primera aproximacion a la figura de julio cejador y frauca

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PRIMERA APROXIMACION A LA FIGURA
DE JULIO CEJADOR Y FRAUCA
ANTONIO MARCO GARCÍA
Universidad de Barcelona
La proscripción y el silencio han rodeado hasta hoy la compleja personalidad y la ciclópea obra de Julio Cejador y Frauca (1864-1927), y no sólo tras su
muerte, sino también durante su agitada existencia . Las adversidades y las
incomprensiones hicieron mella en esta figura que, desde la soledad, dedicó
por completo su vida al estudio, a la búsqueda del saber como fuente de
libertad.
Sin ser una manifiesta opción de vida, a lo dieciséis años Julio Cejador
decide su entrada en el Noviciado que la Compañía de Jesús tenía en Loyola.
En esta orden religiosa va adquiriendo una formación rigida y disciplinada .
Allí Cejador alimentó inquietudes primerizas y, además, recibió una educación en la que, de forma incipiente, el joven y aventajado alumno demostraba
su predilección por las lenguas clásicas : el latín y el griego. Así lo recuerda él
mismo:
«El latín lo aprendí yo leyéndome varias veces el tomazo de Opera omnia,
de Cicerón, sin ayuda de diccionario, que nunca consulté (...). Pero mucho
más que el latín me gustó el griego, que me lo aprendí en un santiamén
con un Homero que tenía una página en griego y en la de enfrente la
traducción latina» I .
Sus aptitudes naturales para el estudio de las lenguas ya eran evidentes; pero
sin seguir metodologías ni normas, Julio Cejador se dejaba guiar por su curiositas, por su propia intuición, por la subjetividad. Era la génesis del proceso
autodidáctico que, progresivamente, se haría extensivo, también, a la investigación de las lenguas modernas, orientales e indoeuropeas, tal y como lo
precisa:
«Cayó en mis manos un libro alemán y me puse a aprenderlo y luego el
inglés y el italiano, que me lo supe sin aprenderlo, con sólo buscar en el
JULIO CEJADOR Y FRAUCA,
Recuerdos de mi vida, Madrid, Imprenta Radio, 1927, págs . 42-43.
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diccionario alguna palabra. (...) Me di en particular al estudio del sánscrito
y de las lenguas indoeuropeas. (...) Continué leyendo griego a pasto y
libros en vascuence» z.
Los amplios conocimientos sobre diversos aspectos lingüísticos y filológicos eran la base para detallados estudios comparativos de lenguas que Cejador no podía publicar . En su afán por conocer otros idiomas, y gracias a las
favorables aptitudes que mostraba en estos campos, sus superiores en la
Orden jesuita le .permitieran viajar a Beirut y Palestina, donde Cejador y
Frauca pudo estudiar in situ, y profundizar en sus investigaciones sobre lenguas orientales y semíticas.
Julio Cejador dominaba las lenguas clásicas (griego y latín), el alemán, el
inglés, el italiano, el vascuence y varias lenguas orientales y semíticas (sánscrito, hebreo, armenio, copto, y también algo de turco). Por todo ello, el jesuita
políglota era considerado, en el ámbito de la Compañía fundada por S. Ignacio
de Loyola, como un ejemplo de orgullo y de altivez, cuando, en realidad, por su
carácter retraído y tímido, se mantenía distanciado y con reserva en el trato
con sus «hermanos» . Esto fue valorado como una postura de altanería y de
incumplimiento de las reglas jesuíticas . Cejador, además, era consciente de
que la Orden limitaba su vuelo intelectual, y de que todo intento por tratar de
silenciar sus investigaciones era negarlo como persona; la envidia existente
entre los miembros de la Compañía de Jesús no le permitía disfrutar de una
vida sosegada y tranquila. Su soledad era la del que quiere saber, estudiar y
leer, frente a los que imponían labores y condición.
