LOS PERJUICIOS INMATERIALES EN LA RESPONSABILIDAD

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LOS PERJUICIOS INMATERIALES EN LA RESPONSABILIDAD
EXTRACONTRACTUAL DEL ESTADO EN COLOMBIA
ANDRES RICARDO MANCIPE GONZALEZ.
Presentado para optar al título de Abogado.
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS
CARRERA DE DERECHO
BOGOTÁ, D.C.
2005.
1
A mis padres, por su incansable apoyo.
A mis abuelos quienes me enseñaron que ser hombre de leyes no es
sinónimo de hombre de justicia.
2
AGRADECIMIENTOS.
Quiero expresar mi profunda e inmensa gratitud al director de este trabajo,
doctor William Barrera. Su constante dirección, su apoyo y guía no fueron
sólo motivación para el desarrollo de éste trabajo, sirvieron además como
base para la gran admiración debida al Derecho Administrativo y para
fecundar el conocimiento, saber y rectitud en el ejercicio de esta profesión.
Igualmente, al doctor Héctor Eduardo Patiño, mis agradecimientos, sin
prejuicios brindó un poco de su tiempo a la gestación de las ideas acá
expresadas.
3
Nota de Advertencia
“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus
alumnos en sus trabajos de tesis. Solo velará por que no se publique nada
contrario al dogma y a la moral católica y por que las tesis no contengan
ataques personales contra persona alguna, antes bien se vea en ellas el
anhelo de buscar la verdad y la justicia”
4
CONTENIDO.
1. INTRODUCCIÓN
2. GESTACIÒN Y EVOLUCIÓN DE LA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO EN
COLOMBIA,
3. EL DAÑO.
3.1. Concepto.
3.2. Tipología del Perjuicio.
3.2.1 Los Perjuicios Materiales.
3.2.1.1. Daño Emergente.
3.2.1.2. Lucro Cesante.
3.2.2. Los Perjuicios Inmateriales.
4. EL PERJUICIO MORAL.
4.1. Concepto.
4.2. El Perjuicio Moral en caso de muerte de Padres, Esposos, Hijos,
Hermanos y Compañeros Permanentes.
4.3. El Perjuicio Moral en el caso de Lesiones Corporales.
5. EL DAÑO A LA VIDA DE RELACIÓN.
5.1. Concepto.
5
5.2. Contenido del Daño a la vida de relación.
6. DE LA REPARACIÓN
INMATERIALES.
Y
VALORACIÓN
DE
LOS
PERJUICIOS
6.1. Reflexión en cuanto a los principios aplicables a la materia.
7. CONCLUSIONES.
8. BIBLIOGRAFIA.
6
INTRODUCCION.
El ser humano conforma una unidad psíquica, orgánica, física y funcional que
asume la convivencia y conveniencia de practicar, aceptar y respetar acorde a su
libertad, normas que compelen al individuo a un determinado comportamiento,
bien lo señala ROUSSEAU:
“La libertad común es una consecuencia de la naturaleza humana, cuya
primera ley es velar por su propia conservación”. 1
Pertenecer a una sociedad y estar sometido a cierto nivel de control o dirección
estatal implica someterse a reglas de protección, permisión y prohibición para
aceptar la convivencia, esto es, aceptando la imposición de conductas restrictivas
y/o descriptivas de niveles de comportamiento esperados.
Este frágil equilibrio con frecuencia es roto, la eventualidad de la ocurrencia del
daño esta latente en la sociedad, bien lo aclara el profesor MOREAU cuando nos
dice que “en el corazón mismo de la vida jurídica reina el riesgo y en las relaciones
2
sociales se presentan riesgos irreductibles” a lo sumo, porque siempre va a existir
una colisión de los derechos de las personas y por la estrecha relación existente
entre el daño y los caracteres propios de cada sociedad en cuanto a su evolución,
sistema de libertades, sistema productivo y desarrollo.
1
ROUSSEAU, Jean Jaques: el Contrato Social.
MOREAU, Jaques. “Les choses dangereuses en driot administratif francais”, en Travaux Henri
Capitant, Paris,1967, TXIX, P.256.
2
7
La sociedad se desenvuelve en el ámbito de “lo que no esta prohibido esta
permitido”, de manera que, el desarrollo de las actividades personales de los
miembros de la colectividad estará limitado correlativamente por el que hacer del
otro, siempre y cuando esa actividad sea merecedora de la respectiva tutela
jurídica y sobrepasado este límite, donde converge el derecho natural con el
derecho positivo, y por tanto roto el frágil equilibrio del obrar personal y social, se
estará en presencia del daño, donde el autor se encontrará con la obligación
jurídica y con la carga moral, de afrontar sus consecuencias.
Pero ese equilibrio no es per se roto por otro individuo de manera general, por los
riesgos que implica vivir en sociedad, otro sujeto puede ser el causante de un
daño a otro en desarrollo de su libertad y de su autonomía, obsérvese que hemos
dicho, “de manera general”, porque como en todo máxima, siempre se encuentra
una excepción; y es en este caso la que se va a desarrollar, ya que el sujeto
causante de un daño, el ente de donde proviene la acción u omisión generadora
del tal, también puede ser el Estado.
Con la aparición mundial del Estado Social y democrático de derecho, se exigió
del “establecimiento” un obrar más activo y por supuesto positivo, frente a las
necesidades de la sociedad contemporánea. Con la Constitución Política de
Colombia de 1991, nuestro país –vale decir que sin haber consolidado su estatus
como estado de derecho – pasó a ser Estado Social y democrático de derecho, lo
que demandaba la asunción de nuevos papales, roles, obligaciones y la amplitud
de su catalogo funcional en aras de “servir a la comunidad, promover la prosperidad
general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en
3
la Constitución…” para lo que “Las autoridades de la República están instituidas para
proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes,
3
Constitución Política de Colombia, Artículo 2º.
8
creencias y demás derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de los deberes
sociales del Estado y de los particulares” 4 .
Esta nueva concepción político – jurídica derivó en una clara amplitud del papel
estatal, originando una participación más activa y dinámica por parte del Estado en
el actuar y obrar de todos los administrados, lo que por supuesto, origina una
mayor potencialidad en la producción de daños en cabeza de éste.
Es más, podríamos realizar una primera afirmación: el daño causado por el Estado
es un daño que se manifiesta de una forma más traumática debido al
incumplimiento de los preceptos constitucionales y al desconocimiento de las
garantías que poseen los
administrados como contraprestación de las
prerrogativas que a su vez posee el Estado.
Claro está, que la lucha para la obtención de las garantías suficientes en el ámbito
público fue de difícil logro. Como bien ha sido desarrollado por numerosos autores,
la historia la responsabilidad del Estado fue fruto de la victoria del restablecimiento
de los derechos del hombre y del ciudadano, y en particular en la reivindicación
hecha por la ciencia jurídica a los derechos humanos, buscando proporcionar a la
colectividad de otra garantía y sistema de protección de sus bienes y derechos.
En efecto, es bien sabido que con anterioridad a la Constitución Política de 1991
no existía en el ordenamiento constitucional o legal colombiano norma expresa
que consagrara expresamente la Responsabilidad patrimonial del Estado, por lo
que tal labor, en nuestro sistema netamente positivista, fue encomendada y a su
turno excepcionalmente asumida por los jueces de la República.
Tanto la Jurisdicción Civil cuando conocía de los contenciosos de responsabilidad,
como la Jurisdicción Contencioso Administrativa, particularmente desde 1964 5 año
4
Idem.
9
en el cual asumió la competencia absoluta en la materia, dieron a la
Responsabilidad del Estado sus atributos respectivos, claro esta, dependiendo de
la doctrina correspondiente y preponderante de cada jurisdicción.
Decíamos con anterioridad, que no fue sino a partir de 1991 que por primera vez
en Colombia se dispuso de forma constitucional, la responsabilidad del Estado.
Hoy en día, la jurisprudencia es unánime al afirmar que el artículo 90 de la
Constitución consagra la cláusula general de Responsabilidad Patrimonial del
Estado en Colombia, artículo que para los efectos de este estudio (inciso primero)
a su letra dice:
Artículo 90. El Estado responderá patrimonialmente por los daños antijurídicos
que le sean imputables, causados por la acción u omisión de las autoridades
públicas.
Precisamente, y Nótese que el canon constitucional habla genéricamente de
responsabilidad patrimonial, la Corte Constitucional de Colombia al referirse a
dicho artículo ha dicho:
“...para esta Corporación el inciso primero del artículo 90 consagra la cláusula
general de responsabilidad patrimonial del Estado y comprende por ende no sólo
la responsabilidad extracontractual sino también el sistema de responsabilidad
precontractual (derivado de la ruptura de la relación jurídico-administrativa
precontractual) así como también la responsabilidad patrimonial del Estado de
carácter contractual.
5
El artículo 20 del decreto 528 de 1964 dispuso: “La jurisdicción contencioso administrativa está
instituida para definir los negocios originados en las decisiones que toma la administración, en las
operaciones que ejecute y en los hechos que ocurran con motivo de sus actividades, sin excepción
de los casos contemplados en los numerales 2º y 3º del artículo 73 de la ley 167 de 1941.”.
10
La Corte Constitucional coincide entonces con los criterios desarrollados por la
Sección Tercera del Consejo de Estado, juez especializado en este campo. En
efecto, según esa Corporación, los criterios lentamente construidos por la
jurisprudencia en materia de responsabilidad del Estado han recibido una
expresión constitucional firme en el artículo 90, que representa entonces "la
consagración de un principio constitucional constitutivo de la cláusula general de
responsabilidad patrimonial del Estado, tanto la de naturaleza contractual como
la extracontractual". Por ello ha dicho esa misma Corporación que ese artículo
90 "es el tronco en el que encuentra fundamento la totalidad de la
responsabilidad patrimonial del Estado, trátese de la responsabilidad contractual
o de la extracontractual". 6
En interpretación del artículo constitucional, la jurisprudencia y la doctrina han
establecido como presupuestos para la declaratoria de responsabilidad del
Estado.
ƒ
La existencia de un daño antijurídico
ƒ
Que la acción u omisión ocasionante de ese daño sea imputable a la
administración pública, y
ƒ
Que se presente una relación de causalidad material entre el daño
antijurídico y el órgano o rama estatal causante del daño.
Acorde con el breve recuento del Estado de la Materia, podemos afirmar que el
artículo 90 de la Constitución es el resultado del clamor de sectores académicos y
doctrinarios para que el sistema de responsabilidad tuviera una filosofía propia
6
Corte Constitucional, Sentencia C-333/96, 1 de Agosto de 1996, Magistrado Ponente: Dr.
Alejandro Martinez Caballero.
11
inspirada en el derecho administrativo, cesando la ambigüedad con la que los
legendarios artículos del Código Civil eran aplicados.
Además de ser la cláusula general de responsabilidad patrimonial pública, el
artículo citado constituye a su vez, la base político – filosófica de una serie de
funciones imputables a la institución de la responsabilidad, he aquí un breve
reflexión sobre el particular.
En primer Lugar, la responsabilidad patrimonial del Estado se configura en una
garantía de orden patrimonial. Esto es, ocurrido un daño con sus consecuencias
negativas sobre el patrimonio de la víctima, el sujeto encargado de su
indemnización responderá de manera patrimonial por ese perjuicio ocasionado,
evitando en lo posible, que el patrimonio del afectado corra además de las
consecuencias connaturales al daño con sus efectos económicos nocivos, en
otras palabras que se le asegure la reintegración de lo dañado. En palabras
comunes, que haya con que cubrir el monto del daño.
En efecto, para ESGUERRA PORTOCARRERO 7 , la responsabilidad del Estado
se constituyó en una de las piedras angulares del Estado Social de Derecho y
como una garantía fundamental, debido a que comprende un verdadero deber
jurídico de responder, sin importar que el causante del daño sea un funcionario
público, al estar soportado sobre la posición de la víctima y no en la discusión
sobre la licitud del actuar del Estado haciendo de éste el responsable directo.
Por otra parte, es función de este instituto ser un medio constitucional de
prevención de daños. La eficacia de la responsabilidad, bien sea civil o estatal,
opera est post facto, es decir, remedia daños ya causados y concretos
proyectando sus efectos hacia el futuro. Lo anterior no quiere decir que no sea
7
ESGUERRA PORTOCARRERO, Juan Carlos. La protección constitucional del Ciudadano.
Bogotá: Legis. 2004.
12
posible que la responsabilidad sea un método de prevención de daños teniendo
principalmente en cuenta los mandatos imperativos constitucionales y los aspectos
económicos que rodean a las consecuencias del daño, cierto es, que cualquier
organización de carácter privado siempre se encuentra en la búsqueda constante
de la minimización de costos, por que no predicar lo mismo del Estado sobre esta
materia teniendo en cuenta que en la eficiencia y eficacia de la actividad estatal
puede estar una causa para la disminución de la ocurrencia de daños.
Adicional a lo anterior, el inciso segundo del artículo 90, consagra la acción de
repetición en contra del funcionario que haya sido el causante material del daño,
en opinión personal, además de buscar recomponer el patrimonio público base de
la indemnización, la acción de repetición consagrada en la ley 678 de 2001, sirve
de mecanismo preventivo constriñendo de manera legal al funcionario público a no
cometer daño.
Una condena en contra del Estado, debería influir de manera interna en la gestión
del servicio, en la calidad del mismo, y en la organización de la estructura al
servicio de la colectividad.
La responsabilidad del Estado pude ser a su vez, un mecanismo indirecto ∗ de
control sobre la actividad estatal, al respecto compartimos la reflexión hecha por el
profesor SAAVEDRA quien nos dice:
“La responsabilidad es por tanto inseparable de las pautas de calidad en la
prestación de los servicios y a los imperativos del buen funcionamiento. Un
sistema de responsabilidad, cualquiera sea su fundamentación, exige que los
servicios públicos tengan niveles o estándares muy altos de calidad so pena que
∗
En nuestra opinión es indirecto, al no tener las características en cuanto a celeridad, importancia
y eficiencia directa que tiene las demás acciones constitucionales tales como la tutela, las acciones
de tipo colectivo, la acción de cumplimiento, es además indirecto debido a que como los demás
medios de control de la actividad estatal y en particular de la administración pública, requiere de un
trámite reglado y sujeto a ritualidades.
13
el sistema se convierta en un mecanismo desligado por completo de las
verdaderas condiciones económicas y sociales, y termine en decisiones irreales,
o no pueda aplicarse de manera alguna.” 8
Además, en otras latitudes se ha señalado a la responsabilidad estatal como
medida de la eficacia de los derechos colectivos.
DROMI 9 señala que el fundamento de la institución en Argentina es la propia
constitución (aunque no exista norma en concreto que así lo disponga), y que está
dirigida a la protección de los derechos subjetivos, de la propiedad y de los
derechos adquiridos de los particulares. Por tanto, es una clara demostración del
sometimiento de los “poderes públicos” al imperio del derecho. Debe entonces,
comprenderse a la responsabilidad como un procedimiento de control jurídico
sobre la actividad estatal en beneficio del particular, además de un mecanismo de
impulso de la eficiencia estatal.
Pero sin duda alguna, la función primordial de la responsabilidad cualquiera que
sea su carácter es la de reparar un perjuicio, he ahí su importancia real: lograr el
restablecimiento del leve equilibrio que ha sido roto, transportar a la víctima o
perjudicado a un estado cercano al anterior; cercano, porque salvo en el caso de
los perjuicios materiales, la víctima nunca podrá encontrarse en igual situación.
Y es ese perjuicio en su carácter inmaterial el que interesa a este estudio. En
efecto, podemos afirmar que el artículo 90 de la Constitución no discrimina la
naturaleza del daño antijurídico ni la clase de intereses o bienes que deben ser
afectados por el hecho dañino.
8
SAAVEDRA BECERRA, Ramiro. La responsabilidad extracontractual de la administración
pública. Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez. 1ª reimpresión 2003.p 195.
9
DROMI, José Roberto. Derecho administrativo. Buenos Aires, 10ª edición. Ciudad Argentina.
14
La Jurisprudencia del Consejo de Estado, de la Corte Constitucional y la doctrina
se han encargado de elaborar el concepto de daño antijurídico. En la sentencia C
- 333 de 1996 anteriormente citada, la Corte Constitucional define el daño
antijurídico como un “concepto parcialmente indeterminado” por lo que en parte su
desarrollo puede ser adelantado por el legislador, situación que hasta el momento
no se ha dado por que esa labor oportuna y correctamente ha sido asumida por la
Jurisprudencia.
Por su parte, es bien sabido que el Consejo de Estado ha reiterado a lo largo de
su jurisprudencia que éste es aquella lesión a un interés patrimonial o
extrapatrimonial que la víctima no esta en la obligación jurídica de soportar.
Advertimos nuevamente que no hay limitación constitucional para limitar el
concepto de daño antijurídico a esos bienes o intereses de la persona que no
están sujetos a un avalúo monetario. Cabe entonces preguntarse como se debe
denominar a un perjuicio de esa entidad?.
La controversia sobre que se debe considerar patrimonial o no patrimonial ha
tenido la atención de toda la doctrina especializada, la determinación de los
efectos patrimoniales o extrapatrimoniales, la concepción de lo que se debe
considerar como patrimonio, etc, han sido frecuentes argumentos para considerar
que tipología de perjuicios obedece más a la lógica y realidad jurídica de cualquier
país.
A lo largo del presente trabajo, se desarrollará el tema haciendo un resumen de la
historia de la responsabilidad del Estado, desde los primeros pronunciamientos
que la rama judicial profirió sobre la materia; seguidamente, se mirará
concretamente el tema del daño, su tipología y la importancia de la evolución del
perjuicio moral como primer perjuicio inmaterial reconocido. De este último punto
se partirá a cada perjuicio inmaterial para determinar sus condiciones de
15
existencia y como ha sido su tratamiento por parte de la jurisprudencia
administrativa en Colombia, mirando así mismo, su régimen probatorio y los
principios aplicables a la materia.
2. GESTACIÓN Y EVOLUCIÓN DE LA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO EN
COLOMBIA.
La Responsabilidad del Estado en Colombia es sin duda alguna uno de los
mayores triunfos de los jueces. Su evolución así lo demuestra. Con anterioridad al
Artículo 90 de la Constitución Política de Colombia no existía en nuestro
ordenamiento jurídico
una cláusula constitucional que consagrara de manera
expresa y general la responsabilidad estatal.
Es preciso advertir que a partir del régimen constitucional de 1886 existían normas
que regulaban casos específicos de características especiales por lo cual
inspiraban al legislador para el otorgamiento de garantías, así encontramos entre
otros:
1. El artículo 30 de la Constitución Política de 1886, luego de la reforma del
Acto Legislativo No. 1 de 1936, sobre indemnización en los casos de
expropiación por motivos utilidad pública;
2. El artículo 31 de la Constitución Política de 1886, que establecía
indemnización en favor de las personas que fueran privadas del ejercicio de
16
una actividad lícita como consecuencia de la creación de un monopolio
estatal;
3. El artículo 33 de la Constitución Política de 1886, que preveía la
indemnización para la expropiación en los casos de guerra para atender el
restablecimiento del orden público;
4. La ley 38 de 1918, que contemplaba la responsabilidad por los daños
producidos con la ocupación de inmuebles por motivo de trabajos públicos.
Por lo anterior y ante la ausencia de un catalogo amplio de hipótesis que
ampliaran el esquema de la responsabilidad,
los jueces en ejercicio de su
función interpretativa, se encargaron de crear los mecanismos y teorías
adecuadas para la construcción de la responsabilidad estatal, teniendo esta misión
como su primer protagonista a la Honorable Corte Suprema de Justicia, para que
posteriormente (año 1964) tal labor fuera encomendada al H. Consejo de Estado.
De ahí que podemos afirmar que la responsabilidad del Estado en Colombia ha
tenido dos etapas; la primera, la desarrollada por la H. Corte Suprema de Justicia
y la etapa de conocimiento del Consejo de Estado, la cual a su vez, podemos
dividir en dos momentos: antes de la vigencia del artículo 90 de la C.P. y después
de la vigencia de dicho artículo.
2.2. La Corte Suprema de Justicia como juez de la responsabilidad estatal.
Como uno de los primeros antecedentes que sobre la materia se encuentra en
derecho colombiano, el profesor HENAO 10 nos advierte de la existencia de un fallo
localizado en el ámbito federalista de los Estados Unidos de Colombia, de fecha 7
de Diciembre de 1864 y proferido por la Corte Suprema Federal.
10
HENAO, Juan Carlos. La Responsabilidad Extracontractual del Estado en Colombia. Evolución
Jurisprudencial. Tomo I, Volumen II. Bogotá: Universidad Externado de Colombia 1991. P 641.
17
En dicho fallo empieza el leve reconocimiento de la responsabilidad patrimonial del
Estado; es el caso de una demanda presentada por un ciudadano ante la
ocupación de un inmueble de su propiedad por parte del Ejército para ser usado
como parque de artillería, el cual resulto destruido por un incendio. Dijo en esa
oportunidad la Corte Suprema Federal:
“1º. Que si el parque del Gobierno no hubiera estado en la casa del señor Núñez,
en virtud de la expropiación, dicha casa no hubiera sido destruida por el incendio
del expresado parque.
2º Que si el hecho del incendio del parque fue fortuito, y por consiguiente, nadie
tuvo la culpa, habiendo sido expropiada la casa por las autoridades federales en
ocasión muy oportuna para el servicio público, el Gobierno debe responder por
dicha propiedad” 11
No obstante la existencia del anterior pronunciamiento, era regla general que en el
siglo XIX la responsabilidad del Estado en Colombia se encontraba estrechamente
ligada a su reconocimiento legal, de manera que los jueces sólo debían percatar el
cumplimiento de los requisitos establecidos en la normatividad para declarar la
responsabilidad Estado por los daños a él imputables, se carecía de un principio
general de responsabilidad; así lo demuestra el fallo de la Corte Suprema Federal
de Enero 3 de 1865 en el cual sin importar que el actor demostró el perjuicio
sufrido por él con ocasión de la Guerra Civil de 1860, se negó el pago de la
indemnización correspondiente fundamentado en que:
“ni el decreto diez ocho de septiembre de mil ochocientos sesenta (i) uno sobre
“suministros y empréstitos, ni ninguna otra de las disposiciones que rigen,
respecto a pagos de gastos causados en la guerra que comenzó el ocho de
11
Diario Oficial de los Estados Unidos de Colombia, Año 2º. Bogotá, Marzo 3 de 1865, No. 213. p
2., Actor José Maria Nuñez.
18
mayo de de mil ochocientos sesenta, reconocen la obligación por parte del
Gobierno, de pagar daños y perjuicios causados en la mencionada guerra 12 ”.
Por su parte la doctrina señala un pronunciamiento que data de la era republicana,
en la cual la responsabilidad del Estado empieza a concebirse realmente mediante
la construcción de principios propios a ese instituto:
“Todas las naciones deben protección a sus habitantes nacionales y extranjeros,
y si bien es cierto que el Estado como persona jurídica no es susceptible de
responsabilidad penal, sí está obligado a las reparaciones civiles por los daños
que resulten de un delito imputable a sus funcionarios públicos, cuando no es
posible que estos los resarzan con sus bienes” 13
Así mismo, en sentencia del 20 de Octubre de 1898, se crea otro principio de
iguales características:
“La responsabilidad del Estado en todo tiempo, pero especialmente en época de
guerra civil por los actos ejecutados por sus agentes, es un principio de derecho
público reconocido universalmente, y los citados artículos 2341 y 2347 del
Código Civil lo establecen de una manera indudable”
“Siendo el Estado una persona jurídica…no puede desconocerse que los actos
del agente comprometen la responsabilidad civil del comitente que obra en
nombre de aquel y en ejercicio de la facultad que se le ha dado” 14 .
En el caso en estudio de la Corte Suprema se estudiaba la declaratoria de
caducidad de un contrato de concesión de privilegio de construcción de un
12
Diario Oficial de los Estados Unidos de Colombia, Año 2º. Bogotá, 13 de Enero de 1865, No.
222. p 849.
13
Corte Suprema de Justicia, Sentencia del 22 de Octubre de 1896, en el caso se estudiaba la
hipótesis de un delito cometido por funcionarios públicos en ejercicio de sus funciones o con
pretexto del mismo. Citada por SAAVEDRA, Op. Cit. P 96.
14
Corte Suprema de Justicia, Sentencia del 20 de Octubre de 1898, Gaceta Judicial año XIV,
Bogotá Marzo 28 de 1890, No. 685 – 689, p. 54 a 57.
19
mercado público en la ciudad de Colón (Panamá), no obstante ser un tema de la
órbita de la actividad contractual del Estado y el ejercicio de sus poderes
exorbitantes, la doctrina coincide en afirmar que esta sentencia abre la posibilidad
en Colombia de acceder a una indemnización de perjuicios ajena a la declaración
o no realizada por el legislador sobre dicho reconocimiento, es decir, por fuera de
la ley. Las sentencias descritas anteriormente, tenían como fundamento las
normas establecidas en el Código Civil que consagran la noción de culpa, pero a
su vez fueron estableciendo principios propios de la responsabilidad del Estado
siempre y cuando dicha responsabilidad encontrara fundamento en la ley.
Con la Constitución del año de 1886, la Corte Suprema de Justicia ostentaba
como una de sus competencias la de “dirimir los negocios contenciosos en que tenga
parte la Nación 15 ”, instituyendo la competencia general de la Corte sobre los litigios
de responsabilidad estatal.
En desarrollo de esa competencia general, la Corte Suprema de Justicia empezó
la construcción de los fundamentos de la responsabilidad estatal, como se dijo,
fundamentada en el ordenamiento civil, particularmente en lo establecido en Título
XXXIV, artículos 2341 a 2360 del Código Civil.
La Corte recurrió a las nociones de responsabilidad indirecta consagrada en los
artículos 2347 16 y 2349 17 del Código Civil respectivamente; esta solución fueron
acogida en principio, atendiendo a que la persona jurídica se halla obligada a
15
Artículo 151.
Artículo 2347 del C.C.: “Toda persona es responsable, no sólo de sus propias acciones para el
efecto de indemnizar el daño, sino del hecho de aquellos que estuvieren a su cuidado…Pero
cesará la responsabilidad de tales personas, si con la autoridad y el cuidado que su respectiva
calidad les confiere y prescribe, no hubieren podido impedir el hecho”.
17
Artículo 2349 del C.C.: “Los amos responderán del daño causado por sus criados o sirvientes,
con ocasión del servicio prestado por estos a aquellos; pero no responderán si se probare o
apareciere que en tal ocasión los criados o sirvientes se han comportado de modo impropio, que
los amos no tenían medio de prever o impedir empleando el cuidado ordinario y la autoridad
competente; en este caso recaerá toda la responsabilidad del daño sobre dichos criados o
sirvientes.”
16
20
elegir sus agentes y a vigilarlos de manera cuidadosa, ya que son sus
dependientes o subordinados, de suerte que si incurren en culpa, ejerciendo sus
cargos, ésta se proyecta sobre la entidad jurídica.
El Consejo de Estado nos explica la razón de la adopción de este criterio así:
“Nuestra Corte Suprema de Justicia influenciada por la doctrina francesa acogió
en múltiples fallos la concepción civilista de la responsabilidad del poder público
con base en el articulo 2349 del Código Civil…de conformidad con ella asimilaba
al Estado o a la entidad de derecho público al amo, patrón o empleador para
deducirle responsabilidad…”
18
“Ni el Código de Napoleón, ni el del señor Bello, ni legislación alguna del siglo
pasado proveyeron sobre la responsabilidad aquiliana del sujeto jurídico,
creación de la ley. Se legisló solamente para 'la persona física. Más la doctrina
pronto llegó a comprender a las personas morales de derecho público, cuando el
dogma de la irresponsabilidad del Estado, repercusión del concepto que por
entonces se tenía de la soberanía, fue cediendo al influjo de la moral, llamada a
participar en las relaciones del Poder Público con los mismos miembros de la
comunidad. Así fue como entre nosotros, al igual que en otros países, la doctrina
y la jurisprudencia propugnaron la aplicación a los entes jurídicos, de algunas
normas de derecho privado: los citados artículos 2347 y 2349 del Código Civil
reguladores de relaciones entre las personas naturales, respondieron a dicha
tendencia.” 19
La naciente jurisprudencia se extendía a toda especie de personas morales y
agentes de las mismas y al delito o cuasidelito que incurriesen, que fuera
imputables a ellos con base en una delictuosa elección o vigilancia de sus
empleados a menos que probaran ausencia de culpa – mediante la prueba de una
18
Consejo de Estado, 30 de Septiembre de 1960. Actor, Esther Wolf de Posada, C.P. Francisco
Eladio Gómez, A.C.E., Tomo LXIII, N° 392-396, Pág. 728
19
Consejo de Estado, 30 de Junio de 1962. Actor Reinaldo Tinjacá y Aurelio Planells, C.P. José J.
Goméz. G.J. t. XCIX. Pág. 87.
21
“prudente diligencia” -, se trataba pues de una responsabilidad indirecta presunta
de los comitentes.
En fallo de junio 30 de 1941, la Sala de Negocios Generales, determinó que
además de la falta personal del empleado, regulada por el artículo 2341, existe la
del empleador quien se hace responsable en virtud de la presunción consistente
en la deficiencia en la vigilancia y la errónea elección de su representante. 20 Como
señala el fallo Tinjacá 21 estas eran las características de la responsabilidad
indirecta de las personas jurídicas:
“a) Existe una responsabilidad civil indirecta de la persona moral, privada y
pública, basada en el hecho dañoso de sus agentes, por los actos ejecutados en
ejercicio de sus cargos o con ocasión de los mismos, cualquiera que sean la
posición jerárquica de aquellos y la especie o calidad de sus funciones o tareas;
"b) Se presume la culpa dé la persona moral, porque ésta tiene la obligación de
elegir el personal y de vigilarlo diligentemente;
"c) Dicha presunción puede desvirtuarse probando ausencia de culpa;.
"d) Existe, además una responsabilidad personal del autor del daño frente á la
víctima;
"e) Responden solidariamente al damnificado la persona jurídica y el agente
infractor, con el derecho de la primera a ser reembolsada por el último;
20
Posteriormente esta doctrina fue confirmada en sentencia de noviembre 26 de 1941 (LII 1981.
758) febrero 25 de 1942 (LIIII 893), octubre 28 de 1942 (LIV bis p. 379) agosto 27 de 1943 (LVI,
2001, 509), abril 20 de 1944 (LVII, 2006 a 2009. 148), noviembre 5 de 1952 (LXXXV. 2114. 846),
julio 4 de 1957 (LXXV 2114 v 2122, 626) julio 4 de 1957 (LXXXV, 923), y febrero 2 de 1959 (XC
2207 a 2209, 16) Algunos fallos v. g. los fechados en junio 30 de 1941 (LII, 1977, 115) marzo 3 de
1942 (LXXXIX 2003 a 200'5. 711) y como indica SAVEEDRA, Op. Cit, p 99: estas sentencias se
alternaron con otras que admitían gradualmente el sistema de las “fallas del servicio público”.
21
Consejo de Estado, 30 de Junio de 1962. Actor Reinaldo Tinjacá y Aurelio Planells, C.P. José J.
Goméz. G.J. t. XCIX. Pág. 87
22
"f) La acción indemnizatoria contra la persona moral prescribe en tres años,
contra el autor, si se trata de infracción penal en el lapso de prescripción de la
pena, o en veinte años, si de cuasidelitos; y
g) Le sirven de arraigo a esta doctrina especialmente, 101 citados artículos 2347
del Código Civil que tratan de responsabilidad indirecta por los hechos llamados
'ajenos.
Ante las serías criticas realizadas por la Jurisprudencia 22 a la teoría de la
responsabilidad indirecta, se prefirió optar por la responsabilidad directa de las
personas jurídicas – entes – públicas (os).
En otra línea de jurisprudencia la Corte Suprema de Justicia fue admitiendo a la
responsabilidad directa como el mecanismo adecuado para la declaratoria de
responsabilidad. Como lo señala HENAO 23 tal reconocimiento obedeció en
ocasiones a la adopción del artículo 16 de la Constitución Política de 1886: “Las
autoridades de la república están instituidas para proteger a todas las personas residentes
en Colombia, en sus vidas, honra y bienes, y para asegurar el cumplimiento de los
deberes sociales del Estado y de los particulares”.
22
Bien lo señala el fallo tinjacá:” La doctrina general ha formulado serios reparos a la forma
indirecta de la responsabilidad las personas morales, motivo por el cual, dicha forma puede
considerarse, ya fenecida, en lo que atañe a tal especie de la persona.
Estos son los motivos de tal rechazo: 1º Los artículos 2347 Y 2349 del Código Civil, hablan de la
responsabilidad indirecta, que es la originada, no en los actos propios o personales, sino en los
ejecutados por otras personas, de quienes están llamadas a responder las ligadas a ellas según la
ley. "Por consiguiente, para responder por las acciones dé otro, ha de haber un vínculo, razón de
ser de tal responsabilidad. Tal vinculo debe proceder, de acuerdo con aquellas normas:
"a) De las relaciones de familia, por ello 'el padre, y a falta de éste la madre, es responsable de
hechos de los hijos menores que habitan en la misma casa;
"b) De las relaciones de guarda, y así 'el tutor o curador es responsable de la conducta del pupilo
que vive bajo su dependencia y cuidado;
c) De las relaciones a que da lugar la educación, en virtud de las cuales los directores de colegios
y escuelas 'responden del hecho de los discípulos mientras estén bajo su dependencia y cuidado';
y
"d) De las relaciones de trabajo, con motivo de las cuales responden 'los artesanos u empresarios
del hecho de sus aprendices o dependientes', 'mientras están bajo su cuidado'; así como los
patronos del daño causado por los empleados domésticos, con ocasión del servicio por este a
aquellos"
23
HENAO, Juan Carlos. Presentación de la responsabilidad contractual del Estado en Colombia, p.
