado así, lo habría interrogado en calidad de inculpado y hubiera desplegado diligencias de investigación orientadas a establecer su responsabilidad penal-, la única consecuencia jurídica posible es que, dado que en este caso no concurre el requisito mínimo de accesoriedad, se estimó que la conducta del autor de las resoluciones N° 1880 y N° 1085 no merece reproches, entonces, este proceso penal simplemente debe concluir con la absolución de los acusados De la Fuente y Cortés. DÉCIMO SÉPTIMO: Que, a mayor abundamiento, debe considerarse que la calificación inicial sobre el delito y sobre la responsabilidad que en calidad de autor le corresponde al acusado no puede ser absolutamente invariable, ya que el objetivo de todo proceso, en especial los procesos penales, es esclarecer los hechos delictivos, los autores y demás partícipes con fundamento en el material probatorio acumulado, de tal forma que se cumpla el objetivo de administrar justicia con apoyo en la certeza y en la convicción razonada del sentenciador, el que se encuentra así en condiciones de modificar las apreciaciones jurídicas con base a los hechos fijados en la acusación en la que, como se aprecia en este caso, se imputó directa y únicamente la calidad de Matías de la Fuente Condemarín y Sergio Cortés Castro, como coautores de los delitos que en ella se les reprocharon. DÉCIMO OCTAVO: Que, en consecuencia, los hechos descritos en el fundamento signado con el número 16º del laudo que se revisa, configuran únicamente el delito de fraude al Fisco de Chile, previsto y sancionado en el artículo 239 del Código Penal. DÉCIMO NOVENO: Que, así las cosas, estos juridiscentes no han adquirido la convicción de que los referidos De la Fuente y Cortés Castro hayan tenido participación, en calidad de coautores de delito de falsificación de instrumento público, que se les atribuyen. Es más, ni siquiera han adquirido la convicción de que en el caso sub lite cometieran un hecho punible, en orden a que se trate efectivamente de contravenciones de orden penal. VIGÉSIMO: Que, hay que recordar que, en nuestro sistema jurídico penal resulta imprescindible que el juzgador, para condenar, adquiera la referida convicción. Ello surge del tenor estricto del artículo 456 bis del Código de Procedimiento Penal, en cuanto prescribe que “Nadie puede ser condenado por delito sino cuando el tribunal que lo juzgue haya adquirido, por los medios de prueba legal, la convicción de que realmente se ha cometido un hecho punible y que en él ha correspondido al procesado una participación culpable y penada por la ley”. Cabe precisar que “convicción” resulta sinónimo de “convencimiento”, según el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española y, en el caso de autos, importa el convencimiento íntimo de los sentenciadores respecto de los ilícitos pesquisados y de la participación atribuida a los procesado De La Fuente y Cortés, convencimiento que no ha sido alcanzado. Finalmente, es de tener en consideración que la norma del artículo 456 bis del Código de Procedimiento Penal fue consagrada precisamente para corregir todas las situaciones de dudas que provoque una indagación criminal en los juzgadores, y que les permite absolver no obstante la calidad, cantidad, categoría o entidad de las pruebas o evidencias que pudieren haberse acumulado, evitando de este modo incurrir en un posible error judicial. Lo anterior, porque como resulta obvio, en ausencia de pruebas, el juez debe simplemente absolver y la real posibilidad de aplicar el precepto en cuestión se presenta cuando existen probanzas en el expediente, pero aún así, el juzgador no alcanza convicción respecto de la existencia del delito y/o de la participación, como ocurre en la especie. VIGÉSIMO PRIMERO: Que, asimismo resulta útil recordar que el Código de Procedimiento Penal estableció en su artículo 42 que: “…A nadie se considerará culpable de delito ni se le aplicará pena alguna sino en virtud de sentencia dictada por el tribunal establecido por la Ley…”. VIGÉSIMO SEGUNDO: Que además es necesario recordar lo que el Mensaje del aludido Código de Procedimiento Penal, suscrito por don Jorge Montt con fecha 31 de diciembre de 1894, estableció al respecto: “De aquí es que este Proyecto consigna como una base general y superior a toda demostración jurídica, que la convicción del juez adquirida por los medios de prueba legal es de todo punto indispensable para condenar. Si esa convicción no llega a formarse, el juez podrá absolver sin otro fundamento y cualesquiera que sean los antecedentes que el proceso arroje en contra del reo”. VIGÉSIMO TERCERO: Que Matías