Li GRATITUD IWmX EXTRANJERO

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LA REPÚBLICA
Ai« y
POLÍTICA DEL DIA
¿A cómo estamos de reformas mihUres? ¿A cómo
de sufragio universal? ¿A cómo de programa parlamentario?
Se dice que en el Consejo de hoy quedará señalada la fecha en que han de abrirse las Cortes, no se
aabe si cumo continuación de legislatura ó en legis
latura nueva, y que señalada la fecha, no muy próxima, por necesitarse tiempo para preparar la campaña en términos convenientes, el presidente del
Consejo se consagrará con todo el ardor que le
permite su escepticismo y con todo el interés que le
inspira el instinto de la conservación, á esa tarea
imposible de concertar voluntades y harmonizar
temperamentos inconciliables y tendencias incompatibles, buscando en esos arreglos posibles la salvación del partido fusionista.
Es decir, que el primer aplazamiento del conflicto
ministerial termina hoy, y vuelven á plantearse con
caj-ácter urgente las cuestiones resueltas interinamente nada más en aquel Consejo famoso, en que
cada ministro sacriñi ó lo que se le exigió que sacrificase para conservar la cartera.
Por eso hemos empezado formulando las preguntas que hoy, por hoy, no se atreverá á satisfacer ningún ministerial, por la sencilla razón de que respecto de esos asunte! vitalísimos no hay fusionista
que sepa á qué atenerse, empezando por el presidente del Consejo, que es quien está más metido en
confusiones y tinieblas.
Sabe de las reformas militares que existe un Castola decidido á sostenerlas y unos fusionistas Ilamadot demócratas que simpatizan con ellas y las defenderán en caso preciso; y qué existe, además, un
Ifartínez Campos, unido á otros políticos de la defecha, para hacer frente á esa innovación en el ejército. Es decir, sabe que esa cuestión de las reformas
« ana de tantai cuestiones insolubles como ha suicitado su torpeza.
Respecto del sufragio universal, ha encomendado
]«tarea de buscar fórmula á uno de los notables de
la fusión, convencido de que con fórmula ó sin fórmula, habrá de renunciar á establecerlo ante la actitud de los conservadores. Otra cuestión insoluble,
pero como la anterior, de vida 6 muerte para el Go
bierno.
En estas condiciones ha de resolver para un plazo próximo, las dificultades insuperables originadas
por las actitudes opuestas de los diversos elementos
de la fusión, so pena de cubrir un nuevo periodo
parlamentario completamente infecundo, que es lo
más probable, ó de exponerse á las consecuencias
de llevar á las Cortes intactos los problemas pendientes, que están como amenaza suspendida sobre
la fusión desde el día en que se iniciaron.
<Qué hará el Sr. Sagasta ante las eventualidades
de su situación?
Él mismo no lo sabe. Sería demasiado, después
de tres años de una política completamente infructuosa, pretender continuar el sfaíu qiw en beneñcio
del partido fusionisu, sorteando los peligros, como
habta aquí ha hecho, con aplazamientos, modificaciones parciales y fórmulas vacías é inaplicables;
sería demasiada audacia, intentar por medio de
nuevas combinaciones, sostener durante otro largo
período la política negativa de los tres lUtimos años.
Esta razón pesa mucho en el ánimo del presidente del Consejo, y de aquí la alarma constante
en que vive y que procure esparcir entre los suyos
como medio de reducirlos á una disciplina saluda
ble; pero esto tampoco resolvería nada, porque ya
no se trata solo de vivir, sino de hacer, y el Gobierno y el partido fdsionisU, tal como hoy existen,
se encuentran imposibilitados para hacer nada.
De modo que el Sr. Sagasta se encuentra hoy al
frente de un problema verdaderamente insoluble.
L.i GRATITUD I W m X
Fieles á nuestra cohtumbre de publicar de vez en
cuando efemérides históricas relativas á hechos no
muy antiguos, pero que se van olvidando y conviene recordar, vamos á separamos por un momento
del actual año de desgracia de 1888, á prescindir
de los fusionistas y de sus torpezas y & retroceder
cuarenta y cuatro años para colocarnos en el mes
de Noviembre de 1844. Estas escursiones á través
del tiempo tienen sobre las efectuadas á través del
espacio una inmensa ventaja; por largas que sean
no hay que preocuparse mucho con el viaje de réptna, que se hace con una velocidad incompara-
UN NÚMERO corriente»
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DZAHIO T&SSHÜZ.
lEDACClÓN
BnoU y V«Urd«,«, hotelb
M A D R I D — Domingo 4 de Noviembre de 1888.
blemente mayor qne la de la electricidad y la luz.