10. conferencia dictada en el marco de las “Segundas jornadas colombo venezolanas de derecho
público.
23
La Corte en fallo de casación del 21 de Agosto de 1939 24 , empezó la reevaluación
de los criterios y parámetros de la responsabilidad indirecta, así:
“Se ha llegado a admitir generalmente la responsabilidad civil de esta especie de
personas morales sobre la consideración dé que hubo culpa de su parte en la
escogencia o elección de la persona que en su representación o su nombre debe
ejercitar determinados actos que ocasionan daños, o porque la persona jurídica
no ejerció sobre esos representantes o agentes la vigilancia necesaria para
evitar la ocurrencia de los actos culposos, generadores de la obligación de
indemnizar perjuicios. Esta teoría basada en la culpa in eligendo y en la in
vigilando ha situado esta especie de responsabilidad indirecta del Estado por
causa del funcionamiento de servicios públicos en el campo de la
responsabilidad por otro que se presenta en los casos determinados por la ley,
cuando una persona que está bajo la dependencia y cuidado de otra ocasiona
daño a un tercero, que no pudo impedir el responsable con autoridad y cuidado
que su respectiva calidad le confiere y prescribe (artículos 2347, 2348 y 2349 C.
C.), no es la que corresponde exactamente en tratándose de la
responsabilidad civil extracontractual de personas jurídicas de derecho
público, porque en estos casos no existe realmente la debilidad de
superioridad
o
la
esencia
o
vigilancia
y
cuidado
Que
figura
indefectiblemente como elemento constitucional de la responsabilidad por
el hecho ajeno, ya que la calidad de ficticias que a ellas corresponde no permite
en verdad establecer la dualidad personal entre la entidad misma y su
representante legal que se confunden en la actividad de la gestión” (Resaltado
fuera de texto)
El problema fue desplazado de los artículos 2347 y 2349, para vincularlo al
principio general del artículo 2341 25 , siendo aplicado en determinadas ocasiones
de forma paralela a la responsabilidad indirecta.
24
Gaceta Judicial. Tomo XLVIII. 1950, p. 663.
24
No obstante la aplicación alternada de la responsabilidad directa e indirecta, son
características de la etapa de la responsabilidad directa:
"a) La culpa personal de un agente dado compromete de manera inmediata a la
persona jurídica, porque la culpa de sus agentes, cualquiera que estos sean, es
su propia culpa; subsiste por tanto, como base de responsabilidad el hecho
dañoso de un agente determinado;
"b) Las obligaciones de elección y vigilancia diligentes, propias de la
responsabilidad por los hechos 'ajenos' de las personas naturales, que
contempla el artículo 2347, no explican la responsabilidad de los entes morales,
y desaparecen, en consecuencia, las presunciones de culpa de estos fundadas
en dichas obligaciones;
"c) La entidad moral se redime de responsabilidad probando un hecho extraño
(caso fortuito) hecho de terceros o culpa de la víctima;
"d) Responden del daño. solidariamente la persona jurídica y el autor, y aquélla
puede exigir de éste el valor de la reparación satisfecha a la víctima;
"e) La acción contra la persona moral prescribe conforme al derecho común, en
veinte años; contra el agente, en tres años, y
"f) Arranca esta nueva forma de tratar la responsabilidad de los entes morales,
del artículo 2341 del Código Civil fundamento general de la responsabilidad
extracontractual” 26
La teoría de la responsabilidad directa, tuvo dos vertientes a su vez: una
denominada como la tesis organicista y otra conocida como la de las fallas en la
25
Artículo 234 del C.C.: “El que ha cometido un delito o culpa, que ha inferido daño a otro, es
obligado a la indemnización, sin perjuicio de la pena principal que la ley imponga por la culpa o el
delito cometido.”
26
Acorde con el fallo Tinjacá.
25
organización y funcionamiento de un servicio público, aplicada en
exclusividad a las personas jurídicas de derecho público.
La teoría organicista 27 consistía en que “así como el hombre responde por los daños
que causen sus órganos, así también las personas jurídicas deben indemnizar los
perjuicios causados por sus órganos; ahora bien, como todos los individuos que sirven a
una persona jurídica no pueden ser sus órganos, el problema se desplaza hacia el
conocimiento de aquellos cuerpos o personas que puedan considerarse órganos del
Estado”
28
de tal manera que “Habrá órganos de la persona moral
cuando en la
persona física que lo ejerce se halla 'el asiento de la voluntad que la dirige' y en los demás
casos de personas Que no encarnan su voluntad, ellas serán apenas sus agentes o
29
representantes ordinarios, más no sus órganos ".
De esta forma si el daño se producía por la actuación de uno de los órganos del
estado se estaba frente a una responsabilidad directa de la administración, debido
a la capacidad para representar a la entidad, encarnando su voluntad y si no era
causado por agentes del mismo, la responsabilidad era indirecta. Es decir, los
agentes de las entidades públicas se dividen en dos grupos: el de los directores y
representantes, depositarios de la voluntad de aquella, es decir, los órganos de la
misma; y en el de los auxiliares o dependientes, ajenos a tales calidades, por lo
que se predica la responsabilidad directa respecto a los hechos de los agentes
órganos, y la indirecta en lo atinente a los agentes subalternos, con las
consecuencias correspondientes a la una y a la otra. Estos fueron los caracteres
de esta teoría 30 :
27
Inicialmente consagrada en la sentencia de mayo 15 de 1944, Gaceta Judicial, Tomo LVII, 2010
a 2014, 793.
28
VIDAL, PERDOMO, Jaime. “Derecho administrativo”. Editorial Temis, Bogotá. 1997. Pág. 268
29
Sentencia de mayo 15 de 1944, Gaceta Judicial, Tomo LVII, 2010 a 2014, 793.
30
fue acogida de nuevo en sentencias de octubre 27 de 1947 (LIII. 2054 y 2055. 87)' abril 16 de
1955 (LXXX. 2192. 130), diciembre 6 de 1969 (XCIV 2233 v 2234, 438), septiembre 1 de 1960
(XCIII. 2030, 2031. 2957)
26
"a) En toda entidad jurídica, privada o pública, hay agentes representativos,
depositarios de la voluntad de la persona moral y
agentes
auxiliares,
no
representativos ni depositarios de esa voluntad;
"b) Solo la culpa de los primeros repercute directamente sobre la entidad moral,
dado el carácter representativo que ostentan; en tanto que la culpa de los
agentes auxiliares, por carecer de dicho carácter, no genera sino una
responsabilidad del ente colectivo;
"c) Subsiste el factor culpa como causa generadora de la responsabilidad, y
debe por lo tanto, probarse el hecho dañoso concreto de un agente determinado;
"d) Para exonerar, la persona jurídica de la responsabilidad por el daño se debe
probar un factor extraño (caso fortuito, hecho de un tercero o culpa de la
víctima); si de un agente auxiliar, le basta demostrar ausencia de culpa;
"e) Prescribe la acción contra la persona moral, en el primer caso, conforme a las
reglas comunes, y en el segundo, en tres años. En este, contra el subalterno o
auxiliar según las normas ordinarias; y,
"f) Se funda esta tesis, en lo que atañe a los agentes representativos, en el
artículo 2341 del Código Civil, que ordena responder por el perjuicio causado a
otro, y en lo que respecta a los demás, en los premencionados artículos 2347 y
2349, asiento de la responsabilidad indirecta.
La doctrina 31 señala que esta teoría se fundamenta en una tesis artificiosa e
inequitativa, no hay razón para distinguir entre los funcionarios de una entidad
jurídica para realizar una división de consecuencias de su actividad en relación
con la propia entidad…. “Y por ello la tesis organicista es también inequitativa. O todos
los agentes cualesquiera que sea, su posición, atribuciones y tareas son órganos, con
igual aptitud para obligar directamente a la entidad a que pertenecen, por los actos
31
SAVEEDRA, Op. Cit, p. 103.
27
culposos que ejecutan en el desempeño de sus cargos, con apoyo en el articulo 2341; o
ninguno, lo es para que la responsabilidad sea simplemente indirecta, con respaldo en los
artículos 2347 y 2349; pero como tal conclusión es también inadmisible en esta hora, es al
equiparación de los agentes el resultado que se impone, ya que además, su clasificación
practica presenta serios tropiezos”.
32
Por su parte, el criterio de la falla del servicio 33 fue acogido por la Jurisprudencia
de la Corte Suprema en casación de Junio 30 de 1941, antecedida por lo señalado
también en casación de 1939 de agosto 21 de 1939 34 :
“Esta teoría de la responsabilidad por otro para justificar al estado cuando causa
daños como gerente de los servicios públicos, derivada de los principios del
derecho civil que consagra la responsabilidad de los daños por los hechos
culposos de sus dependientes, está revaluada por la nueva concepción que
quiere fundar la responsabilidad culposa en un concepto objetivo principalmente,
equivalente al deber del Estado de reparar los daños que cause
a los
ciudadanos por el funcionamiento inadecuado de los servicios públicos, en
secundaria consideración a la falta o culpa imputable a los agentes encargados
legalmente de poner en actividad esos servicios. No se puede ordinariamente en
el análisis de estos casos aislar la culpa del funcionario encargado normalmente
de accionar el servicio público de lo que es propiamente su función oficial.
Generalmente son faltas de servicio que comprometen la responsabilidad de la
32
Consejo de Estado, 30 de Junio de 1962. Actor Reinaldo Tinjacá y Aurelio Planells, C.P. José J.
Goméz. G.J. t. XCIX. Pág. 87. Para alejarse de la tesis organicista la Corte Suprema tuvo en
cuenta que los Mazeaud dicen que ' todo agente de la administración, así sea subalterno, es un
representante de la Nación... Poco importa la calidad del autor del hecho, funcionario, empleado o
auxiliar o dependiente de la administración.' ( La responsabilite civil T. III, 2008 – 2009). Duguit
aclara que ' cualquiera que sea el agente, el órgano administrativo de quien emane el acto,
compromete la responsabilidad pública, ya emane de la más alta autoridad, el Presidente de la
Republica, personificando el Gobierno, ya del más humilde de los funcionarios'. 'Masa homogénea
de agentes públicos', llama Chapus al personal de los servicios públicos ( Responsabilite publique
y Responsabilite Prive, número 205).
33
Teoría acogida entre otras en sentencias de febrero 21 de 1947 (LXI, 2042 a 2044, 777), julio 9
de 1948 (LXIV 2062 y 206?, 595), octubre 18 de 1950 (LXVIII y 2088, 467), febrero 24 de 1953
(LXXIV, 2124 Y 2125, 275), julio 7 de 1953 y agosto 13 de 1953, no obstante citar como apoyo los
artículos 2347 y 2349 del Código Civil (LXXVI, 2133, 156).
34
Gaceta Judicial, (XLVIII, 663)
28
administración, salvo naturalmente, los casos de culpa personal del empleado
que le corresponde individualmente por las actividades ajenas a las funciones
del servicio mismo o independientes de él. No es falta en la selección del
personal (culpa in-eligendo) la base de la responsabilidad estatal, que más bien
debe buscarse en la falta de previsión hacia los ciudadanos que ya implícita en
el mal uso del poder de control y dirección que corresponde a los gestores
municipales en las actividades de servicios adscritos al Distrito"'.
La teoría de la falla del servicio, encontró su fundamento en dos postulados
claramente acertados: el primero, en el hecho de ampliar - además del daño
producido en sí mismo – a la falla general de organización o funcionamiento
de un servicio público a cargo del Estado debido a que es deber de este
prestar a la comunidad los servicios públicos y en virtud de lo cual el daño
originado en irregularidades o deficiencias de estos, debe ser satisfecho por la
administración; el segundo, el sujeto agente productor del daño ya no se mira
en concreto, sino se observa in genere al Estado en razón de su importante
deber de prestar los servicios públicos al conglomerado, en consecuencia la
falla puede ser sino orgánica, funcional y anónima, por lo que la culpa del
sujeto – agente, ya no importa en el debate.
En su momento la Jurisprudencia 35 señaló las siguientes características de la
falla del servicio:
"a) Se sustituye la noción de culpa individual de un agente determinado, por la
'falla de servicio', o culpa de la administración; desaparece, en consecuencia, la
necesidad de demostrar la acción o la omisión de un agente identificado; es
suficiente la falla funcional, orgánica o anónima;
35
Consejo de Estado, 30 de Junio de 1962. Actor Reinaldo Tinjacá y Aurelio Planells, C.P. José J.
Goméz. G.J. t. XCIX. Pág. 87
29
"b) Se presume la culpa de la persona jurídica, no por las obligaciones de elegir
y controlar a los agentes cuidadosamente, puesto que las presunciones basadas
en estas obligaciones no existen en la responsabilidad directa, sino por el deber
primario del Estado de prestar a la colectividad los servicios públicos;
"c) Basta a la víctima demostrar la falla causante y el daño;
"d) En descargo de la administración no procede sino la prueba de un elemento
extraño (caso fortuito, hecho de un tercero o culpa de la víctima);
"e) Si el daño se produce por el hecho de un determinado agente, en ejercicio de
sus funciones o con ocasión de las mismas, la administración y al agente
responden solidariamente al damnificado con ocasión del reembolso a favor de
aquella;
"f) Los actos u omisiones dañosos del agente, por fuera de los servicios públicos,
generan una responsabilidad exclusiva mismo;
"g) La acción indemnizatoria contra la administración prescribe según las reglas
generales, por tratarse de responsabilidad directa; y la acción contra el agente
determinado, si lo hubiere, en tres años, aplicando en este caso el artículo 2358
del Código Civil; y
"h) La Corte ha sustentado esta doctrina en el artículo 2341 del Código Civil base
de la responsabilidad extracontractual directa.”
La teoría de la falla del servicio – inspirada en la noción de “faute de service” del
derecho francés - según la Corte Suprema de Justicia, no se construye como una
responsabilidad de tipo objetivo, pues el factor de la culpa sigue siendo relevante
teniendo en cuenta que tiene origen en una misión estatal para con los
gobernados; así mismo no tiene fundamento desde la teoría del “riesgo creado”
para el caso de actividades peligrosas. Vale la pena resaltar que como
30
característica más importante de este periodo, encontramos la determinación de
una norma constitucional que de manera indirecta sirviera como fundamento de la
responsabilidad del Estado; de ahí que la aplicación del artículo 16 de la
Constitución Política de 1886 haya perdurado hasta la Constitución de 1991 y el
actual artículo 90.
Bien lo señala HOYOS DUQUE:
“Es deber del Estado procurar la realización del bien común, principio
consagrado en el articulo 16 de la Constitución; para ello dispone y organiza los
llamados servicios públicos, y si como consecuencia bien de un mal
funcionamiento del servicio o de su no funcionamiento, o del tardío
funcionamiento del mismo se causa una lesión o un daño, el Estado es
responsable y por consiguiente está en la obligación de indemnizar los perjuicios
ocasionados.” 36
2.3. El Consejo de Estado como juez de de la responsabilidad estatal.
El hecho de la competencia general de la Corte Suprema en materias de
responsabilidad de los entes públicos, no significó que el Consejo de Estado se
encontrará al margen del tema.
Por eso, es prudente advertir que el periodo de conocimiento de la responsabilidad
por parte del Consejo de Estado se divide en dos etapas claramente demarcadas.
2.3.1. En vigencia de la Constitución Política de 1886. (Artículo 16
principalmente).
36
HOYOS DUQUE, Ricardo. “La responsabilidad de la administración pública”, Editorial Temis.
Bogotá. 1984. Pág. 66
31
Al Consejo de Estado, en virtud de la Ley 130 de 1913 le correspondía una
competencia excepcional, consistente en el estudio de la responsabilidad del
Estado como consecuencia de la declaratoria de Nulidad, lo cual no excluyó la
posibilidad de fallos anteriores sobre la materia, es el caso de la sentencia del 18
de Junio de 1915 37 en la cual se declaró la responsabilidad por expropiaciones
realizadas en la guerra de 1895 tal como lo hizo la Corte Suprema Federal en el
siglo XIX.
Así mismo, a partir de la expedición de la Ley 38 de 1918, conocía de las
reclamaciones intentadas contra la Nación por expropiaciones o daños en la
propiedad ajena causados por órdenes administrativas y desde 1941 con la ley
167, de la responsabilidad por trabajos públicos en los que no se produjera
ocupación permanente 38
En la ley 167 de 1941 39 se estableció la acción ordinaria de plena jurisdicción, la
cual tenía dos vertientes: reclamación contra acto jurídico y reclamación por una
actuación material de la administración. Con fundamento en dicho ordenamiento el
Máximo Tribunal de lo Contencioso Administrativo intuyó acertadamente, que las
normas del Código Civil utilizadas por la Corte Suprema de Justicia, no eran ni
37
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, 18 de junio de 1915, C.P. Luis F.
Rosales. Anales del Consejo de Estado, Tomo 2, 1916, No. 1 – 10, p 163.
38
De conformidad con los artículos 261 a 269 de la ley 167 de 1941, la Jurisdicción Contencioso
administrativa tenía competencias para conocer los casos de responsabilidad por los daños
producidos con la ocupación de temporal o permanente de inmuebles por motivo de trabajos
públicos (mediante sentencia del 20 de junio de 1995 de la Corte Suprema de Justicia, dictada en
ejercicio de funciones de tribunal de control de constitucionalidad, declaró la inexequibilidad parcial
de tales normas, en aquella parte relacionada con la ocupación permanente, por estimar que tales
eventos debían ser competencia de la jurisdicción ordinaria).
39
Los artículos 67 y 68 del Código Contencioso Administrativo de 1.941 disponían: “Artículo 67. La
persona que se crea lesionada en un derecho suyo establecido o reconocido por una norma de
carácter civil o administrativo podrá pedir que además de la anulación del acto se le restablezca en
su derecho. La misma acción tendrá todo aquel que se hubiere hecho parte en el juicio y
demostrado su derecho.
“Artículo 68. También puede pedirse el restablecimiento del derecho cuando la causa de la
violación es un hecho o una operación administrativa. En este caso no será necesario ejercitar la
acción de nulidad, sino demandar directamente de la administración las indemnizaciones o
prestaciones correspondientes
32
suficientes ni aplicables a los litigios de responsabilidad estatal, de ahí que dichas
normas se implementaran como criterio suficiente para reconocer la respectiva
indemnización de perjuicios, en sentido del Consejo de Estado:
“No quiere (La Nación) que nadie sufra perjuicios, pero si las circunstancias de un
momento dado determinan fatalmente a obrar, así sea con aplicación del principio
según el cual el interés general prevalece sobre el interés individual, viéndose el
Estado en la necesidad de realizar actuaciones capaces de lesionar a alguien, aunque
involuntariamente, establece la forma de dejarlo completamente indemne. Y tal es lo
que sucede con el Código Contencioso Administrativo en vigor” 40
En la importante sentencia del 29 de Julio de 1947, el Consejo de Estado rompió
con la entonces dogmática civilista impresa a la responsabilidad estatal. Ante el
caso del diario el Siglo S.A., el cual dados los hechos que afectaron el orden
público en la ciudad de Pasto, fue clausurado y suspendido por parte del Gobierno
Nacional.
El Consejo de Estado avocó el conocimiento del caso separándose de la
responsabilidad civil extracontractual para situarse en el ámbito del derecho
público:
“Examinadas las anteriores doctrinas modernas, bien se ve que comparadas con
remotas teorías de derecho, la jurisprudencia ha venido en constante progreso
no por saltos sino lentamente, partiendo del viejo principio de la irresponsabilidad
total y pasando gradualmente por los de la responsabilidad culposa y la
responsabilidad sin falta a los actualmente en vigor del enriquecimiento sin
causa y del daño especial señalando los avances del derecho tanto en el tiempo
como en el espacio. 41
40
Consejo de Estado, Sentencia del 29 de julio de 1947. Actor: El Siglo S.A., C.P. Dr. Gustavo A.
Balvuena. A.C.E. T. LVI no. 357 -361 p 448.
41
Consejo de Estado, Sentencia del 29 de julio de 1947. Actor: El Siglo S.A., C.P. Dr. Gustavo A.
Balvuena. A.C.E. T. LVI no. 357 -361 p 448
33
El Máximo Tribunal de lo Contencioso Administrativo adoptó la teoría del daño
especial como una variante de la responsabilidad sin falta, dijo en esa
oportunidad:
"Ahora bien: al aplicar tales doctrina jurídicas, expuestas, según se ha visto, con
envidiable claridad por eminentes tratadistas, es evidente, desde luego que en el
caso de autos debe desecharse por improcedente la relativa al enriquecimiento
puesto que el Estado no derivó ningún aumento de patrimonio con la suspensión
del diario 'El Siglo', ni mucho menos con detrimento de esta empresa; y, en
cambio, acogerse a la del daño especial, en armonía con la de la
responsabilidad sin falta.” 42
Como se señaló anteriormente, para esta corporación era de fundamental
importancia basar la responsabilidad del Estado en normas de derecho público,
esta posición se evidenció incluso antes de la entrada en vigencia del decreto 528
con las sentencias del 2 de Noviembre y el 30 de Septiembre de 1960, en las
cuales se hace clara la diferencia existente entre la responsabilidad que rige al
Estado y la rige a los particulares, remitiéndose al título tercero de la Constitución,
en concreto al artículo 16, así:
“En la Constitución Nacional se echaron las bases de las ideas analizadas y en e
Código
contencioso
administrativo
se
desarrollaron
ampliamente,
estructurándose así un sistema jurídico autónomo y congruente sobre la
responsabilidad del Estado, que hizo inoperante, en estas materias, la
reglamentación del derecho privado” 43
“…la responsabilidad del Estado no puede ser estudiada y decidida con base a
las normas civiles que regulan la responsabilidad extracontractual, sino a la luz
42
Ibidem.
Consejo de Estado, Sentencia de 2 de Noviembre de 1960, C.P. Carlos Gustavo Arrieta. A.C.E.
LXII. No. 387 – 191, p. 154.
43
34
de los principios y doctrinas del derecho administrativo, en vista de las
diferencias sustanciales existentes entre éste y el derecho civil, dadas las
materias que regulan ambos derechos, los fines perseguidos y el plano en que
se encuentran colocados… En ese precepto (Artículo 16) se consagran en
términos generales, los deberes, derechos y obligaciones de la administración
pública frente a los deberes derechos y obligaciones de los particulares, y se
establece un régimen jurídico de equilibrio entre aquéllas y éstos. Se estructura
así la típica relación de derecho público que la Constitución desarrolla en los
artículos siguientes. El deber de la administración es proteger a las personas
contra la agresión jurídica proveniente de los particulares, pero con mayor razón
aún tutelarlas contra los actos y hechos de las propia autoridades. Si la lesión
ocasionada por un tercero implica la indemnización del daño, la que es causada
por el mismo protector de ese derecho ha de determinar, por lo menos idénticas
consecuencias jurídicas. La violación del derecho por parte de la administración
pública encargada de la misión concreta y específica de ampararlo conlleva una
mayor responsabilidad porque ella debe actuar por mandato expreso de la Carta
dentro de los límites de la legalidad. Si el Estado hiere el derecho particular y
ocasiona daño, necesariamente ha de responder de su acto.”
44
En cuanto al tema de trabajos públicos y expropiaciones vale la pena mencionar
que para ese entonces, ya el Consejo de Estado había realizado una construcción
jurisprudencial esbozando el tema desde la responsabilidad objetiva:
“Se estructura en ese mandamiento constitucional una responsabilidad objetiva y
concreta, cuyo fundamento único es el hecho de la ocupación o de la
expropiación temporal, sin mezcla alguna del elemento culpabilidad que
constituye la base de la responsabilidad en derecho privado. Basta demostrar la
ocupación para que sea viable la indemnización ha de pagar el Estado. Este
hecho ha sido plenamente acreditado en el curso del juicio, y, por consiguiente,
44
Consejo de Estado. Sentencia de 30 de Septiembre 1960. C.P. Francisco Eladio Gómez, A.C.E.,
Tomo LXIII, No 392 – 396, p 728.
35
la reparación que ordena el articulo 68 del Código Contencioso Administrativo es
procedente” 45
El concepto de falla del servicio se convirtió en el fundamento de la
responsabilidad del Estado a través del siglo XX, sin perjuicio de la existencia de
otros regímenes de imputación que sobre la materia aplicaba regularmente el
Consejo de Estado.
En otra oportunidad dijo el Consejo sobre la falla del servicio:
“Es primer deber del Estado procurar la realización del bien común, principio
consagrado en el artículo 16 de la Constitución; para ello dispone y organiza los
llamados 'servicios públicos'. Ahora bien: si como consecuencia, bien de un mal
funcionamiento del servicio o de su 'no funcionamiento' o del tardío
funcionamiento del mismo se causa una lesión o un daño el Estado es
responsable y por consiguiente está en la obligación de indemnizar los
perjuicios ocasionados. Y esto con prescindencia de la culpa personal del agente
o agentes encargados de la prestación del servicio, pues bien, sea que aquél o
aquellos aparezcan o no cómo responsables del hecho dañoso, la administración
debe responder cuando el daño se ha causado como consecuencia de una falla
en el servicio que estaba obligado a prestar por cuanto, se repite, esa
responsabilidad se origina en último término, en el deber primario del Estado, de
suministrar a los asociados los medios conducentes a la efectividad de sus
servicios, a la consecución de sus fines; en otras palabras, a la realización del
bien común.
"Pero para que pueda condenarse al Estado por culpa aquiliana se requiere que
aparezcan demostrados en el expediente los siguientes presupuestos: 1°
45
Consejo de Estado, Sentencia de 2 de Noviembre de 1960, C.P. Carlos Gustavo Arrieta. A.C.E.
LXII. No. 387 – 191, p. 154.
36
Existencia del hecho (falla en el servicio); 2° Daño o perjuicio sufrido por el actor;
y 3° Relación de causalidad entre el primero y el segundo” 46
El concepto de falla de servicio estuvo hasta el año de 1990 ligado al tema de de
los servicios públicos; en efecto, mediante sentencia del 30 de Marzo de ese año,
el concepto de falla del servicio sufrió un cambio sustancial, ya no se encontraba
directamente ligada a la falla o no del servicio público, la falla del servicio público
“es la violación al contenido obligacional que se impone al Estado, y puede ser infringido
ya sea porque así se deduce nítidamente de una norma que estatuye con precisión
aquello a lo cual está obligado el Estado frente al caso en concreto, ya que sea porque así
se deduce de la función genérica del Estado, que se encuentra plasmada prioritariamente
en el artículo 16 de la Constitución Política.” 47 . La falla del servicio se amplió de tal
manera que se convirtió en el principal criterio de imputación de responsabilidad,
lo que llevo a que en la práctica no hubiera campo administrativo que estuviera
excluido de una eventual declaratoria de responsabilidad del Estado.
La anterior situación originó una negativa por parte del Consejo de Estado al
reconocimiento de otros regímenes de imputación distintos a la falla del servicio;
es así como en sentencia del 28 de Octubre de 1976 48 la corporación dijo:
“…..precisa concluir que el Consejo de Estado no ha reconocido la responsabilidad por
riesgo y que cuando tangencialmente hace relación a tal figura, lo hace para relievar o
destacar una falla o falta del servicio”, tal posición nos invita a reflexionar de la misma
manera que lo hace HENAO: “Quiérase o no, la anterior afirmación es cierta” 49
46
Consejo de Estado, Sentencia de abril 28 de 1967. C. P. Carlos Portocarrero Mutis., A.C.E..
Tomo LXII. No. 413-414, páginas 257 y ss.
47
Consejo de Estado, Sentencia de 30 de marzo de 1990. C.P. Antonio José de Irrisari R. Tomo
114 Copiadores de la Sección Tercera, folio 114.
48
Consejo de Estado, Sentencia de 28 de Octubre de 1976. C.P. Jorge Valencia Arango.
Radicación 1482.
49
HENAO, Juan Carlos. Presentación de la responsabilidad contractual del Estado en Colombia, p.
19. conferencia dictada en el marco de las “Segundas jornadas colombo venezolanas de derecho
público.
37
No fue sino hasta 1984 que el Consejo de Estado empezó a reconocer la teoría de
la
responsabilidad
por
riesgo
como
criterio
jurídico
de
imputación
de
responsabilidad al Estado, la cual según dos sentencias del entonces consejero
EDUARDO SUESCÚN, “tiene ocurrencia cuando el Estado, en desarrollo de una obra
de servicio público utiliza recursos o medios que colocan a los particulares o a sus bienes
en situación de quedar expuesto a “un riesgo de naturaleza excepcional (de Laubadêre) el
cual, dada su gravedad, excede las cargas que normalmente deben soportar los mismos
particulares como contrapartida de las ventajas que resultan de la existencia de ese
servicio público. Si el riesgo llega a realizarse y ocasiona un daño, sin culpa de la víctima,
hay lugar a responsabilidad de la administración, así no haya habido falta o falla del
servicio 50 ”
Merece igual observación la aplicación del daño especial, (el cual se fundamenta
en la igualdad de los particulares ante las cargas públicas) ya que en contadas
ocasiones fue fundamento para la condena del Estado. Uno de los memorables
fallos al cual hace referencia la doctrina es el caso ventilado ante el Consejo de
Estado con ocasión del operativo de seguridad adelantado por el ejercito nacional
para capturar al conocido guerrillero, Efraín Gonzalez, en el cual se destruyó por
completo la casa de la señora Vitalia viuda de Pinilla, lugar donde el bandolero
buscó refugio. Se dijo en dicha oportunidad:
“…..la acción armada ejercida para capturar a Efraín González en cumplimiento
de una orden judicial expedida por funcionarios competentes no constituye falla
del servicio y fue, por lo mismo, legítima, pero ella causó un perjuicio económico
a un tercero ajeno a en los hechos, consistente en la destrucción de una casa de
propiedad de ese tercero, razón por la cual el Estado corresponde indemnizar el
perjuicio causado, por lo que equivale a hacer una equitativa distribución de las
cargas
públicas
entre
todos
los
contribuyentes
desde
luego
que
tal
indemnización deberá hacerse con cargo al presupuesto de la Nación… De otro
lado en nuestro derecho administrativo se reconoce el deber de indemnizar a las
50
Consejo de Estado, 2 de Febrero de 1984. C.P. Eduardo Suescún. radicación 2744
38
personas a quienes se ocasionen perjuicios con motivo de la realización de
trabajos públicos. No pueden estas personas impedir su realización de dichos
trabajos y en esto cede su interés en favor del interés público: derecho que no
puede sino inspirarse en el mismo principio de la igualdad de los individuos ante
las cargas públicas” 51 .
Ampliado el catalogo de regímenes de responsabilidad y elaborado también el
concepto de falla del servicio y de falla del servicio presunta 52 , la jurisprudencia
mantuvo, por así decirlo, una línea uniforme en este campo.
2.3.2 En vigencia de la Constitución de 1991. (Artículo 90)
Como se ha dicho a lo largo del presente trabajo, en el régimen constitucional
colombiano anterior a 1991 no existía una norma de tal naturaleza que consagrara
expresamente la responsabilidad del Estado. Dicha situación estuvo vigente hasta
la culminación de los trabajos de la asamblea nacional constituyente.
Según señala HENAO 53 , de los 26 proyectos presentados por los señores
constituyentes, sólo 4 de ellos, tocan directamente el tema de la responsabilidad
del Estado tal como está consagrado en el actual artículo 90; los 22 restantes
reflejaban el pensamiento de los constituyentes según el cual la inclusión de la
responsabilidad del Estado no es “un asunto de resorte de la Carta o acaso porque lo
entendía implícito en la norma relativa al deber del Estado de proteger la vida, honra y
54
bienes de las personas.....” , la tendencia del momento era fundir en un solo artículo
51
Consejo de Estado, Sentencia de 23 de mayo de 1973. Expediente número 978.
Modalidad de la falla consistente en una variación del tema de la carga de la prueba, donde sólo
debe el demandante probar la existencia de un perjuicio y la existencia de la relación causal, razón
por la cual el Estado se exime demostrando diligencia o cuidado.
53
HENAO, Juan Carlos. Presentación de la responsabilidad contractual del Estado en Colombia, p.
19. conferencia dictada en el marco de las “Segundas jornadas colombo venezolanas de derecho
público.
52
54
ESGUERRA, Op. Cit. P 294.
39
la responsabilidad de los funcionarios públicos con la del Estado, tal como se
presentó en el siguiente proyecto:
“ART. 66: Los artículos 21 y 51 de la Constitución Política pasarán a ser el
artículo 66 y quedarán así:
Responsabilidad de los funcionarios públicos y del Estado.
1. Las leyes determinarán la responsabilidad de los funcionarios públicos
que atenten contra los derechos garantizados en a constitución así
como la de los órganos estatales a los cuales estuvieren vinculados.
2. En caso de infracción manifiesta de un precepto constitucional en
detrimento de alguna persona, el mandato superior no exime de
responsabilidad al agente que lo ejecuta.
