Freelot de Suscricion. MADRID: un mes, I peseI».—PlOTiKciAs: Trimestre, & fetetts.—PuUTUOAi.: Trimestre, G pesetas. —ULTRAIUB J •aciones firmantes del convenio postal: Un trimestre, l O pesetas.—En los demóspaises, to pesetas. I<a correspondencia administrativa, al Administrador, ADMimSTRAClÓll Jim»lM y V e l a r d e , 6 , k o t e l . Precios de Venta. LA REPÚBLICA Ai« y POLÍTICA DEL DIA ¿A cómo estamos de reformas mihUres? ¿A cómo de sufragio universal? ¿A cómo de programa parlamentario? Se dice que en el Consejo de hoy quedará señalada la fecha en que han de abrirse las Cortes, no se aabe si cumo continuación de legislatura ó en legis latura nueva, y que señalada la fecha, no muy próxima, por necesitarse tiempo para preparar la campaña en términos convenientes, el presidente del Consejo se consagrará con todo el ardor que le permite su escepticismo y con todo el interés que le inspira el instinto de la conservación, á esa tarea imposible de concertar voluntades y harmonizar temperamentos inconciliables y tendencias incompatibles, buscando en esos arreglos posibles la salvación del partido fusionista. Es decir, que el primer aplazamiento del conflicto ministerial termina hoy, y vuelven á plantearse con caj-ácter urgente las cuestiones resueltas interinamente nada más en aquel Consejo famoso, en que cada ministro sacriñi ó lo que se le exigió que sacrificase para conservar la cartera. Por eso hemos empezado formulando las preguntas que hoy, por hoy, no se atreverá á satisfacer ningún ministerial, por la sencilla razón de que respecto de esos asunte! vitalísimos no hay fusionista que sepa á qué atenerse, empezando por el presidente del Consejo, que es quien está más metido en confusiones y tinieblas. Sabe de las reformas militares que existe un Castola decidido á sostenerlas y unos fusionistas Ilamadot demócratas que simpatizan con ellas y las defenderán en caso preciso; y qué existe, además, un Ifartínez Campos, unido á otros políticos de la defecha, para hacer frente á esa innovación en el ejército. Es decir, sabe que esa cuestión de las reformas « ana de tantai cuestiones insolubles como ha suicitado su torpeza. Respecto del sufragio universal, ha encomendado ]«tarea de buscar fórmula á uno de los notables de la fusión, convencido de que con fórmula ó sin fórmula, habrá de renunciar á establecerlo ante la actitud de los conservadores. Otra cuestión insoluble, pero como la anterior, de vida 6 muerte para el Go bierno. En estas condiciones ha de resolver para un plazo próximo, las dificultades insuperables originadas por las actitudes opuestas de los diversos elementos de la fusión, so pena de cubrir un nuevo periodo parlamentario completamente infecundo, que es lo más probable, ó de exponerse á las consecuencias de llevar á las Cortes intactos los problemas pendientes, que están como amenaza suspendida sobre la fusión desde el día en que se iniciaron. <Qué hará el Sr. Sagasta ante las eventualidades de su situación? Él mismo no lo sabe. Sería demasiado, después de tres años de una política completamente infructuosa, pretender continuar el sfaíu qiw en beneñcio del partido fusionisu, sorteando los peligros, como habta aquí ha hecho, con aplazamientos, modificaciones parciales y fórmulas vacías é inaplicables; sería demasiada audacia, intentar por medio de nuevas combinaciones, sostener durante otro largo período la política negativa de los tres lUtimos años. Esta razón pesa mucho en el ánimo del presidente del Consejo, y de aquí la alarma constante en que vive y que procure esparcir entre los suyos como medio de reducirlos á una disciplina saluda ble; pero esto tampoco resolvería nada, porque ya no se trata solo de vivir, sino de hacer, y el Gobierno y el partido fdsionisU, tal como hoy existen, se encuentran imposibilitados para hacer nada. De modo que el Sr. Sagasta se encuentra hoy al frente de un problema verdaderamente insoluble. L.i GRATITUD I W m X Fieles á nuestra cohtumbre de publicar de vez en cuando efemérides históricas relativas á hechos no muy antiguos, pero que se van olvidando y conviene recordar, vamos á separamos por un momento del actual año de desgracia de 1888, á prescindir de los fusionistas y de sus torpezas y & retroceder cuarenta y cuatro años para colocarnos en el mes de Noviembre de 1844. Estas escursiones á través del tiempo tienen sobre las efectuadas á través del espacio una inmensa ventaja; por largas que sean no hay que preocuparse mucho con el viaje de réptna, que se hace con una velocidad incompara- UN NÚMERO corriente» céntimos.