La aventura de abandonar la minoría de edad 1 Elaborado por Paulo Coto-Murillo “tan pronto como la edad me permitió salir de la sujeción de mis preceptores, abandoné completamente el estudio de las letras, y prometiéndome no buscar más otra ciencia que la pudiese encontrar en mi mismo o el gran libro del mundo, dediqué el resto de mi juventud a viajar” (Descartes, 1983, p. 49). 1. Introducción Inicio trazándome la siguiente interpelación: ¿Cuál es la razón de estar hoy frente a ustedes? Responder esta pregunta implicará enfrentarme con el título mismo de la mesa que nos convoca a todos y todas esta tarde. Pero antes quiero expresar, que cuando se me asignó trabajar esta ponencia, pensé en hablarles sobre la intuición y la mirada como claves para reflexionar sobre el oficio de investigación más en el tratamiento mismo de estos temas recaí en el título mismo de esta mesa y sin percatarme, me encontré problematizándolo y dándome cuenta que el Atreverse a investigar establecía un vínculo con atreverse a pensar. Así que abandoné la intuición y la mirada para reflexionar sobre el nombre propio de la mesa: “Atreverse a investigar ¿quiénes hacen investigación? Ideas para identificar temas de investigación”. Lo que expondré, es, la problematización de cada una de las tres partes que componen este título. Esa será mi tarea la tarde de hoy. 2. La minoría de edad “Atreverse a investigar”, me remite casi directamente con la pregunta que se hiciese Immanuel Kant en 1784. Kant se planteó la siguiente interrogante: ¿Qué es la ilustración? Para la cuál dispuso la siguiente aproximación inicial: “Ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es el culpable de dicha minoría de edad cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse del suyo propio 1 Sociólogo e Investigador en el Programa de Cultura Local Comunitaria y Sociedad Global (PROCULTURA) del Centro de Investigación en Cultura y el Desarrollo (CICDE). Correo: [email protected] 1 sin guía del de algún otro. Sapere aude ¡Ten valor para servirte de tu propio entendimiento! Tal es el lema de la Ilustración” (Kant, 2004, p. 81). La minoría de edad supone estar bajo la incapacidad de servirse de nuestro propio entendimiento, es entonces, verse subordinado a ser guiado por el entendimiento de algún otro u otra; ese otro(a) por ejemplo, puede ser encarnado por: el padre, la maestra, el sacerdote, la psiquiatra, el columnista del periódico, el noticiario, la historia oficial nacional etc. La pereza y la cobardía son, según Kant, los obstáculos y defectos que impiden al hombre y la mujer de la modernidad servirse y apropiarse de su propio entendimiento y los mantiene cautivo en la minoría de edad. Norbert Elías, sociólogo e historiador alemán, en siglo XXI, 195 años después, reflexiona que en la ciencia (social) los y las investigadores deben lograr enfrentarse con la autoridad del pasado y el presente, ellas son esas voces del pasado o esas personas del presente que todas y todos nosotros reconocemos como autoridad por una admiración a la profundidad de su pensamiento y obras. Pero dicha admiración, tal y como apunta Elías, nos sitúa en una reciprocidad de compromiso en detrimento de una postura de distanciamiento critico y de vigilancia epistémica (Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 2000) a su legado. Este suerte de complicidad acrítica con nuestros maestros y maestras nos conduce a la “enfermedad” social de la inteligencia; Norberto Elías la explica con claridad haciendo alusión a cómo ha sido asumida la obra de Karl Marx. “La obra de Marx, un cúmulo de hallazgos deslumbrantes nacidos de una rigurosa investigación teórico-empírica, ha pasado a ser la Biblia autoritaria y absoluta, inmejorable y verdadera […]. Y esa obra, creo yo, debe ser revisada, continuada, y negada donde sea necesario. Y ella es también sólo un ejemplo de lo que he llamado la enfermedad social de la inteligencia (Elías, 