Rol3008-2010 - Microjuris

Anuncio
Santiago, seis de julio de dos mil doce.
V I S T O S:
En esta causa N° 15260 Letra R, Rol del Décimo Octavo Juzgado del
Crimen de esta ciudad, por sentencia de ocho de mayo de dos mil siete, escrita de
fojas 1528 a 1.739, dictada por la Ministra en Visita Extraordinaria, señora Gloria
Ana Chevesich Ruíz, se pronunció sentencia condenando a Matías de la Fuente
Condemarín a la pena de quinientos cuarenta y un días de presidio menor en su
grado medio, accesorias correspondientes, y costas, como autor del delito de
falsificación de instrumento público en calidad de continuado; sanciona, además, a
Sergio Alberto Cortés Castro, a la pena de quinientos cuarenta y un días de
presidio menor en su grado medio, accesorias correspondientes y al pago de las
costas de la causa, como autor de los delitos de falsificación de instrumento
público y fraude al Fisco de Chile, en calidad de continuados, concediéndose a
ambos acusados el beneficio de la remisión condicional de la pena, debiendo
quedar sujetos a la discreta observación y asistencia por la autoridad
administrativa durante el tiempo de la condena, y cumplir los requisitos previstos
en la Ley Nº 18.216, con excepción del establecido en la letra d) de su artículo 5º.
Por su fracción civil, se declaró que los sentenciados pagarían
solidariamente al demandante civil Fisco de Chile la suma de $ 92.659.751, más
reajustes e intereses corrientes, como indemnización por los perjuicios que se le
ocasionaron a consecuencia de los ilícitos.
Contra esta sentencia, el encausado Matías de la Fuente Condemarín
interpuso recurso de casación en la forma fundado en las causales de los N° 9 y
N° 10 del artículo 541 del Código de Procedimiento Penal, esto es, en no haberse
extendido aquel fallo en la forma como lo dispone la ley, en cuanto no contendría
las consideraciones que den cuenta de los elementos probatorios en cuya virtud
se tiene por acreditada la participación criminal del acusado en el delito imputado,
situación que contravendría lo dispuesto en el número 4 del artículo 500 del
Código de Procedimiento Penal; y haber sido dictada “ultra petita”, al haberse
extendido a puntos inconexos de aquellos que fueron parte de la acusación de
oficio y de la defensa.
Además, en contra de la decisión civil el demandado civil Matías de la
Fuente Condemarín dedujo recurso de casación en la forma, fundado en el
artículo 541, inciso final, del Código de Procedimiento Penal, en relación con el
numeral 9° del mismo artículo y con el artículo 500 N° 4 del mismo Código, en
cuanto en esta parte la sentencia no ha sido extendida en la forma prescrita por la
ley.
Sin perjuicio de los recursos de casación en la forma deducidos la defensa
del acusado Matías de la Fuente Condemarín formalizó recurso de apelación en
contra de la misma sentencia, mismo medio de impugnación que impetraron, tanto
los querellantes Evelyn Matthei Fornet y Víctor Pérez Varela, a fojas 1.746, como
el sentenciado Sergio Cortés Castro, a fojas 1.755 y el Fisco de Chile,
representado por el Consejo de Defensa del Estado a fojas 1.757
Por veredicto de seis de enero de dos mil diez, la Corte de Apelaciones de
Santiago desechó los recursos de casación en la forma interpuestos en contra de
la sentencia de primer grado, declarando que ella es válida. Además, confirmó la
sentencia apelada de fecha ocho de mayo de dos mil siete, con declaración de: a)
Que se condena al acusado Matías de la Fuente Condemarín a dos penas de
quinientos cuarenta y un día de presidio menor en su grado medio como autor de
dos delitos reiterados de falsificación de instrumento público en perjuicio del Fisco
de Chile, cometidos los días 27 de agosto de 1997 y 5 de mayo de 1998,
respectivamente, en la ciudad de Santiago, a la accesoria en cada una de las
penas de suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de las condenas
y costas; b) Que se condena al acusado Sergio Alberto Cortés Castro a dos penas
de quinientos cuarenta y un día de presidio menor en su grado medio como autor
de dos delitos reiterados de falsificación de instrumento público en perjuicio del
Fisco de Chile, cometidos los días 27 de agosto de 1997 y 5 de mayo de 1998,
respectivamente y de dos delitos de Fraude al Fisco de Chile, también reiterados,
aquéllos como medio para cometer los segundos, en la ciudad y fechas
señaladas, a la accesoria de suspensión de cargo u oficio público durante el
tiempo de las condenas y costas; c) Que los sentenciados en el evento que les
sea revocado el beneficio alternativo de la remisión condicional de las penas, al
que estarán sujetos por el término de ambas penas privativas de libertad y deban
entrar a cumplirlas efectivamente, tal cumplimiento se hará respecto de cada una
de ellas en forma sucesiva, y les servirá de abono el reconocido en el fallo de
primera instancia. Se confirmó en lo demás, la referida sentencia.
Del mismo modo, aprobó el sobreseimiento consultado de veintisiete de
noviembre de dos mil seis, escrito a fojas 1374 y que favoreció a Ximena Riff
Rojas, ratificando el sobreseimiento apelado de ocho de mayo de dos mil siete,
escrito a fojas 1740 y que beneficia a Matías de la Fuente Condemarín, Pablo
Délano Icaza y Roberto Alonso Castillo.
En contra de este dictamen, el letrado Cristián Letelier Aguilar, en
representación de los querellantes Evelyn Matthei Fornet y Víctor Pérez Varela,
dedujo recurso de casación en el fondo, a fojas 1933. Por su parte, los abogados
señores Jorge Bofill Genzch y Miguel Ángel Chaves Péres, en representación, del
encartado Matías de la Fuente Condemarín, interpusieron sendos recursos de
casación en la forma y en el fondo, tanto en lo penal, como en su apartado civil,
según consta de fojas 1.942 a 2.046.
Concedidos los expresados arbitrios y habiéndoseles declarado admisibles,
se trajeron los autos en relación.
A fojas 2.686, los querellantes Evelyn Matthei Fornet y Víctor Pérez Varela,
se desistieron de su recurso de nulidad sustantiva, de fojas 1933, lo que fue
aceptado a fojas 2.687 por esta Corte.
C O N S I D E R A N D O:
PRIMERO: Que el medio de impugnación formal en lo penal intentado
descansa en la causal novena del artículo 541 del Código de Procedimiento Penal,
en concordancia con el numeral quinto del artículo 500 del mismo cuerpo legal,
esto es, en que la sentencia ha omitido las razones legales o doctrinales que
sirven para calificar como delito los hechos atribuidos al acusado Matías de la
Fuente Condemarín.
Se asevera por el recurso, que el tribunal sólo de manera aparente y
meramente formal cumplió con las exigencias perentoriamente requeridas por el
artículo 500 Nº 5 del Código de Procedimiento Penal, constatándose en resumidas
cuentas la falta de razonamientos reclamada, al punto que de haberse dado
cumplimiento a los requisitos y exigencias de un pronunciamiento de esta
naturaleza, la única conclusión posible era la absolución de Matías de la Fuente
Condemarín. En efecto, se aduce que aun cuando se hubiera verificado el hecho
establecido en el considerando décimo sexto, acápite A de la sentencia de primer
grado, ese hecho, sería impune, porque no reúne los requisitos necesarios para
calificarlo como constitutivo de ninguna de las formas de autoría y participación
criminal establecidas en la ley penal chilena, ya que imputar las conductas que
señala la sentencia y condenar al acusado Matías De la Fuente por ellas
constituye una contradicción en sus propios términos que anula todo razonamiento
a su respecto.
Se agrega que la omisión de razones legales y doctrinales para fundar esta
calificación jurídica de participación, permiten configurar cabalmente el vicio de
casación invocado, ya que la conducta atribuida al procesado De la Fuente
Condemarín, que se contiene en los referidos considerandos, fue calificada, en el
basamento 73º del laudo de primera instancia -tangencialmente modificada a este
respecto- y en los considerandos 11°, 12° y 13° de la sentencia impugnada, como
constitutiva de co-autoría del delito de falsificación de instrumento público. Se
asienta que es fundamental observar que los delitos que se le imputan al convicto
son injustos, especiales propios y que las resoluciones presuntamente falsas de
que se trata no emanan del mismo, sino de un tercero. Asimismo, se expone que
el emisor de las resoluciones actuó, según la sentencia, engañado y no es
responsable penalmente, ergo, se trata, según la sentencia, en el caso del
encartado De la Fuente, de un co-autor de un delito especial propio donde el
funcionario público llamado a decir verdad -el único autor material posible, según
la ley- es inocente. Se expresa que lo anterior es un imposible jurídico y las
motivaciones que así lo afirman son contradictorias entre sí, de modo que se
anulan.
