Con carácter previo, debe rechazarse la resolución en este recurso de la queja referente a la posesión de un ordenador a la que ha hecho referencia en vista del recurso la defensa de Aránzazu, por cuanto esa cuestión no fue planteada en la queja inicial ni, por tanto, pudo hacer mención a ella el primer auto objeto de recurso. Más aún, el escrito de esta interna de fecha 29 de octubre de 2000 parece referirse a que ese ordenador no le fue entregado a su compañero sentimental, por lo que sólo éste estaría legitimado para plantear esa queja. Pretenden las recurrentes que se les autorice para realizar comunicaciones intermodulares con amigos presos en la misma prisión. A las comunicaciones en general de los internos con familiares y amigos se refiere el artículo 51 de la Ley Orgánica General Penitenciaria al disponer que los internos estarán autorizados para comunicar periódicamente, de forma oral y escrita en su propia lengua, con sus familiares, amigos y representantes acreditados de Organismos e instituciones de cooperación penitenciaria, salvo en los casos de incomunicación judicial; estableciendo seguidamente una gran amplitud en la forma y modo de realizarse al decir que se celebrarán de manera que se respete al máximo la intimidad y limitar las restricciones a las mismas, en cuanto a las personas y al modo, a las impuestas por razones de seguridad, de interés de tratamiento y del buen orden del establecimiento, si bien señalando en el apartado 4 del mismo artículo que esas comunicaciones podrán efectuarse telefónicamente en los casos y con las garantías que se establezcan reglamentariamente. Referido está este precepto a cualquier clase de comunicaciones de los internos orales o escritas, y sin distinguir las realizadas con personas privadas o no de libertad-, sin embargo sólo aparece desarrollado reglamentariamente respecto a las comunicaciones con personas no ingresadas en centros penitenciarios en el Capítulo IV del Título II del Reglamento Penitenciario, en el que bajo el epígrafe "Relaciones con el exterior” especifica en sus artículos 41 y 42 las condiciones de realización de las comunicaciones orales de los internos con otras personas. Esta laguna reglamentaria en la regulación de las comunicaciones de los internos con otras personas también privadas de libertad, no puede utilizarse para negar la posibilidad de realizarlas. Autorizadas, como antes se dijo, las comunicaciones orales con amigos en el citado artículo 51 de la LOGP -donde la Ley no distingue, no cabe hacer distinciones-, la falta del correspondiente desarrollo reglamentario puede perfectamente aplicarse, por analogía, a las llamadas "comunicaciones intermodulares” las disposiciones referidas a las comunicaciones con el exterior, como implícitamente realiza la Dirección del Centro Penitenciario al incluir en su Orden 114/98 a la comunicaciones entre cónyuges y parientes ingresados en el mismo Centro Penitenciario, que formalmente tampoco estarían incluidas en las "relaciones con el exterior” mencionadas en el citado epígrafe. Ahora bien, la posibilidad de realizar comunicaciones orales o escritas entre internos ingresados en un mismo centro penitenciario no implica sin más que deban concederse automáticamente las que pudieran solicitar las aquí recurrentes. Por un lado, los responsables del Centro Penitenciario deberán ponderar la posibilidad -contemplada en el apartado 4 del artículo 51 LOGP- de que se efectúe telefónicamente. Por otro, también podrán denegarse cuando concurran específicamente razones de seguridad o de interés del tratamiento, o cuando no sean convenientes para el buen orden del establecimiento, lo que exigirá en cada caso una resolución individualizada. Auto 1269/01, 3 de julio de 2001, JVP nº 1, Exp. 10/99