3. Los militares en servicio quedan
exceptuados de esta disposición.
Respecto de ellos, la responsabilidad recaerá únicamente en
el
superior que da la orden” 55
Los 4 proyectos a los cuales se hizo mención corresponden a los presentados por
Juan Gómez Martínez (número 9), Helena Herrán de Montoya (número 111), José
Matías Ortiz (número 122) y por Juan Carlos Esguerra Portocarrero (número 72),
siendo este último la base para el actual artículo constitucional.
El proyecto No. 72 consagraba lo siguiente:
“ART. Tanto el Estado como los funcionarios públicos y los particulares que
cumplan funciones públicas o presten servicios públicos serán responsables
55
Proyecto No. 2 presentado por el Gobierno Nacional, Gaceta Constitucional No 5, p.7
40
por los daños injurídicos que, por acción u omisión, causen con ocasión o con
pretexto de sus tareas.
En caso de infracción manifiesta de un precepto constitucional en detrimento
de alguna persona, el mando superior no exime de responsabilidad al agente
que lo ejecuta. Los militares en servicios quedan exceptuados de esta
disposición. Respecto de ellos, la responsabilidad recaerá únicamente en el
superior que da la orden.” 56
La subcomisión tercera 57 fue encargada de realizar el estudio y análisis del
proyecto del profesor ESGUERRA 58 , al cual tal como lo afirma el citado autor, se
le hicieron unas modificaciones y ajustes, quedando así:
“Las autoridades públicas serán responsables por infracción de la Constitución y
de las leyes y por extralimitación u omisión en el ejercicio de sus funciones.
Cualquier persona podrá solicitar de la autoridad competente la aplicación de las
correspondientes sanciones penales o disciplinarias. Cuando sea procedente,
también podrá demandar ante el juez competente que se ordene a la autoridad
renuente el cumplimiento del deber omitido.
El Estado responderá patrimonialmente por los daños antijurídicos que le sean
imputables, causados por la acción o la omisión de las autoridades públicas. La
demanda podrá dirigirse indistintamente contra el Estado, la autoridad pública o
uno y otra.
56
Gaceta Constitucional No. 23. P. 48.
El proyecto del constituyente Esguerra proviene de la subcomisión tercera de la comisión
primera, la cual tuvo a su cargo temas relativos a los instrumentos de protección de derechos,
mecanismos de participación democrática y a la reforma de la constitución.
58
ESGUERRA, Op. Cit. p 296.
57
41
En el evento de ser condenado el Estado a la reparación patrimonial de uno de
tales daños que haya sido consecuencia de la conducta culposa de una agente
suyo, aquel deberá repetir contra este” 59
Evidentemente era necesaria la inclusión de un artículo que hiciera referencia
expresa a responsabilidad “directa y objetiva del Estado”. De las distintas
ponencias a las que se sometió este tema, se infiere como fundamento del deber
reparatorio del Estado el daño antijurídico, el cual es extensivo a las tres ramas del
poder publico.
Concluido el debate en la subcomisión y en la comisión, el proyecto fue remitido a
la plenaria donde fue aprobado luego por unanimidad después de ser estudiado
por la comisión redactora.
El artículo 90 de la Constitución de 1991 tiene fundamento en el concepto de
lesión del profesor García Enterria, el cual la define como el detrimento patrimonial
que afecta a una persona, la cual no tiene el deber jurídico de soportarlo. Dice el
artículo 90:
Artículo 90: El Estado responderá patrimonialmente por los daños antijurídicos
que le sean imputables, causados por la acción o la omisión de las autoridades
públicas. En el evento de ser condenado el Estado a la reparación patrimonial de
uno de tales daños, que haya sido consecuencia de la conducta dolosa o
gravemente culposa de un agente suyo, aquél deberá repetir contra éste.”
59
Gaceta Constitucional No. 56 p. 15.
42
Este artículo introduce el concepto de daño antijurídico, el cual esta definido como
“un detrimento patrimonial que carece de titulo jurídico valido y que excede el conjunto de
cargas que normalmente debe soportar el individuo en su vida social”.
60
El constituyente basó la responsabilidad del Estado en el concepto objetivo de
antijuridicidad, donde lo esencial es la existencia de un daño antijurídicamente
causado y no como antes, en la teoría subjetiva, donde lo importante era el actuar
causante del daño, como lo expone el Doctor ESGUERRA PORTOCARRERO:
“El régimen que se propone en materia de responsabilidad patrimonial del
Estado no se limita a su mera consagración expresa a nivel Constitucional, sino
que además incorpora los más modernos criterios sobre la materia, consistentes
en radicar el fundamento de esa responsabilidad en el daño antijurídico y en su
imputabilidad al órgano estatal. De esta manera se resuelve el problema que hoy
ya plantea la evidente insuficiencia del criterio de la llamada ‘falla en el servicio
público’, dentro de la cual no caben todas las actuales formas y casos de
responsabilidad patrimonial, tales como el caso de ‘responsabilidad por daño
especial’.
“En otras palabras, se desplaza el soporte de la responsabilidad
administrativa, del concepto subjetivo de la antijuridicidad de la acción del
Estado al concepto de la antijuridicidad del daño producido por ella. Esta
antijuridicidad habrá de predicarse cuando se cause un detrimento patrimonial
que carezca de título jurídico válido y que exceda el conjunto de las cargas que
normalmente debe soportar el individuo en la vida social.
61
” (Resaltado fuera
de texto)
60
HENAO, el daño…Op. Cit. p.771.
61
Gaceta Constitucional, N° 56. Abril 22 de 1991. “Mecanismos de protección del orden jurídico y
de los particulares”, Ponente. Juan Carlos Esguerra Portocarrero
43
Como puede observarse a raíz de la expedición de la Constitución Política de
1991, y de la consagración en ella de un artículo como el 90, la obligación
indemnizatoria a cargo del Estado adquirió contornos mucho más amplios y una
cobertura menos limitada.
El artículo 90 consagra entonces la responsabilidad directa y principal del Estado,
la responsabilidad correlativa de los funcionarios, la extensión del contenido del
daño (perjuicio material o inmaterial), constituyéndose como “un instrumento
puramente estático que, en sí mismo considerado, no tiene otro propósito que apuntalar
lapidariamente la formulación normativa de los derechos fundamentales vinculados a la
integridad de la vida, honra y los bienes de las personas……la eficacia real de los
postulados del precepto constitucional en cuestión no está en sus propias manos, sino en
las herramientas exógenas cuya estructuración se delegó en el legislador…….el artículo
90 de la Carta no es más que una declaración” 62
Acogemos como propias las conclusiones que el profesor HENAO 63 hace sobre el
estado de la materia, las cuales se resumen así:
1. Para efectos de la declaratoria de responsabilidad se exigió el fundamento
(daño antijurídico) y la imputación al Estado (atribución del deber jurídico de
indemnización).
2. El daño antijurídico no es sólo aquel que carece de título jurídico valido,
además es aquel que exceda la carga normal que debe soportar el
individuo en sociedad.
62
ESGUERRA, Op. Cit. P 310.
HENAO, Juan Carlos. Presentación de la responsabilidad contractual del Estado en Colombia, p.
19. conferencia dictada en el marco de las “Segundas jornadas colombo venezolanas de derecho
público.
63
44
3. El constituyente se inclinó por un sistema de responsabilidad de tinte
objetivo, variándose así su “centro de gravedad”.
4. La obligación indemnizatoria del daño se predica de las tres ramas del
poder público así como de los órganos autónomos de régimen
constitucional previstos en la Constitución, (V.gr. Banco de la República,
Comisión Nacional de Televisión, Consejo nacional electoral, etc.)
5. La responsabilidad del Estado no excluye del ámbito jurídico la noción de
responsabilidad del servidor público, sino que se equilibró y armonizó con
las nociones de culpa grave y dolo, dos formas de expresarse el daño
antijurídico.
En este artículo se fundamentan las fuentes de la responsabilidad extracontractual
del Estado, que comprenden; la falla del servicio, expropiación y ocupación de
inmuebles en caso de guerra, el daño especial, el riesgo excepcional, el
enriquecimiento injusto, la función legislativa y la función jurisdiccional, es así en la
medida en que en última instancia el verdadero y auténtico fundamento de la
responsabilidad patrimonial, descansa en el deber que tiene el Estado de proteger
y garantizar la efectividad de los derechos que se reconocen a los administrados,
los cuales no pueden ser vulnerados por daños que lesionen su patrimonio y que
alteren la igualdad de todos los ciudadanos frente a las cargas públicas; efectos
estos que los hace antijurídicos en sí mismos. 64 En consecuencia con la aparición
del artículo 90 (cláusula general de responsabilidad, como se vio en la
introducción), todos y cada uno de los regímenes señalados anteriormente
encuentran plena y total vigencia, han servido para que el juez especializado en la
materia adapte dichos regímenes a la nueva realidad y esquema institucional de
Colombia, delimitando al sistema de responsabilidad estatal en Colombia entre
64
TAMAYO, Op. cit, p.134.
45
dos linderos: la tendencia hacia la inclusión de una responsabilidad objetiva y la
tendencia a la prevalencía de la falla del servicio como criterio señalador de la
responsabilidad del Estado.
46
3. EL DAÑO.
Neminem laedere
“Nadie debe causar daño a nadie”
3.1. Concepto.
Los cambios producidos en las sociedades en el curso del tiempo han
determinado modificaciones sustanciales en el ámbito jurídico, los cuales
necesariamente se han reflejado en la teoría de la responsabilidad por daños.
Mientras más acelerado sea el proceso de crecimiento económico de un país y
más profunda la participación estatal en dicho proceso, la potencialidad en la
producción del daño se concretizará cada vez más. El peligro en la ocurrencia del
daño es más latente, el daño se constituye pues, como el elemento primordial de
la obligación resarcitoria.
Daño es, según el Diccionario de la Lengua Española 65 : “efecto de dañar”, a su
vez dañar significa: “causar detrimento, perjuicio, menoscabo, dolor o molestia”.
Como se puede observar el concepto de daño ha sido construido desde sus
efectos, situación al parecer no ajena a la doctrina. Tal como se observa a
65
DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA, Real Academia Española, Madrid: Editorial Astrea.
Vigésima segunda edición. 2001.
47
continuación, las definiciones que se han realizado sobre daño incluyen siempre
sus efectos sobre el afectado, así:
“El daño es la diferencia perjudicial para la víctima, entre su situación antes de
sufrir el hecho ilícito y después del mismo” 66 .
“El daño es la lesión de un interés jurídicamente tutelado, como resultado de una
actuación humana contraria a derecho.” 67
“La expresión daño significa todo detrimento, menoscabo o perjuicio que ha
consecuencia de un determinado acontecimiento experimenta una persona en
sus bienes espirituales o patrimoniales”. 68
“El daño es todo menoscabo material o moral causado contraviniendo una norma
jurídica, que sufre una persona y del cual haya de responder otra”. 69
“Daño no significa más que nocimiento o perjuicio, es decir, aminoración o
alteración de una situación favorable.” 70
“Toda desventaja que experimentamos en nuestros bienes jurídicos (patrimonio,
cuerpo, vida, salud, honor, crédito, bienestar, capacidad de admisión, etc.)” 71
“Daño es el menoscabo que una determinada persona sufre en sus bienes
vitales o en su patrimonio” 72
66
PEIRANO FACIO, Jorge. Responsabilidad extracontractual. Bogotá: Temis. 1981. P 361.
NAVIA ARROYO, Felipe. Estudio sobre el daño moral. Bogotá: Elocuencia. 1978. P 21.
68
ESCOBAR GIL, Rodrigo. Responsabilidad Contractual de la Administración Pública. Bogotá:
Legis. 2003. P. 166.
69
SANTOS BRIZ, Jaime. Responsabilidad Civil, derecho sustantivo y procesal. Madrid:
Montecorvo. 1986. P 135.
70
DE CUPIS, Adriano. El daño. Teoría General de la Responsabilidad Civil. Madrid: Bosch. 1975. P
81.
71
SINTES, Jorge. Diccionario de frases célebres, Barcelona. 1963. p 264.
72
LARENZ, Kart. Derecho de Obligaciones Tomo I. Madrid: Editorial revista de derecho privado.
1958. p 215.
67
48
“Daño civil indemnizable es el menoscabo a las facultades jurídicas que tiene
una persona para disfrutar un bien patrimonial o extrapatrimonial. Ese daño es
indemnizable cuando en forma ilícita es causado por alguien diferente de la
víctima”. 73
“daño es lesión del derecho ajeno consistente en el quebranto económico
recibido, en la merma sufrida por la víctima, a la vez que en padecimiento moral
que lo acongoja” 74
“Daño es cualquier menoscabo causado a un sujeto con relación a su
patrimonio, a sus derechos o a su persona”. 75
El daño puede ser definido como un fenómeno físico con componentes jurídicos
para su estudio, es decir, susceptible de ser calificado jurídicamente para ser
objeto de estudio del derecho. De esta forma podemos afirmar que el daño es
causa de efectos jurídicos – de ahí su interés para el mundo del derecho - se
manifiesta en el entorno jurídico a partir de un fenómeno externo que repercute en
el ámbito jurídico donde se establece la consecuencia a su ocurrencia.
Para DE CUPIS, el daño concebido como consecuencia de un hecho (jurídico),
posee dos elementos estructurales:
“Uno – El elemento material o sustancial, que representa el núcleo interior y que
consiste en el hecho físico (hecho considerado tanto en su creación, en su
actuación – aspecto dinámico – como en su subsistencia – aspecto estático.
Dos – El elemento formal, que proviene de la norma jurídica”
76
73
TAMAYO JARAMILLO, De la responsabilidad civil, T.II, de los perjuicios y su indemnización,
Bogotá: Temis. 1990. p 5.
74
HINESTROSA, Fernando. Derecho de Obligaciones, Bogotá: Universidad Externado de
Colombia. 1967. p 529.
75
Código Civil Austríaco, artículo 1293.
76
DE CUPIS, Op cit. P. 82.
49
El efecto jurídico atribuido al daño corresponde a una reacción de derecho
consistente en primera instancia a reprimir el daño y en segunda, a recomponer
sus efectos; el derecho tiende a reconocer la necesidad de reaccionar ante un
gran número de estos fenómenos; de manera uniforme la legislación y la
jurisprudencia han extendido el campo de protección y reacción ante la ocurrencia
de daños, es un evolución constante y amplia en aras de proporcionar un
adecuado sistema de protección y de reparación a los perjudicados del daño.
El derecho de daños ha identificado unos elementos analíticos para definir la
presencia de un daño. Lo que ha sido denominado como condiciones de
existencia del perjuicio, determina que a la constatación de ciertos requisitos que
son necesarios para que el daño exista.
De manera que para que un daño pueda ser catalogado como tal, debe ser cierto
y personal, o como lo expresa ROUGEVIN – BAVILLE
77
debe ser personal,
cierto y directo.
El carácter personal del daño significa que el perjuicio sea sufrido por la
persona 78 que solicita la reparación o por sus causahabientes 79 .
El carácter
personal del daño se configura cuando el accionante o quien reclama relaciona el
daño padecido con los derechos que posee sobre el bien afectado del cual es
titular, para lo cual deberá demostrar que su derecho fue afectado por el daño que
ha sido causado.
Es muy frecuente que además de la afectación sufrida por aquel que era titular
directo del interés afectado - víctima directa -, se afecten otras personas – víctima
77
Citado por SAAVEDRA. Op. Cit. P 605.
HENAO. Op. Cit. P 88.
79
TAMAYO. Op. Cit. P 80.
78
50
indirecta – cuyos daños son originarios e independientes al sufrido por la víctima
directa.
En materia de perjuicios inmateriales los afectados o víctimas indirectas son los
miembros de la familia o las personas que a través de un activo despliegue
probatorio, demuestren que la ocurrencia del perjuicio los afectó.
Al respecto, el Consejo de Estado ha indicado en relación a lo establecido en el
artículo
86 en el cual se consagra la pretensión de reparación directa y su
titularidad a cargo de “la persona interesada”:
“La acción para reclamar perjuicios por muerte pertenece a quien los sufra, sin
consideración alguna al parentesco o a las reglas de sucesión”
80
Lo que significa que no existe distinción entre los legitimados en nombre propio y
los legitimados iure heredetaris, en este último caso la parte que actúa como
actora lo hace como damnificada y no como heredera, caso en el cual deberá
demostrarse tal situación. No hay que confundir carácter personal del daño con
legitimación por activa. Realmente, hablar del carácter personal del daño conlleva
la afirmación que el perjuicio puede ser sufrido por cualquier persona, siempre y
cuando sea amparado por una actividad lícita.
Por otra parte, HENAO 81 nos señala que el daño es el elemento principal para
estudiar en los casos de responsabilidad, esto por que el daño es la razón de ser
de la responsabilidad y por ello “es básica la reflexión de que su determinación en
sí, precisando sus distintos aspectos y cuantía, ha de ocupar el primer lugar en
términos lógicos y cronológicos, en la labor de las partes y del juez en el
80
Consejo de Estado, Sentencia del 5 Septiembre de 1996, C.P. Carlos Betancur Jaramillo. Exp.
10.573.
81
HENAO. Op. Cit. P 36
51
proceso”. 82 A su turno, el carácter personal del daño representa una condición de
fondo de la existencia del derecho a la reparación. 83
El carácter cierto del daño hace referencia a que el daño es cierto cuando es
actual o futuro y no eventual, el cual no origina derecho a la reparación, de tal
manera que un daño no podrá denominarse de ambas formas.
Al desarrollar el tema, es preciso analizar brevemente el tema de perjuicio
consolidado y no consolidado, para determinar si se está en presencia de un
perjuicio futuro y no de uno eventual.
El perjuicio consolidado es el que ya se ha producido al momento en que sea
producida la sentencia, de forma que, el juez sencillamente se limita para
constatar su ocurrencia, teniendo en cuenta que es un vento pasado ya realizado.
En este evento no hay probabilidades de la ocurrencia del daño sino certeza de su
ocurrencia. Ejemplos de lo anterior lo constituyen gastos directos provenientes de
la ocurrencia del daño o gastos derivados de la muerte de la persona.
En estos casos, el perjuicio cierto lo constituye cualquier disminución patrimonial
que tenga relación atribuida al daño.
Por su parte, el perjuicio no consolidado se refiere a un perjuicio que a futuro la
víctima sufrirá y que consecuentemente es alegado por ella al momento de la
demanda; según HENAO comprende dos casos:
“Uno, aquel en que el juez califica la certeza del perjuicio a partir de una
situación existente, y otro, aquel en que la calificación ha de hacerse a partir de
una situación que no es real al momento de la calificación. En el primer caso, el
82
83
HINESTROSA citado por HENAO, Op. Cit. P 36.
Según la doctrina, principalmente RICHER.
52
juez sólo debe tomar posición respecto de la extensión en el tiempo de la
situación que se le presenta. En el segundo, al contrario, el juez debe en primer
momento tomar partido respecto de la situación en sí misma, precisamente
porque no es real, para luego determinar, si a ello hubiere lugar, su prolongación
en el tiempo 84 .”
En conclusión, la verificación de los requisitos atrás señalados sirve como
herramienta para que el Juez elabore el esquema adecuado para atender al
momento de dictar sentencia sobre el caso sometido a su estudio ya que es base
para los procesos de responsabilidad que el daño indemnizable tenga
fundamentos ciertos de apreciación. Debe tenerse en cuenta que como dice DE
CUPIS "dentro del campo de lo hipotético, no puede ser absoluta, por lo que hay que
conformarse con una certeza relativa, o sea con una consideración fundada y razonable",
sin que importe para el efecto que el daño sea pasado, presente o futuro.
85
Habiendo delimitado la extensa materia del daño, veamos ahora como se clasifica
el daño.
3.2. Tipología del Perjuicio.
La Doctrina y la jurisprudencia han sido responsables de otorgar al daño una
clasificación o división, dependiendo de que forma las legislaciones consagran el
daño – amplia o reducida -. Veamos brevemente:
La división tradicional y preponderante ha indicado que los perjuicios se dividen en
materiales y en el perjuicio moral, según indica la clasificación hecha por el
profesor CHAPUS 86 la cual se fundamenta en la lógica en que el primero soporta
84
HENAO. Op. Cit. P 136.
DE CUPIS. Op. Cit. P 315.
86
Citado por HENAO. Op. Cit. P 191.
85
53
un detrimento económico y en que el segundo posee una naturaleza no
económica.
Para los MAZEAUD en el “daño material existe perjuicio material, pecuniario o
patrimonial; en e segundo, perjuicio moral, extrapecuniario o extrapatrimonial”
87
La tendencia general ha ido identificando al daño material con la lesión a un
interés de patrimonial, siendo este la utilidad que un sujeto determinado puede derivar
de un bien material.
88
En contraposición a la utilidad que el sujeto deriva y disfruta
directamente de los bienes de su personalidad, no tasados de manera equivalente
con su representación económica, por lo que su lesión no implica afectación de un
interés patrimonial.
Como se dijo anteriormente, el punto de referencia objetivo en el cual se distingue
la afectación a un interés propio del sujeto de derecho, se determina si afecta un
bien patrimonial o un bien ni patrimonial, de ahí que para DE CUPIS 89 esto
determina que el daño se defina como patrimonial o no Patrimonial, para dicho
autor lo que determina que se clasifica en cada división de daño, es el concepto
del patrimonialidad.
En efecto, el concepto esbozado anteriormente se refiere a la necesidad
económica que determinado bien implique para su titular, es cualquier bien
respecto de cual se pueda predicar una riqueza material y que además es idóneo
para satisfacer una necesidad económica. El autor italiano, define al daño no
patrimonial como “aquel que se contrapone al patrimonial” 90 , guardando estrecha
87
MAZEAUD Y TUNC. Tratado Teórico práctico de la responsabilidad civil delictual y contractual.
Buenos Aires: 1977. T. I . p 298
88
DE CUPIS. Op. Cit. P 268.
89
DE CUPIS, Op. Cit. P 121.
90
Ibidem. P 122.
54
relación con un interés de carácter no patrimonial, o lo que es mejor, el interés en
este caso es sobre dicho bien.
Por su parte HENAO, nos advierte que en estricto sentido, la división debe
realizarse a partir de los conceptos de perjuicio de orden material y perjuicio de
orden no material, o lo que es lo mismo, perjuicio inmaterial, división ésta bien
diferente a la expuesta por la doctrina mundial, particularmente por el del italiano
DE CUPIS.
La clasificación tradicional en si misma considerada posee dos defectos (o mejor
deficiencias) de tipo teórico:
El primero, y coincidimos con el profesor HENAO, 91 que es imposible concebir un
daño que afecte un bien que se encuentre por fuera del patrimonio, entendido este
como el conjunto de derechos y obligaciones que tiene una persona. De ahí que
afirme que el daño sólo puede afectar a ese patrimonio, el cual esta conformado
por los atributos de la personalidad de la persona y además por sus bienes
materiales; si tenemos en cuenta que todo bien, implica todo derecho subjetivo
patrimonial, todo daño necesariamente debe afectar al patrimonio, por lo que no
hay daño que no implique afectación extrapatrimonial.
El segundo, en que las divisiones sustentadas en la diferenciación daño
patrimonial y daño moral; y daño patrimonial y daño no patrimonial,
constantemente confunden al daño moral como el punto de partida para señalar la
existencia de los perjuicios inmateriales, esto es, como el género de dichos
perjuicios, desconociendo de paso, la existencia de otras especies de este tipo de
perjuicios (Daño a la vida de relación, perjuicio estético, etc.).
91
HENAO, Op. Cit. P.192.
55
Por lo anterior, HENAO realiza la siguiente propuesta: “Es así como se propone
borrar del lenguaje doctrinario y jurisprudencial la clasificación entre daños patrimoniales y
extramatrimoniales, y conservar la misma idea, enunciada de manera diferente: daños
materiales y daños inmateriales. Sólo de esta forma se garantiza que uno de los extremos
de la clasificación, la de daños patrimoniales, no expresa la totalidad de los rubros del
92
daño ”.
El desarrollo de este trabajo acogerá la clasificación dada por el Tratadista citado,
bajo el supuesto que los perjuicios materiales son aquellos de los cuales se puede
predicar una equivalencia directa con el valor dinero y los inmateriales no tienen
esa correlación por afectar bienes e intereses que per se rechazan tal intento
pecuniario. Adicionalmente, se utilizará la lógica indicada por el profesor
BÉNOIT 93 , según la cual el daño es un hecho y el perjuicio los constituye el
conjunto de los elementos que aparecen como las diversas consecuencias que
aparecen como las diversas consecuencias que se derivan de ese hecho, el daño
se constata, el perjuicio es subjetivo apreciado por la víctima; No obstante sean
tratados en ocasiones como sinónimos.
3.2.1 Los Perjuicios Materiales.
Los perjuicios materiales son aquellos que atentan contra bienes o intereses de
naturaleza económica que son susceptibles de valoración de esa naturaleza o en
palabras de HENAO “medibles o mensurables en dinero” 94
Dentro de la subclasificación que la doctrina ha realizado sobre estos perjuicios en
concreto se observa la existencia de 2 tipos de perjuicios: daño emergente
(damnun emergens) y lucro cesante (lucrum cessans).
92
HENAO. Op. Cit. P 193.
Ibidem. p 76.
94
HENAO. Op. Cit. P 195.
93
56
La existencia de los artículos 1613 95 y 1614 96 del Código Civil Colombiano hace
que en Colombia se haya adoptado dicha clasificación. Así lo ha reconocido
expresamente el Consejo de Estado:
“En relación con la cuantificación de los daños materiales, en primer lugar se
observa que estos se clasifican como emergentes y como lucro cesante. En los
primeros se comprenden los intereses patrimoniales actuales que han sido
afectados con el hecho del cual se deriva la responsabilidad; en los segundos, el
interés futuro o la utilidad futura que por la misma razón el afectado dejará de
percibir.
Ambos conceptos son objeto de la reparación bajo el sistema legal colombiano,
tanto en el campo contractual como en el extracontractual (Arts. 1613 y 1614
C.C.).”
97
Veamos unas referencias sumarias sobre dichas especies:
3.2.1.1. Daño Emergente.
El daño emergente ha sido considerado “cuando un bien económico (dinero, cosas,
servicios) salió o saldrá del patrimonio de la víctima;…..” 98 . El daño emergente produce
un desembolso que bien puede ser presente o futuro, una salida del patrimonio
95
ARTICULO 1613. La indemnización de perjuicios comprende el daño emergente y lucro
cesante, ya provenga de no haberse cumplido la obligación, o de haberse cumplido
imperfectamente, o de haberse retardado el cumplimiento.
Exceptúense los casos en que la ley la limita expresamente al daño emergente.
96
ARTICULO 1614. Entiéndase por daño emergente el perjuicio o la pérdida que proviene de no
haberse cumplido la obligación o de haberse cumplido imperfectamente, o de haberse retardado su
cumplimiento; y por lucro cesante, la ganancia o provecho que deja de reportarse a consecuencia
de no haberse cumplido la obligación, o cumplido imperfectamente, o retardado su cumplimiento.
97
98
Consejo de Estado, sentencia de 27 de Noviembre de 1990. C.P. Gustavo de Greiff. Exp. 5835.
TAMAYO,. Op Cit. T 2. p 117.
57
con ocasión del daño. Citando a DE CUPIS: “Si el objeto del daño es un interés
actual, o sea, el interés relativo a un bien que ya corresponde a una persona en el
instante en que el daño se ha ocasionado, se tiene daño emergente”.
99
El daño emergente considera las siguientes eventualidades:
El daño emergente por destrucción o avería de las cosas. En este caso, la
indemnización procurará volver a la situación anterior a la ocurrencia del daño,
teniendo en cuenta los valores tocados por el daño. Si el bien se destruye
totalmente deberá darse a título de valor sustituto, el dinero que represente su
precio total. Si por el contrario se trata de avería o de destrucción parcial, la
indemnización deberá ser el equivalente al costo de reparación.
Así lo ha reconocido la jurisprudencia administrativa:
“Por lo general la evaluación o la medición del daño emergente no envuelve
problemas mayores: el monto de la indemnización corresponderá al valor de la
reposición del bien o del interés destruido o averiado”
100
De otra parte, también se habla de daño emergente en caso de lesiones
corporales. Es apenas obvio, si el daño origina gastos tendientes a tratar o a
sanar dichas lesiones, deben ser estos componente de indemnización al respecto.
Este tipo de gastos o salidas patrimoniales pueden consistir en erogaciones
futuras o pasadas, dependiendo del momento en que se causen en relación con la
sentencia que de llegar a hacerlo, declare la responsabilidad estatal. Desde luego,
la identificación y determinación de la cuantía de estos perjuicios, dependerá de
una diligente acción probatoria, preferiblemente mediante los dictámenes
99
DE CUPIS. Op Cit. P 312.
Consejo de Estado, sentencia de 27 de Noviembre de 1990. C.P. Gustavo de Greiff. Exp. 5835.
100
58
periciales de rigor, o mediante cualquier otro tipo de medio de prueba, v.gr.
testimonio, documento, etc.
Nótese que a su turno y para efectos de determinar el objeto material afectado por
el daño, sin referirse expresamente a los titulares, esta subclasificación de daño
emergente y lucro cesante admite otra tipología: los de daños a las cosas y daño a
la persona. En el entender de HENAO “si el primer golpe es sobre la integridad física,
se clasifica como daño a la persona; en caso contrario, como daño a los bienes.”
101
En el caso de daño emergente por la muerte de las personas, los gastos
funerarios necesarios son componente de este rubro en particular, así como si
previo a la muerte fue necesario realizar intervenciones quirúrgicas o incurrido en
gastos hospitalarios.
Analicemos ahora, el tema del lucro cesante.
3.2.1.2. Lucro Cesante.
Como lo señala TAMAYO:
“…Por su parte, el lucro cesante aparece cuando un bien económico que debía
ingresar en el curso normal de los acontecimientos, no ingreso ni ingresará en el
patrimonio de la víctima”. 102
Constituye pues una pérdida de expectativa de riqueza, de utilidad, de ingreso, de
crecimiento patrimonial en el sentido que el objeto del daño es un interés futuro, es
decir, un interés relativo a un bien que todavía no corresponde a una persona 103
101
HENAO. Op. CIT. P 198.
TAMAYO. Op Cit. T II. P 117.
103
DE CUPIS, Op Cit. P 312.
102
59
Igual como acontece con el daño emergente, el lucro cesante puede ser futuro o
presente, en cuanto a que como contraposición al desembolso que implica el daño
emergente, este implica un no embolso, en concreto a una pérdida sufrida o a una
ganancia frustrada. El Consejo de Estado ha dicho:
“El lucro cesante corresponde a la ganancia frustrada, a los intereses no
recibidos o a la utilidad esperada y no obtenida”.
104
Respecto del lucro cesante causado por la pérdida, daño o destrucción de las
cosas, se reconoce la indemnización por estos conceptos siempre y cuando se
sujete al mismo rigor probatorio requerido para el caso del daño emergente.
Según lo explica SAAVEDRA:
“En principio, la indemnización se determina por el período comprendido entre la
fecha de la pérdida, destrucción o daño de los bienes y la del pago, y
eventualmente hasta la fecha de reparación del bien, tomado como base de la
respectiva liquidación el monto de los ingresos dejados de recibir con la
respectiva actualización a la fecha en que se profiere el fallo….” 105
La jurisprudencia del Consejo de Estado ha reconocido en casos, la indemnización
concurrente de ambos tipos de daños, esto es, el daño emergente y el lucro
cesante, siempre bajo el entendido que no se reparen conjuntamente, es decir,
separándolos claramente.
104
105
Consejo de Estado, Sentencia de septiembre 20 de 1990. C.P. Gustavo de Greiff. Exp. 5759.
SAAVEDRA. Op. Cit. P 622.
60
3.2.2. Los Perjuicios Inmateriales.
El tema de los perjuicios inmateriales es un tema, por así decirlo, relativamente
nuevo dentro de la ciencia jurídica. Por tal motivo es necesario revisar su historia
en el ámbito universal y en el contorno local.
En efecto, desde sus inicios el derecho de la responsabilidad y el de daños,
encontraron su fundamentado en una lógica inversa y bárbara: aquel que causaba
un daño era objeto material de otro igual, resolución establecida de manera
positiva en el derecho de la Mesopotamia en el código de Hammurabi en los
siguientes términos:
“Si alguien saca el ojo a otro, debe perder el suyo”. 106
Podemos encontrar antecedentes similares en Israel, China y África, donde
además de tener una solución de parecido tenor, se adiciona un ingrediente
religioso y divino al debate.
Pero fue en Roma donde se empezó a gestar el camino y existencia del perjuicio
moral, en Roma se distinguían dos tipos
de delitos que en sí, reconocían el
nacimiento de la obligación resarcitoria, los cuales vale la pena recordar
brevemente.
El crimina o delito de carácter público, se tipifica al vulnerarse un interés de
carácter público o colectivo (V.gr. Parricidio o la traición al imperio), generando
una respuesta de naturaleza social y colectiva consistente en el peor de los casos
en la muerte, o en el mejor, el destierro y el pago de una multa; pero especial
constitución poseía el otro tipo de delito en Roma, naturalmente, aquél que no
106
Código de Hammurabi. Capítulo XII, artículo 196 y siguientes.
61
afectaba derechos o intereses de carácter público o colectivo era considerado
como privado.