de la Fuente Condemarín niega su participación en los hechos investigados, de la manera como lo expresa en las declaraciones a las que se hace alusión en el fundamento signado con el número 32º del fallo de primer grado, alegación que es armónica con lo razonado precedentemente, por lo que se omitirá pronunciamiento, por innecesario, en torno a las alegaciones esgrimidas por su defensa al contestar la acusación de oficio y correspondientes adhesiones, según detalle pormenorizado entre los basamentos 54°a 63° del dictamen de primera instancia, que se revisa. VIGÉSIMO CUARTO: Que la alegación formulada por la Defensa de Sergio Cortés Castro, de que no se habría configurado el delito de fraude al Fisco de Chile, contemplados en el artículo 239 del Código Penal, se desestimará atendido lo consignado en los siguientes razonamientos de la sentencia de primer grado: - Números 3º, 4º y 6º, en los que se señala que la Dirección Nacional de Planeamiento es un servicio público y la Coordinación General de Concesiones es un organismo funcional dependiente de la Dirección General de Obras Públicas; razón por la que sus actuaciones deben observar el principio de legalidad de los actos de la Administración, y, por lo mismo, para que el patrimonio fiscal resulte comprometido al pago de sumas de dinero, por cualquier concepto, se deben respetar todos los mecanismos establecidos para preservarlo. - Números 7º, 8º, 9º, 10º, 11º, 12º, 13º y 14º, en los que se analiza la normativa aplicable a los contratos de apoyo cuestionados, la naturaleza jurídica de los mismos, las normas que regulan las remuneraciones del sector público, y las atribuciones, deberes y funciones de los inspectores fiscales. - Números 16º y 17º, en los que se señalan los hechos que resultaron establecidos en el proceso. - Números 23º y 24º, en los que se explicitan de manera pormenorizada las razones fácticas y jurídicas que llevan a estos sentenciadores a estimar que los hechos que se describieron configuran el delito de fraude al Fisco de Chile. VIGÉSIMO QUINTO: Que, atendido lo expuesto en esta sentencia, se acogerán las peticiones formuladas por el Consejo de Defensa del Estado, por el Fisco de Chile, y por la parte querellante, en cuanto solicitan que se dicte sentencia condenatoria en contra del acusado Cortés Castro, en los términos que se resolverá en lo resolutivo del fallo. Sin embargo, acorde lo fundamentado en las motivaciones undécima a vigésima segunda, se rechazarán en cuanto solicitan se condene a este encausado y al imputado De la Fuente, en calidad de coautores de los delitos reiterados de falsificación de instrumento público. VIGÉSIMO SEXTO: Que favorece al acusado Sergio Alberto Cortés Castro la circunstancia atenuante de responsabilidad penal prevista en el número 6 del artículo 11 del Código Penal, esto es, la de irreprochable conducta anterior, la que se encuentra acreditada con el mérito que emana de su extracto de filiación y antecedentes que rola a fojas 1799 del la causa principal, pues las anotaciones que figuran dicen relación con la causa signada con el número de rol 15.260 (principal, Letra E y L IV) que la señora Ministra en Visita Extraordinaria tramita por cuerda separada, de conformidad a lo que dispone el artículo 160 del Código Orgánico de Tribunales. Asimismo, favorece al condenado la circunstancia atenuante de responsabilidad penal contemplada en el número 9 del artículo 11 del Código Penal, esto es, la de haber colaborado sustancialmente al esclarecimiento de los hechos, la que, a juicio del tribunal, se encuentra acreditada con el mérito de sus declaraciones, pues de su lectura se aprecia que dio cuenta en forma pormenorizada de la manera en que se verificaron los hechos y la participación que le cupo, por lo que se acogerán las circunstancias atenuantes de responsabilidad penal invocadas por su defensa. VIGÉSIMO SÉPTIMO: Que no existen otras circunstancias modificatorias de responsabilidad penal que analizar, por lo que favoreciendo al acusado Cortes Castro dos circunstancias atenuantes de responsabilidad penal y ninguna agravante, el tribunal podrá imponer la pena inferior en uno, dos o tres grados al mínimo de los señalados por la ley, según sea el número y entidad de dichas circunstancias. Para los efectos de la pena que habrá que imponer sentenciado, el tribunal tendrá en consideración que el delito de fraude al Fisco de Chile, debe considerarse como “reiterado” y no como “continuado”, como lo reputó la juez de primer grado en el basamento 30° del laudo que se revisa, manteniéndose así la calificación efectuada en la acusación de oficio, teniendo