El «padre Cejador» fue retratado magistralmente por su discípulo Ramón
Pérez de Ayala en el libro del novelista ovetense titulado A. M. D. G. La vida en
los colegios de jesuitas . La dificultad de amoldarse a las rígidas disciplinas, y la
individualidad son los rasgos que caracterizan al «padre Atienza», correspondencia literaria y trasunto de Cejador y Frauca:
«(el padre Atienza) pagaba con desprecio la envidia de sus hermanos y la
malquerencia con el alejamiento de su trato. (...) no salía de la covacha
como no fuera para ir a la bibilioteca, de donde salía cargado de volúmenes. Encerrado en su celda, rey de sus acciones, se encontraba a las mil
maravillas y extraía de la caduca amarillez de los libros viejos un goce
inenarrable y tranquilo» 3.
La postura enconada de sus compañeros jesuitas predeterminó el temperamento irritable y brusco que, por siempre, caracterizó a Julio Cejador; su
natural adquirió un rasgo de intemperancia, de huraño, y su lenguaje se llenó
de aspereza y agresividad. La convivencia de Cejador en la Orden iba volviéndose, cada vez más, una militia competitiva entre él y los otros. En lugar de
a Idem, págs . 43-45 .
3 RAMÓN PÉREZ DE AYALA, A.MD.G. La vida en los colegios de jesuitas (1910), Madrid, Cáte-
dra, 1984, págs. 156 y 167.
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acatar la obediencia y la rigidez de la regla jesuítica, optó por la independencia
y el espíritu arbitrario ; frente a las disciplinas y principios ignacianos, se propuso la franqueza y el individualismo . La relación entre Julio Cejador y la
Compañía de Jesús era ya irreconciliable; la incompatibilidad se debía a la
fuerza de los «principios» en ambas partes; y él prefirió pertenecer al clero
seglar . No fue de los que por la obediencia sacrifican su voluntad; su espíritu y
su individualismo privaron sobre la firmeza de la norma jesuítica. Declara don
Julio:
«Soy muy independiente y cuanto huele a atadura me encora. (,. )Esta fue
siempre mi lucha, porque yo quería atenerme a la doctrina de San Ignacio de reglamentarlo todo como buen militar que fue, y con la reglamentación yo no sacaba nada» 4 .
El camino de Cejador era uno, pero otros eran los trazados por la Compañía de Jesús; él eligió el establecido por el rico ejercicio de la laica inteligencia,
y desde la soledad de quien es fiel a una opción de vida inició una lucha sin
ceder ni al acoso ni a las convicciones ajenas.
Con la conquista de la libertad, don Julio Cejador se convirtió en el objetivo
del odio acérrimo proveniente de los estamentos jesuíticos, y, a la vez, fue el
centro del más atroz sectarismo por parte de la sociedad . El haber pertenecido
a la Compañía, y la posterior ruptura de sus compromisos, se convirtieron en
dos argumentos negativos para su persona : la doble marginalidad e incomprensión. Giménez Soler supo apreciarlo tempranamente:
«(a Cejador) ciertos episodios de su vida lo segregaron de una parte de la
sociedad ; mas por muy lamentables que a muchos pareciesen aquéllos, a
todos debió interesar su labor científica, independiente del hombre; el
condenarle al olvido, obligarle a un retraimiento semejante a la proscripción y dejarlo solo, fue un muy grave mal para la cultura ; al proscribirlo a
él se proscribieron sus ideas» 5.
Esta experiencia supuso la escisión en su carácter; en soledad, y gracias a
una férrea voluntad y a una admirable fuerza de espíritu, don Julio comenzó a
publicar teorías arriesgadas, estudios y artículos apoyados más en la intuición
que en la rigurosidad, en búsqueda -siempre-- de nuevos desafíos . A la vez
inició un escueto recorrido por tierras del Norte de España, dedicándose a la
enseñanza para poder vivir con cierta dignidad . Primerarnente se desplazó a
Oviedo (1900) 6, y después aceptó la concesión de las Cátedras de Teología y
4
op. cit., págs . 37-38,
«Bibliografia», Revista de la Universidad de Zaragoza (octubrenoviembre, 1927); pág. 183.
e Vid. la carta de Unamuno a «Clarín» (25-111-1900), en DIONISIo GAMALLO FIERROS, «Primera
etapa de la vida y la obra de Pérez de Ayala», en Pérez de Ayala visto en su centenario
(1881-1980). Once estudios críticos sobre el escritor y la obra, Oviedo, Instituto de Estudios
Asturianos, 1981, pág. 263 . Se señalan las mutilaciones respecto a la versión publicada en
MENÉNDEZ PELAYO, UNAMUNO, PALACIO VALDÉS, Epistolario a Clarín, Madrid, Escorial, 1941 .
