El currículo de ERE se adapta a las competencias básicas de la LOE

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El currículo de ERE se
adapta a las competencias
básicas de la LOE
Carlos ESTEBAN GARCÉS. Director de Religión y Escuela
LA COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA HA HECHO PÚBLICO EL DOCUMENTO A TRAVÉS DEL CUAL ADAPTA EL CURRÍCULO DE LA OPCIÓN CONFESIONAL CATÓLICA DE SCR A LAS COMPETENCIAS BÁSICAS PROPIAS
DE LAS NUEVAS ENSEÑANZAS DE LA LOE.
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on la paralización de la
LOCE, hace ya más de tres
años, y la aprobación de la
LOE, hace ahora poco más de un
año, se pone en marcha un proceso
de reforma del sistema educativo
que supone una renovación de las
enseñanzas de cada etapa,
además de otras reformas de
carácter curricular y organizativo. Es
una evidencia que tanto las
enseñanzas comúnes como las
otras medidas la de la LOCE no
están ya en vigor.
Si nos preguntamos en qué
situación estaba el currículo de
Religión Católica, nos encontraremos
con que el último currículo
oficialmente publicado se ubicaba
en el marco de una materia,
Sociedad Cultura y Religión, opción
confesional católica, que formaba
parte de las enseñanzas
establecidas en la LOCE. Fue
publicado en el BOE formando parte
de las enseñanzas comunes que
desarrollaban aquella reforma.
Estábamos, por tanto, ante un
currículo, una asignatura y unas
enseñanzas que no están en vigor
desde el punto de vista legislativo.
Sin embargo, sí se mantenía aquel
currículo como vigente en los
C
ambitos eclesiales, al menos en
términos coloquiales. Esta situación de
cierta provisionalidad ha creado más de
alguna dificultad pedagógica y una
diversidad de libros de texto en los
centros educativos. Era el mes de junio
de 2004 cuando en estas mismas
páginas, en una Carta del Director,
analizábamos la complejidad técnica de
esta situación. Ahora se ha clarificado,
al menos formalmente.
La Comisión Episcopal de Enseñanza,
que tiene la competencia para
establecer el currículo de la enseñanza
religiosa católica –así era en la LGE, en
la LOGSE, en la LOCE y así es en la
LOE, porque así está garantizado en
nuestro ordenamiento jurídico–, acaba
de hacer público en el mes de mayo el
documento por el que ha adaptado el
currículo de Religión Católica al nuevo
marco legislativo y pedagógico de la
LOE, especialmente a las competencias
básicas.
El nuevo currículo
En Educación Infantil, la formación
religiosa y moral católica –dice el nuevo
currículo– pretende contribuir a la
formación integral del alumno,
desarrollando especialmente su
capacidad trascendente, facilitándole
una propuesta de sentido para su vida e
iluminando el fundamento de aquellos
valores comunes que hacen posible una
convivencia libre, pacífica y solidaria. Y
añade que esta enseñanza de la religión
pretende acercar al niño a las claves
principales de la fe cristiana, ayudarle a
descubrir esta experiencia en su
entorno, y a que él mismo desarrolle
sus facultades de expresión y se inicie
en los elementos primeros que facilitan
la comunicación con Dios. La síntesis
del mensaje cristiano que se presenta
en el currículo fundamenta y motiva los
valores y actitudes básicos, favorece los
hábitos de comportamiento, y
contribuye también al desarrollo de
destrezas y habilidades que se ejercitan
en los tres ámbitos de experiencia
enunciados. Para ello, este currículo se
vale de los elementos cristianos
presentes en el entorno del alumno, las
imágenes y símbolos, el lenguaje y otros
recursos que hacen posible la
comprensión de la experiencia religiosa
adecuada a esta edad.
A partir de esta introducción, se
establecen 9 objetivos, 17 contenidos y
6 criterios de evaluación.
En Educación Primaria, la enseñanza
religiosa –dice el nuevo currículo–
contribuye a la calidad de la educación
que preconiza la LOE desde la
propuesta y desarrollo de unos
conocimientos, valores y actitudes que
conforman su propio currículo. Lo hace
desarrollando especialmente la
capacidad trascendente del alumno,
facilitándole una propuesta de sentido
último para su vida e iluminando el
fundamento de aquellos valores
comunes que hacen posible una
convivencia libre, pacífica y solidaria. Y
añade en la introducción que el
currículo de la enseñanza de la Religión
Católica es una síntesis básica y global
del mensaje cristiano, adecuada a la
edad del alumno, a las exigencias
Documentos
epistemológicas de la materia, a las
expresiones culturales del entorno y
a las demandas didácticas del
sistema educativo.
En esta introducción se explican
también las cuatro dimensiones en
las que se desarrolla la enseñanza
de la religión: la dimensión cultural
e histórica, la dimensión
humanizadora, la dimensión ética y
su carácter científico.
Después de la introducción es
donde aparece la novedad
fundamental de este nuevo currículo,
la contribución del área de Religión
Católica a la adquisición de las
competencias básicas establecidas
en las enseñanzas de la LOE. Este
apartado lo ofrecemos en su
integridad en las páginas siguientes.
Los subrayados en negrita no
pertenecen al texto original.
El currículo del área de Religión
Católica se completa con los 13
objetivos, 16 contenidos y 14
criterios de evaluación para el
primer ciclo, 15 contenidos y 14
criterios de evaluación para el
segundo ciclo, y 20 contenidos y 16
criterios de evaluación para el tercer
ciclo.
En Educación Secundaria
Obligatoria, la enseñanza religiosa
contribuye –dice el nuevo currículo–
a la calidad de la educación desde
la propuesta y desarrollo de unos
conocimientos, valores y actitudes
que conforman su propio currículo.
Lo hace desarrollando
especialmente la capacidad
trascendente del alumno,
facilitándole una propuesta de
sentido último para su vida e
iluminando el fundamento de
aquellos valores comunes que hacen
posible una convivencia libre,
pacífica y solidaria.
En esta introducción se repiten
casi en su literalidad las
explicaciones sobre el currículo de
Religión Católica en la etapa y se
vuelven a señalar las cuatro
dimensiones propias de la
enseñanza de la religión que ya
hemos recordado aquí a propósito
de la Educación Primaria.
También en este momento se
incorpora el nuevo apartado la
contribución del área de Religión
Católica a la adquisición de las
competencias básicas establecidas en
las enseñanzas de la LOE. Este apartado
lo reproducimos, como en la etapa
anterior, en las páginas siguientes.
Pronto se percibirá que ambos
apartados tienen amplias
coincidencias. Igual que antes, los
subrayados en negrita no pertenecen al
texto original.