Ya estamos en Noviembre de 1844. En esos
tiempos el Sr. SagasU no era más que un estudiante
de regular despejo; el Sr. Cánovas un modesto pasante de escuela de primeras letras, muy ajeno de
creer que andando los años habían de hacerle jefe
de un partido y silbarle en la ciudad de los Justicias. Ocupaba la presidencia del Consejo de ministros el general Narváez, á quien en pocos meses
se había elevado desde la categoría de mariscal de
campo á la de capitán general, sin otra razón para
ello que el favor de que en Palacio gozaba. Espartero, el héroe de mil combates, el que había derramado su sangre en América para defender la integridad nacional y habla afirmado en España la
causa de la libertad en siete años de sangrienu
guerra civil; el hombre á quien Isabel II debía el
trono, esUba á la sazón desterrado en Londres,
proscrito de la patria por la que tanto habla hecho,
y despojado por un decreto odioso de todos los
empleos, cruces y honores que había ganado combatiendo como bueno en los campos de batalla.
Las Cortes le habían conferido la regencia del
reino, pero una rebelión armada le habla despojado
de su alu investidura, y,los rebeldes, dueños del
poder, se repartían los dones dei presupuesto, bC
colmaban deriquezasy honores, ya que no podían
colmarse de honor y, según es costumbre en estos
casos, llamaban traidores á les leales y aun los
fusilaban ó enviaban á los presidios, cuando no podían sobornarles y corromperles, porque hay pocas
cosas que tranquilicen tanto la conciencia de los
malos como la complicidad de los que han sido
buenos.
Como buenos luchaban por la libertad los progresistas, confundidos entonces con los demócratas, que aún no habían determinado lo bastante sus
ideas para constituir un verdadero partido. Si, poco
antes, algunos progresistas habían podido alucinaras haai* el punto de ayudar á loa acoderados eo su
empresa de lanzar de la regencia á Espartero, no
tardaron en comprender su error y no dejaron de
esforzarse por repararlo. Frescas aún las terribles
contiendas de la guerra civil y no muy lejanos los
choques violentísimos entre blancos y negros, el
odio entre moderados y progresistas lU gaba á un
extremo que diftcilmente podríamos explicarnos
hoy, en que las luchas políticas se han dulcificado,
gracias principalmente á las conquistas realizadas
por el espíritu Uberal.
La situación que imperaba en 1844, era una seria
amenaza para las libertades que á cosu de tanta
sangre se habían implantado en España desde 1836.
No cesaban los progresistas de levantarse en armas
para restablecer el imperio del derecho, y aunque
sus tentativas obtuvieron un éxito desgraciadísimo,
pues en pocos meses fueron fu:>ilados por orden de
González Brabo y Narváez más de doscientos liberales, persistían en sus esfuerzos, seguros de contar
con la opinión.
A mediados de Noviembre se sublevaron en favor de la libertad algunas fuerzaj en los valles de
Hecho y Ansó, en Huesca, secundando la vigorosa
iniciativa del intrépido Z irbano, que se habla alzado en la Rioja, y que más tarde fué ejecuudo bar
bai amenté, después de haber presenciado el sacrificio de casi toda su familia. Temió Narváez que
Espartero, á quien aborrecía personal y políticamente, viniese á España para autorizar con su presencia algún alzamiento general, y pasó la siguiente
circular con el carácter de muy reservada á todos
los capitanes generales de distrito:
«Excmo Sr.—El Gobierno tiene avisos muy fidedignos y semioficiales de que D. Baldomcro Esparta-ro, fugado de Londres, se encuentra á bordo de
un buque extranjero, con intención de desembarcar
en el puerto en que pueda verificarlo, según las circunstancias
La reina (q D. g ) , á quien he dado cuenta, me
manda decir á V. E. que ponga en jut-go cuantos
medios le sugieran su celo y patrioti«mo, á fin de
conseguir la aprehensión del expresado ex general,
conseguido lo cual, debe sufnr la pena de ser pasado por las armas, sin que medie más tiempo entre
la captura y la ejecución, que el preciso para identificar su persona.
Excuso encarecer á V E. el relevante servicio
que al trono y al país prestará el que tenga la suerte
de capturarle. La rebelión no perdona medio para
entronizarse y la traición llega hasta el punto de
querer atentar de una manera explícita contra la
sagrada persona que ocupa ti trono, pues solo así
se comprende que el hombre de quien se trata se
lance á encender la guerra fratricida. La reina y el
Gobierno descansan en lafirmezade sus generales
y en la lealtad de las tropas que mandan; pero no
por e*o recumicuuo menob a V. E. la acuvidad, la
vigilancia y el extremado celo que el estado del país
reclama de los encargados de conservar la paz y el
sosiego púbuco.