9
CELADOR Y FRAUCA,
ANDRÉS JIMÉNEZ SOLER,
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ANTONIO MARCO GARCIA
Sagrada Escritura en el Seminario Conciliar de Madrid (1902). Ocho años más
tarde Cejador y Frauca ganaba, por oposición, la Cátedra de Latín y Castellano
en el Instituto de Palencia, en cuya capital fundó el Ateneo del que fue Presidente. Y en 1914 obtiene la Cátedra de Lengua y Literatura Latinas en la
Universidad Central de Madrid, donde fue profesor, entre otros, de Jimena
Menéndez-Pidal, Eulalia Galvarriato y Eugenio Asensio, Profesor auxiliar de
esta Cátedra, y quien pudo desplazarse a Alemania para ampliar sus estudios
gracias a don Julio, del que siempre ha hablado con corrección .
Perseverante en su trabajo intelectual e investigador nato, Cejador aparentaba superar todas las dificultades; los desprecios o los silencios con que la
crítica recibía sus obras. La respuesta, por parte de don Julio, fue la agresión
verbal y la rebeldía en el trato. Su carácter se tornó más áspero, y su estilo
ingenioso y enérgico como el del que dice las cosas como las ve y las expresa
como las siente'. La franqueza, la sinceridad y la espontaneidad fueron sus
mejores armas para defenderse, y herir a quienes le atacaban . La incomprensión y la incomunicación entre Cejador y la clase intelectual española era
evidente; éstos escrutaban la obra cejadoriana para extraer errores, fallos,
incorrecciones e incluso plagios' con que probar la falta o la ausencia de
rigurosidad en sus investigaciones; pero don Julio, ante tales desconsideraciones y contrariedades, renacía con una asombrosa vitalidad, con una fuerza
nueva que no se agotaba . Se trataba de la defensa a ultranza de su saber,
creyendo en la capacidad liberadora de la cultura. Cejador y Frauca «aceptó
siempre sus confusiones y hurtos sin remilgos, sin propósito de enmienda y
con invectivas estentóreas» 9, según la acertada valoración de Sainz de Robles.
La postura de cerrazón y defensa del solitario Cejador y Fráuca fue descrita con acierto y penetración por el pensador Ortega y Gasset, quien se
interrogaba al respecto :
«¿Qué diríamos que le falta al Sr. Cejador? ... Le falta altruismo intelectual . Un hombre posee altruismo intelectual cuando piadoso hace peregrinar su inteligencia hacia el corazón de las cosas de modo que pasajeramente se funde con ellas, cuando procura transustanciarse siquiera unos
instantes en el prójimo para asimilarse la opinión de éste con toda su
complejidad original . Altruismo intelectual es, pues, un salir del propio
recinto para hacer mansión en el recinto de las cosas o del prójimo» 1°.
Esta interpretación «perspectivista» descubre la figura de Cejador como la
del estudioso que adopta una postura aislada y desafiante. Don Julio no estuvo
ajeno a los desprecios y a los descomedimientos, y sintió los silencios que
7 Me remito al original apunte de FEDERICO CARLOS SÁINZ DE ROBLES, «,Tulio Cejador», Almanaque literario, Madrid, Plutarco, 1935, págs . 213-215.
8 Vid. LUIS ASTRANA MARIN, El libro de los plagios. Las profanaciones literarias, Madrid,
«Revista Hispanoamericana Cervantes»[ 19191, y JULIO CASARES, Crítica efímera (Divertimentos
filológicos), Madrid, Ed. Saturnino Calleja, 1918 .
9 SÁINZ DE ROBLES, art. cit., pág. 215.
'° JOSÉ ORTEGA Y GASSET, «Observaciones» (El Imparcial, 25-111-1911) en Obras completas,
tomo I, Madrid, Revista de Occidente, 1961, pág. 165.