El currículo del área de Religión
Católica en la ESO se completa con los
12 objetivos, 15 contenidos y 11
criterios de evaluación para el primer
curso, 15 contenidos y 13 criterios de
evaluación para el segundo curso, 16
contenidos y 14 criterios de evaluación
para el tercer curso, y 15 contenidos y
12 criterios de evaluación para el cuarto
curso.
En Bachillerato, la introducción del
currículo de Religión Católica también
reitera, casi en su literalidad, los mismos
términos de las introducciones de
anteriores etapas. En este caso, después
de recordar las cuatro dimensiones ya
mencionadas, indica que la enseñanza
religiosa católica en el Bachillerato tiene
como finalidad básica proporcionar a
los alumnos que han optado por ella la
síntesis del mensaje cristiano que hace
posible una fundamentación de su
formación religiosa, y proporciona unos
principios, valores y actitudes que
favorecen su maduración personal.
Teniendo como eje la dignidad de la
persona, la lógica de la fe lleva al
compromiso en favor de la promoción
humana, la libertad, la justicia, la paz y
la fraternidad, sustentadas en el amor.
Los alumnos tendrán la oportunidad de
aprender que Jesucristo es el
fundamento de la moral cristiana sobre
el amor y la convivencia.
La opción católica –añade– en este
tramo educativo, en cuanto a su
estructura epistemológica, se atiene al
carácter científico con el que se
abordan las Ciencias de la Religión.
El currículo se completa con 10
objetivos, 17 contenidos y 8 criterios de
evaluación.
En esta etapa, como en Educación
Infantil, no aparecen la referencia a las
competencias básicas porque, según
establece la LOE solo afectan a la
enseñanza obligatoria.
En síntesis, lo que encontramos en
este nuevo currículo de Religión Católica
para las enseñanzas de la LOE es el
mismo currículo de la LOCE en la opción
confesional católica de Sociedad,
Cultura y Religión. Se repiten con
exactitud los objetivos, contenidos y
criterios de evaluación de cada una de
las etapas, ciclos y cursos. Se modifica
solo en las introducciones la referencia
legislativa que entonces era a la LOCE y
ahora es a la LOE. Y se incorpora como
novedad el apartado de contribución del
área a la adquisición de las
competencias básicas en Primaria y
Secundaria Obligatoria.
El marco del currículo de ERE
Los currículos del área de Religión
Católica han tenido una interesante
evolución en los últimos años
acompañando, en la mayoría de las
ocasiones, la evolución propia de
nuestro sistema educativo. A lo largo de
las diferentes reformas podemos
comprobar cómo hay elementos propios
de la realidad religiosa y del mensaje
cristiano que han permanecido, mientras
otros han ido modificándose. Lo mismo
podríamos decir de las opciones
pedagógicas y didácticas. Incluso del
mismo concepto de currículo que
también ha evolucionado.
Sin embargo, para la enseñanza de la
religión, desde la perspectiva católica,
hay un marco de referencia que ha
permanecido en toda esta evolución.
Mejor, hay un marco teórico sobre la
identidad de la enseñanza de la
religión en el sistema educativo que
ha inspirado los diseños básicos de los
currículos y que, en consecuencia,
permite comprenderlos de manera más
adecuada. Se trata de la identidad y
naturaleza de la ERE establecida en el
documento de los obispos de 1979 y
bien conocido por todos.
Sin duda que constituye un marco de
referencia adecuado para entender
también el currículo de Religión Católica
que ahora se propone para las
enseñanzas de la LOE. Por ejemplo,
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tengamos en cuenta cómo en aquel
documento se establecían los tres
objetivos de la enseñanza de la religión
en la escuela –recordamos, ayudar a los
alumnos a situarse lúcidamente ante la
tradición cultural, a insertarse
críticamente en la sociedad, y ofrecer
respuestas al sentido de la vida con sus
implicaciones éticas–, y ahora, a la hora
de los trabajos de programación,
aquellos objetivos pueden aportarnos un
iluminador marco de referencia para
contextualizar en nuestros centros
educativos los objetivos y contenidos
propios del currículo.
Habrá también otros elementos que
podamos tener en cuenta a la hora de
programar y adecuar el currículo de
Religión en nuestros centros educativos,
pero este marco de referencia de lo que
es la ERE nos parece recomendable.
Las competencias básicas
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Las competencias básicas constituyen la
novedad pedagógica del sistema
educativo emanado de la LOE. En
Religión y Escuela ya hemos abordado
el tema en los dos números anteriores.
No estará de más volver a recordar el
concepto de competencia básica que
proponen las enseñanzas de la LOE:
Las competencias básicas, que se
incorporan por primera vez a las
enseñanzas mínimas, permiten
identificar aquellos aprendizajes que se
consideran imprescindibles desde un
planteamiento integrador y orientado a
la aplicación de los saberes adquiridos.
Su logro deberá capacitar a los alumnos
y alumnas para su realización personal,
el ejercicio de la ciudadanía activa, la
incorporación a la vida adulta de
manera satisfactoria y el desarrollo de
un aprendizaje permanente a lo largo de
la vida.
La aportación base de este número
de nuestra revista, además de la
presentación del nuevo currículo, la
constituye la afirmación, explicada y
ejemplificada en el artículo siguiente a
esta sección, de que es posible
programar la enseñanza de las
religiones desde las claves pedagógicas
de las competencias básicas.
La propuesta de una competencia
religiosa básica para el área y las
diversas competencias específicas del
área de Religión que se proponen, a
modo de ejemplo, en las páginas
siguientes, son un ejercicio práctico que
muestra la plena incorporación de la
ERE a la institución escolar. Se trata,
seguro, de un ejercicio parcial y
mejorable, pero es un necesario primer
paso.
Contribuciones educativas
La presencia de la religión en la escuela
se justifica desde la perspectiva de una
educación integral1 y desde las
contribuciones educativas que sus
objetivos y contenidos aportan a lo largo
del proceso madurativo de los alumnos
y alumnas. Desde hace tiempo hemos
insistido en la necesidad de explicitar
estas contribuciones siempre que sea
posible tanto en los procesos de
programación didáctica como en otros
espacios de la vida pública. A la hora
de programar con este nuevo currículo,
otra referencia que proponemos también
para tener en cuenta son estas
contribuciones educativas de la
enseñanza de la religión. Cierto que
ahora lo vamos a ir expresando cada
vez más en clave de competencias
básicas, pero hasta que así sea, bueno
será tener a mano alguna de las
explicitaciones que en otras ocasiones
hemos formulado sobre este tema.