1979, p.6). Este vicio por la autoridad2, en la que debo confesar no estoy exento, nos conduce a la permanentes apoyaduras culturales de obras de otras generaciones suturando muchas veces el poder pensar y observar por sí mismos (Elías, 1979). Al reconocerme muchas veces “víctima” de esta enfermedad, solo estoy advirtiendo y reflexionando que el vicio de la autoridad y la minoría de edad están hoy presentes en nuestra época, aquí en este auditorio; pero es también necesario decir, que este vicio no es un malestar individual3 sino, como lo señala al final de la cita Elías, una “enfermedad” social de la inteligencia y por lo tanto una producción socio-cultural: malestar cultural4. 2 Tanto la enfermedad social del intelecto como el vicio de la autoridad se las debemos al genio de Norbert Elías. 3 Malestar cultural que se expresa en la lógica de dominación masculina-adultocéntrica y la lógica de explotación capitalista condensada en la transformación del cuerpo objeto mercancía femenina vaciada de subjetividad y dispuesta para ser llenado, consumido y conquistado por la mirada masculina en el hogar, en la calle, mientras caminamos o en los mismo espacios académicos (Freud, 2004 y Bourdieu, 2005). 2 Servirse del entendimiento propio señala un camino imprescindible para romper con la autoridad del pasado, un arma que se blande contra la enfermedad social de la inteligencia. 3. La aventura de atreverse a investigar Con respecto a la segunda parte del título, de esta mesa, y que se nos presenta en forma de pregunta que inquiere sobre: “¿Quiénes hacen investigación? debo de señalar, a partir de lo desarrollado anteriormente, que la pregunta ya original de la mesa ya no es la más afortunada, me parece que para ser consecuente con el argumento que sostengo, la interrogante a trazar sería ¿qué implica atreverse a hacer investigación científica? Pero antes de contestar esta re-elaboración, sí voy a referirme a la interrogante original y, tendré que sostener que la ciencia y la investigación, como empresa humana, no es un esfuerzo individual, sino que es un producto de la praxis5 de muchos hombres y mujeres en el sobrevuelo de la historia, es decir, un hecho social, y aquí me acompaño de Wrigth Mills, “relativo al triunfo y al fracaso de hombres y mujeres individuales” (Mills, 2005, p. 23) en el devenir socio-histórica de sociedades particulares6. Es entonces un esfuerzo común. Señalado lo anterior, me enfrento ahora a la pregunta que yo me impuse: ¿qué implica atreverse a investigar? Lo primero que distinguiré es que este cuestionamiento ya no gira entorno a quién hace; sino, segunda distinción, qué implica la aventura de la investigación para quienes desean o deben investigar; y esta segunda distinción nos posiciona en un lugar disímil; ya no solo en el hacer sino en la actitud de esa praxis. Dicho lo anterior, estoy en posición de desplegar ¿cuál es esa actitud? Ella es una actitud crítica de ruptura que dispone tomar distancia frente al menos dos mundos: el mundo de la vida cotidiana y el mundo de la vida académica; ambos con su cúmulo de autoridades, tradiciones, creencias, prejuicios, certezas y verdades dadas que nos brindan alivio psicológico y sentido existencial. Esta actitud crítica de ruptura estaría guiada por la disciplina, la resolución y el valor, el coraje, la resistencia y la duda (Kant, 2004 y Elías, 1979, Descartes, 1983). Este sistema de valores, que supone la actitud crítica de ruptura, nos llevaría a refrenar la pereza y la cobardía que según Kant (2004), son la causa por la cual los “hombres continúan siendo con gusto menores de edad toda su vida” (p.81). Esta actitud le da contenido al lema enunciado por Emanuel Kant y se convierte en una herramienta imprescindible para dar cuenta de la autoridad del pasado y el peso de la tradición de las instituciones sociales y su constelación de verdades y dogmas eternos. 