LAS TABLAS DE DAIMIEL: UN PASADO FASCINANTE Y UN FUTURO SORPRENDENTE Dorado Valiño, M.*; Bustamante, I.*; Ruiz Zapata, M.B.*; Valdeolmillos, A.*; Alvarez Cobelas, M.** & Cirujano, S.*** En la cuenca alta del río Guadiana, en la zona de descarga del embalse subterráneo de la Llanura Manchega, la escasa pendiente de la red hidrográfica y las características geológicas y climáticas, dan lugar a áreas de carácter semiendorreico, en las que se originan extensas zonas encharcadas en décadas pasadas, que daban lugar a la denominada "Mancha Húmeda". El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel constituye la manifestación mas importante de este fenómeno. Las Tablas de Daimiel están situadas en una leve depresión del terreno en el tramo final del río Gigüela, que da lugar a una laguna fluvial alargada de unos 10 km de longitud, con anchura variable entre 1 y 2 km; el espesor de la lámina de agua raramente supera el metro. El ecosistema hídrico se origina en la confluencia de la red hidrográfica de la Cuenca Alta del Guadiana (con 15.000 km de área avenada) y las salidas naturales del gran acuífero de la Llanura Manchega (con 5.000 km de superficie) a través de los Ojos del Guadiana. El juego entre aportaciones superficiales y subterráneas, variables a lo largo del año y con distintas calidades, constituía el elemento más interesante del ecosistema. Sedimentológicamente, la zona es una llanura más o menos amplia surcada por canales fluviales. Cuando el nivel freático estaba relativamente elevado, gran parte de la llanura se mantenía permanentemente inundada, con una lámina de agua de profundidad variable en función de la estación climatológica, de la topografía y de la acumulación de vegetación, pudiéndose distinguir dos subambientes sedimentarios: fluvial (canales y llanura de inundación) y lacustre-palustre (charcas y turberas). El medio fluvial está limitado al cauce del río Guadiana y sus afluentes, transportando sedimentos terrígenos, que entraban en el sistema desde los ríos Gigüela y Azuer y desde los arroyos que provienen de los materiales paleozoicos aflorantes al Norte. El medio palustre - lacustre, se desarrolla en algunas zonas de la llanura de inundación que se caracterizan por estar recubiertas por una lámina de agua de profundidad variable procedente de la descarga directa del acuífero y de los derrames de los canales fluviales. Este agua presenta una circulación difusa y con escasa relación con la que circula por los canales fluviales. Estas zonas encharcadas han originado, durante el Cuaternario, depósitos de turba y de fangos carbonatados La vegetación acuática, que hoy en día sólo se encuentra en algunas zonas del Parque, ha existido desde hace más de 40.000 años en toda la turbera formada por el río Guadiana. La vegetación regional y local que se desarrolló durante el Pleistoceno, indica que ésta zona no ha sido siempre árida y con escasa cubierta vegetal. Todo ello hace que las Tablas de Daimiel sea un lugar de especial interés no sólo como patrimonio geológico y biológico, sino también por su interacción reciente con el hombre. Las Tablas son, además, un ambiente extraordinariamente dependiente de la intervención humana en sus cuencas superficial y subterránea. La gestión sostenible (ya pasada, por desgracia) de los antiguos habitantes ayudaba a la conservación del medio: la corta anual de biomasa vegetal y su retirada para hornos de cal, fabricación de muebles, tejados, etc, limitaba la acumulación de sedimento orgánico; la gestión de los molinos actuaba sobre el medio hídrico, permitiendo que hubiera más agua en el humedal durante más tiempo. Sin embargo, los incendios, la esquilmación del acuífero subyacente, el aumento de la contaminación y el abandono de las actividades humanas tradicionales han transformado radicalmente el paisaje hasta el extremo de que podemos hablar ya de otro ecosistema distinto, cuyo futuro resulta sumamente impredecible y muy dependiente de la gestión ambiental que tenga lugar en toda su cuenca. Este ecosistema puede considerarse único en nuestro país, ya que el encharcamiento de amplias zonas por desbordamiento de ríos y surgencias de aguas subterráneas no existe en otras zonas de la Península Ibérica. Todo ello debe llevar a considerar a Las Tablas de Daimiel y su entorno, como un lugar a preservar por ser un importante testigo del acontecer geótico y biótico reciente, donde claramente se puede apreciar la relación entre geología, ecología y sociedad. * Este trabajo se ha desarrollado dentro del marco del proyecto “Bases científicas para la conservación y el uso sostenible de las lagunas de Castilla-La Mancha”, programa FEDER (1FD97-1812).