El marco de referencia será la
educación integral, en decir, acompañar
en el proceso de crecimiento personal,
personalizar, en definitiva, ayudar a
construir personalidad, es decir, dar
sentido a nuestra acción en el mundo. Y
necesariamente esto reclama la
presencia en el proceso educativo de
referentes y valores de sentido. La
realidad religiosa es portadora de
estos valores de sentido que
posibilitan el crecimiento y el
proceso autónomo y libre de
maduración personal. A este
respecto se puede añadir que
solamente en la medida en que se
vaya estructurando una
personalidad madura en el sujeto,
es posible una verdadera apertura a
los valores de trascendencia.
En Educación Primaria
La enseñanza de la religión, desde
sus finalidades y objetivos cómo
área, contribuye en todos los
ámbitos de desarrollo que expresan
las capacidades contenidas en los
objetivos de la etapa. Esta
contribución2 del área a la etapa se
podría expresar en las siguientes
aportaciones:
Proporciona al alumno las claves
necesarias para que tome
conciencia de sí mismo, de sus
acciones y capacidades, pueda
ponerlas en relación con los
contenidos propias del área, y
valore los modelos de referencia
1 Hemos abordado este tema con mayor amplitud en el capítulo 5, Contribuciones educativas de la enseñanza de la religión en ESTEBAN GARCÉS, C., Enseñanza de la religión y Ley de Calidad, PPC, 2003. Remitimos a ello.
2 ESTEBAN GARCÉS, C., Didáctica del Área de Religión, Ed. SPX, Madrid 19982ª. En esta obra proponíamos a modo de ejemplificación un Proyecto Curricular de
Centro en el área de Religión desde algunas opciones pedagógicas y teológicas cuya contribución educativa se expresaba básicamente en los términos aquí
recogidos.
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que proporciona la tradición
cristiana. Desde este
conocimiento y valoración el
alumno va adquiriendo la
capacidad de ser y actuar con
autonomía en el seno de los
grupos sociales de pertenencia en
los que se estaría presente de
forma creativa y crítica.
Los objetivos del área contribuyen
al desarrollo en los alumnos de la
identificación con los grupos
sociales de referencia y
pertenencia, por medio del
conocimiento de aquellas
manifestaciones culturales y
sociales significativas que han
tenido su origen en la experiencia
de la fe cristiana.
El desarrollo en el aula del área
de Religión facilita el
conocimiento y el análisis de las
características socioculturales de
la comunidad en la que vive el
alumno acercándole a una
experiencia viva que ha marcado
el pasado, que influye de manera
decisiva en el presente, y que
está generando el futuro de esta
sociedad. El conocimiento de los
contenidos propios de la
experiencia cristiana a lo largo de
la historia hace posible que el
alumno sea capaz de situarse
3 Ibidem.
crítica y lúcidamente en la tradición
cultural milenaria de nuestra
sociedad.
La enseñanza de la religión contribuye
al conocimiento crítico y a la
valoración de las dimensiones
sociales y culturales presentes en la
comunidad de pertenencia y de
referencia. El acercamiento a la
persona, vida y mensaje de Jesús de
Nazaret permite al alumno conocer
una concepción del hombre, de la
vida y del mundo que se ha ido
viviendo y explicitando a lo largo de la
historia. Esto permitirá al alumno
situarse críticamente ante los valores
importantes de la vida y de la
humanidad y construir libremente una
opción fundamental personal en lo
social y en lo cultural.
El planteamiento de la clase de
religión ayuda a la creación de
relaciones interpersonales y a la
inserción social dada la fuerte
experiencia ético-relacional del
cristianismo en el mundo a lo largo
de la historia.
En definitiva, los objetivos del área
capacitan al alumno para el
conocimiento, interpretación y
valoración de los diferentes tipos de
mensajes que recibe y así, construir
personal y libremente sus opciones,
expresar sus ideas, sentimientos e
ilusiones, participar activa y
críticamente en su medio natural,
todo ello desde la personal identidad
que se va construyendo
progresivamente.
En Secundaria Obligatoria
La contribución3 de la asignatura de
Religión se podría expresar en las
siguientes aportaciones:
La enseñanza de la religión contribuye
a desarrollar en los alumnos la
capacidad de leer y de expresar la
realidad utilizando todos los lenguajes
en los que la propia realidad se
manifiesta, especialmente los códigos
simbólicos no convencionales: el
ámbito de experiencia, la
transcendencia, la creación estética,
lo axiológico... como una parte
fundamental y fundante de nuestra
historia y nuestro presente y del
patrimonio cultural de la humanidad.
El desarrollo de esta asignatura en el
aula proporciona a los alumnos la
capacidad de conocer, interpretar,
valorar, y de crear estructuras de
sentido de la vida no reductibles a lo
ya establecido, permitiendo al
alumno, además, acercarse a las
experiencias de sentido, religiosas y
seculares, que tienen relevancia en
nuestra cultura.
La enseñanza de la religión contribuye
en los alumnos a construir en
libertad, de forma personal, las
opciones fundamentales de carácter
religioso y ético en el seno de una
sociedad plural en la que participan
constructivamente para lograr
una mayor tolerancia, libertad
ky justicia.
El desarrollo de los objetivos de la
ERE ayuda a los alumnos en el
desarrollo de su capacidad para
situarse con madurez, tolerancia y
equilibrio afectivo-social ante las
experiencias y creencias religiosas y
pseudo-religiosas, contribuyendo así a
un equilibrio social que impida el
surgimiento y la persistencia de
comportamientos fanáticos o sectarios
falsamente basados en lo religioso y
que poco aportan a la paz y a la
sociedad.
La enseñanza de religión en este nivel
educativo contribuye también en los
alumnos a adquirir una dimensión de
profundidad, reflexionando sobre los
procesos que están en la base del
saber, de la comunicación y la relación
interpersonal y de la participación
activa y crítica en la sociedad.
La presencia de una asignatura sobre
el saber religioso en esta etapa
educativa obligatoria posibilita a los
alumnos la libertad para el
conocimiento, el desarrollo y la
asunción de sus opciones religiosas,
como expresión de una dimensión
antropológica constitutiva del ser
humano y que de una manera u otra,
pero en libertad, tiene que ser
desarrollada.