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cayeron sobre su obra y, también, sobre su persona. Al no aceptar estas críticas proponía la razón fiel a su inteligencia; era la respuesta altiva a los mediocres. Ante los ataques no reflexionaba, sino que llevado por el apasionamiento
y el primer impulso Cejador y Frauca se defendía embistiendo, con saña y
brusquedad, a esos mismos atacantes. Para él sus obras eran los frutos de toda
su vida, su dedicación plena y sus esfuerzos ; por ello, la defensa espontánea
resultaba plenamente justificada. Y así, en tácita opinión de Fernández
Larraín, «la vanidad intelectual se sobrepuso a su innata bondad. En lugar de
humildad, soberbia . Y en lugar de disciplina, independencia» 11 .
La sociedad seguía sin valorar el esfuerzo de un hombre de formación
autodidáctica, y los diversos centros culturales no sabían apreciar en el quehacer investigador de don Julio la perseverancia y la tenacidad que le eran
características; él arremetió con opiniones descarnadas contra instituciones y
núcleos culturales, como el Ateneo, la Academia, y la labor que llevaban a
término 12 . A ello se corresponde la descripción que del Diccionario de la Real
Academia Española hace el propio Cejador:
«mamotreto plagado de galicismos, de definiciones bufas, de nociones
rancias (...), de infolio caro, ramplonería en el contenido, indigesto en la
lectura» 13
Su opinión era la respuesta a las objeciones y calificaciones hechas por eruditos y críticos sobre sus obras . El «rebelde» Cejador no cuidó estos centros e
instituciones que le hubieran podido servir para su propia propaganda 14 .
La incomprensión por parte de la intelectualidad 15 y del público especializado le llevaron a dedicarse con mayor afán a su quehacer filológico ; y aunque
no domeñó su carácter, tras esta actitud altiva, defensiva y aparentemente
orgullosa se ocultaba, con gran disimulo, una personalidad sensible, retraída y
franca, de la que no hizo nunca manifestación pública ni alarde. Sólo en sus
«recuerdos», publicados póstumamente, Julio Cejador confesaba con tristeza :
1 E SERGIO FERNÁNDEz LARRAÍN, «En la Glorieta de Quevedo» en JULIO CEJADOR Y FRAUCA, Epistolario de Escritores hispanoamericanos, vol. i, Santiago de Chile, Ediciones de la Biblioteca
Nacional, 1964, pág. 25.
12 «Mi
modestia no llega a la crasa ignorancia de creerme menos conocedor de la ciencia
lingüística y peor escritor que la mayor parte de los señores académicos. También sabe el
público que en esa eterna siesta que dormita la Academia sería yo un elemento discordante
que no les dejaría a aquellos señores sestear en paz y en gracia del diablo» . JULIO CEBADOR Y
FRAUCA, «Sucesos académicos», La Tribuna (17-XI-1919), cit . por FERNÁNDEZ LARRAÍN, art. cit.,
pág. 34.
13 JULIO CEJADOR Y FRAUCA, «La
Academia Española», Los Lunes del Imparcial (17-XI-1913),
clt . por FERNÁNDEZ LARRAÍN, art. cit-, págs. 33-34.
14 Opinión latente en las obras personales de Julio Cejador,
is Por ejemplo: RAMÓN DEL VALLE-INCLÁN, en el poema titulado «Aleluya», de La pipa de kif,
Madrid, Sociedad General Española de Librería, 1919, pág. 16, dice:
«Y Cejador, como un baturro
versallesco, me llama burro .»
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«Yo me iré de este mundo sin saber que nadie haya apreciado la labor mía
de toda mi vida. (...) Tal es la pena, la honda pena con que he vivido (...) ésa
pena es terrible, es la del artista que suda y trabaja desconocido enteramente, que no sé si lo hubo jamás, pues siempre hay alguien que entienda
las obras artísticas, que aprecie un cuadro, un trozo de música, una poesía, un trozo de prosa» 16 .
Acusado de «pluma ágil y rápida», de precipitación en el enjuiciamiento de
obras y autores, de teorías audaces, personales e intuitivas, Cejador y Frauca
no se mantuvo en el silencio de la soledad; no desdeñó las polémicas que le
inmiscuían, y acudió a los debates que le planteaban sus adversarios. En las
encendidas y apasionadas controversias defendió su trabajo filológico, ejemplo de laboriosidad y tenacidad. Suponía la apología de su saber como enriquecimiento personal .