El delicta o maleficia consistía en situaciones, hechos o conductas de carácter
antijurídico que al afectar un interés personal, privado o particular, legitimaban al
afectado o víctima a buscar el necesario y suficiente castigo del delincuente. En
principio la forma de reparación de esos daños era la lógica para la época: la vida
misma del trasgresor, salvo que se llegará a un acuerdo de tipo indemnizatorio
consistente en que cada cual voluntariamente compondría el agravio acorde a su
capacidad. (Instrumento similar a nuestra transacción).
En derecho Romano existían cuatro delitos que eran considerados como fuente de
obligaciones, el furtum, el damnum iniuria datum (daño a las cosas), la rapina (el
robo) y por último la iniuiria, ésta última despierta especial atención para los
efectos de este trabajo, en cuanto a que tal conducta generaba os efectos nocivos
sobre la persona en su interior por medio de ultrajes, los cuales podían
comprender desde afectación a la persona física, afrentas sobre sus calidades
frente a la sociedad, o por afectar su honor y honra por medio de la difamación en
escritos de conocimiento público, afectando así la razón de la victima.
Ahora, interesante solución otorgaba el derecho romano a este tipo de delitos, la
víctima estaba legitimada para invocar la actio iniuriarum aestimatio, mediante la
cual podía acudir ante el juez otorgando una especie de juramento estimatorio,
para que aquel fijará el monto de la pena, teniendo la libertad de acceder o no a la
cuantía fijada por el agraviado analizando la posición social de las partes, la clase
de la ofensa y sus circunstancias de tiempo, modo y lugar. Es preciso señalar que
el alcance y cuantía de la reparación estaban sujetos a prueba de la culpa del
victimario mediante el juramento estimatorio señalado, introduciéndose así el
elemento subjetivo al debate probatorio, sustentando de ésta forma el primitivo
inicio del arbitrio judicial para estos eventos.
62
En resumen, podemos describir hasta este momento, el estado de la materia de
estudio en los siguientes términos:
1. Se trataba de una imposición de la pena tanto para el ámbito público tanto para
el ámbito privado, pero no era precisamente el establecimiento de una
indemnización como tal.
2. Se exigía la prueba y por tal demostrar la culpa del Autor del daño.
3. La actio iniuriarum aestimatio era transmisible tanto de manera activa como
pasiva.
4. No existía la distinción de afectación al patrimonio de la persona y a sus
derechos personales, como se vera adelante, todo el desarrollo del derecho de
daños fue dirigido a la prevalencía del perjuicio material. Además se observaba
la coexistencia entre la sanción penal y la sanción civil, dada la intervención del
derecho de imperio estatal.
Por otro lado, en el derecho germánico no se ve variación sustancial de este tema,
talvez por la estrecha relación existente entre el derecho romano y éste derivada
sin duda alguna, de la fuerte influencia bajo la expansión del imperio romano en
las instituciones germánicas.
En cuanto el tema en particular, la legitimidad radicaba en cabeza de la unidad
familiar o sippe la cual, con ocasión a la comisión de un daño sobre la integridad
de uno de sus miembros podía tomar venganza tomando la vida del infractor, sólo
existía una opción para evitar tan drástico castigo: un acuerdo encaminado a
establecer el precio de la ofensa, este acuerdo o Whergeld tenía la especial
característica de ser distribuido a todos los miembros de la sippe siendo una de
63
las primeras formas de indemnización al núcleo familiar, a lo mejor por ser ellos
los directamente afectados por el daño.
Cuando el derecho romano logró tener mas arraigo en los sistemas de
comportamiento de los pueblos invadidos durante la expansión del imperio, la
whergeld tomo autonomía para convertirse en una de las primigenias acciones
indemnizatorias de carácter civil, con lo cual podríamos concluir que este es
nuestro principal antecedente en cuanto a que es la forma en que las pretensiones
indemnizatorias de los afectados de un daño lograron generar un mecanismo
tendiente a generar del causante del daño la correspondiente reparación.
Es claro entonces, que desde los inicios de la institución de la responsabilidad, el
daño considerado como uno de sus elementos constitutivos, tuvo siempre la
tendencia de separarse en la dicotomía de daño civil y daño penal, buscando
proporcionar al ofendido o a la víctima de una reparación en su patrimonio
diferente a la sanción que por la violación de la vida en sociedad debía de existir.
Pero fue en Francia donde se logró en hora buena, deslindar los conceptos de
solución pública y privada a la ocurrencia de un daño.
En el periodo comprendido entre el final de la edad media y el ocaso del Ancién
Regime, la dualidad heredada del derecho romano, sirvió de fundamento para la
construcción de la teoría de la acción penal y de la acción reipersecutoria según la
cual, la represión de las infracciones debe ser cumplida por el Estado y la
reparación de los daños es asunto de interés exclusivo de los particulares.
Sin duda alguna uno de los hitos que vale la pena resaltar en esta materia, es el
Código Civil de Napoleón de 1804, recordemos que el Código Francés se
constituyó en el punto de convergencia entre los sistemas de marcada influencia
del derecho germánico y entre aquellos de influencia del derecho escrito, siendo
64
un ejercicio de recopilación de normas, fuentes y principios realizado con alto
contendido académico por parte del Consejo de Estado Francés.
En efecto, el sistema francés fue construido sobre la prevalencia del daño
patrimonial, la importancia dada a la propiedad por el derecho de esa nación,
originó en principio que el daño moral no fuera reconocido como objeto de
resarcimiento bajo la premisa que “el dolor y las lágrimas no se reparan”.
Precisamente, esa mixtura de componentes, permite precisar que la consagración
del daño patrimonial pareció de mayor importancia que el daño inmaterial. En
efecto, dada la fuerte y marcada influencia que este trabajo francés tuvo sobre
Don Andrés Bello, vemos en nuestro Código Civil, un claro lineamiento en la
consagración de normas positivas al respecto, dadas enteramente en función del
daño material o patrimonial.
En los artículos 1613 a 1617 se consagra la indemnización de perjuicios
materiales, claramente se observa como el legislador colombiano adoptó esa
visión mediante el reconocimiento expreso que la indemnización de perjuicios
comprende el daño emergente y el lucro cesante.
Como se mencionó en letras precedentes, el perjuicio moral era desconocido
como institución con entidad propia, siendo negado en numerosas ocasiones, así
como los posibles casos en que podía presentarse y la profundidad en que podía
manifestarse y sus componentes. El caso colombiano no constituyó excepción a la
regla. Por eso conviene hacer un recuento histórico sobre el daño moral en
Colombia a efectos de determinar claramente según su evolución, que se entiende
hoy como perjuicio moral.
En efecto, no fue sino hasta la década de 1920 que en Colombia, con interesante
protagonismo apareció en el ámbito jurídico el perjuicio moral. Mediante dos
65
decisiones jurisdiccionales, la Corte Suprema de Justicia de Colombia reconoció
de manera expresa la existencia de éste “nuevo” rubro indemnizatorio.
Resolviendo un recurso de casación ∗ , con ponencia del doctor Tancredo Nanetti,
el 21 de Julio de 1922, la sala de casación civil ante un caso en el cual al señor
León Villaveces demandó a la ciudad de Bogotá para que se le condenara a
devolver los restos de su señora esposa, (Emilia Santamaría) los cuales sin
autorización habían sido exhumados y depositados en una fosa común, además
de reparar los perjuicios ocasionados al señor Villaveces.
Es preciso recordar que el Tribunal Superior de Distrito Judicial, negó las suplicas
de la demanda por considerar que “si bien se habían lesionado los sentimientos y
afectos del señor Villaveces, éste no había demostrado los perjuicios patrimoniales
derivados de esa lesión”.
107
En esa oportunidad señaló la Sala de Casación Civil:
“Tanto puede dañar a un individuo menoscabando su hacienda, como
infiriéndole ofensa en su honra o en su dignidad personal o molestia por obra de
malicia o negligencia en el agente. En el caso que se estudia, al demandante
Villaveces por el sólo hecho de la extracción indebida de los restos de su
esposa, que él tenia depositados en una bóveda de su propiedad, se le infirió por
culpa de los empleados del municipio un daño moral que debe ser reparado, a la
luz de los artículos 2341 y 2356 del Código Civil...” 108
Concluyó la Sala de Casación sobre el artículo 2356:
∗
la segunda providencia enunciada fue dada como decisión de instancia el día 22 de Agosto de
1924, con igual ponente y se encuentra en la gaceta judicial No. XXXI p. 83.
107
NAVIA ARROYO, Op, Cit., p. 27.
108
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, 21 de Julio de 1922, M.P. Dr. Tancredo
Nannetti, Gaceta Judicial, Tomo XXIX No. 1515, p. 220.
66
“Este artículo extiende la reparación a todo daño inferido a una persona por
malicia o negligencia de otra, de manera que no puede limitarse su
ordenamiento únicamente al daño patrimonial, o sea en lo que mira el derecho
de propiedad respecto de los bienes pecuniarios, ya que ese derecho es sólo
parte del conjunto de los elementos que integran la persona humana...” 109
Los fundamentos de la Corte, bien pueden resumirse en que los textos legales
sobre los cuales la obligación resarcitoria está construida no excluyen los daños
inmateriales y que por tal debe ser reparado, sin que el argumento de la
imposibilidad de la fijación del quantum de la indemnización sea suficiente por si
solo para lograr la absolución del demandado.
Sin duda alguna, en el derecho nacional, esta sentencia representa vital
importancia para los estudiosos del derecho de daños; en efecto, no sólo el
reconocimiento por primera vez del perjuicio moral, es una de las bondades de
este fallo.
Encontramos aportes de igual trascendencia en los siguientes términos, los cuales
servirán para el análisis pretendido en este subcapítulo:
1. El fallo Villaveces no contempló distinciones sobre los rubros indemnizatorios,
como aconteció tiempo después con la aparición del daño moral objetivado y el
daño moral subjetivo.
2. El fallo Villaveces contempló la posibilidad de establecer el valor de la
indemnización por medio del dictamen pericial, el cual debe tener en cuenta la
posición de la víctima, su educación, la intensidad del daño, determinando el
monto con base en la equidad. Dando así un límite al arbitrio judicial que sobre
la materia debe existir.
109
Idem. p. 220.
67
Como se mencionó, la decisión reseñada abrió las puertas para la existencia de
una división y clasificación del perjuicio moral. Influenciados por la doctrina de
JOSSERAND y los hermanos MAZEAUD, los juristas colombianos tanto aquellos
vinculados a la jurisdicción civil como aquellos vinculados a la Contencioso
Administrativa, empezaron a realizar diferencias dentro del daño moral en si
considerado, talvez produciendo una confusión al respecto en la Jurisprudencia
nacional.
Nos recuerda el profesor NAVIA que en tres conocidas sentencias la Sala de
Negocios Generales de la Corte Suprema de Justicia, de fecha 23 de Abril de
1947, con ponencia de los doctores Aníbal Cardoso, Juan Maldonado y Arturo
Tapias respectivamente, publicadas a su turno en la gaceta judicial tomo LI No.
1971 y 1972, p 424 y siguientes, se señaló que el daño moral podía ser objetivado
y subjetivo, así mismo se pretendió unificar unos puntos de discordia que desde la
aparición del fallo Villaveces la jurisprudencia venía gestando con relación a la
autonomía del perjuicio moral, los cuales vale la pena mencionar:
En primer lugar, para la Corte en la generalidad de los casos al presentarse
conjuntamente un perjuicio material con un perjuicio moral, la reparación que se
efectúe por razón del daño material comprenderá a su vez, la reparación por daño
moral. El único evento en que era considerado de manera autónoma era cuando el
perjuicio moral fuese consecuencia exclusiva del daño, es decir, en el evento en el
cual sólo se estuviera en presencia de ese perjuicio en particular. 110
La anterior posición, fue modificada en el año de 1941 en los siguientes términos:
110
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, 12 de Marzo de 1937, Gaceta Judicial TXLV
p. 355 - 371.
68
“No se puede en forma absoluta y general, como lo afirma el recurrente,
haciendo referencia a la sentencia de la Sala de Negocios Generales de la
Corte, que cuando se ha evaluado el daño de carácter patrimonial, no cabe de
acuerdo con preceptos de nuestra legislación, hacer apreciación separada de los
daños morales, porque la indemnización compensatoria y diferenciables por su
origen y su naturaleza, pueden coexistir y dar lugar y base a la reparación
separada por cada uno de los daños, el material y el que afecta directamente el
patrimonio moral de algunos, de los elementos que legítimamente lo integran (el
honor, la reputación, las creencias, el pensamiento), pero siempre que hay base
probatorias que sirvan para estructurar independientemente cada uno de estos
detrimentos jurídicos” 111 .
Dicha discusión fue superada a partir de las tres sentencias del 23 de Abril de
1941, en las cuales se observa una clasificación al respecto.
Tal clasificación obedeció al argumento en el cual se debe mirar sobre que bien de
la personalidad recae la lesión, de manera que se estará ante un perjuicio moral
objetivado cuando se afecta o se lesiona un interés de carácter extrapatrimonial o
inmaterial, que tiene repercusiones en el patrimonio de la víctima generando un
detrimento en él, como es el caso de lesiones físicas o estéticas.
Mientras que se estará en presencia de un daño moral subjetivo cuando la lesión
se cause a aquellos aspectos sentimentales íntimos de una persona y que afectan
intereses extrapatrimoniales o inmateriales, es el daño moral puro o conocido por
su aforismo latino como “pretium doloris”.
Por su parte, el daño moral subjetivo a su turno fue clasificado por dichas
sentencias en daño moral propiamente dicho si afecta directamente su psiquis y
111
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, 15 de Marzo de 1941, Gaceta Judicial, T I,
p. 795 – 796.
69
en daño al patrimonio afectivo de la víctima si el daño se proyecta sobre la vida
social de la víctima o su vida de relación.
Esta clasificación perduró por varios años dentro de la Jurisprudencia de la Corte
Suprema y del Consejo de Estado, pero fue criticada recientemente en atención a
que el perjuicio moral objetivado estrictamente hablando, constituye una especie
de daño material ∗ en su modalidad de lucro cesante.
Bien lo afirma el profesor NAVIA “como es un hecho históricamente indiscutible que el
concepto de daño moral fue ideado con el fin de identificar de manera exclusiva,
padecimientos y dolores sufridos por la víctima como consecuencia de la lesión de
derechos bien de naturaleza patrimonial o extrapatrimonial, especialmente desde luego,
de estos últimos, como es el caso de las lesiones físicas o de la muerte de un
pariente....”. 112 Tomamos la afirmación anterior para determinar que el perjuicio
moral adquiere entidad prima facie en los casos de lesiones corporales y muerte
de una persona.
Como se ha visto, el tema del perjuicio inmaterial estuvo siempre ligado al
reconocimiento de un solo tipo, esto es, el perjuicio o daño mora. Sin embargo,
podemos decir, como se dijo en el capitulo referente a la tipología del perjuicio que
el perjuicio inmaterial, es aquel que carece de naturaleza económica, o al menos
una aproximación pecuniaria que represente lo que significan para sus titulares,
acorde con el profesor HENAO, estamos en presencia de los bienes de la
personalidad.
∗
Vale hacer especial mención sobre el salvamento de voto a la sentencia del Consejo de Estado
del 9 de Febrero de 1978, en el cual el Consejero Lleras Pizarro, manifestó: todos los daños que
puedan evaluarse directamente de modo racional son daños materiales y por tanto no pueden
confundirse con la conmoción emocional o perturbación psíquica que nuestra ley denomina daño
moral. La división entre morales objetivados y subjetivos es arbitraria, es decir, sin fundamento
legal, fruto de la imaginación, fantasía jurídica, si es que el derecho admite fantasías.”
(Jurisprudencia y Doctrina, T VII, No. 76, p 255.)
112
NAVIA ARROYO, Op Cit,. p.42.
70
4. EL PERJUICIO MORAL.
“Les larmes ne se monnayent point”
(las lagrimas no se monetizan)
4.1. Concepto.
Explicado sumariamente el proceso de gestación de la institución, vale dar
algunas definiciones al respecto, advirtiendo que se parte desde la hegemonía que
la historia jurídica ha dado al perjuicio moral.
“El impacto o sufrimiento psíquico o espiritual producido por la agresión directa
de bienes materiales o bien al acerbo extrapatrimonial o de la personalidad” 113
“Daño moral es una alteración de la Homeostasis ∗ ”. 114
“El sentimiento depresivo que domina a la persona al contemplar su propia
situación, de las personas de su afecto, amargura y amonadamineto ante la
pérdida de los seres queridos, por causa de sus sufrimientos físicos y morales,
113
SANTOS BRIZ, Jaime. “la responsabilidad Civil”. Derecho Sustantivo y procesal” Madrid:
Montecarlo. p. 737.
∗
Homeostasis es un concepto de la fisiología y consiste en la capacidad del cuerpo de mantener
su composición química, su temperatura y su estado de salud al nivel adecuado, un hecho que
atenta contra la homeostasis provoca una alteración traumática y brusca afectando el equilibrio y la
paz del individuo.
114
MOSSET ITURRASOE, Jorge. Responsabilidad por daños. Buenos Aires: Ediar, 1982. p. 121.
71
derivados de la invalidez propia, de desfiguraciones físicas, de merma de las
consideración ajena”. 115
“El que experimenta la propia víctima o bien sus allegados, ya que afecta la
esfera de lo puramente subjetivo, el “acervo espiritual de la persona”. 116
“Los daños morales son esos dolores, padecimientos, etc., que pueden
presentarse solamente como secuela de los daños infligidos a la persona. Que
no son entonces daños propiamente dichos, y que por otra parte, constituyen un
sacrificio de intereses puramente morales, que justifican una extensión del
resarcimiento, esta vez con función principalmente satisfactoria” 117 .
Como bien se pude interpretar, las anteriores definiciones aunque son dadas por
autores de diversas nacionalidades y escuelas, muestran un elemento en común,
según el cual daño moral es cualquier perjuicio a la persona, que no puede ser
considerado como patrimonial o material.
Visto lo anterior, veamos como ha sido el tratamiento del perjuicio moral en
Colombia. Sobre dicho perjuicio
recientemente
el Consejo de Estado ha
manifestado:
“En relación con el perjuicio moral ha reiterado la Sala que la indemnización que
se reconoce a quienes sufran un daño antijurídico tiene una función básicamente
satisfactoria y no reparatoria del daño causado y que los medios de prueba que
para el efecto se alleguen al proceso pueden demostrar su existencia pero no
una medida patrimonial exacta frente al dolor, por lo tanto, corresponde al juez
115
ROZO SORDINI, Paolo Emanuele. El daño Biológico. Bogotá: Universidad Externado de
Colombia, 2002, p. 83.
116
SAAVEDRA BECERRA, Ramiro. La responsabilidad Extracontractual de la Administración
Pública. Bogotá: Ediciones Jurídicas Gustavo Ibañez, 2003. p. 638.
117
RENATO SCOGNAMIGLIO. El daño moral. Contribución a la teoría del daño extracontractual.
trad. de Fernando Hinestrosa, Bogotá, Edit. Antares, 1962. pág. 46.
72
tasar discrecionalmente la cuantía de su reparación, teniendo en cuenta la
gravedad del daño causado al demandante” 118
Es claro entonces, cual es la naturaleza de este perjuicio para dicha corporación,
dado que al no estar compuesto por la tan mencionada equivalencia económica,
su carácter no puede ser otro, sino el satisfactorio, el compensatorio.
El Máximo Tribunal de lo Contencioso Administrativo reconoce sin dificultad este
tipo de perjuicio en casos como los que a continuación se enuncian:
4.2. El perjuicio moral por La muerte de padres, esposos, hijos, hermanos y
compañeros permanentes. – el sistema de las presunciones - .
Respecto de estos vínculos familiares la jurisprudencia del Consejo de Estado, ha
diseñado una presunción de orden judicial para el reconocimiento de este tipo de
perjuicio basada en la teoría del indicio.
Dadas las importantes características del tema de la prueba, en particular su
indivisibilidad con el tema del perjuicio moral considerado en sí mismo, para los
efectos de su desarrollo, se tratarán conjuntamente.
El tema es el siguiente. Basada en la existencia de una relación de parentesco
cercano (el indicio propiamente hablando), aportada la prueba conducente, se
configura una presunción: el parentesco así probado, permite asegurar que los
familiares han sufrido perjuicio moral. Sobre el particular dijo el Consejo de
Estado:
“Al respecto, debe decirse que si bien al jurisprudencia de esta sala ha recurrido
tradicionalmente a la elaboración de presunciones para efectos de la
118
Consejo de Estado, Sección Tercera, 20 de Abril de 2005. Consejera Ponente Dra. Ruth Stella
Correa Palacio. Exp. 15247.
73
demostración del perjuicio moral, en relación con los parientes cercanos, es
claro que aquéllas se fundan en un hecho probado, esto es, la relación de
parentesco, de manera que a partir de ella – que constituye el hecho indicador o
el indicio propiamente dicho, según la definición contenida en el artículo 248 del
Código de Procedimiento Civil - , y con fundamento en las reglas de la
experiencia, se construye una presunción, que permite establecer un hecho
distinto, esto es, la existencia de las relaciones afectivas y el sufrimiento
consecuente por el daño causado a un pariente, cuando este no se encuentra
probado por otros medios dentro del proceso. Y a tal indicio puede resultar
suficiente para la demostración del perjuicio moral sufrido, en la mayor parte de
los casos; en otros, en cambio, pueden existir elementos de convicción en el
expediente que impidan la aplicación llana de la correspondiente regla de La
experiencia”. 119
Tal presunción, como se ve, aplica para los parientes más cercanos una vez se
haya constituido en debida forma la prueba correspondiente. Al respecto conviene
citar el siguiente pronunciamiento:
“Debe reiterarse, en esta ocasión, lo expresado por esta Sala en varias
oportunidades, en el sentido de que la carga de la prueba de este perjuicio
corresponde siempre a la parte actora; no consagra la ley presunciones de
derecho o de hecho sobre su existencia. No obstante, ésta última, y aun la
intensidad de dicho perjuicio, pueden ser establecidas mediante indicios, esto
es, con fundamento en hechos debidamente acreditados, que permitan la
inferencia de aquéllas, aplicando las reglas de la experiencia. Es por ello que se
ha considerado, en muchos casos, que la relación de parentesco cercano puede
constituir un indicio suficiente de la existencia del perjuicio moral sufrido por una
persona, como consecuencia de la muerte o el padecimiento de otra. Y es que
es lo corriente que los padres, los hijos y los hermanos, se amen entre sí, y por
lo tanto, que sufran los unos con la desaparición o el sufrimiento de los otros; la
119
Consejo de Estado, Sección Tercera, 7 de Febrero de 2002, Consejero Ponente Dr. Alier
Eduardo Hernandez, exp: 21266.
74
intensidad del perjuicio, que deberá ser valorada por el juez para tasar su
indemnización, dependerá de la importancia o gravedad de la afectación
padecida por la víctima directa del daño, y de la naturaleza de la relación
existente entre las personas de que se trate, determinada igualmente, por lo
general, por el grado de consanguinidad; resulta ser lo común, en efecto, que el
amor entre padres e hijos sea más fuerte que el amor de los hermanos, por
ejemplo. Demostrada la relación de parentesco cercano, entonces, pueden
construirse indicios, que deben ser valorados en conjunto, con las demás
pruebas que obren en el proceso. Y en algunos casos, podrán existir otros
medios de convicción que lleven al juez al convencimiento de que las reglas de
la experiencia resultan modificadas, o incluso invertidas, en el caso concreto” 120
En otra sentencia sobre el particular se afirmó:
“Una vez acreditada la relación de parentesco, la Sala ha establecido una
presunción de existencia del daño moral, respecto de los parientes más
próximos del fallecido, como son los padres, los cónyuges, los hijos, los
hermanos y los abuelos 121 , así como la necesidad de probar la ocurrencia del
mismo, para los demás familiares, y en general, para aquellas personas que
experimenten dolor y aflicción, con motivo de la muerte de la víctima. 122 ”
Recientemente la jurisprudencia ha señalado:
“Para que haya lugar a la reparación del perjuicio moral basta acreditar su
existencia. Corresponde al juez tasar discrecionalmente la cuantía de su
reparación, teniendo en cuenta la gravedad del daño causado al demandante.
120
Consejo de Estado, Sección Tercera, 19 de Julio de 2001, Consejero Ponente Dr. Alier Eduardo
Hernández Enríquez, exp:13086
121
El Consejo de Estado, Sección Tercera, presumió la existencia de daño moral para los abuelos
de la víctima, en sentencia del 31 de mayo de 2001, expediente 13.005.
122
Consejo de Estado, Sección Tercera, 23 de Agosto de 2001, Consejero Ponente Dr. Germán
Rodríguez Villamizar. Exp: 13745.
75
La magnitud del dolor puede ser apreciada por sus manifestaciones externas y
por esto se admite para su demostración cualquier tipo de prueba. No obstante,
para garantizar el derecho a la igualdad de los demandantes, la Sala ha fijado
unos topes máximos. En relación con los padres, hijos, cónyuge y hermanos de
la víctima, jurisprudencialmente se deduce la existencia del daño moral que les
produce su muerte, para la cual basta acreditar el parentesco.” 123
Ahora bien, respecto a la prueba de dicho parentesco, el Consejo de Estado ha
indicado que:
“De conformidad con los artículos 1°, 101, 112 al 115 del Decreto 1260/70 y del
artículo 1 del Decreto 278/72, resulta claro que cuando se expida un certificado
de registro civil de nacimiento y en él consten los nombres de los progenitores
del inscrito, dicho documento constituirá prueba suficiente para acreditar el
parentesco de consanguinidad existente entre éste y aquéllos. En efecto, si
tales nombres fueron indicados en el correspondiente certificado, es porque el
inscrito nació dentro de un matrimonio legalmente celebrado o, siendo hijo
extramatrimonial, fue reconocido por su padre o se declaró judicialmente su
paternidad. Y no puede el juez exigir pruebas adicionales para establecer el
parentesco, so pena de desconocer la solemnidad prevista por la ley, de manera
excepcional, para la demostración de los hechos y actos relacionados con el
estado civil de las personas, conforme a lo dispuesto en el citado artículo 105 del
Decreto 1260 de 1970. De otra parte, según se desprende del artículo 113 del
Decreto 1260 de 1970, antes citado, parece claro que si hay lugar a la
corrección de un registro civil de nacimiento, en las copias y certificados que con
base en él se expidan, deberá identificarse el acto que constituyó la causa de
dicha corrección. Por esta razón, se concluye que cuando un notario expide una
copia o certificado de un registro civil de nacimiento y en él no se hace
referencia a la realización de corrección alguna, debe entenderse que los
123
Consejo de Estado, Sección Tercera, 12 de Febrero de 2004, Consejero Ponente Dr. Ricardo
Hoyos Duque. Exp. 14955.
76
hechos que se hacen constar tienen efectos respecto de terceros desde la fecha
en que se efectuó el registro, dada la presunción de autenticidad de que gozan
estos documentos, por su carácter de instrumentos públicos. Por último, reitera
la Sala lo expresado en sentencia del 26 de agosto de 1999, Exp. 13041, en el
sentido de que “si la práctica de los notarios, en cuanto el (sic) asentamiento de
los registros, puede calificarse de omisiva frente a los requisitos de ley, esa
conducta no quita la fuerza que tiene el documento”. 124 Y en igual sentido
manifestó:…..”Demostradas tales relaciones de parentesco, alegadas en la
demanda, puede inferirse, aplicando las reglas de la experiencia, que los actores
citados tenían un nexo afectivo importante con la víctima, que determinó la
existencia de lazos de alianza y solidaridad entre ellos, y que, por lo tanto,
aquéllos sufrieron un profundo pesar con la muerte de éste. Pueden
considerarse suficientes, entonces, las pruebas del parentesco aportadas al
proceso, y la declaración referida para tener demostrado el daño moral
reclamado por los mencionados demandantes…. 125
Es oportuno mencionar en este punto que respecto de las violaciones a los
derechos humanos, dada la magnitud del daño, así como del hecho que lo
conforma, los perjuicios morales también se presumen del circulo familiar cercano
de la víctima, tal presunción se observa tanto en el marco del derecho interno,
como en el marco del derecho internacional particularmente en el campo de
acción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos:
“Respecto al daño moral sufrido como consecuencia de la vulneración a derechos
humanos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sostenido que dicho
daño se presume, dada la naturaleza misma de las violaciones, así como el hecho
de que es propio de la naturaleza humana que toda persona sometida a
agresiones y vejámenes experimente un sufrimiento moral. Se ha entendido
también, que en la medida en que las víctimas hayan sufrido, sufrirán también sus
124
Idem.
Consejo de Estado, Sección Tercera, 6 de Julio de 2005, Consejero Ponente Dr. Alier Eduardo
Hernández Enriquez. Exp. 13406.
125
77
familiares, de allí que la gravedad e intensidad del sufrimiento causado a las
víctimas, constituyen criterios determinantes para valorar el perjuicio sufrido por
aquellos. En el presente caso, si se tiene en cuenta que Gustavo Campos
Guevara fue detenido arbitrariamente y sometido a desaparición forzada, según se
concluyó en el citado Informe de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos. Así las cosas, el vínculo familiar existente entre la víctima y los
demandantes, su convivencia bajo el mismo techo, así como la naturaleza y
connotaciones particulares que comportan los delitos de que fue víctima Gustavo
Campos Guevara, conducen a la convicción de que los demandantes tuvieron que
sufrir un padecimiento moral intenso con la detención y posterior desaparecimiento
de su cuñado y tío, padecimiento que no se limita al momento en que se produjo la
desaparición de Campos Guevara, sino que permanecerá mientras ésta
subsista ∗ .” 126
Entonces, aportada la prueba al respecto configurándose una presunción al
respecto, se reconoce el perjuicio moral por la muerte de un padre, 127 por
muerte de un hijo 128 , aún cuando se trate como bien lo indica el profesor
HENAO 129 , de la hipótesis de un hijo de crianza o adoptivo.
Caso de especial atención, el cual es preciso desarrollar acá, es el caso del hijo
póstumo, debido a que, en un principio el Consejo de Estado reconoció en este
∗
En efecto, para el Consejo de Estado Colombiano, estos casos revisten de tal magnitud que tal
perjuicio en este proceso fue reconocido al cuñado y a las sobrinas de la víctima bajo el
fundamento que tal hecho “constituye sin lugar a dudas un acontecimiento que deja rastros
imborrables en la historia familiar. Este conjunto de circunstancias resulta suficiente para deducir la
existencia del daño moral sufrido por los demandantes, así como el derecho que les asiste a ser
indemnizados por dicha causa”
126
Consejo de Estado, Sección Tercera, 7 de Febrero de 2002, Consejero Ponente Dr. Alier
Hernández Enríquez, exp: 21266.
127
Consejo de Estado, Sección Tercera, 5 de Febrero de 1988, Consejero Ponente Dr. Carlos
Betancur Jaramillo, exp: 3009
128
Consejo de Estado, Sección Tercera, 14 de Diciembre de 1987, Consejero Ponente Dr. Antonio
de Irrisari Restrepo, exp: 4808.
129
HENAO Juan Carlos. El daño. Análisis comparativo de la responsabilidad del Estado en
Derecho colombiano y Francés. Bogotá: Universidad Externado de Colombia. 1998. P.235.
78
evento el perjuicio moral, cuando hoy en día es un claro ejemplo del denominado
daño a la vida de relación, el cual se tratará en el siguiente capítulo.
En efecto, en sentencia del 16 de Noviembre de 1989 con ponencia del entonces
Consejero GUSTAVO DE GREIFF RESTREPO, expediente 5605, se reconoció el
perjuicio moral a un hijo póstumo bajo la premisa que el crecer sin amor y sin los
cuidados propios de un padre, y por tanto no tener una familia plena, constituye un
perjuicio indemnizable bajo esa categoría. En otra sentencia, de fecha 6 de
Octubre de 1994 130 el Consejo de Estado, advirtió del “sufrimiento que padece
dentro del vientre materno” – el hijo - , para reconocer la existencia de este tipo de
perjuicio.
En su oportunidad precisó el Consejo de Estado:
“En materia de hijo póstumo la Sala ha reconocido la existencia de daño moral
aún cuando la demandante no había nacido para el momento en que falleció su
padre – en este caso casi ocho meses después de la muerte -; ha dicho que al
momento de la ocurrencia del hecho dañoso aun cuando el actor era nacisturus
no se puede desconocer, como lo enseña la vida social y la experiencia humana,
que el suceso de muerte del progenitor priva al menor de las condiciones
fundamentales de crecimiento, desarrollo personal y sentimental, en tanto
carecerá, a lo largo de su vida, de la figura paterna para recibir de él afecto y la
dirección necesarios para el normal desenvolvimiento de un ser humano.” 131
El profesor HENAO 132 , advierte que en esta hipótesis es más acertado hablar de
un daño que afectará a las condiciones de existencia del menor, porque en estricto
130
Consejo de Estado, Sección Tercera, 6 de Octubre de 1994, Consejero Ponente Dr. Juan de
Dios Montes.
131
Consejo de Estado, Sección Tercera, 11 de Noviembre de 2002, Consejero Ponente Dra. Maria
Elena Giraldo. Exp: 13818. Ver además las sentencias dictadas el 31 de enero de 1997. Exp.
9849. Demandante: Rosalba Vargas y otro y el 13 de septiembre de 2.001. Radicación: 12. 377.
Actor: Blanca Fredil Gaviria y otra.