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Contribución del área de Religión Católica en Educación Primaria
a la adquisición de las competencias básicas
a enseñanza de la Religión Católica en la escuela se
atiene a la finalidad propia de ésta, que es la
formación plena del alumno mediante los sistemas
propios de aprendizaje que se concretan en el currículo y
su desarrollo. Contribuye a la calidad de la educación
desde la propuesta y desarrollo de unos conocimientos,
valores y actitudes que conforman su propio currículo. Lo
hace desarrollando especialmente la capacidad
trascendente del alumno, facilitándole una propuesta del
sentido último para su vida e iluminando el fundamento de
aquellos valores comunes y propios de esta enseñanza que
hacen posible una convivencia libre, pacífica y solidaria.
Las propuestas de la enseñanza religiosa católica
constituyen en si mismas una cosmovisión del mundo, de
la vida y del ser que hacen posible la formación integral.
Todo ello se realiza mediante la presentación sistemática,
orgánica y científica del mensaje, vida y persona de
Jesucristo, presente en su Iglesia, avalada por la Tradición y
el Magisterio de la Iglesia, trasmitida a través de la acción
educativa del profesor con su preparación científico-técnica
y su testimonio cristiano.
A su vez, las aportaciones de esta enseñanza hacen
posible, como oferta libre, una manera de ser y de vivir en
el mundo, de tal manera que los principios, valores y
actitudes que generan los elementos básicos del
cristianismo ayudan al alumno a situarse lúcidamente
ante la tradición cultural y, por ende, a insertarse
críticamente en la sociedad.
Con todo, las competencias básicas, como son la
interpersonales, interculturales, sociales y cívicas y la
comunicación lingüística adquieren en este área elementos
básicos para su adquisición a lo largo de la enseñanza
obligatoria.
En lo que se refiere a la Educación Primaria –etapa en
la que el niño comienza a tener conciencia refleja de sus
L
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propias acciones percibiéndose cada vez más como
individuo–, el alumno se enfrenta por primera vez a la
urgente necesidad de realizar el descubrimiento de su
propia identidad. Este proceso está muy condicionado por
los modelos culturales que los adultos encarnan, modelos
que influyen en la vida cotidiana de los niños, en sus
juegos y en sus acciones creativas.
Precisamente una de las funciones de la enseñanza
escolar católica en esta etapa es la presentación de los
modelos cristianos de identificación. Estos se encuentran
en las figuras bíblicas más destacadas de la historia de la
salvación, en las acciones y vivencias de la comunidad
cristiana y. sobre todo. en la persona, vida y palabra de
Jesucristo.
Su inseguridad, propia de una edad temprana, está
demandando modelos de vida auténticos en el proceso de
maduración de su personalidad. La enseñanza religiosa
católica va a insistir en la propuesta explícita de la
persona de Jesucristo, los principios que de Él dimanan,
los valores que genera y las actitudes que brotan a fin de
que los alumnos reflexionen seriamente acerca de la
conducta personal y social.
Ello exige una información sólida sobre el hecho religioso
y, en concreto, en cuanto a esta asignatura compete, una
exhaustiva presentación del hecho religioso conformado
en la religión católica.
La formación religiosa se desarrolla en la escuela en un
diálogo auténtico con la realidad cultural, informando
sobre la relación e influjo mutuo entre la cultura occidental
y el hecho religioso cristiano; juzgando y criticando esa
cultura –compuesta por ideas, principios, valores, modos de
vida– a la luz del Evangelio, que en su perenne actualidad
ilumina lo más profundo del ser humano y proyecta una
libre y crítica postura ante la cultura emergente.
Si bien la enseñanza religiosa está presente y ayuda a la
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conformación de las competencias fijadas en los Reales
Decretos de enseñanzas mínimas, teniendo en cuenta que
las competencias básicas son aquellas que sustentan la
realización personal, la inclusión social y la ciudadanía
activa, algunas de ellas tienen una especial relación con la
acción educativa de Religión Católica, e incluso, podría
afirmarse que otras, si se prescinde de la realidad religiosa,
carecerían de elementos importantes para su adquisición y
desarrollo. Entre otras, proponemos las siguientes:
1. Competencia en comunicación lingüística. La
enseñanza religiosa católica aporta elementos básicos en
cuanto al logro de la competencia en comunicación
lingüística pues se sirve del lenguaje académico, de
aquellos lenguajes que conforman la cultura que se
trasmite en el área de Religión, así como de los lenguajes
de la propia enseñanza religiosa.
El diálogo de la fe con la cultura contribuye a la
competencia en comunicación lingüística, en la medida
en que exige ejercitarse en la escucha de la Palabra de
Dios, la exposición de sus contenidos y aplicación a la
cultura y a las distintas formas de vida social, así como a
la argumentación adecuada a esta edad y siempre
presente en la enseñanza religiosa.
Por otra parte, es propio de la enseñanza religiosa
católica la utilización de los diversos modos de
comunicación que la acción de Dios sobre el hombre ha
utilizado. Su revelación es rica en distintos lenguajes. Así, el
lenguaje bíblico y su riqueza de expresión y simbología, el
lenguaje doctrinal y su precisión conceptual, analítica y
argumental, el lenguaje litúrgico y su cercanía al lenguaje
de los símbolos del pueblo cristiano, el lenguaje, en fin,
testimonial que hace posible la transmisión vital de lo
creído.
Todo ello es imprescindible para la comprensión del
lenguaje en todas las lenguas de la cultura occidental. La
enseñanza religiosa hace posible una verdadera
comunicación lingüística, al utilizar los distintos lenguajes
en su expresión verbal o escrita, explícitos e implícitos en
fuentes diversas. Finalmente, el análisis de hechos sociales
que se presentan en la clase de Religión, como elementos
motivadores de la realidad evangélica, posibilitan el
enriquecimiento del vocabulario.
2. Competencia social y cívica. Con relación a la
competencia social y cívica donde se integran elementos
esenciales para la humanización, personales,
interpersonales e interculturales, y se recogen todas las
formas de comportamiento que preparan a las personas
para participar de una manera eficaz y constructiva en la
vida social y profesional, la enseñanza religiosa católica
expone, fundamenta y jerarquiza los valores y virtudes
que contribuyen a educar la dimensión moral y social de
la personalidad del alumno, en orden a hacer posible la
maduración en la corresponsabilidad, el ejercicio de la
solidaridad, de la cooperación, la libertad, la justicia y de la
caridad. Todo ello, como expresión coherente del
conocimiento de Dios revelado en Jesucristo.
Se trata del ser personal en coherencia con las
convicciones propias libremente asumidas; es decir,
aprender a ser motivando y recreando lo verdaderamente
humano en la formación plena del alumno. En este
sentido, el desarrollo del ser entero del hombre, de las
capacidades de su mente y de su corazón, de las
potencialidades que le configuran y que desbordan las
expectativas puramente materiales y funcionales,
fundamentan y dan sentido a la acción social y cívica del
alumno. La enseñanza religiosa en este cometido incide
substancialmente en el descubrimiento y desarrollo de la
verdadera humanización, capaz de hacerle competente en
la acción social.