—ídem atrasado,l(l céntimos. — Paquete ó man» de 25 números, ftO céntima* en Madrid.—ídem en Provincias, 7 & céntimos. Comunicados y anuncios á precios convencionales. N o se servirá suscricion cuy» pago no se haga adelantado. DZAHIO T&SSHÜZ. lEDACClÓN BnoU y V«Urd«,«, hotelb M A D R I D — Domingo 4 de Noviembre de 1888. blemente mayor qne la de la electricidad y la luz. Ya estamos en Noviembre de 1844. En esos tiempos el Sr. SagasU no era más que un estudiante de regular despejo; el Sr. Cánovas un modesto pasante de escuela de primeras letras, muy ajeno de creer que andando los años habían de hacerle jefe de un partido y silbarle en la ciudad de los Justicias. Ocupaba la presidencia del Consejo de ministros el general Narváez, á quien en pocos meses se había elevado desde la categoría de mariscal de campo á la de capitán general, sin otra razón para ello que el favor de que en Palacio gozaba. Espartero, el héroe de mil combates, el que había derramado su sangre en América para defender la integridad nacional y habla afirmado en España la causa de la libertad en siete años de sangrienu guerra civil; el hombre á quien Isabel II debía el trono, esUba á la sazón desterrado en Londres, proscrito de la patria por la que tanto habla hecho, y despojado por un decreto odioso de todos los empleos, cruces y honores que había ganado combatiendo como bueno en los campos de batalla. Las Cortes le habían conferido la regencia del reino, pero una rebelión armada le habla despojado de su alu investidura, y,los rebeldes, dueños del poder, se repartían los dones dei presupuesto, bC colmaban deriquezasy honores, ya que no podían colmarse de honor y, según es costumbre en estos casos, llamaban traidores á les leales y aun los fusilaban ó enviaban á los presidios, cuando no podían sobornarles y corromperles, porque hay pocas cosas que tranquilicen tanto la conciencia de los malos como la complicidad de los que han sido buenos. Como buenos luchaban por la libertad los progresistas, confundidos entonces con los demócratas, que aún no habían determinado lo bastante sus ideas para constituir un verdadero partido. Si, poco antes, algunos progresistas habían podido alucinaras haai* el punto de ayudar á loa acoderados eo su empresa de lanzar de la regencia á Espartero, no tardaron en comprender su error y no dejaron de esforzarse por repararlo. Frescas aún las terribles contiendas de la guerra civil y no muy lejanos los choques violentísimos entre blancos y negros, el odio entre moderados y progresistas lU gaba á un extremo que diftcilmente podríamos explicarnos hoy, en que las luchas políticas se han dulcificado, gracias principalmente á las conquistas realizadas por el espíritu Uberal. La situación que imperaba en 1844, era una seria amenaza para las libertades que á cosu de tanta sangre se habían implantado en España desde 1836. No cesaban los progresistas de levantarse en armas para restablecer el imperio del derecho, y aunque sus tentativas obtuvieron un éxito desgraciadísimo, pues en pocos meses fueron fu:>ilados por orden de González Brabo y Narváez más de doscientos liberales, persistían en sus esfuerzos, seguros de contar con la opinión. A mediados de Noviembre se sublevaron en favor de la libertad algunas fuerzaj en los valles de Hecho y Ansó, en Huesca, secundando la vigorosa iniciativa del intrépido Z irbano, que se habla alzado en la Rioja, y que más tarde fué ejecuudo bar bai amenté, después de haber presenciado el sacrificio de casi toda su familia. Temió Narváez que Espartero, á quien aborrecía personal y políticamente, viniese á España para autorizar con su presencia algún alzamiento general, y pasó la siguiente circular con el carácter de muy reservada á todos los capitanes generales de distrito: «Excmo Sr.