132
HENAO. Op. Cit., p. 235.
79
sentido un nasciturus no puede experimentar daño moral, y en nuestra opinión de
llegar a ser objeto de éste ¿como se probaría?; Adicionalmente Henao nos
recuerda que para el derecho, el nasciturus no es sujeto de derecho – pero no
desprotegido – y que por tanto no existiría patrimonio (atributo de la personalidad)
a favor del cual pudiera imputarse la respectiva indemnización. Posición esta que
asumo como propia.
Por otra parte, es también indemnizable bajo esta modalidad, la muerte de un
cónyuge 133 o compañera permanente, respecto de éste último evento en cuanto
a su prueba ha dicho la Jurisprudencia:
“En relación con Olga Lucía Cataño, quien se afirmó en la demanda como
compañera permanente, debe tenerse en cuenta que la ley vigente para el
momento en que se presentó la demanda, ley 54 del 28 de diciembre 1990, dice lo
siguiente respecto a la existencia de unión marital de hecho: “ARTÍCULO 4º . La
existencia de la unión marital de hecho se establecerá por los medios ordinarios
de prueba, consagrados en el Código de Procedimiento Civil y será de
conocimiento de los jueces de familia, en primera instancia”. Por lo tanto la calidad
de compañera se puede acreditar por cualquiera de los medios ordinarios de
prueba previstos en el artículo 175 Código de Procedimiento Civil entre los cuales
están, entre otros, los testimonios. De las declaraciones testimoniales confirman
que la señora Olga Castaño y el señor Wilson Castañeda convivieron como
compañeros permanentes desde año y medio antes de que fuera recluido y que
también durante el tiempo en que el mismo señor Reinosa estuvo interno, hasta
que falleció 134 .”
133
Consejo de Estado, Sección Tercera, 28 de Noviembre de 1994, Consejero Ponente Dr. Daniel
Suarez Hernández, exp: 9955.
134
Consejo de Estado, Sección Tercera, 11 de Noviembre de 2002, Consejero Ponente Dra, Maria
Elena Giraldo. Exp: 13818.
80
En el parecer del Consejo, los compañeros permanentes son objeto de igual tutela
jurídica, y por tal el reconocimiento de su perjuicio moral no merece negación,
debido a que dicha protección proviene de la misma constitución:
“Debe tenerse en cuenta que si la Constitución Política de 1991 ampara, en el
artículo 5°, la familia como institución básica de la sociedad y resalta, en el artículo
42, que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad, la cual se constituye
por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer
de contraer matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla, resulta
suficiente para acreditar el dolor la prueba de la condición de compañera
permanente, como la de calidad de cónyuge es adecuada para probar dicho
dolor 135 ”
Ahora bien, según SAAVEDRA 136 , respecto de los hermanos la Jurisprudencia
Administrativa ha sido cambiante. Dicho autor anota que en un principio era
necesario demostrar la relación de afecto o convivencia que permitiera al juez
deducir la existencia del agravio moral, posteriormente tal reconocimiento se base
en la relación de consanguinidad, es decir, sólo por ser hermano, se presumía que
se sufría perjuicio moral. Concluye por advertir que la tendencia reciente apunta a
que dicha presunción sólo abarca a los hermanos menores de la víctima.
Conservando ésta tendencia, se observa que la jurisprudencia del Consejo de
Estado, reconoce así mismo perjuicios morales de los abuelos respecto de sus
nietos, 137 como se vio anteriormente también se reconoce a los sobrinos, inclusive
a los yernos o nueras, y aún más, siempre que pueda probarse de manera
efectiva, se podrá predicar perjuicio moral de personas que no perteneciendo al
135
Consejo de Estado, Sección Tercera, 19 de Julio de 2001, Consejero Ponente Dr. Alier
Hernández Enriquez, exp: 13086.
136
SAAVEDRA BECERRA, Op. Cit, p. 643 y 644.
137
Consejo de Estado, Sección Tercera, 21 de Noviembre de 1996, Consejero Ponente Dr. Ricardo
Hoyos Duque, exp: 9169. Entre otras.
81
circulo familiar, comportan lasos de amistad cercanos y sentimentales con la
víctima y que bien podrían perseguir la reparación de su perjuicio.
Adicionalmente, el Consejo de Estado ha reconocido que en el caso de muerte de
dos o más seres queridos el perjuicio moral adquiere una magnitud mayor a la
normal siendo más intenso para el perjudicado lo que necesariamente aumenta en
monto de la reparación.
En su momento dijo el Máximo Tribunal de lo Administrativo:
“Encuentra la Sala que en el caso se presenta la particularidad de que la madre y
hermanas de los señores Reinosa Castañeda sufren por las muertes de ellos un
solo dolor, pero la intensidad es mayor debido a la muerte de dos hijos y de dos
hermanos, respectivamente. Pero la intensidad no puede decirse que es
matemática pues la experiencia humana enseña que el hombre tiene capacidad
de asumir dolores de pérdida de afecto y que sólo en estados comprobados de
enfermedad grave o de debilidad manifiesta, que no fueron probados
exhaustivamente, no los puede soportar 138 .”
4.3. El perjuicio moral en el caso de lesiones Corporales.
Por otro lado, ha sido reconocido por la doctrina y la jurisprudencia que las
lesiones corporales dan origen al perjuicio moral como consecuencia del malestar
y padecimiento que la víctima experimenta con ocasión de dicha afección.
Generalmente en estos casos se está en presencia de accidentes de tránsito en el
cual, como se dijo, se reconoce la respectiva compensación por el dolor y los
sufrimientos derivados de tales eventos y por el malestar de carácter psíquico
sufrido.
138
Consejo de Estado, Sección Tercera, 11 de Noviembre de 2002, Consejero Ponente Dra, Maria
Elena Giraldo. Exp: 13818.
82
En efecto, el Consejo de Estado Colombiano, ha reconocido tal perjuicio en casos
como el de un soldado que perdió una de sus manos con ocasión de la
manipulación de una granada en mal estado 139 , en este caso además de los
obvios perjuicios morales por la pérdida de uno de los miembros más importantes
para el ser humano, el Consejo de Estado reconoció esa modalidad de perjuicio
moral a los familiares de la víctima bajo el entendido que para este caso “es
necesario que se demuestren dos hechos: la lesión grave y el parentesco o vínculo de
afecto; de la prueba de estos dos hechos se infiere judicialmente el dolor moral” 140 .
El Máximo Tribunal de lo Contencioso Administrativo ha catalogado las lesiones
corporales según su intensidad, de tal forma, se distinguen en la Jurisprudencia de
ésta Corporación, lesiones de carácter leve y de carácter grave para el
reconocimiento del perjuicio moral; en conocimiento de un caso en el cual a una
mujer se le perforó el útero siendo necesario posteriormente extraérselo,
manifestó el Consejo de Estado:
“Tratándose de lesiones físicas ha diferenciado, en materia probatoria, las graves
de las leves. En el primer caso, lesiones graves, ha sostenido: - respecto a la
víctima, que con la demostración del daño antijurídico por lesión grave tiene
derecho a la indemnización de perjuicio moral. - en lo que atañe con las víctimas
indirectas - en este caso, compañeros e hijos - tienen derecho a la indemnización
del perjuicio causado por lesión grave de su pariente siempre y cuando
demuestren, en primer término, la lesión grave y, en segundo lugar, el parentesco.
La jurisprudencia infiere de estos dos hechos, demostrados plenamente, que los
actores padecieron dolor moral. En el segundo caso, es decir indemnización por
139
Consejo de Estado, Sección Tercera, 2 de Mayo de 2002, Consejera Ponente: Maria Elena
Giraldo Gómez Exp. 13477
140
De igual forma esta “extensión” del perjuicio a los familiares de la víctima como víctimas
indirectas ha sido reconocida en varias sentencias de la Sección Tercera: Sentencia 7449 proferida
el 26 de febrero de 1993. actor: Antonio Diego Vallejo Jaramillo; 7872 proferida el 16 de junio de
1993, actor: Carmen Julio López Leal; 7622 proferida el 12 de julio de 1993, actor: José Orlando
Isaza Cifuentes y sentencia proferida el 30 de octubre de 1996, actor: Julieta Díez.
83
perjuicios morales ocasionados por lesiones “leves”, deben distinguirse las
siguientes situaciones: - para la víctima directa: una vez prueba el daño
antijurídico por lesión leve, es claro, que tiene derecho a la indemnización por
perjuicio moral; es de la naturaleza de los seres humanos que cuando sufren
directamente el impacto de una lesión física así sea leve, quien la soporta padece
con ella; pero - para las víctima indirectas - como en este caso damnificado - es
necesario demostrar la lesión leve, el vínculo de afecto (que se es damnificado) y
además que aquella lesión les produjo dolor moral; en este tipo de lesión, la
jurisprudencia no infiere padecimiento moral de los dos hechos primeramente
mencionados. Como en este caso se demostraron los supuestos de hecho
relativos a la procedencia de indemnización de perjuicios morales por lesiones
físicas graves de parientes etc. habrá lugar a condenar a indemnizarlos. 141
Como puede verse, debe notarse que el reconocimiento de este tipo de perjuicios
dependerá en mayor medida del despliegue probatorio de la parte actora y no en
el perjuicio o lesión considerada en sí misma, variando de esta forma el
establecimiento para los supuestos de hecho de cada caso de la presunción
referida anteriormente.
Visto lo anterior, vale preguntarse para el Consejo de Estado ¿Que determina que
una lesión sea leve o grave?, acaso ¿maneja el mismo criterio para determinar la
aplicación de la presunción del perjuicio moral?.
En una sentencia el Consejo de Estado proporcionó la línea divisoria entre lo que
es considerado como lesión grave y leve:
“La jurisprudencia sobre el daño moral por lesiones ha diferenciado las graves de
las leves, porque las primeras sí ponen en peligro la existencia o la vida
142
.”
141
Consejo de Estado, Sección Tercera, 18 de Octubre de 2002, Consejera Ponente Dra. María
Elena Giraldo, Exp: 11984.
142
Consejo De Estado, Sección Tercera, 9 de Agosto de 2001, Consejera Ponente Dra. María
Elena Giraldo Gómez. Exp: 12998
84
Claro está, determinar que clase de lesión es leve o grave - en opinión personal dependerá de cada caso en particular, atendiendo a las consecuencias que el
hecho dañino tenga sobre el afectado o víctima, ya que de la amplitud con la cual
se determina lo anterior en el seno del Consejo, se deriva la oportunidad en dicha
interpretación.
Pero los sufrimientos derivados de accidentes, o aquellos derivados de lesiones
sean leves o graves, no son exclusivos para que se genere el reconocimiento del
perjuicio moral, no debe por tanto confundirse la génesis del pretium doloris, bien
puede generarse en el sufrimiento derivado de la muerte de las personas, de las
lesiones corporales y el padecimiento o malestar psíquico que ellas ocasionan;
además de las anteriores hipótesis, la “mera angustia”, el sentimiento de zozobra,
el “susto”, la sensación de inseguridad, también pueden, sin necesidad de lesiones
o muerte, configurar la compensación de este tipo de perjuicio
143
sin perjuicio de
las respectivas consecuencias de carácter patrimonial del hecho dañino (daño
143
Los Profesores HENAO y SAAVEDRA, nos proporcionan unos ejemplos de la afirmación hecha
con anterioridad. En primer lugar, el caso del doctor Samuel Buitrago, quien estuvo presente
durante la toma del Palacio de Justicia, bajo el supuesto que “el actor sufrió aflicción moral en la
medida que estuvo sometido al miedo, zozobra y tristeza mientras se produjo su liberación”
(Sentencia del 4 de Abril de 1997, Consejero Ponente Dr. Jesús María Carrillo Ballesteros, Exp:
12007). Por otro lado, el caso de unos familiares que sufrieron “el susto” al ver atropellar a un
familiar pero no quedaron secuelas sobre la víctima (Sentencia del 18 de Febrero de 1992,
Consejero Ponente Dr. Jaime Valencia Arango, Exp 3229). Así mismo, podemos citar el caso de
una persona que bajo el temor de padecer un daño, debido a un ataque injusto por parte del
Ejercito Nacional, sufrió perjuicio moral, en el sentir del Consejo de Estado: “En cuanto a la
reparación de los perjuicios que se afirma sufrió John Jairo Capera al ser atacado injustamente
junto con su hermano por parte del Ejército, se considera que hay lugar a reparación, pues a pesar
de que no sufrió ninguna lesión física ni se demostró que se hayan afectado sus condiciones
síquicas o emocionales sí sufrió un perjuicio moral derivado del temor de padecer un daño, que no
estaba obligado a soportar, el cual revistió gravedad, pues sólo el azar impidió que éste perdiera la
vida, como le sucedió a su hermano, mientras los militares del disparaban sin ninguna
justificación.” (Sentencia del 10 de Mayo de 2001, Consejero Ponente Ricardo Hoyos Duque, Exp:
13475). Del mismo modo, podemos citar que en sentencia del 28 de julio de 1987, expediente:
4983, El Consejo de Estado condenó a la Nación por los perjuicios sufridos por los demandantes
como consecuencia del impacto emocional que padecieron durante un operativo militar.
85
emergente o lucro cesante) y de las correspondientes indemnizaciones del
Sistema General de Seguridad Social en Pensiones que puede generarse con
ocasión de un daño de estas características.
Para el Consejo de Estado Colombiano, dentro del rubro conocido como perjuicio
moral, también hace parte una modalidad de daño conocido como perjuicio
estético.
Según indica SAAVEDRA 144 , el perjuicio estético ha venido siendo reconocido por
nuestro Consejo de Estado en varias sentencias. Señala el citado autor que este
tipo de perjuicio tiene su origen en Francia en donde a mediados de la década de
los setenta empezó a manifestarse como tal.
Pero particularmente, España posee una especial influencia en el desarrollo del
tema, en cuanto a que el Tribunal Supremos de ese país europeo, manifestó que:
“La belleza en abstracto constituye un valor básico. Y que, en lo que al hombre
respecta, su morfología puede tener consecuencias graves en el aspecto
económico, social, individual, psicológico e incluso, psiquiátrico de la persona, se
trate de una mujer o de un varón. Y con independencia de su profesión o edad,
puesto que toda persona tiene derecho a mantener su belleza o a que no se
acentúe su fealdad”. 145
Siendo fundamentado en un criterio más cultural 146 que jurídico este tipo de
perjuicio, como vemos, protege el interés sobre uno de los aspectos más
subjetivos que conforman esa unidad que es el ser humano. Aunque vale decir,
144
SAVEEDRA BECERRA, Op. Cit., p 644.
Tribunal Supremo Español, Sentencia de la sala 2ª del 15 de Noviembre de 1990.
146
Ciertamente el concepto de belleza o fealdad, dependerá de la cultura propia de cada sociedad,
los parámetros de belleza pueden cambiar en distintas latitudes atendiendo al tiempo y momento
en particular.
145
86
que no obstante su construcción netamente individualista merece de la respectiva
tutela jurídica.
Las consideraciones en torno al perjuicio estético, señalan que este tipo de
lesiones ciertamente afectan al ser humano, acarrea una mayor dificultad en
cuanto a la subsistencia en sí considerada, para algunos autores como es el caso
de DE AGUIAR DÍAS 147 , el perjuicio acá desarrollado, comprende siempre una
dualidad entre los daños materiales y los inmateriales, es decir, un daño de doble
aspecto.
Para el citado autor, la característica principal del perjuicio estético es su
manifestación en el ámbito patrimonial, por lo que para él “constituye sin duda un
daño patrimonial
148
”, debido a que no presenta dificultad para su valuación. Es un
daño que genera consecuencias patrimoniales siempre y cuando esa ofensa
siempre se traduzca en el orden material porque los sufrimientos o el dolor
psíquico que en este caso puede presentarse, importan un daño patrimonial.
Al lado de esa consideración, - señala el autor – existe el perjuicio moral
ocasionado por aquel atentado a la esfera estética del sujeto, consistente en la
penosa situación en la cual se encuentra el sujeto, en su humillación propia y ante
terceros.
Adicionalmente, DE AGUIAR proporciona interesantes ejemplos situados en la
legislación de Suiza; así la ley de ese país reconoce la coexistencia de esas dos
aristas del perjuicio estético, en donde el artículo 46 apartado 1º del Código de las
Obligaciones ordena reparar el perjuicio estético resultante de la restricción al
futuro económico de la víctima y concurrentemente el daño moral.
147
148
DE AGUIAR. Op. Cit., p 378.
Idem.
87
Los tribunales de ese país, han reconocido el “daño económico” y el perjuicio
moral a la víctima desfigurada en casos como los que a continuación se enuncian:
1. El caso de la mordedura de un perro en la cara de un niño.
2. Desfiguración del rostro de un niño como consecuencia de un accidente
ferroviario.
3. La desfiguración de un ama de casa por el desprendimiento de un bloque de
piedra.
Podemos entonces decir, que parece existir una confusión en cuanto al
fundamento de esa dualidad en la existencia del perjuicio estético de carácter
“patrimonial” y otro “moral”, en realidad los efectos económicos y patrimoniales a
que el autor y la legislación Suiza hacen referencia, es nuestro independiente
daño a la vida de relación, el cual como veremos es de carácter inmaterial, debido
en que en los casos anteriormente expuestos, se reparó a las víctimas por no
gozar de las actividades comunes que hacían de su vida agradable y llena de
sentido (V.gr. poder jugar, atender los quehaceres domésticos, etc).
En Colombia este perjuicio, como se dijo anteriormente, ha sido reconocido
siempre “entendido dentro del rubro del daño moral pero nunca dentro del mal
llamado perjuicio fisiológico 149 ”.
Usualmente, nuestra jurisprudencia administrativa reconoce este perjuicio en caso
de cicatrices derivadas de la ocurrencia del hecho dañino en el caso en que estas
sean visibles o en el caso en que estas hayan producido una deformación en la
cara, así como en el caso de amputaciones, siendo independiente al daño
149
Consejo de Estado, Sección Tercera, 25 de Septiembre de 1997, Consejero Ponente Dr.
Ricardo Hoyos Duque, Exp. 10421.
88
ocasionado sobre la función aunque bien puedan presentarse conjuntamente. El
perjuicio estético puede tener graves consideraciones sobre el sentir de la víctima
en cuanto a su consideración sentimental; en palabras del Consejo de Estado:
“El denominado pretium pulchritudinis o precio de belleza viene a compensar el
perjuicio estético que resulta del atentado infringido a la armonía física de la víctima.
Entonces la pérdida de la integridad corporal da a lugar a la reparación
independientemente de los daños materiales que se haya podido causar. Así mismo el
perjuicio estético stricto sensu como una cicatriz en el rostro es suficiente para dar
lugar al nacimiento de una acción de reparación, pero dicho perjuicio es puramente
moral, aunque puede tener repercusiones patrimoniales si la víctima fuere rechazada
de su trabajo o no pudiere ejercer una actividad en razón de dicho defecto”. 150
El profesor ENRIQUE GIL BOTERO 151 , nos proporciona una interesante reflexión
frente al tema, en cuanto a que nos recuerda que cada cultura en particular posee
su propios parámetros en cuanto a la calificación y catalogación de lo que es
considerado como belleza, no obstante lo anterior, la concepción de la belleza se
estructura y es al mismo tiempo resultado de una experiencia inmediata, unitaria y
personal, en otras palabras, en lo que arriesgadamente he optado por llamar
“concepción subjetiva de la belleza”, debido a que no existen ni criterios
predeterminados ni claramente objetivos que sean el marco para configurar reglas
o parámetros de belleza, al no encontrarse frente a estatutos generales de belleza,
la construcción de ese concepto se realiza enteramente dentro del ámbito interno
y personal del ser, y así deberá manifestarlo la víctima dentro de un proceso
judicial de carácter contencioso administrativo.
La afectación o transfiguración de la situación personal sobre dicho concepto,
debe ser reparada sin lugar a dudas, es que precisamente, se puede advertir que
150
Consejo de Estado, Sección Tercera, 25 de Mayo de 2000, Consejero Ponente Dr. Jesús Maria
Carrillo Ballesteros. Exp: 12550.
151
GIL BOTERO, Enrique. “Temas de Responsabilidad Extracontractual del Estado”. Medellín
2001. Ed. Librería Jurídica Sánchez R Ltda, p 35 y ss.
89
aunque siendo un concepto único e individual está ajustado a esos parámetros
culturales, pretendiendo acceder a ellos desde su propia construcción personal.
Pero no sólo la integridad personal – la concepción subjetiva de la belleza – es
integrado al concepto de perjuicio moral, de igual forma al ver una afectación de la
dignidad humana, el juez administrativo a declarado la existencia del perjuicio
moral, caso como el citado por HENAO 152 , en el cual una familia sufrió el trato de
criminales siendo detenida erróneamente al pretender ir a un viaje de vacaciones
padeciendo los sufrimientos al ser tratados de tal forma, o el caso de acusaciones
injustificadas que atentan contra el buen nombre 153 y reputación de una persona.
Sea oportuno en este momento hacer una sucinta referencia a dos temas, los
cuales en
ciertas ocasiones y en determinados círculos, siguen originando
controversia entre la doctrina y la academia, como lo son el problema del
perjuicio moral de las personas jurídicas y la cuestión de la transmisibilidad
de dicho perjuicio.
En primer lugar, en cuanto al pretium doloris de las personas jurídicas, podemos
advertir que en su momento, no fue un tema pacifico. Ciertamente, las posiciones
en torno a su reconocimiento o no, abundan. Estas se encuentran fundamentadas
en la mayoría de las veces en razones de tipo económicas relacionadas con el
marco legal en el cual la persona “moral” se desenvuelva.
152
HENAO, Op. Cit., p 242.
Obdulio Velásques Posada, en artículo escrito en la Revista de Responsabilidad Civil y del
Estado, No 16, Nos advierte que en el caso del derecho al buen nombre, bien del ser humano de
buena importancia, el Consejo de Estado lo ha visto como típico caso de perjuicio moral, pero al
mismo tiempo, lo ha visto con la potencialidad de afectar a la vida de relación y por tanto
susceptible de ser encuadrado dentro de ese rubro independiente. Señala en solución al
planteamiento anterior que este bien podría ser un perjuicio de carácter inmaterial independiente
153 ∗
90
El maestro FERNANDO HINESTROSA 154 categóricamente afirma que la persona
jurídica no es susceptible de recibir daño moral puro, sino exclusivamente
material; Tamayo Jaramillo 155 se Inclina por igual camino al advertir que dichas
personas no pueden sentir dolores físicos o dolor por la ocurrencia del daño,
precisamente porque no debe confundirse el perjuicio moral que pueden sufrir las
personas naturales con los daños materiales que en ocasiones pueden tener
naturaleza indirecta que pueden ser objeto de reclamación por parte de la persona
jurídica.
En efecto, se está haciendo referencia al good will 156 y al Know How 157 , al nombre
comercial, en fin, a aquellos bienes de carácter intangible, pero que hacen parte
esencial de la empresa comercialmente considerada, y cuyos alcances, límites y
valoraciones son ciertamente de naturaleza pecuniaria.
Para este sector de la doctrina, el good will, el know how y los demás bienes
intangibles pueden ser objeto de afectación y por tanto de perjuicio material,
debido a que ellos se manifiestan siempre en términos de valor económico, siendo
apreciables en dinero y calculables mediante la utilización de métodos contables.
Los bienes intangibles de la empresa están protegidos por el ordenamiento
comercial en la ley 256 de 1996, mediante la incorporación de la protección a la
competencia leal, donde además de ser protegidos estos se protege que en
desarrollo del mercado sean respetados tales bienes, así como la obligación de
154
HINESTROSA, Fernando. Derecho de Obligaciones, Bogotá, Universidad Externado de
Colombia.1967.
155
TAMAYO JARAMILLO, Javier. De la responsabilidad civil. T. 2. Bogotá, Ed,. Temis 1986.
156
El good will es considerado como el buen nombre, la fama comercia en un conglomerado
determinado, que conlleva el reconocimiento de los consumidores sobre el servicio o bienes que
determinada empresa presta o comercializa, produciendo en ellos la confianza y credibilidad así
como una calificación positiva al respecto.
157
El know how está relacionado con el conocimiento práctico sobre la manera de hacer algo
dentro de los parámetros de calidad y eficiencia teniendo en cuenta los recursos establecidos
dentro de una organización empresarial. (Decreto 2650 de 1993)
91
reparar para aquel que infrinja tal ordenamiento y genere con su conducta un daño
de carácter material, el cual siempre va a estar traducido en términos de pérdidas
y utilidades dejadas de recibir con ocasión de tal conducta.
Para autores como HENAO 158 la anterior razón justifica la afirmación que
categóricamente niega la posibilidad de que una persona jurídica sufra perjuicio
moral, este autor cita la jurisprudencia de la Corte Constitucional la cual, mediante
sentencia T – 472 de 1996 manifestó que las personas jurídicas no pueden ser
titulares del buen nombre y del derecho a la honra, para la Corte, las personas
jurídicas buscan protección de su buen nombre e imagen comercial mediante
otros medios y además dice, que estos son de otra dimensión, son de contenido
distinto a los derechos que bajo esa denominación asisten a las personas
naturales. En el sentir de la Corte Constitucional:
“Las personas jurídicas sí pueden buscar la protección de su “buen nombre” o
“imagen” comercial, también conocidos como good will, de naturaleza
completamente distinta a los derechos a la honra y al buen nombre. En efecto,
mientras éstos buscan garantizar la dignidad de la persona humana, aquéllos
pretenden salvaguardar la libertad de empresa o evitar distorsiones del mercado,
como la competencia desleal y, por ende, tienen un contenido eminentemente
económico, del que carecen los derechos a la honra y al buen nombre de que
son titulares los individuos. Por tratarse de derechos de contenido económico,
del todo diferentes a los derechos personalísimos, la Corte tiene establecido que
la acción de tutela no es el mecanismo adecuado para la protección del good
will, razón por la cual quien busque su restablecimiento debe recurrir a la
jurisdicción ordinaria” 159 .
158
HENAO Op. Cit., p 250.
Corte Constitucional, Sentencia T – 472 de 1996, Magistrado Ponente Eduardo Cifuentes
Muñoz. 24 de Septiembre.
159
92
En respuesta a esta tesis negativa, otro sector de la Doctrina, liderado por el
notable ADRIANO DE CUPIS, quien al respecto ha dicho:
“La persona Jurídica sufre, comúnmente, el daño que incide en su reputación en la
cual se refleja su mismo honor” 160
Esta posición parecer ser compartida por el profesor FELIPE NAVIA quien nos
presenta un interrogante válido al respecto:
¿Qué ocurriría con las entidades sin animo de lucro, las cuales, por definición,
carecen de establecimiento de comercio y no generan good will? 161 .
El caso parece solucionarse si se observa el sistema italiano, donde con ocasión
de un caso de corrupción, la Corte Suprema de ese país condenó a los altos
funcionarios involucrados a pagar una suma de dinero por haber afectado la
dignidad, respetabilidad y credibilidad del Estado Italiano. 162
Igualmente, la Corte de Casación Italiana, condenó a una sociedad (Racing
Pictures) por haber expuesto al público una película que ofendía el honor y la
reputación de Irak.
En Colombia, el profesor NAVIA cita un caso de especial atención, el Consejo de
Estado 163 frente al perjuicio moral alegado por la Compañía de Jesús por la
muerte de uno de sus miembros, manifestó que las personas jurídicas no son
susceptibles de sufrir este tipo de perjuicio, precisamente por la ausencia de
160
DE CUPIS, Adriano. El daño. Teoría general de la responsabilidad Civil. Trad. De la segunda
edición italiana y estudio preliminar por Ángel Martines, Barcelona, Bosch, Casa Editorial, 1975.
161
NAVIA ARROYO. Op. Cit., p 115.
162
ROZO SORDINI, Paolo Emanuele. El daño biológico. Bogotá: Universidad Externado de
Colombia. 2002. P 106.
163
Consejo de Estado, Sección Tercera, 20 de Agosto de 1993, Consejero Ponente Dr. Daniel
Suárez Hernández. Exp: 7881.
93
capacidad afectiva y sentimental, para el caso el Consejo manifestó que los
miembros
de
la
Comunidad
pudieron
ser
víctimas
del
perjuicio
pero
individualmente considerados.
El citado autor concluye por afirmar que el razonamiento del nuestro Consejo de
Estado es aplicable al caso en que el perjuicio moral va estrechamente ligado con
los sentimientos propios del afecto y amor de un ser humano. Cosa distinta,
cuando no hay esa cercana relación, en cuyo caso puede pensarse de la
viabilidad de dicha reparación.
Así mismo, NAVIA formula una interesante reflexión: en estos casos como el del
estudio, el daño puede tener una doble manifestación, sobre el patrimonio de la
persona jurídica y en los bienes de la personalidad, estos últimos pueden tener
efectos en la vida de relación libres de incidencia económica, como el caso de
pérdida de credibilidad frente a las autoridades o frente a los miembros del sector
económico al cual pertenecen, para él, en este caso la reparación del perjuicio
moral debe ser ciertamente aceptada.
En segunda instancia, se ha discutido si el perjuicio moral es transmisible.
Mucho se ha discuto en la doctrina en relación con éste tema, un sector considera
que “el perjuicio sucesoral” es transmisible a los herederos del causante, entre los
autores que defienden esta posición se encuentran SCOGNAMIGLIO, quien
señala que en este evento de aplicarse el principio según el cual todos los
derechos son transmisibles salvo que la ley contemple su excepción. 164
Desde un punto de vista procesal (artículo 60 del C.P.C.) se indica que sólo en
caso que la víctima haya intentado la acción resarcitoria, en virtud de la sucesión
procesal, el perjuicio moral será transmisible. Siendo está una posición intermedia.
164
HENAO. Op. Cit., p 244.
94
Dentro de aquellas corrientes que niegan tal posibilidad, se encuentra la defendida
por el Argentino BREBBIA, el cual sostiene que la acción que busca la reparación
del perjuicio moral es catalogada como aquellas de carácter personalismo por lo
que eso “implica que no puede ser entablada por otra persona que el damnificado; que
se extingue con dicha persona y que es incesible” 165 .
El Consejo de Estado colombiano ha optado por la tesis del reconocimiento,
veamos:
“La Sala, considera que, frente a los principios informadores del derecho a la
reparación integral, la transmisibilidad del derecho a la reparación de los daños
morales causados a la víctima directa, es procedente, por regla general. En efecto,
debe sostenerse que de conformidad con lo dicho, el derecho a la indemnización
es de carácter patrimonial económico y por ende, la obligación indemnizatoria, se
trasmite a los herederos de la víctima, por tratarse de un derecho de naturaleza
patrimonial económico, que se concreta en la facultad de exigir del responsable, la
indemnización correspondiente, toda vez que en el ordenamiento jurídico
colombiano no existe disposición de carácter legal expresa prohibitiva y por el
contrario, la regla general, indica que todos los activos, derechos y acciones de
carácter patrimonial forman parte de la masa herencial transmisible y por ende los
sucesores mortis causa, reciben la herencia con íntegro su contenido patrimonial
y, ya se observó, que el derecho al resarcimiento, o lo que es igual, la titularidad
del crédito indemnizatorio, no se puede confundir con el derecho subjetivo de la
personalidad vulnerado.” 166
Pero la jurisprudencia en mención consagró una distinción: para que haya lugar a
transmitir el perjuicio moral, éste necesariamente debe haberse causado, en
palabras de la Sección Tercera:
165
Citado por HENAO. Op. Cit., p. 246.
Consejo de Estado , Sección Tercera 10 de Septiembre de 1998, Consejero Ponente Dr. Daniel
Suárez Hernández, Exp: 12009
166
95
“Esta Corporación, en ocasiones anteriores, se ha pronunciado en asunto similar
que no idéntico, en relación con la imposibilidad de aceptar la transmisibilidad de
la acción reparatoria en el caso de muerte instantánea o inmediata de la víctima,
habiendo sostenido que, frente a dichas hipótesis, la muerte no puede ser causa
de enriquecimiento y tampoco puede producir perjuicios al fallecido susceptibles
de transmisión herencial, en el entendimiento de que ante el advenimiento o
producción de la denominada muerte instantánea, la persona, víctima directa de la
agresión, no alcanza a transmitir ningún derecho, que pueda ser ejercitado por los
sucesores; también se ha invocado, siguiendo las orientaciones de la Corte
Suprema de Justicia, el carácter de "satisfacción equivalente", que tiene la
indemnización del daño moral para la victima, lo cual impediría en principio su
transmisibilidad...”
En resumen, si la víctima muere al momento de la producción del hecho dañino,
no puede configurarse para ella, perjuicio moral, siendo imposible trasmitir un
derecho a la reparación por el daño moral ocasionado, cuando este no se ha
causado.
Como hemos visto, en la Jurisprudencia Colombiana, son múltiples las causas que
originan el reconocimiento de esta especie de perjuicio. En efecto, no sólo los
padecimientos, el dolor, la zozobra, el malestar, el temor, son causales de
creación de dicho perjuicio, las lesiones corporales, la dignidad, el buen nombre,
la libertad en ciertos casos, serán catalogados como pretium doloris siempre y
cuando – aún para las personas jurídicas – sea objeto de prueba que así lo
demuestre como sería el caso los perjuicios morales causados por el daño o
pérdida de las cosas, a condición de demostrar plenamente su existencia, pues tal
perjuicio no se presume 167 .