A la luz del mérito del proceso, la redacción de los considerandos 16º de la
sentencia de primera instancia y 2° de la de segunda presentan, por de pronto,
una simplificación extrema de los hechos probados, ya que en el dictamen
recurrido se describe que una vez que Cortés recibió la supuesta manifestación o
planteamiento de parte de su mandante, en orden a cumplir la regularidad
administrativa para poner dineros a disposición de la Dirección de Planeamiento y,
suministrados que le habrían sido por el mismo De la Fuente los datos necesarios
para cumplirla, Cortés habría preparado la documentación y, luego, la habría
sometido a los trámites necesarios para observar la regularidad administrativa.
Hecho esto, se emitieron las resoluciones falsas ideológicamente al parecer del
laudo cuestionado.
Se aclara, que entre la supuesta manifestación de De la Fuente a Cortés y
la emisión, por el Director General de Obras Públicas, de las resoluciones N° 1880
y N° 1085, la tramitación supuso varios pasos, cada uno el presupuesto de otro.
En efecto, según el testimonio y declaraciones de las personas involucradas en la
dictación de las resoluciones calificadas como falsas por la sentencia recurrida y
siempre asumiendo la tesis del fallo en cuanto a la existencia de algún ilícito en el
pronunciamiento de las resoluciones el iter del hecho que se reprocha es
muchísimo más largo e involucró a todas las personas que allí declararon, aun
cuando la conducta central que se atribuye a Matías De la Fuente en la sentencia
de segunda instancia, que fundaría una coautoría en los términos que establece el
numeral primero del artículo 15 del Código Penal, consistiría en que “habría
efectuado la presentación o entrega de antecedentes para que aquél -Sergio
Cortés Castro- alterara en ellos de manera sustancial la verdad para lograr de ese
modo el fin ilícito, conforme a los requisitos del tipo penal que los regula”.
Conforme al basamento duodécimo de la sentencia de segunda instancia,
el funcionario público habilitado por ley para dictar aquellas resoluciones era Juan
Lobos Díaz (Director de Obras Públicas), funcionario que no cometió el delito
porque actuó engañado, constriñéndose las figuras de autoría a las personas de
Sergio Cortés Castro y Matías De la Fuente Condemarín, ambos en calidad de
coautores del artículo 15 N° 1 del Código del Ramo, razonamiento que contiene
una serie de errores, contradicciones y omisiones que redundan en que la
sentencia no ha dado cumplimiento al numeral quinto del artículo 500 del Código
de Procedimiento Penal, incurriendo en el vicio de casación en la forma impetrado.
Así, si se tiene en consideración que el delito de falsificación ideológica de
instrumento público (delito previsto en el artículo 193 N° 4 del Código Penal) es el
ejemplo más conspicuo de un tipo penal especial propio, es decir, de un delito que
sólo lo puede cometer aquél sobre quien recae el deber específico de, en este
caso, narrar verazmente los hechos que se describen en el documento respectivo,
por lo que resulta contradictorio afirmar por una parte, que el funcionario público
competente para dictar el acto no es responsable por la falsedad y, por la otra, que
el injusto fue ejecutado directa y materialmente por terceros ajenos a dicha
competencia, sin la participación punible de la única persona que por ley podía
ejecutar directamente el delito, situación de hecho que es jurídicamente imposible.
SEGUNDO: Que, al explicar la forma cómo estas infracciones de ley
influyeron sustancialmente en lo dispositivo de la sentencia recurrida, asevera que
los errores de derecho denunciados al permitir condenar a De la Fuente
Condemarín, se desestimó la pretensión de absolución formulada expresamente
por esa parte en su escrito de contestación a la acusación, al punto que la censura
impuesta al encausado no se condice con el derecho vigente en nuestro país,
puesto que incluso si efectivamente se hubiesen acreditado en el proceso los
hechos que la sentencia da por acreditados, la conducta a él atribuida sería
impune.
Se precisa que la infracción de las normas indicadas al fundamentar el
recurso de casación influyen en lo dispositivo del fallo desde el momento que al no
incluirse consideraciones relativas a fundamentar la subsunción de la conducta
atribuida a Matías De la Fuente Condemarín en el delito y la forma de participación
atribuida, ello transforma a la sentencia en una resolución carente de fundamentos
jurídicos para condenar. En otras palabras, careciendo el veredicto impugnado de
consideraciones, obviamente tal orfandad de argumentos influye de un modo
sustancial en lo resuelto, por lo que insta a invalidarlo, dictando sentencia de
reemplazo de conformidad al mérito del proceso, la que debe absolver a De la
Fuente habida cuenta de las razones legales y doctrinales que se contienen en el
arbitrio y escrito de contestación a la acusación fiscal.
TERCERO: Que, en lo que interesa a este recurso, el artículo 500 del
Código Adjetivo Penal, en su numeral 5°, señala en forma imperativa que todo
fallo definitivo en materia criminal debe contener ordinariamente, so pena de
nulidad, "las razones legales o doctrinales que sirven para calificar el delito y sus
circunstancias, tanto las agravantes como las atenuantes, y para establecer la
responsabilidad o la irresponsabilidad civil de los procesados o de terceras
personas citadas al juicio”. Vale decir, el veredicto precisa de aquellas necesarias
reflexiones que deben servir de fundamento al fallo y que como requisitos
indispensables tienden a asegurar la justicia y la legalidad del juzgamiento así
como a proporcionar a las partes los antecedentes que les permitan conocer los
motivos que determinaron la decisión del litigio, para la eventual interposición de
los recursos por medio de los cuales fuese posible la modificación o invalidación
de los mismos.
CUARTO: Que, en lo que toca a la exigencia aludida en el recurso, la
defensa del encartado De la Fuente Condemarín, al hacerse cargo de la
acusación fiscal que estableció el presupuesto fáctico de la imputación de los
delitos reiterados de falsificación de instrumento público -acápite II Nº 1 del auto
acusatorio, de fojas 902-, manifestó entre otros tópicos que el tribunal prescindió
“ab initio”, desde el primer momento de investigar la autoría material del único
funcionario público al cual la Ley Orgánica del Ministerio de Obras Públicas (Ley
Nº 15.840 y D.F.L. Nº 206 de 1960, hoy refundidas por el D.F.L. Nº 850 de 1997)
le confiere la atribución de dictar esta clase de resoluciones y, por ende, sería el
único funcionario público sobre el cual recae el deber extrapenal específico que se
pretende infringido por los cargos del órgano jurisdiccional. Se precisó que no se
concibe cómo el tribunal pretende construir una imputación penal respecto de
otras personas, si en su parecer el autor material está libre de toda recriminación.
Del mismo modo, se alegó como defensa subsidiaria -entre otras que detalla
latamente-, lo que se denomina “impunibilidad del hecho atribuido a Matías de la
Fuente Condemarín, con relación al presunto delito de falsificación de instrumento
público y violación del principio de legalidad por inexistencia de participación
punible”, expresándose que aun cuando se hubiera verificado el hecho materia de
la acusación fiscal, ese hecho sería impune, porque no reúne los requisitos
necesarios para calificarlo como constitutivo de ninguna de las formas de autoría y
participación criminal establecido en la ley penal chilena, aduciendo que,
sancionar por ese hecho representaría una violación del principio de tipicidad,
consagrado en el artículo 19 Nº 8 de la Constitución Política de la República,
exponiendo una serie de argumentos legales, jurisprudenciales y doctrinarios que
en concepto de esa defensa letrada demuestran que el aludido procesado no
incurrió en conducta alguna ilícita y/o reprochable punitivamente, en términos que
su conducta no puede ser encuadrada en su proceder como propio de algún tipo
de autoría del hecho constitutivo de la falsificación de instrumento público, ya sea
como el autor del tipo penal, ni el del artículo 15 Nº 1 del Código Penal, por lo que
la conducta que el auto acusatorio imputa a De la Fuente es atípica, y por ende,
no puede ser increpada penalmente.
QUINTO: Que, no obstante que la sentencia de primer grado, en sus
basamentos 54° a 78° (alguno de los cuales fueron suprimidos -motivos 70° y 76°, mientras que otros fueron modificados parcialmente -considerandos 62º, 67, 71,
72, 73 y 75- por el fallo de segunda instancia) se hace cargo de las alegaciones y
defensas esgrimidas en el escrito de acusación fiscal, los jurisdicentes del fondo al
reflexionar sobre la participación del acusado De la Fuente Condemarín, no se
hacen cargo cabal e íntegramente de las argumentaciones invocadas al contestar
la acusación fiscal, al no incluirse consideraciones relativas a fundamentar la
subsunción de la conducta atribuida al imputado ya individualizado en el delito y la
forma de participación arrogada, en términos de sustentar directa y causalmente la
decisión condenatoria a la que arribó.
