ANDAR LA HABANA Por. Armando Florez La Habana, inspiración de poetas, escritores, músicos y artistas de la plástica para sus mejores obras, cumple por estos días el 489 aniversario de su fundación, el 16 de noviembre de 1519. Si nos remontamos a la historia de esta bella, majestuosa y artística ciudad, vemos como ha evolucionado en todos estos años de existencia, tanto es así, que es un símbolo de nuestra Nación, y por qué no decir también, internacionalmente.. Extraña es la ocasión, en que un viajero de paso por nuestro país, no se detiene en ella, porque venir a Cuba y no conocerla, es imperdonable. Motivo de todo esto fue la visita a la Habana Vieja de los alumnos de 2do año de nuestro Policlínico Docente Vedado encabezados por su carismática profesora de Historia Jossie Acosta y convocados por la Cátedra Martiana y la FEU, dispuestos a rendir tributo a su ciudad. Andar la Habana, en esta ocasión, sería inapropiado si no se comenzara por su lugar de fundación recreado en las pinturas de Vermay en El Templete y darle las tres vueltas a su legendaria Ceiba. Recorrerla es como remontarse a los tiempos de la colonia; el visitante, ya sea el estudiante, el intelectual, el obrero o el extranjero, goza con el paisaje. Sus calles adoquinadas con sus estrechas aceras, sus fachadas con sus grandes puertas y balcones torneados, hoy remozados, son testigos de aquella prosperidad. Además, vale destacar, que la misma es un preciado tesoro, no por las innumerables riquezas que tiene, sino por el conocimiento de tantos años que guarda. El que entra a sus museos, en la mayoría de los casos, antiguas fortalezas y palacios de españoles y criollos en la isla, se fascina. Un ejemplo de de esto es El Castillo de la Real Fuerza, donde se impone LA GIRALDILLA, eterna vigilante, símbolo de la ciudad y primera estatua fundida en Cuba, que refleja la triste historia de Isabel de Bobadilla y Hernando de Soto. En el interior de esta edificación descansa una magnífica muestra de las riquezas de los siglos XVI al XIX, todas encontradas en barcos sumergidos en las afuera de su bahía u otros lugares próximos, donde se puede ver desde lujosas prendas de oro, plata y piedras preciosas talladas a mano, monedas acuñadas de la época, cofres repletos de oro y plata, binoculares, catalejos, instrumentos de navegación de la época, hasta una perfecta y magnífica escultura de Cristóbal Colón. Malos observadores hubieran sido estos pequeños médicos en formación, si no hubieran exclamado como lo hicieron al ver el Palacio del Segundo Cabo, que a través de la historia ha tenido innumerables funciones, considerada la mejor obra arquitectónica de su tiempo, la que por ser lujosa, no deja de tener el aspecto de fortaleza de las construcciones habaneras del entonces, que tiene como vecino al Palacio de los Capitanes Generales, ambos enclavados frente a la antigua Plaza de Armas, antiguo lugar de exhibiciones militares. Otro lugar de interés común, ya sea para el creyente o no creyente, es la Catedral de La Habana , con su estilo barroco, altos campanarios a ambos lados, y con un bello interior, que muestra el arte del entonces y una máxima expresión del Catolicismo, la cual se impone de una manera indescriptible, frente a la Plaza de la Ciénaga, hoy Plaza de la Catedral, lo que no por vieja deja de ser útil, ya que estos estudiantes casi se tropiezan con una función del Ballet Nacional de Cuba . Vale destacar la presencia de antiguas mansiones de ricos criollos, condes y marqueses, a los tres restantes lados de esta plaza, hoy en día convertidas algunas en centros turísticos, y donde se aprecia además, la merecida escultura al ya fallecido Antonio Gades, ejemplo de un viajero que vino para quedarse. Para terminar su recorrido, los curiosos aprendices decidieron culminar su viaje, en el Museo de Arte Colonial, que contiene la mejor muestra del arte de los siglos XVIII y XIX, para poder interactuar mejor con las costumbres de la época, y poder responder las preguntas de su profesora, que en aunque en todo momento no dejó de quejarse de dolor de pies, parecía otra alumna fascinada, donde todos terminamos diciendo como algunos filósofos del arte y la televisión, incluyendo al que les escribe, que ANDAR LA HABANA, VALE LA PENA.