167
Consejo de Estado, Sección Tecera, Sentencias del 5 de octubre de 1989, exp: 5320, del 7 de
abril de 1994, exp: 9367 y del 11 de noviembre de 1999, exp: 12.652, entre otras.
96
Igualmente, en materia contractual si bien la jurisprudencia ha sido reacia a
reconocerlo, no se niega su procedencia en el evento de que se presentare
lesión a alguno de los bienes extrapatrimoniales (honor, reputación, etc.) y
estuviese demostrada en el expediente 168 .
Es sin duda un perjuicio, que por razones históricas ha adquirido mayor relevancia
dentro de la ciencia Jurídica Nacional, debido a que éste ha sido la base, el
fundamento de la construcción de la teoría de los perjuicios inmateriales,
olvidando – talvez inadvertidamente – la existencia de un orden sistemático y
actual que como se verá, demuestra otra realidad. El desprendimiento de la
prevalencia del perjuicio moral es necesario.
168
Consejo de Estado, Sección Tercera. 10 de marzo de 1997, exp. 10.038.
97
5. EL DAÑO A LA VIDA DE RELACIÓN.
“El ser humano es una unidad psicosomática
Constituida y sustentada en su libertad”
Soren Kierkegaard.
5.1. Concepto.
En la teoría del perjuicio inmaterial en Colombia, el perjuicio denominado como
daño a la vida de relación, considerado como figura con la suficiente potencialidad
para ser identificado como otra clase de perjuicio inmaterial, es joven.
Tanto la jurisprudencia del Consejo de Estado como la de la Corte Suprema de
Justicia sostenían desde el Fallo Vilaveces, que el perjuicio moral era el único
componente del denominado daño extrapatrimonial.
Pretender dar una definición de dicho perjuicio sin atender a sus antecedentes,
equivale a realizar una biografía omitiendo la fecha de nacimiento de la persona
estudiada.
Por tal razón, se aproximará al tema desde la primera vez que fue tratado por la
Jurisprudencia del Consejo de Estado de Colombia. A su vez, se hará la siguiente
reflexión previa: como veremos es un concepto que a primera vista, nos puede
98
parecer amplio y abstracto, talvez como resultado de su corta edad, no ha sido lo
suficientemente desarrollado por la Doctrina y la Jurisprudencia.
Siendo el año de 1992, El Máximo Tribunal de lo Contencioso Administrativo
introdujo el concepto de perjuicio fisiológico a la incipiente tipología del perjuicio
inmaterial. Fue en Sentencia del 6 de Mayo de ese año, en la que el Consejo de
Estado Colombiano con acierto admitía un nuevo perjuicio además del moral de
características inmateriales.
En dicha sentencia, vale decir, se resolvió de fondo el caso de una persona que
dada la gravedad y seriedad de las heridas sufridas con ocasión del hecho
dañoso, sufrió la amputación de sus miembros inferiores de locomoción hasta la
altura de las rodillas.
En el caso en mención el Consejo de Estado fue enfático en reconocer a la víctima
y sus parientes el respectivo perjuicio moral bajo las consideraciones que rodean a
esta especie de perjuicio, la correspondiente indemnización de perjuicio material
(derivada de la incapacidad del 100% sufrida por la persona) y además señaló la
existencia del perjuicio en estudio, equiparándolo con el daño a la vida de relación.
El joven perjuicio pretendía reparar no el dolor causado por el hecho dañino sino la
pérdida de la facultad de llevar a cabo actividades que proporcionan a la víctima
un placer, en la Sentencia del 6 de Mayo señaló el Consejo de Estado:
" La Sala encuentra de total recibo el planteamiento anterior, en un momento de la
vida nacional en que los atentados contra la existencia y dignidad de la persona
humana se han generalizado, unas veces por la acción de la delincuencia, y otras
como resultado del enfrentamiento de las fuerzas del orden con las del desorden.
Es lamentable que niños, jóvenes, hombres maduros que tengan que culminar su
existencia privados de la alegría de vivir porque perdieron sus ojos, sus piernas,
99
sus brazos, o la capacidad de procreación por la intolerancia de los demás
hombres.
A quienes sufren esas pérdidas irremediables es necesario brindarles la
posibilidad de preocuparse una satisfacción equivalente a la que han perdido. Por
algo se enseña que el verdadero carácter del resarcimiento de los daños y
perjuicios es un PAPEL SATISFACTORIO (Mazeaud y Tunc).
Así, el que ha
perdido su capacidad de locomoción, debe tener la posibilidad de desplazarse en
una cómoda silla de ruedas y ayudado por otra persona; a quien perdió su
capacidad de practicar deporte, debe procurársela un sustituto que le haga
agradable la vida (equipo de música, libros, proyector de películas, etc.).
La
filosofía de todo lo que se deja expuesto aparece recogida en esta bella página de
GIOVANNI PAPINI:
"Me maravilla que otros se maravillen de mi sosiego y paz, en el estado lastimoso
al que me ha reducido la enfermedad, no puedo usar mis piernas, brazos, manos,
estoy casi ciego y mudo. Así ni puedo andar, ni estrechar la mano de un amigo, ni
escribir un nombre, ni el mío. No puedo leer y me es casi imposible conversar,
dictar. Son pérdidas irremediables y renuncias terribles, sobre todo para quién
tenia la pasión de caminar rápido, leer sin parar, escribir todo por sí mismo: cartas,
notas, pensamientos, artículos, libros. Pero no es cuestión de subestimar el resto
que me queda, que es mucho y que es lo que en verdad vale más... Libre, a pesar
de todo, gozar de un alegre chorro del sol, de las manchas coloreadas de las
flores, de los rasgos de un rostro. Tengo la alegría siempre de poder escuchar las
palabras de un amigo, la lectura de un buen poema; puedo escuchar el canto
melodioso o una sinfonía que llena de nuevo calor a todo mi ser.. He podido
conservar el afecto de mi familia, la amistad , de mis amigos, la facultad de amar..
Puede ser que aparezca como delirio de risa lo que he dicho, pero tengo la
temeridad de afanar que me siento hoy emergiendo del mar inmenso de la vida
por una gigantesca marea de juventud".
Al logro de este renacimiento, de esta especie de resurrección del hombre, abatido
por los males del cuerpo, y también por los daños que atacan el espíritu, se
100
orienta "la indemnización del DAÑO FISIOLOGICO O A LA VIDA DE
RELACION". 169
El Consejo de Estado apoyó su decisión en la conocida postura que sobre el tema
tiene el tratadista TAMAYO 170 quien, al igual que un gran sector de la doctrina,
reconoce que la víctima nunca estará cerca de la posición y situación anterior que
ostentaba antes de la ocurrencia del daño, puesto que la afectación le impedirá
seguir desplegando con los placeres comunes de la vida, para lo cual, debe existir
la respectiva reparación diferente al perjuicio moral.
Vale decir, que a su vez, la figura integrada por el Consejo a través de la posición
anteriormente descrita tiene sus orígenes en la jurisprudencia francesa; en ese
país tal figura se denomina como préjudice d´agrément en el cual la jurisprudencia
gala ha identificado como la solución cuando por causa del daño, se general la
imposibilidad de practicar un deporte o un pasatiempo favorito, las cuales generan
placer a aquel que las adelanta. 171 EL préjudice d´ agrément, también conocido
como perjuicio de agrado 172 , tiene como punto de inicio la lesión física a la víctima,
lesión que le impedirá gozar de sus actividades placenteras 173 . Se trata pues de
un daño físico que priva a la víctima de los placeres de vivir.
Ahora intentando dar una definición a este concepto podemos tomar como punto
de partida la definición del Comité de Ministros de la Unión Europea, la cual
parece apropiada:
169
Consejo de Estado, Sección Tercera, 6 de mayo de 1993, Consejero Ponente Dr. Julio César
Uribe Acosta, exp: 7428.
170
TAMAYO. Op. Cit. p 139.
171
NAVIA. Op. Cit, p 77.
172
Idem. p 87.
173
Un sector de la doctrina, entre los cuales encontramos a Henao, Navia y Tamayo, sostienen que
desde la realidad de las cosas, es mejor hablar de perjuicio de desagrado debido a que no es
viable hablar de un perjuicio de agrado, porque en sí ningún daño conlleva agrado.
101
“Es una disminución de los placeres de la vida causada principalmente por la
imposibilidad de dedicarse a ciertas actividades placenteras” 174
En complemento de la anterior definición podemos citar a la doctrina italiana, la
cual ha dicho:
“El daño que una persona física padece a causa de una lesión de su integridad
Física o de la salud, y que consiste en la disminución de las posibilidades del
sujeto de ejercer normalmente su personalidad en el medio social” 175
5.2. Contenido del Daño a la vida de relación.
Vale decir, que como bien lo señala el profesor HENAO 176 , aunque la decisión
contenida en la Sentencia de 1993 fue acertada en cuanto a la ruptura de la
“antigua” teoría del perjuicio inmaterial, puede ser catalogada por tardía.
En efecto, el juez, contaba para ese momento con la norma consagrada en el
Decreto 1260 de 1970, en el cual en su artículo 4º consagraba que cuando se
discutía el derecho al uso del nombre, se podía demandar la indemnización de los
daños a los bienes de la personalidad y del daño moral que haya sufrido la
persona demandante, la cual pudo haber sido el mejor sustento para realizar la
labor encomendada a la Jurisprudencia para poner en funcionamiento al “derecho
vivo” dentro del marco jurídico en Colombia.
Se señala que el Consejo de Estado fue dubitativo antes de adoptar la decisión
final contenida en la tan citada sentencia del 6 de Mayo de 1993, casi 20 años
antes de la Sentencia del DOCTOR URIBE ACOSTA, la Corte Suprema de
Justicia, con ponencia del ilustrísimo maestro FERNANDO HINESTROSA había
174
Resolución No 75 – 7 de 1975.
ROZO SORDINI. Op. Cit., p 95.
176
HENAO, Op. Cit, p 264.
175
102
sentenciado que procedía la reparación o compensación del daño a la actividad
social no patrimonial y al daño moral 177 . A su vez, tan sólo con un año de
antelación, es decir, en 1992, la sección tercera del Consejo de Estado, intentó
realizar un acercamiento a la materia, en un caso donde se superó la suma
máxima otorgada como reparación del perjuicio moral – 1000 gramos Oros - en
800 gramos de Oro puro, en la Sentencia del 14 de Febrero de 1992, se tuvo que
además del comúnmente reconocido perjuicio moral, existían incidencias
traumáticas en el campo afectivo, de carácter extraordinario, provenientes del
daño sufrido físico por la víctima 178 , en este caso, al momento de ordenar la
liquidación el Consejo de Estado, como se dijo rompió con el límite en ese
momento existente, y obró de tal forma, como si estuviera reparando un perjuicio
moral de gravedad severa, debido a que fue a éste perjuicio al cual se imputó el
excedente en la liquidación.
Como se ha venido mencionando a lo largo de este capítulo, en la sentencia del 6
de mayo, se incorporó a nuestra jurisprudencia el concepto de Perjuicio
Fisiológico, veamos un aparte más de dicha providencia:
“La sala procede a dar paso jurisprudencial en virtud del cual hay lugar, en casos
como el presente, al reconocimiento y pago del perjuicio fisiológico o a la vida de
relación. Éste debe distinguirse, en forma clara del daño material, en su modalidad
de daño emergente y lucro cesante, y también de los perjuicios morales
subjetivos.
...Mientras que el primero impone una reparación de la lesión pecuniaria causada
al patrimonio, y el segundo busca darle a la víctima la posibilidad de remediar en
parte “...no sólo las angustias y depresiones producidas por el hecho lesivo, sino
también el dolor físico que en un momento determinado pueda sufrir la víctima de
177
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, 4 de Abril de 1968, Gaceta Judicial Tomo
CXXXIV, P 58.
178
NAVIA. Op. Cit., p 82.
103
un accidente...” (Javier Tamayo Jaramillo, De la Responsabilidad Civil, T. II, p
139), el perjuicio fisiológico o a la vida de relación, exige que se repare la pérdida
de la posibilidad de realizar “...otras actividades vitales que, aunque no producen
rendimiento patrimonial, hacen agradables la existencia” (Javier Tamayo Jaramillo,
Op Cit, p 144)”
179
La inclusión de este perjuicio a la jurisprudencia de daños en materia pública
pareció obedecer a cuatro aspectos los cuales bien pueden resumirse de la
siguiente forma:
1. El reconocimiento de esos nuevos rubros indemnizatorios en la doctrina y
jurisprudencia a nivel internacional. (V.gr. Préjudice d´agrément en Francia y el
daño a la vida de relación en Italia.
2. El Principio expuesto por ALESSANDRI según el cual “toda interpretación que
tienda a ampliar el ámbito de la Responsabilidad es preferible a aquel que lo
restringa”.
3. La lógica jurídica consistente en que frente a la ocurrencia de un daño se debe
dejar Indemne a la Víctima.
4. La visión amplía que para la época (teniendo en cuenta la realidad nacional)
tenía el Consejo de Estado sobre la personas como sujeto de derecho.
Ahora, el profesor NAVIA 180 , nos advierte de un error, confirmado también por el
profesor HENAO 181 , en cuanto a la forma como fue liquidado el perjuicio. Se
asigno una suma de dinero para que con la rentabilidad se atendiera a los costos
179
Consejo de Estado, Sección Tercera, 6 de mayo de 1993, Consejero Ponente Dr. Julio César
Uribe Acosta, exp: 7428.
180
NAVIA. Op. Cit., p 83.
181
HENAO. Op. Cit., p 267.
104
de una persona que acompañará a la víctima en su silla de ruedas, cuando tuviera
la necesidad de trasladarse. Lo anterior, en concepto personal, obedece a la
lógica del perjuicio material en su modalidad de daño emergente futuro, lo que
conlleva ha afirmar la contradicción entre la parte motiva de la sentencia y su parte
resolutiva.
La desviación jurisprudencial señalada atrás, fue base de numerosas sentencias al
respecto, en lo referente a aumentar la liquidación que como concepto de perjuicio
moral se había realizado y en lo referente a imputar esa suma a gastos para
sobrellevar la situación de la víctima; veamos unos ejemplos:
“Revela lo anterior cierta insensibilidad en el juzgador de instancia y, pese a que
éste posee cierta autonomía al manejar su arbitrio, la Sala aumentará el valor de
la indemnización por el daño moral para hacerlo equivalente a 750 gramos oro e
igual suma impondrá por daño fisiológico. Así, dadas las secuelas sufridas en
puntos de especial neuralgia para la víctima de las lesiones, la condena por estos
dos conceptos se estima equitativa y resarcitoria. En cuanto al daño fisiológico se
sigue la orientación de la jurisprudencia, en especial la expuesta en la sentencia
de mayo 6 de 1993, de la cual fue ponente el señor, consejero Uribe Acosta
(Pr.7428, John Jairo Meneses)”. 182
“En lo que respecta a la condena que por perjuicios fisiológicos hizo el tribunal el
sentenciador la incrementará a la suma de diez millones de pesos con cuya
rentabilidad podrá asumir los costos de una enfermera cuando las circunstancias
lo exijan.” 183
“De otro lado, también habrá lugar a reconocer a favor de la víctima, la suma de
tres millones de pesos, para que el rendimiento de ese monto cubra los gastos
182
Consejo de Estado, Sección Tercera, 16 de Noviembre de 1993, Consejero Ponente Dr. Carlos
Betancur Jaramillo 7778.
183
Consejo de Estado, Sección Tercera, 2 de Octubre de 1996, Consejero Ponente Dr. Jesús
María Carrillo Ballesteros, exp: 9948.
105
que represente la atención de profesionales que requiera para hacer más
agradable la existencia” 184
Posteriormente en Sentencia de 1997 el Consejo de Estado retrocedió en lo hasta
entonces avanzado en el tema, identificando a los perjuicios fisiológicos como un
tipo de perjuicio de naturaleza híbrida, en su sentir, estos no correspondían a una
entidad jurídica propia, pues están compuestos a la vez por perjuicios materiales y
morales, Bajo el entendido en que ésta es “una figura pretoriana para poder
administrar justicia en estos casos en que dichos perjuicios no se recogen o encasillan
totalmente dentro del rubro de los morales, ni de los materiales...Ahora bien, para la
tasación misma de los perjuicios fisiológicos se debe tener en cuenta su naturaleza
jurídica ya que, en cuanto a que materiales que son, pueden ser resarcidos con el precio
equivalente al salario de una enfermera, la dotación de una silla de ruedas......” 185
Tal desacierto fue observado no sólo por la doctrina, dentro del mismo seno del
Consejo de Estado, en Salvamento de Voto del Doctor RICARDO HOYOS
DUQUE se afirmó que:
“El perjuicio de placer es un perjuicio extrapatrimonial que tiene una entidad
propia, lo cual no permite confundirlo con el daño moral (pretium doloris o
Schmerzgeld) o precio del dolor, especie también del daño extrapatrimonial, ni
con el daño material (daño emergente y lucro cesante, art. 1613 del C.C.).
De ahí que no sea exacto considerar como perjuicio de placer el deterioro o
destrucción de instrumentos como gafas, prótesis, sillas de ruedas, bastones,
muletas, etc, mediante las cuales algunas personas suplen sus deficiencias
orgánicas, ya que no hay duda que aquí se trataría de un perjuicio material
bajo la modalidad de daño emergente, en cuanto la víctima tendrá que
efectuar una erogación para sustituir el elemento perdido.
184
Consejo de Estado, Sección Tercera, 4 de Abril de 1997, Consejero Ponente Dr. Jesús María
Carrillo Ballesteros. Exp: 11026.
185
Consejo de Estado, Sección Tercera, 13 de Junio de 1997, Consejero Ponente Dr. Jesús Maria
Carrillo Ballesteros. Exp: 12499.
106
Así mismo, tampoco constituye perjuicio de placer el caso en que la víctima, "a
pesar de no presentar ninguna anomalía orgánica, a causa de la depresión en
que se ve sumergido no puede realizar las actividades normales de la vida,
perjuicio que debe entenderse indemnizado bajo el rubro de lucro cesante
(ganancia o provecho frustrado) a fin de evitar la resurrección del fantasma del
daño moral objetivado, concepto en el que la jurisprudencia buscó englobar en
el pasado las llamadas repercusiones objetivas del daño moral”186
Tal posición fue base fundamental para retomar el sendero para el reconocimiento
no sólo de la existencia del perjuicio fisiológico, sino de su autonomía, en
sentencia del 25 de Septiembre de ese mismo año, con ponencia ahora del
entonces consejero disidente se expresó:
“La indebida utilización del concepto fisiológico parece derivarse de una mala
traducción e interpretación de la jurisprudencia francesa, la cual en una sentencia de
la Corte de Casación del 5 de marzo de 1985 distinguió entre el daño derivado de la
"privación de los placeres de una vida normal, distinto del perjuicio objetivo
resultante de la incapacidad constatada" y los "problemas psicológicos que afectan
las condiciones de trabajo o de existencia de la vida". El perjuicio psicológico, de
acuerdo con esta distinción, constituye un perjuicio corporal de carácter objetivo
que se distingue esencialmente del perjuicio moral reparado bajo la denominación
de perjuicio de placer.
Si se trata de un perjuicio extrapatrimonial mal puede pues asimilársele, así
sea de modo parcial al perjuicio material, especie del daño patrimonial que
como lo ha definido la doctrina, es "…cualquier bien exterior respecto al
sujeto, que sea capaz de clasificarse en el orden de la riqueza material -y por
esto mismo valorable, por su naturaleza y tradicionalmente, en dinero-, idóneo
para satisfacer una necesidad económica. Los bienes comprendidos en la
riqueza material pueden intercambiarse, tanto ellos como sus frutos, con otros
186
Idem.
107
bienes o con frutos de otros bienes; y en consecuencia, su utilidad está
sometida a la comparación con otros valorada en relación con el dinero, que
tiene por función la medida de las utilidades económicas”.
Continuó el Consejo de Estado:
"En el lenguaje corriente e incluso en el empleado usualmente por los juristas,
se habla de un "patrimonio de bienestar", de un "patrimonio de belleza" y
expresiones por el estilo; al mismo tiempo y en forma correlativa se emplea
"daño patrimonial" para designar también el perjuicio que afecta al bienestar, a
la belleza y, en general, a todos los bienes inherentes a la persona, en los que
no pueden encontrarse los caracteres señalados pero que, en su conjunto,
exceden al concepto de patrimonialidad.
Se trata de una desviación del
necesario rigor del lenguaje jurídico, que debe corresponder a una precisión
conceptual y ser expresión de una realidad concreta. Atemperándose a tal
rigor no puede llamarse a cualquier bien de que el hombre puede gozar bien
patrimonialmente, sino tan sólo a aquel que reúne los precisados caracteres
de exterioridad, valorabilidad pecuniaria, y que responda a una necesidad
económica. Este, en el terreno jurídico, es su verdadero significado y de él, no
puede despojarse.
No pueden, por tanto, hacerse entrar en el ámbito
patrimonial bienes internos de la persona, que contrasten con la posibilidad de
una apreciación dineraria, desprovisto de una directa utilidad económica "
187
Sin duda alguna esta sentencia colaboró en su momento a dar tranquilidad y
seguridad sobre el tema que se ha venido desarrollando, en opinión personal, de
haber seguido la tendencia incluida en la Sentencia del 13 de Junio de 1997, el
perjuicio fisiológico habría sido meramente una ilusión transitoria y por tal, un
aporte efímero en la construcción de la teoría del perjuicio en Colombia.
187
Consejo de Estado, Sección Tercera, 25 de Septiembre de 1997. Dr. Ricardo Hoyos Duque.
Exp: 10421.
108
El doctor RICARDO HOYOS DUQUE en la sentencia y salvamento de voto
transcritos in extenso nos proporciona una aproximación al alcance del conocido
hasta ese entonces como perjuicio fisiológico, en el sentido que en estas hipótesis
no se trata de compensar el dolor o la tristeza sentimental – perjuicio moral – ni
mucho menos en indemnizar las consecuencias de orden económico seguidas
después y como causa de la lesión – lucro cesante o daño emergente (en el caso
se confundió inicialmente este concepto con el de lucro cesante, como bien se
anotó anteriormente es un típico caso de daño emergente en su modalidad futuro
– sino de acudir a una reparación integral en atención a los intereses humanos
afectados con ocasión del hecho dañino, atendiendo a que esa vulneración
cercena a la víctima de llevar a cabo las actividades que de no mediar las lesiones
por ella sufrida, adelantaba en su día a día y que le daban sentido y significado a
su desarrollo personal.
Recapitulemos: hasta este punto en la historia del daño a la vida de relación se
tenia, debido a un error conceptual, que el perjuicio fisiológico para ser
considerado como tal, de manera autónoma e independiente debía ser producido
por lesiones a la persona que afectaran sus condiciones de vida o de existencia,
manera que el juez administrativo era particularmente meticuloso y exigente para
el reconocimiento de este perjuicio, entiendo que no toda lesión física per se
acarrea el reconocimiento del perjuicio fisiológico salvo que sea probado que
efectivamente se han modificado las condiciones de la vida de la víctima.
Como bien se anotó en letras anteriores, las consecuencias derivadas de este tipo
de perjuicio, en su momento fueron indebidamente confundidas con el daño
emergente en atención a que las condenas estaban diseñadas a cubrir con los
gastos que la lesión produjera al individuo afectado en procura de hacer su vida
similar a como se encontraba antes de la ocurrencia del daño.
109
Mediante sentencia del 19 de Julio de 2000 188 , la Sección Tercera del Consejo de
Estado en aras de ejercer su labor de unificación de jurisprudencia profirió una
providencia que ayuda en gran medida a entender la lógica de este perjuicio.
En efecto, en esa sentencia que a continuación se procederá a analizar, el
Consejo de Estado decidió bajo reflexiones académicas centrar y cambiar el
concepto y contenido del perjuicio a la vida de relación.
En esa sentencia se hizo referencia a la Sentencia de Ponencia del DOCTOR
RICARDO HOYOS DUQUE explicada en hojas anteriores (Providencia del 25 de
Septiembre de 1997), afirmando que para ese entonces, ya era predecible la
renuncia del concepto de perjuicio fisiológico por parte del Máximo Tribunal, pero
en dicha decisión al concluir su motivación no se procedió de tal forma.
En la Sentencia del 19 de Julio, se advirtió que el concepto de perjuicio fisiológico
se venía asimilando en ciertas ocasiones al de daño a la vida de relación,
particularmente entre 1997 y 2000, agravando de cierta manera la “confusión”
conceptual existente en ese momento.
En efecto, señaló el Consejo de Estado:
“Debe insistirse ahora, entonces, con mayor énfasis, en que el daño
extrapatrimonial denominado en los fallos mencionados “daño a la vida de
relación”, corresponde a un concepto mucho más comprensivo, por lo cual resulta
ciertamente inadecuado el uso de la expresión perjuicio fisiológico, que, en
realidad, no podría ser sinónima de aquélla, ni siquiera en los casos en que este
daño extrapatrimonial – distinto del moral – es consecuencia de una lesión física o
corporal. Por esta razón, debe la Sala desechar definitivamente su utilización. En
efecto, el perjuicio aludido no consiste en la lesión en sí misma, sino en las
188
Consejo de Estado, Sección Tercera, 19 de Julio de 2000, Consejero Ponente Dr. Alier Eduardo
Hernández E. Exp: 11842.
110
consecuencias que, en razón de ella, se producen en la vida de relación de quien
la sufre.” 189
Al reconocer que este tipo de perjuicio no tenia como fuente única a las lesiones
corporales, (reconocidas como perjuicio moral en la etapa previa a 1993), sino a
que a otras causas, ampliando su contenido desde una orientación que incluyera
el carácter lúdico o placentero que brinda un cuerpo sano y busca en algo
reemplazar las actividades de la vida, o lo que el individuo con ocasión del daño lo
será posible realizar
190
(resaltado fuera de texto original).
Con esta afirmación se concluye que el daño a la vida de relación es un concepto
omnicomprensivo, es decir, aquel en el cual se pueden incluir varias hipótesis en
las cuales se incluyen las diversas formas en las que el ser humano obra en
sociedad, relaciones de éste con su entorno, generalmente reconocidas por su
carácter asociativo.
Observemos la posición del Consejo de Estado al respecto contenida en la
sentencia en Estudio:
“De otra parte, se precisa que una afectación de tal naturaleza puede surgir de
diferentes hechos, y no exclusivamente como consecuencia de una lesión
corporal.
De otra manera, el concepto resultaría limitado y, por lo tanto,
insuficiente, dado que, como lo advierte el profesor Felipe Navia Arroyo,
únicamente permitiría considerar el perjuicio sufrido por la lesión a uno solo de
los derechos de la personalidad, la integridad física.
Así, aquella afectación puede tener causa en cualquier hecho con virtualidad
para provocar una alteración a la vida de relación de las personas, como una
acusación calumniosa o injuriosa, la discusión del derecho al uso del propio
189
190
Idem.
GIL BOTERO. Op. Cit., p 65.
111
nombre o la utilización de éste por otra persona (situaciones a las que alude,
expresamente, el artículo 4º del Decreto 1260 de 1970), o un sufrimiento muy
intenso (daño moral), que, dada su gravedad, modifique el comportamiento
social de quien lo padece, como podría suceder en aquellos casos en que la
muerte de un ser querido afecta profundamente la vida familiar y social de una
persona. Y no se descarta, por lo demás, la posibilidad de que el perjuicio a la
vida de relación provenga de una afectación al patrimonio, como podría ocurrir
en aquellos eventos en que la pérdida económica es tan grande que – al margen
del perjuicio material que en sí misma implica – produce una alteración
importante de las posibilidades vitales de las personas.”
En concordancia con lo anterior, en reciente pronunciamiento ha dicho el Máximo
Tribunal de lo Contencioso Administrativo:
“En efecto, este daño inmaterial afecta la vida exterior de la persona, en cuanto
supone la modificación negativa de la posibilidad que ésta tiene de relacionarse
con los demás seres y con las cosas del mundo y, por lo tanto, la reducción de sus
facultades para realizar actividades de toda índole, placenteras o rutinarias, la
modificación de sus roles vitales y de sus proyectos 191 ”
Resulta importante reflexionar sobre un aparte de la Sentencia transcrita, en el
que se hace referencia al intenso perjuicio moral que modifica las condiciones de
la vida de la persona.
Para el efecto, conviene entonces preguntarnos, que se requiere para que un
perjuicio moral sea objeto de reparación mediante su reconocimiento del perjuicio
a la vida de relación y no como perjuicio moral?, Veamos un ejemplo:
191
Consejo de Estado, Sección Tercera, 29 de Enero de 2004, Consejero Ponente Dr. Alier
Hernández Enríquez. Exp: 18274.
112
La muerte de un hijo, cuya madre cuatro años después de los hechos, como
consecuencia del daño, se encuentra sin trabajo, su matrimonio ha terminado, y se
ha vuelto consumidora en exceso de alcohol.
Mediante un dictamen pericial, en el cual se le diagnosticó a la madre un trastorno
mental denominado "DUELO Patológico”, el cual se puede distinguir del DUELO
NORMAL que se produce en la mayoría de las personas que sufren la pérdida de
un ser querido en los siguientes términos:
"Normalmente una persona experimenta la pérdida de un ser querido, es presa de
sentimientos de tristeza y pesar, de intensidad variable según la persona y las
circunstancias.
A continuación inicia un período de duelo durante el cual va
elaborando mentalmente los sentimientos que le produjo la pérdida experimentada
hasta que los supera llegando a la aceptación de lo ocurrido y termina el período
de duelo que no ha tenido una duración excesiva -una característica importante de
la normalidad de un duelo, es que la persona prosigue durante este período
llevando una vida normal y no abandona sus responsabilidades laborales,
sociales, familiares y personales.
"En el caso de María Rocío Tabares el duelo no tiene ninguna de las
características que hemos descrito al exponer en qué consistía un duelo normal.
“- Dijimos que la duración de un duelo normal es breve y en este caso, no se ha
elaborado y superado después de cuatro años.
“- También cuando la evolución es normal, el sujeto sigue desempeñando las
actividades inherentes a su vida habitual. María Rocío Tabares no ha vuelto a
reanudar su trabajo que interrumpió al perder a su hijo a pesar del menoscabo
económico que ello implica para ella, no tiene ningún contacto social viviendo en el
aislamiento, no ha reconstruido su vida conyugal destruida a raíz de su tragedia y
ha caído en el abuso del alcohol que ha buscado como remedio a su
113
desesperación siendo el abuso de esta sustancia no un remedio sino un agravante
de su estado anímico.
"Por lo tanto el DUELO en este caso merece el nombre de PATOLÓGlCO y no de
NORMAL.
"Además a este diagnóstico, que es el fundamental, se agregan como fenómeno
de comorbilidad o de complicación patológica los siguientes:
“- ABUSO DEL ALCOHOL.
“- DEPRESIÓN MAYOR.
En este caso, el Consejo de Estado Concluyó:
“...con la muerte de su hijo, la señora María Rocío Tabares experimentó un
sufrimiento de tal intensidad, que le produjo un trastorno mental, diagnosticado
como duelo patológico, el cual le modificó su vida en los siguientes aspectos: la
vida matrimonial que llevaba con el señor José Daniel Becerra se terminó; al igual
que su vida laboral, dado que dejó de realizar sus actividades profesionales, lo
cual condujo a que la responsabilidad económica pasara a su progenitora Carolina
Calderón; también su vida social se limitó a su madre, con quien vivía después de
su separación; y, su vida personal se concentró en venerar la memoria de su hijo
en el cementerio, en las condiciones relatadas por los referidos testigos. En tales
condiciones, la Sala considera que está demostrada la existencia de perjuicios a la
vida de relación, sufridos por la madre del joven José Fernelly Becerra, de manera
grave y definitiva en su vida personal, familiar, laboral y social, en las
circunstancias antes descritas” 192 .
192
Consejo de Estado, Sección Tercera, 23 de Agosto de 2001, Consejero Ponente Dr. Germán
Rodriguez Villamizar. Exp: 13745.
114
En opinión personal uno de los grandes aportes realizado por la Sentencia en
estudio, consiste en que la afectación no necesariamente debe recaer sobre
aquellas actividades catalogadas como “placenteras”. Frente a lo cual se realiza
los siguientes interrogantes: Acaso la vida del ser humano no está llena de
actividades que generan ese sentimiento de goce o de placer al cual ha aludido
siempre el Consejo de Estado?, como puede señalarse en un caso particular por
el juez de conocimiento que para determinada persona una actividad en concreto
es de placer o no?, como y que calidades de prueba son necesarios para
demostrar el carácter de placentero de algo?.
Como se dijo, la Providencia reseñada acá presenta un interesante lineamiento:
“Debe advertirse, adicionalmente, que el perjuicio al que se viene haciendo
referencia no alude, exclusivamente, a la imposibilidad de gozar de los placeres de
la vida, como parece desprenderse de la expresión préjudice d´agrement (perjuicio
de agrado), utilizada por la doctrina civilista francesa. No todas las actividades
que, como consecuencia del daño causado, se hacen difíciles o imposibles,
tendrían que ser calificadas de placenteras.
Puede tratarse de simples
actividades rutinarias, que ya no pueden realizarse, o requieren de un
esfuerzo excesivo.
Es por esto que, como se anota en el fallo del 25 de
septiembre de 1997, algunos autores prefieren no hablar de un perjuicio de
agrado, sino de desagrado.