En
efecto,
se
advierte
en
el
dictamen
cuestionado
una
omisión de las razones legales y doctrinales para fundar la calificación jurídica de
participación, respecto de la conducta atribuida al procesado De la Fuente
Condemarín, la que fue reputada en el basamento 73º del laudo de primera
instancia -que sufrió modificaciones parciales por el fallo recurrido- y en los
considerandos 11°, 12° y 13° de la sentencia impugnada, como constitutiva de coautoría del delito de falsificación de instrumento público, en circunstancias que los
ilícitos que se imputan al acusado son delitos especiales propios y que las
resoluciones presuntamente falsas de que se trata no emanan del propio acusado,
sino de un tercero, quien poseía la calidad de Director de Obras Públicas,
funcionario que conforme al mérito del laudo cuestionado fue engañado por los
encartados, motivo por el cual su actuar está desprovisto de dolo penal, a pesar
de ser ejecutor material de los actos administrativos apócrifos, lo que justifica que
en el proceso no fuera inculpado y, en cambio, en concepto de los sentenciadores,
el acusado De la Fuente, sí debe responder en calidad de co-autor de un delito
especial propio donde el empleado público llamado a decir verdad es inocente.
Ahora bien, a la luz de la trascripción de las motivaciones 16º de la
sentencia de primera instancia y 2° de la de segundo grado, se relata que una vez
que Cortés recibió el falsificado bosquejo de parte de su mandante (De la Fuente),
en orden a cumplir la decisión administrativa para poner caudales a disposición de
la Dirección de Planeamiento y, suministrados que le habrían sido por el mismo
De la Fuente los datos necesarios para cumplirla, Cortés habría preparado la
documentación y, luego, la habría sometido a los trámites necesarios para
observar la regularidad administrativa, dictándose posteriormente las resoluciones
falsas ideológicamente al parecer del laudo cuestionado, pronunciamiento que
requirió etapas sucesivas, cada una requisito de la otra. El iter del hecho punible
habría sido extenso, y en él, la conducta imputada a Matías De la Fuente en la
sentencia de segunda instancia que fundaría una coautoría en los términos que
establece el numeral primero del artículo 15 del Código Penal, consistiría en que
“habría efectuado la presentación o entrega de antecedentes para que aquél Sergio Cortés Castro- alterara en ellos de manera sustancial la verdad para lograr
de ese modo el fin ilícito, conforme a los requisitos del tipo penal que los regula”.
Sin embargo, conforme al basamento duodécimo de la sentencia de
segunda instancia, el funcionario público habilitado por ley para dictar aquellas
resoluciones era Juan Lobos Díaz (Director de Obras Públicas), empleado que no
cometió el delito porque actuó engañado, constriñéndose las figuras de autoría a
las personas de Sergio Cortés Castro y Matías De la Fuente Condemarín, ambos
en calidad de coautores del artículo 15 N° 1 del código del ramo, reflexión que en
su esencia contiene incoherencias fácticas que derivan en que el dictamen
condenatorio no dé cumplimiento al numeral quinto del artículo 500 del Código de
Procedimiento Penal, incurriendo en el vicio de casación en la forma impetrado por
el recurrente.
En definitiva, tales motivaciones se anulan recíprocamente, y dejan al fallo
sin el cumplimiento íntegro y cabal de las exigencias que la ley impone en la
extensión de las sentencias definitivas y desprovisto de aquellas consideraciones
que deben conducir de manera lógica a la decisión final, a la vez que se omiten
razonamientos legales o doctrinarios que permitan calificar a Matías De la Fuente
como autor de un delito que no puede ejecutar, lo que corrobora el aserto que
funda la causal de nulidad formal invocada en el arbitrio.
SEXTO: Que, dado lo expuesto, el dictamen de alzada con las
abstenciones anotadas, queda claramente incurso en la exigencia contemplada en
el literal noveno del artículo 541 del código persecutorio penal, en conexión con el
artículo 500 Nro. 5º del mismo ordenamiento, pues no ha sido extendida en la
forma dispuesta por la ley; deficiencia que, por otra parte, no puede subsanarse
sino con la invalidación de la sentencia que la contiene, por lo que esta Corte
acogerá el arbitrio formalizado, dictando en su lugar el dictamen de reemplazo que
corresponda, en los términos que estatuye el artículo 544 de la compilación
adjetiva antes citada.
SÉPTIMO: Que, en consecuencia, se torna innecesario entrar al estudio del
*motivo de casación en la forma, a su sección civil instaurado, en autos y atento lo
prevenido en el artículo 808 del Código de Procedimiento Civil, se tendrán por no
interpuestos los recursos de casación en el fondo impetrados de acuerdo a la
relación expuesta en la parte expositiva de este fallo.
Por estas consideraciones y de conformidad, además, con lo dispuesto en
los artículos 500, Nº 5°, 535, 541 Nº 9º y 544 del Código de Procedimiento Penal y
764, 765, 783, 786 y 808 del de Enjuiciamiento Civil, se declara:
I.- Se acoge el recurso de casación en la forma, en su apartado penal,
interpuesto por los abogados señores Jorge Bofill Genzch y Miguel Ángel Chaves
Péres, en representación del encartado Matías de la Fuente Condemarín, en lo
principal de fojas 1.942 a 2.046, contra la sentencia de seis de enero de dos mil
diez, escrita de fojas 1.897 a 1.932, la que es nula en todas sus partes, y se
reemplaza por la que se dicta a continuación, sin nueva vista, pero
separadamente.
II.- Se omite pronunciamiento respecto del recurso de casación en la
forma, en su sección civil, instaurado por el mismo interviniente, en el primer otrosí
de fojas 1.942 a 2.046.
III.- Ténganse por no interpuestos los recursos de casación en el fondo
impetrados por la defensa de don Matías de la Fuente Condemarín, en el segundo
y tercer otrosíes de fojas 1.942 a 2.046.
Acordada con el voto en contra de la Ministra Sra. María Eugenia
Sandoval, quien fue de parecer de desestimar el recurso de casación en la forma
interpuesto por la defensa del acusado Matías de la Fuente Condemarín y
declarar, en consecuencia, que la sentencia de segundo grado pronunciada por la
Corte de Apelaciones de Santiago, de seis de enero de dos mil diez, escrita de
fojas 1.897 a 1.932, no es nula, en virtud de las siguientes consideraciones:
1º.- Que el fallo aludido, en su decisión penal, en cuanto confirmó con las
declaraciones que en él se efectúan, la sentencia apelada dictada por la Ministra
en Visita Extraordinaria, señora Gloria Ana Chevesich Ruíz, de ocho de mayo de
dos mil siete, cumple cabalmente con los requerimientos exigidos por el numeral
quinto del artículo 500 del Código de Procedimiento Penal, toda vez que, en su
concepto, en los razonamientos séptimo y octavo de la sentencia de casación de
fojas 1897 y siguientes, y en los considerandos primero a décimo cuarto del fallo
confirmatorio, se advierte un análisis completo de las razones legales y doctrinales
para fundar la calificación jurídica de participación, respecto de la conducta
atribuida al procesado Matías De la Fuente Condemarín, análisis que ya había
efectuado la juez a quo en el considerando 73º del fallo de primer grado reformado en parte por la sentencia reclamada- para discernir que la misma es
constitutiva de “co-autoría” del delito de falsificación de instrumento público, aun
cuando se estime que el actuar del ejecutor material de los actos administrativos
ideológicamente falsos esté despojado de dolo penal, justificando que en el
proceso no fuera incriminado y en cambio, en concepto de los sentenciadores, si
deba responder punitivamente el recurrente Matías De la Fuente Condemarín -al
igual que el acusado Cortés Castro-, en los términos ya expuestos.
A juicio de esta disidente, la Ministra en Visita, en las motivaciones 66° a
78° del fallo de primera instancia (algunas de las cuales resultaron eliminadas -70°
y 76°, mientras que otras fueron alteradas parcialmente -62º, 67º, 71º, 72º, 73º y
75º- por el fallo cuestionado), refutó una a una las defensas invocadas en el
escrito de contestación a la acusación fiscal, lo que resulta más evidente en los
considerandos 73º a 75ª, donde la sentenciadora se hizo cargo de las alegaciones
manifestadas, precisando los supuestos fácticos y las razones legales y
doctrinarias que fundan su apreciación jurídica de participación como autor en el
delito acreditado del querellado Matías De la Fuente Condemarín, por lo que la
sentencia dictada por la Corte de Apelaciones de Santiago, que en este acto se
impugna, ha cumplido con la exigencia que se ha reseñado precedentemente, lo
que se advierte de su examen, consignándose, con la suficiencia exigida, la
fundamentación de su decisión condenatoria, sin que por otra parte pudiere
sostenerse razonadamente que el acusado individualizado ha quedado en la
indefensión, lo que por lo demás se advierte claramente del libelo en análisis y a
través del cual se cuestiona el veredicto en comentario, de modo que resulta claro
que el fallo en cuestión cumple con todas las exigencias del precepto legal
reprochado, específicamente aquélla consignada en su numeral quinto, por lo que
no se configura en la especie el vicio formal que se ha denunciado.
