La búsqueda del poder ha sido la actividad más destructiva de toda

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Poder
La búsqueda del poder ha sido la actividad más destructiva
de toda la historia... y la más constructiva también.
El término "poder" es muy amplio. En esencia, involucra
nuestra capacidad para imponerle nuestra voluntad a nuestras
circunstancias. Cuando esas "circunstancias” involucran a nuestro
prójimo, entonces aparecen fenómenos desagradables, como
la ambición política, el deseo de conquista y la adquisición de
riquezas a costa de todo y de todos.
P
or esta razón pensé con mucho cuidado
antes de buscarle un título a esta entrega.
La palabra "poder" invoca imágenes de dictadores
(de todas las orientaciones... ya sea Hitler,
Stalin, Franco y hasta los pequeños sátrapas
de oficina que abundan en la burocracia de
todos los países). Decidí utilizar el término,
porque está directamente relacionado con
la ciencia.
El conocimiento verificable y
objetivo da poder. Gracias a
ese conocimiento podemos
hacer cosas fantásticas (como
la computadora en la que
City Life • Diciembre
POR: ENRIQUE GÁNEM
FOTÓGRAFO: ARMANDO HERRERA
escribo estas líneas, y el
largo sistema que permite
hacerlo llegar hasta usted).
El mismo poder puede
servirnos para evaporar
a una isla entera (vea la
película titulada "Atom
Bomb Movie" para que se dé
una idea).
El poder es algo peligroso;
si el que lo detenta no tiene
una calidad moral comparable con
el poder que tiene en sus manos, el
resultado siempre es desastroso. Es necesario
desarrollar una ética del conocimiento que
permita entender sus alcances, y que nos
permita acordar, colectivamente, cómo lo
queremos utilizar.
Un buen ejemplo de esto es el de las artes
marciales. Es curioso, pero muchos karatekas
realmente experimentados parecen ser personas
poco agresivas; el largo esfuerzo necesario para
adquirir sus habilidades, de alguna manera,
parece estar acompañado por otro esfuerzo,
espiritual, para entender la responsabilidad que
el poder genera.
En el caso de la ciencia, el poder que genera
el conocimiento casi siempre es de naturaleza
colectiva; Usted puede convertirse, por su
esfuerzo, en el karateka más reconocido del
mundo, pero no podría fabricar siquiera una
resortera sin la ayuda de otros. Por lo tanto,
si queremos crear una ética del conocimiento
que nos permita utilizarlo en forma creativa,
es necesario difundir los principios y alcances
de la ciencia moderna, y es necesario invitar a
la discusión abierta, serena e ilimitada de sus
alcances.
Todo esto lo escribo pensando en las víctimas
de los terribles eventos naturales de este año: el
tsunami en oriente, los temblores en Pakistán
y los huracanes de los últimos meses. Nos
hemos acostumbrado a pensar que estos
eventos son inevitables, pero la realidad
es que los huracanes y los terremotos
nos toman por sorpresa porque se los
permitimos.
Permítame hacer algo de memoria. En
otras ocasiones le platiqué del sistema
experimental de Rundle-Tiampo, que
permite anticipar cuantos terremotos
ocurrirán en una cierta zona del planeta,
así como su intensidad y la posición de los
epicentros; el sistema no puede predecir el
momento exacto en el que ocurrirá un evento,
pero sí puede señalar qué terremotos —y en
dónde y con cuánta intensidad— ocurrirán en
un intervalo razonable (10 años). El primer
experimento de una década comenzó en el
2000; actualmente, el sistema de Rundle-
Tiampo ha tenido un índice de éxitos superior al
95%. Con un sistema así, sería posible anticipar
las peores consecuencias de los sismos en
cualquier parte del mundo. Este sistema
habría avisado (dentro de un intervalo de
varios años) del sismo que provocó al tsunami
en Asia; el costo económico y social que habría
involucrado el abandono de los hoteles y hogares
en las costas de Indonesia, por ejemplo, habría sido
terrible, pero se habrían salvado muchísimas vidas.