—El Gobierno tiene avisos muy fidedignos y semioficiales de que D. Baldomcro Esparta-ro, fugado de Londres, se encuentra á bordo de un buque extranjero, con intención de desembarcar en el puerto en que pueda verificarlo, según las circunstancias La reina (q D. g ) , á quien he dado cuenta, me manda decir á V. E. que ponga en jut-go cuantos medios le sugieran su celo y patrioti«mo, á fin de conseguir la aprehensión del expresado ex general, conseguido lo cual, debe sufnr la pena de ser pasado por las armas, sin que medie más tiempo entre la captura y la ejecución, que el preciso para identificar su persona. Excuso encarecer á V E. el relevante servicio que al trono y al país prestará el que tenga la suerte de capturarle. La rebelión no perdona medio para entronizarse y la traición llega hasta el punto de querer atentar de una manera explícita contra la sagrada persona que ocupa ti trono, pues solo así se comprende que el hombre de quien se trata se lance á encender la guerra fratricida. La reina y el Gobierno descansan en lafirmezade sus generales y en la lealtad de las tropas que mandan; pero no por e*o recumicuuo menob a V. E. la acuvidad, la vigilancia y el extremado celo que el estado del país reclama de los encargados de conservar la paz y el sosiego púbuco. El ex regente lleva dos pasaj|>orte8 é igual número de disfraces; uno, de oficial de la marina real británica y el otro úe comerciante de la Martinica con sombrero de charol, camina de color, chaqueta azul, pantalón verUe oliva, botas y anteojos. De real otden lo digu á V. £. pora su conocimiento y efectoa comuguientes.—Madrid 36 de Noviembre de 1844.—N«rváez.—Señor capitán geperal de...» Claro es que Narváez tenia conocimiento de este imaginario viaje de Espartero, por los agentes de policía secreta, que con frecuencia necesitan apelar á embustes de ese j<<ez para fingir que hacen algo de provecho para los Gobiernos que los pagan; pero esa circular deshonrosa para Narváez es, además, una prueba elocuente de la gratitud que era capaz de alberg-<r el alma de Isabel II hacia el hombre que le había dado el trono. Verdad es que si al poco tiempo cualquier ministro hubiese puesto á la firma de la misma señora otro decreto mandando fusilar á Narváez, lo habría probablemente firmado también sin gran dificultad. No creemos trabajo perdido el que se emplee en ofrecer al país esos brillantes testimonios de la gratitud borbónica. ESBOZOS El Correo desearía creer que lo» presupuestos estaban concluidos. Pero no puede creerlo, porque, según sus noticias, el único ministerio que ha concluido su presupuesto ei el de Gracia y Justicia, y ese c«n aumento. |Ya verá usted en lo que paran estas victorias! decía el personaje de Cádiz. Ya verán ustedes en lo que paran todas las economías ofrecidas por el Sr. Sagasta. En que suban los presupuestos. De Las OturreHtüu: «Dice L A RXPÚBLICA en d(> de difuntos: <Hi>y es el dia de conservadores y fusionistas. > Adiós, vivo. Mira cómo engordas. V qué pelo vas echando. > Vivimos, en efecto, y de que vivimos no duda nadie, y el que dude no tiene más que leei los periódicos monárquicos que no dejan nuestro nombre de la boca. Ya quisieran estar tan vivos los conservadores. De los que no hablarla nadie si no fuera por las silbas con que les obsequian de vez en cuando. Nuestro estinnado colega federal La Avanzada, de Barcelona, publica en su último número un bien escrito artículo con motivo de la estancia del señor CasteUr en Barcelona, haciendo una semblanza acabada de aquel tornadizo político. Sentimos no tener espacio para reproducir íntegro el artículo en cuestión, pero no dejaremos de copiar las líneas en que establece los contrastes entre los diversos grados por que han pasado los entusiasmos democráiicob del Sr. Castelar. Dice así: < ¡f^trde.—«La República en Espifta será federal ó no será Repüblica.» ( 1 8 6 9 á 1878.) £n salón. « LA forma de Gobierno en España ha de ser ¡ndefeciiblemente una Repúlilica unitaria y conservadora y aplazar para dentro de diez años el establecimiento de la federación.» (3 Enero 1S74.) Sa%onado. - < La Repüblica no se improvisa en un solo día C'imo la monarquía. ¿Sabéis por qué Francia no perderá su tercera Kepiíblica? porque lleva cuarenta anos de sufragio universal.* ( t s Octubre 1888.) P e modo que si algiin día se establece en EipaHa el sufragio universal por los monárquicos, ya sabemos cuanto hemos de esperar la Repüblica, salvo error.» Ix)s recuerdos evocados por La Avanzada son muy oportunos. Habiéndose presentado cincuenta y dos aspirantes á las nueve senadurías viulicias que hay vacantes, propone El Liberal á D. Práxedes que las saque á pública subasta. Pues qué, ¿habría medio de que los agraciados recuperasen el dinero perdido? Todavía no se han puesto de acuerdo los reposteros de la fusión Sres. Montero Ríos y Alonso Martínez para confeccionar el pastel que les ha encargado el Sr. Sagasta, para que sirva de base al proyecto de ley de sufragio universal que ha de presen urse á las Cámaras no sabemos