2. Circuitos magnéticos: principios y métodos de cálculo Según sea su comportamiento, en presencia de una excitación magnética, los cuerpos se clasifican en: Ferromagnéticas.- Su permeabilidad relativa µr, que es bastante superior a la unidad, oscila entre el valor de 100 y el de 200000. Como ejemplo podemos citar: Cobalto Níquel Hierro puro Acero Fundición gris Permalloy* 150 300 60000 1000 / 30000 80 / 1000 4000 (50% Ni), 75000 (78% Ni) * aleación compuesta, principalmente, de hierro y níquel Una cualidad determinante de este tipo de sustancias es que son fuertemente atraídas por el imán. La gran permeabilidad de estas sustancias hace que su presencia origine un notable acrecentamiento del flujo magnético en los lugares ocupados por estos materiales. Su utilización es frecuente en los núcleos de electroimanes (inductores de generadores y de motores, electroimanes de fuerza) y en todo tipo de máquinas eléctricas (transformadores, reactancias), así como en algunos tipos de pantallas magnéticas. Paramagnéticas.- La permeabilidad relativa, µr, es ligeramente superior a la unidad, siendo atraídas muy débilmente por el imán. Entre las sustancias paramagnéticas se pueden citar: aluminio, estaño, magnesio, manganeso, oxígeno y platino. El aire posee una permeabilidad relativa, prácticamente igual a la unidad. Diamagnéticas.- En estas sustancias, la permeabilidad relativa es inferior a la unidad y son repelidas por el imán, esta repulsión en las sustancias conocidas hasta ahora es débil. Los cuerpos que poseen esta propiedad son: azufre, agua, cloro, cobre, plata, etc. El bismuto y el antimonio presentan propiedades diamagnéticas notables. El cálculo de los campos y estados magnéticos en espacios ocupados, total o parcialmente, por sustancias ferromagnéticas es, a menudo, complicado ya que el valor de la permeabilidad absoluta, µ, depende de la intensidad de campo, H, y no con una dependencia que se pueda expresar por una fórmula matemática. Como consecuencia de ello, la inducción magnética, B, varía de forma no proporcional a H; es decir, la relación B = µr µ 0H B = µH no es una relación constante. Fig. 11.12 La práctica usual cuando se trabaja con bobinas que tengan sustancias ferromagnéticas en su núcleo, es la de utilizar las llamadas curvas de inducción, curvas de imanación o curvas de magnetización que expresan, gráficamente, la relación existente entre la inducción magnética, B, y la intensidad de campo, H (fig. 11.12). La permeabilidad magnética de las sustancias ferromagnéticas depende, principalmente, de la intensidad de campo magnético, H, pero también le afectan: • La composición química del material (más bien, metalúrgica). • Los procesos térmicos y mecánicos que haya sufrido el núcleo, durante la fabricación. • La temperatura a la que se encuentre el material en el momento de la excitación magnética. También influyen (muchas veces, de manera considerable) las dimensiones y la forma del núcleo. Fig. 11.13 Si, una vez alcanzado un cierto valor de la inducción, B, para una determinada excitación, H, fig. 11.13, se hace disminuir esta excitación hasta el valor nulo (H = 0), los valores de la inducción no se corresponden con los obtenidos con la curva de imantación inicial. Es más, cuando se desciende a un valor H = 0, aún existe un valor para la inducción, Br, llamado inducción remanente, que en muchas ocasiones tiene un valor muy considerable. Si, seguidamente, se aumenta el campo, pero haciendo pasar por la bobina del electroimán una corriente en sentido contrario al anterior hasta un valor Hc para el cual desaparezca la inducción (B = 0), consiguiendo con ello desimantar el núcleo. Al valor de Hc se le denomina campo coercitivo o fuerza coercitiva. Aumentamos la intensidad de campo, H, hasta llegar a un valor igual al que obtuvimos antes, para la inducción, B, pero de valor negativo. Posteriormente, disminuimos el campo, hasta anularlo, obteniendo un valor de -Br, que es el magnetismo o inducción residual negativa. Cambiando, de nuevo, la polaridad de la corriente eléctrica conseguimos anular la inducción en el punto Hc, habiendo logrado desimantar o desmagnetizar al núcleo. Si seguimos aumentando el valor de H, conseguimos llegar al punto 1, del que habíamos partido. A la curva obtenida se le denomina ciclo de histéresis o lazo de histéresis. Si, con el mismo material, realizamos tres ciclos de histéresis distintos, obtenidos cuando las intensidades de campo máximas alcanzadas son diferentes, fig. 11.14, encontramos que la unión de estos valores máximos de los distintos ciclos nos dan la curva característica de la inducción inicial o curva virgen. Cuando los ciclos de histéresis son muy abiertos, los materiales se denominan, hierros, magnéticamente duros, presentando una gran fuerza coercitiva y, en cambio, cuando los ciclos de histéresis son muy cerrados, se llaman magnéticamente blandos, presentando escasa fuerza coercitiva. Fig. 11.14