Con ello estamos fundamentando uno de los valores
básicos, su dignidad como ser humano, como hijo de Dios.
El alumno necesita, ya en estas edades, especialmente
motivaciones para amar, para construir la personalidad más
humana, para ilusionarse en proyectos de vida altruistas y
desinteresados. El testimonio de hombres y mujeres santos
en toda la historia constituye un referente continuo para la
autoasimilación de los valores más genuinamente
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cristianos. De esta forma la enseñanza religiosa educa en
la iniciativa personal y autónoma de los alumnos por el
bien y la verdad.
En consecuencia, se contribuye directamente a la
dimensión moral de la persona favoreciendo que los
alumnos y alumnas reconozcan la raíz de su propio ser y
sus mismos comportamientos. Ello conlleva mejorar las
relaciones interpersonales basadas en principios y valores
que emanan de la persona de Cristo y ayuda en
consecuencia a afrontar las situaciones de conflicto
mediante el diálogo, el perdón y la misericordia, valores
genuinamente cristianos.
En lo más profundo del ser cristiano surge el gran valor
de la fraternidad universal. De ahí que las mínimas
exigencias éticas de convivencia, participación,
conocimiento de la diversidad y de las situaciones de
discriminación e injusticia, estén fundamentadas y sean
consecuencias de la fe cristiana. Los valores del respeto,
cooperación, solidaridad, justicia, no violencia, compromiso
y participación tienen su fundamentación y referencias
cristianas en la filiación por el amor de Dios, el amor, la
fraternidad, la justicia, la misericordia, el perdón, la
donación de sí mismo, la entrega total a favor de los
pobres.
3. Competencia cultural y artística. La contribución a la
competencia cultural y artística se relaciona con sus
aspectos de conocimiento y valoración de toda la
expresión artística, plástica, histórica, simbólica,
lingüística, de costumbres, ritos, fiestas, valores y modos
de vida impregnados de cristianismo desde su origen y su
desarrollo actual, como manifestación del hecho religioso.
El alumno no solo va a conocer, sino que podrá
comprender y asumir los valores que conlleva el
conocimiento del hecho religioso en su expresión artística,
cultural y estética, teológica y vivencial.
La cultura y la historia europea occidental, y la propia
historia y cultura española, no pueden ser comprendidas y
asumidas si se prescinde del hecho religioso presente
siempre en la historia cultural de los pueblos. Es conocido
por todos que la maduración de la personalidad humana
se realiza dentro de la tradición cultural donde crece y se
sustenta. Esta maduración se realiza en un mundo cada
vez más complejo y de mayor contraste cultural y de
presencia, respeto y diálogo de culturas.
La Religión y Moral Católica presenta el acontecimiento
cristiano en diálogo con la cultura, incorporando
orgánicamente el saber de la fe en el conjunto de los
demás saberes. Con ello el alumno adquiere una
valoración crítica de la cultura a la luz del Evangelio,
motivando al mismo tiempo el aprecio de la propia cultura
y la estima adecuada de otras tradiciones culturales y
religiosas. En el currículo de Religión Católica están
presentes también los elementos esenciales que definen
las demás grandes religiones.
La enseñanza religiosa católica no solo aporta a la
competencia cultural y artística unos cocimientos del arte y
cultura con referencia religiosa y unas destrezas, sino
también el sentido y profundidad de su presencia que
remite a una manera concreta de ver la vida, de expresarla
y de vivir desde la aportación cristiana a la cultura. Con
ello contribuye también a la conservación y valoración del
patrimonio cultural.
4. Competencia de aprender a aprender. La Religión
Católica contribuye igualmente al desarrollo de la
competencia de aprender a aprender, fomentando las
capacidades a través de la educación, el impulso del
trabajo en equipo, la síntesis de la información y opinión.
Así mismo, la enseñanza religiosa ayuda a los alumnos a
ser protagonistas de su propio aprendizaje como respuesta
a la voluntad de Dios de que el ser humano colabore
activa y libremente con el plan por Él establecido. Por ello,
aprender a aprender conlleva no solo una propuesta
consensuada de sentimientos, valores y actitudes, sino un
marco de referencia aceptado voluntariamente según sus
convicciones, que ha de ser crisol en la búsqueda de la
verdad y del bien.
5. Competencia de autonomía e iniciativa personal. En
cuanto a la autonomía e iniciativa personal, la enseñanza
religiosa católica se imparte en el campo específico de la
escuela, cuyo objetivo irrenunciable formar a la persona
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desde dentro, liberarla de todo lo que le impide vivir
libremente conlleva su efectiva referencia a una
determinada visión del hombre y a su sentido último, para
afirmarlo, negarlo o prescindir de él.
Es finalidad fundamental del quehacer de la escuela que
los alumnos descubran su identidad personal, pero esto
no será posible sin una apertura al significado último y
global de su existencia humana. La autonomía e iniciativa
personal no podrá realizarse en el alumno si no comienza
ya a adiestrarse en el conocimiento de sí mismo, en su ser
más profundo, en sus potencialidades, en su dignidad y en
su sentido. La formación religiosa católica aporta de esta
manera una cosmovisión que hace posible la apertura
hacia el fundamento y el sentido último de la vida y, por
tanto, al sentido de la ciencia, de la cultura y de la
identidad misma de la persona humana.
La enseñanza religiosa católica no se reduce a una
enseñanza de valores; se dirige a la persona concreta en
sus raíces, en sus posibilidades humanas de acción y de
servicio y, sobre todo, se dirige al ser humano en su
finalidad trascendente. Todo ello conlleva el ofrecimiento
del Evangelio de salvación de Jesucristo, para que, una vez
conocido, surja la humanidad nueva hecha de hombres
nuevos conforme al designio de Dios. Por eso, la enseñanza
ha de proponer a Jesucristo como camino que nos
conduce a la verdad y a la vida y ha de hacerse desde la
convicción profunda que procede de la Iglesia que
confiesa, celebra y vive la fe en Jesucristo, y, en
consecuencia, mediante la forma propia y más coherente
de transmitir esa fe de la Iglesia: el testimonio.
En la contribución al desarrollo personal del alumno, la
religión es generadora de valores y de integración social. La
religión colabora en esta competencia entregando al
alumno las virtualidades necesarias para crear las
disposiciones y actitudes que favorecen la inserción social.