para ello en consideración que la defraudación al Fisco de Chile, según se aprecia en los hechos asentados en el fallo que se revisa, se encuentra claramente diferenciada en dos actos independientes, el uno del otro. En consecuencia, tratándose de una reiteración de delitos de fraude al Fisco de Chile, resulta más favorable ser castigado el condenado Cortés Castro de acuerdo al sistema que señala el artículo 509, inciso segundo del Código de Procedimiento Penal, en vez del establecido en el artículo 74 del Código Penal, considerando desde luego las circunstancias modificatorias de culpabilidad siempre aplicables para la determinación legal de las penas hechas por la sentenciadora de primera instancia y que ha bajado el umbral de éstas. VIGÉSIMO OCTAVO: Que corresponde rechazar la demanda dirigida a hacer efectiva la responsabilidad civil de Matías de la Fuente Condemarín, atendida la decisión absolutoria que se ha cimentado en los motivos undécimo a vigésimo segundo de estos autos. VIGÉSIMO NOVENO: Que se concede al acusado Sergio Cortés Castro el beneficio de la remisión condicional de la pena, contemplado en el artículo 3 de la Ley Nº 18.216, por concurrir los presupuestos establecidos en su artículo 4. En efecto, la pena privativa de libertad que se le impondrá no excederá de tres años; no ha sido condenado anteriormente por crimen o simple delito; los antecedentes personales, conducta anterior y posterior al hecho punible y la naturaleza, modalidades y móviles determinantes del delito permiten presumir que no volverá a delinquir, razón por la que es innecesario un tratamiento o la ejecución efectiva de la pena. Para gozar de dicho beneficio el sentenciado deberá dar cumplimiento a las condiciones impuestas en el artículo 5 de la citada ley, por el término de quinientos cuarenta y un días, con excepción de aquella establecida en su letra d), atendido que su imposición, en la práctica, haría ilusorio su goce; Se debe tener presente que no se encuentran ejecutoriadas las sentencias condenatorias dictadas en las causas número de rol 15.260 Letras E y L IV. TRIGÉSIMO: Que de acuerdo a lo expresado en las reflexiones precedentes, se disiente parcialmente del parecer del señor Fiscal Judicial quien en su dictamen de fojas 1.860 a 1.861, fue de opinión de declarar sin lugar los recursos de casación en la forma instaurados y confirmar, sin modificaciones, la sentencia que se revisa. Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en los artículos 514, 527, 543 y 544 del Código de Procedimiento Penal, se declara que: I.- Se rechazan los recursos de casación en la forma interpuestos por los abogados señores Jorge Bofill Genzch y Miguel Ángel Chaves Péres, en representación, del encartado Matías de la Fuente Condemarín, tanto en lo penal, como en su apartado civil, según consta de lo principal y primer otrosí de fojas 1.766 a 1.852, en contra de la sentencia de fecha ocho de mayo de dos mil siete, escrita a fojas 1.528 y siguientes. II.- Se revoca la sentencia apelada de ocho de mayo de dos mil siete, escrita de fojas 1528 a 1.739, dictada por la Ministra en Visita Extraordinaria, señora Gloria Ana Chevesich Ruíz, en cuanto por ella se condena: 1.- En su apartado I. A.- Al acusado Matías Eduardo de la Fuente Condemarín, ya individualizado, a la pena de quinientos cuarenta días de presidio menor en su grado mínimo, suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de la condena y al pago de las costas de la causa, como autor del delito de falsificación de instrumento público en calidad de continuado. 2.- En su sección I. B), en cuanto se sanciona a Sergio Alberto Cortés Castro, también singularizado, como autor de idéntico injusto. 3.- En su apartado II, por la que se acoge la demanda civil deducida por el Consejo de Defensa del Estado, en representación del Fisco de Chile, y se condena a Matías Eduardo de la Fuente Condemarín a pagar solidariamente la suma de $ 92.659.751.-, más reajustes, según la variación que haya experimentado el Índice de Precios al Consumidor, determinado por el Instituto Nacional de Estadísticas o el organismo que lo suceda o reemplace entre el mes de diciembre de 1999 y la fecha del pago efectivo, más intereses corrientes que se calcularan sobre la referida suma y a contar de la fecha en que la sentencia quede ejecutoriada, con costas. Y en su lugar, se decide que: Se absuelve a ambos acusados de los cargos ya descritos, desestimándose, sin costas, la demanda civil impetrada por el Fisco de Chile, ya detallada, únicamente en contra del acusado De la Fuente Condemarín. III.