Por otra parte, la jurisprudencia reiterada de esta Corte ha sostenido que en
virtud de un recurso de casación en la forma fundamentado en la causal del
numeral noveno del artículo 541 del Código de Procedimiento Penal, en
concordancia con el numeral quinto del mismo cuerpo legal, debe reclamarse la
“ausencia” o “inexistencia” de las consideraciones en el fallo y no de la supuesta
atingencia o no enlace de su contenido. Al efecto, a modo de ejemplo, basta con
revisar la sentencia de veinte de diciembre de dos mil cinco, emitida en causa Rol
Nº 2281-2003, que en su parte pertinente asevera: “…Que, resolviendo recursos
de esta clase, esta Corte de Casación ha fallado, en forma reiterada y consistente,
que la causal de casación en la forma contenida en el artículo 541 Nº 9º del
Código de Procedimiento Penal, en relación con el artículo 500 Nºs 4º y 5º de ese
mismo cuerpo de leyes, sólo concurre cuando la sentencia atacada carece por
completo de consideraciones referentes a las cuestiones señaladas en los
mentados numerales de esta última disposición. En cambio, no es posible
apreciarla si dicho fallo contiene razonamientos, pero éstos a la recurrente le
parecen erróneos, insuficientes o incompletos. Ello es así, porque lo que el artículo
500 Nºs 4º y 5º del Código de Procedimiento Penal pretende evitar es el
pronunciamiento de sentencias que obedezcan únicamente al capricho de sus
autores y, por eso, les exige que expliciten los motivos que han tenido para llegar
a su decisión. Si no lo hacen así, efectivamente incurren en una infracción formal
que conduce a la anulación del fallo; pero si, por el contrario, expresan sus
razones, ello basta para que la exigencia se entienda cumplida y la pretensión de
nulidad no pueda prosperar…”.
2º.- Que, del mismo modo, incumbe descartar la nulidad formal interpuesta
contra la sentencia en su apartado civil, que acogió la demanda civil interpuesta
por el Consejo de Defensa del Estado y condenó al recurrente a pagar a favor del
Fisco de Chile la suma de $92.659.751, más reajustes, intereses y costas. El
recurso se sustenta en lo dispuesto en los artículos 535 y siguientes, 536 bis y 546
y siguientes, en relación con el artículo 500 Nº 4, todos del Código de
Procedimiento Penal, y en los artículos 764 y siguientes del Código de
Procedimiento Civil, aduciendo que la sentencia impugnada, no ha sido extendida
en la forma prescrita por la ley, dando como fundamento que el fallo condenatorio
calificó la conducta de Matías de la Fuente como constitutiva de dos delitos de
falsificación de instrumento público del artículo 193 N° 4 del Código Penal, y no
obstante ello, las conductas constitutivas del delito aludido se insertaban - tanto en
la sentencia de primera como en la de segunda instancia-, en una trama destinada
a defraudar al Fisco, delito que formó parte de la acusación originalmente
formulada en el proceso, pero que, tras acogerse una excepción de previo y
especial pronunciamiento opuesta por la defensa, fue declarado prescrito y
sobreseído en forma definitiva respecto del recurrente. Se sostiene que los
considerandos 26°, 29°, 37° y 39° de la sentencia expresan que entre los delitos
de falsedad y fraude existiría una relación de medio a fin, que sería la razón que
permitiría determinar la pena del acusado Sergio Cortés Castro dando aplicación a
lo dispuesto en el artículo 75 del Código Penal -relación de medio a fin donde el
medio es la supuesta falsedad y el fin el fraude, respecto del cual De la Fuente se
encuentra sobreseído-. Al efecto, el fallo de primera instancia –no modificado en
este aspecto-, señala que éste constituiría un “concurso medial”, esto es, un
auténtico concurso material tratado a efectos punitivos con las reglas del concurso
ideal, por lo que en otras palabras, estaríamos frente a hechos diferentes,
distintos, separados en el tiempo, con contornos y límites definidos que permiten
distinguir uno del otro, por lo tanto del delito de falsificación no emanó ni pudo
emanar el perjuicio que se verificaría con el fraude al Fisco.
La recurrente pretende impugnar, no la ausencia o inexistencia de
fundamentos del fallo atingentes al tema que alude, esto es, el nexo causal entre
la conducta ilícita y el menoscabo a los intereses fiscales, sino la pertinencia o
suficiencia de dichos considerandos, por lo que, estima esta disidente que debe,
asimismo, rechazarse esta argumentación, ya que efectivamente la sentencia de
primer grado, confirmada en este aspecto íntegramente por la de segunda
instancia, en su motivación 83º manifiesta las razones por las cuales se acoge la
demanda civil del Fisco de Chile, haciéndose cargo en el considerando 81º de las
alegaciones esgrimidas por la defensa del demandado De la Fuente Condemarín,
las que desestima. Del mismo modo, la sentencia impugnada realiza una
complementación en su motivación 15º de casación, en términos de sostener que
el razonamiento 83ª de la resolución de primera instancia ha efectuado una
adecuada fundamentación de la condena en el aspecto civil, y que dicho
pronunciamiento claramente ha prescindido de la demanda civil por fraude y ha
procedido a acogerla por el delito de falsificación de instrumento público.
Regístrese.
Redacción a cargo del Ministro señor Nibaldo Segura Peña, y del voto en
contra, su autora.
Rol Nº 3.008-10.-
Pronunciado por la Segunda Sala integrada por los Ministros Sres. Nibaldo Segura
P., Rubén Ballesteros C., Hugo Dolmestch U., Sra. María Eugenia Sandoval G. y el
abogado integrante Sr. Nelson Pozo S.
Autorizada por la Ministro de Fe de esta Corte Suprema.
En Santiago, a seis de julio de dos mil doce, notifiqué en Secretaría por el Estado
Diario la resolución precedente, como asimismo personalmente a la señora Fiscal
Judicial de la Corte Suprema, quien no firmó.
SENTENCIA DE REEMPLAZO:
Santiago, seis de julio de dos mil doce.
En cumplimiento de lo ordenado por la decisión de casación que antecede y
lo prevenido en los artículos 535 y 544 del Código de Procedimiento Penal, se
dicta la siguiente sentencia de reemplazo.
VISTOS:
Se reproduce de la sentencia apelada su parte expositiva y sus
considerandos, con excepción de los números 15°, 18°, 20°, 21°, 26°, 29°, 30°,
35°, 38° las dos veces que se expresan, 39°, 40°, 47°, 53°, 64°, 65°, 66°, 67°, 68°,
69°, 70°, 71°, 72°, 73°, 74°, 75°, 76° la segunda vez que se menciona, 77°, 78° y
84°, que se eliminan.
Asimismo, se sustrae del considerando 2° letra g, todo el párrafo que se
inicia con el nombre “Ximena del Carmen Riff Rojas…” y termina con “…de multa”;
Del 16°, letra G. se elimina la frase “…y la persona que se hace referencia
en la letra c.-, entregó en dinero efectivo al que, a esa fecha, era el Director
Nacional de Planeamiento”;
Del 17°, apartado IV, primer párrafo, se elimina desde “a lo declarado…”
hasta “aquello” y el párrafo final que se inicia con el adverbio “N…” y acaba con
“… (sic)”; se sustrae además el apartado V de ese mismo considerando.
En el 23°, se sustrae en el párrafo primero la frase “en cuanto a la segunda
figura penal”.
En el 24°, se elimina el vocablo “falsas”.
En el 34°, se sustituye la expresión “los delitos de falsificación de
instrumento público y”, por “el delito de”
Del 45°, se elimina el párrafo segundo y final.
Del 46° se eliminan los párrafos segundo y tercero, los que se inician con
“Esta sentenciadora…” y termina con “…justifican”.
Del 62°, párrafo segundo, entre “Presidente de la República” y “época”, se
agrega el ilativo de la.
Del 83°, se elimina la expresión “Matías de la Fuente Condemarin y”, y se
sustituye la frase “ambos deberán pagar solidariamente”, por “deberá pagar”.
Se reproducen asimismo las citas legales, con excepción de los artículos
29, 68 bis y 103 del Código Penal, que se eliminan, agregándose el artículo 15 N°
1 del mismo cuerpo legal.
De la sentencia invalidada se mantienen sus fundamentos primero a sexto,
inclusive.