5 A esta posibilidad de captar la historia y la biografía individual en relación, ambas, dentro de una sociedad; lo llamo R. Mills la imaginación sociológica. Justo a esto hacemos alusión en el párrafo anterior en relación a los individuos que hacen ciencia en devenir histórico y dentro de una sociedad particular (Mills, 2005, pp. 23-27). 3 4. Servirse de la autoridad del pasado La reflexión final, como ya lo anuncie, gira entorno a la tercer parte del título de esta ponencia y que, intuyo, se me presenta como un imperativo, el cual me daré la tarea de recordarles: “ideas para identificar temas de investigación”. En pocas palabras se me presenta como una exigencia práctica para reconocer problemas a estudiar o investigar. Frente a esta exigencia pragmática tengo al menos dos actos de voluntad de poder, el primero, decidir no ocuparme de realizar este ejercicio; el segundo es forzarme por desplegar alguna reflexión de orden formal-metodológico relacionado con el argumento que he venido desarrollando hasta aquí. Es mi deseo entonces, abordar el reto de visualizar qué aplicación tiene servirse del entendimiento propio y enfrentarse a la autoridad del pasado en el quehacer de la investigación. Para servirse del entendimiento propio, en el campo particular de la ciencia social y en la investigación, no significa desechar la autoridad del pasado7, expresaría, en todo caso lo contrario, representaría, parafraseando a Walter Benjamin (1971), “adueñarse de sus aportes como un recuerdo tal éste que relampaguea en un instante de peligro” (p.81). Yo, como sociólogo, no puedo desdeñar el aporte hecho por clásicos como Karl Marx, Emilio Durkheim o Max Weber, no puedo desembarazarme de sus análisis y diagnósticos de su época, en primer término porque su tiempo fue el tiempo del capitalismo y, que yo sepa, mi presente pervive bajo la lógica de acumulación y explotación del capital; en segundo lugar, porque sus reflexiones, preocupaciones y teorizaciones son hoy tan vigentes como ayer, siguen relampagueando e iluminando un presente que vive instantes de peligro8. La anterior postura no simboliza una postura fetichista y dogmática; no obstante, sin encarna colocarse frente a ellos críticamente para avanzar hacia nuevos horizontes de posibilidades9, en la solución de problemas radicalmente más complejos que enfrentan hoy las sociedades modernas del siglo XXI; en nuestro caso particular pensar la sociedad costarricense patriarcal, adultocéntrica, empobrecida y de signo capitalista. Lo anterior, puedo decirlo en otros términos más sencillos. Si hago el ejercicio de imaginar que soy un estudiante de educación, psicología, o por que no de sociología, y me preocupa el tema de la violencia escolar mi deber inicial consistiría, en conocer cuáles son las principales paradigmas explicativos del fenómeno y cuáles las principales autoridades teóricas, así mismo, es oportuno que indague sobre las investigaciones más recientes que se han realizado al respecto. Esto es lo que se conoce, en investigación, como re-construir los antecedentes de un tema de estudio que se desea iniciar y problematizar. Si asumo no estudiar lo que ya se 7 Aquí marco una distancia radical con un tipo de sensibilidad posmoderna que sostiene: primero la esperanza con respecto a los meta narrativas o metarrelatos y en segundo la incredulidad “contra los grandes peligros, los grandes periplos y el gran propósito” (Lyotard, 2006, p.10). 8 Crisis económicas, crisis alimentaria, crisis ecológica, crisis energética crisis de referentes utópica cultural de formas posibles de sociedades alternas al capitalismo. 