Lo anterior resulta claro si se piensa en la
incomodidad que representa, para una persona parapléjica, la realización de
cualquier desplazamiento, que, para una persona normal, resulta muy fácil de
lograr, al punto que puede constituir, en muchos eventos, un acto reflejo o
prácticamente inconsciente.” (Resaltado fuera de texto).
Frente al tema en particular conviene realizar referencia al tema de las
alteraciones en las condiciones de existencia, teoría Francesa sobre el
perjuicio acá desarrollado que en su momento fue tenido como objeto de estudio
115
por el Consejo de Estado en la sentencia aludida a lo largo de este capítulo.
Veamos.
Las alteraciones en las condiciones de existencia o en francés troubles dans les
conditions d´existence como bien lo señala el profesor HENAO 193 citando al
Maestro Rene Chapus se define como “una modificación anormal del curso de la
existencia del demandante, en sus ocupaciones, en sus hábitos o en sus
proyectos”.
En derecho francés este concepto es aplicado al caso de la muerte de personas
debido a su potencialidad de modificar la vida familiar, caso como el del caso
Letisserand donde con ocasión de la muerte de un padre se indemnizó las
alteraciones de las condiciones de sus tres hijos. 194
Así mismo, es reconocido respecto del cambio brusco que se presenta en la vida
profesional, cuando por la gravedad de las lesiones la persona tiene que cambiar
de profesión. Pero este concepto no ha sido de desarrollo pacífico en el país galo,
la doctrina y la jurisprudencia han discutido constantemente sobre su autonomía y
naturaleza, pero vale decir, sin entrar a explicar todo el proceso para su
reconocimiento como perjuicio con entidad propia en el derecho francés, que en la
actualidad junto con el perjuicio moral, las alteraciones en las condiciones de
existencia, son los rubros que identificados como inmateriales son reparados en
tal jurisdicción.
Precisamente frente al concepto brevemente analizado, el Consejo de Estado de
Colombia rechazó su aplicación en nuestro sistema jurisprudencial por que en el
entender de la Sección Tercera todo perjuicio altera las condiciones de existencia
de la víctima en todos sus ámbitos, dijo el Consejo:
193
194
HENAO. Op. Cit., p 252.
Idem.
116
“Para designar este tipo de perjuicio, ha acudido la jurisprudencia administrativa
francesa a la expresión alteración de las condiciones de existencia.....No obstante,
considera la Sala que su utilización puede ser equívoca, en la medida en que, en
estricto sentido, cualquier perjuicio implica, en sí mismo, alteraciones en las
condiciones de existencia de una persona, ya sea que éstas se ubiquen en su
patrimonio económico o por fuera de él. Tal vez por esta razón se explica la
confusión que se ha presentado en el derecho francés, en algunos eventos, entre
este tipo de perjuicio y el perjuicio material...” 195
Rechazada la institución francesa se acudió nuevamente a la doctrina y
jurisprudencia extranjera en búsqueda de solución. En esta oportunidad tal misión
de socorro fue encomendada a la doctrina Italiana. En efecto, en nuestra nueva
sentencia de principio se dijo:
“De acuerdo con lo anterior, resulta, sin duda, más adecuada la expresión daño a
la vida de relación, utilizada por la doctrina italiana, la cual acoge plenamente esta
Corporación. Se advierte, sin embargo, que, en opinión de la Sala, no se trata
simplemente de la afectación sufrida por la persona en su relación con los seres
que la rodean. Este perjuicio extrapatrimonial puede afectar muchos otros actos
de su vida, aún los de carácter individual, pero externos, y su relación, en general,
con las cosas del mundo.
En efecto, se trata, en realidad, de un daño
extrapatrimonial a la vida exterior; aquél que afecta directamente la vida interior
sería siempre un daño moral.”
Cabe recordar la definición dada a inicios de este capítulo sobre el daño a la vida
de relación en el derecho italiano:
195
Consejo de Estado, Sección Tercera, 19 de Julio de 2000, Consejero Ponente Dr. Alier Eduardo
Hernández E. Exp: 11842.
117
“El daño que una persona física padece a causa de una lesión de su integridad
Física o de la salud, y que consiste en la disminución de las posibilidades del
sujeto de ejercer normalmente su personalidad en el medio social” 196
Para los autores italianos el perjuicio a la vida de relación es en parte un
componente del daño a la salud o daño biológico – sobre el cual volveremos
después - (dependiendo de la terminología que sea empleada si se es partidario
de la Corte Constitucional de ese país o de la escuela de Pisa), para el derecho de
ese país europeo, “el daño a la vida de relación puede también encontrar su fuente en la
lesión tanto en la integridad psicofísica como de cualquier otro bien de la personalidad,
además de las consecuencias interiores ocasionadas por la consiguiente limitación de la
libertad de la víctima de actuar de manera autónoma en la actividad extralaboral,
sirviéndose, en la vida de todos los días, de sus capacidades psicofísicas, prescindiendo
de la utilidad
sociales”
197
económica que eventualmente le podría derivar de las relaciones
.
Adoptado pues por la Jurisprudencia colombiana este concepto, en los alcances y
condiciones mencionadas anteriormente, resta decir que en la Sentencia base de
este capítulo se determinó que este perjuicio a la vida de relación es también
predicable de los familiares de la víctima, ajustándose a la exigente labor
probatoria que debe asistir a los demandantes. Además se estableció que en
eventos de dificultad de apreciación se pueden recurrir a iguales presunciones e
indicios utilizados por el juez al tratarse del perjuicio moral:
“...este perjuicio extrapatrimonial puede ser sufrido por la víctima directa del daño
o por otras personas cercanas a ella, por razones de parentesco o amistad, entre
otras. Así, en muchos casos, parecerá indudable la afectación que – además del
perjuicio patrimonial y moral – puedan sufrir la esposa y los hijos de una persona,
en su vida de relación, cuando ésta muere. Así sucederá, por ejemplo, cuando
196
197
ROZO SORDINI. Op. Cit., p 95.
ROZO SORDINI. Op. Cit, p 96.
118
aquéllos pierden la oportunidad de continuar gozando de la protección, el apoyo o
las enseñanzas ofrecidas por su padre y compañero, o cuando su cercanía a éste
les facilitaba, dadas sus especiales condiciones profesionales o de otra índole, el
acceso a ciertos círculos sociales y el establecimiento de determinadas relaciones
provechosas, que, en su ausencia, resultan imposibles.
Concluye el Consejo de Estado:
“la existencia e intensidad de este tipo de perjuicio deberá ser demostrada, dentro
del proceso, por la parte demandante, y a diferencia de lo que sucede, en algunos
eventos, con el perjuicio moral, la prueba puede resultar relativamente fácil, en la
medida en que, sin duda, se trata de un perjuicio que, como se acaba de explicar,
se realiza siempre en la vida exterior de los afectados y es, por lo tanto, fácilmente
perceptible. Podrá recurrirse, entonces, a la práctica de testimonios o dictámenes
periciales, entre otros medios posibles.
Lo anterior debe entenderse, claro está, sin perjuicio de que, en algunos eventos,
dadas las circunstancias especiales del caso concreto, el juez pueda construir
presunciones, con fundamento en indicios, esto es, en hechos debidamente
acreditados dentro del proceso, que resulten suficientes para tener por
demostrado el perjuicio sufrido.
Un ejemplo claro de esta situación podría
presentarse en el caso que nos ocupa, en el que si bien el perjuicio
extrapatrimonial a la vida de relación de José Manuel Gutiérrez Sepúlveda se
encuentra perfectamente acreditado, con base en los dictámenes periciales
practicados, como se verá en seguida, su existencia e incluso su intensidad
habrían podido establecerse a partir de la sola demostración de la naturaleza de la
lesión física sufrida y las secuelas de la misma, a más de las condiciones en que
se desarrollaba, según los testimonios recibidos, su vida familiar y laboral, antes
del accidente. 198 ”
198
Consejo de Estado, Sección Tercera, 19 de Julio de 2000, Consejero Ponente Dr. Alier Eduardo
Hernández E. Exp: 11842.
119
Otro ejemplo, lo encontramos en un caso en el cual las víctimas demandantes
eran unos magistrados miembros de la Sala Civil de Tribunal Superior de Ibagué;
interesante afirmación hizo el Consejo de Estado:
“Atendiendo el criterio consagrado en el artículo 16 de la Ley 446 de 1998, de
acuerdo con el cual la indemnización debe ser integral, estima la Sala pertinente
señalar que en el sub examine resulta procedente la condena al pago de los
perjuicios a la vida de relación, sufridos por los señores José Joaquín Valencia
Díaz, Euclides Roa Escobar y Hernán Vicente Verástegui García. En efecto, si
bien en la demanda no se solicitó expresamente la indemnización de los perjuicios
a la vida de relación de los citados actores, ya que al formular las pretensiones
sólo se hizo referencia a los perjuicios morales y materiales, la Sala
reiteradamente ha señalado que deben reconocerse tales perjuicios, toda vez que
una interpretación de la demanda, permite establecer que la misma hizo referencia
a la alteración de las condiciones normales de vida de los actores y sus familias.
En tales condiciones, en el caso bajo estudio resulta procedente la condena al
pago del daño a la vida de relación, pues en las demandas se hace referencia a
los cambios de comportamiento asumidos por los en ese entonces Magistrados de
la Sala Civil del Tribunal Superior de Ibagué, así como a la alteración de las
condiciones de vida de sus familias, lo que se encuentra acreditado con los
testimonios antes citados, los cuales refieren, según se vio, la afectación de las
condiciones normales de vida de los actores.” 199
Como se mencionó anteriormente es un concepto – el perjuicio a la vida de
relación – amplio, omnicomprensivo y abstracto en el cual, el Consejo de Estado
colombiano introduce todos aquellos perjuicios, (algunos bien podrían tener
entidad propia) que dada la influencia del perjuicio moral en el debate, no pueden
ser considerados como tal, por poseer claros caracteres diferenciadores de aquel.
199
Consejo de Estado, Sección Tercera, 20 de Marzo de 20003, Consejero Ponente Dr. Germán
Rodriguez Villamizar. Exp. 11308.
120
El perjuicio a la vida de relación en cuanto a su construcción, no se ha consolidado
de la manera en que se esperaría, dentro de este término cabe todo perjuicio
extraño y ajeno a la lógica del moral y de aquellos con consecuencias
económicas, siendo esto, dentro de términos respetuosos, algo en buena medida
arbitrario. Como se vera a continuación, parecería que la teoría de estos perjuicios
en Colombia, sigue acoplándose a los lineamientos y al tiempo del fallo Villaveces.
121
6. DE LA REPARACIÓN Y VALORACIÓN DE LOS PERJUICIOS
INMATERIALES.
“ El resarcimiento del perjuicio,
debe guardar correspondencia
directa con la magnitud del daño
causado, mas no puede superar
ese límite”
Sentencia C – 197 de 1993
Corte Constitucional de Colombia.
Uno de los principales problemas encontrados en el derecho de daños es el de la
reparación. Sin duda alguna, tal dificultad proviene de la discusión en la cual la
doctrina y la jurisprudencia se han preguntado el como reparar un perjuicio que ha
afectado a esos bienes que se encuentran ajenos a la lógica de la equivalencia
económica por carecer precisamente de una valoración expresados en dinero.
Por eso para los perjuicios catalogados como inmateriales, sin importar la tipología
que sea acogida, debe hablarse en estricto sentido de compensación. Esto es, el
de proporcionar a la víctima del daño en términos monetarios en general, un
equivalente que de una forma satisfaga su dolor, que “compense” el perjuicio
ocasionado.
122
Precisamente, la reparación de los perjuicios que afectan los intereses de carácter
inmaterial no busca que la víctima quede materialmente indemne, por el contrario,
busca mitigar la pena, hacerla llevadera y que ese sufrimiento sea sentido en las
mejores condiciones posibles. Nunca en el caso de estos perjuicios, la
situación previa de la víctima podrá ser igual.
No se trata pues, de monetarizar las lágrimas, el dolor, el sufrimiento, la pena, las
frustraciones, ni de castigar al responsable, se trata de generar en la víctima una
sensación de alivio, de disminuir su malestar, su incomodidad. Es entonces un
equivalente compensatorio.
Como se mencionó en la introducción de este trabajo, el daño para que sea
indemnizable debe ser cierto y personal, de manera que cumplidos estos dos, el
daño será resarcible.
Como bien lo señala ALESSANDRI 200 la reparación es equivalente cuando ante la
imposibilidad de hacer desaparecer el daño, sólo procura a la víctima
una
compensación del mismo, bien por que sea materialmente irreparable o por que
expresamente existe norma legal que así lo consagre.
La compensación por lo general, consiste en una cantidad de dinero, es su forma
normal, ha sido y seguramente seguirá siendo la pretensión de los demandantes y
el componente indemnizatorio de los fallos del Consejo de Estado. La anterior
afirmación no significa que hoy en día la compensación en dinero sea el único
medio existente para tal fin, en efecto afirma ALESSANDRI:
200
ALESSANDRI RODRÍGUEZ, Arturo. De la responsabilidad Extracontractual en el derecho civil.
Santiago: Ediar. 1893. P 533.
123
“La víctima puede pedir el equivalente que más le convenga. Puede también
acumularse dos o más equivalentes, siempre que no procuren una reparación
superior al daño causado....” 201
No obstante de tener la facultad de solicitar “equivalentes” de distinta naturaleza,
que bien pueden comportar en parte obligaciones de hacer o no de no hacer,
como por ejemplo reconocer públicamente perdón por la ocurrencia del daño,
como en el reciente fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos donde
se condenó a Colombia por la muerte de 19 comerciantes, el dinero permite que la
víctima y los damnificados procuren una reparación mas adecuada para cumplir
con su fin compensatorio, en estos eventos la indemnización in natura
es
difícilmente predicable, entendida aquella como el restablecimiento de la situación
original, la cual vale decir, claramente propia de los perjuicios materiales. De ahí
que podemos afirmar que cuando sea tal reconocimiento a petición de parte, muy
difícil será que se acceda a otro equivalente.
Por la dificultad en este tipo de reparaciones, el juez ha sido el encargado de
establecer las reglas y criterios para acercarse a una adecuada forma de
reparación, en efecto, el arbitrio judicial se ha consolidado como el instrumento
que pacíficamente ha venido tomando toda la importancia para la aplicación de la
reparación.
Ahora bien, En Consejo de Estado en cuanto a la reparación de este tipo de daños
ha tenido varios criterios cuantitativos para delimitar su decisión en buen cause.
En una primera etapa, comprendida por las vigencias de los Códigos Penales de
1936 y 1980, la jurisprudencia asumió criterios cuantitativos por lo general
máximos, al momento de reparar el daño moral.
201
Ibidem. P 535.
124
En el periodo del Código de 1936, una década posterior al Fallo Villaveces, se
estableció un tope monetario para los daños morales, en el cual el juez podía
oscilar a efectos de señalar la cuantía de la indemnización, el tope era el
establecido por el Código Penal de 1936 el cual en su artículo 95 disponía:
“Cuando no fuere fácil o posible evaluar pecuniariamente el daño moral
ocasionado por el delito, podrá fijar el juez prudencialmente la indemnización que
corresponda al ofendido hasta $ 2.000”.
La jurisdicción Ordinaria asumió que dicho límite era de obligatorio cumplimiento y
que no podía ser rebasado por ser señalado directamente por la ley obedeciendo
a la lógica que en él se entendían incluidos todos los daños “extrapatrimoniales”
que produjera el delito o el daño, adicionalmente se precisó, que dicho límite debía
ser aplicado igualmente por los jueces civiles y por los jueces administrativos.
Entrada la década de los ochenta, con la expedición de un nuevo Código Penal,
tal límite fue modificado por el valor del oro en gramos. Bien nos explica este
cambio el doctor NAVIA 202 :
“El artículo 106 del Código Penal de 1980 sienta, en su inciso 1º, una regla similar
a la del artículo 95 del Código Penal de 1936, con la diferencia de que el tope de
la indemnización por daño moral se fija en gramos oro, concretamente en 1000
gramos oro...Al acoger la alternativa de la corrección monetaria por laque había
optado el Consejo de Estado dos años antes ∗ ,
sus miembros buscaron, ∗∗
exclusivamente, restablecer el valor real, en poder adquisitivo, de los $2.000 de
1936, empleando el mismo razonamiento empleado por esa alta corporación de
justicia, a saber: si en esa época con $ 2.000 se adquirían 1.000 gramos oro, el
202
NAVIA. Op. Cit, p. 57.
En efecto, Saavedra nos señala que tal cambió ocurrió en 1978, tomando como base el precio del
gramo oro puro en el mercado mundial.
∗∗
Se refiere a la Comisión Redactora del Código Penal.
∗
125
valor del tope debía ser fijado en esta mercancía, con el fin de escapar de la
devaluación de la moneda.”
Adicionalmente, el artículo 106 del Código Penal de 1980, estableció que además
del tope mencionado, el juez para determinar la cuantía de la reparación debía de
tener en cuenta las modalidades de la infracción, la naturaleza de la conducta,
las condiciones de la persona ofendida y la naturaleza y consecuencia del agravio
sufrido
El criterio resaltado fue origen de discusiones, dudas y reclamos debido al clamor
de muchos consistente en que los lineamientos dados por el legislador
desconocían la realidad del derecho de daños, al sujetar la medida de la condena
a la entidad del daño mismo y a su conducta generadora (culposa o dolosa) lo que
podía permitir que en ocasiones se compensara más de lo que se debía o que se
compensara menos, desconociendo el principio básico del derecho recordado por
el Maestro HINESTROSA según el cual “hay que reparar el daño, sólo el daño y
nada más que el daño”, siendo extraña tal situación al debate reparatorio.
La doctrina terminó por concluir, vale decir, que correctamente, que tal disposición
al señalar todos los factores involucrados en el hecho se proporcionaba al juez
algunos criterios para fallar en equidad, ya que no se trataba de imponer una
pena privada, teniendo que atender principalmente a la persona de la víctima.
Fijado el tope en 1.000 gramos oro, el Consejo de Estado señalando que la norma
del Código Penal estudiada era una norma de carácter general en atención a lo
que busca es la indemnización plena de perjuicios 203 , adoptó el limite como
203
Como lo señala Navia, la jurisdicción civil había asumido posición contraria fijando sus propios
límites en pesos a la reparación para este tipo de daños, lo cual abrió el espectro para tratamientos
diferentes en cada una de las jurisdicciones afectando exclusivamente al trato igual de las víctimas
de una y otra.
126
suyo 204 , reconociendo de manera oportuna 1000 gramos oro para el perjuicio
moral, vale decir, que rechazando el limite de los dos mil pesos y reservándose el
derecho de actualizar esa suma teniendo en cuenta el hecho notorio de la pérdida
del valor adquisitivo de la moneda.
De esa forma, el Máximo Tribunal de lo Contencioso Administrativo, fue reparando
con base en el valor del gramo oro 205 , en los casos de muerte de padres, hijos,
cónyuge o compañera permanente al tope máximo, quebrando este limite
atendiendo a casos especiales ya por ser dos las personas muertas o por afectar
el daño la vida de menores de edad. Para el caso de abuelos y hermanos, al tope
en su mitad y para el caso de tíos y sobrinos y demás afectados, al tope en su
cuarto.
En los eventos de lesiones personales de la víctima, el juez variaba el monto de
acuerdo con el tipo de lesión, la incapacidad originada, etc, siempre dentro de ese
limite; para los demás afectados, se reconocía bajo las condiciones establecidas
en el capítulo anterior, es decir, a la prueba estricta del perjuicio moral sufrido en
atención a esas lesiones (graves o leves).
204
En Sentencia del 9 de Febrero de 1978, expediente 1632 la Sección Tercera del Consejo de
Estado, precisó ...Y siendo, sin consideración a la naturaleza de la disciplina jurídica, una misma la
concepción de la responsabilidad y una misma la extensión de la obligación indemnizatoria, resulta
la norma del comentado artículo 95 del estatuto penal, bien propia en todos los casos, o bien por la
aplicación extensiva o simplemente aplicable por analogía legal pues está dirigida a regular
subsidiariamente, el monto de la indemnización proveniente de los delitos y de las culpas, trátese
del proceso penal, civil o administrativo. “...no es extraño el artículo 95 del C. Penal, a la materia de
la extensión de la indemnización debida, menos aún para el derecho civil, cuando del delito o de la
culpa surgen, comúnmente, en forma simultánea, la acción penal, tendiente a ejercer la función
punitiva del Estado y la acción civil, tendiente a obtener, para la víctima, la plena indemnización del
perjuicio sufrido
205
Acorde con la doctrina, la determinación del Consejo de Estado se realizó teniendo en cuenta el
valor oficial del oro, que correspondía, en 1937, a $2.oo por gramo, y el valor de dicho metal el día
de la liquidación, para obtener el valor de la condena por imponer. Así, concluyó que el tope
máximo establecido en la norma citada equivalía, en 1937, a lo que, en la fecha de la sentencia,
costaban 1.000 gramos de oro. Vale decir que en su libro, la Responsabilidad Patrimonial de la
Administración Pública, el Doctor Ricardo Hoyos Duque llama la atención a que el precio del oro
para el periodo indicado en la sentencia de 1978 no era el indicado ahí sino un valor superior,
precisamente tal valor era de $.215. 140.
127
En relación con el perjuicio moral sufrido en casos de pérdida, destrucción o daño
de cosas, como se mencionó en el acápite correspondiente, siempre y cuando
pasara la estricta prueba, eran eventualmente reconocidos, caso como el
consignado en Sentencia del 25 de Agosto de 1987, expediente 4983, donde al
actor se reconoció por el perjuicio moral derivado de la destrucción de su casa de
habitación el equivalente en pesos de 250 gramos oros.
En cuanto al denominado en ese entonces como perjuicio fisiológico, como se vio,
hoy perjuicio a la vida de relación, es preciso mencionar que a partir de la
Sentencia en la cual se introdujo por primera vez, su liquidación estuvo también
sujeta al valor oro; vale decir, que en atención a su desarrollo y reconocimiento, su
limite no fue de fácil descubrimiento.
Debemos recordar a la sentencia del 13 de Junio de 1997, en la cual se dijo que
este tipo de perjuicio correspondía mejor a aquellos reconocidos como materiales,
por lo que el limite para tal perjuicio era el asignado por el juez, debido a que se
consideraba que el limite de los 1000 gramos oro era solo para los perjuicios
morales. La banda indemnizatoria oscilaba entre 2000 y 4000 gramos oro 206
Posición esta – la de su materialidad para efectos de su liquidación - recogida en
sentencia de 1988, donde se dijo:
“...que esa franja de 2.000 a 4.000 gramos oro en que se ha colocado el Consejo
de Estado, para fijar la indemnización por concepto de perjuicio fisiológico,
permitiría pensar, por asociación de ideas, o mejor, por simple intuición, que se
estaría moviendo dentro de la pauta del artículo 107 del Código Penal, en el cual
se establece para un supuesto de hecho similar al del 106, pero referido al
perjuicio material, esencialmente la misma consecuencia jurídica, esta vez
multiplicada por cuatro en su valor. Dice la norma: si el daño Material derivado del
hecho punible no pudiere avaluarse pecuniariamente, debido a que no existe
206
NAVIA. Op. Cit., p 86.
128
dentro del proceso base suficiente para fijarlo por medio de peritos, el juez podrá
señalar prudencialmente, como indemnización, una suma equivalente, en moneda
nacional, hasta de 4000 gramos oro.” 207
La discusión sobre la naturaleza del perjuicio fisiológico, tal como se anotó
anteriormente, sería superada con la ya citada sentencia de 19 de Julio de 2000,
denominada en este escrito como la “nueva” sentencia de principio del perjuicio a
la vida de relación.
Una segunda etapa de este proceso de identificación del medio adecuado para
concretar la reparación del perjuicio inmaterial, la abre la sentencia del 6 de
Septiembre de 2001 208 , enmarcada dentro del ámbito de expedición de la ley 599
de 2000, o Código Penal.
En tal sentencia, como es sabido, se abandonó el criterio del gramo oro para la
liquidación del perjuicio inmaterial. Dijo el Consejo de Estado (se cita in extenso):
“Considera esta Sala que debe abandonarse el criterio adoptado por ella desde
1978, conforme al cual, para efectos de la indemnización del perjuicio moral, se
daba aplicación extensiva a las normas que, al respecto, traía el Código Penal.
Como ha quedado demostrado, razones de orden jurídico, apoyadas igualmente
en fundamentos de orden práctico, justifican, en la actualidad, esta decisión. Se
afirma, entonces, la independencia del juez contencioso administrativo para fijar,
en cada caso, con sustento en las pruebas del proceso y según su prudente juicio,
el valor de la indemnización del perjuicio moral.
Lo anterior se expresa sin perjuicio de que, con el fin de garantizar el desarrollo
uniforme de la jurisprudencia en este aspecto, esta Corporación establezca pautas
que sirvan de referencia a los juzgadores de inferior jerarquía, cuyos fallos, sin
207
Sentencia citada por NAVIA. Op. Cit., p 87.
Consejo de Estado, Sección Tercera, 6 de Septiembre de 2001, Consejero Ponente Dr. Alier
Hernández Enriquez. Exp: Acumulados 13232 – 15646.
208
129
embargo, en cuanto tasen la indemnización del perjuicio aludido, sólo podrán ser
revisados por la instancia superior dentro del marco de sus competencias, dada la
inexistencia de una norma prevista en ley o reglamento que pueda considerarse
de obligatoria aplicación en la materia”.
Frente al nuevo sistema de liquidación y base para la reparación puntualizó el
Consejo:
“Establecido, por lo demás, el carácter inadecuado del recurso al precio del oro, la
Sala fijará el quantum de las respectivas condenas, en moneda legal colombiana,
de conformidad con lo dispuesto en el artículo 178 del Código Contencioso
Administrativo. Considerando que el salario mínimo mensual en Colombia se fija
atendiendo fundamentalmente la variación del índice de precios al consumidor, se
considera que el valor del perjuicio moral, en los casos en que éste cobre su
mayor intensidad, puede fijarse en la suma equivalente a cien (100) salarios
mínimos legales mensuales, que en la fecha de esta sentencia corresponde a
veintiocho millones seiscientos mil pesos ($28.600.000.oo), cantidad que
servirá de directriz a los jueces y tribunales de la misma jurisdicción.
209
(Resaltado es mío).
El interesante razonamiento que hace el Consejero Ponente, Dr. ALIER
HERNÁNDEZ, es en mi opinión certero y correcto, el discurso utilizado en este
caso encuentra fundamento histórico en dos salvamentos de votos de los
entonces conjueces del Consejo de Estado, doctores HUGO PALACIOS MEJIA,
autoridad en la materia económica en Colombia, y FERNANDO HINESTROSA,
autoridad en derecho en nuestro país.
Veamos:
209
Consejo de Estado, Sección Tercera, 6 de Septiembre de 2001, Consejero Ponente Dr. Alier
Hernández Enríquez. Exp: Acumulados 13232 – 15646.
130
En su salvamento de Voto a la sentencia del 15 de Noviembre de 1995,
expediente 9764, señaló el doctor PALACIOS MEJÍA:
“En los años 60 hubo preocupación por los déficits de los Estados Unidos, y por la
posibilidad de que la liquidez internacional, vinculada a la producción mundial de
oro, no creciera en forma suficiente. Se hizo así la primera reforma al convenido
constitutivo del Fondo, en 1969, y se crearon los “derechos especiales de giro”,
como medio de pago complementario del oro. En agosto de 1971 los Estados
Unidos suspendieron la conversión del dólar en oro, y en 1973 devaluaron su
moneda en un 10%. Por esos motivos y por la crisis petrolera de los años 1973 y
1974, se hizo la segunda reforma del convenio del Fondo Monetario Internacional,
parte de la cual consistió en abolir el precio oficial del oro y en reducir
sustancialmente su función de medio de pago internacional.
Las dos reformas al convenio constitutivo del Fondo Monetario Internacional fueron
aprobadas, en Colombia, por medio de las leyes 2 de 1969 y 17 de 1977.
Desde entonces está prohibido a los países miembros del Fondo Monetario
Internacional expresar en oro el valor de sus monedas. La moneda de cada país
es, enteramente fiduciaria; las paridades internacionales se establecen por medio
de criterios que no tienen relación alguna con el precio del oro.
El oro es,
internacionalmente, sólo un bien más, como el trigo, o el petróleo, o el café o el
azúcar, cuyo precio depende de las fuerzas del mercado.
Entre nosotros, el
artículo 13 de la Ley 9 de 1991 dispone que “La compra, venta y posesión de oro
en polvo, en barra o amonedado será libre...”. Ese metal, por lo tanto, no tiene hoy
capacidad para ser “depósito de valor”. Así las cosas, denominar las obligaciones
en oro es un método absolutamente inadecuado para conservar la capacidad
adquisitiva del acreedor o de la víctima.
En síntesis, a mi juicio, la forma correcta de aplicar los artículos 106 del código
penal, y 178 del código contencioso administrativo, que no son contradictorios sino
complementarios, consiste en determinar el valor que tenían 1000 gramos oro en
131
1980, y actualizar ese valor, expresado en pesos, utilizando para hacer la
actualización el índice de precios al consumidor, y no el precio del oro”.
En lo referente a la disidencia del doctor Hinestrosa a la Sentencia del 25 de
Septiembre de 1982, expediente 1651, conviene citar lo siguiente:
“En fin, el remitirse al oro, directamente o en su valor en moneda nacional, se me
antoja caprichoso e infundado económica y políticamente.
El oro dejó de ser
mucho ha moda (sic) o respaldo de papel moneda. Ya no es siquiera unidad o
medida de cuenta. Es una mercancía y una mercancía de especulación: baste ver
las oscilaciones bruscas y enormes de su precio en el mercado internacional: en el
curso del último año, en comprobación de este comentario, el precio de la onza
troy llegó a estar próximo a los ochocientos dólares para descender últimamente a
trescientos sesenta, por influjo de las situaciones y conflictos de la política
internacional, que no de la economía, y de la actitud de determinados gobiernos
que constituyen sus reservas en oro y no en divisas, con lo cual resultan muy
sensibles a las variaciones del precio de aquel. Todo lo cual hace más azarosa la
remisión al oro o al precio del oro como medida del monto de la indemnización del
daño moral.
Conviene pues la afirmación de la discrecionalidad de la jurisdicción contencioso
administrativa, igual que la civil, para aceptar la presencia de un daño moral y
graduar la magnitud individual de su reparación, con fundamento en el buen
sentido y en hechos ciertos sobre las circunstancias de víctimas directa e indirecta
de la agresión, derechamente en moneda corriente, muy sobre el caso y su
prueba, de donde podrá surgir para examen retrospectivo, una visión estadística, y
no a la inversa, sobre tablas arbitrarias en cuanto abstractas, o por cauces de
sentimentalismo”.
Los anteriores conceptos nos indican que ha sido un tema de constante reflexión,
en el cual, en interés a la plena reparación a la víctima se ha labrado un camino
132
adecuado y humano para atender realmente a la función reparadora de la
Responsabilidad Estatal.
Habíamos mencionado que la sentencia del 6 de Septiembre, fue proferida no
mucho tiempo después de expedirse el nuevo Código Penal. En dicho Código (ley
599 de 2000), se estipuló en su artículo 97:
“ART. 97.- Indemnización por daños. En relación con el daño derivado de la
conducta punible el juez podrá señalar como indemnización una suma
equivalente, en moneda nacional, hasta mil (1000) salarios mínimos legales
mensuales.
Esta tasación se hará teniendo en cuenta factores como la naturaleza de la
conducta y la magnitud del daño causado.
Los daños materiales deben probarse en el proceso”.
En el entender del Consejo de Estado este artículo además de ser la base para la
adopción del Salario Mínimo Legal Vigente como componente de la reparación,
establece un límite para todos los daños derivados del delito bien sean materiales
o
inmateriales
(el
anterior
Código
Penal
como
se
observó
lo
hacía
separadamente), teniendo entonces que según ese artículo no se establece un
tope para los perjuicios inmateriales individualmente considerados.
Además, anota el Consejo, dicho artículo se aplica para todos los eventos de
aplicación del daño, no sólo para los eventos en los que no era posible avaluarlos
materialmente.
El Consejero Ponente concluye por afirmar, basado en una interpretación
sistemática de la norma en mención, que sólo es aplicable para los casos de los
133
perjuicios no valorables pecuniariamente, incluidos tanto los materiales como los
inmateriales cuando no exista prueba de su cuantía dentro del proceso.
Lo anterior se deriva del razonamiento efectuado sobre ese límite, ya que al
señalar un tope inclusive aplicable a casos en los cuales se tiene prueba de la
cuantía del daño y que es superior, desconoce los principios de equidad y de
reparación integral, produciendo decisiones injustas, lo cual es totalmente ajeno a
los fines de la institución de la responsabilidad.
Para concluir, como nos lo advierte SAAVEDRA 210 este último tope, tiende a
compensar un umbral de sufrimiento más alto, siendo también aplicable al caso
del perjuicio a la vida de relación, como efectivamente lo ha venido haciendo el
Consejo de Estado desde la expedición de esa sentencia, lo que efectivamente ha
ayudado a consolidar un poco dicho perjuicio extendiendo sus hipótesis.
Otro tema de atención de los perjuicios inmateriales es el de los principios
aplicables a la dicha materia.
6.1.