Y TENIENDO, EN SU LUGAR Y ADEMÁS, PRESENTE:
I.- EN CUANTO A LOS RECURSOS DE CASACIÓN EN LA FORMA
INTERPUESTOS EN LO PRINCIPAL Y PRIMER OTROSÍ DE FOJAS 1.766, POR
LA
DEFENSA
LETRADA
DEL
ACUSADO
MATÍAS
DE
LA
FUENTE
CONDEMARÍN:
PRIMERO: Que el legislador no obliga a invalidar la sentencia si, como
ocurre en la especie, las deficiencias denunciadas pueden corregirse mediante la
apelación formalizada también en esta instancia, sobre todo si, a juicio de estos
sentenciadores, de un simple análisis del fallo impugnado se demuestra que éste
puede ser enmendado a través del recurso de apelación planteado, sin perjuicio
de lo decidido en la sentencia de casación que antecede.
SEGUNDO: Que, por consiguiente, esta Corte desestimará los recursos de
casación formal deducidos por la demandada, sin perjuicio de lo que se resolverá
más adelante al pronunciarse sobre el recurso de apelación.
II.- EN CUANTO A LOS RECURSOS DE APELACIÓN FORMALIZADOS A
FOJAS 1.746, 1.751, 1.755 Y SEGUNDO OTROSÍ DE FOJAS 1.766:
TERCERO: Que a fojas 901 y siguientes, los encartados Matías de la
Fuente Condemarín y Sergio Alberto Cortés Castro, fueron acusados, en calidad
de autores, de los delitos de fraude al Fisco de Chile y falsificación de instrumento
público, injustos respecto de los cuales la parte querellante y el Consejo de
Defensa del Estado adhirieron a la acusación de oficio, por las presentaciones que
rolan a fojas 922 y 926, respectivamente.
CUARTO: Que la figura penal relativa a la falsificación por la que fueron
acusados los procesados, ya individualizados, corresponde a la del numeral cuarto
del artículo 193 del Código Penal, que a la letra, señala: “Será castigado con
presidio menor en su grado máximo a presidio mayor en su grado mínimo el
empleado público que, abusando de su oficio, cometiere falsedad: Faltando a la
verdad en la narración de hechos sustanciales.”
El profesor Alfredo Etcheberry, en su obra Derecho Penal, Tomo IV,
páginas 145, 146 y 147, señala que esta clase de falsedad consiste esencialmente
en dar un contenido mendaz a un documento en que se han observado las formas
auténticas, sin que se exija que la falsedad del funcionario ocasione perjuicio a
alguien. Se trata de un delito de peligro abstracto o presunto contra la seguridad
del tráfico jurídico. Esta materia de la falsedad ideológica debe relacionarse con la
estructura de los documentos públicos. En ellos un funcionario determinado debe
dejar testimonio de ciertos hechos en la forma que la ley señala. El funcionario
público comete falsedad ideológica cuando miente acerca de aquellos hechos
respecto de los cuales está obligado por la ley a decir la verdad, porque su palabra
hace prueba. Respecto de la norma contemplada en el número 4 del artículo 193
del Código Penal, agrega que es la fórmula general, que permite incluir
prácticamente todas las falsedades ideológicas. Los otros casos expresamente
reglamentados no son más que formas particulares de realización de esta amplia
hipótesis, y bien podrían eliminarse sin problemas. Afirma que cuando se habla de
“narración” debe tenerse presente que debe tratarse de aquellos hechos de que el
funcionario da testimonio por ciencia propia: fecha del acto, identidad de las
personas, lugar, firma de los otorgantes y testigos, tenor de las aseveraciones
hechas, etc. Los “hechos sustanciales” son aquellos que dan sentido o alcance al
documento, en relación con lo que el documento está destinado a constituir o a
probar.
QUINTO: Que, en el caso de autos, el delito de falsificación de instrumento
público, a juicio de la sentenciadora de primera instancia, dice relación con las
resoluciones de la Dirección General de Obras Públicas signadas con los números
1880 de 22 de agosto de 1997 y 1085 de 5 de mayo de 1998, mediante las cuales
se adjudicó a M & P Délano Consultores, representada por Pablo Délano Icaza,
los trabajos denominados “Trabajo de Apoyo a Concesiones en Estrategias de
Inversión y Regulación de Infraestructura del Ministerio de Obras Públicas”, por la
suma de $ 47.128.271.-, y “Trabajo de Apoyo a Concesiones en Estrategias y
Políticas de Inversión y Regularización de Infraestructura del Ministerio de Obras
Públicas, en especial relativas a Concesiones Multisectoriales, considerando la
evaluación de los contratos ya adjudicados”, por la suma de $ 45.531.480, y para
su configuración, los fundamentó en los razonamientos que se exponen latamente
entre los basamentos 20° a 22°, que se reproducen para estos efectos por
razones de economía procesal.
SEXTO: Que, contrariamente a lo sostenido en la acusación de oficio, de
fojas 901, corroborado por las adhesiones de los querellantes y del Fisco de Chile,
en la especie, deberá dictarse sentencia absolutoria en beneficio de los acusados,
ya individualizados, en lo que dice relación al supuesto delito de falsificación de
instrumento público, atendido la impunibilidad del hecho a ellos atribuidos, por
inexistencia de imputación al autor material de los hechos pretendidamente
constitutivos de delito.
SÉPTIMO: Que es autor aquel que comete el delito por sí mismo, poniendo
el concreto proceso de realización de la lesión típica o, en caso de ser varias las
personas, aquel que en un proceso de atribución, a un sujeto libre, sobre el curso
de conductas objetivas, tiene el dominio de los hechos, siempre dentro de la idea
de conductas externas y libres (Kohler, Michael, Derecho Penal, BerlínHeidelberg, 1997, Pág. 503).
OCTAVO: Que por su parte la autoría mediata consiste en el hecho que la
conducta ilícita no requiere ejecutarse por sus propias manos: se puede servir,
amén de instrumentos mecánicos, del accionar de otra persona, en cuanto sólo
ella posea el dominio de la realización del tipo. En este último caso se habla de
autoría mediata (Roxin, Autoría y Dominio del Hecho en Derecho Penal, Séptima
Edición, Marcial Pons, Madrid-Barcelona, 2000, Pág. 25).
NOVENO: Que lo que caracteriza a la autoría mediata es el dominio de la
voluntad de otro. Es el caso de la persona que realiza el tipo penal, pero no de
propia mano, sino mediante otra persona que le sirve a sus fines porque no puede
oponer resistencia a la voluntad dominante del autor mediato, con lo cual aparece
como una herramienta en las manos de aquél.
DÉCIMO: Que el autor mediato es siempre autor y no partícipe,
independiente de quien sea el instrumento. De ese modo se puede afirmar que el
autor mediato tiene el dominio del hecho, que en este caso no debe entenderse
como un proceso causal ciego. Esto es lo que justifica que la imputación del
resultado le sea adjudicada al autor de atrás.
La autoría mediata es una forma de autoría, se requiere en ella que se
reúnan las condiciones de autoría. Por eso, deben concurrir en ella tanto los
elementos objetivos y subjetivos del dominio del hecho, como los elementos
típicos especiales del delito de propia mano y los de los delitos de omisión
(Maurach, Gossel y Zipf, Derecho Penal. Parte Especial, traducción de la séptima
edición Alemana de Jorge Bofill, Astrea, Buenos Aires, 1995, Pág. 48).
UNDÉCIMO: Que el dominio del hecho significa, tal como se señaló en el
motivo séptimo, que desde una perspectiva objetiva debe tener en sus manos el
curso del acontecimiento típico, es decir, el manejo del curso causal del injusto.
Desde un aspecto subjetivo, también el hombre de atrás debe tener la voluntad
que caracteriza el dominio del hecho. Como este elemento pertenece al dolo, el
desconocimiento del dominio lleva al error y en consecuencia a la exclusión del
dolo, quedando siempre que se cumplan los elementos de una infracción de
deber, el remanente de la culpa.
DUODÉCIMO: Que en la secuencia de hechos materializados en la
conducta fáctica de los imputados se infiere que dicha causalidad o curso del
acontecimiento típico de autos no cumple con los requisitos objetivos ni subjetivos
de la autoría mediata imputada en estos autos, de modo que condenarlos como co
autores del delito de falsificación de instrumento público, en los términos que
establece la acusación de oficio, constituiría una flagrante violación al “principio de
accesoriedad de la participación”.
DÉCIMO TERCERO: Que, en efecto, los instrumentos tachados como
ideológicamente falsos por el fallo en alzada, emanan del Director General de
Obras Públicas, persona natural distinta de los acusados, por ende, si alguien
tenía un deber de decir verdad en dichos documentos, ese no era otro que el
testigo aludido, que detentaba, a la sazón, ese cargo.
Para razonar de este modo, debe evaluarse que el artículo 193 Nº 4 del
Código Penal exige que el funcionario público autor del delito abuse de su cargo,
no de la función de otro, cuando falte a la verdad en la narración de hechos. Lo
anterior, porque, tratándose de un delito que consiste en la infracción de un deber
específico propio de un cargo, el autor solamente puede ser el “intraneus”, o sea,
la persona sobre la cual recae o recaía el deber infringido, y en el caso sub lite, el
único funcionario público facultado para emitir estas resoluciones era el Director
General de Obras Públicas, quien no fue inculpado en este proceso.