cuando. Veremos que nuevo esperpento resulta del consorcio intelectual de los dos leguleyos de la fusión Núm. 1.491 conservadores al llegar el Sr. Cánovas á Castuera, algtmas señoras le arrojaron poesías desde los balcones del edificio de la estación. Suponemos que esas señoras serían las de los empleados del ferrocarril. Que no han podido encontrar una manera más delicada é ingeniosa de silbar al inmortal cantor de Elisa. Parece cosa averiguada que d general Cacsola hará ruda oposición al Gobierno en cuanto se abran las Cortes. Si su oposición ha de ser puramente oral no creemos que le tenga con gran cuidado á D. Práxedes. Por aquello de que palabras, son palabras. m Ya no va D. Cristino Hartos á Zaragoza y Barcelona. La causa de esta determinación parece ser el disentimiento en que se halla con el Gobierno en algunas cuestiones de importancia. Lo razonable en este caso sería que el Sr. Martos hablase para determinar su actitud; pero entonces se expondría á perder la presidencia del Congreso en la que le debe ir bastante bien. Y lo que él dirá. En boca cerrada no entran cesantías. Carambola. Ha sido ascendido á segundo jefe del Coneo central el administrador de correos de Cádiz, que se halla hoy al frente de la administración de Barcelona; á ésta capiul irá á sustituirle, también con ascenso, el administrador de correos de Valladolid; continuando desempeñando la administración de Cádiz, de mucha menos importancia, con el sueldo de 26.000 reales y la categoría de jefe de administración civil, el verdadero administrador principal de correos de Barcelona. Siendo de advertir que loi administradores del mencionado ramo de Cádiz y Valladolid, que no di-jan de serlo y que han sido nombrados en comisión fuera de sis respectivas provincias, van á desempeñar unas plazas de más categoría y de mayor haber que el que corresponde á los agraciados y que el que han de percibir; ignorándose aún quién ha de dirigir el servicio postal vallisoletano. |Para cuándo son las economías! EXTRANJERO (TELEGRAMAS DB LA AGENCIA FABRA) INGLATERRA L O N D R E S 3.—La Gaceta Oficial inserta un telegrama del cónsul inglés de Puerto Príncipe (llaiti) anunciando que se ha declarado el bloqueo de los puertos septentrionales de aquella isla, á consecuencia de la guerra civil que alli reina. Las noticias de origen privado pintan cun los más negros colores la situación de dicho país, del cual se ven obligados á emigrar los europeos, por no existir seguridad personal alguna. Varias, naciones han enviado buques de guerra p « a proteger las vidas y haciendas de sus subditos. Lf)Nl)RES 3.—Según despachas de Zanzíbar, árabes procedentes de Tabora trajeron algunos noticias de la expe- dición de Enrique Stanley; pero éstas no alcanzan más que á fines del mes de Noviembre de 1887. En aquella fecba, la caravana de que formaban parte dichos árabes había encontrado la retaguardia de la expedi- ción mandada por el célebre esplorador norteamericano entre el lago Alberto Nianza y Tabora. La expedición, según dijeron los mismos soldados d e Stanley, habla sufrido muchns jiérilidas i. c.iusa de las dificultades que tuvo que vencer, no solo para atravesar dilatadas comarcas pobladas de espesísimas selvas y cubiertas de insalubles pantr nos, sino también por los continuos combates que tenia que sostener con los naturales, que en todas partes se presentaban en actitud hostil, negándose á proveer de víveres á los expedicibnarios. Pasaban estos por grandes privaciones, no teniendo casi más recurso que apelar á la caza para atender á su sustento. La expedición habla quedado reducida á 250 hombres. Enrique Stanley y sus compañeros blancos, atacados por las fiebres del país, eswban inny delicados, y la expedición se vela obligada á detenerse con mucha frecuencia para atender al cuidado de los enfermos. Añaden los mensnjeros árabes que Stanley tenía la esperanza de encontrar á Emin Bey á los cincuenta días de la fecha en que hiUaron á la expedición; pero se sabe que no lo consiguió, pues hoy noticiss de dicho gobernador egipcio que alcanzan á Marzo último y en dicha época no tenia noticia alguna de los expedicionarios. Es de suponer, por lo tanto, que desde el U g o Alberto hasta el punto donde se encontraba Emin Bey, la caravana Stanley tropezó con nuevas y grandes dificultades, sobre todo, teniendo en cuenta la ferocidad de los habitantes que pueblan Según telegramas recibidos por algunos periódicos aquella parte de Aihca.