El ex regente lleva dos pasaj|>orte8 é igual número de disfraces; uno, de oficial de la marina real
británica y el otro úe comerciante de la Martinica
con sombrero de charol, camina de color, chaqueta
azul, pantalón verUe oliva, botas y anteojos.
De real otden lo digu á V. £. pora su conocimiento y efectoa comuguientes.—Madrid 36 de Noviembre de 1844.—N«rváez.—Señor capitán geperal de...»
Claro es que Narváez tenia conocimiento de este
imaginario viaje de Espartero, por los agentes de
policía secreta, que con frecuencia necesitan apelar
á embustes de ese j<<ez para fingir que hacen algo
de provecho para los Gobiernos que los pagan;
pero esa circular deshonrosa para Narváez es, además, una prueba elocuente de la gratitud que era
capaz de alberg-<r el alma de Isabel II hacia el
hombre que le había dado el trono. Verdad es que
si al poco tiempo cualquier ministro hubiese puesto
á la firma de la misma señora otro decreto mandando fusilar á Narváez, lo habría probablemente
firmado también sin gran dificultad.
No creemos trabajo perdido el que se emplee en
ofrecer al país esos brillantes testimonios de la gratitud borbónica.
ESBOZOS
El Correo desearía creer que lo» presupuestos
estaban concluidos.
Pero no puede creerlo, porque, según sus noticias,
el único ministerio que ha concluido su presupuesto
ei el de Gracia y Justicia, y ese c«n aumento.
|Ya verá usted en lo que paran estas victorias!
decía el personaje de Cádiz.
Ya verán ustedes en lo que paran todas las economías ofrecidas por el Sr. Sagasta.
En que suban los presupuestos.
De Las OturreHtüu:
«Dice L A RXPÚBLICA en d(> de difuntos:
<Hi>y es el dia de conservadores y fusionistas. >
Adiós, vivo.
Mira cómo engordas.
V qué pelo vas echando. >
Vivimos, en efecto, y de que vivimos no duda
nadie, y el que dude no tiene más que leei los periódicos monárquicos que no dejan nuestro nombre
de la boca.
Ya quisieran estar tan vivos los conservadores.
De los que no hablarla nadie si no fuera por las
silbas con que les obsequian de vez en cuando.
Nuestro estinnado colega federal La Avanzada,
de Barcelona, publica en su último número un bien
escrito artículo con motivo de la estancia del señor
CasteUr en Barcelona, haciendo una semblanza
acabada de aquel tornadizo político.
Sentimos no tener espacio para reproducir íntegro
el artículo en cuestión, pero no dejaremos de copiar
las líneas en que establece los contrastes entre los
diversos grados por que han pasado los entusiasmos
democráiicob del Sr. Castelar.
Dice así:
< ¡f^trde.—«La República en Espifta será federal ó no será
Repüblica.» ( 1 8 6 9 á 1878.)
£n salón.
« LA forma de Gobierno en España ha de ser
¡ndefeciiblemente una Repúlilica unitaria y conservadora y
aplazar para dentro de diez años el establecimiento de la
federación.» (3 Enero 1S74.)
Sa%onado. - < La Repüblica no se improvisa en un solo
día C'imo la monarquía. ¿Sabéis por qué Francia no perderá
su tercera Kepiíblica? porque lleva cuarenta anos de sufragio
universal.* ( t s Octubre 1888.)
P e modo que si algiin día se establece en EipaHa el sufragio universal por los monárquicos, ya sabemos cuanto
hemos de esperar la Repüblica, salvo error.»
Ix)s recuerdos evocados por La Avanzada son
muy oportunos.
Habiéndose presentado cincuenta y dos aspirantes
á las nueve senadurías viulicias que hay vacantes,
propone El Liberal á D. Práxedes que las saque á
pública subasta.
Pues qué, ¿habría medio de que los agraciados
recuperasen el dinero perdido?
Todavía no se han puesto de acuerdo los reposteros de la fusión Sres. Montero Ríos y Alonso Martínez para confeccionar el pastel que les ha encargado el Sr. Sagasta, para que sirva de base al proyecto de ley de sufragio universal que ha de presen
urse á las Cámaras no sabemos cuando.
Veremos que nuevo esperpento resulta del consorcio intelectual de los dos leguleyos de la fusión
Núm. 1.491
conservadores al llegar el Sr. Cánovas á Castuera,
algtmas señoras le arrojaron poesías desde los balcones del edificio de la estación.
