1. Introducción Necesariamente el estudio sobre el proceso de constitución de la estructura de la propiedad rústica de la Depresión bética, que habría de desembocar con el paso del tiempo en una distribución profundamente desigual, polarizada por latifundios y minifundios, hay que remontarlo a la etapa de los «repartimientos» medievales. Y ello, esencialmente, por dos motivos: - Porque los repartos constituyeron en Andalucía, siguiendo la lección aprendida por el reino de Castilla en los siglos anteriores, la más clara expresión del proceso repoblador posterior a la conquista (1). - Y, paralelamente también, porque la cuantía de tierras afectadas fue importante y porque su distribución «ex novo» entre pobladores y no pobladores supuso, en buena medida, borrón y cuenta nueva respecto a la estruc^ tura de propiedad preexistente. No es posible, sin embargo, por las dimensiones y objetivos de este libro, proceder siquiera a una síntesis de la documentación editada y de lo publicado al respecto. Como punto (1) El desarrollo de esta tesis en la obra fundamental de J. González, El Reparlimiento de Seoi[la, Madrid, Escuela de Estudios Medievales, C.S.I.C., 1956, 2 vols., Vol. I, págs. 20 y ss. 121 de arranque, tan sólo, de procesos de acumulación y parcelación ulteriores sirvan, pues, los siguientes párrafos, que recogen, en mi opinión, los rasgos básicos de la propiedad agraria bética resultante de las iniciativas de repartimiento del siglo XIII. Dichos rasgos pueden concretarse en los siguientes (2): La existencia innegable de un grupo de grandes y muy grandes propiedades con las que se había beneficiado a un colectivo de procedencia social variada pero, en gran medida, poco interesado por afianzarse en Andalucía. Ello debió propiciar un trasiego de tierras entre «grandes», ya fuera por vía de compras o de donaciones, que vino a favorecer sin duda a instituciones como las órdenes militares, la nobleza de nuevo cuño, las oligarquías concejiles de los núcleos urbanos y los cabildos catedralicios y grandes monasterios y conventos. La presencia, también, de una amplia masa de medianos y pequeños propietarios. Estos últimos, integrantes sobre todo del grupo de peones de vecindad, dispusieron de lotes de tierras calificables en nuestra opinión de minifundistas, no sólo por lo exiguo de sus superficies, sino también por la dispersión parcelaria que los (2) Proceden estas ideas, entre otros, de los siguientes trabajos: J. González, E1^Repartimiento de Seai[la, Madrid, Escuela de Estudios Medievales, C.S.I.C., 1956, 2 vols.; M. González Jiménez, La repoblación de la ¢ona de Sevilla durantt el siglo Xlv, Sevilla, Anales de la Universidad Hispalense número 28, 1975; del mismo autor, la interesante síntesis Sobre los o^ígenes de Andalucía, Sevilla, 1979; M.a José Sanz Fuentes, «El Repartimiento de Ecija», Historia, Instituciontsy Documentos n.° 3, 1976, págs. 533-551; J. Rodríguez Molina, El Reino de,Jaén en la Baja Edad Media, Universidad de Granada, 1978; M. Muñoz Vázquez, «Notas sobre el repartimiento de tierras que hizo el Rey Don Fernando III el Santo en Córdoba y su término>^, Boletín de la Real Academia d^ Córdoba n.° 7, 1954, págs. 251-270; yo mismo me he referido más ampliamente a estas cuestiones en «Concentración de la propiedad y renta de la tierra en la Campiña andaluza durante el Antiguo Régimen», en La propiedad dt /a lierrn en España, Universidad de Alicante, 1981, págs. 39-51. 122 caracterizaba. En ese sentido el origen de los ruedos, de la aureola minifundista en torno a los núcleos de población, pudiera radicar en el hecho de que todos los perceptores y especialmente los peor dotados (caballeros y peones de vecindad) recibieron, junto a una o dos yugadas de labor, otras dos reducidas parcelas de olivar y/o viña cercanas a las poblaciones. El mantenimiento de grandes extensiones sin distribuir entre los núcleos de población campiñesa a expensas de posteriores procesos de apropiación de diversa índole y legalidad. 2. Señorío y compra de tierras como vías de constitución de la gran propiedad nobiliaria 2.1. La «señorialización» de la Campiña. El contenido «territorial» de los señoríos bajomedievales A fines del Antiguo Régimen los señoríos presentaban amplia difusión en las tierras de Andalucía Occidental (3). Lo que interesa fundamentalmente en el tratamiento de la constitución de la gran propiedad rústica es la forma que adoptó el proceso de señorialización y las circunstancias que pudieron contribuir a la apropiación de tierras por parte de los señores. En este sentido, las donaciones y mercedes de términos campiñe(3) Una síntesis de la situación puede encontrarse en el libro de A.M. Bernal, La lucha por !a propiedad de la t^na ^n la cr^^ del Antiguo Rígimen, Madrid, Taurus, 1979. Sobre la gestación de los señoríos durante la Edad Media es fundamental el trabajo de A. Collantes de Terán, <^Los señoríos andaluces: Análisis de su evolución territorial en la Baja Edad Media», H^toria, Institucion^s y Documentos n.° 6, 1979, págs. 89-112. 123