Por lo demás, quedó en evidencia en el sumario criminal que también otros
funcionarios públicos intervinieron en forma directa en la preparación y emisión de
las resoluciones N° 1880 y N° 1085, impugnadas, agentes que detentaban cargos
de responsabilidad y estaban encargados, en la tramitación administrativa, de
velar por la regularidad del proceso y por el cumplimiento de la ley, todos los
cuales declararon, en distintas calidades procesales, explicando su intervención
en el asunto, sin que ninguno de ellos fuera objeto de imputación en esta causa.
DÉCIMO CUARTO: Que el delito de falsificación de instrumento público es
un delito especial, por ende sólo lo puede cometer quien reúna la calidad exigida
por el tipo penal. Según el auto acusatorio, en este caso se configuraría el delito
del artículo 193 Nº 4 del Código Penal que expresa:
“Art. 193. Será castigado con “…el empleado público que, abusando de su
oficio, cometiere falsedad:
4º Faltando a la verdad en la narración de hechos sustanciales…”.
Por lo que, corresponde establecer quién es el funcionario público que,
abusando de su oficio, puede cometer falsedad ideológica faltando a la verdad en
la narración de hechos sustanciales, para lo cual, citaremos al profesor Alfredo
Etcheberry, quien asevera:
“[El funcionario público comete falsedad ideológica cuando miente
acerca de aquellos hechos respecto de los cuales está obligado por la ley a
decir la verdad, porque la palabra hace prueba (op.cit., tomo IV., p. 163, énfasis
agregado). Y luego dice: “…Cuando se habla de „narración‟ debe tenerse presente
que debe tratarse de aquellos hechos de que el funcionario da testimonio por
ciencia propia: fecha del acto, identidad de las personas, lugar, firma de los
otorgantes y testigos, aseveraciones hechas, etc…” (Alfredo Etcheberry, El
Derecho Penal en la Jurisprudencia. Sentencias 1875-1966, Ed. Jurídica, 2ª. Ed.,
1987, p. 164).
Al efecto, Etcheberry, cita la siguiente jurisprudencia:
“…en contra Ricardo Aspee González y otro: es requisito del delito
en cuestión la circunstancia de que el empleado público obre „abusando de
su oficio‟; es decir, la falsedad debe ser cometida en el instrumento
autorizado por el mismo funcionario en su carácter de tal y actuando en la
esfera de su competencia” (el mismo autor, tomo III, p. 277).
Por otra parte, en virtud del principio de accesoriedad de la participación, no
es posible dejar libre de toda imputación al autor de las resoluciones
presuntamente falsas, y condenar únicamente a terceros, respecto de los cuales
se sostiene intervinieron de alguna manera en su gestación.
Sobre este tópico, no hay dos opiniones en la doctrina nacional. El
profesor Novoa sobre la materia asevera: “Al decir que la participación, en sus
formas de instigación y complicidad, es accesoria, se quiere afirmar que un acto
de participación no tiene relevancia personal autónoma, sino que su significación
penal depende del hecho realizado por el autor, pues sólo en relación con el
hecho cumplido por el autor adquiere tal significación (Bettiol)” (op. cit. p. 185);
“Las
actuaciones
del
instigador
y
del
cómplice
están
subordinadas
y
condicionadas al hecho del autor principal a tal extremo, que supuesta la
inexistencia de éste, ellas no podrían adquirir vida jurídica” (ibid.); y finalmente:
“Conforme al sistema general de la legislación positiva chilena, la existencia de un
partícipe propiamente dicho (forma accesoria de concurso) está condicionada a la
existencia de un hecho típico y antijurídico realizado por el ejecutor principal …”
(op. cit., p. 188).
A su turno, Politoff, Matus y Ramírez, afirman: “Mientras los autores lo son
de un hecho que puede calificarse como propio, el resto de los intervinientes
ocupa una posición secundaria: participan en un hecho ajeno. Sin embargo, es
más o menos evidente que, fuera del ámbito de los tipos penales –asumiendo que
ellos se refieren, por regla general, únicamente a sus autores- y por imposición del
principio de legalidad, no toda participación en un hecho ajeno ha de ser punible
necesariamente ni de la misma forma, sino que ello requiere una expresa
manifestación de la ley en ese sentido”.
Así, nuestro Código conoce tres formas de participación punible en un
hecho ajeno: inducción (art. 15 Nº 2), complicidad (arts. 15 Nº3 y 16) y
encubrimiento (art. 17). En todos estos casos, el partícipe lo es de un hecho ajeno
y, por lo mismo, su punibilidad depende en buena medida de la del autor del
hecho (Sergio Politoff, Jean Pierre Matus, María Cecilia Ramírez, Lecciones de
Derecho Penal Chileno, Parte General, p. 417 y 418, Ed. Jurídica, 2ª. Ed., 2004.
Concluyen Politoff, Matus y Ramírez: “Entre nosotros, es dominante la
doctrina de la llamada accesoriedad limitada o media, según la cual, para la
punibilidad del partícipe es necesario que el autor haya ejecutado una acción
típica y al menos antijurídica, aunque no necesariamente culpable” (op. cit., p.
418)
El profesor Mario Garrido Montt, sostiene: “El principio de la accesoriedad
tiene importancia en cuanto requiere que el hecho sea delito para el autor –por lo
menos en grado de tentativa- para que, a su vez, pueda castigarse al cómplice y al
inductor”, agregando: “En nuestro país es suficiente la exigencia de la
accesoriedad media, pues así se desprende de los arts. 15 y 16 que aluden a la
ejecución del „hecho‟ y no del „delito‟”, para finiquitar manifestando: “Accesoriedad
media” -según este autor- : “Es suficiente que el hecho tenga la calidad de típico y
antijurídico para que pueda sancionarse a los partícipes, aunque el autor carezca
de culpabilidad”.
Finalmente, don Alfredo Etcheberry, manifiesta: “En cuanto al principio de
accesoriedad, éste se refiere a la característica que tienen las conductas no
consistentes en la autoría directa o inmediata, de depender de la conducta
ejecutada por el ejecutor o autor material” (El Derecho Penal en la Jurisprudencia.
Sentencias 1875-1966, Ed. Jurídica, 2ª. Ed., 1987, tomo II, p. 10).
“En cualquiera de los dos casos es preciso, de todos modos, que el
hecho en el cual se participa sea típico y antijurídico…Pero en la accesoriedad
mínima ello es suficiente: no impediría la sanción del copartícipe la circunstancia
de que el ejecutor material fuera inculpable (v. gr. por haber padecido de error
esencial e invencible” (op. cit., p. 10; énfasis agregado).
DÉCIMO QUINTO: Que, como se advierte, es absolutamente dominante y
carece de cualquier excepción la tesis según la cual, para sancionar penalmente a
un partícipe, se requiere comprobar, previamente, en el proceso, la conducta típica
y antijurídica del autor principal. De modo que, como lo señalan todos los autores,
si bien puede ocurrir que el autor no resulte punible, por ausencia de culpabilidad,
ello representa una situación excepcional, que requiere la concurrencia de
antecedentes especiales, los que deben comprobarse en el proceso, por lo que no
resulta admisible que en un juicio penal se pretenda perseguir penalmente al
partícipe, al no-autor, con total prescindencia de la figura principal, como acaeció
en esta investigación criminal en que el Director General de Obras Públicas ni
siquiera declaró exhortado a decir verdad, pues prestó testimonio legalmente
juramentado, en calidad de testigo y, por ende, exento de toda imputación.
DÉCIMO SEXTO: Que, como corolario de lo anterior, decidido por la señora
juez de primera instancia, que la conducta de don Juan Lobos no era típica ni
antijurídica -pues, de haberlo estimado así, lo habría interrogado en calidad de
inculpado y hubiera desplegado diligencias de investigación orientadas a
establecer su responsabilidad penal-, la única consecuencia jurídica posible es
que, dado que en este caso no concurre el requisito mínimo de accesoriedad, se
estimó que la conducta del autor de las resoluciones N° 1880 y N° 1085 no
merece reproches, entonces, este proceso penal simplemente debe concluir con la
absolución de los acusados De la Fuente y Cortés.
DÉCIMO SÉPTIMO: Que, a mayor abundamiento, debe considerarse que la
calificación inicial sobre el delito y sobre la responsabilidad que en calidad de autor
le corresponde al acusado no puede ser absolutamente invariable, ya que el
objetivo de todo proceso, en especial los procesos penales, es esclarecer los
hechos delictivos, los autores y demás partícipes con fundamento en el material
probatorio acumulado, de tal forma que se cumpla el objetivo de administrar
justicia con apoyo en la certeza y en la convicción razonada del sentenciador, el
que se encuentra así en condiciones de modificar las apreciaciones jurídicas con
base a los hechos fijados en la acusación en la que, como se aprecia en este
caso, se imputó directa y únicamente la calidad de Matías de la Fuente
Condemarín y Sergio Cortés Castro, como coautores de los delitos que en ella se
les reprocharon.