La autonomía del individuo cristiano viene precisamente
favorecida por la apertura a una visión totalizante del
mundo y de la realidad, una cosmovisión que hace posible
la formación integral del alumno frente a visiones parciales
y determinantes de la libertad propia.
Desde los procedimientos del área se favorece esta
competencia básica desarrollando iniciativas y atiende
especialmente a que los alumnos y alumnas construyan un
juicio moral basado en los principios, valores y actitudes
que genera el mismo Evangelio.
6. Competencia en el conocimiento e interacción con
el mundo físico. La Religión Católica contribuye al
desarrollo de la competencia en el conocimiento e
interacción en el mundo físico a través de la Doctrina
Social de la Iglesia, iluminando las respuestas y las
soluciones a los problemas que surgen en la interacción
del ser humano con el medio físico y con sí mismo.
También contribuye a la valoración ética del uso de la
ciencia y de la tecnología.
A su vez apoya y da sentido a las habilidades y destrezas
relacionadas con la ecología que se adquieren desde esta
competencia. El cristiano entiende la naturaleza como
creación de Dios, por lo que la valora, la cuida y fomenta.
Todas las aportaciones a las distintas competencias
pueden ser agrupadas y definidas en cuanto a la
aportación religiosa como un desarrollo de la
capacidad trascendente de la persona, es decir su
aportación espiritual y religiosa. Ello le capacita para
dar sentido a su vida.
Son, entre otros, objetivos y elementos fundamentales
de la enseñanza de la religión en el desarrollo de las
competencias antes descritas.
– La apertura de la razón a la búsqueda de la verdad
en la superación de todo itinerario racional reductivo;
– La capacidad de dejarnos confrontar e interpelar por
la llamada a la libertad y a la felicidad verdadera;
– El empeño en el diálogo de la fe y la razón, de la fe
y la cultura;
– La atención a la capacidad innata para dinamizar la
inteligencia y llamar a la razón humana a la
búsqueda de “algo más” de la identidad propia del
ser humano,
– La capacidad de ser y estar junto a los otros desde
la fraternidad, el amor y la misericordia, el ansia de
infinito, el anhelo de Dios y la planificación del ser
en al vida eterna...
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Documentos
Contribución del área de Religión Católica en Educación Secundaria Obligatoria
a la adquisición de las competencias básicas
a enseñanza de la Religión Católica en la escuela se
atiene a la finalidad propia de ésta, que es la
formación plena del alumnado mediante los
sistemas propios de aprendizaje que se concretan en el
currículo y su desarrollo.
La enseñanza religiosa contribuye a la calidad de la
educación que preconiza la LOE desde la propuesta y
desarrollo de unos conocimientos, valores y actitudes que
conforman su propio currículo. Lo hace desarrollando
especialmente la dimensión y capacidad trascendente del
alumnado, facilitándole una propuesta de sentido último
para su vida e iluminando el fundamento de aquellos
valores comunes y propios de esta enseñanza que hacen
posible una convivencia libre, pacífica y solidaria.
Las propuestas de la enseñanza religiosa católica
constituyen en si mismas una cosmovisión del mundo, de
la vida y del ser humano que hacen posible la formación
integral. Todo ello se realiza mediante la presentación
sistemática, orgánica y científica del mensaje, vida y
persona de Jesucristo, presente en su Iglesia, avalada por
la Escritura, por la Tradición y el Magisterio de la Iglesia,
trasmitida a través de la acción educativa del profesor con
su preparación científico-técnica y su testimonio cristiano.
Las aportaciones de la esta enseñanza conforman una
manera de ser y de vivir en el mundo, de tal manera que
los principios, valores y actitudes que genera ayudan al
alumnado a situarse lúcidamente ante la tradición
cultural, a conocer y ofrecer los elementos básicos del
cristianismo generadores de cultura y, por ende, a
insertarse cooperativa y críticamente en la sociedad.
Sus propuestas son cualitativamente trascendentes y
vivas, realizadas en la persona del mismo Jesucristo, por lo
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cual puede y de hecho da respuesta al sentido último de la
vida.
Con todo, las competencias básicas, como son la
interpersonales, interculturales, sociales y cívicas y la
comunicación lingüística adquieren en este área elementos
básicos para su adquisición a lo largo de la enseñanza
obligatoria. Toda persona tiene necesidad de una base
sólida sobre la que construir la existencia personal y
social. Los adolescentes y jóvenes se plantean
interrogantes profundos sobre el sentido de su existencia
que exigen una respuesta, a la vez que trascendente, de
carácter universal y estable. Hay que tener en cuenta que
en estas edades se desarrolla la razón formal, y su
capacidad de abstracción y generalización de conceptos. Es
capaz de analizar y sintetizar elementos distintos y plurales,
inducir y aplicar símbolos y signos a su propia vida y a la
realidad circundante. Es precisamente en esta etapa en la
que cierta inquietud vital surge y comienza a plantearse los
porqués de la existencia y especialmente su actitud
personal ante lo religioso con relación a su propia vida
personal y social.
Sus cuestionamientos vitales y su inseguridad están
demandando modelos de vida auténticos en el proceso
de maduración de su personalidad. La enseñanza religiosa
católica va a insistir en la propuesta explícita de la persona
de Jesucristo, los principios que de Él dimanan, los valores
que genera y las actitudes que brotan a fin de que los
alumnos y alumnas reflexionen seriamente acerca de la
conducta personal y social.
Ello exige una información sólida sobre el hecho religioso
y, en concreto, en cuanto a esta asignatura compete, una
exhaustiva presentación del hecho religioso conformado
en la religión católica.
La formación religiosa se desarrolla en la escuela en un
diálogo auténtico con la realidad cultural, informando
sobre la relación e influjo mutuo entre la cultura occidental
y el hecho religioso cristiano; entrando en diálogo fecundo
y responsable con esa cultura –compuesta por ideas,
principios, valores, modos de vida– a la luz del Evangelio,
que en su perenne actualidad ilumina lo más profundo del
ser humano y proyecta una libre y valorativa visión ante la
realidad cultural.
Si bien la enseñanza religiosa está presente y ayuda a la
conformación de las competencias fijadas en los Reales
Decretos de enseñanzas mínimas, teniendo en cuenta que
las competencias básicas son aquellas que sustentan la
realización personal, la inclusión social y la ciudadanía
activa, algunas de ellas tienen una especial relación con la
acción educativa de la religión católica, e incluso, podría
afirmarse que otras, si se prescinde de la realidad religiosa,
carecerían de elementos importantes para su adquisición y
desarrollo. Entre otras, proponemos las siguientes:
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1. Competencia en comunicación lingüística. La
enseñanza religiosa católica en la escuela se sirve del
lenguaje académico, de aquellos lenguajes que conforman
la cultura que se trasmite en el área de Religión, así como
de los lenguajes de la propia enseñanza religiosa.