Por otra parte, los huracanes podrían ser desviados, o su
intensidad disminuida en forma notable, si las simulaciones
realizadas por varios investigadores son correctas (todo
parece indicar que sí lo son). La trayectoria de un huracán
podría ser alterada hasta en unos 100 kilómetros,
y su fuerza podría ser disminuida en dos grados
de la escala de Zaffir-Simpson, con técnicas viejas
(como la siembra de nubes y la derrama de miles
ELEXPLICADOR>>
costa de tal estado, que se pueda calcular el daño que le producirá
a las estructuras vulnerables de una gran ciudad. Luego piense en lo
que costaría, en todos los términos, conseguir que la gente abandone
edificios, aparentemente en buen estado (y que podrían permanecer así
por años antes de que el sismo anunciado los convierta en un montón
de escombros).
La ciencia moderna ofrece muchas otras posibilidades fantásticas;
por ejemplo, hay un proyecto a 25 años, bastante serio, que pretende
desarrollar la tecnología genética necesaria para hacerle crecer
cualquier parte de su cuerpo de nuevo, desde un hígado hasta un ojo,
o un brazo. Muchas enfermedades hereditarias podrían ser eliminadas
para siempre. El hambre y la pobreza podrían desaparecer en pocos
años, y podríamos convertirnos en dueños del sistema solar entero en
pocas décadas.
de litros de aceite biodegradable en el camino de
la tormenta). Otras técnicas, más avanzadas,
involucran el uso de un enorme sistema de
microondas, controlado desde un satélite
artificial, que calentaría ligeramente el aire
frente al huracán.
Para convertir a estas ideas en sistemas
prácticos se necesitan muchos recursos; en
ambos casos es necesario hacer experimentos
y observaciones cuidadosas para determinar
el alcance exacto de cada técnica (y para
ver la forma de mejorarla, si esto es posible).
Se necesita reorganizar la estructura de las sociedades
amenazadas por estos eventos para crear las entidades públicas,
infraestructura y hasta para hacer las leyes que puedan apoyar a estos
sistemas. Si se pone Ud. a pensar, el verdadero problema actual para
anticipar (aunque sea de manera general) a los sismos, o para
controlar (parcialmente) a un huracán, es de índole
cultural... la sociedad en general no sabe qué
se puede hacer algo (aunque sea insuficiente)
para enfrentar a estas amenazas. Y no sabe cómo
organizarse para aprovechar ese conocimiento.
Piense usted qué necesitaría México para
establecer un par de sistemas de este tipo. El
costo económico sería elevado (se requieren
supercomputadoras, aviones con radares especiales, y la
construcción de varios laboratorios de
investigación bien equipados). A
esto hay que agregar el costo, en
tiempo y en dinero, de entrenar a
los profesionales que trabajarían en
la investigación e implementación
de estos sistemas. Piense en el
esfuerzo necesario para, una vez
que se sabe que un sismo de
tal o cual intensidad
ocurrirá dentro de los
siguientes años en la
El problema es que la ciencia no puede desarrollar
ese poder por sí misma. La ciencia y el arte son
la parte pensante del cuerpo social de la
humanidad, pero al igual que en nuestro
caso, el cerebro social no puede hacer nada
por sí mismo. Es necesario que todas las
partes de la sociedad actúen en forma
coherente.
Nunca antes habíamos tenido tanto
poder en nuestras manos, y nunca antes
habíamos sido tan ignorantes de
nuestras propias capacidades
colectivas. Si nos
hacemos conscientes
del nuevo
conocimiento, y
si lo asimilamos
en nuestra
estructura
social, en los
próximos
años
podremos
domar
la furia
inconsciente
de los huracanes con la
misma facilidad con la
que ahora cruzamos el
cielo azul. •
Diciembre • City Life
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