DÉCIMO OCTAVO: Que, en consecuencia, los hechos descritos en el
fundamento signado con el número 16º del laudo que se revisa, configuran
únicamente el delito de fraude al Fisco de Chile, previsto y sancionado en el
artículo 239 del Código Penal.
DÉCIMO NOVENO: Que, así las cosas, estos juridiscentes no han
adquirido la convicción de que los referidos De la Fuente y Cortés Castro hayan
tenido participación, en calidad de coautores de delito de falsificación de
instrumento público, que se les atribuyen. Es más, ni siquiera han adquirido la
convicción de que en el caso sub lite cometieran un hecho punible, en orden a que
se trate efectivamente de contravenciones de orden penal.
VIGÉSIMO: Que, hay que recordar que, en nuestro sistema jurídico penal
resulta imprescindible que el juzgador, para condenar, adquiera la referida
convicción. Ello surge del tenor estricto del artículo 456 bis del Código de
Procedimiento Penal, en cuanto prescribe que “Nadie puede ser condenado por
delito sino cuando el tribunal que lo juzgue haya adquirido, por los medios de
prueba legal, la convicción de que realmente se ha cometido un hecho punible y
que en él ha correspondido al procesado una participación culpable y penada por
la ley”.
Cabe precisar que “convicción” resulta sinónimo de “convencimiento”,
según el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española y, en
el caso de autos, importa el convencimiento íntimo de los sentenciadores respecto
de los ilícitos pesquisados y de la participación atribuida a los procesado De La
Fuente y Cortés, convencimiento que no ha sido alcanzado.
Finalmente, es de tener en consideración que la norma del artículo 456 bis
del Código de Procedimiento Penal fue consagrada precisamente para corregir
todas las situaciones de dudas que provoque una indagación criminal en los
juzgadores, y que les permite absolver no obstante la calidad, cantidad, categoría
o entidad de las pruebas o evidencias que pudieren haberse acumulado, evitando
de este modo incurrir en un posible error judicial.
Lo anterior, porque como resulta obvio, en ausencia de pruebas, el juez
debe simplemente absolver y la real posibilidad de aplicar el precepto en cuestión
se presenta cuando existen probanzas en el expediente, pero aún así, el juzgador
no alcanza convicción respecto de la existencia del delito y/o de la participación,
como ocurre en la especie.
VIGÉSIMO PRIMERO: Que, asimismo resulta útil recordar que el Código de
Procedimiento Penal estableció en su artículo 42 que: “…A nadie se considerará
culpable de delito ni se le aplicará pena alguna sino en virtud de sentencia dictada
por el tribunal establecido por la Ley…”.
VIGÉSIMO SEGUNDO: Que además es necesario recordar lo que el
Mensaje del aludido Código de Procedimiento Penal, suscrito por don Jorge Montt
con fecha 31 de diciembre de 1894, estableció al respecto: “De aquí es que este
Proyecto consigna como una base general y superior a toda demostración jurídica,
que la convicción del juez adquirida por los medios de prueba legal es de todo
punto indispensable para condenar. Si esa convicción no llega a formarse, el juez
podrá absolver sin otro fundamento y cualesquiera que sean los antecedentes que
el proceso arroje en contra del reo”.
VIGÉSIMO TERCERO: Que Matías de la Fuente Condemarín niega su
participación en los hechos investigados, de la manera como lo expresa en las
declaraciones a las que se hace alusión en el fundamento signado con el número
32º del fallo de primer grado, alegación que es armónica con lo razonado
precedentemente, por lo que se omitirá pronunciamiento, por innecesario, en torno
a las alegaciones esgrimidas por su defensa al contestar la acusación de oficio y
correspondientes adhesiones, según detalle pormenorizado entre los basamentos
54°a 63° del dictamen de primera instancia, que se revisa.
VIGÉSIMO CUARTO: Que la alegación formulada por la Defensa de
Sergio Cortés Castro, de que no se habría configurado el delito de fraude al
Fisco de Chile, contemplados en el artículo 239 del Código Penal, se
desestimará atendido lo consignado en los siguientes razonamientos de la
sentencia de primer grado:
-
Números 3º, 4º y 6º, en los que se señala que la Dirección Nacional de
Planeamiento es un servicio público y la Coordinación General de
Concesiones es un organismo funcional dependiente de la Dirección
General de Obras Públicas; razón por la que sus actuaciones deben
observar el principio de legalidad de los actos de la Administración, y,
por lo mismo, para que el patrimonio fiscal resulte comprometido al pago
de sumas de dinero, por cualquier concepto, se deben respetar todos los
mecanismos establecidos para preservarlo.
-
Números 7º, 8º, 9º, 10º, 11º, 12º, 13º y 14º, en los que se analiza la
normativa aplicable a los contratos de apoyo cuestionados, la naturaleza
jurídica de los mismos, las normas que regulan las remuneraciones del
sector público, y las atribuciones, deberes y funciones de los inspectores
fiscales.
-
Números 16º y 17º, en los que se señalan los hechos que resultaron
establecidos en el proceso.
-
Números 23º y 24º, en los que se explicitan de manera pormenorizada las
razones fácticas y jurídicas que llevan a estos sentenciadores a estimar que
los hechos que se describieron configuran el delito de fraude al Fisco de
Chile.
VIGÉSIMO QUINTO: Que, atendido lo expuesto en esta sentencia, se
acogerán las peticiones formuladas por el Consejo de Defensa del Estado, por el
Fisco de Chile, y por la parte querellante, en cuanto solicitan que se dicte
sentencia condenatoria en contra del acusado Cortés Castro, en los términos que
se resolverá en lo resolutivo del fallo. Sin embargo, acorde lo fundamentado en las
motivaciones undécima a vigésima segunda, se rechazarán en cuanto solicitan se
condene a este encausado y al imputado De la Fuente, en calidad de coautores de
los delitos reiterados de falsificación de instrumento público.
VIGÉSIMO SEXTO: Que favorece al acusado Sergio Alberto Cortés Castro
la circunstancia atenuante de responsabilidad penal prevista en el número 6 del
artículo 11 del Código Penal, esto es, la de irreprochable conducta anterior, la que
se encuentra acreditada con el mérito que emana de su extracto de filiación y
antecedentes que rola a fojas 1799 del la causa principal, pues las anotaciones
que figuran dicen relación con la causa signada con el número de rol 15.260
(principal, Letra E y L IV) que la señora Ministra en Visita Extraordinaria tramita por
cuerda separada, de conformidad a lo que dispone el artículo 160 del Código
Orgánico de Tribunales.
Asimismo,
favorece
al
condenado
la
circunstancia
atenuante
de
responsabilidad penal contemplada en el número 9 del artículo 11 del Código
Penal, esto es, la de haber colaborado sustancialmente al esclarecimiento de los
hechos, la que, a juicio del tribunal, se encuentra acreditada con el mérito de sus
declaraciones, pues de su lectura se aprecia que dio cuenta en forma
pormenorizada de la manera en que se verificaron los hechos y la participación
que le cupo, por lo que se acogerán las circunstancias atenuantes de
responsabilidad penal invocadas por su defensa.
VIGÉSIMO SÉPTIMO: Que no existen otras circunstancias modificatorias
de responsabilidad penal que analizar, por lo que favoreciendo al acusado Cortes
Castro dos circunstancias atenuantes de responsabilidad penal y ninguna
agravante, el tribunal podrá imponer la pena inferior en uno, dos o tres grados al
mínimo de los señalados por la ley, según sea el número y entidad de dichas
circunstancias.
Para los efectos de la pena que habrá que imponer sentenciado, el tribunal
tendrá en consideración que el delito de fraude al Fisco de Chile, debe
considerarse como “reiterado” y no como “continuado”, como lo reputó la juez de
primer grado en el basamento 30° del laudo que se revisa, manteniéndose así la
calificación efectuada en la acusación de oficio, teniendo para ello en
consideración que la defraudación al Fisco de Chile, según se aprecia en los
hechos asentados en el fallo que se revisa, se encuentra claramente diferenciada
en dos actos independientes, el uno del otro.
En consecuencia, tratándose de una reiteración de delitos de fraude al
Fisco de Chile, resulta más favorable ser castigado el condenado Cortés Castro de
acuerdo al sistema que señala el artículo 509, inciso segundo del Código de
Procedimiento Penal, en vez del establecido en el artículo 74 del Código Penal,
considerando desde luego las circunstancias modificatorias de culpabilidad
siempre aplicables para la determinación legal de las penas hechas por la
sentenciadora de primera instancia y que ha bajado el umbral de éstas.