- Se confirma, en lo demás apelado, con declaración: 1) Que se condena al acusado Sergio Alberto Cortés Castro a la pena única de quinientos cuarenta y un días de presidio menor en su grado medio, como autor de dos delitos reiterados de Fraude al Fisco de Chile, cometidos en la ciudad de Santiago, los días 27 de agosto de 1997 y 5 de mayo de 1998, respectivamente, a la accesoria de suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de la condena y costas del juicio. 2) El sentenciado en el evento que le sea revocado el beneficio alternativo de la remisión condicional de la pena, al que estará sujeto por el término de la pena privativa de libertad -esto es, quinientos cuarenta y un días- y deba entrar a cumplirla efectivamente, le servirá de abono el reconocido en el fallo de primera instancia. IV.- Se confirma, en lo demás, la referida sentencia. 1) En cuanto al sobreseimiento de fojas 1.374: Se aprueba el sobreseimiento consultado de veintisiete de noviembre de dos mil seis, escrito a fojas 1374 y que favorece a Ximena Riff Rojas. 2) En cuanto al sobreseimiento de fojas 1.740. Se confirma el sobreseimiento apelado de ocho de mayo de dos mil siete, escrito a fojas 1740 y que favorece a Matías de la Fuente Condemarín, Pablo Délano Icaza y Roberto Alonso Castillo. Acordada la revocatoria del laudo de primer grado, tanto en su aspecto civil como penal, con el voto en contra de la Ministra señora María Eugenia Sandoval, quien estuvo por confirmar la sentencia de ocho de mayo de dos mil siete, escrita desde fojas 1528 a 1739, en virtud de sus propios fundamentos y sobre la base de las siguientes consideraciones: A.- EN CUANTO A SU DECISIÓN PENAL: Que el examen del proceso arroja un conjunto de antecedentes que reúnen los requisitos del numeral primero del artículo 488 del Código del Procedimiento Penal, que permiten establecer una presunción de participación de Matías de la Fuente en el ilícito imputado, por fundarse en hechos que son reales y están extensamente expuestos en los basamentos 35º y 73º de la sentencia de primera instancia, dándose así cuenta de hechos significativos, reales y probados en el proceso, los que evidentemente constituyen un conjunto de presunciones relacionadas con la participación del encausado en el delito, que atendida su multiplicidad y gravedad, permitieron a la juez a quo arribar a la conclusión de la “coautoría” de Matías De la Fuente Condemarín en el ilícito acreditado, indicios que por lo demás, no se agotan en la declaración de Sergio Cortés Castro. B.- EN CUANTO A SU DECISIÓN CIVIL: La falsificación de instrumento público como hecho asentado en la causa, tiene una relación causal directa con el detrimento provocado por esta conducta al patrimonio estatal. “La doctrina y jurisprudencia están de acuerdo en que para dar por acreditada la causalidad debe mostrarse que el hecho por el cual se responde es una condición necesaria del daño. Y un hecho es condición necesaria de un cierto resultado cuando de no haber existido la condición, el resultado tampoco se habría producido (el hecho es condictio sine qua non del daño). El requisito de causalidad exige que haya una diferencia entre dos estados de cosas: el que existiría si el hecho no hubiese ocurrido y el efectivamente existente”. “Un buen método para determinar si un hecho es condición necesaria del daño consiste en intentar su supresión hipotética: si eliminado mentalmente el hecho, el daño no se habría producido, tal hecho es causa necesaria de ese daño”. (Barros Bourie, Enrique, “Tratado de responsabilidad extracontractual”, Editorial Jurídica de Chile, año 2007, p. 376 y 377). En este caso, la supresión hipotética del obrar del demandado, determina la desaparición de los perjuicios reclamados; de modo que no cabe si no concluir que en la especie y respecto del acusado De La Fuente Condemarín concurre la relación de causalidad exigida por cuanto el daño es una condición necesaria de su actuar, del que ha sido sancionado como responsable. Regístrese y devuélvanse los autos con todos sus documentos y agregados. Redacción a cargo del Ministro señor Nibaldo Segura Peña, y del voto en contra, su autora. Rol Nº 3.008-10.- Pronunciado por la Segunda Sala integrada por los Ministros Sres. Nibaldo Segura P., Rubén Ballesteros C., Hugo Dolmestch U., Sra. María Eugenia Sandoval G. y el abogado integrante Sr. Nelson Pozo S. Autorizada por la Ministro de Fe de esta Corte Suprema. En Santiago, a seis de julio de dos mil doce, notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la resolución precedente, como asimismo personalmente a la señora Fiscal Judicial de la Corte Suprema, quien no firmó.