Reflexión sobre Los Principios aplicables a la materia.
Al ser una institución de eminente desarrollo jurisprudencial, su fundamento y
lógica ha tenido fuente y fundamento en varios principios de derecho aplicables a
la materia. En aras de lograr una adecuada solución a cada caso en particular el
Consejo de Estado ha venido creando una teoría paralela a la del perjuicio
inmaterial, precisamente cuyo objeto principal son estos principios.
210
SAAVEDRA. Op Cit., p 676.
134
Se esta haciendo referencia a dos principios que en concreto se convierten en
guía y apoyo al fallador al momento de proferir su sentencia: el principio de la
restitutio in integrum y la compensatio lucri cum damno.
Entonces se procederá a realizar una breve aproximación al tema:
El principio de reparación integral del daño o restitutio in integrum, encuentra su
fundamento en una norma de carácter legal. El artículo 16 de la ley 446 de 1998
consagra:
Artículo 16. Valoración de los Daños. Dentro de cualquier proceso que se surta
ante la Administración de Justicia, la valoración de daños irrogados a las personas
y a las cosas, atenderá los principios de reparación integral y equidad y observará
los criterios técnicos actuariales.
Con este artículo se positivizó el principio “se debe reparar el daño, sólo el daño y
nada más que el daño”, frente a dicho postulado el Consejo de Estado ha dicho:
“...En aplicación del principio tutelar del derecho de daños, que enseña que se
repara el daño, todo el daño pero nada más que el daño, tiene derecho a una
reparación
integral
del
perjuicio
experimentado
como
consecuencia
del
perjuicio”. 211
En otra providencia manifestó el Consejo de Estado:
“La reparación del daño debe dejar indemne a la persona, esto es, como si el daño
no hubiera ocurrido, o al menos, en la situación más próxima a la que existía antes
211
Consejo de Estado, Sección Tercera, 10 de Septiembre de 1998.
135
del evento. Dicho de otra manera, se puede afirmar que se debe indemnizar el
daño, sólo el daño y nada más que el daño, pero todo el daño...” 212
El principio de reparación integral es un supuesto de coherencia lógico y empírico,
pues si la reparación no coincide con el perjuicio ni con sus consecuencias, se
estaría desprotegiendo a la víctima del daño. Adicionalmente, la reparación
integral debe ser vista como reguladora de esos mismos efectos, es decir, que no
sea superior ya que estaría en el ámbito del enriquecimiento sin causa de la
víctima, y por otro lado que no sea inferior, estando en está hipótesis frente a un
empobrecimiento sin causa de la víctima.
En efecto, la reparación integral conlleva implícitamente el concepto del derecho a
la reparación o el derecho al resarcimiento, La reparación ha sido descrita con el
propósito de aliviar el sufrimiento de las víctimas y hacer justicia eliminando o
compensando hasta lo posible las consecuencias del acto injusto, es por tanto un
derecho que nace para las víctimas y que se concreta con la posibilidad de
acceder a la jurisdicción para hacerlo efectivo, sin el alcance de este derecho, la
responsabilidad sería una figura en desuso, sin fundamento y desconociendo que
está instituida en favor de todos y cada uno de los afectados.
Sin duda alguna, uno de los principales problemas que tiene el principio explicado
no obstante pretende proporcionar de reglas objetivas al juez para fallar, es que
precisamente está cargado de un componente subjetivo.
Como lo señala HENAO 213 la indemnización plena del daño siempre comprende
un elemento subjetivo en cuanto a que las partes dentro del proceso y el juez
tendrán a su juicio concepciones diferentes de lo que debe ser entendido como tal,
con base en lo anterior, es en las sentencias donde realmente se dejará indicado
212
Consejo de Estado, Sección Tercera, 6 de Septiembre de 2001. Consejero Ponente Dr. Jesús
Maria Carrillo Ballesteros. Exp: 12474.
213
HENAO. Op. Cit., p 50.
136
la entidad del daño y su magnitud, ya que depende de la valoración realizada por
el juez enmarcada dentro de un enorme esfuerzo para no desatender los
parámetros de justicia y equidad que rodean a la actividad judicial.
Es que la equidad es un componente - junto con la solidaridad – del principio de la
reparación integral, se constituye como un criterio cuantificador del perjuicio y a la
vez como fundamentador de la reparación, recordemos lo dicho en su oportunidad
en la sentencia del citada a lo largo de este capítulo en la cual se abandonó el
criterio de gramos oro:
“Por otra parte, no puede perderse de vista el principio de equidad, también
previsto en la norma transcrita para ser tenido en cuenta en la labor de valoración
del daño. Su importancia resulta mayor cuando se trata de la indemnización de un
perjuicio que, por la naturaleza de éste, no puede ser restitutoria ni reparadora,
sino simplemente compensatoria. En efecto, la suma establecida no se ajustará
nunca al monto exacto del perjuicio, pero buscará, de alguna manera, restablecer
el equilibrio roto con su ocurrencia. Se impone al juez, entonces, el ejercicio de
una cierta discrecionalidad, que, sin embargo, debe encontrarse suficientemente
razonada y fundada en las probanzas que, en el proceso, obren sobre la
existencia del perjuicio y su intensidad.
No se trata, en efecto, de una facultad arbitraria; por ello, en su desarrollo, debe
buscarse también la garantía del principio de igualdad, lo que hace necesaria la
comparación de la situación debatida con otras ya decididas, con fundamento en
el análisis de los diferentes aspectos que determinan aquélla y éstas, dentro de los
cuales deberá tomarse en cuenta, por supuesto, el valor real de la
indemnización.” 214
214
Consejo de Estado, Sección Tercera, 6 de Septiembre de 2001, Consejero Ponente Dr. Alier
Hernández E. Exp: Acumulados 13232 – 15646.
137
La anterior discusión nos lleva a realizar una reflexión sobre el arbitrio judicial en la
materia. Este debe entenderse como la facultad discrecional
del juez en
la
evaluación y valoración de los perjuicios inmateriales, el juez está dotado de un
grado de libertad en la determinación de estos perjuicios, dentro de unos límites
impuestos por la razón, las pruebas y la jurisprudencia misma, ya que ella misma
se autoregula.
Al mismo tiempo, es un método para garantizar la prevalencía del derecho
sustancial sobre el formal, al no sujetar la reparación de los perjuicios a los
formalismos y ritualidades que conforman la ciencia del derecho.
De ahí que se asegure que en éste debate está presente siempre el elemento
subjetivo, por eso la dificultad cuando no obstante el juez se encuentra con la
existencia de perjuicios inmateriales, estos no han sido solicitados en la demanda.
Sin duda alguna, el camino a proseguir debe ser el de reconocerlos, para los
efectos se recuerda, la sentencia citada en el capítulo anterior en el caso del
perjuicio a la vida de relación que fue reconocido de oficio a unos magistrados del
Tribunal Superior de Ibagué.
Para la reparación integral importa solamente el debate sobre la ocurrencia del
daño, otras consideraciones no deben ser tenidas en cuenta a efectos de lograr
que se aminore su alcance, no debe buscarse fórmulas que excusen al obligado a
la reparación de hacerlo, bien puede citarse un caso conocido en el Consejo de
Estado, donde so pretexto que la condena impuesta a un Municipio afectaría su
hacienda Fiscal, no debía atenderse a la reparación integral, en esa oportunidad
ciertamente de manera rotunda, dijo el Consejo de Estado:
“Estas consideraciones no pueden ser tenidas en cuenta por la Sala, dado que las
dificultades fiscales del Estado cuando este es responsable, no pueden servir de
fundamento jurídico para negar a las víctimas la reparación integral de los daños
138
causados con un hecho antijurídico. A este respecto conviene recordar lo que
decía SOURDAT en 1872:
"No es admisible invocar el peligro del Tesoro público; este peligro no es real. Si
las decisiones de los tribunales que declaran responsable a la administración son
tan numerosas que suponen una seria amenaza para el Tesoro público, significa
que existe algo anormal en el funcionamiento de los servicios públicos. Contra
esta anomalía no hay nada mejor que un remedio: obligar a la Administración,
mediante una aplicación justa y severa por parte de los jueces de los principios de
responsabilidad, a escoger mejor a sus funcionarios y a obligarles a respetar las
leyes y el interés público”215
El principio de la reparación integral regula las decisiones de la jurisdicción
contencioso administrativa, es vinculante no sólo para ellas sino para la totalidad
de las jurisdicciones, es sin duda un principio que rige y fundamenta a la actividad
judicial:
“Parece evidente, entonces, que la norma citada falla en su empeño de establecer
un mecanismo legítimo para la reparación del daño, y para esclarecer su sentido,
se requerirá, en todo caso, de un importante esfuerzo interpretativo por parte de
los jueces que resultan directamente obligados a aplicarla.
En cuanto a la jurisdicción contencioso administrativa, ha quedado clara su
sujeción directa al artículo 16 de la Ley 446 de 1998, que, conforme a lo
expresado, hace no sólo innecesario, sino improcedente, el recurso a la analogía,
para aplicar el Código Penal vigente, a fin de decidir aspectos relativos a la
valoración del daño moral. 216
215
Consejo de Estado, Sección Tercera, 18 de diciembre de 2000. Consejero Ponente Dr. Ricardo
Hoyos Duque. Exp: 13228.
216
Consejo de Estado, Sección Tercera, 6 de Septiembre de 2001, Consejero Ponente Dr. Alier
Hernández E. Exp: Acumulados 13232 – 15646.
139
Es pues el principio vertical de la responsabilidad del Estado, se constituye en una
garantía para la efectividad de la institución y de la concreción en toda su
extensión del derecho a la reparación y al resarcimiento, incluidos todos los
perjuicios ocasionados a la víctima y a los afectados por el daño.
Gracias a esta figura se rompe poco a poco el paradigma según el cual los juicios
de responsabilidad estatal son en esencia a petición de parte o rogada. Aceptar la
vigencia de dicho postulado hoy en día parecería ser inaceptable.
Por su parte, la compensatio lucri cum damno tiene aplicación cuando el
afectado recibe compensaciones de varias fuentes debido a la ocurrencia del
daño.
El profesor CHAPUS la define como “la disminución proporcional que el daño
experimenta cuando en él concurre un lucro (ventaja), o en otras palabras, la reducción
del montante del daño resarcible por la concurrencia del lucro” 217 .
Es un problema relativo al cúmulo de indemnizaciones, es decir, a la acumulación
de compensaciones diferentes a favor de una persona por la ocurrencia de un
mismo daño.
Es una cuestión que se debe analizar paralelamente con el principio de la
reparación integral, “son las dos caras de la moneda que se deben observar, para
estudiar completamente el fenómeno”
218
, debido a que la reparación integral se aplica
después de haberse filtrado – si las circunstancias así lo exigen – por la
compensatio lucri cum damno.
217
218
DE CUPIS. Op. Cit., p 327.
HENAO. Op. Cit., p 51.
140
Dicho principio tiene su fundamento en el postulado según el cual el daño no
puede ser fuente de enriquecimiento para la víctima, aún más tratándose de
compensación de sus efectos. Se busca lograr una equivalencia al respecto.
El campo de aplicación de este postulado, se encuentra cuando en un mismo
campo encontramos la presencia de los seguros sociales, los seguros privados 219 ,
las donaciones de personas que quieren ayudar al afectado, y en general, de otras
soluciones pecuniarias originadas como consecuencia del hecho dañino.
En el ámbito jurisprudencial, las decisiones han sido cambiantes y fluctuantes, el
Consejo de Estado a propósito de este tema ha tenido varias posiciones,
observemos:
En primera instancia, se ha hablado que la indemnización integral es excluyente
de la indemnización derivada de los seguros sociales o “indemnización a forfait”,
ha señalado el Consejo de Estado:
“la legislación laboral militar ha previsto la indemnización predeterminada o a
forfait, según las diferentes circunstancias en que ocurra la muerte del militar, por
lo que no se encuentra norma legal que permita la acumulación” 220
Posteriormente, se dijo dentro del seno de alto tribunal que si bien el damnificado
tiene derecho a la reparación plena del daño, para evitar un enriquecimiento sin
219
Tratándose de la existencia de un seguro de daños, la situación cambia. Debido a la aceptación
del beneficiario a el pago realiza por la Compañía aseguradora y aplicándose la subrogación, se
descontará el importe pagado por la aseguradora o se excluirán de la eventual condena, debido a
que los perjuicios materiales se entienden ya resarcidos; si la compañía no paga la totalidad del
monto de la indemnización deberá ser reclamada por vía judicial ante la jurisdicción ordinaria. En
cuanto al Seguro de Vida bien se ha indicado que la indemnización de la ley y la proveniente del
seguro no son excluyentes, pero deberá tenerse en cuenta la norma del Código de Comercio
contenida en el articulo 1140, la cual indica que en el caso de los perjuicios de orden patrimonial,
en los cuales se permite la subrogación, no podrá acumularse tales indemnizaciones siguiendo la
lógica establecida para el seguro de daños
220
Consejo de Estado, Sección Tercera, 10 de Diciembre de 1982, Consejero Ponente Dr. Jaime
Valencia Arango. Exp: 3332.
141
causa debe descontarse de la indemnización la suma correspondiente a las
prestaciones sociales que hubiera recibido 221
Por otra parte, la reciente posición del Consejo se fundamenta en que las
indemnizaciones sobre las cuales se discute su descuento o no tienen naturaleza
distinta, de tal forma que su descuento no es admisible y que a la vez no son
excluyentes.
Las indemnizaciones laborales tiene su origen en la ley, se desprenden del vínculo
laboral existente entre la víctima y su empleador, ya sean de carácter público o
privado, están fundamentadas en un riesgo asumido por el sistema, esto es la
muerte o la invalidez; en cuanto a la reparación integral, esta tiene su origen en la
responsabilidad aquiliana del Estado, bien sea atribuible mediante cualquiera de
sus regímenes de imputación, al tener causas diferentes deben ser pagadas
independientemente la una de la otra.
Dijo en otra oportunidad el Máximo Tribunal Administrativo:
"...la Sala estima en este momento que es menester rectificar la jurisprudencia
anterior y acoger como nueva doctrina de la Corporación la que sostiene la
sentencia suplicada, pues es incuestionable que las prestaciones sociales
reconocidas a la cónyuge supérstite y demás causahabientes tienen como
fuente la relación jurídico laboral del causante con la Administración Pública,
en tanto que la indemnización reconocida en el proceso en cuestión se apoya
en la falla del servicio.
De suyo, la relación laboral engendra una serie de derechos autónomos,
independientemente de que el funcionario o sus causahabientes, herederos o
beneficiarios, según el caso, puedan invocar una indemnización plena y
221
Consejo de Estado, Sala Plena del 13 de diciembre de 1983, exp: 10.807.
142
ordinaria de perjuicios en caso de lesión invalidante o de muerte; máxime
cuanto este resarcimiento pecuniario nada tiene que ver con esa prestación de
servicios subordinados.
Por consiguiente, no existe justificación de ninguna clase para ordenar el
descuento del valor de las prestaciones sociales reconocidas a la cónyuge
supérstite y demás causahabientes del monto de la misma, pues son
obligaciones jurídicas con una fuente distinta, enfrente de las cuales no cabe
la compensación que se daría disponer ese descuento.” 222
En resumen: con la compensatio lucri cum damno se analiza si las diversas
compensaciones dadas a la víctima tiene o no una misma causa jurídica o si
por el contrario es distinta para determinar si son o no acumulables, como se
vio en el comentario dependerá esto si en dichas compensaciones opera la
subrogación y en que medida. Para el caso de donaciones hechas a la
víctima puede bien anotarse que no son deducibles ni descontables.
Es un tema que sin duda alguna representa cierto grado de complejidad, esta
sucinta remisión hecha a los dos principios se hace con el propósito de
entender un poco mejor el tema, la reparación integral y la compensatio lucri
cum damno se constituyen en pilares del concepto de reparación del daño, y
en lo que atiende a los perjuicios inmateriales, deben prevalecer, nótese
como el segundo tiene un fuerte contenido patrimonial o mejor, material, por
lo que se debate en poco debe tocar con el concepto de reparación de los
perjuicios de carácter inmaterial. En todo caso, son puntos cardinales a los
cuales debe atender el juez al momento de fallar, debe tenerlos presentes
para decidir de acuerdo a la realidad y de acuerdo con los parámetros de
justicia, de verdad.
222
Consejo de Estado, Sección Tercera, 7 de febrero de 1995. Exp: s – 247.
143
Anteriormente se hizo referencia especial en el ejemplo del “Duelo Patológico”.
Respecto de este tema se puede presentar un interesante interrogante sobre la
taxatividad del perjuicio inmaterial. En efecto, al parecer el Consejo de Estado en
ese evento pareció adoptar los lineamientos dados por los auxiliares de la Justicia
cuando se demarcó la línea divisoria entre un duelo de carácter normal y
transitorio y uno con caracteres distintos.
Al distinguir mediante la utilización del concepto “patológico” se esta advirtiendo
de la existencia de otro tipo de perjuicio en esencia diferente al perjuicio moral, al
estar en presencia de una alteración o modificación de naturaleza patológica del
aparato psíquico como consecuencia de un trauma que desborda cualquier
elaboración que sobre él haga la víctima, sobre manifestaciones dadas por
síntomas, inhibiciones, depresiones, bloqueos, se configura el perjuicio psíquico.
Precisamente la doctrina extranjera ha estudiado a fondo este concepto,
advirtiendo que cuando se presenta el daño en la esfera sentimental y espiritual
de la persona (perjuicio moral) se trata de un perjuicio psicológico o psíquico de
carácter no patológico, debido a que como tal no es una perturbación de tal
naturaleza sino o un perjuicio emocional. 223
Véase entonces, que en otras latitudes, la doctrina tiende a ampliar este tipo de
perjuicio al diferenciarlo del perjuicio moral por sus caracteres y consecuencias de
carácter patológico y por la duración de sus efectos en el tiempo, podría pensarse
que se estaría frente al caso del perjuicio moral futuro, lo cual conllevaría a negar
las características principales y propias del perjuicio psíquico (nótese que en la
sentencia expuesta en su momento no fue esta la solución dada por el Consejo de
Estado, el perjuicio fue incluido dentro del rubro de la vida de relación). El perjuicio
moral es un componente de este tipo de perjuicio.
223
DARAY, Hernán. El daño Psicológico. Buenos Aires: Astrea. 1995. p 16.
144
Es necesario re – evaluar la teoría del perjuicio en Colombia, como se sabe, al
estar construida sobre la base representada por el perjuicio moral conlleva a que
se nieguen otro tipo de perjuicios diferentes y distintos, para los efectos, el modelo
italiano, peruano y argentino representan un buen objeto de estudio, debido a que
parten desde la concepción del daño a la persona el cual a su vez, posee unas
categorías especiales.
145
7. CONCLUSIONES.
1. Es indudable la importancia que en la materia ha tenido el trabajo de los
jueces; la responsabilidad del Estado es uno de los principales logros de la
jurisdicción. Desde que el conocimiento de los juicios de responsabilidad
correspondió a la Corte Suprema, la intención en dotar a la responsabilidad
del Estado de un esquema específico se vio palpable.
2. Así mismo, la responsabilidad del Estado en Colombia fue resultado de una
lucha existente entre una corriente civilista y otra de tipo pública. El gran
debate se generaba en cuanto a si era igual de predicable la aplicación de
los principios y postulados de la responsabilidad civil a la responsabilidad
estatal teniendo en cuanta que se estaba en presencia de un sujeto
totalmente diferente y con unas características espacialísimas.
3. El Consejo de Estado es el directamente responsable de la excelente
construcción del derecho de responsabilidad para el Estado, su labor inició
rompiendo con los lineamientos y tendencias civilistas para imprimir un
método propio al tema. Adicionalmente, a través de sus pronunciamientos
ha innovado y refrescado los temas y aspectos que son de mayor
importancia para el estudio de la responsabilidad pública patrimonial. La
aparición de sendos regímenes de responsabilidad – diferentes al clásico
de la falla del servicio -
han permitido que un sin número de “daños
146
antijurídicos” encuentren compensación y reparación en los términos
señalados por la equidad y la justicia, por lo que es posible considerar que
la reparación integral del daño siempre ha sido un claro postulado de la
actividad de la jurisdicción contencioso administrativo.
4. En un buen porcentaje, la jurisprudencia francesa ha influido en la
construcción de la responsabilidad del Estado en Colombia; debe resaltarse
que en muchas ocasiones la jurisdicción contencioso administrativa con
acierto ha generado sus propias teorías y aportes a la materia atendiendo a
la realidad jurídica (V.gr. el sistema de presunciones), por lo que las
experiencias del derecho comparado son necesarias más no exclusivas en
esta materia.
5. El daño, ha sido catalogado desde dos aristas considerando el contenido y
a la forma en que se expresan en el ámbito de la víctima, la discusión
radica en como identificar a determinado bien (material o inmaterial) como
ajeno o no a la lógica económica para su valoración y posterior reparación.
6. Siguiendo la doctrina extranjera, el derecho colombiano ha optado por
dividir la tipología del perjuicio en sus dos clásicos conceptos: los perjuicios
materiales y los perjuicios inmateriales, clasificación realizada desde los
efectos económicos que se predican de uno y otro sobre el patrimonio de la
víctima.
7. Actualmente la tipología del perjuicio inmaterial en Colombia incluye de
manera taxativa al perjuicio moral y al perjuicio a la vida de relación. Se
percibe cierta resistencia al reconocimiento a otro tipo de perjuicios de esta
naturaleza, los cuales son incluidos en la tipología reconocida.
147
8. En cuanto al perjuicio moral, entendido como el dolor, sufrimiento, zozobra
padecidos por la víctima y perjudicados, este ha adquirido una importancia
significativa dentro del esquema de los perjuicios inmateriales. Es el
resultado de una constante pugna de tipo histórico entre corrientes que bien
pueden ser consideradas materialistas y personalistas dentro de la ciencia
jurídica.
9. La trascendencia del perjuicio moral en la teoría general de daños, ha
llevado a que la construcción de un discurso de los perjuicios inmateriales,
tenga como base a ese perjuicio, distorsionado el núcleo de las lesiones
que son ocasionados a la persona como sujeto de derecho. Lo anterior se
refuerza, si se observan todas y cada una de las clasificaciones que en
torno a este tipo de perjuicios han sido realizadas por la doctrina y la
jurisprudencia en Colombia.
10. El perjuicio a la vida de relación es un concepto amplio, abstracto e
incompleto. Todavía no ha sido posible lograr una identificación clara de su
propósito frente a las consecuencias de la lesión ocasionada a la víctima. Al
momento de acoger el concepto de daño a la vida de relación, el Consejo
de Estado adoptó un pequeño componente de la teoría del perjuicio
italiana; lo anterior, dados los vacíos que esta situación puede ocasionar,
sin duda alguna, influye en la dificultad en la aplicación del concepto en
Colombia.
11. El significado dado al perjuicio a la vida de relación por parte de la
jurisprudencia incluye conceptos que si bien afectan el ámbito personal y
asociativo de la víctima,
pueden ser considerados como perjuicios
pertenecientes bien a otro concepto o bien con entidad propia (perjuicio
estético, perjuicio sexual, perjuicio psíquico).
148
12. El componente esencial del perjuicio a la vida de relación deber ser
además de la afectación que su causa genere a las relaciones asociativas y
actividades comunes de la víctima, la disminución o cercenamiento a sus
proyectos, a lo que el pretende hacer de y con su vida.
13. la lectura realizada a la jurisprudencia y a la doctrina debe partir de la base
que el daño causado, es un daño cometido en sentido general la persona
como sujeto de protección mediante la tutela jurídica respectiva; de tal
forma, bien puede afectarse su esfera económica representada en sus
bienes patrimoniales, réditos y capacidad productiva, es decir, a la
concepción económica de su personalidad.
Estos son claramente
indemnizados por la aplicación del lucro cesante y daño emergente según
sea el caso debido a la facilidad de su valoración, lo que bien puede usarse
para catalogarlo como “objetivo”.
14. Aunque no se desconoce la importancia del daño anteriormente expuesto,
los daños ocasionados a la persona en su conjunto y esencia, son los más
trascendentes para la aplicación de las correspondientes consecuencias
jurídicas. De lo anterior se desprende que el daño a la persona además de
tener consecuencias económicas, puede manifestarse en un ámbito de
imposible valoración pecuniaria el cual puede manifestarse en dos
componentes. De un lado, en una esfera de carácter psicosomático – daño
a la salud o daño biológico - , conformada por el mantenimiento y
protección su integridad física o soma (caso como el perjuicio estético,
sexual, reproductivo, etc). De otro lado, se manifestará en una esfera de
carácter psíquico, en el cual bajo criterios de temporalidad y patológicos, se
determinará si se está en presencia del duelo patológico o del tantas veces
denominado perjuicio moral, el que como se ve, es una especie del
perjuicio que acá enunciado.
149
15. Un segundo componente, estará conformado en atención a la reducción,
cercenamiento o modificación del proyecto de vida de la víctima y de los
afectados, en el cual además de su significado natural, se incluyen las
actividades comunes personales y asociativas de la persona que sin
importar per se que sean placenteras o no, dan sentido a la vida, debido a
que conforman también el plan o propósito de vida. El propósito esencial de
la compensación es el de permitir a la víctima y afectados llevar en las
condiciones positivas que sea posible los efectos del perjuicio sobre su
vida, persona y futuro, mitigando y reduciendo sus efectos en todos y cada
uno de los aspectos de su vida personal y asociativa.
16. Los perjuicios inmateriales deben ser compensados integralmente.
Mediante un adecuado juicio de valor fundamentado en una apreciación
correcta y completa del acervo probatorio, en la aplicación de los indicios y
presunciones jurisprudenciales de soporte y en una aproximación al evento
dañino, el juez (arbitrio judicial), señalará la reparación justa para la víctima
y los
afectados, en atención pero sin sujeción a los límites y forma
señalados por la Jurisprudencia.
En apoyo a tal labor el Juez deberá
atender a la igualdad, equidad y solidaridad.
17. El perjuicio no debe ser causa de enriquecimiento de la víctima, así como
no debe originar la asunción en extremo de las consecuencias derivadas
del daño. Se debe entonces reparar el daño, sólo el daño y nada más que
el daño, al presentarse situaciones donde esté presente la hipótesis de
pluralidad de compensaciones derivadas del hecho dañino, se deberá
acudir al estudio de su causa de origen. Las compensaciones que tiene su
origen en la ley – indemnización â forfite- no son excluyentes con aquellas
derivadas del daño antijurídico.
150
18. Las personas son más que su contenido económico, el ser humano es la
sumatoria de un sinnúmero de elementos tanto psíquicos como externos
que sin duda alguna determinan su significado de la vida. Al presentarse un
rompimiento de esa totalidad de elementos, la concepción personalista
sobre el daño debe ser el punto de partida.
19. Debe Buscarse dentro de la Jurisprudencia una unidad de criterio en
cuanto al tema, en particular en lo referente a los límites de la reparación,
no siendo proporcional que cada jurisdicción establezca su propio límite
adoptando caminos separados. Podría entonces preguntarse: qué la
jurisdicción civil posea un límite menor o desigual a la contencioso
administrativa
¿no
es
un
hecho
que
pueda
vulnerar
principios
constitucionales de las víctimas como el de la igualdad, soportando la
hipótesis de que tal decisión sea constitutiva de una vía de hecho judicial?
151
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12. Consejo de Estado, Sección Tercera, 10 de Septiembre de 1998.
13. Consejo de Estado, Sección Tercera, 11 de Noviembre de 2002, Consejero
Ponente Dra. Maria Elena Giraldo. Exp. 13818.
14. Consejo de Estado, Sección Tercera, 13 de Junio de 1997, Consejero Ponente
Dr. Jesús Maria Carrillo Ballesteros. Exp. 12499.
15. Consejo de Estado, Sección Tercera, 14 de Diciembre de 1987, Consejero
Ponente Dr. Antonio de Irrisari Restrepo, Exp. 4808.
16. Consejo de Estado, Sección Tercera, 15 de marzo de 2001, Exp. 11222
17. Consejo de Estado, Sección Tercera, 16 de Noviembre de 1993, Consejero
Ponente Dr. Carlos Betancur Jaramillo 7778.
18. Consejo de Estado, Sección Tercera, 18 de diciembre de 2000. Consejero
Ponente Dr. Ricardo Hoyos Duque. Exp. 13228.
19. Consejo de Estado, Sección Tercera, 18 de Octubre de 2002, Consejera
Ponente Dra. María Elena Giraldo, Exp. 11984.
161
20. Consejo de Estado, Sección Tercera, 19 de Julio de 2000, Consejero Ponente
Dr. Alier Eduardo Hernández E. Exp. 11842.
21.
Consejo de Estado, Sección Tercera, 19 de Julio de 2001, Consejero Ponente
Dr. Alier Hernández Enriquez, Exp. 13086.
23. Consejo de Estado, Sección Tercera, 2 de Octubre de 1996, Consejero
Ponente Dr. Jesús María Carrillo Ballesteros, Exp. 9948.
24. Consejo de Estado, Sección Tercera, 20 de Agosto de 1993, Consejero
Ponente Dr. Daniel Suárez Hernández. Exp. 7881.
25. Consejo de Estado, Sección Tercera, 20 de Marzo de 20003, Consejero
Ponente Dr. Germán Rodriguez Villamizar. Exp. 11308.
26. Consejo de Estado, Sección Tercera, 21 de Noviembre de 1996, Consejero
Ponente Dr. Ricardo Hoyos Duque, Exp. 9169
27. Consejo de Estado, Sección Tercera, 23 de Agosto de 2001, Consejero
Ponente Dr. Germán Rodríguez Villamizar. Exp. 13745.
28. Consejo de Estado, Sección Tercera, 23 de Mayo de 1973, Exp. 1978.
29. Consejo de Estado, Sección Tercera, 25 de Mayo de 2000, Consejero Ponente
Dr. Jesús Maria Carrillo Ballesteros. Exp. 12550.
30. Consejo de Estado, Sección Tercera, 25 de Septiembre de 1997, Consejero
Ponente Dr. Ricardo Hoyos Duque, Exp. 10421.
162
31. Consejo de Estado, Sección Tercera, 28 de Noviembre de 1994, Consejero
Ponente Dr. Daniel Suarez Hernández, Exp. 9955.
32. Consejo de Estado, Sección Tercera, 29 de Enero de 2004, Consejero Ponente
Dr. Alier Hernández Enriquez. Exp. 18274.
33. Consejo de Estado, Sección Tercera, 4 de Abril de 1997, Consejero Ponente
Dr. Jesús María Carrillo Ballesteros. Exp. 11026.
34. Consejo de Estado, Sección Tercera, 5 de Febrero de 1988, Consejero
Ponente Dr. Carlos Betancur Jaramillo, Exp. 3009
35. Consejo de Estado, Sección Tercera, 6 de mayo de 1993, Consejero Ponente
Dr. Julio César Uribe Acosta, Exp. 7428.
36. Consejo de Estado, Sección Tercera, 6 de Septiembre de 2001, Consejero
Ponente Dr. Alier Hernández Enriquez. Exp. Acumulados 13232 – 15646.
37. Consejo de Estado, Sección Tercera, 6 de Septiembre de 2001. Consejero
Ponente Dr. Jesús Maria Carrillo Ballesteros. Exp. 12474.
38. Consejo de Estado, Sección Tercera, 7 de febrero de 1995. Exp. s – 247.
39. Consejo de Estado, Sección Tercera, 7 de Febrero de 2002, Consejero
Ponente Dr. Alier Eduardo Hernandez, Exp. 21266.
40. Consejo De Estado, Sección Tercera, 9 de Agosto de 2001, Consejera
Ponente Dra. María Elena Giraldo Gómez. Exp. 12998
163
41. Consejo de Estado, Sección Tercera. 10 de marzo de 1997, exp. 10.038.
Consejo de Estado, Sección Tercera, 6 de mayo de 1993, Consejero Ponente
Dr. Julio César Uribe Acosta, Exp. 7428.
42. Consejo de Estado, Sección Tercera, 29 de Enero de 2004, Consejero Ponente
Dr. Alier Hernández Enríquez. Exp: 18274.
43. Consejo de Estado, Sección Tercera, 20 de Abril de 2005. Consejera Ponente
Dra. Ruth Stella Correa Palacio. Exp. 15247.
44. Consejo de Estado, Sala Plena del 13 de diciembre de 1983, Exp. 10.807.
45. Corte Constitucional, Sentencia C-333/96, 1 de Agosto de 1996, Magistrado
Ponente: Dr. Alejandro Martinez Caballero.
46. Corte Constitucional, Sentencia T – 472 de 1996, Magistrado Ponente Eduardo
Cifuentes Muñoz. 24 de Septiembre.
47. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, 12 de Marzo de 1937,
Gaceta Judicial TXLV p. 355 - 371.
48. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, 15 de Marzo de 1941,
Gaceta Judicial, T I, p. 795 – 796.
49. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, 21 de Julio de 1922, M.P.
Dr. Tancredo Nannetti, Gaceta Judicial, Tomo XXIX No. 1515, p. 220.
50. Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, 4 de Abril de 1968, Gaceta
Judicial Tomo CXXXIV, P 58.
164
51. Corte Suprema de Justicia, Sentencia del 20 de Octubre de 1898, Gaceta
Judicial año XIV, Bogotá Marzo 28 de 1890, No. 685 – 689, p. 54 a 57.
165
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