4 conoce se ha realizado sobre un tema de interés podría contraer, al menos, los siguientes inconvenientes: a. Plantearse temas de investigación ya trabajados b. Formular preguntas de investigación poco pertinentes (acertadas) en su alcance y profundidad c. Desconocer cómo se han abordado la problemática tanto teórica como metodológicamente d. Bajo nivel de especialización sobre el fenómeno e. Imposibilidad de situarme en perspectiva para reconocer las luces y sombras que rodean la temática que se desea trabajar, es decir, reconocer por dónde se, avanzado en otras palabras: ¿Cuáles son los vacíos de conocimiento? f. Estar imposibilitado para posicionarse desde una actitud crítica, en relación a los principales marcos teóricos explicativos del hecho temático que se desea abordar g. Plantear un tema poco original e innovador y carente de imaginación teóricametodológica. Es esta la forma en la que logro visibilizar como la consigna emblemática de la época ilustrada, problematizada por Emmanuel Kant bajo la pregunta ¿qué es la ilustración?, es traducida a términos más pragmáticos, operativos y aplicados en la investigación científica. Es acertado subrayar, entonces, que el no asumir la actitud crítica de ruptura que demanda el servirse del propio entendimiento frente a la autoridad del pasado se traduce paradójicamente en una ignorancia teórica, metodológica e histórica, en una prisión para la imaginación y el pensamiento científico. La ciencia avanza por su lado negativo: “Solo hay errores primeros” (Canguilhem en Bourdieu et al., 2000, p.115). 5. A modo de corolario Creo que puedo resumir la idea central de esta ponencia en los siguientes dos párrafos: Atreverse a investigar es aprender de pronto lo que Foucault (2004) llamó: “el arte de no ser gobernados” (p.8). Es justo en ese arte, en la opinión de este autor, donde la investigación y la ciencia expresan su belleza y halo seductor. Atreverse a investigar es una invitación para aquellos (as) que inician y deseen dedicar sus vidas a la ciencia y a la investigación, o bien ya lo hacen, a servirse de su propio entendimiento y ello representa asumir, hacer frente, a la autoridad del pasado y el presente para ejercitar “la fuerza de la imaginación; la disciplina para pensar por sí mismo, y saltar por encima de las otras generaciones pasadas (Elias, 1979, p.11). Justo en ese enfrentamiento radica su reto pero también su más hermosa belleza. Finalmente asumir la mayoría de edad es entonces una actitud práctica, crítica y política que debería ser producida e inculcada en las y los niños, las y los jóvenes, y las personas “adultas” y “adultas” en los diferentes escenarios que conforman la vida social. Es por lo tanto, un proyecto socio-educativo y una sensibilidad cultural que debe derramarse en todos los lugares sociales como: la familia, la escuela, el colegio, la universidad, la política, la iglesia y otros escenarios que mi limitada imaginación no logra 5 representar frente a ustedes, en la que cotidianamente nos movemos. Romper con la minoría de edad es un acontecimiento que supera el ámbito de la vida académica y científica. 6 Bibliografía Benjamín, Walter (1971). Angelus Novus. España: La Gaya Ciencia. Bourdieu, Pierre, Jean C., Chamboredon y Jean. C. Passeron (2000). “El oficio de sociólogo” Ed. 22ª. México: Siglo XXI. Bourdieu, Pierre. La dominación Masculina. Barcelona: Anagrama. Berger, Peter (1967). Introducción a la sociología. Una perspectiva Humanística. México: Editorial Limusa. Descartes, René (1983). Discurso del Método/Reglas para la dirección de la mente. España: Orbis. Elías, Norbert, (1990). “Compromiso y Distanciamiento: ensayos de sociología del conocimiento”. España: Península. Elías, Norbert (1979). “La autoridad del pasado: En memoria de Theodor W. Adorno.” Recuperadode:http://www.esnips.com/displayimage.php?album=2552685&pid=2070 2993 Foucault, Michael (2004). Sobre la Ilustración. España: Tecnos. Freud, Sigmund (2004). El malestar en la cultura. Madrid: Alianza Editorial. Kant, Immanuel (2004). ¿Qué es la Ilustración? España: Editorial Alianza. Lefebvre, Henri (1970). Sociología de Marx. Uruguay: Erueka. Lyotard, Jean F. (2006). La condición posmoderna. España. Cátedra. Mills, Wrigth (2005). La imaginación Sociológica. México: Fondo de Cultura Económica. 7