El diálogo de la fe con la cultura contribuye a la
competencia en comunicación lingüística, en la medida
en que exige ejercitarse en la escucha de la Palabra de
Dios, la exposición de sus contenidos y aplicación a la
cultura y a las distintas formas de vida social, así como a
la argumentación adecuada a esta edad y siempre
presente en la enseñanza religiosa.
Por otra parte, es propio de la enseñanza religiosa
católica la utilización de los diversos lenguajes y modos de
comunicación que Dios ha utilizado en su revelación al ser
humano. Su revelación es rica en distintos lenguajes. Así, el
lenguaje bíblico y su riqueza de expresión y simbología; el
lenguaje doctrinal y su precisión conceptual, analítica y
argumental; el lenguaje litúrgico y su cercanía al lenguaje
de los símbolos del pueblo cristiano; el lenguaje, en fin,
testimonial que hace posible la transmisión vital de lo
creído.
Así mismo, la enseñanza religiosa católica en el ejercicio
de aprendizaje del mensaje cristiano capacita y permite al
alumnado expresar pensamientos, convicciones, vivencias y
opiniones y acostumbrarse al discurso coherente y
estructurado de la fe cristiana.
Todo ello es imprescindible para la comprensión del
lenguaje en todas las lenguas de la cultura occidental. La
enseñanza religiosa hace posible una verdadera
comunicación lingüística, al utilizar los distintos lenguajes
en su expresión verbal o escrita, explícitos e implícitos en
fuentes diversas. Finalmente, el análisis de hechos sociales
que se presentan en la clase de Religión, como elementos
motivadores de la realidad evangélica, posibilitan el
enriquecimiento del vocabulario.
2. Competencia social y cívica. En la competencia
social y cívica se integran los elementos esenciales para la
humanización, elementos personales, interpersonales e
interculturales, y recogen todas las formas de
comportamiento que preparan a las personas para
participar de una manera eficaz y constructiva a la vida
social y profesional.
Desde el mensaje cristiano, lo principal es el desarrollo
de todo lo humano, de sus potencialidades y capacidades
que lo configuran y lo desbordan de lo puramente
funcional y material. Desde el desarrollo de la persona se
sientan las bases para la cooperación y ejercicio de la
ciudadanía democrática, la comprensión de la realidad
social en la que se vive, siendo conscientes de los valores
de nuestro entorno y colaborando con la oferta de vida que
nos hace Jesucristo, a construir una sistema de valores
propio y a vivir en coherencia con Él.
En esta acción humanizadora, la enseñanza religiosa
católica expone, fundamenta y jerarquiza los valores y
virtudes capaces de educar la dimensión moral y social de
la personalidad del alumnado, en orden a hacer posible la
maduración de la corresponsabilidad, el ejercicio de la
solidaridad, de la cooperación, de la libertad, la justicia, la
igualdad y la caridad; todo ello, como expresión coherente
del conocimiento de Dios, revelado en Jesucristo y, al
mismo tiempo, como respuesta a las grandes preguntas
sobre el sentido de la vida que ya en esta edad se
formulan los alumnos/as.
Con ello estamos apelando al principio básico de la
dignidad del ser humano, como hijo de Dios, ofreciendo el
fundamento estable del respeto a los principios y valores
universales, como respuesta a una profunda crisis de
humanidad y de orden moral. El alumnado necesita a su
vez razones para amar, razones para vivir y razones para
esperar, basadas en la vida y mensaje de amor de
Jesucristo, origen y meta de la formación religiosa que la
Iglesia ofrece en la escuela.
Se contribuye directamente a la dimensión moral de la
persona favoreciendo que los alumnos y alumnas
reconozcan la raíz de su propio ser y sus mismos
comportamientos, construyendo una conciencia recta que
se fundamente en los valores del Evangelio. Favoreciendo
también los aprendizajes desde un marco de referencia que
se ha de ajustar a la libre y voluntaria opción de los
padres.
Ello conlleva mejorar las relaciones interpersonales
basadas en principios y valores que emanan de la persona
de Cristo y ayuda en consecuencia a afrontar las
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situaciones de conflicto mediante el diálogo, el perdón y la
misericordia, valores genuinamente cristianos.
En lo más profundo del ser cristiano surge el gran valor
de la fraternidad universal. De ahí que las mínimas
exigencias éticas de convivencia, participación,
conocimiento de la diversidad y de las situaciones de
discriminación e injusticia, estén fundamentadas y sean
consecuencias de la fe cristina. Los valores del respeto,
cooperación, caridad, justicia, no violencia, compromiso y
participación tienen su fundamentación y referencias
cristianas en la filiación por el amor de Dios, el amor, la
fraternidad, la justicia, la misericordia, el perdón, la
donación de sí mismo, la entrega total a favor de los
pobres.
En consecuencia, desde la enseñanza religiosa se
propone una reflexión y un análisis crítico de los valores
democráticos y de la ciudadanía descubriendo que su raíz
son los principios fundamentales del Evangelio y de la
Doctrina Social de la Iglesia.
3. Competencia cultural y artística. La contribución a la
competencia cultural y artística se relaciona con sus
aspectos de conocimiento y valoración de toda la
expresión artística, plástica, histórica, simbólica,
lingüística, de costumbres, ritos, fiestas, valores y modos de
vida impregnados por el cristianismo desde su origen y su
desarrollo actual, como manifestación del hecho religioso.
El alumnado no sólo va a conocer, sino que podrá
comprender y asumir los valores que conlleva el
conocimiento del hecho religioso en su expresión artística,
cultural y estética, teológica y vivencial.
La cultura y la historia europea occidental, y la propia
historia y cultura española, no pueden ser comprendidas y
asumidas si se prescinde del hecho religioso presente
siempre en la historia cultural de los pueblos y, en
concreto, en los pueblos de España. Es conocido por todos
que la maduración de la personalidad humana se realiza
dentro de la tradición cultural donde crece y se sustenta.
Esta maduración se realiza en un mundo cada vez más
complejo y de mayor contraste cultural y de presencia,
respeto y diálogo de culturas.
La Religión y Moral Católica presenta el acontecimiento
cristiano en diálogo con la cultura, incorporando
orgánicamente el saber de la fe en el conjunto de los
demás saberes. Con ello los alumnos adquiere una
valoración crítica de la cultura a la luz del Evangelio,
motivando al mismo tiempo el aprecio de la propia cultura
y la estima adecuada de otras tradiciones culturales y
religiosas. Por otra parte, en el currículo de Religión
Católica están presentes también los elementos esenciales
que definen las grandes religiones de la humanidad.