Suponemos que esas señoras serían las de los empleados del ferrocarril.
Que no han podido encontrar una manera más
delicada é ingeniosa de silbar al inmortal cantor de
Elisa.
Parece cosa averiguada que d general Cacsola
hará ruda oposición al Gobierno en cuanto se abran
las Cortes.
Si su oposición ha de ser puramente oral no creemos que le tenga con gran cuidado á D. Práxedes.
Por aquello de que palabras, son palabras.
m
Ya no va D. Cristino Hartos á Zaragoza y Barcelona.
La causa de esta determinación parece ser el disentimiento en que se halla con el Gobierno en algunas cuestiones de importancia.
Lo razonable en este caso sería que el Sr. Martos
hablase para determinar su actitud; pero entonces
se expondría á perder la presidencia del Congreso
en la que le debe ir bastante bien.
Y lo que él dirá.
En boca cerrada no entran cesantías.
Carambola.
Ha sido ascendido á segundo jefe del Coneo
central el administrador de correos de Cádiz, que
se halla hoy al frente de la administración de Barcelona; á ésta capiul irá á sustituirle, también con
ascenso, el administrador de correos de Valladolid;
continuando desempeñando la administración de
Cádiz, de mucha menos importancia, con el sueldo
de 26.000 reales y la categoría de jefe de administración civil, el verdadero administrador principal
de correos de Barcelona. Siendo de advertir que loi
administradores del mencionado ramo de Cádiz y
Valladolid, que no di-jan de serlo y que han sido
nombrados en comisión fuera de sis respectivas provincias, van á desempeñar unas plazas de más categoría y de mayor haber que el que corresponde á
los agraciados y que el que han de percibir; ignorándose aún quién ha de dirigir el servicio postal
vallisoletano.
|Para cuándo son las economías!
EXTRANJERO
(TELEGRAMAS DB LA AGENCIA FABRA)
INGLATERRA
L O N D R E S 3.—La Gaceta
Oficial inserta un telegrama
del cónsul inglés de Puerto Príncipe (llaiti) anunciando que
se ha declarado el bloqueo de los puertos septentrionales de
aquella isla, á consecuencia de la guerra civil que alli reina.
Las noticias de origen privado pintan cun los más negros
colores la situación de dicho país, del cual se ven obligados
á emigrar los europeos, por no existir seguridad personal
alguna.
Varias, naciones han enviado buques de guerra p « a proteger las vidas y haciendas de sus subditos.
Lf)Nl)RES
3.—Según despachas de Zanzíbar,
árabes procedentes de Tabora trajeron
algunos
noticias de la expe-
dición de Enrique Stanley; pero éstas no alcanzan más que
á fines del mes de Noviembre de
1887.
En aquella fecba, la caravana de que formaban parte dichos árabes había encontrado la retaguardia
de la expedi-
ción mandada por el célebre esplorador norteamericano entre el lago Alberto Nianza y Tabora.
La expedición,
según dijeron los mismos soldados d e
Stanley, habla sufrido muchns jiérilidas i. c.iusa de las dificultades que tuvo que vencer, no solo para atravesar dilatadas comarcas pobladas de espesísimas selvas y cubiertas de
insalubles pantr nos, sino también por los continuos combates que tenia que sostener con los naturales, que en todas
partes se presentaban en actitud hostil, negándose á proveer de víveres á los expedicibnarios.
Pasaban estos por grandes privaciones, no teniendo casi
más recurso que apelar á la caza para atender á su sustento.
La expedición
habla quedado reducida á 250
hombres.
Enrique Stanley y sus compañeros blancos, atacados por
las fiebres del país, eswban inny delicados, y la expedición
se vela obligada á detenerse con mucha frecuencia
para
atender al cuidado de los enfermos.
Añaden los mensnjeros árabes que Stanley tenía la esperanza de encontrar á Emin Bey á los cincuenta días de la
fecha en que hiUaron á la expedición; pero se sabe que no
lo consiguió, pues hoy noticiss de dicho gobernador egipcio
que alcanzan á Marzo último y en dicha época no
tenia
noticia alguna de los expedicionarios.
Es de suponer, por lo tanto, que desde el U g o
Alberto
hasta el punto donde se encontraba Emin Bey, la caravana
Stanley tropezó con nuevas y grandes dificultades, sobre todo,
teniendo en cuenta la ferocidad de los habitantes que pueblan
Según telegramas recibidos por algunos periódicos
aquella parte de Aihca.
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