VIGÉSIMO OCTAVO: Que corresponde rechazar la demanda dirigida a
hacer efectiva la responsabilidad civil de Matías de la Fuente Condemarín,
atendida la decisión absolutoria que se ha cimentado en los motivos undécimo a
vigésimo segundo de estos autos.
VIGÉSIMO NOVENO: Que se concede al acusado Sergio Cortés Castro el
beneficio de la remisión condicional de la pena, contemplado en el artículo 3 de la
Ley Nº 18.216, por concurrir los presupuestos establecidos en su artículo 4. En
efecto, la pena privativa de libertad que se le impondrá no excederá de tres años;
no ha sido condenado anteriormente por crimen o simple delito; los antecedentes
personales, conducta anterior y posterior al hecho punible y la naturaleza,
modalidades y móviles determinantes del delito permiten presumir que no volverá
a delinquir, razón por la que es innecesario un tratamiento o la ejecución efectiva
de la pena. Para gozar de dicho beneficio el sentenciado deberá dar cumplimiento
a las condiciones impuestas en el artículo 5 de la citada ley, por el término de
quinientos cuarenta y un días, con excepción de aquella establecida en su letra d),
atendido que su imposición, en la práctica, haría ilusorio su goce;
Se debe tener presente que no se encuentran ejecutoriadas las sentencias
condenatorias dictadas en las causas número de rol 15.260 Letras E y L IV.
TRIGÉSIMO: Que de acuerdo a lo expresado en las reflexiones
precedentes, se disiente parcialmente del parecer del señor Fiscal Judicial quien
en su dictamen de fojas 1.860 a 1.861, fue de opinión de declarar sin lugar los
recursos de casación en la forma instaurados y confirmar, sin modificaciones, la
sentencia que se revisa.
Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en los artículos
514, 527, 543 y 544 del Código de Procedimiento Penal, se declara que:
I.- Se rechazan los recursos de casación en la forma interpuestos por los
abogados señores Jorge Bofill Genzch y Miguel Ángel Chaves Péres, en
representación, del encartado Matías de la Fuente Condemarín, tanto en lo penal,
como en su apartado civil, según consta de lo principal y primer otrosí de fojas
1.766 a 1.852, en contra de la sentencia de fecha ocho de mayo de dos mil siete,
escrita a fojas 1.528 y siguientes.
II.- Se revoca la sentencia apelada de ocho de mayo de dos mil siete,
escrita de fojas 1528 a 1.739, dictada por la Ministra en Visita Extraordinaria,
señora Gloria Ana Chevesich Ruíz, en cuanto por ella se condena:
1.- En su apartado I. A.- Al acusado Matías Eduardo de la Fuente
Condemarín, ya individualizado, a la pena de quinientos cuarenta días de presidio
menor en su grado mínimo, suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo
de la condena y al pago de las costas de la causa, como autor del delito de
falsificación de instrumento público en calidad de continuado.
2.- En su sección I. B), en cuanto se sanciona a Sergio Alberto Cortés
Castro, también singularizado, como autor de idéntico injusto.
3.- En su apartado II, por la que se acoge la demanda civil deducida por el
Consejo de Defensa del Estado, en representación del Fisco de Chile, y se
condena a Matías Eduardo de la Fuente Condemarín a pagar solidariamente la
suma de $ 92.659.751.-, más reajustes, según la variación que haya
experimentado el Índice de Precios al Consumidor, determinado por el Instituto
Nacional de Estadísticas o el organismo que lo suceda o reemplace entre el mes
de diciembre de 1999 y la fecha del pago efectivo, más intereses corrientes que se
calcularan sobre la referida suma y a contar de la fecha en que la sentencia quede
ejecutoriada, con costas.
Y en su lugar, se decide que:
Se
absuelve
a
ambos
acusados
de
los
cargos
ya
descritos,
desestimándose, sin costas, la demanda civil impetrada por el Fisco de Chile, ya
detallada, únicamente en contra del acusado De la Fuente Condemarín.
III.- Se confirma, en lo demás apelado, con declaración:
1) Que se condena al acusado Sergio Alberto Cortés Castro a la pena única
de quinientos cuarenta y un días de presidio menor en su grado medio, como
autor de dos delitos reiterados de Fraude al Fisco de Chile, cometidos en la ciudad
de Santiago, los días 27 de agosto de 1997 y 5 de mayo de 1998,
respectivamente, a la accesoria de suspensión de cargo u oficio público durante el
tiempo de la condena y costas del juicio.
2) El sentenciado en el evento que le sea revocado el beneficio alternativo
de la remisión condicional de la pena, al que estará sujeto por el término de la
pena privativa de libertad -esto es, quinientos cuarenta y un días- y deba entrar a
cumplirla efectivamente, le servirá de abono el reconocido en el fallo de primera
instancia.
IV.- Se confirma, en lo demás, la referida sentencia.
1) En cuanto al sobreseimiento de fojas 1.374:
Se aprueba el sobreseimiento consultado de veintisiete de noviembre de
dos mil seis, escrito a fojas 1374 y que favorece a Ximena Riff Rojas.
2) En cuanto al sobreseimiento de fojas 1.740.
Se confirma el sobreseimiento apelado de ocho de mayo de dos mil siete,
escrito a fojas 1740 y que favorece a Matías de la Fuente Condemarín, Pablo
Délano Icaza y Roberto Alonso Castillo.
Acordada la revocatoria del laudo de primer grado, tanto en su aspecto civil
como penal, con el voto en contra de la Ministra señora María Eugenia Sandoval,
quien estuvo por confirmar la sentencia de ocho de mayo de dos mil siete, escrita
desde fojas 1528 a 1739, en virtud de sus propios fundamentos y sobre la base de
las siguientes consideraciones:
A.- EN CUANTO A SU DECISIÓN PENAL:
Que el examen del proceso arroja un conjunto de antecedentes que reúnen
los requisitos del numeral primero del artículo 488 del Código del Procedimiento
Penal, que permiten establecer una presunción de participación de Matías de la
Fuente en el ilícito imputado, por fundarse en hechos que son reales y están
extensamente expuestos en los basamentos 35º y 73º de la sentencia de primera
instancia, dándose así cuenta de hechos significativos, reales y probados en el
proceso, los que evidentemente constituyen un conjunto de presunciones
relacionadas con la participación del encausado en el delito, que atendida su
multiplicidad y gravedad, permitieron a la juez a quo arribar a la conclusión de la
“coautoría” de Matías De la Fuente Condemarín en el ilícito acreditado, indicios
que por lo demás, no se agotan en la declaración de Sergio Cortés Castro.
B.- EN CUANTO A SU DECISIÓN CIVIL:
La falsificación de instrumento público como hecho asentado en la causa,
tiene una relación causal directa con el detrimento provocado por esta conducta al
patrimonio estatal.
“La doctrina y jurisprudencia están de acuerdo en que para dar por
acreditada la causalidad debe mostrarse que el hecho por el cual se responde es
una condición necesaria del daño. Y un hecho es condición necesaria de un cierto
resultado cuando de no haber existido la condición, el resultado tampoco se habría
producido (el hecho es condictio sine qua non del daño). El requisito de causalidad
exige que haya una diferencia entre dos estados de cosas: el que existiría si el
hecho no hubiese ocurrido y el efectivamente existente”.
“Un buen método para determinar si un hecho es condición necesaria del
daño consiste en intentar su supresión hipotética: si eliminado mentalmente el
hecho, el daño no se habría producido, tal hecho es causa necesaria de ese
daño”.
(Barros Bourie, Enrique, “Tratado de responsabilidad extracontractual”,
Editorial Jurídica de Chile, año 2007, p. 376 y 377).
En este caso, la supresión hipotética del obrar del demandado, determina la
desaparición de los perjuicios reclamados; de modo que no cabe si no concluir
que en la especie y respecto del acusado De La Fuente Condemarín concurre la
relación de causalidad exigida por cuanto el daño es una condición necesaria de
su actuar, del que ha sido sancionado como responsable.
Regístrese y devuélvanse los autos con todos sus documentos y
agregados.
Redacción a cargo del Ministro señor Nibaldo Segura Peña, y del voto en
contra, su autora.
Rol Nº 3.008-10.-
Pronunciado por la Segunda Sala integrada por los Ministros Sres. Nibaldo Segura
P., Rubén Ballesteros C., Hugo Dolmestch U., Sra. María Eugenia Sandoval G. y el
abogado integrante Sr. Nelson Pozo S.
Autorizada por la Ministro de Fe de esta Corte Suprema.
En Santiago, a seis de julio de dos mil doce, notifiqué en Secretaría por el Estado
Diario la resolución precedente, como asimismo personalmente a la señora Fiscal
Judicial de la Corte Suprema, quien no firmó.
Descargar