La enseñanza religiosa católica no solo aporta a la
competencia cultural y artística unos cocimientos del arte y
cultura con referencia religiosa y unas destrezas, sino
también el sentido y profundidad de su presencia que
remite a una manera concreta de ver la vida, de expresarla
y de vivir desde la aportación cristiana a la cultura.
Haciendo esto contribuye activamente a la conservación del
patrimonio cultural y artístico, tanto de la propia
comunidad como de otras comunidades.
Es también cometido del profesor/a de Religión
evangelizar la cultura, generar cultura, trabajar al
servicio de la realización de la humanidad según la
verdad del ser humano. Esto es posible mediante una
pertenencia determinante: la pertenencia a Jesucristo, el
Señor, vivida en el presente a través de la pertenencia a la
Iglesia.
4. La competencia de aprender a aprender. El área de
Religión Católica como área de conocimiento dentro del
proceso de enseñanza-aprendizaje que se lleva a cabo en
la educación, contribuye al desarrollo de la competencia de
aprender a aprender, fomentando las capacidades de
aprendizaje: atención, memoria, experiencia…, el impulso
del trabajo en equipo, la síntesis de la información y
opinión.
La enseñanza religiosa ayuda al a ser protagonistas de
su propio aprendizaje como respuesta a la voluntad de
Dios de que el ser humano colabore activa y libremente
con el plan de Dios. Por ello, aprender a aprender conlleva
no solo una propuesta consensuada de sentimientos,
valores y actitudes, sino un marco de referencia aceptado
voluntariamente según sus convicciones, que ha de ser
crisol en la búsqueda de la verdad y del bien.
La enseñanza religiosa proporciona a los alumnos y
alumnas, el principio sobre el que el ser humano debe
sentirse orgulloso y motivado como Hijo de Dios, para
aprender y seguir aprendiendo.
5. La competencia sobre autonomía e iniciativa
personal. En cuanto a la autonomía e iniciativa personal, la
enseñanza religiosa católica es impartida en la escuela con
el objetivo irrenunciable de formar a la persona desde
dentro, liberarlo de todo lo que le impide vivir libremente
Documentos
como persona, esto conlleva su efectiva referencia a una
determinada visión del hombre y a su sentido último, para
afirmarlo, negarlo o prescindir de él.
Es finalidad fundamental del quehacer de la escuela que
los alumnos y las alumnas descubran su identidad
personal, pero esto no será posible sin una apertura al
significado último y global de su existencia humana.
La autonomía e iniciativa personal no podrá realizarse en
el alumnado si no se conoce a sí mismo en su ser más
profundo, en sus potencialidades, en su dignidad y en su
sentido. La enseñanza religiosa católica se dirige a la
persona concreta en sus raíces y en su identidad propia,
en sus posibilidades humanas de acción y de servicio y se
dirige al ser humano en su finalidad trascendente. Todo ello
conlleva el ofrecimiento del Evangelio de Jesucristo que
presenta la humanidad nueva hecha de hombres nuevos
conforme al designio de Dios. La enseñanza de Religión
Católica propone a Jesucristo como camino que nos
conduce a la verdad y a la vida, y ha de hacerse desde la
convicción profunda que procede de la Iglesia que
confiesa, celebra y vive la fe en Jesucristo, y, en
consecuencia, mediante la forma propia y más coherente
de transmitir esa fe de la Iglesia: el testimonio. El
testimonio de hombres y mujeres santos a lo largo de la
historia constituye un referente continuo para la
autoasimilación de los valores más genuinamente
cristianos. De esta forma, la enseñanza religiosa educa en
la iniciativa personal y autónoma del alumnado por el bien
y la verdad.
En la contribución al desarrollo personal del alumnado,
la religión es generadora de valores y de integración
social, pues el hombre moderno podrá obtener una nueva
dimensión totalmente ignorada por otras teorías y escuelas
como las que se orientan hacia el positivismo y relativismo
de un modo excluyente. La religión colabora en esta
competencia entregando al alumnado aquellas
virtualidades necesarias para crear las disposiciones y
actitudes que favorecen la inserción social. La autonomía
del individuo cristiano viene precisamente favorecida por la
apertura a una visión del mundo y de la realidad, que
posibilita una formación integral del alumnado superando
visiones parciales y determinantes de la libertad propia.
Así mismo, le capacita al alumnado para examinar
situaciones concretas de la vida y realizar con autonomía
un juicio crítico y, en consecuencia, cristiano.
6. La competencia en el conocimiento e interacción
con el mundo físico. La Religión Católica contribuye al
desarrollo de la competencia en el conocimiento e
interacción con el mundo físico a través de la Doctrina
Social de la Iglesia, iluminando las respuestas y las
soluciones a los problemas que surgen en la interacción
del ser humano con el medio físico y con si mismo.
También contribuye a la valoración ética del uso de la
ciencia y de la tecnología.
A su vez apoya y da sentido a las habilidades y destrezas
relacionadas con la ecología que se adquieren desde esta
competencia. El cristiano entiende la naturaleza como
creación de Dios, por lo que la valora, la cuida y fomenta.
Todas las aportaciones a las distintas competencias
pueden ser agrupadas y definidas en cuanto a la
aportación religiosa como un desarrollo de la
capacidad trascendente de la persona, es decir su
aportación espiritual y religiosa. Ello le capacita para
dar sentido a su vida.
Son, entre otros, objetivos y elementos fundamentales
de la enseñanza de la religión en el desarrollo de las
competencias antes descritas.
– La apertura de la razón a la búsqueda de la verdad
en la superación de todo itinerario racional reductivo;
– La capacidad de dejarnos confrontar e interpelar por
la llamada a la libertad y a la felicidad verdadera;
– El empeño en el diálogo de la fe y la razón, de la fe
y la cultura;
– La atención a la capacidad innata para dinamizar la
inteligencia y llamar a la razón humana a la
búsqueda de “algo más” de la identidad propia del
ser humano;
– La capacidad de ser y estar junto a los otros desde
la fraternidad, el amor y la misericordia, el ansia de
infinito, el anhelo de Dios y la planificación del ser
en al vida eterna...
En la Educación Secundaria, la opción católica tiene en
cuenta las características psicológicas propias de la
adolescencia. En esta edad el alumno se plantea
especialmente la actitud personal ante lo religioso de una
forma más racional y entra en una fase de interiorización
que auna un descubrimiento mayor de sí mismo y una
capacidad creciente de abstracción.
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