Por su agitada existencia, la figura de don Julio Cegador fue la del luchador
solitario que es capaz de añadir notas de dignidad y orgullo, propias de quien
sabe que tiene la voluntad de saber. La afirmación y la soledad como aspectos
inseparables, intelectualmente no le resultaron contradictorios. Así lo reconocía en otra rememoración personal:
«Yo he sido un hombre que se ha pasado la vida entre libros, estudiando,
entre gentes observando y a solas por los campos meditando. De los
cuarenta y seis años que tengo, las tres cuartas partes me lo he pasado a
mis solas discurriendo sobre lo que había leído y observado. La soledad
fue siempre mi mejor amiga; ¡Bendita ella! El trato y comercio con las
gentes sigue siendo para mí tan sólo como rato de investigación y
experimento en que allego materiales que rumiar y pensar después,
cuando a solas vuelvo a mí, dejando de ser de los demás» 1 '.
El estudio, la curiosidad intelectual y la voluntad en constante actividad
fueron los catalizadores fundamentales de su incansable espíritu investigador .
Multiplicidad y fecundidad de teorías arriesgadas brotan a lo largo de toda la
magna obra cejadoriana que, por amplia, no permite la profundidad deseada 11.
Su propósito «enciclopédico» se vertía en un ambicioso y faetónico proyecto
filológico, epítome del decidido talante de quien quiere saber.
Pero el desencanto y la decepción que permanecía latente brotaba de
forma inesperada en íntima confidencia:
16
17
cit., págs. 79-80.
Cintarazos, t. ii, Madrid, Imprenta Radio, 1927, págs. 92-93.
1s «Funerales literarios. Julio Cejador»,
La Gaceta Literaria, 1, 2 (15 enero 1927), página
primera: «Quiso hacer una ciencia original, una literatura original (...) Apiló datos y estudios
en barricadas, sin orden ni concierto, con la fiebre del que cree estar ante el enemigo y
atrinchérase de piedras (...) habrá mucho de utilizable en el derribo de la obra cejadoriana, en
su análisis . Y de hecho lo hay. 5u obra es un centón, un cajón de sastre.»
CEJADOR Y FRAUCA, Op.
JULIO CEJADOR Y FRAUCA,
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«Soy muy altanero en otra cosa : en haberme propuesto sobresalir como
lingüista y que se hablara de mí en el mundo. Ya hoy aquellos sueños se
me han enfriado y no daría un paso por tales vaciedades, que también lo
son. (...) me hacen mella todavía los desprecios en esta parte y las desconsideraciones y el silencio sobre mis libros . (...) Sólo me diferencio en que
busco honras de más sustancia, fundadas en verdaderos méritos, en el
verdadero saber y valer intelectual (...) veo que soy tan necio como los
que buscan ser honrados en vida con honores y cargos sin merecimiento
alguno» 19.
La incomprensión fue la tragedia de la vida de don Julio Cejador y
Frauca 2°. Por la firmeza de sus convicciones fue condenado al ostracismo y a
la marginalidad; primero por la comunidad jesuita, y posteriormente por la
sociedad y los centros culturales . Paradójicamente, gracias a todo ello pudo
conseguir su propósito deseado: el de estudiar e investigar sin pautas rígidas,
ni dogmatismos, desde la pura concepción autodidacta, a su libre arbitrio, y
publicar los resultados y las conclusiones de sus muchas indagaciones filológicas que originaban siempre polémicas y enfrentamientos. La escisión vital
como génesis intelectual. Desde su soledad afirmó la dignidad de ser un hombre íntegro, alejado de maniqueísmos fáciles; él, que se había hecho a sí mismo
en un ambicioso proyecta vital, fue, en palabras de Ricardo del Arco, «la
franqueza aragonesa andando, y el ser franco le perdió siempre» 2' .
Recuerdos de mi vida, ed . cit., págs . 41-42.
zo Vid. el libro de CÉSAR GONZÁLEz RUANO, Breves notas sobre Julio Cejador, Madrid, Fernando Fe, 1927 .
21 RICARDO DEL ARco, Figuras aragonesas, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico»,
Excma. Diputación Provincial, 1965, pág. 389.
19 CEiADOR Y FRAUCA,
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